DISCLAIMER: "Harry Potter" y todos sus personajes concernientes son propiedad intelectual de J. K. Rowling junto con sus respectivos socios comerciales. Esta obra sólo es la realización de una fan de esta obra original sin el ánimo ni fin de lucrar con ella, así también se aclara que la autora del siguiente escrito no percibe ninguna ganancia de cualquier tipo por el mismo.

ADVERTENCIA: Este fanfiction es de contenido slash (homosexual); así que si hay homofóbicos (o personas con ideas afines a éstos) o chicos de edad no apta a punto de leer esta historia quedan advertidos de ello y con la sugerencia de que abstenerse a leerla para evitar sentirse agredidos en su persona...

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AUTORA: Sehren Kou

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Letra en bastardilla: Parte de un texto o pensamientos

NDS: Comentarios, a veces sin sentido, de la autora

CE— Cambio de escena por lugar o tiempo

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· CAPÍTULO III ·

Un par de irises grisáceos se mantienen fijos en el firmamento que puede apreciarse gracias a un gran ventanal rectangular a su costado izquierdo; la oscuridad se cierne por completo en el cielo pero lo que atrae la atención del dueño de ese cuerpo laxo que se mantiene relajado en aquel cómodo diván, es la nieve que cae lentamente, formando un pequeño monte en las orillas del ventanal.

— ¿En qué piensas, Draco?

— Mañana es navidad

— Lo sé, ya compré tu regalo

— ¿Sabes, Julius? Es mi primera navidad sin él… aunque no sé… tampoco es que en realidad hayamos compartido alguna

Draco gira su faz y observa fijamente la figura de ese hombre realmente atractivo que le acompaña: calvo, ojos de un llamativo tono oscuro de verde, piel de un hermoso tono ébano, complexión atlética y bastante alto.

Juius sonríe de manera encantadora y cruza sus largas piernas, dejando que sus lentes de micas redondas sin moldura resbalen hasta la punta de su nariz; coloca un pequeño cuadernillo en la mesa de estilo Arts & Crafts a su lado izquierdo y toma una paleta del cuenco de estilo Art Nouveau llena de varias de diversos sabores.

— ¿Y cómo te sientes ante esa idea?

El rubio extiende su mano derecha y enseguida Julius se inclina hacia delante para darle una paleta; al recibirla Draco nuevamente gira su faz y abre el empaque del dulce muggle para observar de manera ida el nevado paisaje que se despliega sobre todo Londres. Su rápido curso sobre el mundo muggle le ha servido bastante para terminar de reconocer que los muggles no son el todo salvajes; su conocimiento general al específico como el arte y la decoración le ha permitido no sólo reconocer los finos y elegantes muebles de ese amplio salón sino para incorporarse sin muchos problemas a ese mundo de las personas sin magia.

Pero ahora mismo está en medio de su terapia con Julius Sever, squib de 38 años, hijo de una de las mejores medibrujas de la comunidad mágica con especialidad en fertilidad, bruja que decidió ser madre soltera; pero Julius no sólo es hijo de una destacada medibruja sino que cuenta con una respetable reputación propia como psicomago en el mundo mágico y como psiquiatra en la esfera muggle, además de contar con un fino gusto de la elegancia, una mente aguda y un estricto sentido del honor que le han valido ser merecedor de la confianza total de Draco Malfoy.

— Mucha nostalgia por que con él todo era aun más especial… mucho dolor al recordar su especial entusiasmo a la hora de elegir los presentes para Ginevra y como se escapaba, según él sin que yo me diera cuenta, para ir a pasar algunas horas con ella… bastante confusión por que lo que creí fueron siete navidades han sido sólo tres y las cuales me las pasé dormitando… bastante frustración y enojo por haber tenido que pasar esto cuando me sacrifique para ayudarlo…

— ¿Odio?

— No, odio no… estoy seguro de que si él hubiera matado frente a mí a mi padrino o a mi madre, seguramente no habría hecho preguntas y le hubiera mandado sin más un avada kedavra… duele pero esa es la verdad… detesto lo que hizo pero el dolor ciega y eso es algo de lo que mejor sé…

— ¿Le perdonas, entonces?

— No me ha pedido perdón y otorgárselo sólo por que todo mundo le deba la paz de la comunidad mágica tampoco es algo que me apetezca…

— ¿Entonces?

— Nada, simplemente nada…

— Mhnn… – tomando anotaciones – ¿Qué presentes has comprado para tu padrino y su esposa?

Transcurre una media hora más entre comentarios e interludios de silencio por parte del rubio hasta que la sesión termina. Julius se levanta y extiende su mano para ayudar al rubio a levantarse, ambos se colocan sus abrigos y demás prendas abrigadoras para salir juntos hacia la calle.

Julius se despide de las personas con las que se van topando mientras Draco anda con paso tranquilo y expresión indiferente en su faz, balanceándose suavemente su larga trenza a lo largo de su espalda; un peinado bastante peculiar, su cabello sujeto a la altura de la nuca con un arillo de plata para comenzar a trenzarse hasta la mitad donde otro arillo idéntico se mantiene firme mientras el resto del cabello se mantiene suelto. A pesar de todo muestra una apariencia impecable y única con sus prendas caras y elegantes; un traje de corte italiano en color negro azulado, corbata de seda azul cobalto, camisa oscura, abrigo negro y zapatos hechos a la medida, también italianos.

Ambos se detienen frente a las puertas del ascensor y cuando las puertas se abren, Draco da un ligero respingo de sorpresa, pero enseguida reacciona y entra al aparato; a veces todavía se sorprende de esos artefactos muggles y no puede evitar reaccionar por el desconcierto. Ha sido confuso y algo atemorizante el irse a vivir al mundo muggle pero de igual manera bastante reconfortante ante la ausencia de su magia y refrescante al ir descubriendo el peculiar modo de vivir de aquellos no magos.

Cuando salen del edificio de inmediato les golpea el aire gélido del invierno, Julius se acomoda su bufanda y Draco saca sus guantes del abrigo negro largo para colocárselos, mientras sus pálidas mejillas toman un suave tono carmín debido al golpe del aire contra su delicada piel.

De pronto el rubio se queda quieto, con sus manos sujetando su bufanda a medio acomodar y levanta su mirada gris para observar el cielo oscuro. Su terapeuta jala su gorro de las orillas mientras se queja del intenso frío, pero al ver el raro estado del chico se agacha y truena sus dedos frente a él.

— ¿Qué sucede?

— ¿Por qué no caminamos al sitio de taxis?

El ojiverde asiente aprobador pero sin borrar la expresión analítica de su faz; así comienzan a caminar juntos, en completo silencio pero no sólo de esos incómodos sino de los que presagian algo delicado. Toma aire profundamente y apretuja aún más sus manos dentro de los bolsillos de su abrigo, copos aislados comienzan a caer y observa como muchas personas siguen realizando sus compras navideñas.

Cuando finalmente llegan al sitio de taxis más cercano, Draco inclina ligeramente su faz mientras se acomoda mejor sus guantes, comenzando a hablar suavemente y casi sin mover los labios.

— Nos están siguiendo… ve al caldero chorreante y usa la red flu para despistar, tal vez ir a visitar a tu madre a San Mungo sea una buena opción, hay mucha gente ahí…

— ¿Qué dices? – perplejo

— Hay un rastro de energía mágica, es vaga pero no nos ha perdido la pista desde que salimos del edificio; no me preguntes quien es por que no la reconozco del todo… yo entraré a los servicios de la tienda tras nosotros y usaré mi traslador de emergencia, pero tú debes irte o nos cogerán juntos y ahí si que no podremos hacer nada sin magia

Julius baja su mirada y observa la poca nieve acumulada sobre la acera, se adelanta y abre una de las puertas traseras del vehículo, el plan del chico es lo mejor por el momento ya que el traslador sólo sirve para Draco, él no tiene magia y quedaría indefenso a cualquier ataque de ese misterioso mago, lo cual sería malo para ambos. Da la dirección y antes de que arranque el auto le murmura un "cuídate mucho, por favor" al rubio.

Draco exhala lentamente mientras observa como el auto negro se aleja, da la media vuelta con calma y entra directamente a la cafetería. Remueve con normalidad y trata de evitar a los muggles para no tener problemas; cuando llega a la puerta de los servicios, la empuja y al ver que no hay nadie cerca activa su traslador sin perder el tiempo, una imitación de galeón hecho de oro blanco.

De inmediato siente el familiar tirón en su ombligo y en medio del torbellino de colores y la fuerte ráfaga de viento frío golpeándolo, suelta un profundo suspiro de alivio. De pronto el camino se abre y llega a su destino, descendiendo sin problemas en medio del hall de Snape Manor.

— ¡Draco!

Gira su faz hacia las blancas escalinatas de mármol y ve a la esposa de su padrino bajando con pesadez por las escaleras, intentando llegar lo más pronto posible abajo para verlo. Mueve la cabeza negativamente y corre a ayudarla, no es bueno que una mujer en sus últimos días de embarazo ande esforzándose de esa manera.

— ¿Estás bien?

— Yo soy la que debería preguntar, has usado el traslador ¿no, ¿pasó algo malo?

Draco abre los ojos como platos al sentir las manos de ella aferrándose a sus brazos, abre la boca para contestarle pero sus cuerdas vocales se mantienen paralizadas.

Sabe que su padrino y ella le quieren en su modo pero hace tanto tiempo que no ve arranques emocionales de ese tipo, de alguien preocupándose sinceramente por él, no por culpa ni por deber, sólo por que así es.

— ¡Severus! – Levantando momentáneamente su mirada hacia la planta alta – ¡Severus!… Draco, dime ¿qué te pasó, ¿estás lastimado?

— Yo…

Baja su mirada gris y observa sus manos enguantadas, abre de nueva cuenta la boca para hablar pero para su sorpresa termina diciendo algo completamente distinto a lo que quería decir.

— Sólo abrázame

La bruja lo observa con sorpresa pero le hace caso y lo abraza lo más estrechamente posible que su vientre le permite, siente como con cierta vacilación él le devuelve el gesto y comienza a acariciarle la espalda para tranquilizarlo. Levanta su mirada violácea y ve como su marido se acerca con preocupación hacia ellos, le hace una seña con una mano y ambos se mantienen silenciosos.

Draco no había mantenido ningún tipo de acercamiento hacia ellos, desde su crisis por Potter simplemente se mantenía distante, luchando por sí mismo sin buscar el apoyo de nadie y ahora, el que se aferre al cuerpo de ella al parecer es un paso más para poder traspasar la burbuja en la que se ha encerrado el rubio.

"

Pero más tarde, en la comodidad de la habitación que siempre le aguarda en la mansión Snape, sale de la ducha y camina hacia un largo espejo que está junto a su armario. Ve el reflejo de sí que le devuelve el objeto y sus pálidas manos se forman en puños.

No es el chico altanero orgullosamente pura sangre que traicionó al Lord para ayudar a la Orden del Fénix… tampoco es el chico retraído sin mucho orgullo y dolorosamente enamorado que fue en aquella ilusión… así que la imagen que le brinda el espejo le es desconocida, no sabe quien es…

No tiene diecisiete años… tampoco veinticuatro… sino veintiuno… Se siente tan viejo a veces, otras tan joven… ha vivido tanto y a la vez nada que todo en él pende de un filo hilo…

Estira su mano y pasa la yema de sus dedos por el reflejo de su rostro, analizando lentamente cada rasgo del mismo. Realmente no se reconoce. Su mano comienza a temblar y de pronto con ambos puños golpea fuertemente la superficie del espejo.

Pero sigue golpeando con ímpetu los pedazos que siguen contra el respaldo y el marco de madera del fino objeto; cuando todo cae se tira al suelo y continúa golpeando los cristales sobre el suelo. Ignora el dolor de los finos trozos de cristal enterrándose en su delicada piel, la sangre manchando la mullida alfombra color arena y el sonido de sus puños chocando ante cada uno de los tantos restos del espejo.

¿Quién diablos es?…

¿Quién demonios debe ser?…

CE —

Harry observa fijamente el aparador de la joyería frente a él, baja su mirada al suelo y nuevamente la levanta; da un paso hacia la puerta del establecimiento y luego retrocede. Se lleva las manos hacia su cabello desordenado e instintivamente se lo revuelve aún más; no sabe que hacer, su cabeza es un completo lío.

Ve de nueva cuenta la sortija de compromiso con ese brillante rosa en forma de corazón engarzado y que tanto le encantó a ella pero que a él le resulta tan cursi y ligeramente tan de mal gusto. Suelta un último suspiro y comienza a alejarse de ahí, ha tomado una difícil decisión pero sabe que es lo mejor.

La idea de pedirle matrimonio esa noche, en plena cena de noche buena, ha sido desechada pero no sólo eso, sino que en un par de días hablará con ella y terminará con esa relación que no va a ningún lado; no hoy ni mañana, ya que sería muy brusco y doloroso hacerlo en plenas festividades pero después será inevitable.

La quiere pero algo falta; no es ese amor pasional y que resta el aliento a la vez que acelera el pulso lo que los une a ambos, sino uno tranquilo y a veces hasta aburrido. Sabe que a su lado tendrá un hogar, una gran familia, una bonita casa en los suburbios mágicos y la vida tranquila sin grandes sobresaltos que alguna vez deseó, pero a la vez pública y participativa socialmente. Pero no quiere eso; desea una vida en la que haya momentos de pequeñas sorpresas, besos robados, acciones imprevistas, risas traviesas, muchos o pocos hijos pero un número decidido por ambos, una casa en la campiña y por supuesto, nada de entrevistas ni la vida pública que ahora mantiene y que seguramente se mantendría si siguiera con ella.

Patea una lata de soda en el suelo y sigue caminando, siendo el pequeño objeto su único acompañante en esa larga y fría caminata solitaria, al ser pateada la lata repetidamente por el "Salvador-Del-Mundo-Mágico"; quien a pesar de todo se siente vacío y sin un rumbo fijo en su vida, hasta sus estudios para auror le parecen ahora tan insignificantes.

Se detiene frente al edificio alto y elegante ubicado en el mismo New Bond Street y cercano a la fina joyería donde estuvo a punto de adquirir ese caro pero tonto anillo de compromiso. Observa las puertas cerradas de cristal y recuerda la gran casualidad que tuvo a lugar el día anterior: encontrar al mismísimo Draco Malfoy saliendo de aquel edificio acompañado por un desconocido; no pudo evitarlo y le siguió, silenciosamente y de manera sigilosa pero está seguro que de alguna forma descubrió su acción el rubio ya que desapareció en aquel pub sin dejar rastro alguno.

— Malfoy…

Susurra entre dientes y otro suspiro escapa de sus labios. Siempre de alguna manera Draco Malfoy ha conseguido su atención y ahora no es la excepción; aunque por razones distintas a las del pasado, antes eran por los clásicos pleitos juveniles entre ambos, principalmente causados por el rubio, y ahora por la culpa que le carcome el alma por el chico de ojos de bruma.

Si sólo supiera que hacer

CE —

— Hoy saldremos de nuevo…

Julius asiente mientras toma notas y Draco se mantiene sentado en el diván, ya no acostado sino golpeando suavemente el cristal del ventanal, tratando de llamar la atención del pequeño petirrojo que lo observa curioso del otro lado del vidrio.

— Hoy es tu cumpleaños

— Me invitó al cine… me encanta el cine, es una de esas cosas que a veces me hacen pensar que después de todo no son tan ignorantes los muggles de la magia… y me gusta pasar el tiempo con él

— Pero me habías hablado que no es una relación meramente platónica… al menos para él… – haciendo a un lado la libreta

— ¿Y qué quieres que haga? ¿Que renuncie a su compañía sólo por que no pienso románticamente en él?

— Eres muy drástico, Draco… no tienes por qué renunciar a nada, tienes derecho a ser feliz, a disfrutar de la vida y de las amistades que formes con el tiempo

— ¿Entonces? – cruzándose infantilmente de brazos

— Debes mantener un equilibrio… Philipe no merece hacerse falsas ilusiones ¿o sí?

— No… no se lo merece, es horrible…

Draco baja su faz y descruza sus brazos, observando nervioso sus dedos hasta que de pronto una paleta de fresa cae sobre sus piernas, levanta su mirada y ve la tranquila sonrisa que tan bien caracteriza a su terapeuta.

— Vamos, te invito a tomar un poco de té en el Carmen Room; después de todo es tu cumpleaños ¿no?

— ¿Eh?

— No te hagas el difícil, sé lo que te encantan esos bocadillos tan divertidos

Draco sonríe débilmente y asiente, levantándose con cierta pereza para alcanzar a Julius, quien ya está esperándolo en la puerta.

Es su cumpleaños y disfrutar de un buen momento con las personas que lo rodean no tiene nada de malo, ¿no?…

(NDS: El "Carmen Room" es un salón del hotel Berkeley en Londres, donde a la hora del té sirven bocadillos con formas de prendas finas de ropa, muy exclusivo el sitio cabe mencionar)

Tanto él como Julius caminan distraídamente, ya luego tomarán un transporte que los lleve a su destino pero por ahora seguirán caminando por las distintas calles que se encuentran, después de todo es parte de la terapia de Draco, así como un relajante pasatiempo. Se topan con un llamativo escaparate y se detienen para que el rubio pueda observar con gusto las bonitas piezas de cristal de diversas formas y colores que se exhiben.

— Disculpe…

Draco es empujado accidentalmente y levanta su faz con el ceño fruncido a ver al sujeto que casi lo tira, topándose con una profunda mirada azul oscuro que lo observa de manera apenada, la mano derecha de aquél sosteniéndolo firmemente del brazo para evitar que se hubiera caído y una bonita sonrisa en sus labios.

— No se preocupe…

Responde amablemente mientras se deshace del agarre, observando con cierta curiosidad al extraño: cabello rojo de un tono quemado, pecas cubriendo el puente de su nariz y parte de sus mejillas dándole un encantador toque infantil a sus firmes facciones, piel clara pero con un tono bronceado al parecer por pasar bastante tiempo al aire libre.

Julius arquea una ceja e introduce sus manos a los bolsillos de su pantalón, observando divertido la manera en que ambos hombres se estudian mutuamente, en especial el pelirrojo ya que sólo le hace falta tener la boca abierta para completar el cuadro de sorpresa y arrobamiento que le embarga.

La gente pasa junto a ellos y tras escuchar un comentario molesto de un transeúnte, el pelirrojo se ríe tontamente y agacha de inmediato a recoger los paquetes que dejó caer por evitar la caída de Draco. Éste le observa y también se agacha, hasta que ambos extienden sus manos para tomar la misma pequeña caja y por ende chocan; el ojiazul le observa de soslayo y el rubio se sonroja ligeramente mientras retira rápidamente su mano.

Draco toma los paquetes que reunió y se levanta, observando aún más curioso al desconocido, ya que hasta ahora es que se ha percatado de la esencia mágica tan clara en él. Cuando el pelirrojo se endereza no le entrega los paquetes de inmediato y éste le ve con mayor curiosidad si es posible; entonces Draco procesa de nuevo las características físicas de éste y de golpe le extiende las cosas.

— Weasley, ¿no?

— Charles Weasley, lo siento ¿te conozco?

Draco entorna su mirada pero al sentir un codazo poco elegante de su acompañante se evita la respuesta grosera que estuvo a punto de soltar y en cambio niega con la cabeza. Este miembro del clan Weasley nunca lo había conocido y por ende no tiene realmente ninguna mala experiencia ni real ni ficticia con él y no sería justo tratarlo mal, aunque por mera costumbre el impulso de atacar/defenderse de uno de ellos sea muy fuerte; debe ver esto como otro paso para seguir adelante, así que se presenta aunque de manera cortante.

— Draco Malfoy…

Charlie abre los ojos como platos y sin disimular su mirada, observa de arriba abajo al rubio, hasta que suelta un suave chiflido de admiración. Había escuchado comentarios sobre el atractivo de los Malfoy y aunque conoció a Lucius Malfoy, nunca se imaginó que el chico molesto del que hablaban sus hermanos pequeños fuera tan… perfecto…

— Es un gran placer el conocerte, Draco Malfoy – extendiendo con cierta dificultad su mano derecha

Draco arquea una ceja ante la peculiar manera en que el pelirrojo ha pronunciado su nombre, casi arrastrando seductoramente las palabras.

— Estoy seguro de ello, Weasley – estrechando su mano

— Llámame Charlie, por favor

Julius sonríe ampliamente al ver la actitud del rubio, accesible pero mostrando carácter, algo que ya hacia cierto tiempo que no manifestaba según sabe.

Esto parece prometedor…

CE —

— ¿Por qué estas tan nervioso? Claro, si puede saberse Philipe

— Pasagá pog mí para ig al cine, es su cumpleaños

Harry gira los ojos en sus órbitas mientras observa como su castaño compañero de clases mueve inquietamente su pie izquierdo, en espera de las palabras del profesor para salir disparado y cambiarse de ropa, ya que según tiene entendido el chico por quien suspira el francés es muggle o squib, y el pasear por el Londres no mágico con su uniforme de la academia no sería muy discreto.

— ¿Y ya me dirás quien es el que te trae de cabeza? Aunque bueno… es muy probable que ni lo conozca, daría igual…

— Se llama Draco… – pronunciando claramente – Draco Malfoy… todo mundo ha escuchado alguna vez hablag de él o su familia

Harry se queda boquiabierto y deja de tomar apuntes al escuchar la respuesta soñadora del otro, quien ahora suelta un suspiro al recordar a su rubia obsesión.

— Es tan… tan… Megglín! – nuevo suspiro –… no existen palaggas para desquibiglo… ¿lo conoces?

— Fuimos compañeros en Hogwarts… – tono vago

— ¡¿En seguio! Lo que daguía ahora por habeg estudiado en Hogwats y no en Beauxbatons… ¡¿Y cómo ega él! ¡Anda, cuéntame todo con lujo de detalles!

— ¡Ustedes dos! ¡Castigados con el aseo del salón por escandalosos!

Harry se encoge en su asiento mientras el francés asiente de manera ida sin darle importancia a que el borrador del pizarrón le haya dado en plena cabeza, hasta que procesa lo que implican las palabras de la instructora en el preciso instante en que la clase termina.

— ¡Pgofesoga Rowling! ¡Pog favog!

Harry se levanta y comienza a organizar sus cosas antes de empezar con el aseo del aula, sin darle importancia al teatro que el castaño está armando con la profesora para zafarse del castigo y poder salir con tiempo a su encuentro con Malfoy.

Malfoy…

Un escalofrío recorre su columna vertebral al pensar en el chico y evocar el recuerdo borroso de la última vez que vio al slytherin, si no le falla la memoria, tenía el cabello largo y estaba impecablemente vestido; pero por el momento su mente no da más, sólo la vaga sensación de que el interés de Philipe está muy bien justificado.

Pasan los minutos limpiando el lugar y Harry medita profundamente las cosas, sin poner ninguna atención a la intensa diatriba del francés sobre el perfecto chico con el que sale informalmente.

— ¡Draco!

Harry levanta su faz con cierta aprensión, observando perfectamente como Philipe besa ansiosamente ambas mejillas de Draco y le obsequia una de sus más brillantes sonrisas, de ésas que traen locas a casi todo el estudiantado femenino de la Academia y alguno que otro de los chicos.

Entonces, de pronto, Draco gira ligeramente su rostro y Harry siente una extraña corriente eléctrica recorrer su cuerpo al tener sobre sí la mirada de plata tan característica del rubio, pero ahora mucho más profunda y madura, además de bastante enigmática, lo cual capta su interés.

Ninguno dice nada y Philipe sólo asiente ante cada palabra que suavemente pronuncia el rubio, casi sin mover los labios; hipnotizando de esta manera aún más al castaño.

— Ve a cambiarte, Philipe; yo termino con esto, no falta mucho de todas maneras

— ¿En seguio? Que buen amigo egues Haggy

Y Philipe sale disparado del salón para ir por su cambio de muda a su casillero, dejando a ambos hombres solos en un pesado silencio que poco le importa al rubio y comienza a incomodar al moreno.

El ojiverde se apresura a terminar de ordenar un par de cosas y guardar el equipo de aseo, después de todo el limpiar como castigo conlleva hacerlo sin magia. Camina hacia el pizarrón y comienza a borrar lo anotado en él, observando de reojo la actitud indiferente de Malfoy, bastante distinta a cuando se vieron aquella vez en San Mungo.

— ¿Cómo has estado, Malfoy?… ¡Idiota! ¡Vaya pregunta estúpida que se te ocurre hacerle precisamente a él!

Draco mueve ligeramente su faz hacia él y lo observa un par de minutos sin decir nada, hasta que regresa su mirada gris a un punto en la nada frente a sí.

— Mejor de lo que podría esperarse, supongo…

El borrador cae de las manos de Harry pero no alcanza a chocar contra el suelo ante sus reflejos, aún óptimos, de buscador. Gira abruptamente su cara y observa sin querer de manera detenida el fabuloso aspecto del ojigris, ruborizándose al reparar por fin en lo que Philipe y tal vez muchos otros más ven en Draco Malfoy; por lo que nuevamente gira su faz y coloca el objeto en su lugar.

— Malfoy… yo…

— Philipe te ve como su mentor, no lo dejes caer… esto es su sueño

Harry voltea confundido a verle pero el francés llega y casi comienza a llevarse a rastras al serio rubio que sólo se deja hacer.

"

No comprendió sus palabras hasta el día siguiente, cuando Philipe llegó ojeroso y sin ánimo alguno, terminando por llorar en sus brazos en un arrebato en el primer descanso, explicando que Draco le dejó clara la situación entre ambos, terminando con sus esperanzas al simplemente apreciarlo como un amigo y nada más.

— ¡Nunca habga nada! ¡Que no hay posibilidades de que cambie esto! ¡Sólo soy un buen amigo! Un buen amigo, Haggy… no soy nada…

Y sólo pudo hacer lo que Draco le pidió indirectamente, animar al chico e instarlo a distraerse con sus estudios, no podía perder por lo que trabajó tanto a causa de una depresión amorosa.

Pero su propia curiosidad e interés ya estaban despiertos.

Viendo el cielo estrellado y observando la constelación del dragón, llega a la conclusión de que: el momento ha llegado, se verán cara a cara más allá de unos segundos o minutos y hablarán de lo que tienen que hablar.

CE —

Draco observa la bóveda celeste nocturna sin mucho interés, aunque levanta su mano derecha y con la punta de sus dedos índice y medio, acaricia ligeramente sus labios.

Philipe Dubois…

Un beso robado en el presente que aceleró su corazón pero por las razones equivocadas, dolor y aversión en vez del maravilloso sentimiento cálido que tenía que ser…

Harry James Potter…

Un beso del pasado, un beso ficticio que nunca sucedió verdaderamente, un falso sentimiento cálido que nunca ha podido conocer realmente…

Charles Weasley…

Un ligero beso en el dorso de su mano y una promesa bailando en esos ojos azules… tal vez un beso futuro que extrañamente espera con curiosidad su suceder…

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INICIADO: 2 de julio de 2006 --- FINALIZADO: 6 de julio de 2006

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COMENTARIOS: Lo siento, no había subido antes el cap por llevar cierto orden en las actualizaciones, ya que me di cuenta q en lo personal si actualizo dos o más historias conjuntamente termino de bloquear mi sistema al no saber después cual tomar para seguir… Bueno, me encanta experimentar diversos aspectos en este fic, aunque me di cuenta de que la carga emocional ha variado bastante pero al menos sigue presente en algún grado. En cuanto a Charlie, quien sabe por que tomé esa extraña obsesión por él para esta historia, simplemente nació y ahora miren que ha resultado; sobre Harry, vaya que sigue metido en sí mismo y aún resta ver que se propone… Bien, espero sus opiniones, en serio, no olviden sus reviews…

Me despido entonces...

Matta ne!