- ¿Qué pasa? – preguntó un hombre a otro en una habitación pequeña y apretada, mientras alrededor de ocho pantallas en un panel, que mostraban diferentes tomas de cámaras de seguridad, comenzaban a irse a negro una a una.
El tipo junto a él comenzó a golpear el teclado y los distintos botones de manera frenética, pero no sirvió de nada. Luego, las pocas luces que aportaban algo de iluminación se apagaron, provocando que ambos entraran en pánico y se pusieran de pie para caminar hacia la puerta. Al intentar bajar la manilla, esta no abrió, y dándose cuenta de que estaban atrapados fueron rápidamente a buscar un celular.
- Voy a llamar a la policía. Tú llama a la agencia de héroes más cercana.
El hombre, un guardia de seguridad de mediana edad, dudó por algunos segundos mientras intentaba recordar qué agencia se encontraba en esa zona. Tras recordar que la agencia Ingenium estaba lo suficientemente cerca del puerto, comenzó a marcar el número.
.
.
.
La prensa escrita y todos los canales de televisión hablaron sobre el incidente al día siguiente, colmando las portadas y los noticiarios. "Probablemente fue un vigilante", se aventuraron a adivinar todos en las conversaciones: Alguien había atacado y asesinado a ocho personas, todos traficantes de drogas que estaban contrabandeando un cargamento enorme de la droga llamada "trigger" en el puerto.
Los cuerpos no mostraban efectos de haber sido víctimas de ninguna singularidad, simplemente habían sido golpeados hasta la muerte sin una fuerza sobrenatural aparente, y ya que las heridas estaban dentro de los estándares humanos normales, las posibilidades de quién podía haberlo hecho eran infinitas. Al mismo tiempo, era obvio que la persona que había hecho eso sabía lo que hacía, escapando sin dejar rastros o testigos, habiéndose encargado de las cámaras de seguridad y encerrado a los guardias en su pequeña oficina. No había un solo cabello humano extraño en la escena del crimen que se pudiera identificar. Lo único que había sido dejado atrás apropósito, había sido una enorme marca "Z" en la tierra polvorienta del suelo, aparentemente dibujada con una vara, bastón o algo por el estilo.
Durante la primera semana desde el incidente, todo el mundo hablaba de ello. Había un debate público espontáneo sobre el misterioso y supuesto "vigilante" que había ajusticiado a ocho narcotraficantes. La mitad de las personas estaban indignadas de que alguien así estuviese libre, siendo tan peligroso como los delincuentes que estaban traficando drogas; la otra mitad consideraba que esta persona era un héroe.
Aunque las leyes fueran claras sobre que todo delincuente o malhechor debía ser arrestado para ser entregado a la policía, sin excepción, la gente comenzó a preguntarse si las leyes no debiesen ser cambiadas y así permitir, en caso de ser necesario, que los héroes asesinaran a los villanos. "Nadie iba a extrañar a un delincuente" o "algunos de ellos merecen morir" eran frases que se repetían en los programas nocturnos de opinión y debate político.
- Seguramente es un perdedor al que no le alcanzó para ser un héroe – comentó Bakugou mientras tomaba un sorbo de su cerveza.
Cada viernes por la noche Sero, Kaminari, Kirishima y Ashido se reunía en una sala privada de un recurrido y popular bar en el centro de Shinjuku a beber algo. Esta vez, como nunca, Bakugou había podido asistir porque se había tomado tres días para ponerse al día con el papeleo de oficina en vez de realizar su trabajo en las calles. Jirou también había podido asistir por primera vez en meses, ya que estaba con licencia absoluta de las actividades de héroe por haber tenido daño auditivo durante una misión reciente.
- Esta es su forma de llamar la atención – continuó.
- Me pregunto cómo logró estar tan bien informado – dijo Sero -. Incluso Iida, que estaba siguiendo un par de pistas, no había logrado dar con esos traficantes antes.
Ya llevaban alrededor de cinco años fuera de la preparatoria U.A., y casi todos los antiguos alumnos que habían entrado alguna vez a la clase 1-A estaban trabajando en la capital de Japón, Tokyo. Algunos de ellos ya habían logrado independizarse mientras otros continuaban siendo sidekicks, sin embargo, todos habían alcanzado suficiente notoriedad pública y eran héroes en los que la gente confiaba.
- Yo creo que no tiene singularidad – sugirió Ashido -. No se pudo detectar ningún tipo de poder en la forma en que mató a las personas.
- Hombre, no tener singularidad y ser capaz de partirle la madre a ocho personas. Este tipo debe ser de otro mundo – dijo Kaminari.
- ¿Eres su fanboy? – preguntó Jirou sarcásticamente, mientras terminaba de servir lo que quedaba de su cerveza en un vaso.
- Simplemente estoy reconociendo su fuerza.
- ¿Cómo sabemos que se trató solo de una persona?
Esa era una buena pregunta. La mayoría de la gente y los medios habían asumido, sin ningún motivo, que se trataba de un hombre, un "lobo solitario" que había actuado en base a sus convicciones, y casi todos estaban prácticamente de acuerdo que se trataba de un vigilante. Nadie sugería que todo se hubiera tratado de un ajuste de cuentas entre bandas rivales, o que estuviese involucrada la mafia, o algo por el estilo. Tampoco a nadie se le pasaba por la cabeza que se tratara de una mujer en vez de un hombre.
- Yo lo voy a atrapar – anunció el joven de cabello ceniza, como era tan habitual en él -, incluso si estoy de acuerdo en que hay ciertas basuras a las que es mejor matar que mandar a Tártaro, este perdedor también está fuera de la ley.
- ¿De verdad estarías de acuerdo con matar a alguien? – preguntó Kirishima con sorpresa, pese a no haber rastros de juicio en su voz.
Bakugou sabía que se trataba de una opinión impopular, especialmente entre los héroes que desde que entraban a las preparatorias aprendían que nunca había que asesinar a un villano, a menos que fuese exclusivamente en defensa propia y como última herramienta cuando todo lo demás fallaba. Aunque él creía que probablemente había muchos héroes que pensaban como él, pero no lo dirían en voz alta nunca.
Fuese como fuese, que Bakugou estuviese de acuerdo con lo que acababa de decir, no significaba que lo haría. Ante todo, él respetaba las leyes, las normas y las reglas.
- Tal vez.
- Si este tipo es hombre, es un villano. Si es una mujer, es una heroína – dijo Jirou sonriendo provocadora, sabiendo de antemano lo que su comentario provocaría.
- ¡Ya salió con lo de siempre! – reclamó Kaminari, rodando los ojos -. ¡Y después te quejas si alguien dice que no eres objetiva!
El grupo continuó hablando de esto y esto otro, pasando de los temas serios y relacionados al trabajo o la contingencia, a cosas más sencillas y cotidianas, y finalmente llegando a rememorar los días de preparatoria (como siempre ocurría hacia el final de la noche, cuando el alcohol ya comenzaba a hacer efecto).
Como cada viernes, Bakugou anunció que se iba a eso de las doce de la noche. El rubio ceniza siempre compartía poco tiempo, bebía casi la misma cantidad que todos los demás juntos, y luego les recordaba que tenía que trabajar al día siguiente. Los demás también, solo que no les importaba terminar saliendo del bar, borrachos, a las cinco de la mañana y trabajar al día siguiente con resaca y deshidratados. Pero esta vez, cuando se puso de pie, Kirishima también lo hizo.
- Hey, mañana temprano tengo que seguir una pista por aquí cerca. ¿Me puedo quedar en tu casa esta noche?
Bakugou levantó una ceja y lo miró de arriba abajo antes de decidir cualquier cosa, porque nunca había llevado a nadie a su departamento en Ginza. Por supuesto, no era que desconfiara de Kirishima o cualquiera de ellos, simplemente… Todavía no había sido el momento de permitir que cualquiera entrara a ese lugar tan personal.
- … Claro – terminó por aceptar.
.
.
.
A Bakugou le iba relativamente bien como héroe, así que Kirishima no se sorprendió demasiado cuando llegaron a un departamento bastante amplio y elegante en un barrio bien cotizado. El rubio no era de los héroes más populares entre el público, por decir lo menos, pero gracias a su número de casos resueltos, subía bastante rápido en el ranking de héroes año a año. Si fuese a compararse, era la misma situación que con Endeavor años antes.
Lo que sí le sorprendió fue ver que, una vez que llegaron a la puerta del departamento y Bakugou sacó un enorme llavero desde uno de sus bolsillos, la puerta tenía nada más ni nada menos que cuatro cerraduras distintas. Una vez que entraron, además, comenzó a sonar una alarma que Bakugou desactivó rápidamente presionando una combinación de números en una maquinita pegada en la pared junto a la puerta.
- ¿Hay muchos ladrones en Ginza? – preguntó como quien no quiere la cosa.
- No.
- Oh. – Entonces era un tema de paranoia.
Kirishima no insistió sobre el tema y dejó su bolso en el suelo, junto a la puerta, al mismo tiempo que comenzaba a sacarse los zapatos. Quería mirar a su alrededor, pero Bakugou no se molestó en encender las luces, salvo por una lámpara pequeña que alumbraba exclusivamente a la altura del recibidor y que estaba encendida de antes.
Precisamente esa tenue luz de la entrada le permitió dar un vistazo rápido al área de la sala, comedor y cocina, buscando algún sofá o algo por el estilo para dormir. Se sintió aliviado cuando notó que, efectivamente, el sillón de la sala era lo bastante grande como para que alguien corpulento como él pudiese dormir estirado y cómodo. Y no pudo dejar de notar, también, que dentro del basurero junto a la cocina había un par de botellas de sake vacías. ¿Bakugou había estado bebiendo con alguien en su departamento? Por algún motivo, la idea había hecho que inmediatamente sintiese un poco de celos.
- Esto es todo – murmuró Bakugou, apuntando el sillón, con la mirada fija en nada -, ¿podrás dormir aquí?
- ¡Sí, dormiré en el sofá! – ofreció antes de complicar a su amigo, quien simplemente asintió y se fue caminando por un pasillo para volver trayendo un par de frazadas y almohadas.
- El baño está al final del pasillo y puedes sacar cualquier cosa de la cocina si necesitas. Uhm… ¿Siéntete como en casa? – balbuceó incómodo, como si estuviera repitiendo las palabras que eran correctas por educación porque algún manual lo decía y no porque le saliera naturalmente.
- ¡Gracias! – respondió sonriendo y lanzándose al sillón junto a un enorme ventanal que tenía unas pesadas y gruesas cortinas cerradas.
Bakugou volvió a asentir, algo tenso y mirándolo como si quisiera hacer o decir algo más, pero probablemente ni siquiera sabía qué. A Kirishima le dio la impresión de que era la incomodidad de tener invitados por primera vez en su departamento y no saber cómo ser un buen anfitrión.
- Solo ve a dormir – sugirió con una sonrisa.
- Como sea.
Una vez que estuvo solo, Kirishima se acomodó en el sofá y cerró los ojos intentando dormirse rápido, pero le costaba conciliar el sueño. Fatgum le había pedido que hablara con un tipo a la mañana siguiente, un contacto que no le daba buena espina y que supuestamente tenía información sobre una operación de lavado de dinero en ese sector.
De alguna forma presentía que iba a terminar parando una bala con su frente endurecida, como tantas otras veces. Kirishima agradecía de todo corazón tener buenos reflejos para alcanzar a endurecerse rápido, en esos milisegundos entre que escuchaba el disparo de la pistola y la bala alcanzaba su cuerpo, pero le era imposible no preocuparse sabiendo que tarde o temprano lo iban a pillar con la guardia baja y lograrían meterle un tiro. En fin, problemas de héroes.
No habían pasado ni veinte minutos desde que había logrado dormirse (o al menos se sentían como meros veinte minutos) cuando un fuerte sonido lo trajo al mundo real. Explosiones.
Al principio se incorporó rápidamente, listo para ir a ver de qué se trataba y enfrentarse, probablemente, a algún villano causando estragos en la zona, pero luego recordó que se encontraba en el departamento de Bakugou y se volvió a recostar, agudizando el oído.
Era normal. También ocurría cuando estudiaban en la U.A., con sus dormitorios uno al lado del otro. Bakugou siempre tenía pesadillas y despertaba en medio del humo de sus explosiones después del incidente del tercer año, y Kirishima no podía culparlo, pero se había imaginado que en cinco años quizás el rubio ya no las tenía tan seguido. Después de todo se veía casi normal en el día a día, al menos en comparación a cinco años antes, cuando se habían graduado.
El rubio había durado tan solo unos cuantos meses trabajando como héroe profesional antes de anunciarle a sus amigos más cercanos que había decidido hacer las cosas de otra forma, que iba a trabajar como un héroe underground en la noche y se mantendría lo más alejado posible del ojo público. Considerando que la única meta académica de Bakugou había sido llegar a ser el número uno como All Might, eso no tenía ningún sentido. Todos supusieron que se debía a que cada vez que aparecía en programas de televisión, o daba una entrevista, su personalidad algo "burda" le jugaba en contra, y en vez de dar una buena imagen, bajaba cada vez más en los rankings de popularidad. No podían culparlo, pero la mayoría de sus cercanos no lo pudo entender.
Lo cuestionaron y trataron de convencerlo de lo contrario, lo que había terminado con un par de explosiones, gente en el suelo y Bakugou saliendo enfurecido del lugar donde se encontraba. Kaminari le había dicho que los héroes underground no eran conocidos, recordándole que ninguno de ellos había sabido quién era Aizawa o Eraserhead cuando entraron a la U.A., pero el rubio le dijo que lograría subir con los casos resueltos.
Lo hizo, lo suficiente como para estar ya en el Top 20.
Aun así, Kirishima siempre había tenido la sensación de que Bakugou se arrepentiría de haber comenzado su carrera de forma tan silenciosa, especialmente teniendo en cuenta que su don explosivo de poco y nada le serviría por las noches, pero nunca había expresado esos pensamientos en voz alta. No después de que Midoriya les había dicho a todos que no se entrometieran en la vida de Kacchan y que el rubio tenía motivos para hacer lo que quería.
Volvió a prestar atención para saber si Bakugou se había vuelto a dormir: Las explosiones no siguieron, pero sí escuchó suficiente movimiento en la habitación contigua como para saber que el rubio se había levantado, y lo confirmó cuando escuchó los pasos del joven acercándose por el pasillo. Sin encender la luz se acercó colocándose una chaqueta sobre lo que parecía ser ropa deportiva vieja y holgada, y abrió la puerta para salir.
- ¿Bakugou?
- Te desperté. Lo siento.
- ¿A dónde vas? – preguntó tan curioso que no consideró que podía sonar entrometido. ¡Era de madrugada!
- No puedo dormir. Iré a comprar cigarros.
- ¿Estás fumando?
- A veces. - Sin decir nada más, abrió la puerta y se fue.
Kirishima no pudo negar que estaba preocupado. Bakugou fumando, con lo mucho que siempre había cuidado su cuerpo, alimentándose bien, sin vicios, durmiendo ocho horas diarias, era… Impensable, por decir lo menos. Iba a tener que hablar con él al día siguiente para preguntar si estaba ocurriendo algo más, aparte de lo que había ocurrido en tercer año.
Lo esperó alrededor de cuarenta minutos, solo para asegurarse de que regresara bien y sano, pero eventualmente no pudo evitarlo y en medio de la oscuridad y del silencio absoluto, terminó por quedarse dormido.
.
.
.
- Oye, Kirishima.
El de cabello rojo se despertó sintiendo que alguien lo zamarreaba, y abrió los ojos completamente desorientado para encontrarse con Bakugou dándole un par de palmaditas en la mejilla para despertarlo. ¡Cierto!, se encontraba en el departamento de Bakugou. Y según podía notar, todavía estaba demasiado oscuro como para estar amaneciendo, así que…
- ¿Qué ocurre? – dijo restregándose los ojos.
- Levántate, quizás tengamos que salir.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- "Z" mató a alguien de nuevo.
- ¿Qué tiene que ver con nosotros? – preguntó confundido, intentando abrir bien los ojos y determinar si realmente estaba despierto o si seguía soñando.
- Porque esta vez asesinó a alguien que conocemos.
- ¿Qué? ¿A quién? – preguntó esta vez, definitivamente despierto y con el corazón acelerado ante la expectativa de enterarse quién habría sido. Rogó, internamente, que no se tratara de nadie cercano, nadie a quien amara, que fuese simplemente algún héroe con el que se topaban en eventos y cosas por el estilo, cuando Bakugou abrió la boca para contestar. Lucía serio.
- Mineta.
.
.
.
Bakugou y Kirishima llegaron a Kabukicho en menos de veinte minutos, siendo los primeros héroes profesionales en llegar, tan solo un poco después de que la policía había cerrado el lugar. El barrio rojo más importante de Shinjuku, y Japón, estaba más vivo que nunca, repleto y con todas sus luces invitando a la gente especialmente a esas horas de la madrugada.
Ambos jóvenes no habían tardado ni cinco minutos en colocarse sus trajes de héroes y subirse al auto, para regresar a Shinjuku en donde habían estado bebiendo horas antes. Aparentemente el cuerpo de Mineta había aparecido muerto en la sala VIP de un prostíbulo, pero no sabían más. Ninguno podía decir que les sorprendiera que el héroe y ex compañero de curso estuviese en un lugar como ese.
- ¿Qué pasó?
- Ah, Ground Zero. Qué bueno que llega, ¿va a tomar usted el caso?
- No puedo. Demasiado personal – aclaró en un gruñido de mal humor.
- ¡Ground Zero! ¡Red Riot! – saludó una voz familiar.
Tsukauchi se abrió camino entre varios funcionarios de la policía, fiscalía, servicio médico legal y el dueño del prostíbulo, entre otros. El hombre que habían conocido tantos años antes finalmente había llegado a ser el jefe del departamento de detectives, y aunque ahora se dedicaba más a estar en la oficina que en terreno, la muerte de un héroe famoso en manos de un vigilante que tenía a todo el público pendiente de él no era algo que se podía pasar por alto.
- Buenas noches Tsukauchi – dijo Red Riot - ¿Qué ha pasado?
- Según el dueño del local, ordenó la compañía de tres prostitutas y pasó a la sala VIP para prepararse – les informó mientras les hacía un gesto con la mano para que lo siguieran justamente a la sala VIP de la que hablaba.
Tras abrir la puerta se encontraron con el cuerpo de Mineta medio sentado contra una pared, desnudo, aunque con una toalla blanca a medio deslizar entre su torso y sus piernas, y una soga en el cuello, que obviamente lo había asfixiado hasta la muerte. A juzgar por las marcas alrededor de la soga y de las venas que habían reventado por todo su rostro, era fácil darse cuenta de que también habían aplicado una excesiva cantidad de fuerza a la hora de ahorcarlo.
En esa misma pared, alguien había marcado una enorme "Z" con labial rojo, y abajo había escrito "Lust", la palabra en inglés para la "Lujuria", también conocida como uno de los siete pecados capitales según el Catecismo de la Iglesia Católica. ¿Podía ser ese el motivo por el que Z había asesinado a Mineta? ¿Una razón tan infantil como castigar e imponer una visión religiosa que databa de la Edad Media?
Kirishima no pudo evitar mirar hacia otro lado. Por su trabajo había visto una infinidad de cosas peores, más traumáticas y fuertes, pero en este caso se trataba de alguien con quien había compartido durante años, un compañero de curso y colega preciado, si bien no era un amigo cercano. Era raro: Horas antes estaba bebiendo despreocupadamente con sus amigos, rememorando historias de la preparatoria, y ahora estaba mirando el rostro inexpresivo de su excompañero.
- Quien sea esta persona es excesivamente fuerte, pero sigue siendo dentro de los estándares humanos normales – dijo Tsukauchi acercándose al cuerpo -, no podemos confirmar que esto sea por una singularidad. Nuestros expertos vendrán a hacer las pericias necesarias antes de confirmar o descartar cualquier cosa, pero ya nos adelantaron que aparentemente se trataría de alguien normal.
- ¿Nadie vio nada especial?
- No, y eso es lo raro – dijo Tsukauchi mientras se cruzaba de brazos -. Solo estuvo solo por siete minutos de reloj, mientras se preparaba. Cuando las trabajadoras entraron, lo encontraron así.
- Todas estas habitaciones tienen cámaras – murmuró Ground Zero mientras miraba a su alrededor buscando algún lente disimulado en alguna pared.
- Mismo modus operandi que en el puerto – explicó el detective -. El dueño me explicaba que justamente ayer, las cámaras comenzaron a experimentar problemas. Mañana a primera hora venía la compañía a instalar un nuevo sistema de seguridad.
- Eso significa que este tipo sabía de antemano que Mineta vendría hoy – dijo Red Riot, sorprendido, pero Tsukauchi negó con la cabeza y chistó su lengua.
- No era algo demasiado difícil de deducir.
- ¿Eh?
- ¿Mineta venía todos los días? – se aventuró a preguntó Bakugou.
- Todos los días.
