Chifuyu entró a uno de los restaurantes más exclusivos de la ciudad e inmediatamente quedó impresionado por su tamaño, sus luces bajas modernas y su decoración minimalista que le daba un aspecto elegante y a la vez vanguardista. Había decidido ir apenas tuviese unos días libres, después de que uno de los pilotos veteranos del aeropuerto Internacional de Haneda se lo había recomendado personalmente.

Mientras caminaba hacia su mesa no pudo dejar de notar que se robó las miradas de varias mujeres (e incluso algunos hombres) sentadas en las mesas repartidas por el lugar. El anfitrión del restaurant rápidamente lo siguió para acompañarlo hasta una mesa cerca de un enorme panel rectangular de bronce, que colgaba de una pared como decoración. Tanta atención lo hizo sentir repentinamente como una celebridad… Aunque no era nada raro. Sabía que se veía guapo y siempre provocaba eso cuando iba a lugares caros usando su uniforme de piloto aéreo.

Tomó asiento y ordenó inmediatamente una copa del vino más caro del restaurante, previo a pedir el plato de entrada. Mientras colocó la delicada servilleta de seda en sus rodillas, no pudo dejar de notar que en la mesa más alejada al fondo había un hombre de cabello negro y corto bastante atractivo, pese a que no lo veía demasiado bien por la distancia y la escaza iluminación. El sujeto estaba cenando con no menos de tres mujeres que se veían hermosas y distinguidas…

Chifuyu estaba celoso. Ese tipo, aún a lo lejos, se veía totalmente como su estilo, pero claramente disfrutaba la compañía de mujeres.

El tiempo transcurrió como si nada. Ordenó, bebió y comió con total normalidad, pese a estar solo. Estaba acostumbrado, tanto por su personalidad como por su trabajo, a disfrutar de esos momentos en completa soledad (por mucho que llamara la atención de la gente). Notó que más de alguna persona lo miró como si fuera un bicho raro por disfrutar de una copa de vino sin compañía, siendo tan atractivo y joven, pero lo ignoró.

A medida que las horas comenzaron a transcurrir, la mesa del fondo en donde se encontraba el hombre guapo y las mujeres elegantes comenzó a acaparar y robarle la atención que él había estado recibiendo hasta ese momento, ¿y cómo no? Con el paso de la noche se ponían cada vez más ruidosos y escandalosos, seguramente víctimas del alcohol, y el hombre de cabello oscuro se reía fuertemente. A ratos incluso parecía un hombre loco.

La agradable velada que estaban teniendo los comensales llegó a su fin abrupto cuando un estrépito escandaloso llamó la atención de todos a esa misma mesa. Aparentemente el moreno estaba tan ebrio que había botado una botella de vino al suelo (que se derramaba y corría por el suelo en ese momento). Y así las cosas, una de las mujeres que lo acompañaba ya no estaba tan feliz de estar ahí, pues se puso de pie para marcharse.

- ¡Hey! ¿A dónde crees que vas, perra? – le gritó el tipo mientras ella se encaminaba hacia la salida haciendo sonar sus tacones fuertemente contra el suelo embaldosado del restaurante.

- ¡Baji-san! – lo reprendió otra de las mujeres, avergonzada.

Chifuyu no pudo evitar mirar inmediatamente. Su estómago se retorció en su lugar tras darse cuenta de que conocía al hombre al que había estado mirando, que alguna vez había sido su mejor amigo, y a quien no veía hacía doce años. Y sin poder evitarlo, los recuerdos comenzaron a llegar prácticamente transportándolo a aquella noche cuando, en medio de una reunión de la ToMan le había dicho que lo expulsaba de la primera división.

Así, como si nada. La decisión que había tomado había sido tan improvisada, tan sorpresiva, que Chifuyu todavía se preguntaba de vez en cuando qué rayos había hecho para merecer eso… Bueno, al menos le había dejado de importar tanto con el paso de los años, y desde que era un piloto profesional, ya casi nunca recordaba sus años en la ToMan… Pero ahora, viendo a Baji ahí de nuevo, tan cerca, no podía evitar volver a hacerse la misma pregunta.

Aun teniendo en consideración que Kazutora había regresado del reformatorio y Baji se las había ingeniado para hacer que Mikey lo aceptara de nuevo en la pandilla, nunca se había esperado las palabras que habían salido de la boca del capitán de la división cuando lo expulsó diciéndole que solo le había estado cuidando el lugar a Kazutora por todo ese tiempo, y que Kazutora ya no lo quería ahí, así que debía irse.

¡No tenía ningún sentido! Incluso si ese hubiese sido el caso, Chifuyu hubiera podido quedarse en la división tras, simplemente ceder su puesto como vicecapitán. Baji no había sido sincero y no entender el motivo real de su expulsión lo había vuelto loco por un par de años… Como un mal quiebre en una relación. Era difícil darles término a las cosas cuando había preguntas sin responder…

Luego de eso, y por dignidad, Chifuyu no solo se fue de la división de ataque de la "Tokyo Manji", sino de la pandilla completa… Había sido como si le hubiesen roto el corazón, porque Baji, su mejor amigo, le había dado la espalda para ignorarlo por completo de un segundo a otro, como si nunca hubiese significado algo para él, como si nunca hubiese sido importante.

Pero había sido para mejor, después de todo. Ahora Chifuyu era un piloto aéreo respetable, con una buena vida y alejado de ese mundo lleno de delincuentes.

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Sin saber por qué, se levantó y se acercó a la mesa como si se estuviese moviendo en modo automático. En ningún momento dejó de latirle el corazón a toda velocidad, ni cesaron los retorcijones desagradables en su estómago… En ningún momento dejó de sentir como sus palmas sudaban profusamente, expectante y nervioso por el encuentro, sin tener idea de cómo iba a reaccionar cuando tuviera a Baji en frente, porque quería golpearlo y romperle la nariz…

Era lo mínimo que se merecía.

Quedaba solo una mujer aun acompañando a Baji, pero el moreno jamás se hubiese dado cuenta, considerando que estaba severamente ebrio y recostado maleducadamente sobre la mesa. Chifuyu no pudo dejar de notar las líneas de cocaína colocadas una al lado de la otra sobre una pequeña bandeja de plata… Y lo peor de todo era que Baji estaba tan fuera de sí, que si Chifuyu se hubiese ido en ese momento, el moreno ni siquiera se hubiera enterado de que estuvo ahí; como Baji no lo había visto, era el momento perfecto para entrar en razón e irse de ahí, pero por algún motivo, carraspeó para llamar la atención.

El hombre levantó la vista y sus pupilas de color ámbar, claramente dilatadas por las drogas, se fijaron directamente en sus ojos celestes. No pudo esconder la sorpresa por unos segundos (a juzgar por su expresión estupefacta), pero se recuperó rápido de su impresión, ya que lo miró de pies a cabeza mientras soltaba un silbido descarado.

- Mírate – dijo con una sonrisa falsa.

Dejando de lado el hecho de que ahora tenía veintisiete años y que tenía el pelo corto, su rostro se veía igual que cuando eran adolescentes…

- Sí. Ahora soy piloto.

- Así es como debía ser – murmuró tan despacio que casi no se escuchó.

- ¿Te estás divirtiendo? – preguntó Chifuyu con ironía mientras apuntó hacia el mantel de la mesa cubierto de vino tinto. El vino derramado también había alcanzado la cocaína, que se había transformado en una pasta húmeda y rojiza.

- Recién estoy empezando – respondió Baji arrastrando las palabras, casi inentendible. El moreno miró a su alrededor en busca de un mesero y en cuanto vio uno, chistó sus dedos y le gritó que le trajera otra copa y otra botella.

Chifuyu sintió lástima. Debía odiarlo por lo que le había hecho en el pasado o ser mezquino y sentirse egoístamente contento de verlo así de arruinado mientras él tenía éxito… Pero lo único que consiguió fue sentirse triste y preocupado por ver que el hombre que alguna vez admiró y adoró, estaba reducido a una sombra patética de lo que solía ser, totalmente consumido por el alcohol y las drogas.

En ese minuto el rubio también se dio cuenta de que tal vez era demasiado decente para su propio bien, porque antes de racionalizarlo demasiado, abrió su boca y su cuerpo se movió por sí mismo para ofrecerle ayuda.

- Vamos, Baji. Creo que ya tuviste suficiente por hoy. – Se reclinó en su lugar para intentar ayudarlo a pararse, repartiendo el peso muerto entre los dos (bastante difícil tarea, considerando lo ebrio y drogado que estaba el otro).

La mujer que quedaba en la mesa se puso de pie inmediatamente para intentar detenerlo y separarlo de Baji, pero éste simplemente levantó una mano en el aire, como queriendo decirle que estaba bien. Claro, seguramente no cualquiera podía acercarse a miembros importantes de la famosa Tokyo Manji como él acababa de hacerlo, reflexionó Chifuyu mientras Baji pasaba un brazo alrededor de sus hombros y tomaba su bolso con la mano libre para salir de ahí.

Aún destruido como estaba, lo miró con una sonrisa arrogante.

- Nada de "Baji-san", ¿eh? – se burló -. No pensé que eras ese tipo de hombre que recoge gente ebria en un bar los sábados por la noche.

- Es lunes – murmuró Chifuyu, intentando enderezarlo y cargarlo con todas sus fuerzas. Ahora que era un adulto musculoso y alto, Baji pesaba un montón -. Y no. Nunca más "san".

Ambos hombres caminaron hacia la salida del restaurante a tropezones y haciendo contrapeso (Chifuyu más bien, intentando equilibrarlos a ambos). Cuando llegaron a la puerta, el rubio se disculpó formalmente en nombre de Baji por el escándalo hacia el anfitrión que seguía de pie tras un mesón, pero éste lo miró confundido.

- Este restaurante es mío – balbuceó Baji a modo de explicación -. No les importa lo que haga… Y a ti tampoco debería.

- No me importa. Simplemente voy a llamar un taxi para que vuelvas seguro a tu casa.

Una vez abierta la puerta de vidrio, el frío viento de invierno los golpeó directamente en la cara. Quedaban solo días para que terminara el año y se notaba, con las temperaturas cayendo lo suficiente como para que pronto llegara la primera nevada. Chifuyu se acercó al borde de la acera para llamar un taxi, pero los pocos que estaban circulando iban llenos.

Mientras veía a Baji reclinado contra una pared y luciendo como si fuese a vomitar en cualquier momento, no pudo dejar de pensar que seguramente ese restaurante elegante era una fachada para un negocio turbio de la ToMan, probablemente una forma de lavar dinero o hacer tratos ilegales en la parte de atrás. No había otra explicación para que Baji tuviera un negocio así, tan elegante y exitoso, salvo para ser una operación más de su pandilla mafiosa.

- Chifuyuuuu… - llamó el moreno mientras comenzaba a caminar hacia él, trastabillando completamente borracho -. No me quiero ir a mi casa. Llévame a un hotel. O a un motel, si es que no tienes dinero – Se le abalanzó encima y lo abrazó para seguir hablándole en el oído -. Vamos, sé que siempre quisiste tenerme así.

- Cállate o te callaré de un puñetazo – dijo empujándolo para sacárselo de encima, intentando verse amenazante pese al escalofrío que había subido por su espalda al escuchar eso.

- No quiero ir a mi casa – repitió -. La odio.

- ¿Por qué? – preguntó confundido.

- Está llena.

- ¿Tu casa está llena?

- De los fantasmas de toda la gente que he asesinado – murmuró sin mirarlo a la cara.

Sí. Chifuyu no se podía esperar nada menos de una de las mafias más grandes y violentas de Japón… Era simplemente lógico que Baji no estuviera involucrado tan solo en negocios sucios. Era simplemente racional aceptar que había hecho cosas mucho más horribles en estos últimos doce años, que nada más lavar dinero… Y aunque debía salir corriendo por el simple hecho de estar en presencia de un asesino, no sintió el deseo ni el instinto de escapar. Solo volvió a sentir una profunda lástima por el destino del moreno.

- Esta bien, te llevaré a un motel – aceptó con un suspiro -. Iremos en mi auto. Pero luego de eso, me voy.

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El breve viaje fue incómodo y angustiantemente silencioso. Chifuyu miraba a Baji de reojo, de tanto en tanto, quien estaba taciturno y con su cabeza apoyada en el vidrio del asiento del copiloto, observando indistintamente las luces navideñas de las calles de Tokyo. Había cosas que quería decirle, había cosas que quería recriminarle también, pero todo eso quedaba chico al lado de sus deseos de hacer una simple pregunta: "¿Estás bien, Baji-san?".

Probablemente bordeaba entre el límite de lo apropiado y lo inapropiado, pero acompañó al moreno de pelo corto hasta la habitación del motel para asegurarse de que no fuese a caerse ni a partirse la cabeza en la escalera. El lugar era decente, ni demasiado caro ni demasiado barato. Iba a tener el gesto caballeroso de pagar él (¿por qué? No tenía idea) y luego se iba a marchar para salir de la vida de Baji para siempre, de nuevo, con la esperanza de que no volvieran a encontrarse.

- De acuerdo, ya llegamos – anunció Chifuyu ayudándolo a entrar a la habitación. Las luces ya estaban encendidas para cuando llegaron.

- Bien.

Baji cerró la puerta y todo cambió drásticamente. Su posición corporal, relativamente encogida y torpe debido a la borrachera se esfumó en el aire mientras el hombre se encaminaba con rapidez hacia la ventana de la habitación para cerrar las cortinas (no sin antes asegurarse paranoicamente de que no había nadie espiando desde afuera). Una vez hecho eso, se sacó el bolso que llevaba colgado en el hombro y lo depositó sobre la mesa de noche para abrirlo.

Todo esto ante la mirada desorientada de Chifuyu.

- ¿Qué demonios…?

- Sírveme un vaso de vodka, por favor – pidió apuntando el minibar.

- Creo que ya bebiste suficiente por hoy – respondió completamente indignado de que Baji aún no se diera cuenta de la situación y lo mal que se había comportado en su restaurante.

- No estoy ebrio. Estaba fingiendo. Siempre estoy fingiendo. – aclaró, sentándose en la cama. Sacó una jeringa y un elástico de su bolso, y luego un frasco con un líquido incoloro.

Chifuyu estaba comenzando a tener cortocircuitos para ese entonces. Había querido ayudar a Baji y llevarlo hasta ahí para que estuviera a salvo, ¡¿y ahora el muy imbécil estaba apunto de inyectarse algo en el brazo en frente de él?! La situación era tan jodidamente ridícula que era como estar en un mundo paralelo o soñando, ¡porque ni siquiera Baji podía ser tan imbécil y descarado!

- Naloxona – explicó como si nada mientras se amarraba el elástico alrededor de su bíceps con ayuda de sus dientes. Apretó y soltó el puño un par de veces provocando que las venas de su brazo se marcaran rápidamente -. Sirve para contrarrestar los efectos de cualquier opioide. La cocaína también sirve para eso, lamentablemente. Y si me das ese vodka pronto, podría contrarrestar los efectos del K también.

- … ¿Qué?

Era como si le hubiesen dado una cachetada lo suficientemente fuerte como para dejarlo momentáneamente tonto, porque Chifuyu no entendía nada.

- ¿La droga estrella de Kisaki? – preguntó. Luego pareció darse cuenta de lo que estaba ocurriendo -. Ah, no lo entiendes, ¿verdad? – Finalmente atravesó su propia piel con la punta de la aguja de la jeringa, y comenzó a inyectarse el contenido sin poner muecas de dolor, como si estuviese ya acostumbrado -. Kisaki se las arregló para fabricar una droga en base al metanol, el K. Creí que habías escuchado algo de eso en las noticias, es muy popular por estos días. Alucinógeno y completamente tóxico.

- Sí, sí he escuchado del K, pero no entiendo qué tiene que ver… - balbuceó sin poder despegar la vista del brazo de Baji.

- Kisaki siempre desconfió de mí, desde el minuto en que entró a la ToMan – explicó, mientras soltaba el elástico y relajaba su brazo -. Pero siempre logró estar un paso delante de mí, así que nunca pude encontrarle nada… Nada que lo hiciera caer. Te acuerdas de Kisaki, ¿no?

- Sí, por supuesto. ¿Qué mierda te acabas de inyectar? – preguntó rascándose la cabeza con exasperación.

- Naloxona, ya te lo dije – explicó como si nada -. Una de las formas que Kisaki encontró para "mantenerme controlado" fue obligarme a probar su droga nueva. La K.

- ¿Cómo te obligó? – preguntó con desconfianza.

- De la misma forma que obliga a todos a hacer lo que él quiere, amenazándote con algo más… Algo importante – explicó serio, y aunque Chifuyu no entendía bien qué demonios ocurría, tenía que admitir que este Baji lucía cuerdo y al menos lo suficientemente sobrio como para estar en control de sí mismo. ¿De verdad había estado actuando todo el tiempo? – Como te decía, la K se hace en base al metanol y por ende, su antídoto es el etanol. Sencillo, ¿no lo crees? Por eso, sírveme un vaso de vodka.

El rubio se acercó rápidamente al minibar bajo la mesa en donde se encontraba el televisor, para buscar un vaso pequeño y una botella de vodka fría. Si Baji estaba mintiendo o no, si simplemente quería seguir bebiendo y le había inventado toda esa historia, ya ni siquiera le importaba demasiado.

Pero no tenía sentido. El K era conocido por volver violenta a la gente, prácticamente psicótica, debido a las alucinaciones. Si Baji realmente había tomado esa droga (por culpa de Kisaki o el motivo que fuese), era imposible que estuviese hablándole como si nada en aquella habitación, tan en control de su cuerpo.

- ¿Cómo…? – empezó a preguntar mientras le estiraba el vaso, pero el chico atajó su pregunta.

- ¿No siento los efectos? Me costó encontrar la forma, pero finalmente lo logré. Un cóctel de drogas – anunció -. Tomo el K de Kisaki y luego un opioide para calmarme a mí mismo, ya sabes: morfina, oxicodona, heroína en un mal día... Si me paso un poco y el opioide me tira al suelo, cocaína para despertar. La Naloxona es un antídoto para los opioides, pero para la cocaína todavía no encuentro nada. – Baji bebió todo el vodka de golpe y le sonrió con arrogancia, luciendo sus tan típicos colmillos puntiagudos -. ¿Qué? – preguntó mirando la cara impactada de Chifuyu frente a él -. Lo sé, ¿verdad? Es como Breaking Bad. Quizás debí dedicarme a la química… Si no hubiese entrado a la ToMan. Soy inteligente, ¿no crees?

- ¡Es una locura! – dijo cruzándose de brazos, molesto -, ese ritmo de vida te va a terminar matando de un infarto o algo por el estilo. ¡Seguramente es eso lo que Kisaki pretende!

- No lo dudo – dijo riendo y dejando el vaso sobre la mesa de noche -. Y al comienzo estaba furioso de que me estuviese obligando a hacerlo, pero luego me di cuenta de que era la oportunidad perfecta para engañarlo.

- ¿Cómo? – preguntó interesado.

- Un día se puso a hablar de negocios confidenciales con Pa, frente a mí. Normalmente no hubiese hecho eso, porque sabe que quiero arruinarlo, pero ese día lo hizo. ¿Sabes por qué? – Chifuyu negó con la cabeza -. Porque creyó que estaba demasiado drogado para prestarle atención o entender.

- ¿Baja la guardia contigo solo en esos casos?

- Sí. Finjo todos los días que estoy borracho y reventado en drogas para que deje de desconfiar de mí. Pido todo con cargo a la cuenta de la ToMan para que Kisaki vea lo mucho que gasto en heroína, cocaína, marihuana, morfina, Aderall, Zanax, K… Ahora piensa que soy patético en vez de una amenaza. – Volvió a sonreír, arrogante y salvaje, tal cual como Chifuyu lo recordaba de adolescente -. Lamentablemente, de vez en cuando sí debo tomar algo para mantener el show andando, pero espero con ansias el día en que revele algo que me sirva para destruirlo.

Chifuyu negó con la cabeza, nervioso y confundido. ¿Es que acaso Baji no se daba cuenta de que con ese plan solamente se estaba autodestruyendo él mismo? Además de ser totalmente dañino para su salud física y mental, nada podía asegurar que Kisaki iba a volver a bajar la guardia y a revelar algo tan grave que permitiera su caída. Era más probable que Baji terminara matándose antes…

- ¿Y si no vuelve a hacerlo? Estás loco.

- Para ir contra alguien como Kisaki, no puedes hacer las cosas a medias. Es un riesgo que tengo que correr.

- Kisaki se va a dar cuenta si ve eso entre las compras – dijo apuntando el frasco con el antídoto para los opioides.

- ¡Cierto! Por eso la consigo yo mismo. – Baji se puso de pie y se le acercó para darle una fuerte palmada en el omóplato -. ¡Relájate, tengo todo bajo control!

- Dices eso ahora, pero no creo que estés bien. Tú mismo lo dijiste, ni siquiera quieres regresar a tu casa…

- Ah, olvídate de eso – dijo haciendo un gesto con la mano para restarle importancia -. No voy a mi casa porque está completamente intervenida con micrófonos y cámaras.

- ¿Qué? ¿Todo eso de los fantasmas era falso?

- Por supuesto que era falso. Esos muertos son de Kisaki, no míos. No pienso sentir culpa por ellos… Bueno, tal vez por un par – dijo encogiéndose de hombros -. Estaba siguiendo órdenes… Y era su pellejo o el mío.

- Pero… No tiene sentido – dijo sacudiendo su cabeza nuevamente -. No es posible que te quedes en un motel cada noche… ¿O sí?

- No cada noche. El espectáculo que viste hoy día no es de cada día, no podría – explicó rápidamente -. Pero, si necesitas saberlo, la mujer que estaba conmigo en el restaurante, la que se quedó… Ella se encarga de mí cuando tengo que tomarme un cóctel de drogas para aparentar. Ella me lleva a otras partes, dependiendo… Hoy día no fue necesario. Apareciste tú a salvar la situación – volvió a sonreír con la misma altanería de siempre -. En traje y todo. Muy elegante.

La mujer, pensó Chifuyu. Debía ser alguien importante, pero era sabido que la ToMan no tenía miembros mujeres, así que difícilmente era un aliado de Baji contra Kisaki dentro de la pandilla, así que probablemente se trataba de su pareja… Y sabía que era estúpido, pero le fue inevitable sentir celos.

- ¿Por qué me cuentas todo esto? Podría traicionarte y decirle todo a Kisaki.

- Hazlo si quieres, no me importa a estas alturas y probablemente me lo merezca de tu parte – dijo encogiéndose de hombros -. Pero no creo que lo hagas, porque no eres así.

- No me conoces.

- ¿Ah, no? Me viste en un aprieto y me ayudaste a pesar de que no nos veíamos hace doce años, a pesar de lo que te hice… Yo diría que sigues siendo el mismo Chifuyu que recuerdo.

Baji no le dio tiempo para replicar y se dejó caer en la cama, restregándose la cara con las manos, cansado. Pero, de cualquier forma, Chifuyu no hubiese sabido como responder a eso… Suponía que era cierto, en parte. Que sin importar lo mucho que hubiese cambiado en doce años, su núcleo, su esencia, seguía siendo el mismo, y en ese sentido, Baji sabía que podía confiar en él.

Aún así se sentía estúpido, ahí en medio de un motel en el barrio rojo de la ciudad en su uniforme impecable de piloto, en frente de un asesino de una mafia temida de Tokyo y Japón que acababa de contarle todos sus secretos como si nada… A él… ¿Por qué? La pregunta nunca había sido si Baji podía confiar en él, la pregunta era ¿por qué demonios lo hacía? ¿para qué si quiera correr ese riesgo?

Y más importante aún, ¿por qué él había llegado tan lejos y ahora estaba en una habitación con Baji cuando solo iba a pedirle un taxi? No podía darse el lujo de caer en esa dinámica, de volver a frecuentar esos círculos de nuevo. Tenía que cortarlo de raíz mientras pudiese.

- Baji, no quiero verte de nuevo – anunció con seriedad.

Pero el mensaje nunca fue recibido, porque el moreno ya estaba dormido.