LOS PERSONAJES DE NARUTO NO ME PERTENECEN, SON PORPIEDAD DE MASASHI KISHIMOTO. LA HISTORIA EN CAMBIO, ES MÍA.

-12-

VULNERABILIDAD

Una corriente de aire frío se coló desde el balcón, y hondeó ligeramente los mechones de rebelde cabello negro que enmarcaban el rostro del Uchiha, harían lo mismo con un par de largas hebras de cabello azulino.

Sasuke permanecía sentado en el alfombrado suelo de la sala, cercano al balcón y con Hinata entre sus piernas, la misma que lucía más tranquila pero agotada… ella no se había movido, ya había controlado su llanto pero seguía abrazándolo; él apenas sentía el respirar pausado de la suave respiración femenina, no sabía cuánto tiempo llevaban así. Suspiró cansadamente y Hinata abrió despacio sus ojos, los mismos que pesaron demasiado.

La joven de pronto fue consiente en la posición en la que se encontraba y con quién. Sus manos que en un momento rodearon la ancha espalda del Uchiha, ahora descansaban a cada costado de las caderas del joven, mientras ella apoyaba su rostro en el pecho masculino, la visión de su departamento no terminaba de volverse nítida y ella se sentía cansada, como si acabase de despertar o apenas estuviera por dormir, no sabía, pero poco a poco se fue apartando.

—Hinata— la voz de ese ser de ojos negros sonó ronca y débil.

Ella apoyó sus manos en el abdomen del chico y se sentó correctamente, frunció el ceño al ser su visión borrosa… ella comenzó a negar en silencio sin terminar de entender cuánto se había perdido.

—De-debo… debo ir a…— mencionó, y después de estar de rodillas, se puso de pie. Él la imitó sin dejar de verla —a…— volvió a decir y entonces su cuerpo se puso débil, ella buscó el apoyo de un mueble cercano pero no lo encontró.

—¿Qué diablos?— se cuestionó en voz baja el Uchiha al sostenerla.

Un par de golpes sonaron en la puerta principal de ese departamento y él volteó a ver.

—Disculpe— se excusó el encargado del edificio al regresar preocupado por la joven, luego de casi cuarenta minutos de haber partido —. Ella… ¿se encuentra bien?— preguntó al verla ahí de pie con él, casi en medio de la sala.

—¿Por qué?— cuestionó el desconfiado joven.

—Porque…— habló el regordete sujeto al haber entrado y señalar con su dedo a la pequeña mesa ratona del centro de la sala, y los negros ojos del Uchiha se deslizaron a ese lugar — le… le di un… calmante— agregó y se acercó a tomar la pequeña caja de píldoras que había tomado del botiquín de portería, antes de subir con ella momentos atrás.

—Ya veo— mencionó secamente el pelinegro—. Ella está bien, la llevaré a dormir— aseguró y cargó en brazos a la débil ojiperla que apretó sus ojos buscando librarse del mareo.

El robusto sujeto asintió al verlo avanzar —¿Quiere que llame a alguien de su familia?

Él detuvo sus pasos y lo meditó por un momento —No. Yo me haré cargo— aseguró y volteó a verlo de medio lado.

El otro asintió —Cualquier cosa que necesite, estoy en la extensión 100— informó antes de girarse y hacer cerrar la puerta tras él, luego de ver al Uchiha afirmar.

—Ne-necesito— habló con voz débil y ronca, seguramente por el dolor de garganta, la frágil ojiperla —… de-debo ir… a-al hospital—continuó y apretó sus delgadas manos sobre la camisa del pelinegro, antes de que él la recostara sobre la cama.

—Irás— aseguró —, pero no ahora— agregó al tomarle las mano para acostarla en la cama.

El cuerpo de la Hyuuga se sintió más pesado en contacto con el mullido colchón, y aun así intentó inútilmente incorporarse.

—Yo debo saber sí…

—Ella debe estar bien— interrumpió el casi molesto Uchiha al sentarse a su lado.

Hinata enmudeció al verlo a los ojos mientras él la veía, sus perlados ojos viajaron dudosos de uno al otro de él, algo había en esa profundidad negra que la mantuvo a la expectativa.

—Duérmete— ordenó secamente al dejar de verla —. Cuando se te pase el efecto del sedante, yo mismo te llevaré— aseguró al ponerse de pie.

Hinata quiso imitarlo pero su cuerpo ya no le respondió, ahora luchaba contra la pesadez de sus ojos y cuerpo entero —e-ella… no…

—No— interrumpió—, ella no murió— volvió a mencionar al meter ambas manos en los bolsillos de su pantalón, y entonces Hinata relajó su cuerpo sobre la cama y dejó de luchar. Lo último que logró ver fue aquél par de ojos negros viéndola de medio lado. Verlo no intentar nada o amenazar su persona al mantenerse a distancia, como la nueva afirmación de la salud de su maestra, logró tranquilizarla lo suficiente como para atreverse a pensar en dormir, apenas siendo consciente del pequeño resquicio, que por primera vez, dejó entrar confianza dirigida a él.

El soberbio pelinegro resopló frustrado al saberla dormida y se talló el puente de su nariz al no terminar de entenderse. Él no encajaba en esa situación, encima de ello, se atrevió a decirle a ese sujeto que él la cuidaría y que no llamara a la familia Hyuuga para informarles.

—¿Qué mierdas estás haciendo, Sasuke?— se preguntó.

Volteó a ver la pálida ojiazul que ya no se había movido… sus ojos negros se fijaron en la punta de esa fina nariz enrojecida por el llanto y su rostro ya sereno; se sintió estúpido cuando luego de estirar las mantas que estaban perfectamente dobladas a los pies de la cama, cubrió el curvilíneo cuerpo de la joven, había soltado las mantas sobre su cuerpo como si no tuviese mucha importancia y la veía con un dejo de soberbia en sus ojos, pero también sin lograr dejar de sentir esa culpa que experimentó minutos antes.

Hinata parecía removerle sensaciones tan distintas, su orgullo luchaba por permanecer a flote, pero ser consciente de la vulnerabilidad de esa ojiperla casi le formaba un nudo en la garganta y se hacía despreciarse. Su rostro se mantuvo imperturbable mientras, ahí de pie, continuaba mirándola, nada de lo que sentía se fugaba de su mirada profunda y fría, salvo esta vez, su mano lo traicionó al acariciar el liso flequillo azulino, que resbalaba en la frente de Hinata.

¿Qué sentía exactamente por ella?

—¿Qué, Hinata?— su voz ronca pareció preguntarle a la dormida joven.

Él volvió a suspirar, esta vez cansadamente y dejó de tocarla. Se dio media vuelta y antes de salir de la habitación, se tomó el tiempo de ajustar la pequeña perilla de la calefacción que mantendría el clima cálido, a pesar de la ya negra noche.

Había algo que debía hacer, se forzó a ello, y volteó a ver a Hinata dormir… se lo debía, supuso.

—Maldición— mencionó molesto. Era la primera vez que hacía algo casi desinteresado por otra persona.

• • •

La noche había terminado por caer y un agotado Uchiha giró el volante de su vehículo, para ingresar al estacionamiento de ese lugar que por primera vez visitaba.

Una corriente de aire frío movió su cabello al estar a la intemperie y rodeado de casi medio centenar de vehículos. Caminó bajo las luces amarillas de los altos postes, y después de esquivar vehículos que llegaban y personas apresuradas, por fin se vio dentro de esa área de urgencias… sus ojos negros se deslizaron entre personas con semblantes preocupados, doctores y enfermeras presurosos, e ignorando el llanto de alguna persona e incluso, de las ambulancias que parecían no dejar de llegar; se acercó al alto mostrador donde un par de enfermeras parecían ajenas a todo, una ingresando datos a un computador, y la otra revisando expedientes y hablando por teléfono.

—Disculpa— la voz profunda del pelinegro obligó a la joven en la computadora, a alzar la vista a él —. Busco a una persona accidentada, me dijeron que la traerían aquí— informó secamente.

—¿Tienes el nombre?— preguntó la delgada chica que dejó de verlo para concentrarse en la computadora, dispuesta a buscar a la persona por quien el atractivo chico le preguntaba.

Él resopló cansadamente —Ella la llamó Kurenai— dijo lo único que sabía.

La chica negó en silencio —Hemos recibido varias personas que vienen accidentadas y…— informó.

—El percance ocurrió en el centro, hace una hora y media aproximadamente— interrumpió.

La enfermera asintió —Kurenai, dice…— mencionó para ella misma mientras escribía y el pelinegro ya no respondió al limitarse a verla —Aquí está— informó —. Kurenai Yuhi, se encuentra en cuidados intensivos, su estado de salud es muy delicado por el embarazo que presenta. Cuarto piso, pregunte en la central de enfermeras de ese lugar— alzo su rostro al hablar.

El Uchiha asintió y se giró para tomar el elevador, la chica permaneció viendo resignada que se marchaba… ¿quién podría ser la chica que despertara el interés de un chico como él?... la joven suspiró, y tras negar en silencio, volvió a su trabajo.

Luego de verse en el cuarto piso y en un lugar casi idéntico de donde venía, el Uchiha se plantó de nueva cuenta frente a la enfermera responsable de la información de ese piso.

—¿Busca a alguien?— preguntó la delgada chica de lentes al verlo, mientras seguía sosteniendo en sus manos la tablilla metálica de algún expediente médico.

—Kurenai Yuhi— su voz ronca y el nombre mencionado, llamó la atención de un hombro fornido y moreno, que jugaba ansioso con un cigarrillo que no había podido encender, y que apoyaba su frente contra una de las blancas paredes del lugar.

O.O.O.O.

Varias horas más tarde, la quietud del departamento de Hinata era casi total.

El lugar seguía en perfecto orden, el vaso que anteriormente había tirado un impresionado Uchiha, ahora descansaba sobre la mesa ratona de la sala, y al lado de éste, el móvil de la frágil chica, destellaba una débil luz roja que debía advertirle del par de llamadas perdidas que ya tenía, pero el nulo sonido que el móvil desprendía, la hizo totalmente ajena de este hecho, al permanecer dormida en la habitación principal de ese departamento.

La joven ojiperla giró su rostro y se movió ligeramente buscando acomodarse sobre el colchón, sin lograr despertarse todavía. La blanca luz lunar que lograba filtrarse entre las nubes grises que vestían el cielo, iluminaba tenuemente la habitación, y el rostro de la peliazul lucía incluso más blanco y terso bajo esa luz… Hinata suspiró débilmente y acercó despacio una de sus manos a su rostro, todavía dormida.

Los ojos negros del Uchiha se fijaron en ella desde que la sintió removerse en la cama y se maldijo una vez más por estar ahí. El reloj despertador sentado sobre el buró al costado de la cama, marcaba las cuatro menos diez, y él permanecía de pie frente a la ventana abierta de esa habitación, tal vez buscando respirar el aire gélido de esa madrugada, o tal vez, otra vez intentando ignorar el hecho que estaba ahí.

Cerró la ventana y metió las manos en los bolsillos de su pantalón, para darse media vuelta y recargarse en el filo de la ventana… ¿qué demonios se suponía que hacía?... Lo meditó unos segundos y tras resoplar fastidiado y negar en silencio, se incorporó y caminó despacio esos pasos que lo separaban de la cama. Se sentó en el colchón y se recostó sobre una gran almohada y cabecera del lecho… se llevaría un par de dedos a apretar el puente de su nariz, agotado; cerró los ojos despacio y exhaló lentamente, no pretendía pensar que parecía estar cuidándola, velándole el sueño… pendiente de ella, tal y como estúpidamente lo había hecho esa primera vez que visitó su departamento luego de que él la forzara.

Era un imbécil, ¿qué buscaba? ¿perdón?... era absurdo. Él no quería su perdón, él la quería a ella, a su cuerpo. Nada más.

Volvió a resoplar, esta vez cansadamente y tras subir sus piernas a la cama, cerró los ojos. Ella no le importaba de más.

Con el lento avanzar de los minutos, la luz de la luna fue dando paso a la claridad que el oculto sol podía brindar, Hinata, acostumbrada a su hora de despertar y ya con la nula acción del tranquilizante, comenzó a removerse despacio en su cama… apretó sus párpados y movió un par de dedos de sus delgadas manos. Los perlados ojos se abrieron lentamente y un extraño dolor de cabeza llegó de pronto, haciéndola fruncir el ceño, y así, con los ojos entrecerrados se apoyó en su codo buscando levantarse. Una vez que abrió los ojos y se vio en su habitación, se percató de la presencia del Uchiha acostado también en su cama… separó los labios asombrada y perdió el aliento, volvió a fruncir el ceño al bajar su mirada y verse vestida con la misma ropa del día anterior, y al joven dormido, con una pierna colgando de la cama y con sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—… ¿Qué?— mencionó apenas con aliento y deshaciéndose de la manta que la cubrió, se levantó torpemente y sin dejar de verlo.

De pronto el dolor de su cabeza se acentúo y ella se llevó una mano al pecho al intentar recordar lo ocurrido la noche anterior. Observó discretamente hacia los lados y no había nada fuera de su lugar, inevitablemente sus ojos llegarían de nueva cuenta al pelinegro.

—Cielos…— volvió a mencionar sin saber si forzarse a recordar lo ocurrido el día anterior, o la noche anterior… ¿qué hacía él ahí? Saberse vestida y verlo a él en iguales condiciones lograba tranquilizarla, y más, al verlo del otro extremo de la cama; el semblante del joven era apacible, su rostro sereno y ladeado no hacía más que darle la sensación de un ser tranquilo, casi en paz. Casi bueno.

Tragó pesadamente ante ese último pensamiento y negó en silencio… en ese momento, flashazos de lo ocurrido la tarde anterior volvieron a ella. Sus ojos se abrieron ante la sorpresa y nueva ansiedad.

—… Se-sensei— mencionó en voz baja.

Hinata se giró casi con brusquedad hacia su closet, debía verla, pero antes de poder decir o hacer algo más, la alarma del reloj sobre el buró sonó, sobresaltándola y arrancándole un pequeño grito que se perdió ante el escandaloso sonido. Ella giró su cuerpo y con un par de nerviosos golpes, calló el aparato.

—Ah…— casi jadeó ante la nueva paz y su vista regresó a aquél joven de ojos negros, que ahora la miraba casi despreocupado.

—Despertaste— la voz del Uchiha sonó ronca mientras se ponía de pie.

La ojiperla asintió tontamente al verlo avanzar… ¿se había quedado toda la noche? Dejó de darle importancia al recordar lo que verdaderamente era importante.

—¿S-sa-sabe… sabe a dónde se llevaron a…?

—Sí— contestó secamente mientras salía de la habitación luego de haberla observado de pies a cabeza.

La ojiperla frunció el ceño y lo siguió necesitada de su repuesta.

—¿D-dónde?— preguntó cuando estuvieron cercanos a la sala.

—¿Pretendes ir ahora?— cuestionó volteando a verla de medio lado.

Hinata asintió con la cabeza y él frunció el ceño.

—Entonces yo te llevaré— mencionó helando a la ojiperla y recordando lo que él mismo le había asegurado la noche anterior.

—¿Qué?— mencionó en un susurro.

—O puedes llamar a cada hospital, o ese sujeto, el esposo de tu maestra— sugirió irónicamente —, aunque claro, en cuidados intensivos, dudo que te conteste.

—¿Cuidados intensivos?— susurró y abrió grandemente los ojos… ¿su maestra seguiría bien? —¿Por qué quiere…?

—Porque no pretendo que se te olvide lo que quiero— la pregunta de la chica fue cortada cuando él la interrumpió, mencionando su frase fríamente. Él tampoco pretendía confundirse ni pensar que ella comenzaba a importarle. La necesitaba cerca para conseguirla. Era todo.

Hinata tragó pesadamente y lo vio con recelo.

—¿Y bien?— presionó.

Ella se llevó las manos a la altura de su vientre y apretó sus dedos unos con otros… en ese momento no quería ni pensar en lo que él acababa de decir, prefería no hacerlo, justo en ese momento lo importante eran el par de vidas que debían estar muy mal, para estar en cuidados intensivos.

La peliazul terminó por asentir no muy convencida —De acuerdo.

Él apenas la escuchó y giró su rostro —Entonces te espero abajo en cuarenta minutos— mencionó y comenzó a caminar a la puerta.

A la joven se le revolvió el estómago nerviosa y giró su cuerpo hasta la apoyarse en la barra de la cocina, lugar en el cual se percató del par de mensajes que no había atendido, y de los cuales su contestadora estaba avisándole. Vio al Uchiha abrir la puerta y ella presionó el botón que reproduciría los mismos, buscando distraerse.

—¡Hola, Hinata!— la voz animosa de Naruto hizo sonreír apenas a la ojiperla, al imaginarlo rascándose la nuca, al primero preguntarle por la razón de su ausencia en el entrenamiento y posteriormente en la comida que tuvieron la tarde anterior, para proseguir con informarle un par de detalles sobre su próximo proyecto.

Y mientras la joven experimentaba una sensación cálida al oírlo, el Uchiha por su parte, que había alcanzado a escucharlo antes de salir, se molestó; pero aun así, no se quedó a escuchar el motivo de ese mensaje.

—Ese imbécil— mencionó fríamente luego de un momento.

Descendió por el elevador directo al lobby para dirigirse a su departamento, se daría una ducha y regresaría por ella.

Rodó los ojos al ver al encargado del edificio charlando con alguien desconocido. Partió molesto de ahí, al volver a ser presa de su conciencia por segunda vez en menos de veinticuatro horas, aunque esta vez era una razón diferente.

—Tsk— chasqueó la lengua molesto—. Sólo olvídalo— se dijo al avanzar directo a su edificio.

Pero no pudo.

Su interior le recordó que aparte del patán que venía siendo con Hinata, también era un mal amigo con aquél idiota.

Por eso buscaba alejarlo de él. No sabía si era para no sentir que fallaba o porque de verdad le importaba… lo cierto era que Hinata se estaba volviendo un capricho. Estaba encaprichado con la mujer que Naruto había elegido y eso lo molestaba… tal vez por eso se mantenía lejos, tal vez si dejaban de ser amigos, el capricho sería menos pecaminoso. Porque podría admitir -bajo tortura-, que Naruto sí era su amigo, casi su hermano… pero no en esto… el deseo por Hinata era mayor.

Y saberlo, lo hacía reconocerse como un maldito. Un egoísta. Pero no le importaba.

Llegó a su edificio y fue directo a la ducha.

Decidió no darle más importancia. Necesitaba calmarse en esa chica de ojos de luna y ya después vería qué hacer… probablemente sería Hyuuga Hinata la razón que pusiera fin a esa amistad de años con Naruto; aunque pensándolo bien, había sido él semanas atrás, cuando su amistad no le importó y buscó tenerla antes que el rubio.

—Maldición— mencionó frustrado al dejar que el agua tibia recorriese su cuerpo en esa fría mañana.

O.O.O.O.O

—Cuarenta minutos— mencionó la nerviosa Hyuuga una vez que observó la hora en su móvil…. ¿Qué debía hacer? ¿Bajar o esperarlo? Dejó escapar el aliento desanimada y optó por bajar. Todavía no eran las ocho y el día amenazaba con ser eterno… debía explicaciones a Ino y a Naruto.

Descendió del elevador y apenas lo hizo, se encontró con ese joven de ojos negros que atravesaba las elegantes puertas de cristal de su edificio.

"Al menos es puntual" pensó el Uchiha al verla.

Hinata apenas pudo devolver el saludo al amable encargado del lugar cuando el pelinegro detuvo sus pasos, esperándola cercano a la puerta… "¿se supone que debo acercarme?" se preguntó nerviosa.

Mordió su labio y apretó la correa de su mochila al animarse a ir a su lado.

—Vamos— con un movimiento de cabeza y voz seca, la invitó a caminar.

—Ah…— ella dudó en dar el siguiente paso — mi… mi auto e-está…

—Iremos en el mío.

—¿Qué?

—Date prisa o llegaremos tarde— habló mostrando su siempre inexpresivo rostro.

Hinata lo vio cruzar la puerta y tras jugar nerviosa con sus dedos, dio un primer y largo paso para seguirlo. «llegaremos tarde»… entonces, ¿él la llevaría a la universidad?

"Que no sea eso, por favor", pensó, pero tras verlo portar un elegante pantalón de vestir gris y una camisa negra doblada hasta los codos, le dio a entender que no estaba muy equivocada en su idea, pero lo que realmente terminó por convencerla, fue ver la mochila del chico en el asiento trasero del auto cuando él dejó la puerta abierta para que entrara, al él haber rodeado el auto para ingresar.

La chica comenzó a dudar, ir precisamente con él no era una gran opción… "pero es la única que tienes" le recordó su conciencia, si quería ver o saber de su maestra, al menos le tomaría dos horas, y eso significaba perder tiempo de valioso estudio; tiempo que no debía perder, si tenía en cuenta que ese preciso día llegaba su padre del viaje.

Cuando el Uchiha cerró la puerta y encendió el auto, ella se forzó a entrar.

La ojiperla se percató, al verlo de reojo conducir y sin decirle una sola palabra, que poco a poco se le hacía común verlo… él se encargaba de mantenerse cerca y ella poco a poco le comenzaba a perder el pavor; incluso, ayer después de ese terrible accidente, la única paz que sintió, se la dio él. ¿Por qué se había portado de esa forma con ella? ¿De verdad era por eso que le dijo momentos antes?... casi había estado segura que lo sintió sinceramente preocupado. Tragó pesadamente al darse cuenta en dónde vagaban sus pensamientos.

—¿D-dónde… dónde se encuentra internada mi… mi maestra?— se atrevió a preguntar al ya avanzar por las largas avenidas de esa metrópoli. Había optado por soportar su vergüenza antes de seguir pensando en las razones de ese chico de mirada negra, que había volteado a verla de reojo por un segundo.

—En Hospital Materno-Infantil— respondió secamente.

La peliazul regresó su mirada al frente… "seguro para darle importancia a la vida de la bebé" pensó preocupada.

La casi media hora que les tomó llegar al hospital, pasó en silencio, un silencio que casi no se sintió para la preocupada peliazul, que sumida en sus pensamientos, no se percató del par de las insistentes miradas que el Uchiha le dedicó, al verla completamente ajena a él.

Una vez que llegaron a la imponente infraestructura que ocupaba el centro médico, los nervios de la ojiperla se incrementaron. Su lacio y largo cabello se ondeó con el viento frío que los rodeaba, al recorrer el estacionamiento, y las miradas de las personas en el edificio médico cayeron directo a ellos al entrar, o más bien, a él. Hinata no pudo no percatarse como varias féminas lo observaban al pasar.

—Por acá— la voz fría del pelinegro la distrajo y ella volteó a verlo, para irremediablemente seguir sus pasos. Entraron al elevador.

Lo vio presionar el botón que los detendría en el cuarto piso y ella, nerviosa, prefirió observarse en el reluciente metal que formaban las paredes del elevador. Unos jeans semi ajustados y unas pequeñas botas acompañaban a ese delgado abrigo morado que portaba, y que parecía ser el que observaba con más insistencia, evitando en todo momento la mirada del Uchiha y una posible conversación incómoda con él.

Hinata casi se sintió respirar tranquila cuando las puertas se abrieron. Dio un par de pasos y salió solo un momento antes que su acompañante, justo en frente estaba la amplia central de enfermeras tras esos largos mostradores que las resguardaban, tanto a ellas, como las computadoras y expedientes médicos en distintos archiveros metálicos. Giró su rostro pensando buscar a alguien conocido, un largo y pulcro pasillo a su derecha mostraba tanto médicos como enfermeras y los que serían familiares de los pacientes… nadie familiar. A la izquierda, inmediatamente al girar, reconoció la figura fornida de Asuma que permanecía de espaldas a ella, y que aun así, pudo interpretar que se frotaba el rostro… ¿estaría pasando algo malo?

Antes de que el pelinegro pudiera decir algo, ella ya se encontraba casi corriendo a él. El Uchiha la siguió a pasos lentos.

—¿A-Asuma san?— casi le dolió hablar.

El alto hombre volteó a verla lentamente y a ella se le inundaron los ojos al sentirse culpable. Él le sonrió débilmente y ella tuvo que morderse un labio para no llorar.

—Así que viniste, después de todo— la voz del moreno sonó áspera por el cansancio, y ella creyó que tal vez estaba molesto.

La peliazul apretó sus manos en el largo de su abrigo y bajó la mirada.

—Y-yo… yo lo… lo siento tanto— dijo con la voz quebrada cuando sus lágrimas se asomaron por sus perlados ojos. Ella se sentía tan culpable, si su sensei no hubiese ido a verla, eso no habría pasado. Asuma pudo perder a su familia por ella. Se sintió tan mal ante su presencia.

Sasuke, que se había detenido un par de metros antes de llegar a ellos, se recargó en la pared y la vio temblar al hablar con el alto sujeto, seguro estaba llorando… ¿cómo podía quebrarse en segundos?¿qué demonios pasaba con ella?... su debilidad lo molestaba.

—No debes sentirlo— aseguró el cansado hombre moreno, al apoyar su mano en su hombro —. Fue un accidente.

—S-sí, pero…

—Mira— la interrumpió, para así, tomando su hombro, hacerla caminar un par de pasos hasta llegar a la ventana de cristal que dejaba ver el cuerpo entubado de su castaña maestra—. Ella está a salvo.

Tras escucharlo, Hinata abrió en demasía sus ojos, el cuerpo de Kurenai estaba cubierto hasta el pecho, tapando con la manta blanca el abultado vientre. Hinata perdió el aliento y sus ojos le picaron en llanto al ver los vendajes en la cabeza y uno de los brazos de la herida mujer. Sollozó y se llevó una de sus delgadas manos a la boca.

—¿Cómo…?

—Ambos se encuentran bien— contestó el hombre que para fortuna de la Hyuuga, supo interpretar su pregunta —. Ha pasado una noche complicada tras la operación, pero todo parece mejorar— informó atrayendo la mirada consternada y perlada de Hinata a él —. Estarán aquí tal vez dos o tres días más, y después la pasarán a cuidados intermedios, ahí las visitas son más frecuentes, por su gustas venir otra vez— le dijo y sonrió.

Hinata asintió tratando de tragar el nudo que se le formó en la garganta.

—¿L-la bebé?

—Ella está bien. Al parecer el cinturón de seguridad que les salvó la vida, la presionó demasiado, pero nada de fatales consecuencias— la tranquilizó el mayor al deslizar su mano de su hombro al opuesto, abrazándola.

La ojiperla volvió a asentir.

—Si-siento no… no haber estado— se disculpó volviendo su vista a su maestra, que a pesar de estar amoratada de alguna parte del rostro, seguía luciendo su belleza natural.

Asuma sonrió de medio lado.

—Ese joven estuvo aquí y me explicó todo— habló sorprendiendo a la ojiperla.

—¿Qué?— mencionó tan débilmente que el otro no la escuchó.

—Supe que entraste en crisis. Debió ser difícil verlo— reconoció, para él había sido sumamente alarmante el sólo escucharlo, para ella debió ser peor, él conocía ese lazo que ambas mujeres tenían y del indudable cariño que ella ya le profesaba a su hijo no nato.

La ojiperla apenas pudo asentir.

—¿É-él vino?

—Estuvo aquí hasta que la cirugía terminó en la madrugada— agregó el mayor y ante la mirada desconcertada de la Hyuuga, agregó—: un brazo roto, no es muy serio, pero por el embarazo cualquier cirugía puede llegar a ser riesgosa— dijo y Hinata asintió y bajó la mirada —. Créeme, es como si hubieses estado aquí— aseguró y sonrió intentando reconfortarla.

—Si algo malo hubiera… hubiera pasado yo…— agregó la joven que ahora notaba el brazo de su maestra vendado y asegurado a un costado de su pecho — yo nunca me…

—No hay porque pensar eso— aseguró y tras apretar su abrazo sobre su hombro, la sacudió suavemente animándola. Hinata sonrió pero una lágrima rodó por su mejilla en completo silencio.

Asuma acarició su cabello azulino, al fijar su mirada en la mujer que era su esposa… Los negros ojos del Uchiha, que no habían dejado de verlos desde que él la abrazó, se giraron a ver a otro lado, fastidiado por la cercanía entre ambos. Ignoró su molestia al resoplar hastiado.

Tal y como Hinata pensó, estuvieron cerca de dos horas en el lugar, dando oportunidad a Asuma de comer algo sin necesidad de dejar sola a Kurenai, para ese momento poco importó el par de clases que estaba perdiendo, era realmente lo menos que ella podía hacer, después de estar ausente la tarde y noche anterior que fue de real tensión para Asuma, al correr riesgo la vida de las personas más importantes para él.

El camino que los llevaba ya para el campus universitario fue en un incómodo silencio por parte de ambos, esta vez ni las nubes grises que cubrían el sol fueron más interesantes para los ojos perlados de la Hyuuga, como lo estaba siendo la mochila sobre sus piernas; ella jugó inconscientemente con uno de los cierres de su mochila al ir perdida en sus pensamientos.

Una vez que ingresaron al estacionamiento universitario cercanos a la facultad de ingeniería, la misma que ambos compartían, el Uchiha bajó del auto tomando su mochila y Hinata no esperó que él le llegase a abrir la puerta, sino que se apresuró a bajar, para su fortuna el lugar estaba casi vacío, pues estaban ya en horario de clases… el pelinegro hizo sonar los seguros del auto una vez que ella cerró su puerta y la peliazul, ignorando este hecho, se dirigió a pasos inseguros a él, que avanzaba frente al auto.

—Yo…— mencionó con la mirada gacha y jugando con sus dedos a la altura de su estómago.

El pelinegro detuvo sus pasos al notarla y la vio de medio lado, Hinata parecía temblar al intentar hablar o hacer algo, y él frunció el ceño.

—¿Qué?— preguntó fríamente al fastidiarle su inseguridad.

Ella separó los labios y apenas viéndolo a los ojos, se acercó a pasos lentos.

—Y-yo quie-ro… agradecerle por…— dijo al detenerse casi frente a él. Sus ojos asustados lo vieron hacia arriba y él frunció el ceño ligeramente al verla desde su altura.

—No tienes por qué hacerlo— la interrumpió y estuvo a punto de girarse al verla volver a bajar la mirada.

—¡Gracias!— se apresuró a decir ella, y juntando todo el valor que tenía, lo abrazó y soltó tres segundos después, casi como si le quemara… se mantuvo un paso más cerca de él y su cuerpo casi temblaba por el pequeño contacto que tuvieron.

"¿Qué?" pensó el altivo chico casi desconcertado por tan extraño actuar de la joven. La vio revolver casi temblando su mochila y él no pudo dejar de verla, un mechón de su largo cabello había resbalado por su hombro y escurría por su brazo mientras un suave viento ondeaba el mismo.

—Gra-gracias otra vez— volvió a hablar la ojiperla al sacar un pequeño bento envuelto en un pulcro pañuelo blanco, extendiéndolo con sus dos manos a él. El Uchiha frunció todavía más el ceño y Hinata presionó el objeto que le entregaba sobre su estómago, él tuvo que tomarlo ante la presión —Co-con permiso— dijo y salió corriendo de ahí, una vez que sintió sus manos libres.

—¿Qué diablos?— mencionó extrañado el Uchiha al bajar su mirada al objeto en sus manos… ¿qué demonios pasaba con ella? ¿comida?... ¿por qué le daba comida? Tuvo que contenerse para no rodar los ojos cuando guardó eso en su mochila y la siguió a pasos lentos. Sonrió apenas de medio lado al recordar que la chica lo había abrazado. Era patética, lo hacía por agradecimiento, como si pudiera agradecerle algo a él… era ridículo, aun así, eso fue casi un paso ganado.

Un par de minutos más tarde y con la respiración escapando por sus labios, Hinata detuvo sus pasos, ya dentro del enorme edificio de su facultad; su corazón le latía acelerado por lo que acababa de hacer.

—Ah, soy una tonta— se lamentó casi temblando. Luchó por controlar el latir acelerado de su corazón y su agitada respiración.

Mordió su labio mientras comenzaba a caminar directo al aula que ocuparía por la siguiente hora, la misma que tardaría más de diez minutos en desocuparse… Todavía se sentía nerviosa por haber hecho semejante cosa… "fue sólo un abrazo" trató de calmarse, lo cierto era que se sentía casi igual de nerviosa y avergonzada que la aquella vez que besó a Naruto… eran acciones realmente diferentes, lo de Naruto había sido algo realmente hozado de su parte, pero ese abrazo había sido dedicado a esa persona… precisamente a esa persona. Lo que hacía de ambos actos, igual de descabellados.

Hinata resopló recargar su espalda en la pared que estaba cercana a la gruesa puerta de madera, que dejaba escuchar la clase del profesor dentro del aula.

—Pero él fue— mencionó débilmente viendo pasar a un par de furtivos estudiantes caminar frente a ella.

Él había ido… había estado en ese hospital. No sabía por qué eso la hacía sentirse sumamente agradecida con él, tal vez porque seguía culpándose por lo ocurrido, o tal vez por haber hecho lo que le correspondía a ella al acompañar a Asuma… no lo sabía, lo cierto era que él había hecho cosas que no debió por ella. Nadie lo había obligado a hacerlo desde un inicio, no debió ayudarla la tarde anterior en la avenida frente a ese accidente, no debió buscarla en su departamento, no debió consolarla y no debió volver a ese lugar por la madrugada cuando recién volvía del hospital… tampoco llevarla con él, aun justificándose con su egoísta pretensión.

Hinata tragó pesadamente recordando eso, pero aun así, esa opresión en el pecho no desapareció. Seguro cuando ella despertó y lo vio dormido, él tenía apenas una hora o tal vez dos de haber llegado, por eso dormía a su lado –alejado de ella, para su confort-.

La voz del profesor tras la puerta, impartiendo un tema que ella debería estar aprendiendo la hizo bajar el rostro y suspirar. Jugó con sus dedos ansiosa mientras los minutos continuaban pasando y bajó su mirada al suelo, al no poder evitar, volver a pensar en el actuar extraño del Uchiha para con ella… Por eso le dio su almuerzo, seguro él, como ella, tampoco había tenido tiempo de comer algo antes o después de ducharse… era una forma de pago o agradecimiento, era lo menos que sentía que podía hacer. Por eso se sintió tonta, todo el camino lo había venido pensando.

O.O.O.O.O

Tres horas después y luego de tener una clase libre, Hinata había logrado dejar de pensar en lo ocurrido en el estacionamiento y todo lo que ello representaba, para poner atención a lo escrito en su libreta. Estaba concentrada en los apuntes que Matsuri le había facilitado, mientras permanecía el aula casi desierta; sus compañeros habían optado por salir y despejarse por los jardines o en la cafetería, ella no tenía esas libertades si intentaba al menos recuperar información de lo visto en las clases perdidas.

Suspiró y siguió escribiendo y entendiendo lo que hacía.

El Uchiha por su parte, había logrado deshacerse de Naruto, que seguía empecinado en mantenerse cerca como si nada ocurriera. El rubio y el resto del equipo habían sido llamados a una reunión con carácter de urgente por Kakashi, el -según su opinión- ridículo nuevo entrenador del equipo, hecho que agradeció porque tuvo la oportunidad de perderse en uno de los jardines para recostarse y dormir un poco.

O.O.O.O.O

—¡Agrr, pero qué fastidio!— se quejó Kiba al dejarse caer pesadamente sobre una de las largas bancas de las gradas, estando en el solitario gimnasio de baloncesto —¿Qué demonios quiere decirnos el entrenador que nos cita fuera de horario y además llega tarde?— les preguntó a la casi totalidad del equipo que ya se encontraba presente.

Los ojos de más de dos, se dirigieron a Shikamaru que estaba sentado en el suelo, recargado en la banca y con su cabeza echada hacia atrás. El chico que a pesar de tener los ojos cerrados, sintió la mirada de sus compañeros puestas en él, habló cansadamente:

—Yo qué voy a saber— dijo y de inmediato se escuchó un suspirar desanimado casi unánime. Kiba volvió a gruñir —. Él sólo me dijo que los reuniera aquí, y aquí estamos.

—Es una verdadera desconsideración tenernos esperando. Tenemos clase— aclaró molesta la única chica del grupo.

El Nara alzó los hombros despreocupado, él no tenía en ese momento y aunque la tuviera, no era algo que lo molestara.

—Todos las tenemos— volvió a intervenir Kiba —. Ahora debería estar en álgebra que apenas le entiendo.

—Eso es porque eres un bruto, 'ttebayo— habló por primera vez el rubio mientras terminaba de mandar un texto en su móvil.

—Cierra la boca, idiota, ¿quién demonios te crees diciéndome bruto, si tú eres el peor de la clase?

—¿A quién llamas el peor de la clase, apestoso?— se levantó Naruto y señaló con el dedo al Inuzuka que también se levantó dispuesto a luchar — Dile que soy uno de los mejores promedios, Shikamaru, ¡díselo, díselo 'ttebayo!— alegó volteando a ver al chico de alborotado chongo, que traidoramente se quedó callado.

—¿Lo ves? Sigues siendo el mismo perdedor— se burló el castaño de marcas rojizas.

—¿Perdedor?¡Te tragarás tus palabras, 'ttebayo!— dijo el ofendido rubio y saltó a la cancha esperando por el Inuzuka para –según él- patearle el trasero.

La chica rubia resopló fastidiada —Hombres.

—¿Y qué esperabas, es el equipo de baloncesto? — volvió a hablar en Nara llamando la atención de la chica que lo tenía catalogado como un flojo con un potencial sin explotar.

La joven estuvo a punto de replicar, pero la mano de Lee sobre su hombro la distrajo.

—¿Por qué mejor no nos comportamos como los caballeros que somos y evitamos asustar a la señorita?— sugirió mostrando una sonrisa galante que enfermó al Nara, al recordarle a Gai sensei.

—¿Quién está asustada?

—¿Dices que no soy un caballero?

—Deja de meterte en lo que no te importa, idiota— alegaron la rubia y los dos chicos al mismo tiempo.

Rock Lee sonrió nervioso al soltar a la chica.

—Ah, miren… allá viene Kakashi sensei— dijo al intentar desviar la atención.

—Ya era hora— mencionó por primera vez Shino que se mantenía alejado del alboroto casi general de la banca.

—¡Oye Kakashi!— Naruto olvidó el pleito con Kiba y la ofensa que Lee le había dirigido, al decir que no era un caballero, al dirigirse a encontrar al peliplata entrenador —¿para qué nos citaste si hoy ni siquiera tenemos entrenamiento. 'ttebayo? ¿Por qué citaste a éste si está suspendido?— escupió sus preguntas una a una para terminar señalando con el dedo al desinteresado pelirrojo que los observaba sin mucho interés, a varios metros de distancia —¿Por qué a él sí y a Sasuke no, eh? ¿eh?, ¡contesta 'ttebayo!— volvió a alegar al detenerse cuando el alto peliplata lo hizo.

Shikamaru suspiró cansadamente al levantarse.

—Sí lo citó, pero Sasuke no vino— aclaró paralizando al rubio.

—¿En serio?

Kakashi negó en silencio —Sí, Naruto, ya después hablaré con él, ahora, ¿puedo comenzar?— habló casi cansadamente.

Naruto sonrió tontamente mientras se rascaba la nuca avergonzado —Claro, claro, 'ttebayo.

El alto entrenador dejó escapar el aliento e ignoró la queja de Kiba sobre su alargada demora, y que era algo que parecía hacérsele costumbre.

—Bien, la noticia es la siguiente— dijo llamando la atención de absolutamente todos al hablar casi con solemnidad.

Los ojos de los jugadores viajaron de unos a otros… ¿qué querría decirles? ¿el cuadro titular?¿la fecha del próximo partido importante? ¿doblaría el tiempo de los entrenamientos y los haría más exhaustivos?¿nombraría a un nuevo capitán?

—Hable ya— mencionó por lo bajo un malhumorado y ancioso Inuzuka.

Kakashi sonrió y cerró sus ojos un segundo después —Se cancelan los entrenamientos.

—¡¿Qué?!— el cuestionamiento incrédulo y molesto se hizo unísono tras la ligereza ante lo mencionado.

—Debe estar bromeando.

—¿Acaso está usted loco?

—No podemos hacer eso. Tenemos un partido importante en puerta— alegaron los jóvenes al mismo tiempo. Solo Shino y el pelirrojo mantuvieron aspecto neutral ante lo escuchado.

El peliplata se rascó una mejilla y su sonrisa no desapareció.

—Ocurre que tengo que salir por unos días y…

—¡Eso no es nuestro asunto!— interrumpió Kiba molesto, ya que perdía clases, al menos quería escuchar una buena noticia, no esa irresponsable que le estaban dando.

—Kiba— Shikamaru se vio en la obligación de callarlo.

—¡¿Qué?!

—¿Y qué se supone que haremos ahora 'ttebayo?

Kakashi suspiró —Tendrán una misión.

—¿Misión?— la poca confianza que a Shikamaru le quedaba por su superior, comenzaba a desmoronarse.

—¿Qué clase de estúpida misión?— refunfuñó el rubio que comenzaba a creer que el equipo de baloncesto se iría al caño.

—Pues… digamos que … de integración.

—¿Integración?— repitieron un par de jóvenes.

Kakashi cerró los ojos y sonrió al negar en silencio… ¿acaso eran estúpidos o pensaban cuestionar cada una de sus palabras?

—No querrá decir qué…— habló Shikamaru que creía entender.

—Sí. No tienen que batallar tanto en entenderlo— volvió a hablar el entrenador tomando nuevamente seriedad —. Tras la pelea de sus compañeros— dijo señalando al pelirrojo y rememorando al altivo pelinegro ausente —, me he dado cuenta que no hay equipo que funcione con disputas.

Los chicos se vieron unos a otros y regresaron su vista al mayor.

—El lunes nos vemos en horario normal. Necesito un descanso— dijo el mayor al darse vuelta y comenzar a caminar cansadamente.

—¿Descanso?... pero si ni siquiera nos ha entrenado— mencionó el incrédulo chico de pobladas cejas al verlo partir.

—Ya saben— alzó la voz el peliplata al alejarse—. Nada rompe mejor tensiones, que unas horas de relajación. Vayan a un parque y entrenen duramente, o a un bar y diviértanse por lo sano— dijo al partir.

—¿Divertirnos sanamente en un bar?— mencionó Naruto con los ojos bien abiertos —¿Acaba de sugerir que nos embriaguemos, 'ttebayo?— finalizó sin terminar de entender. Un par de sus compañeros estallaron en carcajadas —¡¿Qué?!

Shikamaru suspiró cansadamente… deberían avisarle a Sasuke. Lo meditó un segundo mientras un par de conversaciones se iniciaban entre el grupo —Pues no es tan mala idea— terminó por mencionar.

—¿En serio?— preguntó un casi molesto Inuzuka y todos voltearon a ver a la chica ojiverde, casi podía ser una buena idea, pero, ella…

—¡¿Qué?!— preguntó molesta —No creerán que nunca he estado en un bar, ¿o sí?

Los ojos de todos viajaron al Nara nuevamente y Naruto rascó ansiosamente su nuca… ¿podría funcionar?

"Solo que… que también debería reunirme con Hinata para el proyecto de Iruka sensei" recordó el rubio… ¿ella aceptaría a ir con ellos un rato?, pensó mientras se rascaba la mejilla preocupado.

O.O.O.O.O

Largos minutos después, Naruto caminaba animoso al lado de un fastidiado Uchiha que se veía casi en la obligación de seguirlo a la cafetería.

—¿Entonces, teme? ¿Vienes?— preguntó mientras se cruzaba los brazos tras su cuello, luego de haberle informado la ocurrencia estúpida de Kakashi con tal de, seguramente, holgazanear el fin de semana.

El Uchiha dejó escapar el aliento molesto.

—No lo sé— respondió secamente.

El rubio frunció los labios sin prestar mucha atención a lo que dijo.

—Le diré a Shikamaru que nos reunamos en ese viejo bar cercano a Ichiraku ramen, tiene un ambiente casi tranquilo también para mujeres— agregó y los ojos negros del Uchiha se fijaron en él que avanzaba adelante —. Supongo que será bueno para esa chica Temari, y también para Hinata, porque bueno, tenemos ese trabajo pendiente y ya no podemos posponerlo más— asintió muy seguro al mencionar eso que obligaba al Uchiha a mantenerse pendiente de sus planes.

Avanzaron un par de metros más mientras Naruto soltaba pros y contras de elegir ese lugar.

—Me pregunto si Hina-chan aceptará— terminó por decir al entrar a la cafetería, mientras entrecerraba los ojos dubitativo.

El pelinegro se molestó ante la idea que tuvo… Hinata seguro aceptaría cualquier cosa que ese idiota le pidiera.

—Ah, mira, allá están los chicos, 'ttebayo— alzó la voz el rubio al indicarle con el rostro que lo siguiera mientras se adelantaba.

El Uchiha no le dio importancia a la mirada curiosa de Ino ni a la insistente de Sakura cuando después de varios días, incluso un par de semanas, volvió a sentarse con ellos; sus ojos negros por el contrario, se fijarían fugazmente en la retraída Hyuuga que luego de haberse percatado de que había colocado sobre la mesa, el bento con alimento que le había dado esa mañana, se había ruborizado nerviosa y evitaba a toda costa verlo, a pesar de estar casi frente a frente en la mesa.

—Vaya, creí que nos habías vetado como tus amigos— Ino rompió el silencio que se creó una vez que Naruto se dirigió al sector de compra de alimentos.

El pelinegro rodó sus ojos a la chica que le sonreía y negó en silencio, sin darle mayor importancia, tampoco era como si le hiciera mucha gracia estar rodeado de personas tan escandalosas.

—De cualquier forma, tampoco es como si nos importara— intervino el Inuzuka que seguía sin tolerarlo.

—¡Kiba!— regañó la pelirrosa.

—¿Qué? Es lo que pienso.

La chica negó ofendida al verlo comenzar a comer y volteó posteriormente a ver al de ojos ónix desanudar con una mano su bento.

—Y bueno, Sasuke…— habló la nerviosa oji jade — sobre el equipo, ¿piensas seguir en él?— preguntó forzada por los comentarios que se escuchaban por los pasillos, que decían que por la disputa entre él y el chico pelirrojo, era posible la deserción del Uchiha; y eso cobraba veracidad ante la usencia a la reciente reunión.

—¡¿Qué?! ¡¿Cómo que Ayame no vino?!— la escandalosa voz del rubio llamó la atención de todos los presentes, Sakura lo volteó a ver molesta cuando Sasuke dejó de verla para después de escucharlo, volver a ignorarla; Kiba por su parte, se ahorró el comentario malintencionado que pensaba decir relacionado con el chico de mirada negra — Entonces, ¿qué comeré?— la voz de Naruto volvió a escucharse.

—Naruto…— mencionó molesta la pelirrosa.

—¡Já!, ese idiota, un día tenía que pasarle— se burló el de marcas rojizas y Hinata, inconscientemente volteó a verlo preocupada.

Justo cuando Naruto volvía resignado con una bandeja de comida, Shikamaru, Rock Lee y Chouji llegaron a la mesa que siempre solían ocupar, los dos últimos con su propia comida y el Nara sin intención de comer todavía; éstos tomaron asiento justo un segundo antes que un Naruto refunfuñando llegaba al lugar.

El rubio, que se sentó a un costado de Hinata y frente al Uchiha, vio resignado el insípido sándwich que ese día comería.

Ino sonrió divertida ante el casi puchero del rubio —¿No vino Ayame?— le preguntó, estando ésta sentada en la cabecera de la mesa.

—Al parecer está enferma y…

—Ay, deja esa cara Naruto, ¿acaso sólo piensas en ti?— regañó la pelirrosa aunque en realidad eso no era lo que le molestaba.

—¡Por supuesto que no, 'ttebayo!... pero…— alzó la voz al debatir y volvió a bajarla al saber perdida su deliciosa comida. El chico terminó por suspirar derrotado al volver a ver su sándwich.

Shikamaru suspiró desanimado, tomando una papa de la comida de su novia sentada a su lado.

—Y por si fuera poco ese maldito entrenador— volvió a hablar Kiba al entender el desanimado estado de su capitán.

—¿Qué con él?— preguntó la curiosa oji jade.

—¡Ah, es cirto! Lo había olvidado, 'ttebayo— interrumpió el rubio al alza la vista.

Kiba rodó los ojos ante la curiosidad despertada a las tres chicas que lo veían, además ¿cómo olvidarlo si acababa de ocurrir? Naruto era un cabeza hueca.

El chico se volteó bruscamente a la peliazul que casi respingó ante esa inesperada acción.

—¿Recuerdas nuestro trabajo para Iruka sensei?— habló con voz fuerte, hablando para el grupo pero dirigiéndose únicamente a ella.

Hinata asintió con el ceño fruncido y el resto, salvo unos ojos negros y fríos, los miraron con curiosidad.

—Tenemos que hacerlo desde mañana, o el sábado y el domingo, 'ttebayo… ¿has hecho algo?— mencionó muy seguro y terminó por preguntar curioso.

—S-sí… ya tengo a-algún mate-rial— dijo la intimidada Hyuuga ante las distintas miradas puesta sobre ella.

Ino sonrió devertida —¿Y eso qué tiene que ver con el entrenador del equipo?— preguntó, y la mirada cansada del Nara e incluso de Sakura, voltearon a ver con cierto fastidio a Naruto que todo siempre lo centraba en él.

—Para ya voy— se quejó el rubio que de reojo había visto la comida del pelinegro y no dejaba de llamarle la atención —. Este fin de semana tenemos una misión.

Hinata frunció el ceño y pestañeó confundida, siendo la única que reaccionara de ese modo al no terminar de entender al rubio, que ahora volteaba con mayor insistencia a ver la comida que el Uchiha comenzaba a ingerir.

—¡Ay, por Dios! ¡Habla ya, Naruto!— regañó la pelirrosa fastidiada.

—Pues que Kakashi sensei nos ordenó la misión de integración, dattebayo— habló con seriedad generando una sonrisa burlona del chico de marcas rojizas y una afirmación solemne por parte de Lee. Shikamaru negó con fastidio y Chouji no les prestó atención al estar comiendo.

—¿Qué clase de integración?— preguntó la rubia recordando a aquella otra oji verde.

—La del equipo por supuesto— respondió con simpleza el ojiazul.

—¿Sólo ustedes?— preguntó la rubia a su novio y éste alzó los hombros desganado. Kakashi no había dicho nada al respecto, pero si Naruto lo mencionaba, era porque pensaba invitar a Hinata, o eso quiso entender.

—Oye, teme— habló el rubio que veía sospechosamente la comida de su amigo.

Una mirada fría y seria fue su única respuesta.

Hinata casi perdió el aliento al darse cuenta de lo que miraba, Sakura también prestó atención a la comida pulcramente exhibida del bento del pelinegro.

—Tú comidas se ve deliciosa— dijo el chico que casi se saboreaba al estirarse a ver mejor. Sakura rodó los ojos y Hinata casi pudo volver a respirar tranquila… al parecer Naruto era sumamente despistado para notarlo, por suerte nadie más lo haría, pues cada uno se encontraba con una charla distinta —. Dame.

—No— la voz del Uchiha fue fría mientras alejaba de las entrometidas manos del rubio la comida, el mismo que lo vio de forma casi asesina.

—¡Vamos, comparte!— alegó el joven y Hinata casi vio divertida la infantil escena.

—Por Dios…— mencionó la pelirrosa que sintió trasladarse a años atrás con peleas sin sentido como esa.

—Nunca. Es sólo mía— mencionó y su voz enronqueció al ver fugazmente a la ojiperla que lo miraba y que en ese momento dejó de respirar.

Hinata tuvo que desviar la mirada y casi amenazó con irse, al recordar que justo esas últimas palabras se las había dicho a ella, aquella vez que la encerró con él en el elevador de su edificio. Todo el nerviosismo que parecía haber disminuido, regresó casi multiplicado.

—¡Ah, maldito egoísta! ¡Mal amigo, maldito teme, ojalá que te haga indigestión y no salgas del baño nunca más!— se levantó el rubio y lo señaló con el dedo, estaba completamente indignado.

Una risa generalizada se escuchó por el lugar y Naruto se sentó ofendido y desenvolviendo su sándwich, para, vencido por el hambre, comenzar a comer.

—Por eso te decía, Hina-chan— retomó la palabra el rubio al girarse a ver a la incómoda peliazul, para forzarse a no ver más aquella deliciosa comida —¿Quisieras venir con nosotros a la misión?— invitó.

—Ah… pues… yo…

—¿Y por qué no vamos todos?— se auto invitó la rubia al alzar la voz.

La pelirrosa hubiese podido alegrarse, pero ella seguía castigada, aunque quizá con suerte… tal vez…

Naruto sonrió ampliamente —Sería una gran idea. Hay un viejo bar cercano a mi casa, así podemos hacer el trabajo y luego reunirnos con el resto en ese bar, ¿te parece, Hinata? Es una gran idea, ¿cierto?

Ella perdió el habla y pestañeó no muy convencida, todo eso era visto celosamente por el par de fríos ojos negros.

—Sería genial, yo también creo que es lo mejor— intervino Ino que temía que Hinata no tuviese el valor de aceptar.

—Entonces ¿así lo hacemos? — insistió el chico.

La ojiperla tras voltear a ver a Ino y nuevamente al rubio, ignorando deliberadamente la mirada negra, terminó por asentir no muy convencida de ir al famoso bar, pero siendo consciente que el trabajo debía hacerse.

—Bi-bien… a-ahora de-debo irme— dijo la nerviosa chica tomando su mochila y levantándose.

—Pero ni siquiera has comido— ahora quien habló fue la pelirrosa.

—De-debo de pasar a la biblioteca por un libro que necesitaré y… bueno, mejor ahora que… no tengo mucha hambre— mintió la joven sin poder creerlo.

—Oh… bien— terminó por decir la chica que en ese momento atribuyó la mirada que Sasuke le dedicaba, sólo porque ella se iba y todos le prestaban atención.

—Entonces más tarde te marco, Hinata— también el rubio se levantó y todos los presentes se dieron cuenta del extraño nerviosismo del rubio ante la joven.

Hinata sólo asintió con el rostro, haciendo mover su lacio cabello y tras inclinarse un poco, despidiéndose, se alejó casi corriendo del lugar.

—Mph— Naruto sonrió abiertamente al verla partir —. Vaya que es rara.

Sus compañeros, que ya sabían, en su mayoría del interés del rubio, negaron en silencio y se enredaron nuevamente en sus charlas independientes, Sakura lo vio sin entender esa incomodidad en su estómago y Sasuke maldijo la estúpida comida que lo mantuvo pegado al asiento hasta terminarla, en lugar de levantarse con cualquier estúpida excusa y seguir a la Hyuuga. Lo molestó sobremanera descubrir que Naruto no desistía en su idea respecto a aquella escurridiza chica.

O.O.O.O.O

Un par de horas después, Hinata había cortado la llamada que la había enlazado con Asuma, al permanecer preocupada por la salud de su maestra, mientras esperaba el comienzo de la última de sus clases de ese día.

Los alumnos entraban y otros salían, era la clase de literatura, la misma que solía compartir con compañeros de la misma facultad, pero de distintas ramas de la misma; por lo tanto Hinata vio con desanimo que Matsuri caminaba por el pasillo y dejaba atrás su salón.

La Hyuuga suspiró y apoyó su rostro en una de sus manos al esperar a su próximo catedrático, que no era más que un hombre muy entrado en años, y con el cual, había que forzar los oídos para escucharlo, ya que parecía recitar más para él mismo que para la audiencia que con frecuencia solía distraerse.

—Al menos en literatura no tengo problemas— se dijo dándose ánimos.

Alzó su vista al reloj sobre la verde pizarra que el añejo profesor ocasionalmente usaba. Eran las dos de la tarde y el clima afuera, seguía siendo frío.

Una vez que el profesor ingresó al aula, lo siguieron los estudiantes que todavía vagaban por el pasillo y cada uno tomó asiento en su respectivo lugar. Hinata casi se vio tentada a regresar a los asientos de enfrente, que generalmente usaba, y que ahora había rechazado, por temor de ser encontrada en la llamada que recién había finalizado, pero al ver los lugares ocupados por estudiantes que conocían bien la discreta voz del profesor, su intento se vio nulificado y permaneció en las últimas filas.

La chica suspiró y se convenció que viendo la página que sus compañeros leerían, todo estaría bien. El día ya estaba terminando… ¿qué más le podía pasar?

Luego de cinco minutos de iniciada la clase, y mientras un estudiante exponía su visión de un tema antes visto, un par de golpes en la puerta distrajeron al profesor.

—Adelante— mencionó con voz cansada pero sin dejar se escuchar al hablante frente a él.

Los ojos perlados de Hinata, como de muchos ahí, se dirigieron a la puerta.

—¿Puedo entrar?— la voz ronca de un chico pelirrojo y vestido completamente de negro detuvo al alumno que hablaba.

El profesor se ajustó los lentes y lo vio con el ceño fruncido —Llega tarde— regañó sin negarle la entrada al indicarle con el rostro que pasara.

—Sí, supongo que me perdí— respondió sin darle mayor importancia el pelirrojo, que cargando su mochila al hombro buscó los asientos finales.

El catedrático negó en silencio… jóvenes irresponsables, pensó.

—Continúe— le dijo al chico que rascándose el cuello, volteó a su libreta buscando la parte donde se había quedado.

El chico de mirada fría y verde avanzó por el costado del salón, ignorando las miradas curiosas que se posaban en él, seguro por su modo de vestir o por su alborotado cabello, él volteó a ver a cada persona que lo observaba y lograba deshacerse de esas miradas molestas. En su recorrido visual se percató de aquella última chica que lo veía y que tras un segundo, dejó de verlo incómoda. Sonrió al reconocerla.

Había un par de metros libres en la larga y vacía banca trasera, y el pelirrojo se sentó relajadamente justo al lado de la ojiperla que lo vio incómoda de medio lado, y luego le desvió la vista intentando concentrarse en la casi muda clase.

Un par de minutos, los ojos verdes el chico de Suna, viajaron del profesor que parecía murmurar algo, a los estudiantes que parecían anotar en sus cuadernos, a la chica peliazul que se esforzaba por escuchar.

—¿Siempre es igual de aburrida esta clase?— la voz ronca y sin pretender moderación del pelirrojo se escuchó incluso por encima de la del profesor. La naturalidad del espontáneo cuestionamiento, hizo reír a varios presentes, mismo que fueron silenciados por el –aparentemente- también casi sordo profesor.

Hinata palideció al voltear a verlo, casi creyó que lo escucharía y ambos estarían en problemas.

Ella negó con el rostro y luego, meditando las cosas, cedió —Bu-bueno… sí, algo— dijo al ver al chico que no dejaba de verla—. E-es literatura… a veces es aburrida— confesó la joven.

El chico resopló al voltear a ver la puerta… ya antes –a pesar del poco tiempo que tenía ahí- se había saltado algunas clases, esa idea era casi tentadora otra vez.

—Y supongo que con profesores mudo, es más aburrida todavía— mencionó para él pero Hinata volteó a verlo casi asustada porque ella lo pudo escuchar a la perfección, y temía que alguien más también.

—E-eres nuevo… ¿verdad?— se atrevió a preguntar casi en un susurro.

El chico asintió y apoyó sus brazos en el largo escritorio que compartían para poderla escuchar mejor.

—E-el profesor n-no es mudo— susurró la avergonzada chica y el pelirrojo sonrió de medio lado… ¿de verdad creía que lo pensaba mudo?

Hinata iba a comenzar a explicarle que él así solía dar las clases, pero él la interrumpió.

—¿Cómo te llamas?

—¿Eh?— preguntó con los ojos muy abiertos… estaba a mitad de la clase y ya ninguno estaba poniendo atención — Hy-Hyuuga Hinata.

—Sabaku no Gaara— la voz ronca del chico sonó firme como la mirada verde fija en esos ojos perlados, al estirarle la mano.

—Ah…— la joven perdió el aliento al notarlo, volteó a ver al frente al profesor y alumnado que los ignoraban y volvió a verlo. Le dio la mano todavía dudando que ese fuese un buen lugar para presentaciones.

—Creo que ya nos habíamos visto antes— recordó el chico.

Hinata asintió al también recordarlo de aquella tarde en la terraza. Él era el chico al que Sasuke le advirtió que no se acercara.

«No te quiero cerca de él» «No pienso compartirte» «Tú y yo tenemos algo» «Tú eres mía, hasta el día que yo de verdad te posea»

Recordar la fría y soberbia voz del Uchiha la tensó inmediatamente… por todo lo acontecido con su maestra, casi lo había olvidado.

"Eso fue antes de…" pensó y regresó su mirada al frente ante la mirada extrañada del pelirrojo. Eso había sido antes de que él se comportara de aquella extraña manera ayer y esa mañana. Hinata tragó ansiosa al sentir su piel estremecerse, al creer casi poder ver a las dos personas dentro de aquel chico de mirada profundamente negra.

Pasados unos minutos de silencio forzado, ante la mirada del profesor sobre ellos, el mismo le ordenó a la ojiperla que prestara sus apuntes al chico que había reconocido como nuevo en el curso, diciéndole que no pensaba pausarse por él, por esa razón, la ojiperla ahora se encontraba viendo curiosa como el chico anotaba con poco interés los puntos que creía importantes, sin alcanzar a llenar una hoja de su libreta.

"¿Sólo anotará eso?" pensó al verlo, al haber logrado sacarse de la cabeza al Uchiha luego del que creyó que sería un regaño del profesor.

—¿Y qué harás este fin de semana?— preguntó el joven viendo a la Hyuuga sorprenderse y ruborizarse cuando un par de compañeros voltearon al haber escuchado.

Hinata separó los labios sin lograr decir nada.

—Ocurre que tengo un estúpido compromiso y no quiero ir solo— añadió el joven que pensaba invitarla, y con ese pretexto, escapar pronto de ahí.

Hinata se apretó los dedos de sus manos nerviosa —Bu-bueno… te-tengo que hacer un trabajo y…

—Y estarás ocupada— completó con simpleza el chico que se recargaba totalmente en el asiento y la veía de medio lado.

La peliazul asintió.

—Muy conveniente— dijo y sonrió de medio lado.

Ella abrió grandemente los ojos al creer que él pensaba que mentía —E-es la verdad— aseguró al ladear su cuerpo y verlo.

El chico amplió su sonrisa al meter sus manos en los bolsillos de su pantalón de mezclilla oscuro.

—Es todo por hoy— habló el profesor rompiendo la mirada perlada unida a la verde —. Para la siguiente clase quiero un resumen escrito de la lección de hoy— finalizó y partió siendo seguido por un par de ansiosos alumnos, los pasillos poco a poco se llenaron de estudiantes al haber finalizado –para la mayoría- el día de estudio.

—¿Tema de hoy?— repitió la chica que no se vio enterada de cuál fue.

—Investiguemos cuál fue— mencionó el chico de voz ronca sin importarle demasiado, al levantarse de su lugar.

Hinata asintió débilmente y buscó levantarse al mismo tiempo que recogía su mochila del suelo. Los dos pies izquierdos que la chica creía que tenía, aparecieron en ese momento haciéndola trastabillar.

—¡Hinata!— la escandalosa voz del rubio que apenas se asomaba por la ventana, la hizo agarrarse con más fuerza de la larga playera negra y ajustada, del chico que la había sostenido –como aquella vez en la terraza- justo antes de darse de frente con el escritorio —¿Ah?— Naruto abrió grandemente los ojos al verlos casi abrazados y rezagados del resto. Él, a diferencia del Uchiha, sí vio que Hinata estuvo a punto de caer.

Los puños del de mirada oscura se apretaron ante la escena. La peliazul se zafó de inmediato y notoriamente avergonzada. Se disculpó con el chico y olvidando completamente la tarea, lo pasó de largo y se apresuró a salir, siendo alcanzada pronto por el rubio que le preguntó si se encontraba bien.

La mirada verde y negra se enfrascaron en una silenciosa lucha.

—Imbécil— mencionó el Uchiha al seguir a los otros dos.

El pelirrojo sonrió… ¿por qué ese chico rubio se fue con la chica que el Uchiha parecía celar?

Ahí había algo interesante qué descubrir.

Una vez que el pelinegro salió de la facultad, se percató que a lo lejos conversaban el imbécil de Naruto y esa Hyuuga, luego de unos momentos un confundido rubio se debatió entre seguirla o regresar cuando la ojiperla se alejó con cierta prisa de su lado. Él se mantuvo recargado a un costado de la enorme entrada de su facultad al saber que por ese momento ya no lograría hablar con ella.

Varios estudiantes vestidos con ropa abrigadora y de color variado, entraban y salían de la facultad y pasaban a su lado apenas mirándolo. Una corriente de aire le meció el par de mechones de negros cabellos que caían por su rostro, justo cuando sus ojos enfocaron a la persona que decidió, de último momento, esperar.

—Oe— la voz fría e imperturbable del Uchiha hizo voltear desinteresado al pelirrojo.

A un par de decenas de metros, Naruto alcanzó a apreciar a su pelinegro amigo, charlando o algo así con ese nuevo pelirrojo del equipo. Frunció el ceño al verlo acercarse hasta casi quedar de frente con el chico de Suna que era un par de centímetros más bajo que ellos, y hablar, de no sabía qué.

El pelirrojo le había sostenido la mirada, y a pesar de su apresurada carrera, Naruto sólo alcanzó a escuchar un 'te lo advierto' de su casi hermano, y Gaara solo se había burlado al ladear su boca de forma altamente retadora. El chico de mirada gélidamente verde se dio media vuelta pareciendo disfrutar de la molestia del pelinegro, y sin verse mínimamente intimidado, se fue de ahí.

¿Qué demonios pasaría?

—¿Qué fue eso, teme?— preguntó el curioso rubio al ver al chico de Suna marcharse.

—¿Qué fue qué?— preguntó con fastidio mientras se alejaba.

—¡Ah, vamos, teme!— bufó el chico que se sentía excluido —¿Qué fue eso entre tú y ese idiota?— insistió curioso.

—¿Por qué no le preguntas?— su imperturbable voz sonó desinteresada, ni siquiera se preocupó en voltearlo a ver.

—¿Qué?¿Y quedar como un chismoso? ¡Eso nunca, 'ttebayo!— aseguró firmemente el rubio.

El Uchiha guardó silencio y Naruto lo siguió viendo al pelirrojo retirarse por un camino diferente… No quedaría como un chismoso, ¡no señor!… aunque se moría de curiosidad. ¡Maldito Sasuke!

Una vez en el estacionamiento Naruto tuvo que despedirse al no haber mayor razón para seguir al pelinegro, él ya había llegado a su auto y el otro continuaba caminando al encontrarse el de él, un poco más adelante.

—Entonces nos vemos mañana, teme— se despidió el ojiazul al descender del camino, para abrir la puerta de su auto. No esperó mayor contestación más que un asentimiento de cabeza, que aunque parecía desinteresado, era más de lo que ese insufrible mal amigo venía dándole últimamente.

O.O.O.O.O

El largo cabello de la ojiperla se meció con el aire al asomar su rostro por la avenida, buscando ver si se acercaba el transporte público que la acercaría al hospital, al no haber traído su coche.

—Demonios. Otra vez viene retrasado— se quejó una de las personas, que como ella, esperaban en ese pequeño refugio peatonal la llegada del bus.

Hinata volteó a ver a la chica fastidiada en cuestión y su apuro se acentúo. No sabía por qué, pero había mentido a Naruto, le había dicho que regresaría de inmediato a su casa, en su auto que no había traído, en lugar de confesarle lo de su maestra… tal vez temiendo que cierto chico Uchiha terminara saliendo a relucir en el relato explicativo que tendría que darle. Esa mentira caería a pedazos si Naruto la veía ahí parada.

—Cielos— se lamentó la chica al morder su labio. Sus ojos se abrirían con sorpresa al reconocer ese auto de lujo que se estacionaba casi frente a ella, en ese lugar prohibido.

—Sube— el Uchiha apenas se asomó por la ventanilla.

Hinata tembló ante lo fría de la voz como por la repentina llegada.

—Si no subes tú, juro que lo haré yo— la voz de la chica que acababa de quejarse del transporte, sonó con una divertida envidia y de un codazo, la empujó.

La asombrada ojiazul casi gimió de asombro al verse bajo la banqueta. La mirada negra dentro del auto vio con fría molesta su duda.

—Date prisa— presionó el malhumorado joven al ver por el retrovisor como el bus se acercaba por ese carril.

Hinata observó nerviosa lo mismo, y como justo atrás de ese camión se acercaba el desgastado auto de Naruto.

"¿Por qué?" se preguntó preocupada la joven que ante la mirada de las personas tras ella, volvió a subir al auto que arrancó su marcha apenas se cerró la puerta.

—¿Qué demonios hacías ahí parada?— preguntó luego de un momento el pelinegro que molesto, había decidido no decirle nada por lo de ese pelirrojo.

La chica jugó nerviosa con sus dedos al verse por segunda vez en ese día, con él en el auto.

—E-esperaba el bus— respondió lo obvio haciendo al chico resoplar cansadamente.

—¿Vas al hospital?— preguntó luego de un frío silencio.

La Hyuuga asintió despacio y lo vio cambiarse de carril para dirigirse al centro médico sin decir más.

Aguantó la respiración al casi creer que el destino o una fuerza extraña la mantenía siempre cerca de él… resultaba obvio cómo él estaba presionando las cosas, pero a ella pocas o ninguna opción le quedaba de alejarlo, sobre todo con lo ocurrido ayer. Los ojos perlados se fijaron en aquellos negros puestos en el camino, a través del espejo retrovisor al frente a ellos… sintió un nerviosismo reflejado en su estómago al darse cuenta que poco a poco se le hacía más común verlo, el pavor que le generó comenzó a quedarse atrás, cuando él de demostró que no la estaba forzando y eso, era algo que había comenzado a darle miedo.

Cuando la mirada negra se encontró con la de ella viéndolo, Hinata se forzó a mantener su mirada clavada en los autos que dejaban atrás por la autopista, el Uchiha por su parte apenas esbozó una sonrisa ladeada al notarla nerviosa.

Una vez llegados a su provisional destino, ambos descendieron del auto al mismo tiempo. Hinata había dejado su mochila ante la orden del joven, que era obvio pensaba regresarla a su hogar.

• • •

Un par de ojos azules que reconocieron el lujoso auto estacionado metros delante de ellos, se entrecerraron.

—Date prisa idiota— mencionó un pequeño y pelirrojo chico que se encontraba fastidiado luego de haber permanecido en ese sitio casi una hora, esperando unos resultados clínicos de su anciana abuela, la misma que se los había exigido ante la advertencia, que de no hacerlo, le decomisaría el viejo auto.

Deidara sonrió maliciosamente —¿Será acaso su novia?— preguntó el chico al ver a la fina joven peliazul que caminaba delante del Uchiha, siendo seguida de cerca por éste.

El pelirrojo frunció el ceño fastidiado y sin entender —¿De qué demonios hablas?

El rubio que descansaba su brazo en la puerta abierta del gastado auto, chasqueó la lengua un par de veces al entretenerse pensando… ¿sería posible que esa chica le interesara al insufrible de Sasuke?... se mordió el labio y entrecerró los ojos… nunca lo había visto con una chica, no una fuera de un bar y que no fuese de paso. ¿Entonces?

—O entras o te quedas, idiota— avisó el malhumorado pelirrojo ya encendiendo el vehículo.

Deidara extendió su sonrisa. Tal vez había encontrado una manera de fastidiar al creído ese.

• • •

Ignorantes de la maliciosa y divertida mirada azul que los acompañó por unos segundos, ambos continuaron su silencioso camino. El trayecto hasta la habitación fue siempre con la ojiazul caminando delante del Uchiha, que con las manos en los bolsillos, parecía más vigilarla que acompañarla, la Hyuuga agradeció el silencio pero aun así, no dejó de sentirse extraña al andar con él.

Los profundos ojos ónix del frío pelinegro no dejaron de detallarla. Hinata le sonrió y le asintió a una persona que salió del elevador justo cuando ellos entraban, hizo lo mismo con un par de enfermeras que se cruzaron a su paso… era amable hasta el hastío, reconoció el pelinegro.

Una vez en el cuarto piso, volvió a darle su espacio, en realidad ella apenas lo volteaba a ver evitándole una ajena sensación de incomodidad, ahora sólo parecía que estaba haciéndole un favor jamás pedido, y de cualquier forma, no le importó… él sabía lo que pretendía.

Los ojos perlados de la Hyuuga brillaron por primera vez en ese día con completa fascinación. Asuma había partido apenas una hora antes, dejando a la ojiperla a cargo –bajo la insistencia de la misma- mientras él regresaba a su hogar a ducharse y comer algo.

—¿Entonces puedo estar presente?— preguntó la chica que controló el temblor en su voz, a pesar de la alegría.

—Por supuesto, si así lo desea, es un procedimiento que de cualquier manera tiene qué hacerse— la enfermera se encogió de hombros al saber que ella permanecía con la paciente con el respectivo permiso del esposo de la misma.

Hinata, ajena a todo, casi pego un pequeño brinco emocionada, atrayendo la mirada negra del aburrido chico que la esperaba. La joven le asintió a la enfermera y la seguiría momentos después.

El fastidiado pelinegro al verla partir, optó por bajar a la cafetería y hacer un par de llamadas, Itachi seguro estaría esperándolo en su departamento para comer juntos… estúpido, ya no podía perderse tranquilo. El ascenso y descenso con un par de cafés en mano, le tomó casi quince minutos, en los cuales había ignorado miradas curiosas o insistentes de desconocidas, como solía ser común. Una vez de regreso en el cuarto piso, se extrañó de no ver a la Hyuuga de pie frente a la ventana de su maestra, así que decidió avanzar hasta el lugar.

Sus ojos, que desinteresados se fijaron al interior, quedaron fijos en el lugar. Hinata, vestida de un traje azul rey, con manos y pies enfundados, un cubre bocas e incluso una maya esterilizada en el cabello, lucía un brillo en esos místicos ojos perlados, al observar la pequeña pantalla frente a ella, en la cual, supuso, veía al feto en el interior de su maestra… ella le acariciaba la frente vendada a la mujer y seguro sonreía bajo esa estorbosa tela que ocultaba la mitad de su rostro.

"Tan ridícula como siempre" pensó con fastidio al dejar el café en la banca cercana a la puerta y volver a alejarse, al molestarse con él mismo, al haberse descubierto observándola satisfecho.

Luego del incómodo momento, otras casi dos horas pasarían. Hinata se había mantenido de pie frente al cristal de la habitación de su maestra y la observaba ya con un rastro de tranquilidad, al haber observado como la vida en su vientre, seguía creciendo y moviéndose en su interior. La chica, que nerviosa mordía el borde del vaso térmico de café que había tomado tiempo antes, volteó a ver a Asuma acercarse, más fresco y relajado.

—¿Todo bien?— preguntó el hombre sonriendo.

—Perfecto— dijo ella y asintió. Todo parecía estar bien y eso había logrado borrar toda tensión de su cuerpo.

—Será mejor que te vayas, yo me quedaré aquí— animó el mayor al acariciarle el cabello —. Seguro tendrás… tendrán— corrigió — cosas qué hacer.

Hinata, que perdió el aliento avergonzada, volteó a ver al Uchiha y nerviosa, terminó por asentir, no sin antes asegurar que mañana estaría de regreso, ese día y los que hicieran falta.

La ojiperla llevó sus inseguros pasos hacia el silencioso joven que también jugaba con el vacío vaso del café.

—¿Nos vamos?— preguntó secamente el joven al verla de reojo.

Ella asintió con la cabeza al morder su labio.

Esta vez fue el chico quien caminó delante de ella. Sasuke se desharía de su vaso y Hinata haría lo mismo momentos después al depositarlo en el mismo cesto de basura en el casi solitario pasillo.

Los largos metros que los separaban del elevador, la Hyuuga se debatió entre si volver a agradecerle o no… debía hacerlo, se aseguró… omitiría el abrazo en esta ocasión, pero definitivamente debía hacerlo.

Las botas ligeramente altas que portaba sobre sus jeans sonaron con la discreción de su andar. Ella echó una mirada y al percatarse que la estación de enfermeras carecía de ellas, se animó a hablar.

—Y-yo…

—Cállate— la interrumpió secamente el joven. Ya era incómodo estar ahí, como para encima escucharla agradecerle.

Hinata frunció el ceño ante lo cortante del trato —S-sólo quería… agradecerle— volvió a decir la chica.

El Uchiha, que no había dejado de reprocharse su estúpido actuar para con ella, observó a Asuma entrar a la habitación de su esposa a lo lejos, dejándolos casi solos en ese lugar.

—¿Quién te dijo que quiero un simple gracias?— devolvió fríamente al ladear su cuerpo luego de haber llamado al elevador, frente al cual estaban.

Hinata inconscientemente retrocedió un paso al perder el aliento y él sonrió… ahí estaba otra vez mostrando esa ingenuidad en su rostro, y ese escepticismo que seguro la hacía dudar de lo que le decía… eran dos de las cosas que lo atraían y molestaban al mismo tiempo de ella.

Ella tragó suavemente y él avanzó un par de pasos hasta quedar de frente, la tomó de uno de sus antebrazos impidiéndole moverse, y con su otra mano, le sujetó la barbilla para verla a los ojos.

—¿No lo habías pensado?— su cuestionamiento fue casi un susurro que ella escuchó perfectamente.

Hinata negó en silencio e intentó retroceder, pero él la jaló más hacía sí, pegándola casi a su pecho. Ella sintió que dejó de respirar al verlo a los ojos… ¿decía la verdad?... no podía ser… ella de verdad percibió un cambio en él desde la tarde anterior; había creído ver a ese amigo que Naruto y Sakura tanto apreciaban, mostrarse ante ella… ¿entonces?

Los ojos negros se mantuvieron pendiente de los ojos perlados que lo veían intentando dar con un trasfondo de él, y sonrió arrogantemente. ¿Ella pretendía confiar en él después de todo? Era absurdo, pero algo le decía que eso intentaba. Dejó de pensar al dejar de ver sus ojos y deslizar su mirada a los entreabiertos labios rosas de la chica pegada a él.

"¿Qué?" pensó la preocupada peliazul.

Los labios entreabiertos del Uchiha rozaron los temblorosos de la Hyuuga al inclinarse suavemente sobre ella, en el momento justo que las puertas del elevador se abrieron.

—¿Sasuke?— una suave y melodiosa voz evitó el inminente contacto del par de labios.

El chico volteó a ver con el rostro casi endurecido ante la interrupción. Hinata por su parte, también volteó y se encontró con un par de ojos tan negros -como los que tuvo a centímetros de su rostro-, pero éstos desprendían calidez, ahora mezclada con un toque de sorpresa y curiosidad. La blanca y delgada mujer llevó sus ojos a la Hyuuga y ésta, enrojeció totalmente y se retiró por completo del tacto del chico.

—Mamá— saludó secamente el joven que no demostró mayor asombro.

"¿Mamá?" se preguntó mentalmente al verlo a él y luego a la mujer no tan madura… eran casi idénticos, las finas facciones y el color tanto de ojos y cabello, su piel también.

—¿Qué haces aquí?— preguntó el joven casi con tosquedad.

La mujer alzó ambas cejas como si acabara de recordarlo y negó sin darle mucha importancia —Eso es lo de menos, ¿qué hacen ustedes aquí?— preguntó repuesta de la primera impresión de ver a su hijo besando a una joven –o esa impresión le había dado-.

—Nada realmente— contestó el pelinegro.

La mujer lo ignoró por completo para llevar su atención a la chica.

—Hola— saludó.

Hinata respingo y siguiendo los modales y la buena educación que le fue impuesta, le tendió la mano inmediatamente —Ho-hola.

La mujer mayor sonrió y le aceptó la mano —¿Y tú eres?

—Mi novia— interrumpió el frío chico congelando las palabras de Hinata en su boca.

Mikoto sonrió fascinada —¿En serio?— preguntó viéndolo, Hinata negó pero tras una fría mirada del Uchiha, que poseía toda la atención de su madre, desistió de corregirlo —Me alegra tanto— confesó la mujer.

—Ah…— la peliazul perdió el aliento.

—Eres una Hyuuga, ¿verdad?— preguntó la mujer que volvía toda su atención a ella.

Hinata alzó ambas cejas, suavemente sorprendida. No dijo nada.

La pelinegra y ahora casi pálida mujer sonrió —Esos lindos ojos tuyos te delatan— dijo y se sujetó de la pared al posarse una mueca de disgusto en su rostro.

—Kaasan— la voz gruesa del Uchiha sonó preocupada al sujetarla del brazo, evitando un posible desvanecimiento.

Los ojos perlados de la peliazul se entrecerraron cuando Sasuke, ayudó a su madre a pararse firmemente, él, al tomarla del brazo, había levantado el delgado suéter que la mujer portaba, exhibiendo ante los ojos distraídos de la Hyuuga, algo familiar para ella.

—¿Qué haces aquí? ¿No se supone que recién llegaron de viaje? Deberías estar descansando— volvió a hablar el alto pelinegro al llevarla a sentarse a un par de sillas colocadas entre ambos elevadores, justo a un costado de un par de elegantes y verdes helechos, colocados en una discreta maceta.

La preocupación disimulada con molestia en esa gruesa voz, no pasó desapercibida para la menor de las mujeres.

Mikoto sonrió sin darle real importancia —Mejor díganme qué hacen ustedes aquí. Este es el hospital materno… no me digan qué…

—Ah, no, ¡Por Dios!— la chica se escandalizó e interrumpió de inmediato, su mirada se encontró con la fría negra del Uchiha y le suplicaba que sacara a su madre del error, pero él no dijo nada. Ella volvió a negarle para otra sonrisa de la pelinegra sentada, y ya con el color volviéndole al rostro.

—¿Qué haces aquí, mamá?— insistió con menos paciencia Sasuke.

—Me gustaría decirte que supe que estabas aquí, y romper esa racha de casi un año sin vernos— mencionó con casi una sonrisa y la Hyuuga abrió los ojos y labios sorprendida ante eso —, pero estaría mintiendo— agregó y su sonrisa se extendió —. Allá al fondo se encuentran pequeños niños con cáncer, en sus últimos días desgraciadamente— informó señalando, Hinata volteó a ver completamente ignorante del hecho —. Vengo a darles un poco de mi tiempo y a traer algunos regalos que estarán por subir.

El joven negó en silencio y una sonrisa se dibujó en sus labios apenas visiblemente ante lo escuchado.

—Nosotros debemos irnos— informó secamente al voltear a ver a Hinata ya sin darle mayor importancia —. Tú deberías hacer lo mimso.

Mikoto negó en silencio —Me dio mucho gusto verte— aseguró y no le importó avergonzarlo al abrazarse a él —. Y conocerte a ti, cariño— agregó ahora viéndola a ella —¿Por qué no la llevas un día a casa?— sugirió alzando la vista a su hijo.

—…

—¿Irías?— le preguntó ahora a la joven.

—Ah…

—Debemos irnos— interrumpió el moreno.

Mikoto sonrió —Nos daría gusto tenerte otra vez en casa— confesó con un tono triste que detuvo los pasos del pelinegro que ya avanzaba, y que obligó a Hinata a ver a uno y a otro.

—Tal vez— mencionó el chico que volvió a insistirle al elevador a abrirse.

La mirada resignada y la sonrisa fingida de Mikoto, le advirtieron a Hinata que ella sabía que su hijo mentía.

—Vamos— la voz gruesa del pelinegro hizo respingar a Hinata que se había quedado de pie observando a la apacible mujer.

—Si…— le respondió casi en un susurro —Co-con permiso— se despidió con una inclinación de cabeza, al sentir una curiosidad casi extraña en ella, por esa mujer. Ella era la madre de Sasuke… esa persona tan contrastante… de ¿ese demonio?

El descenso y posterior camino al estacionamiento fue notoriamente más tenso luego del encuentro con la madre del Uchiha, éste, una vez frente a su auto, desactivó la alarma y le abrió la puerta a una silenciosa Hyuuga que lo veía analítica y casi curiosamente, olvidando por un segundo todo lo ocurrido entre ambos.

—¿Me-meses de no verla?— preguntó eso que la asombró. Ella no tenía a su madre a su lado y la extrañaba cada día… ¿cómo era posible que él teniéndola, no la frecuentara?

—No te metas en eso— la cortó al comenzar a caminar a su propio lado del vehículo.

Ella apretó los puños en un arranque de molestia y casi indignación.

—Y-yo lo… lo estoy dejando… e-estar aquí— habló la joven deteniendo los pasos del pelinegro que volteó molesto a verla —. Al menos debería responder— finalizó viéndolo a los ojos.

—No es tu asunto— recalcó.

Ella apretó sus los puños —N-ni de usted tampoco— reprochó al seguir viéndolo —… nada de esto. A-además, deje de decir que… soy su novia.

—Mph— él sonrió de medio lado molesto al volver hacia ella, ella luchó por no retroceder, pero no lo logró, al hacerlo —¿Y por qué no?— la retó al detenerse peligrosamente frente a ella. Por primera vez parecía dejar de ver, sólo momentáneamente, a la sumisa chica que parecía ser.

Ella tragó pesadamente y bajó la mirada —Porque es mentira— apenas susurró y él frunció el ceño —. Co-como lo fue también eso que le dijo a… su mamá— agregó viéndolo otra vez a los ojos.

Él tensó la mandíbula.

—Ella lo supo… supo que mintió— dijo lo que él ya sabía.

Él volvió a darse media vuelta ante la molestia que sintió y dirigió sus pasos nuevamente a su sitio.

—Sube— le ordenó.

—No creo que usted sea tan malo— confesó la joven mostrando un grado de sinceridad que rayaba en la estupidez. Su voz no tembló, pero fue sumamente baja, aunque no tanto para él, que logró escucharla.

Una corriente de aire meció el largo cabello azulino y los mechones del negro cabello del Uchiha, en ese parcialmente vacío estacionamiento. Él detuvo sus pasos y su mandíbula volvió a tensarse, sus ojos cobraron una profundidad casi maligna.

—¿No crees que sea tan malo?— preguntó luego de haber regresado frente a ella. Hinata se congeló ante su altura e imponente presencia —¿Qué tan malo debo ser para que lo creas?— su aliento fresco rozó el rostro de la asustada ojiperla, él achicó los ojos al acercársele y su mirada, tranquilamente furiosa, se centró en sus ojos, recordándole lo que le había hecho.

Los ojos perlados se humedecieron. Hinata abrió los ojos sorprendida y él se mordió la lengua para hacerse callar y no terminar por decir otra estupidez.

—N-no… no lo sé— confesó. Ella también se sentía extraña… se supone que debía odiarlo, pero, ¿es que acaso no había cambiado y seguía siendo la misma tonta que confía y cree en las personas, permitiéndoles ser herida por ellas?

No. No era eso. Era algo más que no entendía. Era él, el que no encajaba y la confundía.

La ojiperla casi sintió que su corazón dejó de latir, ante la fría mirada negra sobre ella… él la había dañado aquella vez, y a pesar de que dudaba algún día poder olvidarlo, también había sido él el que evitó que hiciera una tontería el día anterior, evitando que lastimara más a su maestra al intentar sacarla del auto, o incluso, que algún auto la tropellase al correr sin precaución… además, no podía olvidar la mirada preocupada que le dedicó a su madre y esa sonrisa sincera que intentó ocultar momentos antes… ningún demonio sonríe así, ni mira de esa forma.

Sus ojos se aguaron. Sí era una estúpida… él estaba mirándola con desprecio y ella creía ver a otra persona dentro de él. Tragó el nudo en su garganta.

Los ojos negros pendiente de cada gesto, se entrecerraron al notarla poder quebrarse en llanto.

Los labios rosados de la chica temblaron al querer hablar, pero él, que no quiso alejarse aunque lo intentó, la interrumpió al sujetarla de la barbilla.

—Deja de ser tan estúpidamente compasiva e ingenua— ordenó con un frío tono y en voz baja.

Hinata no se movió, el corazón casi se le paraliza a la asustada chica cuando el Uchiha separó sus labios y se acercó buscando besarla.

—No…— suplicó ella sin aliento justo un segundo antes, que él la silenciara al besar sus labios, primero de forma impulsiva, hasta recargarla en el auto tras ella, y paulatinamente, más despacio.

Hinata tembló entre sus brazos y creyéndose culpable de algo de eso, cerró los ojos.

Él jadeó al dejar de besarla, pero sin apartarse de ella.

—Me enferma tu ridícula forma de ser. Ódiame— le dijo con fría calma al despegarle un hilo de su largo cabello que se atravesaba en su rostro.

Los ojos de ella temblaron, ¿cómo hacerlo?... el momento de odiarlo había pasado. Ahora sólo quería paz, pero él no pretendía dársela.

—… porque quiero hacerme dueño de ti, Hinata— continuó el celoso pelinegro al hablarle sobre los labios —. He decidido que serás mía de verdad. Voy a meterme en tu mente, al grado que sólo pienses en mí— le dijo roncamente antes de volverla a besar, sin importarle autos o personas que transitaban por ahí. Quería -absurdamente- que ella lo deseara.

La escéptica chica dejó escapar el aliento, en algo que él atrapó como gemido dentro de su boca, ese inocente acto lo hizo pegarse completamente a ella, y casi frotarse contra su vientre. Hinata, con los ojos apretados en angustia, pegó sus manos al abdomen del chico buscando alejarlo, y éste, a su vez, enredó un brazo en su cintura y el otro lo mantuvo en el sonrojado, inocente y condenadamente tentador rostro de la chica.

De verdad la quería de él..., lo sentía por Naruto.

Continuará…


Hola chicas (:

Lamento la demora Dx

Bueno, sin decir más que ojalá les haya gustado el capítulo, me paso a agradecer comentarios:

DAMIC00 •Saara-chan94 •Andrea •gristardream13 •Yukki-Onna •Daisuke-37 •Jesy •Patohf •KattytiNebel •DarkHikari •karlihyuga •Mariana •Nicolai P. Sherman •Pamaig •Nami-23 •Karla XM •ZaRiiTa-chan •marshmallow •hinatacris •mafe T.T •Julia •wolf-wnzeru •HinataSakugan15 •Heavenly14 •Elena •Kurumireii •UmeFuyu •Linakane •Sharmy1000 •April Luka •Marleen •cHiBiLeBaSi •Dark Amy-chan •Kaze no Fuyu2 •marhytsugaya •Meka6489 •GM • y a las 4 guest que no pusieron nombre.

Muchas, muchas gracias por su enorme apoyo. Por las que han estado desde el principio y por las que recién llegan y aceptan esta historia a pesar de no ser la más linda del mundo.

Juro que me esfuerzo porque quede lo más coherente posible, permitiéndome forzar algunas zonas, obviando que estamos leyendo un fanfiction. Esto comienza a 'mejorar' o algo así.

Por ahí una linda niña me comentó sobre lo delicado del tema que es también el de las drogas, lo entiendo perfectamente, y necesito –porque ya lo planteé- usarlo, es algo que acentúa la personalidad oscura de Sasuke… ojo, que no lo veo como algo bueno, creo que todos acá somos seres pensantes y ya cada uno tendrá su postura sobre esto. Jamás lo haré ver como algo bueno, porque las drogas pueden llegar a matar. Lo que sí, es que intentaré tocarlo con criterio, no voy a profundizar mucho en ello, pero sí estará presente un par de veces. Eso.

Ahh… creo que nada más xD

Ah, sobre los chicos de akatsuki, sí van a volver a aparecer más adelante, los mostré al inicio sólo como para ¿tener precedentes?, no me olvido de ellos ñ.ñ

Ya, hasta aquí.

Disfruten de este lunes tanto como se pueda.

Besos, Aidé.