Infinitamente Roto 15

Este será el último capítulo de Infinitamente Roto que publicare hasta enero, debido a las próximas fiestas. Me disculpo por eso, pero se vienen días agitados.

Por esa razón, les deseo una Feliz Navidad y un Próspero Ano Nuevo a todos los lectores que comentan mis historias, se agradece de todo corazón.

Atte. MisatoNara.

No los distraigo más y que disfruten el capítulo.

Itasaku AU Post Masacre

Y tal como lo predijo, las cosas comenzaron a moverse dos días después. Itachi fue dado de alta una semana después del incidente y Sakura intencional lo evitó. Pero fue el líder de los Uchiha en persona, en la entrada de su departamento una mañana, quien le recordó que no podía huir de sus errores.

Sakura se congeló cuando abrió la puerta somnolienta y lo vio de pie en el pasillo de su piso con la peor cara de pocos amigos que había visto alguna vez. Su somnolencia completamente transformada en estupor.

-Buenos días, señorita Haruno. - ella trago saliva con dificultad y no pudo evitar retroceder. La cabeza de los Uchiha malinterpreto su movimiento y dio un paso hacia adelante, obligándola a retirarse aún más, él entró a su departamento. -Creo que ha llegado el momento de comenzar a cumplir nuestro trato. - se movió llenando el espacio.

No pudo evitar temblar ante la presencia del hombre, el aura que poseía era sofocante y ocupaba toda la habitación. Era un hombre poderoso y le estaba advirtiendo de que si luchaba contra él, no habría piedad.

Sakura comprendió perfectamente el mensaje implícito, pero se negó a darle la satisfacción. Él la intimida, pero aquella parte rebelde dentro de ella que se había negado a hacer presencia antes, escogió ese momento para salir a la superficie. Permaneció de pie cerca de la puerta con los brazos cruzados sobre su pecho y el ceño fruncido.

-No lo invité a entrar. - señaló con voz firme.

-Has tenido el tiempo suficiente para escapar de tus responsabilidades, nuestro trato se hace efectivo desde hoy. - los ojos negros la atravesaron, esperando.

-Yo decidiré cuando acercarme. - sus dientes rechinaron cuando los apretó al ver la sonrisa burlesca en los labios del hombre.

-No es tan simple, lo sabes. Firmaste un contrato legal y si no empiezas a tomarle el peso a eso, lo perderás todo. - hubo un énfasis intencional en sus últimas palabras mientras daba pasos pausados por su departamento con las manos en la espalda. Ella sintió el sabor de la sangre dentro de su boca, los había apretado tanto, que se lastimó la mejilla. Aun así se mantuvo recta y silenciosa. -Veo que has aprendió a controlar esa lengua suelta que tienes. - la burla ya no estaba oculta en su tono, se detuvo frente a ella, erguido en toda su estatura.

-¿Qué quiere? - preguntó tratando de controlar la ira y el miedo que la inundaba a partes iguales.

-Que dejes de comportarte como una zorra y cumplas con nuestro trato. - su tono cambió drásticamente y su expresión fue hielo puro. -Sé lo que estuviste haciendo en Suna con ese Escorpión de las Arenas Rojas y no permitiré que te burles de mi o de mi familia. - el espacio se cerró entre ellos y Sakura se congeló

¿Cómo supo lo de Sasori?

El agarre de sus brazos se aflojó y retrocedió. Un estremecimiento la recorrió y un pulso de angustia comenzó a llenar todos los espacios de su mente.

-No me importa si tienes algo con ese hombre, pero eso se detendrá ahora. Tienes un mes. Un mes, para hacerle creer a Itachi que lo amas incondicionalmente y que te casaras con él, porque no concibes tu existencia sin su presencia. Mientras tanto, visitaras el complejo y le harás compañía. Es necesario que su relación permanezca natural. Si haces bien tu trabajo, es posible que me apiade de ti. - con esa sentencia, sin darle tiempo a cuestionarlo, estoicamente se giró y salió de su departamento.

La presión dentro del cerebro de Sakura disminuyó dejándola exhausta y sin ninguna delicadeza se dejó caer contra la pared detrás de ella y se deslizó sin fuerzas hacia el suelo. Las lágrimas cayeron sin control, haciéndola sentir completamente derrotada, sin darse cuenta abrazo sus rodillas y escondió su cabeza en ellas: ella no se merecía esto, se dijo en voz baja.

Ella nunca le había hecho daño a nadie para merecer esto. Siempre había pensado en el bienestar de los demás antes que en el suyo. Siempre había actuado en consecuencia de su empatía. Siempre había sido dejada de lado por su ascendencia civil en un mundo lleno de ninjas con clanes que los respaldaban.

Y ella, deseosa de dejar su marca, sólo había abogado por los más necesitados, dedicando su vida a salvar y sanar vidas. Había sanado físicamente a muchas personas, y ahora sólo quería sanar sus mentes, pero al parecer ese simple sueño se estaba convirtiendo en una pesadilla.

No tenía dónde correr ni a quién pedir ayuda. Aunque sus instintos básicos le dijeron que no podía ser tan fácil obtener todo lo que había deseado, tontamente le había vendido su alma al diablo y ahora estaba cobrando en retribución.

No pudo evitar pensar en Itachi; parecía tan amable y sincero en comparación con su padre. Era suave y la llenó de una calidez que nunca había sentido antes, llevándola a rendirse cada vez que estaba cerca de él, pero ya la habían engañado antes. Y había un dicho que no podía olvidar en esta situación: de tal palo, tal astilla.

Cuando regresó a casa esa tarde, su madre lloró de alegría y todo su esfuerzo fue dedicado a hacerlo sentir bienvenido. La sensación fue completamente incómoda.

Había sido completamente independiente toda su vida, para quedar reducido a un moribundo en los últimos tres años. Lo único que deseaba era tener algo de espacio y tiempo para pensar en lo que estaba ocurriendo.

Días después, con su ánimo fluctuante, se sentó en el engawa, observando el jardín de su madre. Había un silencio sobrenatural dentro de la casa y agradeció el momento de paz que le fue brindado.

Su padre estaba fuera con asuntos del clan, Sasuke estaba de misión y su madre pronto saldría de compras. Era el momento perfecto para pensar y ella fue la primera en venir a su mente: Sakura. Ella parecía ser una constante cuando se trataba de estar consciente y dispuesto a seguir adelante, a pesar de su condición.

La parte analítica de su mente, aquella que lo había convertido en el shinobi perfecto y lo había llevado tan lejos a una corta edad, le hizo cuestionarse que lo que estaba sucediendo no era natural.

Muchos médicos, incluida Tsunade, la mejor ninja médico de la historia, lo había desahuciado y de pronto, su enfermedad parecía haber comenzado a retroceder y su salud florecía; sólo cerca de Sakura.

Algo comenzó a formarse en el fondo de su mente. Una conexión entre su salud, las razones de su padre para contraer matrimonio tan repentinamente y las palabras incomprensibles de su madre, cuando aún estaba en su lecho de muerte.

Su ceño se frunció y profundizó rápidamente; Sakura. Su rostro vino a su mente nuevamente y algo pinchó dentro y profundo, como un aguijón, como la punta de una larga aguja hurgando dentro de su alma.

-Sakura... - susurró mientras se llevaba la mano al pecho y cerraba los ojos.

-¿Si? - una voz femenina lo sobresaltó. Se giró rápidamente para encontrarla de pie en el medio la sala de estar; todos su pensamientos anteriores completamente olvidados mientras ella le sonreía.

La observó un largo momento en silencio, confundido por su presencia. Se puso de pie lentamente sin apartar los ojos de ella, un destello fugaz de piel blanca y encaje rosa apareció en su mente y carraspeo incómodo.

-¿Cómo entraste? - preguntó curioso con la mente en blanco.

-Lo siento. Tu madre antes de irse. Me disculpo por venir sin avisar. - respondió con una sonrisa plastificada en su boca

No pasó desapercibido para su mente perspicaz que esa sonrisa era falsa. La expresión mecánica en sus labios era una máscara. No había un gramo de la calidez que había visto en su mirada antes y la aguja, aun profundamente dentro, volvió a hurgar: el dolor fue casi debilitante.

-Perdón por no ser un buen anfitrión. - se disculpó e inclinó ligeramente su torso en una reverencia. Ella vaciló ante su formalidad y se movió incomoda.

-Quizás no sea un buen momento para ti... ¿Puedo...? - hizo un gesto hacia la salida con una mano.

-No. Realmente no... ¿Te gustaría tomar el té conmigo? - sugirió Itachi con voz suave, no quería que se fuera.

Ella asintió y volvió a sonreírle. La falsedad de su comportamiento lo hizo morder con demasiada fuerza y escondió sutilmente la tensión en sus rasgos con un asentimiento de cabeza.

Sakura lo vio pasar a su lado, tardó un momento en girarse hacia él y hablarle. Estaba a unos pasos de ella, mirándola. Llevaba un kimono azul oscuro y su cabello recogido en una coleta baja que descansaba sobre su hombro. Aún estaba delgado, era evidente debajo de la tela holgada de su hakama y el haori suelto, pero había un aura alrededor. Un aura invisible que la hacía gravitar hacia él.

Itachi esperó a qué ella dijese algo, pero sólo lo observó con esos enormes ojos verdes que lo miraban con algo parecido al anhelo. Descartó rápidamente el pensamiento.

-Puedes esperarme en el engawa. Regreso en un momento. - le solicitó y siguió su camino.

Sakura siguió su figura en la distancia hasta que desapareció por el pasillo. Volvió su vista hacia el jardín que se dejaba ver por las puertas abiertas y salió. La visión de ensueño la hizo sonreír sinceramente mientras bajaba la escalera trasera y echaba un vistazo alrededor.

Una vocecita de ultratumba hizo presencia en su mente mientras estaba absorta en los vivos colores en la distancia

"Todo esto podría ser una tuyo, si sólo te humillas un poco más..."

-Está servido. - escucho su voz grave sobresaltándola. Se giró hacia la casa y ahí estaba él; sentado sobre la madera color caramelo del engawa y una bandeja con tazas humeantes a un costado. Sacudió su cabello despejando su mente y se acercó a su lado, tomando asiento en el otro extremo de la bandeja.

-Gracias. - dijo recibiendo la taza, él asintió y tomó la suya. El silencio fue incómodo y se vio en la necesidad de llenarlo, después de todo, ella había venido a su casa. - Es hermoso aquí. - mencionó en voz baja. Itachi fijo sus ojos oscuros en ella, el flequillo negro se deslizó por su mejilla al inclinar su cabeza.

-Lo es. - la sonrisa fue amable, pero se desvaneció rápidamente.

-¿Cómo te has sentido? - preguntó ella, está era una conversación con la que se sentía mucho más segura.

-Bien. - respondió lacónico. Sakura hizo una mueca ante su monosílabo. Bebió un trago de té, pensando en qué podría preguntar a continuación. -Quería preguntarte si es posible volver a entrenar. - ella casi lo había interrumpido.

-Tendría que hacer una revisión antes. - agregó.

-¿Tienes tiempo ahora? - los ojos negros se iluminaron y Sakura fue incapaz de negarse mientras asentía afirmativamente con la cabeza.

Bebieron silenciosamente el resto del té y subieron después de que Itachi dejara la bandeja con los bocadillos intactos en la cocina. Ella se maldijo por no haber tomado ninguno cuando en su estómago apareció un vacío.

Ella siguió al Uchiha escaleras arriba. El pasillo hacia su habitación era angosto y corto. Él se adelantó para abrir la puerta y se quedó a un lado, esperando a que ella entrara. El agujero en su estómago aumentó de tamaño mientras cruzaba el umbral y supo que no era por falta de comida, sino ansiedad. Su cama estaba ordenada, noto en una vista rápida y el contenido de su dormitorio era austero y práctico. El toque de Mikoto en sus visitas anteriores completamente ausente ahora.

-¿Quieres que me recueste? - preguntó él con voz ronca y ella se distrajo un momento.

-No, no será necesario. – observo el escote en "V" de su kimono holgado y lo señalo. –Con esto será suficiente. – Ilumino su mano de verde, hizo a un lado la tela de su solapa y posiciono su palma abierta sobre su esternón.

Un escalofrío recorrió la piel de Itachi cuando ella hizo contacto, pero rápidamente se transformó en un calor cálido invadiéndolo todo. Fue inevitable fijar sus ojos negros en ella y observarla mientras trabajaba.

Su corazón se apretó al verla tan pálida, había sombras oscuras alrededor de sus orbes opacos y su piel había perdido brillo y viveza. Echó un vistazo a su cuerpo, notando una delgadez que no había estado ahí antes.

Sus clavículas resaltaban, marcándose afiladas, y no pasó desapercibido el hundimiento de sus hombros. Sus manos, siempre firmes, ahora titubeaban. Se preguntó qué había provocado su estado y si podría hacer algo para devolverle la luz que irradiaba la primera vez que la vio.

Ella escogió ese momento para mirarlo y su estómago se contrajo; un deseo incontrolable de envolverla con sus brazos inundó su vientre, encendiendo algo desconocido dentro.

Quería abrazarla y arroparla. Un sentimiento de protección que sólo había sentido por Sasuke despertó en lo profundo y lo único que anhelaba era cuidarla, alimentarla y abrigarla, alejando todo aquello que la preocupaba y se sintió abrumado de pronto.

Incapaz de detenerse, elevó su mano con lentitud y acaricio suavemente la piel de su mejilla con el borde de su dedo índice. Ella cerró los ojos ante la inesperada muestra de cariño, temblando bajo su toque, pero no se alejó.

-Te ves demasiado pálida. - le susurró un poco más cerca. Ella se contuvo de apoyarse en la calidez de esa mano grande y caliente.

-Sólo estoy cansada... - se justificó y trató de concentrarse en mantener su chakra fluido.

Itachi apoyó su frente en la de ella y sostuvo sus ojos mientras seguía acariciando su mejilla. Sus dedos largos se extendieron rozando la curva de su cuello, haciéndola estremecerse.

-Déjame cuidarte... - le susurro a dos centímetros de sus labios agrietados. Sakura contuvo su respiración., sus ojos se volvieron vidriosos. -Déjame amarte como lo mereces y te prometo... – él inspiro profundo. – Te prometo que nunca te arrepentirás de ello. – la mirada oscura hipnotizo los verdes acuosos de ella y se contuvo, esperando su respuesta.

Había determinación y sinceridad, pero había algo más en esos pozos profundos que la abrumaba dejándola sin aliento. Todo lo que pudo hacer fue asentir mientras él la envolvía con sus brazos y la alzaba del suelo para besarla.

Estaba sucio y cansado cuando cruzó la puerta de su hogar esa tarde. Notó inmediatamente el silencio ensordecedor en la casa, anunciando la ausencia de su familia.

Se quitó los zapatos con parsimonia y los dejó en la entrada junto con su capa de viaje. Se sacudió el cabello y caminó en dirección al segundo piso, con toda la disposición para una ducha larga y caliente, pero se detuvo al llegar al pie de la escalera; la puerta de la habitación de su hermano mayor estaba entreabierta. Itachi estaba de pie sosteniendo algo y se animó al verlo levantado y saludable, pero se congeló al ver a quién sostenía: era Sakura.

La elevaba por sobre el suelo, abrazándola contra su pecho. Sus manos envolvieron su estrecha cintura mientras ella apoyaba sus pequeñas manos sobre los hombros de su hermano y no pudo evitar tragar con dificultad ante la visión de ellos.

Realmente no lo sorprendió la escena en sí, sino la sonrisa que iluminaba los ojos negros del mayor, pero por sobre todo, y a pesar de lo delgada y frágil que ella se veía, fue el brillo en los ojos verdes de Sakura lo que presiono su pecho con incomodidad, ella nunca lo había mirado así.

Retrocedió varios pasos para salir de su rango de visión, deteniéndose al borde la de la escalera y perdiendo momentáneamente el equilibrio. Sintiéndose mal de pronto, busco a ciegas con su mano enguantada algo a lo que aferrarse. El movimiento lo expuso a la visión de ellos dos besándose y lo obligo a recordar el acto horrible que había cometido hace mucho tiempo atrás: él solo había querido alejarla, nunca se imaginó que terminaría en los brazos de su único hermano.