LOS PERSONAJES DE NARUTO NO ME PERTENECEN, SON PROPIEDAD DE MASASHI KISHIMOTO. LA HISTORIA ES MÍA.

-23-

CELOS, NAVIDAD Y CARIÑO

La mirada perlada y brillosa, de lo que podría ser pasión, de Hinata, se encontró con la mirada negra y profunda de Sasuke. La respiración de la joven escapaba por sus labios entreabiertos y el calor de su cuerpo que parecía comenzar a arder, era mínimamente calmado por lo frío de ambos ropajes mojados.

—Ah… de-debes estar… bro-…

Él gruñó ante lo que le supo a una negativa; llevó una de sus manos al mojado cabello tras la nuca femenina y la atrajo más a él, aplastando los dos redondos y tibios senos de la Hyuuga sobre su pecho, también casi desnudo. La mirada de ella tembló a la expectativa y casi contuvo la respiración, la mirada de Sasuke había bajado de sus ojos a sus labios y sentirlo dentro de ella la mantenía tan inquieta.

—No es una broma— le aclaró con voz ronca por la pasión, al hablarle sobre los labios.

Ella perdió el aliento e inmediatamente después, sintió el calor de la respiración, su lengua y sus labios tibios comiéndole el cuello. Cerró los ojos casi angustiada por el placer que él le estaba dando. Las grandes manos masculinas resbalaron por su espalda y pronto se posaron celosas y posesivas sobre su trasero, levantándola y bajándola, despacio pero profundamente. Ambos gimieron, ella pudorosa y él extasiado y tan roncamente.

El Uchiha resbaló ligeramente su cuerpo en ese asiento, separó sus piernas obligando a Hinata a hacer lo mismo. Para ese momento, cada cristal en ese auto comenzaba a empañarse, ninguno de ellos se percató del aumento de la lluvia en el exterior, pues Hinata sólo podía sentir como Sasuke elevaba sus caderas penetrándola y cómo apretaba más su abrazo sobre ella, sin dejar de besarle el cuello, calentando más su cuerpo de lo que pudiera soportar.

Y mientras una mano del Uchiha se afirmaba rodeando la pequeña cintura de Hinata, la otra había subido a más que acariciar, a amasar con un poco de fuerza uno de los desnudos y redondos senos de la joven. Ella tembló e intentó encoger su cabeza en sus hombros, buscando tal vez controlar la electricidad que le quemaba el cuerpo, pero Sasuke, con un poco de brusquedad, reclamó su espacio en su cuello y siguió besándola con grandes y húmedos besos; en algún momento él la mordió y eso la hizo gemir y echar su cabeza hacia atrás… Hinata no quería permitirse sentir eso, pero la caliente humedad que comenzó a surgir de su interior la hizo perder todo atisbo de razón, Sasuke no dejaba de moverla y moverse bajo ella.

La ojiperla se mordió uno de sus labios buscando acallarse y ya no sabía qué era peor, si tener los ojos abiertos y ver cómo Sasuke la tocaba, cómo su rostro perfecto se perdía a un costado del de ella y cómo sus manos se apretaban en su piel; o cerrarlos y sentir con mayor intensidad cómo era penetrada, ser consciente de su vestido enredado en su cintura y su blusa abierta, dejando libres sus senos que se apretaban al duro pecho del joven que apenas la dejaba respirar por todo lo que la estaba haciendo sentir.

Sasuke gruñó cuando Hinata echó su cabeza hacia atrás y tuvo que dejar su cuello, la tonta joven ni siquiera fue consciente cómo ese simple movimiento lo calentó más, pues tenía casi en su rostro la perfección de sus dos senos, y su sexo se apretó más contra él. Ambas manos masculinas se dedicaron a cuidarla, una en su cadera, moviéndola, sin perder la desquiciante sensación de sus cuerpos siendo uno; y la otra, dándole soporte a su espalda.

¿Cómo demonios podía gustarle tanto?, se preguntó al sentirla vibrar suavemente cuando él insistió en seguir enterrándose en ella. Le parecía perfecta, más así, con su cabeza ligeramente echada hacia atrás, dejando que su largo cabello azulino le rosara sus muslos desnudos, y exhibiendo ese sonrojo pudoroso, pero sin poder controlarse pues también la sentía aligerar el peso de su cuerpo, ayudándole en la penetración.

Su piel todavía húmeda se calentó más por ello.

—¿Por qué?— soltó en voz alta, frustrado.

Ella volvió su nublada atención a él.

—¿Por qué no quieres?— le preguntó al detenerla justo cuando Hinata comenzaba a sentir un cosquilleo que le recorría todo el cuerpo, justo ese que le anunciaba que una sensación más fuerte y que su cuerpo necesitaba, vendría.

Ella respiraba a modo de entrecortados jadeos al no dejar de ver a ese par de profundos ojos negros. Una de las manos del joven descansaba en uno de los blancos muslos de Hinata, la otra, se había negado a soltar uno de sus firmes glúteos.

—¿Por qué?— insistió viéndola hacia arriba, por la posición en la que se encontraban. Ella ni siquiera necesitó negarse, para él sentir ese rechazo.

Los ojos perlados parecieron brillar en la oscuridad de ese auto. Hinata no supo si respirar se le dificultaba por lo caliente del aire ahí dentro, o por la profundidad de esos ojos que la miraban.

—Porque…— su voz delgada sonó más débil de lo normal.

El Uchiha afirmó su agarre y se levantó ligeramente para cambiar posiciones, y ella sólo pudo exclamar en asombro cuando se vio de espaldas sobre el asiento con él cubriendo su cuerpo. Su mirada sólo fue consciente de ese rostro perfecto a centímetros de ella, y el cabello más negro que la oscuridad de ese auto, escurriendo a los costados de ese rostro serio.

—¿Vas a alegarme que sigues teniendo miedo o que esto está mal?— su voz baja y ronca escapó con lentitud mientras no dejaba de verla a los ojos.

Ella pareció perderse en esa mirada al tiempo que el Uchiha le acariciaba una de sus desnudas piernas, separadas a los costados de sus caderas.

Él sonrió de medio lado, en un toque de ironía y molestia —Hace tiempo que dejaste de temerme— le recordó al acomodarse mejor entre sus piernas, y volver a penetrarla de manera larga y profunda. Hinata cerró los ojos y se abrazó a sus fuertes hombros para resistir los embistes y para también, librarse de esa mirada que la traspasaba.

Con ambos codos soportando su peso, él se estabilizaba para penetrarla y cuidarla al mismo tiempo. Cuando los pequeños jadeos de Hinata se convirtieron en gemidos, la necesidad de penetrarla con mayor fuerza lo rebasó. Ambos estaban jadeantes y con sus corazones bombeando sangre ardiendo por todo su cuerpo.

Cuando las pequeñas uñas de Hinata se encajaron en su espalda, Sasuke reconoció, molesto, que aunque Hinata lo dejara tomar su cuerpo, ella no parecía estar dispuesta a entregarse de la forma que él quería, que estaba necesitando.

—Es por el imbécil de Naruto— se recordó en voz baja.

—¿Qué?— ella preguntó al no entender por qué el nombre de ese rubio se había colado en esa voz ronca.

La mirada perlada y desconcertada de Hinata se encontró con la negra, profunda y tan contrastante de Sasuke. Él seguía penetrándola pero estaba molesto, con ella o con él, por imbécil, ¿cómo podía ser?

—¿Quieres decirlo?— soltó con voz ronca al dejar de verla y hablarle al oído. Sus necesitados jadeos estremecieron a la casi desnuda Hyuuga, cuando al tiempo que hablaba, la penetraba con más rudeza.

—Ah… ¿de-decir qué?

Hinata sintió cómo le separó más las piernas y cómo a consecuencia de ello, su miembro golpeaba incluso su útero en cada fuerte embestida. Jadeó soportándolo y sintiendo un extraño placer; sus dedos delgados se apretaron a la blanca y arrugada camisa del pelinegro sobre ella.

—Decir que te gusta— soltó casi agónicamente mientras se extasiaba en escuchar el sonido acuoso que provocaba el choque de su pelvis contra la intimidad femenina, al ingresar la totalidad de su miembro dentro de ella.

«¿Qué?»

—Quiero escucharte decir que te gusta— repitió al moverse sobre ella y moverla con él. La fricción de sus cuerpos y lo caliente de ambos, no parecía dejarlos pensar con claridad —. Porque lo hace, Hinata— añadió cuando comenzó a sentir cómo ella se estremecía por dentro, por el placer que le estaba causando.

—No— ella se negó avergonzada y muriéndose de la pena, porque contrario a su pudor, su interior estaba ardiendo y que Sasuke no dejara de entrar y salir de ella, le provocaba una tensión en el vientre que le rogaba por liberar.

Él estaba ardiendo, toda su piel estaba mojada de los rastros de lluvia y de sudor. La presión en el interior de Hinata era insoportable, su miembro duro palpitaba anunciándole el inminente final y escucharla gemir tan malditamente atormentada con un grado de satisfacción, lo hacía sentirse su dueño. Y sabía que había ganado. Tenía su cuerpo, lo confirmó cuando ella se abrazó más fuerte a él haciendo que ambos jadearan o gimieran en el oído contrario, mientras la joven alcanzaba su orgasmo.

—Maldición— soltó el frustrado pelinegro cuando las contracciones en el interior de Hinata lo hicieron casi agonizar, ella estaba succionando su miembro y él quería más.

Ladeó su rostro y apoyó su frente sobre ella, quería verla, escucharla jadear y respirar con dificultad mientras él seguía enterrándose en su interior.

«Maldición» volvió a pensar… si no iba a tener el corazón de Hinata, quería su cuerpo, única y enteramente de él.

Con el aliento caliente y entrecortado del pelinegro sobre ella, Hinata tuvo el valor y la necesidad de abrir sus ojos; el sonrojo que ya mostraba se marcó más al ver ese perfecto rostro contraído en placer, los ojos negros estaban cerrados y sus roncos jadeos estaban dejando de existir al regularizarse lentamente su respiración. Cuando él vibró al dejar dentro de ella lo último de su esencia, Hinata tuvo que volver a cerrar los ojos, pues verlo mientras su miembro daba espasmos en su interior, era demasiado para ella.

El moreno se abrazó a su cuello y terminó de calmarse sobre la peliazul.

—Sa-Sasuke…— la delgada voz femenina apenas se escuchó. Ella lo soltó ya que, una vez pasada la pasión y calor del momento, volvía a recordar que estaban semi desnudos dentro de un auto en el estacionamiento de su edificio.

—Lo sé— dijo y luego de contenerse a besarla una vez más, se levantó despacio.

Hinata casi se desmaya de vergüenza cuando lo vio bajar su mirada a sus cuerpos unidos, para luego salir despacio de su interior. Cuando pudo hacerlo, se sentó y acomodó su vestido mientras pretendía ignorar que él devolvía cierta parte de su anatomía bajo sus pantalones y la veía de reojo.

Las luces de un auto que ingresó al estacionamiento y se dirigió a un sector alejado al de ellos, iluminó el interior de ese auto momentáneamente y aun así, ella pareció incomodarse todavía más.

—Ah… de-debo irme ahora— mencionó y volteó a verlo al terminar de abrochar el último de sus botones.

El silencio incómodo que se formó le recordó a ella la petición soltada por el chico. Ella intentó evadir esto y abrió la puerta para finalmente bajar del coche; el Uchiha bajó del otro lado y eso la heló más que la fría madrugada.

—Hinata— la seca y varonil voz la hizo detenerse. Volteó a verlo justo cuando él cerraba la puerta para luego mantenerse de pie viéndola; la mirada negra y profunda la hizo bajar sus propios ojos.

La joven quiso desaparecer cuando escuchó los pasos y plática de la pareja que había llegado al lugar minutos antes, y ni aun así, él le quitó los ojos de encima.

Ella negó despacio sin atreverse a verlo.

—Es un absurdo— terminó por decir en voz débil pero sin titubear. Sasuke tensó su mandíbula y así, de pie y con sus manos en los bolsillos, sus negros ojos la vieron alzar su rostro a él —. Yo nunca podría— añadió la joven y sus labios temblaron sin saber si añadir algo más o callar —. Lo… lo siento— finalizó y con torpeza y cierta prisa se dio media vuelta para apresurarse al elevador.

El Uchiha la vio perderse tras las puertas del elevador momentos después y asintió despacio, aun con el rostro endurecido.

«¿Qué demonios esperabas, imbécil?» se regañó mentalmente al girarse para volver a su coche y salir de ahí.

• • •

«Quédate conmigo, Hinata..., sé mi novia» La piel de Hinata se erizó al recordar esas palabras dichas por el Uchiha.

Con el vapor llenando ese cuarto de baño, apoyó su delgado y desnudo pie en el mojado suelo. Cuando el agua tibia de la regadera comenzó a mojarla, sintió primero como el agua fría, de la lluvia que la mojó al seguir a Sasuke al salir del hospital, resbalaba por su cuerpo; y ni siquiera la cálida sensación que ya bañaba su piel la lograba destensar.

Hinata cerró los ojos y separó sus labios para respirar, ni el golpeteo constante de las gotas de agua estrellándose en el suelo la distraían; su mente era un caos y ella casi podía volver a verse y sentirse en ese auto. Su piel se volvió a erizar al recordar los labios jadeantes de ese chico de ojos negros, el calor que compartieron momentos antes y la forma en cómo él la hizo entregarse a él; apretó sus ojos avergonzada al casi sentir los grandes dedos del pelinegro apretándose en su cadera, haciéndola recibirlo tan dentro.

Y otra vez, como una tortura, volvía a su mente esa petición del chico.

—¿Por qué razón pediría tal cosa?— se preguntó en voz baja al comenzar a enjabonarse.

A pesar de haberse negado y considerar esa petición una inmensa locura, aquello la desestabilizó enormemente.

¿Qué les estaba pasando? Saber que Sasuke, como ella, parecían estar experimentando cosas o sensaciones que no deberían, la asustó todavía más. Él no tendría por qué haberle pedido tal cosa, pues ya una vez había dejado claro que lo único que le interesaba era tener su cuerpo, poseerlo o sentirlo suyo… y aunque la enfermara esa ambición inicial del chico, prefería eso y no la peligrosa sensación que le hizo sentir al pedirle tal cosa, y saber que él como ella, también se estaba involucrando de más.

Y eso no podía ser.

El tiempo que duró su ducha, e incluso cuando ya estuvo tumbada sobre su cálida cama y tibias mantas, Hinata no dejó de darle vueltas al asunto. Su cabello azulino que resbalaba de la cama todavía brillaba por la humedad, y a ella no pareció importarle al llevarse uno de sus brazos a su frente y así, con las luces apagadas, pensó en qué clase de cosas sentía; se esforzó en reconocer cuáles eran verdaderas y cuáles falsos sentimientos.

Largos minutos después y mientras Hinata luchaba por librarse de sus tormentos y dormir, Sasuke estaba tumbado en uno de los sofás de su sala; las cortinas de su balcón estaban abiertas y su vista estaba perdida en algún punto de esas gotas de agua que caían, mientras sujetaba un vaso con whisky que era el único que le brindaba calor, pues su ropa seguía mojada y su calefacción apagada.

Se tragó el casi nudo que le molestaba en la garganta y suspiró derrotado. Todavía tenía el aroma de esa peliazul en su piel, sus caricias, el sabor de sus labios y sus gemidos todavía estaban frescos en su memoria. Cuando sintió que algo lo molestó en el pecho dio un largo trago a su embriagante bebida, tratando de ignorarlo.

«Es un absurdo. Yo nunca podría. Lo siento.»

—Maldición, Hinata— soltó amargamente y cerró los ojos en la oscuridad de su sala. La verdad no quería seguir dándole vueltas al asunto. Era un imbécil, ¿cómo se le ocurrió pensar que aceptaría? Se sintió patético y se despreció por ello.

Los ojos negros volvieron a abrirse y sus pensamientos a centrarse en la frágil joven que lo había seguido y lo había besado, para terminar una vez más dejándolo estar entre sus piernas; a pesar de esto y de que la chica estaba en el edificio de enfrente, la sentía tan lejos.

O.O.O.O.O

Hinata se había mantenido despierta varias horas de la madrugada, envuelta en sus pensamientos y logró conciliar el sueño casi al amanecer, por lo que se dio el lujo de despertar y levantarse realmente tarde al ya estar de vacaciones

El día continuó siendo gris, pero en algún momento mientras ella dormía, había dejado de llover.

Con poco ánimo había almorzado e intentado avanzar en el proyecto que compartía con aquel pelinegro que le había robado el sueño. Pasó más de tres horas sumergida entre información de libros y computador, su departamento siempre estuvo en silencio y eso le facilitaba avanzar; de vez en vez algún sonido de los departamentos vecinos traspasaban sus paredes, o el repicar de los claxon de los coches que circulaban abajo en la avenida, pero se las arreglaba lidiando con ellos, a decir verdad, estaba más que empeñada en sacar ese proyecto a flote y se enorgullecería si la mayor parte de éste, fuese hecho por ella misma.

Cerca de las cuatro de la tarde, la peliazul se dio tiempo para levantarse de en medio de su sala, lugar donde había estado trabajando, para prepararse un poco de té. Era cuando regresaba que encontró un mensaje de texto brillando en su móvil; una sonrisa cálida y una sensación de tranquilidad la inundó cuando vio que era su maestra invitándola a visitarla. Los ojos perlados prestaron atención a los más de seis libros sobre la mesa ratona de su sala y a su computador, cerró los ojos y suspiró para luego de permitirse esa pequeña distracción, responder aceptando la invitación.

Luego de colocarse unos vaqueros oscuros, una delgada blusa morada de mangas largas y un abrigo negro, Hinata estaba lista para salir de su departamento, con su mochila al hombro, su última mirada fue a ese edificio de enfrente. Aseguró su departamento y buscó alejarse momentáneamente de sus demonios al distraerse un poco con Kurenai, la mujer que era casi como una segunda madre y la persona que más apreciaba fuera de su familia.

• • •

Cuando la peliazul llegó afuera del hogar de su maestra, pequeñas pelusas de agua caían suavemente, el día gris y fresco, como también las decoraciones navideñas infaltables en cada hogar, le trajeron una agradable sensación; ésta aumentó cuando al tocar a la puerta y ser abierta por una más robusta Kurenai, recibió suavemente el olor a pan caliente y chocolate.

Los ojos perlados vieron con cierto asombro cómo la casa ya tenía incluso encendido el árbol navideño.

La mujer de mirada rojiza le sonrió satisfecha —Me alegra que decidieras venir— dijo dándole entrada.

La Hyuuga asintió —Decidí traer mi tarea por si estabas muy cansada no te preocuparas por mí— advirtió divertida la peliazul, recordando que los días que estuvo con ella, luego de aquella noche con Sasuke, su maestra solía dormir mucho, pues el embarazo la agotaba.

—Ah, ni lo digas— la castaña movió su mano, restándole importancia y asegurando que eso no pasaría esta vez —. Quería mostrarte algo.

—¿Algo?

La otra asintió —Mira— le dijo y apenas dándole tiempo de dejar su mochila sobre la sala, la jaló con ella al fondo del pasillo cercano.

—¿Qué es aquí?

Kurenai abrió la puerta —Es la habitación del bebé.

Los ojos perlados se abrieron con sorpresa —¿Rosa?

A la otra se le iluminaron los ojos —No me resistí y al final terminé por pedir saber el sexo, ¡y es niña!— casi alzó la voz emocionada.

La habitación estaba prácticamente completa, un papel tapiz con ositos flotando entre nubes, una hermosa cuna que le quedaría gigante al pequeño cuerpo de la recién nacida, un par de muebles con toallas y pañales, incluso había alfombra afelpada y una mecedora de madera.

—Es hermoso— murmuró Hinata que no pudo evitar recordar la habitación que fue preparada, muchos años atrás, para la llegada de su pequeña hermana.

La madura mujer sonrió soñadora —. Asuma me ayudó a colocar todo esto, fue un trabajo agotador en mi situación, no sé qué demonios pensábamos, ¿cómo se nos ocurrió creer que después de nacida la bebé tendríamos tiempo para esto?— dijo mientras negaba en silencio.

—Me da muchísimo gusto que estés viviendo tan feliz tu embarazo— Hinata dejó de ver la habitación, para devolver su vista enternecida a su maestra.

La castaña suspiró y tragó ligeramente un segundo después —A mí también— dijo y recordando que no habían preparado nada, bajo el temor de tal vez no llegar a buen término en ese embarazo, se creó un pequeño silencio que estuvo a poco de ser incómodo —. Pero bueno, ya todo está listo para unos días más.

—¿Unos días?— preguntó sorprendida la Hyuuga.

Kurenai asintió —Al parecer Mirai tiene muchos deseos de llegar antes de tiempo.

—Cielos— exclamó la sorprendida joven.

—¿Aterrador, no?— se burló la de mirada rojiza y Hinata negó sintiendo también una extraña emoción — Oh, créeme, lo sentirás cuando sea tu hora, pero nada es más grande que el deseo de tener en tus brazos, a una parte de ti que vive en otro cuerpo— sonrió la mayor y luego volvió a observar casi con añoranza la habitación que ya le pertenecía a su hija no nata.

Los ojos perlados se fijaron en esa expresión de paz y alegría que parecía salir incluso del cuerpo de su maestra y se sintió feliz por ella. Bajó sus ojos al vientre ya muy notoriamente abultado y sonrió con ternura. ¿Cuándo fuera su hora?, meditó lo dicho por su maestra y su sonrisa se entristeció… ¿qué hubiese pasado si hubiese quedado embarazada? ¿Sería capaz de despreciar a un hijo suyo por ser de Sasuke?

Recordó a ese joven y contradictoriamente a todo lo doloroso que había sido su llegada en su vida, también recordó esa calma con la que él la miraba y que tenía el poder de mantenerla quieta, ya sin miedo, esperando su contacto.

¿Qué le estaba pasando?, se preguntó cuando no pudo percibir repulsión por esa idea… supuso que el hecho de no amar al Uchiha, no le transmitiría esa carencia de sentimiento a un posible hijo. Suspiró y cerró los ojos, afortunadamente no iba a tener que estar en esa situación, pues para eso era sumamente cuidadosa.

—Hornee pastel— la voz de Kurenai interrumpió sus pensamientos —, vayamos a la cocina y comamos un poco mientras me pones al corriente sobre tus problemas con tu novio— pidió la mujer comenzando a caminar y entonces Hinata fue más consciente de la urgencia que tenía de alejarse de Sasuke.

• • •

Ya con la noche cayendo sobre toda la ciudad, los ojos perlados de Hinata se alzaron al cielo negro, el cual dejaba caer los primeros copos de nieve de esa temporada invernal. Varios metros tras ella, Kurenai y Asuma charlaban luego de haber terminado de cenar.

La peliazul suspiró.

—Sí, niisan— su voz sonó suave al hablarle al chico que la escuchaba del otro lado del móvil —, te digo que todo está bien. Vine a visitar a mi sensei y dice que la fecha de alumbramiento está cerca, me invitó a pasar esta noche en su casa y acepté, posiblemente sea de las últimas veces que pueda visitarla sin interrumpir— bromeó para tranquilizar al castaño de astutos ojos perlados.

—Aun así, Hinata sama, no está bien que esté fuera de casa— la voz del castaño era más seria que en otras ocasiones.

La chica suspiró —Prometo que sólo será esta vez.

—¿Y Asuma-san está con ustedes?— preguntó el castaño haciendo fruncir el ceño a la peliazul.

—Ah, sí, llegó hace unos momentos— respondió y se hicieron unos segundos en silencio —. ¿Ocurre algo?

—En absoluto— cortó el castaño y luego suspiró —. Por último sólo recordarle que pasado mañana pasaré a buscarla, su padre nos ha citado en punto de las ocho, por lo que deberá esperarme media hora antes.

—Está bien, niisan.

—Que descanse, Hinata sama— se despidió el joven y cortó sin esperar respuesta. La joven frunció el ceño y bajó su mano para observar en la pantalla la llamada finalizada.

—¿Todo está bien?— Kurenai se acercó despacio a ella al haberla notado dejar de hablar.

—Creo que no del todo— se sinceró la de pelo azulino.

La otra abrió sus ojos con sorpresa y luego sonrió.

—Cuéntame— animó —. Asuma se disculpa pero rogaba por tomar una ducha, ha tenido más trabajo aquí en la casa que en la misma oficina, así que tenemos tiempo a solas. ¿Qué te preocupa?

Kurenai tomó asiento en esa sala, y aun con toda el aura navideña que las decoraciones y la chimenea encendida desprendían, Hinata sintió su piel erizarse en una pequeña angustia.

—Ah… ve-verás…— mencionó al pasearse por la sala siendo vista por su maestra, sin saber bien cómo decir las cosas — cre-creo que Neji niisan sabe sobre mi relación…

—¿Con ese Uchiha?— preguntó la castaña y en sus expresivos ojos rojos se vio el asombro.

Hinata volteó a verla y terminó sentada a su lado —No podría asegurarlo.

—¿Por qué lo crees entonces?

—Porque mi niisan nunca me ha cuestionado demasiado de mis actos, es decir, sí se mantiene pendiente, pero esta vez me dio la sensación de que dudaba que estuviese realmente aquí, con ustedes.

—Neji es muy suspicaz— aceptó la mayor —. De hecho, ahora que lo mencionas, me extraña que no lo sepa ya.

Los ojos perlados mostraron su preocupación, y aceptó lo que su maestra dejó entrever.

—Esto va a ser un desastre— susurró Hinata.

—Intenta no preocuparte demasiado— aconsejó la otra.

Hinata se tocó el cuello, recordando que Neji debió caer en cuenta que tenía una relación al notarle esa marca en su piel.

—Por fortuna no ha investigado de más— mencionó la Hyuuga, al darse cuenta que su primo estaba confiando en ella, pues de habérselo propuesto realmente, él ya sabría quién era el chico con el que se relacionaba y posiblemente de qué forma lo hacía; y eso habría hecho detonar la rivalidad que él, al igual que su padre, desprendían por cualquiera de apellido Uchiha.

La prueba más grande que Neji la estaba dejando decidir y confiando en ella, era que no había pedido hablar con su maestra para confirmar su estadía en su hogar. Se avergonzó de sólo imaginar que Neji pudiese estar creyendo que podría estar pasando la noche con su novio.

Los ojos rojizos de la castaña observaron con curiosidad a Hinata perderse en sus cavilaciones, y luego sus pensamientos fueron a aquel chico Hyuuga. Neji debía querer mucho a Hinata como para confiar en su criterio y no intervenir, como seguro Hiashi esperaba que hiciera; se sintió mal por ese castaño… ¿él de verdad estaría enamorado de Hinata como sospechaba, o por qué tanta lealtad a su joven prima?

—Y… ¿qué tal van las cosas con ese Uchiha?— la voz de Kurenai rompió los pensamientos de Hinata y la trajeron de regreso a una realidad más complicada todavía.

Ella le sonrió forzadamente —Muy bien— mintió. Todo estaba mal, Sasuke le había propuesto ser su novia y eso le demostró lo poco que a él le importaba lastimar a sus amigos, y aquello sólo significaba que si no lo sacaba de su vida, o era sumamente cuidadosa, tarde o temprano esa bomba de mentiras que él y ella habían nutrido iba a explotar, e iba a ser sumamente difícil mantener oculto aquél doloroso secreto.

O.O.O.O.O

—¿Qué dices, Hinata?— la voz de Ino sonó animosa del otro lado del teléfono — ¿Ni siquiera un rato?

La Hyuuga suspiró desanimada —La verdad no creo poder desocuparme a tiempo y no quiero que posterguen sus planes por mí.

La Yamanaka rodó los ojos del otro lado —Por Dios, no es cómo si tuviéramos un plan súper armado— le recordó —. Sakura desde ya necesita escapar de su casa pues la tomaron como la chica de los mandados— se rio —, y el padrino de Naruto saldrá a cenar con una mujer, ¿puedes creer el cinismo de ese tipo?— preguntó casi ofendida — No se ven la mayor parte del año y llega sólo para cenar con alguien más.

—¿Y eso incomoda a Naruto?— preguntó pensando en ello.

Ino se encogió de hombros —Supongo que no, ya debe conocerlo; pero eso no quiere decir que le guste la idea de quedarse solo en casa. ¿Qué dices entonces? ¿Te nos unes cuando termines con tu familia?... o, ¿estarás con Sasuke?— añadió incomodando a Hinata.

—Ah, no… no, tampoco con él— respondió, teniendo muy en claro que desde esa madrugada en el estacionamiento, no había vuelto a saber de él, y de eso, ya habían pasado tres días completos.

—Mmm— se escuchó del otro lado —. Entonces le diré a Naruto que lo invite, ¿quién sabe?, tal vez sea la primera navidad que pasen juntos— se burló.

—¡Ino!

—¿Qué?

—Deja de hablar así, si se te hace costumbre, puedes meternos en muchos líos— pidió con un sonrojo dibujándose en su cara.

—Ya, ¡lo sé, lo sé!— se disculpó —, pero, ¿entonces?

Hinata suspiró desanimada —No lo sé. Por lo general esas cenas terminan temprano, si estoy libre antes de las once, yo te marco— cedió pero no del todo.

La rubia dejó escapar el aliento desanimada —Bien. Pero promételo.

Hinata lo prometió y luego tuvo que cortar la llamada casi de inmediato, pues ese día era veinticuatro y tenía poco tiempo para prepararse para esperar por Neji, que había quedado en recogerla en punto de las siete y treinta.

Hinata entró a la ducha con menos de veinte minutos para salir, así que se apresuró. Ese día por la mañana, como los tres anteriores, lo había pasado con su maestra, la mujer incluso se tomó el tiempo de acompañarla a realizar las últimas compras navideñas, ambas perdieron más de media mañana en centros comerciales y las diversas tiendas en ellos.

Con más prisa que ánimo, Hinata salió envuelta en dos toallas del baño. Mientras secaba el exceso de agua de su cabello, se acercó a tomar un bolso grande, el más grande que no desentonara con el vestido que Kurenai le había elegido para esa noche. Colocó dentro de éste, varias cajitas de regalos de diversas formas, y sonrió al recordar a las personas a las que se las entregaría.

—¿Qué estoy pensando? Se me hará tarde— se regañó y desnudó su cuerpo para comenzar a vestirse.

Varios minutos después, Hinata estaba viéndose en el enorme espejo colocado en su closet. El vestido que Kurenai la había motivado a comprar, lucía mejor en aquél maniquí, que en ella, se juró; o al menos no parecía tan llamativo en la tienda.

—Cielos— mencionó y suspiró, ya no tenía tiempo de elegir nada más.

La tela de ese vestido negro se pegaba al curvilíneo cuerpo femenino, resaltando con elegancia el nacimiento y voluptuosidad de sus senos, sin llegar a exhibirlos pues carecía de escote, al ser sólo de un hombro; su brazo derecho estaba desnudo, y el izquierdo era vestido por una fina tela semi transparente. Las piernas blancas y estilizadas eran cubiertas apenas un par de centímetros arriba de la rodilla. Hinata se colocó un largo colgante en oro blanco del cuál pendía una pequeña cruz del mismo material, eso y unos pendientes de diamantes, pequeños y discretos, era lo único que exhibiría.

Se maquilló ligeramente, remarcando más para esa ocasión el delineado de sus ojos, los mismos que parecían más lilas que otras veces. Su cabello, ya seco, colgaba liso y brillante a su espalda y Hinata se vio a los ojos, la anterior satisfacción que años antes le provocaba esa noche, no estaba, y no estaría hasta el año entrante. Suspiró y se dio media vuelta para guardar el único regalo que quedó en su cama, ese mismo que esperaría a que su propietaria lo recibiera al salir de aquél internado.

El timbre sonó y la Hyuuga respingó.

—¡Ahora voy!— alzó la voz desde su habitación.

Neji estaba puntual llamando a su puerta.

—Sólo espero que todo salga bien— se animó y tomó un pequeño abrigo que había previamente dispuesto, tomó su bolso y salió a encontrarse con su casi hermano.

• • •

Casi en punto de las ocho, el auto del castaño estaba atravesando las puertas de acero mecánicas con las que contaba la mansión Hyuuga.

—Es intimidante volver aquí— reconoció Hinata cuando el auto avanzaba por los cuidados jardines que eran parcialmente alumbrados por altos faroles, o por las pequeñas lámparas solares que circundaban los distintos jardines.

Neji sonrió apenas de medio lado, pues su prima, a pesar de lucir como toda una joven y distinguida mujer, seguía teniendo esa alma tierna y carácter inseguro.

—Seguro su padre se siente solo. Debe ser duro vivir en un lugar como este únicamente él— dijo viendo la enorme mansión de aspecto antiguo -ligeramente modernizada-, con sus más de veinte habitaciones y que venía siendo legado de su familia por generaciones.

La peliazul asintió despacio al estacionarse casi frente a la gran puerta de madera y cristal. Suspiró antes de que Neji, vestido en ese elegante traje color beige, le abriera la puerta.

—¿Lista?

—Sí— dijo y asintió.

Para su suerte, la noche era fría, pero no helada como para sentirse insegura por su vestuario. Ambos Hyuuga subieron los seis escalones de esa escalera de cantera oscura y atravesaron la puerta que fue abierta por una de los varios empleados de ese lugar.

—Avisaré al señor de su llegada— informó la joven mujer que los recibió.

Tras el agradecimiento de Hinata, la mujer se perdió escaleras arriba en la elegante mansión.

—Vayamos a la sala— sugirió el joven al notar a su prima insegura. Hacía menos de seis meses que Hinata había abandonado ese lugar y que por su actuar, suponía, del cual nunca había logrado familiarizarse.

—No recordaba que la casa fuera tan grande— soltó la joven ante el silencio que únicamente era roto por la música que provenía desde la cocina, a lo lejos. Neji guardó silencio al seguirla a la sala —. Recuerdo que con mamá aquí, y aunque yo era más pequeña, este lugar parecía tan lleno de vida, tan luminoso. Estoy segura que era igual de grande pero— dijo y se detuvo a reflexionarlo—… es decir, ahora luce tan vacío, frío.

—La presencia de los niños siempre ha iluminado este lugar. No veo qué te sorprenda que ahora esté así.

—Hiashi-sama— saludó Neji al voltearlo a ver.

—Papá— también Hinata lo saludó, su voz helada y sobria presencia no delataba esfuerzo alguno, la joven peliazul no sabía cómo había llegado tan rápido y sin ser notado.

—No sabía que acostumbraras a quejarte, Hinata— dijo el hombre que correctamente parado, les indicó con la mano que lo siguieran al comedor.

—Ah, no… no lo hago, es sólo que no pude no notar lo diferente que todo esto luce.

Uno de los empleados de ahí, se acercó por el abrigo de Hinata y posterior a esto, ella siguió a su padre y a Neji que esperaba por ella.

Hiashi sonrió apenas visiblemente rememorando los momentos a los que su hija hacía alusión.

—De cualquier modo, estos serán los últimos años de este lugar a mi cargo. Pronto serán ustedes los encargados de tomar el mando de la familia, vivir en este lugar y llenarlo de hijos, iluminándolo— puntualizó viendo a su hija. Neji carraspeo incómodo y Hinata se ruborizó ligeramente —. Hanabi de igual modo, y como ha ocurrido por generaciones, sus familias se establecerán aquí.

—Ah…— la peliazul perdió el aliento sin saber qué decir.

—Señor, todo está dispuesto— una robusta mujer salió a su encuentro dándoles la entrada al enorme comedor.

Un candelabro brillante colgaba del alto techo, varias lámparas alumbraban también de las paredes, las cortinas estaban abiertas y tras los ventanales se apreciaban los parcialmente iluminados jardines, pero lo que realmente atraía la atención, era la gran cantidad de comida servida sobre el comedor.

Hinata suspiró, eran solo tres personas y ahí había alimento para dar de comer a casi un regimiento; casi quiso sugerir sentar a toda la gente en ese lugar a la mesa con ellos, pero nunca sería bien visto.

—Por cierto, Neji— la voz del patriarca del clan volvió a sonar, y Hinata supo en ese momento que había dejado de existir. Año con año era lo mismo, fuese navidad, cena de fin de año, o alguno de los cumpleaños de los miembros de la familia, al principio su padre se encargaba de cruzar algunas palabras con ellas y después toda su atención recaía en su primo. Sonrió al tomar un poco de vino, seguro para Neji también era cansado ese tipo de compromisos, pero él no lo decía.

Pasaron cerca de dos horas en la que su plato fue cambiado varias veces, el pavo con puré, verduras al vapor y una de las varias ensaladas preparadas; y para su gusto, pudo elegir dos de sus postres favoritos también presentes en la mesa. Entre temas empresariales y alguno que otro académico de ambos jóvenes, también se tocó el de la posible visita de Hanabi, pues la orgullosa y fría Hyuuga menor, estaba mostrando un desempeño académico envidiable; esto último no pudo enorgullecer y alegrar más a Hinata.

Una vez con los alimentos finalizados en sus platos y la conversación volviéndose poco interesante, Hiashi se levantó; procuró mencionar cada punto sobre la mesa porque de verdad para él también resultaba incómodo los protocolos de la sociedad, más, sabiendo que su hija y sobrino, seguro tenían cosas mejores que hacer y a él no le interesaba nada más que volver al trabajo pendiente en su despacho.

Las despedidas con ese imponente castaño siempre eran formales e incómodas para su primogénita, aquello se sentía más como una despedida jefe-subordinado, que como algo familiar. Hinata se abstuvo de darle un abrazo pues hacía años que eso no ocurría y como tampoco le había comprado un presente -pues seguro sería subestimado al ser comprado con dinero que proveía él-, a la peliazul no le quedó más que agradecer la cena y con una reverencia, esperó a que Neji también se despidiera para irse con él.

Hinata se tocó el cuello y ladeó su cabeza, señal clara de la incomodidad en la que se mantuvo todo ese tiempo.

Neji le sonrió al seguirla —No estuvo tan mal, ¿verdad?

Ella sonrió sintiéndose mal —No debería sentir esto, pero me alegra alejarme un poco de aquí.

El chico le abrió la puerta de su auto —Si le sirve de algo, su padre puede generar ese sentimiento en muchos de los que lo rodean— comentó con un gesto gentil —. Pero ya debería irse acostumbrando.

«Dudo que lo logre» pensó Hinata al ingresar al coche y aferrarse a su abrigo, luego de dejarle una sonrisa a su primo.

Neji salió con más velocidad de ahí, que con la que había llegado. El castaño condujo saliendo de ese exclusivo sector residencial, hasta adentrarse en la enorme metrópoli. Durante el camino el sonido suave de una estación de radio los acompañó y el enigmático Hyuuga observó de reojo cómo su prima había extraído de su bolso su móvil y lo observaba con cierta insistencia.

El joven suspiró cansadamente, eran más de las diez, aún era temprano para ir a dormir, volvió a ver de reojo a su prima mientras se preguntaba si tendría algo más que hacer. Se abstuvo de preguntar al no querer entrometerse, además, de tenerlo, ella tendría la confianza suficiente de decirlo; todavía tenía curiosidad por saber quién era la persona con la que estaba saliendo, ¿quién sería el tipo de hombre que lograría el interés de su prima?, y no sólo eso, ¿qué clase de sujeto lograba que ella lo dejara acercarse de tal forma como para dejarle esa marca en la piel?

Con una molestia queriendo surgir de sus entrañas, Neji se obligó a dejar de pensar en ello y tomó dirección al departamento de su prima; sabía que no era buena idea saberlo, pues no quería molestarse por algo que no era de su incumbencia y que en determinado momento, tendría que terminar. Confiaba en la prudencia de Hinata, ella era una joven sensata y sabía perfectamente distinguir entre lo bueno y lo malo, sólo por eso estaba dándole su espacio.

—Ino y Sakura me invitaron a salir, pero creo que no iré— ella rompió el silencio.

—¿No le agrada la idea?

—Creo que no estoy del mejor humor para intentarlo— confesó la joven que comenzaba a sentir el frio de la noche.

—Es su decisión— cortó el chico cuando se adentró a la avenida que los llevaría al centro de la ciudad.

Hinata suspiró —Hoy fue un día agotador— comentó —, mi sensei y yo recorrimos grandes distancias, apenas lo puedo creer— añadió y sonrió —. Por cierto, te tengo un regalo, niisan.

El joven enarcó una ceja —¿Regalo?

Ella asintió animada —Nunca lo hubiera olvidado— aseguró y rebuscó entre su bolso. Sonrió cuando tuvo la delgada caja cuadrada, forrada de dorado y un sencillo moño rojo —. Esto es para ti, espero te gusten— le dijo y le sonrió al entregárselo con ambas manos.

—Ah…— él la sujetó casi incómodo —, gracias, seguro lo hará— dijo y bajó su vista a la caja, aun mientras prestaba también atención al camino.

Hinata explicó lo mucho que le gustó al verlo y que estuvo segura que le quedarían de maravilla. Cuando un semáforo en rojo se atravesó en su camino, Neji por fin pudo destapar la pequeña cajita; un par de mancuernillas de oro brillaron ante él.

—Esto es costoso— dijo el joven al verla.

—No he estado gastando todo mi dinero y bueno… quise que las tuvieras— aseguró —. Me gustaron mucho y sinceramente no conozco a nadie que las luzca mejor que tú, niisan.

—No debió molestarse, Hinata sama.

Ella se encogió de hombros y estuvo feliz cuando el joven aceptó que le habían gustado mucho y que con gusto las usaría. Menos de diez minutos después, ellos se estaban estacionando frente al alto edificio de la chica.

Neji bajó del auto y le abrió la puerta, el viento, ya más fresco, le ondeó el largo cabello a la peliazul.

—¿Estarás bien solo? ¿No quieres subir y ver algunas películas?— preguntó al saber que su primo seguro iría a encerrarse a su departamento.

El chico negó —Mañana aún hay trabajo que hacer.

—Oh— ella bajó la mirada desanimada, lamentándolo.

—Por cierto— él volvió a hablar —. Yo también le compré algo.

—¿En serio? E-es decir… no, no debiste molestarte, niisan.

—Mph— el joven sonrió de medio lado y sacó de entre su saco, una alargada cajita gris.

Ella por un momento se sorprendió al reconocer esa cajita como las clásicas que dan las joyerías, no quiso decir más, pues sabía del gusto que tenía su primo por regalarle ese tipo de cosas que de todos modos, no usaba con mucha frecuencia. Luego de descubrir unos bonitos pendientes, agradeció a su primo y a él sí le dedicó un abrazo que por un momento tensó al joven.

Inmediatamente después de que su abrazo se deshiciera, Neji dio media vuelta, dejando a Hinata tras las puertas abiertas de su edificio.

La Hyuuga suspiró al ver a su primo irse y dio media vuelta, saludó al encargado y le deseó una feliz navidad adelantada, pero justo antes de poder siquiera llamar al elevador, el sonido de unas llantas frenando de manera brusca frente al edificio llamó su atención, haciéndola voltear.

—¡Naruto, idiota! ¡Vas a matarnos en una de estas!— la voz de Sakura se escuchó antes de los alegatos del joven rubio.

—¡Hey, Hinata!— Ino sacó su cuerpo por la ventanilla del coche del Uzumaki y alzó su mano llamando a la sorprendida peliazul —¡Sabía que llegarías antes y no nos llamarías!— dijo orgullosa y le indicó con el rostro que los acompañara.

—Ah…— la Hyuuga se quedó muda e inmóvil viendo el revuelo que se traían en ese auto.

—¡Vamos, que no tardan en echarnos de aquí por el alboroto!— apresuró la rubia.

Hinata sonrió resignada y se apresuró hacia ellos.

—Hey, Hina-chan, no se suponía que esto era una noche familiar, ¿no?— se burló el rubio.

—Sí, eso se suponía— respondió con una sonrisa la peliazul al adentrarse al auto que iba apretado con Ino, Sakura, Lee e incluso Kiba quien también se había escapado de su hogar. Hinata supuso que ellos también tenían situaciones familiares complicadas, en mayor o menor medida.

—Y, ¿a dónde vamos?

—A cualquier lado menos a algún lugar cercano a mi casa, por favor— pidió la pelirrosa —. Por cierto, ¿no llamaron a Sasuke?— añadió tensando a Hinata.

—¿Y para qué demonios lo queremos? Además, aquí ya no cabe— alegó Kiba.

—Serás idiota, él tiene su propio coche— debatió la pelirrosa.

—Ah, pues yo estuve llamándolo pero no responde— dijo Naruto que se asomó al edificio de enfrente —, y sus luces siguen apagadas.

—¿Será que está con su familia?— preguntó Ino e inconscientemente volteó a ver a Hinata.

—Lo dudo mucho— intervino el rubio —, pero eso me gustaría creer.

—Seguro anda por ahí, follando con alguna tipa, ya lo conocen— el comentario soltado por Kiba hizo reír a Naruto y a Hinata desviar su atención de los chicos, al sentir algo extraño removerse en su estómago; Sakura respondió a ese comentario casi con furia y ambos comenzaron a discutir.

—Ay, sí van a hablarle, háganlo ya, o si no ya vámonos que estoy por morir aplastado— habló por primera vez Lee que iba con Kiba casi sentado en él, y logrando hacerse escuchar entre el alboroto en ese auto.

—Bien, vámonos— dijo Naruto y puso el coche en marcha.

—¿No iremos a buscarlo?— preguntó Sakura casi indignada.

—Dudo que esté— mencionó el Uzumaki que giró para salir del centro de la ciudad, lo que menos quería era una patrulla molestándolo por el exceso de personas en el coche, además que no recordaba si había renovado su licencia.

O.O.O.O.O

El teléfono sonó una vez más luego de los tonos anteriores, la pequeña luz roja que avisaba sobre la llamada destellaba en la sala, el pequeño felino negro del Uchiha saltó a ese mueble y se acercó a olfatear el teléfono que enseguida dejó de sonar. El tono de la contestadora sonó sin que Sasuke, que estaba tirado sobre uno de sus sofás le prestara real atención.

"Sasuke, ¿dónde demonios te metes, hombre?" la voz de Itachi llenó la silenciosa sala y luego suspiró. "Te he estado marcando y pareces conservar esa manía de nunca responder. Esta vez ni siquiera me molesté en ir a verte, preferí evitarme la grosería de ser ignorado ante tus vecinos" dijo el chico con voz cansada y a modo de broma. Volvió a suspirar. "Como sea, sé que estás ahí. ¿Por qué no vienes y te nos unes?, seguro a Izumi le dará gusto verte. Tengo reservación en aquél viejo restaurante al que solíamos ir con nuestros padres, ¿recuerdas?" se hizo otro silencio en el que el mayor de los Uchiha esperó a que su hermano levantara la bocina, pero no ocurrió. "Sé que estarás solo, tu novia debe estar con su familia. Te esperaremos."

Una vez que el tono que avisaba el final del mensaje guardado sonó, la mirada negra y de reojo que el pelinegro le daba al teléfono, volvió a su techo.

El felino bajó del mueble en el que había estado y saltó a la mesa de centro de esa sala, jugó con un par de latas de cerveza vacías y se recostó sobre unos libros y libretas que el moreno había estado usando el día anterior.

¿Cuánto más iba a esperar?, se preguntó internamente el de rebelde cabello. Habían pasado tres días y Hinata no dio señales de vida. De vez en vez revisaba su móvil, habían llamadas de Itachi, Naruto, Sakura, Karin e incluso Suigetsu, pero no de ella.

¿Qué demonios debería hacer? Se preguntó al apretar sus ojos con fuerza, sintiendo ese molesto dolor de cabeza que lo había estado molestando, al punto de no soportar el mínimo ruido. No quería buscarla, se negó a ello cuando tuvo el impulso de ir a su departamento y esperar a que llegara, pero se sentía patético luego de ser rechazado.

Tragó pesadamente y se levantó, fue directo por un vaso de agua fría. Su gato lo vio avanzar y quiso colgarse del pantalón azul marino de su pijama, que era lo único que lo vestía, pero el alto pelinegro avanzó y el felino cayó de cara en el suelo.

Con todavía el vaso de cristal en su mano, fue directo a la pequeña habitación al fondo de ese departamento. Se apoyó en la ventana abierta del mismo y observó, dos pisos más abajo, el departamento de Hinata todavía en penumbras.

—¿Dónde demonios estás?— soltó con voz ronca.

Observó con aparente desinterés en esos fríos ojos negros, ese departamento un par de minutos más, para finalmente tumbarse en la cama. ¿Cómo demonios esa maldita chica se le metió en la sangre?, se preguntaba cuando volvió a sentir la necesidad de tocarla. Sus manos ardían ansiando un poco de su suave piel.

Cerró sus ojos en la oscuridad de ese cuarto y rememoró aquella noche que Hinata se entregó a él por primera vez; la recordó dejándose desnudar, acariciar y probar por él.

—Joder— soltó frustrado al echarse un brazo a tapar sus ojos cuando sintió endurecerse esa parte entre sus piernas.

Era un maldito pervertido, reconoció, porque aunque deseaba, como nunca antes, ser querido por esa joven, también vibraba de ansias al sentirla entregarse sin reservas a él. Quería verla desnuda, enteramente, montada sobre él, tocar sus caderas amplias, sus perfectos senos y su pequeña cintura, quería verla moverse sobre él, montándolo; quería ver su rostro ruborizado y sus ojos brillosos de placer, quería verla sudar, escucharla gemir y sentirla vibrar, todo eso con él dentro de ella.

Su mano derecha se perdió bajo sus pantalones, frotando su ya dura y caliente masculinidad. Deseaba como pocas veces enterrarse en su cuerpo, sentir su estrechez, que fuese ella la que se moviera sobre él, que bajara a apretar sus senos en su pecho mientras lo besaba. Apretó más su miembro que ya se había lubricado, y volvió más necesitados sus movimientos ascendentes y descendentes. Casi se vio tomándola de la cintura y tumbándola sobre esa cama, para tomarla con fuerza, hacérselo como si la odiara.

—Maldición, Hinata— su voz fue un ronco y caliente murmullo y no se detuvo.

Deslizó más su cuerpo por esa cama y siguió frotándose, apretándose como si de verdad fuera aquél dulce cuerpo el que lo hacía.

A veces sentía que la odiaba por lo que lo hacía desearla.

O.O.O.O.O

El ruido en ese antro era ensordecedor, las luces sólo la mareaban más y Hinata vio con sorpresa cómo a pesar de ser un día de aparente unión familiar, había muchos más jóvenes presentes que los que solían asistir generalmente a ese lugar.

El grupo de amigos había parado primero en una de las largas barras de ese lugar. Varias bebidas de diferentes colores, elegantemente bien presentadas y con poca cantidad de alcohol fue lo que pidieron para comenzar; las bebieron mientras se separaban por el lugar, la dinámica era la misma, el primero que encontrara una mesa libre, se encargaría de que el resto lo supiera. Lee fue el de mejor suerte esa noche al conseguir un lugar cercano a la barra y con excelente ubicación ante la pista de baile.

Naruto no tardó en ser reconocido por un par de amigos a los que se dirigió para conversar. Ino se puso de pie y su vientre plano fue visible bajo su blusa oscura y sus ajustados jeans cuando alzó su mano comenzando un brindis.

—Porque ningún imbécil hombre nos deprima nunca. ¡Así tiene que ser este año!

Sakura puso los ojos en blanco —Es navidad.

—¡Me importa un carajo!

Hinata sonrió y ante las palabras de la Yamanaka que aseguraba que los hombres estaban de más en ese mundo, Lee se sintió incómodo junto a ella, pues era el único varón en la mesa, ya que Kiba había salido por un par de cubetas de bebidas.

—Creo que iré a bailar— anunció el chico de pobladas cejas dejando a las tres jóvenes en la mesa.

—Y tú, Hinata, nunca dejes que ese cretino te haga sentir mal— dijo la rubia al tiempo de pararse y robarle una cerveza a uno de los informales meseros que avanzaba por ahí.

—¿De qué demonios está hablando?— Sakura preguntó volteando a ver a Hinata, le hubiese gustado susurrar, pero el sonido le impedía tal cosa.

—Ah… cre-creo que ya está ebria— mencionó apenada la peliazul viendo como la rubia terminaba de dar ese enorme trago a la botella de vidrio.

Sakura perdió el aliento desanimada, ahora entendía por qué la urgencia de Ino de salir de su casa y perderse en algún bar. Los años pasados ella y Shikamaru habían pasado ese día ya con su familia, seguramente seguía muy dolida y no quería escuchar o tener que responder preguntas que los familiares solían hacer al verla sola. La ojijade suspiró y dejó pasar el comentario soltado por su vieja amiga.

Lee regresó unos minutos después que Kiba pusiera los cubos con cerveza en el centro de la mesa, y las jóvenes tomaran una botella cada una.

—¿Y tú?¿Por qué demonios traes esa cara?— preguntó Kiba que casi se recostó sobre esa silla.

—Esta vez no tuve suerte en bailar con nadie— el de pobladas cejas pareció avergonzarse.

—A mí ni me mires— advirtió la pelirrosa.

—¿Bailamos, Hinata?— invitó a la siguiente chica disponible, pues Ino parecía más entretenida viendo la cerveza que tomaba, ignorándolo.

—Ah… ah, ¿yo?— la joven se ruborizó, sabiendo que Lee tenía un modo de bailar bastante enérgico y que posiblemente por eso nadie había querido acompañarlo.

—¿Qué dices?

Y ante la sonrisa grande del chico pelinegro, ella asintió no tan convencida.

—¡Hey! ¿A dónde van?— gritó Naruto cuando vio a ese par pasar frente a él sin darle tiempo de detenerlos.

Sakura dejó escapar el aliento —Olvídate de ella al menos una hora— soltó la joven sabiendo de la energía que desbordaba Lee, y que Hinata, con su amable carácter, tampoco iba a poner mucho empeño en alejarlo de ella.

Naruto se rascó la nuca al verlos perderse entre la enorme multitud, lamentándose haber perdido el tiempo por ahí, pues él había llegado justo a invitar a la Hyuuga a bailar con él.

Luego de resignarse, Naruto se dejó caer pesadamente en una de las sillas de ese lugar. La charla de los cuatro presentes no tardó en tomar un rumbo deportivo, luego de hablar de forma superficial sobre lo que estarían haciendo sus familias. El equipo de baloncesto había entrado en su periodo de receso invernal y pronto estarían por entrar en las eliminatorias para las nacionales, este tema sólo trajo a colación a cierto Uchiha ausente del equipo, y últimamente, más ajeno al grupo de amigos que ellos formaban.

Ino dejó de prestarle mucha importancia cuando sus ojos verdes se perdieron en la barra, a varios metros lejos de ella. La joven sonrió con cierta ironía y entonces siguió bebiendo.

Varios minutos después, el grupo estalló en una carcajada cuando Naruto dijo algo que Sakura consideró una estupidez, pero que ya con varias bebidas encima, también la hizo reír. Ino también rio, pero su efusividad fue notoriamente menor a la del resto.

—Bien, ahora iré a arrebatarle a Hinata, al tonto del cejotas, 'ttebayo— Naruto se puso de pie de pronto, animado, como siempre.

—Pero antes, invítame a bailar— casi exigió la pelirrosa al ponerse también de pie y tomarlo de la mano para llevarlo a la pista.

—¿Eh?— el rubio abrió los ojos con sorpresa y se fue siguiendo a la chica, hasta también perderse entre la bullente multitud.

—Oye— la voz desanimada de Ino llamó la atención del Inuzuka —, por qué no vas por otra de éstas— sugirió al indicarle con la cabeza el cubo vacío sobre la mesa. El castaño de cabello rebelde frunció el ceño ante el cambio de ánimo radical de la rubia en ese tiempo.

—Ah, claro— dijo y se levantó dejándola sola.

Cerca de la una de la mañana, el sonido de la música comenzaba a bajar, pero aun así, la cantidad de personas bailando, chocando unas con otras, no disminuían en lo absoluto.

—Naruto— Hinata se apoyó en el rubio que largos minutos atrás le había quitado su lugar a Lee —… e-estoy agotada— confesó con un poco de pena.

—¿Eh? Pero si vamos empezando a bailar— respondió ingenuamente, al final Sakura no lo había dejado libre y había batallado mucho para localizar a esa chica de ojos perlas y al joven de pobladas cejas, pues ninguno era de mucha estatura, por eso ahora se mostraba ligeramente decepcionado.

—Ah, bueno…— ella se notó incómoda, con Lee no había tenido mucho problema ya que, aunque la trajo bailando –o siguiéndolo- por cada extremo de la pista, el joven conservaba su distancia, pero Naruto solía acercarse y eso la incomodaba. Era irónico, pues meses atrás, en ese mismo antro, era lo único que ella deseaba.

El rubio se llevó ambas manos atrás de su cabeza.

—No te preocupes, Hina-chan, seguro el idiota de Lee no te dio descanso— le dijo y confianzudamente la abrazó para protegerla mientras la sacaba de en medio de la pista —¿Quieres algo de tomar?— el aliento cálido del rubio que se inclinó para hablarle casi al oído, la hizo sentir ligeramente tensa.

Asintió sin decir nada.

El Uzumaki sonrió y casi la hizo correr hasta la barra.

—¡Hey, amigo!— Naruto alzó la mano y la voz para llamar al bartender — Dos cervezas por favor.

Hinata apoyó sus codos en la barra y tuvo que pegarse más a Naruto cuando un par de chicas ebrias la empujaron al también llegar a la barra. Ella las vio de medio lado y luego volvió su atención al rubio que también pedía un par de chupitos de algo más fuerte que las simples cervezas.

—¿Qué?— los ojos perlados de la Hyuuga se perdieron al fondo de esa barra.

—¿Ocurre algo?— preguntó Naruto que volteó a verla para luego girar a ver a donde ella miraba.

—E-ese es… Shikamaru, ¿no?— mencionó señalando con su rostro la dirección donde el chico de chongo se encontraba sentado.

Naruto frunció el ceño al reconocerlo, y reconocer a las otras tres personas que lo acompañaban, como aquellos tres que habían llegado de Suna.

—¿Y este qué demonios hace aquí?— se preguntó en voz alta el rubio.

Los ojos casi lilas de Hinata viajaron entonces a la mesa donde su rubia amiga estaba.

—Creo que iré con Ino— informó la Hyuuga.

Naruto asintió —Y yo iré con él— dijo con un poco más de seriedad. A decir verdad, no creyó que Shikamaru estaría fuera de casa esa noche, nunca le preguntó, pues aunque eran muy amigos, era Ino la que se había encargado de concertar esa salida y ésta no lo tomó en cuenta —. Joder— mencionó el rubio al acercarse al grupo de cuatro, ellos no parecían estar haciendo nada más que convivir, Temari a un costado del Nara, pero en ningún plan romántico, lo que seguro no entendería Ino. A Naruto casi le dolió la cabeza al darse cuenta que eso podría convertirse pronto en otra de las grandes peleas que Shikamaru e Ino solían tener.

• • •

—Sakura, ¿qué pasa?— preguntó Hinata cuando al llegar vio cómo la pelirrosa forzaba a la rubia a levantarse.

La otra sólo le indicó con la mirada la presencia del Nara y aquellos venidos de Suna.

—Basta. No hay que hacer tanto escándalo— dijo Ino que interpretó el juego de miradas de las otras dos —. Desde hace más de una hora que los vi.

—¿En serio? ¿Y a quiénes?— preguntó Kiba que no tenía ni idea.

Sakura bufó.

—¡¿Qué?!

—No importa— volvió a decir la rubia —, de todos modos ya tenía ganas de irme— dijo y se soltó de modo brusco del agarre de la ojijade.

—¡Ino!— Hinata la detuvo cuando al momento de soltarse, chocó ligeramente con la mesa, haciendo caer un par de bebidas que la mojaron y eso la hizo casi caer por la molestia —¿Estás bien?

—Joder, sí, ¡qué desperdicio!— respondió viendo cómo las bebidas escurrían al suelo. Tomó una de las pocas que quedaron en pie, y luego de darle un trago, avanzó dispuesta a salir de ahí.

—Puedes avisar a Naruto que nos vamos, por favor— pidió Sakura al castaño.

—¿Qué? ¿Pero por qué? todavía no son ni las dos.

—¡Sólo hazlo! ¡Y busca a Lee también!

Ino avanzó entre empujones en la pequeña multitud y Hinata la seguía cuidadosamente cerca, casi se apresura a sujetarla cuando la vio trastabillar, pero al notarle los ojos llorosos luego de dar una última mirada al grupo en la barra, supo que lo que la rubia menos necesitaba, era alguien que intentase hacerla sentir peor, al decirle lo mal que se encontraba.

Una vez en la entrada, Hinata recuperó su abrigo e Ino salió como si fuese sola, por lo que la peliazul tuvo casi que correr en esos altos tacones para alcanzarla y dirigirse al lugar donde el auto de Naruto estaba estacionado.

La pequeña bota negra de Ino sonaba insistentemente sobre la banqueta al estar recargada en el cofre del coche del rubio, Hinata la vio abrazarse a sí misma al no traer nada que la cubriera del frío y además estar mojada.

—¿Sabes qué es lo peor?— habló de pronto mientras Hinata se quitaba su abrigo —… que hacen bonita pareja, eso es lo que más me molesta— dijo soportando las ganas de llorar.

La peliazul la cubrió —Déjalo, tú lo necesitas más— pidió cuando la rubia quiso negarse a ser cubierta. Cuando de los ojos verdes se escaparon un par de largas lágrimas, la Hyuuga olvidó el frío que también sentía y se sentó en el coche a su lado —. Sigo pensando que tal vez estás malinterpretando las cosas.

—No es la primera vez que salen juntos.

—Tampoco lo has dejado explicarte.

—Y tampoco ha insistido tanto, como solía hacerlo— debatió la dolida rubia que sentía que ya había perdido a aquél joven que una vez la amó tanto.

—¿Y si lo buscas tú?— soltó Hinata en voz baja, temiendo herir su susceptibilidad.

Ino sonrió con tristeza al escuchar los pasos apresurados de Sakura acercándose en esa casi vacía calle.

—No quiero enterarme que no hay nada más qué hacer— añadió y sonrió mientras se tragaba el nudo de su garganta —. Saber que perdiste, es terrible, Hinata— soltó tan amargamente que a la Hyuuga se le heló la piel.

—Naruto no tarda en llegar— habló Sakura al llegar.

—Joder, creo que me estoy mareando— soltó Ino al sentir que el licor ingerido comenzaba a afectarla.

—Haz lo que quieras, sólo por favor no te vomites— suplicó la pelirrosa.

—¡Hey! ¿todo bien?

—No, Naruto, vámonos— pidió la pelirrosa al ver a Ino que se apartaba, seguro a vomitar.

El rubio se rascó la cabeza preocupado.

—Por nosotros no te preocupes, tomaremos un taxi— habló Lee —. Lo que ella necesita pronto es dormir.

—¿Qué?— preguntó Kiba al no ser tomado en cuenta, ¿cómo demonios pagaría un taxi si ya casi no tenía dinero?

—Eres genial, hermano— aceptó el rubio que estrelló su mano con la del chico de pobladas cejas —, juro que les compensaré esto.

—Ahhh— Kiba dejó escapar el aliento derrotado —. Más te vale— advirtió, pues aunque lo molestaba, irse con ellos sólo los retrasaría, pues ellos dos vivían en un lugar alejado al hogar de Hinata, y mucho más de donde vivían los otros tres.

—Nos veremos después— dijo el Uzumaki y ayudó al par de chicas a subir a la rubia al coche. Esta vez Hinata iba en el lugar del copiloto, mientras Sakura batallaba en la parte de atrás con la rubia.

—Pfff— el Inuzuka dejó escapar el aliento —¿Y cómo demonios se supone que nos iremos? Yo no traigo dinero, ¿y tú?

—Yo traigo un poco, iremos en taxi hasta dónde nos alcance y después correremos, nada mejor para revitalizarnos— aseguró el pelinegro que esbozó una sonrisa gigante.

—¡Qué! ¡Tú maldito idiota! ¿Te estás burlando de mí?— alzó la voz al ver cómo el otro corría para llegar a un taxi en la esquina siguiente.

O.O.O.O.O

—¿Seguro que estarán bien? Podrían subirla a mi departamento y dejarla dormir hoy aquí— ofreció Hinata al ver a Ino casi dormida en el asiento trasero.

—Oh, descuida, estará bien. En el camino pararemos en alguna tienda y le compraremos algo para quitarle el aliento alcohólico, pero si no llega a casa, estará en más problemas de los que ya debe tener— aseguró Sakura mientras Hinata la veía ya desde afuera y ligeramente inclinada, observando al interior.

—Tranquila, Hina-chan, no te preocupes— habló el ojiazul al bajar del coche tras ella y apoyar su mano en su hombro.

La ojiperla se enderezó y asintió en silencio mientras se abrazaba.

El despistado rubio respingó.

—Ah, ten, usa esto por mí— se quitó su infaltable chaqueta naranja y negra y se la colocó sobre los hombros.

—Oh, no, Naruto, no hace falta— la peliazul quiso negarse al sentir la cálida chaqueta, que todavía conservaba un agradable aroma, e intentó devolverla —, ya estoy por entrar al edificio.

—Aun así, luego me la das— el chico le dedicó una enorme sonrisa mientras volvía a abrazarla para hacerla caminar. La pelirrosa vio esto con cierta incomodidad que la hizo quitarles sus ojos de encima.

El par de jóvenes avanzaron unos metros directo a la iluminada entrada de ese edificio, sintiendo el frío de esa negra noche.

—Gracias por acompañarnos— habló el curiosamente nervioso ojiazul.

—No, gracias por tomarme en cuenta— Hinata le sonrió pero no le pudo sostener la mirada mucho tiempo, al permanecer de pie afuera del edificio.

—Bueno, eso también hay que agradecérselo a Ino— el rubio le restó importancia —. Ah, Hinata…— su voz sonó nerviosa enseguida —, hoy no tuvimos mucho tiempo para hablar— añadió bajando la mirada y algo de eso la hizo sentir incómoda —, y bueno… yo… yo quería decirte algo, 'ttebayo— mencionó rascándose la nuca, en un gesto que Hinata, e incluso Sakura, que los volvía a ver a lo lejos, encontraron adorable.

—Ah, Naruto— la peliazul se apresuró a interrumpir —, a decir verdad, estoy muy cansada— explicó sintiéndose fatal por la mirada sorprendida del rubio, para su posterior sonrisa sincera, al decirle que lo entendía —, pero— se apresuró a agregar —, pero yo quería darte algo.

—¿Algo?— los ojos azules se abrieron y cerraron con ingenuidad.

Hinata asintió y rebuscó dentro de su bolso, cuidando de no dejar caer la chamarra del rubio que seguía en sus hombros.

—Hace un momento les di un presente a Ino y Sakura y bueno… también compré esto para ti— comentó al extender una pequeña bolsita de papel y un delicado moño. Naruto la vio sostenerla con ambas manos y no atreverse a verlo mientras se la daba.

—Hinata… yo… yo olvidé comprar algo— soltó el joven avergonzado al tiempo de tomar la bolsita inseguro.

—Ah, no tienes que devolverme nada, yo esto lo hago con mucho gusto.

El sonido del claxon del rubio sonó varias veces.

—¡Naruto, date prisa, me estoy congelando!— la voz de la pelirrosa puso a ambos más nerviosos.

—¡Sí, ya voy!

Hinata sin contener un impulso extraño, se abrazó a Naruto.

—Feliz Navidad— casi susurró al ocultar su rostro entre su pecho, avergonzada. Ignorando, ambos, a los ojos negros y celosos que los veían desde lo alto del edificio de enfrente desde que llegaron.

Naruto se congeló y cuando estaba a punto de devolver el abrazo, ella se retiró despacio.

—Ah, siento eso— mencionó Hinata en voz baja y apenas viéndolo a los ojos.

El rubio se ruborizó y se rio nervioso.

—Ah, no te disculpes, Hina-chan, y ¿puedo ver qué es, 'ttebayo?

Ella asintió en silencio.

Naruto abrió con poco tacto la delgada bolsita y abrió los ojos grandemente al extraer unas bonitas muñequeras, como las que usaba Sasuke, pero naranjas.

—Ojalá te gusten— habló ella cuando él se dedicó a observar el sencillo regalo. Hinata sabía de la practicidad de las prendas al momento de jugar y le pareció algo ideal para regalar, pues tampoco quería ofenderlo regalándole algo costoso.

—¡Pero si están geniales, 'ttebayo! En cuanto pueda se las presumiré al teme— aseguró y palmeó el hombro de la joven para enseguida colocárselas.

—¡Naruto!

—Ah, debo irme ahora— se excusó el chico luego de otro llamado de la pelirrosa que todavía cuidaba a una dormida rubia.

—Que descanses, Naruto— Hinata alzó su mano para despedirlo y enseguida lo vio casi correr y bajar a la calle para subir a su auto, también se despidió de Sakura con un movimiento de manos y luego suspiró al verlos irse. Se giró para entrar, y justo cuando estaba por subir ese primer escalón, su móvil sonó dentro de su bolso.

«¿Quién podrá ser?» se preguntó al rebuscar entre sus cosas. Seguro era Neji, posiblemente había marcado para desearle feliz navidad y al no encontrarla en casa, decidió llamarla al móvil. Dios, tal vez ya tenía varias llamadas perdidas y ella ni siquiera lo notó.

El móvil sonó y vibró en su mano al momento de localizarlo.

—¿Sí, niisan?— respondió sin ver.

—¿De dónde demonios vienes?— esa voz ronca y profunda la hizo temblar.

—¿Qué?— preguntó casi sin voz.

Se hizo un silencio en el que ella no supo qué hacer.

—¿Có-cómo dices?— se atrevió a preguntar — Ahm, n-no sé de qué…

—Te estoy viendo, Hinata, no intentes mentir— la interrumpió el soberbio y frío pelinegro.

Hinata alzó sus ojos a dónde sabía quedaba el departamento del Uchiha, y lo vio recargado en el marco de la ventana, viéndola y con el teléfono en el oído.

—Ven— ordenó secamente.

—Es tarde, no puedo— respondió viéndolo.

—O vienes, o voy por ti. Tienes dos minutos— dijo y cortó la llamada. Los ojos de ella temblaron al verlo perderse al volver dentro de su departamento.

—Ahh… cielos— ella casi gimió atormentada. Volteó al interior de su edificio y el encargado parecía dormitar sentado tras el elegante mostrador. Cerró los ojos sabiendo que era mala idea y aun así, dirigió sus pasos para cruzar esa ancha avenida.

Luego de varios metros recorridos en la helada noche, Hinata soportó la pena de ser vista por un par de personas que estaban en la recepción de ese lugar. Llamó, subió y bajó del elevador todavía sin estar tan convencida de estar ahí.

Se detuvo frente a la puerta del Uchiha en ese décimo quinto piso y al estar a punto de llamar, sus nervios la traicionaron y casi la hicieron girarse para regresar; pero la puerta se abrió, paralizando su intención.

Los ojos perlados temblaron nerviosos. Sasuke apoyó uno de sus antebrazos sobre el marco de la puerta y sus ojos negros se quedaron fijos al rostro sorprendido de la Hyuuga.

Hinata tuvo que regresar el paso que había dado para irse y perdió el aliento cuando al verlo, se dio cuenta que bajo ese rostro frío y perfecto, el pecho marcado del Uchiha estaba desnudo, bajó despacio su mirada por los abdominales bien definidos y cuando se encontró con esa caída en forma de 'v' que se perdía bajo su pijama, se ruborizó y ladeó su rostro.

—¿De dónde demonios vienes?— la voz gruesa la puso más nerviosa.

—Ce-cené con mi familia y… de-después…

El Uchiha la tomó de la mano y de dos pasos torpes, la encerró con él en su departamento. Las piernas de Hinata lucieron más al levantarse ligeramente el negro vestido que usaba.

Ella jadeó incómoda cuando él no dejó de verla, al estar de pie casi frente a ella. Notó la casi oscuridad del departamento que sólo era cortada por la luz del comedor, y lo vio vestir solo su pijama… él no había salido a ninguna parte, comprendió.

—¿Ha… has estado aquí sólo?

—¿Importa?

Ella no supo qué decir.

Él no dejó de ver molesto la chaqueta de Naruto cubriéndola, como si el imbécil rubio estuviera reclamándola a pesar de no estar presente.

—Na-Naruto dijo que…— quiso decirle que sus amigos sí quisieron invitarlo, pero supusieron que no estaría.

—No me importa— cortó fríamente.

Ella se calló abruptamente al ya no saber qué más decir. Sasuke dio un paso a ella y ella retrocedió dos, así, un par de veces hasta que ella estuvo de espaldas a la pared.

El Uchiha estiró su mano abierta a ella, como esperando por algo y Hinata frunció el ceño al no entenderlo.

—Dámelo— ordenó él.

—¿El… qué?

—Al imbécil de Naruto le diste un regalo, ¿no? — mencionó eso que vio y que le retorció las entrañas de celos — Quiero el mío.

Ella abrió los ojos sorprendida y luego se ruborizó, bajó su mirada por el pecho y abdomen masculinos y pronto tuvo que buscar otro lugar a dónde ver.

—Y-yo… ah… bueno…

Él frunció el ceño y se acercó más a ella.

—¿Me vas a decir que no me compraste nada?— preguntó al apoyar sus manos en la pared e inclinarse a verla a los ojos.

Hinata respiró con dificultad por sus labios al ser vista con tanta calma por esos ojos negros que le atravesaban el alma.

—Ah…— jadeó sin querer ganándose la mirada negra a sus labios.

Él metió uno de sus muslos entre los dos de ella, alzándole el vestido; esto fue más notorio cuando sus dos manos bajaron a su cintura y espalda, pegándola a él. Hinata jadeó de sorpresa y su aliento le dio en los labios al pelinegro, mientras se apoyaba a su pecho para no caer y lo veía a los ojos.

—¿Bebiste?— preguntó al sentir en su aliento el licor.

—U-un poco… sí— respondió ella que se quedó sintiendo la piel caliente del moreno.

—Hinata…— la nombró con medio tono cansado — siempre haciendo estupidez, tras estupidez— dijo mientras veía caer la chamarra de Naruto a sus pies entrelazados. Moriría por ver la cara de ese idiota si supiera que después de estar ingenuamente con él, Hinata iba a su departamento, y lo dejaba tocarla de esa forma, sonrió maliciosamente mientras le levantaba más el vestido al acariciarle una de sus piernas.

—Y-yo no puedo e-estar aquí… mucho tiempo— dijo ella al reconocer el rumbo que llevaban esas caricias.

—Es una lástima, porque no tengo intención de ser rápido— dijo besándole el cuello.

Ella apretó sus frías manos sobre el pecho ardiente del moreno.

—Sujétate si no quieres caer— ordenó con voz ronca cuando le alzó una pierna enredándola en su cadera y la otra mano la mantenía sujeta de la espalda, para que no se alejara.

—¡Ah! Sa-Sasuke— ella se puso roja cuando se abrazó a su cuello al perder el soporte de sus pies en el suelo, y avergonzada, también llevó su otra pierna a enredarla en su cadera.

El Uchiha avanzó, pisando la chamarra naranja tirada en el suelo, y se dirigió a su habitación, sin dejar de repartir besos húmedos en el blanco cuello de la Hyuuga.

Con un cosquilleo que comenzaba a odiar naciendo por los besos que él le daba, Hinata apenas pudo abrir los ojos cuando lo sintió abrir la puerta de esa habitación. Las luces también estaban apagadas y le era imposible distinguir mucho, salvo lo poco que la luz del comedor le dejaba ver, y eso era un tocador negro, una puerta cercana a la que recién habían cruzado y ya no pudo ver más al cerrar los ojos cuando él se tumbó a la cama, con ella bajo él.

Los ojos perlados brillaron en la parcial oscuridad. La cama vestida de un edredón oscuro y fresco estaba pegada a una ventana y ella sintió el frío que provenía de ésta refrescarle la más caliente piel.

Hinata respiró por los labios cuando la negra mirada del Uchiha bajó a entre sus piernas, mientras jugaba distraídamente con uno de sus senos, endureciéndole los pezones.

—E-esto se está convirtiendo en…— ella lo apartó ligeramente para poder sentarse en la cama, todavía con él entre sus piernas y viéndola a la cara —… en un juego muy peligroso— soltó en voz baja y preocupada lo que de verdad creía.

«Juego» pensó él.

—¿Lo dices por lo que te pedí?— sus labios rozaron los de ella en un beso que Hinata casi necesitó y eso la asustó — Me rechazaste, ¿recuerdas?

Ella dejó escapar el aliento despacio sin dejar de ver la profundidad de esos pozos negros que él tenía por ojos.

—¿Qué te preocupa, entonces?— volvió a hablar al apoyar una de sus manos en el hombro desnudo que ese vestido exhibía, pretendiendo volverla a la cama.

La mano de él ardió en su piel fresca, impuso un poco de presión y ella no se resistió demasiado para volver a bajar.

—Sasuke— ella apoyó una de sus manos en la piel caliente del pecho del chico.

—Aggh— él gimió roncamente cuando su hinchado miembro se apretó contra la tibieza que había entre los muslos de ella. Jadeó regularizando su pesada respiración —… ¿estás asustada?— preguntó en su oído mientras comenzaba a mecerse simulando penetrarla.

Hinata se sintió tonta cuando asintió en silencio y colocó su segunda mano en el duro y desnudo pecho del joven que con su gran cuerpo ya estaba dominándola.

La endurecida carne del miembro del Uchiha palpitó, reclamando su lugar entre las piernas de Hinata, y ansiosa de liberarse y enterrarse dentro de ella.

La voz masculina se hizo pesada y más ronca — Pues asústate más, Hinata…

—¿Cómo…?— susurró ella sintiendo cómo él se calentaba más y más.

Él dejó escapar su aliento caliente en el cuello femenino, al dejar caer gran parte de su peso sobre ella y llevar sus manos sobre la cabeza de la joven que lo veía en una extraña mezcla de excitación y temor.

Sasuke jadeó —… porque acabo de descubrir, que no quiero que estés enamorada de alguien más— dijo y luego llevó sus labios a comerse los de ella. Besó a Hinata con pasión y cerrando los ojos, separó sus labios y la hizo hacer lo mismo sólo para terminar resbalando su lengua dentro de la pequeña boca femenina.

La sorprendida peliazul casi se petrificó con esa confesión, o lo que fuese. Sasuke no tardó mucho en hacerla responder a sus besos mientras recordaba que había hecho ese descubrimiento horas atrás, mientras el placer lo consumía al eyacular casi en agonía luego de auto complacerse pensando en ella. Sí, hasta a ese grado había llegado a ser patético… pero aun así, no le mintió al decirle tal cosa.

Hinata comenzó a revolverse bajo su cuerpo cuando sus besos comenzaron a asfixiarla.

—Pa-para… por favor— suplicó.

—No…

—Ah…— ella apretó más sus manos en el duro pecho masculino —, Sasuke.

—¿Qué?— preguntó casi molesto al intentar volverle a besar el cuello.

—¿Qué… qué te pasa? ¿y… y por qué estás tan caliente?

Él sonrió maliciosamente —¿De verdad quieres que lo diga?

Ella se ruborizó y ofendió al mismo tiempo cuando él malinterpretó a propósito sus palabras.

—Basta— ordenó y luego de luchar con él, salió de debajo de su cuerpo. Cuando ella se sentó y se alejó un poco de él, y él se echó de espaldas a la cama, supo entonces la magnitud del cambio de la situación entre ambos… esta vez, a pesar de que él deseaba hacérselo -reconoció internamente y ruborizada- él no intentó siquiera presionar de más para obligarla a hacerlo.

—¿Por qué no quieres?— su voz profunda sonó dolida al llevarse ambas muñecas a la frente, sin verla.

Hinata vio la piel blanca del pecho y el marcado abdomen casi brillar producto de la ligera luz del exterior que se colaba hasta ahí. Cuando pudo ver ese cuerpo y sentir que se ruborizaba, ella entendió que también estaba mal, así que se puso de pie. El Uchiha siguió acostado evitando mirarla y con una pierna flexionada, ocultando sutilmente lo hinchado de su miembro.

Hinata acomodó su vestido y sólo entonces fue consciente que había perdido en alguna parte de ese departamento sus bonitas zapatillas.

—¿Te sientes bien?— se atrevió a preguntarle al acercarse.

Él no dijo ni hizo nada. La mano de la ojiperla, que por un momento se dirigió a tocarlo, se detuvo, insegura, y luego de tragar ligeramente, se dio valor y resbaló sus dedos entre su negro pelo para terminar tocando su frente.

Ella perdió el aliento —Estás ardiendo en fiebre— soltó preocupada y lo notó respirar pesadamente.

Quitó su mano y encendió la pequeña lámpara sobre un buró cercano. Él gruñó molesto por la luz y ella le notó un ligero sonrojo, seguro producto de la temperatura elevada.

—¡Ah, Dios! ¿Desde cuándo estás así?— preguntó volviendo a tocarlo y luego quitó su mano sin saber qué hacer —¿Has tomado algo?

—Una pastilla… tal vez. Vuelve a la cama, Hinata.

—¿Una pastilla?— ella repitió incrédula —… eso no basta. ¿Desde cuándo estás así?

—Hace unos días, ¡qué importa!— soltó y se sentó para tomarla del brazo y devolverla a la cama, junto a él.

—Eres un inconsciente, la temperatura alta es una urgencia médica— se soltó del no tan fuerte agarre y observó en la apenas iluminada habitación buscando algún teléfono.

—¿A dónde vas?— preguntó él cuando la vio salir de la habitación.

—Necesitas ver a un médico.

—No iré a ningún lado— soltó él y luego se volvió a dejar caer sobre las almohadas.

—No tienes que hacerlo. Cerca de aquí hay una farmacia y un médico de veinticuatro horas, que con suerte venga a verte— aclaró ella al rebuscar en el directorio de su móvil, el número de esa farmacia que Neji, tan provisoriamente le había dado para alguna necesidad que pudiese tener.

Él no dijo más y cerró sus ojos, al sentirlos arder.

Hinata lo vio desde la puerta y casi estuvo segura que su situación venía desde aquella noche bajo la lluvia, luego de salir del hospital. Se alejó un poco para hablar con la encargada de la farmacia, y luego de casi rogar por cinco minutos, el médico cedió en acudir al joven.

Ella regresó con un poco de menos preocupación.

—Traeré un poco de agua fría y algunas toallas para refrescarte— le dijo al acariciarle ligeramente la frente, al verlo con los ojos cerrados —, el médico vendrá en diez minutos. ¿Quieres algo más?

—Sí… a ti, desnuda, sudada y jadeante bajo mi cuerpo— soltó desvergonzadamente y abrió sus ojos solo para verla enrojecer completa.

Hinata lo soltó como si quemara.

—No… no me refería a eso— dio un par de pasos hacia atrás y luego se giró —. A-ahora vengo.

El Uchiha sonrió orgulloso… sí la estaba afectando, no tardaría mucho para que ella lo mirara como hombre, sino es que ya comenzaba a hacerlo. Luego su sonrisa se volvió amarga, necesitaba sacar a Naruto del camino.

Más de media hora después, el médico incluso se había marchado. El pelinegro se había negado a dejarse inyectar y eso sólo provocó que el medicamente que le bajaría la temperatura actuara a menor velocidad de la necesaria; Hinata se encargó que él se tomara las píldoras para contrarrestar la seria infección que traía en las vías respiratorias, la misma que lo mantenía realmente débil.

Los pasos suaves de la joven sonaron menos en contacto con la suave alfombra de la habitación del pelinegro. Él estaba dormido y la Hyuuga lo había cubierto con una sábana que encontró luego de buscar en el closet, había mojado un par de pequeñas toallas y las colocó en su frente e incluso en su cuello.

Se secó con su muñeca la pequeña capa de sudor que se había ganado luego de varias vueltas para cambiar el agua. Aún con la luz apagada, sus ojos casi lilas brillaron al verlo dormir, tan sereno, tan en paz… la claridad que entraba del exterior golpeaba el cuerpo del chico y Hinata se ruborizó al reconocer el atractivo que poseía y que tenía a muchas chicas tras él.

—El sueño me está haciendo desvariar— se aseguró en voz baja. Acercó su mano a su frente y sonrió al ver que la fiebre estaba bajando.

• • •

Más de una hora después, los ojos negros se abrieron con cansancio. Alzó ambas manos a quitarse la toalla húmeda que lo molestaba en su frente, y al momento de hacerlo, sintió cómo perdió calor de una de ellas. Su ceño se frunció y luego de botar el mojado objeto, la vio a ella.

Hinata estaba sentada en el suelo, con su cabeza y brazos apoyados sobre la cama; se había quedado dormida mientras le tomaba la mano.

—Idiota— soltó en voz baja al descobijarse y ponerse en pie.

Ella se quejó cuando fue cargada en brazos. Sasuke rodeó la cama y jaló con brusquedad de las mantas sobre ésta, sólo para colocar a la delgada peliazul en el mullido colchón y cobijarla.

Él bajó de la cama y la vio desde su altura, ella estaba profundamente dormida, sus ojos giraron al reloj digital suspendido en una de sus paredes… eran más de las cuatro de la madrugada, era normal su cansancio.

Sin saber qué estaba haciendo exactamente, porque era consciente que se estaba metiendo en un gran lío, volvió a rodear la cama y se metió bajo las mantas con ella. El frío de la noche pareció calar a la joven que buscó el calor corporal del chico, Sasuke la vio de reojo al estar con la espalda en el colchón.

Hinata lo abrazó con su brazo desnudo y ese roce provocó un cosquilleo en el estómago del pelinegro.

—La temperatura bajó— soltó ella en voz baja y él frunció el ceño sin saber si estaba dormida o despierta.

—Hinata— la nombró al voltearse y acercar su rostro a ella. Su mano izquierda recorrió el flequillo lacio y azulado, también acomodó un mechón de cabello que pasó sobre sus hombros. Ella no respondió ni abrió los ojos.

«¿Qué mierdas estás haciendo, Sasuke?» se preguntó al tiempo que le besaba ligeramente los labios a la Hyuuga y luego de mover sus labios sobre los de ella, Hinata abrió sus ojos apenas perceptiblemente, y la mano que mantenía en el pecho del Uchiha, subió a su cuello sólo para volver a cerrar los ojos y corresponder a ese beso, en un contacto tan íntimo… casi tierno. Los labios de ambos se probaron despacio, se degustaron e incluso Hinata acarició con su lengua el labio inferior de él.

Cuando Sasuke la apretó más a su cuerpo, ella sonrió con los ojos cerrados.

—Sí bajó… me da gusto— soltó la agotada joven que volvió a dormir, mientras dejaba su mano en su cuello.

—¿Hinata?— él la nombró y tragó pesadamente al sospechar que ya no reaccionaría — Demonios— soltó sin creerlo, y tampoco pudo creer el calor en el pecho que le provocó el sentir el cariño de esa Hyuuga por primera vez dirigido hacia él.

Se tumbó de espaldas a la cama, intentando digerir esa nueva sensación. Suspiró sin saber si era justo para Hinata estarla convirtiendo el motivo de su frustración y deseo.

—Joder— soltó frustrado al resbalar uno de sus brazos bajo el cuello femenino y abrazarla, haciendo con ello que el brazo que ella tenía sobre él, le rodeara la espalda, en algo parecido a un abrazo correspondido.

El Uchiha cerró poco a poco sus negros ojos, mientras trataba de ignorar el hecho de que Hinata era la primera persona con la que pasaba navidad en varios años, y que también era la primera mujer que llegaba a su cama únicamente para dormir.

Ya estaba jodido.

Maldita sea.

Continuará…

Hola chicas ñ.ñ

Espero no haberme tardado en actualizar… como sea, ojalá el capítulo les haya gustado, ya desde aquí vamos a comenzar a ver un poco del cambio en Hina. Ams, por ahí me pidieron que ya fueran novios pero eso complica la idea que tengo, Sasuke lo mencionó en el capítulo pasado sólo para que se vea el interés-necesidad que él ya tiene.

Repito, ojalá les vaya gustando, gracias por sus comentarios y sugerencias, de ahí, como algunas habrán notado, puedo tomar ideas y colocarlas, así que si algo se les ocurre, díganlo xD

Como novedad, digo que vengo de mi otro fanfic con una crisis y el corazón apretado, así que voy a tomar esta historia como prioridad y al menos, de aquí hasta fin de año, será el único longfic que actualice, y bueno, ojalá salgan al menos, cinco capítulos más (:

Ya, agradezco comentarios:

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Una nena me preguntó cuánto falta para terminar, no tengo mucha idea D:

Y ya para finalizar, sólo decir que en mi perfil estaré dejando un adelanto –spoiler- del siguiente capítulo cuando esté por actualizar… es decir, cuando haya un spoiler, es porque el fic tardará una semana o menos para actualizarse, eso si no pasa nada extraño con mi rutina xDD

Besos, Aidé.