Infinitamente Roto 13
Gracias a quienes comentan esta humilde historia, alimentan a la musa con sus reviews. Me disculpo por cualquier falta de ortografía o redacción que se me haya pasado, no hay beta, morimos como Anbu.
Itasaku AU Post Masacre
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Los siguientes días fueron agotadores, había poco personal dispuesto en el hospital con Shizune atendiendo al Hokage en su oficina: lo que dejaba una gran carga sobre sus hombros. Quería hablar con Tsunade, pero la mujer mayor se negaba rotundamente, estando en el pick de su enfermedad. Por otro lado tenía a Itachi, que aún no despertaba y a eso se sumaba la constante tensión que enmascaraba el miedo de volver a encontrarse con Fugaku.
No sabía qué iba a ocurrir, pero estaba segura de que de alguna manera retorcida, el patriarca de los Uchiha la culpaba a ella de la condición de su hijo y eso le parecía, completa y absurdamente, irrisorio. Quizás debería hablar con su Shishou.
Esa resolución, salida de la confianza adquirida estando lejos de sus problemas inmediatos, la mantuvo de buen humor sólo por un día más.
Programó las curaciones al Uchiha en momentos inverosímiles de visita, dejando una sensación de falsa protección a la presencia del padre, pero la vida tiene maneras graciosas y crueles de empujarte hacia la realidad que te niegas a enfrentar.
Eran las siete de la mañana cuando cruzó la puerta de la habitación 22B en el segundo piso y se congeló cuando vislumbró una sombra oscura de pie al costado de la cama. Los ojos oscuros la inmovilizaron cuando se fijaron en ella con una intensidad difícil de leer.
-Te has estado escondiendo como una rata. - el tono grave y oscuro de su voz, provocó un temblor que fue acompañado de desagradables escalofríos.
-Le voy a pedir que se abstenga de insultarme en mi área de trabajo. Si no puede, entonces llamaré a seguridad. - aunque trató de infundirle firmeza a su voz, la rabia de verlo allí junto al escozor de su mano contra su mejilla, que aún vibraba en su piel como un recuerdo de la crueldad de ese hombre, hizo que la ira se filtrara gota por gota.
El silencio que le siguió sólo fue interrumpido por algo similar a una carcajada, que fue convenientemente ahogada. Sakura trató de ignorarlo mientras rodeaba la camilla y observaba los signos vitales de Itachi. Estaba casi recuperado, pero se negaba a despertar.
Incómoda por la presencia del hombre mayor, hizo una curación más corta de lo habitual. Notó con pesar que había una ligera capa de sudor en su frente y sobre sus labios, quizás no había despertado, pero estaba segura de que su mente seguía trabajando.
Despejando el flequillo húmedo, encontró la excusa perfecta para alejar al patriarca de la habitación.
-Necesito asear a su hijo. Agradecería un poco de privacidad. - no lo miró. No le daría el gusto. - Si quiere información sobre su condición, puede pasar por mi oficina después de las seis de la tarde.- dejando claro que en el hospital ella era quien tenía la sartén por el mango, se alejó de la camilla hacia el baño.
Sus manos temblaron cuando ajustó la temperatura del agua mientras llenaba una palangana de acero hasta la mitad. Cuando cerró el grifo, escuchó el click de la puerta cerrarse en la distancia. Sus hombros se relajaron instantáneamente. Ese hombre estaba jugando con sus nervios.
Rodando su cuello para soltar los músculos tensos, regresó a la cama y dejó el agua sobre la mesa a un costado. Volvió por toallas, una esponja y jabón líquido. Mecánicamente se subió las mangas de su bata y mojando la esponja con agua tibia y vertiendo una generosa cantidad de jabón, se distrajo haciendo espuma.
Hacía mucho tiempo que no daba baños a los pacientes; aunque era una tarea menor, siempre podía concentrarse en otras cosas mientras lo hacía. Extrañamente nunca espero que estaría aseando a su futuro esposo inconsciente. Eso la hizo volver al presente y se quedó observando el rostro quieto del Uchiha. El sudor seguía cubriendo su piel pálida y un atisbo de la parte superior de su pecho, le recordó que tendría que descubrirlo por completo.
Su mente racional le dijo que no había nada de malo en mirar, esto lo había hecho cientos de veces antes. Pero su mente juvenil, que había estado desbocada durante dos meses en Suna, le recordó que este sería su esposo y que podía mirar todo lo que quisiera. La parte racional, volvió al ataque para dejar en claro que era una violación a la privacidad. Si bien había mirado, nunca lo había hecho con segundas intenciones.
Negando con la cabeza, decidió ser la profesional que siempre había sido y procedió a retirar la ropa de cama y la camisa de su torso para poder hacer su trabajo con rapidez. Acomodó varias toallas alrededor de la figura dormida para absorber el exceso de agua y luego pasó la esponja espumosa por su pecho y vientre con rapidez. Fue imposible no notar la piel suave y músculos finos sobre su cadera. Aun así, los huesos se marcaban dejando una visión de la delgadez enfermiza. La rehabilitación sería intensa, si pretendía volver al servicio activo.
Ahora fue ella quien tenía una capa de sudor en su frente. Aunque su cuerpo había perdido masa muscular, seguía siendo demasiado atractivo aún en su convalecencia. Respiro profundo, tratando de concentrarse, pero sus ojos volvían a la piel húmeda y resbalosa de su vientre y sus caderas. Bloqueando sus pensamientos, mojó otra esponja limpia y quitó los restos de jabón. Puso una toalla ocultando la zona y procedió a limpiar sus brazos.
Unos minutos después ya había terminado con su torso y su espalda, haciéndola soltar un suspiro. Se pasó el dorso de la mano por la frente despejando parte del sudor cubriéndola y suspiró. Sopeso qué hacer a continuación; su parte inferior o su cabello, se preguntó mientras iba por un cambio de agua.
Al regresar, decidió ir por su cabello. Reemplazando las toallas húmedas por otras secas, retiró la almohada y dispuso varias bajo su cabeza mientras retiraba el cabello húmedo de detrás del cuello. Con su frecuencia cardíaca normalizada, el calor había disminuido considerablemente. Mucho más relajada que al comienzo, pasó la esponja húmeda y tibia sobre el cuello y sus clavículas.
Fue inevitable pensar en que Uchiha Itachi sería su esposo en un futuro próximo. Apenas lo conocía y no sabía nada sobre sus sentimientos acerca de la situación.
Por enésima vez se preguntó por qué su padre quería mantener a su hijo en la oscuridad. Y si alguna vez se enteraba de todo ¿Haría algo al respecto?
A su mente vino el recuerdo de Akasuna no Sasori; ojos dorados, piel inmaculada y ligeramente tostada por el sol abrasador del desierto. Todo coronado por un cabello rojo intenso y desordenado. Un sentimiento de calidez la inundó al recordar lo feliz y relajada que se sintió allí.
La comisura de su labio hormigueo al pensar en aquel beso de despedida. Sasori y su abuela le habían hecho olvidar todo lo malo que había estado ocurriendo en su vida últimamente. Sonrió con nostalgia, preguntándose cuando volvería a verlos, y si era correcto huir de Konoha para no enfrentar la ira de los Uchiha.
Ni siquiera notó la mano caliente envolviendo su muñeca y deteniendo todo movimiento.
- Sakura... - la voz salió quebradiza y seca, y obligó a Sakura a fijar su atención. Los ojos negros estaban vidriosos y la miraban con atención desde abajo, haciéndola tragar duro. Cualquier rastro de Sasori completamente olvidado.
-¡Itachi! - casi se ahogó con su propia saliva al verlo finalmente despierto. Se quedaron mirando por un tiempo indefinido, hasta que Itachi volvió a hablar.
- Agua, por favor. - le pidió entre toses secas y la chica se apresuró a servirle. Después de varios sorbos bebidos con cuidado, alejó el vaso. - Gracias. - Sakura asintió sin saber que decir a cambio.
Que Itachi despertará mientras lo estaba bañando era lo peor que podría pasarle. Volvió a tragar saliva incómoda y trató de distraerse secando sus manos.
-¿Cómo te sientes? - le preguntó sin mirarlo.
-Mucho mejor, ahora que estás aquí. - los ojos verdes fueron inevitablemente atraídos por los oscuros que la buscaban.
- Yo... - Sakura estaba anonadada ante la inesperada sinceridad.
- Te extrañé. - un atisbo de sonrisa iluminó los rasgos pálidos de Itachi y el corazón de la chica se aceleró. Había tanta ternura en su semblante, haciéndole preguntarse, porqué parecía mirarla con anhelo. No pudo evitar contrastar y compararlo con los rasgos llenos de odio de su padre, y la expresión de sorpresa de Sakura se desvaneció a una llena de tristeza.
Itachi notó rápidamente el cambio y se preocupó. Con la lentitud producto del largo tiempo inconsciente, levantó su mano con esfuerzo hasta lograr ahuecar la mejilla de Sakura. El contacto inesperado la sobresalto, pero se relajó ante la ternura del gesto. Un sentimiento inexplicable la hizo descansar su mejilla contra su palma, haciendo que su corazón se sincronizara con el suyo con esa muestra sutil de cariño.
Y ninguno se preguntó por qué se rendían tan fácilmente el uno al otro. Itachi observó el semblante de la chica sobre él; las mejillas sonrojadas, las pestañas húmedas y los labios entreabiertos y un deseo crudo apretó sus entrañas de anticipación; la había extrañado tanto. Deslizando hacía su nuca la mano en su mejilla la inclinó sobre él y la beso en los labios.
El movimiento la hizo tensarse en su agarre, empujando lejos de él. La mano masculina tembló y ella dejó de presionar, preocupada de hacerle daño. Los dedos ásperos acariciaron la base de su cabello suavemente y su resistencia se debilitó.
Su mente se llenó de pensamientos confusos cuando sus manos abiertas se posaron sobre el pecho masculino desnudo en busca de apoyo. De pronto, el sentido del beso cambió; de una presión de labios a labios ansiosos envolviendo los suyos, lengua tibia tanteando la carne y empujando dentro. La acción la tomó desprevenida y abrió la boca para quejarse, pero él la invadió, silenciándola.
A penas le importó el mal aliento de Itachi después de varios días inconsciente, porque él estaba hambriento de ella e hizo fluir un calor dentro de su estómago, haciéndola demasiado consciente de su desnudez, de sus planos tensos y la piel húmeda por el baño mientras la besaba como si ella fuese la fruta más dulce.
El hambre era palpable y no tardó en descender por su mandíbula hasta la curva de su cuello. Un suspiro de satisfacción escapó de sus labios cuando la boca ansiosa lamio la unión sobre su hombro y de pronto mordió el hueso de su clavícula. Sakura ni siquiera fue consciente de su otra mano tirando de la ropa sobre su cintura hasta que se sintió envuelta por manos firmes, pero trémulas mientras la elevaba del piso.
-¿Qué haces? - preguntó con los labios apretados. La boca de Itachi no había interrumpido sus atenciones y disparó escalofríos cuando lamio particularmente profundo detrás de su oreja. No pudo contener el gemido que subió por su garganta y murió contra el pectoral tenso.
Las manos de Itachi vagaron por su espalda baja hasta envolver sus glúteos y posicionarla a horcajadas sobre su vientre cubierto sólo por una toalla. El esfuerzo lo dejó exhausto, notó por lo agitado de su pecho. Sakura se quedó inmóvil cuando sintió su dureza tensa hacer contacto con su muslo interior.
- Itachi... - susurró sin aliento. Sus manos se apretaron sobre el pecho de músculo fino bajo ella y los labios húmedos vagaron sobre su frente dejando besos castos.
Sakura presionó sus palmas para sostenerse y elevó su cabeza para mirarlo. Los ojos negros estaban teñidos de una lujuria que nunca había visto dirigida a ella y se sintió completamente despojada de su cordura. Tenía la respiración agitada y su corazón latía acelerado bajo sus manos.
Ella no estaba mejor; su entrepierna estaba resbalosa, sus pezones estaban tensos y su vientre estaba hecho un nudo. Se sentía mareada producto de la excitación y su mente estaba completamente en blanco mientras reconocía el hambre cruda en los ojos del Uchiha.
- Te deseo, Sakura. - su voz salió ronca y pecaminosa. Los labios delgados buscaron los hinchados de ella y la volvió a besar con una lentitud que la hizo gemir contra su voluntad. Sus palabras hicieron eco dentro de su cabeza cada vez más fuertes cuando las manos masculinas apretaron sus caderas y empujaron hacia abajo para reafirmarlas.
Sentir su dureza entre el ápice de sus piernas sólo separados por una toalla húmeda y su ropa interior, envió una oleada de excitación resbalosa y espesa que la hicieron demasiado consciente de donde estaba.
- No creo... - Itachi la interrumpió invadiendo su boca con la suya y dominó su cuerpo sobre el suyo.
Sakura se mordió la mejilla cuando se sintió envuelta por extremidades temblorosas y los giró a ambos sobre la cama. El movimiento fue fluido a pesar de su evidente debilidad y se vio obligada a mirar al Uchiha hacia arriba.
Trago con dificultad al reconocer los planos tensos y desnudos sobre su estómago anudado. Sus mejillas ardieron cuando sus ojos se desviaron momentáneamente hacia abajo. Itachi pareció reconocer su vacilación, pero no hizo ningún comentario al respecto.
Lentamente descendió sobre ella y la beso nuevamente. El calor de su cuerpo envolviéndola la hizo sentir cálida y maleable, y deseo rendirse por completo al hombre sobre ella. Lamio sus labios y presionó su lengua contra su costura. Dándole acceso sin ninguna resistencia, sus manos tantearon el músculo firme y tembloroso sobre ella, buscando un lugar al que aferrarse.
Las manos masculinas guiaron sus muñecas hacia abajo, enganchándolas a sus caderas. Ella no pudo reprimir el gemido, cuando sus dedos tocaron el hueso marcado de su pelvis estrecha. Perdida en la bruma del deseo, no sintió los dedos largos y callosos rozando la piel caliente y sudorosa de su seno.
Itachi temblaba de expectación y debilidad. Aunque sus pensamientos estaban perdidos en la boca femenina y las pequeñas manos acariciándolo inseguras, su mente no pudo quitarse el miedo de que ella lo rechazará. Con cuidado deslizó la yema de sus dedos por su escote y abrió la blusa roja empujando el cierre lentamente.
Después de besarla la última vez, antes de perderla completamente durante dos meses, casi había enloquecido. Había soñado con sus labios y con el calor de su cuerpo junto al suyo.
Al principio se había resignado a su negativa, pero cuando su padre anunció durante la comida que Sakura había aceptado casarse con él, se obsesiono con ello.
¿Qué la había hecho cambiar de opinión? Se preguntó.
Pero cuando la tuvo en sus brazos por segunda vez, todo pensamiento racional se esfumó de su mente. Y luego, ella desapareció completamente y toda la energía de su cuerpo se fue desvaneciendo lentamente cuando los días pasaron y ella no volvió. El dolor se hizo más agudo, reconociendo la lejanía y soledad que lo había abrumado durante años.
Nunca había deseado nada para sí mismo hasta que conoció a Sakura.
Antes de conocerla, el dolor era la única constante en su vida; una existencia sangrienta mientras enemigos y aliados se desvanecía por igual. Una vida apenas vivida llena de rojos y grises, soledad y muerte.
No había sentido nada más que deseos de morir antes de ella.
Como no desearla, cuando con sólo tenerla cerca de él, su pecho se hinchaba con deseos de vivir. Como no quererla, cuando su mano sobre la de él, llenaba su cabeza de atardeceres cálidos y aromas hogareños. Como no amarla, cuando su sola presencia llenaba su vida de colores y sueños que nunca se había atrevido a imaginar.
Ella había alejado el dolor constante de su carne y su mente, y ahora sabía que no podría vivir sin ella, nunca más.
