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LOS PERSONAJES DE NARUTO NO ME PERTENECEN, SON PROPIEDAD DE MASASHI KISHIMOTO. LA HISTORIA ES MÍA.
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NO SÓLO UNA LÁGRIMA
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«Hiashi-sama llegó directo a sus obligaciones en la empresa, a decir verdad, dudo que éstos días se presente a la Universidad, aunque ya ha preguntado por usted, Hinata-sama»
Las palabras dichas por su primo se repitieron otra vez en su cabeza, y por un par de segundos dejó de escribir en su portátil.
Hinata tragó débilmente al volver a experimentar la presión que la sola presencia de su padre en la ciudad, le generaba; porque de sus resultados académicos también dependía la estadía de su hermana en el internado, donde la mantenían casi con nulo contacto entre ellas… ella no podía permitir que Hanabi siguiese pagando las consecuencias de su debilidad.
Su vista, que se había perdido, volvió a fijarse en el avance de su investigación reflejado a través de la pantalla de su portátil. Suspiró y volvió su atención al trabajo. Mordió su labio y una sonrisa quiso adornarlos; se había esforzado tanto en esas hojas guardadas, se había desvelado durante noches desde que el trabajo les fue asignado, debía esforzarse por ella y por Naruto, confiaba en él, pero sabía que el rubio solía hacer las cosas justo en el tiempo final y a pesar de creer en él, ella se tenía un poco de menos confianza, por eso había hecho gran parte del trabajo.
—Bien, esto debe bastar para que el sábado podamos concluir— se dijo buscando animarse.
Los ojos perlados y cansados de la Hyuuga viajaron una vez más a un grueso libro del que momentos antes había estado obteniendo información, y que descansaba, junto a otros cinco, en la lisa y pulcra madera del escritorio en su habitación. Durante varios minutos revisó si alguna información podría serle de ayuda, y tras percatarse que ya no obtendría más, terminó por cerrar el libro, posteriormente haría lo mismo con su archivo.
Finalmente se levantó y luego de apagar la pequeña lámpara que la acompañaba, se dirigió a su cama. Se frotó el cuello cansada y no supo por qué razón aquel rostro amable y de cálida mirada negra, llegó otra vez a ella.
La peliazul se quitó el delgado suéter que se colocó después de su ducha en esa noche fría, y acomodó las mantas para colarse entre ellas.
—¿Sería mi imaginación?— se preguntó al momento de acostarse, una sensación de preocupación se había quedado en su pecho desde el momento que se percató de aquello.
Giró su cuerpo y se tocó, inconscientemente, su codo interno al recordar haber visto justo en esa parte del cuerpo de la madre del Uchiha, ciertas marcas conocidas para ella. Un vacío se formó en su estómago.
—Uchiha Mikoto— mencionó casi en un susurro, parpadeó un par de veces al intentar dejar pasar por alto la preocupación que la inquietaba —. Es una mujer muy hermosa— reconoció con una sonrisa, algo de ella le recordaba a su propia madre, eran casi iguales, ambas parecían desbordar ternura y amabilidad. Segundos después, el recuerdo que comenzaba a ser agradable fue desapareciendo.
Ella se removió incómoda bajo sus mantas y se abrazó ligeramente a su almohada.
«Me enferma tu ridícula forma de ser. Ódiame… porque quiero hacerme dueño de ti, Hinata.»
Recordar semejante afirmación le erizó la piel, incluso el frío caló más en ella.
«He decidido que serás mía de verdad. Voy a meterme en tu mente al grado que sólo pienses en mí.»
Tras cerrar sus ojos, esa última frase soltada por el Uchiha antes de que la besara, volvió a su mente. No sabía cómo había ocurrido, pero la verdad es que desde que sus vidas se cruzaron casi trágicamente aquélla noche, no había momento en que ese ser de ojos negros no estuviera presente en su mente.
Tragó pesadamente al intentar ignorar la voz en su interior que le advertía que ya no lo pensaba como antes…, ya no había pavor… hubo momentos en que recordó a ese que creía un demonio, con desconcierto, con agradecimiento puro e incluso, con pena. ¿Pena?... sí, sintió pena por él y su madre.
—Darle vueltas al asunto no ayuda— se recordó en voz alta y triste para detener las cavilaciones de su interior. Lo mejor ahora era dormir, mañana todavía tendría un largo día, debía aprovechar la suerte que había tenido; y con suerte se refería a que había podido de librarse de que las manos y labios del Uchiha siguieran sobre ella, al haber bajado imprudentemente del lujoso vehículo del chico de ojos ónix, justo cuando él pretendía girar directo a su propio edificio; ante la mirada casi furiosa del pelinegro, ella mencionó un suave 'gracias por acompañarme' y se dio prácticamente a la fuga, la mayor suerte la tuvo cuando él no volvió a buscarla.
Ahora lo que quería y necesitaba era dormir, mucho.
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O.O.O.O.O
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—¡Hey, recuerden que hoy en la tarde nos veremos en el bar, 'ttebayo!— gritó Naruto mientras, sentado en el cofre de su auto, giraba un balón de baloncesto en su mano.
Kiba que se encontraba frente a él se metió un dedo al oído, mientras arrugaba la cara —Grita más fuerte, creo que del otro lado de la ciudad no te escucharon— se quejó.
Naruto abrió los ojos sorprendido al creer que sí había alzado de más la voz, pero dejó de darle importancia cuando vio pasar a Lee corriendo enfundado en un peculiar traje de lycra verde.
—¿Y ese idiota?— le preguntó al aburrido rubio mientras lo veía pasar corriendo justo al lado de Shikamaru, que había sido el afortunado al que Naruto había gritado minutos antes.
El rubio se encogió de hombros y luego de un segundo bostezó, entrelazó los dedos de sus manos y los alzó para finalmente dejarse caer de espaldas sobre el cofre del desgastado vehículo, mientras sujetaba el balón con sus piernas.
—Estoy aburrido, 'ttebayo— se quejó.
El Inuzuka negó y tras aceptar internamente también estar aburrido, terminó por adentrarse sin permiso al interior del auto de Naruto, para dormir esa hora que debía corresponder a su entrenamiento matutino, y que como el despistado ojiazul, también había olvidado que no tendrían.
—…¿crees que aquellos tipos acepten ir?— preguntó el rubio al girar solo su mirada al interior del auto, donde sabía que Kiba lo escuchaba.
—Mas les vale, después de todo, es por culpa de ellos que estamos con estas estupideces— mencionó malhumorado y ya acomodándose para dormir.
El rubio suspiró y alzó sus ojos a ver el cielo que por fortuna se había despejado, aun así, ocultó su playera blanca al subir el cierre de su infaltable chamarra negra y naranja.
La mirada azul se desplazaría después a ver a Shikamaru que parecía haber encontrado ya a la chica rubia miembro de su equipo.
—¿Bar?— preguntó y negó rápidamente la chica de dura mirada verde al ver al aburrido Nara frente a ella —Hoy. Esperaste hasta hoy para decirlo— afirmó viéndolo llevarse cansadamente la mano a rascar su nuca.
—Bueno, no los había visto— mintió el joven que prefirió no hacerlo ayer, para así no tener que recordárselos ese día —. Como sea, no es opcional, todos estamos cancelando planes para estar ahí— dijo y se encogió de hombros para girarse antes de lanzar una pequeña tarjeta con los datos y la hora exacta, objeto que con los buenos reflejos de la chica, tuvo en sus manos en ese mismo segundo.
—Maldición— se quejó la joven que lógicamente no sabía dónde demonios quedaba.
—Nos vemos ahí— se despidió el joven de coleta —. Ah, ¿podrías encargarte que tu hermano llegue también?— preguntó al detenerse y verla de medio lado.
Ella volteó a verlo desinteresada —Sí, como sea— terminó por responder mientras se daba vuelta para dirigirse temprano a su facultad.
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O.O.O.O.O
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—Cielos— mencionó Hinata mientras apresurada recogía sus libros, hacía cinco minutos que Ino le había mandado un mensaje diciendo que ya la esperaban en la cafetería y ésta vez sí quería comer con ellas —¿Dónde están?— volvió a decir buscando entre sus cosas el folder con las hojas que había impreso apenas esa mañana, y en la cual tenía toda la información que había reunido para el proyecto que ese día armaría con Naruto.
No supo cómo el día de ayer se le había ido de prisa, las clases habían sido tranquilas intentando regularizarse, y por la tarde, ya manejando su nunca tan preciado auto, se dirigió donde su sensei y ahí había permanecido ahí toda la tarde, estudiando lo poco que pudo, por eso esa mañana había salido presurosa y no recordaba dónde había dejado su tan importante trabajo.
Sonrió cuando por fin lo vio presionado entre dos gruesos libros.
—Aquí estás— dijo y suspiró, por un momento creyó que lo había perdido y eso no se lo podía permitir —. Bien, ahora sí puedo irme— se dijo para cerrar su mochila y salir del aula acompañada por un par de estudiantes que también lo hacían.
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—Ey, ¿te vas a comer eso, 'ttebayo?— preguntó el rubio viendo en la bandeja de comida de Kiba una bola de arroz, la misma que había sido ignorada por más de diez minutos por el Inuzuka.
El de marcas rojizas achicó los ojos —Por supuesto, la he estado dejando para el final… ¿querías?— informó y preguntó disfrutando del rostro sorprendido y decepcionado del ojiazul.
—Por supuesto que quería.
—Naruto, ¿quieres dejar de ser tan glotón?, nos avergüenzas— soltó Sakura que se encontraba sentada al lado del Inuzuka.
—¡¿Qué?!, pero sí yo…
Ino rodó los ojos al casi ver que eso podría volverse pronto una escandalosa discusión.
—Ni loco te daría— aseguró el Inuzuka que parecía más satisfecho por molestarlo que por la comida que aseguraba pronto se comería.
—Ah, sí, ¡pues ojalá te enfermes, 'ttebayo!
—Chicos— habló cansadamente Ino mientras de reojo observaba a su alto novio dirigirse a ellos.
—P-puedes tomar la mía, Na-Naruto— mencionó la ojiperla acercando ligeramente su bandeja de comida al rubio, que se había sentado a su lado en esa larga mesa.
Los ojos de Naruto brillaron —¿En serio, Hinata? Últimamente me ha dado mucha hambre— dijo y se rascó la cabeza ganándose una sonrisa de la Hyuuga y un meneo cansado de cabeza de casi el resto —¿Viste Kiba idiota? No necesito de tu comida, dattebayo— dijo y se burló al tomar una de las bolas de arroz que Hinata le había ofrecido.
—Creo que eso de que lo alimentes se les puede hacer costumbre— Ino acercó un poco su rostro a Hinata del otro lado de la mesa y le guiñó un ojo de forma cómplice.
Hinata enrojeció cuando la mirada de casi todos estuvo sobre ella, excepto la de Sakura que veía al Uchiha acercarse, y la de Naruto que se encontraba cerrada degustando el bocado de alimento.
—¡Ni creas que soy un aprovechado!— alzó la voz el rubio que también había escuchado lo soltado por la Yamanaka — Te compensaré esto, Hinata, de verás— aseguró y relajó el ambiente luego de que Sasuke llegó a sentarse con ellos en completo silencio —. ¡Teme!— saludó a su amigo que sólo levantó su rostro en respuesta y volvió a la conversación —… Más tarde te llevaré a comer el mejor ramen de la ciudad, y si se quiere, incluso del país— aseguró el chico mientras la volteaba a ver y le asentía animosamente —. Verás por qué Ichiraku Ramen es como mi segunda casa.
—Mejor dicho tu única cocina— interrumpió el Nara fastidiado.
—¿Eh?— preguntó y se burló sonoramente el ojiazul — Bueno, casi.
—Pues sólo espero que tu cita no tarde mucho— volvió a hablar el Nara y suspiró desganado.
—¿Cita?— repitió la peliazul abochornada mientras Ino le sonreía divertida, Hinata no se atrevió a ver a los demás que la veían, en especial a esos ojos negros que no habían dejado de observarla.
El rubio volvió a reír, esta vez ligeramente nervioso y también avergonzado —Bueno, no es una cita.
—No, pero ya haces planes, parece una, ¿no crees, idiota?— puntualizó el Inuzuka que no terminaba de gustar de esa idea.
—¿Eh?— Naruto se tensó y volteó a ver de reojo a Hinata, esperando que no lo malinterpretara.
—E-en realidad… s-sí es un trabajo… muy importante— apenas mencionó la ruborizada Hyuuga que bajó su mirada a ver sus manos arrugar la tela de esa falda negra que había elegido para hacer juego con la elegante blusa morada y de botones, aprovechando el día casi cálido.
—Dejen de molestarlos— intervino Ino obteniendo el agradecimiento y atención de la abochornada peliazul —… si quieren tener una cita, es su problema, no nuestro— añadió para molestia del Uchiha y casi un desmayo de la Hyuuga.
Naruto estuvo a punto de replicar, pero Shikamaru interrumpió.
—Como sea— dijo soltando varias tarjetas como las que anteriormente le había dado a la rubia de Suna —. Si alguien no sabe cómo llegar al dichoso bar que Naruto sugiere, ahí están los datos y hora.
Las cuatro tarjetas que quedaron en la mesa fueron tomadas rápidamente, una por Kiba, una por Naruto y las otras dos por las dos ojiverdes.
—Mmm… yo no necesito una, 'ttebayo.
—No era para ti— dijo cansadamente el Nara que se había recargado en su silla, aburrido.
—¿Y… y esta invitación es… para todos?— preguntó la pelirrosa que le extendió la tarjeta que había tomado al Uchiha y éste la tomó apenas volteando a verla, los ojos perlados notaron el acto.
—Por supuesto que es para todos, yo voy a ir— aseguró Ino y sonrió triunfal.
El Nara se encogió de hombros —En ningún lado dice que sea privado— confirmó haciendo sonreír a la ojijade.
—Espero que ya con esta estupidez volvamos a entrenar, yo no puedo permitirme éstas cosas, se supone que el entrenador debe firmar mis asistencias a entrenamientos y juegos— comentó el molesto Inuzuka que debía su estadía en esa universidad privada, a una beca deportiva.
—Seguro Kakashi lo hará, 'ttebayo.
—Más le vale.
—¿Y eso es todo?— la voz gruesa del Uchiha atrajo la atención de todos, al haberse fastidiado por la ridícula razón que lo tenía ahí y sobre todo, de los estúpidos sonrojos de cierta ojiperla.
Los ojos cansados del Nara viajaron a él —Sí, nadie debe faltar.
El pelinegro chasqueó la lengua fastidiado y se levantó de ahí
—Oe, teme, ¿no vas a comer?
El otro chico apenas meneó la cabeza y salió de ahí. Hinata suspiró de forma casi imperceptible pero notoriamente agradecida… recordar la promesa casi maligna de ese joven al asegurar que quería proclamarse su dueño, le erizaba la piel ante su mirada.
—Tan amable como siempre— ironizó Kiba al verlo marcharse.
Naruto terminó por encogerse de hombros —¿Quieres que te lleve?— cuestionó al voltear a ver a la ojiperla —, después te puedo traer por tu auto, no creo que puedas llegar tú sola a mi casa, dattebayo.
—Ah… p-pues…
—Acepta— apoyó Sakura apenas con ánimo —, el camino a su casa es difícil— confesó al saberlo, ella vivía por el mismo sector.
—¿Entonces?— presionó el rubio.
—D-de acuerdo— dijo y asintió.
—Y entonces nos vemos todos en la tarde— volvió a hablar la sonriente Yamanaka mientras se ponía de pie —¿pasas por mí?— le preguntó ahora a su novio.
El chico suspiró cansadamente y asintió.
La rubia sonrió y tras sujetarlo del rostro, lo besó.
—Bien, debo irme, mis clases continúan— informó.
—Ah… y-yo me voy contigo, Ino— también se levantó la ojiperla que no creía poder estar más tiempo ahí, Naruto la seguía poniendo nerviosa y no podía soportar que la atención siguiese cayendo sobre ambos.
—¿Ah?... entonces… ¿nos vemos a la salida?
—S-sí— respondió apenas la Hyuuga.
—¿Tú no vas con ellas, Sakura-chan?— cuestionó el rubio al ver a la pelirrosa todavía en la mesa con ellos.
La chica negó —Mi clase comienza más tarde— mencionó mientras veía a Ino llevarse a Hinata, al haberla tomado de la mano y apresurarla a avanzar, luego, no pudo no voltear a ver a Naruto que volvió a comer mientras los otros dos comenzaban a platicar… ¿Naruto gustaba realmente de Hinata?¿Cómo había pasado?¿Cuándo?
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—Bien, alto— ordenó la rubia ojiverde al detenerse y detener a la Hyuuga con ella, al estar ya fuera de la cafetería, y bajo los suaves rayos solares —. Ahora sí cuéntame.
—¿C-contarte?— preguntó la ojiperla y la vio extrañada.
La rubia achicó los ojos escéptica —Vamos, no me digas que no lo has pensado— mencionó incrédula —. Podría ser que hoy Naruto te diga de sus sentimientos— le dijo paralizando a la otra.
—¿S-se-sentimientos?— dijo y retrocedió un paso.
La Yamanaka pudo rodar los ojos pero prefirió ladear el rostro al conocerla, Hinata no podía ser más ciega.
—Bien, tengo poco tiempo— dijo siendo consciente que tendría que correr para alcanzar su clase luego de eso, pero poco le importó —¿Has pensado en qué le podrías decir?
El cabello largo y azulado se movió cuando la Hyuuga negó insistentemente… ni siquiera quería pensar en eso, ya no le generaba ese cosquilleo nervioso y placentero de antes.
Ino suspiró desanimada —La respuesta tendría que ser que sí— le advirtió —todos sabemos que te gusta— puntualizó.
—¿Qué?
—¡Por Dios! tienes prácticamente diecinueve años, a esta edad es más que normal tener novio, ¡que digo novio!, ¡una pareja!— se exasperó, su tiempo era limitado y dudaba poder verla antes de que ella se marchara con Naruto.
—¿Pareja?— preguntó en voz baja viendo a la rubia casi desconociéndola… ¿con pareja se refería a una pareja?
La chica asintió ruborizándola —Es normal.
—I-Ino… no creo que…
—Deja la moral de lado— aconsejó —. Vive preocupándote sólo por ti, aunque claro, siempre, siempre sé precavida.
—¡Oh, por Dios!— mencionó avergonzada la ojiperla y volteó discretamente a los lados esperando que nadie las escuchara.
La Yamanaka se rió por lo infantil que eso le pareció y terminó por suspirar —¿Has pensado alguna vez en estar con alguien en la intimidad?— le preguntó descolocándola y provocando un sonrojo que pronto se extendió por su rostro.
Hinata negó sin querer contestar y la otra lo interpretó como negación a su pregunta.
—Es hermoso— confesó —. Si es con la persona que se ama— añadió captando la atención de la otra —… No hay nada más perfecto que demostrar amor con el cuerpo. Es único— dijo y suspiró recordando a la única persona con la que ella había hecho eso.
La peliazul tragó débilmente y bajó la mirada… ella dudaba experimentar algo como eso; no cuando Sasuke y ella...
Ino sonrió abiertamente al haberse percatado que la hizo meditar, pero ignorante de sus temores internos.
—Además el sexo es genial— giró el rumbo de la conversación.
—¿Q-qué?
Ino, percatándose que varios estudiantes pasaban a su lado, se acercó a su oído, buscando inducirle curiosidad y a la vez, divertirse escandalizándola.
—Sentir el cuerpo de un hombre sobre ti, dominándote o mimándote, es único, sentir sus manos y su aliento, sus besos y caricias, tiernas o pervertidas… todo es genial— dijo con una sonrisa y Hinata se estremeció y no supo si por su aliento rosándole el cuello, o por esas declaraciones; y mientras Ino pensaba en aquél flojo sujeto de la cafetería, en Hinata, el único rostro en su mente, era el de aquél pelinegro… que era absurdamente con él único que había estado.
Ella se apartó y la vio desorientada, asustada al haber sido traicionada por su subconsciente.
Ino estalló en una carcajada —¡Vamos Hinata, no es para tanto!— dijo divertida —, es claro que tienen que ir paso a paso… tampoco creas que nosotros apenas nos vimos, terminamos en una cama— dijo llevándose ambas manos a su cadera.
—¡Ino!— regañó avergonzada al notar como varias miradas cayeron sobre ella y ésta no les prestó atención.
—¿Qué?
—Y-ya no… no deberíamos ha-hablar de… de e-esto— dijo sintiendo un latir irregular en su corazón.
La Yamanaka suspiró derrotada, ya no tenía tiempo —. Al menos piénsalo… si Naruto te gusta, entonces…
—B-basta— dijo nerviosa y se giró, haciendo ondear suavemente su falda oscura.
La rubia se acercó y la abrazó con un solo brazo —Bien, sólo no te desmayes, ¿quieres?— preguntó divertida.
Hinata asintió despacio y comenzó a jugar con sus dedos nerviosa.
—Debo irme, seguro deberé rogarle al profesor que me deje entrar, es un amargado— dijo y arrugó la nariz al recordarlo —. Nos vemos esta tarde— se despidió para comenzar a girar, por suerte la rubia portaba pantalón, porque su carrera fue con poco cuidado.
La Hyuuga suspiró al quedarse sola en ese jardín… ahora le tenía más miedo al dichoso trabajo que debían realizar. Sintiendo esto, fue como se dirigió a su siguiente clase. Ojalá ese día terminara pronto.
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O.O.O.O.O
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Las tres horas que le siguieron al almuerzo pasaron rápidamente, cada una era importante y en todas la Hyuuga se esforzó por concentrarse; una vez que se vio libre de deberes, salió de su facultad, por los pasillos no había visto al chico de cabellera rubia, por los jardines tampoco lo notaba, por eso fue que se dirigió al estacionamiento, optó por dejar la mayoría de sus libros en el auto y sólo cargar lo indispensable, haciendo esto más para consumir el tiempo que por necesidad.
—¿Será que debo llamarle?— se preguntó al sacar la cabeza de su coche.
—Así que te irás con el dobe— esa fría voz a su espalda la paralizó y sólo atinó voltear de medio lado a verlo.
El Uchiha se había adelantado a su idiota amigo, que como de costumbre había demorado charlando con cualquier estúpido que se le cruzara en el camino y él había aprovechado eso para llegar con esa ojiperla y advertirle; el entusiasmo de Naruto lo molestaba.
Ella giró su cuerpo para verlo de frente y un viento fresco ondeó ambas cabelleras.
—Bu-bueno… é-él…— comenzó y nerviosa desvió su vista al camino por el que debería llegar el ojiazul y que era transitado por diversos estudiantes. Jugó con sus dedos recordando, traidoramente, lo que entre él y ella había pasado,
Verla así de nerviosa molestó al de mirada negra —Vas a mantenerlo alejado— ordenó fríamente al interrumpirla.
Los ojos perlados se abrieron con sorpresa —¿Qué?
De un par de pasos, él se colocó prácticamente frente a frente y Hinata buscó retroceder, pero él se lo impediría de un firme agarre en su brazo, hecho que obligó a la Hyuuga a verlo a los ojos… estaban rodeados de estudiantes.
—No quiero que…— mencionaba el joven mientras le sujetaba el rostro, entendiendo ambos que pretendía besarla.
—¡Oe, Hinata!— la peculiar voz del rubio obligó a la chica a romper el contacto visual con el pelinegro que había interrumpido en todos sus actos, ambos localizaron visualmente a Naruto que, mochila al hombro, corría hacia ellos —¡Teme! ¿qué hacen?
La peliazul tembló cuando el sonriente rubio estuvo frente a ellos, había llegado un segundo antes de que el chico de mirada negra la soltara.
—…
—¿Qué hacen?— volvió a preguntar el Uzumaki, Hinata estaba como paralizada y Sasuke había desviado su rostro, indiferente.
—Ah…— ella quiso hablar pero su voz no lograba salir —, l-le… l-le e-estaba pre-preguntando a Uchiha san por… p-por ti, Naruto— su tono fue tan suave y no supo si por nerviosismo o por la mentira que otra vez le había dicho. Bajó su mirada al suelo.
Él sonrió abierta y sonoramente mientras se rascaba la nuca y le explicó que se había tardado porque de camino ahí, se había detenido a ver cómo Choji le daba una paliza a otro chico que había osado llamarlo gordo.
—Fue tan divertido, 'ttebayo— finalizó.
Una delgada sonrisa adornó el rostro de la peliazul ante el entusiasmo del Uzumaki.
—Será mejor… irnos— mencionó ganándose una mirada molesta por parte del pelinegro que permaneció en silencio, y un asentimiento efusivo del ojiazul.
—Te veremos después, teme. ¡Vamos Hinata!— se despidió el Uzumaki al tiempo que se giraba para dirigirse a su auto, alzando su mano como despedida.
Hinata, con su mochila al hombro, estuvo a punto de seguirlo, pero Sasuke alargó su mano, deteniéndola; la Hyuuga casi pierde el aliento al voltear a verlo.
—No olvides lo que te dije— un tinte de molestia se impregnó en su voz seria.
Ella desvió la mirada y no supo por qué asintió acatando sus deseos, tiró de su mano y él la soltó. El pelinegro vería molesto a la chica de largo cabello azulado, seguir con prisa y torpemente los pasos de su estúpido amigo. Maldición. El Uchiha se giró para dirigirse a su auto… todavía no estaba tan convencido de dejarlos esas horas solos.
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Naruto rió un poco apenado.
—Bueno, la verdad es que no tuve mucho tiempo de ordenar— dijo mientras conducía por el sector habitacional en un distrito de clase media.
—N-no te preocupes, N-Naruto, también me ha pasado— mencionó la Hyuuga al sonreírle.
El rubio se rió más relajado y siguió hablando de cualquier trivialidad, su voz sonaba por encima de la música de rock que alguna estación de radio sonaba. La Hyuuga siguió escuchándolo mientras veía con gracia un pequeño adorno de tablero frente a ella, era un pequeño zorro con diversas colas que meneaba su cabeza cómicamente mientras ellos avanzaban por la ciudad. Naruto era sumamente natural y agradable, le daba importancia al trato persona a persona y no todo a las apariencias, Hinata pudo comprobarlo cuando al subir, se encontró con un auto lleno de cosas, libros del rubio, ropa, un par de balones e incluso una caja donde supuso llevaba material de estudio, él se había avergonzado un poco, pero luego dejó de darle importancia, ella no tardó en hacer lo mismo.
—Bien. Aquí estamos— anunció el Uzumaki al detener el vehículo.
Los ojos perlados de la Hyuuga se abrieron con sorpresa.
—Era la casa de mis padres— explicó el joven y ella asintió, mientras todavía dentro del coche observaba la casa de un ladrillo casi rojizo, con un par ventanas altas y adornadas de diversas plantas y jardineras en el suelo; un par de barandales acompañaban a los cuatro escalones que había que subir para llegar a la puerta desgastada pero de gruesa y, aparentemente, fina madera. El lugar se veía sencillo, pero la Hyuuga no pudo evitar sentir calidez emanar de él, hecho que confirmaría un minuto más tarde al entrar.
El piso era de madera, que seguro si estuviese mejor pulida, podría casi resplandecer, sobre ésta se extendía la sala, tres piezas perfectamente acomodadas, de un color verde militar y con cojines naranjas, una alfombra pequeña al centro, justo bajo una mesa ratona que era adornada por una pequeña planta floral, pero que lucía menos con la gran cantidad de libros e incluso vasos de sopas instantáneas a su lado. Frente a esto, se encontraba un televisor en un improvisado mueble.
—Siento este desastre, enseguida quedará mejor 'ttebayo— mencionó el rubio que creyó ver todo incluso más desordenado que cómo lo dejó… no descartó la posibilidad que alguna ente maligna hubiese visitado su casa para desordenarla más de lo que ya estaba.
—De-descuida— le dijo, pero el rubio pareció multiplicarse al comenzar a levantar incluso ropa del suelo, Hinata avanzó a la sala y observó a la ventana, las plantas en ese lugar estaban perfectamente cuidadas y desprendían un aroma agradable que llenaba el lugar.
Un par de metros alejado de la sala, estaba el pequeño comedor, frente a éste una barra que dividía la cocina, y por último estaban una serie de puertas, Hinata supuso que eran las habitaciones, en una de las cuales Naruto no dejaba de entrar y salir cargado de cosas que seguro pensaba ocultar de su vista.
Con un suspiro cansado el rubio llegó frente a ella.
—Y bien… ¿quieres algo?
Ella abrió los ojos sorprendida con la velocidad con la que el chico dejó el suelo despejado y transitable. Negó despacio.
—Traeré un par de bebidas y mi computador— informó sin importarle su negativa.
—Bi-bien— terminó por decir.
Hinata se giró y observó las paredes, la mitad inferior estaba cubierta de delgadas tablillas de madera, y la superior presentaba una pintura blanca, manchada en algunos puntos de marcas amarillas, seguro de la humedad; a la Hyuuga se le apretó el pecho al verlas vacías… Naruto no tenía padres y por ello, ninguna foto familiar. Seguro se sentía sólo. Finalmente frunció el ceño al observar un pequeño cuadro a un par de metros de ella, avanzó los pasos necesarios y lo observó.
No supo qué sintió exactamente cuando vio a ese chico rubio que sonreía abiertamente a la cámara, y con los ojos cerrados, mientras abrazaba a una Sakura de tal vez siete años, y al lado de ésta, se encontraba aquél otro chico de mirada negra.
"..Eran tan amigos" pensó.
Sus ojos se quedaron fijos en el Uchiha de la fotografía y pudo apreciar un brillo en sus ojos, y aunque no sonreía de manera abierta como los otros dos, sí presentaba una mueca en sus labios.
—Es bonita, ¿verdad?— preguntó el rubio haciéndola casi respingar al no haberlo sentido acercarse — Es de mis mayores tesoros— soltó como sin nada —. Voy por mi portátil— informó luego de dejar las bebidas en la mesa ratona de la sala.
La ojiperla tragó pesadamente y se sintió mal.
Recordó la mirada que Sakura le dio a Sasuke durante la comida y cómo éste también la observó, no vio nada en él, pero vio la satisfacción de la chica; luego recordó ese cariño tan fuerte que Naruto le tenía y que el otro no se preocupaba en cuidar.
«Seguro Naruto te hablará de sus sentimientos»
Recordar las palabras de Ino la hizo sentirse culpable… ¿Naruto todavía sentiría aquello que Sasuke una vez le dijo?
Casi tembló cuando tuvo que sentarse al lado del rubio cuando éste llegó con el computador y le invitó a hacerlo… ella no podía acceder a nada, tal vez nunca.
El rubio comenzó abriendo un par de archivos mientras conectaba su banda ancha que le daría acceso a internet y le hablaba del tema que tenían que desarrollar; pero ella no pudo poner toda su atención al recordar aquella vez que, luego de que Sasuke la forzara en ese bar, él había estado en su departamento y ellos dos… ellos dos… habían… habían mantenido relaciones sexuales. La piel blanca de la chica se erizó… si Naruto -milagrosamente- la quería, ellos eran unos traidores.
—¿Investigaste algo Hinata?— preguntó el Uzumaki con naturalidad.
—¿Ah?... ah, s-sí— mencionó más nerviosa de lo que se debería mostrar. Naruto frunció el ceño pero lo dejó pasar —. E-esto— dijo y le tendió el folder con más de cincuenta hojas en el interior.
—¡Wow!¡Pero si casi todo está aquí, 'ttebayo!— se emocionó el chico al comenzar a hojear después de haber visto ese pequeño índice que ella se había tomado la molestia en hacer —… Eres genial, Hinata.
Ella se relajó un poco al ver que al menos su esfuerzo era reconocido.
Los ojos azules leyeron cada hoja con la atención que Hinata no sabía que él poseía. Pasó casi una hora en la que el Uzumaki se sumergió detallando cada frase y teoría de la ojiperla en ese trabajo, hizo un par de anotaciones y correcciones que ella observó y entendió con algo de esfuerzo… Naruto era muy inteligente cuando se debía.
—Está perfecto, esto es casi un diez seguro— mencionó satisfecho el chico —. Aunque yo también tengo mis aportes— dijo al guiñarle un ojo, haciéndola ruborizar —, espera y verás— dijo para ponerse de pie.
Ella, para bajar su sonrojo bebió por primera vez de la gaseosa de manzana que él le había ofrecido, y siguió sentada en la alfombra de la sala donde habían permanecido trabajando. Colocó su vaso semi lleno al lado del computador y abrió el navegador, buscó una página que le había servido para recolectar información esperando que él llegara.
—Esto es lo que yo he avanzado— dijo el rubio que no le importó volver a desordenar, al dejar su chamarra naranja sobre uno de los sofás, quedándose únicamente con su pantalón deportivo y su ajustada camiseta blanca.
—T-también es mucho— mencionó la Hyuuga al forzarse a ver sólo las hojas.
—¿Y esto qué es?— preguntó el rubio al ver la página web que Hinata había buscado.
—Ah… e-esto es…— dijo y pasó su mano frente al ojiazul que se encontraba justo frente al computador, para mostrarle la sección de asesoría en la que se había apoyado para su trabajo.
—¿Uhmm?— mencionó el chico al voltear a verla. Hinata enrojeció al ver su cara prácticamente a centímetros de la de ella. Ella tembló y se echó para atrás, en el acto le derramó su bebida al Uzumaki encima.
—¡Ah! ¡L-lo si-siento, Na-Naruto!— se disculpó al mismo tiempo que se ponía de pie asustada y avergonzada.
—Ahhh… descuida Hinata, de todos modos pensaba cambiarme— le dijo con una sonrisa —. Ahora vuelvo— mencionó y tras un par de metros se sacó la camisa, la misma que dejó en el respaldo de uno de los sofás, y mientras el rubio avanzaba a su habitación tratando de recordar si tenía alguna playera limpia, y Hinata se acercaba a tomar la recién manchada, pensando en lavarla, la puerta sonó.
Los dos pares de ojos voltearon a verla.
—¿Quién será?— preguntó Naruto y regresó.
Hinata, con la camisa en la mano, se ruborizó al verlo con el trabajado torso desnudo al pasar frente a ella.
—¡Hey, teme, ¿qué haces aquí?!— la sonrisa amplia y sincera de Naruto contrastó notoriamente con la molestia del Uchiha al verlo salir semidesnudo. Sus ojos, fríos y negros, se desviaron ligeramente y tras Naruto, observó a la Hyuuga con la prenda faltante en las manos — Pero pasa, no te quedes parado, yo necesito cambiarme— informó el rubio y dejó la puerta abierta mientras regresaba tras sus pasos, esperando no tardar mucho en encontrar algo limpio que usar.
—¿Qué demonios estás haciendo?— su voz fría ocultó su molestia, pero aun así, le quitó de las manos la prenda del rubio y la arrojó de mal modo en un sofá distinto.
—Ah… p-pues bu-bueno…— mencionó la ahora más nerviosa chica y desvió su rostro a la dirección donde estaba la puerta, tras la cual el rubio se había perdido.
—Responde— presionó y llevó una de sus manos a la barbilla de la ojiperla, para obligarla a voltear y verlo sólo a él. Estaba molesto, pero su rostro estoico no lo demostró al verla fríamente. ¿Qué demonios haría Naruto casi desnudo?
—Trabajando— respondió ella en un susurro al fruncir suavemente el ceño al verlo a los ojos… ¿qué hacía él ahí?
La profunda mirada negra se deslizó por el cuerpo de la chica, haciéndola estremecerse e incomodarse. La ropa de Hinata estaba en orden y en su lugar, después esos ojos se dirigirían a la prenda del rubio y girarían a la mesa de centro, encontrándose con las evidencias de estudios y con cierto vaso en el suelo. La soltó al deducir lo que ocurrió. Así como a esa tonta le gustaba el dobe, le hastiaba imaginarla dejándose tocar por él.
La puerta de la habitación del rubio se abrió y él salió justo cuando el Uchiha devolvía sus manos a los bolsillos de sus pantalones.
—Y… ¿qué haces aquí, teme? Hace meses que no te paras— comentó ingenuamente el ojiazul mientras terminaba de colocarse la nueva prenda.
—Decidí venir antes, de cualquier forma, tenía que pasar por aquí. ¿Tiene algo de malo?— respondió con sequedad al voltear a verlo. Se convenció también de ello… porque celos, no podía sentir. No era eso lo que lo llevó ahí.
El rubio abrió los ojos grandemente y se burló un segundo después —Para nada, 'ttebayo. ¿Por qué podría molestarme? ¿quieres ayudarnos?— preguntó sin verdadera necesidad de ello mientras regresaba a su lugar en la alfombra, Hinata dudó en seguirlo y finalmente terminó por ir a su lado.
—Y ustedes…— dijo el rubio cuando el pelinegro desinteresado tomó asiento tras ellos, en el sofá —tú y esa chica, ¿han avanzado ya?— completó al ver tanto lo trabajado por la Hyuuga y lo que él recién había traído.
Hinata, que le interesaba el tema, por Matsuri, quiso voltear pero no se atrevió, así que sólo lo vio de medio lado.
—Está todo resuelto— informó secamente al ver desinteresado lo que ellos hacían, mientras se recargaba en su lugar.
Naruto lanzó una exclamación de asombro, aunque en realidad no le sorprendiera mucho.
Durante las más de dos horas que estuvieron en el lugar, y bajo la previsión casi asombrosa de los dos miembros, el trabajo casi quedó completo. La estancia en el lugar se volvió todavía más pesada para la joven Hyuuga con la llegada inesperada del Uchiha, pero Naruto, como siempre, aligeró el ambiente con sus comentarios que si bien algunos habían sido sin sentido, otros sirvieron para sobrellevar una charla que los acompañaría durante las horas que estuvieron en esa sala.
Hinata pudo enterarse que el rubio, que a diferencia de ella y el Uchiha, no contaba con una empresa propia o de su familia en la cual laborar cuando terminase sus estudios, estaba trabajando en un proyecto bastante ambicioso e innovador en colaboración con Shikamaru, y que eso le estaba absorbiendo demasiado tiempo, pero que al final, valdría la pena. Naruto se veía entusiasmado en el que sería su primer trabajo profesional en menos de un año, tal era la efusividad del chico que, mientras trabajan, se dio el tiempo de incluir al aburrido pelinegro en la charla, siendo compensado apenas por monosílabos del otro, que no estaba nada satisfecho al ver la atención y casi admiración que esa peliazul estaba demostrando con la forma cómo le asentía a cada frase.
Justo cuando se finalizó con el trabajo, milagrosamente en un día, y Naruto estiró su cuerpo casi entumido, recargándose en el sofá peligrosamente cerca del cuerpo de la Hyuuga, Sasuke se puso de pie y les informó que era tiempo de irse.
—¿Qué?— preguntó el rubio que se acercó al computador a revisar la hora —, pero si ni siquiera comimos 'ttebayo— mencionó desanimado todavía viendo que ya eran las cinco.
La alta figura del pelinegro de pie en medio de la sala, atrajo la vista de la peliazul encontrándose con una mirada casi molesta, hecho que la hizo regresar sus ojos a su trabajo.
—Cre-creo que yo mejor… no voy— dijo mientras ordenaba perfectamente las hojas dentro del folder para posteriormente guardarlas en su mochila.
—¡¿Eh?!— el rubio que se ponía de pie volteó a verla —¿De qué hablas, Hinata? Ya habías aceptado, dattebayo.
—B-bueno… e-es que…
—No digas tonterías— interrumpió con una sonrisa el ojiazul —. Prometo regresarte a tiempo, no tendrás problemas, 'ttebayo— dijo y alzó su mano mientras avanzaba, seguramente al baño antes de partir.
Ella perdió el aliento al quedarse sola con el pelinegro, se colgó su mochila al hombro y después se levantó, la altura del chico solía intimidarla más estando en el suelo.
—¿Ahora pretendes huir?— preguntó y ella alzó sus ojos a él. Su tono frío sentaba bien con la mirada gélida y casi molesta que le dedicó.
—E-esto es… m-muy incómodo— dijo al dejar de verlo y comenzar a jugar con sus dedos.
—Pues acostúmbrate, y deja de verte tan vulnerable— advirtió y le tomó las manos para separarlas y obligarla a que dejara de jugar con sus dedos; él regresó sus manos a sus bolsillos… odiaba verla hacer eso, porque generalmente cuando alguien la veía, les provocaba ternura y lo que menos quería era las manos de Naruto abrazándola o tocándola para relajarla.
Una vez que el rubio estuvo de regreso se encontró por segunda vez en el día a esos dos muy juntos y misteriosamente en silencio, pero dejó de darle importancia al decirles que Shikamaru ya estaba esperándolos, al parecer, a él también le interesaba cumplir cuanto más rápido la dichosa misión y seguir con su fin de semana.
—Iremos caminando, ¿les molesta?— preguntó el rubio al ver al Uchiha salir de su casa —, el lugar aunque es agradable, no tiene buen estacionamiento, además es… algo inseguro— agregó rascándose la nuca y haciendo abrir más los ojos a la Hyuuga, que le sorprendió lo último dicho.
—Mhp— mencionó el otro que comenzó a caminar en dirección del mentado bar.
Naruto sonrió y de un brinco evitó los escalones de su casa, para llegar al lado de la ojiperla.
—¿N-no vas a asegurar la puerta?— preguntó la chica que lo vio sólo cerrarla.
El ojiazul que la animó a caminar se encogió de hombros —En realidad es defectuosa, se asegura sola y no abre a menos que sea con la llave, por eso me he quedado afuera un par de veces, aunque lo solucioné dejando un duplicado de mis llaves por ahí 'ttebayo— finalizó medio indignado por eso, recordando las veces que había roto los cristales de la ventana para entrar como vulgar ladrón a su propia casa.
—Oh…
—¡Oe, teme, espéranos!— gritó el rubio al otro que ya les llevaba varios metros de distancia.
El recorrido hasta el lugar de encuentro les tomó casi quince minutos. Todo el trayecto habían sido acompañados por modestas residencias que eran las que habitaban las personas de ese sector en especial, y mientras más se acercaban al bar, las casas fueron quedando atrás, siendo sustituidas por locales comerciales, un par de ellos ya cerrados; Hinata vio curiosa cómo ese lugar era de los que Neji siempre insistía en que no frecuentara, las calles eran solitarias, habían pasado un par de callejones que seguro de noche podrían llegar a ser peligrosos. Personas de diversas edades iban y venían por la banqueta donde ellos caminaban, todos lucían tranquilos y nadie les prestaba mayor atención, así como Naruto y Sasuke tampoco volteaban a verlos.
Cuando llegaron al final de la calle, la ojiperla vio un bar que ya tenía las luces neón encendidas y que emitía el sonido de una música estruendosa; también vio con preocupación como un par de motociclistas se estacionaron fuera del lugar, del que, en ese momento, salían un par de chicas con un aspecto desalineado.
—Por acá— la voz gruesa del Uchiha la hizo respingar y voltear a verlo.
Naruto ya se había adelantado, sin notar que ella había permanecido de pie viendo el lugar equivocado.
—Date prisa— volvió a hablar el pelinegro al momento de cruzar la calle y dirigirse a varios metros del lugar que la Hyuuga casi temía adentrarse.
—S-sí— asintió y casi corrió a seguirlo, pues en ese sector, estúpidamente, se sentía más segura al lado de ese alto pelinegro.
—Saliendo de aquí podemos ir a Ichiraku ramen, te va a encantar, 'ttebayo— habló el rubio volteando a ver a la ojiperla mientras le abría la vieja puerta de madera del lugar.
Hinata asintió y vio casi con agradecimiento que ese lugar no era como aquél otro. El local que si bien no era el más limpio donde había estado, era agradable. En el exterior sólo tenía una ventana grande que permitía exhibir sólo el área de la larga barra, dando intimidad al resto de los clientes.
—¡Ey!¡Por acá!— alzó la voz y la mano Ino al saludarlos e invitarlos a acercarse.
Naruto correspondió al efusivo saludo al imitarla y apresurarse a ellos, dejando atrás a los otros dos, uno, que con poco interés estaba ahí, y la otra que se dedicaba a observar el lugar.
—No mires a nadie a los ojos— soltó casi desinteresado el Uchiha al pasarla de largo y adelantarse a sentar junto al Nara, su novia, Chouji y Kiba que ya peleaba con Naruto.
—¿Eh?— mencionó ella al verlo avanzar, tragó suavemente y siguió viendo el todo.
Habían tres mesas de billar el fondo donde ya varias personas jugaban y fumaban, una luminosa rockola con sus lucen encendidas y sonando alguna canción que ella no conoció; un par de helechos en dos macetas adornaban un arco en la pared, el mismo que supuso conducía a los baños.
—Hinata— la voz seria y casi fantasmal de Shino casi la hace respingar, cuando el chico pasó a su lado.
—Ho-hola— saludó al seguirlo, avanzó entre las mesas redondas de madera rodeadas de sillas. El aspecto demasiado femenino y delicado de esa chica ojiperla de largo cabello azulado, resaltó en ese ambiente, al verse demasiado delicada ante los ojos de Ino, o como un ratón asustado, ante la mirada negra que ya había notado cómo algunos otros ocupantes del lugar los miraban.
—¡Hey, siéntate aquí!— sonrió la rubia al indicarle con la mano el acolchonado asiento de las largas bancas de madera, con espacio hasta para seis personas de cada lado de la delgada mesa —¿Piensas estudiar aquí?— preguntó con gracia al ver el tirante de la mochila de la ojiperla en su hombro.
—¿Ah?¿Qué?— preguntó la joven que hasta ese momento se percató que no la había dejado —Ah… ah, no, es sólo que…
—Olvídalo— interrumpió —. Ojalá este espacio se llene pronto— dijo siendo consciente que para albergar al equipo completo de baloncesto al menos necesitarían dos largas mesas —… aunque— añadió torciendo los labios —, me interesa conoces a esa tal Temari.
—¿Temari?— preguntó curiosa la ojiperla que ya no prestó atención al resto de los chicos que se habían envuelto en su charla.
—Ah, cierto, creo que no la conoces— recordó la rubia.
—He oído hablar de ella— confesó.
—¿En serio?
Hinata asintió —E-es amiga de Matsuri, una compañera mía— informó.
—¿Y cómo es?— preguntó curiosa la chica al apoyar sus codos sobre la mesa.
La ojiperla se encogió de hombros —No lo sé, sólo la he visto una vez— dijo e Ino se mordió el labio inferior —¿Te está preocupando?
La rubia se recargó en el respaldo de la banca y metió los dedos de sus manos en los bolsillos de sus ajustados jeans, que acompañaban a su top morado ajustado al cuello, que ese día había decidido portar.
—No lo sé— dijo volteando a ver de medio lado a su despreocupado novio que bebía una cerveza.
La Hyuuga estuvo a punto animarla pero en ese instante, la puerta del local se abrió, iluminando con la todavía luz solar, el más oscuro interior. Cuando los ojos perlados de Hinata se fijaron en la pequeña falda de mezclilla y la blusa ceñida roja de Sakura, se sintió realmente desentonada en ese lugar. Junto a la pelirrosa llegaron casi la totalidad del equipo, acomodándose entre un alboroto recibimiento, en la banca de a un lado.
—Hola— saludó la ojijade, permaneciendo de pie frente a los chicos sentados.
Naruto se levantó a saludarla a ella y al resto.
—Pero siéntate, Sakura-chan, me da gusto que al final te hayan dejado venir— animó el joven, la pelirrosa sólo sonrió… a decir verdad, evitó pedir permiso.
—S-Sasuke— saludó al chico que apenas la vio de medio lado al sentarse junto a él —… y ¿ya están todos?— preguntó ahora al resto.
Kiba bufó molesto —Pues el equipo está completo, sólo faltan los nuevos. ¡Joder!, se supone que por ellos estamos aquí— dijo mientras llegaba una delgada mesera que dejó un par de cubos con hielo y cervezas.
La peliazul se percató de la mirada verde, curiosa y avergonzada de Sakura sobre el Uchiha que sólo se estiró para tomar la primera cerveza.
—¿Kakashi sabe que en la reunión habrá alcohol?— preguntó con gracia.
Shikamaru se encogió de hombros y el resto no le dio importancia.
La pelirrosa volteó a ver al pelinegro, esperando una respuesta.
—Qué demonios voy a saber— su voz cortante y fría sorprendió a la ojijade y llamó la atención del grupo, por un segundo el lugar se mantuvo en silencio, pero otra vez la puerta del lugar se abrió, y la llegada de cierta rubia, un pelirrojo y un robusto castaño, atrajo la atención de ese grupo de la esquina.
—Vaya, hasta que nos brindan el honor de su presencia— comentó Kiba irónicamente al verlos recorrer con la mirada el lugar, para después, acercarse a ellos.
El Nara suspiró cansadamente mientras se levantaba y se dirigía a ellos, él, como capitán del equipo, estaba obligado a que el buen ambiente predominara, sólo eso le importaba en ese momento, y claro, acabar con ello prontamente.
Hinata dejó de ver con pena a Sakura para, como Ino, prestar atención a los recién llegados, sus ojos perlados se abrieron con ligero asombro al reconocer a ese chico pelirrojo y de fría mirada verde que veía desinteresado el lugar, y que caminaba detrás de la atractiva chica de falda de mezclilla desgastada y delgada blusa verde oscuro que colgaba de uno de sus hombros, la misma que la Yamanaka veía celosa mientras se detenía a hablar con su novio.
—Joder— mencionó la rubia de jeans. Esa tal Temari se veía bastante bien fuera de su uniforme deportivo —. Supongo que yo también voy a saludarlos— les dijo al resto mientras se ponía de pie, obligando a Hinata a hacer lo mismo para darle espacio para salir.
—Pe-pero Ino— mencionó buscando detenerla, pero la rubia caminó segura al lado de su novio.
Kiba sonrió fascinado —Bueno, con algo de suerte, tendremos un espectáculo de celos esta tarde.
Naruto, que recién llegaba de hablar con sus compañeros, tomó asiento junto a Sakura, al haberse ocupado con un callado Shino, el lugar frente a Hinata.
—¿Celos?¿Por qué celos, 'ttebayo?— preguntó realmente sin tener idea.
—Pues…— quiso explicar Kiba al ver a la chica colgarse del brazo de Shikamaru y mientras éste la veía confundido, la otra rubia la veía con fría indiferencia, la misma, que seguro molestó a la Yamanaka.
—Será mejor no tocar el tema, al parecer las cosas ya están bastante tensas— aconsejó la pelirrosa que notó la mirada insistente que el Uchiha le dedicaba al chico pelirrojo y que vestía completamente de negro.
Naruto que no lamentó no enterarse de nada, estuvo de acuerdo, mientras más sana fuese esa reunión, no habría razón de otra.
En ese momento el Uchiha se levantó para atender una llamada.
Se hizo un momento de silencio en el que los jóvenes de la mesa esperaban que los recién llegados terminaran de llegar a ellos, y eso fue realmente tenso para la Hyuuga, que un par de veces había volteado a ver al Uchiha, recordando cierta advertencia que le había hecho sobre ese ojiverde que acababa de llegar, y en esas veces, el pelinegro la había encontrado mirándolo, cosa que la ponía más nerviosa… ella se había prometido que si podía ignorarlo lo haría, pero era casi imposible. Hinata no supo porqué, pero ahora se sentía realmente inquieta por la presencia del Uchiha.
—I-iré al baño— informó al levantarse nerviosamente, tanto, que no se percató que se llevó –otra vez- su mochila en el hombro.
—¿Sabes dónde está?— se levantó Sakura al preguntarle.
Hinata asintió, suponiendo el lugar exacto, a decir verdad, prefería ir sola y respirar un momento para tranquilizarse.
—A-ahora vuelvo— informó.
—Hinata, ¿quieres una bebida?— también se levantó el rubio a preguntar cuando la vio alejarse, dudaba que la peliazul gustase de las cervezas.
Ella sólo asintió buscando no detener más sus pasos y terminar por alejarse.
• • •
—¿Y ahora qué demonios quieres?— contestó el teléfono fastidiado el Uchiha.
Itachi sonrió desganado del otro lado de la línea.
—Hablé con mamá— comentó con simpleza haciendo rodar los ojos al menor de ellos.
—No te metas en esto— cortó secamente mientras llevaba su mirada otra vez a la ojiperla que en ese momento se levantaba de la mesa, atrayendo la mirada de Sakura que no había dejado de hablarle por cualquier razón desde que llegó.
Se hizo un pequeño silencio en la llamada —Dijiste que no era serio— le recordó el mayor.
—No es tu asunto— volvió advertir mientras veía a Hinata alejarse al fondo del lugar, seguro a los baños. Él siguió de pie del otro extremo del lugar.
—No nos metas en problemas— ahora fue el turno del mayor de advertirle, al mencionar sus palabras con tono casi cansino —. Sasuke, tú sabes bien que esa chica es…
—Itachi, debo colgar— mencionó y lo hizo sin esperar respuesta cuando se percató que los ojos del pelirrojo de Suna, también habían sido atraídos por esa torpe Hyuuga al momento de alejarse.
El pelirrojo volteó a verlo y sonrió apenas de medio lado mientras avanzaba directo al sector de mesas largas, donde el equipo estaba reunido en un par de éstas.
El Uchiha resopló hastiado y con las manos en los bolsillos regresó junto al resto, cuando vio a Lee sentado en su sitio se giró, dispuesto a ocupar el lugar entre las dos mesas, pero Sakura habló.
—Oh, Sasuke, Lee tiró por accidente tu bebida, pero aquí tienes otra— mencionó haciéndolo detener y moverse al chico de pobladas cejas que se rió avergonzado.
—Lo siento, Sasuke, no fue intencional, yo pago tus tragos— concilió animoso mientras se retiraba, regresándole su lugar para su mayor fastidio.
• • •
Luego de haber llegado a los sanitarios tras ignorar las miradas de un par de personas que seguro la creían retrasada o algo parecido, al portar su mochila y aferrarse a ésta, luego de notarla, Hinata por fin localizó los sanitarios.
—Intenta mantenerte tranquila— se suplicó. No supo ni porqué se sentía tan tensa, no debía importarle tanto.
Mojó sus manos y llevó una de ésta, húmeda por el líquido a refrescar su nuca.
Si ese chico Gaara le hablaba ella no podía ser grosera y no responder, o alejarse de él, como seguro aquel chico de mirada negra quería y una vez le había exigido. Hacer eso simplemente no era parte de ella.
Cerró los ojos y apoyó sus delgadas manos en el pequeño lavabo de ese lugar. Inhaló y exhaló un par de veces, mientras se animaba a salir, tampoco quería llamar la atención al tardar de más; pero su inseguridad, que siempre la acompañaba, le decía que ese pequeño y asombrosamente aseado cuarto de baño, podía ser buen lugar de estancia para pasar desapercibida para el mundo.
—Vamos, Hinata, has estado en peores casos— se animó al levantar del suelo la que ya era su casi inseparable mochila y abrió la puerta de ese lugar.
—Vayamos a mi auto— sugirió una chica que besaba de forma nada pudorosa a un joven, mientras lo hacía retroceder al fondo de ese pasillo, la joven se dejaba tocar sin pena alguna bajo la ropa. Hinata tuvo que detenerse de golpe para no chocar con ellos. El chico había murmurado algo que le resultó inentendible y terminaron de avanzar, estrellándose con una puerta metálica, la misma que abrirían para salir al exterior. Una puerta trasera, entendió la Hyuuga.
—¡Ey, aquí estás!— saludó el rubio que había ido a buscarla —¿Pasa algo?— le preguntó al verla extraña.
—¿Ah? N-no, nada— dijo avergonzada al haber observado esa escena casi íntima de la pareja.
—Vayamos con el resto, 'ttebayo— dijo y cuando Hinata asintió para avanzar, el confianzudo chico le rodeó los hombros en un abrazo —. Te pedí un par de bebidas, espero que alguna te guste— volvió a hablar ya cuando estuvieron cercanos a llegar.
—Gra-gracias, Naruto— dijo la joven que regresó a su lugar, ésta vez el rubio se sentó frente a ella, ya que Shino se había integrado al otro grupo.
—Pensé que te habías perdido— bromeó Ino sentada a su lado.
Hinata se avergonzó y rascó su mejilla —No quise tardarme— aseguró y observó los tres vasos largos con bebidas diferentes, todas eran de un color distinto, no sabía que en un lugar como ese sirvieran bebidas similares a las de los elegantes antros donde sus amigos acostumbraban a invitarla.
No supo cuál elegir, así que tomó una azul que estaba más cercana a ella.
—Ah, ¿puedo probar?— Sakura se estiró y tomó otro de los vasos — Creerás que el idiota de Naruto no me dejó elegir una hasta saber cuál preferías tú— se quejó la chica que al momento de sentarse, dio un golpe con el codo al rubio.
Hinata casi se ruboriza pero prefirió sonreír y ladear su vista.
—Entonces yo tomaré ésta— dijo confianzudamente la Yamanaka.
—¡Oe!¡Que el holgazán de Shikamaru pague tus propias bebidas!— refunfuñó el Uzumaki para el placer de la rubia que disfrutaba molestarlo; ésta se recargó en su novio y dio un trago poco femenino a la bebida, provocando otra queja del rubio que pronto tuvo todo un escándalo en la mesa, el tema dejaría de ser pronto las bebidas, para ser otro sin ninguna importancia, pero que a todos, o casi todos, involucró en la escandalosa conversación.
Por primera vez la Hyuuga se sintió cómoda, nadie parecía estar prestándola atención, cosa que la relajó. Dio un par de tragos a su bebida, que sí contaba con una cantidad nada desapercibida de alcohol, mientras veía a sus amigos ir y venir de una mesa a otra. Poco a poco los clientes asiduos habían desaparecido para sólo dejar a los universitarios en el lugar.
La música fue a gusto de cualquiera que se levantara a introducir una moneda y seleccionara una canción, conforme el sol bajaba, el lugar era mayormente iluminado por luces de colores tenues, y sólo la barra y las personas ahí disfrutaban de luz blanca, que cumplía con su función específica de lucir las botellas de distintos vinos colocados en los exhibidores detrás del barman, ya entrado en años.
Naruto, siendo el más sociable de todos ellos, y luego de charlar durante largos minutos con la Hyuuga y todos los presentes, terminó por pasar a la mesa contraria, charlando incluso, con Kankuro, que no era miembro del equipo.
Ino se había levantado con Shikamaru a una mesa de billar, y Kiba estaba discutiendo-charlando con Sasuke que era defendido innecesariamente por Sakura, ignorando, por lo menos un par de éstos, a la ojiperla que se encontraba en el extremo opuesto de la mesa, y que había optado por volver a tomar de otra bebida similar a la que anteriormente había tomado, para no sentirse tan incómoda, aunque comenzaba a arrepentirse, pues las yemas de sus dedos comenzaban a hormiguear.
Una persona se dejó caer pesadamente justo en el último lugar de la banca contigua, quedando prácticamente a su lado, ella, curiosa, volteó a verlo, encontrándose con una sonrisa de medio lado en una actitud divertidamente cínica debajo del par de verdes ojos.
—Así que por esto no podías acompañarme hoy— la voz ronca del chico la hizo abrir más grandemente los ojos.
Hinata ladeó su cuerpo prestándole toda su atención y se llevó una mano al pecho.
—Y-yo te dije que…— quiso decir y el joven volteó a ver al frente, donde personas iban y venían — ¿Ve-ves que no mentí?— cuestionó la ojiperla y mordió ligeramente el interior de su labio, pues tontamente sí le preocupaba que creyese lo contrario.
—Eso parece— dijo el chico haciéndola fruncir el ceño —¿Y éstos son tus amigos?— volvió a cuestionar con voz ronca al momento de sacar un cigarrillo y encenderlo.
Hinata asintió —A-algunos de ellos lo son.
El pelirrojo extendió una sonrisa socarrona al recargarse completamente en la banca y echar uno de sus brazos tras ésta, también para quedar prácticamente de frente a la chica. Sin necesidad de ver al Uchiha que se ubicaba en el extremo opuesto de la mesa, sintió la insistente mirada de éste puesta sobre ellos, cosa que lo divirtió, más, después de esa pequeña advertencia que le había dado un par de días atrás, donde reclamaba propiedad por esa elegante chica a su lado.
—¿Juegas billar?— preguntó enseguida.
—¿Eh?... n-no— dijo y negó insistentemente.
—Entonces yo te enseño, ven— le dijo y se levantó, con un movimiento de cabeza, la invitó a seguirlo.
—P-pero…
—Anda— apresuró el chico con voz más firme y ella terminó por seguirlo sin querer ser grosera; no se detuvo a ver como Sakura y Kiba, incluso Sasuke se les quedaron mirando marcharse sin mucha discreción.
Pronto en las mesas largas no quedó nadie, un par de chicos se habían marchado, Ino jugaba una partida de billar y aunque mostraba cierta experiencia, se veía frustrada perdiendo contra la chica rubia de chongos. El resto del equipo y algunos clientes frecuentes charlaban distribuidos por el lugar, la mayoría de pie con tragos o cigarrillos en las manos, desplegando el aroma por el lugar; a pesar de eso, seguía siendo un ambiente tranquilo.
—Ponte de este lado— indicó el ojiverde a una distraída Hinata que se había quedado viendo cómo el Uchiha se había dirigido a la barra, lugar hasta donde Sakura lo siguió y poco después de cruzar un par de palabras, regresó desanimada… la ojiperla sintió pena por su situación cuando la pelirrosa luego de eso, se marchó.
Después de cinco minutos, en los que Gaara le mostró un par de posiciones y le explicó qué bola golpear y a dónde dirigir, él la dejó al mando del taco.
—E-esto no… n-no es muy lo mío— confesó la joven con cierta renuencia.
Cuando al pelirrojo se le ocurrió la idea de colocarse tras ella, y sujetarla de ambas manos para dirigir el golpe, ocurrió lo que creyó, pero duplicado en alcance, ya que no sólo pronto tuvo al Uchiha delante de ellos, sino también a cierto escandaloso rubio. La sonrisa en el rostro del chico apenas mostró su satisfacción y pretendió no darles importancia.
—Cre-creo que yo puedo s-sola— habló la nerviosa Hyuuga y cómo pudo, se salió de entre sus brazos, al notar a los dos jóvenes con quienes llegó, llegar a ellos.
—¿Estás bien, Hinata?— cuestionó el rubio, y mientras él se preocupaba de verla a ella, la mirada fría y molesta del Uchiha se posaba sobre el pelirrojo.
—Será mejor que la dejes— la voz ronca y seria del pelinegro hizo temblar a Hinata, Gaara por su parte terminó por entender un poco más del lío que esos tres se traían, pues a pesar que ese Uchiha la reclamaba como algo suyo, todavía no hacía nada obvio que demostrara tal cosa; y por el contrario, durante el tiempo que estuvieron ahí, ella había pasado más tiempo con el ruidoso rubio que ya se había colocado a su lado… pero entonces, ¿por qué la mirada perlada oscilaba entre él y el celoso Uchiha?¿era un secreto?
La sonrisa del de fríos ojos verdes, se extendió.
—Sólo la enseño a jugar— mencionó irónicamente recargándose en la mesa.
A Naruto, que no le gustó nada lo que vio, no le quedó más remedio que aligerar la tensión, después de todo, por eso estaban ahí.
—Entonces juguemos todos— concilió el rubio.
El pelirrojo que no estuvo muy de acuerdo terminó por ceder, en cambio el Uchiha sólo se recargó en la mesa y descansó sobre el borde de la misma, la botella de cristal de su cerveza.
Hinata quiso desaparecer.
No pasaron veinte minutos, con un par de malos golpes por parte de la ojiperla, cuando Naruto fue llamado con la mirada por Shikamaru, cuando Ino y Temari comenzaron a subir de nivel los comentarios cuando una acertaba y la otra se equivocaba.
—Tu turno… preciosa— mencionó Gaara maliciosamente y luego de ver a la chica sonrojarse, retó con la mirada al Uchiha.
Hinata agachó la mirada al pasar frente a Sasuke, para colocarse en la que creyó sería una posición idónea, se posicionó, pero justo cuando golpeó la bola, un chico empujó a otro y éste al taco, saliendo la bola disparada metros de la mesa.
—¡Lo siento!— se disculpó la Hyuuga y se apresuró a ir a levantarla.
Ambos varones la observaron y sin desvanecer la hostilidad de sus verdes ojos, Gaara vio una última vez al de gélida mirada negra, justo antes de girarse e ir al encuentro de la torpe y simpática chica.
—Kuso— mencionó en voz baja el de celosos ojos negros.
—Ey, aquí están— bromeó el pelirrojo al referirse a ella y la bola. Hinata respingó al verlo apenas giró para regresar —¿Estás bien?— preguntó frunciendo el ceño. La chica se veía pálida y sus dos manos apretaban la bola furtiva.
Hinata asintió efusivamente y buscó salir de ahí y regresar al sector de mesas —L-lo siento— se disculpó y buscó evadirlo.
—Oe— la detuvo el pelirrojo al tomarla del hombro, ella volteó a verlo por inercia —¿estás segura que estás bien?— volvió a cuestionar y la ojiperla ya no tuvo tiempo de contestar cuando el Uchiha estuvo tras ellos.
—Suéltala— exigió y esta vez, le sujetó la mano.
—U-Uchiha san— mencionó la sorprendida Hyuuga al notar la fuerza con la que lo presionaba. La forma de llamarlo no le pasó desapercibido al astuto pelirrojo.
—No creí que fueras tan celoso— mencionó el de ojos verdes, sorprendiendo a la peliazul —No cuando aquél rubio idiota la ha tocado más que yo— dijo y la presión en su mano aumentó, no estuvo seguro que el pelinegro se hubiese percatado que lo hacía.
Hinata abrió los ojos sorprendida al ver que Gaara disfrutaba molestarlo, incluso parecía, que hasta el sufrimiento padecido… esos dos chicos eran tan iguales.
—P-por favor— quiso meterse entre ambos.
—No te metas, Hinata— advirtió secamente el pelinegro.
—¿Hinata? ¿no es tu mujer?... o ¿cómo la llamaste?— se burló el pelirrojo.
—¿Qué?— mencionó casi sin aliento la joven que ahora volteó para atrás, esperando que nadie más llegara.
El pelinegro soltó al más pequeño —No te le acerques— advirtió y lo vio con soberbia.
—Si te zafas de él, búscame— comentó maliciosamente al ver que el Uchiha se llevaba a la chica, abrazándola de los hombros. Ella se paralizó y él no vio el momento justo cuando el Uchiha, perdiendo toda compostura, regresó y le estrelló su puño cerrado en la quijada.
El pelirrojo se tambaleó y sonrió grandemente mientras se tocaba el lugar afectado.
—¡Por Dios, no!— suplicó la ojiperla cuando el chico, aparentemente desquiciado regresó el golpe al moreno. Hinata tembló al escuchar los golpes secos de ambos cuerpos, ésta vez uno respondía inmediatamente al del otro.
Cuando el colérico Uchiha acorraló al pelirrojo, Hinata se marchó, corrió por su mochila a los pies de la mesa de billar y regresó a ese pasillo, saldría por la que sabía era la puerta trasera y huiría de ahí.
—¡Hinata!— la llamó el molesto pelinegro.
—¡Sasuke!¡Gaara!— la voz de Naruto irrumpió en el lugar, lo suficientemente extrañado para no notar el llamado la ojiperla.
El pelirrojo sonreía excitado por la pelea y por los fuertes golpes que seguro marcarían su rostro, él se miraba más repuesto que el ofendido Uchiha, y eso lo hacía sentirse un ganador.
—¿Qué demonios pasó aquí? ¿A qué demonios creen que venimos?¿Cómo mierdas echan todo a perder?— reclamó el molesto e indignado rubio, que más que eso, le preocupaba la tranquilidad del equipo en conjunto.
—No te metas en esto, dobe— dijo el pelinegro mientras se limpiaba un delgado hilo de sangre que escurrió de su labio.
—Joder— mencionó el fastidiado Nara que al escuchar la voz de Naruto, se acercó a ver —¿Qué significa esto?
—¿Por qué no le preguntan?— animó con maliciosa diversión el de voz ronca que distraídamente también se limpió un hilo de sangre que escurrió de su casi invisible ceja.
Con clara molestia el Uchiha volteó a ver al pelirrojo, Naruto mantenía su atención sobre él y él no se podía dar el lujo de contar la verdad. Era patético. Pero no podía, no podía decir que estúpidamente se enfrentó a golpes con el perdedor ese, porque estaba celando a la idiota Hyuuga. Era consciente, y se jodía por ello, de que si pensaba cuidar la retorcida unión-relación que mantenía con Hinata, era primordial que Naruto no se enterase; porque de lo contrario, la tonta chica se alejaría… todo por el imbécil del dobe.
Dejó de ver al chico de Suna y se volteó dispuesto a inventar algo.
—Sólo digamos, que tu amigo no es un buen perdedor— habló el pelirrojo para la sorpresa de Sasuke, que no volteó a ver cómo les mostraba la bola que anteriormente había estado en las manos de la chica, por la cual los estaba cubriendo… esa fina y bonita chiquilla había sido amable con él y él no tenía intención de complicarle la vida.
Naruto se llevó la mano a la nuca y la rascó.
—¡Ya veo! No, el teme no suele tomarse bien tampoco las cosas cuando le pateo el trasero, 'ttebayo— aseguró el rubio relajándose.
Shikamaru volteó a ver la mesa donde habían estado jugando y se percató que el juego no había terminado. Suspiró y esta vez dejó pasar el hecho que ambos le mentían a Naruto… ya después sabría por qué.
—Ey, teme, ¿a dónde vas?— se apresuró a preguntar el rubio al ver a su casi hermano salir por la puerta trasera.
—Me largo.
Que no dijera la verdad, sólo le dio la razón al pelirrojo, entre esa niña rica y el estúpido Uchiha, pasaba algo.
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O.O.O.O.O
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Los todavía presentes rayos solares molestaron los delicados ojos perlados apenas salió. ¡Dios, no podía creer lo que estaba pasando ahí adentro! Ella nunca había sido buena para ver ese tipo de peleas, se sintió pequeña e intimidada entre los dos fuertes y altos cuerpos, además, tenía pavor que Naruto, Ino o cualquiera de sus amigos escucharan las palabras de ese chico pelirrojo y descubrieran finalmente ese secreto que tanto le había costado mantener.
Cuando cruzó la calle, casi la atropellan.
—¡Fijate, tonta!— gritó la joven del auto.
Hinata quedó con sus manos en su boca e inclinó la cabeza pidiendo disculpas, para luego terminar de cruzar.
Sus ojos asustados observaron las distintas direcciones, debatiéndose por donde continuar. Necesitaba un taxi o una parada de camión para tomar el metro, para su mala fortuna, en ese sector su móvil no tenía cobertura. En su recorrido visual, se encontró con una mirada azul que se posó, de momento, desinteresada en ella, cuando vio a un chico de mirada fría y rojiza acompañarlo, una mala sensación la hizo alejarse de ellos. Caminó por la misma calle por donde llegaron, ya más adelante conseguiría cómo irse.
—Joder, ya vámonos, Deidara— se quejó Sasori que había terminado de subir a su auto mientras se recordaba nunca volver a dejarle las llaves al loco ese.
El chico de cabello rubio sonrió con malicia al reconocer a esa chica de ojos perlados que casi muere tontamente atropellada.
—Vamos— dijo en un susurro al poner el auto en marcha.
—¿A dónde demonios vas?— preguntó el fastidiado pelirrojo que creyó, que luego de haber salido de ese bar de mala muerte donde estuvieron, Deidara terminó más estúpido de lo que ya era.
El chico se pasó la lengua por los labios —Creo que se me acaba de ocurrir una manera de fastidiar a cierta persona— informó mientras pisaba el acelerador.
—¿Qué?
El otro ya no respondió y mantuvo la velocidad constante hasta alcanzar a esa apresurada chica de bonito cuerpo y pelo largo.
—¡Oe!— le habló a la joven que se tensó y apresuró su paso —¡Oye, niña! Te estoy hablando, ¡mocosa!— alzó la voz el rubio al verse olímpicamente ignorado por la ya asustada chica.
Hinata casi detuvo sus pasos al voltear a ver al auto que se detuvo, cuando notó que la puerta se abrió, esta vez casi corrió.
El rubio corrió tras ella —¡Ey!— la detuvo al sujetarla de la mochila, la misma que se abrió, y dejó al aire y suciedad el tan preciado proyecto de la Hyuuga.
—¡Cielos!— mencionó la joven que quiso regresar sus pasos para levantar sus cosas, pero el chico se lo impidió al atravesarse en su camino, y recargarse en la pared —¿Q-qué quiere?— preguntó recelosa viendo como el viento de la tarde alejaba las hojas, su ceño se frunció preocupada.
El chico sonrió y para fastidio del aburrido pelirrojo en el auto, se acercó a la peliazul.
Ella en una fracción de segundos analizó el peligro, no lo conocía y el chico ya había sido violento con ella al arrojar al suelo sus cosas, lo que menos quería era que la forzara a entrar a ese vehículo donde una persona esperaba. Entró en pánico al recordar la vez anterior que una persona la obligó a algo.
Antes de que el rubio pudiese preguntarle algo, ella retrocedió dos pasos, casi a punto de hiperventilar y echó a correr de ahí.
—Maldita sea— gruñó el chico de coleta y se fue tras ella.
La Hyuuga dobló en la primera esquina que encontró, pero sus pasos se frenaron abruptamente al ver que no era ninguna calle, era uno de los varios callejones que había visto. Su cuerpo se tensó y giró para salir, pero en ese momento el chico llegó.
El fastidiado rubio entró un par de pasos al callejón, su cabello brillaba todavía al darles los últimos rayos solares.
—¿Qué quiere?— preguntó ella retrocediendo.
Él sonrió… así que ya pensaba volver a hablar. Hinata se pegó a la pared, y él no se colocó frente a ella todavía, siguió cerrándole el paso.
—¿Conoces a Sasuke?— preguntó secamente mientras admiraba en un vistazo el cuerpo de la chiquilla varios años menor a él.
Los ojos perlados se abrieron notoriamente y él entendió que sí lo conocía… Entonces sí era esa la chiquilla que el imbécil de Sasuke acompañaba aquella vez en el Hospital… volvió a recorrer su cuerpo con la mirada y Hinata sintió que dejó casi de respirar, su corazón le latió con fuerza en el interior.
El chico rubio se colocó por fin frente a la Hyuuga y la tomó de la barbilla… esa chiquilla no sólo era una acompañante fortuita del Uchiha… no; esa tonta niña debía ser algo así como su amante, y eso le resultó obvio, porque aquél imbécil nunca andaba por las calles con ninguna mujer, no al menos, con ninguna que no le importara.
Él sonrió de medio lado, alertándola.
—Podemos pasarla bastante bien— dijo y ella perdió el aliento cuando él deslizó su mano por una de sus piernas, para finalmente tocar su trasero. Ella no se pudo mover.
El chico se acercó a olfatear su cabello y Hinata tembló, apretó en puños sus manos y obligándose a recordar que no debía ser nunca más vulnerable, lo decidió, aquella ocasión había sido demasiado tonta, ésta vez no podía volver a pasar. Cerrando los ojos, sujetó al rubio de los antebrazos y dio un nada elegante golpe en medio de sus piernas, algo indigno para los practicantes del taijutsu característico de su familia, pero surtió el mismo efecto que su primo le había dicho.
Viéndolo doblado, giró su cuerpo y quiso correr, pero el sinvergüenza y fuerte chico, estiró su mano y tras dos largos y dolorosos pasos, la tuvo en su poder. Entrada en pánico, ella forcejeó y el joven dejó de jugar, apretó su agarre y la jaló bruscamente haciéndola golpearse el hombro y costado del cuerpo en la pared, perder el equilibrio y caer al suelo ensuciando su pulcra ropa.
Ella tembló ahí en el suelo y su mente, a pesar de buscar un escape, pocas posibilidades le encontraba.
Deidara apretó sus dedos en el puente de su nariz al jalar aire… no pretendía llegar a ese extremo, pero ella llevó todo a ese punto.
—Levántate— ordenó y le apretó el brazo al sujetarla y obligarla a hacerlo.
El brazo derecho de la Hyuuga tembló, presa del dolor que le era infringido.
—De-déjeme ir, p-por favor— suplicó y ya no pudo ocultar sus lágrimas. Para su mala fortuna ese lugar no parecía ser el más transitado los sábados por la tarde.
—¡Shhh!— la silenció el chico al ponerle una mano en la boca. La vio una vez más — Tienes un cuerpo bastante bueno— le dijo despacio al verla a los asustados ojos —, pero no eres mi tipo— aseguró.
¿Qué demonios veía el imbécil de Sasuke en esa chiquilla asustadiza? ¿Encontraría placer en eso?... o tal vez era sólo por el lindo cuerpo de la joven; no supo si descartar la idea, ya que a él lo aburrían las chicas así de serias, como ella parecía ser, él prefería las con iniciativa.
El joven volvió a sonreír al verla llorar. Era tan frágil esa tonta niña… "Voy a fastidiarte, Sasuke" pensó y se perdió por unos segundos meditando ese asunto.
—Suéltala— una fría y molesta voz se escuchó a varios metros de ellos. Deidara sonrió y Hinata experimentó una especie de tranquilidad que la abordaba, algo que hacía mucho no sentía. Cerró los ojos y lo sintió acercarse.
—Sólo pretendía observar de cerca a tu mujercita y tal vez pasarla bien— mencionó el cínico muchacho al soltarla.
—¿Estás bien?— preguntó secamente al ubicarse entre el rubio y ella. Hinata alzó su vista a él, la vio frágil y temblorosa con sus ojos lloroso y el rastro de sus lágrimas en ese rostro que como su ropa, se encontraba sucio. Él tragó discretamente al sentir un nudo en su garganta.
Una sonrisa se escapó de los rosados labios del chico de coleta, estaba harto de que Sasuke no lo tomara en serio.
El Uchiha se volteó a ver a ese que casi era hombre muerto, luego de que Hinata, todavía derramando lágrimas, le asintiera a su pregunta. Ella dijo estar bien cuando era obvio que no.
—Realmente no te importo en lo absoluto, ¿cierto, Sasuke?— preguntó con una sonrisa ofendida el rubio de coleta.
—No— aseguró secamente.
Deidara se aseguró que iba a borrarle esa expresión de niño presumido que el Uchiha tenía, mientras lo miraba sonriente.
Hinata siguió sollozando tras el pelinegro sin atreverse a mover siquiera, y éste volvió a sentir la toda la fragilidad de esa tonta chica.
—¿Te hizo algo?— preguntó viéndola de medio lado y el rubio sonrió, deseando que le dijera que sí y así poder tener una excusa más para ambos romperse la cara.
—¿Eh?— mencionó ella asustada al perder el aliento ante esa mirada negra puesta sobre ella — N-n-no— dijo y bajó su mirada mientras se llevaba ambas manos al pecho.
Él se molestó al percatarse de su mentira, ese imbécil la había tocado.
—Vete— le ordenó volteando a ver ahora a Deidara.
Ella respingó y no pudo moverse.
—Lárgate, Hinata— su voz se cargó de molestia al voltear de medio lado a verla. Ella lo vio con terror de lo que pudiera ahí pasar… esa mirada le recordó al Uchiha que él mismo una vez así la tuvo, en shock, adolorida y aterrada —. Hazlo de una vez— su voz fue tan fría y lenta que ella tembló y asintió torpemente, para del mismo modo salir.
Los pasos que al principio fueron lentos, se convirtieron en largas zancadas tras iniciar una loca carrera envuelta en un discreto llanto. Cuando se atrevió a voltear, sólo se percató del primer golpe que Sasuke le propinó al chico que reía divertido.
Estaban todos locos, pensó aterrada la Hyuuga.
Avanzó corriendo cerca de dos manzanas, con algunas miradas curiosas puestas sobre ella, las mismas que luego se esconderían de su vista, al adentrarse a casas o locales comerciales, su aspecto no era el mejor y personas como ella no eran confiables, entendió.
Respirando agitada se detuvo en una esquina, pero poca gente pasaba, a lo lejos se veían un par de jóvenes que lejos estaban de representarle ayuda. Cerró los ojos y continuó hipeando… no era justo, no era justo haber salido huyendo..., temblando sacó su móvil del bolsillo de su blusa y vio desconsolada que seguía sin recepción en esa área baja de la ciudad.
—¡Por Dios, Hinata!— mencionó mientras volteaba a ver y le pareció ver el coche de ese cruel chico rubio moverse… se aterró todavía más al ver a su acompañante descender y dirigirse donde el otro par peleaban.
Se llevó ambas manos a la boca y apretó los ojos, negó en silencio, como solía hacerlo cada que sabía que haría algo estúpido, y corrió de regreso; sus dos pies izquierdos la hicieron trastabillar y aun así siguió corriendo, atravesó con poco cuidado la calle y justo antes de llegar, se detuvo abruptamente al haber escuchado una detonación. Su corazón y su sangre se helaron, casi sintió que el primero dejó de latir.
—¿Qué mierdas crees que hiciste, estúpido?— regañó el pelirrojo que ayudó a un ensangrentado rubio a subir al coche.
—Se me escapó el tiro, ¿qué demonios querías?— se defendió el otro que nunca había disparado un arma.
—Mierda, la policía no tardará en llegar— regañó y lo aventó de mal modo para ser él el que condujera. Se marcharon en menos de un minuto de ahí.
Ella apretó en puños sus manos y sintió ganas de vomitar mientras los escuchaba… No podía ser eso… ¿verdad?, sus lágrimas volvieron a caer, esta vez de manera más larga y fluida; se tragó el nudo en su garganta al obligarse a dar el par de pasos que la alejaban de ese callejón.
Cuando estuvo en el lugar y ladeó su vista, su cuerpo perdió su fuerza al ver al chico sentado en el suelo, con la cabeza recargada en la pared y su blanca camisa, ahora teñida de sangre.
—…No— sollozó y no pudo moverse. Su cuerpo tembló de miedo y de culpa, y fue éste último sentimiento el que la obligó a avanzar, sus pasos cobraron fuerza y velocidad mientras peor se sentía.
—¿A qué demonios volviste?— la voz molesta del joven le devolvió el calor a su cuerpo y aun así, continuó llorando.
El Uchiha flexionó una pierna y llevó una de sus maltratadas manos a tocar su frente.
—Mierda— mencionó frustrado y apretó el puente de su nariz, su cuerpo dolía completo… odio reconocer que nunca le habían dado semejante golpiza, él nunca lo habría permitido; lo peor de todo era, que no sabía, si el hecho de recordar el bastardo que había sido con esa ojiperla, luego que ella lo abofeteó aquella vez en el antro, fue lo que lo impulsó a dejarse esta vez golpear… en un intento patético e inútil de expiación de sus culpas.
—Ah, por Dios— él regresó a su realidad cuando tuvo a esa frágil y llorosa chica hincada entre sus piernas y abrazándolo mientras temblaba —. P-pense que… q-que había… m-muerto— confesó la joven que ocultó su lloroso rostro entre su pecho, tal vez por dolor o tal vez por vergüenza.
Él apretó los puños.
—¿A qué volviste?— volvió a preguntar sin disminuir su molestia. Odiaba de ella que era una idiota imprudente… porque eran esos malditos actos, actos sin ninguna mala intención, los que terminaban por ponerla en peligro.
—Y-yo quería ver que…— dijo e hipeó cuando él la apartó — que estuviera… b-bien.
—Si ese imbécil me hubiera ganado— continuó el Uchiha viendo de medio lado donde la bala que tontamente Deidara había disparado, había pegado —… él te habría…
Hinata negó en silencio, sus lágrimas no dejaron de brotar y se alzó a tocarle la cabeza, lugar que seguía derramando sangre.
—N-no es algo que… que nunca me…
Le hubiese pasado. Él entendió perfectamente lo que ella quiso decir y se sintió más miserable al verla ahí, arrodillada con él y llorando por él.
—Deja de llorar— ordenó al quitarle la mano e intentar levantarse.
Ante esa orden, ella no pudo más que incrementar su llanto y apretar los puños… de verdad tuvo tanto miedo, pues él la había defendido.
Él se giró y se apoyó un segundo en la pared, adolorido. Hinata sollozó y mordió su labio para silenciarse y fijó sus perlados ojos llorosos en ese chico que la veía.
—Vámonos, la policía no tardará en llegar— le dijo y comenzó a caminar.
Ella, con las manos apretadas, intentando contener el llanto y todo el miedo que se convirtió en preocupación, lo siguió; lo vio batallar con los primeros pasos y quiso ayudarlo, pero él no lo permitió al adelantarse. La Hyuuga había dejado escapar el aliento al ver que a pesar de la sangre, él se veía bien… corrió discretamente tras él y antes de terminar de seguirlo a la casa de Naruto, donde tenía su auto, ella regresó por su mochila, siendo vista de reojo por el Uchiha. Hinata vio con decepción y preocupación que el trabajo que tantas noches de desvelo le había costado, estaba todo regado por la calle, resignada levantó las hojas que pudo y se dio cuenta que no era ni la mitad de lo que habían hecho.
Luego de eso y de varios minutos, ignorando las nuevas miradas curiosas de un par de peatones, un intento de ayuda de una señora a la que el Uchiha ignoró garrafalmente y Hinata agradeció el ofrecimiento, por fin estuvieron frente a la casa del rubio.
—Se-será mejor limpiarlo— mencionó Hinata mientras buscaba por el lugar, ese repuesto de las llaves que Naruto mencionó —… a-así ensangrentado llamará demasiado la atención— dijo, ya habían tenido suerte que la policía que sí había ido a patrullar los alrededores, no los hubiesen visto, no estaba segura de tener la misma suerte dos veces.
Hinata buscó bajo el pequeño tapete naranja de bienvenidos y no encontró nada, mientras el pelinegro molesto y frustrado, esperaba sentado en el cofre del auto del estúpido rubio.
El Uchiha rodó los ojos —Busca entre las plantas— dijo fastidiado, el imbécil de Naruto tenía incluso la misma manía de esa Hyuuga. Ese par eran muy parecidos en algunas cosas… tal vez por eso ella gustaba de él.
La peliazul sonrió tranquila por primera vez en muchas horas al tener la solitaria llave en sus manos. Dos minutos después, el Uchiha estaba sentado en uno de los sofás, limpiándose de mal modo el rastro de sangre de su rostro, con su propia camisa, la misma que se había quitado… cuando Hinata regresó con un pequeño tazón de agua y algunas gasas que Naruto conservaba en el botiquín de su baño, ella no evitó un sonrojo al verlo sólo vestir su pantalón. Aun así se acercaría. Sus ojos todavía picaban por el llanto.
—E-eso debe estar realmente mal… n-no deja de sangrar— mencionó cuando dejó las cosas en la mesa de centro y se inclinó a ver que un hilo de sangre seguía rodando. Sus ojos volvieron a aguarse.
—¿Quieres dejar de hacer eso? No tienes obligación— habló el molesto Uchiha que se sintió patético por todo eso y se levantó de golpe—, tú y yo no somos nada— le dijo y sonrió irónicamente al contradecir lo que él mismo había estado asegurándoles a terceras personas —; yo te violé, ¿recuerdas?— finalizó roncamente y regresó su mirada a la chica que lo veía con sus temblorosos ojos.
Él creyó que ella se echaría a llorar, y dos largas lágrimas de la chica rodaron en silencio, creyó que se iría al también recordar eso que él le había hecho y que los perseguiría por siempre… pero Hinata se quedó.
—Pu-pudieron… ma-matarlo— mencionó con su garganta doliendo al intentar controlar el llanto. Negó despacio —. Nunca me lo habría… perdonado— reconoció la joven al sujetarlo del brazo… al menos quería curarlo.
Él desvió el rostro, molesto por eso. Hinata estaba completamente agradecida por haberla ayudado y él no había cambiado en lo absoluto… él la había seguido para reclamarle y para recordarle que él la quería para él; por eso cuando ella pretendía girarlo, seguro buscando sellar sus heridas, él se giró molesto a verla.
Hinata, en un acto reflejo, se echó para atrás y lo vio a los ojos.
—Por favor— suplicó llorando que se dejara ayudar.
—No es necesario— le dijo y se soltó, se alejó un par de pasos. Volteó a verla un segundo después y la vio morder su labio mientras desviaba el rostro avergonzada. Un vacío se formó en su estómago al verla seguir derramando llanto, esa tonta chiquilla ahí, desalineada y herida le pareció un ridículo ángel… uno, que lloraba por él, por un maldito demonio que la había violado.
Se sintió patético ante esa sensación y trató de controlarlo.
—No llegué ahí por ti— terminó por decir luego de meditarlo… No iba a pensar que no quiso que otros le hicieran daño, él no era esa clase de persona.
—¿Qué?
—No vayas a confundirte —le aclaró roncamente al girarse a ella—, ya te lo he dicho, no pienses que te amo o una estupidez así… sólo quiero el placer de tus labios, de tu cuerpo, nada más— le dijo, convenciéndose él también que que sólo eso necesitaba.
Hinata negó en silencio… no sabía porqué, pero no le creía… no quiso creerle.
—Deja de ser tan absurda— le dijo luego de llegar a ella y enredar sus brazos en su delgada cintura —. Yo no soy alguien bueno, Hinata— su voz sonó tan ronca que le erizó la piel, incluso antes que sus labios llegaran a besar su oído, estremeciéndola por dentro.
La ojiperla jadeó sin terminarse de entender. De pronto lo dicho por Ino vino a atormentarla, con esas frases de los dos cuerpos juntos. ¿Cómo era posible que estuviera en ese punto?
—¿Y tú?— cuestionó el chico que deslizó sus manos por sus piernas y le alzó la falda. Hinata estaba tan quieta, tan expectante que quiso creer que la había corrompido.
—¿Y-yo?— preguntó casi sin aliento al pegar sus dedos al marcado abdomen del Uchiha, intentando quizás alejarlo.
Y ese suave roce de sus manos bastó para detonar la pasión que por ella había venido conteniendo, apretó uno de los firmes glúteos de la joven bajo su falda, y con la otra mano le alzó el rostro para adueñarse de sus labios. La deseaba tanto.
Hinata jadeó presa de su pasión y sólo atinó a retroceder obligada por él, separó sus labios, dejándose besar… a pesar de sus palabras crueles, él también era la persona que la salvó.
—Por… favor— suplicó cuando él casi la tuvo tumbada en el largo sofá de esa sala. Su cuerpo estaba temblando y ya no por pavor. No se entendió.
Él sonrió apenas de medio lado, pero completamente fascinado al verla respirar con dificultad y sonrojada.
—Y tú… no eres tan buena como tú crees— aseguró al subirse sobre ella y acomodarse entre sus muslos, mientras le besaba hambriento el cuello, volviéndola a hacer temblar.
¿No era tan buena como ella creía?
... lo meditaron ambos, él mientras se hacía dueño de su cuello y acariciaba posesivamente uno de sus senos, al haberse endurecido por completo; ella, mientras se sentía mareada por todas esas emociones y nuevos sentimientos dirigidos a ese ser de ojos negros sobre ella.
—Eres perfecta— aceptó el Uchiha, que luego de haber batallado con su blusa, le deslizó el sostén, exponiendo ante sus ojos, la perfecta redondez de esos dos senos. Ella lo vio asustada y avergonzada con el mismo sonrojo que se le había formado desde el primer beso.
Ojalá Hinata si se estuviese corrompiendo por él, ojalá llegase a desearlo como él estaba haciéndolo en ese momento, pero él, a diferencia de ella, supo que la joven sólo estaba confundida, abrumada por todo lo acontecido; y él, siendo el desgraciado que era, no le importó aprovecharlo, incluso buscando convencerla internamente de que ella lo quería… por eso bajó a besar sus senos, morderlos y a apretarlo entre sus manos… a seguir comiendo de ellos, degustó de su dulce sabor y los humedeció con su saliva, provocando que ella se retorciera bajo él cuando decidió bajar una de sus manos a su parte más íntima, a esa, donde moría por volver a entrar.
Hinata gimió avergonzada sin terminar de entenderse.
—Pa-pa-paré… p-por favor— suplicó y buscó sujetarle su mano, para que no siguiese deslizando sus dedos por su intimidad, haciéndola temblar y horrorizarse por la reacción de su cuerpo —. E-es la… la casa de...— quiso decir, sin querer confesarle lo que enrealidad estaba atormentándola.
—Deja de pensar en ese imbécil— ordenó roncamente al apenas separarse de sus senos, sólo para alzarse y adueñarse de sus labios. Quería ser él quien le importara, porque sabía, que muy posiblemente, sería Naruto el indicado para ella y se rehusaba a eso… por eso quería tenerla primero, tenerla entera, sólo de él.
—Ah…— ella perdió el aliento cuando él dejó de besarla y mordió sus labios, cuando lo sintió bajar su mano a deslizar el cierre de su pantalón y exponer su miembro.
Hinata se tensó y se revolvió bajo su cuerpo, moviendo sus manos y piernas, buscando quitarlo de encima, pero sólo logró frotarse contra él, complaciéndolo.
—No va a doler— su voz ya no perdió el tono ronco y necesitado, bajaría de nueva cuenta a besar sus labios mientras le deslizaba sus bragas, haciendo espacio para su miembro, sin ganas ni tiempo para quitárselas. De verdad ansiaba calmarse dentro de ella.
—Ahhh— ella dejó escapar el aliento y él atrapó ese sonido como un gemido entre sus labios… apoyó uno de sus brazos por encima del lacio y desbalagado cabello azulado, y la mano del otro, la usó para colocar su miembro en la delicada entrada del curvilíneo cuerpo bajo él.
Ella perdió el aliento cuando él se apartó al gruñir cuando sintió el cálido contacto. Sus ojos temblorosos se unieron a los de él, que apoyó su frente, ya sin rastros de sangre, sobre la de ella cuando la parte más sensible se su endurecido miembro comprobó, satisfactoriamente, que el cuerpo de la joven había reaccionado a cada una de sus caricias y lo encontró ligeramente húmedo al comenzar a penetrarla… ¿cuánto tiempo esperó por volver a hacerlo?
—¡Dios, eres hermosa!— gruñó sin saberlo mientras posesivamente se abrazaba con un brazo a su cintura, al mismo tiempo que la penetraba.
Hinata se alzó ligeramente y sus manos, sin saber qué hacer, se aferraron a la fuerte espalda masculina cuando lo sintió comenzar a traspasarla.
—Ci-cielos… d-duele— mencionó ella que terminó por esconder su rostro en el cuello del Uchiha.
—Aggh— él gruñó roncamente cuando Hinata, producto de su nerviosismo, estaba volviendo todavía más placentero tomarla.
Ella jadeó —… por favor— suplicó por tiempo, pero él, al escuchar el sensual timbre, terminó por enterrarse completamente en ella. Hinata casi gritó, pero él tapó sus labios con los suyos, y atrapó sus lloriqueos entre sus besos.
Ella siguió temblando bajo su gran cuerpo y él, entre besos húmedos y necesitados, comprendió que la deseaba más de lo que quería. Hinata le gustaba mucho, completa, más de lo que pensó… aunque sólo en momentos como ese estuviera dispuesto a admitirlo.
Por eso y compadeciéndola, comenzó a moverse, esta vez, comenzó suave.
Continuará…
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Hola chicas (:
Pues me vine de regreso con esta actualización, otra vez un capítulo largo, me voy a poner un límite de palabras, porque el capítulo pasado y éste alcanzaron las 15 mil palabras, y creo que aunque es para justificar la tardanza, pues sigue siendo too much.
Agradezco comentarios ñ.ñ
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-Respondí a algunos rw que me pidieron.
-No hablo inglés así que este fic no voy a poder traducirlo, lo siento a quien lo dijo.
-Y ya por último, sólo desearles felices fiestas, supongo que ya no nos veremos hasta el año que viene, diciembre me trae muchas fiestas entre ellas mi cumple y mi aniversario ¡yei! Jsjs por eso:
¡FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO!
Y cambiando de tema: me obligo a preguntarles algo que una vez me sugirieron, y se me había estado pasando, ¿quieren advertencia por lemons o que los anuncie al inicio?... en el único cap que puse eso, fue en el de la violación, todavía faltan varios lemons y no sé ustedes, a mi leer esas advertencias me mata el suspenso :s pero igual y las pongo y así no sienten que les cae del cielo xD
Me despido. Gracias por todo su apoyo, en serio.
Besos. Aidé.
Y ojalá les haya gustado… seguiremos avanzando.
