Había muchos magos y brujas excepcionales en aquella generación, la que acababa de pasar a sexto año. Se trataba de la generación más competitiva, hábil y poderosa que Hogwarts había visto en décadas, si es que no en toda su historia. Competían por los puntos, las notas, el Quidditch e incluso los puestos para el cargo de prefecto o delegado. Fue por eso que, cuando el director Nezu anunció que habría un torneo especial de duelos a llevarse a cabo durante el semestre entre los estudiantes de sexto y séptimo año, se desató un pequeño infierno en el castillo. Prácticamente todos quisieron participar y ganar… Y la mejor parte, es que casi todos estaban calificados para hacerlo.
Bakugou, uno de los Gryffindor más prominentes de sexto año aprovechó la ocasión para anunciar que él iba a ganar el primer lugar al frente de todos. La mayoría de las personas no lo dudarían – en el pasado había hecho anuncios así en otras circunstancias y se cumplía -, era popular gracias a su estilo llamativo de magia explosiva y habilidad para el Quidditch. Pero, al mismo tiempo, muchos lo odiaban a morir por ser narcisista, odioso y antipático.
A Kirishima no le caía bien desde el primer grado, cuando en uno de los primeros días de clases el tipo casi había matado a otro compañero de Gryffindor al que llamaban Deku durante la primera clase de vuelo. Kirishima incluso le había advertido a su profesor que debía detener la clase, All Might, pero el hombre estaba tan absorto mirando todo que no lo hizo (¿qué diablos?) hasta que se tuvieron que llevar al tal Deku a la enfermería.
Luego, Bakugou empezó a volverse egocéntrico y arrogante, y uno de los blancos de sus bromas y comentarios desagradable era su casa: Hufflepuff. El rubio siempre decía que era la peor casa de las cuatro, la más débil e inútil. Para su total desagrado, siendo Bakugou capitán del equipo de Quidditch de Gryffindor, y él del equipo de Hufflepuff, su rivalidad solo creció con el tiempo y lamentablemente, con la casa roja y dorada ganando muchas más veces y sacando la delantera.
Bakugou era desagradable con todos, incluso con sus compañeros de curso de Gryffindor, y él no debía tomárselo personal, pero cada vez que escuchaba esas declaraciones arrogantes provenientes del rubio, todo su espíritu amistoso y no-competitivo desaparecía y provocaba que algo cercano a la ambición despertara en él. Era raro, porque normalmente no tenía demasiado interés en ganar y tampoco era muy seguro de sí mismo… Pero esa vez decidió que iba a participar y a cerrarle la boca a ese tipo, y demostrar de una vez por todas que Hufflepuff era la mejor casa de todas.
Esa semana el director Nezu colocó un tablero de inscripciones fuera de la pared del Gran Comedor para que cualquiera que quisiera participar en el torneo de duelos se inscribiera. De su curso, además de él, se enrolaron sus amigos Tetsutetsu, Kaminari y Sero, y de las chicas, Kendo y Ashido. Del séptimo año, Nejire. La casa del tejón iba a dar una buena batalla con esos representantes, pero en las otras tampoco sería nada sencillo. Todoroki, Yaoyorozu e Iida, de Ravenclaw, Tokoyami y Monoma de Slytherin, y en Gryffindor, Midoriya, Bakugou, Uraraka en el sexto año, además de Mirio y Tamaki en el séptimo año también se habían inscrito.
Iba a ser un torneo muy peleado.
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Bakugou estaba almorzando en los jardines, solo. No le gustaba estar rodeado de gente en el Gran Comedor, ni tampoco la comida que servía el castillo que era extremadamente alta en calorías (Salchichas, huevos fritos, tocino, frijoles, papas… ¿cómo iba a comer eso todos los días?).
Bakugou era un chico solitario.
Sí, gracias a que tenía una tendencia a hacer las cosas bien (ejemplo puntual, ganar partidos de Quidditch), había gente que lo seguía y lo adulaba, pero eso no significaba que fuesen sus amigos. Tampoco le importaba demasiado; él no quería tener amigos, no necesitaba amigos. Esas eran cosas sobrevaloradas para gente débil e inútil. Él estaba en Hogwarts para ser el mejor mago del mundo y nada se lo iba a impedir.
Hasta ahora había tenido un buen pasar en el colegio. Excelentes notas. Había aprobado todos sus T.I.M.O. con "Excelente" y gracias a eso incluso le habían ofrecido una pasantía en el Departamento de Aurores en el Ministerio durante el verano, la que obviamente había ido a la perfección. No le cabía duda de que cuando saliera de Hogwarts iba a recibir muchas ofertas de trabajo e iniciaría su asenso meteórico dentro del Ministerio.
El problema era, según se había dado cuenta, que la gente también le daba importancia a la personalidad, no solo al talento o a las notas perfectas, y él estaba empezando a quedarse ligeramente atrás debido a eso. Cuando escogieron a Deku como prefecto el año anterior, en vez de él, casi tuvo un ataque de pánico y no en sentido figurado. Situaciones como esas comenzaron a repetirse, sumado a que sus profesores siempre estaban reconociendo a su estúpido compañero de cabello verde en vez de él.
Lo más probable es que iba a perder el puesto de delegado también, para el próximo año. Y tenía que reconocer que para ser un buen auror, uno completo, no bastaba con simplemente ser hábil… Necesitaría habilidades sociales, pero no tenía idea como desarrollarlas a esas alturas. Acercarse a la gente le daba alergia y odiaba las conversaciones extensas.
- Hola, pequeño bastardo – murmuró.
Un gato de color gris con intensos ojos verdes se le acercó y comenzó a restregarse contra su cuerpo mientras ronroneaba.
Tampoco le gustaban los animales. Con suerte tenía su lechuza, con la que obviamente había creado un vínculo durante todos esos años y cuidaba bien de ella, pero nunca la había comprado para tener una mascota sino por la necesidad de la correspondencia. Pero ese gatito gris había empezado a aparecerse cada vez que almorzaba, al principio ocasionalmente y ahora, todos los días, hasta ganárselo.
- No te voy a dar. Esta mierda es para mí – advirtió de todas formas, y como si lo hubiese entendido, el gato dejó de hacerle gracia y se sentó pacientemente a su lado, mirándolo y moviendo la cola de tanto en tanto.
Bakugou sacó una galleta especial para gatos que le había robado a Uraraka, una de sus compañeras, y se la dio, como todos los días, para luego acariciarlo detrás de las orejas. Se había vuelto ya parte de su rutina y el factor que interrumpía su soledad durante los almuerzos. El gatito le devolvió el gesto con un agradecido ronroneo mientras él dejaba escapar un pequeño amague de sonrisa, antes de llevarse un trozo de su balanceada comida a la boca.
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Había pasado un mes desde que había empezado el año escolar y el torneo finalmente comenzaba esa semana. Ya se habían fijado las rondas de batalla y quién iría contra quien, y los duelos se llevarían a cabo en un pequeño estadio especial que habían construido para la ocasión en los terrenos del castillo, como una réplica bastante más pequeña del estadio de Quidditch y sin los alargados palcos con los colores de las cuatro casas.
Hasta ese momento las clases habían continuado como si nada y ya habían tenido la primera prueba del semestre. Los de Gryffindor y Hufflepuff compartían la mazmorra para la clase colaborativa de pociones divididos en varias mesas. La poción de aquella mañana, el Filtro de los Muertos, tenía el salón sumido en una nube densa y húmeda gracias al calor de los calderos.
Era la primera evaluación del año y por eso, el profesor Aizawa se paseaba lentamente alrededor de los bancos en vez de irse a sentar a su escritorio (y quedarse dormido, como solía hacer), dando comentarios. Kirishima se había sentado con Kaminari y ninguno de los dos estaba teniendo mucha suerte con la poción, porque era prácticamente imposible.
- Espera, ¿el polvo de raíces de asfódelo iba después del ajenjo? – preguntó Kaminari mirando su propio caldero con poca esperanza. Kirishima se encogió de hombros y miró las instrucciones en su libro, frustrado.
- Ni siquiera puedes seguir bien el orden de las instrucciones, ¿eh? Cara de burro.
Ambos chicos de Hufflepuff se giraron con expresión irritada para encontrarse, para sorpresa de nadie, con Bakugou y su estúpida sonrisa arrogante. Hasta el momento habían estado tan absortos en hacer la poción correctamente que ninguno de los dos se había dado cuenta que el Gryffindor estaba detrás de ellos, escuchando preparado y dispuesto a burlarse de ellos en caso de que algo saliera mal.
- ¿De verdad estás tan aburrido con tu vida? – preguntó Kaminari.
- No hablen tan fuerte cerca de mí si no quieren comentarios.
- Menos mal que eres bueno en Quidditch, porque tu personalidad es como mierda de alcantarilla.
Algunas personas a su alrededor se rieron.
Bakugou automáticamente sacó su varita de debajo de su manga, furioso, listo y dispuesto para vengarse de Kaminari por haberle dicho eso y dejarlo en ridículo frente a todos. Kirishima dio un paso adelante y estiró una mano para detenerlo, pero el rubio alcanzó a apuntar a Kaminari y lo sacó volando, de espaldas al suelo, gracias a una explosión menor.
Sabiendo que no era nada grave sino la clásica jugada de Bakugou, más personas se rieron al ver a Kaminari en el suelo tras una pequeña cortina de humo oscuro y denso, pero no Kirishima. El de cabello rojo estaba comenzando a ponerse furioso de que ese tipo de cosas siguieran pasando, que el Gryffindor continuara burlándose de ellos como si nada, provocándolos y luego atacándolos como un brabucón al que nadie le ponía freno. Estaba tan enojado que no sabía qué hacer.
Y justamente en ese momento de estoy tan enojado que no sé qué hacer, Kirishima tomó un puñado de ingredientes de la poción en su mesa y las arrojó al caldero del rubio. Sabía que era completamente inmaduro, pero no pudo evitarlo ni lo pensó demasiado.
Bakugou fijó su mirada en su caldero para ver su perfecta poción comenzando a cambiar de color rápidamente, arruinándose, y estaba furioso. Estaba tan furioso que por primera vez no supo cómo reaccionar. Notó que el profesor Aizawa ya estaba caminando hacia ellos con cara de pocos amigos, así que debía comportarse y no hacer algo estúpido, pero… No pudo. También tomó un puñado de sus propios ingredientes y los lanzó al caldero del estúpido Hufflepuff.
El efecto fue mucho peor. Todo, el acero del caldero y la madera de la mesa comenzó a derretirse a gran velocidad mientras la poción se derramaba. Kirishima incluso tuvo que dar un par de pasos hacia atrás para evitar que el corrosivo líquido le cayera en los zapatos.
Cuando ambos chicos levantaron sus ojos se encontraron con la mirada colérica de Aizawa. Sí, él estaba más enojado que el propio Kirishima y el propio Bakugou. Lucía como si estuviera a punto de salirse de sus casillas cuando finalmente abrió la boca para decir algo.
- Están castigados.
- Como sea – respondió Bakugou, rodando los ojos.
- No, esta vez estoy hablando en serio. Van a estar castigados cada sábado a las diez de la mañana hasta navidad.
El rubio abrió mucho los ojos dándose cuenta de que eso significaba que…
- ¡¿Diez de la mañana?! – preguntó Kirishima en un quejido - ¡Pero es al mismo tiempo que el torneo de duelo!
- Exacto. Se perderán el torneo de duelo – declaró.
- Profesor, espere…
- Y comenzarán hoy, limpiando este desastre. Además, quiero que me entreguen una carta de disculpas. – El moreno miró hacia el resto del salón - ¡Los demás pueden irse!
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No había nada, absolutamente nada peor que estar encerrado en una mazmorra con pelo de mierda, castigados, mientras comenzaba el torneo de duelo.
Bakugou todavía quería tomar su varita y hacer explotar una pared cuando pensaba en que no iba a poder ganar el primer lugar en duelo por tener que estar ahí, perdiendo su tiempo en reforzar algo en lo que ya era bueno. Si ese tipo de Hufflepuff no hubiese arruinado su poción, estaba seguro de que él hubiera sido el único de la clase en conseguirla.
En vez de eso, tenía que estar ahí, desperdiciando por completo su tarde de sábado mientras otros participaban en el torneo… Era un golpe duro conformarse con la idea de no participar y saber que, sí o sí, alguien que no era él iba a llevarse el primer lugar y ganar el premio. Alguien iba a obtener el reconocimiento que debía ser para él…
- Bien, ya saben por qué están aquí – murmuró el profesor Aizawa desganado -, así que tendrían que ser muy tontos para no comportarse y ponerse a pelear de nuevo. Van a repetir el Filtro de los Muertos.
- Sí, sensei… - respondieron los dos con voz apagada y arrastrando las palabras.
- Volveré dentro de dos horas para ver cómo van sus avances.
- ¿Eh?
Ambos chicos miraron con asombro como su profesor los dejó solos en medio de la mazmorra, mientras él se iba. Aizawa no pensaba desperdiciar su tarde de día sábado como ellos y quizás iría a observar el torneo de duelo… Y ese era un recordatorio aun peor de la triste tarde que estaban por enfrentar.
Bakugou escuchó a Kirishima soltar un suspiro antes de verlo moverse hacia la primera mesa que encontró, frente a un caldero, para ponerse a trabajar cuanto antes. Por un momento sintió una renovada oleada de furia hacia la situación y hacia el de cabello rojo, ya que él era uno de los culpables de que él estuviese ahí, perdiéndose el torneo y…
No. Culpar a otros de sus propios errores era patético. Tenía que reconocer que él había comenzado aquella mañana, cuando había molestado a los dos idiotas de Hufflepuff, y luego, cuando las cosas habían comenzado a acalorarse, tampoco se había detenido, provocándolos. No era muy decente fingir que él no tenía culpa en lo que había pasado.
Ya estaba hecho. No había nada que hacer.
Fue a la misma mesa en donde se encontraba Kirishima, solo porque no tenía caso ocupar otra si estaban los dos completamente solos en la mazmorra. Le caía mal el de pelo rojo pero no era tan odioso e inmaduro como para irse al otro extremo del salón solo por eso… Y comenzó a cortar los ingredientes al igual que lo había hecho aquella mañana en clase de pociones.
Ambos alumnos estuvieron completamente en silencio por, al menos, una hora. Los dos se concentraron en su poción y no tenían ninguna intención de hablar el uno con el otro, demasiado orgullosos por lo que había pasado como para compartir palabra, sin mencionar que estaban frustrados y heridos por no haber podido participar en el torneo de duelo.
Era la primera vez que a Bakugou no le interesaba competir. No, esta vez solo quería terminar con el castigo e irse a la Sala Común (e idealmente, no escuchar ninguna noticia sobre el torneo para no sentir la envidia embargándolo) sin pensar si terminaba su poción antes o después de Kirishima, o si le quedaría mejor o peor que a Kirishima (aunque la respuesta a eso era bastante obvia).
Sin embargo, cuando un olor extraño y similar al amoniaco comenzó a llegarle a la nariz en oleadas intensas, tuvo que dejar de lado el desinterés y mirar hacia el caldero de pelo de mierda. Y no había que ser un genio para percatarse que el Hufflepuff, para variar, no estaba siguiendo bien las instrucciones pero esta vez iba más allá de eso. Si no la empezaba a arreglar en ese instante, la cosa se iba a poner fea.
- Lo estás haciendo mal – advirtió el rubio.
La reacción fue inmediata. Kirishima golpeó la mesa con una mano mientras rodaba los ojos y se giraba de medio lado para mirarlo, indignado.
- Ya basta – pidió, con poca paciencia -. Ya estamos castigados. Es suficiente.
- No, estoy hablando en se—.
¡BOOM!
Por supuesto, la poción explotó. Bakugou lo había visto venir desde que le llegó el olor a amoniaco y siempre tenía razón sobre ese tipo de cosas, pero en este caso en particular hubiese sido igual de obvio para cualquiera que tuviera ojos (menos para Kirishima, aparentemente) porque la poción estaba de color naranjo cuando se suponía que debía estar tan cristalina como el agua.
Kirishima era tan malo en pociones que, a esa altura, era una especie de talento.
- Mierda – dijo tosiendo entre el humo. Se quería reír, pero se aguantó, sin saber si su antipático compañero de castigo estaba bien después de que su poción le explotara en la cara -. ¿Todo bien?
- Sí… - Una voz rota, junto con un carraspeo salió del otro lado de la nube de humo negro que se había posicionado en la mazmorra.
De pronto, Bakugou se dio cuenta de que el estúpido Hufflepuff estaba herido y un corte profundo le sangraba profusamente sobre su ojo derecho, bajo la ceja, porque una esquirla del caldero le había saltado directo en la cara. Bueno, si eso no lo hacía empezar a tomar en serio las instrucciones, seguramente nada lo haría, pensó el rubio.
Kirishima estaba completamente avergonzado. Se llevó su mano al ojo derecho sintiendo el ardor y luego, la humedad y el calor de la sangre rápidamente cubriendo su mano. Acababa de arruinar su poción enfrente del tipo más egocéntrico que, para peor, le había advertido justo antes.
- Adelante. Búrlate. – El de cabello rojo sabía que pronto toda la escuela iba a enterarse de su explosivo fracaso.
- Estás sangrando, idiota. – ¿Acaso pensaba que iba a ir corriendo a contarle a todo el mundo como un chismoso? Era el día en que había comenzado el torneo de duelos. A nadie le iba a importar una mierda el estúpido de Kirishima. Partiendo por él.
- No es nada…
- Se ve profundo – comentó, intentando hacerse el desinteresado -. Deberías ir donde Recovery Girl.
El de cabello rojo lo miró sospechosamente. Esa preocupación salía demasiado de la nada como para ser verdad… Bakugou probablemente estaba esperando a que se fuera para decirle a todo el mundo que apestaba en pociones. Y… Si se iba a ahora, no iba a cumplir con su castigo. Aunque si iba a la enfermería con un ojo sangrante, seguramente nadie dudaría de que lo había dejado a medias por un buen motivo. En ese momento le preocupaba más haberse avergonzado en frente del narcisista Gryffindor que seguía mirándolo como si fuera un idiota.
Quizás de verdad lo era.
- Bueno. No me hables – murmuró el rubio mirando hacia el suelo.
Kirishima soltó un resoplido. Era verdad, estaba actuando como un malcriado y de verdad necesitaba ir a la enfermería.
Tomó sus cosas y simplemente se fue.
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Al día siguiente el castillo era un hervidero de actividad. Todos los estudiantes comentaban emocionados acerca de los mejores duelos y los movimientos más impresionantes que habían hecho los alumnos de sexto y séptimo durante el torneo. Recién eran las primeras rondas pero ya varios habían quedado eliminados, y otros habían llamado mucho la atención por su experticia.
Bakugou tiritaba de rabia cada vez que escuchaba a alguien halagar al estúpido Deku o al constipado social de Todoroki. Algunos creerían que se alegraría de saber que a sus compañeros de Gryffindor les había ido bien, pero le pasaba exactamente lo contrario. Si no era él quien sacase la cara por su casa, prefería que no fuera nadie.
Unas mesas más allá, Tetsutetsu, Kaminari, Sero y Ashido le contaban todo a Kirishima con detalle. Sus amigos habían pasado de ronda sin ninguna dificultad, tal y como él sabía que ocurriría. Se entretuvo escuchando los pormenores de las batallas, algunos hechizos y encantamientos de los que no sabía y que habían sorprendido a todos, y sobre quiénes habían sido eliminados.
Le sorprendió ver que al menos, hasta ese momento, nadie sabía de su segundo fracaso con el Filtro de los Muertos. Tras ver la cicatriz sobre su ojo (sí, después de que Recovery Girl lo había curado el día anterior, le había quedado una cicatriz justo sobre su ojo derecho) la mayoría le preguntaban si se había peleado con Bakugou de nuevo o intentaban adivinar diciendo algo mucho más creativo y genial de lo que realmente había ocurrido. No quería admitir que en realidad había arruinado su poción, pero tampoco quería mentir, así que simplemente respondía que era complicado.
- ¿Qué es lo complicado? ¿Ese imbécil te hizo algo? – le preguntó Ashido.
Kirishima suspiró.
- No… - reconoció con rubor en sus mejillas – Mi estúpido caldero me explotó en la cara.
- ¡KIRI, TIENES QUE REPORTARLO!
- ¿Eh?
- ¿No te das cuenta? ¡Hizo lo mismo de la vez pasada! ¡Seguramente echó ingredientes en tu caldero para arruinar tu poción! ¡Clásico Bakugou! – se metió Kaminari, que lucía indignado.
El alumno nunca pensó en la posibilidad. Era imposible que hubiese alguien tan mezquino y patético, ¿o sí? Además, Kirishima y Bakugou habían estado en silencio y separados durante casi todo el castigo así que hubiese sido fácil para él darse cuenta si el rubio se acercaba a boicotear su poción, y no fue así. Bakugou podía ser muchas cosas, pero hacer eso era demasiado…
- No lo creo. – Él no era el mejor en pociones, eso era todo.
Era cierto que en seis años nunca le había explotado un caldero antes, pero era una poción extremadamente difícil y él no estaba concentrado por toda la rabia y la frustración de perderse el torneo de duelos, y ser forzado a pasar toda su mañana de sábado castigado junto a Bakugou.
- No, pero en serio. ¿Conoces a Monoma, el tipo de Slytherin? Una vez Bakugou también le mezcló los ingredientes a él. Todo el colegio lo sabe.
Él no lo sabía. ¿Podía ser posible? Estaba empezando a irritarse con la idea.
Recovery Girl dijo que la cicatriz que le había quedado en el ojo sería permanente porque el corte era demasiado profundo. Una cicatriz permanente en medio de su cara, perfecto. Y si lo que Kaminari estaba diciendo era cierto, significaba que era culpa del Gryffindor y tenía algo de sentido porque…
Si él se había enojado por perder el duelo, seguramente Bakugou había estado mil veces más furioso. Era conocido por ser la persona más competitiva y perfeccionista en todo Hogwarts, y probablemente por eso mismo se había querido vengar de él haciendo explotar su poción.
Ahora necesitaba saber si era verdad.
- ¿A dónde vas? – preguntó Ashido al verlo ponerse de pie.
- ¡Voy a preguntarle si es cierto o no!
- Pero es obvio que lo va a negar – dijo Sero.
- ¡Lo sabré cuando lo vea!
Caminó a paso decidido hacia la mesa de Gryffindor para buscarlo, pero no estaba ahí. De cualquier forma no iba a detenerse hasta encontrarlo, aunque tuviese que buscar por todo el castillo y sus terrenos. Ya que tendría que pasar un montón de sábados encerrado con el rubio, lo mínimo sería descubrir qué tipo de persona era para estar al tanto de sus jugarretas y ponerle un alto. Iba a enfrentarlo si es que era necesario.
Después de unos veinte minutos buscando, finalmente divisó su desordenado cabello rubio ceniza. Estaba sentado en el patio interior del castillo entre medio de un montón de alumnos menores a él, que estaban riendo y celebrándole alguna de sus estupideces. Se acercó rápidamente, prácticamente sin pensarlo y se plantó frente a él, con todos los demás mirándolo arrogantemente a la espera de ver qué quería.
- Bonita cicatriz, pelo de mierda.
- ¿Fuiste tú?
- ¿Ah?
Los demás se rieron.
- Mi poción de este sábado. ¿Fuiste tú? ¿Tú lo hiciste?
- Obviamente, idiota. ¿Quién más iba a hacerlo? – sonrió de medio lado, engreído.
Entonces era cierto.
Kirishima estaba a un paso de darle un puñetazo en la cara, pero no iba a hacerlo. Intentó calmarse a sí mismo recordando que ya estaba castigado por culpa de ese imbécil y no necesitaba empeorar las cosas. No iba a rebajarse al mismo nivel que él, aunque estuviese ardiendo de rabia por dentro. Nunca había estado tan enojado en toda su vida.
- Eres el peor alumno que ha pisado este castillo – se giró y se fue, intentando ignorar la reacción en el grupito que obviamente soltó risitas burlescas y silbidos provocadores.
Qué respuesta más patética, pensó. Bakugou se merecía mucho más, un par de palabrotas como mínimo, pero de verdad no quería rebajarse a ese nivel. Además, era verdad, probablemente el rubio sí era el peor estudiante en la historia de Hogwarts y no entendía cómo demonios alguien tan malvado, orgulloso, competitivo y ambicioso como él había quedado en Gryffindor en vez de Slytherin.
No es que tuviera prejuicios contra los de Slytherin, pero si pensaba en los Gryffindor de su generación, gente como ese tal Midoriya o Mirio… ¡No tenían nada que ver! Esos tipos eran valientes y masculinos, simpáticos, carismáticos… Probablemente el Sombrero Seleccionador deliró en el momento en que decidió que Bakugou era uno de ellos.
Caminó de regreso al Gran Comedor para encontrarse con sus amigos y decidió que no iba a volver a pensar en el rubio. No valía la pena.
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Tres días después, una nueva clase de pociones acababa de terminar con el bullicio típico de los alumnos poniéndose de pie, conversando animadamente y guardando sus cosas dentro de sus bolsos. Kirishima estaba por salir junto a Sero y Kaminari cuando sintió una presencia tras de ellos y se giró a ver quién era, encontrándose con Aizawa.
- Kirishima.
- Ah, Aizawa sensei. – Tragó saliva. Nunca le había explicado a su profesor que no había podido terminar la poción el día del castigo porque se fue a ver a Recovery Girl a la enfermería. ¿Estaba enojado con él? – Mire…
- Buen trabajo el otro día.
- ¿Eh?
- Bakugou me dijo que te fuiste a la enfermería un poco antes porque tenías una jaqueca desagradable, pero me entregó tu poción terminada al final de la jornada – el hombre se cruzó de brazos e hizo un amague de sonrisa que, en alguien como él, se veía más bien como una expresión terrorífica -. Quedó perfecta. Felicidades.
¡¿QUÉ?! ¿De qué demonios estaba hablando Aizawa?
Kaminari y Sero, junto a él, lo miraron de arriba abajo esperando una explicación, pero él también necesitaba una.
- Le gustó… ¿Mi poción? – preguntó, cauto.
- Es la mejor que has hecho en estos seis años – respondió completamente serio -, has progresado mucho, Kirishima. Supongo que decidiste dejar todo atrás y colaborar con Bakugou. Los dos hicieron un buen trabajo.
- No… No trabajé con… - balbuceó.
- ¿No? Bueno, supongo que no se puede tener todo en la vida. Este sábado nos encontraremos a la misma hora en las afueras de la biblioteca.
El hombre se adelantó para salir y se fue sin despedirse mientras los tres Hufflepuff se quedaban bajo el marco de la puerta de la mazmorra mirándose desconcertados con lo que acababa de pasar. Kaminari y Sero luego miraron a Kirishima como pidiendo una explicación, los tres sacando una conclusión similar…
- ¿Bakugou hizo y entregó la poción por ti? – preguntó Sero.
- Imposible… - dijo Kaminari con una sonrisa incrédula – Eso significaría que…
Oh.
Kirishima palideció recordando la conversación que había tenido con el rubio en el patio interior, días antes. Cuando le había preguntado "¿Fuiste tú" y "¿Tú lo hiciste?", Bakugou le había respondido que sí porque se refería a esto… No había saboteado su poción, al contrario, lo había ayudado…
Mierda. Acababa de arruinarlo en grande.
