LOS PERSONAJES DE NARUTO NO ME PERTENECEN, SON PROPIEDAD DE MASASHI KISHIMOTO. LA HISTORIA ES MÍA.

-20-

LO QUE NO PUEDE SER

La mirada negra y desinteresada se fijó sobre la variedad de alumnos que se extendían por el estacionamiento universitario. Apagó el motor de su auto y se recargó completamente en el asiento sin ánimos de bajar, cerró sus ojos y llevó un par de sus dedos a apretar el puente de su nariz.

La noche anterior había dormido realmente poco, pero eso no era lo que lo estaba molestando.

—Tsk— chasqueó la lengua molesto y apoyó su mano en el volante del auto, su mirada volvió al frente pero ya no prestaba atención a ninguno de los presentes.

«¿Sabes que si vas, estás haciendo esto casi oficial?» recordó sus palabras y cómo éstas habían paralizado a esa chica «Si lo haces, significa que, ¿aceptas quedarte conmigo?»

Golpeó el volante con uno de sus dedos sin entender realmente por qué volvió a presionarla de esa forma. No tenía sentido y aun así, no perdió oportunidad de hacerlo.

¿Cuánto le gustaba?

—¡Hey!— el sonido seco que hizo la mano de Suigetsu al estrellarse contra el cofre de su auto y la escandalosa voz del mismo, fastidiaron al Uchiha que pretendió no verlo —¡Vamos hombre, baja!— animó el peliblanco al asomarse a la ventanilla — Llevo casi media hora esperando por ti y mira que me estoy congelando— agregó y sonrió abiertamente.

Sasuke abrió la puerta y salió sin prisa luego de suspirar cansadamente.

—¿Qué quieres aquí?— le preguntó, pues por lo general ese tipo no se levantaba antes del mediodía.

La diversión del chico de dientes afilados fue reflejada incluso en sus moradas orbes.

—Anoche Karin llegó furiosa a mi departamento exigiendo respuestas— dijo y cuando Sasuke cerró la puerta del auto, luego de bajar su mochila, Suigetsu se sentó de un salto sobre el cofre del costoso vehículo propiedad del pelinegro —. ¿Quién era ella, eh?— preguntó viéndolo atentamente.

El Uchiha lo vio y luego regresó su mirada al resto de los presentes, sin fijarse detenidamente en ninguno y sin pretender responderle tampoco al peliblanco.

Suigetsu lo notó pero no le dio importancia al estar acostumbrado a casi arrancarle las palabras.

—Llegó furiosa y soltando miles de suposiciones, debiste verla— dijo al recostarse sobre el parabrisas y sacar del bolsillo de su pantalón una paleta, la misma que luego se llevaría a la boca —. Dijo que prácticamente la echaste, por favor, cuando tengas planeado hacer tal cosa, avísame, sabes que no me gusta perderme de tales acontecimientos— añadió y luego se burló.

—No es como si lo planeara— respondió cortante el otro que luego de un momento regresó su atención al chico a su lado.

El peliblanco se encogió de hombros —Vamos, hombre, dime quién era— insistió el casi hiperactivo joven al entrecruzar sus piernas sobre el auto. Suigetsu esperó unos segundos su respuesta y cuando los ojos negros del Uchiha dejaron de verlo para fijarse sobre algún punto a su espalda, él volteó también movido por su curiosidad.

Ambos jóvenes vieron a cierta lacia peliazul descender de su coche y apresurarse a mezclarse entre los estudiantes para dirigirse a su facultad, ella no los había visto y la entera atención de Sasuke no la había dejado desde que la vio aparecer en ese sitio.

—¿Era ella?— preguntó Suigetsu incrédulo al regresar sus ojos al pelinegro frente a él —Sa-Sasuke… ¿e-ella es…?

El Uchiha regresó su fría mirada a Suigetsu y éste tragó ligeramente y frunció el ceño al intentar entender lo que estaba pasando.

El chico jadeó todavía sin superar del todo su sorpresa —¡Claro!, Karin dijo que su nombre era Hinata… ¿cómo demonios no lo recordé antes?— divagó y luego negó rápidamente — Ya antes has salido con ella, ¿cierto?

—No es tu asunto— cortó el moreno al llevarse ambas manos a los bolsillos de su pantalón, pero devolviendo su mirada penetrante a aquella chica de ojos perlas.

La que quiso ser una sonrisa burlona de Suigetsu se desvaneció antes de siquiera notarse, todas las posibles suposiciones absurdas que su cabeza pudiera maquinar, perdieron sentido al ver la atención y detenimiento con la que él la estaba mirando. Algo parecido a un nudo en la garganta se formó en él al darse cuenta de la magnitud de las cosas que estaba, o, aparentemente estaban ocurriendo. Al parecer Sasuke sufría algo más que un capricho por esa chica.

Suigetsu negó con seriedad y sin atreverse a verlos, ver a Hinata siempre le iba a provocar incomodidad al no olvidar que él pudo cambiar las cosas, pero en aquél momento la impresión y casi temor por lo que vio lo hicieron mantenerse al margen, casi en complicidad; y al Uchiha tampoco podía verlo, pues aunque no lo dijeran siempre, eran amigos y se acababa de dar cuenta que las cosas parecían habérsele salido de las manos.

Se tragó ese casi nudo en la garganta y entonces llevó su mirada a la Hyuuga que se había detenido con una chica castaña y de pelo corto, aun a la distancia le pareció verla sonreír mientras charlaban, el pelo largo se le movió con el viento y ella se quitó un par de cabellos del rostro.

—Es la clásica chica de la que uno se puede enamorar— soltó sin pensar el peliblanco luego de verla por largos segundos, ganándose la molesta mirada de reojo del Uchiha. Suigetsu sonrió sin ánimo y no le dio importancia al seguir viendo a la Hyuuga —. Tú también sabes que es una estupidez que lo hagas.

—Nadie está enamorado de nadie— aclaró secamente y se dio media vuelta para marcharse.

El de afilados dientes vio a Sasuke pretender irse y se dio cuenta que aunque él lo negara, Hinata era más que un simple gusto, o el deseo que experimentó aquella noche; y que además, al haberlo ya notado, todo eso estaba molestándolo.

—¡Hinata!

—Es lo mejor que puedes hacer— volvió a hablar el peliblanco luego de que todos en el estacionamiento escucharon la escandalosa voz de Naruto llamando a la peliazul.

Sasuke escuchó sus palabras mientras veía a Naruto llegar casi corriendo hasta donde la Hyuuga permanecía con esa chica Matsuri. Naruto hablaba emocionado sobre el juego del fin de semana, al mismo al que estaba invitándolas –según alcanzaba a escuchar-, hacía movimientos exagerados al describir el lugar donde jugarían y Hinata veía su emoción con los ojos iluminados. Algo se revolvió en el estómago del Uchiha que lo hizo apretar las manos en puños.

—Es más que imposible que quieras poner tus ojos en ella— volvió a hablar Suigetsu al bajarse del coche y haciéndose de un porte más serio, aunque no le gustasen mucho ese tipo de conversaciones —. Creí que lo dejarías pasar y veo que no logras hacerlo, ¿qué persona en su sano juicio creería que algo así sería posible?

—Tsk— el Uchiha chasqueó la lengua y luego de verlo de reojo, siguió con su camino directo a su facultad. Eran estupideces de lo que él hablaba.

—¿La quieres?— casi alzó la voz el peliblanco al verlo a varios metros de distancia.

Sasuke se detuvo un segundo y guardó silencio.

—¿Cómo demonios podría?— respondió secamente luego de un periodo en silencio y posterior a esto se marchó.

—Mph— Suigetsu sonrió de lado y se dio media vuelta luego de escucharlo. Negó en silencio y volteó una vez más a ver a Hinata que le prestaba toda su atención al Uzumaki mientras él hablaba y los tres se adentraban al campus. ¿Sería realmente posible que Sasuke quisiera a esa chica?

Con las manos en los bolsillos de su pantalón e ignorando el frío, se dirigió hasta su viejo auto. Bien, eso que estaba suponiendo, iba más allá del placer de fastidiar a Karin.

O.O.O.O.O

Largos minutos después, Sasuke entró al aula ocultando su mal humor tras sus ojos negros y penetrantes, arrojó su mochila a los pies de la larga banca del fondo y tomó asiento; apoyó ambos codos en el alargado escritorio que le daría cabida al menos a cinco estudiantes, y con una de sus manos frotó sus cienes.

Mientras se dirigía a ese lugar meditó lo dicho por Suigetsu y mientras más avanzaba, menos veracidad le daba a sus palabras. Era justo por esto que no entendía por qué demonios estaba tan molesto.

—¡Hey, teme!— Naruto lo saludó desde la puerta de entrada, al ingresar al aula con Hinata tomada del hombro.

La peliazul que parecía charlar con Matsuri alzó su mirada y ésta se cruzó con los fieros ojos negros que enseguida dejaron de verla. Ella tragó discretamente y se libró del agarre de Naruto que pesaba en su hombro y con una sonrisa lo dejó, para ellas tomar dirección a sus lugares en medio del salón.

—¿Hace mucho que llegaste? No te había visto, 'ttebayo— volvió a hablar el rubio al dirigirse hasta el final del aula y saltar el escritorio para sentarse a un lado del Uchiha.

—Acabo de llegar— respondió más secamente pero el ojiazul no lo notó al luchar con el cierre de su mochila, y terminar sacando un cuaderno y un lapicero que acomodó en su oreja.

Naruto lucía emocionado por el primer juego importante que tendría la escuadra de baloncesto, y mientras devolvía un par de saludos a sus compañeros que también comenzaban a acomodarse en sus respectivos sitios, volvió a insistirle al pelinegro que hiciese el intento de volver al equipo, argumentando que no era que lo necesitaran, pero que sí les facilitaría ligeramente el trabajo.

El Uchiha se volvió a negar y la insistencia del rubio no fue tanta ya que el profesor llegó e inició su clase. Naruto intentó seguir charlando con él, pero Iruka sensei, siguiendo la casi tradición, lo movió de su sitio y lo colocó lejos de alguien con quien soliese charlar.

Hinata vio a Naruto pasar quejándose por su cambio de lugar y ella sin saber por qué, volteó a ver discretamente a aquél chico pelinegro; mantuvo sus perlados ojos en él y cuando Sasuke se percató que lo miraba, deslizó su negra mirada a ella. Hinata guardó silencio e incluso su respiración se hizo más lenta, cuando él no dejó de verla, ella regresó su vista al frente y luego a su cuaderno sobre el escritorio.

«¿Lo harías, Hinata?»

Recordar incluso lo ronca de la voz de ese chico pelinegro a sus espaldas la tarde anterior, la volvió a estremecer. La verdad es que no tenía idea cómo había rehuido de esa pregunta. Sasuke apenas dejaba sus labios y ella ladeó su rostro y lo alejó suavemente.

«No… no tenemos por qué hacer tal cosa» su voz había sido casi un murmullo por lo nerviosa que estaba «Sólo es una comida» había agregado y luego de eso casi huyó de él. Ver a Mikoto y sonreírle con naturalidad había sido un reto, pero comenzaba a acostumbrarse a situaciones como esa desde que Sasuke había entrado en su vida.

—A pesar de que dije eso…— sus pensamientos se escaparon en forma de susurro, para su fortuna Matsuri estaba inmersa en la clase y no logró escucharla. A pesar de haber dicho eso, ella también era consciente que luego de esa comida, salir de la vida de Sasuke, o sacarlo a él de la suya, iba a ser doblemente difícil; volver a meditarlo la hizo morderse la uña de uno de sus dedos e ignorar por completo ese taller.

Ya había comenzado a caer en un embudo que parecía sumergirla con Sasuke, y aun contra los malos pronósticos, se juraba que sólo estaría a su lado mientras llegase el fatídico desenlace de aquella noble mujer.

La peliazul seguiría inmersa en sus pensamientos mientras Sasuke, a varios metros tras ella, se negaba a volver a mirarla, hastiado de la situación que parecía salírsele de las manos.

O.O.O.O.O

Una vez finalizado ese taller, cada alumno partiría a su siguiente clase a las distintas aulas de esa facultad. Hinata había salido sin despedirse de Naruto al éste estar charlando muy concentrado con Shikamaru, y apenas una mirada de reojo y traicionera se le escapó para el Uchiha que se ponía de pie y avanzaba también a la salida, su mirada negra y profunda la ponía más nerviosa al pretender fingir que nada ocurría; nadie a sus alrededores podía siquiera imaginar los momentos que ambos habían compartido. Una ligera sensación de electricidad recorriéndole la espalda la hizo dejar de verlo y apresurar sus pasos.

Las clases siguientes fueron ligeramente más tranquilas para Hinata, estaban por finalizar el semestre y en un par de éstas tuvo evaluaciones, para su fortuna, nada que se le complicara en exceso; las clases libres de exámenes fueron de estudio o simples repasos a temas ya vistos.

El camino a la cafetería había sido tranquilo, segundos antes se había despedido de Matsuri pues ella en esta ocasión se dirigiría a la biblioteca del campus y no le daría tiempo de comer.

—¡Hey, Hinata!— la voz animosa de Naruto la detuvo antes de cruzar la puerta.

—A-adiós, Naruto— dijo en voz baja y alzó su mano despidiéndose del chico que ya corría directo al gimnasio con un par de emparedados en las manos.

—¡Hinata!— esta vez fue la voz de Sakura la que la hizo girar. La Hyuuga le correspondió una sonrisa cuando la pelirrosa le indicó con la mano que se acercara.

—Y… ¿dónde están todos?— preguntó extrañada la ojiperla al ver la mesa donde generalmente se sentaban, sólo con la chica de ojos jade ocupándola.

Sakura resopló cansadamente mientras veía a Hinata sacar de entre sus cosas un bento con comida, y ella bajaba su mirada a su emparedado y su pequeño jugo.

—Al parecer el partido del fin de semana tiene a los chicos muy ocupados— respondió y Hinata recordó lo que Naruto le había dicho esa mañana.

—Es cierto, lo había olvidado. ¿E Ino?— preguntó enseguida.

Sakura negó desanimada al retirar el envoltorio plástico del emparedado —No quiso venir— dijo e hizo una pausa —. No creo que sienta ánimos ni de comer, se quedó estudiando, al parecer su sospecha de que se le venía mucho trabajo resultó ser cierta— añadió y se encogió de hombros intentando sonreír.

Hinata pensó en la chica rubia y en lo que debería estar sintiendo.

—¿Y tú tampoco tienes hambre?— preguntó la de pelo rosa al verla jugar distraída con su comida.

—¿Eh?

La otra suspiró cansadamente —Olvídalo, parece que todo el mundo hoy tiene sus propios problemas.

Los ojos perlados vieron el desgano de la joven que casi siempre lucía animada.

—¿Por qué no nos damos prisa aquí y vamos a ver el entrenamiento de los chicos?— sugirió la pelirrosa recuperando su sonrisa.

Hinata abrió los ojos con sorpresa —Ah… pues… sí— terminó por decir recordando que ahora que el Uchiha no estaba más en el equipo, la tensión por entrar al gimnasio había desaparecido.

Sakura extendió su sonrisa y la animó a darse prisa.

• • •

Estando acostado en una de las bancas de la terraza de su facultad, Sasuke abría los ojos con calma. Un aire frío le ondeó el medio largo de su cabello y sacó de uno de los bolsillos de su pantalón su móvil.

Jugó con éste entre sus dedos mientras volvía a darle vueltas a la charla de esa mañana con Suigetsu, aquél imbécil no era de los que soliesen dejarlo pensando, pero en esta ocasión lo estaba fastidiando.

Una llamada de Itachi entró al mismo tiempo que él seguía jugando con el móvil, luego de ver el número cortó sin atender; el mayor de los Uchiha debió suponer que no iba a responderle por lo que ya no insistió. Sasuke se puso de pie y se acercó a la malla que protegía ese lugar, se recargó en ésta y observó de reojo a la variedad de personas que caminaban abajo.

—¡Date prisa, Hinata!— la aguda voz de Sakura llamó su atención y no tardó en ubicar a la Hyuuga que parecía haberse quedado atrás en la carrera que llevaban.

La atención de su negra mirada se quedó en ella, la torpe Hyuuga casi chocó con chico y aun a pesar de no tocarlo, ella se detuvo a disculparse, eso lo hizo negar en silencio sin poder creer cómo era tan condescendiente. Siguió viéndola de medio lado.

No lograba entender a qué jugaba. ¿Por qué aceptar esa estúpida comida? Nada estaba obligándola y aun así ella aceptó, Hinata había dicho que eso era sólo porque su madre le agradaba pero eso era estúpido, y lo era, porque él ni siquiera era su amigo; es más, distaba enormemente de serlo.

«¿Por qué lo haces, Hinata?» volvió a preguntarse mientras tecleaba en su celular.

Y aunque le gustaría pensar que era porque había dejado de despreciarlo y comenzaba a sentir algo por él, estaba seguro que no tenía tanta suerte. Entonces, si ella estaba jugando o intentando confundirlo, él también jugaría con ella… para empezar, lo haría con sus nervios. Sonrió de medio lado y presionó la última tecla en su móvil.

• • •

—Lo siento, me tomaste por sorpresa— se excusó Hinata al llegar frente a Sakura, luego de que ésta se echara a correr y la animara a seguirla.

La pelirrosa le sonrió —Deberías optar por zapatos más cómodos— dijo mostrándole sus botas de piso, luego de percatarse que los pequeños tacones que usaba su amiga, casi la hacen chocar al encajarse entre alguna irregularidad del camino de adoquín.

Hinata asintió al ser consiente también de ello. Ambas chicas de jeans comenzaron a caminar directo al gimnasio. La pelirrosa de chamarra roja, volvió a adelantarse ligeramente mientras Hinata sacaba de una de los bolsillos de su chaqueta morada su móvil, el mismo que había comenzado a vibrar.

—¿Qué ocurre?— preguntó la pelirrosa al notarla retrasada.

Los ojos perlados se abrieron con sorpresa al ver ese mensaje marcado con las siglas 'S. U.', su cuerpo se tensó al abrirlo sin darse cuenta.

"Paso por ti, domingo 5:00 p.m"

—¿Hinata?— Sakura había regresado a ella y se asomó de forma espontánea a su móvil —¿Ah?

Hinata se tensó al verla leyendo y de inmediato devolvió el aparato a su bolsillo.

Sakura frunció el ceño —¿Quién pasará por ti el domingo?— preguntó extrañada por la rapidez en la que se deshizo del aparato.

Hinata negó con cierta insistencia y contuvo sus manos para que no jugaran la una con la otra — Ne-Neji. So-sólo son asuntos familiares— respondió por fin y logró sonreírle.

—Ah— dijo con simpleza Sakura mientras la tomaba del brazo para evitar que siguiese retrasándose, Hinata se sintió una traidora e hipócrita en ese momento —, oye, ¿e irás el domingo a ver a los chicos jugar?

La Hyuuga volvió a negar —No… e-estaré ocupada todo el día— respondió mientras retomaban su camino.

—Mmm… supongo que esas son malas noticias— dijo desanimada la pelirrosa.

Hinata volvió a negar y esta vez, no se sintió tan mal —No… supongo que no son tan malas— añadió en voz baja y Sakura no entendió. La peliazul le sonrió y apresuró su paso llevándose a la ojiverde con ella. A pesar de que la ponía nerviosa esa comida del fin de semana, no podía negarse que al menos estaría dándole un gusto a aquella noble mujer que también solía recordarle a su madre.

¿Por qué razón Sasuke habría cambiado de opinión?

O.O.O.O.O

Luego de ese mensaje y un par de veces que se habían cruzado por los pasillos de la facultad dos días antes, Hinata no había vuelto a saber de Sasuke.

La peliazul cerró su portátil, la misma que descansaba sobre sus piernas al estar recostada sobre uno de los sofás de su sala. El televisor estaba encendido proyectando alguna película que largos minutos atrás había acaparado su atención, pero que ahora carecía de la misma.

—Es mañana— se dijo con un tinte de preocupación.

El día siguiente sería domingo, ese día de varios compromisos. Por la mañana temprano Neji pasaría buscándola y si tenía suerte, estaría libre cerca de las tres de la tarde, pues los almuerzos con su padre y el círculo que lo rodeaba, solían convertirse en pequeñas reuniones que no eran más que diminutos despliegues de grandeza entre unos y otros; por tales motivos siempre se sentía desencajar.

Hinata estiró su cuerpo y dejó su portátil sobre la mesa ratona en medio de la sala, se retiró la afelpada manta que la había cubierto al ser el día frío y se levantó. Un delgado short y un blusón que alcanzaba a cubrirle casi la totalidad de la prenda inferior eran lo único que la vestían. Se acercó al balcón y abrió la cortina suavemente, se mordió el labio inquieta mientras observaba ese edificio de enfrente, alzó su mirada y localizó el que debería ser el departamento de aquél pelinegro… ¿debería llamarlo y confirmar lo de mañana en la tarde?

—No quiero parecer muy interesada— se recordó. De hecho ya era extraño que hubiese aceptado ir, si se mostraba muy interesada resultaría doblemente sospechoso.

Negó en silencio y se retiró del frío cristal que formaba la puerta de ese balcón.

La ciudad había oscurecido por completo y las luces iluminaban el exterior, le resultó un poco extraño que las luces del departamento del Uchiha estuviesen apagadas, tal vez ni siquiera estaba. Mientras regresaba observó también su móvil sobre la mesa ratona, justo a un costado de su computador… supuso que aquel mensaje de texto que le había mandado tres días atrás bastaba para saber que los planes seguirían en pie.

Conteniendo la ansiedad de revisar su celular y esta vez ser ella la que le mandara un texto a aquél chico, Hinata optó por dirigirse a su habitación. Justo antes de preparar sus cambios del día siguiente, se dio tiempo para revisar una vez más la dirección que Mikoto había tenido a bien darle el día anterior, justo cuando regresaba de la universidad fue que había recibido su llamada.

Casi una hora después y cerca de la media noche la peliazul se metió en la cama. Estaba agotada y luego de realizar casi la totalidad de sus tareas, la noche prometía ser demasiado corta. Cubrió su cuerpo hasta sus hombros y sus ojos perlados brillaron en esa oscuridad, sus pensamientos vagaron un poco más y luego de un par de minutos, éstos cayeron nuevamente en el menor de los Uchiha… ¿cómo se alejaría de él cuando todo eso terminara?, lo meditó por eternos segundos más. Esto era lo que más esperaba, estar libre de tensión y poder alejarse sin tantas complicaciones; darse cuenta que estaba contando con la muerte de aquella amable mujer de ojos negros, la hizo sentirse miserable.

—Sólo es un día… tras otro— quiso convencerse. Todo debería estar bien, lo más difícil había pasado, las cosas ya no podían complicarse más, ¿verdad?

Confiando en esto fue que suspiró profundamente y luego de abrazarse a sus cobijas, cerró los ojos.

• • •

—Santo cielo— susurró la Hyuuga cuando escuchó el sonar del timbre de su departamento —. ¡Ya voy!— alzó la voz al apresurarse a abrir la puerta.

Neji apareció tras ésta, con su semblante siempre imperturbable ahora teñido de un pequeño asombro.

—¿Aún no está lista?— preguntó al verla regresar a su habitación.

—Ah, lo siento— se disculpó al asomarse por la puerta.

La noche anterior había dormido realmente tarde y cuando el sueño comenzaba a ser reparador, su despertador había sonado; ella ni siquiera se había percatado cuando aplazó la alarma en dos ocasiones, por lo que al sonar una tercera vez era ya realmente tarde.

El día ya estaba yendo mal y Hinata no se atrevía siquiera a imaginar cómo es que lo terminaría.

—¿Nos vamos?— preguntó el joven castaño al verla salir.

Hinata asintió y se colocó una gabardina ligera color beige sobre los jeans oscuros y una blusa lila sin cuello, unas delicadas botas sin mucho tacón completaban el sencillo e informal atuendo.

El castaño que vestía de vaqueros azul deslavado, chamarra café de botones gruesos y una sencilla camisa blanca que lo hacían conservar su estilo elegante con un toque de informalidad, le abrió la puerta a su no tan entusiasta prima.

—¿A dónde dices que iremos esta vez?— se animó a pregunta la peliazul al descender por el elevador.

El castaño suspiró —Al campo de golf situado al oriente de la ciudad— dijo reconociendo que ese sitio era de los preferidos de personas como su tío, por su exclusividad.

El desánimo de la chica se reflejó incluso en las facciones de su rostro. Neji la observó pero prefirió no decir más.

Hinata vio con desgano en el reloj en su muñeca, que ya pasaban de las nueve de la mañana, con suerte estarían en ese lugar a las diez, lo que la dejaría casi cinco horas teniendo que lidiar con personas que no conocía y que tampoco se interesarían mucho en ella.

El camino al club, que era reconocido más por los extensos jardines que albergaban uno de los campos de golf más importantes del país, fue llevado en una amena charla entre los primos. Neji buscó ponerse al tanto de los detalles académicos de la peliazul, hacía prácticamente un mes y medio que no se veían, ambos con sus ocupaciones y lo último que supo de ella, fue aquella vez que su tío regresó de su viaje; las notas de Hinata habían dejado mucho que desear y de cierto modo le alegró saber que ella parecía recuperarse en ese aspecto.

El auto beige y de semi lujo del castaño entró en la enorme propiedad privada, y pronto estuvieron de frente al elegante y enorme palacete que le daba vida a ese lugar. La estructura era impresionante, combinaba a la perfección el diseño clásico de la fachada, en lo más alto de ésta resaltaban varias banderas, un par de su nación, y otro par del logotipo del consorcio al que pertenecía. En el interior había una pequeña infinidad de área de esparcimientos, cafetería casi al aire libre, zona de juegos de azar, una pequeña zona de cine, un sector de albercas que por el clima debería de esta casi desierta; afuera, además de los campos de golf también se encontraba un bonito y enorme lago donde habitaban además de patos y peces, varios pares de cisnes.

Una vez que entraron, varios ojos se posaron sobre ambos Hyuuga, sonrisas corteses los recibieron y fueron correspondidas.

Hinata suspiró desanimada al escuchar a un par de chicos decir que jugarían un poco de tenis.

—Recuerde que tiene que fingir que esto le agrada, aunque sea un poco— advirtió Neji al tomarla del hombro e instarla a caminar, para dirigirse donde su tío y algunos de sus socios importantes solían reunirse a charlar y compartir un par de puros.

Hinata asintió —Temo morir ignorada en este lugar— dijo en voz baja mientras saludaba con un movimiento de cabeza a alguna otra hija de familia, cuando la joven le sonrió con una sonrisa fingida, Hinata se dijo que tal vez morir ignorada no era tan mala idea.

—No diga eso. Tiene que acostumbrarse a este tipo de lugares y situaciones, dentro de algunos años será usted quien esté a la cabeza del clan y de su desenvolvimiento dependerán muchas cosas— añadió Neji, al que tampoco le agradaba más que a ella estar ahí.

La peliazul suspiró resignada antes de llegar con su padre. No había reconocido a nadie entre la cantidad de personas presentes. La verdad era que ella no compartía para nada la razón de su primo, pues para ella, como para muchas otras personas, el único indicado para liderar a su familia, no era otro más que él, Neji; su padre lo sabía y era por eso que buscaba empaparlo en todo ese mundo.

Intercambios de saludos cordiales sin la necesidad de hacer nuevas presentaciones, dieron inicio al acostumbrado protocolo; luego de esto, Hinata vagó por el enorme salón saludando a un par de personas más y manteniendo alguna charla, casi siempre con tintes superficiales y que terminaban ahogándose en despedidas apresuradas por parte de la Hyuuga.

Hinata, luego del almuerzo había optado por dirigirse a una pequeña cafetería en el exterior, escogió una de las mesas más alejadas y se había sentado a leer un libro que tuvo a bien llevar.

Una mirada negra y que demostraba cierto interés se posó sobre ella, a través de los grandes ventanales del edificio principal, y también en el joven castaño que luego de tomarse un respiro del pequeño bullicio del interior, había llegado a su lado para sentarse muy cerca de ella.

—La señorita Hyuuga parece de verdad poco cómoda en este tipo de convivencias— dijo el hombre de considerable altura y cabello rubio que contrastaba con su tez morena, luego de haberla estado viendo por largos minutos.

Los ojos fríos y perlados de Hiashi fueron del señor A, y cayeron finalmente en su hija que le sonreía más relajada a Neji.

—Hinata es diferente— dijo luego de unos segundos sin darle mucha importancia.

Una delgada camarera se acercó ofreciendo un par de tragos de whisky, el alto e imponente hombre tomó un vaso y le extendió uno al patriarca del llamado clan Hyuuga, quien lo tomó para retomar la charla con ese hombre contemporáneo a él.

Cuando Hiashi pretendía retirarse del ventanal y tomar asiento en una sala dispuesta a varios pasos de ellos, el alto hombre volvió a hablar.

—Si no mal recuerdo, su joven hija debe de estar cerca de cumplir veinte años, ¿cierto?

—Diecinueve— corrigió el patriarca de los Hyuuga al detener sus pasos y voltear a ver de reojo a su hija que seguía conversando con Neji.

—¿Has pensado ya qué será de su futuro?

Hiashi guardó silencio obligando así al otro a proseguir.

A sonrió de medio lado y se rascó la punta de su gruesa nariz —No pretendo que me malentiendas— aclaró de inmediato notando el rostro imperturbable del de perlados ojos, que no mostró mayor interés en sus palabras —. Me refiero a que por derecho de sangre, ella deberá hacerse cargo pronto de comenzar a liderar tu familia.

Los ojos del Hyuuga viajaron desinteresadamente en el alto y robusto moreno.

—Habría una gran ventaja de unir esta generación a tu familia y la mía— soltó en un tono que quiso parecer a broma, pero sin desaparecer su serio interés.

—¿No crees que tu edad refiere una falta de respeto al hacer ese tipo de ofrecimientos?— la seriedad en las palabras del castaño mostraron la molestia que su rostro se negó a expresar.

Una sonora risa llamó la atención de más de uno de los presentes, Hiashi ignoró las miradas ajenas y el otro ni siquiera las notó.

—No hablo por mí, hombre— quiso relajar el ambiente —, ni por mi hermano— agregó descartando inmediatamente a su hermano adoptivo —, sino por Darui, mi sobrino. Él será el encargado del manejo de las empresas familiares, pero el tipo es un vago, ¿no crees que sería buena idea presionar a estos dos chicos a sentar cabeza y tomar responsabilidades?— sugirió y luego dio un nuevo trago a su bebida.

Un par de hombres llegaron haciéndoles compañía y haciendo que el moreno de pelo rubio dejara de esperar una respuesta.

El semblante sobrio de Hiashi se mantuvo en cada momento, éste, lejos de considerar siquiera emparentar su familia con alguna ajena, tenía su entero interés puesto en Neji. A nadie más que a él le entregaría el control de su empresa y tampoco a su hija; era justo por eso que fingía no estar enterado del apoyo que el joven castaño le daba a Hinata aun contra sus órdenes, de la cercanía de ambos y también pretendía no darse por enterado del siempre presente interés del joven por ella.

Si Neji estaba enamorado de Hinata, no iba a ser ningún problema.

O.O.O.O.O

Cerca de las dos de la tarde Sasuke se despertó con un fuerte dolor de cabeza. La noche anterior había salido con el que antes solía ser su grupo de amigos, Suigetsu y sus estúpidos comentarios al aire haciendo referencia a cierta peliazul molestaban a Karin, la misma que no había desaprovechado la oportunidad de intentar meterse a su cama una vez más; Juugo, un joven mayor que también se había contado entre sus amigos y que había estado fuera de la ciudad, había vuelto, y justo esa fue la razón por la que tuvo al peliblanco y la joven de lentes tocando a su puerta la noche anterior.

El fastidio del pelinegro había aminorado al punto de dejarse arrastrar de bar en bar durante toda la madrugada. Sus pensamientos lo habían hastiado los días pasados, al no dejar de preguntarle, esporádicamente, sobre el grado de verdad en la suposición de Suigetsu y qué haría si lo descubría cierto. Indiscutiblemente pensar en Hinata como algo más que un capricho era un absurdo, era patético y no era parte de él… por eso, y por el alcohol en su sangre, casi termina acostándose con Karin, porque tanto así despreciaba pensar en ese hecho donde Hinata estaba importándole.

—Joder— soltó roncamente y su garganta todavía le quemaba, pero ahora de sed.

Se sentó en su blanda cama donde había dormido a principios del amanecer, cuando tuvo a bien regresar a su departamento. Se frotó las cienes y observó en su camisa la marca del labial rojo que la chica de gafas había dejado en ella. Sasuke volvió a recordarse que bastaban pequeñas estupideces como la de la noche anterior para no quitarse a esa chica de encima, si no quería tenerla tocando cada cinco minutos a su puerta, aquello no debía volver a pasar.

Observó la hora en su móvil y se obligó a levantarse, pronto sería la hora de ir por Hinata para ambos fingir que eran lo que nunca serían… meditar esto lo molestó; aunque se obligó a decirse que esa sensación surgía únicamente por el hastío de ir a ese lugar al que no deseaba.

O.O.O.O.O

—¿Segura que está bien?— preguntó Neji con un tono de preocupación mientras le acariciaba el azulino cabello a Hinata. Incluso a pesar de su tono solemne, los ojos perlados, generalmente astutos y fríos, mostraron una gota de ternura ante el apuro de la joven.

—Ah, ah, s-sí, Neji niisan— aseguró la chica mientras rebuscaba en sus bolsos sus llaves —. E-es sólo que quedé de comer con Sakura e Ino y… bu-bueno… ya es tarde— mintió al asegurar tal cosa y apenas pudo sostenerle la mirada unos segundos.

Neji asintió al dejar de tocarla.

—Entonces será mejor que se dé prisa, ¿quiere que la lleve yo a su cita?

Los ojos perlas se abrieron en asombro —No…, no quiero molestarte, niisan — se negó al tener ya las llaves en sus manos —, en realidad es aquí cerca y será mejor que lleve mi coche… para… regresar, ya sabes— añadió y su voz fue disminuyendo su volumen al saber que le mentía, y aun, a pesar de ello, fue capaz de alzar sus ojos a él y sonreírle.

Neji correspondió su sonrisa al curvar sus labios de forma ladeada —De acuerdo, entonces, cuídese mucho, Hinata sama— le dijo y se dio media vuelta para partir.

Ella asintió y luego de verlo perderse en el elevador, suspiró sonoramente, olvidó lo mal que la hacía sentirse mentir, por la sensación de tranquilidad que le dejó no ser descubierta en esa mentira. Todo eso tendría que terminar cuanto antes, si no quería desconocerse dentro de poco, pues ya se estaba convirtiendo en alguien que no era.

Ser consciente de la hora la hizo respingar, encajar la llave en la cerradura de la puerta y entrar rápidamente a su departamento. Se dio una ducha rápida y agradeció la precaución de ya tener un cambio listo para la ocasión.

Una vez fuera del baño secó su cabello y se vistió, se colocó un maquillaje ligero y estando a punto de dar las cinco fue que su estómago la traicionó al apretarse en nerviosismo.

—¿Si no viene qué vas a hacer, Hinata?— se preguntó mientras se colocaba unos pendientes pequeños, discretos, pero de diamante, que su padre le había regalado en su cumpleaños número dieciocho.

Hinata se vio en el espejo directo a los ojos, ¿sería capaz de ir a buscar a Sasuke y hacerlo ir a esa comida si él no pasaba por ella?, después de todo, su presencia era el único motivo por el que ella asistía. Se apretó las manos nerviosa… no, no se creía con el carácter necesario para hacer tal cosa, además, ¿cómo justificaría su insistencia?

Tan nerviosa estaba pensando en todo esto, que no se percató que estaba por vivir su primera cita, en un escenario y situación inquietantes y con motivos truculentos, pero cita al fin.

—… cielos.

Observó la hora en su móvil, eran las cinco más cinco. «Ya está tarde» pensó preocupada.

Negó sin creer que estaba a punto de llamarlo, para su fortuna, o desgracia, no sabía; el timbre de su departamento sonó en una larga y sola vez.

Ella tomó su bolso, un chal morado con imitación de piel de conejo en los bordes, que se pondría para cubrir el frio que ese vestido podría transmitirle.

Hinata no se detuvo a dudar si sería él o no, simplemente abrió la puerta. La mirada negra y fría mostró un rastro de sorpresa al verla aparecer apresurada, ella se detuvo abruptamente al casi chocar con él y su largo cabello se meció producto del movimiento seco.

Él tragó casi imperceptiblemente y recompuso su semblante. Sus ojos resbalaron por el curvilíneo cuerpo de Hinata, un vestido negro con mangas semi transparentes y un escote redondo que no mostraba nada de sus nutridos senos; el vestido de un largo por debajo de los medios muslos y con una discreta capa de tul que ampliaba más el vuelo del mismo y acentuaba lo pequeña de su cintura, no le gustó para nada al Uchiha, y a pesar de que ella usaba medias negras que cubrían sus piernas, la sintió demasiado expuesta ante los ojos de otros.

—No… no estaba segura si… si sería algo formal o… o no tanto— dijo atrayendo la analítica mirada negra a su rostro.

Sasuke gruñó al casi descubrirse celoso y Hinata interpretó eso como algo así como un gesto de aprobación. Ella se colocó el chal que la hacía sentir un poco más segura al saberse con más ropa encima.

Casi temió arreglarse demasiado, pero al verlo a él portar un traje aparentemente tipo sastre, en un color negro y una camisa blanca con un par de botones abiertos -que a pesar de la ausencia de corbata le daba cierto aire de una relajada formalidad- la hizo caminar más segura a su lado, al saber que no había errado en su elección.

—Iremos en mi coche, ya está abajo— informó el Uchiha una vez que presionó el botón que llamaría al elevador.

Hinata asintió y luego de verlo unos segundos, bajó su mirada. Sasuke no entendió eso, Hinata a pesar de verse jodidamente bien, se tenía poca confianza cuando se sentía observada. Una vez que entraron al elevador, ella jugó discretamente con sus dedos mientras luchaba por no verlo a los ojos; Sasuke, en cambio, no le quitaba la mirada de encima… verla vestida así le recordó porqué la deseaba, pues ella, como cada miembro de su maldita familia, tenía estilo y porte, a pesar de que siempre se esforzara en disimularlo para no sentirse el centro de atención.

Tragó secamente al tiempo que las puertas se abrieron. Hinata fue la primera en salir y de inmediato se despidió, alzando una mano, del hombre encargado del edificio; un acto innecesario para cualquiera del status que ambos compartían.

El impecable Audi del joven estaba justo en la entrada del edificio. Hinata lo vio y entonces fue consciente que ambos tenían una cita, su nerviosismo, tontamente, avivó por ello. Se detuvo frente a la puerta del copiloto y lo esperó ahí de pie.

Sasuke se detuvo frente a ella —No tienes que hacer esto— repitió lo que días antes le había dicho.

Ella abrió los ojos con sorpresa, ¿por qué lo decía en ese momento?

—Ah, yo de verdad quiero…— comenzó ella viéndolo a los ojos, sus labios temblaron al no saber qué más agregar, tampoco se quería ver demasiado ansiosa, para su sorpresa sus siguientes palabras parecieron no importarle mucho al Uchiha, pues luego de avanzar un par de pasos a ella, la tomó de la cintura y besó sus labios, ahí, en medio de la banqueta.

Hinata gimió de sorpresa y Sasuke se regañó por el estúpido impulso, uno, que había venido conteniendo desde la noche anterior. Cerró sus ojos al contacto y ella lo había imitado, separó sus labios y probó del dulce sabor de su rosado labial, encontrando un extraño gusto en éste que sólo acentuaba más el adictivo sabor de los labios de la chica, que ahora apretaba sus manos en el amplio pecho de él.

Antes de que el aire se les acabara o que ese beso se tornara peligroso, Sasuke se obligó a retirarse despacio.

—Entonces… atente a lo que pueda pasar— le advirtió sabiendo que ese tipo de reuniones nunca terminaban bien.

Él abrió la puerta y Hinata no reaccionó al estarlo viendo a los ojos, cuando él le indicó con un movimiento del rostro que entrara, ella asintió despacio y fingió naturalidad al ingresar. El Uchiha rodeó el auto y ella se acarició los labios, secando la humedad que sus salivas dejaron suavemente en ellos; observó la alta y masculina figura y su corazón golpeó de forma irregular, completamente extraña y casi ajena a ella.

Él entró al coche llenando el lugar con su masculino aroma y mientras avanzaban por las grandes autopistas, ella alcanzó a ver un poco del atractivo de ese joven que mantenía a más de una de las chicas en el campus muriendo por él; esto, mientras él llevaba su negra mirada del camino, al retrovisor.

«Creo que comienzo a desvariar» se convenció al sentirse realmente incómoda por ese pensamiento.

Llegar hasta ese discreto restaurant había sido un pequeño caos en el interior de la ojiperla, pero finalmente se había relajado al ver las grandes calles iluminadas con decoraciones que ya recibían la navidad. El día había sido siempre gris por lo que a esa hora el cielo comenzaba a ennegrecer tempranamente, como era típico en invierno.

—Ven— Sasuke la tomó de la mano y la guio con él luego de entregar sus llaves al ballet, para finalmente entrar al discreto pero elegante restaurant donde los habían citado.

Hinata tuvo que acelerar su andar para seguirle el ritmo. Sasuke se sintió estúpido pero finalmente ahí estaba.

Atravesaron las puertas de cristal y el calor del interior los recibió incluso antes de llegar a la recepción del lugar.

—Bienvenidos a Il Salotto— saludó el host —, ¿reservación?

—Uchiha Itachi— respondió secamente el pelinegro.

El hombre elegantemente vestido sonrió y se inclinó dándoles la bienvenida.

—Sus acompañantes acaban de llegar— dijo al tiempo que otra persona se acercaba a tomar el chal de la Hyuuga.

Hinata le sonrió a ésta persona y le agradeció, Sasuke no supo si le molestó más ver el ligero escote en la espalda de ese vestido, o la innecesaria amabilidad que ella estaba mostrando.

—Por aquí— indicó el anfitrión.

Sasuke tomó a Hinata de la espalda baja y la animó a caminar, un acto que en Neji se sentía como protector, con el Uchiha se sintió celoso. Avanzaron sobre el piso de mármol beige, entre pequeñas mesas de manteles blancos y azul marino y discretos centros de mesa con velas; los comensales presentes no les dedicaron mucha atención lo que relajó un poco más a Hinata. Llegaron al fondo del lugar con no más de veinticinco mesas, y tras una pequeña jardinera pudieron ver a las tres personas que ya los esperaban.

Itachi sonrió y salió a recibirlos.

—Me agrada ver que la puntualidad sigue siendo una de tus grandes virtudes— saludó a su hermano que era el que portaba un frío semblante —. Hinata— le habló ahora a ella y la saludó con un apretón de manos.

—Ho-hola— saludó ella con una sonrisa en los labios.

Mikoto, olvidándose de cualquier formalidad o protocolo, se puso de pie y salió a recibir a los recién llegados.

—Me alegra tanto que al final sí decidieran acompañarnos— dijo al saludar a Hinata y dejarle un delicado beso en la mejilla. Sasuke resopló y ladeó su rostro comenzando a fastidiarse y esto no pasó desapercibido por su hermano.

—Ni lo diga, es un gusto estar aquí— aseguró la Hyuuga al ladear su cuerpo y saludar con un ligero movimiento de cabeza a la otra joven que los acompañaba en la mesa.

Mikoto saludó de un abrazo y apenas un fugaz beso a su hijo menor, el mismo que no se esforzaba mucho en disimular su desagrado por estar ahí, para luego tomar a Hinata de la mano y presentarla con la que se convertiría en un futuro en su nuera.

La sonrisa de la peliazul se marcó más al conocer a la castaña novia de Itachi y tomó asiento en la mesa luego de las presentaciones.

—Apuesto a que te fastidia— dijo de pronto Itachi al darle un par de palmadas en el hombro a Sasuke.

—¿El qué?— preguntó secamente y molesto por la poca claridad en sus palabras.

—El que ella se parezca tanto a mamá— respondió y sonrió con una astucia que malhumoró más al menor —. Es irónico que justo hayas elegido a una chica que reúne todo lo que te molesta de nuestra madre, ¿no es así?

—No digas estupideces— cortó el de rebelde cabello al dirigirse finalmente a la mesa con las manos en los bolsillos de su pantalón.

—No es estupidez, ya sabes lo que dicen de los complementos. Lo que es curioso es que tu relación con ella se parezca tanto a la de nuestros padres.

Ante esta última frase Sasuke le lanzó una mirada de furia al voltearlo a ver de medio lado.

—Está bien, no diré más— aceptó el chico de marcadas ojeras —. Entonces, déjame presentarte a mi prometida, Sasuke, ella es Izumi— presentó a la chica de coqueto lunar en la mejilla.

—Un placer.

—El placer es mío— respondió la chica que aceptó el saludo.

Luego de un par de comentarios y de que llegasen con un par de bandejas con dulces y pequeños postres, Itachi había asegurado que esa era la razón real por la que había elegido ese lugar. El ambiente era ligero, con Mikoto sus dos hijos solían relajarse y aunque Sasuke no hablara más que lo necesario, la conversación fluía sin problemas.

No faltaron las confesiones casi indiscretas que Mikoto expuso de sus dos hijos cuando eran pequeños, recordar eso le hacía brillar los ojos; un par de veces sus hijos se atrevieron a desmentirla en sus afirmaciones y aquello solo provocaba risa entre las mujeres presentes. Cuando Hinata volteó a ver a Sasuke, en alguna ocasión, lo encontró sonriendo sin muchas ganas; esa sonrisa apenas visible y el ambiente que se sentía, le dio la seguridad que la familia Uchiha, aun quebrada como estaba, parecía ser mejor familia que la siempre estricta Hyuuga.

Algún cuestionamiento incómodo por parte de la mujer mayor descolocó a Hinata que no pudo más que voltear a ver a Sasuke sentado a su lado, cuando les preguntaban detalles de su noviazgo.

Con la excusa de que eso parecía un interrogatorio y que para eso no habían asistido a ese lugar, él los había sacado de apuros.

La que había sido una extensa sonrisa de Mikoto aminoró cuando un mesero se acercó con las cartas.

—¿Desean pedir o esperan a alguien más?— preguntó el camarero.

Ante la ansiedad de la mujer, que sus hijos supieron reconocer, Sasuke se extrañó.

—Pediremos en seguida— habló Itachi haciendo que el chico se retirara para dejarlos elegir.

El pelinegro de marcadas ojeras extendió la carta a cada uno en la mesa, y que Sasuke ni siquiera la tomara, obligó a Hinata a voltear a verlo.

—¿Ocurre algo?

Él correspondió su mirada y estuvo a punto de hablar cuando una ronca voz a su espalda lo interrumpió.

—Siento el retraso, el tránsito en el centro es insoportable— la inconfundible voz de Fugaku Uchiha molestó al menor de sus hijos y extrañó al mayor.

—No hay problema, estábamos esperando por ti— Mikoto se puso de pie y se acercó a saludarlo de un beso en la mejilla, hastiando al menor de sus hijos que cerró los ojos conteniendo su molestia.

La extraña aura que se sintió llegar hizo que el latir del corazón de la Hyuuga se incrementara.

—Acompáñanos— pidió Mikoto e Itachi sonrió resignado y se levantó a saludar a su padre, esperando que ese gesto de buena voluntad de su madre, y que al parecer había alcanzado a su padre, se extendiera a todos los presentes.

—Padre, un gusto que nos acompañes.

Fugaku sólo asintió.

—A Sasuke ya lo conoces, ellas son Hyuuga Hinata, la novia de mi hermano; y ella— dijo ahora señalando a la castaña a su lado —, ella es Izumi, mi prometida.

Los ojos negros del mayor de los Uchiha viajaron de una de las jóvenes a la otra, ignorando a su paso a su hijo que no pretendía siquiera mirarlo.

—Mucho gusto— dijo luego de un momento de frío análisis.

Hinata le asintió y luego su entera atención fue al pelinegro a su lado, éste se veía molesto y ella no supo por qué pero enredó su brazo al de él, obligándolo a verla mientras ella se esforzaba por parecer natural y no verlo.

—¿Qué clase de broma es esta?— soltó el menor de los Uchiha al también ver al resto fingir naturalidad, cuando su padre se sentó entre ellos.

—Sasuke, no sé por qué tu descortesía no me sorprende— habló su padre mientras se acomodaba en su lugar.

—Por favor, no comencemos ahora— pidió la madura mujer tomando del brazo a su esposo y viendo suplicante a su hijo —. Yo lo invité, ¿está bien? Quería pasar una velada en familia, ¿tiene algo de malo?

—Por supuesto que no— intervino Itachi aminorando la tensión.

—No pretendo jugar este juego ahora. No lo he hecho en seis años, no pretendas que eso cambie en este momento— cortó el menor poniéndose de pie.

—Sasuke— hablaron su madre y hermano, éste seriamente y la otra sin creer que se levantaba.

—Vámonos, Hinata— dijo y la sujetó de la mano, obligándola a ponerse de pie.

—¡Ah!, e-espera, Sa-Sasuke— pidió ella y casi chocó con él, cuando éste regresó a voltear atrás.

—Y tú— habló fríamente viendo a su padre — si sabías que algo como esto no pasaba hace mucho tiempo, debiste ahorrarte tu presencia y no arruinarlo.

—Sasuke— lo nombró incrédula su madre y el hombre a su lado lo vio con soberbia.

«Sasuke…» Hinata vio el desprecio en sus ojos dirigido a su padre, y tembló por dentro mientras seguía presa de su agarre.

—Vámonos— repitió y se llevó con él a la peliazul que casi tuvo que correr para seguirle el paso.

Por suerte los asistentes esa tarde-noche no eran tantos como para que esa pequeña discusión se tornara en un escándalo, pero sí llamaron mucho la atención por la forma como él se llevaba a Hinata consigo.

—Quieres por favor detenerte, ¿qué fue eso?— pidió la ojiperla e ignoró las miradas de meseros e incluso de las personas en recepción, al pasar de largo por ese lugar.

Apenas cruzaron la puerta él se detuvo abruptamente.

—Eso demonios es lo que quisiera saber— dijo al soltarla y voltearla a ver.

Hinata abrió los ojos grandemente.

—¿Qué?

—¿Sabias?

—¿Sobre qué?

—¡Sobre esta estupidez!— casi alzó la voz sobresaltándola al apuntar con sus dedos al interior del restaurant —¿Por esa razón querías venir? ¿Te insistieron en hacerlo?— increpó sin moderar mucho su molestia.

Ella negó sabiendo que no mentía del todo.

—No… no sabía que esto pasaría, ¿cómo habría de saberlo?— dijo ella sintiéndose pequeña a su lado pero sin dejar de verlo a los ojos. El viento helado pasaba entre ambos pero Hinata no prestó atención a ese detalle.

Sasuke asintió queriendo creerle.

—No creo que debamos irnos— se atrevió a decir recordando las palabras que él dijo antes de irse, cuando mencionó que hacía mucho que no estaban juntos. Hinata simplemente no podía entender que lo que fue un ambiente casi amable entre ellos se descompusiera por una sola persona —. Su madre se…

—Ni siquiera la menciones— interrumpió él. En ocasiones como esas lo molestaba infinitamente la bondad o estupidez que su madre mostraba al perdonarle todo a ese hombre, que sólo parecía estar lastimándola y ella permitiéndolo sin más. Lo molestó más recordar las palabras de Itachi donde los comparaba a ellos con sus padres. Era una estupidez, lo que sea que él tuviese con Hinata no era comparable, porque si bien la había lastimado, no había un maldito día que no lo lamentara. Y si se era sincero, era también por eso que se esforzaba en volverla fuerte y no dejarse pisotear, ni por él ni por nadie; y si las cosas no cambiaban, era porque Hinata era sumamente noble y eso lo detestaba.

Cuando el chico del ballet apareció con su auto él la tomó de la mano nuevamente, pretendiendo llevársela.

—Yo no me voy— dijo ella al soltarse de su agarre.

—¿De qué mierdas estás hablando?

Ella apretó sus manos en puños y sus ojos casi se aguaron —Yo si vine aquí por su madre— dijo ella y él, al no saber la verdad que Hinata ocultaba sobre la salud de la mujer que le dio la vida, sintió estúpida su razón —. Si usted quiere echar siempre a perder todo, es su problema— dijo y su garganta le quemó.

Sasuke endureció su mirada.

—Deja de decir estupideces, no tienes idea.

Hinata negó sin pretender decir más, ella sólo estaba pensando en la sonrisa triste que Mikoto ocultó cuando ellos salieron de ahí.

—Hinata— la llamó molesto y la detuvo al tomarla del brazo al verla regresar.

—¡Qué no!— ella casi alzó la voz y sus ojos siguieron aguados al no entender cómo todo había salido tan mal.

Él tensó su mandíbula y se acercó a ella, la tomó de la nuca sintiéndose impotente por su absurda necedad.

«Maldita sea» pensó al darse cuenta lo ridículo que se estaba viendo por estar casi rogándole.

—Bien. Entonces vete al diablo, Hinata — dijo y ambos sintieron una opresión en el pecho. Ella porque hacía todo eso por él y él, porque estaba dejándola ir; ya tenía suficiente de todo eso.

Hinata gimió incrédula y ese sólo sonido bastó para que él la soltara y se marchara de ahí. Lo que menos pretendía era retractarse y llevársela con él, haciendo otra vez todo a la fuerza y todo mal.

Cuando el Audi se marchó a toda velocidad ella sollozó pero evitó con todas sus fuerzas derramar su llanto.

—Señorita, su abrigo— un joven mesero se acercó a ella al verla expuesta al frío.

La sonrisa que ella quiso dedicarle se quebró.

—No hace falta… regresaré adentro— le dijo y el varón le asintió.

Hinata, una vez que cruzó la puerta de cristal tuvo que permanecer unos segundos de pie lejos de la vista de los comensales. Su cuerpo todavía temblaba por esa discusión con Sasuke y no sabía por qué sólo quería llorar; se obligó a calmarse para posteriormente fingir que lo que ocurrió no había tenido tanta importancia.

O.O.O.O.O

—Hey, hombre, ¿y ese milagro que llamas?— Suigetsu se burló y se encorvó para alejarse del bullicio de ese bar donde estaban y atender la llamada.

Sasuke echó su cabeza hacia atrás al seguir conduciendo su auto, dispuesto a no seguir pensando más en lo ocurrido.

—¿Dónde están?— preguntó secamente.

—En el sur, en el bar de siempre— dijo el otro y su voz sobresalió fuertemente tras la música.

—Hey, Sasuke, ¿vienes?— preguntó Karin que le arrebató el móvil al peliblanco.

—Sí— dijo secamente y posterior a eso cortó la llamada. Los ojos negros se fijaron en el retrovisor y dio un giro brusco para tomar dirección a ese sitio, donde quién sabe, con suerte le ponía fin al capricho de Hinata.

O.O.O.O.O

—Siento lo ocurrido— Hinata se disculpó al reaparecer en la mesa.

—No tienes que hacerlo— cortó Fugaku —, Sasuke tiende a dar esta clase de espectáculos— añadió e Itachi negó en silencio. La ojiperla bajó la mirada al tragar suavemente.

—Vamos, siéntate— animó Izumi al cederle su lugar en la mesa, en un punto menos visible a los curiosos.

—Gracias.

La mano de Mikoto se apoyó en el hombro de la peliazul —Siento tanto ocasionar problemas— se disculpó mientras los tres restantes comenzaban una charla que lejos estaba de ser espontánea.

Hinata negó —Supongo que no es su culpa— dijo y le sonrió.

Nunca antes degustar algún platillo había sido tan incómodo y tan difícil para la chica de ojos perlados. Itachi había presentado a su novia como azafata de una importante línea aérea y eso había parecido molestar a Fugaku, pero éste no hizo mayor comentario sabiendo que Itachi hacía tiempo que tomaba sus propias decisiones y tenía prácticamente su vida hecha. Mikoto también había intervenido en la conversación con algunas preguntas y un par de halagos a la próxima integrante de su familia.

—Tener nietos siempre ha sido uno de mis sueños, espero que se den prisa— bromeó la mujer haciendo sonreír ligeramente a Hinata y ruborizar a la otra chica presente. La Hyuuga se dio cuenta entonces que ella solía ser así de directa, pues alguna vez ella se había sentido más que abochornada por sus comentarios que a pesar de ser poco discretos, encajaban bien en la conversación.

—Así que, una Hyuuga, ¿eh?— preguntó Fugaku cuando los postres llegaron y la plática parecía haber dejado su momento cumbre.

Hinata llevó sus ojos a él y asintió.

—¿Dijiste que era novia de tu hermano?— preguntó ahora viendo a su hijo mayor.

Itachi asintió.

—Es hermosa, ¿no te parece?— intervino Mikoto que parecía feliz con la elección de su hijo.

El mayor de los Uchiha asintió —Lo que me extraña, además de que tu familia permita tal cosa, es saber por qué razón una chica de tu clase estaría con el perdedor de mi hijo— dijo y ante la simplicidad con la que soltó ese último comentario, la sangre se le heló a Hinata.

—¿Perdedor?

—Oh, joder— soltó Itachi que ahora comenzaba a fastidiarse con ese pleito marcado que su padre y su hermano tenían.

Mikoto apretó el brazo de su esposo a su lado pidiéndole silenciosamente que se ahorrara sus comentarios.

—Es que de verdad necesito saberlo. Sasuke hace tiempo no es digno de la familia.

—Basta ya, padre.

—Creo que iré al servicio— se excusó Izumi que sintió que sobraba en esa especie de discusión.

Itachi se levantó en una muestra de caballerosidad y Fugaku no lo hizo al seguir pendiente de Hinata.

—Si me dijeran que eres novia de Itachi no me sorprendería, pero Sasuke es…

Hinata lo vio a los ojos y apenas creyó lo mucho que ese hombre se parecía a su propio padre.

—… él suele arruinar todo lo que toca. Es una persona tóxica— agregó sabiendo por qué lo decía y algo de eso caló en el pecho de la peliazul.

—Basta ya, Fugaku— se levantó Mikoto y lo vio con seriedad.

—¿Lo sabe tu padre?— preguntó aun así el mayor de los Uchiha y ello, incluso, atrajo la atención de la mujer pelinegra.

Hinata negó —Creo que usted está muy equivocado. Sasuke no es un perdedor — dijo y sus ojos casi se aguaron cuando el hombre frente a ella no emitió gesto alguno. Sasuke Uchiha era de las personas más inteligentes que conocía, si él era un perdedor, entonces ella misma sería peor que un fracaso —. Y… y tampoco creo que sea esa persona tóxica que dice— dijo y para ese punto ella ya estaba luchando por no llorar, pues aunque Sasuke había marcado su vida de una cruel manera, también había mostrado arrepentimiento, lo demostró al cuidar de ella y seguir haciéndolo de una extraña forma.

Mikoto cerró sus ojos y se sentó.

—Él no quiso decir eso…— intentó justificar.

Hinata apretó sus manos y ahora fue ella la que se levantó al no creer el coraje que la invadía.

—Yo más bien… creo que quiere ver su propia toxicidad en su hijo— dijo y una larga lágrima se escapó de uno de sus ojos —. Lo peor de todo, es que él se lo está creyendo— añadió y pretendió irse. Pues era verdad, ella había visto a ese chico perder la serenidad cuando de su padre o de su familia se trataba, Sasuke no era tan cruel como al principio pensó que era, de haberlo sido, jamás hubiese pedido perdón, jamás hubiese sentido calor de él. Hinata no era tonta, y aunque estaba muy asustada por estar defendiéndolo y no se entendía por ello, sabía que cada palabra dicha por ella, era cierta.

—Hinata— Itachi se levantó deteniéndola.

—Lo siento, yo debo…

—No— interrumpió Fugaku que había visto más de lo que quería en ese lugar —, el que se va soy yo.

Itachi se contuvo de detenerlo y Mikoto negó en silencio al estar todavía sentada.

—Te veo en la casa— se despidió el hombre al acariciarle el cabello a la mujer con la que había compartido su vida —. Con permiso— añadió al pasarlos de largo.

—Debí haberlo previsto— se disculpó Mikoto —, esto siempre suele pasar— explicó y esta vez al menos agradecía que no hubiesen llegado al extremo de los golpes, como una vez ocurrió. Y todavía no entendía el extraño interés que tenía su esposo en presionar a su hijo, pues aunque Sasuke siempre diera lo mejor de él, para Fugaku nunca pareció suficiente; Sasuke nunca se había rendido hasta el día que descubrió que a la persona que admiraba y respetaba no era digna de tal cosa, mucho menos, de exigir respeto.

Aquello había quebrado a su familia, y se preguntaba, hasta qué punto tenia ella la culpa.

—¿Será que podamos fingir que esto no pasó?— preguntó luego de unos segundos. Para ese entonces ella ya parecía haberse dado cuenta que para Hinata no era ningún secreto lo que le ocurría a su salud, y agradeció doblemente el esfuerzo de la joven.

O.O.O.O.O

Cerca de media noche la luna luchaba por brillar entre las nubes grises.

—¿Parecernos?... estúpido— soltó con desprecio luego sentir su garganta quemar por los tragos que había tomado minutos antes.

—¿Qué es lo estúpido?— preguntó Karin melosamente al abrazarlo por la espalda, luego de haber puesto algo de música en su departamento, al haber conseguido llevarlo hasta ahí.

Sasuke la volteó a ver de medio lado, ahí, sentado en ese sofá gris.

—Nada— dijo y ante la seriedad del perfecto rostro del chico, ella sonrió y rodeó el mueble para sentarse a horcajadas sobre él.

—¿Continuamos lo que dejamos pendiente anoche?— le susurró en el oído y comenzó a besarle el mismo.

El Uchiha posó sus manos en las caderas femeninas mientras se negaba a sí mismo. No, él no era tan mezquino como su padre, y Hinata aunque si bien tenía similitudes con su madre, era distinta… o tal vez no tanto y por eso se empeñaba en cambiarla, porque creía odiar esa debilidad.

Y pensar en que esa debilidad, o bondad, o como sea que se llamase a esa cosa que tenía Hinata, era lo que lo había tenido más de una vez entre sus piernas, lo fastidió.

Karin gimió al comenzar a desvestirse mientras se mecía sobre él.

—Ah, vamos, Sasuke. Olvida lo que sea que estés pensando— habló la chica que le besó el cuello y su camisa.

Él sonrió de forma torcida y besó sus labios. Después de todo, a eso había ido ahí. Karin correspondió a ese beso y el embriagante sabor del mismo no hizo más que encender a la chica.

«… Joder» pensó frustrado el Uchiha.

O.O.O.O.O

—Espero que esta tardanza no te genere ningún problema en unas horas, que tengas que ir a la universidad— se disculpó Mikoto una vez que estuvieron fuera del edificio donde Hinata vivía.

Pasaba ya de la una de la de la madrugada y ellos apenas la regresaban, pues después del incidente con Fugaku, habían permanecido varios minutos más ahí, posteriormente se dirigirían a un centro comercial cercano y ya estando ahí, a Izumi se le ocurrió la idea de entrar a una sala de cina donde proyectarían un filme que pronto dejaría de estar en cartelera y ella no había podido ver. Hinata no había podido ni querido negarse, después de todo, sería sólo ese día.

—No se preocupe, estoy acostumbrada a dormir poco— aseguró y la madura mujer no se contuvo en darle un abrazo.

—Siento que…

—No es tu culpa, creí que había quedado claro— interrumpió la pelinegra al ver en la sonrisa apenada de la Hyuuga lo que pensaba decirle.

—Es hora de irnos, el frío de la noche no te sienta bien— Itachi apareció detrás de su madre, la mujer asintió y luego de despedirse de Hinata, subió al coche donde la novia de su hijo la esperaba.

—Gracias por esto— dijo el joven de marcadas ojeras.

—Pero si no hice nada— aseguró ella en voz baja.

—No tienes idea, ¿cierto?— Itachi le sonrió y la animó a cruzar las puertas de cristal de su edificio que se encontraban cerradas.

—¿Qué?

Él negó despacio —Ojalá hubieras aparecido antes— dijo a modo de despedida y se dio media vuelta dejándola adentro. Hinata frunció el ceño al no entender lo que había querido decirle y él no pudo no pensar en que tal vez las cosas hubiesen alcanzado a arreglarse si ella hubiese aparecido un par de años antes, porque definitivamente haber asistido a esa comida, era algo anteriormente impensable en su orgulloso hermano.

Hinata, que en un momento dudó si subir a ese elevador que la llevaba ya a su departamento, o ir en busca de cierto pelinegro con el que había discutido, no se atrevía a verse a los ojos en el espejo colocado en la pared del elevador, por lo mal que se sentía.

¿Por qué había defendido de esa manera a Sasuke? ¿Porque se sentía identificada con él o porque de verdad se le hicieron tan injustas esas duras palabras?

« Bien. Entonces vete al diablo, Hinata»

Recordar esas palabras le humedecieron los ojos… era tan tonta, él le había dicho eso tan cruel y ella todavía buscó defenderlo. Se aguantó el llanto mientras encajaba las llaves en su departamento.

A pesar de saber que con eso terminaban la mayoría de sus problemas, algo no se sentía bien. No quiso encender las luces y así, con la media luz que el exterior le brindaba, se dirigió a su habitación.

—¿Dónde demonios habías estado?— la voz ronca y apenas audible del Uchiha la sobresaltó y la obligó a voltear en dirección a la sala.

Sus ojos perlados observaron el cuerpo de Uchiha recostado en uno de sus sofás. ¿Desde cuándo estaba ahí?

—¿Q-qué haces aquí?

—Mph— él sonrió amargamente al hacerse la misma pregunta.

—Vete, por favor— pidió al dirigirse a su habitación.

—¿De dónde vienes, Hinata?— volvió a preguntar él al ponerse de pie y seguirla a pasos lentos.

—De estar con su familia, ¿de dónde más?— respondió mientras se quitaba las zapatillas —, ya lo sabes… ahora vete— le dijo cuando éste, recargado en el marco de su puerta, no dejaba de verla.

La mirada negra se clavó durante varios segundos con la mirada perlada en esa habitación medianamente oscura. Sasuke, que había tomado de más y que sentía el cuerpo pesarle, no lo demostró al acercarse a ella.

Hinata se percató al tenerlo de frente que su camisa estaba manchada de lápiz labial y que no traía su saco.

—Veo que encontró una mejor manera de pasar el tiempo— dijo viendo esos labios pintados en su ropa.

Él achicó los ojos —¿Estás celosa?— le preguntó con voz ronca al tomar con dos de sus dedos su barbilla y obligarla a verlo.

—Por supuesto que no… pero nada le costaba…

Él gruñó al escucharla y así, al sujetarla por el rostro, la atrajo a él para posteriormente inclinarse y besar sus labios. Se dio cuenta qué tan jodido estaba, cuando esperaba por respuesta un 'sí, estoy celosa'.

Cuando jadeantes tuvieron que deshacer el beso, ella lo observó a los ojos y toda esa tristeza que la embargó desde que él se fue del restaurante, volvió de golpe; Sasuke estaba confundiéndola y ella no daba crédito a la manera en que lo hacía.

—Nada te costaba quedarte…— susurró ella en medio de esa habitación oscura.

Él negó despacio —Hay cosas que nunca vas a entender— le dijo y su voz fue casi un murmullo.

A ella se le apretó el pecho al casi tener idea lo que él pasaba y a Sasuke no le interesó más esa charla. Las manos de él viajaron celosas y posesivas a la pequeña cintura y se pegó a ella, haciéndola chocar con la cama y posteriormente, tumbarla sobre ésta para subirse en su cuerpo.

—Espera— pidió ella cuando los embriagantes besos de él amenazaron con afectarla —. Ah… vete, esto… esto ya no está bien— suplicó cuando su cuerpo se estremeció debajo de él.

Sasuke negó y sus labios se dirigieron al fino cuello, su aliento caliente le provocó un escalofrío a Hinata y él aprovechó que ella se revolvió bajo él para deslizarle el cierre de ese vestido.

—Basta— exigió la peliazul al verlo a los ojos, luego bajó su mirada a la camisa manchada de labial —, ¿cómo puedes pretender esto justo después de…?

Él llevó sus dos manos sobre la cabeza femenina y la vio a los ojos al pegar su frente a la de ella.

—No pasó nada, maldita sea— confesó frustrado y volvió a besarle los labios a Hinata. Volvió a saborear su dulce sabor, ese al que parecía que se había vuelto adicto, y ese mismo que no lo dejó llevarse a la cama a Karin, dejándola frustrada; porque aquellos labios con sabor a licor de la pelirroja, no eran los de Hinata, ni su sabor patéticamente dulce. Reconocer esto lo hizo encajar su lengua en la suavidad de su boca, haciéndola gemir.

Justo ahora quería que le dijera que sí estaba celosa para no sentirse él el único patético.

Sasuke terminó de arrancarle el vestido, dejándoselo arrugado en la cintura, para dejarla casi desnuda a su piel. Volvió a besarle los labios y encontró menos resistencia, besó su cuello y luego de deslizarle el sostén, comió por fin de sus carnosos senos.

Hinata gimió y se mordió los labios… hacía menos de veinte minutos que lo sabía fuera de su vida y aquello había provocado una sensación de extraño vacío, que justo ahora había desaparecido. Saber que se estaba ligando más de lo que esperó a ese joven tan parecido y opuesto a ella, la asustó.

Cuando en medio de sus besos repartidos, Sasuke terminó por desnudar todo su cuerpo, Hinata lo vio a los ojos. Su cuerpo tembló cuando las respiraciones de ambos, a modo de jadeos, chocaron por la cercanía de sus rostros; los ojos perlados se clavaron a la seriedad de esos profundos ojos negros.

—Yo… yo no sé lo que estoy haciendo— confesó aterrada la joven.

Él negó despacio —Yo tampoco— le dijo y algo parecido a una sonrisa resignada se dibujó en sus labios antes de volver a besarla. Él tampoco lo sabía, pero sea lo que fuere, rogaba que no parara; aunque él tampoco entendiera qué hacía una chica como ella, con un tipo como él.

Volvió a besarla y mientras lo hacía se desnudaba. Hinata gimió y su voz fue tan suave que lo extasió. No, no había sido tanto el sabor de sus labios, había sido todo, toda esa mujer desnuda que se estremecía bajo su cuerpo, la calidez que emanaba y lo torpe y noble de su ser, lo que lo había hecho arrepentirse; simplemente se había cansado de acostarse con mujeres sin esencia.

«Joder… ¿qué mierdas me hiciste?» se preguntó frustrado al empujar su sexo contra la femineidad de la chica.

—No sabes las ganas que tengo de hacértelo— dijo cambiando el nerviosismo extremo de Hinata por vergüenza que fue visible en su marcado rubor.

Ella perdió el aliento.

Él sonrió de forma torcida —Descuida, el alcohol en mi sangre no me permitirá hacerte nada— le dijo maldiciéndose por eso.

Y esa afirmación sólo la apenó más al verlo también casi desnudo.

Una de las manos del joven viajó al sur del cuerpo de Hinata y resbaló por esos íntimos pliegues en medio de sus dos piernas. Ella se tensó y lo vio a los ojos.

—O casi nada— agregó roncamente y posterior a eso, descendió su rostro para sumergirlo en medio de sus piernas. Hinata se sentó en la cama pero él afirmó sus caderas y comenzó a comer de ella.

—Dios— gimió la peliazul cuando su cuerpo comenzó a temblar de un extraño e indebido placer.

El sabor de Hinata siempre le había parecido exquisito y en ese momento lo comprobaba. Sentirse algo así como su amante hacía bullir su sangre, deslizó su lengua dentro de ella, entró y salió un par de veces, sorbió y comió de ella, la acarició tanto por dentro como por fuera, así, con suavidad, casi ternura, como siempre debió haber sido. Hinata volvió a temblar e incluso sus gemidos se entrecortaron.

—Sa-Sasuke…

El Uchiha jugó con esos dos puntos que enloquecían a toda mujer, y descubrió, para su placer, que Hinata estaba correspondiendo; volvió a lamer de ella y besarla como si besase su boca hasta que el cuerpo de Hinata se tensó y curvó su espalda, aprisionando la de él entre sus piernas. Al largo gemido pudoroso que ella emitió, lo acompañó la humedad dulcemente cítrica que ella emanaba, la misma que el Uchiha tuvo a bien seguir degustando.

Sasuke ingresó uno de sus dedos dentro de ella sólo para sentir su orgasmo y Hinata estaba demasiado aturdida como para respingar. Su pecho subía y bajaba tan agitado como su respiración o el mismo corazón.

Luego de dejarla calmarse sin pena, volvió a subirse a su cuerpo. Darse cuenta que ella podía dejarse arrastrar por él, volvió a inflar su ego, y eso era algo que había venido necesitando desde que la conoció.

Los ojos perlados brillaron más al haberse humedecido por el placer que la había invadido, y él notó eso con una extraña fascinación.

—De-deja de verme— suplicó ella al sentirse extraña y ladeó su rostro.

Sasuke volvió a curvar sus labios en una sonrisa apenas visible al no perder detalle de su fino perfil.

—¿Se siente bien descubrir que no eres tan buena?— le preguntó sobre los labios mientras se animaba a volverla a besar.

—¿Ah?— ella abrió los ojos sorprendida — De-deja de burlarte— exigió ella al intentar quitárselo de encima.

—No lo hago— dijo ronca y sinceramente antes de volver a besarla; de no ser por el alcohol que recorría su sangre, seguro el orgullo del chico le hubiese impedido siquiera pensar en ella, sólo por eso no le molestaba el grado de sinceridad al que llegaba. El beso del pelinegro se hizo exigente y Hinata no pudo luchar más pues su cuerpo estaba agotado y su cabeza pedía calma. Sasuke, contrario a lo que aseguró, comenzó a endurecerse.

—Joder, Hinata— gruñó sobre sus labios para luego de acomodarse, comenzar a penetrarla. Ella apretó sus ojos y gimió; Sasuke supo entonces que no se marcharía, pasaría gran parte de la noche haciéndole el amor. Esa noche él dormiría en su cama, con ella desnuda y entre sus brazos.

«¿Qué nos está ocurriendo?» pensó preocupada Hinata cuando él comenzó a penetrarla con más vigor y ella sólo pudo gemir.

«Eres un completo imbécil, Sasuke» se aseguró internamente el Uchiha mientras la penetraba y no dejaba de besarle el cuello y escucharla gemir, calentándose más por eso.

En ese momento se dio cuenta que el único digno de burla era él. Él que se acababa de dar cuenta que sí… quería a Hinata, así, tan débil, tan frágil y patética como era.

«Joder»

Y la quería como no podía ser.

La deseaba, la quería, quería hasta el último rincón de su cuerpo; pero también ansiaba su alma y no dejarla para nadie más…

Continuará…


Hola chicas (:

Siento si demoré tantito en cargar el capítulo, la verdad éste fue realmente difícil ToT

Ojalá les haya gustado, ah, y prometo que hay todavía un detrás de la familia Uchiha, no crean que Mikoto es sólo una mujer sumisa que acepta que la engañen sin más ;)

Quiero agradecer comentarios y el apoyo que le dan al fic:

•JudsSC •uchiha-hyuga love •MeucheliPM •SaBaKu No MeNnY •simazame •Daisuke-37 •cinthya •AiKawaiiChan •YeseniaOtakuHyuga •I lOve anime-jOya •wolf-wnzeru •Nana •Kurumi reii •lukempires •Pamaig •Nymfhetamina •himepeti •gristardream13 •Rouce •hime23 •DAMIC00 •holis •Ana •Patohf •Moonyandloony •Dark Amy-chan •nayaritsasuhina •mayela bucio •marthytsugaya •Itzel 33 •hinatacris •KiaraUchihalove •A mundane Girl •Soo Hyun Yuki •Julia •karli izquierdo •Karla XM •SasuHinaNaru •Naoko Ichigo •calram •HinataShakugan-15 •Marshmallow •Yaninle •Renai Blues •Shiru-chan y a cuatro personas que no dejaron sus nombres.

Gracias a las chicas que pidieron spoilers xD y gracias porque suelen hacer preguntas muy interesantes que por lo general sólo ponen a trabajar mi imaginación -por eso me gusta darlos xD-

Bueno, como verán las cosas comienzan a cambiar tantito y esto me aterra un poco, pues no quiero verme precipitada.

Ahora veamos qué pasará 7u7

Un beso, nos leemos espero que pronto.