Infinitamente Roto 19

Buenas, aquí el siguiente capítulo de Infinitamente. Feliz San Valentín atrasado para todos mis maravillosos lectores. Gracias por comentar y leer esta humilde historia. Alimentan a la musa en crisis y abstinencia.

Alguien en los reviews comento que no había entendido nada cuando Itachi comprendió muchas cosas jajaja Por si no es lo suficientemente claro en este capítulo, Itachi entendió que la ruptura de la relación de Sakura con sus padres fue muy poco tiempo después de lo sucedido entre Sakura y Sasuke. Dejando que la traición de Sasuke dejo profundas heridas dentro de Sakura que la llevaron a aislarse. Espero que eso haya aclarado tu duda.

Muchas por comentar, me disculpo por posibles faltas de ortografía y redacción que se me hayan pasado.

AU Itasaku Post Masacre

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Chiyo y Sasori regresaron un poco antes de la cena para encontrar a Deidara dormido en el sofá de la sala. Sasori fue incapaz de ocultar el ceño fruncido al ver al rubio en su casa, por lo que no pudo evitar darle una patada al sillón para despertarlo.

-¿Qué? ¿Cómo? - se sentó de golpe el rubio para encontrar a su amigo de cabello rojo de pie a un lado.

-¿Qué haces aquí? - preguntó el de ojos dorados con los brazos cruzados y cara de pocos amigos.

-¿Dei Chan? - preguntó Chiyo al ver al rubio en el sofá -¿Eres tú? - agregó con el rostro sonriente.

-¡Ba chan! - la nombró mientras se ponía de pie e ignoraba completamente al otro hombre. Lo rodeo para abrazar a la mujer. -Te eché de menos, sí. - le dijo mientras besaba la mejilla arrugada de la mujer mayor.

-¿Cuándo llegaste? ¿Ya comiste? ¿Conociste a Sakura Chan? - le preguntó separándose de él y mirándolo a la cara.

-Cálmate, vieja. - dijo riéndose. -Una pregunta a la vez, sí. - le rogó entre carcajadas y palmaditas suaves sobre los hombros. Sakura apareció en ese momento, bajando lentamente por la escalera.

Miró al rubio sosteniendo a Chiyo y supo que había dicho la verdad, al ver la enorme sonrisa de la mujer. Sus ojos verdes viajaron hacia Sasori, él le regresó la mirada, pero no hizo ningún comentario.

-Buenas noches. - los saludo ella al pie de la escalera.

-Oi Sakura Chan. - comentó Chiyo. - ¿Ya conociste a Dei Chan? - le preguntó acercándose a ella y dándole un beso en la mejilla.

-Es obvio, vieja. Ella ha estado aquí todo el día. - negó con la cabeza Sasori ante la pregunta estúpida.

-Cierto, cierto. No le hagas caso a esta anciana. Ven Sakura, ayúdame a preparar la cena. - le pidió mientras se dirigía por el pasillo hacia el fondo de la casa. Sakura miró entre los dos hombres de pie y decidió seguir a la mujer, ya tendría tiempo para hablar con Sasori.

Cuando ambas mujeres desaparecieron y sus voces se oyeron en el fondo, el maestro de los venenos endureció el semblante.

-¿Qué haces aquí? - cuestionó al hombre de ojos azules.

-Tenía ganas de ver a mi danna, sí. - respondió con una sonrisa burlesca en los labios.

-No me tomes por estúpido. No me repetiré. - exigió dando un paso hacia adelante con los brazos cruzados. Deidara pareció tomarlo en serio, porque retrocedió dos. Aunque era mucho más pequeño que él, sabía que no podía tomarse a la ligera a un hombre como Sasori, por muy pequeño que fuese.

-¡Nada! – se quejó, pero luego levantó los brazos en señal de rendición. –Está bien, estoy en una misión y necesitaba dónde quedarme, sí. - se excusó apretando los labios en una línea fina. -Sólo me quedaré una semana, más o menos. - agregó.

Sasori lo observó un largo momento antes de responder, era obvio para él que algo se traía entre manos el rubio, además de sus asquerosas bocas.

-Ok. - no parecía muy convencido, pero descruzo los brazos y fue hacia la escalera. Deidara lo vio alejarse hasta que lo increpó. -¿Subes o no? No voy a dejar que arruines mi sofá favorito durmiendo con tu asqueroso trasero todas las noches en él. - Deidara le mostró una sonrisa de dientes blancos antes de acompañarlo.

El hombre de cabello rojo lo estaba esperando en el segundo piso.

-Te quedarás aquí. - comentó abriendo una puerta frente a la habitación de su abuela.

-¿Qué pasó con la chica rosa? - preguntó entrando en la habitación y lanzando su bolsa sobre la cama.

-No creo que eso sea de tu incumbencia. - volvió a cruzar los brazos sin apartar los ojos dorados de los azules, completamente a la defensiva.

-No puedes juzgarme por tener curiosidad, Sasori no danna, sí... - comentó en voz baja. Abrió su mano y una lengua larga se golpeó contra su palma abierta y un pequeño insecto volador alzó el vuelo y salió por la ventana. -Nunca había visto una mujer a tu alrededor. Aunque... - hizo un gesto de duda.

Sasori apretó los labios y frunció el ceño, no le gustaba hacia donde se dirigía. Deidara nunca supo cuando callarse.

-Aunque viendo lo joven que es, ahora entiendo porque nunca te vi, ya sabes... Eres un pervertido. - continuó con una sonrisa socarrona. - Le doblas la edad... Sasori no Danna. - hizo énfasis en su nombre. Sasori apretó los dientes, pero no dijo nada, quería saber hasta dónde llegaría.

-Debo decirlo, Danna. Merece completamente la pena, es una belle... - la palabra quedó atorada en su garganta cuando el hombre frente a él lo levantó del suelo por el cuello.

-No te atrevas a terminar esa frase. Y no te acerques a ella, estás advertido, Deidara. - lo soltó abruptamente y lo dejó solo, cerrando la puerta bruscamente al salir.

Sakura estaba sacando una olla de debajo de la encimera cuando Sasori entró en la cocina. Chiyo le dio una palmada en el hombro y salió sutilmente de la cocina y ella se sonrojo ante la evidente artimaña de la anciana.

Estando los dos solos, su estómago se contrajo de anticipación cuando los dedos del marionetista le rozaron fugazmente la cintura. Estaba a su lado cuando su mano más grande tomó la de ella para darle un beso en el dorso.

-Ten cuidado con Deidara. - murmuró cerca de su oído mientras acariciaba la columna de su cuello suavemente con sus nudillos. Ella se hubiese sumergido en el contacto si él no se hubiera retirado tan pronto. Cuando se dio media vuelta, Sasori ya no estaba.

No pudo evitar soltar un suspiro de frustración, esta era la mayor muestra de preocupación y cariño que le había regalado desde aquel beso la noche que llegó.

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Itachi no estaba contento y había estado evitando a Sasuke los últimos dos días. Estaba molesto si era sincero consigo mismo. Era su hermano, y no podía evitar culparse por aquella actitud infantil y egoísta que mostró ante Sakura, y su edad no justificaba su actuar de ninguna manera.

Sabía que Sasuke se sentía culpable. Aunque intentaba alejar a Sakura, él había visto a través de su Otouto. Había remordimiento en su mirada cada vez que veía a Sakura y por eso la evitaba. Ella aún se sentía herida y probablemente por eso no quería saber nada de él. Y a pesar de todo, hubo algunas frases dichas por Sasuke aún daban vueltas dentro de su cabeza; Sakura también había cometido errores y lo obligó a cuestionarse de qué clase serían.

Dos golpes en la puerta lo sacaron de su ensimismamiento. Tardó un momento en levantarse a abrir, pensando que habría alguien más en casa, pero estaba equivocado. Se sorprendió al ver a Izumi de pie al otro lado de la entrada.

-¿Izumi San? - la piel entre sus cejas se arrugó mientras la miraba con curiosidad. La mujer tenía un semblante triste cuando abrió la puerta, pero le dedicó una enorme sonrisa que iluminó todo su rostro al verlo.

-¿Itachi san? - parecía desconcertada al encontrarlo en casa, la vio titubear entre acercarse o no, pero Itachi decidió por ella.

-Hola. - la saludo con una elevación de la comisura de sus labios. -Ha pasado mucho tiempo. - agregó. Ella saltó sobre él y lo abrazó efusivamente por el cuello, Itachi se congeló por su atrevimiento.

-Te eché tanto de menos. - dijo ella con la voz amortiguada por el hombro masculino. Su efusividad no pudo enmascarar la evidente incomodidad del hombre, así que se alejó rápidamente. -Lo siento. - se disculpó ella sonrojándose.

-No importa. - negó él con la cabeza. -¿Buscabas a mí madre? - preguntó curioso.

-No, en realidad, no. Te buscaba a ti. - las cejas del Uchiha se alzaron interrogantes, pero aun así se hizo a un lado en la puerta para indicarle sin palabras que entrará. Izumi se apresuró por el pasillo y se quitó los zapatos, para entrar a la sala de estar completamente abierta hacía el jardín. Itachi la siguió con ritmo pausado, sintiéndose muy cansado de pronto.

-Siempre me ha encantado el jardín de tu madre. - comentó ella observando el espacio abierto hacia afuera. Él fijo sus ojos en las flores otoñales y no pudo evitar recordar a Sakura, y el tiempo que pasaban juntos admirando los mismos árboles; tenía que admitir que la extrañaba.

-¿Deseas un poco de té? - ofreció Itachi por cortesía y ella asintió mirándolo con los ojos llenos de una esperanza que él no podía comprender. Se retiró silencioso para regresar varios minutos después con una bandeja preparada, Izumi estaba arrodillada en el engawa con las piernas bajo sus muslos.

-Gracias. - agradeció ella inclinando su cabeza en señal de timidez. Él sólo la miró fugazmente antes de sentarse con la bandeja entre ellos. Sirvió para ambos y le entregó una taza.

Bebieron en silencio un largo momento, hasta que Itachi no soporto más la extraña tensión que se apoderó del ambiente.

-¿Qué te trae por aquí, Izumi San? - preguntó con la vista fija en las copas de los árboles de cerezos desnudos que se mecían en la distancia.

-Quería verte, Itachi San. Llevó meses intentando hacerlo, pero no estabas y cuando regresaste siguió siendo igual de difícil. Luego los rumores inundaron el pueblo como pájaros en primavera y lo supe... - comentó ella cabizbaja.

-¿Qué rumores? - no tenía idea de qué hubiera rumores sobre él, apenas había visitado el pueblo en los últimos cinco años y ni hablar de los últimos tres.

-Ya sabes, sobre ti en las puertas del pueblo, besando a una chica de cabello rosado y ojos verdes. ¿Qué es ella para ti, Itachi? - lo cuestionó con los ojos marrones fijos en su rostro, omitiendo intencionalmente el honorífico. Itachi observó el rostro femenino y su ansiedad fue casi palpable.

-Es mi prometida, Izumi San. Nos vamos a casar en una semana. - sus palabras fueron dichas con suavidad, pero había firmeza inherente. El rostro de ella pasó de ansioso a desesperado cuando se giró bruscamente hacia él, empujando la bandeja con sus rodillas. Sus palmas abiertas reafirmaron su posición cuando quedó apoyada sobre sus manos y rodillas muy cerca de él.

-¡No! - negó con la cabeza. - No te puedes casar con ella, Itachi. Ella... ella... - gateo hacia él ignorando por completo en ruido de la porcelana chocando. Se detuvo cuando estuvo justo frente a él a menos de un pie de distancia. Las manos femeninas se aferraron a la solapa de su haori. -Yo te amo, siempre lo he hecho... - sus ojos se llenaron de lágrimas.

-Lo siento, Izumi San. - recalcó el honorífico para dar énfasis a sus palabras. -No lo decidí yo, pero lo acepté con los brazos abiertos. - sus manos envolvieron las femeninas con la intención de alejarla de él.

-¿Lo aceptaste sin pelear? - lo cuestionó sosteniendo con mayor fuerza la tela y cerrando aún más el espacio entre ellos.

-No creo que eso sea tu incumbencia. Esto no tiene nada que ver contigo, Izumi San. - se excusó inclinando su cuerpo lejos de ella.

-Tiene todo que ver. - ahora era evidente la desesperación en ella. -Siempre estuve aquí para ti, esperándote todos estos años... - su voz salió temblorosa. Él permaneció en silencio sin saber a dónde quería llegar con esto.

-Yo te haría feliz, Itachi. - agregó cerrando aún más el espacio entre ambos. Itachi cerró los ojos inspirando profundo, el aroma de ella se filtró por sus fosas nasales, haciéndole extrañar otro aroma que no había respirado en demasiado tiempo.

-Lo siento, Izumi San. - decidió dejar de huir de ella, soltando las manos que lo apresaban. -No sé qué esperas de mí. - negó con la cabeza sin apartar sus ojos negros de su semblante.

-Ahora sabes que te amo, siempre fuimos amigos. - la esperanza fluyo de ella en oleadas mientras envolvía sus brazos alrededor de su cuello. -Sé que podríamos ser felices juntos ¿tú no? -

-Siempre supe que me amabas y nunca te alenté, porque sólo te vi como una amiga. - su semblante se entristeció cuando vio como las lágrimas finalmente caían por sus mejillas pálidas. Itachi trató de reconfortarla dándole palmadas en el hombro. -No hubiera sido correcto alimentar tus sentimientos, si nunca los iba a corresponder. Es un milagro que siga aquí, Izumi San. - ella finalmente se rompió cuando lo empujó con todo su cuerpo para hacerlo caer hacia atrás y ella quedar tendida sobre él.

-No... - sollozo la mujer contra su pecho mientras frotaba su rostro contra su ropa en negación. -Perdimos a tantos aquella noche, siempre creí que te apoyarías en mí, pero te encerraste y te aislaste del mundo. Shisui nunca lo hubiese permitido. - Itachi de congeló ante la mención de su mejor amigo que sacrificó sus ojos y su vida.

-No hables de él. - su barítono antes suave, se volvió gélido. Izumi se asustó y se quedó completamente quieta. -No tienes idea sobre lo qué sucedió, por favor no digas su nombre a la ligera. - su voz volvió a la normalidad y ella pudo ver su semblante transformarse a uno lleno de tristeza.

Esta era la razón por la que lo amaba: su amabilidad y fidelidad sobrepasaban el deber. Fue imposible no enamorarse de alguien tan íntegro y leal. Esa mujer no se lo merecía, porque no sabía nada de él.

-Ella no te conoce... - murmuró de pronto, haciendo volver a Itachi del pasado. -Ella no te merece... - aumentó el volumen de su voz.

-Pero yo la conozco a ella, y eso es suficiente, Izumi San. No necesito nada más. - el rostro del hombre se llenó de anhelo y de algo que ella no supo descifrar después de pronunciar aquellas palabras. Su corazón se apretó ante aquella revelación, esa mujer no merecía la lealtad de Itachi Sama, se dijo y no iba a rendirse sin luchar.

Observó el rostro de él varios segundos antes de decidirse ni siquiera le dio tiempo a negarse cuando sostuvo sus manos contra las mejillas masculinas y unió sus labios a él. Rápidamente presionó su lengua contra su boca fina, tomándolo por sorpresa.

Esto era lo que había querido toda su vida: besar a Itachi para demostrarle que su amor era leal y sincero. Su boca era tan cálida como siempre lo imaginó. Sus manos tiernas como siempre soñó y su cuerpo firme como siempre deseo.

Itachi no correspondió su avance y se alejó de ella suavemente mientras la sostenía contra su pecho para darle contención. Izumi comprendió su gesto y no pudo evitar el dolor que la invadió debido a su sutil rechazo. Comenzó a hipar contra su voluntad con sollozos suaves al principio que rápidamente se transformaron en un llanto desgarrado con sus manos aferradas a la ropa del hombre que amaba y la sostenía con entereza.

-Lo lamento... - susurró Itachi contra su cabeza y eso sólo provocó un aumento del volumen de su llanto. Aún así la mantuvo contra él, esperando que finalmente se calmara.

-¡Todo esto es culpa de ese maldito jutsu! - gritó de pronto e Itachi se congeló por su arrebato igual que la mujer mayor que acababa de cruzar el umbral de su hogar.