LOS PERSONAJES DE NARUTO NO ME PERTENECEN, SON PROPIEDAD DE MASASHI KISHIMOTO, LA HISTORIA EN CAMBIO, ES MÍA.


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CONFUSIÓN EN UN CORAZÓN VACÍO


—Ah…— Hinata perdió el aliento ante la mirada verde y curiosa que seguía muy pendiente de ella —, debo irme— dijo tras ruborizarse avergonzada, y se retiró de él; esta vez se aseguró de fijarse bien dónde pisaba al retroceder.

—Oe, pero…— mencionó el joven de voz ronca al verla inclinarse y girar.

—Si-siento haberlo interrumpido y… y gracias por…— habló la avergonzada ojiperla al señalar con su dedo, el pequeño asunto que traía con el suelo y el cuál, él había evitado.

El pelirrojo frunció el ceño, Hinata repitió un suave 'gracias' y salió de ahí corriendo.

—Mph— mencionó el ojiverde que pareció sonreír al verla prácticamente huir de él.

Esa chica se había ido sin siquiera decirle su nombre. Se giró y tras un par de pasos, apoyó su mano y su frente en la malla ciclónica, mientras volvía a absorber de su cigarrillo. Ella era una chica rara y atractiva, reconoció.

Sonrió de medio lado… su estadía en ese lugar parecía dejar de ser tan aburrida.

• • •

El soberbio pelinegro parpadeó, pero su mirada seguiría clavada en el ridículo par en las alturas. Resopló molesto y caminó hacia su dirección. Estaba pasando por alto que parecía estar reclamando por ella. Su rostro y su mirada se endurecieron todavía más mientras avanzaba.

—¡Sasuke!— la voz alta, y en esta ocasión, no tan escandalosa de Naruto lo fastidió, sus ojos volvieron al alto edificio pero ese par ya no estaba a su alcance visual y sus pasos se detuvieron.

—¿Qué demonios quieres?— preguntó fría y notoriamente molesto al apenas voltearlo a ver de medio lado.

—Ah, pues bueno, verás…— comenzó el chico que de pronto se sintió nervioso y se rascaba la nuca, mientras el de ojos negros insistía en mirar a lo alto de su facultad —¡Ah, vamos, teme!— terminó por rendirse y aligerar la tensión que se sentía —, dejémonos de estupideces y sigamos como antes— dijo y sonrió abiertamente; él todavía no sabía por qué razón se había molestado.

—No me interesa, Naruto— cortó al pretender seguir avanzando—. Tengo cosas qué hacer.

—Pues aunque no te interese, yo soy de los que no desisten— aseguró el rubio al señalarse con el pulgar y comenzar a seguirlo.

El Uchiha tensó la mandíbula molesto, con ese imbécil rondándolo no podía hacer lo que pretendía.

—¿Qué es lo que quieres?— volvió a preguntar ocultando su molestia al girarse a verlo, y lo obligó a detenerse a un par de pasos de él.

El rubio abrió los ojos sorprendido —Solo charlar…, tonterías como antes— dijo y le volvió a sonreír —. No vamos a molestarnos por nada, y a decir verdad, siempre tenemos que vernos, porque bueno, compartimos estudios, el baloncesto y…— comenzó a hablar sin prestar atención al mal humor de su compañero.

El Uchiha dejó escapar el aliento molesto, y giró su rostro demostrando lo poco que le importaba, justo entonces se percató de la presencia de cierta ojiperla apresurada.

—¿Eh?— mencionó el rubio al también voltear luego de darse cuenta que no le estaba prestando atención —¿Hinata?— mencionó en voz baja al también verla alejarse —¡Hinata!— alzó la voz y la mano para hacerse notar.

Los ojos del Uchiha la detallaron cuando cambió su dirección al ahora dirigirse a ellos, se veía nerviosa, pero desconocía si por él o por aquél otro tipo.

—¿Huh?— los ojos azules del rubio voltearon al pelinegro que giró para marcharse —¿A dónde vas, teme?, vayamos a comer 'ttebayo.

—No— mencionó secamente al colocar sus manos en los bolsillos de su pantalón y marcharse.

El rubio frunció el ceño… ¿no que tenía algo qué hacer?¿por qué se fue en otra dirección a la que llevaba antes?

—Si ese maldito cree que se va librar tan fácil de mí, está equivocado, 'ttebayo— se aseguró y sonrió ya sin darle tanta importancia, al menos el rechazo que obtuvo no fue rotundo, y aunque lo hubiese sido, él no era de los que dejaba a sus amigos sólo porque sí.

—Naruto…— habló la peliazul al llegar despacio a su lado, para su fortuna aquella persona se había marchado.

—Ey, Hinata, creí que te habías ido ya 'ttebayo.

—Ah, bueno… es s-sólo que…— habló mientras una suave brisa fría le ondeaba el cabello —tu-tuve que…— añadió nerviosa ¿qué decía?

—¡Chicos!— la voz alta de Ino llamándolos la hizo suspirar agradecida cuando Naruto dejó de verla… odiaba mentir; Hinata llevó sus perladas orbes también a ver al grupo de chicos que se les aproximaban…, apretaría la correa de su mochila en su mano al darse cuenta que aunque odiara mentir, últimamente, eso era lo que más hacía.

—Ey, ¿qué hacen todavía por aquí?— saludó el rubio cuando estuvieron de frente.

—¿Cómo que, qué?— se quejó el Inuzuka — No eres al único que se le hace tarde de vez en cuando.

—¿Y qué hacían?— preguntó Ino mirando con complicidad a la Hyuuga.

—Na-nada…

—Invitaba a Hinata a comer, ¿vienen?

—¿Eh?— mencionó la ojiperla que apenas se enteraba de esa invitación.

El rubio no se percató y siguió viendo al grupo de cinco frente a ellos.

—Nosotros sí vamos, muero de hambre— aceptó Ino que llevó la mano de su novio a rodearle el cuello para que la abrazara.

—¡Qué bien!— sonrió el rubio —¿Qué hay de ustedes? ¿Kiba, cejotas, Sakura-chan?

—Bah… como quieran.

—Yo también acepto, ¡nada como una buena comida que avive la llama de la juventud!— hablaron al mismo tiempo Kiba y el chico de pobladas cejas.

Hinata se atrevió a sonreír ligeramente ante la emotividad de éste último y el fastidio que le provocó a Ino.

—¿Qué hay de ti, Sakura-chan? Un buen tazón de ramen caliente, ¿uh?— animó el rubio al llevarse las manos tras su cabeza, inquieto como de costumbre.

—¿Por qué supones que si tu amas el ramen, todos debemos hacerlo?— alegó fingiendo molestia la pelirrosa.

El rubio sonrió abiertamente al saber que había aceptado —¡Ah, vamos!, con este frío es lo único que se me antoja.

—Frío o calor, contigo siempre es lo mismo— también se quejó aburrido Shikamaru.

—Por mí no hay problema— aseguró la rubia y Lee asintió de acuerdo —¿vamos?— animó al ver a la pelirrosa, por lo que veía, Sakura estaba otra vez intentando dejar atrás los celos que Hinata le despertaba.

—Ah, no sé… ¿otra vez ramen?— se quejó la oji jade.

—El ramen es delicioso, 'ttebayo— aseguró el rubio y en un acto inconsciente abrazó a Hinata, que era la única que estaba a su lado.

La peliazul se llevó las manos al pecho al avergonzarse, Ino sonrió entretenida y mientras el resto lo dejó pasar, Sakura rodó los ojos incómoda.

—Entonces, como sea— terminó por decir la pelirrosa.

—Hmph— sonrió de forma torcida el chico de fríos ojos verdes, al haber localizado visualmente a la chica de largos cabellos azulados entre todos los estudiantes que caminaban por esa amplia plancha de concreto frente a su facultad…

Finalizó su cigarrillo y lo arrojó lejos de él… Creía recordar haberla visto antes, pero con ese Uchiha que se había marchado antes de que ella llegara a ese escandaloso rubio, ¿se estaría equivocando?

…"Así que es amiga de esos idiotas", pensó al reconocer a varios de sus compañeros de equipo entre las personas que los rodearon; le llamaría la atención, justo antes de marcharse de ahí, el brazo del Uzumaki abrazándola.

—Vamos, Hinata— animó el rubio cuando todos comenzaron a caminar y ella permaneció inmóvil.

—Bueno… e-es que…

—¿Vienes?— preguntó el joven extrañado al ya haberse quedado atrás.

O.O.O.O.O

Un ligero suspiro escapó de los delgados y rosados labios de la Hyuuga, al mismo tiempo que giraba las llaves para apagar el motor de su auto. Con más suerte que inteligencia, había logrado evadir esa comida con Naruto y el resto de los chicos.

—No puedo rechazarlos por siempre— reconoció la joven en voz baja al llevarse una mano al rostro…, pero tampoco podía simplemente pasar un rato agradable con ellos, sintiendo que fallaba a la confianza de al menos un par de los mismos. Las cosas entre ella y Sasuke seguían revolviéndose y todo eso la mantenía sumamente tensa.

Había podido lidiar con el pavor que la sola presencia del Uchiha le había generado en primera instancia… ahora ese ser le provocaba, además del miedo y rechazo natural, una profunda curiosidad, un desconcierto y una intriga casi aterradora… ella conocía dos lados tan opuestos de él, conocía al ser dañino de su esencia, un lado cruel, fríamente manipulador y egoísta, pero también estaba ese amigo al que Sakura y Naruto querían, y que definitivamente debía existir, dos personas tan nobles e inteligentes como ellos no podían equivocarse. No podía imaginar que esas dos personas estuvieran mezcladas en un mismo cuerpo.

Volvió a suspirar, esta vez resignada, y se animó a bajar de su auto… pensar tanto no le serviría de nada. No iba a poder entenderlo.

—¿Cuándo va a acabar todo esto?— se preguntó en voz baja al ya cargar su mochila, y tras cerrar su auto, avanzó al elevador para por fin verse en su departamento.

—Supuse que no tardarías en llagar— la voz fría del Uchiha la sobresaltó al escucharse en el solitario lugar.

Hinata detuvo sus pasos y giró su rostro a verlo, él estaba recargado en su lujoso auto, con las manos en los bolsillos y con una aparente calma, que armonizaba con la frialdad de su mirada, se acercó a ella a pasos lentos.

La peliazul tragó despacio.

—¿Q-qué hace aquí?— moderó el temblor de su cuerpo y su voz, si él se negaba a salir de su vida, ella debía mostrarse firme y aparentar no temerle. No iba a derrumbarse ante él.

Él sonrió apenas de medio lado —¿Preferirías que esperara adentro?— su voz fría mostró un tinte irónico al mostrar en sus largos dedos el juego de llaves que le habían pertenecido una vez a ella y que él se había apoderado.

Hinata negó en silencio un par de veces, no podía creer el cinismo mostrado.

—De-déjeme en paz— quiso ordenar pero su voz tembló, se sentía sumamente vulnerable ante él, de dos extrañas maneras —… ya… ya le dije que…

—No me importa lo que hayas dicho— interrumpió el pelinegro y observó a un par de ancianos que descendieron del elevador que recién se había abierto, y que, siendo atraídos por el tono de su voz, los voltearon a ver—. Ven— le dijo y la tomó del brazo para obligarla a avanzar los pasos que los distanciaban del ascensor e ingresar en él.

—¿Qué hace?— preguntó extrañada y se forzó a no hacer mayor escándalo al sentir las miradas extrañas puestas en ellos.

—Deja de hablarme de usted— ordenó al soltarla al mismo tiempo que las puertas comenzaron a cerrarse… estaba harto que lo llamara de esa forma, cuando al imbécil de Naruto y a cualquier otro los llamaba de forma familiar.

—¿Q-qué?— preguntó ella extrañada cuando el elevador comenzó a subir, luego de que el Uchiha marcó su destino.

—¿Qué hacías con el imbécil de Gaara?— su voz sonó más ronca y fría al cuestionar eso que lo había estado molestando. Casi podía sentirse celoso y eso no podía ser cierto.

Hinata retrocedió un paso instintivamente y se recargó en el frío metal que conformaban las paredes de ese reducido espacio.

—¿Ga-Gaara?— preguntó en voz baja y frunció el ceño… ¿de qué hablaba?

Él tensó su mandíbula y se acercó a ella a pasos lentos, Hinata se pegó más a la pared y él apoyó sus manos en la barra metálica atrás de la cadera femenina, impidiéndole moverse.

—Y-yo… yo no…— quiso hablar y explicar que no sabía a qué se refería, pero la mirada profunda y negra a centímetros de ella, así como la fría altivez con la que la analizaba, la pusieron sumamente nerviosa.

—El imbécil pelirrojo de hace un momento— aclaró fríamente y ella fijó su sorprendida mirada en sus ojos.

—¿S-se… se llamaba Gaara?— preguntó la joven y se sintió más tonta de lo normal.

El elevador amenazó con pararse completamente, seguro al haber sido llamado antes de llegar al piso de la ojiperla, y el Uchiha impidió que las puertas se abrieran e incluso que siguiera moviéndose, al haber presionado un botón de emergencia.

—¿Por qué hace eso?— la suave voz de la joven sonó al voltear a ver la mano del joven, todavía colocada sobre los botones.

—No te quiero cerca de él— las palabras se escaparon roncas de los labios del Uchiha… había tomado la barbilla de la joven y la obligó a verlo a los ojos.

—¿Qué?— mencionó casi sin voz. Cada vez entendía menos lo que pasaba.

—Que no pienso compartirte— aseguró roncamente al susurrarle al oído. Hinata abrió los ojos sorprendida, su cuerpo había temblado producto del aliento cálido que él emanaba y por la posesividad mostrada en esa sencilla frase —. Tú y yo tenemos algo.

—De-debe estar bro-bromeando— dijo y apoyó sus manos en el duro pecho del joven buscando ganar espacio… ¿cómo podía decir tal cosa?¿tener algo?

—No acostumbro a bromear. Nunca he estado más interesado en nadie…, y eso me molesta— confesó fríamente al verla a los ojos.

Hinata le provocaba muchas cosas, y en ese momento sólo estada deseando poder perderse entre sus piernas, como aquella última noche que estuvo con ella. Estaba frustrado, no podía desearla tanto… no después de que ella lo rechazaba en cada oportunidad.

—Entonces, ¿pretende que yo…?— dijo y sus palabras se cortaron, no podía siquiera mencionarlo… él quería que ella se entregara a él hasta saciarlo, olvidando lo ocurrido y fingiendo que no traicionaban a nadie, eso sin contar que él la estaba acorralando —¿Cómo puede pretender algo tan atroz?— preguntó en un susurro incrédulo.

—Mph— él sonrió de medio lado con una oscura diversión y alzó una de sus manos para llevarlas al delicado rostro de la peliazul —. Conoces realmente poco de la vida — mencionó despacio y frunció el ceño apenas ligeramente al perderse en la misticidad de esos ojos asustados —… el ser humano, movido por un profundo deseo, es capaz de tanta atrocidad como alcance su imaginación —aseguró—, yo no pretendo tanto contigo, solo me interesa tu cuerpo— dejó claro al acercar sus labios a los de la desconcertada peliazul que tembló ante él —. Me gustas, Hinata, ya te lo dije— finalizó para, así, con los labios entreabiertos, besar los de ella.

El cuerpo de la Hyuuga volvió a temblar ante su voz ronca y ese beso que comenzaba a ser demandante.

—¡Basta!— alzó la voz y quiso empujarlo cuando ladeó su rostro deshaciendo el beso que él insistía en seguir manteniendo—¡Déjeme en paz! ¿No lo entiende?... e-está arruinando mi vida— añadió y su voz comenzó a quebrarse al darse cuenta de eso tan extraño que le ocurría, y que no era para nada normal… todo en él le generaba un aterrador desconcierto, tanto, que permanecía a su lado buscando ver la verdad tras su mirada y comenzaba a hundirse con él; y eso no podía permitirlo… ellos dos no estaban ligados de ninguna extraña manera.

Ella sólo estaba intentando sobrellevar eso sola.

—¿Y por qué no te vas? ¿Por qué no te alejas, Hinata?— volvió a preguntar con su voz más ronca y la ojiperla lo observó aterrada, era casi como si le cuestionara eso mismo que ella se hacía.

—N-no es… no es su asunto— mencionó la temblorosa joven y ahora fue ella quien presionó los botones que liberaban al elevador de su inmovilidad. No quería que él supiese de sus motivos, lo que menos quería era darle algo más con qué presionar.

El Uchiha la vio con el ceño fruncido mantener su rostro ladeado, mientras las puertas se abrían y cerraban nuevamente, las personas que llamaron al elevador debieron haber subido a otro. Continuaron su ascenso.

No lo entendía, ella también era como un enigma para él. ¿Por qué se mantenía a su alcance?¿por qué no escapar de él?... eso no había hecho más que ayudarlo, pero no tenía lógica ante sus ojos. Hinata no era estúpida, y tampoco estaba sola… ¿entonces?

—Entiende algo— habló el molesto joven al haber intentado entenderla, y logró que ella alzara sus ojos a él —. No te quiero, mucho menos te amo, esto no es por eso— aclaró fríamente para no confundirla, pero sin apartarse de ella, Hinata seguía presa entre sus brazos y la pared del elevador —, ya te lo he dicho, quiero el placer que tu cuerpo pueda darme, porque me gustas, te deseo, nada más. Considéralo capricho si tú quieres, pero lo quiero y lo tendré… yo nunca pierdo— finalizó para retroceder y devolver sus manos a los bolsillos del pantalón. Otra vez se hizo dueño absoluto de la situación.

Él tampoco debía pensar demasiado, no iba a involucrarse, estaba ahí, porque la deseaba, nada más. Hinata podría hacer con su vida un demonio, él no quería conocerla, no estaba celoso y no le interesaba de más.

Ella perdió el habla y negó despacio cuando el elevador anunció su piso.

—Eso es tan…— mencionó la joven y no encontró un calificativo para nombrarlo.

—Sólo vine a eso… no te quiero cerca ni del tal Gaara ni de nadie. Tú eres mía, Hinata… hasta el día que de verdad te posea.

Las puertas se abrieron y una confundida e impresionada Hyuuga retrocedió despacio, su ser se había estremecido por esa ronca afirmación.

—Ah…— mencionó luego de perder el aliento al haber salido… giró su rostro y palideció al ver a alguien parado frente a su puerta —… Cielos— susurró e hizo fruncir el ceño al Uchiha al haber regresado al elevador.

—¿Hinata sama?— escucharon una varonil voz acercarse mientras las puertas volvían a cerrarse.

"Hinata… ¿sama?" pensó el Uchiha que no dejaba de verla.

—Creí que pretenderías huir— se burló al cruzarse de brazos y recargarse en la pared frente a ella.

—Va-váyase— suplicó nerviosa mientras pulsaba insistentemente un botón.

—Explícame qué ocurre o no me iré— amenazó cuando notó que el elevador volvió a detenerse y ella se dispuso a bajar.

Hinata negó insistentemente con el rostro y balbuceó algo que le resultó inentendible —N-no, ahora… váyase y no suba… m-mi niisan… él podría y…— intentó por decir la nerviosa chica.

Él entrecerró los ojos.

—Ha-hablaremos después— dijo para comenzar a correr directo a las escaleras de lugar.

A pesar del nerviosismo de Hinata, ella ya no voltearía a verlo mientras giraba para comenzar a subir las escaleras y regresar a su piso. Tendría que ser muy convincente si pretendía asegurarle a Neji que ella recién llegaba. ¡Dios!... ni siquiera sabía si podría lograr que su voz no temblara. Tendría que detenerse durante un par de minutos para intentar lucir tranquila y hacerle frente, hace unos momentos estaba demasiado nerviosa como para siquiera mantenerse a su lado.

—¿Su niisan?— mencionó con un fastidiado tono irónico el Uchiha, al verla subir con su mochila al hombro. Ningún hermano llamaba a otro -mucho menos menor- por el honorífico que ese chico había usado al llamarla. Era ridículo imaginar a Itachi llamándolo 'Sasuke sama'

Regresó al elevador y se dispuso a volver a su auto.

—A no ser que…— mencionó y frunció el ceño —Hinata pertenezca a la rama principal de su familia— mencionó mostrando un poco de su desconcierto. Era extraño, nunca supuso tal cosa, Naruto nunca lo había mencionado.

Regresó al estacionamiento todavía con dudas.

¿Qué clase de Hyuuga de descendencia principal vive sola y alejada de sus territorios? Hinata era sumamente condescendiente con todo, por lo que dudaba que hubiese sido expulsada de su familia.

—¿Quién eres Hyuuga Hinata?— se preguntó por primera vez seriamente. Ella nunca había encajado en el prototipo de un Hyuuga cualquiera, su distinción y clase la resaltaban, pero tampoco creyó que fuese un descendiente directo del linaje principal de su familia.

Tensó su mandíbula e ingresó a su auto. Entonces era por eso… por eso estaba soportando en silencio todo lo que él pretendía. Descubrirlo lo molestó hasta cierto punto… en algún momento creyó estar obteniendo algo de ella por él mismo, no por la presión que todo eso le representaba.

—Maldita sea.

«Será mejor que la dejes en paz… Es una Hyuuga. Esa chica ya debe estar destinada para alguien.»

Las palabras dichas por su hermano anteriormente resonaron en su cabeza, al momento de subir a su auto y comenzar a coducir… ¿Itachi sí sabría quién era ella desde un inicio?

—Tsk— chasqueó la lengua al salir del edificio… eso sólo le daba una nueva perspectiva, entendió un poco la presión en la que la ponía… un escándalo en la respetable y elitista familia Hyuuga sería una desgracia que ninguno de sus miembros podían permitir que pasara —. Tan iguales a mi ridícula familia— añadió al esperar el cambio en el semáforo.

Luego de un minuto estuvo ya frente a la torre departamental donde vivía.

—Maldito Itachi— mencionó molesto al ver su coche entrar en el estacionamiento de su edificio… de no ser porque su estúpido hermano se había propuesto comer con él, le hubiera encantado poner a prueba los nervios de Hinata, al hacerle lo que deseaba en ese elevador, mientras su niisan esperaba por ella.

O.O.O.O.O

El joven moreno y de marcadas ojeras ajustó su manos libres en su oído y suspiró cansadamente al observar el auto de su hermano, que en ese momento se estacionaba a varios lugares lejos de él.

—Debo colgar, Kakashi— mencionó al cruzarse de brazos al mantenerse recargado en su auto —, Sasuke acaba de llegar.

Descuida, lamento no haber estado, mañana me presentaré.

Itachi sonrió desanimado —De pronto siento como si intentara cuidar de un niño, aunque Sasuke ya sea un hombre— reconoció al pararse correctamente y comenzar a caminar.

Se hizo un silencio de un par de segundos durante la llamada.

¿Y… cómo resultó todo?— se escuchó incomodidad en las palabras del peliblanco del otro lado de la línea, al cambiar el tema.

El chico de lacio cabello negro, suspiró.

—Mal. No hay nada que se pueda hacer— confesó y observó a su hermano descender de su auto.

Si hay algo que pueda…

—Ya lo estás haciendo— interrumpió y sonrió —. Gracias y nos vemos pronto— añadió y tras escucharlo afirmar, finalizó la llamada para proceder a retirar el aparato de su oreja.

El menor de los Uchihas lo recibió con una mirada fastidiada al salirle al paso.

—A mí también me da gusto verte, tonto hermano— saludó el mayor y sonrió.

—¿Por qué demonios no te consigues a alguien más a quien fastidiar?

El otro se encogió de hombros —Digamos que me gusta comer en familia— justificó su presencia.

El menor y más alto de los dos, lo vio de reojo y se fastidió ante lo ridículo que eso le parecía.

—Por cierto— volvió a hablar el mayor —, nuestros padres deberían de estar llegando en el transcurso de la madrugada a la ciudad.

—¿Y esperas que vaya a recibirlos?— cuestionó irónicamente.

—No, por supuesto— respondió el otro, ignorando una vez más el mal humor de su hermano —. Pero tal vez podríamos reunirnos a comer como la familia que somos, mañana por la tarde, tal vez.

—Mph.

—Seguro a kaasan le daría gusto.

—No me interesa Itachi, puedo verla en cualquier momento, deja de fastidiar— dejó claro en tono fríamente molesto —. Y deja de fingir que somos una familia.

—Lo seguimos siendo— aclaró con la paciencia que lo caracterizaba.

—Tú sabes que no— recalcó —. Tú y él…— añadió con desprecio y el mayor ladeó el rostro y negó despacio, Sasuke al notarlo, optó por cambiar el rumbo de su reproche —… Aun no entiendo como kaasan lo…

—Ella no tiene la culpa— interrumpió Itachi.

—Por supuesto que no, pero tampoco hizo nada— aceptó y aclaró el menor al momento de llegar a su departamento luego de bajar del elevador. Dejó de escuchar el par de justificaciones sin sentido que su hermano le daba, para volverse a concentrar en el recuerdo de su madre… de pronto la sonrisa amable de Mikoto y su mirada casi triste le recordó a aquella chica ojiperla que lo confundía y molestaba por despertar en él sentimientos contradictorios.

"Ambas son casi iguales" le reprochó su conciencia.

—Estupideces— se dijo molesto al considerar tal cosa.

Largos minutos después, la comida entre ambos hermanos pasaría como de costumbre, con una charla que el mayor se esforzaba en mantener, y que de no ser por los monosílabos que lograba arrancarle al chico de rebelde cabellera, sería casi un monólogo rutinario, el mismo que estaba dispuesto a realizar con el único fin de mantenerse cerca.

—Y entonces… esa chica Hyuuga— cambió de tema el mayor una vez que la comida se agotó.

El menor llevó su negra mirada a él.

—… supongo que sabe quién eres— añadió al no obtener nada de él.

—Por supuesto que lo sabe— fue cortante. Sabía de él más de lo que le hubiera gustado mostrarle… se reconoció molesto.

—Evita meterla en problemas, nuestras familias mantienen un trato tenso pero necesario. No lo arruines.

—¿Qué tanto la conoces?— preguntó, involucrándose en la conversación por primera vez en mucho tiempo.

—No mucho, nuestra familia estuvo en su presentación en sociedad el año pasado, por mero protocolo— aclaró el mayor jugando con el tenedor y un plato semi vacío. Sus ojos analíticos se posaron en el rostro serio de su hermano desviado hacia un lado.

Otro de los muchos eventos que él se había perdido por la apatía que su familia le provocaba, pensó el menor.

—¿Tiene hermanos?

—Una hermana menor, si no mal recuerdo— respondió con simpleza.

—…

—Y también está Neji— agregó el mayor haciéndose con toda la atención del frío pelinegro —… Neji Hyuuga… un genio— agregó recordando quién era el joven, un chico prodigio que siempre había sido el orgullo de su familia, el mejor en su generación de estudios, casi igualándolo en inteligencia y, como él, graduándose antes de tiempo de la universidad… Neji… el joven que se rumoraba que Hiashi deseaba como próxima cabeza de su afamada y distinguida familia.

Sasuke se levantó con ambos platos en las manos.

—¿Te interesa esa chica?— cuestionó el mayor.

—No— mintió.

—Me alegra escucharlo— mencionó tranquilo, pero observando cada uno de los movimientos de su hermano al salir de la cocina… si Sasuke cambiaba de opinión, Neji iba a ser un gran obstáculo que debía saltar, y estaría en serios problemas. Sus familias se repelían.

Itachi suspiró al voltear a ver ahora al diminuto gato de su hermano que se acercaba a sus pies… ya se encargaría más delante de ver qué clase de relación mantenía Sasuke con esa joven, por el momento, tenía algo mucho más importante de qué preocuparse.

—Y entonces… ¿quieres pensar dónde podemos cenar?— preguntó el joven de lacio cabello, deteniendo los movimientos de su hermano que se dirigía a su alcoba — He decidido tomarme la tarde libre.

O.O.O.O.O

—S-sí… todo está bien— aseguró la ojiperla y mordió su labio al mantener su teléfono colocado en su oreja —. Gra-gracias por llamar, sensei.

Hinata escuchó un suspiro cansino del otro lado —Supe que tu padre llega en dos días— mencionó la mujer de mirada rojiza del otro lado de la línea.

La peliazul cerró los ojos apesadumbrada —Así es… Neji niisan a-acaba de informarme— dijo y jugó nerviosa con el cable telefónico entre sus dedos. El nerviosismo que el Uchiha le dejó, fue sustituido por ese otro que su progenitor le causaba, además de la presión que parecía incrementarse… de sus resultados académicos dependían muchas cosas.

Se hizo un silencio en que la mujer mayor esperó que la joven continuase hablando, pero no pasó.

Entonces tienes poco tiempo libre— dedujo e intentó aligerar la tensión en su joven ex alumna.

—¿Ah?— mencionó la ojiperla al reaccionar —S-sí… eso creo— dijo y bajó la mirada.

Kurenai sonrió del otro lado al saber perfectamente el estado anímico que acompañaba a Hinata.

Comamos juntas mañana—sugirió animada.

—Ah… n-no creo que sea conveniente en su estado— mencionó e intentó disuadirla de su amable intención.

Descuida, parece que hace mucho que no te veo y la verdad, desde hace días se me apetece uno de tus guisos— exageró y rio ante la segura sorpresa de la joven.

—Ku-Kurenai sensei… yo…— volvió a hablar la ojiperla, pero su antigua maestra la interrumpió, asegurando que su pareja la llevaría, y de regreso, tomaría un taxi —Si-siendo así… entonces, encantada, me dará gusto verla— terminó por ceder, aunque lo que menos quería era molestarla durante su embarazo.

Entonces, hasta mañana— se despidió la satisfecha mujer y Hinata sonrió al momento de depositar el teléfono en su lugar.

Suspiró intentando darse ánimos.

Cerró cortinas y aseguró la puerta, apagó las luces dejando solo las necesarias para iluminar la sala, parte de la cocina y el alargado pasillo. Ingresó a su habitación y acto seguido, lo hizo al baño.

Sus blancas y delgadas manos sostuvieron entre sus dedos, la alargada y pequeña caja de esas píldoras… la hizo girar y tras cerrar los ojos, se dispuso a sacar el blíster pack; sus perladas orbes notaron la ausencia de un par de comprimidos.

—Dios…— mencionó casi angustiada. Si esas píldoras fallaban, ella resultaría… —Ni siquiera lo pienses— se suplicó.

Después de aquella fatídica noche, había prevenido un embarazo al tomar esas pastillas de emergencia, luego comenzaría a tomar esas otras, pero después de que ella y el Uchiha tuvieron sexo… él no había usado preservativo y no era tan ingenua para no darse cuenta que él no se retiró a tiempo… lo había escuchado gemir extasiado y en ese momento hasta la estremeció, y fue entonces cuando él lo hizo sin medir consecuencias.

—Ah… basta— mencionó apesadumbrada para dejar de pensar. Nada malo podía pasar, estaba contando con la suerte para que ese desfase de varios días no afectara en nada.

Volvió a negar y sacó una nueva pastilla, la colocó en su boca y posteriormente tomaría de una botella de agua para ingerirla. Apretó sus manos, ansiosa, en el reluciente mármol de su lavabo y se vio al espejo por unos segundos, lucía agotada y su pijama beige no hacía más que palidecer todavía más su rosto. Suspiró y optó por girarse, no lograría deshacerse de todas sus dudas y optó por irse a la cama… mañana tendría otro largo día.

Luchaba por no deprimirse de más.

O.O.O.O.O

—¡Sí, nos vemos más tarde!— la voz alta de Matsuri distrajo a Hinata que se mantuvo sujetando su libreta y lapicero, y sin embargo volteó curiosa a verla, al permanecer de pie en ese concurrido pasillo.

El avanzar de distintas personas tras suyo, como los diversos sonidos de charlas entre los distintos estudiantes, no evitaron que le llamara la atención la chica de dura mirada verde que la pasó de largo sin voltearla a ver.

—Hola, Hinata— saludó la delgada castaña.

Ella sonrió y le devolvió el saludo, para luego volver a ver a la chica rubia de alborotados chongos que parecía estar llamando la atención de muchas personas por ahí.

—Ella es Temari— habló Matsuri al notar que la miraba.

—¿Tu amiga de Suna?— creyó recordar.

—¿La conoces?— preguntó la curiosa chica que notó su insistencia al mirarla, Hinata no solía ser así.

Ella negó —Es la primera vez que la veo— confesó y frunció el ceño —… aunque… sus ojos me…— añadió en voz baja… ¿de dónde conocía esos ojos?

La castaña la miró extrañada —¡Por cierto!— interrumpió de pronto —¿tienen ya el proyecto?

—¿Eh?... no— confesó y su mirada volvió a preocuparse, dirigió sus ojos al frente para seguir anotando el temario y un par de libros que debía adquirir, que uno de sus profesores había colocado en la sección de anuncios de su piso.

Matsuri frunció los labios desanimada —Yo tampoco, supongo que sí terminaré trabajando sola— informó —No te he contado, ¿verdad?

Hinata alzó las cejas y negó en silencio al escucharla afirmar tal cosa… el trabajo no era nada sencillo para que un estudiante principiante lo realizara solo.

La chica suspiró pesadamente mientras también sacaba una libreta y comenzar a tomar notas de lo ahí escrito.

—Logré dar con la dirección de ese Uchiha— comenzó y Hinata, inconscientemente dejó de escribir, mientras Matsuri comenzaba a hacerlo —… me dijo que él haría el trabajo y que yo hiciera el mío, que después se lo entregara y él vería si servía o no— dijo desanimada y nada conforme.

—¿Dijo eso?— preguntó incrédula.

La otra chica asintió.

—Supongo que estaba enojado— prosiguió y Hinata pensó que eso no era extraño —. Al parecer acababa de pelear con su novia— agregó con simpleza.

—¿Qué?

—¿Puedes creerlo? Discute con ella y se desquita conmigo— continuó la joven que casi indignada, llevaba su mirada del tablero acorchado a sus apuntes —¡cómo si yo tuviera la culpa de eso!

—¿S-su novia?— cuestionó apenas con voz al seguir viéndola.

Matsuri volvió a asentir sin darle importancia.

—¿Co-cómo lo… sabes?— se atrevió a cuestionar y rogó porque eso no llamara la atención de su amiga.

—Ella lo dijo, salía de su departamento— recordó y siguió anotando —. Es una chica bastante extraña, parecía celosa pero… no sé… creo que lo adora— añadió y algo se revolvió en el estómago de la ojiperla —. Aunque él fue bastante grosero. ¿Por qué me tuvo que tocar con él?

—No… no lo sé— respondió en voz baja a su última pregunta y se forzó a continuar con sus apuntes, pues por ese día sus clases habían finalizado.

Jaló incómoda la delgada bufanda morada, tipo crochet, que usaba para ocultar la marca morada que Sasuke había dejado en su cuello, y que todavía se notaba… siguió sintiendo ese malestar por lo que recién había descubierto… nunca lo había considerado.

O.O.O.O.O

Antes de llegar a su auto y pretender salir de la universidad, Hinata se extrañó de recibir un mensaje a su móvil.

—¿Quién puede ser?— se preguntó al extraer el aparato de su mochila.

Ayer no quisiste acompañarnos, hoy comeremos juntos nuevamente, así que ven al gimnasio de baloncesto, de aquí partiremos.

"¿Al gimnasio de baloncesto?" pensó extrañada la peliazul. Mandó un texto intentando excusarse, pero la rubia respondió con otro que no le dejó opción.

Ese día Gai sensei no había asistido a su clase, por lo que tenían esa hora libre, Ino lo sabía y volvió a presionarla en acompañarlas, agregando que la razón por la que estaba en ese lugar, era conocer a la dichosa chica que Shikamaru había mencionado y que ahora formaba parte del equipo.

Hinata mordió su labio suavemente… Ino seguía sintiéndose insegura de su relación, eso no era algo nuevo y temía que si eso continuaba, terminaría por arruinar la poco convencional, pero bonita relación que tenía con Shikamaru.

Suspiró y se animó a ir… Ino había sido una gran amiga, supuso que ahora era su deber de estar con ella.

O.O.O.O.O

—¿No se supone que deberíamos estar entrenando?— se quejó la joven rubia que ya vestía su short y jersey negros de entrenamiento, al ver aburrida como ya habían cerca de una veintena de personas ajenas al equipo en las gradas.

Shikamaru dejó escapar el aliento aburrido.

—Hoy llega el entrenador, no podemos iniciar sin él— explicó al pasarse una pelota de una mano a la otra.

—Debemos dar nuestro mejor esfuerzo, ¡hacer arder la llama de la juventud y ganar el campeonato!— se animó el chico de pobladas cejas, al arrebatarle la pelota a su capitán y comenzar con una serie de dribles.

La rubia lo vio fastidiada.

—Es solo un maldito entrenamiento el que esperamos— mencionó al verlo exagerar.

—Él es así, acostúmbrate— mencionó Kiba al pararse a su lado, también ya listo para comenzar.

—¿Qué tal otro pequeño juego, Shikamaru? Un calentamiento, dattebayo— animó el rubio que hiperactivo como siempre, no pudo permanecer sentado —¿Tu qué dices, teme?— preguntó ahora al pelinegro que esperaba sentado en la banca y con sus codos en las rodillas. No obtuvo de respuesta nada más que una mirada desinteresada, haciéndolo entrecerrar los ojos cómicamente. Era un presumido, seguro pretendía hacerse el interesante ante esas chicas que habían llegado.

—Que no, Naruto— volvió a negarse el aburrido capitán.

—¿Qué tal tú, presumido?— alzó la voz el rubio, ignorando al Nara, al dirigirse al chico pelirrojo, que como el Uchiha se mantenía alejado, éste, en una actitud más despreocupada al permanecer recargado en una de las paredes de las gradas con sus brazos cruzados, ignorando por completo al equipo y llamando la atención de varias de las chicas que por primera vez ahí se presentaron.

El pelirrojo volteó a ver al rubio que le llamó e intercambiaron una mirada retadora, Naruto a pesar de estar aburrido, tenía muchas ganas de enfrentarse otra vez a él. Los ojos negros el Uchiha también se desviaron a ver al nuevo chico del equipo, el desagrado fue visible al endurecer sus facciones… todavía no olvidaba la pelea que habían tenido, y mucho menos, el encuentro de ese idiota con Hinata… ¿de qué demonios hablarían?

—Ya les dije que…— quiso hablar Shikamaru.

—Llevamos casi veinte minutos esperando, ¿quién demonios se cree ese entrenador de pacotilla?— la voz de Temari sonó fastidiada por el lugar.

Una risa entre divertida y cansada silenció al equipo, que fueron los primeros en escucharlo y voltearlo a ver.

—Siento haberlos hecho esperar— mencionó el alto y atlético sujeto que rascaba cansadamente su casi plateada cabellera. Suspiró —. Yo seré su nuevo entrenado por tiempo indefinido— informó y el grupo comenzó a reunirse, incluso la chica rubia que rodó los ojos al parecerle un tipo de lo más pasivo, dudaba que él pudiera enseñarle algo.

—¿Y usted tiene nombre?— preguntó la chica.

—Hatake Kakashi— respondió y sonrió cerrando los ojos. La chica volvió a confirmar la idea que tenía de él —¿El capitán del equipo... es?— cuestionó.

—¡Ey, Shikamaru!— la voz alta y aguda de la Yamanaka resonó en todo el lugar, llamando, sin importarle, la atención de todos los presentes.

—Ino…— mencionó el Nara avergonzado al verla recién llegar.

—¡Hola Ino, Sakura-chan!— también alzó la voz el rubio —¿No tuvieron clase?¿Y Hinata?¿No vino con ustedes?— agregó sin importarle quedarse con la atención que debería corresponderle a su entrenador. Los ojos profundamente negros del Uchiha se posaron en el Uzumaki, para un segundo después, observar de reojo a las dos chicas y esperar su respuesta.

—No debe tardar, comeremos juntas— gritó Ino a quién también poco le importaba, ganándose un codazo por parte de la pelirrosa a su lado.

—Ahh…— mencionó el ojiazul.

—¿Terminaste?, Naruto— preguntó el entrenador que lograba recordar su nombre.

—¿Eh?¡Ah!¡Sí, señor! Lo habíamos estado esperando, 'ttebayo— respondió rápidamente para verlo a la cara, llamándole la atención la banda deportiva que traía en la frente y que colgaba ocultándole un ojo.

Comenzaba a formarse un silencio incómodo en el que los ojos del rubio viajaron del entrenador y a las personas a su lado… ¿se supone que tendría que seguir hablando? Por primera vez se puso nervioso frente a un superior.

Shikamaru suspiró —Yo soy el capitán del equipo, desde hace un par de años.

—Bien, ¿tu nombre?— preguntó al girarse a verlo y retomar el tema.

—Nara Shikamaru.

—Mmm… por aquí debe de estar— mencionó el peliblanco —¡ah, mira, aquí está!— dijo y sonrió al mostrarle un gafete con su nombre escrito —Usarán esto— informó y lo pegó de una palmada en su pecho.

—¡¿Qué?! ¿Acaso está loco?¿Quién cree que somos?¿Niños de primaria?— se quejó el Inuzuka avergonzado de usar un gafete.

—… A decir verdad, creo que son un montón de perdedores— respondió luego de un segundo, silenciando a todos en el lugar y provocando un par de risas y murmullos en las gradas —. Pero eso no importa, yo lograré que dejen de serlo. Por lo pronto…— continuó y volteó a ver al resto del equipo— tú y tú, ¡largo!— ordenó señalando con sus dedos al Uchiha y al pelirrojo.

—¿Qué?— preguntó molesto el de ojos negros.

—Que se larguen. No entrenarán en esta semana por indisciplinados— aclaró y su voz cambió a una más seria y gruesa, ya había sido informado del pleito ocurrido anteriormente y estaba tomando medidas.

Los ojos de todos viajaron del molesto Uchiha, al nuevo entrenador, e incluso, al frío y serio pelirrojo, cambiando la impresión que tenían del entrenador... ya no parecía tan pasivo.

—Debe ser una puta broma, Kakashi— mencionó seriamente el pelinegro.

—¿Quieres que te saque yo de aquí?— retó el mayor.

El Uchiha dio un paso al frente molesto a encararlo.

—Ah, ¡no es necesario!— intervino el rubio —el teme ya se va, digo, ellos ya se van, 'ttebayo— aseguró empujando del hombro a su amigo para hacerlo girar… a nadie le convenía un nuevo pleito ahí, y menos con un profesor, o algo parecido.

Los ojos negros se enfrentaron a los azules, molesto.

—Vamos, teme.

El orgulloso chico observó de medio lado al peliblanco y éste se mostró firme y seguro ante él, luego observó al pelirrojo que también veía a su nuevo entrenador.

—Ya escucharon chicos, largo— se burló el Inuzuka que luego de poseer la mirada soberbia del Uchiha, sonrió y lo despidió con un irónico movimiento de mano.

—Tsk. Como sea— habló molesto el pelinegro y de un tirón se soltó del agarre de Naruto y comenzó a caminar directo al corredor que lo sacaría de ahí. Soportando la humillación se recordó que no necesitaba más problemas, había tenido mucha suerte de no ser suspendido por lo ocurrido en ese mismo lugar anteriormente.

La mirada de todos recayó en el siguiente involucrado.

—¿Gaara?— habló su hermana mayor al acercarse discretamente a su lado.

El chico le sostuvo la mirada al entrenador que también lo veía sin pestañear.

—Bien— mencionó con voz ronca y obedeció a medias, al solo salir de la duela pero no del gimnasio, al permanecer sentado en las gradas.

Kakashi suspiró.

—Terminen de colocarse los nombres, se supone que debo memorizarlos— volvió a hablar y esta vez nadie le debatió —. Después, tú, tú, y tú… y ustedes dos, serán un equipo…— dijo y señaló con el dedo a varios de los presentes —y se enfrentarán a…— continuó y el entrenamiento de reconocimiento comenzó.

Kakashi, a pesar de mostrar desinterés en el pelinegro que se había marchado molesto, no pudo no voltear de medio lado a observar el camino por el cual había desaparecido.

—¿Crees que deba ir y ver si se encuentra bien?— cuestionó una preocupada pelirrosa después de ver al Uchiha partir.

—Claro, y darle una nueva oportunidad de mandarte al diablo— respondió irónicamente la rubia, para terminar suspirando al ver el semblante preocupado de su amiga —. Ahora está molesto, seguro no se comportará bien, déjalo sólo, no debe querer ver a nadie… ya después, si tú insistes, puedes volverlo a intentar.

La pelirrosa asintió no muy convencida y del mismo modo, volteó su rostro a la cancha donde ya comenzaba el entrenamiento… tal vez Ino tenía razón.

—¿Dónde diablos está Hinata?— se preguntó al ver su móvil, pero luego su mirada se clavó en la bonita chica rubia que calentaba ya en la cancha.

O.O.O.O.O

Hinata suspiró y se animó a seguir avanzando por el largo pasillo que la llevaría a la cancha. El suave sonido de sus zapatos de modesto tacón resonó en el lugar, y trató de controlar su nerviosismo, sabía bien quiénes estarían ahí y ciertos ojos negros la preocupaban.

Había escuchado el alboroto común de los asistentes y de pronto un silencio reinó por instantes, bajó su mirada y se convenció de seguir adelante e ignorar sus temores… varios metros adelante se atrevió a alzar la vista y se paralizó al reconocer la figura de ese pelinegro que caminaba en dirección contraria a ella.

—Ah…— mencionó y quiso hacerse a un lado y dejarlo pasar.

—Acompáñame— la voz del Uchiha sonó fría y ronca al tomarla de la mano y arrastrarla con él.

—Pero…— mencionó la joven que avanzó a pasos torpes tras él. Hinata siguió su ritmo presuroso y se atrevió a voltear atrás, pudo apreciar a los jugadores dispersarse en la cancha y a un par de personas pasar frente a la entrada, pero nadie parecía estar viendo en su dirección. No supo si se sintió aliviada o más nerviosa por eso.

El Uchiha había avanzado molesto luego de que el imbécil de Kakashi lo echara del lugar, su rostro endurecido se suavizó apenas ligeramente al ver la curvilínea figura de la distraída Hyuuga dirigirse a él… observó sus piernas envueltas en esas mallas negras y el vestido de botones del mismo color… sonrió sin darse cuenta cuando ella lo vio.

La sujetó de la mano y se la llevó con él.

—¿Qué hace?— volvió a hablar débilmente cuando lo vio forzar una puerta de gruesa madera.

—Entra.

—¿Q-qué?...— intentó negarse pero él la tomó de la cintura y cuidando que nadie los viese, la ingresó en ese pequeño lugar.

La puerta se cerró de golpe y él encendió una luz. Hinata respingó.

El corazón de la ojiperla comenzó a latir acelerado y su respiración, contrariamente, escapó muy despacio de sus labios; comenzó a temblar y se alarmó, todo, en unos segundos, segundos en los cuales flashazos de aquél suceso desgarrador que la había marcado, pasaron frente a sus ojos. Observó el pequeño cuarto, que ahora sabía que no era más que la bodega del equipo de gimnastas… sus ojos se llenaron de agua y su respiración se agitó. En ese momento en su cuerpo recayó más miedo que cuando estuvo con él en su auto, o cuando él se metió hasta su habitación y su cama.

Los negros ojos del Uchiha vieron extrañados su reacción.

Hinata comenzó a respirar agitada y volteó a verlo casi con terror… ese lugar se parecía tanto a aquel otro donde él la había…

—No— dijo temblando y quiso correr y escapar de ahí.

Al notarla, él la sujetó entre sus brazos impidiéndole alcanzar la puerta.

—¿Qué demonios tienes, Hinata?— le preguntó al abrazarla y colocarse a su espalda… él pretendía un momento a solas con ella y ella parecía querer entrar en pánico… creyó que ese nivel de miedo ya lo había superado.

Ella tembló entre sus brazos.

—No, por favor… por favor… — sollozó la joven y él frunció el ceño.

—¿Hinata?— volvió a llamarla y la giró para verla a la cara, pero ella parecía rehuirle.

—N-no…— respondió llorosa —voy a gri-gritar… lo juro— amenazó pero apenas podía moverse y él lo supo.

El Uchiha apagó la luz y apretó su abrazo pegándola más a él. La ojiperla pareció desconcertarse ante eso.

—Grita— mencionó roncamente pero en voz baja el pelinegro, que retrocedió hasta sentarse en un plinto de mediana altura y atraerla con él —. Hazlo si tú quieres, Hinata— le dijo y besó su cuello… sabía que estuvo a punto de entrar en casi un shock emocional, pero la ausencia de la luz logró tranquilizarla mínimamente.

La Hyuuga siguió temblando pero contuvo el aliento ante su tacto, siendo envueltos por la casi completa oscuridad, que era sólo desvanecida por la luz blanca que se colaba bajo la puerta. Otra vez él estaba actuando con una fría calma que contrastaba con la agresividad de aquella primera ocasión… otra vez estaba confundiéndola mentalmente y haciéndose el dueño de ese extraño y tenso momento. Luchó por controlarse, no podía volver a ser presa de aquél terror.

—Ya no… puedo más— confesó la joven casi en un susurro al apretar sus manos en el jersey de entrenamiento del Uchiha, el mismo que la mantenía presa de él, al abrazarla de la cintura y metida entre sus piernas.

—¿Creíste qué… te…?— también mencionó en voz baja, casi molesto, pero sin dejárselo saber. No hizo falta que terminara la frase, ya que Hinata asintió casi sollozante.

El interior era llenado únicamente por sus voces y respiraciones, una agitada y otra tranquila, y el sonido de los gritos y silbatazos del exterior no parecían perturbarlos, ni siquiera alguna charla de un par de personas que recién se dirigían al gimnasio.

Hinata apartó sus manos de él y buscó irse, ella sabía que él la había llevado a ese lugar para algo, y aunque creía que no pretendía forzarla, porque ya lo hubiese hecho y eso tal vez, solo tal vez, le daba más miedo.

—Mph. Ya te dije que quiero que seas tú la que lo acepte— volvió a hablar el joven al sentirla querer irse, y Hinata apretó los ojos al reconocer el momento exacto en el que él comenzaba a jugar con ella.

—Yo no quiero… nada que…

—Ya te lo dije antes… no tiene por qué doler y no tiene por qué no gustarte— interrumpió el joven y sorprendió a la ojiperla al hacerla invertir lugares… de pronto Hinata se encontraba sentada en ese aparato que fungía de banco, y él inclinado sobre sus labios.

Ella jadeó de sorpresa ante sus movimientos certeros y silenciosos, su cuerpo se estremeció ante su mirada, más negra y más profunda de lo normal, la luz blanca del exterior lograba iluminar parcialmente sus rostros y podía apreciar sobriedad en él… y eso la angustiaba, él de verdad hablaba en serio… ¿de verdad creía que ella podría sentir algo después de aquello?

—Ya lo sabes, ¿no?— volvió a hablar el joven que se acercó a su oído tras apoyar sus manos a los costados de sus caderas. A Hinata se le paralizó la respiración y el corazón continuó con su loca carrera… Otra vez sintió que leía sus pensamientos —No puedes negarme que ese día en mi coche…

—Ya basta— interrumpió antes de que dijera eso que la mantenía preocupada, y que tan avergonzada la hacía sentir… él hizo a su cuerpo reaccionar.

—Me gustas tanto— confesó roncamente al aceptarlo y besó su cuello… era tan absurdo. Gustaba de la única chica a la que había lastimado realmente y que para colmo, amaba a su estúpido amigo. Sólo en esos momentos se atrevía a reconocerlo, sin ser consciente que se encaminaba a un embudo que parecía atraparlo y lo hacía desear más y más de ella.

Hinata apretó sus manos en la suave piel, que protegía la esponjosa base donde permanecía sentada, al sentir los labios del joven acariciar y probar su cuello, con tanta lentitud que le estremecía el alma.

—¡Ah!— ella respingó al sorprenderse cuando de pronto sintió una de las grandes manos del Uchiha acariciando uno de sus senos. Se tensó de inmediato, cuando apenas parecía superar esa especie de shock que casi tuvo.

—Shh… nada va a doler— aseguró el joven antes de besar ahora sus labios. Ella ya no tuvo tiempo a reaccionar cuando él se unió a su boca, comprobó la pasión del joven cuando éste demandó más de ella y la hizo pegar su cabeza a la fría pared a su espalda, sólo para seguirla besando.

La hombría del pelinegro dio un tirón bajo su negro short… sabía que no era el lugar y mucho menos el momento, pero la verdad era que no pretendía contenerse… Hinata lo excitaba demasiado, esa ingenuidad que podía ver en sus brillosos y perlados ojos, como el débil miedo que todavía sentía, y que ahora iba más dirigido a ella misma que a él, lo obligaba a continuar. Gustaba de torturarla haciéndola sentir y la sensación de dominio sobre ella y la situación.

Desabotonó con la habilidad de un experto los pequeños botones en su pecho, y ella no pareció notarlo hasta que comenzó a subirle la delgada blusa que abajo portaba.

—Deténgase— suplicó cuando él dejó sus labios.

Él negó lentamente y en silencio, respirando su agitado aliento.

—Voy a probarte, y demostrarte que no miento— aseguró roncamente al imaginarlo y bajó la suave y delgada tela de su sostén, exponiendo la perfecta redondez de uno de sus senos.

—Ahh…— ella perdió el aliento al saber que no se detendría.

—Guarda silencio… no tardan en comenzar a salir— mencionó el joven un segundo antes de lamer su rosado pezón que parecía sobresaltar en su blanca piel, al ser tenuemente iluminado por la escasa luz en el interior… lo lamió un par de veces y luego lo metió a su boca para succionarlo cuan bebé.

Hinata apretó sus piernas al verlo arrodillarse ante ella y masajearle el seno que no ocupaba con su boca… tuvo que apretar sus ojos y morder sus labios para acallarse, el pudor, el miedo y la vergüenza buscaban salir de sus labios a modo de gemidos tortuosos, y no podía permitirlo, él tenía razón, habían personas en el exterior… seguro lo supo y por eso la metió ahí, en lugar de los vestidores que se encontraban en frente.

Al Uchiha casi se escapa un jadeo al pasar de un seno al otro, mientras le separaba las piernas a la angustiada joven.

—Ah… por… por fa-vor— suplicó cuando lo sintió deslizar sus dedos y tirar débilmente de sus panties.

Él no dijo nada y la ojiperla tembló avergonzada cuando lo vio dirigir su rostro entre sus piernas.

—No hagas tanto ruido— sugirió el joven antes de llevar sus labios a esa parte tan prohibida de la peliazul… Hinata contuvo un gemido pudoroso y se tensó… él por su parte, estaba seguro que volvería a escuchar sus gemidos, sabía que le daría placer.

La ojiperla buscó apartarlo con su mano, pero él no se lo permitió al sujetarla firmemente de sus piernas… el curvilíneo cuerpo de la chica era sacudido por descargas eléctricas, que la mantenían sintiendo esa lengua recorrer su femineidad… el temor pasó a segundo término cuando la vergüenza y el pudor, que siempre la acompañaban, hicieron acto de presencia… si la luz estuviese encendida, ella casi juraba que podría desmayarse ante la abochornada situación.

—¡Ah!— se le escapó un gemido cuando él empezó a succionar… sus piernas fueron recorridas por un sutil cosquilleo que le advirtió de la pérdida de sus fuerzas.

—Aghh… maldición— mencionó entre dientes el Uchiha al apartarse suavemente para volver a mover la delgada tela de las panties que cubrieron a la joven, buscando más espacio para él. Entre sus piernas, su ya muy hinchado miembro palpitó por ella, haciéndolo ansiar poder calmarse en ese cálido interior que ahora emanaba un sedoso líquido al que bien podría volverse adicto, y que en ese momento succionaba y lamía, haciéndola temblar.

Hinata flexionó sus piernas buscando apartarse, su rostro ardían en vergüenza y de su interior surgían sensaciones desconocidas y que no hacían más que atormentarla… algo de eso se sentía bien, reconoció torturándose y eso lo hacía casi odiarse.

—Por… fa-vor— suplicó por que se detuviera.

—Hinata… quiero…— mencionó roncamente al llevar dos de sus dedos al estrecho y lubricado interior de la joven. Quería penetrarla, deseaba estar otra vez dentro de ella.

—… No— se alteró la joven al entender, algo de ella parecía comprender lo que ocurría. Varias voces pasaron frente a la puerta y se alejaron poco a poco. La ojiperla se inquietó más y volvió a mover sus piernas, logrando que el agarre del Uchiha deslizara un poco sus largas mallas —. Y-ya no… siga— suplicó y volvió a sentirlo deslizar sus dedos de adentro hacia afuera de su cuerpo y repetirlo.

La respiración de la Hyuuga no eran más que ahogados jadeos que la avergonzaban.

El Uchiha volvió a deslizar su lengua por los pliegues de su sexo y terminó por concentrarse en ese pequeño botón rosado de la joven, y que solía volver loca a cualquier mujer… la sintió temblar por eso y volverse a tensar. Hinata apretó sus piernas y él se alzó una sobre su hombro… cerró sus ojos y continuó lamiéndola e incluso, de vez en cuando, el sonido de su succión se hizo audible.

Los dedos masculinos no dejaron de invadirla de una manera larga y pausada, atormentando su cuerpo... y él besó su femineidad como si fuesen sus labios, al no soportarlo más. Su miembro había comenzado a lubricarse completamente listo para continuar, y los lloriqueos sensuales que escapaban por los labios femeninos, lo hacían confundirse… ya no sabía quién torturaba a quién.

Retiró sus dedos y la probó con su lengua, haciéndola gemir a pesar de morderse los labios, las caderas de la joven se elevaron, en desacuerdo con eso. Él volvió a hundir su lengua en ella una vez más antes de terminar deslizando la misma por la tibieza de su sexo.

Liberó sus piernas y se elevó despacio, observando su vientre plano y lo abultado de sus senos moverse agitados por lo recién ocurrido.

—Voy a…— informó e intentó liberar su miembro.

—¡Naruto!— escucharon el grito en el exterior y el alboroto que hacían los chicos que seguro habían terminado su entrenamiento.

La joven brincó del lugar pavorida por el nombre mencionado, y por lo que ese joven de mirada negra estaba provocándole.

—Hinata— la llamó molesto al verla asustada y retrocediendo de él.

Ella negó insistentemente luchando por regular su respiración.

—E… es-…— intentó mencionar y jadeó para seguir negando en silencio. No sabía ni qué decir. Había acomodado avergonzada su ropa interior y abotonaba su vestido con torpeza, dejando un par de botones sueltos, pero para su fortuna serían cubiertos por su bufanda —Y-yo…— volvió a intentar hablar pero no pudo. Se giró de prisa, y reaccionando como nunca antes, giró la perilla, quitó el seguro al notarlo puesto y volvió a girarla para finalmente salir corriendo de ahí.

—Ah, maldición, Hinata— rugió el furioso joven al quedarse a medias, por un momento creyó que se derrumbaría a llorar, no esperaba que saliera huyendo —¡Joder!— mencionó y golpeó la pared a un costado de él, para su mala fortuna, el golpe no dolió, pues había dado con una esponja de las que ahí guardaban… suspiró frustrado buscando aminorar el alterado estado de esa parte entre sus piernas.

Observó la puerta que ella había dejado abierta y tras resoplar fastidiado, optó por salir y largarse de ahí. Necesitaba un trago o una mujer.

—¿Te divertías?— la voz tranquila de Kakashi obligó al Uchiha a detener sus pasos una vez que salió de la pequeña bodega.

Los ojos fríos y negros del joven de rebelde cabellera, observaron de medio lado la analítica mirada del peliblanco puesta en él.

—¿También eso te importa?— preguntó irónicamente pero sin girarse a verlo.

El mayor sonrió de medio lado al verlo comenzar a caminar.

—¿Cuándo vas a madurar, Sasuke?— se preguntó y el pelinegro pudo escucharlo, no le daría importancia y seguiría su camino.

—¿Naruto?— la voz de Sakura sonaría fuerte por el corredor momentos después, llamando la atención del nuevo entrenador.

—¿Eh?— el rubio asomó su cabeza tras la puerta de los vestidores, donde ya permanecía casi todo el equipo.

—¿Piensan tardar mucho? Y… ¿está Sasuke ahí?— preguntó la chica que era acompañada por Ino.

—¿Uh?, no, el teme debe haberse marchado hace rato— respondió con simpleza el ojiazul al rascarse la nuca —. Por cierto, ¿y Hinata?

Ino se encogió de hombros —No lo sé, ya no respondió mis llamadas.

Kakashi suspiró cansadamente al comenzar a caminar y marcharse de ahí. Ya había tenido suficiente supervisando a aquellos chicos de Suna, como para llegar y lidiar con el mal genio de Sasuke y el alborotador de Naruto… si no fuese por Itachi y esa delicada situación en la que estaban, no se hubiera complicado más su vida.

O.O.O.O.O

Los ojos perlados de Hinata se fijaron en las cortinas lilas que ondeaban suavemente tras el balcón… suspiró al dejar de verlas y ocultó su rostro entre sus manos al seguir sentada sobre uno de los sofás de su sala.

Estaba dando su mejor esfuerzo y no parecía estar ganando nada.

Quiso recostarse en ese mueble y abrazada a un cojín, atreverse a llorar… pero no podía, Kurenai no tardaba en llegar, hacía casi treinta minutos que le había hablado confirmando su cita.

Hinata se levantó y se dirigió a la cocina, la comida debía estar ya lista. Apagó la estufa y escuchó el sonido del televisor, que se suponía había estado observando y al que pocas veces había volteado a ver. Suspiró.

¿Qué había pasado hace unas horas con ese chico de mirada oscura? Había salido corriendo y temblando del gimnasio y todavía conservaba su respiración agitada al conducir por la ciudad, luego de parecer huir de la universidad… se había quedado en su auto tranquilizándose una vez que llegó a su edificio, y tuvo que subir y darse en baño para deshacerse de esas sensaciones tortuosas y nada gratas, que él insistía en hacerla experimentar.

Había creído superar lo ocurrido, o al menos tolerar el recuerdo, pero hace unas horas casi entró en pánico al creer que volvería a sentir aquel dolor desgarrador de su primera vez… no sabía si para su fortuna o desgracia, el Uchiha había logrado sacarla de ese estado, aunque su corazón seguía latiendo angustiado después de ello… y entonces… entonces él volvió a reclamar su cuerpo de una forma tan extraña que la paralizaba.

Es quietud fría y ese dominio total de todo que él solía exhibir, la nulificaban. La mantenían pendiente de cada movimiento y él sabía bien qué hacer o qué decir, para no dejarla reaccionar a tiempo. Esta vez fue peor, esta vez no había llamada de Naruto con qué amenazarla, esta vez pareció tranquilizarla para luego de un momento, hacer con ella lo que quiso, o casi lo que quiso… estaba aterrada de ser tan manipulable o susceptible a él.

El timbre de la puerta sonó sacándola de sus pensamientos al hacerla respingar.

—Cielos— mencionó débilmente la joven al apresurarse a abrir. Debía actuar normal, olvidar o suprimir momentáneamente lo que había ocurrido y parecer normal… fingir que no sintió lo que sintió.

—¡Traje bocadillos!— saludó alegre la mujer de rojizos ojos al mostrar un par de ligeras cajas de cartón en cada mano.

—Sensei… ah, no debió molestarse— saludó y sonrió —Asuma-san— también saludó al alto y fornido moreno que la acompañaba y le sonreía.

—Hinata— devolvió el saludo el moreno.

—Ah, pero pasen— invitó y se hizo a un lado para dejarlos pasar.

—Será en otra ocasión por mi parte, sólo he venido a traerla, de hecho estoy algo retrasado en una cita— se disculpó el fornido moreno.

—Ah, bueno…

—Descuida, Hinata, así no tendremos presiones— intervino la mujer, que ya presentaba un vientre más abultado, al guiñarle un ojo.

—Bien..., supongo que sólo intentas disculparme— mencionó el varón al rascarse la nuca.

—Por supuesto cariño— Kurenai le sonrió y le acarició la mejilla y Hinata vio enternecida la escena… Kurenai era como su madre y esa una escena como las que le hubiese gustado ver entre sus padres.

—Siendo así, nos vemos esta noche. Un gusto, Hinata— se despidió y tras estrecharle la mano, comenzó a caminar directo al elevador.

—Sigue tan amable— mencionó la peliazul.

La castaña mujer sonrió —Sí, pero sigue conservando algunos vicios— aseguró y suspiró al verlo sacar un cigarrillo y llevárselo a la boca —. Bueno, supongo que es de los pocos puntos malos que tiene. ¿Pasamos?

—¡Ah!, por supuesto.

—Y… ¿qué tal todo con tu chico rubio?— preguntó con un toque de picardía al voltearla a ver, mientras entraba.

Hinata separó los labios y no encontró cómo sacarla de su error en ese momento.

—Pues… bien— terminó por decir. Ella le había contado con ilusión lo bien que se sentía con Naruto a su lado, aunque también del amor que éste le profesaba a la pelirrosa… no estuvo bien consciente de cuándo Kurenai confundió las cosas; ella había creído que esas píldoras anticonceptivas eran necesarias porque entre ella y Naruto finalmente había pasado algo… ¿cómo decirle lo contrario?

Se sentía caer en un abismo entre silencios y mentiras… ¿cuánto más sería capaz de soportar?

O.O.O.O.O

La mirada oscura y desinteresada del Uchiha se fijó en el auto que avanzaba de prisa frente a él. Resopló fastidiado luego de no haber logrado distraerse en ese bar al que había asistido después de cambiarse de ropa… se había negado a buscar nuevamente a la Hyuuga intentando no forzar de más las cosas, seguro estaría asustada y era normal, debía pasar por eso para aceptar pertenecerle… por esa misma razón había desistido de sus visitas nocturnas, hecho que ya comenzaba a frustrarlo y por eso había ocurrido lo de horas antes.

Era patético y lo sabía. La pensaba constantemente.

Pisó el freno de su vehículo al haber llegado a la intersección que lo hacía girar para ir a su edificio. Apagó el reproductor de música que sonaba y que no hacía más que fastidiarlo luego de esos tragos que había ingerido… sus ojos viajaron aburridos al rojo en el semáforo y tras suspirar, los mismos serían atraídos al frente del edificio donde residía su gran dolor de cabeza.

Achicó los ojos y a través de los árboles de cerezo que decoraban el camellón, logró verla. Hinata estaba de pie acompañando, o mejor dicho, despidiendo a una mujer de mediana estatura y que a la distancia le parecía embarazada. Sonrió sin ser consciente, al ver a la ojiperla abrazar a la mujer que posteriormente abordaría un taxi amarillo.

El taxi avanzó y Hinata permaneció ahí de pie, a pesar de portar un pantalón negro y una holgada sudadera morada, su presencia le había llamado la atención. Comenzó a soltar el freno para disponerse a avanzar al estar a punto de cambiar las luces y por un momento pensó en ir con ella.

¿Qué tan patético podía ser?

—Imbécil— se dijo. Regresó su vista al semáforo y antes de volver su mirada al frente, le llamó la atención un vehículo que circulaba a exceso de velocidad y que parecía querer adelantarse al verde. No iba a lograrlo.

Entonces pasó.

Hinata mantenía su sonrisa al ver al auto de la mujer que era como su madre, y que tan buena compañía le había hecho durante esas horas, cuando de pronto, al verlo girar en la esquina, esa escena que se le grabaría en la memoria para siempre, se presentó.

El mundo que parecía girar de prisa, se paralizó… un escalofriante rechinar de llantas tallándose contra el suelo le heló la sangre… las personas que caminaban en el sector habían volteado a ver alertadas por el sonido, el mismo que no haría más que paralizarles el corazón al ser acompañado de un fuerte impacto que lanzaría el sencillo auto del servicio público en una dirección distinta a la que llevaba.

La sonrisa de Hinata había desaparecido, sus ojos que había mostrado un brillo de alegría se abrieron con sorpresa y comenzaron a inundarse poco a poco… el corazón le latió despacio y fuertemente en el pecho y por sus labios se escapó su aliento. Su sangre se enfrió en todo su cuerpo, al ver aquella escena.

Susurros sorpresivos de personas que se detuvieron a observar, se escucharon a su espalda.

—No…— mencionó y la primera lágrima rodó.

—Mierda— mencionó el también sorprendido pelinegro al haber estado a centímetros de también ser impactado, su rostro giró de inmediato al lugar donde Hinata había permanecido de pie.

La peliazul comenzó a agitarse y sintió un helado vacío caerle encima, al temer por la vida de esa persona.

—Se-sensei— mencionó y tras superar el temblor y debilidad de su cuerpo, corrió al lugar a donde otras personas también se dirigían —¡Kurenai sensei!— gritó la desgarrada joven al ver el auto volcado y con toda la parte central del mismo, hundida… sus ojos ardieron al derramar largas lágrimas que se enfriaban con la tarde helada que tenían.

—¡Llamen a una ambulancia!— gritó un automovilista que se había detenido y acercado al auto causante del accidente.

Hinata trastabilló al no haber visto una de las raíces de los árboles de cerezo cuando atravesó el camellón, al mantener sus ojos aguados en llanto, y continuó corriendo.

—¡Se-sensei!— volvió a gritar al casi llegar luego de varios metros.

—Hinata— su largo cabello cubrió por un segundo su rostro, luego de ser detenida por los brazos del Uchiha.

Ella forcejeó sin ver quien la había detenido.

—Por favor, suélteme…— suplicó y angustiada luchó por observar al interior del auto volcado — es mi maestra— lloró —… casi mi madre— añadió y se derrumbó al no poderse librar de ese abrazo.

El sonido de las sirenas de la policía no tardó en escucharse, poco a poco los curiosos rodearon los coches accidentados y el tránsito vehicular se vio interrumpido.

—Esta persona luce muy mal— la Hyuuga escuchó la voz alta de alguien que se había acercado a ver a la persona que provocó el accidente.

El ceño de la joven se frunció dolorida cuando así, arrodillada en el suelo, y en los brazos de esa persona a su espalda, alcanzó a ver la mano sangrante de la que fue su mentora.

—Noo…— sollozó nuevamente y casi sintió que su garganta se cerró producto de ese nudo en ella —. Está embarazada— volvió a mencionar y sus lágrimas cayeron todavía más.

El abrazo en ella se hizo más fuerte cuando quiso desmoronarse.

La ambulancia tardaría un minuto más y las personas abrieron paso, ellos siguieron arrodillados en medio de la avenida y varias personas rodeándolos, viendo algunos curiosos, dolidos e incluso morbosos el lastimero aspecto de la delgada chica.

—Señorita Hyuuga— la llamó el encargado de su edificio que al percatarse de todo, se había acercado a ella —. Será mejor que espere adentro— aconsejó el regordete sujeto al verla con pena.

Hinata negó con la cabeza y volteó a ver a la persona que la sujetaba. Sus ojos expresarían la sorpresa que le causó que precisamente fuese él el que estuviera a su lado, pero sólo por un segundo… en ese momento no importaba mucho.

—Por favor… déjeme ir— suplicó llorosa y notoriamente devastada y algo se removió en el interior del soberbio chico —… ella es… e-es como…

—Lo sé— la interrumpió secamente y se puso de pie, ayudándola a hacer lo mismo —. Llévesela— ordenó volteando a ver al regordete sujeto a su lado.

—¿Qué?¡No!— Hinata forcejeó e intentó acercarse.

—Entiende— él la detuvo al tomarla del brazo —, sólo estorbarás. Los paramédicos ya han llegado, no sirve de nada que te acerques— mencionó fríamente el pelinegro.

—E-él tiene razón… señorita— se atrevió a hablar el mayor.

Hinata siguió negando en silencio y completamente devastada mientras escuchaba a los socorristas ordenar a gritos por espacio, luego el sonido del metal del vehículo ser trozado por poderosas tenazas y los susurros angustiosos de los espectadores. Volvió a llorar.

—No me hagas esto— mencionó y lo llamó por primera vez de forma familiar sin ser consciente.

Él negó en silencio —Ella pudo haber…

—No...— mencionó casi sin voz y más lágrimas siguieron cayendo al entender lo mismo que él.

—Llévesela— ordenó —. En seguida iré yo.

Hinata avanzó guiada por la otra persona, pero su rostro siguió observando al auto de donde en ese preciso instante, sacaban a mentora.

—No puede ser— se dijo en un lamento agónico al ver la que había la blanca chaqueta de la mujer, teñida en sangre. Su maestra había…

El rostro de Hinata volvió a contraerse y el hombre que estaba a su lado tuvo que forzar su abrazo sobre ella para hacerla caminar. El Uchiha observó de medio lado la magnitud del dolor reflejado en sus ojos perlados… escucharía un entrecortado 'ya no puedo soportarlo' soltado por la chica que parecía entrar en shock, y siguió mirándola.

—Vamos señorita— la jaló el hombre con él y ya no tuvo fuerza para seguir viendo.

Minutos más tarde, el sonido de una última ambulancia pareció perderse a lo lejos y Hinata abrazó sus rodillas al permanecer sentada sobre uno de sus sofás. Su ahogado llanto se había silenciado pero largas y calientes lágrimas seguían desbordándose por sus ojos, el nudo en su garganta parecía quemarla y su estómago se revolvía en angustia. Le faltaba el aire.

—¿Todo bien?— escuchó la voz del encargado de su edificio una vez que la puerta se abrió. Ella volteó a ver angustiada al Uchiha que en ese momento entraba — Será mejor que los deje solos— añadió el encargado de su edificio y tras voltearla a ver, se retiró.

Hinata se puso de pie al verse sola con él y dirigió su vista y toda su atención a su persona; sus perlados ojos temblaron a la expectativa de sus palabras... ¿Qué había pasado?

El Uchiha detalló su rostro y el lamentable estado en el que se encontraba, Hinata apretaba los dedos de sus manos nerviosa y comenzaba a agitarse esperando que él hablara.

No supo por qué, pero no le gustó verla así.

Suspiró y se llevó los dedos a apretar el puente de su nariz al no entenderse, no sabía ni qué demonios hacía ahí.

—Debes calmarte— mencionó secamente y se encaminó a la cocina… un vaso de agua era lo que necesitaba.

Ella lo vio avanzar y perdió el aliento… sus ojos temblaron al abrirse sorprendidos, y dos pesadas lágrimas volvieron a caer… «debes calmarte» ¿debía calmarse?

Sollozó.

Entonces…

Su estómago se revolvió y sintió ganas de vomitar… necesitaba aire. Dirigió sus pasos temblorosos y torpes al balcón. Su cuerpo de pronto se sentía pesado y la magnitud de lo ocurrido volvió a cobrar peso, al observar en la avenida las patrullas y el par de grúas que comenzaban a retirar los autos. Apoyó sus antebrazos en la gruesa baranda metálica de ese lugar e inclinó su rostro para seguir llorando, y respirar ahora ese necesitado aire gélido que le ondeaba el cabello. Ella no pudo morir… iba a tener un bebé.

—Dios— mencionó dolida y sin poder entenderlo, se inclinó un poco más conteniendo el dolor y de pronto un fuerte agarre en su cintura al derrumbo al suelo.

—¿Qué mierdas crees que haces, Hinata?— la voz ronca del Uchiha sonó molesta, al también estar ahora en el suelo con ella entre sus piernas.

Ella de momento ya no pudo responder, su garganta ardía y sólo pudo apretar sus manos en la blanca camisa del joven y aferrarse a él con fuerza. Nunca sintió la soledad calarle como en ese momento. Continuó hipeando.

—Ah, maldición— mencionó molesto el joven al haberse preocupado. El vaso con agua había quedado tirado sobre la alfombra de la sala, y él casi había corrido a sujetarla cuando creyó que ella pretendería arrojarse. Ese 'ya no puedo soportarlo' soltado por la desgarrada joven le dio la idea que algo así podría intentar, y su cuerpo se movió solo para impedirlo.

Apretó el puente de su nariz al echar su cabeza hacia atrás y recargarla en la pared… no sabía qué se suponía que debía hacer, Hinata se mantuvo llorando sobre su pecho y él la envolvió con el brazo libre. Sintió una punzada lenta y dolorosa clavarse en su pecho… ella estaba igual o más devastada que aquella noche en que él la había…

—¿Mu-murió?— se atrevió a preguntar la joven soportando el dolo en su garganta.

Él bajó su negra mirada a ella, sus ojos perlados estaban enrojecidos y su cuerpo le pareció pequeño.

—No— susurró al acariciarle el rostro.

Hinata negó sin creerlo —¿No?

La mirada profunda y negra del Uchiha siguió pendiente de su expresión, de la angustia en su mirada, del suave temblor en sus labios y del camino húmedo de su llanto.

—No murieron… ¿ve-verdad?— volvió a preguntar la ojiperla que no obtenía su respuesta, mientras apretaba sus manos en el fuerte pecho del joven.

—No— mencionó en voz tan baja que ella pareció reconfortarse. El rostro de la Hyuuga volvió a contraerse y mordió sus labios para no ahogar su llanto, sin embargo las lágrimas volvieron a caer… avergonzada y con una tenue paz apenas llegándole, escondió su rostro entre el pecho del joven que no había dejado de verla y continuó su llanto.

Los delgados brazos de la joven le rodearon la espalda al susurrar un suave 'gracias', y él entendió cuán miserable había venido siendo con ella. Él envolvió sin pensar mucho su cuerpo al corresponderle el abrazo, y tras cerrar sus ojos, experimentó una culpa real por primera vez.

Pegó su barbilla a la cabeza de la llorosa chica que se aferraba a él como su único apoyo.

Era un miserable. Había dañado inmensamente a una persona que no le había hecho nada. De pronto Hinata le pareció más pequeña y frágil de lo que ya era y él conoció la verdadera oscuridad en su interior.

Continuará…


Hola chicas (:

Siento la demora u.u … no sé por qué pero este capítulo se me andaba dificultando.

Pues como notarán a partir de aquí, las cosas medio van a cambiar, no crean que Sasuke va a ser un santo, porque él no es así, sino que a partir de ahora comenzará a lidiar con sus demonios :v

Debo confesar que antes de comenzar a escribir este fic, esta escena ya la tenía pensada, de hecho, en mi cabeza se veía morir a Kurenai y a su hijito, pero me arrepentí, creo que ya sería el colmo después de lo que ha pasado Hinata, me recordé que ella es mi personaje favorito y pues bueno…

Y ya, pues sólo agradecer el enorme apoyo que le han dado al fic, decir que me sorprende es poco, el tema es delicado y han estado aquí conmigo en estos capítulos crudos/desagradables, que se han venido dando y en serio, aprecio muchísimo eso. Gracias.

Comentarios (:

Mariana, Daisuke 37, Pato hf, Korrigan, Pamaig, Yukki Onna, Hinata Shakugan15, DarkHikari, Dark Amy-chan, vdevenganza, Meucheli, Heavenly14, ryuzaki kira3021, UmeFuyu, Andrea, Julia, gristardream13, evilangelux, Kourei no Tsuki, DAMIC00, darkness, karlihyuga, CHAEON-Chan, Saara-Chan94, Nami-23, Hinata uchiha21, MisedPandora, hinatacris, hime-nata, SadhyRose, Elena, AhrenLove, G.M. y a cuatro guest.

En serio niñas, no saben cuánto me animan… no se diga ahora que siguen llegando comentarios despectivos, pero bah, cada quién sus gustos xD

Besos y aclaro solo un par de palabritas que usé y no sé si conozcan:

*blíster pack : es ese 'contenedor' plástico en el que vienen las pastillas que se venden en cajitas.

*Plinto : es un aparato de gimnasio, que puede llegar a parecer un banco.

* Hina tiene esas píldoras porque Kurenai se las añadió junto a las píldoras de emergencia que Hina le pidió el día después de ser agredida, al ella suponer erróneamente que había iniciado una vida sexual.

Creo que es todo ñ.ñ

Comentarios y sugerencias son bien recibidas y si hay alguna duda que quieran que despeje, me dicen y respondo.

Besos y lindo fin de semana.

Chaín.

Aidé.