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LOS PERSONAJES DE NARUTO NO ME PERTENECEN, SON PROPIEDAD DE MASASHI KISHIMOTO. LA HISTORIA, ES MÍA.
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ATRACCIÓN Y REPELENCIA
Capítulo dedicado a Karli Izquierdo y a Artemis FM, que estuvieron cumpliendo años.
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Con la mañana sobre la muy nublada ciudad, los ojos cerrados de Hinata se apretaron, en un indicio que pronto estaría por despertar; sus párpados parecieron pesar y su cuerpo se negó a perder la calidez que lo envolvía. Ella suspiró despacio y todavía muy adormecida, ladeó su rostro reconfortándose con la tibieza a su lado, la piel desnuda del hombro y pecho del Uchiha, como su agradable aroma, la relajaron todavía más.
Momentos después cuando intentó acomodarse sobre el blando colchón y sintió un peso sobre sus piernas, ella se quejó; comenzó a removerse y entonces fue consciente que parecía inmovilizada. Abrió sus ojos despacio, con pereza a pesar de la extrañez de no poderse mover con naturalidad. Apenas sus perladas orbes se abrieron y desconoció el lugar, pareció preocuparse y esto fue notorio al abrir más sus ojos y tensarse mientras buscaba zafarse de la pierna que el Uchiha mantenía sobre las suyas.
—Ahhh— jadeó al no lograrlo.
Volvió a recostarse y alzó su rostro al perfecto y dormido de él.
«Pasamos la noche juntos… Otra vez» ella pareció palidecer ante ese descubrimiento.
¿A qué hora se quedó dormida? Ella se había asegurado que una vez que la temperatura bajara, se marcharía, ¿cuándo fue que perdió contra el cansancio? Ver las perfectas facciones del pelinegro y entender que él la había cargado –y respetado- durante la noche para dejarla dormir a su lado, la ruborizó. Se ruborizó todavía más al darse cuenta que mientras un brazo del Uchiha estaba bajo su cuello, la mano del otro estaba abierta y apoyada en uno de sus senos; entonces se sintió atrapada.
«Debo salir de aquí» se aseguró doblemente, pues antes de hacerlo del departamento, tenía que escapar del agarre que pesaba en ella.
La lacia peliazul se mordió el labio y bajo las mantas movió una de sus piernas, sacándola de entre las de él, hizo lo mismo con la segunda y cuando quiso girarse para librarse de su brazo, la mano sobre su seno, se apretó sobre éste.
—¿A dónde crees que vas?— la voz ronca del pelinegro la paralizó.
Ella giró su rostro a él despacio, justo a tiempo para verlo abrir sus ojos.
Luego de perder el aliento, se atrevió a hablar.
—E-Es tarde ya…
—¿Y? Ya estamos de vacaciones, ¿tienes algo que hacer?— preguntó haciéndola quedar sobre el colchón, y con otra vez sus piernas entre las de él.
Hinata se llevó ambas manos al pecho y vio resignada como en un segundo, había perdido el ligero avance que ganó para salir de ahí.
Ligeramente nerviosa por esos profundos ojos negros puestos en ella, negó con su rostro a su pregunta.
—Sí— pero se contradijo en voz baja.
Él frunció el ceño… ella le estaba mintiendo.
Sonrió maliciosamente después, al saberla nerviosa por él; se fascinó con esos ojos casi asustadizos, pues eran de nervios, no de terror. Era otra vez ese nerviosismo grato que ella emanaba y que lo provocaba jodidamente, pues una vez más ahí estaba, ese vulnerable y tentador ángel que se dejaba corromper por él. Se subió a su cuerpo y Hinata apoyó sus manos en su pecho, sin saber qué hacer o cómo reaccionar cuando él comenzó a acariciar entre su cuello y hombro con la punta de su nariz, provocándole un tibio cosquilleo que la recorrió completa.
—Sasuke…
—¿Si?
La voz ronca casi en su oído y su tibio aliento le erizaron la piel a Hinata.
—Yo… yo de verdad… debo— mencionó con su seguridad siendo quebrada por una de las grandes manos masculinas bajando por un costado de su cuerpo, para llegar a una de sus piernas, acariciando su piel y subiendo peligrosamente.
—¿Debes?— jadeó —¿Debes qué, Hinata?— dejó caer su peso sobre ella cuando le separó las piernas, juntando su endurecido sexo con el tibio de ella. La peliazul se removió bajó él como única respuesta — Déjame agradecerte como se debe, el haber cuidado de mí— soltó despacio y roncamente, con una mueca parecida a una sonrisa en sus labios.
Cuando él llevó su mano a su espalda y localizó el cierre del vestido, para comenzar a bajarlo, ella se atrevió a verlo a los ojos.
—No, no tienes que… a-agradecerlo— aseguró con un sonrojo en sus mejillas.
Sasuke sacó su mano de debajo de ella.
—Además… de-debes tomar nuevamente tu medicamento— le alegó cuando él comenzó a bajar el único hombro que tenía ese vestido, dejando ante sus ojos la perfección de esos dos senos, delicadamente cubiertos por un sostén de encaje, también negro. Sasuke casi pierde el aliento cuando con dos de sus dedos, deslizó éste y expuso la desnudez de ambos senos.
Hinata apartó las manos del pecho de Sasuke, y las llevó a cubrirse.
Los ojos negros, puestos en aquél manjar de dioses, subieron a los ojos perlados.
—N-no, no me mires así— suplicó ella al desviar su rostro incómoda.
Él sonrió de medio lado —¿Por qué?— le preguntó bajando a besarle la quijada y su oreja.
Hinata volvió a estremecerse.
—Porque no— soltó negándose a sentir esa tibia sensación que ya la recorría —, porque me pones nerviosa, no me gusta… me… me haces sentir… mal— añadió cuando él no se detuvo y siguió besándola, pegando atrevidamente la erección bajo sus pantalones a ella.
—¿Mal?— la masculina voz sonó más gruesa al verla a los ojos — ¿Asustada… o asqueada?— preguntó buscando entenderla, era obvio que lo dijo porque la hacía sentir cosas, cosas que Hinata sentía que no debía sentir; quería saber, saber exactamente cuánto territorio había logrado ganar con ella.
Ella perdió el aliento.
—¿Te asqueo, Hinata?— preguntó despacio en sus labios. Cuando la mirada de ella tembló al verlo, Sasuke sonrió y bajó lentamente hasta uno de sus dos senos, dejó escapar su aliento sobre éste que se endureció haciendo temblar a la Hyuuga, luego lo lamió y Hinata gimió.
No. No la asqueaba.
—Por favor, basta— suplicó ella cuando Sasuke sujetó sus dos manos y comenzó a comer con cierta fuerza su seno, humedeciéndolo y abarcando mucho de él dentro de su boca. Hinata apretó sus ojos cuando una agradable sensación bajó de ahí donde él chupaba, hasta lo más profundo de su vientre… ¿asquearla?, no, y no supo cuándo exactamente había dejado de sentir eso, tal vez desde aquella vez que se dejó abrazar por él, cuando tirados en el suelo de su sala, él la consoló luego de haber creído que su maestra había muerto en ese accidente.
—Entonces es miedo— dedujo él al levantarse ligeramente y volver a ver a ese rostro sonrojado y pudoroso, dejando por fin ese sensible pezón que se rosaba con su duro pecho.
Ella negó con el rostro, despacio y sin decir nada. Él sonrió maliciosamente.
—Miedo… ¿pavor?— buscó saber. Hinata frunció el ceño y se quedó quieta, sólo respirando con profundidad. No, tampoco era pavor a él —… o miedo— añadió y luego de soltarle una mano que ella dejó inmóvil, él llevó la suya bajo las mantas, específicamente a esa tibieza que había entre sus piernas —… ¿terror?— finalizó con una sonrisa arrogante cuando ella respingó al tocarle los pliegues de su sexo, luego de haber colado sus dedos bajo sus delgadas bragas.
Ella perdió el aliento y enrojeció más.
—Ah… de-debes estar loco— ella se removió y buscó salir de debajo de su cuerpo, ¿cómo decía tales cosas sin pena alguna y viéndola a los ojos? ¿no conocía la vergüenza… esa que la estaba matando a ella? —. De-déjame ir… por favor.
Él sonrió orgulloso y se apoyó más sobre ella, aplastando sus redondos senos y dejando su mano entre sus sexos.
—Entonces te aterra esto, Hinata— dedujo al llevar su otra mano sobre la cabeza femenina. La peliazul no se atrevía a verlo y él sólo deseaba que se volteara y que lo besara, aunque viendo ese fino perfil sonrojado y agitado, volvía a darle la visión angelical de esa joven negándose al placer. Era perfecta y jodidamente deseable a sus ojos.
—Ah-ahhh— la Hyuuga gimió pudorosa cuando el sinvergüenza muchacho la penetró despacio con dos de sus dedos, enterrándose despacio en ella.
«Así que ya estabas mojada, Hinata» pensó satisfactoriamente el Uchiha.
—Deja de hacer eso— pidió ella cuando controló su cuerpo y volvió a apoyar su mano en el duro pecho masculino, viéndolo a los ojos, pretendiendo ignorar que él había notado su humedad —… n-no es correcto, ni agradable ta-tampoco— aseguró.
Él sonrió —Mentirosa— le susurró sobre los labios al tiempo que comenzaba a sacar sus dedos, despacio, sólo para volverlos a ingresar.
Ver a una Hinata ruborizada, cerrar sus ojos y fruncir su ceño, separar sus labios ahogando un gemido y sus delgados dedos presionándose contra su pecho, fue lo más excitante que juraba haber visto; eso lo recordaría por mucho tiempo, estuvo seguro, quiso verla todavía más y por eso incrementó el ritmo de su mano, apretándola, entrando profundo en ella.
Hinata gimió y él buscó sus labios mientras la sentía sujetarse de sus hombros como si creyese que en cualquier momento fuese a caer. El aliento tibio de la joven chocó con los labios del Uchiha y él ya no quiso seguir solo viéndola, así que la besó; y mientras su mano se humedecía cada vez más al no darle tregua a la curvilínea joven, su erecto miembro palpitaba y se lubricaba, exigiendo ocupar el lugar de esos dedos y extasiarlo de ella.
—Sasuke— ella lo nombró cuando sintió ligeros espasmos recorrerla, y amenazando con hacerla casi convulsionar de placer. Ese joven sabía exactamente bien dónde y cómo tocar, estaba segura, pues en poco tiempo ella casi desfallecía y él no hacía más que verla y seguirla tocando por dentro, demostrándole qué tan sumergida estaba con él —…ah, por favor…
—Ahora, vas a correrte para mí, Hinata— aseguró con voz ronca de pasión mientras descendía a besarle el cuello. Ella intentó apretar sus piernas pero era imposible con él entre ellas. Sasuke golpeó con fuerza la base de sus dedos con la sedosidad del sexo femenino al penetrarla, la temperatura interior subió y tras presionar esa zona sensible, la descubrió temblando bajo su cuerpo.
—Ah…
—Así, Hinata— ronroneó al sentirla estremecerse por dentro y por fuera.
Ella estaba al borde de un orgasmo y él estaba en su límite también, sólo quería meterse en su cuerpo, penetrarla con fuerza y derramarse en su interior.
Cuando los espasmos dentro de ella comenzaban a hacerse notar y él comenzó a sudar, el timbre del departamento sonó, distrayendo y asustando a Hinata y molestándolo a él.
—Agh… sólo ignóralo— pidió cuando el timbre volvió a sonar y él volvió a besar su cuello.
Hinata apretó sus manos en su pecho y buscó moverse —Ah… no.
Sasuke mordió su cuello al seguirla masturbando pero la Hyuuga le detuvo esa atrevida mano.
—¿Qui-quién puede ser?
Él la vio comenzando a fastidiarse —No tengo idea y no me importa.
El sonar del timbre se hizo más insistente, como si presionaran el botón y mantuvieran el dedo pegado, molestando al Uchiha.
—Cre-creo que deberías ir a ver…
Él gruñó.
—¡Sasuke! ¿Estás ahí dentro?— la voz masculina y fastidiada llegó hasta ellos mientras se volvía a escuchar el timbre. Los ojos perlados buscaron los oscuros que voltearon en dirección a la puerta.
—¿Sabes quién es?— preguntó en voz baja mientras se cubría con un brazo sus senos desnudos, pues esa voz no era de nadie que ella conociera.
—Joder— soltó molesto el pelinegro y luego de resoplar se levantó —. Quédate aquí— ordenó.
Hinata lo vio salir vistiendo al igual que anoche, sólo el pantalón de su pijama y cerrar la puerta. Ella cerró los ojos y suspiró asimilando los espasmos dentro de ella que comenzaban a desaparecer, y dándose cuenta hasta dónde habían llegado otra vez, o más bien, hasta dónde habían alcanzado a llegar, pues si ese timbre no sonaba, él le hubiera hecho…
Se puso roja y se levantó. Luchó por bajar su vestido cubriendo sus piernas y sosteniendo el mismo en su pecho; el azulino cabello estaba revuelto y ella avanzó mientras subía el cierre de su vestido, necesitaba al menos abrir esa puerta para que así cuando Sasuke regresara, ella pudiera salir y alejarse de él, teniendo un mayor porcentaje de oportunidad de irse porque era consciente que si él volvía a encerrarla en esa habitación con él, no saldría hasta que él quedase satisfecho.
—Demonios, ¡ya voy!— la voz ronca y molesta del Uchiha se hizo sonar.
Abrió la puerta con poca paciencia, desperezando a su gato que dormía en uno de los sofás de su sala, y haciendo abrir los ojos sorprendido al alto moreno peliplata y de ojos morados.
—¿Qué quieres?— preguntó secamente el altivo Uchiha.
Hidan lo vio aun en pijama a pesar que ya pasaban de las diez de la mañana y sonrió burlonamente.
—¿Interrumpo?— preguntó con medio tono de burla al notarle la erección bajo su ropa.
La mirada fría y cargada de molestia del Uchiha no lo intimidó e incluso se atrevió a ladear su rostro, notando a la chica que se asomó de la puerta que seguro era de alguna recámara, la blanca peliazul se llevó una mano a la boca al ser descubierta y cuando Sasuke volteó de medio lado, viéndola, ella pegó su espalda a la puerta abierta, ocultándose de su vista.
—Pregunté que qué quieres— repitió el Uchiha.
El peliblanco sonrió con burla —No, pues si yo también estuviera molesto si me hubieran interrumpido.
—Hidan— amenazó el moreno.
—¡Ya, hombre!— alzó la voz mientras se metía la mano al bolsillo de su pantalón — El imbécil de Pain me mandó— habló irrespetuosamente—, me dijo que lo llamaste ayer y que necesitabas esto— añadió arrojándole un par de minúsculas bolsas plásticas, las mismas que el Uchiha sostuvo en la palma de su mano y las apretó en ésta, mientras volteaba de medio lado viendo si Hinata no volvía a verlos.
El pelinegro asintió apenas perceptiblemente.
Los ojos morados notaron el interés que el Uchiha mostró en la joven en el interior.
—Supongo que… otra vez te arreglarás con él— añadió refiriéndose al pago, para terminar encogiéndose de hombros y girándose para volver tras sus pasos.
El pelinegro lo vio partir mientras mantenía apretadas las pequeñas dosis que le había dejado. Cerró la puerta y justo cuando dejaba eso que traía en la mano dentro de un pequeño frutero sobre la barra, Hinata apareció.
Cuando los ojos sorprendidos de la Hyuuga se unieron a los profundos y casi vacíos del Uchiha, ella tragó pesadamente.
—E-ese muchacho— se atrevió a hablar mientras mantenía una de sus manos sobre su pecho y con la otra parecía abrazarse.
Sasuke la vio inmóvil y casi temblar, tal vez de frío o de impresión, no podría estar seguro.
—Él no importa— aseguró dando un par de firmes pasos a ella, dejando tras él aquellas dosis que sin lugar a dudas eran lo peor de él, y que ella no debía saber.
Sasuke quiso tomarla de la cintura y jalarla a la habitación de regreso, pero Hinata se soltó con agilidad, casi como si él la hubiese quemado. Sus ojos perlas temblaron.
—Ese muchacho— insistió ella y él tragó ligeramente —… lo he visto con… con ese otro chico; ese que aquella vez, saliendo del bar— mencionó sin poder creerlo —… él y ese tal Deidara son amigos. Y… ¿tú también?
Él frunció el ceño.
—No sé qué te estés imaginando— cortó secamente.
Hinata tragó ligeramente —¿Cómo puedes tener amigos tan crueles?— le preguntó recordando que Deidara amenazó con abusar de ella y que incluso él y otro muchacho pelirrojo le habían puesto una paliza a él mismo, aquellos dos y cualquiera de su círculo cercano no podían ser buenas personas.
—Creo que he dejado claro que no tengo amigos.
Ella lo vio a los ojos, buscando reconocerlo… otra vez Sasuke mostraba esa actitud fría y casi hostil.
—¿Entonces a qué vino?— preguntó al parecerle sospechosa la actitud de ambos, casi cómplice.
—Ese no es asunto tuyo, Hinata— dejó claro secamente.
Ella volvió a sentir agresividad en su voz y negó en silencio, doliéndole el trato seco, luego de que ambos...
—Ah… cla-claro— dijo desviando la mirada —. No debí preguntar, lo siento y, ya debo irme— añadió y dio varios pasos pretendiendo buscar sus zapatillas y también la chaqueta de Naruto.
—No te vayas, todavía tenemos algo pendiente— él la sujetó del brazo cuando ella se inclinaba por sus cosas.
Ella se soltó y negó despacio —No tenemos nada pendiente— mostró su firmeza al verlo a los ojos, sintiendo un extraño dolor en el pecho, Sasuke no cambiaba, seguía siendo un chico hiriente y ella debía recordarse que no podía permitirse involucrarse más con él, ¿qué demonios pasaba con ella? —. Ya no puedo permanecer más tiempo cerca.
—Hinata— la nombró luego de suspirar y ella continuó poniéndose sus zapatos.
«Maldición»
—Tsk. Hidan no es mi amigo.
—No tienes que explicar nada— aseguró ella al sostener la chaqueta que Naruto amablemente le había prestado, molestándolo.
—No quiero que te enojes, hoy no— explicó secamente confundiéndola por el nuevo cambio —. Él vino a pagarme un dinero que le había prestado, nada más— mintió —. Quédate.
A ella le cosquilleó el estómago y negó.
—No.
—¿Tienes con quién pasar navidad?— interrumpió él haciéndola abrir los ojos. Él sonrió sin ánimo —. No puedo ser peor compañía que la soledad, ¿verdad?
—Ah…— ella perdió el aliento al verlo. ¿Él le estaba pidiendo que pasaran navidad juntos? ¿Lo hacía por él o por ella?
—No lo haremos si no quieres, pero quédate— añadió poniéndola roja, y arrancándole de las manos esa prenda del Uzumaki que terminó tirada en el suelo lejos de ellos.
Sasuke se sintió patético al acariciarle la mejilla, mientras ella lo veía indecisa. Él todavía estaba débil y si se era sincero, de verdad no quería que ella se fuera, por eso cuando Hinata asintió despacio y se libró de su contacto al girarse y recoger la maldita chaqueta de Naruto, para terminar prestando atención a sus libretas sobre la mesa –haciéndose espacio entre las latas vacías de cerveza-, él estuvo seguro que se quedaría.
—Me daré una ducha, luego saldremos a comer algo— informó secamente, pues ahora que Hinata se había negado, tenía una erección que desaparecer.
Ella asintió sin librarse de ese cosquilleo en el estómago. Sasuke era tan… enigmático para ella; podía pasar de hacerla sentir todas esas sensaciones bochornosas en la cama, a descolocarla casi dándole miedo por su frialdad, y luego mostrar esa pasividad con indicios de necesidad que la volvían a calmar, manteniéndola una vez más, sólo una vez más con él.
¿Cuánto más podrían seguir con esa especie de estira y afloja?
Cuando el gato negro del Uchiha llegó a sentarse en sus muslos, al estar ella sentada en la alfombra de la sala, pretendiendo revisar el que ya sabía que era el proyecto compartido que tenían, ella dejó sus pensamientos de lado. El pequeño felino maulló y ella le acarició la cabeza.
—¿Tienes hambre?— le preguntó y éste sólo se restregó en su mano. Hinata le sonrió — Te prepararé algo, es navidad, supongo que también necesitas comer algo especial— le aseguró y se levantó, llevándose con ellas las latas de cervezas vacías, despejando así el lugar y haciéndolo ver tan pulcro como siempre solía estar.
Cuando la Hyuuga abrió el refrigerador, se dio cuenta que había suficiente comida, seguro Sasuke cocinaba de vez en cuando; volteó a ver al gato y luego de suspirar, volvió a sonreír.
Sacó algo de carne, verduras, tomates y demás cosas que pudiera necesitar. Encendió la estufa y tuvo que pararse de puntas para poder alcanzar la alacena y ver qué más podría cocinar.
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Largos minutos después, el Uchiha vestía un pantalón deportivo negro y una camisa sin mangas del mismo color, su cabello todavía estaba húmedo y estaba revolviéndoselo frente al espejo del tocador de su habitación, cuando un olor a comida llegó a él.
A través del espejo observó la cama deshecha… era una lástima no haberla utilizado como quería con ella.
El olor a comida se acentuó y él frunció el ceño, su habitación dejaba de oler a ella con ese nuevo aroma. Resopló fastidiado y salió de la habitación.
—Te dije que saldríamos a comer, ¿qué haces?— preguntó apareciendo en la cocina, sus ojos negros fueron de ella que había pegado un pequeño respingo, al gato — ¿y qué hace el gato comiendo carne?
Ella sonrió nerviosa al no haberlo sentido llegar, pues para no sentirse tan incómoda, había colocado música en su celular.
—Es navidad… ¿no?, supuse que él también debía celebrar.
Él la vio fríamente y ella se avergonzó.
Hinata se mordió el labio —Pre-preparé algo de comida— dijo girándose y viendo que el estofado de tomate estaba casi listo. Las verduras estaban en su punto y la salsa de soya había quedado deliciosa, como el arroz.
—Te dije que saldríamos a comer, no tenías que hacerlo— mencionó viendo como nerviosa apagaba la estufa.
—Bueno, sí… pero… bueno, es navidad y, y para salir tendría que ir a mi departamento, cambiarme y bueno, salir a buscar un restaurant y yo…— intentó explicar mientras jugaba con sus dedos.
¿Y ella? No quería que la vieran con él, seguro. La mirada negra no dejó de verla, molesto.
—Y bueno…
—¿Sí?— presionó.
—Pues yo ya tengo hambre— confesó ingenuamente llevándose la mano al estómago.
El Uchiha sonrió de medio lado viendo cómo la avergonzó decir eso. Ver a Hinata hacerse líos viendo qué servir primero para librarse de la atención de él puesta en ella, casi lo divirtió, dejándole una sensación de mayor naturalidad al estar juntos.
Sasuke se giró a la mesa y vio una jarra de jugo de naranja servida, un par de vasos y la mesa servida para dos, uno frente al otro… ¿qué era Hinata?¿Alguna especie de geniecillo en la cocina? Se preguntó al también ver dos platos con fruta picada en pequeños trozos.
—A-aquí están tus medicamentos— dejó los tres pequeños frascos que el médico le había suscrito.
Sasuke la vio regresar con los platos en la mano para comenzar a servir y luego de resoplar, tomó cada una de sus píldoras. Cuando los alimentos casi llenaron el pequeño comedor, tomar asiento frente a Sasuke fue una prueba de valor, él seguía intimidándola con su presencia y a decir verdad, no sabía bien qué decir.
Los ojos negros se elevaron a ella y Hinata se sintió tonta al permanecer en mutismo.
—Ah… no, no estaba segura si esto es desayuno o almuerzo así que…
—Da igual— interrumpió él al tomar una porción de arroz con los palillos y acercarla a sumergirla a un pequeño recipiente con salsa —. ¿Qué es esto?
—U-una salsa especial que preparan en la familia— explicó viendo si eso le molestaba.
Él alzó ambas cejas en un gesto que ella nunca le había visto.
—Es bastante sencilla realmente, pero no en todos lados la preparan— explicó temiendo que no le gustara, y prosiguió contando que el arte de esa salsa, era el punto exacto de cocción de los ingredientes y las hiervas de olor, que por fortuna había encontrado entre sus alimentos.
Hinata tal vez estaba nerviosa, por eso había comenzado a hablar dando explicaciones no pedidas, y finalmente, sintiéndose tonta, guardó silencio al notar que él sólo la estaba dejando hablar.
Ella comenzó a comer y jugó con sus palillos pretendiendo distraerse.
—Tu sazón me resulta familiar— dijo finalmente el Uchiha haciéndola llevar sus ojos a él.
—¿Familiar?... ¿cómo al de su madre?— preguntó ella extrañada mientras jugaba con sus verduras.
—Podría ser… ni siquiera sé por qué lo recordé— contestó secamente volviendo su atención a la comida.
Hinata sonrió con cierta nostalgia, entendiendo que seguro hacía tiempo que no probaba algo preparado por su madre —Yo ya ni siquiera recuerdo el sazón de mamá— agregó ella con voz baja y él alzó sus ojos a ella.
—Murió, ¿cierto?
—Hace más de diez años— explicó y tras sonreír añorando a la familia que una vez tuvo, unió sus ojos a los de él —. Yo no perdería el tiempo con nada, si pudiera estar con mi familia completa.
Él rodó los ojos —No todas las familias son la perfecta Hyuuga.
—Mi familia no es perfecta— aclaró ella.
—Pues la mía tampoco. Y dime, ¿por qué no estás con ellos?— fue cortante y preguntó.
Hinata se encogió de hombros —Neji niisan está ocupado.
—Tu primo está ocupado— corrigió celoso —. ¿Y tu padre? ¿Tu hermana?
—Hanabi está en un internado, volverá un fin de semana el año entrante— dijo y él notó cómo Hinata evitaba hablar de su padre —, y bueno… papá tiene asuntos importantes qué atender.
—Mph— él sonrió con ironía —… esos ancianos, siempre las malditas empresas— soltó despectivamente y ella no pasó por alto la molestia en su voz. Y mientras ella lo miraba, él pensaba que al menos el viejo Hyuuga de verdad trabajaba y no se la pasaba de amante en amante como su padre.
—¿Y el resto de tu familia?— preguntó Hinata que entendía que Fugaku al igual que su padre no tenía descanso.
—En sus asuntos— dijo siendo consciente que su madre posiblemente seguía bajo resguardo médico, e Itachi seguro estaría con su novia, visitándola.
Luego de eso, se hizo un silencio incómodo en el que terminaron de comer, mientras Hinata caía en cuenta que ambos tenían más en común de lo que pensaba, y reafirmaba la idea, que lo único que los diferenciaba, era la cara que ambos le ponían a sus situaciones, mientras ella aceptaba todo lo que le ocurría, Sasuke se negaba y protestaba a su peculiar manera, haciéndoles la vida difícil al resto mientras tomaba el mando y control de su vida.
—¿Terminaste?— preguntó él cuando ella dejó de comer.
Hinata alzó sus ojos a él y sólo entonces cayó en cuenta que estaba de pie a su lado, asintió y él retiró los trastos.
—A-antes de que me vaya— habló en voz alta, haciéndolo voltear de medio lado a verla —… ¿podrías mostrarme el avance que llevas del proyecto?— pidió y se mordió el labio. Odiaba pensar que molestaba, pero después de fin de año, sólo tendrían varios días más de descanso y luego volverían a incorporarse a algunas clases, y ella apenas había tenido tiempo de investigar algo más.
Sasuke le indicó con el rostro en dirección a la mesa ratona, donde se encontraba el trabajo que había hecho, y Hinata luego de acercar los vasos y asegurarse de dejar la mesa despejada, se acercó a la sala para ahora sí revisar el trabajo.
Cuando el Uchiha llegó con su computador y se sentó a su lado, rozando sus brazos en el acto, ella se ruborizó y sintió un cosquilleo extraño; de verdad no creía que él fuese a tomar en serio su petición. El pelinegro encendió su portátil y en minutos ya tenía a Hinata atenta a sus explicaciones; el sonrojo de la peliazul incrementó ligeramente cuando volteó a verlo y lo notó concentrado en el computador, Sasuke también se veía realmente bien en faceta de intelectual.
«¿Qué estoy pensando?» Hinata se sorprendió internamente al dejar de verlo.
—¿Entendiste?
—Sí— mintió para librarse de su mirada.
—Bien— mencionó sin creerle demasiado.
Estuvieron largos minutos más así, él ignorando las ganas que tenía de tumbarla en el suelo, tocarla y hacérselo, y ella esforzándose por no pensar en esa cálida sensación que él la estaba haciendo sentir.
Cerca de la una y luego de que el pequeño gato jugueteara sobre sus libros y libretas, Sasuke se hubiese levantado a beber algo y Hinata intentado concentrarse, el móvil de ésta última sonó.
—¿Eh?— alzó su vista al aparato que había dejado sobre la barra —¿quién puede ser?— se preguntó y se levantó.
—No atiendas.
—E-es sólo un texto… puede ser importante.
—Si lo fuese, llamarían— dijo él recargándose en la columna de la cocina, cerca de ella.
Ella negó sabiendo que en su familia incluso algo tan simple como un texto podía ser importante.
—Es mi niisan.
—¿Y qué demonios quiere?— preguntó celoso pero sin acercarse, al volver a tomar de un vaso de agua.
—Que comamos juntos. Tendré que irme ya— mencionó y explicó, al pretender juntar las pocas cosas con las que llegó y retirarse si quería estar lista para cuando Neji llegara buscándola.
—Hinata…
—Ah…— ella detuvo sus pasos y volteó a verlo — e-en dos días es mi cumpleaños— comentó no tan segura —… I-Ino y Sakura insistieron en festejarlo— explicó jugando con su móvil y sus dedos —, será en mi departamento… a las ocho, por si…
Él sonrió apenas visiblemente al verla lucir nerviosa mientras lo invitaba.
—¿Quieres que esté ahí?— cuestionó al acercarse.
Ella se ruborizó —S-sólo si quieres— dijo pretendiendo pasarlo de largo para ahora sí recoger sus cosas.
—¿Y quieres que vaya como tu amigo—habló deteniéndola al tomarla del brazo—, tu novio o tu aman-?
—Nadie debe saberlo— aclaró ella abochornada, interrumpiéndolo.
Él achicó los ojos.
—¿Por qué, Hinata? ¿Por qué te vas conmigo a la cama y no quieres tener nada de verdad?— preguntó curioso, sabiendo que ella no era de esas chicas, es más, ni siquiera debería tolerar su contacto.
Ella pensó en Itachi y en la promesa hecha, y también en lo que Sasuke estaba haciéndola sentir.
—A-alguna vez dijiste que… que no me dejarías y…
—Y tú dijiste que no me querías cerca, que esto era un absurdo y un error, ¿qué cambió?— preguntó presionando el delgado brazo femenino, sin intensión de soltarla hasta entender las razones que la hacían quedarse con él. Tampoco era estúpido, aunque a veces disfrutaba dejar de pensar en las verdaderas razones de esa ojiluna.
—N-nada— dijo la peliazul viendo el agarre que pesaba sobre ella.
Él frunció el ceño, volviendo más suspicaz su negra mirada —¿Sientes algo por mí?
Ella ladeó su mirada.
—¿Hinata?— presionó y apretó su agarre.
—Ah… no. No lo sé…— dijo nerviosa, confundida y preocupada por su insistencia.
—¿Y qué sí sabes?— preguntó molesto.
—Que nadie más debe enterarse de esto— le dijo viéndolo a los ojos.
—¿Nadie más?... ¿con eso no querrás decir Naruto?— él enarcó una ceja, molesto.
Ella jaló su brazo y él la soltó.
—Y Sakura— añadió siguiendo el rumbo que él creía que era la verdad, que aunque también a eso le temía, tampoco era el motivo real por el que lo hacía —. T-tú me metiste en esto, ¿recuerdas? Se lo dijiste a tu familia, e Ino lo cree también por aquella indiscreción de tu parte— dijo para dejar claro, excluyendo a Itachi y Mikoto de todo ese lío —… Así que ante ellos, vamos a fingir que ocultamos esa relación, que no es relación.
Él sonrió molesto.
Entonces Hinata lo hacía para seguirlo en su mentira.
—Entonces mientes muy bien, Hinata… mira que acostarte conmigo sólo por eso— ella apretó los dientes en ese golpe bajo.
—E-eso es distinto— dijo ella, que sintiéndose acorralada frente esa verdad que la atormentaba, sintió que sus ojos picaron.
—¿Cómo lo es?— preguntó alzándole la barbilla para hacerla verlo.
«¿Cómo lo es?» también se preguntó ella internamente, ¿cómo culpaba a Itachi en todo eso?... no podía, ni Itachi ni Mikoto justificaban que ella tuviese sexo con él.
—Sasuke…— lo nombró y sus ojos comenzaron a aguarse.
—Sientes algo por mí, ¿verdad?
Ella se paralizó ante esa pregunta que también se había hecho y a la que no se atrevía a responderse.
—¿Verdad, Hinata?— preguntó afirmándola de la cintura y bajando su rostro para rosar sus labios con los de ella. Sentirla temblar y no saber qué decirle, le dijo que sí, Hinata sentía algo, por mínimo que fuese, y era lo que la hacía entregarse a él, seguirlo, estar pendiente de él y no mandarlo al infierno como muchas veces se mereció.
Ella perdió el aliento y quiso llorar. Afuera pequeños copos de nieve caían en el helado día y ninguno lo notó.
Los ojos negros y profundos de él se fijaron en los de ella que llorosos temblaban al verlo.
—¿Y bien?— habló despacio sobre sus labios, haciéndola retroceder un par de pasos, hasta aprisionarla contra la barra del comedor.
—Ah… s-sí— reconoció para placer de él y tormento suyo. Sasuke sonrió apenas visiblemente —. Pero eso no cambia nada— se forzó a continuar… bien, sí sentía algo por él, por eso se mantenía quieta y a su lado, por eso disfrutaba sus caricias y por eso se sentía ligada a él, pero aquello no cambiaba nada como le dijo, no cambiaba el pasado ni las mentiras, o el dolor; es más, ni siquiera sabía qué era aquello y por qué lo sentía.
—¿No cambia nada?..., díselo a tus orgasmos— fue cruelmente directo.
Ella se zafó de su agarre y lo vio molesta —¿Cómo puedes ser tan cruel?
—Soy directo únicamente. Te estás yendo a la cama conmigo, porque lo deseas.
Ella tembló ante la cruda verdad en esa frase. Él no la obligaba, reconoció al recordar la última vez que intimaron y cómo hace unas horas, a pesar de que él presionó un poco, ella hubiese cedido al dejarlo llegar tan lejos como él pretendía si no los hubiesen interrumpido. No podía culpar a nadie, ni a Itachi, a Mikoto o a esa promesa; él tenía razón y reconocerlo la atormentó… él había logrado de alguna manera meterse tan dentro de ella, que ella se quedaba quieta, esperando por él, por conocer algo más, por ver detrás de esos negros ojos y lo esperaba, esperaba tranquila su contacto. Los ojos perlados temblaron acuosos… y en algunas de esas veces que estuvieron cerca, ella había aprendido a disfrutarlo.
¿Qué tan mal estaba?
Los labios femeninos temblaron al pensar todo esto y no saber cómo explicárselo ella también, ¿cómo aceptar esa debilidad, empatía o ligera atracción que sentía por él sin sentirse mal? Casi se asqueó ante esto.
—Yo… ¡ah!— mencionó y respingó cuando su móvil sonó entre sus manos.
—No contestes— advirtió.
Ella se apartó y deliberadamente atendió esa llamada, casi estaba temblando, pero buscaba librarse del acorralamiento en el que estaba.
—¿S-si?
—¡Hinata!— la voz de Sakura sonó animosa y ella palideció al voltear a ver al Uchiha que la veía molesto —¡Hey, Hinata! ¿Dónde estás?¿Te parece si vamos de una vez a comprar lo que necesitaremos para la fiesta de tu cumpleaños? Ino está aquí y quiere salir un rato, ¿qué dices?
—Sakura…
—Cuelga el maldito teléfono— advirtió el Uchiha al ver fríamente cómo ella se alejaba un par de pasos.
—¿Estás con alguien?— preguntaron del otro lado de la línea.
Los ojos nerviosos y perlados viajaron a él, suplicándole tiempo —S-sí, con mi niisan.
Sakura se burló e Ino le recordó que lo invitara a su fiesta.
—Yo estoy algo ocupada en este momento— explicó dejando de ver al Uchiha que lucía fastidiado.
—¿Qué ocurre? ¿Todo bien?
—Ah, sí… es sólo que…
—Que cuelgues el maldito teléfono— repitió el orgulloso pelinegro que le quitó el aparato de entre la mano.
—¿Qué?— ella perdió el aliento cuando escuchó cómo Sakura hablaba del otro lado, seguro al haber escuchado al moreno y éste cortó la comunicación un segundo después —¡¿cómo pudiste?!
—Estamos en medio de una conversación— aclaró él y Hinata recuperó su móvil y lo vio casi con reproche.
—No importa— aclaró ofendida y preocupada —. Ella pudo haberlo escuchado.
—No me importa— ahora fue él el que dejó claro.
Los ojos que ya estaban humedecidos de ella, volvieron a temblar llorosos.
—¿Por qué?— suplicó por entender — Recién hablamos de esto— recordó —¡Nadie puede enterarse!— casi alzó la voz, ya estaba aterrada al darse cuenta que le respondía porque lo deseaba, y ahora él los arriesgaba de esa forma… si Sakura lo sabía, no iba a tener cara para verla nunca más.
—Recién lo dijiste tú, yo no estuve de acuerdo. A mí me importa una mierda si ellos o cualquiera se entera— le aclaró metiendo una de sus manos al bolsillo de su pantalón deportivo — ¿Crees que te hubiera pedido ser mi novia si pensara ocultarlo?— sonrió de medio lado, recordando aquél acto patético.
Hinata perdió el aliento… ¿cómo pudo creer que podía mantener esa mentira siendo él como era?
—No debí confiar en ti— dijo sin que él entendiera eso —. Y-yo ya me voy— mencionó y se dio media vuelta al borde del llanto.
—Espera— él quiso tomarla del brazo pero ella se jaló, tomó la chaqueta de Naruto, su bolso y apretó su móvil en sus manos.
Hinata apenas reunió el valor de voltear a verlo.
—Y-yo ni siquiera debí haber venido aquí, lo siento— se disculpó sintiendo que quebraba lo que sea que se formaba entre ambos—. Me siento tan hipócrita— reconoció con un nudo en la garganta, ¿cómo podía estar con él, sentir, vibrar, ruborizarse, besarlo y dejarlo tomarla cuando una de sus amigas lo amaba y ella decía amar a Naruto?
Sasuke apretó mandíbula y puños.
—Lo eres— soltó fríamente, haciéndola detener sus pasos al ella alejarse.
Hinata se quedó inmóvil a escasos pasos de alcanzar la puerta.
—Eres una hipócrita— repitió con voz gruesa — porque te estás acostando conmigo y pretendes que no lo sepan… ¿Crees que el que no se enteren, quita el daño?, porque por eso te alejas, ¿cierto?, para evitar lastimarlos.
Hinata tembló sin voltear a verlo.
—¿Vivirás con ese secreto? ¿Aun así los verás a la cara?... Eso no remediará nada.
Ella lloró y él no se movió de su lugar.
—No te mientas, Hinata— aconsejó —. Siempre fuiste consciente de lo que hacíamos, de todas y cada una de esas cosas. Eres igual a mí— aseguró buscando, a pesar de su crueldad, quitarle el miedo que parecía invadirla —. Te estás comportando justo igual que yo, la única diferencia es que yo no tengo miedo en aceptar que me gusta estar contigo en la cama; y también me vale mierda lastimar a alguien.
Ella se atrevió a voltear a verlo de medio lado, apretando en sus manos la chaqueta de Naruto, la misma que ya había recibido un par de sus lágrimas. Tuvo que soportar el dolor en su garganta para hablar.
—No es igual— mencionó apenas logrando mantener firme su voz, negándose a aceptarlo, pues ella de verdad estaba confundida y no podían ser así de crueles sus razones bajo toda esa confusión.
No podían serlo.
—¿Qué lo hace diferente?— preguntó acercándose a pasos lentos a ella. Hinata lo vio llegar a su lado y sus ojos asustados le suplicaron no seguir atormentándola con sus crueles deducciones —¿Qué lo hace diferente, Hinata?— volvió a preguntar tomándola de la barbilla y acercándose a besar sus labios, rosándolos.
Ella cerró los ojos y el exceso de lágrimas en éstos rodó.
—Dime que no disfrutas mi tacto— pidió sobre sus labios en voz ronca y baja, al acariciarle su brazo desnudo —… que no sientes nada.
Ella dejó escapar su aliento tibio sobre los labios masculinos.
—Nunca había sentido que te odiaba— mencionó débilmente abriendo sus ojos y él sonrió con ironía, ignorando la opresión en su pecho —… como ahora.
—No me importa.
Ella lo vio a los ojos —Lo supuse— dijo y se apartó de él, para luego de volver a colocarse la chaqueta naranja, salir de ahí.
Sasuke vio la puerta cerrarse y tensó su mandíbula, sólo sus ojos negros mostraron en su profundidad la frustración que sentía.
•
O.O.O.O.O
•
La peliazul había salido del edificio del Uchiha con la nariz roja y sus ojos ardiendo mientras soportaba no derramar más lágrimas. Cruzó la avenida con poco cuidado dejando a un dolido pelinegro tumbado y recargado en su puerta, tan frustrado como nunca lo había estado.
En esa ocasión incluso fingió no ver al encargado de su edificio para evitar saludarlo y que la viese de esa deplorable manera. Llegó a su departamento y se apresuró a buscar algo de ropa cómoda para después encerrarse en el baño; una vez ahí, se sentó sobre la tapa del escusado y lloró, lloró por no entenderse o no querer aceptar las cosas como Sasuke las había dicho.
Dios, sí era tan hipócrita. Sasuke no le era indiferente y eso no debería ser así. ¿Por qué nunca lo odió? ¿Por qué se sentía identificada con él si eran como el agua y el aceite? ¿Por qué nunca se mostró realmente decidida a echarlo de su vida y por el contrario, se acercaba cada vez más a él?
«¿Qué me está pasando?» se preguntó con una sensación que le apretaba el pecho.
Apretó sus manos sobre sus ojos y limpió sus lágrimas.
Había sido tan fácil culpar a Itachi y su promesa, y ahora que se reconocía que pocas veces pensaba en ello al estar con él, la hizo sentir miedo y culpabilidad.
Se puso en pie y dejó escapar el aliento… pensarlo mucho la confundía y tal vez la haría pensar cosas que no eran.
—Lo mejor será replantearme todo esto— se aconsejó agotada al abrir la regadera.
Sasuke aseguraba que ella sentía algo más por él para dejarlo llegar tan lejos como él quería, y si para quitarle esa idea, que le estaba contagiando, debía dejarlo, tendría que hacerlo.
• • •
Mientras se duchaba, dejó correr las últimas lágrimas que se juró le dedicaría al Uchiha.
Se vistió con unos vaqueros ceñidos, una blusa oscura de cuello alto y un suéter marrón y holgado, también se colocó a combinación un bonito gorro y unas botas de piso; el día era helado y no tenía muchas ganas ni humor de vestir formal.
Cuando Neji llegó en punto de las tres a su departamento, se sorprendió de verla así.
—¿Todo bien? Luce enferma— comentó el castaño al verle el semblante casi pálido a pesar del ligero maquillaje que usaba.
Hinata sonrió sin mucho ánimo al cerrar su puerta, dispuesta a irse con él.
—Creo que pronto lo estaré— bromeó y se sujetó al brazo de su elegante primo —. ¿Te parece si compramos pizza o un par de hamburguesas y nos vamos a tu departamento a ver una película como en los viejos tiempos, niisan?— pidió buscando ocultar su casi depresión.
Él frunció el ceño, pues aunque Hinata no era la persona más extrovertida del mundo, tampoco solía ser así de melancólica.
—Si eso quiere— cedió y sonrió apenas visiblemente. Quiso creer que sólo estaba triste, pues las navidades no eran lo más grato para ellos como familia desde hacía mucho tiempo.
Luego de llegar al medianamente lujoso departamento del llamado genio Hyuuga, se decidieron por pedir pizzas, éstas tardaron casi media hora en llegar, tiempo que aprovecharon para charlar y escoger en el catálogo del televisor, cuál película verían.
Horas más tarde y con ya dos películas vistas en esa sala prácticamente oscura, Hinata se encontraba cubierta por una manta, recargada y dormida sobre el hombro de su primo.
El resplandor del televisor iluminaba la mesa de centro con las cajas de las dos pizzas que ambos habían consumido, un par de botellas de soda y algún jugo, también una bolsa de palomitas que Hinata había insistido en preparar, la misma luz iluminaba el rostro cansado de la peliazul y Neji suspiró al verla, la abrazó y le acarició el cabello mientras se preguntaba si no sería demasiada carga para Hinata tener que mantener las expectativas de su padre, las mismas que cada vez eran más altas, habiéndola castigado una y otra vez, para intentar hacerla una mujer inteligente y calculadora… continuó acariciándola, a pesar de eso, Hiashi, su tío, no lo había conseguido, tenía una hija inteligente, sí, pero con un corazón demasiado noble como para adaptarse a sus exigencias.
Sintió pena por ella, pues a pesar de todo, Hinata no se merecía ser tratada así. Por eso se levantó con cuidado y la cargó para llevarla a su cama, dejándola dormir tranquila, seguro ella también se cansaba de aparentar que todo estaba bien y que podía con las expectativas que pesaran sobre ella, cualquiera que fuesen.
•
O.O.O.O.O
•
La mañana siguiente había sido apresurada para la Hyuuga, se había despertado realmente tarde y en el departamento de su primo. Neji le había dejado una nota donde le explicaba que no había querido despertarla, que se había tenido que ir a trabajar y que en el refrigerador había comida para que desayunara.
La peliazul había encendido su móvil luego de haberlo apagado después de salir del departamento del Uchiha el día anterior, y mientras se comía un emparedado, revisó el buzón de voz.
Tenía dos mensajes de Sakura y uno de Ino, el de la rubia fue más bochornoso, pues le explicaba que Sakura juraba haber escuchado la voz de Sasuke antes de que la llamada que tuvieron se cortara, la rubia le suplicaba a Hinata que si pensaba romancear con el Uchiha, al menos fuera un poco más prudente, pues las tenía preocupadas.
Hinata llamó a Ino para disculparse y volvió a mentirle diciéndole que no estuvo con Sasuke, que había estado con su primo luego de una discusión con su padre, como coartada le pidió que pasara por ella al departamento del castaño y así aprovecharon para comprar comida, bebidas y diversas cosas que fuesen a necesitar para el día siguiente.
•
O.O.O.O.O
•
—Muero de frío— se quejó Sakura al abrazarse a sí misma, pues a pesar de traer un suéter abrigador, no era suficiente.
—Tú tienes la culpa, Sakura-chan, mira que usar una falda en pleno invierno— mencionó el rubio ganándose una mirada molesta de la pelirrosa —, o, ¿tú qué piensas, teme?
El Uchiha resopló cansadamente al caminar con ellos, luego de que ese revoltoso par se plantara en su departamento y entre un pequeño escándalo, terminaran sacándolo para acompañarlos al mall.
—Qué demonios voy a saber.
Naruto hizo un gracioso puchero al no extrañarle en nada la actitud amargada de su amigo.
—Las faldas en invierno son coquetas— aseguró la pelirrosa.
—Sí, cuando no te mueres de frío, 'ttebayo.
—Naruto…— amenazó la ojijade.
El rubio se rio nervioso —Bueno, es broma.
La chica suspiró ignorando la estupidez y falta de buen gusto del Uzumaki.
—Entonces, ¿a dónde vamos primero?— preguntó deteniéndose en frente de sus dos amigos, ahí, en medio de uno de los tantos pasillos de ese centro comercial.
Sasuke metió sus manos en los bolsillos mientras giraba su negra mirada por el lugar, Naruto se rascó indeciso la nuca.
—Todavía no sé qué regalarle, 'ttebayo.
La pelirrosa sonrió y los tomó a ambos de la mano —Entonces tenemos un largo recorrido que dar— aseguró emocionada de estar por primera vez luego de muchos años, con ese par que alguna vez fueron sus inseparables amigos.
Ella no tardó en adentrarse a una zapatería, buscando algo para regalarle a la Hyuuga y tal vez algo para ella misma.
Naruto vio sin interés los distintos zapatos ahí exhibidos.
—Creo que Ino me hubiera ayudado más con esta decisión, 'ttebayo— aseguró acercándose al desinteresado Uchiha que se encontraba recargado a las afueras de ese local comercial —, pero anda con Hinata ultimando detalles.
Los ojos negros se deslizaron al rubio.
—Me hubiera gustado verla ayer y preguntarle qué le gustaría— soltó el despistado ojiazul mientras salía ver los aparadores —, aunque era demasiado obvio— se añadió y bostezó — ¡Ah, cómo sea, 'ttebayo! No es como si lo hubiera podido hacer de todos modos.
—¿A qué te refieres?— preguntó el pelinegro fingiendo no interesarle demasiado tras su voz seca.
—A que Hinata la pasó con su primo, durmió con él— respondió ingenuamente y luego se detuvo en seco —¡Es decir! ¡No durmió con él! ¡Pasó la noche en su departamento, 'ttebayo!— corrigió de inmediato y se rio nervioso.
Sasuke tensó la mandíbula.
—¿Y tú qué le vas a regalar?— volvió a preguntar el rubio dejando de lado el malentendido con sus palabras.
—Nada, esa es una estupidez— dijo el otro que se incorporó y comenzó a caminar.
—¿Eh? ¿Cómo que estupidez? ¿Y a dónde vas, teme?
—Me largo. Tengo cosas qué hacer.
—¡Oe, teme! ¡Pero tú qué piensas! ¿Algo de ropa, zapatos o un peluche?— rogó por ayuda al verlo partir.
El moreno sólo se encogió de hombros.
—Maldito bastardo— susurró el rubio al verlo perderse en una esquina de ese centro comercial… ¿y ahora cómo le decía a Sakura que Sasuke se había largado?
El Uchiha dejó escapar el aliento fastidiado al revisar su móvil, lo hastiaba el ánimo que Naruto mostraba al hablar de Hinata y su estúpido cumpleaños, y lo jodía más porque sabía de las intenciones del ojiazul para con la Hyuuga.
Sus pasos lo llevaron a la salida más cercana y de reojo vio los relucientes exhibidores de una de las joyerías de más prestigio.
«Que se pudran» pensó todavía molesto al seguir caminando, él no tenía nada que estar haciendo ahí, después de lo último que habló con Hinata, lo más seguro es que ella no quisiera verlo, y él tampoco a ella.
•
O.O.O.O.O
•
El domingo, día del cumpleaños de Hinata, llegó casi en segundos, se había despertado de buen humor al recibir una llamada de su hermana, su maestra e incluso un seco texto de su padre, y cerca del mediodía, recibió un arreglo de girasoles enviado por su primo.
A pesar de lo agradable del día que estaba teniendo y que Ino, Sakura e incluso Kiba hubiesen ido a dejar preparado el departamento, Hinata se aisló un momento en su habitación aprovechando que la pelirrosa había salido e Ino regañaba a Kiba, diciéndole que los sofás deberían quedar en diferente lugar, para que todos se pudiesen extender en un área amplia.
La peliazul suspiró al recargarse en su escritorio y fijar su vista, a través de la ventana, a ese edificio de enfrente.
«Nunca había sentido que te odiaba… como ahora»
—¿Realmente quise decirle eso?— se preguntó en voz baja.
Se sintió realmente mal a pesar de no saber si esa discusión podría haber sido lo último que ellos dos se dijeron. Sasuke le había pedido una oportunidad y ella no sólo lo rechazó, sino que le dijo aquellas palabras.
«Tal vez es mejor terminar así»
Él era demasiado orgulloso y no la había buscado, y ella no podía buscarlo tampoco porque de lo contrario sabría que estaba en lo más bajo de un inmenso pozo.
Sí ahí terminaban las cosas, estaba bien. Se aseguró sintiendo algo extraño dentro de ella.
—¡Hinata!
Ella se sobresaltó por la intrusión de Kiba dentro de su alcoba.
—Por favor dile a esta energúmena, que los muebles deben quedarse así— exigió señalando con el pulgar a la rubia que lo veía molesta.
—¿Qué?
Ino bufó indignada —Tú no hables, ni pienses, sólo mueve lo que se te dice— le ordenó al Inuzuka —. No estás aquí porque necesitemos tú buen gusto, sólo necesitamos tu fuerza, así que no repliques.
—He movido los malditos muebles más de diez veces y nada te gusta.
—Esto es prueba y error, los moverás diez veces más hasta que estén donde deban estar.
—Por favor, Hinata— suplicó el castaño.
Ino alzó una ceja —¿Hinata?
—Ah…— ella se quedó sin habla, ¿qué les decía?
—¡Chicos!— Sakura llegó.
—¿Y si le preguntamos a ella?— sugirió la Hyuuga y tras una mirada cruzada de los otros dos, se fueron sobre la ojiverde.
Hinata suspiró cansadamente al verlos desaparecer, luego dio una última mirada a ese edificio tras su ventana y salió tras sus amigos, pues lo que menos quería era un dos contra uno que terminara trayendo más problemas que soluciones.
• • •
—¿Seguro que no te incomoda que nos duchemos y arreglemos aquí?— preguntó Sakura al entrar del baño luego que Ino lo desocupara.
—Por supuesto que no, me ayudaron mucho.
—Anda, date prisa frentona, que a ti también te quiero maquillar.
Sakura rodó los ojos antes de perderse tras la puerta del baño.
—¿Y bien?— soltó Ino al ver a Hinata mientras se colocaba unos jeans de piel negros.
—Y bien, ¿qué?— preguntó la Hyuuga al voltearla a ver y se ruborizó al verla levantarse sólo vistiendo sus jeans y sostén.
—¿Qué pasa con Sasuke?
—No creo que sea buena idea hablar de él con Sakura en la ducha.
—No nos escuchará— aseguró la rubia al colocarse una blusa beige de atrevido escote —. ¿Lo invitaste?
La peliazul tragó pesadamente mientras se distraía jugando con su largo cabello.
—No.
—¿No?
—Bueno, sí— bajó la voz —, pero dudo que venga.
—¿Por qué? ¿Pelearon?
Hinata asintió.
—¿Por qué?
Los ojos casi lilas de Hinata se clavaron en Ino y suspiró —A Sasuke no le interesa ocultar nada.
La Yamanaka se mordió el labio entendiendo de dónde venían las preocupaciones de Hinata, realmente ese par estaba en un aprieto, pues los entendía a ambos, para el idiota de Sasuke, siendo tan territorial como lo era, seguro lo hartaba andar a escondidas, pero también Hinata tenía un punto.
—Los hombres son unos imbéciles— terminó por asegurar haciendo sonreír a Hinata —. Hazme un favor. Por hoy no pienses en él.
—Eso haré— asintió —. Además, he pensado en finalizar con ello.
Ino por un momento se descolocó —¿Terminar al Uchiha? Vaya, harías historia— terminó por decir.
—No es algo que quisiera que se supiera— le recordó.
La rubia guardó silencio al verla seria —¿Y él que piensa?
La peliazul se mordió un labio y terminó por encogerse de hombros e Ino la analizó con la mirada. A ver, Hinata estaba deprimida y pensaba incluso en dejar a Sasuke… ella dijo que lo había invitado y que seguro él no asistiría a su cumpleaños porque habían peleado.
«Ese maldito cretino» pensó molesta la ojiverde.
—Pues si crees que es lo mejor, mándalo al diablo, ¿quién necesita un témpano de hielo cuando puedes fácilmente tener a un tipo mejor a tu lado?— habló muy segura.
Hinata alzó sus ojos a ella.
—Sabes que no estoy buscando a nadie.
—Eso no lo sabemos hasta que lo encontramos— aseguró y le guiñó un ojo —. A ver, ¿qué piensas ponerte?
Hinata caminó a su closet, al seguir en su bata de baño —No lo he decidido aún, no tuve tiempo.
Ino abrió las dos grandes puertas de ese closet.
—Veamos…— las manos de la Yamanaka separaron distintas prendas y tras varios minutos, sacó un vestido negro y no tan largo, de mangas semi transparentes y éstas de estampado en pequeñas flores — Tenemos un ganador.
Hinata sonrió —Es bonito, sí, pero ese vestido lo compré el año pasado, es otoñal.
—¿Y?— la rubia se encogió de hombros — Nada que un par de medias negras y altas y un par de botines oscuros no solucionen. Vamos, póntelo.
—¿A-aquí?
—Claro, a no ser que quieras entrar al baño y ver a Sakura desnuda— la mirada sorprendida de Hinata divirtió a la rubia —. Anda, vamos, póntelo, que no te dé pena, tenemos lo mismo y casi en las mismas proporciones.
—¡Ino!
Y ante la ceja levantada de la ojiverde, a Hinata no le quedó más que colocarse el vestido.
—¿Dónde tienes las mallas?
—En la cajonera de abajo.
En cinco minutos más, Hinata ya estaba vestida. Las mangas del vestido dejaban ver ligeramente la piel blanca de sus brazos y el escote redondo mostraba discretamente el nacimiento de sus senos; el vestido llegaba a la mitad de sus muslos y el toque de elegancia y sofisticación lo daba la delgada capa de tul que al igual que las mangas, era con estampado de pequeñas flores.
Ino le sonrió al ver las mallas que cubrían apenas por debajo del vestido.
—Esto es tan tú— aseguró y la obligó a tomar asiento en el pequeño taburete frente al tocador —. Apuesto que al imbécil de Sasuke le fascina ese aire de inocencia y santidad que desbordas.
Hinata se ruborizó —¿Qué?
—Ya sabes, el cliché ese de que los hombres desean a las niñas buenas— le cerró un ojo mientras rebuscaba entre los alhajeros, algo con qué combinar el vestido —, no creí que Sasuke fuese de esos.
—No sé de qué hablas.
—No te preocupes, seguro él sí— dijo al sacar un collar largo de pequeñas perlas y se lo colocó —. Lo mejor es que no tienes que fingir ese rol, es tu esencia y eso lo hace encantador— aseguró satisfecha.
—Terminé— anunció Sakura al salir del baño envuelta en una toalla —. ¿De qué hablan?
—De nada importante, ¿te arreglo?
—Seguro, pero antes me cambio.
—Deberías darte prisa, desde hace rato anocheció y las personas no tardarán en llegar.
Hinata asintió y luego se puso en pie, la verdad era que tenía poco ánimo de celebrar pero Ino, Sakura e incluso Kiba habían ofrecido su apoyo para esa noche.
—Por cierto, ¿cuándo le vas a decir?— habló Sakura mientras se ponía una pequeña falda de mezclilla y blusa roja de cuello alto, que acompañaría con unas botas altas afelpadas.
Ino le lanzó una mirada asesina.
—¿Decir qué?— preguntó Hinata.
La Yamanaka sonrió nerviosa y en eso el timbre sonó.
—Ahora vengo— se disculpó la peliazul.
—Ino— insistió la pelirrosa.
—Ah, ya voy, ya voy— dijo y casi corrió tras Hinata —. Por cierto, Hina, quería decirte que…
Y cuando la Hyuuga abrió la puerta, apenas tuvo tiempo de hacerse a un lado para dejar pasar a la enorme cantidad de personas. Su departamento, que había sido reacomodado con los sofás a los costados, dejando libre un amplio espacio, pronto se llenó de personas.
Los ojos perlados vieron con sorpresa entrar gente que ni siquiera conocía, entraban con tazones de comida, algunos con bebidas y cervezas, unos más con regalos que no supieron a quién darle e incluso, dos más entraron batallando con una enorme bocina, seguidos de ellos, otro par entró cargando una tornamesa de dj.
—¿Qué… qué es todo esto, Ino?— preguntó Hinata cuando una avergonzada rubia se posó a su lado.
—Verás… bueno, como nos dimos cuenta que seríamos muy poquitos, pues invité a un par de amigos extras…
—¿Y los demás?
—Pues Naruto también debió invitar un par más, creo— dijo reconociendo por ahí a algunos compañeros de basketball del rubio.
Hinata se mordió un labio luego de que un chico, ya ligeramente tomado, se acercara a preguntar por la cumpleañera y le entregara un regalo mal envuelto. Hinata agradeció avergonzada y otra vez volteó a ver a la rubia, preocupada.
—Este es un edificio familiar— explicó pensando en llamar al encargado y explicarle del pequeño convivio que estarían teniendo.
—¡Hey, Hinata!— saludó el hiperactivo rubio al llegar con otro grupo de gente.
—Naruto— la ojiperla le sonrió al saludarlo.
—Interesante la fiesta— se burló al ver el lugar extremadamente lleno.
—Pero, vamos, pongámonos cómodos— invitó la rubia al caminar entre toda la gente y acercarlos a la barra.
—Yo creo que debería bajar y explicarle al…— Hinata alzó la voz cuando la música comenzó a sonar, haciendo que el alboroto se hiciera enorme, pues temía que luego de ese día, la echaran de ahí.
—Ah, descuida, Naruto se encargó de ello.
—¿En serio?— preguntó la Hyuuga.
El rubio asintió gustoso mientras se estiraba tras la barra para alcanzar un palillo de dangos que Lee recién había traído.
—Verás, Hina chan— comenzó rascándose la nuca —, hablé con ese agradable sujeto que cuida el edificio, ¿cómo se llamaba?— divagó —, bueno, el punto es que me dijo que le caes muy bien y que si los vecinos no tenían problemas, él tampoco.
Ino sonrió orgullosa y la peliazul apenas lo podía creer.
—¿Y qué te dijeron los vecinos?
Él extendió su sonrisa y la abrazó para acercarse a su oído y explicarle.
—Verás, tu vecina, la anciana de al lado, está media sorda y como no se ha quejado, seguro ya hasta se durmió— dijo muy seguro —. Los de enfrente son un matrimonio joven y salieron, y bueno… las vecinas de abajo, pues…— dijo y señaló a un par de chicas que bailaban cerca de Kiba y un grupo más.
La Yamanaka se burló sonoramente al no creer que Naruto haya convencido a las vecinas de Hinata de asistir.
—¿Los invitaste?
—Ajá. También a los de arriba, pero a esos todavía no los veo por aquí.
—Naruto…
—Ah, vamos, no te preocupes— insistió la rubia —, por cierto, mira quién acaba de llegar.
Con el anuncio de Ino, Hinata llevó sus ojos a la puerta y casi se le va el aire al ver a Neji de pie observando el alboroto.
—Mi niisan seguro me matará.
La rubia sonrió gustosa —Así que sí vino tu sexy primo. Anda, ven, preséntamelo y yo me encargo de quitarle el semblante de pocos amigos… y yo que creí que sin Sasuke no íbamos a ver malas caras.
No pasó mucho tiempo en el que Hinata presentó a Neji con su rubia amiga, y en lo que ella lo había abrazado, coqueta, para invitarle un trago. Hinata se apenó que su siempre sobrio primo fuese el nuevo entretenimiento de la rubia… ya después se disculparía con él, diciéndole que ella era así con todo el mundo.
—¿Hinata?— una voz femenina sonó a su espalda y la hizo voltear.
—¿Matsuri?
La castaña le sonrió y le entregó un regalo y un par de globos que había traído.
—Vaya fiesta.
—Un poco concurrida, ¿no?— esa voz ronca fue imposible de no reconocer.
—Gaara…— saludó al verlo aparecer tras Matsuri, su sorpresa duró poco cuando tras él se asomaron Temari, Kankuro, Shikamaru y un par de miembros del equipo de baloncesto — Ah, lamento no haberlos invitado personalmente pero…
—Descuida, ese rubio imbécil le dijo a éste que nos trajera— dijo el pelirrojo señalando con el rostro a Naruto que ya gritaba y se reía con gente que seguro acababa de conocer. Hinata se avergonzó un poco por cómo lo llamó.
Shikamaru se rascó la nuca cansadamente.
—Bien, yo cumplí con traerlos, espero no te moleste.
—Oh, por supuesto que no, pero pasen y…— quiso invitar a que se sentaran, pero el lugar estaba sumamente concurrido.
—Descuida, nos las arreglaremos— aseguró la rubia de pequeña falda y medias negras y holgada blusa verde —. Ven, busquemos unas cervezas— invitó al chico de chongo.
Cuando Temari se llevó a Shikamaru, Hinata buscó con la mirada a Ino que había acaparado a Neji del otro lado de la sala y que seguro no los había notado. Con la chica de Suna, también se alejó su hermano mayor y Matsuri.
—Yo te traje esto— dijo Gaara que se quedó con ella y le dio una rosa. Hinata se ruborizó y agradeció, asegurando que no era necesario —. El idiota del Uzumaki nos dijo apenas hoy en el improvisado entrenamiento.
—Sí, Naruto suele ser así.
Gaara, vestido de negro como de costumbre, recorrió con la mirada el lugar. A pesar de haber apagado las luces y ser iluminado por luces de colores –tipo antro-, alcanzó a distinguir a los distintos grupos de personas presentes.
—¿Y tu novio?
—¿Eh?— ella enrojeció.
—No me digas que ese idiota no vino.
Ella apretó el regalo que Matsuri le había entregado y la rosa entre sus dedos.
El chico sonrió de medio lado —Lástima, ya estaba pensando en molestarlo— dijo y le tomó la barbilla y se acercó a susurrarle al oído —. Es doblemente divertido, Hinata.
Ella se separó y pronto Naruto no tardó en estar entre ellos, terminando por llevarse a la peliazul lejos de ese pelirrojo confianzudo.
La música fue cambiando según el gusto del dj que había llegado al lugar. Hinata se había entretenido demasiado indicándoles a sus invitados dónde estaba el baño, bote de basura, e incluso los vasos y algunas copas que tuvieron que usar, no podía estar demasiado tiempo con ningún grupo porque tampoco conocía a muchos de los presentes y no se sentía del todo cómoda con todo eso. Ino, Naruto, Sakura e incluso Kiba y Neji, parecían haberse adaptado al ruidoso ambiente, ella en cambio prefirió estar dentro de la cocina, ayudando a Lee con aperitivos o algunas bebidas, dejando al resto sólo divertirse.
Hinata suspiró al verse rodeada de gente y sentirse sola, al parecer, el haberse apartado de sus amigos le había resultado contraproducente. Cada vez que la puerta se abría, ella giraba su rostro sólo para encontrar otro rostro desconocido entrando. Entonces, dentro de toda la algarabía desatada, sintió que algo faltaba.
—¡Hey, Hinata! Bailemos un rato— Naruto apareció en medio de la cocina, que era el lugar menos ruidoso del departamento.
—Yo… no creo que…
—Anda, vamos, es tu fiesta y no pareces disfrutarla tanto, 'ttebayo— dijo y la jaló de la mano, y para que ella no se sintiera tan incómoda con la presencia de su primo –que seguía acaparado por la rubia-, jaló también a Sakura para meterse entre el apretado grupo de gente que bailaba.
Y mientras Sakura, con un par de tragos de más, bailaba y reía con Naruto de forma espontánea y natural, ella no pudo evitar voltear al balcón, asomándose al exterior.
Sí, algo faltaba.
•
O.O.O.O.O
•
En otro extremo de la ciudad, la música también resonaba fuerte. El Uchiha dejó sobre la barra de gruesa madera, un vaso de cristal con un quemante whisky adentro. Tragó pesadamente sintiendo como el embriagante licor le quemaba la garganta, su mirada negra se clavaba en el hielo derritiéndose dentro del vaso, pero su conciencia estaba con esa llorosa chica que hacía dos días había dejado su departamento, ignorando al mundo que lo rodeaba.
—No entiendo por qué nos invitaste a salir, si tienes más humor de estar en otro lado que aquí— se quejó Suigetsu al apoyar sus codos también en la barra, pero volteado, viendo el concurrido lugar.
El frío pelinegro no respondió y dio otro trago a su bebida.
—Así que festejaba algo, ¿no?
—…
El de los ojos morados suspiró cansadamente al girarse a él —¿No te invitó?— preguntó divertido, pues cuando pasó por él, le pareció ver cierto alboroto en el departamento de esa chica Hyuuga que traía como idiota a su amigo.
Los ojos negros y amenazantes giraron a él.
—Así que sólo no querías ir, ¿eh?— dijo encogiéndose de hombros —, no es muy inteligente de tu parte. ¿Qué festejaba?
—Su cumpleaños.
Se hizo un momento de silencio entre ambos, al descubrir Suigetsu que a pesar de estar así, Sasuke sí pretendía hablar.
—Y si te invitó, ¿por qué no vas?— preguntó tomando un trago a su fría cerveza.
—Peleamos— respondió mientras meneaba con su mano su vaso.
Suigetsu sonrió sin ánimo —¿Y eso es peor que cuando huyó de ti?— preguntó con una seriedad que el Uchiha pocas veces le había escuchado.
El pelinegro negó en silencio, sin verlo.
—No sé qué demonios tengan tú y ella… es bastante torcido, la verdad. Pero si la quieres, ¿no deberías buscarla?
Sasuke se giró, recargado en la barra, tal y como había estado Suigetsu antes, evitó verlo y se mantuvo atento a la gran cantidad de gente, que a pesar de ser domingo abarrotaban el sitio sólo para bailar.
«¿Buscarla?¿Otra vez?»
—¡Sasuke!— Karin apareció abriéndose camino entre la gente presente, y se abrazó al pecho del chico de pantalón de vestir y camisa negra — Así que el imbécil de Suigetsu no mintió y sí estás aquí.
Los ojos negros descendieron a la pelirroja de gafas que pronto se pegó más a él y le sonrió con malicia.
—Bailemos o hagamos algo— sugirió.
El peliblanco negó en silencio al volver a tomar de su cerveza.
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O.O.O.O.O
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Pasadas las doce de la noche, Ino organizó a los presentes, hizo un espacio en medio de la sala, y ordenó que la música descendiera, ya había finalizado el cumpleaños de Hinata y ella no podía estar sin morder su pastel, aseguró la Yamanaka.
—Vamos, Hinata, acércate— animó e ignoró la molestia de ver a Shikamaru todavía con su compañera de equipo, todo lo que iba del evento evitó verlos, pero con la vista del Nara puesta sobre ella, se sentía incómoda y molesta —¿Hinata?
La Hyuuga llegó a empujones que le dieron, acercándola.
—Ino, e-esto no es necesario— aseguró, pues ser el centro de atención cuando había pasado horas manteniendo un perfil bajo, no le terminaba de agradar.
—Por supuesto que lo es, es tu fiesta después de todo— dijo con una gran sonrisa —. Apaguen las luces por favor.
Las luces se apagaron casi por completo y sólo la claridad de unas lámparas en extremos opuestos de esa enorme estancia, iluminaron a los presentes.
—¡Naruto, Neji, Sakura!— llamó la ojiverde que quería a las personas más cercanas, junto a su ojiperla amiga — Ahora cantaremos las mañanitas y Hinata apagará la vela, o mejor dicho, esperará a que se agote la bengala— informó.
Cuando los jóvenes entonaron la canción típica de los cumpleaños, Hinata quiso desaparecer. Las voces iban desde animosas, desentonadas terriblemente y algunas muy armoniosas. Neji observaba complacido como Hinata tenía cerca a gente que parecía apreciarla mucho y eso lo alegró.
La bengala ya estaba encendida, iluminando con sus chispas a la peliazul, que era la que más cercana estaba de ella. Cuando la melodía se acabó, los aplausos se hicieron presentes y un cántico que exigía que la festejada mordiera el pastel. Hinata iba a negarse, pero en eso su mirada se dirigió a la puerta abierta de su departamento, atraída por una varonil y alta figura que recién llegaba. Ella casi pierde el aliento al ver esos ojos negros, inexpresivos, puestos en ella.
—Vamos, Hina-chan, muerde, yo te cuido— animó el rubio que la abrazó, haciendo que volviera su atención al pastel y a las personas que la rodeaban.
—Yo la verdad preferiría que…
—Anda, anda, que esto es de buena suerte— presionó Sakura también colocándose tras ella.
—Vamos Hinata, hagamos esto rápido y que siga la fiesta— apresuró Kiba desde atrás, pues al parecer había tenido suerte bailando con una de las vecinas de la Hyuuga.
Y mientras ella se atrevía a morder el pastel, Sasuke se adentraba al lugar. La mirada perlada, fría y analítica de Neji no tardó mucho en caer en él, pues el Uchiha llamó la atención de varios de los presentes al apenas entrar.
Con sus manos en los bolsillos y regresándole una mirada hostil al Hyuuga, el pelinegro llegó hasta recargarse en la baranda metálica del balcón.
—Así que decidiste venir— una voz ronca atrajo su atención, volteó a ver de medio lado al pelirrojo que fumaba y regresó su atención a Hinata, que en ese momento era tomada por la cintura por Naruto mientras le limpiaba el exceso de pastel en su rostro, cuando sí, la empujaron a él.
El pelinegro se mantuvo en silencio.
—¿Vienes a cuidarla del idiota del Uzumaki?— dijo para luego volver a fumar. Gaara que no era del tipo conversador, tenía cierta curiosidad por saber bien qué unía a Hinata con ese Uchiha — No la ha dejado sola toda la noche.
Los ojos negros viajaron al pelirrojo de ojos verdes, y luego otra vez a Hinata, la vio despedirse de un abrazo más largo de lo necesario de su primo, el mismo que no tardó en retirarse. Los ojos perlados de Hinata se unieron a él, y luego giraron para dejar de verlo, mientras Matsuri llegaba también a despedirse.
—Así que te estás acostando con ella— dedujo el pelirrojo, pues el Uchiha la celaba demasiado y ella lo permitía, pero aun así, nadie más parecía saber nada.
Gaara sonrió con ironía y tal vez un poco de celos, disfrutando la mirada cargada de coraje que le dedicó el sujeto a su lado.
—No te culpo, ella es…— habló ahora entendiendo sus celos.
—Cuida tus palabras— habló fríamente molesto el Uchiha—, pues estoy dispuesto a romperme la cara otra vez contigo.
Gaara dio un gran trago a la botella de cerveza que sujetaba en su otra mano, e ignoró su advertencia.
—¿Cómo lo conseguiste?
—Qué te importa— respondió con menos paciencia.
—No lo digo por eso, joder— se justificó al creer que lo malinterpretó —… es sólo que… mírala— dijo señalándosela con el rostro, Hinata estaba con Naruto, el rubio lucía nervioso y Sasuke creía entender por qué razón él podría verse así —, ella todavía luce enamorada de él.
Los ojos negros fueron al pelirrojo que pareció decir eso sin rastro de maldad, solo tal vez, un comentario que dejó ver la verdad.
Más personas comenzaron a irse mientras los más animados siguieron bailando, y Sasuke notó molesto como su amigo y rival, apartaba a Hinata del resto.
Así que Naruto sí pensaba justo ese día pedirle a Hinata que fuera su novia.
«Ella todavía luce enamorada de él» las palabras recién soltadas por el pelirrojo que ahora parecía ignorarlo y volver a fumar, le calentaron más la sangre.
Sasuke tensó la mandíbula y comenzó a caminar mientras se reconocía que había llegado ahí buscándola; porque simplemente no podía con la idea de quedarse sólo así, con aquella última frase, quería volverla a escuchar para dejarla en paz.
Y justo ahora su sangre hervía. No soportaba la idea de otro hombre tocándola, que pudiera darle placer, la escuchara gemir o que simplemente tocara su piel. Hinata quería a Naruto, y si el imbécil lograba hacerla su novia, ¿cuánto tardaría él en hacerla su mujer?
—Ino— llamó a la rubia que se sobresaltó al escucharlo.
—¿Sí?
—Necesito un favor.
Ella lo escuchó atenta y asintió despacio.
—Me debes una grande, Uchiha— advirtió.
Los ojos negros y molestos siguieron los pasos de la Yamanaka y tras ver una vez más la sonrisa patética de Hinata, volvió a caminar.
Lo ponía furioso imaginarla entregándose a alguien más, aunque se negara a aceptarlo.
• • •
Naruto se rascó la nuca, incómodo o inseguro.
—Bueno… yo…
Hinata apretó los dedos de sus manos y mordió su labio al también sentirse extraña.
—¡Hinata!— la voz de Ino sonó sobre la música, haciendo voltear a la Hyuuga que agradeció el pequeño respiro.
—¿Si?
Ino aparentó acercarse a su oído para hablar por lo alto de la música, pero en realidad era por lo que había ido a decirle.
Los ojos perlados y azulinos de ambas chicas se unieron, los de la peliazul, nerviosos.
—Te está esperando.
—¿Qué?
—¿Por qué tanto misterio?— se quejó el rubio.
Ino sonrió inocentemente —Tiene una llamada, eso es todo— dijo y le guiñó un ojo. Hinata se quedó parada sin saber que hacer —¿Qué esperas? Te van a colgar— apresuró a la otra.
—Ahora vuelvo— le dijo al rubio y ésta asintió extrañado. Cuando él se fijó en la dirección que ella tomaba –rumbo al pasillo de su habitación-, Ino se interpuso en su mirar.
—Entonces Naruto, ¿me invitas a bailar?
El rubio recuperó su sonrisa —Pues vamos.
No tenían ni dos minutos en medio de la pequeña multitud, cuando Shikamaru llegó por ella.
—Voy a robártela un momento— le dijo a Naruto que se encogió de hombros y vio a la rubia ser prácticamente arrastrada por el Nara. El Uzumaki sonrió y de inmediato encontró un grupo al cuál unirse.
—Oye, ¿qué demonios te pasa, Shikamaru?
—Necesitamos hablar, estaba esperando que te desocuparas, pero parece que irás de pareja en pareja— explicó el joven al soltarla y sacarla al pasillo, fuera del departamento.
• • •
La mano blanca de Hinata empuñó con inseguridad la manija de esa puerta, volteó a ver que nadie la mirara y abrió para finalmente terminar entrando y cerrando la puerta de ese cuarto de lavado.
Mantuvo la luz apagada para que nadie sospechara que había alguien adentro.
—Tardaste— la voz ronca y varonil la sobresaltó.
Ella tuvo que acostumbrarse a la oscuridad que sólo era cortada por la luz que se colaba por la pequeña ventanilla a lo alto de la puerta. Vio a Sasuke recargado en un estante en un rincón de esa habitación de pequeños tres metros de largo.
—¿Qué haces aquí?— preguntó ella con voz suave al pegarse a la lavadora cercana a la puerta.
Él guardó silencio… no sabía qué decir, ni siquiera él estaba conforme por haber llegado.
—¿Qué hacías con Naruto?
Ella bajó la mirada —Charlábamos.
Él notó en lo insegura de su voz, que ella también sospechaba de las intenciones del imbécil rubio.
—Ya veo.
Se crearon varios segundos de silencio en los que ella no supo qué decir, sintió que eso era como cuando dos novios enojados se citaban, y ninguno sabía bien cómo empezar a hablar… de pronto una tristeza la invadió… ellos no eran novios y eso debía aclararlo.
—Sasuke… e-esto no está bien— se dio valor para hablar —. Yo… yo te dije que no podía ser tu novia, que era…
—Lo sé.
—No estoy dispuesta a lastimar a nadie— los ojos perlados brillaron en esa oscuridad al alzar su rostro a verlo a él.
—Lo has dicho muchas veces— aclaró él acercándose.
Hinata tembló y jadeó al no saber cómo explicarse.
—N-no es que… que te odie, pero… vivimos en un infierno, ¿no te das cuenta? Esto es imposible, insostenible.
Él apoyó sus dos manos sobre la lavadora, acorralándola y haciéndola estremecerse.
—Yo estoy en el infierno que quiero, Hinata— aseguró roncamente en su oído.
Los ojos perlados se abrieron más y sentir el calor, el embriagante aroma del aliento y perfume del pelinegro, le devolvieron una ansiedad y calor que no quería volver a sentir; entonces tragó débilmente y se obligó a hablar.
—Qui-quiero decirle que sí— dijo y sus ojos se humedecieron.
Sasuke tragó pesadamente al entender que hablaba de Naruto. Se apartó despacio a verla a los ojos, pero ella ladeó su mirada. Al hacer eso, Hinata estaba decidiendo echarlo de su vida.
—Haz lo que quieras— dijo y metió sus manos a los bolsillos de su pantalón.
A ella le dolió el pecho y no supo por qué.
El Uchiha le tomó una mano y dejó algo en ella, luego alzó su mano y la tomó del rostro. La besó apenas saboreando sus labios y ella contuvo su aliento.
—Todavía sigo considerándote mía, Hinata. Y tú… tú me estás respondiendo así sea lo peor que te haya pasado— soltó roncamente y ella tembló angustiada por eso.
Quiso decir algo pero la garganta la traicionó al abrigar un nudo dentro de ella.
Sasuke se apartó y se tragó el orgullo al dejarle un beso en la frente y decirle algo que a Hinata le atravesó el pecho de dolor… el pelinegro abrió con firmeza esa puerta para dejarla sola en el interior, sabiendo que esas palabras fueron tal vez lo único real que le diría.
Ella se derrumbó en el suelo y lloró. Sentada en el suelo abrió su mano y de ella colgó un collar de delgado oro blanco que relucía más con el pequeño brillo de la luz exterior, la fabricación era exquisita, de éste, colgaba una luna menguante, en el frente de ésta pequeños brillos la hacían lucir. Era sencillamente hermosa.
Cuando con sus dedos le dio vuelta, sus lágrimas cayeron con más peso al darse cuenta que en la parte de atrás de la bonita luna, estaba grabado el símbolo que representaba a la familia del moreno.
«¿Qué significa esto, Sasuke?» pensó y siguió llorando.
Las lágrimas que quisieron salir resbalaron por sus mejillas en su entrecortado llanto. Pasaron tal vez veinte minutos en los que ella no se atrevía a dejar de ver ese regalo que el moreno le había dejado, sus lágrimas calientes cayeron con menor fuerza al obligarse a tranquilizarse, ella no podía ir a ningún lado, debía levantarse y salir, volver a maquillarse y fingir que no tenía el corazón roto.
Porque lo tenía. Y no sabía por qué.
—¡Hinata!— escuchó a alguien llamándola.
—Debo salir— se dijo en voz baja levantándose. Se secó el exceso de lágrimas y fingió una sonrisa para desentumir su rostro. La luz del pasillo la cegó momentáneamente y apenas se acostumbró, se adentró a su cuarto… pasó en el baño cinco minutos más logrando controlar su respiración y cubrir lo rojo de su nariz y orillas de sus ojos.
—Hey, Hinata, ¿no piensas volver a salir?— Sakura apareció de pronto — Algunos de los invitados ya se van.
—Oh, sí, sólo necesitaba un respiro— aseguró y le sonrió sintiéndose hipócrita.
—Vale.
Luego de que Sakura dejara la habitación, Hinata salió fingiendo naturalidad, para su fortuna, las luces seguían siendo bajas. Apenas puso un pie en la sala, Naruto llegó a su encuentro.
—Hey, Hina… tardaste.
Ella le sonrió sin mucho ánimo —Mi llamada se alargó— mintió —, por cierto, Naruto— dijo y le extendió la chaqueta que le había prestado días atrás —. Muchas gracias.
Él se rio y le aseguró que no era nada —Y Hinata, ¿crees que podríamos hablar?— pidió ligeramente más serio.
«Quiero decirle que sí» sus propias palabras volvieron a ella.
Asintió despacio y el rubio rodeó su espalda y la dirigió al balcón que era el único lugar que se encontraba desocupado. De camino ahí y buscando no ponerse nerviosa, la peliazul giró su vista por el lugar, percatándose de la presencia de Ino con un delgado y pálido pelinegro, al que reconoció como Sai, se extrañó un poco no dijo más al también darse cuenta que Shikamaru ya no estaba en el lugar.
—Hinata— la voz seria de Naruto la regresó a su lado.
—¿Sí?— preguntó apoyándose en la baranda, justo en el mismo sitio que ocupó el Uchiha momentos antes.
El rubio rascó su cabello y se apoyó como ella en la baranda, viendo hacia el suelo, largos metros bajo ellos. Hinata tragó pesadamente al notarlo serio.
—Desde hace mucho quiero hacer esto— comenzó él y ella jugó con sus dedos al no poder verlo.
Naruto sonrió como lamentándose por ello y a Hinata se le formó un nudo en el estómago.
—Bueno, nunca he hecho esto, se me ocurren muchas cosas qué decir pero seguro ninguna es inteligente o inolvidable…
—Naruto…
—El caso es que me gustas, Hinata— soltó de pronto todavía sonriéndole al suelo para luego alzar sus ojos azules a ella —, desde hace tiempo.
—Ah…— Hinata perdió el aliento.
—Y yo quería que…
«Dios» Hinata tembló ante la mirada seria y azul que mucho tiempo adoró.
—Bueno… no vayas a pensar que quiero pedirte que seas mi novia, porque bueno, no, es decir, sí, si quiero, yo… eso quería decirte, que sí tú…
—Naruto— detuvo sus apresuradas, indecisas y tiernas palabras.
—¿Si?
Ella le sonrió aguantando el nudo de su garganta.
—Nada me hubiera hecho más feliz— dijo ella y sintió que sus ojos le picaron, vio la sonrisa del rubio desaparecer poco a poco al haberla entendido… ¿cómo podía decirle que sí, si se acostaba con Sasuke y lo disfrutaba además? … hipócrita, eso sería —… pero yo…
Naruto pasó saliva —Ah, no te justifiques… creo que me precipité, 'ttebayo— la entendió al rascarse la nuca.
—Oh, no, no es eso.
Naruto la envolvió en un abrazo inesperado que casi la hace llorar y luego la soltó.
—Es sólo que creí que hubiese sido bonito que…
Ella bajó su rostro —Justo ahora… no puedo corresponderte— soltó ella con la garganta quemándole.
—¿Eh?— él abrió los ojos sorprendido y le sonrió para después revolverle el cabello — Entonces puedo esperar— mencionó después y a ella se le asomaron unas lágrimas —. Eso es bueno, ahora, justo ahora debo irme— añadió y se dio media vuelta para salir.
Hinata se le quedó viendo sin decir mucho.
—Por cierto, Hina— él movió a un par de personas que estaban sentadas en uno de los sofás y extrajo un osito de peluche justo tras éste —. Te traje esto.
—Naruto…— entonces los ojos acuosos de ella se hicieron más visibles.
—Ahora sí me voy— él sonrió grandemente, como siempre y salió de ahí.
Hinata se quedó de pie en medio de la sala, con el bonito peluche colgando de su mano, varias personas se atravesaron en su campo visual, pero ella solo le interesaba el joven rubio que se iba con el corazón apaleado, justo como el de ella.
—¿Estás bien?— preguntó Ino que vio la escena.
Hinata negó en silencio.
—Vaya noche, ¿eh?— dijo ella ofreciéndole un vaso con licor. Ella también había peleado con Shikamaru con la llegada inoportuna de Sai, pero no tenía caso hablarlo, él se había ido y ella tuvo que quedarse.
Cerca de las dos y muchos tragos después pesando sobre la peliazul, la gente comenzó a irse, el dj había partido y con él, los últimos invitados. Sakura se había ido con Lee y con Kiba luego de haber ayudado a regresar los muebles a su lugar y medio limpiar la cocina.
—¿Quieres que me quede contigo?— preguntó Ino al ser la única que quedaba con ella.
Hinata negó —No, de hecho también deberías irte— respondió y le sonrió al ver al pelinegro que la esperaba de pie en el marco de la puerta.
—Hinata…
—Necesito pensar— la interrumpió y la vio segura.
La rubia asintió —Bien, hablamos de rato.
Hinata se levantó y tras despedirse del indiscreto chico, cerró la puerta y apagó las luces. Con la poca luz que se colaba del exterior, vio el desorden presente y sintió la soledad en la que se quedó el lugar. Entonces así, casi a oscuras, se dirigió a la cocina y bebió un poco más… le había dicho que no… a Naruto, el chico más bueno y noble que conocía. Sus lágrimas se derramaron de sus ojos al saber que ese había sido su sueño desde que lo conoció.
Todavía con un vaso con whisky en la mano, caminó a su habitación. Se encerró en ésta y no tuvo ánimo de acercarse a su cama… se sentó sobre su escritorio y tras dejar el vaso y quitarse sus zapatos, apretó sus manos en el borde de la gruesa y fina madera, bajó su rostro y de reojo vio un mensaje brillando en su celular; tardó un par de minutos en tomarlo y leer el mensaje.
"Necesito verte."
Ese simple mensaje enviado dieciocho minutos atrás, incrementó las ganas de llorar de Hinata.
"Ven."
Respondió y tuvo que morderse el labio para no sollozar.
En menos de diez minutos, ella estaba escuchando como la puerta principal se abría.
Los pasos de Sasuke fueron lentos y pesados y ella sólo pudo apretar más sus manos a la madera del escritorio.
El Uchiha había encendido la luz del pasillo, por eso cuando abrió la puerta pudo ver el agotado estado de la peliazul sentada sobre el escritorio.
—Hinata— la voz profunda del pelinegro que se acercó a ella, la hizo sentir esa opresión en el pecho más fuerte, casi ahogándola.
—L-le dije que no— dijo sin verlo y derramando dos largas lágrimas.
Eso lo descolocó por un segundo, y aun así, no se detuvo hasta estar frente a ella.
—¿Por qué?— preguntó al tomarla de la cara y hacerla verlo.
Ella se encogió de hombros —Justo ahora no sé, si te soy sincera— explicó al unir sus perlados y húmedos ojos a esos negros que la veían secos y desde su altura. Ella apretó la mandíbula, quizá no quiso lastimarlo y mentirle, o quizás esa última frase soltada por Sasuke antes de irse la había perturbado.
—Hinata— él le acarició con el pulgar el rostro húmedo. Los labios femeninos temblaron y él se acercó a besarla, impulsado por ese deseo de estar cerca y la necesidad de calmarla y no verla llorar.
—No te odio— soltó ella con su garganta quemándole por el llanto, hablando justo antes que él pegara sus labios a los de ella —. No te odio, Sasuke…, nunca lo hice y tampoco creo que pueda hacerlo— confesó ahogándose en llanto y bajó su rostro.
Él la abrazó sin decir nada.
—No te odio— repitió apretando con más fuerza sus manos en el escritorio.
—Estás ebria, tonta— dijo enredando sus dedos en el largo cabello.
Hinata asintió, sí, había tomado como pocas veces.
—¿Sabes?— volvió a hablar ella que recién creía tener el coraje para hacerlo— Dije que no podría estar contigo…, que era un error y un absurdo porque… porque no quería lastimar a mis amigos, y aun así, sigo contigo.
Las lágrimas calientes de la joven mojaron la delgada camisa oscura del moreno que tragó pesadamente al no soltarla.
—Sí soy una hipócrita, ¿verdad?— la garganta le quemó.
—No lo eres. Sólo eres demasiado estúpida.
Ella sonrió sin ganas y aun así, las lágrimas no dejaron de caer.
—Tengo miedo, Sasuke— confesó luego de segundos en silencio.
Él se metió entre sus piernas al pegarse más ella y volver ese abrazo más posesivo.
—¿Sobre qué?— su voz ronca calentó el pecho de Hinata que no se atrevió a soltarse del escritorio, tal vez temiendo flaquear ante él.
—Debería odiarte.
Ahora fue él el que sonrió sin ánimo.
—Le dije que no— repitió lo ya dicho.
—¿Y lloras por eso?
Ella negó con la cabeza.
Él le levantó el rostro y ahora sí besó sus labios, en un beso despacio que Hinata no tardó en corresponder. Sus labios se probaron despacio, ambos con los ojos cerrados, él sin saber qué hacía o por qué, y ella llorosa al enfrentar sus temores.
—Sí…— dijo la Hyuuga apenas dejando sus labios—, si me provocas cosas que no debería sentir…
—¿Te gusto?— preguntó astutamente el pelinegro con media sonrisa que se borró con la inesperada respuesta femenina.
—… Sí.
—Mph— él volvió a sonreír, esta vez de una forma nata, ante la sinceridad que el alcohol le provocaba a Hinata.
—No te amo— aclaró ella al verlo a los ojos.
Ambas tonalidades tan contrastantes se vieron unos segundos.
—Lo supuse— respondió él.
Hinata lloró más y él se acercó más a ella, enredando sus brazos en la pequeña cintura.
—Debería odiarte por lo que me hiciste— confesó buscando al menos así sanarse.
Él no pudo decir nada al estar de acuerdo.
La garganta le ardió a la peliazul —¿Lo has olvidado ya?— rogó por saber.
—Ni un maldito día— confesó él.
Hinata se abrazó a su cuello y lloró con fuerza, así como hacía mucho que no lo hacía… ¿por qué sentía que comenzaba a necesitarlo y a sentir cosas por él… precisamente por él?
—¿Por qué nos pasó esto?— preguntó ella apenas logrando sonar entendible.
Él negó en silencio sin saber qué decir, sintiendo como el peso de la culpa por tenerla así, se sentía como cientos de toneladas ardientes en el cuerpo… y no podía hacer nada ya para remediarlo.
Cuando ella se cansó de llorar, sus brazos perdieron fuerza y se apartó ligeramente de él, cosa que él aprovechó para besarle los labios. Las manos masculinas no tardaron en recorrerle las piernas ansioso de hacerla olvidar. Hinata correspondió a ese beso con inseguridad para poco a poco ser víctima del deseo que él estaba emanando.
—¿Por qué me dijiste eso?— preguntó ella al sujetarse a su cuello cuando él la cargó, así, con él entre sus piernas, y se le llevó a la cama.
—Porque es lo único que deseo— respondió él al corresponder su sinceridad con la suya.
El cuerpo femenino cayó sobre la cama con tierno cuidado, y él cayó sobre ella. El azulino cabello quedó regado y pronto los labios de la joven se unieron a los de él en un beso profundo, doloroso y necesitado.
—Sasuke, yo no puedo co…
—¿Quieres sólo dejar de pensar?— pidió al apretar su sexo endurecido a ella que gimió por eso.
Hinata tembló.
—Hoy no hay pasado, ¿de acuerdo?— pidió al bajarle el vestido exponiendo sus pechos desnudos.
Ella asintió y luego cerró los ojos cuando él comenzó a comer de sus senos.
Cuando Sasuke llevó su mano a bajar el cierre de su pantalón y a abrirse espacio entre sus piernas, Hinata recordó esa última frase dicha por él antes de salir de ese cuarto de lavado, que la atormentó y que había sido la verdadera causante de esa negativa a Naruto.
«Quiéreme, Hinata»
Ella gimió y se abrazó a su espalda y a su negro cabello cuando él deslizó su duro miembro despacio dentro de ella, haciéndola temblar… Y mientras él más se enterraba en su cuerpo, ella entendió que no sólo tenía sexo con él, no sólo unía su cuerpo al de él… también estaba uniendo su alma a la suya.
—Ahhh… Sasuke.
—Hinata— gimió roncamente antes de volverla a besar.
Continuará…
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Hola chicas yo de regreso con una nueva actualización. Pronto, ¿verdad? (:
Espero que les siga gustando la historia. Aquí vimos como a pesar de que Hina comienza a confundirse, a ella todavía le duele lo ocurrido entre ambos.
Sobre el Shikaino, borré una escena, estas son casi 16,000 palabras y es mi límite, lo siento, espero en el siguiente cap. hablar de ellos, me importaba más las charlas entre Sasuke y Hina.
Cambio de tema:
Insisto en que es un fanfic para que no me vuelvan a tachar de enferma degenerada. Estoy intentando abordarlo de la mejor manera que puedo. Y suplico, si todavía hay alguien aquí leyendo sin que la historia le guste, sólo para 'ver qué pasa', por favor, no dejen comentarios destructivos hasta el final de la historia si después de todo no les gustó, serán respetados, mientras tanto, no lo hagan, porque desmotivan bien feo sobre todo cuando aún hay historia por contar. Gracias.
Y ya, como el capítulo fue largo, no me extiendo más, sólo agradecer los comentarios:
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Gracias por leer.
Y bueno, desde hace varios días el fanfic está estrenando portada *-*… ¡Gracias por la edición, Simazame!¡La amé!
También debo dar un agradecimiento especial a Himepeti, por el apoyo y orientación que me da sobre un asuntito que veremos más adelante.
Ya, que estén muy bien y otra vez intentaré traer el siguiente capítulo antes de las tres semanas… ya saben, antes de actualizar, cargo un mini spoiler en mi perfil xD
Besos.
Aidé.
