Capítulo 1. la fiesta.
Los dioses habían organizado una fiesta en el Olimpo e invitaron a sus hijos griegos y romanos. También habían acudido algunas ninfas, sátiros, lupa y Quirón entre otros.
Todos charlaban animadamente entre sí.
El director del campamento, había puesto vino en todas las bebidas sin que nadie se diese cuenta y veía satisfecho los primeros resultados. Agradecía que su padre le dejara beber en esa clase de eventos que si no, habría nuevas almas en el inframundo o delfines en el mar.
Incluso las cazadoras bebían.
(Sí, esa sería una gran noche) -Pensó el dios del vino.
leo estaba terminándose el tercer o cuarto vaso. No tenía ni idea cuando alguien se le acercó por detrás.
Colocó los labios muy cerca de su oreja y las manos en sus caderas echándolo hacia atrás contra un pecho claramente masculino.
Sintió cosquillas en su cuello de lo que supuso era el pelo de esa persona.
Los labios del desconocido se movieron haciéndole estremecer.
-¿Sabes que estás muy sexi esta noche?
El hijo de efesto llevaba unos baqueros y una camiseta roja.
El hombre detrás suyo acarició el cuello del muchacho con la nariz.
-no digas tonterías. -Contestó Leo con la voz algo temblorosa.
Intentó girarse pero la persona detrás de él no se lo permitió.
-Llevo tiempo observándote y me gustas. Hace mucho tiempo que no siento algo así por nadie.
Mordió suavemente el lóbulo de su oreja y rió bajito cuando el semidios volvió a temblar.
-Voy a conquistarte Leo Valdez. Serás mío y solo mío.
El chico no sabía que decir.
-¿Ha has b bebido más de la cuenta? -Preguntó mientras la otra persona besaba, lamía y mordisqueaba su cuello.
-En absoluto. -Le contestó el hombre.
-¿Qui quién eres?
la persona detrás suya rió bajito y le acarició una de las mejillas. Volvió a bajar la mano hasta la cadera del consejero de la cabaña nueve y en un movimiento rápido, lo giró quedando cara a cara.
leo jadeó sorprendido.
-¿Tú?
-Yo.
Leo intentó zafarse pero su acompañante no se lo permitió.
-¿Ahora quieres escapar? -Le susurró besándole la oreja y el cuello.
-No hagas eso.
-Antes no te quejabas.
-No estoy para bromas.
-¿Quién ha dicho que esté bromeando?
-¿Cómo voy a gustarte? Es absurdo.
El chico acercó más a Leo pegando al máximo sus cuerpos.
-me encantas. Me calientas.
-Eso puede ser porque soy usuario del fuego o tal vez estás caliente por ser el dios del sol.
Apolo sonrió.
-Ya te lo he dicho pero... voy a conquistarte y enamorarte.
-¿No te apetece perseguir mortales y ninfas por ahí?
-No tengo necesidad. Te quiero a ti.
-¿Durante cuánto tiempo?
-Para siempre. Nadie se acercará a ti con esas intenciones. Solo yo.
Mientras decía eso, repartía besos por el cuello y la mandíbula del atónito semidios.
-Creo que te has fumado algo.
Apolo rió con fuerza.
-Aprovecharé cuando vaya a visitar a mis hijos al campamento para verte.
-¿Y si no quiero?
-Te gustará.
Y besó a Leo en los labios con ímpetu. Después lo soltó y permitió que se escabullera.
-Si le haces daño a mi hijo... desearás no haber nacido. -Le susurró Hefesto.
-Esa no es mi intención.
-Voy a vigilarte hermanito. Espero que no se te ocurra encapricharte de él y dejarle después. Y si consigues que se enamore de ti y seais pareja, como le seas infiel te cortaré tus partes más preciadas y jamás volverás a tener hijos.
-No haré tal cosa. -Comentó Apolo muy pálido.
-A mi esposa le permito esos encuentros aunque la humille pero a ti no te voy a pasar ni una. Y no confiaré en ti aunque lo jures por el río Estigio. Si mi hijo sufre, tú sufrirás el cuádruple. Así que piénsalo bien.
-Tengo claro lo que quiero.
-¿Y qué es lo que quieres?
-A Leo.
-Pues si sabes lo que quieres, déjaselo claro a tus pretendientas. Y a no ser que él te lo permita, no te acostarás con nadie más. Incluso mientras intentas conquistarlo. No soy estúpido Apolo y sé que te encanta el sexo.
-No haré daño a tu hijo.
-Avisado quedas. -Dijo el dios de la herrería y se fue.
El dios de la poesía se quedó un poco aturdido.
POV Percy:
Me había tomado tres refrescos que sospechaba, tenían alcohol y mientras veía como Apolo besaba el cuello a Leo, me bebí una copa con un líquido azul que me había dado Annabeth.
Vi como Hefesto hablaba con Apolo y a juzgar por las caras que ponía heste último, no era algo agradable.
Unos minutos después, divisé a Nico y Will que se besaban muy apasionados. Seguramente, se irían pronto mediante el viaje sombra a algún sitio más íntimo.
Entonces comencé a sentir calor. Al principio no me preocupé y pensé que era por todo lo que había bebido. Pero a medida que pasaban los minutos, el calor aumentaba más y más y también me sentía muy excitado.
-¿pero qué coño...? -Mascullé entre dientes.
El calor siguió aumentando y mi excitación también.
-¿Por los dioses qué me ha dado Annabeth? -Volví a decir.
Me asfixiaba allí dentro así que salí a refrescarme.
Corrí hacia los jardines y me tumbé en el césped.
la fresca brisa y el césped me aliviaban un poco pero no era suficiente.
Me quité la camiseta azul que llevaba y volví a tumbarme.
-(Menos mal que llevo pantalones cortos) -Pensé.
Me quité los zapatos y los calcetines y volví a tumbarme. Pero seguía sin dar resultado.
Entonces vi un lago y me levanté y corrí hasta acercarme. No lo pensé mucho y me lancé.
pasé allí unos minutos y cuando salí del agua decidí estar mojado para aliviar el calor sofocante.
Salí del agua y me tumbé al lado de mi camiseta y mis zapatos.
Cerré los ojos satisfecho.
Unos pasos me alertaron de que no estaba solo. Abrí un ojo y volví a cerrarlo al ver que era Zeus.
-¿Qué haces casi desnudo Jackson? ¿A caso te estás exibiendo?
-¿Para quién? -pregunté sin abrir los ojos.
-¿Bueno y qué haces aquí?
-Refrescarme.
-¿Por qué? -Cuestionó con curiosidad.
-Tengo demasiado calor. -Gruñí.
El silencio que siguió duró varios minutos.
Finalmente abrí los ojos y observé a Zeus que me miraba atentamente.
El dios del cielo tenía la apariencia de un chico de veinte o veintiún años. Era alto y muy musculoso, tenía el pelo negro cortado por encima de los hombros, los ojos azules, se había afeitado , vestía una camisa azul marino y unos vaqueros.
me quedé mirándole durante bastante tiempo e inexplicablemente, me puse duro.
Le miré a los ojos y me puse lentamente de pie. Era consciente de que él me observaba con cierto interés y eso me gustaba.
Me acerqué a él despacio sin dejar de mirarle. Me relamí los labios resecos y sonreí.
Era muy consciente de lo que hacía y aunque sabía que era una gilipollez, seguí adelante.
-(Tampoco es como si no hiciera estupideces todo el tiempo) -Me dije.
El dios seguía atentamente mis movimientos. Estábamos tan cerca que sentía su calor corporal pero él no retrocedió.
Respiré hondo y me pegué a él que seguía sin moverse.
pasé mis brazos por su cuello y me junté a él todo lo que pude.
Sonreí ampliamente.
Una pequeña parte de mi cerebro se preguntaba que furias estaba haciendo y por qué por todos los mares no había salido corriendo antes de que el dios me fulminara y yo no fuera más que galleta de semidios. Pero como nunca hago caso a mi parte racional, no iba a ser hoy la escepción.
Seguramente Zeus ya se habría dado cuenta de que estaba muy cachondo.
Froté mi erección contra él y le susurré.
-Estoy muy duro.
Y volví a frotarme contra él.
Él me miró fijamente durante lo que a mí me pareció una heternidad.
-¿Sabes que probablemente te hayan dado un afrodisiaco para beber?
Le miré atónito pero no me aparté.
-¿Quieres decir que el líquido azul que Annabeth me dio era...?
Él asintió.
-Da igual. Solo quiero... Solo...
-¿qué quieres Percy? -Me susurró al oído con la voz ronca.
-Te quiero a ti.
El dios rió bajito y desaparecimos del jardín.
La habitación en la que aparecimos tenía las paredes blancas, un par de mesillas de noche y una cama enorme con una colcha azul.
POV en tercera persona:
Zeus se había sorprendido cuando el hijo de Poseidón le había dicho aquellas cosas pero no dejó traslucir nada en su expresión.
Él también estaba muy caliente y se llevó al semidios a una habitación en un hotel en Praga.
También trajo la ropa que se había quitado Jackson por si acaso.
tumbó a percy sobre la cama y lo observó.
Besó sus labios con hambre dejando que el menor explorara su boca. las lenguas se entrelazaron y lucharon por dominarse. Finalmente, percy dejó que el dios dominara el beso.
Gimió complacido cuando Zeus mordió sus labios.
El dios siguió besándole la mandíbula, la oreja donde mordió con algo de fuerza, el cuello donde se detuvo a lamer y morder.
Chasqueó los dedos y la ropa de ambos desapareció.
Besó su pecho jugando con sus pezones hasta dejarlos de un furioso tono rojo, bajó por su estómago hasta el ombligo donde se detuvo a lamerlo.
Percy acariciaba la espalda y el pelo del dios gimiendo bajito sin saber qué más hacer.
El dios volvió a subir hasta los labios del menor que lo recibió gustoso. Juntó ambas erecciones y las masturbó con una de sus manos.
Le encantaba ver como el hijo de Poseidón se retorcía ante sus atenciones.
Cogió una de las manos del chico e hizo que le ayudara a masturbarse.
Percy miraba al dios con los ojos vidriosos de deseo. Le encantaba sentir ambos miembros erectos en su mano y le ponía escuchar los gemidos de su acompañante.
El rey de los dioses detuvo ambas manos y volvió a dejar un camino de saliva desde la boca hasta el ombligo de Percy.
Zeus se detuvo y bajó sus labios hasta el miembro inchado del semidios.
Lo lamió despacio con la punta de la lengua desde la base hasta la punta enroscándola y succionando con suavidad.
Fue metiéndose poco a poco ese bien dotado miembro en la boca hasta el fondo.
Percy intentó mover las caderas en vano pues Zeus se las sujetaba contra la cama.
mientras le hacía sexo oral al semidios, hizo aparecer un bote de lubricante.
Se huntó los dedos con él y comenzó a preparar al hijo de Poseidón.
Introdujo despacio uno de sus dedos moviéndolo con lentitud. El chico no daba señales de incomodidad así que el dios siguió abriendo su entrada.
Introdujo un segundo dedo y esta vez, Percy si sintió molestia pero se le pasó en cuanto Zeus tocó su próstata.
El chico dejó escapar un grito ronco.
El dios introdujo un tercer dedo y más tarde un cuarto.
Cuando creyó que ya estaba lo suficientemente dilatado, sacó sus dedos y embadurnó su miembro con lubricante.
Percy seguía con atención los movimientos que hacía el hombre.
Zeus se introdujo despacio en él controlándose para no hacerle daño sin querer. El chico se quejó de dolor y el rey de los dioses le distrajo besándolo.
Cuando ya estuvo totalmente dentro de él esperó unos minutos a que Percy estuviera listo.
El semidios envolvió la cintura del mayor con sus piernas y movió las caderas.
Las estocadas eran lentas y profundas pero pronto incrementaron el ritmo hasta ser salvajes.
Percy arañaba la espalda de Zeus dejando marcas y el dios mordía todo lo que podía.
Con un grito ronco y una estocada especialmente fuerte, ambos se corrieron a la vez.
Estuvieron teniendo sexo hasta el amanecer.
Los efectos del afrodisiaco pasaron dos horas antes pero a Percy no le importó.
Al terminar, se besaron lentamente hasta casi dormirse.
-Debería dejarte en tu cabaña.
Percy asintió de acuerdo con él.
El dios chasqueó los dedos y ambos estaban vestidos y con otro chasquido, estuvieron en la cabaña de Poseidón.
Zeus dejó al chico sobre la cama y después de darle un beso lento y profundo, se despidió y se fue.
