Infinitamente Roto 17

Les dejo el siguiente capítulo de Infinitamente, espero que lo disfruten. Este es un poco más largo de lo habitual en compensación por lo corto del anterior.

Gracias a quienes dejaron comentarios de apoyo y preocupación, se agradecen de todo corazón. Gracias de verdad. No los distraigo más. Agradezco sus reviews, alimentan a la musa con síndrome de abstinencia.

AU Itasaku Post Masacre

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-¿Cuánto tiempo estarás allá? - preguntó Itachi. Estaba atardeciendo y ambos estaban de pie en las puertas Oeste de Konoha, era primera vez que Itachi salía del Distrito desde antes del jutsu de compatibilidad.

Sakura se llevó una sorpresa al encontrarlo de pie cerca del enorme marco de madera de la entrada. Se sonrojo al ver la sonrisa suave en sus labios al verla acercarse, pero mayormente fueron las miradas agudas de las chicas amontonadas en las cercanías, todas dispuestas a obtener un pedazo del heredero Uchiha.

Los murmullos agudos no se hicieron esperar cuando Sakura llegó a su lado e Itachi mantuvo toda su atención completamente en ella, ajeno a las miradas decepcionadas y llenas de envidia de los espectadores.

-No sé, dos semanas, quizás. - murmuró apretando la correa del bolso cruzado sobre su pecho.

-Envíame un halcón y te estaré esperando cuando regreses. - dijo él mientras metía un mechón de cabello rosado detrás de la oreja femenina y los murmullos alrededor se hicieron más fuertes y agudos. Sakura contuvo el desagradable deseo de alejarse de tu atenta mano, él no había hecho nada malo, se dijo.

-Está bien. - miró en la distancia. - No era necesario que vinieras. - fijó reacia sus ojos verdes sobre los oscuros de él.

-No era necesario, pero yo quería hacerlo. - ella se congeló cuando él redujo el espacio entre ellos y la beso en la frente, demorándose. El estallido de gritos se elevó en el aire, pero Sakura no oyó nada cuando las manos masculinas rozaron su cuello y la sostuvieron por la nuca mientras descendía sobre sus labios y la besaba castamente. -Que tengas buen viaje. - murmuró contra su boca húmeda antes de dar un paso hacia atrás.

Sakura asintió mecánicamente antes de recordar cómo caminar hacia la salida. Itachi se quedó de pie mirando en la distancia mientras ella se alejaba con el estómago inesperadamente pesado.

Se negó a volver la mirada, pero la curiosidad pudo más y vislumbró, su pequeña y oscura figura, aun mirándola en la lejanía. Su corazón se aceleró ante el inesperado sentimiento que floreció dentro de su pecho, un sentimiento sobrecogedor, porque nunca nadie se había preocupado tanto por ella y la hizo sentir culpable huir de él.

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Fue dos días después que su familia notó la silenciosa ausencia de Sakura en la casa, Mikoto se preocupó inmediatamente.

-Ella no ha venido en dos días. - le informó a su esposo en su despacho, en la mañana del tercer día. Fugaku levantó la vista de los documentos que estaba revisando.

-¿Quién? - preguntó sin mirarla realmente.

-Sakura. - Fugaku enfocó toda su atención en ella y su ceño se frunció de molestia. La mujer se estaba destrozando las manos de la preocupación y eso lo alteró, pero se mantuvo indiferente por fuera.

-¿Cómo está Itachi? - preguntó poniéndose de pie. Mikoto comenzó a moverse por el estudio.

-Bien por el momento. Estuvo entrenando en la mañana, pero fue más corto de lo habitual. Ahora está leyendo en su habitación. - el hombre frunció los labios, necesitaba averiguar a dónde se había ido esa mujer.

-Entiendo. Mantenlo vigilado, la última vez casi lo perdemos. - dijo pasándose una mano por el cabello. La mujer asintió y se retiró.

Fugaku fue quien comenzó a dar vueltas por su despacho esta vez, con las manos unidas a la espalda. Su mente perspicaz le dijo rápidamente que había un sólo sitio donde Sakura estaría a salvó de su ira en este momento, y estaba completamente seguro de que se encontraba allí.

-Maldición. - murmuró para sí mismo. -A menos de un mes de la boda. - dijo entre dientes. Realizó varios sellos rápidamente y un halcón apareció sobre su escritorio, el ave alzó la cabeza para mirar al hombre hacia arriba.

-Necesito que lleves un mensaje. - el ave inclinó la cabeza en compresión mientras el patriarca de los Uchiha sacaba un pequeño papel de arroz y escribía en él. Lo enrolló y lo puso con cuidado en el soporte escondido entre las plumas de la pata derecha del halcón. Rodeo el escritorio y el ave echó a volar.

Fugaku se quedó observando su invocación en el aire mientras se perdía en la distancia.

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Sakura cruzó las puertas de Sunagakure temblando de frío esa madrugada. Había estado tan absorta en su misión de huir de Konoha, que había olvidado el frío del desierto. Sus manos y pies dolían horrores y no paraba de temblar. Necesitaba algo caliente con desesperación.

La recibieron dos guardias que fueron más accesibles esta vez. Luego de hacerle firmar algunos papeles, la dejaron pasar sin problemas, ya había amanecido cuando entro en la ciudad.

Todo había sido tan repentino, que ni siquiera había enviado un mensaje para anunciar su inminente visita, esperaba no incomodar a Sasori y su abuela, pero habían sido tan amables e insistentes en que los visitara nuevamente, que pensó en darles una sorpresa.

El sol ya había salido por el borde del risco cuando se encontró de pie frente a la puerta roja de la enorme casa de Akasuna no Sasori. Se mordió el labio con nerviosismo mientras se acomodaba el cabello. Levantó el puño para tocar la puerta, cuando esta se abrió suavemente. Sasori abrió los ojos al verla de pie justo al frente.

-Sakura... - la nombró con asombro. Su mano aún sostenía el pomo de la puerta y parecía levemente confundido de verla. Sakura aún estaba con el brazo en aire y sus enormes ojos verdes bebiendo de la imagen del hombre frente a ella.

Llevaba la chaqueta de Jounin color arena cerrada y pantalón negro standard, con sus pantorrillas y antebrazos cubiertos por vendas blancas. Se veía exactamente igual que la última vez, y su corazón se aceleró.

-Sasori... - susurró ella y una sonrisa floreció en sus labios. Ni siquiera se dio cuenta cuando saltó sobre él y abrazó su cuello con sus entumecidos brazos. -Te extrañe tanto. - murmuró contra su cuello y se conforto con la calidez del cuerpo masculino.

Sasori le dio unas palmaditas en la cabeza, pero no dijo nada. La comisura de su boca se curvo hacia arriba cuando el cabello rosado le hizo cosquillas en la nariz.

-Es una agradable sorpresa verte otra vez. - finalmente se rindió. Sus manos cubiertas por vendas apretaron los hombros femeninos con delicadeza mientras sus pulgares acariciaron la piel fría. Los ojos de Sakura se llenaron de lágrimas, pero froto rápidamente su rostro contra el hombro y las alejó.

-Los extrañe tanto. - su voz salió débil. Probablemente no la hubiera escuchado si no hubiese estado hablando directamente a su oído. El momento se extendió demasiado, pero ninguno de los dos se movió, la voz de Chiyo los trajo a ambos de vuelta.

-¿Qué pasa aquí? - dijo la mujer mayor con evidente molestia en el tono.

Se detuvo con los brazos en las caderas al ver a su nieto abrazado a alguien en la puerta de la casa. Los ojos dorados la miraron de reojo revelando parte del cabello rosa de Sakura y los ojos de la vieja se abrieron.

-¿Sakura? - preguntó dejando caer los brazos a los costados. La nombrada levantó el rostro que había mantenido escondido en el cuello de Sasori y la miró con ojos verdes brillantes. -¡Santo Dios! ¡Eres tú! - se apresuró hacia adelante y tiró de ella, alejándola del hombre y la apretó en un abrazo.

-Chiyo ba... - la saludo Sakura. El abrazo fue efusivo y corto, el pecho de la chica se hinchó de amor por estas dos personas que parecían apreciarla sinceramente.

-Ven, entra. ¿Ya desayunaste? - le preguntó tirando de ella hacia dentro. Rápidamente se corrigió. -Que tonterías digo, si acabas de llegar. Debes estar hambrienta de un viaje tan largo. - la soltó a medio camino de la cocina para mirar a su nieto de pie aún en la puerta.

-Y tú no tienes excusa ahora para saltarte el desayuno. - le regaño con el ceño fruncido. Sasori sonrió, negando con la cabeza y cerró la puerta para seguirlas.

La mesa estaba lista cuando entraron, pero como no habían esperado un invitado, Chiyo se apresuró a preparar huevos y tostadas, luego de hacer más café.

Comieron entre una animada conversación guiada principalmente por la mujer mayor. Sakura no paraba de reír por sus ocurrencias hasta que la conversación inevitablemente se desvío a temas más serios.

-¿Has estado enferma? - preguntó Chiyo echándole un vistazo general. -Estás demasiado delgada, niña. - Sasori la miró con curiosidad y Sakura se sonrojó.

-N-No... En realidad... - trago la comida que aún tenía en la boca con dificultad. -Sólo he tenido mucho trabajo y me he descuidado un poco. Venir aquí es parte de ese tiempo que necesito para descansar. - les dedico una sonrisa tímida a los dos. -Lamento no haberles dicho nada. - bajo los ojos con vergüenza.

-Te dije que siempre serías bienvenida aquí. No era necesario anunciarte. - fue Sasori quien dijo esas palabras y su pecho se hinchó de calidez. Él continuó. - Además, la vieja se acaba de jubilar y necesita compañía. - agregó despectivo.

-Mocoso insolente. - espetó Chiyo. -Yo no me he jubilado, ya quisieras. - comió una porción de huevo y se dirigió a Sakura. -Estuve algo resfriada hace unos días y me quedé en casa. - agregó sacándole la lengua al hombre a su costado. Sakura se tapó la boca para esconder la risita impertinente. Sasori sólo negó con la cabeza.

El desayuno se alargó un poco más de lo habitual, hasta que el maestro anunció que debía irse.

-Tengo una reunión dentro de un rato. - miró la hora en el reloj de pared de la cocina. -Deberías descansar un poco, Sakura. El viaje debe haber sido agotador. - le dedicó una mirada condescendiente y ella asintió con la cabeza.

-Haremos una fiesta de bienvenida esta noche y quiero que estés despejada. - informó Chiyo moviéndose por la cocina.

-No es necesario, con este desayuno fue más que suficiente. - dijo la chica, la hacía sentir incomoda que fuesen tan atentos y considerados con ella.

-Tonterías. - la mano arrugada se agitó en el aire. -Es uno de los pocos momentos en que podemos celebrar algo. Y tú, mocoso. No llegues tarde. - se dirigió a su nieto dándole con una cuchara de palo en el brazo.

-Que te vaya bien. - le despidió Sakura en voz baja. Sasori le dedico un asentimiento de cabeza y se retiró. Se quedó un tiempo más en la mesa terminando de beber su café mientras la abuela ordenaba.

-Subiré a preparar tu habitación, niña. - le informó Chiyo saliendo de la cocina. Sakura se puso de pie.

-Déjeme ayudarle. - se ofreció.

-No, eres nuestra invitada. Y deja de ser tan formal o te golpeare con la cuchara también. - le advirtió antes de desaparecer por el pasillo. Sakura sonrió incomoda y volvió a sentarse.

Se sentía realmente cansada, no sólo del viaje, sino del estrés constante al que se vio sometida en Konoha. Había evitado a Fugaku y se preguntaba qué sucedería una vez que volviera. Sin olvidar que los días que quedaban para convertirse en la esposa de Itachi se hacían cada vez más escasos.

Además estaba el temor constante de tener que fingir permanentemente frente a él y Sasuke y estaba segura que no lo soportaría. Itachi había sido muy amable con ella, pero eso no le parecía suficiente. Estaba segura que cambiaría una vez se casaran, pero sobretodo, la angustiaba la inevitable intimidad que tendrían que compartir.

Ni siquiera sabía dónde iban a vivir. Su habitación era pequeña para dos personas y no soportaría tener que someterse a la permanente presencia del resto de su familia.

Se llevó las manos a los lados de la cabeza y cerró los ojos; había venido a Suna para olvidarse de todo, pero su mente le negaba la paz que tanto necesitaba. Los pasos cada vez más cerca la hicieron ponerse la máscara habitual que llevaba sobre su rostro, para esconder la ansiedad que la agobiaba.

-Está listo. - anunció la mujer mayor cruzando el umbral de la puerta. -Deberías subir y aprovechar para tomar una siesta. - le dedico una sonrisa que acentúo todas las arrugas de su rostro.

-Muchas gracias, Chiyo ba. Nunca podré agradecer tanta hospitalidad. - dijo poniéndose de pie y acercándose a ella.

-Y nunca tendrás que hacerlo. - le dio unas palmadas en el brazo y la empujó hacia el pasillo.

-¿Quieres qué te despierte para el almuerzo? - le preguntó antes de que saliera.

-No, no es necesario. - se rasco la mejilla con el dedo índice para mantenerse centrada.

-Está bien, niña. Ve. - Sakura asintió y subió.

Todo estaba exactamente igual que la última vez que estuvo aquí. No pudo evitar mirar la puerta del taller de Sasori y preguntarse qué escondería dentro. Quizás no tendría oportunidad de averiguarlo nunca una vez que se fuera. Decidió que le pediría que se lo mostrará, incluso si se negaba.

Cuando llegó a la habitación asignada, suspiró por lo hermosa que era. El dosel blanco cubriendo la cama fue una invitación a acurrucarse contra el mullido colchón y no se hizo de rogar.

Cerrando la puerta detrás, se quitó sus bolsas con pergaminos y los dejó caer al suelo. Tarde notó que no se había quitado las botas en la entrada y se sintió culpable por el desorden que habría dejado a su paso.

Se las quitó estirando sus dedos agarrotados y quedándose en ropa interior, se dejó caer sobre las sábanas blancas. La suavidad la envolvió y restregó el rostro tenso por la tela, hundiéndose lentamente en la lasitud.

-¡Mierda! - grito contra la almohada. Una visión de Itachi frente a las puertas de Konoha, le hizo recordar a la multitud de mujeres que habían estado al acecho y la enorme cantidad de rumores que habría a su regreso. Ni hablar de Ino, la mataría por no decirle nada.

Soltó un gemido desganado y se escondió bajó las sábanas; lo solucionaría cuando volviera, mientras tanto sólo quería dormir, se dijo bostezando. Ni siquiera notó cuando se durmió.

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Cuando abrió los ojos, ya era de noche. Estaba completamente envuelta en las mantas y el dosel de gasa cubría toda la cama. Se frotó los ojos, despejando los últimos rastros de sueño, notando la ventana cerrada.

"Alguien había entrado mientras dormía" pensó.

Se puso de pie, estirándose y se dirigió al baño. Soltó un suspiro al ver los grifos dorados, pero decidió entrar en el cubículo y darse una ducha rápida. No sabía qué hora era, pero estaba segura que la cena ya se la había perdido.

Se puso un vestido de color rosa ligero y se peinó rápidamente. Su cabello húmedo le provocó escalofríos cuando mojó su espalda, pero lo ignoró.

Iba descalza cuando llegó al primer piso y encontró a Sasori sentado en la sala. Llevaba lentes e iba con ropa ligera, una camisa oscura holgada y pantalón de lino ancho, su cabello rojo estaba más desordenado de lo habitual.

-Buenas noches. - la saludó poniéndose de pie y metiendo sus manos en los bolsillos.

-Me quedé dormida. - se disculpó ella con las mejillas sonrojadas. Se veía demasiado atractivo y esperaba que su sonrojo pasará como vergüenza.

-Te estábamos esperando. - le hizo un gesto con la mano hacia la cocina. Se unió a su costado para guiarla.

-¿Cómo te sientes? - le preguntó Sasori y la pregunta le trajo la imagen de ojos de medianoche haciendo la misma pregunta y su pecho se apretó.

-Bien, gracias. - respondió sin saber por qué sintió una punzada de dolor de pronto.

Chiyo estaba inclinada sacando algo del horno.

-Justo a tiempo, niña. - comentó sonriendo al verla. Llevaba una bandeja llena de bollos con queso derretido encima y su estómago gruñó. Sasori sonrió y Chiyo se río.

-Lo siento, tengo hambre. - dijo avergonzada.

Se sentaron a la mesa llena de comida. La anciana sacó varias botellas de licor y las dejó sobre la mesa.

-Sin sake no es una celebración. - agregó guiñando un ojo. Comieron y bebieron entre una conversación amena que la hizo sentir ligera y cálida, y emboto sus sentidos con alcohol.

Era pasada la media noche cuando Chiyo se retiró entre risas, y ella y Sasori se quedaron conversando sin notar la ausencia del mayor.

Eran cerca de las dos de la madrugada cuando Sasori se puso de pie.

-Quizás deberíamos ir a descansar... - murmuró con una sonrisa cansada. Sakura miró el reloj de pared y se preocupó.

-¡Es tardísimo! - echó la silla hacia atrás sin ninguna delicadeza y se tambaleó cuando el alcohol en su sistema hizo su trabajo. -Perdón. -

-No te preocupes. - negó con la cabeza. -Este es mi horario habitual. - agregó, observándola con atención.

Sakura reconoció su precario estado e intentó esconderlo a toda costa. Pero su diafragma decidió rebelarse con un movimiento involuntario y la hizo hipar ruidosamente. Se tapó la boca con ambas manos, roja de la vergüenza cuando volvió a hipar ruidosamente. Sasori se echó a reír por lo avergonzada que se veía por algo que estaba más allá de su control.

-Eres una tonta. ¿Lo sabías? - dijo acercándose a su lado. Sakura le dio la espalda mientras trataba de contener el hipo descontrolado. Le puso la mano en la cintura y la acercó al fregadero.

-Lo-lo siento. - los ojos verdes lo miraban enormes.

-Ven. Toma un vaso con agua y aprieta tu nariz. - así lo hizo. Se presionó la nariz con dos dedos mientras bebía ávidamente el agua de un trago. Sintió que le faltaba el aire y dejó de beber y de pronto, el hipo se había ido.

-¡Funcionó! - casi grito ella girándose hacia él. Sasori sólo asintió y empujándola suavemente por la cintura le indicó el pasillo. Sakura camino distraída y aun preguntándose con la mente nublada, cómo funcionaba esta nueva técnica para quitar el hipo.

Sasori se quedó unos segundos observándola mientras ella caminaba desordenadamente en zigzag. Negó con la cabeza y fue a su encuentro cuando la ausencia de luz en el corredor le dificultó verla con claridad.

Iba murmurando cosas sin sentido cuando la tomó de la muñeca y la hizo girar hacia él. El movimiento tomó desprevenida a Sakura y estiró el brazo dando una vuelta brusca hacia atrás. Sasori la recibió contra su pecho, envolviendo su cintura con un brazo.

Sakura se echó a reír a carcajadas mientras quedaban en una posición algo curiosa.

-¿Me invitas a bailar un vals? - preguntó entre risas y apoyando su mano libre sobre el hombro masculino. Los ojos dorados oscurecidos observaron los rasgos femeninos de su rostro con una intensidad inusual mientras ella se reía sin ningún recato.

-¿Recuerdas lo que te dije cuando nos despedimos? - preguntó el marionetista de pronto y las risas de Sakura se detuvieron abruptamente.

En ese momento recién notó la cercanía de sus cuerpos; sus pechos estaban presionados y la mano de él estaba caliente mientras sostenía su espalda baja. Los ojos como oro líquido la aturdieron y lo único que pudo hacer fue asentir con la cabeza ante su pregunta.

Un momento de silencio se hizo presente entre ellos.

-Que estarías aquí para recibirme... - murmuró ella con voz ronca y ahogada.

La sonrisa de labios torcida que le dedicó, hizo que su corazón se saltará un latido, pero cuando lo vio cerrar la distancia entre ellos dos, hizo que se acelerará en un segundo.

-Siempre. - susurró Sasori antes de unir sus labios con los de ella. Sakura apenas pudo tragar aire de la impresión cuando se sintió alzada del suelo y besada profundamente.