LOS PERSONAJES DE NARUTO NO ME PERTENECEN, SON PROPIEDAD DE MASASHI KISHIMOTO. LA HISTORIA ES MÍA.

-22-

MIL MENTIRAS Y UNA VERDAD

—¿Hinata?… ¿Sasuke?— la voz femenina y notoriamente impactada rompió la burbuja en la que la pareja pareció envolverse —… ¿u-ustedes? — y los ojos verdes temblaron sin poder creer lo que veían.

La peliazul que ya luchaba por no llorar por los fríos y astutos cuestionamientos del Uchiha que seguía abrazándola por la cintura, llevó sus asustados ojos a la dueña de esa voz que de inmediato reconoció; su respiración siguió escapando por sus labios, temblorosa, como toda ella.

—¿U-ustedes dos…?— la voz de Ino se cortó al todavía no dar crédito de lo que estaba viendo —¡¿Qué demonios están haciendo?!— casi alzó la voz cuando Sasuke volteó a verla fríamente de medio lado, molesto por la interrupción.

—I-I-Ino, no… no es lo que…

La rubia dejó escapar el aliento indignada al verla pretender negar lo evidente.

Hinata quiso salir de entre su auto y Sasuke, pero éste lo impidió. Cuando alzó su vista a él, vio frialdad, desinterés y molestia, y ella no lo entendió; dejó escapar el aliento y fue más consciente que nunca del latir pesado de su corazón. La Hyuuga dejó de verlo y al llevar otra vez su atormentada mirada a la rubia frente a ellos, sintió como si toda la sangre en ella desapareciera, enfriando su cuerpo y volviéndolo pesado.

—… Ino.

La rubia abrió los ojos todavía más sorprendida cuando vio a Hinata casi caer.

«Joder» pensó molesto el Uchiha al detener el frágil cuerpo de la Hyuuga «Tan estúpidamente débil»

—¿A dónde la llevas?— preguntó la Yamanaka asustada al ver un brazo de Hinata colgar, así como parte de su vestido al estar en los brazos del pelinegro.

Sasuke no respondió y caminó con ella como si no pesara nada, Ino casi corrió tras él al verlo avanzar entre varios coches y evadir estudiantes. La rubia giró su rostro preocupada entre los presentes y cuando el Uchiha por fin se detuvo frente a su coche, ella frenó abruptamente sus pasos.

—Abre la puerta— el ojinegro le ordenó secamente.

—¿Qué?

La mirada penetrante del chico la hizo casi temblar y se apresuró a abrirle la puerta del copiloto.

—¿Qué demonios creen que hacen, Sasuke?— lo jaló del brazo luego de que éste acomodara a la inconsciente chica en el asiento.

El pelinegro la vio desde su altura y cerró la puerta para dar media vuelta y pretender marcharse.

—Hey, te estoy hablando— la rubia lo siguió y moderó su voz para no llamar más la atención.

El Uchiha detuvo sus pasos antes de acercarse siquiera a la puerta del coche.

—No te metas en esto.

—¿Eh?— ella se molestó y caminó para poder verlo a la cara — ¿cómo demonios pretendes que no lo haga? ¿Qué significa esto? ¿Desde cuándo ustedes dos se entienden?— agregó la chica y la determinación en sus ojos le advirtió al Uchiha que ella no se quitaría hasta no tener una respuesta.

El pelinegro resopló cansadamente y desde ahí vio a Hinata permanecer inconsciente.

Ino guardó silencio viendo como el endurecido rostro del chico pareció serenarse mínimamente.

—¿Pensaron acaso en Sakura y Naruto?— dijo y se inclinó un poco para ser vista por él — Joder— la chica se llevó una mano a arrastrar su largo fleco, pues todo eso estaba mal, muy mal; joder, que todos eran amigos, y aunque Sakura y ella se conocieran de mucho tiempo atrás, ella también apreciaba a Hinata, y a Naruto ni se diga, era como su hermano torpe —. ¿Qué demonios están haciendo, Sasuke?

—Ella no tiene la culpa— la voz seca y fría del Uchiha hizo abrir grandemente los ojos a la Yamanaka.

—¿Qué?

Él metió sus manos en los bolsillos de su pantalón y la vio de medio lado —Lo que escuchas, ella no tiene la culpa. Desde hace tiempo, he sido yo el que la ha buscado.

El corazón de la rubia casi se detiene ante tales palabras, y aunque no lo dijera, eso la hacía sentir un poco mejor.

—Hinata me gusta.

—Pe-pero… Naruto, él…

—No me importa— interrumpió secamente y luego se hicieron largos segundos de silencio en los que la incrédula ojiverde no dejó de verlo —. No pienso quitarme de en medio.

—… ¿e-ella está de ac-...?

—Mph— el chico sonrió de medio lado, molesto —. Sólo mírala— dijo y caminó obligándola a quitarse de su camino.

Ino frunció el ceño al analizar sus palabras, ¿Sasuke estaba tomando toda la responsabilidad de eso?

—¿Por qué ella?— soltó cuando él estaba abriendo la puerta del coche.

—¿Por qué no?— devolvió cínicamente.

La rubia se dio media vuelta —Porque ella y Naruto se…

—Que no me importa— volvió a interrumpir y su mirada negra y profunda silenció a la joven —. Hinata será mía— añadió haciéndola abrir los ojos grandemente —. Así que no te metas en esto.

Ino perdió el aliento.

Los ojos negros de Sasuke se desviaron a otro punto del lugar y luego volvieron a ella, para finalmente ver a Hinata en el interior del coche; la tonta chica apretó una de sus manos, inquieta, a pesar de su inconsciencia.

—Entérate de una vez. A mí no me interesa guardar esto en secreto— dejó claro —, pero ella es diferente— dijo y se sintió un imbécil al ser consciente de las veces que se aguantó de decirle a Naruto que Hinata ya era de él, todo porque ella siempre se esforzó por guardar la verdad tras ellos.

—¿Quieres que guarde en secreto lo que he visto?— preguntó casi indignada al verlo pretender ingresar al auto.

—Hinata será mi novia tarde o temprano, así que haz lo que quieras— dijo para luego subir al coche, sin interesarle demasiado rogar por su silencio.

—¿Tú… tú la quieres?— preguntó Ino casi con miedo al apresurarse y sujetar la puerta antes de que el pelinegro la cerrara.

Se hicieron un par de segundos en silencio en los que ella no dejó de verlo y éste la ignoró.

—¿Sasuke?

—Estupideces— soltó en un tono amargo, y luego Ino tuvo que soltar la puerta cuando fue jalada por el chico que cerró de un fuerte golpe, para posterior a eso, salir de ahí.

—Sasuke…— mencionó la chica que casi se paralizó.

Por varios segundos ella permaneció de pie viendo el camino que recorrió el lujoso auto del chico, sin darle importancia al viento helado que le ondeaba el cabello.

«Ese maldito cretino» pensó la rubia cuando al caer en cuenta que Sasuke acababa de confiarle lo que para todos era un secreto… «Hinata» pensó con pesar un momento después.

—… ¿Entonces…?

«Entonces Sasuke es el interesado en ella, pero Hinata lo… ¿está rechazando?» pensó casi paralizada.

—No puede ser cierto— susurró todavía en negación. ¿Sasuke?¿Interesado en alguien? Imposible, menos si ese alguien era Hinata, la chica que nunca mostró interés en él y que además estaba enamorada de Naruto. Pero, ¿Entonces por qué demonios Hinata se dejaba besar por él? —. Joder.

Recordar la afirmación del Uchiha donde le decía que Hinata iba a ser de él, todavía le erizaba la piel por lo repentino de todo.

—¡Ino!— la voz de Sakura acercándose la hizo respingar.

«¿Qué vas a hacer, Ino?» se preguntó.

—¿Y Hinata?— preguntó la pelirrosa al haber visto su coche metros más atrás.

La rubia volteó a verla, el semblante tranquilo de Sakura la hizo sentir mal, esa chica siempre intuyó que entre Hinata y Sasuke pasaba algo y no estaba nada errada; le dio pena su situación porque entendía que esa joven frente a ella daría más de media vida porque el Uchiha tuviese algo con ella y lo protegiese tanto, como aparentemente, estaba protegiéndolo con Hinata.

—Hay algo que debes de saber.

O.O.O.O.O

Los ojos profundamente negros del Uchiha dejaron de ver al frente cuando pisó el freno del coche, al haber llegado a un semáforo en rojo y entonces su mirada se dirigió a la chica a su lado. Llevó su mano derecha a tocar su frente, sintió su temperatura normal y la vio fruncir el ceño, posiblemente recobrando el conocimiento. Se sintió miserable al provocarle ese desmayo, pues Hinata realmente debería estar bajo mucha presión.

«Pero no había otra opción» pensó egoístamente, él buscaba una respuesta, aunque en definitiva no contaba con la presencia de Ino arruinándolo todo.

—Eres tan patética— susurró con voz ronca al mismo tiempo que deslizaba sus dedos y le acariciaba el rostro. Su mirada negra cayó a los labios entreabiertos de la chica, por los cuales escapaba su respiración apenas perceptiblemente.

«¿En qué momento me volviste un imbécil?» le preguntó internamente al sentirse bien a su lado. Apenas podía creer la ansiedad, casi desesperación que lo molestó al creer que Hinata sería capaz de apartarse luego de esa noche. La vio de reojo y surgió una opresión en su pecho que no fue del todo desagradable, al recordar la forma como ella se había entregado a él.

Sintió el impulso de besar sus labios y sonrió de medio lado. Sí, posiblemente era un imbécil por comenzar a sentir cosas por ella… pero Hinata no estaba mejor que él, por eso se había ido.

Tragó pesadamente y devolvió su atención al frente cuando la luz cambió a verde. Ahora lo que debería hacer era retenerla a su lado, aunque con lo recién acontecido tendría que ser más meticuloso que antes, no podía dar ningún paso en falso.

Una vez que llegó al estacionamiento de su edificio. Se recargó completamente en el asiento y se llevó un par de sus dedos a apretar el puente de su nariz.

—Ahora puedes dejar de fingir que estás dormida— soltó en voz alta y su voz grave llenó el auto deportivo.

Hinata apretó sus ojos y éstos ardieron al derramar las lágrimas que se venían acumulando.

El moreno resopló cansadamente al notar temblar sus hombros, comprobando con eso y el suspiro soltado minutos antes, que estaba llorando. Ella se llevó sus dos manos al rostro.

—Esto no puede seguir así— soltó increíblemente sin titubear.

—¿Qué quieres decir?— preguntó él sin moverse de su lugar, viendo la gris pared de ese estacionamiento frente a ellos.

La peliazul sujetó su mochila que estaba a sus pies y la abrazó, al mismo tiempo que volteaba a ver con recelo al moreno y tragaba con dificultad.

—Q-que tiene que cumplir con su palabra— dijo e inhaló entrecortadamente —, y… y dejarme resolver to-todo este lío que ha formado— mencionó lo que estuvo pensando luego de recobrar la conciencia. Había sido muy difícil mantener la calma, pero discutir con él hasta obligarlo a dejarla bajar a medio camino, no iba a solucionar nada; por eso estaba ahí, intentando sacarlo de su vida y terminar con eso.

—Mph— él sonrió de medio lado aun con la cabeza apoyada en el asiento y todavía sin verla —, ¿qué he formado?

—Tiene que hacerlo— evadió su pregunta al reiterar sus palabras y apretar su mochila entre sus dedos —. De… de la forma que haya sido… u-usted obtuvo lo que quería. Cumpla con su palabra— finalizó para luego abrir la puerta y bajar del auto.

Sasuke la vio de reojo, por un momento pensó en dejarla ir, pero una molestia que surgió desde sus entrañas lo hizo salir tras ella e impedirle marcharse.

—¿Qué he formado?— repitió la pregunta que ella no le respondió al tomarla del brazo.

El largo cabello azulino se meció por el repentino cese del movimiento que llevaba.

—¿Estás diciendo que soy el único responsable de esto?— preguntó achicando sus ojos al hacerla retroceder y ocultarse de la vista de cualquiera al recargarla en su auto.

Hinata tembló intimidada ante el fuerte cuerpo masculino frente a ella; en sus ojos se notó la incertidumbre de todo lo que le preocupaba.

—¿Sólo yo, Hinata?— preguntó al soltarla y apoyar sus brazos en el techo de su coche, aprisionándola y viéndola a los ojos.

El aliento de la joven chocó con el chico a centímetros suyos.

—Ha-has si-sido tú el que… el que insistió en esto, en no dejarlo terminar desde el comienzo— dijo y sus ojos temblaron en llanto cuando dejó de importarle cualquier promesa hecha, al darse cuenta cuánta debilidad pudo exhibir.

—Te brindé muchas oportunidades para finalizarlo— le susurró en el oído, estremeciéndose ante la ansiedad que estaba provocándole a la curvilínea joven que ya había soltado al suelo su mochila —, ¿recuerdas?

Ella tragó pesadamente.

—En este… lío, tú también colaboraste— aclaró y deslizó su fina nariz en la mejilla de la joven al apartarse y verla a los ojos —, ¿verdad?

Hinata sintió su cuerpo débil ante la vergonzosa verdad puesta en su cara.

Sus labios temblaron —A-aun así. N-no… no hemos estado pensando en… nadie— dijo rindiéndose y viéndolo a los ojos.

—Tal vez yo no, y sigue sin importarme— dejó claro fríamente, aun así, la eximió de la culpa que ella quiso cargar; si había alguien egoísta, ese era él.

—Sa-Sakura y Naruto…— mencionó y su aliento cálido golpeó el rostro del pelinegro que se molestó ante la sola mención del rubio —, por eso Ino estaba tan molesta— finalizó y una larga lágrima escurrió de uno de sus ojos.

Él tensó la mandíbula.

—¿Y qué es lo que te molesta? ¿Que se lo diga a aquél imbécil? ¿Que dejen de verte como una santa niña buena, incapaz de hacer algo mal?

Hinata estuvo a punto de quebrarse en llanto, pero Sasuke pegó con brusquedad sus labios a los de ella, impidiéndole hacerlo. Las manos femeninas apenas pudieron aferrarse a la camisa del chico que le sujetaba la nuca y la cintura, mientras el Uchiha separaba sus labios e ingresaba su lengua dentro de ella. Un fuego se encendió en el vientre bajo del moreno al volver a probar del dulce sabor de esos labios temblorosos e inseguros, de la timidez de Hinata y volver a sentir sus pequeños quejidos al continuar besándola de manera demandante; ella apretó más sus ojos al casi creer, que de no ser por esas fuertes manos que la sujetaban, estaría a punto de caer. Ninguno le prestó atención al coche que entró varias líneas lejos de ellos; largos segundos después, cuando el aire en sus pulmones se hizo poco, ambos se separaron.

—Esto ya no puede seguir— dos lágrimas rodaron en silencio de los ojos perlas al verlo.

—¿A qué le tienes miedo?— su voz fue un murmullo caliente en el frío lugar.

Ella negó, sin poder mencionar nada sin tartamudear.

La mano del Uchiha en la cintura femenina, se apretó, molesto.

—¿Amas a Naruto?— su voz fue ronca y nunca dejó de verla a los ojos. Para ese entonces sabía que Hinata le había perdido el miedo, tal vez lo que él pretendía con ella era demasiado, pero no imposible, y dejando de lado a Sakura a quien en más de una ocasión había rechazado, Naruto debería ser su mayor impedimento.

—Si… ¿si digo que sí me…?

—Mentirías— interrumpió y se pegó más a ella. La peliazul apretó los ojos al sentirlo y se estremeció por su afirmación— . ¿Sabes, Hinata?— preguntó al enredar sus dedos en el sedoso cabello azulino, atrayendo toda la atención de esos ojos perlados — No amas a Naruto, porque de lo contrario, no vibrarías conmigo— dijo tan bajo y roncamente, que le erizó la piel —, y creo que más que asustada, estás aterrada porque sientes lo que crees que no deberías sentir, ¿cierto?

Ella dejó escapar el aliento y sus ojos temblorosos siguieron pendientes de él. Los ojos negros bajaron de los perlados hasta su boca y finalmente descendieron a sus senos que subían y bajaban al ritmo de su respiración. Sasuke separó sus labios y se coló hasta besar el níveo cuello de la joven que gimió atormentada y apretó sus manos en la camisa del chico.

El Uchiha apretó más el curvilíneo cuerpo de la joven en sus brazos, al tiempo que la sentía incrementar su ritmo cardiaco. Metió una de sus piernas entre las de ella, presionando su sexo y Hinata gimió y se tensó. El pelinegro comenzó a mover su pierna, frotando un punto sensible entre las piernas de la Hyuuga y apretó uno de sus carnosos senos; ella se mordió un labio buscando acallarse.

—No voy a dejarte huir— le dejó claro al volver a verla a los ojos, ella ya estaba ruborizada y respiraba agitada.

—A-además de traicionar a dos personas— habló ella volviendo a atormentarse —… e-es un grave error. ¡Ahm!— añadió y gimió cuando él apretó uno de sus pezones para silenciarla.

—Un error que disfrutas.

—¿Qué?

—¿Crees que no lo he notado?— sus ojos negros y seguros se clavaron en los altamente contrastantes de ella.

—Esa noche…

—Lo disfrutaste.

—E-estaba… ta-tan confundida.

Él sonrió de medio lado, arrogante —Y dime, Hinata… ¿la confusión incrementó la humedad entre tus piernas? ¿Crees que no noté el empuje de tus caderas hacia mí mientras te penetraba?— su voz ronca, la seguridad que desprendía y sus ojos, atormentaron a Hinata que a pesar de todo, exhibió un sonrojo.

Sasuke deslizó una de sus manos por la sedosa piel de una de las piernas de la Hyuuga por debajo de su vestido, maldiciéndose internamente al reconocer, que habían sido precisamente esas dos cosas, las que le habían arrancado el sueño noches atrás. Hinata se estremecía, gemía, sudaba y se corría por él. Esa chica ya era suya, no se la iban a quitar, y ella tampoco se iba a ir.

Cuando la fuerte mano masculina apretó uno de los glúteos de la joven, Hinata lo aventó, asustada, muy asustada por todo lo que tenía en la cabeza, y por lo que su piel le hacía sentir cuando ese joven que la miraba fríamente estaba cerca de ella.

—Ha… hasta aquí llega todo— dijo lo más segura que pudo, se inclinó a recoger su mochila y salió corriendo sin precaución, casi siendo atropellada por un auto que entraba.

El alto pelinegro vio a la chica pedir disculpas al tipo que casi la arrolla y luego salir finalmente de ahí. Apretó sus puños y tensó su mandíbula al obligarse a no seguirla. Abrió la puerta del coche que Hinata acababa de cerrar y se dejó caer pesadamente en el asiento, su negra mirada pareció oscurecer más al recargarse y fijarla al frente, viendo a la nada; gruñó por lo bajo sin poder entender por qué no podía merecer un poco de su cariño, al haberse dado cuenta que lo deseaba.

O.O.O.O.O

Largos minutos después, Hinata llegó agitada, temblando y con el corazón acelerado a su departamento. Se recargó en la puerta cerrada y respiró por sus labios mientras su mirada se cerraba atormentada.

Su cuerpo tembló una última vez por la sensación de peligro que experimentó. Sus ojos perlados se abrieron y vagaron por el suelo mientras buscaba convencerse que acababa de ponerle fin a una etapa de angustioso estrés y mal sabor de boca, al haber finalizado cualquier cosa que sea que tuviese con el Uchiha.

Resbaló su cuerpo por la puerta hasta caer sentada al suelo; habían pasado casi tres meses desde que su vida se ligó a la de él y aunque lamentaba romper su promesa a Itachi, la verdad era que no podía dejar que eso con Sasuke le marcara la vida una segunda vez.

Alzó su vista al fondo del pasillo, justo a la puerta de su habitación y recordó con vergüenza el placer que ese joven le provocó. Sasuke la asustaba, la asustaban sus palabras, su seguridad, sus ojos que parecían atravesarla, meterse a su mente y descubrir sus temores, dudas o placeres… la aterraba su tacto porque cada vez que la tocaba, así estuvieran entre un mar de personas, ella se quedaba quieta, casi paralizada esperando su contacto; y eso no estaba nada bien.

Hinata abrazó sus rodillas y ocultó su rostro entre ellas, al agradecer infinitamente que el Uchiha no hubiese venido tras ella, pues estaba estúpidamente segura y aunque se forzaba a negarlo, que si él estuviera ahí, la besaba y la tocaba, como minutos atrás, ellos dos hubiesen vuelto a terminar envueltos entre sus sábanas. Su piel se erizó completa, sí, así de estúpida era.

Casi sintiendo que se ahogaba por reconocer tal tontería, se puso de pie y rebuscó entre su mochila su móvil, todavía tenía asuntos qué aclarar.

«¿Qué clase de cosas pudo haberle dicho a Ino?» se preguntó referente al Uchiha.

Dejó su mochila en uno de sus sofás mientras esperaba que la llamada la enlazara con la rubia de ojos verdes que había sido testigo de la íntima cercanía que ella y el Uchiha tenían. El tono sonó más de cinco veces e Ino no contestó, la Hyuuga se mordió un labio ansiosa, sin saber si volver a marcar o dejar de insistir; marcó una vez más y obtuvo el mismo resultado.

La peliazul apretó los ojos y no supo cómo sentirse, por un lado, no le molestaba no tener que explicar algo de lo que tampoco estaba segura; tomó su mochila y fue directo a su habitación, ignoró su todavía revuelta cama mientras pensaba si Sasuke le habría dicho algo a Ino luego que ella quedó inconsciente… por un momento casi se aterra al pensar que él pudo asegurarle cosas que no eran como ya lo había hecho con su familia e incluso con Gaara, pero descartó la idea, él no podía ser tan cruel para meterla en esos problemas con una de las pocas amigas que tenía.

—Si Ino está muy molesta, es probable que venga— pensó en voz alta.

Suspiró profundamente al intentar juntar el poco valor que tenía para hacerle frente si eso pasaba. Se acercó a la cama y tomó las sábanas, las arrancó del colchón y las llevó al pequeño cuarto de lavado del otro lado del pasillo; definitivamente no podía volver a dormir sobre ellas, el solo verlas le traían pequeños flashazos de lo ocurrido en esa cama, y más que repudiarlo, temía a esa parte de ella que se sintió bien en aquél momento.

Una vez iniciado el ciclo de lavado, se dirigió a la cocina rebuscando algo para cocinar, vio con satisfacción que por suerte nada había caducado, sacó, lavó y cortó un par de verduras para ponerlas a cocinar, esto después de encender la vaporera que tendría lista una pequeña porción de arroz. Mientras terminaba de cocinar, encendió el televisor para que le hiciese compañía aunque su mente poco a poco vagó a sus clases en la universidad, esa era la última semana y ni siquiera había tenido tiempo de pensarlo al estar saturada de trabajo, seguro a más de una persona le ocurría lo mismo.

Lo único que le dibujó una sonrisa al pensar en el próximo final del año, fue saber que luego de esto, podría convivir con Hanabi.

Luego de comer y avanzar con sus tareas, Hinata se levantó de la pequeña mesita ratona de su sala, lugar donde en esta ocasión había trabajado, apagó el televisor que nunca había dejado de sonar y vio en su portátil que ya pasaban de las nueve de la noche; suspiró al darse cuenta que Ino ya no iba a presentarse, lo que la dejaba con un enorme problema para el día siguiente en la universidad. Antes de retirarse a su habitación, colocó la pequeña cadena que aseguraría su puerta y se encaminó a darse una ducha que necesitaba para terminar ese tormentoso día.

O.O.O.O.O

La mañana siguiente amaneció con un cielo gris y con cientos de pequeñas gotas cayendo con insistencia, el frío invernal había dejado de ser tan inclemente como durante la noche y aun así, seguía presente.

Al bajar del taxi que esta vez había tomado, la piel blanca de los pies de la Hyuuga fue visible por las zapatillas de medio tacón que usaba, unos leggins oscuros de piel, una blusa negra y de cuello alto marcaban las curvas de su cuerpo, las mismas que intentó ocultar con un suéter de lana alargado al frente, y que con su decorado a rombos en un tono rojizo y negro, estilizaban más el curvilíneo cuerpo de la joven heredera. El viento helado le ondeó su largo y azulino cabello al avanzar entre la gran multitud de estudiantes que se aglomeraban en el estacionamiento del campus universitario.

Hinata apretó la correa de su mochila colgada al hombro y vagó su vista por el lugar, pretendiendo encontrar a alguien en particular. Luego de varios minutos recorridos y en los que diminutas gotas de agua se pegaron a su cabello, al fin encontró a la persona que estaba buscando; un vacío se instaló en su estómago ante el nerviosismo que sintió, aun así, lo soportó y no bajó su mirada al acercarse a ella.

—Al fin llegas— la voz de Ino sonó distante y casi fría.

Hinata se mordió el interior de su labio inferior —Lo siento…, no, no sabía que me esperabas— dijo un segundo después.

Ino dejó escapar el aliento pesadamente al también sentir una anormal tensión entre ambas —Supongo que debí decirte, aunque luego de lo ocurrido ayer creo que era lógico que deberíamos hablar.

Hinata asintió despacio —Te… estuve marcando.

—Siento no responder— se disculpó la rubia al rascarse la nuca, volteó a ver a los estudiantes que las pasaban de largo y de pronto se sintió incómoda hablando en ese lugar —. ¿Te molestaría si… vamos a la cafetería?

La Hyuuga volvió a asentir a pesar de saber que esa charla la haría perderse una clase importante, dio prioridad a ese asunto y entonces comenzó a caminar siendo seguida por una más callada Yamanaka.

Los minutos andados bajo la fría sombra de los árboles que cubrían ese húmedo camino de adoquín, se vivieron en silencio; Hinata iba sumergida en sus pensamientos, y lamentó haber huido el día anterior sin al menos haberle preguntado al Uchiha qué clase de cosas eran las que había hablado con esa chica, que caminaba al lado de ella con las manos metidas en los bolsillos de su chamarra de piel beige.

Antes de entrar a la casi vacía cafetería, Hinata no soportó más el silencio.

—Si-siento no habértelo dicho antes.

Ino abrió la puerta y un agradable calor las recibió, la chica no dijo nada hasta no sentarse en una de las mesas más alejadas de las personas presentes. La Yamanaka no alzó su vista al dejar su mochila en un espacio vacío y Hinata dudó sobre si sentarse o no, finalmente la rubia le indicó que lo hiciera con una señal de sus ojos.

—I-Ino…

—Ayer no quise contestarte— soltó interrumpiéndola y haciéndola abrir grandemente sus ojos, los mismos que reflejaron decepción y resignación al escucharla.

—Lo… lo supuse.

Ino gimió impotente mientras recargaba sus codos en la mesa metálica y se tapaba los ojos.

—Siento que te enteraras así— Hinata jugó con su suéter y su voz fue tan suave al disculparse —… ¿Qué… qué te dijo Sa-Sasuke?— preguntó y a pesar del nerviosismo y la pena, buscó ser precavida.

Ino apretó los ojos al frotarse la frente, incómoda con el tema.

—Sasuke dijo que te quería— soltó amargamente al negar despacio.

Los ojos perlados se abrieron con sorpresa y su corazón la aturdió al latir fuertemente.

—¿Qué?— soltó apenas con aliento y no le importó parecer tonta al preguntar tal cosa.

—No, no lo dijo exactamente con esas palabras— explicó de prisa la chica al intentar darse a entender y ella misma comprender lo que ocurría —. Dijo… dijo que le gustabas— agregó viéndola por primera vez fijamente, Hinata no pudo ni ruborizarse al dolerle escuchar eso —… que… que ibas a ser de él— finalizó bajando más la voz.

Esta vez la Hyuuga se ruborizó tenuemente al desviar la mirada y con eso comprobó que el Uchiha respetó su deseo de mantener oculto aquél tema tan doloroso para ambos.

—¿Desde cuándo tienen algo?— preguntó sin pretender ser ella la que siguiese dando explicaciones— ¿Por qué Sasuke está tan interesado en ti?— agregó recordando que ese orgulloso, frío y altivo pelinegro prácticamente le pidió guardar el secreto porque Hinata no deseaba que se supiese; Sasuke pidió algo por otra persona, y eso ya era decir demasiado.

—No… no sé por qué se fijó en mí— confesó desviando su mirada —, yo… yo nunca.

—Lo sé— interrumpió al creerle.

—¿Desde cuándo se entienden?— insistió sin querer creer que lo de ellos llevaba ya meses, como cuando comenzaron a escuchar rumores donde los estudiantes los decían juntos y besándose —¿Cuándo surgió eso?

Hinata dejó escapar el aliento despacio y se convenció que lo mejor sería contar parte de esa verdad.

—Él… él me besó aquella vez en el antro… ¿recuerdas? Cuando tú y Shikamaru se…— quiso explicar intentando guardarse sólo lo más confidencial.

—¿Desde entonces?— soltó más para ella que para la chica al frente, cayendo en cuenta que sí, entonces aquellos rumores eran ciertos.

Hinata asintió —Fue, fue algo tan repentino— explicó —, yo bailaba con Naruto y cuando él se fue a dejar a Sakura— dijo y sus ojos se humedecieron al recordar cómo terminó esa noche —. Sa-Sasuke me besó… a-así, de pronto cu-cuando nos quedamos solos.

—¿Por eso te fuiste?

La peliazul asintió, mintiendo al seguir ocultando detalles importantes.

—Tú querías a Naruto— mencionó la rubia al recordar como en aquella ocasión le pareció verla casi besarse con el Uzumaki —. Sasuke es un desgraciado— soltó molesta al darse cuenta que había sido él el que se encaprichó con Hinata, tal vez movido por la rivalidad con el rubio, o tal vez porque la peliazul no era una de las tantas que moría por él, o tal vez por ambas cosas; esto le resultó tan obvio a la chica que era alabada por su inteligencia.

—Luego de eso… nos llegamos a encontrar por los jardines— recordó saltándose toda la presión a la que Sasuke la sometía— y volvió a besarme.

Ino asintió, sabiendo que de ahí venían los rumores que tenían celosa a Sakura.

—Después— Hinata agregó y sus ojos se humedecieron — pasaron cosas que… que nos mantuvieron cerca— dijo recordando -aparte de la insistencia del moreno- el accidente de su maestra, el casi ataque que sufre por aquél chico al salir del bar donde el equipo de baloncesto se reunió, las veces que Sasuke resultó herido por defenderla –o celarla- y finalmente la petición de Itachi. Para este punto, la Hyuuga casi lloraba.

La rubia negó en silencio creyendo adivinar que Sasuke se había sabido meter muy bien en su cabeza. Resopló cansadamente y se levantó, Hinata la vio con asombro y ésta le sonrió.

—Iré por un par de cafés, tranquilízate, esta conversación irá para largo— dijo y apenas pudo sonreírle.

La Hyuuga agradeció el respiro y en los casi cinco minutos en los que Ino tardó en volver y colocar los vasos de café frente a ellas, buscó poner en orden sus ideas.

Luego de un par de sorbos del tibio líquido y de que algunos estudiantes ingresaran al lugar, la Yamanaka volvió a hablar:

—¿Te enamoraste de Sasuke?

—¿Qué?— devolvió sorprendida y asustada — N-no…

Ino bajó la mirada sabiendo que si tenían casi tres meses en esa situación, era porque de alguna u otra manera, entre ese par había algo que los mantenía ligados.

—Pero ya lo quieres— aseguró sin poder creerlo, paralizando, de paso, a la ojiperla —. Joder, Hinata, esto es todo un problema— añadió rindiéndose al entender que Hinata no ocultó eso por maldad; tal vez Sasuke había disfrutado haciéndolo, pero Hinata era diferente y que ella se mantuviese a su lado era lo que volvía la situación más crítica para cualquiera de los cuatro lados involucrados.

—Y-yo…— la insegura peliazul no supo qué decir.

La Yamanaka dejó escapar el aliento desanimada al pretender sincerarse por completo.

—Ayer no quise contestarte— volvió a mencionar explicándose desde el principio —. La verdad estaba muy molesta y decepcionada, no entendía, Hinata— aclaró alzando un poco la voz, pero recuperando el brillo de sus ojos, ese que le demostró a la Hyuuga que todavía la apreciaba —, todavía estoy molesta.

Los ojos casi lilas de Hinata temblaron en llanto y sus dedos se apretaron con fuerza a su tibio suéter.

—Lo entiendo… pero… e-esto era algo que… que no debía saberse— confesó por fin pretendiendo dejar claro que no buscaron lastimar a nadie.

—¿Por qué?— preguntó queriendo escuchar su justificación.

—Porque no está bien… no-nosotros estamos tra-traicionando a…— dijo y desvió su mirada.

—¡Exacto, Hinata!— se exaltó la rubia al pensar en Sakura y Naruto, la pelirrosa amaba a Sasuke y Naruto la quería a ella, ¿por qué les hacían eso al no pensar en ellos?

La Hyuuga dejó escapar el aliento y se abstuvo de llorar al saberse merecedora de cualquier cruel palabra que pudiese salir de los labios de la Yamanaka.

—Ayer Sakura llegó luego de que ustedes se fueron— dijo de pronto sorprendiendo a Hinata —. Sinceramente estaba tan molesta al no creer que nos mintieran que estuve a punto de decirle todo— confesó —, no sé de dónde saqué prudencia para no hacerlo— finalizó recordando que le mintió a la pelirrosa diciéndole que Hinata se había ido con su primo que había llegado buscándola.

La ojiperla suspiró aliviada —Gracias.

—No me agradezcas, realmente pensaba decirle— dijo y sonrió sin ganas al desviar su vista —. Sakura ama a Sasuke, a su muy perturbadora manera, pero lo ama— añadió y Hinata bajó su vista y sintió el sabor amargo de su boca al tragar discretamente —, pensé eso mientras ella me veía al preguntarme por ti al creer que iríamos a comer.

—E-ella y Naruto realmente me hacen sentir muy mal— confesó la chica que estuvo a nada de soltar una lágrima.

—Pero no debería— habló derrotada Ino al reconocer tal cosa, atrayendo la mirada consternada de la Hyuuga. La rubia asintió y sus ojos verdes denotaron tristeza por su pelirrosa amiga —. Que Sakura ame a Sasuke, eso no lo obliga a él a sentir lo mismo por ella… y ella debe aprender a aceptarlo— reconoció eso que la hizo callarse y no decirle nada a la ojijade encubriendo al que en ese momento de coraje, creyó un par de traidores.

Hinata tragó pesadamente recordando las veces que Sasuke le había dicho con crueldad que él no sentía, ni sentiría nada por la Haruno.

—Pero Naruto… él…

A Hinata entonces se le apretó el pecho cuando la mención del rubio en los labios de su amiga, le recordó su amor frustrado, ese que Sasuke aprovechó para chantajearla en un pasado que ahora parecía muy distante.

Se hicieron largos segundos de silencio entre ellas, que ni el pequeño murmullo de los presentes logró molestar mientras Ino organizaba sus siguientes palabras mentalmente.

—Si… si tú no quieres a Sasuke, si él no te provoca eso que te debe provocar una persona que se quiere cerca, aléjalo… él y tú son tan distintos que da miedo; no lastimen gente— dijo y para su mala fortuna, vio a Hinata bajar la mirada, triste, justo como cuando a una persona se le anima a hacer algo que no desea hacer —. Pero si lo quieres…— se obligó a continuar—, si lo quieres habla con Naruto, él puede ser un grandísimo imbécil al no haberse dado cuenta de tus anteriores sentimientos, pero no se merece una traición de dos personas a las que quiere.

Hinata asintió, y más que por lo que Ino creía, era porque de verdad ella no se sentía digna de él; lo que sentía por Sasuke era un enorme misterio, pero de lo que sí estaba segura, era de que ese chico de mirada profunda y negra la estremecía de una forma que nunca olvidaría, y ella no podía estar con Naruto habiendo compartido una cama, piel, gemidos y sudor con el Uchiha.

—Ojalá lo tome bien— deseó la Yamanaka pensando en el rubio, y Hinata compartió el deseo, rogando también deshacerse de ese amor que le profesaba y que Sasuke se había encargado de opacar poco a poco con todo eso que le hacía sentir.

—De cualquier forma, ¿po-podrías guardar esto en secreto?— Hinata alzó su vista y su voz a ella. La rubia asintió — Ayer… ayer mismo le dije a Sasuke que eso terminaba ya.

Ahora la de la sorpresa en los ojos fue Ino.

—¿Qué? ¿Y él que dijo?

Hinata negó —No dijo nada.

—Hinata— la voz de la rubia sonó insegura —, a-a pesar de lo que te he dicho… si tú quieres estar con él, como él obviamente desea estar contigo— agregó viéndola a los ojos —, lo que sientan terceras personas no importa— finalizó sintiendo que traicionaba a dos de sus amigos más queridos, pero sin poder perdonarse que por ella esos dos se alejaran si sí sentían algo. Tal vez la forma como Hinata y el Uchiha estaban juntos no era la más adecuada, pero era problema de ambos, ya no de ella.

—No te preocupes… yo-yo quiero dejarlo.

—¿Por qué?

«Porque me aterra lo que me hace sentir» aceptó internamente sin poder mencionarlo.

Ino bajó la mirada y apretó el vaso del café que comenzaba a enfriarse al no obtener una respuesta de su amiga; la supo insegura y eso no le gustó.

—No cometas la misma estupidez que yo, ¿quieres?— pidió y sonrió con tristeza al no dejar de ver su bebida —. Si no quieres dejarlo, no lo hagas; es mejor descubrir que te equivocaste al quedarte y solucionarlo, a descubrir que te equivocaste al irte y no saber cómo arreglarlo— dijo y una lágrima se asomó por uno de sus verdes ojos. Tragó pesadamente para aclarar su garganta —. Después es muy difícil luchar con orgullos heridos, Hinata— añadió y los ojos perlados temblaron al verla, Ino negó con efusividad y se talló la cara, frustrada y confundida —. Esto que pasan ustedes es todo un problema— dijo muy segura y centrándose únicamente en ella y el pelinegro —, la forma en la que están juntos deja mucho que desear, pero si él te ha hecho sentir cosas por él, y quieren sacar a flote una relación, tienen derecho a hacerlo, y te lo digo aunque yo deteste a veces al insufrible de Sasuke.

Hinata negó —Creo que estás malint-…

Ino vio la hora en su reloj y se dio cuenta que cinco minutos más y estaría a punto de perder la siguiente clase.

—Lo que quiero que sepas— dijo muy segura al tocarla del hombro y rogando al cielo por el perdón de Naruto y Sakura—, es que si te quedas con Sasuke, tienes todo mi apoyo— finalizó para luego de dejarle un beso en la mejilla, comenzar a caminar.

—¿Ino?

—Pero por favor, no más mentiras, al menos conmigo, ¿sí?— alzó la voz antes de salir.

Hinata se quedó paralizada ahí sentada… ¿qué había sido eso de al último? ¿Ino le estaba dando permiso para salir con el Uchiha? ¿... y eso era más o menos problemas?

«Santo cielo… ¿cuánto más se pueden enredar las cosas?» se preguntó al cerrar sus ojos.

Luego de varios minutos, Hinata se dirigió casi corriendo hasta su facultad, tuvo que disminuir su velocidad al ingresar a ésta, y luego de subir hasta el segundo piso, sus pensamientos que seguían girando en esa charla con la Yamanaka, se vieron interrumpidos cuando al ver al frente, se encontró con la alta y silenciosa figura del Uchiha que caminaba en su dirección. La Hyuuga bajó la mirada al verlo acercarse y sentir sus negros y fríos ojos puestos en ella; siguió caminando como si no lo hubiese visto, rodeada por varios estudiantes que también andaban por el pasillo y sintió un escalofrío que le recorrió el cuerpo y le apretó el pecho cuando él pasó a su lado sin decirle una sola palabra.

Ella perdió el aliento y se detuvo sin entender eso que sintió; volteó de medio lado a ver al joven que siguió avanzando con las manos en los bolsillos y que no le interesó voltear a verla.

Jadeó débilmente y luego de regresar su vista al frente, continuó caminando a la segunda clase de ese día, asegurándose que así estaba mejor… ella y él fingirían que no se conocían, que nada había pasado y todos los secretos que ambos compartían y habían creado juntos, se morirían en el olvido… como desde el inicio deseó que fuese.

Ya en su clase Hinata apenas pudo concentrarse, si las cosas avanzaban según el rumbo que llevaban, pronto todo estaría bien; el Uchiha saldría de su vida y esa plática que tuvo con Ino sería sólo la aclaración de una situación que nunca debió haberse dado… todo se dispersaría con el tiempo y ya nadie podría salir lastimado.

Los ojos perlados de la Hyuuga se alzaron a la profesora que impartía su tema y de pronto volvieron a bajar a la hoja en blanco de su cuaderno… Si todo estaba saliendo tan bien, ¿por qué sentía esa opresión en el pecho que le molestaba incluso para respirar? Se estremeció y unas extrañas ganas de llorar llegaron a ella… culpo a Itachi y a esa promesa que había tenido que romper, pero la verdad es que esa mirada negra y gélida de minutos atrás la habían hecho sentir sumamente mal.

Se tragó el nudo en su garganta y se obligó a prestar atención a la profesora al frente, pues creía que había pasado ya lo más difícil.

• • •

—¡Aaahh!¡muero de hambre, dattebayo!— soltó Naruto al separar los dos palillos y disponerse a comer.

—Ten cuidado de no salpicar, idiota— se quejó Sakura que se encontraba sentada a un costado de él en esa mesa de la cafetería.

Naruto ya no prestó atención al estar comiendo.

—Y a todo esto… ¿qué hacen aquí, no se supone que deberían estar entrenando?— preguntó Ino al sentarse en un extremo opuesto de la mesa al joven Nara, volviendo así a la incómoda situación de meses atrás donde tampoco se hablaban pero comían juntos.

—¡Hey, Hinata!— saludó Kiba a la peliazul que recién cruzaba la puerta de la cafetería, al ver que la chica le devolvió el saludo y se dirigía a ellos, respondió—: Kakashi sensei nos dio estos dos días libres. El domingo es el último partido de la mitad del torneo y nos quiere descansados— explicó mientras la Hyuuga llegaba.

Hinata saludó y se sentó entre Shikamaru y Sakura, al ser el único lugar disponible.

—Ya veo— respondió Ino —. Por cierto, esto de fin de semestre no se siente tan bien con tanto trabajo— añadió al estar en los últimos días de clase.

—Yo no tengo tanto trabajo, 'ttebayo.

—Qué envidia me das— soltó Kiba que estaba un año debajo de Naruto, Shikamaru y el Uchiha, y siendo éstos de último año, tenían menos presiones para que pudiesen dedicarse a su tesis.

Naruto asintió con efusividad mientras el Nara no les prestaba atención al estar sólo picando con desinterés su comida.

Sakura volteó a ver a Hinata cuando Shino y Choji que compartían curso con Kiba, comenzaron a hablar con Naruto.

—¿Tuviste problemas ayer?— preguntó con aparente desinterés la pelirrosa al apoyar sus codos en la mesa y verla de medio lado.

Hinata, que recién había sacado su bento de comida, asintió débilmente.

—Siento no haber podido asistir a la comida.

—Recórranse— ordenó Ino a Kiba para poder estar cerca de esas dos, la mirada verde de la Yamanaka se cruzó por un segundo con la de Shikamaru al haberse sentado a un lado de él, y luego de superar ese estremecimiento que la sola cercanía le provocó, regresó su atención a sus amigas —. Ya le he explicado yo, no te preocupes, Hinata— dijo y le sonrió.

La Hyuuga asintió agradeciendo no tener que mentir de más.

—Así que… ¿sabes ya para qué te buscaba Sasuke?— preguntó en voz casi baja.

Shikamaru se levantó de ahí al no interesarle mucho la plática de chicas e Ino vio eso con decepción y un poco ofendida.

—E-era por… por lo del trabajo que compartimos— aseguró y tuvo el valor de ver a la ojijade a los ojos. Sakura asintió sin ser del todo crédula —… creo que no he sido de mucha ayuda para él.

—Se veía molesto— reconoció la pelirrosa recordando esa ocasión cuando les preguntó por ella.

—Debió estarlo— aceptó Hinata que se distrajo tomando una de las verduras que llevaba para el almuerzo.

—Y cambiando de tema— Ino alzó la voz llamando la atención de los presentes en la mesa —. En dos días terminan las clases y es posible que ya no nos veamos. ¿Qué dicen?¿Nos reunimos en noche buena?— sugirió animosa sin ganas de estar con su familia como año tras año, con sus primos aburridos y preguntas indiscretas.

Los ojos de los presentes vagaron entre ellos.

Sakura suspiró desanimada —No cuentes conmigo, mis padres no me perdonarían estar fuera de casa esa noche.

—Mi familia saldrá de la ciudad— añadió Kiba que todavía consideraba salir bien librado y perderse el dichoso viaje.

Los ojos verdes fueron a Hinata y Naruto.

—Ah… mi-mi padre suele querer que cenemos juntos, aunque sólo seamos tres personas— explicó recordando la ausencia de su hermana.

Ino frunció los labios —Y a ti ni te pregunto— le dijo a Naruto, sabiendo que esa fecha era una de las pocas en las que su padrino lo visitaba.

Choji que seguía comiendo vio el desanimado estado de su amiga —Pero todavía queda el cumpleaños de Hinata, ¿no?— dijo sin olvidar nunca, por ninguna circunstancia, cualquier evento donde pudiese haber comida para amenizar.

—¡Cierto!— Ino hizo sonar sus dedos emocionada.

—¿Mi… mi cumpleaños?

—Es dos días después de navidad, ¿creen que estén disponibles para entonces?

—Por supuesto.

—Seguro que sí, 'ttebayo.

—Pues sí, ya lo habíamos hablado con anterioridad— añadió la pelirrosa después de Kiba y Naruto, al tiempo que el resto sólo asentía.

—Pe-pero…

—Tú no te preocupes por nada— intervino Ino con el ánimo que la caracterizaba —, nosotros llevaremos todo a tu departamento.

—¿En mi departamento?

—Claro, así no podrás faltar— dijo y le guiñó el ojo —. Sólo seremos nosotros y un par de amigos más para crear ambiente, ¿de acuerdo?

Los ojos de todos cayeron a ella —Ah… sí— terminó por decir para inmediatamente dejar de sentir el peso de las miradas de los presentes que comenzarían luego con un par de charlas relacionada o no al tema, mientras terminaban de comer.

—Si quieres puedes invitar a ese primo sexy que tienes— sugirió Ino y volvió a guiñarle un ojo.

Sakura negó en silencio y Hinata se ruborizó.

—Ne-Neji niisan no es de las personas que… que disfruten mucho de eventos como esos.

—Pero se trata de ti, no se negaría, ¿verdad?

La peliazul se encogió de hombros, a decir verdad la presencia de Neji podría ser buena, él le daba seguridad además de ser la única familia a la que podría invitar. Suspiró y asintió, suponiendo entonces que estaría bien.

—Por cierto— agregó la rubia —, los regalos deberán abrirse esa misma noche, así que no sean tacaños con lo que regalen que todos sabremos qué regaló quién— advirtió haciendo reír a Naruto y un par más.

—…Ino— Hinata se quejó avergonzada por la petición.

—Y tú, todo lo que te regalen tendrás que modelarlo— advirtió ahora a ella —, así sean una sexys tangas— añadió ruborizándola al punto de perder el habla.

Naruto tosió abochornado y al igual que Kiba y Lee mostraron un sonrojo incómodo.

—Tenías que salir con tus cosas, Ino-cerda— regañó la pelirrosa.

—¿Qué tiene de malo? Para eso somos casi adultos, frentona.

Y mientras esas dos se hacían de palabras, Hinata rogaba que ese día terminara ya, al estar segura que la dichosa fiesta sólo serían problemas

O.O.O.O.O

Una vez pasados los dos días, finalizaron las clases regulares en la universidad, Hinata apenas pudo creer que no tuvo ninguna clase reprobada, y su calificación mínima era consideraba tolerable, mediocremente para su padre, pero tolerable.

Esa noche de sábado por fin pudo sentirse medianamente en paz. Estaba acostada en su cama con un brazo sobre su frente, pensando sobre lo que seguía para ella.

«Han pasado ya cuatro días» irremediablemente pensó en aquél chico de mirada negra.

Eran cuatro días en los que se habían cruzado ocasionalmente por la facultad, la primera vez tuvo una mirada gélida de él y después ni eso obtuvo. Suspiró pesadamente y cerró los ojos, dormir y despertar en esa cama había sido sumamente difícil, y no sabía qué le atormentaba más, si al acostarse verse presa de los recuerdos de lo que sus dos cuerpos unidos hicieron, o al abrir los ojos y creer que estaría durmiendo a su lado… y no estar.

—Soy un fracaso— pensó en voz alta y giró su cuerpo para abrazarse a una almohada. Sus ojos perlados brillaron con la poca claridad que bañaba la habitación —… pero así está mucho mejor— tarde o temprano se acostumbraría, supuso.

O.O.O.O.O

El reloj de pared en la sala del Uchiha, marcaban las dos en punto. La cortina del balcón ondeaba suavemente al estar entreabierta la puerta corrediza de éste y el sonido del viento entrando era lo único que quebraba el silencio de ese apartamento.

La mano izquierda del Uchiha casi tocó el alfombrado suelo al bajar su brazo, luego de dar el último trago a ese vaso de whisky. Echó su cabeza hacia atrás y tragó secamente al cerrar los ojos al seguir acostado en ese sofá.

Volvió a abrir despacio sus ojos y su mirada se perdió en el blanco techo… dejó escapar el aliento mientras se preguntaba qué demonios estaba haciendo. Recordar a Hinata verlo y bajar la mirada para seguir caminando por ese pasillo de su facultad, ignorándolo, lo molestó al punto de ni siquiera volver a verla; había obedecido a su orgullo mandándola al diablo, pero no se sentía satisfecho.

Alzó su mano con el grueso vaso en ella y lo vio vacío, dejó caer su mano otra vez y soltó el vaso al suelo alfombrado. Cerró sus ojos y se llevó el otro brazo a la frente mientras la parte estúpida de su interior le repetía que si no quería sentirse así, lo único que debía hacer era cruzar esa avenida y tocar su puerta.

Sonrió amargamente —No seré tu imbécil, Hinata— soltó en voz alta. La maldita chica había mandado al diablo sus patéticos intentos por arreglar todo y por hacerla sentir segura… se sentía el peor de los idiotas por eso, más, porque ella sí había podido darle vuelta a la página y él estaba como imbécil pensando en ella.

Se levantó frustrado despertando de su sueño a su pequeña mascota que descansaba en sus pies. Caminó y abrió la puerta del balcón, el viento helado de la madrugada le revolvió el pelo y le movió la camisa blanca y mal colocada que usaba, dando de lleno con su pecho blanco y marcado. Apoyó sus codos en la baranda metálica escuchando el sonido del viento y los pocos autos que esa noche transitaban.

«¿Por qué, Hinata?» se preguntó en silencio y tragó pesadamente. ¿Por qué no lo quería?

Su mirada negra se perdió en algún punto en la avenida sin poder entenderlo.

O.O.O.O.O

El domingo temprano Hinata salió a visitar a su maestra, la fecha de parto estaba próxima a cumplirse y a la peliazul le hacía bien sentirse ser de utilidad, y más, al haber sido Kurenai de mucha ayuda en los días tan difíciles que había pasado, por eso al estar ya de vacaciones y con relativamente poca tarea, consideró casi una obligación el atenderla.

Ese día regresó ya muy entrada la noche, no se dio cuenta cuándo fue que anocheció al estar cenando y charlando con el joven matrimonio. Asuma le había asegurado que siempre sería bien recibida, pero que no hacía falta que se desgastara tanto, pues él se había tomado ya un par de semanas libres al estar prácticamente la fecha de parto encima; siendo ese, uno de los privilegios que tenía al ser el dueño de su propia y pequeña empresa.

El lunes por la mañana salió a surtir su despensa y ordenar un poco antes de que su primo llegase visitándola, como había asegurado en la llamada que recibió una tarde anterior. Hinata buscó darse prisa pues con la tormenta que ese día estaba por caer, no sabía si su primo llegaría antes.

Luego de ducharse y colocarse una blusa blanca de botones y cuello ligeramente alto, además de un vestido ceñido a su cintura y estómago que no cubría sus senos, dándole un aire más femenino y tierno con el ligero vuelo de la falda y los zapatos de piso que usaba, ideales para la comida en el interior; Hinata vistió la mesa y colocó los distintos platillos perfectamente ordenados.

Cuando Neji llegó se disculpó por hacerla preparar todo eso, asegurándole que no hacía falta. La visita del castaño, que si bien era por placer, también tocó asuntos relacionados a la familia y las responsabilidades de la peliazul para con ésta.

Ambos primos charlaron mientras comían con el protocolo familiar prácticamente ausente, mientras la lluvia en el exterior arreciaba sin que llegasen a notarlo.

—Supongo que debió molestarse— reconoció Hinata al suspirar y apoyar su rostro en su mano, al haber terminado de comer.

Neji asintió lentamente al levantarse y retirar su plato de la mesa, la peliazul quiso impedírselo pero éste se negó.

—Su padre no está muy contento que digamos— retomó la charla una vez de regreso en el comedor. El semblante de Hinata decayó un poco y el joven mejoró —… Aun así, no ha cancelado los planes sobre Hanabi.

—Eso es algo que me alegra mucho— aceptó Hinata al rascarse el cuello.

El elegante castaño sentado frente a ella observó fijamente ese gesto, pasó saliva y desvió el rostro, incómodo.

—De cualquier forma, creo que su desempeño académico sigue dejando mucho que desear.

—¿Uh?... ah, bueno, sí… es sólo que…

—Por su bien, y el de la empresa, evite distracciones innecesarias— dijo devolviendo sus fríos y astutos ojos a ella.

La joven retuvo el aliento.

El castaño se puso de pie y se acercó al portafolio que había dejado en la sala.

—Éstos son algunos de los compromisos de su padre, remarqué los que estoy seguro que requerirán su presencia— dijo al ofrecerle un par de hojas, Hinata los tomó y detalló la que prácticamente era la agenda de los próximos tres meses —. Hinata sama…

—¿Eh? ¿Sí, niisan?— preguntó al alzar su vista a él cuando se quedó callado.

—Por favor, evite escándalos.

Ella abrió los ojos con sorpresa sin saber a qué se refería.

Neji observó la hora en su reloj —Debo irme ahora— dijo y volteó al balcón donde la tarde oscura relampagueaba.

—Pero si acabamos de comer, yo creí que… que al menos te quedarías y veríamos una película, como antes— Hinata se levantó al no creer que se iría con la lluvia que estaba cayendo.

El chico negó en silencio —Tengo asuntos que atender.

—Pero, niisan— ella lo siguió cuando Neji salió del comedor y se dirigió a la puerta.

—Recuerde lo que le dije— soltó el alto y sobrio castaño al detenerse y hacerla chocar casi con él.

Hinata perdió el aliento y ahí, en medio de su sala, bajó la mirada y comenzó a jugar con sus dedos, nerviosa.

Neji alzó una ceja al conocerla —¿Ocurre algo?

—Amm… ve-verás, Neji niisan…— ella alzó sus ojos a él y la mirada tan similar a la de ella, pero esta fría y astuta, la obligó a continuar—, o-ocurre que… que mis amigos quieren celebrar mi cumpleaños… a-aquí— dijo y conforme terminaba, fue bajando la voz.

El castaño cerró los ojos y dejó escapar el aliento, no le gustaba para nada la idea, pero no podía impedírselo.

—¿Quieres venir, niisan?

—No lo creo.

—Me harías muy feliz.

El castaño negó —Lo que puedo hacer por usted, es hacer que su padre no se entere de eso— dijo con la seriedad que lo caracterizaba.

Hinata asintió sabiendo que Neji era como su ángel que le cuidaba los pasos y ocultaba sus fallos a los ojos del patriarca de su clan.

—Aun así, quisiera que…

Neji la silenció al acariciarle el cabello y sonreírle —Ya veremos, Hinata sama— soltó de pronto y esta vez dejó un beso en el pelo de su sorprendida prima —. Debo irme.

La Hyuuga reaccionó hasta cuando la puerta se estaba cerrando. Frunció el ceño al reconocer que esa visita había sido realmente extraña, Neji por lo general no tenía tanta prisa y tampoco era tan cortante… ¿qué le habría pasado?

Con un suspiro desanimado al quedarse sola, se dispuso a levantar lo que quedó en la mesa. Menos de cinco minutos más tarde, el timbre de su casa sonó.

—¿Eh?— volteó a ver y cerró el grifo al estar a punto de comenzar a lavar los trastos «¿Quién podrá ser?»

Sonrió y sus pasos se hicieron rápidos —Seguro niisan olvidó algo— se dijo y abrió la puerta con una sonrisa en los labios, segundos después, ésta aminoró al no ser la persona que creía y tener frente a ella otra sonrisa cálida.

—Espero no interrumpir— la voz suave de esa pelinegra regresó a Hinata de su estado de asombro.

—Ah, n-no, por supuesto que no, ¿gusta pasar?— preguntó de prisa al moverse y darle el paso.

Mikoto extendió su sonrisa y entró a pasos lentos y suaves.

—Siento molestarte— habló y la peliazul le aseguró que no lo hacía, para después ofrecerle un poco de té que la mujer tuvo a bien aceptar.

Una vez ambas sentadas en la amplia sala, y luego de un par de halagos de la mayor por lo bonito y pulcro del lugar, la mirada casi lila de Hinata se centró en la mujer que se veía pálida a pesar del maquillaje que usaba.

—Seguro te estarás preguntando a qué vengo— habló la pelinegra y luego de dar un sorbo a su té, lo dejó sobre la mesa ratona y ese pequeño esfuerzo al estirarse, pareció debilitarla, hecho que no pasó desapercibido para la Hyuuga.

Hinata sólo le sonrió tímida y amablemente.

Mikoto se llevó una mano al pecho, casi agitada.

—En realidad venía a ver a Sasuke— explicó y sonrió —, no lo he visto desde esa noche, pero la verdad también deseaba disculparme una vez más contigo.

—Ah, no tiene que disculparse conmigo, como le dije, para mí fue un placer que me permitieran acompañarlos— dijo la joven que se vio en la necesidad de pasarse al sofá que ocupaba la pelinegra, al notarla decaída.

Mikoto notó la preocupación — Hasta ayer estuve en cama, pero hoy no lo resistí más— explicó.

—¿Se ha sentido mal?

La Uchiha sonrió —Cada momento— confesó con una pequeña sonrisa —, pero es tolerable. Aun así, no he venido a hablar de ello— dijo y exhibió una sonrisa con ojos cerrados.

Hinata asintió.

— A decir verdad, estaba preocupada por ustedes— retomó la mayor —, pero veo que se arreglaron, ¿cierto?— preguntó y desconcertó con ello a la peliazul.

—¿Pe-perdón?

La mujer ladeó su rostro y su mirada viajó al blanco cuello de la joven, específicamente a una marca morada apenas visible.

La peliazul frunció el ceño y al entender lo que miraba, se llevó una mano a esa parte de su cuello.

—Me alegra saber que no arruinamos nada entre ustedes… supongo que pasado eso lograron arreglarse.

Hinata enrojeció completamente al recordar cómo terminó esa noche mientras se tocaba la marca que el pelinegro había hecho en su cuello, y enrojeció más al caer en cuenta que Mikoto sabía ya de los encuentros sexuales que Sasuke y ella compartían.

—Pero no te avergüences— pidió la mujer que se tomó el atrevimiento de acomodarle el cuello de la blusa, y entonces la peliazul casi pierde el aliento al darse cuenta que Neji también la había visto, cerró los ojos lamentándose y esperando no tener problemas por ello.

«Por eso mi niisan dijo que evitara distracciones y no me metiera en problemas» pensó y esto le borró el sonrojo que portaba.

—Cielos.

—Sasuke ha estado algo distante— la voz de Mikoto la trajo de regreso a esa sala —. Itachi apenas ha logrado hablar con él pero no lo ha visto— dijo y se notó más agitada que cuando llegó. Evitó decir que su hijo mayor se la pasaba casi todo el tiempo con ella, al haber tenido una recaída fuerte los días anteriores.

—E-estoy segura que está bien— mintió y su preocupación dirigida a esa mujer aumentó.

—Siento que Itachi te haya metido en esto de esta manera— dijo la pelinegra que parecía serena a pesar de todo —, él suele pretender arreglar los problemas de la familia él solo— dijo y sonrió —… pero creo que el resto le hacemos las cosas difíciles.

—No sé cómo puede decir eso— mencionó Hinata y se levantó por un vaso de agua, creyendo que le sentaría mejor que el té.

Mikoto se recargó en el sofá y buscó regular su respiración al comenzar a sentir dolor, justo en ese momento supo que no había sido una buena idea volver a desobedecer al incumplir sus restricciones.

—Todos los problemas comenzaron cuando enfermé— explicó luego de beber un poco de agua —, fue mi necedad de no preocupar a mis hijos, al creer que vencería esta enfermedad— dijo y la Hyuuga estuvo segura que cualquier madre en su lugar, hubiese hecho lo mismo; justo en ese momento el recuerdo de su propia madre sonriendo hasta el final, llegó a ella.

Mikoto le contó, a grandes rasgos, cómo Fugaku que siempre fue un padre estricto, había sucumbido ante el dolor, los ojos negros de la mayor se bañaron en lágrimas y la preocupación de la ojiperla aumentó al saber que eso no le haría bien.

—Egoístamente solo pensé en mis hijos, y no en mi esposo que se quedaba sin su compañera de vida— dijo y la sonrisa que quiso mostrar, se quebró —. ¿Sabes algo? Hay una cosa que Sasuke no le perdona a su padre, tampoco a mí.

—Cre-creo estar entendiendo— interrumpió Hinata que ya no deseaba que se agitara —, pe-permítame llamar a Itachi… creo que será bueno que regrese a casa.

Mikoto asintió y luego de que Hinata explicara brevemente al mayor de los jóvenes Uchiha, colgó el teléfono y regresó al lado de la mujer.

—Sasu cree que su padre es el peor de los hombres…

—No tiene que explicar nada— dijo la peliazul con una sonrisa nerviosa.

Los ojos negros de Mikoto derramaron una lágrima — Pero Fugaku sólo está cerrando los ojos— continuó y tragó pesadamente al conocer a su esposo, mejor que él mismo —… él pareciera evitar pensar en que estoy muriendo. Ha… ha tenido un sinnúmero de… de amantes— dijo y bajó la voz ante lo último —, ya no me veía a los ojos y dejó de dormir a mi lado— esas palabras calaron también en el pecho de la ojiperla —. Sasuke sólo vio eso, pero no supo la razón.

—E-es comprensible que esté molesto— soltó la ojiperla y Mikoto asintió, reconociendo que el hecho de que su menor hijo abandonara la casa, sólo le facilitó seguir ocultándole la verdad; para su desgracia, a Itachi no fue tan fácil engañarlo.

—A pesar de eso… Fugaku iba cada madrugada a verme, justo cuando creía que más profundo dormía— recordó y sus ojos derramaron dos largas lágrimas más —. Intentó decirme adiós desde mucho tiempo antes… pero no lo lograba— sollozó, reconociendo que para ella hubiese sido igual de difícil decirle adiós, amaba a su marido y egoístamente agradecía no ser ella la que lo viese morir.

Los ojos de Hinata también se aguaron, al entender que por eso esa mujer se esforzaba por hacer que su esposo estuviese presente en momentos familiares, justo como la cena la semana pasada.

—Creo que regresaré a casa— soltó la pelinegra que ya no se sentía nada bien, posiblemente el aire helado de la noche que recién caía, la había debilitado más de lo que pensó.

—Itachi dijo que estaba a media hora de aquí— informó levantándose junto con ella.

Mikoto asintió y cuando intentó decir que lo esperaría, su visión comenzó a oscurecer paulatinamente al grado de hacerla caer de nuevo al sofá.

—¡Oh, por Dios!— Hinata la sostuvo al creer que caería incluso al suelo — Debemos llevarla a un médico— dijo temblando al ver cómo se esforzaba por jalar aire. La acomodó en el sofá y evitando con toda su fuerza entrar en pánico, localizó su móvil.

La mano blanca de la Hyuuga tembló al sujetar el aparato que sonaba en la recepción de ese edificio y nadie contestaba.

—Por favor… respondan— pidió volteando a ver a la mujer que se veía más agitada —¿Qué hago?— y mientras se debatía en si seguir esperando a que el encargado de su edificio respondiera para que la ayudara a bajarla y ella misma llevarla a la clínica cercana, o llamar a la central de emergencias y que le mandaran una ambulancia, la mujer habló:

—Llama a Sasuke— pidió apenas con fuerza.

Los ojos de Hinata temblaron y luego de ver el gesto de dolor en la hermosa cara de esa mujer, asintió de prisa y localizó el número en la agenda de su móvil.

«Que me conteste por favor» rogó internamente sabiendo que el Uchiha difícilmente respondía llamadas.

Apretó los ojos al haberse extendido demasiado el tono de llamada, y justo cuando creía que no le respondería, escuchó su voz.

• • •

—¿Qué pasó?— la voz ronca y molesta de Sasuke la hizo volver a temblar.

—E-ella se…

—Sólo una recaída— explicó la mujer mientras su hijo la llevaba en brazos al bajar por el elevador —. Mi anemia empeoró y venía saliendo de… una infección respiratoria que…

El moreno gruñó molesto por el descuido de su madre mientras Hinata no entendía cómo podía mentir en un momento como ese, ella estaba todavía temblando, en cambio, la débil mujer pudo sonreírle a su hijo.

—Abre la puerta del auto, Hinata— ordenó el pelinegro cuando llegaron al lobby.

—Sí— ella se apresuró y agradeció que el encargado de su edificio estuviera para cubrirlos con un paraguas protegiéndolos de la fuerte lluvia —. ¿Se siente bien?

Mikoto asintió — Itachi… él…

—En seguida le aviso que salimos para el hospital— informó y sacó de su pequeño bolso su móvil para mandar un texto que un minuto después fue respondido.

La mirada negra del Uchiha se posó en su madre a través del retrovisor y luego en Hinata, que preocupada, le limpiaba las gotas de agua que le cayeron.

—¿Qué hacía en tu departamento?— preguntó volviendo su vista al frente.

—Ella sólo dijo que pasó a disculparse por… lo de la otra noche… en realidad, iba a verlo a usted— informó y volvió a experimentar el nerviosismo que él le producía con su alta y segura presencia.

El Uchiha que reconoció tal tontería como un acto digno de su madre, tensó la mandíbula al escucharla hablarle con lejanía. Tragó pesadamente al girar con brusquedad al seguir conduciendo por la ciudad… sus ojos volvieron una vez más a esas dos mujeres en el asiento de atrás, y tras dejar de ver a su madre, volvió su vista a Hinata; momentos atrás, cuando vio su número en su móvil, estuvo a poco de no contestarle, pero otra vez la estúpida necesidad que le despertaba, lo obligó a atender su llamado.

Luego de casi quince minutos de ir avanzando por el pavimento húmedo de la autopista, el Uchiha ingresó al estacionamiento del hospital, tuvo que reducir la velocidad y aun así giró casi con brusquedad al estacionarse en el área de urgencias.

—Por favor, abra los ojos— pidió Hinata cuando sintió el peso de Mikoto caer más sobre ella. Los ojos perlados y asustados de la Hyuuga viajaron a Sasuke — No… no está respirando— dijo regresando su temerosa atención a la mujer que permanecía con los ojos cerrados.

—Joder— soltó el pelinegro al bajar del auto y luego de pedir en un grito un médico, abrió la puerta del coche y volvió a sacar a su madre en brazos.

Hinata lo siguió y vio casi en cámara lenta cuando la subieron a una camilla y le colocaron oxígeno luego de checar sus signos vitales. Sus pasos se hicieron largos siguiendo a Sasuke y la mujer que era atendida por tres enfermeros y un médico que les daba indicaciones.

—Hasta aquí pueden pasar— una enfermera que les salió en el camino los hizo detenerse.

—Pero…

—Esto es área restringida, cuando estabilicen a la paciente le será asignada una habitación, hasta entonces, les pido que esperen de aquél lado— dijo señalando el área de urgencias —. Joven— volvió a hablar atrayendo la mirada negra del Uchiha que seguía puesta en la puerta por la que se perdió su madre —, necesitamos que mueva su auto de la entrada.

Hinata lo vio asentir para luego girarse sin decir nada, la enfermera se retiró luego de decirle que enseguida les solicitarían los datos de la paciente, y ella se apartó a pasos lentos de ahí. Luego de casi cinco minutos, ella estaba sentada viendo el suelo pulcramente blanco, escuchando sin atención a las personas que pasaban por esa área mientras movía con insistencia uno de sus pies, tal vez de frío mezclado con ansiedad.

—¿La señora Uchiha Mikoto?— una voz familiar la hizo alzar la mirada.

—Ah… I-Itachi— lo llamó al ponerse de pie, el joven ya no esperó que le respondieran y se acercó a ella.

—¿Dónde está?

—La… la ingresaron a…— dijo y señaló a su espalda.

—¿Qué ocurrió?—preguntó el joven con voz sombría.

Los ojos perlados se humedecieron —E-estaba en mi departamento y, y la vi agitada… lu-luego se debilitó y… y cuando la, la traíamos aquí ella… ella casi ya no respiraba— terminó de decir asustada y casi entre hipeos al abrazarse a sí misma.

—Tranquilízate— pidió el joven de lacio cabello —. Su sistema respiratorio está muy dañado, es por eso que tenía prohibido salir… deberá estar bien.

—¿Familiares de la paciente que acaba de ingresar?— una enfermera alzó la voz.

Hinata alzó la mano y la joven mujer de bata blanca pronto estuvo con ellos.

—Necesito sus datos y lo más que sepan de su expediente médico.

Itachi asintió y luego la vista de Hinata viajó a Sasuke que recién entraba con sus ropas mojadas.

—En seguida vuelvo— mencionó el mayor de los Uchiha.

—Itachi— la voz seca y fría del de rebelde cabello lo hizo detener —¿Qué demonios significa esto?

—A principios de semana mamá estuvo a punto de sufrir una neumonía, estuvo en reposo todos estos días y justo se le vino a ocurrir salir hoy— dijo conservando la calma.

El menor tensó la mandíbula al escucharlo.

—Ya vuelvo— se despidió Itachi.

Hinata volvió a tomar asiento al verlo subir a un elevador con la enfermera, Sasuke se sentó varios lugares alejado de ella y eso sólo la tensó más, Hinata estaba prácticamente congelándose y sus ojos viajaban con frecuencia al enorme reloj digital suspendido del techo de ese lugar; estaban a punto de dar las nueve de la noche; su mirada perlada viajó de reojo al Uchiha presente y lo vio con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón y con la cabeza recargada en la pared, él, a diferencia de ella, no temblaba y eso que estaba mojado.

Hinata dejó escapar el aliento desanimada y conforme pasaban los minutos, parecía relajarse un poco más, al siempre saber que la falta de noticias, eran buenas noticias.

Más de media hora después, Itachi volvió.

Ella se puso de pie y no se dio cuenta cuándo fue que el otro pelinegro llegó a su lado.

—Han pasado ya a mamá a una habitación— informó devolviéndole el aliento a la Hyuuga —, pero pasarán unas horas hasta que nos dejen verla— añadió viendo a uno y a otro.

—¿Está bien?— soltó el orgulloso pelinegro.

Itachi asintió —Sus pulmones se encontraban aun débiles, por eso la pequeña crisis.

«¿Pequeña?» se preguntó la Hyuuga, pues ella casi colapsa con la noble mujer.

—Están esperando a que sus signos se estabilicen un poco más para permitirnos entrar, no es necesario que esperen— prosiguió con la calma que lo caracterizaba.

—Yo no me iré— soltó fríamente el menor y Hinata volteó a verlo.

—Yo puedo llevarte a tu departamento— se ofreció Itachi ganándose la mirada molesta de su hermano.

—Ah… a mí también me gustaría esperar, si no es molestia.

El chico de marcadas ojeras le sonrió —Bien. ¿Por qué no subimos por un café mientras esperamos?

Sasuke bufó y se volvió a sentar. Hinata solo asintió.

—Vamos— le dijo y antes de tomarla por la espalda para hacerla andar, se quitó su saco y se lo colocó en los hombros.

«Imbécil» pensó celoso el menor de los Uchiha que siguió sentado, él necesitaba un maldito trago no un estúpido café.

• • •

—¿Están molestos?— preguntó Itachi cuando puso frente a Hinata un tibio café.

Ella lo observó unos segundos y luego bajó la mirada al entender que hablaba de su hermano —A-algo así.

El joven suspiró y se sentó frente a ella.

—¿De verdad estará bien?— volvió a preguntar la chica al creer que tal vez abajó le había mentido por estar Sasuke presente.

—Sí, dentro de lo que cabe.

Ella dejó escapar el aliento agradeciendo escuchar eso.

—Las quimioterapias debilitaron mucho su salud, por eso casi enferma de neumonía, por suerte lograron estabilizarla, aunque requerirá un reposo mucho más largo y definitivamente controlado— dijo y sonrió.

Hinata no pudo compartir su sonrisa.

—¿Su salud es…?

—Se deteriora— interrumpió el joven de marcadas ojeras —. Su médico ha dicho que posiblemente la primavera le sea fatal— agregó paralizando a la ojiperla que tuvo un sabor muy amargo en su boca —… posiblemente por eso mamá pretenda no estar sólo tumbada en cama.

—Es muy pronto— pensó en voz alta.

—No si consideras lo que ha sufrido.

—¿Ah?— los ojos de ella se abrieron con asombro —Lo siento… no, no quise… yo…

—Descuida, entiendo tu sentir.

Luego de un par de cafés más y de una charla interrumpida por constantes llamadas que Itachi recibía y la llegada de su novia, ésta se alargaría hasta pasada la una de la mañana sin que lo notaran.

—Será mejor que subamos— informó el Uchiha a las dos mujeres que lo acompañaban.

—Ajá— mencionó Hinata y caminó tras ellos instantes después.

—Demonios— mencionó Itachi cuando al abrirse las puertas del elevador, vio a Sasuke de pie frente a la habitación donde debía descansar su madre. Suspiró cansadamente y luego de varios metros recorridos, estuvo a un lado de él.

—¿Qué demonios hace él aquí?— la voz cruda y molesta del menor atrajo la atención de Hinata, que enseguida notó cómo apretaba en puños sus manos.

—Tuve qué avisarle, es su esposo después de todo— dijo e Izumi se adelantó un par de metros para dejarlos hablar.

—No me jodas— los ojos negros de Sasuke mostraron, al verlo de medio lado, el desprecio que destilaba hacia su padre, luego de haberlo visto acariciar a su madre mientras dormía —. Esto debe de ser una puta burla. ¿Cómo demonios te prestas?

—Evitemos un escándalo, ¿quieres?

—Jódete.

—¡Sasuke!

—Joder— soltó el de negro y lacio cabello al verlo entrar molesto a la habitación donde su madre dormía ayudada por fuertes sedantes.

Fugaku vio de reojo a su menor y furioso hijo entrar a esa habitación.

—Mph, ¿qué demonios haces aquí?

—¿Qué demonios haces aquí?— regresó el menor al pararse peligrosamente cerca de su padre, y verlo a los ojos al compartir casi la misma altura —¿Vienes a burlarte?¿Estabas esperando que muriera para seguir revolcándote con…?

Y el de rebelde cabello ya no pudo hablar al recibir un fuerte golpe en la quijada que lo desestabilizó.

—¡Papá!— Itachi lo detuvo cuando pretendió volver a írsele encima.

Hinata se llevó una mano al pecho al acercarse a Sasuke.

—¿Estás bien?

El menor de los pelinegros sonrió al limpiarse con brusquedad un rastro de sangre que escurrió de su labio, para luego endurecer más su mirada soportando la rabia que le estaba quemando las entrañas —¿Te molesta escuchar verdades, padre?

—Eres un infeliz, qué demonios sabes si te largaste, cobarde— el hombre mayor que solía perder la compostura bajo presión, casi alzó la voz y se contuvo de seguir forcejeando por consideración al cuerpo de su mujer que seguía inconsciente en la cama.

—¿Pero qué demonios es esto?— un médico que pasaba por ahí entró a la habitación y vio un pequeño carrito metálico y todo lo que contenía tirado en el suelo — La paciente necesita reposo, si son incapaces de comportarse, retírense, este es un hospital antes que nada— ordenó el médico de mediana estatura pero fuerte carácter.

Sasuke, con la respiración profunda por la molestia, se le quedó viendo a su padre, esperando que fuese éste el que se fuera, después de todo, acababa de llegar.

—Por favor, Sasuke— pidió Itachi ganándose una mirada de odio de su hermano —. Vuelve después.

El Uchiha se soltó con brusquedad del débil agarre de Hinata que pesaba en él y salió furioso golpeando en el hombro al médico que dejó pasar el acto por mera prudencia.

—Ah… y-yo me voy con él— dijo Hinata cuando la habitación se quedó en silencio —. Gra-gracias— añadió devolviéndole su saco que todavía portaba y salió corriendo de ahí, golpeando accidentalmente al médico que ya nada más se encogió de hombros mientras bufaba cansadamente para luego partir.

La ojiperla que apenas podía creer lo que había pasado en un par de minutos frente a sus ojos, llamó con insistencia al elevador. Anteriormente creyó entender a Sasuke, pues sus padres eran muy parecidos, pero ahora, luego de hablar con Mikoto, supo que tenía un concepto equivocado de Fugaku, pues el hombre a pesar de ser tan cruel, sí amaba a su esposa, debía hacerlo, pues ella también alcanzó a ver cómo la acariciaba momentos atrás. Dejó escapar el aliento al sentir un dolor en el pecho al ya descender por el elevador… ¿cuánta pudo haber sido la decepción de Sasuke para abandonar su hogar y mantenerse alejado de éste tantos años? ¿Por qué si Fugaku amaba a Mikoto se comportaba de esa extraña forma y por qué parecía estar descargando toda su frustración en su hijo?

Cuando las puertas del elevador se abrieron, ella alcanzó a ver al Uchiha que salía por la puerta, al seguro haber bajado por las escaleras.

¿Qué extraña forma de amar tenía esa familia?

—¡Sasuke!— alzó la voz al correr tras de él.

—Ahora no, Hinata— dijo y continuó caminando.

—Por favor, espérame— pidió ella y casi tropieza al seguirlo, para su fortuna logró tomarlo del brazo.

—¡Que ahora no!— repitió al soltarse y voltearla a ver con ojos gélidos. Hinata casi tembló por esa mirada y él retomó su paso para dejarse mojar por el agua helada de esa tormenta que nunca había dejado de caer. No quería verla, ni oírla ni tenerla cerca… estaba furioso. Furioso con su padre, con su madre y con el imbécil de Itachi, ¿cómo demonios era posible tanto cinismo en una sola familia?

Alejó a Hinata porque sabía que el desprecio y coraje que bullía por sus venas era veneno; un veneno que una vez, presa de su ego herido y un recuerdo similar al recién vivido, lo hizo lastimarla al tomarla por la fuerza en aquél antro.

—Joder— gruñó entre dientes y luego apretó su mandíbula. Sacó sus llaves e hizo sonar la alarma de su coche mientras avanzaba por el estacionamiento, estando ya completamente empapado.

—Sasuke— la débil voz de Hinata lo hizo detenerse y voltear atrás.

La chica con ese vestido ya pegado a su cuerpo, se abrazó, temblando.

—Y-yo… yo no tengo con quién irme— dijo y sus labios temblaron de frío.

El chico resopló molesto y regresó de tres largos pasos a ella.

—Eres una idiota— le dijo y la tomó del brazo con brusquedad y se la llevó con él. Abrió la puerta de su coche y la hizo entrar.

Ella dejó escapar el aliento de forma entrecortada por el frío que le calaba hasta en los huesos.

—Gra-gracias— dijo cuando él cerró de un portazo el coche y encendió la calefacción.

Él sólo le dedicó una mirada rápida y de reojo, al comenzar a conducir. Con el coche casi a oscuras y la negra noche de tormenta, Hinata encontró mayor confort en la tibia sensación del clima cálido, aun así, seguía temblando pues su ropa seguía fría.

—¿Por qué demonios me seguiste?— preguntó él luego de varios minutos en silencio, suponiendo que la ropa de Hinata como la de él, debía seguir empapada. Forzándose, a como diese lugar, a dejar pasar la molestia con la que salió de ese hospital.

Ella apretó en puños sus manos al tenerlas sobre sus muslos. Separó sus labios sin saber bien qué decir y al último terminó por sincerarse.

—N-no… no quería que estuviera solo— dijo y se sintió tonta.

—Mph— él sonrió todavía molesto.

La lluvia siguió cayendo con fuerza y a través del parabrisas apenas se alcanzaban a ver las luces rojas de los autos que avanzaban frente a ellos.

Eternos minutos después y acompañados de un incómodo silencio, cuando Hinata reconoció la avenida que llevaba directo a su departamento, se obligó a hablar al darse cuenta que Sasuke entraría al estacionamiento y probablemente ahí se despedirían.

—Cre-creo que… debería darle el beneficio de la duda a su padre— soltó y nunca decir una frase le costó tanto.

—En eso no te metas— advirtió al girar el volante de su auto y estacionarse entre dos coches en ese casi oscuro estacionamiento, al haberle costado mucho controlar su molestia como para que ahora se lo recordase.

Ella dejó escapar el aliento cuando el auto se detuvo y dudó si bajarse o no.

—Es que…

Ella pretendió debatirle pero la mirada gélida y negra en ese rostro blanco, enmarcado en húmedo cabello, la hizo callar.

El Uchiha apagó el motor del auto y con él se apagó la calefacción y Hinata se sintió tonta al seguir todavía ahí.

—Y-yo sólo quise ayudar— agregó y desvió el rostro para enseguida girar su cuerpo y abrir la puerta.

Sasuke tensó su mandíbula y apoyó una de sus manos en el volante del coche, viendo de reojo cómo salía y comenzaba a caminar, alejándose de él. Su mirada negra oscureció más al clavarse al frente; apretó el volante mientras se preguntaba si valía la pena bajar y detenerla. El fuerte orgullo le quemó el pecho cuando, sintiéndose un imbécil, bajó y la detuvo justo cuando pasó tras su coche.

—No te vayas— pidió al sujetarla del brazo.

Las luces del estacionamiento parecían debilitarse, tal vez por la tormenta en el exterior y los ojos perlados de Hinata temblaron al verlo; Sasuke estaba cerca de ella pero no se atrevía a mirarla a los ojos. El pecho de Hinata casi dolió al pensar en todo lo que él cargaba por dentro y todavía había bajado a pedirle que no se fuera.

—… Sasuke— su voz fue un murmullo que sólo él escuchó en ese vacío estacionamiento.

El pelinegro la jaló y estrelló su pecho contra el de él al abrazarla en ese frío contacto. Hinata tembló al sentirse envuelta por esos fuertes brazos.

—No te vayas— repitió derrotado. No supo si lo decía porque no quería dejarla entrar, o porque no podía permitirse terminar eso que ellos tenían.

Ella gimió a punto del llanto cuando toda su piel se erizó.

Él dejó escapar su tibio aliento mientras se preguntaba qué demonios estaba haciendo. Se recargó derrotado en la lateral de la cajuela de su auto y a pesar de debilitar su abrazo en ella, nunca la soltó. El resonar de las gotas al quebrar en el suelo algunos metros tras ellos, y el ambiente gélido, hicieron eternos esos segundos.

—No quiero terminar esto— su voz ronca sonó en el oído de Hinata, estremeciéndola en cada célula de su ser. Ella alzó su atormentada mirada a él y sus ojos temblaron… de la mirada de odio de ese hospital ya no quedaba nada, ahora, frente a ella, había sólo un joven de profundos y misteriosos ojos negros, tan calmos, que la desconcertaron.

—Sasuke— sus labios más rosas por el frío, apenas se movieron al pronunciar su nombre. La mirada negra detalló su rostro, tan cerca de ella que podía sentir su respiración tibia chocando en su cara, y entonces Hinata alzó una de sus manos y con los ojos y ésta temblando, acarició su rostro para luego de cerrar los ojos, alzarse de puntas y besar sus labios, cometiendo, la que estaba segura, era su mayor estupidez.

El Uchiha no resistió el tímido roce de los dulces, temblorosos y tibios labios de Hinata y subió sus dos manos, una a su cuello y la otra a enredarse con el mojado cabello largo de la joven que gimió en medio del beso.

Los labios masculinos se abrieron más al volver de golpe la necesidad que tenía de ella, cobijada en pasión. Hinata se atrevió a deslizar su mano por la también fría mejilla del joven y ante esa caricia, él abrió a tientas la puerta trasera de su auto, para meterse y llevarla con él, sin permitirle librarse de sus labios.

Los ojos lilas temblaron ante la incertidumbre que eso que estaban haciendo le generaba. El pelinegro estaba sentado sobre el asiento de piel de su auto y ella se apoyaba de sus hombros al estar arrodillada sobre él, en una posición sumamente bochornosa.

Hinata perdió el aliento y estuvo a punto de salir pero él cerró la puerta y aseguró cada una de ellas con el pequeño aparato en su llavero.

—Sasu-ke— mencionó casi sin voz y él volvió a tomar su nuca para volver a comer de sus labios. Luego de resistirse durante unos segundos, la mano libre del Uchiha que acariciaba su espalda húmeda y sus labios sobre los suyos, terminaron por derrumbar sus defensas.

El pelinegro se recargó en el asiento disfrutando más del contacto de sus labios juntos, abrió más su boca, obligándola a hacer lo mismo para luego deslizar su lengua dentro de ella.

El sonrojo que Hinata comenzaba a mostrar, incrementó de tono cuando el Uchiha tomó con fuerza una de sus piernas, y la pasó del otro lado de las de él, quedando él finalmente entre sus piernas luego de lo que le pareció mucho tiempo.

—Ahh…— Hinata gimió cuando sus labios se separaron buscando respirar. Ambas manos del pelinegro estaban en sus caderas, haciéndola sentarse sobre él, experimentando al instante, él, la tibieza entre las piernas femeninas; y ella, la dureza entre las del moreno.

La lacia peliazul se quedó quieta sólo mirándolo, el rostro sereno y perfecto del Uchiha estaba tan cerca que no podía moverse. La mirada negra resbaló por el rostro femenino y una de sus manos viajó a sus labios, reconociendo en silencio, su adicción por ese dulce y embriagante sabor.

Era perfecta.

—Esto sigue… sin… sin estar nada bien— aceptó la chica en voz baja, como temiendo romper esa quietud que le calentaba la piel.

Él asintió en silencio, provocándole un pequeño dolor en el pecho a la insegura Hyuuga.

—Y aun así… estás quedándote— dijo al acercarse hasta casi rozar sus labios y bajando su mirada a los de ella, estremeciéndola todavía más —… ¿por qué, Hinata?— su voz sonó tan ronca en ese susurro.

Cuando las fuertes manos masculinas comenzaron a desabotonar su blusa, ella tembló y sus ojos se humedecieron, en pasión o incertidumbre.

—No lo sé— confesó quedamente y cerró los ojos cuando la tibia y gran mano del moreno se deslizó por su pecho, acariciando con sutileza uno de sus senos en esa atrevida caricia. Los pezones de Hinata se endurecieron en un acto que ella encontró vergonzoso; el bulto entre las piernas del pelinegro, también se hinchó hasta doler.

—¿Qué sientes por mí?— le preguntó tan embriagado por el calor de sus cuerpos y la pasividad en la que Hinata le estaba respondiendo. Ansió escuchar un te quiero, pero en ese auto al que ya se le habían empañado los cristales, sólo se escuchó un tímido 'no lo sé'.

Sasuke no buscó prestarle atención a ese pequeño pinchazo de decepción, al llevar sus hambrientos labios al tibio y desnudo cuello femenino.

Hinata respondió gimiendo y con los bellos de su piel erizados.

—Sa… Sasuke…— lo nombró cuando él jaló de su blusa, arrancando, seguro, un par de botones para luego exhibir sus dos senos — a-aquí no— suplicó cuando él bajó el cierre de su pantalón.

—No puedo esperar más, Hinata— confesó luego de exhibir su duro miembro. El ya marcado sonrojo incrementó ante esto. Cuando el pelinegro bajó su mirada a las piernas de la Hyuuga y levantó despacio su vestido, ella sólo pudo observar la perfección de sus rasgos, perdiendo el aliento cuando él regresó su mirada a ella.

—Demonios— gruñó el pelinegro cuando tuvo que volver a besarla al no soportar ver el angelical rostro corrompido por una indebida pasión. Cuando los senos de la joven se aplastaron en su pecho, compartiéndole su calor; su miembro erecto ardió y dolió, reclamando su lugar dentro de ella.

Una de las manos del moreno viajó bajo el vestido de la joven y tocó esa parte tan prohibida de su ser. Hinata, otra vez, tembló ante ese contacto.

La Hyuuga separó sus labios y se abrazó a él cuando Sasuke sólo hizo a un lado sus bragas, y la levantó ligeramente para deslizar la dureza de su carne entre la humedad de sus íntimos pliegues.

Sasuke dejó escapar un gruñido cuando la parte más sensible de su miembro dio con la tibieza de la pequeña entrada a la gloria, situada entre las piernas femeninas.

—Voy a entrar— soltó roncamente al tiempo que sujetándola con firmeza de sus caderas, la hacía bajar sobre su pene, ingresando deliciosa y finalmente dentro ella. Hinata gimió sensualmente en su oído, extasiándolo. La perfección de la blanca dentadura del Uchiha fue visible al gruñir, soportando el sofocante placer que su miembro recibía al ser apretado por el ardiente interior de la joven.

—Du-duele— se quejó ella al experimentar por primera vez esa posición. La sensación del miembro del pelinegro resbalando dentro de ella, abriéndose espacio para él, era demasiado, dolía y la hacía estremecerse al mismo tiempo.

—Un poco más— soltó roncamente, y no supo si le dijo a ella, o a él mismo, al casi enterrar la totalidad de su miembro dentro de ella.

Los largos y finos dedos de Hinata se enredaron en el negro cabello del Uchiha cuando su cuerpo tembló, llena de él. El moreno respiró agitado al afirmar la cadera de Hinata sobre él, y sus labios descendieron a comerse sus senos mientras la hacía moverse.

—Sasuke…— gimió la Hyuuga cuando su piel se erizó. La ropa mojada que ambos traían, sólo servía para refrescar sus cuerpos que estaban ardiendo.

El Uchiha llevó sus dos manos a la estrecha cintura femenina, obligándola a bajar más sobre él, entrando tan al fondo de su cuerpo como le fue posible. El mundo entero desapareció, y en ese momento sólo era ella para él.

—Quédate conmigo, Hinata— dijo con voz tan ronca y luego de comer de sus senos, le besó los labios para abrazarla celosamente pegando todo el curvilíneo y semi desnudo cuerpo a él —. Quédate conmigo— repitió tan roncamente —..., sé mi novia— y soltó de pronto al tomarla de los hombros y jalarla para abajo, haciéndola sentarse todavía más sobre su duro miembro llegando tan profundo como pudo, haciéndola gemir sonoramente y en su oído.

Hinata tembló «… ¿qué?» apenas pudo pensar mientras se abrazaba más a él, envuelta en un pecaminoso placer.

Continuará…


Hola chicas ñ.ñ

Varias cosas:

-Lamento la tardanza, me fui de vacaciones y no tuve acceso a una computadora por tres largas semanas, por eso la actu se fue retrasando.

-Ojalá no se hayan aburrido con el capítulo, cada escena, según yo, es necesaria.

-Perdón por el final, pero medio me gusta el suspenso.

Ya… ahora sólo agradecer sus comentarios, ah, y una mega, mega disculpa si el capítulo pasado pensaron que quien los había descubierto era Sakura D': la verdad nunca fue mi intención que creyeran tal cosa, supuse que estarían con la duda y no esperé que tantas dieran por hecho tal cosa (por eso me daba poquito miedo actualizar y que se decepcionaran)… bueno, sorry. Ahora sí agradezco comentarios:

•Artemis FM •JudsS C •hyuga meiko chan •AhrenLove •Nymfhetamina •KiaraUchihalove •SaHinaUchiha •simazame •aloh •AiKawaiiChan •Naomi-Black1 •girl59 •Zimba Mustaine •AlectoSnape •Mare-1998 •Ingrid o. O •lizeth Uchiha •Patohf •Karla XM •Amatista95 •SaBaKu No MeNnY •athenea •kioh •hime23 •Bugs Bonny •A Mundaine Girl •Moonyandloonny •Tokeijikake no Orenji •hinataUchiha07 •Hinata Shakugan •sabiJefte •Itzel 33 •Soo Hyun Yuki •alejamoya06 •Marjo Em •uchiha-mei-chan •YeseniaOtakuHyuga •Yaninle •wolf-enzeru •Pamaig •KattytoNebel •Danisanchez Uchiha18 •maga28 •Rosenrot •Suishoka 69 •Becko •marhytsugaya •bellamita-uchiha •Jackie Sly •hinatacris •holiz •Dark Amy-chan •evilangelux •Gab •Naoko Ichigo •Alexandra Coope96 •Erimibe34 •Caritay •andy'hina •Marshmallow •gristardream13 •MIKASHIMOTA Z •Sakamaki •Amanda Braun •39iiraMzziL •mika teyuta •Yuli •Aika Yami •Dariana •Daisuke-37 •ale302 y a las personas que no dejaron su nombre.

Miles de gracias. Prometo ya no tardar tanto, si puedo hacer trampa, les actualizo en menos tiempo, lo juro (:

Y ya por último una notita medio personal, hace poco me eliminaron mi cuenta de Facebook, algunas de ustedes eran mis amigas y no he podido ponerme en contacto con mucha gente; sólo eso, para que no crean que eliminé o bloquee gente, fb me la eliminó porque denunciaron mi nombre falso xDD

Que estén muy bien.

Aidé.