Infinitamente Roto 12

Gracias a quienes dejan reviews y leen esta historia, alimentan a la musa. Me disculpo por las faltas de ortografía, no hay beta, morimos como Anbu.

Me encanta que les haya gustado este Sasori, no se preocupen, lo volverán a ver.

Por fin Sakura regresa a Konoha, ¿Qué sucederá?

Itasaku AU Post Masacre

xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

Sakura cruzó la puerta Este de Konoha antes del amanecer. Llena de cansancio, decidió pasar por su departamento primero y recuperar fuerzas antes de anunciar su llegada. Aun así, su paso por la guardia no pasó desapercibida.

Xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

-Tsunade sama, debe descansar. - la voz de Shizune era suave. Una tos desgarrada y acuosa inundó el espacio.

-No es necesario. Puedo hacer papeleo sin problemas. - dijo con terquedad. Su voz raspo su garganta inflamada y comenzó a toser otra vez. Ignorando completamente a su pupila, cruzó la habitación y se sentó frente a su escritorio.

- Necesito sake caliente y cuatro aspirinas, Shizune. - la joven negó con la cabeza y observó a su maestra con las manos en la cintura.

-Eso no va a curar su resfriado. - espeto la morena.

- Tampoco mi ninjutsu médico, pero me hará sentir mejor. Ahora tráeme lo que te pedí y déjame en paz. - respondió enojada la rubia y concentró su mirando en el lote de papeles sobre su escritorio.

No podía darse el lujo de acumular más papeleo. Sin Sakura para ayudar, Shizune estaba hasta el cuello con pacientes en el hospital y ella tenía que encargarse de todo lo demás.

Shizune negó con la cabeza, pero obedeció a su maestra. Dejando caer los documentos de esa mañana, se retiró en busca de alcohol y analgésicos. Sakura apareció en la oficina momentos después.

Completamente ignorante y aún con los ánimos por el cielo, ni siquiera golpeó cuando cruzó el umbral de la puerta. Tsunade apenas tuvo tiempo para de detenerla.

- ¡Quieta! No te atrevas a entrar. - Sakura se detuvo de golpe en la entrada, su semblante pasó de alegre a preocupado. -Estoy enferma y no quiero contagiarte. - tenía la mano en alto con un lápiz en ella, apenas contuvo la tos por el esfuerzo.

- Oh... - la boca de su discípula se mantuvo abierta como un pez.

-¿Cuándo regresaste? - preguntó el Hokage recostándose sobre el respaldo de su asiento y enfocando sus ojos cansados sobre la mujer joven.

-Durante la madrugada. Me registré en la entrada, pensé que ya lo sabrías. - respondió después de recomponerse. -¿Me dejas revisarte? - pidió suavizando su tono de voz, Tsunade rara vez se enfermaba.

-No, ya lo hizo Shizune. Son dos días de analgésicos y mucha agua. - movió la mano restándole importancia. Miró a Sakura que se estaba mordiendo el labio inferior. - ¿Cómo te fue? - vio el momento exacto en que las mejillas de su alumna se tiñeron de rojo.

- Bien. Aprendí muchas cosas y traje brotes de plantas que aquí no tenemos. No te imaginas todo lo que... - Tsunade notó que no tendría que presionar mucho para obtener información de Sakura, parecía realmente entusiasmada con su reciente viaje.

- Entiendo. - se apresuró a interrumpirla. Al parecer había conocido sobre algo más que medicina del desierto. Se pasó la mano por el rostro con cansancio mientras reprimía otra tos. - Ve al hospital y reemplaza a Shizune, ella se quedará aquí ayudándome. Cuando me sienta mejor, nos ponemos al día. - con esas palabras despidió a la entusiasmada chica.

Sakura asintió con la cabeza e hizo todo el camino al centro asistencial rápidamente. Registró su llegada en el vestíbulo y anunció su permanencia en su oficina. La mañana pasó tranquila, hasta que una de las enfermeras más nuevas cruzó sin anunciarse la puerta de su estancia privada.

- Haruno Sama. - estaba jadeando notó Sakura.

- ¿Qué sucede? - preguntó.

- Hay un paciente ANBU en el ala privada. Tsunade Sama pide su asistencia. - Sakura frunció el ceño fugazmente antes de ponerse de pie. Cerró las carpetas que estaba actualizando y las guardó en sus respectivos lugares. Miró a la chica agitada y estrecho la distancia.

- ¿En qué habitación está? - preguntó mientras ajustaba su bata blanca y la seguía.

- Segundo piso, 22B. - Sakura titubeó sólo unos segundos antes de volver a ponerse en marcha. Un sudor frío le recorrió la espalda cuando recordó a quién había conocido en esas habitaciones.

Se suponía que dada la gravedad de su desconocida enfermedad y las constantes recaídas sin ninguna explicación, lo tenían exento de participar en misiones sin importar el rango. Su mente comenzó a construir posibles escenarios y lo que encontraría allí, pero el trayecto se hizo demasiado corto y apenas tuvo tiempo de prepararse mentalmente para enfrentarlo cuando la chica que iba con ella de detuvo abruptamente en el medio del pasillo.

- No puedo entrar, Haruno sensei. - la voz de la muchacha salió temblorosa y Sakura se tomó un momento para comprender sus palabras. Sacudiendo la cabeza imperceptiblemente se concentró nuevamente.

- Lo sé. - le dedicó una sonrisa incómoda y presionó su palma fría contra la madera revestida. La chica asintió con la cabeza y se retiró rápidamente. Cuando los pasos se hicieron lejanos, tomó una profunda bocanada de aire y empujó.

La escena frente a ella la congeló. Fugaku y Mikoto estaban de pie al lado de la camilla cubierta con un dosel de plástico transparente y aislante. Itachi estaba pálido de muerte tendido sobre la cama y ella notó inmediatamente la piel cenicienta.

Algo dentro de Sakura pinchó dolorosamente al verlo así. Fugaku, quien estaba consolando a su esposa, sosteniendo los hombros femeninos con amor, tomó nota de su presencia cuando la puerta detrás chocó con un ruido sordo contra el marco. Su semblante se transformó gradualmente cuando la reconoció.

Mikoto también se giró para mirar quién había entrado, ese gesto la alejó del abrigo de los brazos de su esposo. Sakura vio el semblante fantasmagórico de la mujer e inmediatamente se preocupó. Cuando volvió su atención al rostro del hombre mayor, el odio crudo reflejado en sus rasgos casi la hizo retroceder.

- Yo... - su voz era un murmullo.

- Por favor... - la voz de Mikoto salió rota cuando se abalanzó sobre ella y tomó su antebrazo con dedos como garras.

- Sálvalo, por favor... - los ojos oscuros se llenaron de lágrimas y casi pareció que la mujer se iba a quebrar frente a ella, derrumbándose hacia el suelo. Pero el patriarca de los Uchiha sostuvo los hombros delgados y femeninos con firmeza, y la alejó de Sakura con una delicadeza mecánica.

- Mikoto... - lo oyó susurrar contra el cabello largo de la mujer. En respuesta, las manos temblorosas se aferraron al pecho del hombre y el esposo correspondió acunándola contra él.

- Yo... - Sakura quería llorar. Cuando la vio lanzarse abruptamente sobre ella parecía un ataque directo, pero luego reconoció la ligereza detrás del acto desesperado de una madre ante la incertidumbre y logró mantenerse quieta, pero el odio reflejado en el hombre mayor era algo que nunca había visto ni sentido dirigido a ella.

La ira que exudaba de Uchiha Fugaku era completamente palpable y Sakura tuvo miedo, un miedo crudo la paralizó, con el temor creciente de que si hacía un movimiento equivocado, él atacaría y ella no podría hacer nada. Sabía que Tsunade no se lo perdonaría, pero el daño ya estaría hecho.

Tenía que decidir entre huir de la habitación o hacerse cargo de la situación; vio el momento cuando el llanto de la otra mujer en el espacio distrajo lo suficiente la atención del patriarca y Sakura se sintió capaz de moverse por fin, casi parecía haberla inmovilizado con una fuerza invisible.

Cuando el tiempo regresó a su velocidad normal, la mente de Sakura salió del bloqueo y las preguntas la asaltaron como un aluvión.

¿Qué estaba pasando? ¿Qué había pasado con Itachi en su ausencia? ¿Iba a morir?

Buscando distancia de la pareja, rodeó la camilla y la usó como escudo momentáneo. Concentró todos sus pensamientos en Itachi finalmente y su estómago se apretó;

Tratando de envolverse con su piel de sanador, inspiro profundamente y se armó de valor para pedirle a los Uchiha que salieran.

- Yo me haré cargo de Itachi. - su voz no salió tan segura como esperaba. - Les informaré cualquier cambio que haya. Mientras tanto, pueden regresar a su casa. - su corazón acelerado por el miedo anterior había comenzado a normalizar su ritmo.

Mikoto la miró llena de esperanzas mientras se inclinaba en agradecimiento a sus palabras y sujetaba el brazo de su esposo, en una clara muestra de instarlo a salir de allí. Fugaku en cambio, no tenía intención de hacerlo, porque permaneció quieto sin apartar los ojos fríos de ella.

- Espérame fuera. - la voz grave volvió a disparar su frecuencia cardíaca. La matriarca no dijo una sola palabra, pero había resignación en su semblante cuando soltó el brazo con lentitud y camino en dirección a la puerta. Sakura observó los movimientos de ambos en cámara lenta, preguntándose qué quería el patriarca de los Uchiha con ella.

Ni siquiera registro el movimiento. Ni siquiera pudo verlo acercarse, hasta que fue demasiado tarde. Apenas fue capaz de registrar el ardor en su mejilla derecha bajó la voz retumbante del hombre en sus oídos.

- Eres una zorra. - el siseo mortal, destilando rabia y odio; fue acompañado de motas de saliva escupidas sobre la piel de su rostro. El eco del golpe sólo fue apagado por el jadeo femenino de fondo, antes de que todo quedará en silencio.

Para cuando el ardor en su carne aumentó y se convirtió en un dolor agudo, apenas fue consciente de que estaba completamente sola en la habitación. Las lágrimas escocieron sobre su mejilla que había comenzado a hincharse rápidamente.

Una angustia cruda la invadió, haciendo nada por proteger su orgullo, se llevó una mano a la cara, tratando de palpar el daño infligido, pero el dolor punzante en sus sienes la obligó a retroceder. Nunca le habían dado una cachetada y reconoció con pesar que ese hombre podría ser mayor, pero aún tenía la fuerza suficiente para hacer el mayor daño posible.

Ahora las lágrimas silenciosas corrían como ríos por sus mejillas ardientes, haciéndola sentir completamente miserable. Su mente se inundó de preguntas:

¿Había sido su culpa qué Itachi estuviese así? ¿Este era el precio a pagar por no anunciar su viaje? ¿No volvería a tomar sus propias decisiones?

Su mano de iluminó de verde brillante para mitigar algo del ardor sobre su mejilla y sobre su sien. La mano grande y dura por años de entrenamiento había sido como un yunque sobre su cráneo pequeño. Un ruido detrás de ella la obligó a detener la curación para mirar al causante de todos sus problemas.

Aun así no pudo detener la punzada de culpa que atravesó su pecho cuando lo observó por segunda vez. Se veía tan frágil y a punto de romperse; se parecía demasiado a la primera vez que lo había conocido, y su conciencia médica se disparó de preocupación.

Despejando el evento reciente, se lavó rápidamente las manos y se ajustó los implementos esterilizados. No sabía cuánto tiempo llevaba aislado, pero debía tener cuidado.

Una hora después, había limpiado la mayor parte del daño en los pulmones del Uchiha. La piel de su rostro estaba tensa y su cuello rígido cuando decidió tomarse un descanso. El daño había sido extenso, reconoció con pesar; los pulmones sufrían una infección masiva, los alvéolos basales estaban completamente ocupados con líquido inflamatorio e impedían la entrada de oxígeno. Ya estaba sufriendo una hipoxemia, casi con riesgo de hipoxia. Si eso sucedía, quedaría con secuelas permanentes.

Ni siquiera sabía cómo había sobrevivido. Sus niveles de oxígeno habían sido críticos al comienzo, pero a medida que vaciaba los alvéolos superiores, se habían recuperado rápidamente. Ahora que lo pensaba, ella había tenido éxito antes con Itachi, pero había tenido la ayuda de Tsunade. Ella sabía que era buena en su trabajo, por eso era discípula del Hokage. Pero nadie era tan buena.

Antes de que sus pensamientos se dispararán, decidió concentrarse en el hombre inconsciente sobre la camilla. Había logrado salvar lo peor, pero aún quedaba mucho por hacer. Cambiándose los guantes y la bata sucia, bebió agua antes de volver al trabajo.

Eran pasadas las ocho de la noche cuando cruzó el umbral de la puerta de su oficina. Estaba cansada y muy adolorida. No había almorzado y la rigidez de sus articulaciones se había intensificado por el largo período en que había permanecido de pie e inclinada. Necesitaba un café con desesperación, se dijo soltándose el cabello de su apretado amarre.

Sus mechones rosados cayeron en cascada sobre sus hombros, quitando algo de tensión a su cuello. Se estaba masajeando la nuca cuando su puerta se abrió silenciosamente. Sakura detuvo el masaje y abrió los ojos para ver al visitante; era Shizune.

-Pase a ver cómo te fue hoy. - dijo con una sonrisa tímida en los labios. - Acababas de llegar y no debí haberte dejado sola. - tenía dos cafés en la mano y levantó uno en el aire como símbolo de disculpa. Sakura sonrió de alivio cuando distinguió el vaso de espuma blanca, pero su mejilla herida la obligó a apagar el gesto rápidamente. No pasó desapercibido para la morena el gesto en la mandíbula de Sakura.

- ¿Qué pasó? - preguntó con el ceño fruncido mientras ponía el vaso en la mano abierta de Sakura y se sentaba frente al escritorio.

La joven cansada tardó un momento en notar a que se refería, porque tenía los ojos oscuros fijos en el lado de derecho de su rostro. Sakura se apresuró a cubrir con su cabello la marca roja e inflamada de su mejilla, tratando de desviar la atención.

-Nada, sólo un accidente. - le sonrió incómoda mientras se llevaba el vaso a los labios y tomaba un sorbo del líquido caliente. Cerró los ojos de satisfacción al sentir el café descender por su esófago y llenando de calidez su estómago.

- Si algún paciente te atacó, debes registrarlo, Sakura. - Shizune tenía su semblante completamente serio ahora y no apartaba los ojos escrutadores de su rostro.

-Sí, lo sé. Pero no es lo que parece. - aunque intento sonreír, fue imposible ocultar la mueca en su boca.

-¿No fue un paciente? ¿Quién fue? - la voz de la mujer mayor subió la voz una octava.

- Déjalo, Shizune. No importa. - el rostro de Sakura se endureció, tratando de elevarse sobre la preocupación de su senpai. Ajustando su cadera sobre su asiento, recargo un codo en el borde y cambió el tema. - Estuvo tranquilo. Tuve un paciente en el segundo piso, pero ya está fuera de peligro. - ya no miraba a la otra mujer.

- Sí. Tsunade te lo envío específicamente a ti, dijo que ya lo habías atendido antes con excelentes resultados. - aunque su tono era suspicaz, se fue aclarando mientras la conversación fluía. - ¿Salió todo bien? - preguntó.

- Sí... - Sakura respondió afirmativamente, pero su mente rápidamente se enfocó en el tratamiento del Uchiha. Era demasiado extraña su enfermedad, pero era aún más extraña su recuperación. Por un momento estuvo tentada a comentarle sus dudas a la mujer frente a ella, pero mejor lo hablaba con Tsunade. Quizás sólo eran ideas suyas. Un bostezo la sacó de sus cavilaciones. - Lo siento, pero estoy muy cansada. - se disculpó cuando no alcanzó a cubrir su boca abierta.

- Cierto. Llegaste hoy de Suna. ¿Cómo te fue? - preguntó con entusiasmo la morena.

- Muy bien. Excelente, realidad, pero podemos ponernos al día mañana, porque estoy completamente drenada. - apoyó sus manos en los apoya brazos de su sitial antes de ponerse de pie.

- Sí, no te preocupes. Lo entiendo. - imitando a Sakura, se puso de pie y se acercó a la puerta.

- Que descanses, Sakura. Cualquier cosa me avisas. - le sonrió antes de salir.

Sakura sólo pudo sonreírle mientras la veía irse. Ahora que lo recordaba, no le había traído recuerdos a nadie de Sunagakure y eso la hizo sentir fatal. Descuidadamente iluminó su mano de verde y curó el resto de hinchazón de su mejilla.