LOS PERSONAJES DE NARUTO NO ME PERTENECEN, SON PROPIEDAD DE MASASHI KISHIMOTO. LA HISTORIA EN CAMBIO, ES MÍA.
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EMOCIONES EN CONFLICTO
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Arrojó su mochila en el asiento del copiloto una vez que abrió la puerta de su auto, al llegar al estacionamiento de la universidad después de haber dejado a la Hyuuga... se adentró en el vehículo y esperó un momento con la puerta abierta. Los altos árboles frente al estacionamiento pretendían trasmitir sombra y tranquilidad a pesar de los muchos estudiantes que por ahí transitaban.
Recargó su cabeza en el asiento y cerró los ojos.
Cobarde. Fue la palabra que rondó su cabeza; era un cobarde, lo había sido desde aquella noche, nunca creyó que ese calificativo pesara sobre él. Se llevó una mano a apretar el puente de su nariz… ver los ojos asustados de esa chica al verlo, el intento inútil de pretender olvidar todo, pretender no odiarlo y patéticamente estaba seguro que también, y aunque se negara a tal estupidez, ella pretendería perdonarlo.
Era absurdo.
Por eso lo molestaba, esa mirada asustada y la vulnerabilidad que pretendió esconder, lo hicieron creer que tal vez se equivocaba. Una molestia caló en su pecho… sabía que era un maldito, se había convertido en un ser que antes de causaba repulsión por su cobardía.
No se atrevía a reconocerse que se arrepentía, porque sería débil, se arrepintió una vez que eso acabó, una vez que bajó de su cuerpo y la vio débilmente acomodar su ropa, caminar adolorida, cuando la llamó sin saber si pretendía disculparse o pedirle perdón, cuando ella salió y él corrió tras ella… o cuando en el silencio de su departamento tomó importancia que le había robado su virginidad.
—Eres patético— se dijo con desprecio. Eran esos momentos de duda cuando se volvía un perdedor.
Lo cierto era que su orgullo y su ego pesaron demasiado en aquel momento.
Esa Hyuuga lo había rechazado y todo por el dobe, se recordó.
Lo molestaba saber que esa chica le había gustado, lo atraía su cuerpo… y no le bastó tomarlo aquella vez.
—Tsk—chasqueó su lengua molesto al aceptarlo… no le había bastado, él no la quería así y aun así, en esa ocasión no consideró detenerse, la verdad era que había estado molesto con él, con ella y con todo el mundo y obedeció a sus impulsos… buscó lastimarla.
Su conciencia le impedía un sueño tranquilo desde esa noche, la había buscado en su departamento para aclarar lo que sentía, pero también para asegurarse que estaba bien; quiso calmar su interior al permitirle matarlo, si ella quería.
Pero ella no quiso.
Y esa absurda bondad era la que lo hastiaba. Una persona como ella no podía ser sincera, nadie era tan estúpido.
Llevó su mano de su nariz al volante del auto y volvió a hundirse en su soberbia. Estaba dudando, estaba flaqueando… ¿por ella?
—Es ridículo— se dijo al cerrar la puerta de su auto y encender el vehículo. Sus negros ojos cobraron profundidad en la piel blanca de su rostro, que era enmarcado por un par de mechones de cabello obscuro.
Esa tonta niña pasaba de él, la vio sonreír estúpidamente por su idiota amigo al dirigirse con él momentos antes… él había entrado en su vida, de la peor manera, reconoció, y ella seguía pensando en Naruto. Se retorcían sus entrañas que precisamente fuese él.
Una sensación caliente también caló en su pecho. Hyuuga Hinata era un golpe a su orgullo, ya lo sabía, por eso la buscó hace un momento, porque reconoció que no quería que Naruto la tuviera cuando él se sentía de así, seguía deseándola, pero de otra forma, deseaba sus gemidos y sus caricias, sus besos y su piel.
No iba a volverla a forzar, jugaría con su mente de ser necesario, o jugaría a conquistarla.
Debía tener mucho cuidado de no asustarla o lastimarla, obtendría su cuerpo y su pasión y la dejaría. Y su capricho, aunque no lo catalogara como tal, estaría cumplido.
Salió de la universidad y sus ojos negros se fijaron en el retrovisor del auto, un rayo de duda y confusión atravesó su cabeza, pero su orgullo lo suprimió.
Él era Uchiha Sasuke y Naruto no era mejor que él.
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O.O.O.O.O
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Hinata había permanecido oculta de la vista del rubio y la pelirrosa al negarse a salir de ese jardín… Tuvo que apretar sus manos en puños para evitar el temblor que estaban experimentando, no podía creer nada de lo que acababa de ocurrir. Todavía sentía sobre los labios el extraño cosquilleó que los labios de ese pelinegro dejaron al besarla. No se pudo mover y agradeció que no hubiese intentado nada más… ¿quién era él y qué pretendía con ella? ¿por qué ella?
Después, insegura, giró su rostro y observó tanto a Naruto como a la joven pelirrosa ya sentados sobre la gran fuente de ese jardín central, siendo bañados por la luz del sol.
¿Debía ir y hablar con él? Tuvo miedo… ¿y si lo que dijo aquel cruel chico era cierto? Si Naruto quería pedirle que…
Tragó pesadamente. Había imaginado eso tantas veces, muchas, pero no aspiraba realmente a ello, parecía un sueño.
—¿U-un absurdo?— se preguntó al verlos. No, podía ser verdad… ¿por qué tuvo que pasar aquello? ¿por qué ese joven que la lastimó no se alejaba y le permitía olvidarlo?
Sus piernas comenzaron a flaquear y su apoyo en el árbol cobró necesidad, se forzó a respirar con calma y profundamente, no quería desmayarse en medio de ese lugar.
—Sé fuerte, por primera vez— se suplicó.
Cerró los ojos y una brisa fresca ondeó los mechones de su cabello que escapaban de su coleta alta y enmarcaban su rostro. No iba a rendirse, ella era Hyuuga Hinata, miembro de una familia de casta elitista, fuerte y orgullosa… deseaba tanto haber obtenido más de esas características, pero intentaría enmendarlo, ella había soportado en silencio muchas cosas, esta vez tampoco se iba a vencer; menos, teniendo una cercana posibilidad de caminar del lado de ese joven de ojos de cielo. Ese que había sufrido, seguro más que ella, y que a pesar de todo, sonreía.
Mordió su labio y aspiró profundamente para dejar escapar el aliento despacio.
—Avanzar poco a poco, tu puedes— se dijo en voz baja y soltó el árbol para dar ese primer paso que le costó unos segundos, en dirección al par de chicos que ignoraban su presencia.
Un par de metros después, avanzaba intentando parecer tranquila por el concreto de esa plancha de esparcimiento, varias personas se atravesaron a su paso sin llegar a molestarla o detenerla; Naruto y Sakura parecían muy sumergidos en su charla que no se percataron de su presencia.
"Sakura besó a Naruto" recordó las palabras soltadas por el pelinegro y sus inseguridades quisieron jugarle en contra.
Sus perladas orbes observaron al joven rubio tocar el hombro de la cabizbaja chica que parecía sonreír. Fue la siguiente afirmación del Uchiha, la que más la preocupaba; esa que decía que Naruto pretendía pedirle salir con él, pero que contradictoriamente también la animó a no marcharse. Si tenía una posibilidad de sobreponerse a ese dolor sería por la luz de ese joven.
Estaba a punto de llegar y el chico la sintió hacerlo.
—¿Ah? Hola, Hinata-chan— saludó el animoso rubio al ponerse de pie. La joven pelirrosa alzó la vista a ella y le sonrió ocultando la incomodidad que sentía.
—Ah…— mencionó al verlos prestarle atención —¿i-interrumpo?— preguntó y jugó con sus dedos nerviosa.
El chico negó animosamente —para nada, 'ttebayo, ¿verdad, Sakura-chan?— preguntó al voltear a verla.
—Claro, de hecho, yo ya me iba— se forzó a decir al ponerse de pie y acercarse. Naruto le había comentado que la esperaba.
El chico sonrió —¿lo ves?— le dijo a la Hyuuga y la pelirrosa observó con atención como le sonreía. Hinata sonrió nerviosa y Sakura volvió a sentir esa incomodidad de varias noches atrás, aunque se lo negara, le era extraño ya no ser ella la única dueña de la atención del rubio ojiazul.
—Nos vemos de-...— quiso despedirse la oji jade al no entenderse.
—¡Ey! Sakura, Hinata, Naruto— la alegre voz de la Yamanaka la interrumpió al gritarles desde el sendero que llevaba al estacionamiento, a varios metros tras ellos.
Tres diferentes pares de ojos voltearon a ver a la chica que se colgaba del brazo del joven Nara.
—¡Vamos a comer algo!— gritó la chica al animarlos con su mano a acercarse.
—Ah…— el rubio se rascó el cuello incómodo.
—¡Seguro!— aceptó la pelirrosa en un grito para después voltear a ver a sus cercanos—¿vamos o…?— les preguntó a pesar de saber del interés de aparentemente ambos, de conversar.
—Ah, bu-bueno yo…— habló la ojiperla; ella todavía portaba su uniforme deportivo.
—Tal vez después, 'ttebayo— se disculpó el rubio con una sonrisa al ver a la pelirrosa y después voltear a ver a sus otros dos amigos.
Hinata volteó a verlo y Sakura abrió los ojos ligeramente sorprendida —bien… me parece perfecto— dijo y forzó una sonrisa, después volteó a ver a la joven heredera Hyuuga para despedirse.
—L-lo lamento— se disculpó la peliazul.
—No tienes por qué— dijo para dirigirse de prisa con la rubia, su novio, Choji y Kiba quienes también llegaban.
Una corriente de viento fresco meció la larga coleta de la joven mientras veía a la oji jade marcharse.
—Hinata— la voz del rubio sonó seria al llamarla de esa forma.
Ella respingó y volteó a verlo, sus manos estaban juntas bajo su vientre, evitando que la pequeña falda se levantara. Se puso nerviosa al ver al joven rascarse la cabeza incómodo y su corazón latió nervioso.
—Na-Naruto-k…
—Escucha, Hinata— interrumpió y volvió a llamarla con confianza —, lo que yo quería, no, quiero decirte— habló apresurado, ambos estaban de pie frente a la fuente encendida en medio de esa área de esparcimiento, varios estudiantes vagaban por el lugar y ninguno les prestaba mayor atención —, es que, bueno, desde ese día en el antro, yo…
"Entonces era cierto" pensó la joven que comenzó a sentir miedo, supo interpretar el nerviosismo y la extrañez con la que el rubio actuaba; Sasuke no le había mentido, él la llamó ahí para pedirle que… perdió el aliento mientras veía al chico seguir hablando y dándole vueltas al asunto, ¿qué iba a hacer?
—Bueno, no sé si entiendas algo de lo que te estoy queriendo decir, 'ttebayo— volvió a decir el chico que volvía a rascarse la nunca avergonzado, le estaba resultando difícil, con Sakura pudo haber sido fácil, pues tenía mucho tiempo diciendo que le gustaba, ya hasta lo tomaban a modo de broma o molestia, pero con Hinata era diferente, esta vez se lo diría por primera vez a una persona distinta.
—Y-yo n-no…— mencionó la joven. Si las circunstancias hubiesen sido distintas ahora estaría completamente roja y a punto de desmayarse, pero ahora temía, él iba a decir algo y ella la verdad no quería rechazarlo. Lo quería.
El chico resopló sonoramente al rendirse, no era bueno con las palabras, se dio media vuelta y volvió a tomar asiento en la orilla de la fuente, Hinata permaneció de pie observándolo, sus ojos lo veían con la ternura que le despertaba.
—Es porque tú me gustas, Hinata— dijo el chico seriamente y sin mayor rodeo. Ella abrió los ojos sorprendida y él le tomó la mano al no estar muy lejos de ella. La joven perdió el aliento —… y, y yo…
—N-no— lo interrumpió y soltó su mano despacio, temblaba ligeramente.
Él alzó su vista a ella y su mirada azul se encontró con la perlada y temblorosa de ella. Guardó silencio y frunció el ceño al no saber si intentaba rechazar sus sentimientos.
—N-Naruto— su voz fue un murmullo —, y-yo, y-yo ahora no…— dijo y se detuvo ¿qué decirle? Espero que ese sueño se hiciera realidad por meses ¿y ahora?
Él sonrió y apartó la mirada incómodo por la situación — entiendo — mencionó y la vio dar un paso hacia él, su sonrisa se extendió al volver a verla —, pero no te preocupes, 'ttebayo, yo puedo esperar a que…— mencionaba pero sus palabras se ahogaron en sus labios al sentir el cálido tacto de la mano de Hinata en su mejilla.
Abrió sus ojos con sorpresa cuando ella se inclinó hacia él y besó sus labios, Hinata había cerrado sus ojos al contacto y él no pudo reaccionar en seguida.
El corazón de la joven ojiperla golpeaba de prisa en su interior, su cabeza había sido un caos y no sabía qué hacer, solo tenía frente a ella a la persona que había sido ejemplo de superación y el dueño completo de sus sentimientos, ese mismo alegre joven que siempre sonreía y que ahora parecía corresponder a lo que ella sentía, y ahí estaba, pensando que ella lo había rechazado, y el frágil corazón de la chica se apretó en dolor.
Entonces solo dejó de pensar… su mano se movió hacia su rostro y su cuerpo se inclinó hacia él, cerró los ojos y unió sus labios a los del chico que creía, era el amor de su vida.
El Uzumaki estuvo a punto de acariciar su rostro y profundizar ese beso, pero ella se apartó al sentirlo. Cuando sus miradas se cruzaron, el rostro de ella ardió.
—L-lo s-si-siento, Na-Naruto-kun— apenas pudo hablar, se apretó las manos nerviosa y le permitió al viento jugar con su largo cabello sin darle importancia; no supo cómo fue capaz de hacer semejante acción, el chico siguió sentado y frunció el ceño para luego sonreír, cuando él se levantó, ella se giró y su mirada oscilaba entre una dirección y otra, ¿debía ir a cambiarse o irse a su coche directamente? —y-yo d-debo irme— dijo luego de un instante al volver a verlo.
—Hina-chan— mencionó el joven que volvió a posar su mano en su nuca, estaba ligeramente ruborizado y no dejó de sonreír, nunca creyó que ella fuese capaz de hacer tal cosa, ahora estaba más encantado con ella, Hinata era ingenuamente impredecible.
—N-no puedo— dijo respecto a lo que él pensaba decirle y él lo entendió, las manos de la chica ahora estaban sujetas entre ellas a la altura de su pecho —n-no ahora, y-yo, lo… lo siento— dijo nerviosa luego de haber tomado aire, se dio media vuelta y corrió directo a los vestidores deportivos.
"¿No ahora?" pensó el rubio con los ojos bien abiertos al verla salir torpemente corriendo. Sonrió al verla casi chocar con un par de alumnos que salían del enorme edificio de su facultad.
—¡Oe, Naruto!— el grito jovial de un joven lo hizo dejar de verla y voltear hacia atrás.
El rubio alzó las cejas sorprendido —oh, cejotas— dijo al verlo acercarse a él.
—¿Has visto a Shikamaru?— preguntó el joven de lacio cabello negro y pobladas cejas.
El rubio sonrió —fueron a comer, vayamos a alcanzarlos 'ttebayo— animó con su característico buen humor, a decir verdad, también moría de hambre.
El chico se dirigió al estacionamiento luego de preguntarle si sabía dónde estarían, Naruto le dijo el lugar donde casi estaba seguro que irían y mientras avanzaban, volteó de medio lado a ver el lugar por donde Hinata se había perdido. Esa no había sido una negativa marcada y sonrió por ello. El lunes hablaría con ella, ahora parecía demasiado avergonzada y nerviosa como para hacerlo, además no quería asustarla al insistir demasiado… Hinata era extraña y eso le gustaba.
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Tapó su rostro avergonzada cuando llegó a los vestidores, su respiración era acelerada por la intempestiva carrera y su corazón seguía golpeando fuerte. Pocas veces en su vida había tenido el coraje suficiente para hacer cosas que nadie esperaba de ella, pero ninguna se comparaba a lo que acababa de hacer, había besado a Naruto.
—¿Qué... qué va a pensar?— se preguntó preocupada, apretó una de sus manos con la otra y las acercó a su boca… ¿cómo iba a verlo después a la cara? — ... soy una tonta— se reprochó preocupada al recordarse la realidad en la que estaba.
Se levantó de la banca de madera en el que había estado sentada y negó en silencio… ese nerviosismo cálido provocado por lo que había pasado, fue menguando, y solo le dejaba un vacío en el estómago y una mala sensación en su interior. Pensar en el desgarrador momento que había pasado y que todavía no terminaba por dejar atrás le sacudió los sentidos.
Ingresó a uno de los cubículos de los vestidores y cambió su ropa, se bañaría en su departamento.
Tal vez por eso lo había besado, pensó, porque podría ser la única vez que podría hacerlo. Ese beso podría ser el adiós a la hermosa relación, que creía, pudo tener con ese joven de ojos de cielo y sonrisa como el sol. Dejó escapar el aliento al temer eso.
Sasuke Uchiha, el casi hermano de Naruto le había pedido que se entregara a él para dejarla seguir adelante… ¿por qué?, a pesar de no ser de su agrado, sabía que ese chico no necesitaba tal cosa para conseguir a alguien a quien llevarse a la cama. Cualquier chica de ese lugar estaría encantada de estar con él.
Pensar en el amor cálido y limpio de Naruto la animaban a seguir adelante, pero… ¿volver a pasar por eso?
Su cuerpo tembló.
No quería, toda ella se negaba a aceptarlo, pero ¿vivir constantemente con ese recuerdo, sin que él pretendiera dejarla olvidar?
"¿Sabes qué haría Naruto si yo ahora le digo que estoy enamorado de ti?"… recordó su voz gruesa en ese cuestionamiento.
Él hablaba en serio. Permitirle que pasara pisoteando su orgullo y dignidad, y todo estaría olvidado; podría pensar en algo más allá después de eso.
Quiso llorar, no podía… no podía.
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O.O.O.O.O
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Un delgado pelinegro sonrió apenas visiblemente cuando sus profundos ojos ónix observaron, a través del largo ventanal de fina madera, llegar al alto hombre peliplata que había estado esperando.
Bajaría su mirada al perderlo de vista. Afuera todo en la ciudad se movía de prisa, los autos, las personas, la vida, por eso ese restaurant era su favorito en esa zona, adentro todo parecía en calma.
Volteó su rostro al verlo acercarse, su aspecto despreocupado no había cambiado nada.
Sus pasos fueron lentos, sus pulidos zapatos no hicieron el mínimo ruido al avanzar y aun así, atrajo la mirada de un par de comensales del lugar, tal vez por la cicatriz que recorría un costado de su rostro. Se retiró el saco antes de llegar y se jaló la corbata que eran requisitos para entrar a ese elegante lugar; movió su cabeza cansadamente antes de sentarse y deshacerse de su saco.
Itachi sonrió.
—Vaya, pareces conservar tu mala costumbre de llegar tarde, Kakashi— saludó al tomar su tasa de café y llevarla a su boca.
El alto hombre suspiró cansadamente.
—¿Tenías que elegir este lugar para conversar?— preguntó con cansado tono al girar su vista por el lugar. Sobre el suelo de fina madera obscura habían una veintena de mesas pulcramente vestidas, personas que parecían ser distinguidas conversaban en silencio mientras comían y él sentía desencajar en ese lugar.
El joven Uchiha negó en silencio —me gusta la quietud de este lugar, además, queda cerca de la empresa— dijo al ver el pequeño jardín perfectamente cuidado que se extendía a un costado de la ventana junto a su mesa, era de los pocos lugares que contaban con uno en el centro de la ciudad, un respiro para el agitado ritmo de vida que todos llevaban.
El peliplata tomó de uno de los platos cerámicos, que se encontraban sobre la mesa, una porción de verdura en adobo y observó al Uchiha que le sonrió.
—Gracias— dijo seriamente el pelinegro.
—¿Por comer?, no hay de qué, me gusta hacerlo— dijo el mayor y sonrió haciendo lucir ese lunar bajo su labio en la parte izquierda de su rostro.
Itachi bajó su mirada al negar en silencio.
—A decir verdad comenzaba a aburrirme de Suna— continuó el peliplata al abordar el tema —. Traje a varios chicos conmigo para reforzar el dichoso equipo que entrenaré.
—Me alegra que Tsunade los haya aceptado— respondió el chico —. También que Gay aceptara cederte momentáneamente su puesto.
Un camarero llegó ofreciendo la carta y ambos agradecieron.
El peliplata observó el menú y continuó—: Gay no fue problema, está encantado de volver a competir conmigo— dijo al encogerse de hombros —. Lo que me preocupa es la inserción de los nuevos miembros con el grupo ya armado, Gaara es un joven prodigio, pero bastante complicado— aceptó el hombre de cansado aspecto.
Itachi aceptó, sabía bien el interés de Kakashi en esos jóvenes que solían ser conflictivos.
—No sé si Sasuke pueda lidiar con ello— volvió a decir.
El Uchiha suspiró cansadamente —va a ser un problema— dijo y negó en silencio —Sasuke se está ligando a malas compañías— explicó y vio seriamente al peliplata —, por eso te necesito cerca.
—Lo sé, y estoy dispuesto a ayudarte— aceptó el hombre mayor.
Un segundo después el camarero estuvo de vuelta y ambos ordenarían lo que sería su comida de ese día.
—¿Cómo va todo con…?— volvió a preguntar el peliplata.
—Mal— interrumpió el moreno de marcadas ojeras al apoyar sus codos en la mesa y tornar su semblante serio —. Las cosas no mejoraron.
—Lo siento.
El pelinegro bajó la mirada —por eso te necesito cerca de Sasuke cuando todo pase. Él está confundido, tiene una idea errónea de todo y no está pensando con claridad. Estoy seguro que está consumiendo alguna sustancia que…
—Entiendo.
—Otosan tampoco lo está tomando bien— dijo al verlo. La calma en la voz del joven llamó la atención del su acompañante. Otra vez Itachi estaba cargando con la responsabilidad de toda la familia.
—Voy a ayudarte en lo que necesites— aseguró.
El joven asintió e intentó una sonrisa, volvió a recargarse en el respaldo de la elegante silla y volvió a tomar un sorbo de su café.
—Sasuke es muy impulsivo, no piensa, actúa— volvió a hablar el pelinegro —. Va a odiarnos cuando esto acabe. No sé cómo reaccionará al saber que le hemos mentido todo este tiempo. Él no es una mala persona… pero se está perdiendo.
El alto hombre asintió al comprenderlo. ¿Cómo sería Sasuke ahora?
—Espero que todo esté bien, ¿es niño cabeza hueca todavía es su amigo?— preguntó aligerando la tensión que empezaba a formarse.
El Uchiha sonrió —eso parece.
Kakashi lo imitó discretamente y negó en silencio. Siempre creyó que ese par eran tan distintos que terminarían por complementarse o destruirse con el tiempo. Le alegraba que fuese lo primero.
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O.O.O.O.O
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Hinata suspiró profundamente y dejó escapar el aliento despacio, una vez que estuvo en el estacionamiento subterráneo de su edificio.
Había decidido que no le daría más vueltas al asunto y al menos por ese fin de semana pretendería que nada ocurría, era lo mejor, por su salud mental.
Un par de golpes en el cristal de su ventanilla la hicieron respingar y voltear al bruscamente a ver.
Sonrió al instante y un sentimiento cálido la inundó.
—Niisan— saludó al bajar de inmediato.
El chico castaño sonrió de medio lado al recargarse en la puerta trasera de ese auto.
—Parece que la asusté, Hinata-sama— su voz ronca y su afirmación ruborizaron a la chica —¿olvidó que vendría?
Ella negó —n-no, nissan… s-solo…
El joven sonrió con la ternura que le provocaba —debí haber llamado, disculpe.
—¿Ah?, n-no tienes por qué hacerlo. Somos familia— dijo ella al tomar su mochila, su maleta y cerrar el auto.
El chico elegante y formalmente vestido se encargaría de ayudarla con sus cosas y la animó a caminar.
—Me alegra que hayas venido— comentó la joven al alzar su vista a él, que la vio de medio lado y le sonrió discretamente. Neji no tenía idea de lo mucho que la reconfortaba su compañía.
—Ahora que Hiashi-sama no está en la ciudad, puedo hacerlo con mayor frecuencia. ¿No necesita nada?
La peliazul negó mientras subían por el elevador.
—Gra-gracias por preocuparte— dijo y sonrió cálidamente. Neji era la única persona del clan que se había atrevido a pasar sobre las órdenes de su padre, al socorrerla muchas veces.
El chico negó al dejarla salir primero del elevador. Él de verdad creía que Hinata no merecía ese trato, que fuese amable no la hacía débil ni menos capacitada para ser la próxima cabeza de su clan.
—Por cierto, su padre demorará un poco más en volver— informó el joven lo que su tío le había solicitado, mientras ella abría la puerta de su departamento.
—¿Algún tipo de problema?— preguntó extrañada, su padre no gustaba de estar fuera de la ciudad.
—No, por el contrario, todo parece ir muy bien— dijo al entrar al impecable lugar —. Pero estará visitando su universidad cuando esté de regreso.
—Ya veo— mencionó en voz baja al dirigirse a la cocina.
—No debería tener nada de qué preocuparse, ¿cierto?— preguntó el joven al esperarla de pie a un costado de la sala, lugar donde había dejado la mochila y maleta de la peliazul.
Ella le aseguró que no y esperó de verdad ponerse al corriente.
El joven castaño se acercó a la cocina, detrás de la barra la observó comenzar a sacar ingredientes y algunos trastos.
—¿No prefiere que salgamos a comer?
—De ninguna manera. Estoy encantada de cocinar para ti, niisan— dijo la joven con una sonrisa, estaba segura que hacía mucho que no comía comida casera con la carga de trabajo que llevaba.
Neji estuvo a punto de insistir pero el timbre del lugar sonó.
Hinata tuvo un mal presentimiento cuando él fue a atender luego de preguntarle si esperaba a alguien. Casi pudo volver a respirar al ver a su antigua sensei entrar.
—Pensé en venir a visitarte, espero no molestar— habló la sonriente mujer de mirada rojiza.
—Po-por supuesto que no— dijo y le sonrió.
Su joven primo de serio carácter y siempre aspecto formal, mostró el respeto que le tenía a la madura mujer y aun así, la convivencia no fue difícil.
Hinata agradeció la prudencia de Kurenai al no mencionar nada de lo ocurrido días antes, ni de las pastillas y el novio que ella suponía que tenía. Soportó un par de miradas divertidas de la mujer mientras se encargaban de cocinar.
La comida se agotaría en la mesa más de una hora después, y ellos siguieron charlando. La ojiperla tuvo la sensación de calor de hogar en ese momento, le fue muy grato escuchar de los labios de su primo que Hanabi pronto dejaría de estar internada en su centro de estudio para volver a su hogar, lo que le daría más libertad de verla… al parecer su padre comenzaba a reconsiderar las cosas y eso logró hacerla realmente feliz, y más que por ella, por su hermana.
—Entonces eres provisionalmente la cabeza de la empresa— mencionó sonriente Kurenai.
—Solo reviso que todo funcione normalmente— le restó importancia el castaño.
Hinata que se había encargado de retirar todo de la mesa, lo escuchó y sonrió.
—Yo sigo insistiendo en que no hay nadie más calificado que tú niisan, para el manejo futuro de la empresa— comentó al colocar una charola con tres pequeñas tazas de té caliente, sobre la mesa de centro de la sala, lugar donde ahora estaban descansando.
—Es a usted a quién le corresponde ese deber— le recordó al verla sentarse a su lado.
La jovial y castaña mujer sonrió al verlos a ambos.
—Eso podría solucionarse diplomáticamente, si ustedes se casan— comentó y sonrió al ver a Hinata abrir los ojos sorprendida y enrojecer de a poco, y al joven solo desviar la mirada incómodo.
—S-so-somos hermanos— le recordó avergonzada la ojiperla.
—Primos— aclaró la mujer al sonreírle —. Aunque vamos, no se lo tomen tan en serio— dijo divertida. Ella no olvidaba la que creía era la relación de Hinata con ese tal Naruto al que todavía no conocía. Aunque no por ello sus palabras fuesen una locura, lo intuyó por la mirada profunda que el joven le dedicó… no eran extrañas ese tipo de uniones matrimoniales entre los miembros de las familias, como lo eran los Hyuuga o cualquier otra de gran prestigio, al contrario, era lo más adecuado para mantener su poder económico compacto.
Hinata había cambiado de conversación y ahora ambos ojiperlas charlaban ajenos a ella… ¿Hiashi habría considerado ya esa posibilidad?, por el bien de Hinata y su novio esperaba que no, aunque algo había en esa mirada del joven castaño que la hacía pensar que tampoco era, que fuese una persona incorrecta para su querida ex alumna.
La tarde caería paulatinamente en la ciudad y la ojiperla se encontraba en paz, la charla con sus dos visitantes pasó de un tema a otro con una espontaneidad extraordinaria, ella no recordaba a su primo diciendo más de un par de frases, pero su antigua sensei se había encargado de aligerar el ambiente, al punto de dejar de preocuparse de sus deberes, tanto como de las preocupaciones más serias que había venido cargando.
El joven castaño observó su reloj de mano y Hinata le prestó atención.
—Será mejor que me vaya. Es tarde— su voz seria rompió el agradable ambiente.
—¿Tan temprano?— se le escapó a la ojiperla.
Tanto chico como la otra mujer presente sonrieron.
—Di-digo…
—Intentaré volver pronto, Hinata-sama— mencionó el joven al ponerse de pie y ella lo imitó. Neji inclinó el rostro al despedirse de la mujer de ojos rojizos y le deseo buena fortuna para el bebé que venía en camino, luego de eso se dirigió a la puerta a un par de metros de la sala.
—Gracias por todo— dijo la ojiperla al verlo a los ojos.
Neji sonrió y llevó una mano a su cabeza para acariciar distraídamente su cabello.
—No tiene por qué agradecer. Sabe que todo lo hago con gusto— dijo al soltarla y ella contuvo el aliento al sentir sus ojos aguarse —. Cuídese, Hinata-sama— pidió al recobrar su postura segura y casi altiva que siempre lo caracterizó.
Pocas veces podía convivir de ese modo con ella, y aprovechaba cada oportunidad que tenía para cuidarla, pero se preguntaba si lo estaba haciendo bien o si no le había fallado al permitir que viviese ahí, sola y lejos de todos.
—T-tú también, niisan— dijo al verlo partir y permanecer de pie en la puerta.
—Yo también me voy, cariño— se despidió la mujer al abrazarla por la espalda, luego de unos segundos.
—¿Pero?...
La mayor sonrió —a decir verdad venía a una cosa— confesó con simpleza.
—¿A-a qué?— preguntó al seguir de pie frente a la puerta abierta de su departamento.
La mujer de elegante vestido gris sacó una pequeña caja de su bolso.
—No sé si me estoy tomando demasiadas libertades— se disculpó —, pero quiero que las tengas por si…
Hinata bajó la mirada y observó esa caja de píldoras.
—… ya sabes, por si tú y tu novio— continuó la mujer.
—¡Dios! Ku-Kurenai sensei— mencionó roja y su cuerpo se estremeció.
La mujer sonrió —exijo conocer pronto a ese chico rubio que tanto te hace sonreír— le dijo al guiñarle el ojo y salir del lugar.
Hinata dejó de pensar en el vacío en su estómago y volvió a recordar a ese rubio que había besado.
—Bu-bu-bueno, yo…— tartamudeó un par de veces intentando explicar ese error en el que estaba, pero no podía justificar su deprimente comportamiento al pedirle esas píldoras de emergencia —y-yo…
—Olvídalo, ahora de verdad debo irme. Me dio mucho gusto pasar esta tarde con ustedes, pero seguro Asuma estará preocupado— la interrumpió y volvió a colgar su bolso al hombro.
—Entiendo y…— dijo y observó la pequeña caja —gra-cias.
La joven mujer de ojos rojizos sonrió y le dio el abrazo que tanta falta le había hecho. Hinata se tragó el nudo que se formó en su garganta y contuvo las ganas de llorar.
—Vendré pronto— soltó la mujer en tono divertido antes de irse.
La ojiperla se mantuvo de pie fuera de su departamento hasta verla perderse en el elevador, cerró la puerta y dejó escapar el aliento, sus ojos se llenaron de lágrimas al saber que no estaba del todo sola.
—Ya no voy a llorar— se prometió y se animó a continuar.
Momentos más tarde se encontraba preparando su baño, se ducharía y avanzaría con sus deberes, Neji había mencionado que su padre volvería y estaría pendiente de sus materias y no podía permitirse ir mal, ya no quería decepcionarlo; lo quería a pesar de la rudeza y rigidez con la que la trataba y quería que estuviera orgulloso de ella.
Antes de media noche el cansancio pesó en ella, tenía su computador encendido en el escritorio de su habitación, varios libros descansando en el mismo lugar, unos cerrados, otros abiertos y marcados con algunos pendientes.
—Es mejor dormir— se dijo, tenía mucho sueño y su largo cabello apenas se había secado, pero ya no lograba concentrarse, no cuando su mente la traicionaba al divagar.
Guardó todo su trabajo y cerró el computador, apagó la pequeña lámpara que iluminaba el escritorio y se levantó de ahí.
Se acercó al espejo de cuerpo completo que se encontraba en la puerta corrediza de su closet, y ayudada por la blanca luz lunar que se colaba por su ventana, observó su pálido aspecto, ladeó su rostro y observó esas marcas hechas por los labios del Uchiha, comenzar a desaparecer. Suspiró tristemente… ¿por qué los recuerdos no se iban con ellas?
Su perlada mirada viajó por su cuerpo, al menos no se veía tan maltratado bajo ese camisón de delgados tirantes que su hermana le había regalado la navidad pasada. Se alejó de ese lugar y se refugió en la seguridad de su cama, agradecía haber sobrevivido a ese primer día, que había sido como su prueba de fuego.
Suspiró y sus ojos pesaron —Naruto-kun — mencionó al abrazar su almohada y no pretender luchar contra el sueño que quería gobernarla. Una brisa fresca ondeaba la casi trasparente cortina de la ventana abierta, en ese treceavo piso... y ella cerró los ojos esperando hoy sí, lograr dormir toda la noche.
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O.O.O.O.O
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—¡Oe, Sasuke!— la voz de su peliblanco amigo se escuchó sobre la estruendosa música, y lo hizo voltear a verlo, al estar cruzando la entrada de ese mismo antro donde todo ocurrió —No sabía que vendrías— dijo el chico al entrar con el alto y pelinegro joven, lo vio ignorar las miradas femeninas y buscar a alguien en específico en ese lugar.
El sonido era casi ensordecedor, personas entraban y salían, otras bailaban o charlaban en el obscuro lugar que era bañado por una ligera capa de hielo seco y luces multi colores.
—Sa-Sasuke— volvió a hablar al verse ignorado por el pelinegro que apenas había volteado a verlo —, oe, esa chica… la, la de la otra vez— continuó y esta vez sí tuvo la atención de ese par de profundos ojos negros —¿tú, tú de verdad?— se atrevió a preguntar, sabía que era altivo y le importaban muy poco las personas que lo rodeaban, pero no podía creer que…
—Ya te dije que lo olvidaras, si sabes lo que te conviene— fue fríamente duro y cortante al verlo de medio lado. Volvió a girar su vista y localizó en un sector privado a quienes buscaba. Se dirigió hacia allá.
El chico abrió grandemente sus morados ojos… entonces sí hizo aquello, estuvo seguro. Lo vio perderse entre las personas y se quedó de pie; sintió pena por primera vez al pensar en esa chica. Se dio media vuelta y se alejó de ahí, por lo que vio, Sasuke no lo quería cerca. Luego recordó a esa escandalosa y presumida chica pelirroja, amiga suya… sonrió sin poder evitarlo exponiendo sus afilados dientes… ¿qué pensaría Karin al saber que no era lo suficientemente mujer para retener a Sasuke?, y que además él había encontrado a alguien que lo provocaba al extremo de perturbarlo… porque esa chica era todo, menos alguien que le resultara indiferente a Sasuke.
Él lo conocía muy bien y supo que difícilmente desistiría con esa chica. Su semblante estoico había cambiado cuando él le habló de ella.
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—Ey, Sasu-ke— se burló el rubio ojiazul de media coleta, había estado discutiendo con sus compañeros y estaba fastidiado.
El Uchiha lo vio fríamente y de medio lado —¿Pain?— preguntó a los otros dos chicos presentes.
El rubio se puso de pie y lo vio a los ojos.
—Tuvo que irse— dijo el joven peliblanco.
—No le respondas— dijo el rubio ofendido atrayendo la atención del frío pelinegro —, este imbécil sin modales no debería tener respuesta a su pregunta.
—¿Dónde lo encuentro?— su profunda y segura voz se volvió a escuchar en ese sector privado, ignorando deliberadamente al rubio.
—Escúchame bien, imbécil— intervino el ojiazul al tomarlo de la fina camisa obscura que portaba, atraerlo a él y en un segundo arrojarlo para golpearlo contra una gruesa columna a su espalda.
—¡Ey, chicos!, sin violencia innecesaria, por favor— intervino el alto peliblanco al levantarse de esa elegante sala lounge donde habían permanecido sentados.
El rubio sonrió alardeando —no te…— decía, pero un golpe repentino y seco en su espalda como la fuerte mano del Uchiha, lo silenciaron al apretarle el cuello.
—Vuelve a tocarme…, y estás muerto, imbécil— amenazó con fría calma el pelinegro, su mirada tan negra que parecía verse rojiza en la profundidad, intimidó al hablador ojiazul.
El chico pequeño y pelirrojo sonrió ante la sorpresa del rubio —eres patético Deidara.
El ojiazul le devolvió la mirada molesta al pelinegro.
—Ey— volvió a hablar el peliblanco totalmente calmado —, todo está bien, no tienes que buscarlo en ningún lado— le aseguró al Uchiha mientras lo jalaba del brazo ganándose una mirada molesta, pero logrando separar a ese par. Se interpuso de inmediato entre ambos, evitando otra estupidez por parte de su explosivo amigo —. Toma lo que buscas— le dijo al palmear su pecho y deslizar una casi invisible bolsa plástica en la pequeña bolsa de la camisa del joven.
El todavía molesto Uchiha se deshizo de su agarre.
—Y descuida— concilió el joven al sonreírle —va por cuenta de la casa— aseguró y le tendió la mano.
Él lo observó y ladeó su cuerpo.
—Yo me arreglo después con él— dijo secamente y se fue de ahí sin voltear a ver al furioso rubio ni aceptarle la mano al peliblanco.
—No debiste meterte, Hidan— reclamó el ojiazul.
—Claro, pudo ser divertido ver cómo te daban una paliza— intervino el pelirrojo.
—Un día voy a matarte, Sasori.
El peliblanco se rio divertido —vamos, tú tuviste la culpa.
—¿Yo?— preguntó ofendido al verlo sentarse de nueva cuenta —, ese imbécil no es más que un maldito creído que se siente superior a todos— alegó más molesto todavía.
—Déjalo en paz, sabes que a Pain le interesa— le recordó el peliblanco mientras se recostaba en uno de los sofás.
El rubio gruñó frustrado y aunque no dijo nada, estaba dispuesto a cobrarle esa humillación… ya encontraría su pequeño punto débil, todos lo tenían.
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Tras salir de ese lugar, se subió a su auto y condujo molesto por la ciudad, su rostro era imperturbable, pero su mandíbula tensa como su mirada más obscura lo delataban.
Había evitado las llamadas de Itachi, un par de Naruto y otras más de Karin, no pensaba salir ese día pero luego de terminar un proyecto que debía entregar y al que casi no le había dedicado tiempo, se fastidió de estar en su departamento.
Se había duchado, y movido por el hastío de sus dudas, surgidas por ese par de ojos perlados, se encontró de nuevo en ese lugar. Buscó olvidarse de todo por un momento.
Resopló cansadamente... el imbécil de Deidara solo lo alteró más y ahora ahí estaba, a una vuelta en esa esquina… su departamento, o el departamento de esa Hyuuga.
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O.O.O.O.O
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Hinata se levantó más temprano esa mañana, el sábado fue agradable por la presencia de su antigua maestra y su primo, el domingo se la había pasado el día estudiando y en el aseo de su departamento, por la tarde Ino y Sakura fueron a verla, la chica pelirrosa se asomaba constantemente por la ventana de su habitación al haber pasado la mayor parte del tiempo ahí; Ino le había comentado que justamente en el edificio de en frente vivía Sasuke, lo que la había tensado, y que por eso la oji jade lograba ubicar el departamento exacto, sin haberlo logrado.
—Tal vez fue por eso— se dijo en voz baja, al tomar su mochila y sus llaves.
Esa noche, incluso la noche anterior se había despertado en medio de la madrugada y había tenido la sensación de que alguien la observaba en la obscuridad y silencio de su habitación.
Era un absurdo darle más importancia, supuso. No ganaba nada atormentándose.
—Bien… un día más— se dijo al salir de su departamento más temprano de lo normal. Sus clases iniciarían pronto e intentaría mantenerse serena.
Ojalá que Naruto no le recordara o preguntara nada de lo ocurrido ese sábado por la tarde, cuándo lo besó.
Entró a su auto vistiendo unos jeans claros que le entallaban bien, una blusa de manga tres cuartos color morado y de escote cuadrado, su figura resaltaba a pesar de la sencillez de su atuendo, debía parecer normal y no volver a vestir sus chamarras casi polares en época de calor. Las marcas de su cuerpo eran casi invisibles y aun así las ocultó con un poco de maquillaje.
—Pues… a-aquí vamos, Hinata— dijo al voltear su rostro y comenzar a conducir en reversa para salir de su cajón de estacionamiento, y posteriormente de su edificio.
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O.O.O.O.O
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El rechinar de los tenis contra la pulida madera de ese gimnasio era audible en el constante ir y venir por la duela, todavía no eran las nueve de la mañana y el equipo de baloncesto ya había tenido una desgastante sesión de entrenamiento.
El Uchiha se acercó agotado a la banca y bebió agua de una botella mientras el sudor escurría por su rostro y cuello, humedeciendo ligeramente sus dos rebeldes mechones de cabello y su roja casaca de entrenamiento.
—¿Se puede saber por qué demonios tenemos que estar aquí, en lugar de apenas estarnos levantando? Yo no tengo clase hasta las diez y media— se quejó el Inuzuka al detenerse agotado al centro de la cancha.
Naruto se burló y continuó corriendo.
—Ya sé quién será uno de los que manden a la banca cuando lleguen los refuerzos, 'ttebayo— dijo y el sonido que provocó el balón al chocar con sus manos, después de haber recibido ese pase fuerte y recto de Lee, resonó en el lugar.
El Inuzuka vio molesto al rubio levantarse de un gran salto y clavar la pelota en la canasta casi de forma espectacular, luego de esquivar a Shino… luciéndose, como siempre.
—Serás idiota, Naruto— gritó el castaño interrumpiendo el festejo del ojiazul —, aquí la única banca serás tú, cuando rompa tus records.
—Claro, claro, sigue soñando— se burló al pasar a su lado y regresar a su propia cancha.
—Bien. Es todo por hoy— la voz cansina del Nara se escuchó por encima del alboroto general.
El chico de cejas pobladas paró su loca carrera de regreso —vaya, y yo que apenas comenzaba a exigirme— comentó y agachó su cabeza, su decepcionado estado duró solo un poco, cuando vio el balón suelto lo recogió y empezó a practicar su drible y su tiro, en la canasta cercana. El resto del grupo se dividió entre las dos bancas y la mayoría se dirigió al vestuario a ducharse y estar listos para su primera clase.
El rubio se dejó caer en las gradas tras la banca local y estiró su cuerpo mientras regularizaba su respiración.
—¿Dónde demonios te metiste el fin de semana, teme?— cuestionó al alzar su casaca roja de entrenamiento y limpiar su piel sudada.
El Uchiha lo vio de reojo y no le contestó al volver a beber de esa botella, no había terminado el entrenamiento y estaba agotado.
—Dame— se levantó el animoso chico a pedirle agua, él le lanzó la botella abierta y Naruto bebió de ella.
—Mejoraste tu enceste— comentó el pelinegro que no perdió detalle de la jugada de momentos antes.
El rubio sonrió de forma zorruna al dejar de beber —sí, es genial, dattebayo. Apuesto que no podrás ganarme.
—Mph— mencionó el Uchiha. Su fortaleza física no estaba en el mejor momento, esas dos noches no había dormido mucho al intentar comprender qué era lo que sentía. Estaba frustrado.
—Y no me contestaste— insistió el rubio al pararse a su lado —¿dónde demonios te metiste el fin de semana?
—Tuve asuntos qué arreglar— respondió secamente —¿qué querías?— se forzó a preguntar al recordar el par de llamadas que no le quiso responder.
Naruto se sentó pesadamente en la banca de madera y apoyó sus brazos en sus rodillas, mientras su mirada se clavaba en Lee y su pequeño entrenamiento. El lugar se había casi vaciado.
—Hablé con Hinata— soltó de pronto haciéndose con toda la atención del pelinegro que lo vio de reojo.
—¿Y?
Lo vio negar en silencio y él frunció el ceño… ¿lo había rechazado?
—Me besó— confesó el rubio sin verlo.
Los puños del Uchiha se cerraron en una reacción automática y el Uzumaki no lo notó.
—¿Eso quiere decir que…?
Él chico volvió a negar —no lo sé… creo que solo me pidió tiempo— mencionó lo que había estado pensando —¿tú qué crees? Digo, yo le dije que me gustaba y ella no supo qué decir, 'ttebayo— volvió a explicar de prisa y esta vez sí volteó a verlo.
El pelinegro de ojos ónix tensó la mandíbula mientras se quitaba la casaca de entrenamiento y las muñequeras deportivas negras… así que lo había besado. Su sangre hirvió en molestia.
—…solo — continuó el rubio y lo vio comenzar a caminar —¡oe, espérame!— se quejó al seguirlo —¿entonces? ¿tú qué crees?
—Yo qué diablos voy a saber— respondió aparentemente desinteresado al avanzar a su lado por el largo pasillo directo a los vestidores… no tenía idea, pero pensaba escuchar de los labios de esa ojiperla una respuesta.
El rubio resopló sonoramente —no sé por qué diablos creí que tú podías tener idea— se quejó y continuó hablando de esa joven y lo que lo había desconcertado —… Aunque sí creo que debo reafirmarle lo que le dije— reflexionó el rubio una vez en los vestidores —, de lo contrario puede creer que no es cierto.
Los ojos profundamente negros del Uchiha lo observaron mientras se deshacía de su ropa al dirigirse a una de las regaderas. Intentó ignorar la molestia que lo quemaba, al dejar de prestarle atención. Se volvió a colocar de mala manera la ropa con la que había llegado.
—¿Eh? ¿no te vas a duchar?— preguntó el distraído rubio al verlo.
—No. Tengo cosas qué hacer— respondió secamente y salió de ahí.
—¿Mmm?— mencionó al verlo perderse entre los distintos lockers al dirigirse a la salida —… y luego dice que el sucio soy yo, dattebayo.
• • •
Esta vez sus pasos llevaban un poco más de prisa, su rostro mostraba ligeros signos de cansancio por la falta de sueño y sus ojos profundamente negros se deslizaron por los jardines al ir avanzando, ignorando miradas curiosas de las chicas que lo veían y murmuraban.
—¿Dónde estás, Hyuuga?— su voz fue un ronco y molesto murmullo y giró su rostro, no se veía por el camino al estacionamiento y dudaba que estuviera ya en la facultad... su siguiente clase era juntos y faltaba todavía media hora para ese estúpido taller, pero su auto ya estaba estacionado entre la gran cantidad ahí presentes. Sonrió con ironía —Por supuesto— mencionó y tomó dirección a donde estaba seguro que la encontraría.
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O.O.O.O.O
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Los ojos perlados se entrecerraron al observar a lo alto de ese estante, el nombre de los libros. Sonrió al encontrar el que buscaba.
—Aquí estás— se dijo al apoyarse en la punta de sus pies y estirar su cuerpo para tomar ese libro de métodos numéricos que seguro la sacaría del aprieto en el que estaba.
Sonrió al girar con el libro en las manos y agradeció haberlo encontrado.
—Lo pediré prestado un par de días— mencionó con voz suave y atravesó el sector de estudios que ya tenía a más de una decena de estudiantes, y se dirigió con la encargada de ese lugar.
La mujer entrada en años no se molestó en verla a los ojos, solo se encargó de llenar la ficha de salida y revisar su credencial que la reconocía como miembro de esa universidad. Una vez con el permiso, guardó el libro en su mochila y salió de ahí, iría al aula que le correspondería por las siguientes dos horas y repasaría sus siguientes clases.
Su móvil sonó y tuvo que detenerse al apenas haber salido del extenso edificio de tres plantas, que había fungido como biblioteca por muchos años.
—Ino…— mencionó y sonrió al abrir el mensaje de texto.
'No te olvides que esta vez sí nos acompañarás a comer. No hagas planes.'
Ella abrió los ojos con sorpresa… ¿acompañarlos? ¿con Naruto?, pensó en ese chico que era infaltable en cada reunión y su estómago se removió nervioso.
—Así que no me equivoqué— la voz molesta de ese pelinegro la hizo voltear sorprendida.
La sonrisa que casi había desaparecido al sentir los nervios por el rubio, terminó por esfumarse y dio paso a un par de labios ligeramente abiertos que encajaban perfectamente con la expresión asustadiza de su rostro.
Hinata retrocedió un paso al ver la imponente figura de ese alto y atlético pelinegro, su mirada era más profunda y le parecía molesto.
Ella intentó mencionar algo pero no encontró la voz.
—Ven acá— dijo para tomar de la mano a la muda e inmóvil chica y llevarla con él.
—¿Q-qué hace?— su voz débil sonó preocupada al verse obligada a seguirlo.
El Uchiha ignoró su pregunta y se metió entre unos pequeños arbustos que decoraban el cuidado jardín frente a la biblioteca, sus seguros pasos no se habían detenido hasta perderse de la vista de cualquiera al ingresar en ese alargado jardín.
Los ojos perlados de Hinata recorrieron nerviosos el lugar, no había nadie relativamente cerca.
—¿Y bien?— su varonil voz sonó más fría de lo normal al soltarla y verla a los ojos.
La peliazul retrocedió un par de pasos, su espalda chocó con la fría pared lateral de la biblioteca.
—Y-y… y bi-bien, ¿qué?— se atrevió a preguntar. No estaba aprisionada en ese lugar, altos y frondosos pinos los ocultaban, pero a cada extremo de ese jardín, habían senderos que eran transitados por variedad de estudiantes.
El Uchiha sonrió de medio lado a verla comenzar a aterrarse al alejarse de él, y su sonrisa se volvió molesta… se acercó a ella despacio y la tomó con un par de sus dedos de la barbilla para obligarla a verlo.
Ella lo observó con miedo a los ojos y no supo si preguntar algo más o esperar su respuesta.
—¿Aceptaste?— preguntó directamente al fruncir el ceño.
"¿Aceptar?", pensó asustada y sus ojos se abrieron con sorpresa.
—N-no— mencionó al sostenerle la mirada, y también negó despacio con la cabeza —n-no voy a… caer en su… juego— aseguró con la poca seguridad que tenía. Un momento lo consideró para acabar con todo, como él decía… pero no podía.
—Mph— sonrió de medio lado al soltarla — Entonces, ¿por qué no se lo dijiste a Naruto?— preguntó al meter sus manos en los bolsillos de ese pantalón de vestir y verla fríamente — Sabes que si hablo yo primero…
—No… no es algo que… que, que quiera q-que él se-sepa— respondió avergonzada y desvió su vista al ver a un par de estudiantes dirigirse a la biblioteca. Hinata no se creía capaz de ver a la cara a Naruto y decirle quién era en realidad ese ser de ojos negros.
El interés del joven volvió a despertar. Aprovecharía eso.
Ella retrocedió y buscó irse.
Sasuke avanzó un par de pasos en su dirección y ella entendió que no podría irse sin obviamente llamar la atención.
—Déjeme ir— suplicó.
—No pienso hacerlo, no hasta que aceptes— le dijo los ojos perlados se aferraron a los de él.
El Uchiha estiró su mano en un acto estúpidamente inconsciente y atrajo un delgado mechón de su largo cabello y la observó mirarlo… ¿Qué hacía ella enamorada de Naruto? ¿por qué demonios lo besaba? ¿por qué al dobe? Se dio cuenta que si Hinata mostrara interés en él, seguramente ya la hubiera desechado.
Vio sus delgados labios temblar al no animarse a hablar, soltó su largo pelo y llevó esa mano a su rostro, deslizó sus dedos por su mejilla hasta resbalarlos por su azulado cabello. Hinata se quedó inmóvil sin entender esa extraña caricia.
En un segundo él la acercó y se acercó él mismo, hasta besar sus labios, la Hyuuga que abrió los ojos con sorpresa los cerró luego de un momento… era un capricho, estaba segura. El joven pelinegro también cerró sus ojos y abrió sus labios para probar los de ella.
Toda esa molestia con Naruto y con ella, eran porque le gustaba. Hinata Hyuuga le gustaba. Mordió su delgado labio inferior al soltarla.
Ella dejó escapar el aliento al verlo y sus labios volvieron a experimentar ese extraño cosquilleo.
—¿Po-por qué?— preguntó casi sin voz al verlo pararse correctamente al haber desecho todo tipo de contacto con ella — ¿por qué… y-yo?
—Tsk— chasqueó la lengua molesto al haber reconocido cierto gusto por ella y se apretó el puente de la nariz. No le respondió y apartó su mirada.
Hinata que se sintió humillada con ese beso, continuó—: u-usted podría tener a… a cu-cualquiera que…
—¿Y crees que no lo sé?— preguntó irónicamente, su molestia ya era audible en su ronca voz.
—¿E-entonces?
—No lo sé— mintió —, tal vez no quiero a una mujer que con solo hablarle pueda mojarse las bragas— mencionó y ella abrió los ojos sorprendida para luego enrojecer —. Tal vez quiera fastidiarte, o fastidiar al imbécil de Naruto.
—Es… per-verso.
—Mph— sonrió de medio lado al acercarse.
—N-Naruto es... su amigo— le dijo casi sin voz al tenerlo frente a ella.
Él negó despacio al separar sus labios al desear los de ella.
—Yo no tengo amigos— susurró en su oído.
—… ¿qué?
—Preocuparte por alguien solo te hace débil. Son estorbos— aseguró con voz ronca al deslizar una de su mano por su brazo y la otra, en la estrecha cintura al abrazarla.
Hinata abrió los ojos con sorpresa y no reparó en alejarlo… ¿él de verdad creía eso?, sintió tristeza y ganas de llorar… Naruto lo quería como un hermano.
—Entiéndelo— habló roncamente al pegarla a su cuerpo, ella jadeó incrédula al buscar su mirada, no podía estar hablando en serio. Una de las fuertes manos del Uchiha deslizó el lacio cabello azulino de la chica y expuso su cuello — ¿por qué crees que estás aquí ahora?..., por cuidarlo— habló calmadamente y acarició con la punta de su nariz el níveo cuello de la joven.
Los ojos de ella temblaron. Era cierto y él lo sabía.
—Si no te importara, estarías a salvo— volvió a hablar el pelinegro y no contuvo el deseo de sentir su piel al deslizar una mano bajo su blusa y tocar la tibia piel de su cintura.
Hinata tragó ligeramente y tembló, sus ojos se aguaron.
Él sonrió al saber que la perturbaban sus palabras, estaba confundiéndola y también, poco a poco, lograba que aceptara su cercanía… ya no temblaba de miedo, no al menos, por su cuerpo sobre el suyo.
Sonrió satisfecho por eso y besó su cuello.
Las delgadas y blancas manos de la asustada chica se apretaron en la camisa del joven intentado apartarlo... pero una vez que la lengua del Uchiha hizo contacto con la dulzura de su piel, sus fuertes manos cobraron vida, una la presionó más contra él al atraer su espalda, y la otra subió a su rostro para ladearlo y seguirla besando.
—Po-por favor…— suplicó y tembló, sus ojos se llenaron de lágrimas; el pavor inicial que le tenía comenzó a disminuir ante el desconcierto y el asombro que el descubrimiento de su verdadera esencia le causaron.
—Sé mía— pidió roncamente por el deseo que ella le despertaba. Intentó que eso sonara a mandato, pero un tinte de súplica se le escapó por los labios. Volvió a besar la boca de la desconcertada chica y la aprisionó ahora con la fría pared a su espalda.
Hinata se asustó ante el repentino cambio, él había dejado de ser sutil y sus besos se volvieron pasionales. Ella forcejeó y él la apretó más a su cuerpo… con una mano alzó el rostro de la joven para seguirla besando y contuvo el deseo de tocar sus senos, que se apretaban en su pecho, con tal de no asustarla más de lo que ya lo hacía.
… "así no" se recordó frustrado.
Siguió sujetando su fino rostro y la vio a los ojos al dejar sus labios.
—No voy a dejarte en paz— advirtió al soltarla.
Hinata lo vio como si no lo conociera y dio un par de pasos lejos de él..., ya no necesitó escuchar de sus labios, la afirmación que le hizo de que podría tomarla cuando fuera, si él quisiera, y a la fuerza… su respiración fue agitada y tropezó con su mochila que anteriormente se le había caído.
Ella negó al verlo… ¿estaba encaprichado con eso?, tenía que ser capricho, el capricho de alguien que nunca ha perdido.
—Posiblemente— habló roncamente al entender en esos ojos lo que pensaba. Fue ahora él quien se recargó en la fría pared.
La peliazul abrió más los ojos al entender que él caso podía leer su mente.
—… Ese día te dije que no debió de haber pasado así.
Ella negó despacio… —yo jamás…
Él sonrió con un rastro de ego herido — quiero acostarme contigo, ya te lo dije, quiero escucharte gemir, satisfacerte y olvidarte. Tú harás lo mismo— aseguró.
Hinata tragó pesadamente, ¿cómo podía pensar eso?... su mano tembló al recoger su mochila, dio un par de pasos hacia atrás y luego giró para salir de prisa de ese pequeño y prohibido jardín.
Él se deslizó por la pared y se sentó sobre el reverdecido y cuidado césped, segundos después. Apoyó su cabeza en la pared al cerrar los ojos. Maldita Hyuuga, le había provocado una erección que debía esperar a que desapareciera.
Le gustaba. Hinata le gustaba y no sabía si su gusto surgía de su físico o de su rechazo… intentaba descartar lo último, por eso buscaría tenerla. Una vez que hubiese sido de él, realmente de él, se la entregaría a Naruto, o a cualquiera que ella quisiese.
¿Pero y si no era eso?
—Estupideces— mencionó fastidiado al ponerse de pie. Se sacó la camisa del pantalón y ocultó un poco la reacción corporal que esa chica le había causado; guiaría sus calmados pasos para también salir de ese lugar.
Hinata Hyuuga no era más que un cuerpo bonito que le gustaba. Una vez satisfecho ese deseo, todo acabaría… así de sencillo era eso, se convenció... porque no eran celos los que sentía, al imaginar esos delgados labios besando a Naruto... apretó en puños sus manos al recordarlo.
Sonreiría irónicamente un momento después... era ridículo el solo pensarlo.
Continuará…
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Hola chicas
Regresé a este fic xD todavía no publico la historia del reto que les había comentado, pero el cap ya lo tiene la excelente beta que aceptó apoyarme… no crean que mentí ñ.ñ
Bueno, regresando a esta historia.
-Estoy usando la personalidad del Sasuke que se marchó de Konoha, el chico orgulloso y confundido que está muy 'maleado'.
No crean que todo va a ser así de difícil, ya mejorará.
Gracias por apoyarme en estos capítulos complicados, es estresante pasar por ellos, pero no abandono la historia porque se vienen cosas bonitas y profundas. Me apoyan bastante y la verdad no lo esperaba para ser sincera, soy nueva en este fandom ñ.ñ y estoy feliz que acepten esta idea… debo superar estos capítulos 'crudos' para llegar al climax de la relación SH que cambiará luego de la llegada de Gaara ;)
Espero no me odien por el besito NaruHina que metí, no sé, tal vez sea lo más NH que veremos xD … quiero – o me conviene- creer que Hinata sí podría haberse atrevido a besarlo, es una chica que se arrojó a salvar la vida de Naruto arriesgando la de ella, así que creo que bajo presión, es entendible xDD
Besos chicas y agradezco comentarios:
Susame, iblwe, una guest que no puso su nombre, morada25natsume, DAMIC00, Hinaliz, MichiCeci, Dark Amy-chan, Julia –creo que tú me habías preguntado algo sobre 'las pequeñas bolsas plásticas de Sasuke… él aquí consume ciertas cosas; no vende nada, ya después explico cómo y por qué llegó a eso-, Hinata uchiha21, Nicole Ig, Daisuke-37, kei, vdevenganza, ryuzaki-kira3021, Nicolai P. Sherman, Andrea, Tatihina y Nami-23…. también a Fanny-chan, gracias por la recomendación del fic en tu página en fb, me emocioné xDD
Mil, mil, gracias a ustedes por confiar en esta idea ñ.ñ
Besos y sean felices.
Aidé.
