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LOS PERSONAJES DE NARUTO NO ME PERTENECEN, SON PROPIEDAD DE MASASHI KISHIMOTO. LA HISTORIA ES MÍA.
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DOLOR, DUDA Y CONFUSIÓN
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Echó su cabeza hacia atrás estando todavía dentro de su auto, el estacionamiento de la universidad comenzaba a llenarse de personas ese jueves por la mañana, y sus ojos profundamente negros solo buscaban a una.
—Kuso— mencionó molesto con él mismo.
Bajó de su auto y cubrió sus ojos con unas gafas, no pretendía defenderse del sol, sino ocultar apenas los rastros de la mala noche que había tenido. Se sentía un patán aunque no se lo hubiese dicho en voz alta. Giró su rostro en varias direcciones al ingresar al gran edificio de su facultad, por los jardines no la había visto…
—Hyuuga— dijo su nombre apenas en un ronco murmullo.
No quería aceptar lo había obligado a dañarla de aquella forma, nunca había tenido la necesidad de hacerlo, jamás… pero ella… Siguió su andar y detuvo sus pensamientos… otra vez se estaba justificando. Hinata le había recordado su vulnerabilidad al golpearlo, su rabia surgió y la siguió, buscando desquitarse con ella y no permitir que nadie se volviera a burlar de él de esa forma, reconoció que era esa especie de rechazo que la chica le tenía, lo que acrecentó su molestia con ella, la adoración que le tenía a su estúpido amigo y la forma como lo había defendido, lo que le provocó el mayor placer al someterla… nunca antes había deseado tanto hacer que alguien se tragara sus palabras.
Detuvo sus pasos frente a una gran aula donde se repartían las clases básicas a los del primer curso. Obtuvo varias miradas curiosas y se quitó las gafas al fruncir el ceño. No estaba.
Su ser dudaba… no se arrepentía de haber seguido esa promesa en la que se juraba que nadie, jamás, volvería a golpearlo; pero sabía que haber usado su fuerza contra esa débil chica había excedido sus propios límites. La había violado. Era un poco hombre… tal vez sentirse así era lo que lo había mantenido despierto toda la noche, y ahora lo obligaba a buscarla… ¿se lo habría contado a alguien?
Siguió su camino con su mochila al hombro.
—¡Teme!— el grito enérgico del rubio lo hizo girarse desinteresado a verlo.
—Dobe— respondió secamente al verlo llegar a su lado, lo vio sonreír despreocupado y rascarse la cabeza mientras le explicaba que su auto se había quedado sin gasolina y por eso llegaba tarde. El Uchiha lo vio de reojo mientras avanzaban juntos, algo en su interior le hizo sonreír apenas de medio lado… "Así que no se lo has dicho"
—¿Entonces?— cuestionó el rubio al llegar al aula que les correspondería por esas primeras dos horas.
—¿Qué?—preguntó el Uchiha que no le prestaba atención. Se sentó en los últimos lugares y con sus piernas alargadas, cruzó sus pies al tiempo que metía sus manos en los bolsillos del pantalón obscuro que portaba.
El rubio rodó los ojos, detestaba cuando el presumido de su amigo se hacía el interesante —¿Qué si piensas seguir siendo un patán con Sakura-chan?— repitió con fastidio.
Los fríos ojos ónix se deslizaron hasta él —¿qué no tienes otra cosa en la cabeza que no sea Sakura?— cuestionó comenzando a perder la paciencia.
El Uzumaki se dejó caer pesadamente a su lado —ella no se merece que la trates así…— explicó el rubio antes de recordarle los buenos amigos que solían ser los tres.
"Ella no se merece que la trates así" pensó en las palabras dichas por el rubio… Sakura no conocía nada de él, ni de lo que era capaz, como recién se daba cuenta, además… ¿qué diría Naruto de saberlo? Sonrió con soberbia... seguro eso sería el final de su amistad. Ya no sabía si eso le importaba.
—No pretendes decir nada al respecto, ¿verdad?— dijo el rubio al verlo sumamente cerca al sentirse ignorado.
—No.
—Ah, vaya que eres insoportable, ttebayo— se rindió el joven al cruzar sus manos en su nuca —¡Ah! de verás— mencionó al respingar y volver a verlo —¿viste a Hina-chan anoche? digo… ¿viste si se fue o a qué hora lo hizo?— habló rápido el acelerado rubio.
El pelinegro volteó a verlo y notó un interés muy marcado en él —no— mintió —¿por qué?
El Uzumaki suspiró y se recargó al igual que su amigo-rival —pues…— comenzó y se rascó la nariz un poco avergonzado —anoche casi nos besamos— explicó y ese 'casi' sacó de su error al Uchiha, pero prefirió pasarlo por alto y dejarlo hablar —¿sabes? quizás te burles pero no me importa— dijo y sonrió de forma zorruna al llevarse una mano a la nuca —anoche iba a pedirle ser mi novia, ttebayo.
—¿Qué?— el cuestionamiento incrédulo se le escapó de los labios.
El chico volvió a sonreír —estaba seguro que me diría que sí, demo… bueno, no pude dejar sola a Sakura-chan— explicó y su sonrisa aminoró notoriamente y al Uchiha le dio la impresión que callaba algo —Si eso no hubiera ocurrido, seguro hoy sería mi novia— finalizó el chico al volverse a llevar las manos al cuello.
"Y entonces aquello no hubiese pasado…" pensó el Uchiha al verlo de medio lado. Notó la misma incomodidad de la noche anterior mientras los veía bailar.
—¿Has hablado con ella?— la fría voz del pelinegro atrajo la atención del joven que veía al profesor entrar al aula.
—¿Eh?, No… — mencionó el rubio—anoche la llamé varias veces pero no contestó, solo mandó un mensaje disculpándose.
—Ya veo…— el Uchiha frunció ligeramente el ceño… ¿por qué razón se lo ocultaría?
—Como sea, en el almuerzo seguro hablamos, ttebayo— agregó animoso el Uzumaki —aunque no creo que sea buen momento, ¿tú qué piensas, teme?
—¡Naruto!— la voz alta y cansada del profesor lo hizo girar a verlo.
—¿Eh?
—Toma asiento en tu lugar— ordenó el joven hombre moreno.
—Pero Iruka-sensei…— replicó el inconforme rubio.
—Pero nada, Naruto, nunca me dejas dar mi clase por estar hablando, así que te quiero en la fila de adelante, todas y cada una de mis clases— aclaró el profesor mientras dejaba sus libros en el escritorio.
—Ah, vamos viejo…— volvió a decir el joven al ponerse de pie, con la esperanza de ser perdonado.
—Solo obedece y guarda silencio… — intervino el Nara —la clase ya es bastante aburrida como para encima aguantar tu palabrería.
—¡Shikamaru!—mencionó y alzó su puño a él, el chico solo negó en silencio mientras se recargaba completamente fastidiado en el asiento.
—Comienza a moverte, Naruto— apresuró el profesor luego de dar una mirada de advertencia al joven de alborotado chongo.
El rubio refunfuñó algo inentendible antes de avanzar y el Uchiha no comprendió una vez más, la razón por la que esa Hyuuga lo prefería… ella estuvo a punto de aceptar sus besos y en cambio a él la había abofeteado por hacerlo.
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—¡¿Qué?!— la voz alta del rubio se escuchó por toda la cafetería —¿Cómo que Hina-chan no vino?
—Es lo que parece— habló el Inuzuka que recién llegaba —cada jueves nos encontramos al final de la tercer clase de la mañana al cambiar de aula. Hoy no estaba ahí.
Naruto frunció el ceño extrañado.
—¿Qué es lo que te preocupa?¿qué hoy no tendrás doble ramen?— volvió a hablar el chico de marcas rojizas.
—Deja de decir estupideces, Kiba— dijo ofendido el rubio mientras el resto reía.
Naruto y el pelinegro tomaron asiento, el rubio con su tazón de comida y el otro solo con una bebida energizante.
La mirada jade de Sakura observó disimuladamente al pelinegro que la noche anterior otra vez la había rechazado… él ni siquiera la observaba, el joven parecía más distante de todos ellos.
—Por cierto, Sasuke, ahora que lo recuerdo, tú te quedaste anoche un momento a solas con Hinata… ¿no te dijo si pensaba marcharse?— habló la Yamanaka que abrazaba por los hombros al joven Nara después de haberse reconciliado, mientras se decidía a ir por algo para comer.
Dicho cuestionamiento despertó, la que consideró una inexplicable molestia en la ojijade. Lo volteó a ver.
—¿Es cierto eso, teme? ¿por qué no lo mencionaste?, ttebayo— preguntó curioso el rubio al voltearlo a ver.
—En realidad casi no hablamos— mencionó secamente al sostenerles la mirada.
—Mmm— dijo el chico que frunció el ceño —¡ah, ya sé!—mencionó al sacar su móvil —le marcaré para que me diga qué le ocurre.
—En realidad no veo por qué hacer tanto escándalo— la voz de la ojijade sonó molesta, no pudo callar su comentario al notar la mirada atenta del Uchiha mientras el rubio permanecía con el móvil en su oído, y también le molestó, el interés de éste por su nueva amiga.
—Solo no es normal que Hinata desaparezca sin decir nada…— concilió la rubia ojiverde, ella creía entender por qué ese comentario soltado por la pelirrosa.
—No contesta— informó el Uzumaki que como la mayoría pasó por alto el comentario de Sakura.
La joven se levantó para comprar algo de comer —a todos se nos antoja faltar un día a la universidad, tal vez solo se quedó dormida o no quiere verte— su voz fría buscó fastidiar al rubio al momento de retirarse.
—¿Alguien sabe qué demonios le pasa?— preguntó el Nara al verla partir.
—Tal vez solo esté ovulando— dijo divertida la rubia para seguirla y dejar a los cuatro hombres sentados en la alargada mesa de esa casi llena cafetería.
—Me voy— informó secamente el Uchiha al momento de levantarse.
—¿Eh? ¿no vas a comer, teme?
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O.O.O.O.O
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Las lágrimas en su almohada habían sido absorbidas por la misma, su llanto dejó de ser audible conforme su voz se perdió entre la amargura del dolor… el sueño la había vencido muy entrada la madrugada y sus perlados ojos solo se abrieron cuando su móvil volvió a sonar.
Se movió para alcanzar el aparato sobre el lado contrario de la cama y su cuerpo le recriminó al ser recorrido por un dolor punzante en su vientre que se extendió por cada fibra de su ser. Apretó los ojos y luchó por no ser vencida por el recuerdo de hace apenas unas horas, y volver a derramar el llanto.
—Na-Naruto-kun…— su voz fue más débil de lo normal al pronunciar el nombre que le mostraba la brillante pantalla de su móvil. Se quedó inmóvil sin saber si contestar o no.
El recuerdo de la sonrisa zorruna y amable del rubio derrumbó el intento de fortaleza que quiso imponerse; Hinata volvió a recargar su rostro en su almohada al mismo tiempo que el teléfono dejaba de sonar… con su vista nublada por las lágrimas que contenían sus ojos, mantuvo presionado el botón que apagaría ese dispositivo.
Era más de mediodía y el sol ya se colaba cálidamente a través de la cortina de la única ventana de su habitación, el lugar seguía pulcramente limpio y lo único que rompía dicho estado era el negro vestido y la ropa interior que portó durante la noche… se había deshecho de su ropa despacio y sin ser consciente de ella, apenas recordaba cómo había conducido hasta su hogar; en el baño y bajo el chorro de agua caliente, volvió a llorar y se consoló a sí misma al abrazarse con la poca fuerza que le quedaba. Se había secado y cubierto con una pijama, se acostó en su cama y buscó protección entre sus suaves sábanas.
Durante la noche el dolor, la frustración y la impotencia apenas la habían dejado pensar… ¿qué debía hacer? Hablar y contarlo todo seguiría trayendo más dolor y humillación, Neji era la primera persona en la que debía confiar… pero le había mentido.
"¿Y si todo realmente es… mi culpa?" pensó preocupada y sintiendo un dolor en su pecho… estaba sola, a su padre nunca podría decirle, lo conocía y seguro la juzgaría.
Apretó más fuerte su almohada al descartar a los dos primeros… tampoco, tampoco podía siquiera pensar en ver a Naruto…, Sasuke Uchiha era su mejor amigo, casi su hermano… seguro no le creería, ¿quién era ella para que se le creyera que un sujeto como el Uchiha se interesara en ella… y más, para hacerle tal cosa?, no podría soportar la vergüenza o el dolor cuando él no le creyera.
—Okasan…— mencionó y luchó por controlar su hipeo. Se dio cuenta en ese momento cuánta falta podría hacerle su madre, todo el tiempo la pensaba y la extrañaba, era un modelo a seguir aun cuando su madre murió siendo ella muy pequeña —¿no hay nadie?— se preguntó con temor.
Afuera, la ciudad vivía, las personas iban y venían como era común en el centro de la ciudad, los autos que avanzaban por la gran avenida frente a su edificio se escuchaban a lo lejos, entre el sonido de los claxon o algún cambio brusco de velocidad producto de los constantes cambios del semáforo en esa esquina en la que vivía.
Alzó despacio su rostro y sus ojos mostraron preocupación al recordar cierto detalle … su ceño se frunció sin desaparecer una pizca de dolor —Ku-Kurenai-sensei…— recordó a la mujer que había sido casi su madre.
Su rostro se contrajo al soportar la gran molestia en su vientre al momento de sentarse. Debía ser fuerte, soportarlo todo y luchar por olvidarlo… comenzó a caminar con pasos lentos y torpes directo a su sala…, respiró profundamente mitigando su llanto y en busca del teléfono para llamar a su antigua sensei; Kurenai Yuhi era la única que podría ayudarla, necesitaba alejarse de todos, olvidar, olvidarlo a él y lo que le hizo… su corazón se apretó al recordar al rubio que era la fuerza que la ayudaba a continuar y a sentir que su vida no había sido tan miserable al compararla con la de él… justo en ese momento dudó tal hecho. Quería irse, cambiarse de universidad y de ser posible de ciudad… Kurenai podía ayudarla, ella, a pesar de que su padre dijese lo contrario, tenía cierta influencia en el mayor de los Hyuugas.
Se recargó en la blanca pared de su sala e ignoró el alto edificio de enfrente que solía ocultarle el sol matutino, para tomar su blanco teléfono y comenzar a digitar ese número que conocía de memoria, mordió su labio inferior con fuerza mientras acariciaba la delgada hoja de una pequeña planta que tenía sobre el delgado librero de cubierta chocolate, que soportaba tanto esos dos objetos, como también un elegante portarretrato que exhibía una fotografía de ella, junto a su hermana y su primo, en uno de sus mejores recuerdos.
—Hola, ¿Hinata?— saludó la alegre voz del otro lado de la línea al reconocer su número.
Sus ojos volvieron a aguarse y soltó la pequeña hoja que acariciaba al no querer lastimarla cuando su cuerpo se tensó.
—¿Hinata, eres tú?— la delgada voz femenina se tornó suavemente preocupada.
—Ha-hai— logró pronunciar y tapó el transmisor para respirar hondamente y calmar su voz —ho-hola Kurenai-sensei— saludó y sonrió como si pudiese verla.
—Hinata, me preocupaste… ¿no tuviste clase?
—Eh… bueno, sí, demo…
—¿Ocurre algo?— la interrumpió, ella la conocía muy bien y sabía que algo le ocurría.
—S-sí… demo… ¿te… te molestaría venir?— suplicó y su voz comenzó a traicionarla. La escuchó aceptar en un segundo —sensei...— volvió a hablar antes de que le colgara… Hinata apretó los ojos y le pidió el que consideró el favor más vergonzoso que pudo haber pedido.
—Descuida— dijo la mayor —haré lo que me pides y estaré ahí lo más pronto posible.
—A-arigato, Kurenai sensei— respondió y cortó la comunicación.
Ella sostuvo el teléfono entre sus manos y cercano a su pecho, pegó su frente a la pared y una larga lágrima volvió a bañar su rostro al cerrar los ojos… todavía podía sentirlo; sentía el cuerpo de Uchiha sobre el de ella, traspasándola y lastimándola, sus manos recorriendo su cuerpo con rudas caricias y sus labios marcando su cuerpo… su aliento y sus jadeos en su cuello, incluso el sabor de la sangre de sus labios cuando lo había mordido.
—Dios…— mencionó la peliazul al resbalar su cuerpo dolorosamente por la pared y hundir su rostro entre sus piernas. Iba a ser muy vergonzoso y humillante relatar todo eso… pero necesitaba escapar.
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O.O.O.O.O
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—¡Ey, frentona!— gritó Ino y se apresuró a seguir a la Haruno por el estacionamiento de la universidad al haber terminado por ese días sus clases.
—¿Qué quieres?— respondió sin siquiera voltearla a ver, caminaba de prisa y con su mochila al hombro.
La falta de un insulto le dijo que de verdad estaba molesta, pero seguía sin entender por qué —¿qué pasa contigo? ¿sigues triste por lo de anoche?— la detuvo la rubia ojiverde y la vio a los ojos.
La otra resopló frustrada.
—Ven, te llevo en mi coche, creo que necesitas hablar con alguien— la animó al tomarla del brazo. Durante el almuerzo no habían podido hablar pues tanto Naruto como Kiba no paraban de lanzarse indirectas cuando no estaban hablando del próximo partido que tendrían, y ella había estado más interesada en el joven que volvía a ser su novio como para prestarle atención a la malhumorada pelirrosa que se levantó antes de que todos se marcharan.
Sakura sintonizó una estación en la radio para evitar lo más posible una conversación.
—¿Vas a quedarte callada todo el tiempo?
—No sé qué demonios quieres que te diga— cortó la ojijade.
—Por qué estás celosa, ¿tal vez?—cuestionó irónicamente la joven al verla de reojo.
La pelirrosa desvió la vista al paisaje todavía soleado de la ciudad.
—Si es por Sasuke ya sabes que…
—¿Viste su labio?— la interrumpió y siguió sin verla, la escuchó negar alegando que hace tiempo dejó de observarlo detenidamente —estaba roto… seguro alguien lo mordió— aclaró frustrada.
—Eso no es de extrañarnos— mencionó la rubia — a Sasuke nunca le han faltado las mujeres.
—Yo no lo vi con ninguna, excepto, claro…— mencionaba la joven.
—¡Ay, por favor!— interrumpió la Yamanaka —no volverás con los celos a Hinata.
—Llegaron juntos, tú misma dijiste que los viste juntos y solos cuando nos apartamos… y ambos desaparecieron mágicamente al mismo tiempo.
—No estarás insinuando que…
—¿Por qué no? Si a él le llega a interesar, no sería difícil que ella…
—Ella quiere a Naruto— le recordó la rubia volviendo a molestarla.
—¿Entonces por qué demonios se fue?
—¿Y yo qué voy a saber?, seguro está celosa, o qué se yo— alzó la voz también molesta, no podía creer hasta qué punto Sakura podía dejarse llevar por sus celos.
—Claro, seguro— respondió irónicamente y dejó de lado el tema. Evitó decirle que gran parte de la demora del rubio al regresar al lugar, fue porque ella lo había besado. Tensó la mandíbula al saberse rechazada también por el rubio, y no sabía si lo había besado por lo que Ino le había dicho, que Naruto no estaría más ahí para ella, o porque le gustara aunque sea solo un poco… se negaba lo último y culpaba al exceso de alcohol en su sangre. Se convenció de haber sido solo un error y se reafirmó su amor por el pelinegro que parecía seguir disfrutando ignorarla, pero aun así, ya sentía cierta predisposición negativa hacia la peliazul.
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O.O.O.O.O
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—Oe, Naruto, ¿sabes por qué se canceló el entrenamiento?— habló el apresurado Inuzuka al llegar corriendo a él.
—¿Eh?, no la verdad no sé, Gai sensei estuvo aquí ayer pero no dijo nada, ¿tú sabes algo, teme?— le preguntó al pelinegro que caminaba un par de pasos delante de él.
—¿Por qué habría de saberlo?— respondió el Uchiha apenas al voltearlo a ver.
El Uzumaki se encogió de hombros y dejó el tema por muerto —pero fue mejor… creo que iré a ver a Hina-chan y ver si se encuentra bien— mencionó sonriente y rascó su nuca.
El Uchiha lo vio de reojo y se abstuvo de decir algo.
—¿No crees que te estás viendo muy invasivo?— reprochó el Inuzuka que no le agradaba del todo esa cercanía entre el rubio y la que ya consideraba su amiga.
—¿Uh? ¿te parece, 'ttebayo?
—Feh, por supuesto, en una de esas terminas asustándola y no la volvemos a ver— el tonto comentario del castaño llamó la atención del pelinegro.
—A mí no me parece— alegó el rubio mientras fruncía el ceño inconforme.
—Como sea, seguro no sabes ni dónde vive.
—¡Por supuesto que sé!, ¿cómo demonios crees que pensaba ir si no lo supiera?— mencionó ofendido mientras los tres continuaban caminando bajo el sombreado camino bañado por árboles que conducía al estacionamiento de la universidad.
—Bueno, pues conociéndote…— mencionó irónicamente el de marcas rojizas.
El rubio ignoró su comentario —Hinata vive en el centro de la ciudad…— dijo viéndolo de reojo y sin notar la fría y negra mirada que se posaba sobre él —en una torre departamental— explicó al cruzarse de brazos —¡ah, por cierto, teme!— añadió al detenerse al llegar a su auto —vive justo en el edificio que queda detrás del tuyo— informó animoso —¿nunca la has visto por ahí?
"Así que ahí"… pensó el pelinegro al momento de detenerse al voltearlo a ver… había sido esa la información que Shizune, la secretaria de rectoría, no había querido darle cuando se la pidió después de abandonar la cafetería.
—No suelo observar a cada persona, dobe ¿cómo haberla visto?— respondió y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón… sus negros ojos se fijaron en el dudoso rostro del rubio.
—Bueno, supongo… cómo sea, creo que debería de ir, 'ttebayo— añadió el joven al sentarse en el cofre de su auto, siendo observado por los otros dos. Diversas personas recorrían el lugar en el continuo tránsito de ese sitio, la gran mayoría salía y algunos otros apenas llegaban para su segundo bloque de clases.
—Como quieras— respondió desinteresado el moreno al momento de girarse —pero creo que por primera vez, éste tiene razón.
—Éste tiene su nombre, cretino— alegó el Inuzuka cansado de la altanería y soberbia del Uchiha.
El pelinegro se marchó sin darles mayor importancia, dejando a un molesto castaño y a un pensativo Naruto.
—Bah, entonces supongo que esperaré hasta mañana…— cedió no tan convencido —¿vas a algún lado o para tu casa?— le preguntó al castaño.
—No, voy para mi casa— respondió el fastidiado joven.
—Entonces, te llevo, 'ttebayo— mencionó recuperando su habitual alegría.
—¿Qué? ¿crees que esta cosa resista?— preguntó con burla al momento de acercarse y subir… conocía al rubio y sabía que las burlas tanto a su auto como a su monedero, realmente lo ofendían.
—Kiiiba…— arrastró el rubio mientras empuñaba una mano al observar el descaro del chico que ya se encontraba sentado en el interior y con un pie sobre el tablero del auto.
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O.O.O.O.O
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—Hinata— saludó la mujer al haberse abierto la puerta del departamento. Su cálida sonrisa disminuyó al ver el semblante agotado de la que fue su antigua alumna.
—Pa-pasa por favor…— mencionó la joven y mordió su labio inferior al retroceder al darle entrada, su cuerpo dolía a pesar de los analgésicos que había tomado. Esbozó una sonrisa que si bien fue sincera, estuvo muy lejos de mostrar la alegría que antes le hubiese provocado su llegada.
—¿Todo bien?— preguntó la mujer acercarse y darle un cordial beso en la mejilla… la joven peliazul asintió y la vio pasar nerviosa… su corazón latía angustiado y si no se controlaba sabía que terminaría llorando en cuestión de segundos.
—Ha-hai— respondió al seguir sus pasos y verla sentarse sobre la sala después de que ella se lo indicase —preparé te…— informó y se giró.
La joven mujer de rojizos ojos no pasó por alto el semblante triste y el hecho de que seguía en pijama aun cuando eran más de las tres de la tarde… algo no estaba bien con Hinata, y aunque creía entender un poco por ese encargo que le pidió y que ahora se encontraba sobre la pequeña mesa ratona del centro de la sala, había algo que seguía sin encajar.
Hinata sonrió y le ofreció una pequeña y colorida taza con el caliente líquido —con un cubo de azúcar— mencionó recordando la cantidad que su sensei prefería. Se sentó a su lado y no se molestó en tomar nada para ella. La mirada de la chica viajó del pequeño plato donde descansaba el té de su antigua maestra, al borde de su delgada camisa lila y con el cual jugaba nerviosa.
—¿Y bien? ¿quieres hablar?— preguntó la mujer al dejar su bebida sobre la mesa después de apenas un sorbo. Sus analíticos ojos se centraron en la mirada asustada de la joven heredera y frunció el ceño… —algo no está bien, ¿verdad?— dedujo al notarla temblar.
Hinata comenzó a respirar más profundamente y sus ojos de luna se encontraron con el rostro amable de su maestra… sus ojos se aguaron y no contuvo un sollozo.
—¿Hinata?— la nombró la mujer y la rodeó con un abrazo.
El viento fresco hacía ondear la delgada cortina de las grandes ventanas del departamento, el lugar se encontraba completamente limpio y el par de pequeñas palmas que adornaban el lugar, daban la sensación de relajamiento y quietud que la joven buscó cuando llegó ahí por primera vez, pero nada de eso importaba ahora… ahora estaba a punto de decidir qué camino tomaría su vida según sus siguientes palabras y la verdad, tenía miedo.
—Se-sensei…— mencionó para morder su labio y obligarse a callar.
—Hinata no tienes por qué estar así— mencionó calmada la mujer mayor — Supongo que tiene mucho que ver con estas pastillas que me pediste comprar, ¿cierto?— le dijo y acarició su rostro húmedo en sus lágrimas.
La joven abrió más sus ojos y desvió el rostro avergonzada —e-etto… s-si—mencionó apenas y se retiró para evitar todo contacto... se había prometido ser fuerte y no lo estaba logrando.
La mujer sonrió con calidez y buscó sus ojos, conocía la timidez de la joven y todo ese pudor, así que buscó hacerle más fáciles las cosas.
—No deberías avergonzarte— mencionó logrando atraer la mirada confusa y ligeramente sorprendida de la chica —…es algo natural y creo que estás haciendo lo correcto conforme a esto— dedujo erróneamente y le entregó el pequeño estuche de dos píldoras.
—¿Na-nani?— mencionó casi sin aliento.
—Tuviste relaciones, fueron descuidados y buscas arreglarlo… creo que es inteligente de tu parte— concilió la mujer. Era algo lógico pensarlo después de que Hinata le pidiera compara por ella esas píldoras para casos de emergencia —aunque creo que eso no debería volver a pasar… se están arriesgando mucho… yo entiendo que cuando hay amor y estas cosas pasan…— mencionaba la mujer en tono bajo para incomodarla lo menos posible.
Hinata rompió en llanto y mordió con fuerza su labio para no hacerlo audible… ¿Qué no volviera a pasar?, era lo que más deseaba, ¿Cuándo hay amor, esas cosas pasan?... ojalá todo fuese como su sensei pensaba.
—Oh, vamos, Hinata— volvió a hablar la mujer al acariciar su cabello en forma maternal —no tienes de qué avergonzarte, eres mayor de edad. Si es por tu familia no tienen que enterarse si no lo deseas, es tu decisión y nadie puede juzgarte.
Ella negó e intentó explicar.
—¿O es que no fue lo que tú esperabas? ¿ese chico te trató mal?— agregó rápidamente la mujer y la vio fijamente a los ojos. Hinata vio su semblante preocupado y bajó la mirada al abultado vientre de su antigua sensei…, recordó lo riesgoso de su embarazo y todas las dudas y temores que aquello seguía provocándole.
Y se arrepintió.
—N-no… no fue eso—mencionó logrando hacer sonreír a la mujer de rojizos ojos —es s-solo que… que yo…— habló y apretó sus manos —si soy la vergüenza de la familia— reconoció lo que pensaba sin decir lo ocurrido.
Kurenai suspiró pesadamente —por supuesto que no… aunque reconozco que vivir bajo las exigencias de todo tu clan es difícil, tú eres una digna representante de tu familia— le aseguró —Muy pronto serás la digna cabeza de familia que tu padre desea que seas, quizás todavía mejor, porque en ti hay amor… eres muy buena, Hinata— le aseguró buscando convencerla, la seguridad de la joven había sido puesto en duda muchas veces y ella misma dudaba de ella —no dejes que nadie te haga pensar lo contrario.
—Ku-Kurenai se-sensei… yo…
La otra sonrió —es ese chico Naruto... ¿cierto?— preguntó de pronto haciéndola abrir los ojos sorprendida.
—¿Nani?
—Fue él quien, bueno… con quien…
Hinata enrojeció —ah…— estuvo a punto de negarlo pero entonces Kurenai sospecharía… Un cúmulo de sentimientos la invadían, tenía miedo, miedo de Uchiha Sasuke, y de su propio padre, estaba sumamente avergonzada con su primo y con la mujer que ahora la miraba con un toque de complicidad y tenía tanto dolor pesando en ella al recordar al rubio ojiazul —po-por favor… no digas nada— no se atrevió a sacar de su error a su maestra, solo esperaba que esa mentira no pesara nunca.
—Descuida— dijo con una sonrisa —arriba ese ánimo, Hinata, no es nada tan malo, solo evita que ese tipo de descuidos pasen otra vez, ¿está bien?
Ella asintió y con eso aceptó cargar ella sola con el peso de lo que acababa de ocurrir… ojalá que esa decisión fuese la que a menos personas lastimara… ojalá que solo ella resultara perjudicada, como ya lo era. Se conocía bien y sabía que tras la decepción de su primo también habría rencor y odio, también Naruto saldría afectado, Sasuke era su amigo y aunque no le llegase a creer, dejaría esa marca en él… si iba a soportar todo eso solo sería por el recuerdo de esa sonrisa socarrona del ojiazul y la mirada tranquila de su casi hermano.
—Sumimasen…— mencionó y sus manos apretaron el delgado pantalón lila de su pijama.
—No te disculpes— concilió la otra —aunque bueno, no soy yo la indicada para decirlo— dijo y sonrió al acariciar su vientre. La peliazul le devolvió una espontánea y débil sonrisa al recordar que su maestra había resultado embarazada al inicio de su noviazgo con Azuma, su ahora esposo.
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O.O.O.O.O
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—Así que aquí es donde vives, Hyuuga— la fría voz del Uchiha se escuchó en su auto mientras permanecía detenido por el rojo del semáforo. Golpeó con uno de sus dedos el volante del vehículo al decidirse a buscarla. El verde le dio el paso y optó por estacionarse en su propio edificio.
Giró en la esquina previa y dobló para ingresar al estacionamiento subterráneo de su edificio.
—Tsk— chasqueó la lengua molesto al reconocer el auto de su hermano mayor estacionado en uno de los dos lugares que le pertenecían —¿qué demonios quieres, Itachi?... justo ahora— mencionó sin desaparecer su mal humor al apagar el auto y bajar fastidiado de él.
—Por tu cara he de suponer que un buen día, no tuviste, tonto hermano menor— comentó a modo de saludo el joven lacio y pelinegro que portaba un elegante traje de vestir gris.
—¿A qué se debe tu repentina visita?— cuestionó el joven al dirigirse al elevador, viendo de mala gana como eran postergados sus planes.
—No esperaba un abrazo pero… ¿no andas más gruñón que de costumbre?— preguntó el mayor al seguirlo con sus manos en los bolsillos.
—Déjate de ridiculeces, Itachi, y dime de una vez qué demonios buscas— cortó al comenzar a subir por elevador que segundos antes había cerrado sus puertas.
El chico de ojeras marcadas suspiró derrotado —anoche vine a buscarte, no sabía que salieras entre semana— mencionó y el menor de rebelde cabellera lo observó de reojo.
—Ese no es tu asunto— lo cortó fríamente.
—Por supuesto que lo es… ¿se te olvidó quién paga gran parte de tus cuentas?
—¿Pretendes reprocharlo? Sabes que…
—No es esa mi intención— aclaró de inmediato antes que pretendiera rechazar la ayuda que con esfuerzo había logrado que aceptara —… pero creo que si tienes tiempo para salir, deberías tener al menos un par de horas para visitar a okaasan.
El menor rodó los ojos, Itachi podría competir ridículamente con un santo.
—Ya te he dicho que pronto lo haré— aclaró al momento de salir en ese decimoquinto piso.
—Kaasan no tiene la culpa de los problemas con otousan, ella…
—Ella ha tolerado demasiadas cosas… no pretendas que lo olvidemos— interrumpió el joven, desde esa bofetada recibida por la chica Hyuuga, tenía más presentes ciertos rencores.
Itachi talló cansadamente el puente de su nariz al seguirlo mientras entraban a su departamento —creo que si ella ha perdonado, ¿por qué no hacerlo nosotros?— concilió el joven.
El menor apretó los puños —no pienso discutirlo nuevamente— aclaró —iré en cuanto pueda.
—Sasuke…
—No fuerces las cosas, Itachi— advirtió con fría calma.
—En diez días ambos saldrán del país, por lo que otousan estará demasiado ocupado como para estar en casa el fin de semana previo a ello… búscala, le va a dar mucho gusto verte— aconsejó el joven al verlo servirse un vaso de agua después de haber dejado su mochila en uno de los negros sillones de piel de su sala.
—¿Eso era todo?— preguntó al tiempo que las dos profundas miradas negras se encontraron.
Itachi sonrió y negó en silencio, Sasuke había crecido, era incluso tan fuerte como él, pero lleno de rencor como estaba, era una persona inestable… no dudaba que bajo ese resentimiento todavía se encontraba el dulce niño que vivía feliz bajo el manto de su familia, que admiraba y respetaba a su padre e incluso a él mismo… solo esperaba que fuese lo suficientemente fuerte para superarlo y entender todo a su debido tiempo.
—Sí, solo evita olvidarlo y sigue siendo un buen chico— contestó el mayor al darse vuelta y alzar una mano a modo de despedida. Un par de segundos después, se perdió tras la puerta.
"Un buen chico…" pensó molesto al observar el vaso de agua que había estado bebiendo. Lo dejó de mal modo sobre la mesa y en un minuto lo reemplazó por un grueso vaso de wisky con hielos. Atravesó su solitario departamento y pasó de largo tanto la cocina y comedor, su recamara y un baño, recorrió con pesados pasos ese ancho corredor y abrió la puerta del final del pasillo e ingresó a esa pequeña habitación en las que pocas veces había estado… corrió las cortinas y ahí de pie y dando un trago a su quemante bebida, observó el edificio de enfrente… se dio cuenta cuán poco lo conocía ya su hermano.
¿En cuál de todos esos departamentos viviría?... Todavía no sabía exactamente cómo se sentía respecto a ella y lo ocurrido la noche anterior.
Se dejó caer pesadamente sobre la cama individual de ese lugar y observó el blanco cielo de esa recámara.
—Hyuuga Hinata— mencionó su nombre y una incómoda desazón invadió su cuerpo… "anoche iba a pedirle ser mi novia,' ttebayo… estaba casi seguro que iba a decirme que sí" recordar las palabras de su patético amigo lo hizo desistir de buscarla, no pensaba volverla un capricho.
Había tenido lo que buscaba, tenerla primero… -su cuerpo- le aclararía su conciencia. Cerró los ojos y se acostó completamente en el mullido colchón… la mano con el vaso colgó de la cama y a pesar de saberla una más de las tantas mujeres que probó, había algo que no lo dejaba satisfecho.
—Estupideces…— mencionó e ignoró el hecho.
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O.O.O.O.O
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Alzó su vista y observó el inagotable paso del segundero en ese reloj colgado en una de las paredes de su sala… eran las nueve más veinte… bajó su vista y observó el pequeño tazón con cereal que se había servido en el intento de seguir su vida y tratar de negarse ese pasado dolorosamente cercano.
—No tengo hambre…— reconoció con voz queda y guardó la que sería su cena en el refrigerador a un par de pasos de ella.
Kurenai se había marchado hacía más de dos horas y a pesar de no haber podido desahogarse como quería, se sentía un poco reconfortada al haber sentido su calor y su apoyo en la que supuso era su situación. De regreso a su habitación el teléfono colocado en la sala sonó.
—¿Quién podrá ser?— se preguntó nerviosa al detenerse, un largo y más brillante mechón de cabello, producto del baño que había tomado, resbaló por su hombro y descansó en su pecho. Suspiró cansadamente y tratando de ignorar el dolor de su maltratado cuerpo se acercó.
—¿Ino-chan?— respondió extrañada al reconocer el número en el aparato.
—Ey, Hinata ¿cómo estás?... anoche ya no pudimos despedirnos, ¿todo bien?— habló la acelerada y despreocupada rubia.
—Ha-hai…— mencionó y mordió su labio, la alegría de la joven era audible para ella.
—Ay, Hinata, no sabes las ganas que tengo de contarte la noche que pasamos Shikamaru y yo— mencionó alegremente — le dije a mis padres que dormí en tu casa— susurró.
La peliazul sonrió débilmente —s-sí, supongo… los vi besarse…— mencionó al recordarlo.
—¡Sí!—alzó la voz emocionada —no he podido decírselo a nadie, tú faltaste y Sakura anda de un humor de los mil demonios— divagó la rubia — y bueno… ¿irás mañana?, con mis padres aquí no puedo contarte nada…
—S-si… c-creo que si iré…— mencionó. Sabía que tarde o temprano tendría que salir a la calle y afrontar y superar lo ocurrido.
—Perfecto— interrumpió la rubia — entonces te dejo, estoy en medio de una tarea pero no resistí las ganas de hablarte— informó.
—De… de acuerdo, Ino-chan— mencionó y sonrió al escuchar a la rubia del otro lado gritar un fastidiado 'ya voy' ante el llamado de su madre —Nos vemos después— y con eso finalizó la llamada.
Hinata suspiró y rogó por mantener esa aparente naturalidad ante todos… que nadie lo notara jamás. Minutos después y en la obscuridad parcial de su alcoba que solo era quebrada por el brillo de la luna a lo alto, volvió a refugiarse en la seguridad de su cama… otra vez y sin poder evitarlo su cuerpo tembló, cerrar los ojos era revivir lo ocurrido. Volvió a llorar y la pequeña fortaleza que venía acumulando se quebró… se prometió que solo sería esa noche, por la mañana debía recomponerse.
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O.O.O.O.O
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—¡Falta!— silbó y habló en voz alta el hombre pelinegro y de peculiar ropaje verde.
—¿Qué demonios te pasa, teme? No puedes ir por el balón de esa forma, es agresión— reclamó el rubio al llegar a su lado. El entrenamiento de mediodía estaba por terminar y la mayoría ya se encontraban agotados sobre la duela de ese enorme gimnasio casi profesional con el que contaba la universidad.
El Uchiha apoyó sus manos en sus rodillas al inclinarse ligeramente para jalar aire —alguien tiene que jugar en este equipo— mencionó fríamente y volteó a verlo de medio lado.
—El equipo está jugando, y estamos ganando por si no lo has notado— ahora quien habló fue el castaño de marcas rojizas que llegaba siguiendo la jugada.
—No gracias a ti— cortó el pelinegro al pararse correctamente y verlo a los ojos.
—Lo curioso es que lo dices como si el equipo fueras tú— se burló el Inuzuka al ver a uno de los integrantes del bando contrario tomar posición bajo su canasta —hoy has arruinado más cosas que en las que has apoyado— dejó claro.
El Uchiha frunció el ceño y se acercó a él —¿podrías siquiera intentar igualarme?— preguntó soberbio al pararse frente a él y encararlo.
—Teme… Kiba…— mencionó el rubio al colocar sus manos sobre sus dos amigos en busca de tranquilizar los ánimos.
—No te metas, Naruto— habló el castaño —deja que alguien le ponga los pies en la tierra a este imbécil pedante.
El pelinegro sonrió soberbio —inténtalo, mediocre— lo retó con fría calma y en un segundo se escucharon un par de golpes secos al haberse empujado ambos del pecho. Los ojos azules fueron conscientes del intento de golpe que el Inuzuka lanzó y de los dos que el Uchiha acertó en su rostro.
El silbato sonó en constantes ocasiones y el resto del equipo, tanto en la banca, como de la duela, se acercaron a separar al par de jóvenes que buscaban todavía otro contacto.
—Sasuke teme, ¿qué demonios estás haciendo?— preguntó el rubio al sujetarlo por debajo de los hombros.
La molestia de Uchiha era visible en la profundidad de sus ojos negros y su ceño fruncido —suéltame, Naruto— su voz fue ronca y se tironeó logrando liberarse.
—¿Alguien piensa explicarme qué ocurre aquí?— el vivaz entrenador de la escuadra estaba parado en medio de todos y entre los dos nuevos rivales —¿Uchiha, Inuzuka?— presionó al verlos.
El castaño de igual forma se soltó y ante la presencia del entrenador tuvo que guardar su molestia, visualmente su coach no era imponente, pero todos conocían su fuerza y carácter en momentos determinados.
—Lo siento— se disculpó el resentido castaño que se esforzaba por mantener esa beca deportiva que lo mantenía estudiando ahí.
—¿Qué ocurrió?— volvió a insistir el mayor.
—Verá Gai-sensei…— habló el rubio mientras sonreía y se rascaba la cabeza nervioso — lo que ocurrió es… bueno, realmente tonto…
—¿Uchiha?— mencionó esta vez viendo al moreno e ignorando deliberadamente al rubio que sabía mentía.
—Nada— dijo molesto y quitándose la casaca roja de entrenamiento salió del lugar.
—¡Teme!— gritó el rubio y se apresuraba a seguirlo.
—Déjalo Naruto— la voz de su entrenador lo detuvo y el mismo suspiró cansadamente —… son mis últimos días como su entrenador y no pretendo perjudicar a nadie— explicó viendo al Inuzuka —pensaré que la llama de la juventud arde grandemente en ustedes y ha desbordado ánimos… pero si esto se repite, aquí o fuera de la cancha… ambos serán reportados directamente en rectoría— sentenció —Y esto va para todos.
—Sí, señor— respondieron al unísono, unos más convencidos que otros.
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Estaba molesto y no sabía por qué.
"Hoy tampoco vino Hina-chan… esta vez sí iré a verla a su departamento" … recordó la tonta afirmación del dobe y eso aumentó su enfado.
Terminó de colocarse su pantalón deportivo y una nueva playera, no quiso siquiera ducharse… guardó su ropa de mala gana en la maleta deportiva que se encontraba sobre la alargada banca de madera y la cargó en su hombro para salir de una vez por toda de los vestidores y posteriormente del gimnasio.
Su siguiente y última clase de ese día comenzaba en cuarenta minutos, decidió no tomarla al dirigirse directo al estacionamiento.
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O.O.O.O.O
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—Soy una tonta…— mencionó una acongojada ojiperla al estar sentada sobre la cubierta beige de su sala —… ¿cómo pude creer que sería tan fácil?— se preguntó y se llevó una mano al cuello.
Había estado lista para hacerle frente a su realidad, se había levantado temprano, su cuerpo, especialmente su vientre seguía doliendo, pero el dolor era más tolerable… tomó una ducha y se vistió con un pantalón negro que sin evitarlo se ajustaba sin extrema presión a su cuerpo, y cuando se colocó una blusa lila que se ceñía bajo su busto y se ampliaba en su cadera, fue que lo notó… notó las marcas en las muñecas de sus manos al haber sido presionadas con fuerza por el Uchiha y que por suerte no había visto su sensei el día anterior.
No pudo evitar sentir una extrema vergüenza al ser consciente del par de marcas moradas que el mismo pelinegro dejó en su cuello… seguro Kurenai creyó que fueron hechas en esa linda entrega que ella tenía en mente. Lo peor era que no podía usar uno de sus infaltables suéteres pues estaban en las semanas finales de sofocante calor.
Fue hasta que estuvo frente al espejo después de peinar su cabello que se percató… así no podría salir… y la verdad era que encontrar esa escusa la había hecho sentir bien, no sabía si estaba lista.
—¿Y ahora qué haré?— se preguntó y se levantó sin saber qué hacer… iba a atrasarse en sus estudios y su padre se daría cuenta, ya eran dos días que no iba; también necesitaba encontrar una excusa creíble para que Ino, quien decía necesitaba con urgencia hablar con ella, no la buscara.
Negó en silencio… debía aprender a mentir si quería mantener ese humillante abuso como un secreto.
Se dirigió hacia su habitación cuando recordó la llamada temprana de su sensei que sin duda, seguía preocupada por ella.
—Será mejor que… me cambie si no quiero que las note…— mencionó y vio con preocupación las delgadas líneas moradas producto de la presión de los dedos del Uchiha. Conocía a su maestra y sabía que seguro pretendía volver ese día, o los que fuesen necesarios hasta no verla bien. Sonrió tristemente y agradeció en silencio la presencia de Kurenai Yuhi en su vida.
El timbre de su departamento sonó y ella volteó directo a la puerta… estaba por llegar a su habitación… se mantuvo inmóvil un segundo mientras decidía si abrir o buscar algo más con qué cubrirse y el timbre volvió a sonar, esta vez más insistentemente.
—Vamos, Hinata… solo actúa normal— se suplicó y aspiró profundamente para darse valor. Giró su cuerpo e ignoró la pequeña punzada en su vientre.
El timbre sonó y ella abrió en ese momento.
—L-lo siento sensei, demo…— sus palabras se ahogaron en su garganta al encontrar el alto cuerpo del Uchiha de pie frente a ella. La ojiperla dejó escapar el aliento y en un impulso buscó volver a cerrar la puerta.
—Necesitamos hablar— habló el pelinegro al momento de contener la fuerza de la joven con una sola mano al detener la puerta.
—Va-váyase— suplicó la chica que no cedió en su intento por detenerlo.
—Mph— sonrió de medio lado al obligarla a retroceder y terminar ingresando al amplio departamento y haciéndola perder el equilibrio.
Hinata retrocedió y en un impulso de su cuerpo giró y corrió hasta refugiarse en la cocina que estaba frente a la sala, siendo únicamente divididas por un pasillo y una larga barra.
—Ju-juro que gritaré… que… que todos se enterarán…— amenazó la joven al verlo acercarse con la que le pareció una aterradora calma.
Él sonrió de medio lado… "así que no lo ha dicho"… ¿quién demonios era Hyuuga Hinata para callarse tal cosa? Ella lo molestaba, lo reconocía… no podía ver a través de ella y eso lo frustraba.
—No tendrías el valor de hacerlo…— le dejó saber mientras se acercaba, observó su cuerpo, el mismo que había sido suyo y la notó temblar.
—No se acerque— advirtió la asustada chica luego de haber sacado un largo cuchillo de cocina—… o… o yo…
Él sonrió —hazlo— la retó al llegar frente a ella y dejar sus temblorosas manos sosteniendo el afilado objeto justo en su abdomen. La vio con desprecio y fue capaz de aceptar su reacción, sabía que la merecía, pero solo le daría esa oportunidad.
Los ojos de luna de aguaron, su corazón latió de prisa y el terror de hace dos noches volvió a ella… su respiración era pesada y sus temblorosas manos apretaron el cuchillo… era él, era él la persona que la había lastimado y humillado… quien le provocó el dolor que nunca se imaginó experimentar… quien le quitó la ilusión de un amor limpio y espontáneo.
Empujó contra él al cerrar los ojos y la fría y profunda mirada del Uchiha que era enmarcada por su lacio cabello cayendo por su rostro, no se alejó de ella… él frunció el ceño al sentir el dolor.
Cuando sintió traspasar la tela de su playera y su carne abrió sus ojos con miedo, lo vio apoyar sus manos en el borde de la cubierta de esa cocina integral donde ella estaba recargada, a la altura de su cadera y ella temió lo peor… sus delgadas manos temblaron.
—N-no…— tuvo miedo y estuvo a punto de soltar el cuchillo.
—Hazlo— la ronca voz del Uchiha la sorprendió al hablarle al oído, los ojos de luna de la pelinegra temblaron incrédulos —hazlo, Hyuuga— insistió y sostuvo sus manos con una de las suyas.
Ella negó en silencio mientras sus lágrimas la traicionaban al escapar de sus ojos… le dolía, todavía le dolía pero… pero no era capaz de matarlo… ni siquiera de dañarlo. Solo quería olvidar.
Él se molestó y arrojó el cuchillo a un lado, el sonido del delgado metal golpeando contra el vitropiso fue opacado por la respiración de la chica que escapaba entrecortada por sus sollozos.
—Tuviste tu oportunidad y la desaprovechaste— le dijo al alzarle el rostro con una mano y la obligó a verlo a los ojos. Estaba molesto.
Ella lo miraba asustada y sorprendida, había sido consciente de la mancha rojiza que bañaba su blanca playera.
La mirada tan negra como la noche se clavó en esa tan contrastante… ¿quién era esa estúpida chica que lo despreció y lo alteró hasta el punto de dañarla?... ¿por qué no decidió hacerle lo mismo ahora que le daba la oportunidad?
No terminaba de aceptar que hubiese alguien que pasara de él… esa tonta niña que gustaba del dobe. Sonrió al ver su semblante asustado y sentirla temblar presa de él… sentir esa sensación de dominio sobre ella amenazó con gustarle.
—Yo… yo no…— intentó decir que eso no era lo que quería, pero sus palabras no salían, tener a ese rostro de finos rasgos tan cerca y esa sonrisa soberbia la hacían sentir pequeña, débil, e insegura, más que nunca —o-onegai… vá-váyase…— dijo y desvió sus llorosos ojos.
—No vine a hacerte nada, Hinata— aceptó y la vio alzar su vista otra vez a él. A decir verdad, ni siquiera él sabía qué demonios hacía ahí… ya la había tenido y eso debió bastar… había soñado toda la noche con su cuerpo, con ella, perteneciéndole.
Verla rechazarlo y temerle, despertaba un lado retorcido de él que desconocía que tenía.
Ahí se dio cuenta.
Era por eso que estaba ahí… deseaba a Hinata, la deseaba todavía más.
Continuará…
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¡ Hola chicas !
Bueno, pues poco a poquito seguimos avanzando con esta historia, me estoy demorando tantito porque no quiero descuidar ni esta, ni otra historia que tengo corriendo, ambas saldrán lentas pero seguras xD
Chicas, en serio, en serio, mil gracias por apoyar la historia y por creer que puede dar más, les prometo que así será, no va a ser tan angst al punto de cortarnos las venas, tendrá sus partes, sí, pero todo a su tiempo… esta historia es romance, aunque todavía no lo parezca, obviamente el amor tardará en surgir, más en uno que en otro, pero aparecerá… ténganme confianza, haré lo que creo necesario para hacerlo realista, nada va a surgir repentinamente o de forma increíble.
Voy a agradecer comentarios: Marso- Hyuga Uchiha, Dark Amy-chan (mujer, amo Esclava Sexual, esa historia te ganó un lugar entre mi selecto grupo de autores fav. xD) Nicolai P. Sherman, Hinaliz, Yukki-Onna, ItaUchihaHyuga, Michelita Almazán, Diana Marcela Akemi, DAMIC00, adx-25, maribelteka, Meka6489, Hinasweet, NicoleIg, Ryuzaki Kira 3021 (no me olvido de la edición de tu fic, bonita) mafe T . T, PauSu, Aleyasmi, fan Hinata hyuga, Michelle Uchiha y a tres chicas que postearon review y no pusieron su nombre.
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Bueno, ahora respondo a un review que no supe de qué forma tomarlo… 'NONI' esto es por ti.
Primero no entendí que es eso de 'te echaste 3' (? … no sé si tu review descalifique mi historia, y aclaro desde ahora: ESTO ES FANFICTION un mundo para la imaginación, todas lo sabemos.
Si yo no creyera que es posible emparejar a estos dos por la violación que hubo de por medio, nunca lo hubiera escrito y mucho menos publicado. Sí, sí se puede… si no lo crees posible, puedes dejar de leer o por el contrario, quedarte y ver qué ocurre.
Sí vi las pelis de dulce venganza, dos, no sé si hay más; y esta historia está realmente lejos de parecerse a ellas, sé que una violación es una violación lo pintes como lo pintes, pero también es cierto que el daño que sufrió Hinata no se compara con el de las dos chicas de esas pelis, ni con la personalidad de ninguna… además, aquí nunca intentaron matarla o desaparecerla; de hecho, si te fijas, ni una bofetada recibió… Escribí un prólogo para dejar claro ciertos puntos.
Sobre el masoquismo ni siquiera voy a hablar, Hinata lo único que busca es amor y aceptación, ella no necesita nadie que la haga sufrir, pues ya lo ha hecho… eso es algo que complicara esta relación en un futuro, punto.
Es un tema delicado como lo dije en un principio e intento abordarlo según mi criterio, para eso es el espacio que se nos da a todas las que escribimos. Espero no te moleste y es la única vez que voy a aclarar esto. Siento si esto sonó agresivo de alguna forma, pero ya he tenido malas experiencias con comentarios destructivos y no los necesito aquí también.
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Dejando eso de lado, nos leemos en la siguiente actu. Un beso a todas y espero que sigan disfrutando de las últimas horas de este punte feriado las compatriotas mexicanas xD y a quienes no lo son, ánimo, lunes solo hay uno xDD
Saludos.
Aidé.
