LOS PERSONAJES DE NARUTO NO ME PERTENECEN, SON PROPIEDAD DE MASASHI KISHIMOTO. LA HISTORIA ES MÍA.

-16-

SECRETOS

Hinata apretó sus manos unidas a su pecho y lo mismo hizo con sus ojos. Su corazón estaba latiendo fuerte pero ya no tan desbocado con el paso de los eternos minutos.

—Teme, ¿entonces? ¿Vamos a comer?

El Uchiha cerró la regadera al haber terminado de ducharse —Ya te dije que no— respondió secamente y Hinata, todavía sintiéndose empequeñecida en ese rincón, volteó apenas de medio lado a ver de mera forma instintiva; se arrepentiría de ello al verlo girarse, viéndola. La Hyuuga devolvió su rostro a las paredes húmedas frente a ella y lo sintió tomar la toalla y enredársela en su desnuda cadera.

Se hicieron un par de segundos de incómodo silencio en el interior, a pesar de que afuera el sonido de las conversaciones se dispersaban poco a poco.

Naruto ya no insistió más y volcaría su interés a otro de sus compañeros, buscando algún acompañante con el cual comer.

—Vas a quedarte quieta y sola aquí— Sasuke volvió a apoyar sus manos en la cadera femenina, y Hinata casi dejó de respirar —¿entendiste?— añadió en voz baja y enronquecida.

Ella asintió —Sí— dijo y apenas giró su rostro a verlo.

Los ojos negros bajo ese cabello rebelde y mojado, se quedaron fijos en esos otros tan contrastantes. El nerviosismo de Hinata se hizo mayor, y presa de una extraña inquietud, se obligó a girar su cuerpo a verlo.

—¿Qué ocurre?— preguntó apenas con voz. ¿Qué más quería?, ya le había dicho que se quedaría ahí y no haría ruido, ¿entonces?¿por qué no se iba y dejaba de ponerla nerviosa?

—¡Sasuke teme! Iré a comer con Kiba, buscaremos a Shikamaru, Ino y Hinata— informó el rubio mientras se vestía con cierta prisa. Kiba no se había molestado en ducharse como varios otros y apresuraba al Uzumaki.

Hinata abrió los ojos sorprendida al escuchar su nombre en los labios de Naruto y no ocultó su sorpresa, al regresar su vista al perfecto rostro del pelinegro. Sasuke esbozó una sonrisa ladeada, con una perversa diversión.

—Suerte con eso, Naruto— susurró llevando una mano al incrédulo rostro de la Hyuuga, a la que no dejaba de ver, atraído o tentado por lo excitante que su presencia ahí le resultaba.

—¿Cómo puede…?— ella pretendió reprochar su cinismo, pero cuando lo vio acercarse a su rostro, sus palabras se ahogaron.

Con la partida de Naruto y otros más, el volumen de las charlas afuera disminuyó notoriamente, solo se escuchaban un par de personas y alguna regadera todavía abierta; por eso Hinata no pudo o no quiso hacer mayor escándalo cuando los labios del Uchiha se apoderaron posesivamente de los suyos.

Ella se revolvió entre el firme pecho masculino cuando él deslizó sus manos por su espalda, pegando su pecho a él. Hinata volvió a percatarse, que más que por miedo, era su pudor natural aumentado por la situación altamente bochornosa en la que estaban, lo que la ponía tan inquieta. Sí, le había perdido el pavor poco a poco.

—Ah… p-por favor, ¿qué no se da cuenta que…?

Hinata apretó sus manos en el pecho húmedo de él buscando apartarlo y él le cedió algunos centímetros.

—Cállate— le dijo pegando su frente a la de ella, mientras jadeaba en pasión, y bajó su negra mirada al par de dotados senos de la avergonzada chica. Ella se ruborizó y más cuando él tomó con dos de sus dedos la parte de su blusa que estaba entre sus senos y la jaló hacia él.

—¿Eh?— se preguntó sin entender esa extraña acción.

Sasuke soltó la prenda y volvió a verla a los ojos —No quiero que nadie te vea así— dijo celoso y Hinata frunció el ceño, para, despacio, bajar su mirada.

—Cielos— ella perdió el aliento al entender y se ruborizó. Lo que él había hecho al jalar de su blusa era despegarla de sus senos, pues al haberse humedecido se trasparentó y se notaban sus pezones endurecidos aun sobre el sujetador. Automáticamente los cubrió y él volvió a adueñarse de los labios de la pudorosa joven. La Hyuuga gimió avergonzada en medio de ese beso.

Él deseo apretar sus senos pero se contuvo, en lugar de eso, se adueñó con sus brazos de su pequeña cintura para después subir una mano y acariciarle cuello y nuca, profundizando el beso. Cuando su cuerpo, específicamente, el prominente miembro entre sus piernas comenzó a endurecerse, él supo que debía parar; pues aunque lo que más deseaba era enterrarse en su interior, no permitiría que nadie siquiera pudiera escucharla, no compartiría sus gemidos ni nada de ella con nadie.

Se separaría de los dulces labios femeninos al perder el aliento.

—Todavía me debes una noche, Hinata— dejó claro al apartarse.

—¿Eh?

Él la vio desde su altura y exhaló cansadamente antes de abrir la puerta y salir. Ella se aseguró de nuevo en el interior y se llevó ambas manos a sus labios. Por Dios, ¿qué acababa de decirle? ¿Él de verdad creía que ella iba a pagarle con una noche?

Hinata quiso recargarse en la pared y resbalar para sentarse en el suelo, pues sus nervios estaban por colapsar, pero lo que menos necesitaba en ese momento era su cuerpo más mojado, así que buscó tranquilizarse ahí de pie, regularizando su respiración y sus latidos acelerados. No pasaron más de cinco minutos para que las pláticas de los últimos miembros del equipo dejaran de escucharse.

Ella contuvo incluso la respiración sólo para cerciorarse de poder salir sin ser vista. Se mordió el labio inferior nerviosa y despacio corrió el pestillo de la puerta, para finalmente, a pasos suaves, salir de la ducha.

Cuando una toalla blanca y seca cayó sobre su cabeza, ella casi saltó del susto.

—Cúbrete con eso— ordenó el pelinegro con voz seca.

—Ah…— ella dejó escapar el aliento al entender que otra vez estaban solos — Gra-gracias— atinó a decir al mismo tiempo que retrocedía para marcharse.

—Hinata— él la llamó al verla pretender huir, y ya perfectamente vestido, dio un paso hacia ella.

—No— advirtió la joven que extendió un brazo a él, guardando su distancia —. E-eso que dijo, no— aclaró al referirle sobre la noche que él estaba pidiéndole —. No puedo cumplir eso, nunca podría— finalizó con voz suave y nerviosa al verlo a los ojos.

Él se detuvo y la vio duramente.

—L-lo siento— volvió a decir la Hyuuga que volvía a sentir ese nerviosismo y ansiedad al verse presa de esa mirada negra. Entonces, luego de un par de segundos en silencio y no soportarlo más, ella dio media vuelta y salió corriendo de ahí, envuelta en esa pequeña toalla.

—Mph— él sonrió con arrogancia al meter las manos en los bolsillos de su pantalón deportivo —. Ya lo veremos… Hinata— se añadió para luego de colgarse su mochila al hombro, seguirle los pasos.

• • •

Con apenas aliento, luego de no poder creer que hubiera pasado desapercibida por todo el equipo de baloncesto momentos antes, Hinata continuó con su carrera dispuesta a salir de gimnasio a toda costa.

Las puertas de cristal estaban abiertas de par en par y al percatarse de la presencia de la única chica basquetbolista, de pie bajo la sombra de uno de los tantos árboles cercanos, hizo más lentos sus pasos. Eran realmente pocas las personas que a esa hora transitaban esos jardines del área deportiva del campus.

Hinata apretó la toalla que la cubría espalda y senos y vio con curiosidad como la joven veía a otro punto del jardín. Su innata curiosidad la llevó a seguir su mirada y sus pasos se detuvieron al ver entre los jardines a Ino y Shikamaru todavía discutiendo… ¿ya cuánto tiempo llevarían así?

El Nara se frotó con una mano la frente mientras Ino le daba parcialmente la espalda. Desde esa dirección Hinata podía apreciar bien lo rojiza de la punta de la nariz de la rubia, señal de que indudablemente había llorado.

—Joder, Ino. ¿Cuántas veces voy a decirte que no es lo que parece?

La Yamanaka hizo un gesto que delataba la poca tolerancia que ya tenía, seguro al ya haber hablado de eso antes.

—¡Estoy harta!— aclaró la joven que bajó de sus manos de golpe moviendo su pequeña falda blanca del uniforme deportivo. Shikamaru suspiró y ladeó su rostro.

Hinata casi se sintió incómoda viendo, Ino giró su rostro viendo si alguien los escuchaba y resopló frustrada y avergonzada; dijo algo más que Hinata ya no alcanzó a escuchar y se fue jalando fuerte su brazo, cuando Shikamaru la sujetó para que no se fuera.

La Hyuuga perdió el aliento y sintió una incomodidad en el estómago cuando vio a Ino irse sin voltear atrás.

—¡Oe!— Temari llamó a Shikamaru y Hinata llevó su atención a ellos.

"Será mejor que me vaya" pensó cuando vio como Temari se adentró al jardín dándole alcance al Nara, el mismo que avanzaba en su dirección.

—Ah, siento si…— dijo la rubia de chongos y se llevó una mano a rascar su nuca, avergonzada por haberlos hecho discutir—, no era mi intención, no creí que se molestara tanto.

—Olvídalo— dijo el joven al pasarla de largo —. Espero resolver esto pronto y no vuelvas a hacerlo— añadió al voltear a verla de medio lado.

—Por supuesto que no lo haré— agregó la chica y Hinata se sintió una intrusa cuando la mirada extrañada de Shikamaru se posó sobre ella y esa toalla a la que se aferraba, al seguir tontamente de pie fuera del gimnasio.

—Ho-hola— lo saludó nerviosa y el chico no pretendiendo decir más, sólo le devolvió el saludo con un movimiento de cabeza. La Hyuuga suspiró derrotada y como Temari, se apresuró a avanzar por el camino adoquinado, con suerte alcanzaría a Ino en el estacionamiento y podría hablar con ella.

Justo cuando el Nara entraba al gimnasio, se encontró con el Uchiha que venía saliendo, la mirada del pelinegro estaba clavada en la peliazul que caminaba con prisa bajo las sombra de los árboles y eso no pasó desapercibido para fastidiado moreno de chongo alborotado. ¿Habrían estado juntos esos dos?... le resultó extraño pues desde momentos antes había visto a prácticamente todo el equipo salir del gimnasio. Resopló frustrado y negó en silencio, ese detalle no lo iba a olvidar, pero por el momento tenía algo más importante a lo que debía dedicarle su atención.

Cuando Hinata llegó al estacionamiento, después de haberse cambiado, únicamente alcanzó a ver el coche de la Yamanaka que se marchaba. Suspiró desanimada y pensó en darle tiempo y espacio para tranquilizarse y por la noche la llamaría, no había mucho que pudiera hacer por ella en ese momento; casi si sintió culpable, pues gracias a ella fue que la ojiverde fue al gimnasio y vio aquella escena.

O.O.O.O.O

—¡Hey, Shikamaru!— Sakura alzó su mano y su voz para llamar al presuroso Nara que se encaminaba a su auto.

—¿Qué hay?— saludó el joven al cambiar su rumbo a la joven que se dirigía a él acompañada por Kiba y Lee.

La ojijade le sonrió abiertamente —¿E Ino?¿No está contigo?

El chico negó en silencio.

—Bah, Naruto nos invitó a comer, ¿vienes?— intervino el Inuzuka que presentía que esos dos pensaban salirse del tema, y en realidad él también moría de hambre.

Shikamaru negó con la cabeza —Hoy no, tengo cosas qué hacer— respondió con un tono más cansado y frustrado que el habitual.

—Mmm…

—¿Y Naruto?— preguntó el joven por cortesía, ninguno de esos tres tenía coche y si el despistado del rubio los había dejado ahí, él no podía hacer menos que acercarlos al lugar donde comerían.

—Fue a invitar a Hinata— apuntó el chico de pobladas cejas al señalar con su rostro al Uzumaki que se encontraba en medio del estacionamiento, lugar al que había corrido cuando vio a la peliazul.

—Uh… entonces debo irme— se despidió al alzar una mano.

Los tres restantes la asintieron. La sonrisa que Sakura le dedicó al Nara mientras se marchaba se apagó al ver a cierto pelinegro que entraba al área del estacionamiento de la universidad.

—Ni siquiera pienses que lo invitaremos, si…

—¡Hey, Sasuke! ¿Vienes a comer?— Kiba estaba advirtiéndole a Sakura, cuando Lee gritó invitando al Uchiha.

—Joder— murmuró el castaño, hecho que pasó por alto para el chico de pobladas cejas. A pesar del carácter distante del Uchiha, como Naruto, Lee tampoco tenía problemas en iniciar alguna conversación con él.

El pelinegro volteó a verlos.

—No tengo hambre— respondió al detener sus pasos y los volteó a ver de medio lado.

Rock Lee se acercó a él y los otros dos lo siguieron, teniendo en cuenta que todos se dirigirían para la misma dirección.

—Hace tiempo que no salimos todos juntos— habló Sakura al caminar de lado del alto pelinegro.

—Como sea, tampoco es como si su presencia hiciera falta— soltó el Inuzuka sin molestarse en voltearlos a ver.

—Kiba— regañó la ojiverde.

—Mejor veamos si Hinata viene y larguémonos de aquí— volvió a hablar el castaño y se adelantó directo a donde un animoso Naruto conversaba con la tímida Hyuuga.

—Entonces nos vemos— se despidió Lee y siguió a Kiba.

Sasuke y Sakura se detuvieron, éste veía recién y con frío interés a la tonta Hyuuga y su estúpido amigo. Naruto alegaba sobre algo que no le interesaba saber y ella lo veía a los ojos y le sonreía mientras se ruborizaba.

"Patética"

—Y… ¿comerás solo?— Sakura habló logrando que su mirada se fijara en ella.

La chica se rascó la mejilla y se ruborizó, hacía largas semanas desde que ambos no tenían algo parecido a una conversación.

—No comeré. Dije que no tengo hambre— repitió y luego de dejar de verla, volvió a dirigir sus pasos a su lujoso vehículo.

La chica tensó la mandíbula buscando que el nuevo desaire que acababa de hacerle la persona que amaba, no le doliese. Y él, él se marchó de ahí viendo de reojo como Hinata ni siquiera se percató de su presencia, menos, cuando el confianzudo de Naruto la abrazó e insistió en hacerla caminar, seguro presionándola para llevarla con ellos.

"Maldición" pensó frustrado al entrar a su coche, cuando se descubrió celoso de ese imbécil rubio.

—No te importa demasiado, recuérdalo— se dijo al encender su coche y salir de ahí. Sí, Hinata podía gustarle en demasía, pero no podía permitirse perder los estribos por los celos que ella le provocaba. No, no debía, pues Hinata ya era toda una tentación con su estúpida bondad y esa ingenuidad que no hacían más que provocarlo a quebrantarlas, a corromperla; deseaba como el infierno poder poseerla y sentirla plenamente de él.

Pero debía tomarlo con calma, debía ser ella la que lo permitiera… Hinata ya lucía atormentada por aceptar su tacto, ya empezaba a perturbarla y así debía seguir.

—Maldito dobe— mencionó amargamente mientras ya conducía por la autopista directo a su departamento.

O.O.O.O.O

Horas más tarde Hinata suspiró cansadamente al haber salido de ducharse. Eran cerca de las diez de la noche y apenas podía darse un respiro, ese día había sido normal hasta luego de la charla con Ino y su imprudencia en los vestidores de los basquetbolistas. Luego, cuando pretendía irse, Naruto llegó y la arrastró a comer con ellos, no había tenido modo de rehuir y cerca de las cinco, cuando regresó a su departamento, había estado casi una hora al teléfono con una molesta y celosa Ino y al final ni siquiera pudo entenderla pues ni ella misma lo hacía; la Yamanaka estaba más que dolida y decepcionada, y era por eso que más la preocupaba, la rubia era demasiado pasional e impulsiva en todo lo relacionado con su joven novio.

La peliazul negó despacio al ver su mochila sobre la silla frente al escritorio en su habitación. No había hecho nada de tarea, si seguía así, nada bueno podría sacar; pues a pesar de la enorme ayuda que había obtenido por parte del Uchiha, también era cierto que todavía tenía materias con las que debía lidiar, en una de ellas ya hasta había pedido a un profesor un trabajo extra que la ayudara a acumular algún punto, porque sabía bien que el examen pasado estuvo a nada de no aprobarlo.

—Dormiré tarde y mañana me levantaré temprano— se dijo mientras se dirigía a ajustar la alarma de su despertador.

Una vez que dejó el mismo sobre su buró, se percató de la presencia de ciertas píldoras que estaba tomando. Tomó la pequeña caja en sus manos y se dirigió con ella a la cocina, sirvió un vaso de agua y extrajo el blíster pack.

—Dios— soltó la exclamación al ver las más de dos pastillas que faltaban. Ya había pasado más de un mes desde que comenzó a tomarlas y aunque todo había salido bien, había pasado la vergüenza de su vida cuando se presentó a una farmacia a solicitar otra cajita de píldoras.

"Esto ya no debería estar pasando" reflexionó al extraer el comprimido y mantenerlo en su mano. Aquella vez había sido una emergencia y precaución lo que la hizo tomarlas, pero ahora… ahora estaba reconociendo, con pavor por permitirlo, que esos actos con el Uchiha seguían y seguirían pasando… ¿seguirían?

—No, no puede volver a ocurrir— se dijo en voz baja pero muy segura. Aun así, tomó la píldora como mera precaución.

Y es que la aterraba pensar, recordar o peor, revivir aquella última vez que ella y él… le resultaba tan vergonzoso, y más, porque él mismo había dicho con fría y dura claridad lo que a ella estaba perturbándole; esa vez, ella no lo había rechazado, de hecho, ella casi había experimentado un orgasmo.

De camino a su habitación, ella sonrió nerviosa al meditar todo esto.

—Algo muy malo debe estar pasando conmigo— se dijo y luchó por olvidarlo mientras se sentaba frente a su escritorio y encendía su portátil. Se distrajo sacando libros y libretas, para evitar que en esos segundos que el computador tardaba en estar listo, pudiera recordar los recurrentes sueños que ella y aquél moreno protagonizaban, en situaciones nada sanas para su conciencia pudorosa y atormentada; pues era algo que no entendía y nunca tendría el valor de contarle a nadie, ni siquiera de mencionárselo en voz alta.

Si tan solo Sasuke no le resultara tan confuso, tan contradictorio… seguía habiendo algo en él que no le permitía dejarlo atrás, no lo odiaba y luego de conocer más de él, ya dudaba poder hacerlo, pero era algo más que eso. Había algo tras esos ojos que no la dejaban dormir cada noche sin recordarlos.

—Tal vez soy yo la que me veo en él y no al revés— meditó con voz suave. La pantalla del computador estaba encendida y lista para usarse, pero ella se perdió en su nueva teoría.

Tal vez que ambos hubiesen vivido y pasado por situaciones similares, era lo que mantenía arraigado en ella un interés profundo. ¿Cómo se había convertido en ese frío y casi cruel chico, luego de ser alguien que aspiraba ser reconocido y amado, justo como lo seguía siendo ella? Algo se había quebrado en él, pero ¿qué?

Se llevó una mano a cubrir suavemente sus labios, y la otra jugaba distraída y automáticamente con las teclas del teclado. Hinata estaba sentada frente al computador, pero su mirada estaba ausente y sus pensamientos volvían a centrarse en alguien, al que luchaba por echar de su vida.

Y mientras ella se perdía intentando comprender, a quien su conciencia le advertía, no debía importarle; aquél sujeto de negros ojos se había dejado caer en la pequeña cama colocada en el cuarto de su departamento, y que le daba vista al de la ojiperla. Le resultaba tan absurdo estarla pensando con tanta insistencia.

Reconocer abiertamente que le gustaba había sido contraproducente. Lo que más lo fastidiaba eran esos estúpidos celos por cualquiera que osara ponerle un dedo encima, más el imbécil de su ridículo amigo rubio, pues la tonta Hyuuga sentía algo por él.

—Joder— mencionó hastiado —. No es para tanto, imbécil— se dijo, debía recordarse que sólo le gustaba; Hinata no era más que un cuerpo precioso al cual ansiaba hacerlo responder a él, eso era todo.

Recostado en la cama, se llevó ambos brazos a la frente y cerró sus ojos.

Necesitaba creer eso, se maldijo internamente por unos segundos; pero entonces sus recuerdos traidores le trajeron a él a la Hinata que lloró en sus brazos destrozada luego de haber presenciado el accidente de su maestra, a esa misma tonta chica que una vez lloró por él y a la que terminó por poseer, casi al grado de hacerla responder.

—Tsk— chasqueó la lengua molesto al tiempo que abría los ojos y se sentaba en la cama —. No la convertiré en un capricho— se aseguró y se puso de pie. Necesitaba un trago.

Y es que ya lo era, era más que un capricho y comenzaba a hartarse de eso. La iba a poseer, ella iba a entregarse, obtendría todo lo que estaba necesitando y luego la dejaría; eso no podía olvidarlo. Exactamente así pasarían las cosas, sanaría su ego y orgullo heridos.

Salió de la habitación y localizó un número en su móvil.

—Suigetsu— habló una vez que le respondieron del otro lado —. Vayamos por unos tragos.

No iba a perder el control, ya se había metido en la mente de esa Hyuuga y eso era una gran ventaja, esperaría a que ella decidiera acercarse; la cuestión era, que ella no se metiera de más en su mente, y de eso debía encargarse, porque ya le resultaba una verdadera molestia.

O.O.O.O.O

—Extrañaré no verte hoy— una voz femenina fingió sonar divertida del otro lado de la línea.

Itachi apagó el motor de su automóvil al haber llegado a su casa y le sonrió a la chica que no podría verlo.

—La situación en casa se está complicando— explicó y abrió la puerta para bajar del auto.

Un viento helado hizo mover su lacio cabello y él alzó sus ojos a la mansión frente a él, la misma que todavía se encontraba iluminada en las habitaciones principales.

—Lamento escuchar eso.

—Hablamos mañana, ¿quieres? Acabo de llegar a casa.

La joven aceptó y no se atrevió a decir el 'te amo' que se ahogó en su garganta.

—Te quiero— se despidió el joven —. Prometo que esta situación no durará mucho, ¿de acuerdo?

—¿A caso me escuchas quejarme?

El Uchiha avanzó y subió por las escaleras que eran divididas en dos, por una fuente escalonada, y que también se encontraba iluminada, haciendo ver la arquitectura clásica del lugar más refinada y elegante de lo que ya lo era.

—Te veré mañana— dijo y cortó la llamada. Sus ojos negros recorrieron el jardín frontal y varios metros alejados de su coche, observó el auto de su padre por lo que entendió que se encontraba en casa.

Atravesó la puerta de grueso y fino nogal y recorrió la estancia en su camino a las escaleras.

—Joven, Itachi— un hombre de mayor y delgado lo recibió.

—¿Mis padres?— preguntó conservando una delicada sonrisa luego de saludarlo.

—El señor Fugaku acaba de subir, se encontraba en su despacho y su madre, ella debe estar en su habitación— informó el que por años había sido el mayordomo del lugar.

Tras un asentimiento, el primogénito de los Uchiha subió por las escaleras de mármol perlado. Se llevó una mano a su cuello y movió su cabeza ligeramente para liberar tensión y algo del cansancio acumulado luego del largo día de trabajo. Justo cuando llegó a la planta alta, sus discretos pasos se detuvieron. Sus negros y analíticos ojos observaron la figura inmóvil de su padre, el líder de familia sujetaba el picaporte de una puerta blanca que al parecer no se atrevía a abrir.

Itachi suspiró tranquilamente al meter sus manos en los bolsillos de su pantalón y negó en silencio cuando lo vio avanzar, al final, no había tenido el coraje de abrir esa puerta.

—¿Te acuestas sin despedirte?— habló haciendo detener al hombre que siempre respetó.

Fugaku ladeó su imponente cuerpo a verlo y negó en silencio —Ahora no, Itachi.

—Creo que no estás a-

—Que ahora no— interrumpió con voz más gruesa callando a su hijo que no atinó a replicar. El semblante imperturbable de Itachi hizo a Fugaku girarse y retomar su camino sin añadir más.

—De verdad que no te entiendo, padre— le dijo al hombre que se había encerrado en la habitación final de ese largo pasillo.

Él apretó su mandíbula y tragó pesadamente antes de abrir la puerta de la habitación de su madre, la misma que su padre no se atrevió, y sonreír.

—¿Mamá?— preguntó con cautela al ver la luz apagada —¿Estás dormida?— añadió viendo que el ventanal del balcón estaba abierto y con las cortinas ondeando por el viento frío.

—Adelante, cariño.

—Sabes que estar afuera no hace bien a tu salud— recordó el joven a modo de un suave regaño.

La mujer se abrazó a sí misma mientras suspiraba y dejaba al viento helado acariciar su pálida piel, al permanecer en el balcón.

—Pocas veces hay noches tan despejadas como esta. Es algo digno de admirar— le dijo viendo como el joven regresaba por una manta para colocársela sobre los hombros.

—Vayamos adentro.

La mujer de ojos negros negó despacio —Este lugar es hermoso, quisiera poder admirarlo siempre— dijo y su rostro blanco era iluminado de un suave azul, el mismo que procedía de la iluminada alberca del jardín trasero. Los nostálgicos ojos negros se fijaron en el horizonte, a lo lejos, a varios kilómetros de distancia se podía apreciar empequeñecido al imponente monte Fuji; esa era una de las visiones que la había hecho amar esa casa.

—Mamá…

—¿Qué tal está tu novia?— preguntó de pronto sorprendiendo al chico —Vamos, no pensarás que no lo sé— dijo al notarlo extrañado. Ella sonrió con ternura y un dejo de tristeza —. Tú y tu hermano tienden a subestimarme, aunque al menos Sasu sí me ha presentado a su linda novia.

"Sigue con eso" pensó el joven.

—¿Sabes algo de esa chica?

—No mucho.

—Parece una buena chica— dijo y suspiró, sus manos delgadas se apoyaron en la cantera que formaba el límite de ese balcón —Al paso que van, dudo que alguno de ustedes me de el privilegio de conocer un nieto— añadió y sus ojos amenazaron con aguarse y aun así sonrió.

—Nadie lleva prisa— él se burló y le acarició la espalda al sentarse en el borde del balcón.

—Por años he soñado con ver estos jardines llenos de pequeños hijos de ustedes, de mis hijos.

Itachi suspiró en silencio.

—Y con Sasuke tan distanciado, hasta mis ilusiones se vuelven insostenibles— reconoció abarcando con su vista tanto el cuidado jardín de su hogar, el horizonte tenuemente iluminado de la ciudad de Tokyo, e incluso parte del cielo estrellado.

—Confío en que eso pronto cambie— añadió a cambio el varón.

Mikoto negó en silencio —Han pasado años. Me temo que esto sólo empeorará… es mi culpa, ¿cierto?

—No— Itachi le tomó una mano y la vio a los ojos —. Todos estamos en esto, no es tu culpa.

Los ojos negros ya no contuvieron las lágrimas —Debí tomar las riendas desde un principio, enfrentarlo todo. No debí…

—Entremos— interrumpió el joven y le sonrió comprensivamente —. Arreglaré esto, ¿está bien?

—No, lo haré yo— replicó Mikoto al verlo cerrar el ventanal del balcón.

—¿Quisieras esperar un poco y darme la oportunidad de intentarlo?

—Itachi…

El joven la rodeó en un abrazo y la guío a la cama, mientras creía tener idea qué era exactamente lo que debía hacer… en ese momento lo único que le preocupaba era su familia y mantener el orden y el control de las cosas hasta el punto que fuese insostenibles. Y así lo haría.

—Lo prometo— le dijo al verla a los ojos.

Unos segundos Mikoto permaneció en silencio y luego le sonrió a su hijo, confiando en él.

—Bien— dijo casi en un susurro mientras se sentaba en esa cama, que por largos años, únicamente ella usaba —. Entonces, ¿quieres contarme algo de tu novia?— añadió optando por aligerar la tensión, aprovechando la guardia baja de su hijo.

El joven de marcadas ojeras sólo sonrió.

O.O.O.O.O

Ese día viernes era peculiarmente frío, las nubes grises parecían estancadas en el cielo y no había rastro del sol.

—Joder, ¡que cierren esa maldita puerta!— gritó Kiba que creyendo que el clima mejoraría, sólo portaba una delgada chamarra — Alguien me quiere decir por qué demonios nos sentamos tan cerca de la puerta— refunfuñó, pues cada que alguien entraba, pequeñas ventiscas de aire helado los alcanzaban.

—E-era las únicas mesas libres— explicó Hinata avergonzada, pues ella, a diferencia del castaño de pelo rebelde, sí portaba un abrigo apropiado.

—Sí, hace más frío que otros días, pero nada que nuestra bullente juventud no tolere— añadió Lee mientras mordía un pedazo de pizza que había comprado.

—Feh, yo estoy igual de joven y muero de frío.

—Pues debiste de haber llegado antes y apartar mejor lugar— replicó Sakura que aburrida los veía —, ¿verdad, Hinata?

—Ah…

—Bien, sólo olvídenlo— dijo el castaño que malhumorado comenzó a comer.

Los ojos jade de Sakura observaron a Hinata que sostenía su móvil en las manos.

—¿Ocurre algo?

Hinata negó —Ino no responde— explicó mostrándole en la pantalla, esa aplicación que las mantenía en contacto por mensajes —. Hace días que no se conecta.

La pelirrosa suspiró cansadamente y cuando otra pequeña ráfaga de aire les meció el cabello, ella volteó a ver a Naruto y Shikamaru entrar.

—Aquellos dos no andan nada bien— dijo la pelirrosa y Hinata volteó a ver al alto chico de chongo alborotado.

—El miércoles fui a verla y se veía realmente decaída— explicó la Hyuuga.

Sakura asintió —Ambos lucen igual— dijo en voz baja cuando esos dos llegaron a sentarse en la misma mesa que ellas.

Naruto saludó efusivamente y se retiró por su infaltable tazón de ramen, el Nara por su parte se dejó caer pesadamente en su silla y observó con desgana que otra vez Ino había faltado. Desde el martes que discutieron y ella mencionó que estaba harta, no habían vuelto a hablar, a pesar de buscarla en su casa, Inoichi, el padre de la joven, le negó la entrada a petición de la rubia; ella no había respondido mensajes, llamadas y no había vuelto a la universidad… comenzaba a ser algo más que un fastidio esa situación. De verdad estaba preocupado por ridículo que le sonara.

—¿Eh? ¿Otra vez Ino faltó?— preguntó Naruto que no sabía ver la incomodidad que eso causaba en más de uno de los presentes.

Shikamaru apoyó sus codos en la mesa y juntó sus manos bajo su nariz sin pretender responder.

—¿Saben si está enferma, 'ttebayo?— preguntó y Hinata negó. Naruto soltó una carcajada por lo que se le acababa de ocurrir — De no ser porque el teme vino hoy, hubiera pensado que esos dos se la pasaron juntos.

—Na-ru-to— mencionó Sakura amenazante pues no le había gustado para nada la insinuación.

—¿Eh?— el nombrado se erizó completamente.

Hinata vio con cierta gracia como la pelirrosa y el ojiazul comenzaron con una serie de alegatos, Naruto volvió a mencionar a Sasuke que tampoco había vuelto a comer con ellos, y ella, tontamente, volvió a pensar en él y en esos cambios de conducta que tenía con ella, y que eran los que más la desconcertaban; ignoraba completamente que él prefería mantenerse lejos para conservar la firmeza de sus decisiones y no terminar estúpidamente pendiente de ella. Cuando Shikamaru se cansó de escuchar los desvaríos de Naruto, se puso de pie y se marchó sin decirle nada a nadie, justo en ese momento la peliazul abandonó sus pensamientos y volvió a esa cafetería.

—¿Eh? ¿Por qué se va? ¡Shikamaru, ¿no vas a comer, 'ttebayo?!

El alto chico negó con la cabeza y alzó su mano despidiéndose.

—Que raro…

—¡Sólo tú lo puedes considerar raro, pedazo de tonto!— regañó Sakura.

—¿Qué? ¿Por qué?

La pelirrosa bufó sin poder creer cuán distraído podía ser.

—Ah… y-yo también debo irme— intervino Hinata ganándose la atención de la mayoría de su mesa.

—¿Tú también? Pero si aún faltan veinte minutos para que se termine el descanso, 'ttebayo— volvió a hablar el rubio al ver a la ojiluna ponerse de pie.

La joven heredera se puso nerviosa y se rascó avergonzada la mejilla.

—Bu-bueno, es que tengo que ver a uno de mis profesores antes de iniciar la siguiente clase— explicó, omitiendo el asunto que debía tratar.

—Oh…

—Ah, no le des explicaciones, Hinata. Simplemente has lo que debas hacer, ni que éste fuera tu novio— alegó Kiba que vio con reproche al Uzumaki.

Naruto gruñó todavía con los palillos con los que comía en las manos, y Sakura meneó la cabeza fastidiada.

—¡Por supuesto que no soy su novio!... todavía. Además, ¿qué te importa? Ni siquiera la estoy molestando, ¿cierto, Hinata?

—A-ah…— todos se habían quedado en silencio tras escuchar la declaración del rubio, nadie se movió y Hinata, que era vista distraídamente por el resto y de manera fija por el ojiazul, comenzóa enrojecer despacio — n-no molestas— aclaró sin saber de dónde sacó voz —. De-debo irme— agregó y prácticamente salió corriendo de ahí.

—¿Viste lo que provocas, tonto?— volvió a reprochar Kiba.

—¿Provocar, qué?

Sakura vio de reojo a Naruto que de verdad no se había percatado de lo que había dicho, aun así, supo que si lo dijo de esa forma tan espontánea, era porque eso quería. ¿Qué tanto podía seguir interesado él en Hinata? La chica peliazul obviamente se había ruborizado y para nadie era un secreto lo que ella parecía sentir por Naruto. La ojijade terminó por carraspear incómoda, lo que no terminaba de entender era por qué no podía estar bien, al saber que Naruto seguía gustando de Hinata.

• • •

El pelo perfectamente lacio y azulino de Hinata se meció por el viento y sus presurosos pasos. Los vaqueros que usaba bajo sus medianas botas y el abrigo ceñido negro, como el calor que le daba la acelerada carrera que llevaba, eran suficientes para ignorar al frío que golpeaba su cuerpo.

Apretó la correa de su mochila mientras seguía avanzando por el amplio camino de adoquín que la llevaría a su facultad.

A lo lejos, por otro de los caminos principales observó a aquél chico de pelo y ojos profundamente negros. Sasuke entró como ella, con mochila al hombro, a esa facultad de ingeniería que ambos compartían; el altivo y frío pelinegro entró sin percatarse de su presencia.

Ella casi detiene sus pasos al sentirse extraña al volverlo a ver luego de lo ocurrido en las duchas. A decir verdad, le había extrañado mucho su ausencia y más que eso, que no pretendiera buscarla como venía siendo costumbre. Casi se le eriza la piel cuando una parte aterrada de su inconsciente, le preguntó si se estaba acostumbrando a su presencia.

Ella dejó escapar el aliento y negó en silencio descartando esa idea. Posiblemente ya estaba empezando a perder el juicio.

—Me pregunto si Onoki-san aceptará otorgarme ese trabajo extra que solicité— se forzó a cambiar el rumbo de sus pensamientos, concentrándose en su más reciente preocupación. La ojiluna volvió a suspirar, de no ser porque sabía que ese profesor en particular, tendía a hacer esas excepciones, jamás lo hubiese pedido.

Confiando en tener suerte fue que también entró a la facultad, y se dispuso a subir los dos pisos que necesitaba para encontrar la oficina del catedrático.

Observó la hora en su móvil y vio que había llegado con unos minutos de anticipación. Se asomó discretamente por la puerta parcialmente abierta y observó al hombre, que de no ser por algunos mechones de pelo cano que amarraba tras su nuca, podría considerarse calvo. El sobrio quincuagenario la vio de reojo y ella casi respingó al sentirse descubierta.

—Entre, Hyuuga— ordenó con voz cansina mientras seguía sentado tras su enorme escritorio.

—Ah, sí— respondió e irguiéndose en su altura, abrió la puerta y terminó por entrar. No se molestó en cerrar por si el profesor se negaba a su petición, no perder tiempo en salir y dejar de molestar. Los títulos del docente colgados en las paredes sólo la pusieron más nerviosa.

El hombre canoso y de rugosa nariz soltó un suspiro cansado.

—Bien, esto será rápido— le dijo y Hinata entendió que no había necesidad de sentarse. El profesor observó su reloj —. Bueno, por aquí debería tener un temario ya preparado— dijo luego de confirmar la hora, y la peliazul asintió ya segura que había cedido a su petición.

El hombre desde hacía más de veinte años impartía diversas materias como Geometría, Química y Física, era conocido por su flexibilidad con los principiantes, pero también por sus sobre exigencias con alumnos superiores; alguien a quien debía tomarse con seriedad indudablemente.

—Sí, aquí está— dijo sacando un pequeño grupo de hojas prensadas por un sencillo clip.

Su mano con las hojas estuvo estirada por unos segundos hasta que Hinata respingó y las tomó.

—¿Todo esto?— preguntó viendo el listado que le había marcado.

El mayor asintió.

—Pero tranquila, usted no lo realizará sola.

—¿Ah, no?

—No— afirmó y en ese momento tres golpes secos en la puerta hicieron voltear a Hinata.

—¿Me llamó?— la ojiperla reconoció esa voz varonilmente fría y abrió los ojos con sorpresa cuando con un movimiento de mano, el profesor le indicó entrar. Ella por una fracción de segundos notó sorpresa en esos ojos negros al verla, pero pronto volverían a ser casi desinteresados.

—Faltó a…— comenzó el anciano y sacó de un folder de piel negra, las distintas listas de alumnos que le pertenecían — cinco de mis clases estos dos días— completó luego de estar seguro, volviendo a ver al pelinegro.

El Uchiha asintió consciente de ello.

—Está castigado.

—¿Qué?— preguntó fastidiado y desconcertado el pelinegro y Hinata ladeó su vista, sin entender por qué hablaba de eso con él, con ella presente.

El hombre mayor se puso de pie, y con las manos tras su espalda comenzó a caminar tras el escritorio, como meditando sus siguientes palabras.

—Necesito darle una lección disciplinaria..., tengo un problema con esta chica y…

En ese momento Hinata ya no respiraba y el Uchiha fruncía el ceño incrédulo… ¿sería posible qué…?

"¿Y?" se preguntó aterrada la Hyuuga que ya no estaba tan segura de tener tanta suerte.

—Será su tutor.

—¿Qué?— preguntaron al unísono.

—No tengo tiempo de detenerme con usted— explicó el mayor viendo a la Hyuuga—. Me entregará para dentro de mes y medio un análisis, con sus propias palabras de los temas que más se le hayan complicado en las materias pertinentes— dijo señalando las hojas en sus manos —. Y usted le ayudará. Hará su propio trabajo, pero completo, no elegirá nada— sentenció.

—¿No cree que está exagerando un poco?— se atrevió a cuestionar Hinata, que hablaba por él joven a su lado.

El mayor negó —No cuando también soy uno de los asesores en tesis del joven, y me hizo perder horas de mi tiempo estos dos días— aclaró y Hinata volteó a ver al Uchiha que lucía fríamente imperturbable. Ahora entendía por qué no estaba replicando.

—¿Alguna duda?

—No— dijo él pelinegro.

El mayor sonrió sabiendo que lo fastidiaba, pero también sabía que todos esos temas él ya los dominaba, así que supuso que estaba siendo duro, pero justo.

—¿Algo más?— preguntó el docente que los seguía viendo de pie en su oficina.

Sasuke negó y abandonó el lugar sin decir más, Hinata por su parte, hizo una pequeña reverencia y apretando fuerte la correa de su mochila, se apresuró a seguir al chico.

—O-oiga— llamó al pelinegro que cargando su mochila se marchaba con ambas manos en los bolsillos. La Hyuuga suspiró desganada y optó por correr tras él —. U-Uchiha san— volvió a llamarlo. Volteó a ver a un par de compañeros que la miraron correr y se avergonzó, cuando Sasuke se detuvo, ella casi choca con él.

—Que dejes de llamarme así— advirtió y la peliazul, con los ojos grandemente abiertos, asintió.

—¿Qué hace… haces?— preguntó y corrigió cuando lo vio quitarle con poca delicadeza las hojas en sus manos.

"Patético" pensó el Uchiha al ver el listado de temas de diversas asignaturas. Ese maldito anciano estaba fastidiándolo, de no ser porque de verdad le resultaba de utilidad, lo hubiese mandado al diablo.

Hinata lo vio analizar lo marcado en las hojas —N-no tiene que ayudarme— dijo mientras se rascaba avergonzada una mejilla, al saberlo conocedor de su deprimente rendimiento escolar —. Yo… yo puedo solicitar…

—Mph— él, luego de pensarlo mejor, sonrió de medio lado.

Ella lo vio fijamente temiendo por esa sonrisa.

—Esto es doblemente ridículo— soltó petrificando a la joven por la molesta frialdad de sus palabras —… ¿te has dado cuenta que te pusieron en mis manos?— preguntó con sorna al empuñar en su mano el par de hojas y ponérselas casi en el rostro a la incrédula Hyuuga.

—Debes estar jugando— mencionó ella sin saber cómo logró no tartamudear y llamarlo de esa forma familiar. Intentó tomar las hojas, pero él bajó su mano y ante eso, ella lo vio a los ojos.

—No acostumbro a jugar— le recordó con voz sobria y sin dejar de verla a los ojos, frunció su ceño buscando miedo o algo más de ella, sin saber qué exactamente —. ¿Qué harás, Hyuuga?

"¿Hyuuga?" pensó, él no solía llamarla así.

—Yo de verdad necesito esas hojas— mencionó ella.

—Y yo… él es mi asesor en tesis— le recordó.

Los inseguros ojos de la Hyuuga ignoraron a los diversos estudiantes que caminaban por ese piso, y sólo se concentraron en él.

—Puedes pedir tu propio temario y negarte a estar bajo mi tutoría, arriesgándote a que te vean como alguien poco seria— le dijo viendo como abría de más sus ojos—; o, puedes ceder a mí— añadió con voz más ronca, la misma que le erizó la piel a Hinata.

La peliazul lo vio con recelo… si pedía otro tutor se arriesgaba a fastidiar a su profesor, además, si él lo había considerado, fue porque lo creyó el indicado a pesar de justificar su elección con el supuesto castigo que le estaba dando, ¿sería capaz de demeritar el apoyo y confianza que aquél profesor le estaba dando?

La mirada profundamente negra de Sasuke examinó los alrededores y luego se acercó un par de pasos a ella. Hinata retrocedió los mismos por inercia y se detuvo al sentir una pared en su espalda.

El Uchiha sonrió satisfecho por eso, apoyó una de sus fuertes manos en la pared, acorralándola, y la obligó a verla a los ojos al sujetarle la barbilla.

—Piénsalo— le habló sobre los labios y ella respingó por lo ronco y bajo de su voz —. Pero recuerda que si acudes a mi, no tengo buenas intenciones contigo— añadió y sonrió de medio lado. Hinata dejó escapar el aliento que chocó en los labios masculinos.

Sasuke amplió su soberbia sonrisa al soltarla. Eso era lo que necesitaba, a Hinata buscándolo; porque una vez que lo hiciera, era que estaba de acuerdo en sus condiciones.

Ella no estaba acorralada, tenía opción; solo debía elegirlo.

La sintió temblar tal vez por sus cuerpos que seguían tan juntos, o tal vez por esas crudas palabras. Volvió a sentirse miserable, pero lo prefería; prefería manipular a ser el imbécil que estuviera detrás de ella, buscando una miga más del placer que ella le daba.

—Ah…— Hinata intentó hablar pero él se apartó, la vio a los ojos una última vez y tras percatarse que los observaban, se dio media vuelta y partió.

—Sabes donde vivo.

—¿Qué?— se preguntó Hinata en un susurro al verlo partir. ¿Qué se suponía que había sido eso? Su cuerpo volvió a temblar sólo de revivir las sensaciones que experimentó al tenerlo tan cerca, y por todo eso que le había dicho.

—¡Hinata!— la voz de Matsuri la hizo voltear a ver —¿Pasa algo?

La peliazul tragó pesadamente y sonrió nerviosa al alejarse un par de pasos de la pared —Cre-creo que… acaban de nombrar a Uchiha-san como mi… tutor— mencionó viendo como el ojinegro bajaba las grandes escaleras de ese edificio. Se abrazó a sí misma para evitar que Matsuri la viera temblar.

—Jo-der— soltó la castaña que sabía lo que era trabajar con él —¿Qué vas a hacer?— le preguntó viendo el preocupado semblante de la ojiperla. Para fortuna de la peliazul, Matsuri no había mencionado nada sobre lo cercanos que se veían ella y Sasuke.

Hinata se encogió de hombros —No lo sé— confesó.

Ambas chicas se miraron con pesar, luego, ambas nuevamente, fijarían su mirada a las escaleras, lugar del cual el Uchiha ya había desaparecido.

"Cielos… esto no está nada bien" se sinceró Hinata para sus adentros.

O.O.O.O.O

—¿Estás seguro de lo que vas a hacer?— la voz de un alto y despreocupado peliplata rompió el silencio en el cual se habían sumergido por unos segundos, él y su joven compañero.

Itachi suspiró profundamente mientras devolvía a la barra de ese bar, el grueso vaso de cristal del cual había estado bebiendo.

Kakashi lo observó con curiosidad en sus cansados ojos, el pelinegro parecía meditar su respuesta mientras golpeaba suavemente el borde del vaso en sus dedos.

—No tengo opción— terminó por decir el joven Uchiha.

El mayor dejó de verlo para beber de su botella de cerveza —Aun hay algo que no me gusta— confesó.

—¿Qué?— preguntó el moreno ladeando su cuerpo en esa alta banca de madera.

El de pelo blanco giró su cuerpo y observó como ese viejo bar donde estaban comenzaba a llenarse, al ser casi las diez de la noche del fin de semana. Él negó en silencio.

—Dos jóvenes no esconden así una relación— terminó por decir recordando lo que suponían que hacía Sasuke.

—Somos familias complicadas— le restó importancia el moreno, en una de las pocas veces que solía hacer tal cosa. Itachi volvió a apoyar sus codos en la barra y Kakashi lo observó de reojo bajar la mirada, meditabundo.

—Déjame investigar algo más, seguro que…

—No— interrumpió secamente y todavía sin verlo —. Me interesa más el otro asunto.

El mayor terminó por rendirse al revolver su cabello y suspiró frustrado finalmente.

—Lamento todo lo que les está pasando— mencionó con pesar.

Itachi sonrió casi con ironía —Estoy seguro que lo has dicho antes.

—¿Cuándo lo harás?— volvió al tema principal.

—Mañana.

—Sé cuidadoso, ¿quieres? Esa chica parece ser…— dijo y detuvo sus palabras, sabiendo bien que Itachi sabía lo que quería decirle.

El moreno asintió en silencio. No le gustaba mucho la idea porque, de algún modo extraño, estaba traicionando a Sasuke. Pero lo consideraba realmente necesario si quería que aquel primer sacrificio, valiese la pena… lo sentía por Hinata si Kakashi estaba en lo correcto, aun así, no se detendría. No podía ni quería hacerlo. Mañana algo importante estaba por decidirse.

O.O.O.O.O

Con la mediana claridad de un nuevo día, cierta peliazul trató de animarse; el día anterior no había logrado decidir nada, pero seguro hoy tendría una resolución a ese problema que parecía tener. Esperaría al almuerzo para poder hablar con el Uchiha e intentar conciliar algún tipo de acuerdo.

—Como si tuviera el valor de verlo por más de cinco segundos sin ponerme nerviosa— se desanimó en voz baja, al estar en la fila de ingreso al estacionamiento de la universidad. Apretó los ojos y negó en silencio sin permitirse dudar —. Puedes hacerlo— se auto convenció.

Pisó el acelerador un poco para avanzar a la mediana velocidad como lo hacía el coche que iba adelante.

—¿Eh?— mencionó la joven que se abrazó al volante e inclinó su cuerpo al frente para ver algunos copos de nieve caer. Hinata sonrió al ver caer la primera nevada de ese año.

Terminaría de estacionarse y bajaría de su coche vistiendo unos abrigadores leggins oscuros, botas de tacón mediano y blusa negra que acompañaba con un elegante y semi ajustado abrigo morado. La Hyuuga se sintió incómoda cuando un par de miradas extrañas cayeron sobre ella, supuso que era por haber sido vista con el Uchiha en más de una ocasión; suplicó a cualquier deidad que sus amigos no notaran o escucharan algún rumor al respecto.

Caminó por el todavía seco camino de concreto de ese concurrido estacionamiento, y a lo lejos vio una larga cabellera rubia; la sonrisa que se borró cuando sintió que era observada al bajar, volvió a aparecer, pero más sincera.

—¡I-Ino!— alzó la voz y la mano al apresurar sus pasos.

La Yamanaka volteó a verla y le sonrió al casi verla correr.

—Hinata, tanto gusto— le dijo mientras sacaba su mochila de su auto.

La peliazul hizo mover su cabello al negar —El gusto es mío. Me alegra que decidieras volver.

La rubia sonrió y a Hinata le pareció que no era la sonrisa más sincera que le había dedicado —Estamos a menos de diez días de entrar al periodo vacacional navideño— dijo cerrando su auto —, no puedo darme el lujo de perder clases por estupideces— añadió y su tono fue amargo y despectivo.

La Hyuuga jugó con los dedos de sus manos —No arreglaron nada— dedujo en voz baja.

Ino negó minimizando las cosas —En realidad no importa.

Los ojos perlas, casi lilas de Hinata, se abrieron con sorpresa —¿Por qué?— preguntó mientras la rubia la invitaba a caminar — Ino… tú… tú estás enamorada de él— le recordó y titubeó, ella no dudaba de lo que esos dos sentían, pero la realidad era que no sabía lo que Ino estaba sintiendo o lo que sintió aquella última vez que estuvieron en el gimnasio —. ¿Pasó algo más?— se forzó a preguntar al notarla en silencio.

—Ayer hablamos— soltó con simpleza mientras avanzaban bajo los árboles del jardín que comenzaban a cubrirse de blanco.

—¿Y?

La Yamanaka negó en silencio recordando la llamada que por fin le había respondido, luego de que Shikamaru hubiera ido más de una decena de veces a buscarla. Ino tragó saliva imperceptiblemente.

—Shikamaru comienza a cansarse y es normal, cree que no estoy segura de lo que siento por él— dijo como si en realidad no le importara, como si mientras lo escuchaba metida en su cama, no hubiera apretado las sábanas, triste, frustrada y adolorida mientras escuchaba lo que él creía, como si no se le hubieran inundado los ojos y le hubiese dolido sonreír a pesar de no ser vista por él; o como si no se hubiera tragado el nudo en su garganta para que no le notara el llanto que quería soltar, porque en realidad quería disculparse pero le costaba tanto —. Creo que estoy de acuerdo él— agregó fríamente al final, forzándose a no darle más importancia. La noche pasada había llorado más de lo que se atrevería a reconocer.

Los ojos de la Hyuuga se abrieron con sorpresa y negó ante sus palabras —¿Cómo podrías estar de acuerdo?

Ino se encogió de hombros —Así es esto, Hinata— dijo y negó con la cabeza, como si no supiera qué más decir —. No todos los amores están destinados a sobrevivir— mencionó al llegar al punto donde sus caminos debían separarse.

—Y-yo no sé qué decirte… u-ustedes dos…

La de ojos verdes sonrió con nostalgia —No te preocupes, aún no hemos decidido nada— le dijo y sonrió con un rastro de tristeza que no pudo ocultar —. Créeme, si al final estamos destinados, va a pasar, sino…— dijo y negó, sobreentendiendo ambas a qué se refería.

Hinata se tragó un nudo que se quiso formar en su garganta.

—Lo siento tanto— dijo casi en un susurro al verla a los ojos.

La Yamanaka esbozó una gran sonrisa —Serás tonta, Hinata— dijo y la abrazó para evitar que le viera los ojos aguados —. Debo irme, nos vemos en el descanso.

—S-si— respondió Hinata al quedarse de pie viéndola correr, Ino se veía tan bonita enfundada en esos jeans claros y chamarra de piel beige, sonreía a pesar de que ella estaba segura que sufría por dentro; la admiró hasta cierto grado, a ella se le dificultaba tanto ocultar lo que sentía —. Ojalá esto no dure mucho— deseo al verla perderse entre la gran variedad de alumnos.

Hinata suspiró y una capa de vapor se escapó de sus labios, producto del frío clima.

—Hinata— Sakura llegó corriendo, cubriendo su pelo rosa con la chamarra roja que tanto amaba —. Oh, joder, por un segundo creí que alcanzaría a Ino, ¿te ha contado algo?— habló apresurada mientras se esforzaba por recuperar el aliento.

—Sólo que las cosas no van del todo bien— dijo preocupada —. E-ella dio a entender que… que ambos— añadió en el mismo tono.

—Oh, por Dios— soltó desanimada la de ojos verdes al entender lo que quiso decir —. Y ni siquiera sé qué pensar de esa chica.

Hinata negó en silencio —Las dudas de Ino vienen desde antes de Temari— le recordó, porque ya alguna vez ellos dos habían terminado por eso.

Sakura suspiró cansadamente al recordar —No se me ocurre cómo poder ayudarla— confesó desanimada mientras veía el camino por donde la rubia se había marchado.

La ojiperla asintió y de pronto su vista fue atraída por el cuerpo del Uchiha, el mismo que recién llegaba y en cuestión de segundos pasaría a su lado. Se puso nerviosa y de tal modo le sonrió a la pelirrosa.

—Ino es tan complicada— añadió la de ojos verdes que seguía con el tema.

La Hyuuga solo pudo asentir, se percató de las miradas fascinadas de algunas chicas que veían acercarse a aquel orgulloso y altivo pelinegro que lucía fastidiado; su vista la traicionó a volver a él, Sakura se percató y volteó a ver lo que observaba.

—Sasuke— susurró la chica.

El pelinegro, con las manos en los bolsillos de su pantalón, avanzó y vio de reojo la mirada fija y nerviosa de Hinata puesta en él. Sonrió para sus adentros al pasar a su lado y seguir caminando.

A la peliazul la recorrió un escalofrío y más, cuando al levantar su mirada, tenía sobre ella los ojos verdes viéndola con insistencia.

—¿Qué fue eso?— preguntó Sakura con desconfianza.

—¿Q-qué fue qué?— devolvió Hinata que no pudo ocultar su nerviosismo.

La Haruno resopló y negó en silencio, forzándose de una manera inhumana de no volver a dudar de Hinata y Sasuke.

—Ese juego de miradas— dijo sonando calmada a pesar de todo, aun así, no dejó de verla a los ojos.

Hinata jadeó con pesar.

—¿Qué?— presionó la pelirrosa.

—N-nada… e-es só-sólo que…

—¿Qué, Hinata?, habla ya, por Dios.

La peliazul jugó con sus dedos a la altura de su vientre y se mordió el labio para luego continuar, después de todo, tarde o temprano lo sabría.

—Tra-trabajaremos juntos— dijo sin todavía estar convencida de aceptar —. O-o algo así.

—¿Qué?

Hinata asintió y se avergonzó, solo que ahora, por otra cosa —Lo a-asignaron como mi tutor— agregó sin importarle ya que también Sakura estuviese al tanto de sus malas notas.

La pelirrosa perdió el aliento —No lo puedo creer.

—… Yo tampoco— Hinata bajó la voz y el rostro.

Sakura suspiró desanimada y observó con un poco de desconfianza a Hinata, volvió a suspirar, esta vez frustrada, ¿cómo ella podía tener la suerte que ella deseaba tener?, pensando esto fue ladeó su rostro y observó llegar a Shikamaru.

—Ey, mira— le dijo a Hinata que volteó a verlo —. Ambos parecen pasarla mal— agregó la pelirrosa retomando el tema anterior.

Hinata asintió y se llevó una mano al pecho. El alto joven avanzaba a pasos rápidos, su rostro mostraba lo desinteresado de cada día, pero su vista se veía sin brillo y ausente, un halo de amargura parecía rodearlo. Sí, él tampoco la pasaba bien.

—¿Crees que debamos intervenir?

La joven heredera Hyuuga se encogió de hombros y negó en silencio al verlo adentrarse a la facultad que compartían —No lo sé.

O.O.O.O.O

Ya con los copos de nieve cayendo con más intensidad, en medio día de estudios, un nutrido grupo de varones se dirigían al gimnasio.

—¡Agrr, joder!— gruñó Kiba que mantenía sus manos en los bolsillos de su gruesa chamarra —¿Otra vez nos citan a la maldita hora del almuerzo? ¿Quién demonios se cree el entrenador ese, eh? Falta cada que se le da la gana y nos llama a entrenar cada que se le vuelve a antojar.

Naruto torció sus labios —Estoy de acuerdo con Kiba, 'ttebayo. ¿Cómo se supone que sobreviva comiendo solo esto?— se quejó viendo un emparedado que Rock Lee les había entregado, por orden de su entrenador.

—¡Haz algo Shikamaru!— volvió a hablar el de marcas rojizas.

El Nara suspiró cansadamente mientras los acompañaba ya por el pasillo del gimnasio —No hay nada que pueda hacer, él tiene autoridad para pedir todo esto.

Los ojos negros del Uchiha prestaron atención al que era su capitán, lo notó más pasivo de lo que era normal en él.

—Oe, teme— Naruto habló y le lanzó un balón que encontró en el pasillo, el mismo que fue detenido con una sola mano por el Uchiha —. Juguemos antes de comenzar, 'ttebayo.

El desinteresado moreno iba a negarse cuando Shikamaru volvió a hablar.

—Nos citaron en vestidores.

—¿Eh?

Algunos comenzaron a cuestionarse sobre si sería una junta técnica en lugar de práctica, y todavía debatiéndolo, se adentraron al vestidor.

—¿Sabes de qué se trata esto?— cuestionó el Uchiha a su capitán, el mismo que caminaba con él al final del grupo.

Shikamaru negó en silencio —No, avisó hace apenas una hora.

Sasuke resopló, esa actitud improvisada y despreocupada no le extrañaba nada viniendo de Kakashi; y fue precisamente por eso que cuando entraron, lo sorprendió encontrarlo ya esperando por ellos.

—Hey, niños, guarden silencio— el hombre mayor y peliblanco alzó la voz y se subió sobre una de las bancas de madera, para ser visto por la totalidad del equipo.

—Oye, Kakashi, ¿para qué nos citaste a la hora del almuerzo? Yo necesito comer algo más que un emparedado, 'ttebayo— se quejó el rubio.

El de pelo blanco frunció el ceño desanimado —Bien, Naruto, a mí no me emociona esto más que a ti— informó y le pidió con la mano que se callara.

—¿Para qué nos citaste?— ahora quien habló fue el Uchiha que se había recargado en la pared más alejada a donde su entrenador hablaba; algo le decía que no era un entrenamiento.

—Tramites protocolarios— expuso con simpleza.

—¿Qué clase de trámites?— ahora quien habló con extrañez fue Shikamaru.

El entrenador dejó caer ligeramente sus hombros "Estos niños de ahora" pensó aburrido; eso ya no parecía ser un informe, más bien parecía un interrogatorio. Decidió ser directo.

—Bien, Shino— le habló al callado joven que estaba cercano a la puerta —. Hazme el favor de tomar un frasco y entregar uno a cada uno de tus compañeros.

Suaves murmullos comenzaron a surgir.

"Imbécil" se regañó mentalmente el Uchiha que sonrió con arrogancia. Ya sabía para qué estaba Kakashi al frente del equipo… estúpido Itachi.

—¿Y… para qué se supone que las queremos?— preguntó Naruto viendo el pequeño frasco de cristal.

—La liga deportiva a la que pertenecemos nos pide cumplir con ciertos requisitos, el anti-dopaje es uno de ellos— explicó con simpleza ignorando la mirada negra del Uchiha sobre él.

—Es absurdo. No somos profesionales.

—No, pero jugamos semi profesional, así que es comprensible. Además, están preocupados por la salud de sus atletas— le debatió de inmediato al Uchiha.

—Eso quiere decir que… ¿qué?— quiso entender Naruto, pero terminó por preguntar al no saber qué hacer.

—Que te piden que orines en esa cosa— explicó Kiba haciendo reír a varios de los presentes.

—¿Ah?— Naruto lo volteó a ver con las cejas en alto —¡Oh!... ¡Oe, pero Kakashi sensei! Yo acabo de mear, no tengo ganas— dijo ganándose las burlas de algunos más.

—Pues esfuérzate, Naruto, todos ustedes, de hecho. Como verán, los frascos ya vienen marcados con sus datos— dijo y les indicó con la mano que comenzaran a entrar al sanitario.

—Oh, esto es tan incómodo, 'ttebayo— murmuró Naruto —. Bien, orinita vengo.

—Sasuke, ¿a dónde se supone que vas?— alzó la voz Kakashi, que todavía sobre la banca, alcanzó a verlo dirigirse a la puerta.

—Ninguna liga deportiva que no sea profesional puede exigirnos esto. Yo me largo— dijo empujando a un par de chicos que esperaban formados entrar al baño.

—Si no lo haces no podrás jugar— aclaró el coach.

—¡Eh!— Naruto se sorprendió —¡Oe, teme! ¿Oíste?

Sasuke volteó y vio con una frialdad realmente molesta a su entrenador —Entonces al diablo.

—Oe, Sasuke.

—Teme.

—A sus lugares, jóvenes. A nadie se le obliga pero ya saben a lo que se atienen— aclaró el entrenador paralizando a Naruto que se disponía a seguir a su amigo.

Gaara, con una sonrisa torcida en sus labios, observó con sus fríos ojos a Sasuke salir.

—Sospechoso, lo es realmente— soltó con su voz ronca cuando pasó por su lado.

—Púdrete— devolvió el Uchiha al pasarlo de largo.

El pelirrojo erguido en su no tan marcada altura, volteó de medio lado a ver al más alto del equipo partir. Dedujo lo que seguro muchos más sospechaban respecto a sus gustos por algunas sustancias… justo en ese momento se preguntó una vez más, qué tenía a una chica como Hinata al lado de una persona como lo era el Uchiha.

Con pasos firmes y seguros aquel chico de ojos negros salió del gimnasio, una sonrisa torcida en ironía adornaba sus finas facciones.

—Eres un maldito imbécil, Itachi— mencionó con voz baja y ronca. Seguro sería cuestión de minutos para que Kakashi lo informara de su negativa a realizarse las dichosas pruebas.

Qué más daba, Itachi ya sospechaba que desde hacía tiempo consumía algunas cosas, lo único que hizo con su negativa fue confirmarle tal cosa. Esperaba que al menos así lo dejara tranquilo y dejara de pretender comportarse como su padre, porque no lo necesitaba.

O.O.O.O.O

Largas horas después Hinata suspiró desanimada al volver a su departamento. Se acercó a cerrar la puerta del balcón que siempre dejaba abierta y que ahora permitía al aire helado colarse al interior.

No había tenido suerte, no había logrado hablar en lo absoluto con Sasuke para intentar conseguir, mínimo, el temario que le quitó. Supo que no lo vería en el almuerzo pues el equipo de baloncesto estaba en entrenamiento, o algo así se enteró; no pudo ir a buscarlo porque estuvo con Ino y Sakura y la charla entre las tres se tornó tan seria que pronto dejó de darle importancia al asunto del Uchiha.

Durante los cambios de clase no los había visto ni al pelinegro o Naruto, y ya para finalizar el día, escuchó rumores de algún problema de ese popular chico y su entrenador, por lo mismo no le sorprendió verlo salir con prisa de la facultad y posteriormente del campus universitario.

—Ya es fin de semana— se recordó en voz baja —. Debo verlo hoy o el tiempo sólo se me irá en indecisiones— se añadió preocupada.

Dio un paso hacia la puerta y se detuvo de inmediato.

—Mejor más tarde— se dijo rindiéndose ante sus miedos. Y es que necesitaba al menos, tener listas en su mente las palabras que usaría.

"Eres una cobarde" le reprochó su conciencia.

—Ya lo sé— se lamentó y suspiró.

Dejaría pasar las horas hasta que el cielo oscureciera un poco más, así, presionada por su ansiedad, se aventuraría a hacer la estupidez de buscarlo en su departamento del otro lado de la calle; así funcionaba ella, era patético pero así era.

Suspiró y ocultó su rostro entre sus manos al dejarse caer en un sofá de su sala. Ojalá ya no se metiera en tantos problemas.

O.O.O.O.O

Las luces de los altos postes ya habían encendido cuando un costoso auto negro se estacionó, frente a uno de los más elegantes edificios de ese casi centro de la ciudad.

El joven en el interior se apoyó totalmente en el respaldo del asiento y golpeó con uno de sus dedos el volante del coche, el mismo que todavía sujetaba con una mano.

Creyendo que hacía lo correcto, bajaría del auto. La distinción de su joven persona se reflejaba más allá del elegante traje que portaba. Caminaría ignorando la nieve que caía por sobre toda la ciudad y sin molestarse por la suave ventisca que le mecía su lacio cabello.

• • •

—Sólo no titubees y todo estará bien— se convenció Hinata que ya tenía todo un monólogo creado en su cabeza. Cruzaría esa calle y regresaría con su temario en mano; debía poder conseguirlo.

Luchó por conservar la seguridad que había reunido mientras observaba el display del elevador descender piso a piso. Mordió sus labios cuando por fin sintió el casi imperceptible tirón al haberse detenido el mecanismo.

Una vez que las puertas se abrieron no se detuvo a considerar nada y dio el primer paso hacia afuera, tan decidida iba que no prestó atención a la persona que esperaba por entrar.

—Ah, lo siento— se disculpó al estar a punto de chocar con esa persona, y casi sin verla, inclinó su rostro disculpándose y se giró para no perder el impulso de hacer lo que tenía que hacer.

—Hinata— la varonil y firme voz a su espalda la hizo detenerse y voltear a verlo parcialmente —. Hyuuga Hinata.

Ella frunció el ceño al reconocerlo y perdió el aliento. Atinó a asentir en silencio.

El joven pelinegro le sonrió y se acercó a pasos suaves a ella.

—¿Me recuerdas?— preguntó con cautela al colocarse frente a ella.

Hinata asintió y de reojo observó que el área del encargado del edificio estaba vacía.

—S-sí. E-eres el… el hermano de… Sa-Sasuke— no supo por qué, pero se obligó a llamar a aquél pelinegro de mirada fría por su nombre.

—De tu novio, ¿cierto?— preguntó el otro Uchiha viéndola analítica y fríamente a los ojos.

Ella asintió despacio y se forzó a sonreírle. Itachi no era el único en suponer tal cosa y no se atrevió a contradecirlo, tal vez porque recordó que alguna vez él los encontró, a Sasuke y a ella, en el estacionamiento del Uchiha en una situación tan vergonzosa como comprometedora; y no quería enfrentar su mirada si le decía que había estado de esa forma con Sasuke, sin ser nada. La vergüenza volvió a jugarle en contra.

El joven de ojos negros sonrió y asintió.

—Mi nombre es Itachi— dijo tendiéndole la mano, Hinata la tomó casi sin titubear—. Me gustaría conversar un poco contigo, ¿podrías?— pidió el chico.

Los ojos, siempre expresivos de la Hyuuga, mostraron su sorpresa —¿Conmigo?

Él asintió y ella se sintió tonta por preguntar lo que le acababa de decir —Ah… bueno— dijo y volteó a la calle tras esa elegante puerta de cristal abierta.

—No me extenderé mucho, lo prometo.

Hinata mordió su labio y asintió volviendo su vista a él —Bien.

—¿Me acompañas?— pidió el mayor de los Uchiha al indicarle con su mano dirigirse a su auto — Me gustaría hacerlo en un lugar cómodo y privado. Conozco un café cercano.

—Está bien.

Hinata se cerró mejor el sencillo suéter que usaba, al vestir un delgado leggin y una blusa larga de cuello redondo en tono lila, que contrastaba bien con el negro que predominaba en sus ropas. Itachi le abrió la puerta del coche, para luego de cerrarla, rodear el auto y entrar en él.

Encendió el vehículo y lo puso en marcha.

Cruzaron un par de calles en silencio, Hinata quiso distraerse con las personas que caminaban por las amplias banquetas, o viendo los aparadores que desde hacía días comenzaron a llenarse de adornos navideños.

—¿Qué es lo que tienes que hablar conmigo?— preguntó sin soportar más el silencio.

Itachi contuvo el aliento un segundo —Hay algo que debes de saber y… un favor que tengo que pedirte— su voz ronca y varonil la estremeció justo cuando él volteó a verla de reojo, al ir pendiente del camino.

A la Hyuuga le costó no perder el aliento y un estremecimiento la recorrió. Algo le decía que iba a enterarse de algo que no le gustaría nada.

El de marcadas ojeras observó a Hinata intentar distraerse al ver por la ventanilla del coche. Él dobló en la esquina y se dispuso a buscar estacionamiento al haber llegado a su destino. No sabía qué tan enterada estaba ella de los detalles de la presumible adicción de Sasuke, pero por el momento eso iba a quedar ajeno a su conversación; lo que tenía que informarle era increíblemente más grave que eso.

O.O.O.O.O

El pequeño gato negro que había estado descansando sobre el marcado abdomen del Uchiha, se levantó y saltó al alfombrado suelo de la sala, en busca de algo de alimento.

Los ojos negros no le prestaron importancia al fijarse en el reloj de pared colocado en esa sala. Eran cerca de las nueve de la noche.

—Maldición— gruñó molesto y comenzó a lanzar una pequeña pelota plástica a la pared frente a él, mientras el pequeño objeto rebotaba y volvía a sus manos varias veces, él se perdía en sus pensamientos.

"No vendrá" pensó lo referente a aquella ojiperla.

Recordó sus ojos nerviosos y asustados cuando él le advirtió que si lo buscaba, era aceptando lo que él quería.

Con un sonido seco recuperó la pelota que nunca dejó de lanzar. Giró su rostro y observó las hojas en las que había estado trabajando desde el día de ayer, colocadas sobre su mesa de centro. Hinata de verdad las necesitaba, si ella había llegado al punto de solicitar ese trabajo extra, era porque de verdad se vio presionada a ello.

"¿Qué tanta culpa tienes tú, Sasuke?" se preguntó mentalmente mientras jugaba con la pequeña pelota entre sus dedos.

Era un bastardo y volvía a repetírselo.

—Joder— lazó la pequeña pelota a una esquina de la sala y se puso de pie de golpe. Y era patético porque otra vez ahí estaba doblegándose por ella.

Se colocó una delgada chamarra y tomó sus llaves para salir de su departamento. Iba a dejar de comportarse como el patán que era, pero sólo con eso; dobló y guardó en su chaqueta el temario que antes había tomado para dirigirse a donde esa patética chica. Le dejaría claro que sus intenciones no cambiaban, que seguía deseándola de él y que seguiría siendo ella la que aceptara; esas serían las palabras que le soltaría al momento de entregarle las estúpidas hojas.

Bajó del elevador y salió del edificio siendo recibido por el más marcado frío nocturno. Todavía sintiéndose patético bajó los escalones de entrada y esperó a cruzar la avenida. Había cruzado al otro lado de la calle y dirigió sus molestos y pesados pasos a la esquina que debía doblar para entrar a recepción del edificio de la Hyuuga, algunos peatones pasaron a su lado ignorándose mutuamente.

Cuando después de dar vuelta, sus fríos ojos negros reconocieron el auto frente al edificio, él se extrañó, pero cuando al seguir avanzando reconoció a una pareja en el exterior del lugar, su mandíbula y sus puños reaccionaron, tensándose y apretándose respectivamente.

—¿Puedo confiar en ti?— preguntó Itachi, al mismo tiempo que le quitaba del rostro a Hinata un delgado mechón de cabello que el viento le movió.

Ella no dejó de verlo a los ojos y asintió.

El pelinegro le sonrió ligeramente al deshacer todo contacto con ella. Los ojos negros de Itachi giraron y suspiró suavemente al ver a Sasuke de pie a varios metros, viendo todo. Hinata no tardaría en también voltear.

—¿Qué demonios haces aquí?— preguntó molesto el de rebelde cabello, al acercarse en claro reto a su hermano, colocándose celosamente entre él y Hinata.

El mayor y apacible pelinegro suspiró y apretó el puente de su nariz.

Los ojos perlados de Hinata se fijaron en Sasuke y éste volteó a verla de medio lado. Ella se tensó y casi dejó de respirar al sentir su corazón latirle en la garganta, ante el escrutinio de la fría mirada.

—Con permiso— se disculpó ella al bajar su vista y no poder verlo más a los ojos luego de la charla que ella e Itachi habían tenido. Su cuerpo tembló y se fue antes de que alguno le respondiera.

—Hinata— la llamó molesto el menor de los Uchiha.

—Déjala— habló calmadamente el de marcadas ojeras.

—¿Por qué?— preguntó con hostilidad. Odio al par de traidores, como los sentía que eran, y aun así, quería a Hinata presente; necesitaba que le aclarara eso. Sus celos volvieron a estallar en su interior quemándolo por dentro, pero ahora era peor, era su maldito hermano —¿Qué hacías con ella?

—No es concerniente a ti— dijo dándose vuelta pretendiendo no discutir.

—Toda ella es concerniente a mí— Sasuke lo detuvo al sujetarlo del brazo. Itachi sonrió al verle reto y advertencia en esa mirada de fuego. ¿Qué sentía por ella su tonto hermano?

—Estás paranoico, Sasuke— afirmó con media sonrisa —. Vine por parte sólo de mamá— dijo encogiéndose de hombros.

—No me vas a ver la cara de imbécil, Itachi. No con ella— le advirtió endureciendo su agarre —. Vuélvela a tocar y juro que vas a arrepentirte— le advirtió sin soltarlo y ambos se vieron a los ojos.

—Eres demasiado celoso con tu novia, tonto hermano menor— le dijo al jalar de su brazo y soltarse —. Eso no es muy inteligente, podrías asustarla y hacerla huir— dijo en algo que al menor le supo a amenaza.

—Mantente lejos de Hinata, no lo volveré a decir— advirtió fríamente y se giró para seguir los pasos de su tormentosa y curvilínea obsesión.

Itachi guardó sus manos en los bolsillos de su pantalón viendo como Sasuke llamaba al elevador. Se giró y sonrió apenas visiblemente… había dado en el clavo. Hinata era el punto débil de Sasuke.

Antes de subir a su auto alzó su vista a los departamentos con luces encendidas… ¿Qué ibas a hacer, Hinata? ¿Qué decidirías después de lo que te había contado?

Continuará…


Hola ñ.ñ

Sí, quise dejar un poco de suspenso en este capítulo, ¿alguna tiene idea de lo que viene? ¿Sí, no?... Solo decir que la historia SH toma un nuevo giro a partir del siguiente capítulo.

Cambiando de tema o de pareja:

Por ahí me preguntaron del ShikaIno, sí, es la segunda pareja de este fic, pero eso no quiere decir que sean novios todo el tiempo o van a ser felices los capítulos que dure el fic. Ya les había dicho que lo que pase con ellos va a afectar indirectamente al SH, como se vio en el capítulo pasado. Tampoco me quiero meter mucho con ellos, sino que las cosas van a ir pasando y nos vamos a enterar entre charlas o lo poco que sepan Sasuke y Hinata, porque de ellos es el fic.

Posiblemente, cuando este fic termine, haga un mini fic con la historia paralela de ellos dos, pero eso no está decidido, es sólo una idea tonta que tengo porque amo el ShikaIno. Lo que pasa con ellos me recuerda muchos casos de la vida real, celos, indecisiones, inseguridad y desconfianza que sobresalen al amor, perjudicándolo y llevándonos entre 'las patas' como decimos acá en México xDD

Pues eso, me voy a centrar más en Sasuke y Hinata, las demás cosas van a ir pasando a sus alrededores, no quiero alargar mucho el fic, ojalá les guste mi idea. De todo se van a enterar, don't worry D:

Ya, sin más, agradecer comentarios:

•Nicolai P. Sherman •Daisuke-37 •Hinata Uchiha21 •Mimi's es •hinatacris •JoMonHim •nayaritsasuhina •Lizeth de Uchiha •bellamita-uchiha •Tokeijikake no Orenji •hime23 •Itzel 3 •Francisvict •Heavenly14 •Naoko Ichigo •KiaraUchihalove •rcr •Nataly •Yukki-Onna •thalia fuentes •evilangelux •sashar12 •Marshmallow •DarkAmy-chan •Julia •Kurimireii •gristardream13 •JSMA-SasuHina •Judy •cherrymarce •DAMIC00 •azul-chan •vdevenganza •Hiyori •Zimba Mustaine •Pamaig •SaBaKu No MeNnY y a dos guest.

Mil gracias.

Y bueno, ya por último, decir que la historia la está publicando una nena que me la pidió para wattpad, así que si la ven, tiene permiso (:

Me despido hasta el siguiente.

Besos, Aidé.