Holaaaaaaaaaas! bueno sii como lo ven un nuevo capitulo y muy prontito jojojojo Pos el jueves entregue el primer capitulo de mi tesis (son dos asi ke y tengo la mitad lista XDD) por eso ando happy...

Bueno solo les recuerdo ke rurouni kenshin no me pertenece asi como tampoco la idea de este fics... Esto es solo una adaptacion, con mis cambios obvios ke no me gustanron pa naa algunas cosas del libro ...

Bueno sin mas ke decir nos venos abajop o


La Hermana de Hielo.

Capitulo 2.

La casa de los Chandler estaba situada sobre un terreno de doscientos metros cuadrados; tenía una casa auxiliar de ladrillo rojo, y una enorme parra fuera del profundo porche que rodeaba tres de los lados de la casa. Con los años, Tokio había convertido el terreno en un hermoso jardín. Los olmos que había plantado durante los primeros años de vida en aquella casa eran ahora árboles maduros y proporcionaban una agradable sombra que protegía a las plantas y flores del sol ardiente de Colorado. Las distintas y ordenadas marañas de flores estaban separadas por senderos de ladrillo, y en ellas se escondían estatuas de piedra y bebederos para los pájaros. Tokio siempre ponía flores frescas de su jardín en cada uno de los cuartos de la casa.

Muy bien — dijo Megumi mientras Kaoru se inclinaba para oler una rosa de su jardín — , quiero saber qué está sucediendo.

— No sé de qué me estás hablando.

— De Kenshin Himura

Kaoru hizo una pausa con la rosa en la mano.

Primero lo vi en la tienda del señor Wilson y luego nos saludó comino a casa.

— No me estás contando todo.

Kaoru se volvió para mirar a su hermana.

Quizá no tendría que haberme entrometido, pero parecía que el señor Himura iba a disgustarse y quise evitar una pelea. Por desgracia, fue a expensas de May Alice — Kaoru relató a Megumi los comentarios desagradables de la señorita Pendergast.

No me gusta que te mezcles con él.

— Hablas igual que Sanosuke.

— ¡Por una vez tiene razón!

Kaoru rió.

Deberíamos anotar ese día en la Biblia familiar. Megumi, te juro que después de esta noche no volveré a mencionar el nombre del señor Himura.

— ¿Esta noche?

Kaoru tomó un trozo de papel que tenía escondido dentro de la manga.

Mira esto — dijo — . Lo ha traído un mensajero. Me invita a cenar a su casa.

— ¿Y con eso? Se supone que esta noche tienes un compromiso con Sanosuke¿no es así?

Kaoru ignoró el comentario.

Megumi, me parece que no te das cuenta del alboroto que esa casa ha ocasionado en el pueblo. Todo el mundo ha tratado de conseguir una invitación para ver el interior. Han llegado personas de todo el estado para verla, pero a ninguna la han invitado a entrar. Incluso una vez le sugirieron al señor Himura que invitara a un duque inglés que pasaba por aquí, pero el señor Himura se negó a recibir al comité que fue a verlo. Y ahora, me invita A MI.

Pero tienes otro compromiso. El gobernador estará allí. Y él es más importante que el interior de cualquier viejo caserón.

— No puedes entender lo que fue — replicó Kaoru fijando la mirada en un punto distante — . Año tras año veíamos el tren llegar y descargar las cajas para esa casa. El señor Saito dijo que el propietario no construía una vía suplementaria hasta su propiedad porque quería que todos viesen pasar las cosas por la ciudad. Había cajas de madera de distintas partes del mundo. Oh, Megumi, sé que allí traían los muebles y los tapices. Tapices de Bruselas.

— Kaoru, no puedes estar en dos lugares a la vez. Prometiste asistir a la recepción y debes cumplirlo.

Kaoru jugueteó un momento con la rosa y luego dijo:

Cuando éramos pequeñas podíamos estar en dos lugares al mismo tiempo.

Megumi tardó un minuto en comprender.

¿Quieres que cambiemos de sitio? — preguntó sorprendida — . ¿Quieres que pase una noche con Sanosuke fingiendo que me gusta, mientras que tú vas a conocer la casa de un hombre lujurioso?

— ¿Qué sabes sobre Kenshin para llamarlo lujurioso?

— ¿Así que Kenshin? Pensé que no lo conocías.

No cambies de tema. Megumi, por favor, cambiemos de lugar, sólo por esta vez. Iría otra noche, pero me temo que el señor Saito me lo prohibiría, y no volveré a tener otra oportunidad como esta. Sólo será un pequeño desliz antes de casarme.

— Hablas del matrimonio como si fuera la muerte. Además, Sanosuke se daría cuenta en seguida de que no soy tú.

— No si te comportaras. Sabes muy bien que ambas somos buenas actrices. Yo me disfrazo de vieja cada miércoles. Lo único que debes hacer es mantener la calma y no discutir con él, evitar hablar sobre medicina y caminar como una dama y no como si estuvieras huyendo de un incendio.

Megumi tardó en contestar, pero Kaoru vio que su resistencia se estaba debilitando.

Por favor, Megumi, te lo suplico. Yo nunca te pido nada.

— ¿Sólo estas interesada en la casa y no en Himura?

Kaoru supo que había ganado. Megumi trataba de parecer reacia, pero por alguna razón, aceptaría. Kaoru esperó que Megumi no tratara de que Sano la llevara hasta la enfermería.

¡Por amor de Dios! — exclamó Kaoru — . He asistido a cientos de cenas y recepciones y hasta ahora ninguno de los anfitriones me ha hecho perder la cabeza. Además, habrá otras personas — por lo menos, eso esperaba. No quería que volvieran a apretujarla contra una pared.

De repente, Megumi sonrió.

¿Después de la boda, me permitirás decirle a Sano que pasó una velada conmigo? Haría cualquier cosa por ver qué expresión pone en ese momento.

— Por supuesto que sí. Sano tiene muy buen sentido del humor, y estoy segura de que la broma le parecerá divertida.

— Eso lo dudo, pero por lo menos yo voy a disfrutarla.

Kaoru abrazó a su hermana.

Vayamos a prepararnos. Tendré que ponerme algo para estar acorde con esa casa, y tú tendrás que usar el vestido de satén azul.

— En realidad me pondría mis pantalones, pero creo que eso me delataría¿no te parece? — dijo Megumi mientras seguía a su hermana hacia la casa.

Lo que ocurrió a continuación fue una tormenta de indecisión. Kaoru revisó todo el guardarropa que le habían preparado para la boda con el fin de tratar de encontrar el vestido adecuado.

Por fin se decidió por un vestido de color malva con brocado gris plata; el escote cuadrado del vestido estaba adornado con piel de armiño, y las mangas cortas y abullonadas eran de gasa, también de color malva. Escondería el vestido en una de las maletas de cuero que Megumi siempre llevaba con sus instrumentos de medicina y se cambiaría en la casa de Tae.

No quería usar el teléfono por temor a que alguien la oyera, así que le dio un penique a uno de los muchachos de Randolph para que le llevara un mensaje a su amiga Tae Mankin, cuya casa quedaba cerca de la mansión de Kenshin. Le pediría que dijera que Megumi estaba con ella por si alguien llegaba a preguntar.

Megumi comenzó a quejarse otra vez, como si Kaoru la enviara a una misión imposible. Y también protestó durante veinte minutos contra el corsé que le ajustaba la cintura para que le entrara el vestido de satén azul. Pero cuando Megumi se miró al espejo, Kaoru supo, por el brillo de sus ojos, que no le desagradaba tanto su apariencia.

Los pocos minutos que pasaron en la sala en compañía de su madre y el señor Saito fueron una verdadera diversión para Kaoru. El cómodo vestido de Megumi la hacía sentirse mal vestida, y además sostuvo una interminable discusión con el señor Saito.

Cuando llegó Sanosuke, disfrutó molestándolo a él también. La reservada frialdad del joven y el modo en que defendía su actitud de superioridad la encolerizaban, de manera que se alegró cuando llegaran a la casa de Tae. Fue un alivio separarse de Sano y Megumi.

Se reunió con Tae a la sombra de un inmenso algodonero que tenían en el jardín y subieron a su cuarto por la escalera de atrás.

Megumi — susurró Tae mientras la ayudaba a vestirse — , no tenía idea de que conocieras al misterioso señor Himura. Me gustaría poder acompañarte esta noche; supongo que Kaoru también querría hacerlo. ¿Te ha contado sobre aquella vez que...? No, quizá sea mejor que no diga nada.

— Sí, quizá sea lo mejor — replicó Kaoru — . Ahora debo irme, deséame suerte.

Cuéntame todo mañana. Quiero oír cada detalle sobre los muebles, los suelos y el techo — recomendó Tae mientras acompañaba a su amiga por la escalera.

Lo haré — prometió Kaoru mientras tomaba el sendero que conducía a la casa del señor Himura. Odiaba tener que llegar sin carruaje, como un ladrón o un vagabundo, pero no podía arriesgarse a perder esa oportunidad.

El camino circular la condujo al frente de la casa; dos alas blancas se extendían hacia cada uno de los lados. Vio que había una baranda y se preguntó si la casa tendría terraza.

La puerta de entrada era blanca, con dos grandes paneles de vidrio insertados. Mientras trataba de espiar el interior, se acomodó el vestido y trató de calmar los latidos de su corazón antes de llamar a la puerta. A los pocos minutos sintió unos pasos en el interior de la casa.

Kenshin Himura, que todavía llevaba la misma ropa que aquella tarde, le abrió la puerta en persona y sonrió al verla.

Espero no llegar demasiado temprano — dijo Kaoru mirándolo a los ojos y esforzándose en no desviar la mirada hacia el interior de la casa.

Justo a tiempo. La cena está lista — Kenshin Himura retrocedió y Kaoru dio los primeros pasos hacia el interior de la casa.

Justo frente a la entrada, había una escalera doble con un pasamano de bronce. la sostenían unas columnas blancas con intrincados grabados que llegaban hasta los paneles del techo. Era un estudio decorado en tonos blancos y dorados, con una luz tenue que bañaba todo en una dorada calidez.

¿Le gusta? — preguntó Kenshin, obviamente divertido por su expresión.

Kaoru recuperó como para recordar cerrar la boca.

Es lo más hermoso que haya visto jamás — logró decir.

Kenshin se acomodó la chaqueta con gesto de orgullo.

¿Quiere recorrer un poco o prefiere comer?

— Recorrer — respondió Kaoru mientras devoraba cada rincón con la mirada.

— Entonces, vamos — replicó Kenshin poniéndose en movimiento.

— Este pequeño cuarto es mi oficina — explicó al abrir la puerta de una habitación que medía tanto como la planta baja de la casa de los Kamiya. Estaba revestida en madera y tenía una chimenea de mármol junto a la pared. Pero en el centro de la habitación había un viejo y destartalado escritorio de roble con dos sillas de cocina. Había papeles desparramados por todas partes.

— Y esta es la biblioteca.

No le dio tiempo a seguir mirando y la llevó a una habitación inmensa y vacía, con paredes de paneles dorados llenas de estantes vacíos. A gran parte de la pared le faltaban los paneles y se podía ver el cemento de la construcción.

Ahí van unos tapices, pero todavía no los he colgado — comentó al salir de la habitación — Y a esto lo llaman la gran sala de estar.

Kaoru apenas tuvo tiempo de ver un gran recinto de color blanco sin ningún mueble, antes de que Himura le mostrara una pequeña sala, un comedor pintado de un color verde pálido, y luego la condujera a la parte de servicio.

Esta es la cocina — dijo sin tener necesidad de aclararlo — . Siéntese — le señaló una gran mesa de roble y unas sillas que debían provenir del mismo lugar que las del escritorio de su estudio.

Cuando se sentaron, Kaoru vio que el borde de la mesa estaba manchado de grasa.

Esta mesa y el escritorio son del mismo juego — observó ella con cautela.

Sí, los compré en Sears, en Roebuck — dijo mientras llenaba unos potes con un líquido que sacaba de una gran olla sobre la estufa de hierro — . También tengo varias cosas arriba, cosas bonitas. Hay una silla de terciopelo rojo con borlas amarillas.

— Parece ser una pieza interesante.

Himura colocó un recipiente con una especie de guiso grasiento delante de Kaoru y se sentó.

Coma antes de que se enfríe.

Kaoru tomó la enorme cuchara y revolvió un poco la comida.

Señor Himura¿quién diseñó su casa?

— Un hombre del este¿por qué¿Le gusta, no es así?

— Mucho; sólo quería saber...

— ¿Qué? — le preguntó Kaoru con la boca llena de guiso.

Por qué está tan vacía, por qué las habitaciones están vacías, sin ningún mueble. Nosotros, los habitantes de Chandler, vimos llegar cajones llenos de artículos a la casa una vez que la terminaron. Todos pensamos que contenían muebles.

El la observaba mientras Kaoru revolvía la carne en el recipiente sin tocarla.

Compré muchos muebles, tapices y estatuas. En realidad, contraté a un par de hombres para que compraran todo por mí, y ahora lo tengo guardado en el ático.

— ¿Guardado? Pero ¿por qué? Su casa es tan hermosa y usted vive solo, con un empleado y ni siquiera tiene una silla donde sentarse. Excepto las que compró en Sears, de Roebuck, claro.

— Y bien, señorita, por eso la he invitado a venir. ¿No come? — le quitó el recipiente y empezó a comer el guiso de Kaoru.

Kaoru apoyó los codos sobre la mesa y lo observó fascinada.

¿Por qué me ha invitado, señor Himura?

— Supongo que sabe que soy muy, muy rico y que soy bueno ganando dinero. Después de los primeros cinco millones, el resto es fácil, pero la verdad es que no sé cómo gastarlo.

— ¿No sabe cómo...? — murmuró Kaoru.

Bueno, claro que puedo hacer una compra en Sears, pero cuando se trata de invertir millones, tengo que contratar a otras personas. Para construir esta casa le pedí consejo a la esposa de un hombre y ella me recomendó alguien a quien podía encargársela. Me dio el nombre de un individuo, lo llamé y le pedí que me construyera una casa hermosa, y él me construyó esta casa. También contraté a esos dos hombres que le he dicho para que eligieran los muebles. Todavía no he visto lo que han comprado.

— ¿Por qué no hizo que los hombres le instalaran los muebles?

— Porque a mi esposa podría no gustarle el modo en que lo hicieran y cambiaría todo, de modo que quise evitar un trabajo doble.

Kaoru se reclinó en la silla.

No sabía que estuviera casado.

— Todavía no lo estoy, pero ya la he elegido.

— Felicitaciones.

Kenshin le sonrió a través de la barba.

No puedo tener a cualquier mujer en esta casa. Tiene que ser una verdadera dama. Una vez alguien me dijo que una verdadera dama era un líder, una mujer que lucharía por una causa justa, que defendería a los desvalidos y seguiría manteniendo el sombrero bien erguido. Una verdadera dama puede petrificar a un hombre con la mirada. Y eso fue lo que ha hecho usted hoy, Kaoru.

— ¿Cómo dice?

El alejó el recipiente vacío al otro lado de la mesa y se inclinó hacia delante.

Cuando llegué a esta ciudad, todas las mujeres comenzaron a provocarme, y cuando yo las ignoré se comportaron como las prostitutas que son. Los hombres se mantuvieron alejados y se rieron, algunos se enfadaron, pero nunca me dijeron nada. Y ninguno fue amable conmigo, excepto usted.

— Señor Himura, debe haber otras mujeres que...

— Ninguna de ellas me defendió como lo hizo usted hoy, y ¡el modo en que me miró cuando la toqué! Me dejó petrificado.

— Señor Himura, creo que debo retirarme — a Kaoru no le gustaba el rumbo que había tomado la conversación. Estaba sola con aquel hombre grandote y poco educado; nadie sabía que ella estaba allí.

Quizá pueda enviarme una carta; ahora debo irme.

— Venga afuera conmigo; tengo muchas plantas — dijo como si fuera un niño pidiendo un gran favor.

Kaoru esperó no tener que arrepentirse de lo que hacía, pero quizás esas plantas fueran un bello jardín.

Sí, era un jardín, lleno de rosales y árboles y capullos de distintas flores.

Es tan hermoso como la casa — comentó la joven, deseando poder explorar los senderos que se veían bajo la luz de la luna — . ¿Qué es lo que tenía que decirme, señor Himura? Debo partir enseguida.

— Sabe, cuando usted era pequeña, yo solía observarla. Usted jugaba con Enishi Fenton; claro que nunca se dio cuenta de que yo la miraba. Yo me ocupaba del establo — dijo con cierta tensión, luego se relajó — Siempre me pregunté cómo sería usted cuando creciera, siendo una Kamiya y jugando con los Fenton, pero salió realmente buena.

Gracias — dijo Kaoru sorprendida por lo que acababa de oír sin saber adónde quería llegar él con esa conversación.

Lo que quiero decirle es que tengo treinta y cuatro años, más dinero del que pueda gastar, una casa vacía y un ático lleno de muebles que aguardan para ocupar su lugar, y también quiero que alguien me encuentre una cocinera para que yo y Aoshi no tengamos que comer nuestros propios guisos. Lo que necesito, señorita Kaoru Kamiya, es una esposa, y he decidido que la quiero a usted — dijo las últimas palabras con tono triunfante.

Kaoru tardó un momento antes de poder hablar.

¿Yo? — murmuró.

Sí, usted. Creo que es adecuado que una Kamiya viva en la casa más grande de toda la ciudad; además, hice que la investigaran. Estudió en los mejores colegios y sabe cómo comprar cosas. Y sabe cómo dar fiestas, como las que solía dar la esposa de Jay Gould. También le compraré unos platos de oro si quiere.

Kaoru trataba de recuperarse del impacto, y lo primero que hizo fue girar sobre sus talones y alejarse.

Espere un momento — agregó HImura corriendo a su lado — ¿Qué le parece si fijamos fecha para la boda?

Ella se detuvo y lo miró.

Señor Himura, permítame ser lo más clara posible. En primer lugar, ya estoy comprometida con otra persona. Además, aunque no lo estuviera, no sé nada sobre usted. No, no me casaría con usted aunque me lo pidiera como corresponde — se volvió y partió.

¿Es eso lo que realmente quiere¿Qué le haga la corte? Le enviaré un ramo de rosas todos los días hasta la boda.

Ella se detuvo, respiró hondo y se volvió a mirarlo de frente.

No quiero que me haga la corte. De hecho, no estoy segura de querer verlo de nuevo. He venido a conocer su casa y le agradezco que me la haya mostrado. Ahora, señor Himura, quiero irme a casa, y si quiere una esposa, quizá debería buscar entre las muchas mujeres solteras de esta ciudad. Estoy segura de que podrá encontrar a otra "verdadera dama" — Kaoru se volvió y se dirigió apresuradamente hacia la salida.

¡Maldición! — exclamó Kenshin cuando ella ya había partido.

Aoshi lo aguardaba junto a la escalera.

¿Y bien?

— Me ha dicho que no — respondió Kenshin disgustado — . Prefiere a ese pobretón de Sagara. Y no me digas "te lo dije". Todavía no he terminado. Antes de que termine voy a hacer que la señorita Kamiya sea mi esposa. Tengo hambre. Vayamos a buscar algo para comer.

Kaoru entró en su casa sin hacer ruido y subió la escalera de puntillas. El señor Saito confiaba plenamente en Sanosuke, de modo que no la controlaban cuando salía con él.

Cuando llegó a su cuarto vio que su madre la miraba desde la puerta de su dormitorio con el entrecejo fruncido. Quizás estuviera así porque se suponía que Kaoru debía ser Megumi, pero acababa de entrar en el cuarto de Kaoru. Sin duda, su madre había adivinado el juego y no le gustaba demasiado.

Pero Tokio Saito amaba a sus hijas, y no cuestionaba lo que ellas hacían; además, Kaoru sabía que su madre nunca las delataría ante el señor Saito.

Cuando Kaoru comenzó a desvestirse, su mente volvió a revivir aquella excitante velada, esa casa tan hermosa, tan vacía y descuidada. ¡Y el propietario se la había ofrecido! Por supuesto, él entraba en el paquete, pero todos los regalos venían atados con hilos.

Se sentó frente a su vestidor y comenzó a aplicarse crema en el rostro. Ningún hombre la había tratado como Kenshin Himura lo había hecho esa noche. Había vivido toda su vida en ese gran pueblo o pequeña ciudad y todos sabían que ella era la última descendiente de la familia fundadora. Había crecido consciente de que era como una especie de posesión que debía ser adquirida, como "si ninguna fiesta, estuviera completa sin la presencia de uno de los Kamiya". Cuando llegaron los ricos y prominentes Sagara del este, Kaoru era apenas una niña y todo el mundo creía natural que una Kamiya y un Sagara se unieran en matrimonio.

Kaoru siempre hizo lo que le ordenaron. Megumi en cambio, siempre se enfrentó a la gente. Con los años, Kaoru aprendió a hacer exactamente lo que se esperaba de ella. Todos creían que se casaría con Sanosuke Sagara, de modo que lo había aceptado. Como era una Kamiya, debía ser una dama, y lo había conseguido.

Disfrazarse de mujer gorda y vieja para poder entrar en los campos mineros era lo único que se había permitido hacer durante toda su vida que no estuviera de acuerdo con el rol de una dama; y eso era un secreto.

Al mirarse en el espejo, descubrió una mirada de temor pensando en lo que le diría Sanosuke si supiera la verdad sobre Kaede. A Sanosuke le gustaban las cosas a su modo. Sabía exactamente lo que quería de la vida: ninguna sorpresa.

Se puso de pie y comenzó a desabrocharse el corsé. Esa noche había vivido una aventura, la única antes de convertirse en la señora de Sanosuke Sagara.

Una vez que se liberó del corsé, respiró hondo y dejó que su mente vagara sin rumbo¿Qué diría un hombre como Kenshin Himura si se enterara de que su esposa conducía una carreta destartalada todos los miércoles?

Bien, querida – dijo Kaoru en voz alta, imitando una voz gruesa — , asegúrate de mantener erguido el sombrero. Como las verdaderas damas.

Trató de reprimir la risa y se echó sobre la cama. Todos los del pueblo se sorprenderían si aceptaba la oferta del señor HImura.

Se sentó de repente porque se le ocurrió una idea¿Qué se pondría el señor Himura para la boda? Quizás un traje rojo con borlas amarillas.

Terminó de desvestirse y se puso el camisón. Le había agradado haber recibido otra propuesta matrimonial, por lo menos no todo el mundo pensaba que era propiedad privada de Sanosuke. Todos, incluso ella misma, sabían cómo sería su futuro. Ella y Sano habían pasado tanto tiempo juntos que Kaoru ya sabía lo que él tomaba para el desayuno o de qué manera quería que le doblaran las camisas.

La única cuestión desconocida era la noche de bodas. Bien, quizá después de esa noche, Sanosuke no esperaría que ella lo volviera a hacer en bastante tiempo. No era que no le gustaran los hombres, en particular después de lo sucedido la noche anterior a que su amiga Ellie se casara, pero a veces sentía que cuando Sanosuke la tocaba era... incestuoso. Amaba a Sano, sabía que no tendría dificultades para convivir con él, pero la sola idea de acostarse con él...

Se metió en la cama y se cubrió dispuesta a dormir. Pensó cómo le iría a Megumi en compañía de Sanosuke. Sin duda, al día siguiente estaría de mal humor porque habrían discutido. No podían pasar varias horas juntos sin pelearse.

Con un último suspiro, se quedó dormida. Hoy había vivido una aventura, mañana regresaría a la rutina de su existencia diaria.

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Kaoru tuvo que esquivar las insinuaciones de Sanosuke cuando subía al carruaje, y volvió a pensar que todos se comportaban de manera extraña. Megumi había tratado de evadirla durante toda la mañana y tenía los ojos enrojecidos como si hubiera estado llorando. Kaoru deseó que Megumi y Sano no hubiesen tenido una gran pelea la velada anterior, y que Sano no hubiera descubierto el cambio. Kaoru había tratado de hablar con su hermana sobre la noche anterior, pero Megumi la miró como si estuviese a punto de quitarse la vida y luego salió corriendo de la habitación.

A las once, Sano fue a buscarla para salir de merienda y Kaoru oyó como Megumi y él discutían desde la puerta. Para su mayor confusión, Sano había tratado varias veces de tocarla en la calle y Kaoru pensó que tendría que terminar pegándole una bofetada.

Confusa, se sentó junto a Sano en el carruaje. El guió los caballos sin decir una sola palabra, pero iba sonriente. Kaoru comenzó a relajarse. Nada malo había sucedido la víspera si él sonreía de esa manera.

Sano la llevó a un lugar apartado, lleno de rocas y árboles altísimos, a varios Kilómetros de la ciudad. Jamás habían estado antes allí.

La ayudó a bajar apresuradamente del carro, y apenas tocó el suelo, la abrazó. Kaoru se ahogaba y luchaba por respirar, de modo que al principio no oyó lo que le decía.

No pensé en otra cosa más que en ti ayer por la noche – susurró — . Sentía el perfume de tu cabello sobre mi ropa, podía sentir el calor de tus labios sobre los míos, podía...

Kaoru logró apartarse.

¿Qué? – preguntó casi sin aliento.

El comenzó a desatarle el cabello y la miró de forma extraña.

¿No vas a ser tímida conmigo ahora, no es así¿No volverás a ser como eras antes de anoche, no?

Mientras Sano hablaba, Kaoru comenzó a pensar, sin poder creer que lo que ya era obvio. Megumi no había podido... ¿No había podido entregarse a Sano, no es así? No, imposible.

Kaoru, me has demostrado que puedes ser diferente, de modo que no tienes necesidad de volver a convertirte en la princesa de hielo. Ahora sé cómo eres de verdad, y te digo que si no vuelvo a ver jamás a la mujer fría de antes, me sentiré mucho más feliz. Ahora, ven, acércate y bésame como lo hiciste anoche.

Kaoru se dio cuenta de que Sano le estaba diciendo que Megumi era extraordinaria. No sólo había disfrutado de la velada con Megumi sino que además no quería volver a ver a la mujer fría con quien estaba comprometido. Ella retrocedió unos pasos.

¿Estás diciéndome que anoche me comporté de forma diferente de cómo soy habitualmente¿Qué fui... mejor?

El sonrió y continuó elogiando la forma de ser de Megumi.

Sabes que así es. Nunca te había visto comportarte de ese modo. No sabía que podías ser de esa manera. Te reirás de esto, pero estaba comenzando a creer que no eras capaz de sentir una verdadera pasión, que debajo de esa apariencia oscura había un corazón de hielo. Pero si puedes tener una hermana como Megumi, que en seguida hace un incendio de la menor chispa, algo de eso debías tener también tú.

Sano volvió a abrazarla y la besó con pasión en la boca. Kaoru logró apartarse y comprobó que Sano estaba molesto.

Estás llevando este juego demasiado lejos – dijo – No puedes ser apasionada durante un minuto y frígida en el siguiente. ¿Tienes dos personalidades?

Kaoru quería gritarle que se había equivocado de persona, que él estaba comprometido con la hermana frígida y no con la mujer ardiente que parecía pretender.

Sano pareció leerle el pensamiento, porque de repente su expresión cambió.

Eso es imposible¿no es así, Kaoru? – preguntó – Dime que no es verdad lo que estoy pensando. Nadie puede ser dos personas a la vez.

Kaoru sabía que lo que había comenzado como un simple juego se había convertido en algo serio. ¿Cómo podía Megumi haberle hecho algo así?

Sano se alejó y se dejó caer sobre una roca.

Tú y tu hermana cambiasteis los puestos anoche? – le preguntó con suavidad — . ¿Pasé la noche con Megumi y no contigo?

De alguna manera, Kaoru logró responder:

Sí.

Tendría que haberlo sabido desde un principio: qué bien manejó ese suicidio y ni siquiera sabía que era la casa que le había comprado para ella; para ti. Supongo que no quería darme cuenta. Desde el momento en que dijo que quería ir hasta allí para ver si podía ayudar en algo, me sentí tan complacido que no le hice ninguna pregunta. Tendría que haberme dado cuenta cuando la besé... ¡Malditas las dos! Supongo que os habréis divertido haciéndome pasar por tonto.

— Sano – murmuró Kaoru apoyándole una mano en el brazo. No sabía qué decirle, pero tenía que intentar explicárselo.

Sano se volvió y la miró de una forma que la atemorizó.

Si sabes lo que te conviene, no digas una sola palabra. No sé qué os sucedió a las dos para jugarme una broma tan sucia, pero te diré que no me agradó ser la víctima. Ahora que tú y tu hermana os habéis divertido a expensas mías, tengo que decidir qué hacer sobre lo que sucedió anoche.

Sanosuke la acompañó hasta su casa y casi la echó del carruaje antes de alejarse.

Megumi estaba de pie en el porche.

Tenemos que hablar – le dijo Kaoru. Megumi asintió y siguió a su hermana hacia el jardín, cerca de los rosales.

¿Cómo has podido hacerme una cosa así? – preguntó Kaoru — . ¿Qué clase de moral tienes que sales con un hombre una vez y te vas a la cama con él¿O estoy exagerando¿Te acostaste con él anoche?

Megumi asintió sin decir nada.

¿Después de una sola noche? – agregó Kaoru incrédula.

¡Pero te estaba representando a ti! – dijo Megumi — . Estáis comprometidos y pensé que vosotros... Después de la forma en que me besó, estaba segura de que vosotros...

— ¿Nosotros qué? – gritó Kaoru — . ¿Quieres decir que pensaste que nosotros hacíamos el amor¿Crees que te habría pedido que ocuparas mi lugar si eso hubiese sido verdad?

Megumi escondió el rostro en las manos.

No lo pensé. No podía pensar. Después de la recepción me llevó hasta su casa y...

— Nuestra casa – corrigió Kaoru — . La casa que he estado decorando durante meses, preparándola para mi casamiento.

— Había velas, y caviar y champán, mucha champán. El me besó y yo bebí mucho champán, y las velas encendidas y la forma en que me miraba y... no pude contenerme. Oh, Kaoru, lo siento. Me iré de Chandler. No tendrás que volver a verme. Sanosuke nos perdonará después de un tiempo.

— No me cabe duda de que él te besó y tú viste todo rojo – comentó Kaoru con tono sarcástico.

Con chispas doradas y plateadas – añadió Megumi con tono serio.

Kaoru se quedó mirándola. ¿De qué estaba hablando¿Del champán y las velas¿Sano había tratado de seducir a su prometida¿Había planeado algo para pasar la noche con la hermana equivocada?

¿Era Megumi la hermana equivocada?

¿Cómo eran sus besos? – preguntó Kaoru con suavidad.

Megumi la miró sorprendida.

No me tortures. Trataré de arreglar las cosas para ti, Kaoru, te lo juro, no importa lo que tenga que hacer. Yo...

— ¿Cómo eran sus besos? – volvió a preguntarle.

Megumi sollozó y Kaoru le alcanzó un pañuelo.

Tú sabes cómo son. No necesitas que te los describa.

— No creo saberlo.

Megumi tenía hipo.

Fueron... hermosos. Nunca pensé que un hombre tan frío como Sano llegara a ser tan ardiente. Cuando me tocó... – Megumi miró a su hermana — . Kaoru, iré a verlo y le explicaré que todo fue mi culpa, que fue idea mía cambiar los lugares y que tú no tuviste nada que ver. Nadie más que nosotros tres debe saber lo que sucedió anoche. Nos sentaremos a conversar los tres y él comprenderá lo sucedido.

Kaoru se inclinó hacia delante.

¿Lo hará¿Cómo le explicarás que yo quería pasar la noche con otro hombre¿Vas a decirle que cuando te tocó te excitó tanto que no pudiste contenerte? Será un buen contraste con la frígida señorita Kaoru Kamiya.

— ¡Tú no eres frígida!

Kaoru permaneció en silencio durante un momento.

De lo único que hablaba Sano era de lo maravillosa que fuiste anoche. Después de eso no va a querer a alguien sin experiencia.

Megumi levantó la cabeza.

Yo nunca había hecho el amor antes. Sano es el primero.

Kaoru no estaba segura de si sentía deseos de echarse a reír o si sentía admiración por su hermana. Ella tenía terror de la noche de bodas y ni todo el champán del mundo la haría reaccionar como Megumi había reaccionado. Los besos de Sano nunca le habían hecho perder la cabeza.

Kaoru¿me odias? – preguntó Megumi en apenas un murmullo.

Kaoru pensó. Era extraño, pero ni siquiera se sentía celosa. Su única preocupación era que Sano querría que ahora ella hiciera lo mismo. ¿Cómo lo lograría? Quizá Megumi lo había aprendido en la escuela de medicina, pero en la escuela de señoritas a la que Kaoru había asistido, jamás mencionaron lo que una dama hacía en el dormitorio.

— Me miras de una forma extraña.

Kaoru estuvo a punto de pedirle que le contara los detalles de la noche anterior, pero no pudo.

No estoy enfadada – replicó — . Sólo necesito tiempo para adaptarme. ¿No estás enamorada de Sano?

Megumi la miró horrorizada.

¡No¡Nunca¡Esa es la última cosa del mundo!... ¿El te ha hablado mucho sobre mí, hoy?

Kaoru apretó los dientes al recordar que Sano le había dicho que siempre era tan fría, salvo anoche...

Tratemos de olvidar todo el asunto. Hablaré con Sano cuando se le pase el enfado y trataremos de mantener el secreto entre los tres. Nos sentiremos extraños durante un tiempo, pero estoy segura de que encontraremos una solución. No permitiremos que una cosa así se interponga entre nosotras. Nuestra amistad es más importante que este incidente.

Gracias – susurró Megumi, e impulsivamente la besó — . Nadie tiene una hermana así. Te quiero mucho.

Megumi parecía sentirse mejor; a Kaoru la asaltaron ciertas dudas, pero trató de alejarlas de su mente por absurdas. Amaba a Sano, siempre lo había amado y había planeado casarse con él desde que era una niña. Este pequeño incidente, esta noche pasada con la hermana equivocada no cambiaría las cosas¿o sí?

Por supuesto que no – se dijo en voz alta. Luego se alisó la falda y se dirigió a la casa. Una sola noche no podía borrar tantos años de noviazgo.

Continuara...


Holas otra vez... espero ke hayn disfrutado mucho el capitulo porke esta entrete.. jojojo ASi ke kenshin kiere una verdadera dama y pos Megumi se metio con Sano el novio de Kaoru... pos vaya ke enredo... veremos como se soluciona esta cosa XDDD

Beshos a todas las ke dejan reviews o

y a las k no hare ke nuki chaskee los dedos T.T

las kerooooo

ja ne

Ghia-chan... KazukoRK, 3D+VG y FUPKA (unete al frente unitario para ke las kazukos actualicen XDDDD)