Chifuyu se las arregló para abrir un ojo, luchando contra el sueño, y se encontró inmediatamente con los números en rojo de su reloj despertador digital, marcando que eran las dos de la mañana con veintisiete minutos. Su celular seguía vibrando ruidosamente sobre su mesa de noche, pero ahora que sabía la hora que era se apresuró para tomarlo y contestar, asumiendo que seguramente se trataba de una emergencia.
Su habitación estaba cubierta por un manto de oscuridad azulado, así que entrecerró los ojos cuando la luz brillante de la pantalla iluminada le dio directamente en la cara: Número desconocido. El corazón le latió deprisa, esperando que no fuese nada malo.
- ¿Aló?
- Hey…
- ¿Con quién hablo?
- Baji. Hey, escucha… Necesito tu ayuda.
- ¡¿Cómo rayos conseguiste mi número?! – preguntó incorporándose en la cama, molesto. Habían pasado casi dos meses desde que había dejado a Baji durmiendo en un motel, víctima de drogas y alcohol, y no habían vuelto a tener contacto luego de eso. Iba a colgar cuando Baji soltó un quejido, como si estuviera adolorido y la molestia se esfumó por completo -. ¿Baji?
- Por favor, ven a buscarme a la ubicación que te enviaré… Pronto. – Colgó el teléfono y Chifuyu entró en pánico.
La conversación había sido breve pero lo suficientemente inquietante como para preocuparlo de inmediato. Sabía que estaba pasando algo malo, que Baji estaba en problemas, tal vez herido o algo aún peor. Era de madrugada. No era exagerado esperarse lo peor, considerando el momento de la llamada y el tono que tenía Baji en su voz.
¿Una pelea que había salido mal? ¿Un escape de la policía o de otra pandilla rival? No, eso último era imposible: La ToMan tenía comprada a la mitad de la policía de Tokyo y la otra mitad les temía demasiado como para ir contra ellos, y ninguna pandilla de la metrópolis se les acercaba en tamaño o poder como para enfrentarse, sería un suicidio. ¿Había sido una sobredosis? O quizás… El peor panorama de todos se había cumplido y Kisaki había descubierto los planes de Baji.
Chifuyu se levantó con premura en medio de la oscuridad y comenzó a colocarse unos vaqueros con una mano, mientras con la otra revisaba el celular y veía la ubicación que Baji le había enviado por Whatsapp. Según podía notar, se trataba literalmente de un callejón en la parte trasera de un bar en Kabukicho, el distrito rojo más grande de Japón y del mundo.
Tomó las llaves y dejó su departamento con el corazón palpitando fuertemente contra su nuez. De verdad estaba nervioso. Nervioso ante la expectativa del estado en el que encontraría a Baji, nervioso sobre la idea de encontrarlo agonizando, nervioso sobre llegar tarde y perderlo de nuevo, aún si el moreno no se merecía esa preocupación.
La autopista que tomó normalmente hubiese estado congestionada (a cualquier hora, era imposible evitarlo) pero aquella noche, por suerte, fluía como seda suave, como si supiera que Chifuyu tenía que llegar a un lugar rápidamente. Las torres y edificios que rodeaban la calle lo bañaban bajo luces de colores brillantes de publicidades en pantallas gigantes mientras él manejaba por inercia, rápido, de memoria y automáticamente, atrapado en su cabeza.
Cuando le había dicho a Baji que no quería volver a verlo estaba hablando en serio, pero desde ese tonto y casual encuentro, Chifuyu no había podido dejar de pensar en él. Para bien, para mal o incluso para autocomplacerse en la mitad de una noche solitaria, el rubio se había encontrado a sí mismo constantemente recordando sus ojos color ámbar y su sonrisa engreída.
¿Hubiese sido mejor para él si Baji simplemente hubiera sido un drogadicto patético? Chifuyu tenía la teoría de que había sido el hecho de haberlo vuelto a encontrar y que el moreno siguiera siendo el mismo idiota arrogante, impredecible y valiente, lo que lo tenía totalmente de cabeza de nuevo…
Seguramente era débil y tonto por preocuparse tan rápida y fácilmente del hombre que le había roto el corazón; estaba loco por creer que quizás en los últimos doce años, Baji había cambiado algo y ya no volvería a traicionarlo de nuevo si es que retomaban algún tipo de relación… En los últimos dos meses incluso había vuelto a pensar en su expulsión de la ToMan, y ahora, a diferencia de cuando era un adolescente, estaba empezando a ver cosas que lo hacían creer que había algo más detrás de todo lo que había ocurrido.
¿Era lisa y llanamente estúpido por engañarse de esa manera?
Cuando por fin llegó al lugar, encontró el cuerpo del moreno colapsado sobre un montón de bolsas negras llenas de basura, y su corazón se detuvo violentamente en su pecho.
- ¡BAJI-SAN! – gritó mientras se apresuraba hacia él para girarlo. Lo encontró con los ojos cerrados, pero haciendo un débil esfuerzo por sonreír.
- "Baji-san" de nuevo, ¿eh? – preguntó suavemente. El sudor cubría su frente y su rostro completo.
- Pensé que estabas muerto – contestó, indignado. Si no hubiese sido por toda la sangre que veía en su ropa, le hubiera dado una colleja en la cabeza para demostrar su descontento.
- No… Lo dudo – dijo con dificultad -. Pero necesitaré ayuda para irme. Un imbécil me apuñaló – anunció – y me duele como los mil demonios.
- Te apuñalaron en el abdomen – dijo Chifuyu, mirando la herida con creciente preocupación. Para esas alturas la sangre teñía toda la mitad inferior de la camisa de Baji y la parte superior de sus pantalones… - ¡Tenemos que ir a un hospital ahora!
- Déjame decirte algo sobre esto… - Aún pálido como la cera y sudando profusamente, Baji tuvo el descaro de colocar su antebrazo tras su cabeza como si estuviera en medio de la playa en un día de verano -. Si realmente fuese mi abdomen estaría sintiendo tanto dolor que no estaríamos hablando en este minuto. Creo que fue entre mis costillas… Y por suerte, no alcanzó el pulmón. – Sacó un cigarro manchado de sangre desde su bolsillo y lo colocó entre sus labios secos y partidos - ¿Tienes fuego?
- ¡Por supuesto que no! ¡¿Qué mierda pasa contigo?! – replicó escandalizado. ¿Es que Baji nunca se iba a tomar nada en serio? ¿Ni siquiera su potencial muerte? - ¿Puedes caminar? Ven aquí.
El rubio se inclinó y tal cual como lo había hecho en el restaurante, dos meses antes, se las arregló para tomar a Baji y colocarlo en una posición que pudiera dividir el peso entre ambos y ayudarlo a caminar. El simple movimiento provocó que Baji profiriera un nuevo quejido de dolor y se arqueara hacia delante involuntariamente, pero antes de que pudiera volver a sugerir llevarlo a la sala de emergencias del hospital más cercano, el moreno habló.
- No puedo ir a urgencias, así que… Tengo que pedirte un favor – dijo sonriendo nerviosamente y dándole una mirada de disculpa -. ¿Puedes suturar la herida?
.
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Terminaron en el departamento de Chifuyu después de todo. Iba a tener que dar un montón de explicación a la administración de su edificio sobre el camino de sangre que Baji y él habían dejado desde la entrada hasta al ascensor, y luego en el pasillo de su piso hasta su departamento. Por suerte para él, hasta ese momento había sido un vecino estrella que nunca había causado ningún tipo de problema, ni siquiera una mínima queja por sonidos molestos, así que tal vez se lo dejarían pasar con solo una multa y no lo expulsarían del edificio.
Tal vez.
Chifuyu ayudó a Baji a llegar a su pieza, cada vez más nervioso. Había pensado durante todo el camino hasta su casa en cómo mierda iba a suturar la herida, claramente grande y profunda, cuando su experiencia con una aguja y un hilo se limitaba exclusivamente en cocer un botón en sus camisas. Apenas entraron a la habitación, Baji se soltó de su agarre para dirigirse al baño con una mano fuertemente presionada en la herida. Chifuyu vio como las gotas de sangre caían y salpicaban en su alfombra color blanco invierno y ni siquiera fue capaz de preocuparse por cómo iba a sacar las manchas una vez que Baji se fuera, demasiado histérico por la situación en sí.
El rubio se sentó en el borde de su cama e intentó secar sus palmas sudorosas en sus rodillas, mientras escuchaba el sonido del agua corriendo por el lavabo, y veía tras la puerta del baño a medio abrir la espalda de Baji lavándose las manos.
- Mierda… Mierda, mierda… ¡Mierda! – Baji se restregó las manos con fuerzas, pero terminó exasperándose y dándole un puñetazo inútil al lavabo de granito.
- ¿Estás bien? – preguntó, poniéndose de pie inmediatamente.
- Sí… Ya voy.
Por algún motivo Chifuyu creía saber lo que ocurría: La sangre que Baji tenía en las manos y que con tanto esfuerzo intentaba limpiar, no tenía nada que ver con la sangre que le salía a borbotones de la herida en la zona de sus costillas. Era de otra persona. Seguramente Baji había matado a alguien aquella noche y la evidencia estaba en sus manos, haciéndolo sentir culpable.
Pero el moreno volvió, limpiándose el agua de las manos en sus pantalones ya sucios e intentando lucir como si nada.
- ¿Buscaste hilo?
Chifuyu asintió, sintiendo una punzada de nerviosismo entre el estómago y el pecho.
- Quítate la ropa, por favor – sugirió el rubio, solo para ver como Baji arqueaba sus expresivas cejas sugerentemente -. ¡Es porque APESTAS! ¡Voy a lavarla!
Por supuesto que apestaba, considerando que se había pasado quizás unos treinta minutos o más tirado entre bolsas de basura y en un minuto hasta se había recostado relajadamente sobre ellas. Pero, por mucho que sus intenciones fueran inocentes, cuando vio al moreno sacándose la camisa tuvo que respirar profundamente para no ponerse rojo viendo su cuerpo descubierto…
Y bueno, para no volver a entrar en pánico tras constatar el nivel de la herida.
Chifuyu le alcanzó unos pantalones de pijama y luego fue rápidamente a echar la ropa sucia de Baji en el canasto de la ropa sucia, en el baño. Cuando regresó no pudo evitar sonreír para sí mismo al notar que los pantalones le quedaban cortos, terminándole en las canillas… Se veía gracioso, pero no dijo nada.
- ¿Has hecho esto antes alguna vez? – preguntó Baji, apuntando hacia el hilo y la aguja que reposaba sobre la cama.
- ¡Oh, claro! Atendemos a pasajeros apuñalados todos los días en los vuelos comerciales – respondió sarcásticamente. Baji soltó un resoplido entretenido, pero inmediatamente se llevó la mano a la herida, víctima del dolor que le había provocado ese pequeño movimiento -. No entiendo por qué no fuimos a urgencias, eso luce doloroso y horrible.
- Da lo mismo, el dolor es mi segundo idioma – dijo guiñándole un ojo con descaro. Chifuyu tragó saliva y respiró profundo para serenarse, de nuevo -. Además, es porque no puedo. Cuando tenemos una emergencia llamamos a una enfermera que perdió su licencia para que nos vea… Los hospitales no son seguros para los miembros de la ToMan – explicó -. Si un enemigo nos viera y se corre la voz, irían a balearnos ahí mismo y eso significaría poner en riesgo a otros pacientes, enfermeras, doctores y gente inocente. No tenemos que involucrarlos a ellos en nuestro mundo.
- Me estás involucrando a mí, ahora – lo molestó mientras comenzaba a verter alcohol sobre un parche de gaza que había cortado desprolijamente mientras Baji hablaba.
- Lo sé. Los malos hábitos no mueren nunca.
- Siéntate en la cama, si puedes.
Baji se sentó a los pies de la cama, reclinando su torso hacia atrás para que la parte herida quedara más bien estirada y así facilitar tanto las curaciones de Chifuyu como evitar que le doliera más de lo necesario. Siseó de dolor cuando sintió el alcohol frío y ardiente contra su herida abierta, pero intentó no demostrar su disconformidad al ver que Chifuyu suspiró, preocupado, y se concentró en sus manos.
La sangre que había estado originalmente seca y pegada en sus manos había salido mayoritariamente, pero los dedos aún se veían ligeramente rojos, como si se tratara de una tinta que no se podía limpiar del todo… No se había limpiado bien. Podía ver más sangre seca bajo sus uñas.
- Maté a alguien esta noche – habló. Chifuyu no reaccionó de manera especial ante la declaración, continuando sus labores de limpieza sobre la herida -. Uno de sus acompañantes me apuñaló… Corrí y me escondí, estaba demasiado herido como para quedarme a pelear.
- ¿Ordenes de Kisaki otra vez? – preguntó. Baji no respondió nada, así que se animó a seguir preguntando -. Los fantasmas de los que hablaste la otra noche… Sí son reales, ¿verdad?
- Oh, no me dejan en paz – respondió intentando sonar casual, como si hablara nada más del clima -. Pero está bien, Chifuyu. El tipo de hoy día sí que se lo merecía.
- ¿De verdad?
- Eso es lo que me digo a mí mismo cada vez que mato a alguien. Es lo que necesito creer.
Un silencio incómodo y pesado cayó como una cortina de agua fría entre ambos, porque ninguno de los dos sabía que más decir en esas circunstancias…
Solo bastó eso para que Chifuyu entendiera que no iba a poder alejarse de Baji de nuevo. Tal vez Baji no necesitaba que nadie lo salvara y tal vez Chifuyu tampoco tenía lo necesario para salvar a alguien, pero tras escuchar eso no podía simplemente hacerse el tonto y mirar a otro lado. No podía dejar a Baji solo, luchando contra Kisaki, sus fantasmas y contra sí mismo sin ayuda.
- Espera un momento – dijo de pronto - ¿No dijiste que Kisaki tenía tu casa intervenida? ¿No crees que tu celular también? ¿No crees que se dará cuenta de que me llamaste? ¿Qué pasa si cree que te estoy ayudando a tramar algo o si desconfía?
El de cabello negro nuevamente soltó un resoplido, divertido.
- ¿De verdad crees que no pensé en eso antes? A la fecha, tengo cuarenta y tres celulares desechables. Compré hace dos días el teléfono con el que te llamé esta noche, por si algo salía mal con la misión de hoy. Es prácticamente imposible que me lo hayan intervenido tan rápido.
- ¿Y qué hay de mi número? ¿Cómo lo conseguiste?
- Soy un miembro de la ToMan. - No se necesitaba mayor explicación.
Más calmado sabiendo que Baji había tomado todas las precauciones para que no los descubrieran socializando (si es que importaba de algo, si quiera), Chifuyu le dio una última mirada al tajo grande y grueso que Baji tenía a la altura de las costillas. Estaba limpio (pese a seguir sangrando) así que ya no podía seguir retrasando el momento ni continuar fingiendo que la herida no estaba lista Tenía que empezar a cocer.
- Voy a empezar.
- ¿Nervioso?
- Sí.
- Lo siento. Lo haría yo, pero no creo que alcance bien por la posición.
- Está bien, Baji, yo lo hago – interrumpió, sonando mucho más decidido y confiado de lo que realmente se sentía, porque interiormente era un manojo de nervios. Enhebró la aguja con un hilo de pesca, rogando que fuese correcto para hacer la sutura, sin tener la más mínima idea de lo que estaba haciendo.
Volvieron a caer en el silencio mientras Chifuyu enterraba la aguja en la piel del moreno por primera vez, histérico. No quería demostrarlo ni poner ninguna cara que delatara lo asustado que estaba, esforzándose por verse estoico… Pero su mano temblaba con cada movimiento y era notorio.
Al menos, Baji no se quejó de dolor cuando la aguja traspasó la piel ni cuando tiró del hilo.
- Lo estás haciendo bien – le aseguró Baji y el rubio finalmente comenzó a relajarse.
- ¿Qué hay de los demás? ¿Los chicos? – preguntó para cambiar el tema y distraerse de estar suturando una herida abierta y sangrante -. ¿Kisaki también los obliga a hacer cosas horribles? ¿Alguno se fue de la ToMan? No he vuelto a ver a nadie…
- Los chicos están muertos.
- ¿Qué?
- Todos están muertos.
- ¿De qué estás hablando?
- Draken murió hace unos cuatro meses en el centro de detención de Katsushika, después de que le dieron la pena de muerte cuando tenía dieciocho.
- Oh… Lo lamento.
De verdad lo hacía. Que no lo hubiese visto en doce años no significaba que todo el afecto y la admiración que sentía por el rubio se hubiese esfumado por completo. Y que lo hubieran encerrado en prisión y le hubiesen dado la pena de muerte siendo tan joven le hablaba a gritos de lo mal que tuvieron que haber estado las cosas en la ToMan, lo mucho que todos se debieron descarriar… Porque Draken era de lo más tranquilos y maduros del grupo que él conoció, al punto de que la noticia le parecía incluso difícil de creer…
- Kisaki le tendió una trampa para deshacerse de él y así tener el camino libre para manipular a Mikey – le explicó Baji, reclinándose un poco más en la cama para tensar su piel y facilitarle la sutura a Chifuyu -. Kisaki mandó a matar a Emma y apuntó los dedos hacia los tipos de una corporación que estaba teniendo negocios con la ToMan. Habían peleado con Mikey sobre dinero justo una semana antes… Draken estaba furioso y fuera de sí, quería vengarse… Y los mató a todos.
- No puedo creer que Emma también…
- Desde ese momento Kisaki pasó a ser la mano derecha de Mikey. Imagínatelo después de perder a Draken y a Emma. Mikey comenzó a actuar erráticamente… - Chifuyu podía saber solo con mirar y oír el tono de voz de Baji que al moreno le provocaba tristeza hablar de Mikey.
Alguna vez habían sido amigos de infancia, mejores amigos… La presencia de Mikey en la vida de Baji había moldeado todas las decisiones importantes de su vida, desde la fundación de la ToMan hasta la muerte de Shinichiro. Seguramente, si Kisaki de verdad lo odiaba tanto y lo quería fuera del camino, Baji podía haber dejado la ToMan tan pronto hubiese querido… Pero, no había forma de que éste fuese a dejar a Mikey atrás y solo como si nada, ¿verdad?
- El siguiente fue Mitsuya. Fue el único que se atrevió a ir directamente en contra de una orden de Kisaki, el único que le hizo frente. Estábamos en medio de una cena con los líderes de divisiones y administradores de la ToMan, que ya había crecido bastante para ese entonces… Y Mitsuya dijo que prefería morir que convertirse en un perro de Kisaki, así que Kisaki le disparó ahí mismo y lo mató… Como a un perro.
Chifuyu dejó de suturar para mirar a Baji con asombro. No conocía más a Mitsuya de lo que conocía a Draken, pero por algún motivo saber que había muerto y más encima, de esa manera, lo había hecho sentir aún más desolado… Porque los había conocido en plena adolescencia, con toda la vida por delante y todo el potencial.
Quizás si él hubiese seguido en la ToMan, hubiera terminado igual que el resto.
- ¿Cómo Mikey permitió que Kisaki se quedara en la ToMan después de eso?… Mitsuya era su amigo y uno de los miembros fundadores.
- Mikey estaba en la mesa con nosotros. Vimos todo y ninguno hizo nada para detener a Kisaki… - contó, bajando la mirada por primera vez. De todas las cosas horribles que Baji había hecho, hasta el momento parecía ser la única de la que le daba vergüenza hablar -. Los sesos de Mitsuya estaban por toda la pared, todos nosotros entre impactados y asustados como para hacer algo y Mikey simplemente se paró y se fue. Lo único que dijo fue que ya no tenía hambre.
Los ojos del rubio se habían llenado de lágrimas en algún momento del relato y ni siquiera lo había notado hasta que había intentado retomar la sutura con los ojos vidriosos y la vista empañada. Sabía que Baji lo había echado de la ToMan, así que no tenía sentido, pero no podía evitar si no sentirse culpable por no haber estado ahí, por no haber vivido exactamente lo mismo, por no haber estado junto a sus amigos en los peores momentos.
Culpa de Baji o no, los había dejado a todos atrás en el mejor momento de la Tokyo Manji, sin pensar lo horrible que se iba a poner.
- ¿Qué hay de Kazutora?
- Kazutora se fue en contra de Kisaki no mucho después… No fue como lo de Mitsuya, era más bien como si le irritara que Kisaki tuviera tanto poder en la ToMan. Tuvieron una guerra fría por un par de meses, pero no tuvo ningún sentido. Kisaki ya tenía la aprobación de Mikey mientras que a Kazutora lo odiaba. El único motivo por el que lo dejó volver a la ToMan fue porque le rogué. A veces pienso que fue Mikey el que lo mató.
- ¿No sabes quién lo mató?
- Solo encontré su cuerpo con tres tiros en el pecho. Pudo haber sido cualquiera – dijo encogiéndose de hombros -, pero si fue Mikey, no puedo odiarlo por eso… Todo lo que ocurrió fue mi culpa.
- ¿Por qué sería tu culpa, Baji? – preguntó suavemente – Lo único que hiciste siempre fue intentar que la ToMan volviera a la normalidad, que Mikey volviera a aceptar a Kazutora para que los miembros fundadores volvieran a estar juntos.
- Justamente por eso – dijo sonriendo con tristeza -. Porque lo que había pasado no era normal y yo lo forcé.
- Hiciste lo que creíste mejor.
- Y fallé miserablemente. Mis amigos están muertos y ahora soy el único que queda de la ToMan que conociste. Pa y Pe, muertos. Smiley y Angry, muertos. Mucho está muerto también. Mikey está desaparecido hace meses y es solo cosa de tiempo para que yo también me muera. Ni siquiera sé por qué llegué tan lejos y mientras más lo pienso, más me doy cuenta de que no hay un motivo en especial, simplemente he tenido suerte. Por eso no importa cuántas drogas use… Lo único que importa es que me lleve a Kisaki conmigo. No puedo simplemente matarlo, eso sería demasiado rápido, simple y aburrido para alguien como él. Estoy seguro de que a ese maldito cobarde le aterra la idea de irse a la cárcel, a un lugar en donde no tenga la protección de alguien más fuerte y el resto pueda hacer lo que quiera con él… Y sabe mejor que yo, que ha cometido suficientes crímenes como para quedarse en la cárcel para siempre.
- A este punto es solo venganza. Si ya están todos muertos y Mikey está desaparecido, tal vez… Simplemente sea tarde para ir contra Kisaki. ¿No puedes solo dejar la ToMan y vivir el resto de tu vida?
- La ToMan fue mí idea – dijo comenzando a enojarse -. Es mía, no voy a dejarla en manos de ese imbécil.
- Está bien, no quise—.
- ¿Y qué si quiero vengarme? – lo interrumpió - ¡Me merezco vengarme después de todas las mierdas que ha hecho!
- Baji, no quise alterarte. Olvida lo que dije, ¿sí?
El moreno desvió la mirada, molesto y orgulloso, pero asintió con la cabeza.
- Además, con todo lo que sabe Kisaki sobre mí también me metería a la cárcel. Es una carrera por quién lo hace primero. Estoy seguro de que el único motivo por el que no le ha dado mi expediente a la fiscalía todavía es porque le divierte más arruinarme la vida desde dentro… Pero en el minuto en que me vaya, lo hará sin dudar.
Chifuyu hizo un nudo al final de la sutura y finalmente, después de lo que pareció un tiempo eterno (pese a que seguramente no habían sido más de veinticinco minutos), terminó. Se veía horrible, rudimentario y desprolijo, y seguramente sería un milagro si no se infectaba, pero al menos Baji ya no estaba sangrando.
Cuando fue a colocar un parche de gaza sobre la sutura, Baji lo detuvo tomando su muñeca y provocándole un escalofrío ante el mero contacto. Había sido como un pequeño shock eléctrico directo a su piel por el toque del moreno que provocó que lo mirara directamente a los ojos, como queriendo preguntarle si él también lo había sentido.
- No lo cubras. Tienes que dejar que se oxigene.
- Oh, claro – balbuceó el rubio.
El ambiente había cambiado por completo tan de la nada. Chifuyu tragó saliva ruidosamente sin despegar la vista de los ojos amarillos de Baji, que le devolvían la mirada. Chifuyu prácticamente podía sentir la intensidad de esa mirada sobre su piel. Era como si ambos estuviesen en trance, atrapados en medio de una bruma invisible a los ojos.
- No quiero que mueras, Baji-san – dijo casi en un susurro.
El de cabello negro tiró de Chifuyu hacia él para colocar una de sus manos tras la cabeza del rubio y besarlo, intensa y apasionadamente, casi agresivo, casi como si lo necesitara. Sin poner ningún pero, Chifuyu se dejó caer suavemente sobre el otro, intentando dejar un espacio para no presionar su herida, pero aun así no tuvo éxito en ocasionarle dolor. Baji se quejó por el simple ajetreo del movimiento entre ambos cuerpos.
- ¿Te lastimé? Lo siento – dijo preocupado.
- Ya te lo dije, el dolor es mi segundo idioma – respondió contraatacando inmediatamente para besarlo de nuevo, dejando que sus dedos y sus manos subieran y bajaran por el torso del rubio, su espalda, sus brazos, su cuello, como si no pudieran quedarse quietos.
Para Chifuyu era aun más sencillo, estando Baji sin camisa bajo de él. Pese al golpe de adrenalina que hacía sentir su cuerpo vibrando, acalorado y excitado, se esforzó por tomarse su tiempo y tocarlo suavemente, pasando nada más las yemas de sus dedos por sobre la piel suave del moreno, provocándole escalofríos y pequeños temblores involuntarios.
- Chifuyu… - jadeó suavemente. El sonido de su nombre saliendo de la boca de Baji, así, fue directo a su entrepierna.
Quería desvestirlo por completo y desvestirse él también, quería tocarlo y explorar su cuerpo, dejar que Baji hiciera lo mismo con él, quería besarlo y descubrir cada lugar de su cuerpo, descubrir qué le gustaba, qué lo hacía vibrar. Quería frotar su cuerpo contra el del moreno, complacerlo y tener sexo toda la noche, hasta que amaneciera. Y parecía que Baji quería exactamente lo mismo, a juzgar por la forma en que lo tocaba de regreso, desesperadamente.
Pero no podían.
- Baji – lo detuvo, haciéndose para atrás con la respiración entre cortada.
El hombre abrió los ojos, desorientado. Tenía sus pupilas dilatadas por la excitación y sus mechones desordenados de cabello negro contrastaban maravillosamente contra su cubrecama de plumas… Era una completa visión y seguramente algún día se odiaría por haberse detenido, pero era lo correcto.
- ¿Qué pasa?
- Estás herido y vulnerable y—.
- Me da lo mismo – interrumpió.
- Lo sé, pero a mí no – dijo sonriéndole tranquilizadoramente para que no se enfureciera o frustrara ante la negativa -. No podría estar calmado sabiendo que puedo provocarte dolor… Y tampoco quiero que nuestra primera vez juntos sea así, ¿está bien?
Baji suspiró, pero no dijo nada y después de un par de segundos asintió, rendido.
- Pero… Quiero que te quedes de todas formas – continuó el rubio -. Si tú quieres…
El de cabello negro azabache simplemente sonrió y enterró su cara en la curvatura entre el cuello y el hombro de Chifuyu, y desde ahí, asintió nuevamente.
