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LOS PERSONAJES DE NARUTO NO ME PERTENECEN, SON PROPIEDAD DE MASASHI KISHIMOTO. LA HISTORIA ES MÍA.
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-26-
COMPENETRACIÓN, CELOS.
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Habían pasado más de tres semanas desde aquella noche de año nuevo. La clase de cálculo avanzaba desde hacía ya más de veinte minutos. Los ojos casi lilas de Hinata, veían a su profesor hacer golpear la tiza contra el pizarrón al estar anotando con perfectos números, la forma de resolución de un problema recientemente planteado.
Sentada tras su escritorio, con una libreta y un libro abiertos, experimentaba la tibia sensación de la resolana golpeándola, calentándola más que el suéter negro que portaba, en ese día casi despejado del frío invierno.
Y mientras sus ojos se perdían al frente, ella llevó una de sus manos a sujetar el colguije de luna que, como se venía haciendo costumbre, ese día también había usado. Sujetó la pequeña luna metálica y rozó el casi imperceptible filo de ésta sobre sus rosados labios, sintiendo un cosquilleo producto del contacto, pero ignorándolo segundos después al perderse en sus pensamientos.
Aquella noche de fin de año en la residencia Uchiha, había sido tratada como una miembro más de la familia; una sensación de placer la había embargado al pasar las horas entre charlas y distintas anécdotas contadas –unas con alegría, otras a regañadientes- por los tres Uchiha presentes. La familia de Sasuke era genial, o al menos así lo sintió esa noche. En aquella ocasión no se había dado cuenta en qué momento se habían dado las tres de la madrugada sentados en aquella habitación, Mikoto les había ofrecido quedarse, pero Sasuke se había negado, así que con una promesa de volver, ambos habían partido.
El colguije de luna que estaba rosando en sus labios, se detuvo sin que ella se diera cuenta. El profesor seguía con su clase e interactuaba con un par de estudiantes y ella no prestó atención.
«Aquella noche» pensó la peliazul.
Aquella noche, de madrugada, había caído sobre el colchón de la cama del pelinegro, con él sobre ella, luego de que de pie la desnudara. La piel de Hinata se erizó al recordar. Apenas pasaban de las cuatro de la madrugada cuando comenzaron a tocarse; esa noche Sasuke la había besado tanto hasta enrojecerse los labios. Besó cada parte de su piel y lugares que ni siquiera sabía que la podían hacer sentir tan bien. Él se había enterrado en su cuerpo lentamente y tan dentro, haciéndola arder por la necesidad que la hizo sentir. Escuchar su voz ronca preguntándole si le gustaba, y sintiéndolo penetrarla tan hondo para hacerla responder que sí, era algo que aún, tres semanas después, no podía olvidar.
Aquella noche, fue como hacer el amor.
La sola sensación le quemó el pecho y se lo volvía a quemar con sólo volver a recordar.
La claridad de un nuevo día los encontró exhaustos, desnudos, sudados, con sus cuerpos pegados al otro y todavía haciendo algo parecido al amor.
Un rubor se plantó en sus mejillas en ese día frío, en medio de su clase.
Ella se había despertado pasado el mediodía y había dejado al Uchiha todavía durmiendo, aquella vez había logrado controlar el pudor un poco más y se fue sólo dejándole un emparedado preparado junto con una nota, explicándole que tenía cosas que hacer.
Un suspiro pesado escapó por sus labios y un par de sus compañeros la voltearon a ver.
—Señorita Hyuuga— el profesor la llamó, ella pestañeó un par de veces y enfocó su perlada mirada en el docente —. ¿Todo bien?— añadió el profesor con medio tono de molestia.
Hinata enrojeció y tras enderezarse, batalló para terminar asintiendo.
—Quiere explicarme por favor la metodología que acabo de plantear— pidió dejando la tiza en el borde de la pizarra y girando su cuerpo a ella, viéndola con una ceja enarcada.
La peliazul se puso de pie al asentir, en un acto de mera inercia. Observó el problema, letras y números que en ese momento, con los ojos de todos los presentes pesando sobre ella, no entendió qué demonios significaban.
Abrió y cerró los labios un par de veces.
—¿Puede o no puede?
Terminó por negar —Lo siento, estaba distraída.
El catedrático resopló cansadamente al darse la vuelta y girarse a su escritorio.
—Siéntese Hyuuga. Ponga más atención y ya deje de suspirarle al aire— dijo mientras le colocaba una penalización en la lista de alumnos.
La peliazul tomó asiento en silencio y completamente roja, luchando por ignorar las burlas de sus compañeros a su alrededor. Optó por distraerse copiando exactamente todo lo que estaba escrito en la pizarra, justo como la mayoría ya lo hacía.
Soltó un suspiro pero esta vez fue más discreta. Luego de aquella noche Sasuke la había buscado un par de veces y ella había evitado tocar el tema de ponerle un nombre a su relación, y también había logrado salir avante cuando él pretendía hacerla confesar la verdadera razón por la cual se mantenía con él.
Habían sido semanas complicadas, ambos estaban cada vez más tiempo juntos y comenzaba a sentir un poco de naturalidad en ello… y eso no era tan bueno. No, no lo era, y no lo era porque más de alguna vez, estando todos en grupo a la hora del almuerzo, solían intercambiar miradas o incluso se le escapaba alguna frase dirigida a él; como aquella vez que entre todo el revuelo que traían los estudiantes porque uno de sus equipos emblema se había coronado campeón, ella le había tendido un poco de su comida al Uchiha, pues días anteriores le había gustado, la mirada del grupo se posó en ellos y ella respingó, jaló la comida y terminó por ofrecérsela a Naruto, argumentando que se había equivocado de persona y proseguir a disculparse con el molesto Uchiha. Había sido tan bochornoso como peligroso y desde ese momento era mucho más cuidadosa al estar juntos.
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—¡Oh, por todos los infiernos! Yo creí que porque salió el sol no haría frío y me estoy congelando, 'ttebayo— se quejó el rubio que batalló para no hacer temblar los palillos con los que se disponía a comer su ramen, estando a la hora de almuerzo en la cafetería.
Hinata le sonrió con un poco de pena, pues generalmente esos días eran más helados y Naruto apenas portaba una delgada chaqueta.
—Sólo a un idiota se le ocurre pensar eso— soltó Kiba mientras tomaba de su café, él sí, con una gruesa chamarra de piel.
Naruto le dedicó una mirada molesta, demasiado hambriento y congelado como para alegarle.
Ino suspiró del otro lado de la mesa, ya acostumbrada a los descuidos del Uzumaki y a los comentarios poco oportunos del Inuzuka.
—Este regreso a clases me dejó peor.
—Ni que lo digas, todo es un asco— concordó la pelirrosa que volteó a la entrada de la cafetería de forma distraída —. ¿Alguien ha visto a Sasuke?
La Hyuuga volteó a verla.
—Ni idea, es extraño que no haya llegado ya— dijo la rubia. Kiba soltó su clásico comentario que no les hacía falta y la rubia rodó los ojos—. ¿Tú no lo has visto, Naruto?— terminó por preguntarle al rubio, después de todo, eran compañeros de ese último curso.
El ojiazul, con los fideos a medio pasar, sólo negó. Sakura suspiró desanimada.
—¿Y qué hay de ti, Hinata?
La peliazul se ruborizó —¿De mí?
Ino sonrió con complicidad —Es decir, estás muy seria, ¿te pasa algo?
—Ah, no…— dijo sabiendo que Ino cambió ligeramente el tema, luego de haberla puesto nerviosa —. Es sólo que… que mañana llega mi hermana y…
—¿Tu hermana?— preguntó el rubio pestañeando.
Hinata asintió.
—Es cierto, dices que no la ves desde hace meses, ¿cierto?— recordó Sakura.
—Más de ocho— confesó la Hyuuga.
—Eso es mucho tiempo. ¿Y cuánto se queda?
—Un fin de semana— le respondió a la pelirrosa.
—¡¿Sólo eso?!— soltaron los rubios del grupo.
La peliazul volvió a asentir.
—¿Y por qué no le hacemos una fiesta?— animó la Yamanaka.
—Oh, eso no será necesario.
—Debes estar loca. Tienen prácticamente un año que no se ven, lo que menos deben necesitar son preparativos y una casa llena de extraños. Déjalas estar solas.
—Son unos amargados— soltó Ino al encogerse de hombros y agarrar de una de las papas fritas que Shikamaru tenía en su charola de comida, al estar sentada cerca del chico que sólo se limitaba a verlos, con suficiente frío y aburrimiento como para hablar.
Los ojos del Nara y la rubia se encontraron y él suspiró sólo para tomar otro trago de su café y no darle importancia al acto, Ino regresó su atención al resto.
—Por cierto, Naruto— habló Kiba cambiando de tema —. El imbécil de Sasuke definitivamente se negó a regresar a la escuadra, ¿verdad?
El rubio sonrió casi con malicia —Creí que no lo necesitábamos.
—¡¿Qué te pasa, idiota?! ¡Nadie dice que lo necesitemos!... pero insististe tanto en que…
—Lo sé, lo sé— se burló el Uzumaki luego de la exaltación del castaño —. Dijo que no.
—Eso va a ser un problema— habló Shikamaru ganándose la atención de todos —. Es nuestro último semestre en la universidad y el último torneo; la última oportunidad de coronarnos campeones.
Kiba e incluso Naruto guardaron silencio, sabiendo que la ausencia del Uchiha, aun con la llegada de Gaara, hacía a su equipo menos fuerte, que como tenía que ser para ser aspirantes al título.
—Aunque de cualquier modo, de nada serviría que sólo aceptara regresar. Sasuke tendría que disculparse y someterse al castigo que Kakashi quisiera ponerle por abandonar la escuadra, así que de cualquier forma, tenerlo de regreso es imposible.
—Ese bastardo— rugió Naruto al negar en silencio.
El sonido de un móvil vibrando llamó la atención del grupo que momentáneamente se quedó en silencio.
—Ah… lo siento— se disculpó la Hyuuga al percatarse que era su móvil desde la mochila a su lado.
Lo extrajo y no tuvo ni qué desbloquear la pantalla para ver de quién se trataba. Intentó no ponerse nerviosa y eso era casi imposible con Naruto y Sakura a cada lado de ella.
—¿Quién es?
"Sube a la azotea. Necesito verte."
Ella casi palidece ante la pregunta indiscreta del rubio.
—N-Neji… m-mi niisan— respondió y guardó su móvil para proseguir a colgarse la mochila al hombro y levantarse —. Necesita verme, me espera en el estacionamiento— mintió poniéndose de pie.
—Pero…
—Oh, déjala, ya sabes cómo es su familia de rara— Ino le restó importancia.
—Nos vemos después.
—Sí.
—¡Piensa lo de la fiesta!— alzó la voz la Yamanaka y sonrió por dentro al no haberle creído una maldita palabra a esa chica que se apresuraba a salir de los comedores.
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Con un viento helado meciéndole el negro cabello, Sasuke esperó sentado y con las piernas estiradas en el suelo de esa azotea, en su facultad. El brillo del sol se ocultó otra vez por las nubes al momento de que extrajo su móvil del bolsillo de su pantalón. Doce más veinte minutos. Apenas tendría diez minutos antes de comenzar su siguiente clase y la tonta de Hinata todavía no aparecía.
La puerta del pequeño cuarto donde se encontraba recargado se abrió. Casi pudo oler el aroma de la peliazul al apenas haber llegado.
Los ojos perlados resintieron la claridad, pues el camino de escaleras era notoriamente más oscuro. Giró su rostro al salir.
—¿Sa…?— quiso llamarlo pero se interrumpió al ver también ahí a una pareja que compartían el almuerzo, uno muy cerca del otro. Separó su vista de ellos y caminó en dirección contraria — ¿Sasuke?
—Al fin apareces— soltó el chico que ya se había puesto de pie.
Hinata se acercó a él y a pesar de comenzar a acostumbrarse, no evitó el diminuto sonrojo que coloreó sus mejillas.
—¿Qué ocurre?— preguntó viendo al chico recargado en la pared, con las manos en los bolsillos de sus vaqueros oscuros, en combinación con su chaqueta de piel.
Él sólo se le quedó viendo, hacía más de una semana que no se veían estando a solas y eso comenzaba a fastidiarlo. En esas semanas se habían vuelto más íntimos, y justo en ese momento a la idiota Hyuuga se le ocurrió decir que estaban yendo muy rápido; prácticamente se negó a seguir pasando las noches juntos como casi se les pudo haber hecho costumbre y tal vez podía entenderlo, pero verla no tener idea de qué ocurría, lo molestaba.
—¿Qué haces aquí? ¿Almorzaste algo?— preguntó la distraída chica que no vio rastros que delataran que había comido algo en el único descanso que tenían.
—¿Dónde estuviste anoche?
—¿Uh?
La mirada negra se tornó molesta al no dejar de verla.
—Ah, fui a la casa de papá a… a recoger unas cosas que necesitaba— dijo y titubeó recordando que algo debía decirle —. ¿Fuiste al departamento?— dudó en preguntar y finalmente lo hizo.
Él no respondió al enderezarse y girar su cuerpo a ella.
Entonces Hinata se puso nerviosa —¿Q-qué necesitabas?
Él la jaló del brazo y la pegó a la pared, sacándola del campo visual de aquellos dos imbéciles que también estaban en la azotea.
—Lo mismo que ahora. Quiero llevarte a mi cama y hacerte el amor— soltó seca y fríamente haciéndola abrir los ojos con sorpresa, para de inmediato comenzar a enrojecer.
Sasuke cortó distancia entre sus rostros y las alargadas piernas de la chica temblaron suavemente, envueltas en sus jeans de mezclilla y altas botas.
—… Y estoy seguro que deseas algo igual— agregó roncamente al casi rosar sus labios con los de ella.
—Ah…— ella perdió el aliento al negar en silencio y terminar girando su rostro a la izquierda, temerosa que la pareja del otro lado los hubiera escuchado.
El Uchiha vio la blanca piel del cuello expuesta y besó justo entre el holgado suéter y la delgada cadena que él mismo le había regalado.
—Espera, Sasuke…— pidió al querer apartarlo cuando él subió sus labios y besó más arriba en su cuello, con igualmente besos húmedos que le erizaban la piel más que el frío.
—¿No es así?— presionó al morderle la piel, justo donde se unía el cuello y su hombro.
Ella no respondió. Era inútil negarlo… sintió el alto y fuerte cuerpo masculino cubriéndola. Cuando él alzó una de sus manos a su cuello, levantándole el rostro para luego besarla, ella cerró los ojos; la lengua masculina no tardó entrar suavemente en su boca y entonces sí, sólo pudo estar de acuerdo con él. Un estremecimiento la recorrió completa al aceptar que algo, muy pequeño y en el fondo de su cuerpo, también deseaba complacerlo al hacer aquellas cosas inmorales.
¿Cómo y cuándo había caído en eso?
El aire comenzó a escasear y haciendo el beso entrecortado, finalmente se separaron.
—Saltémonos las clases— sugirió él con voz ronca.
Ella vibró por la idea y aun así negó suavemente.
—No.
—Joder, Hinata.
La peliazul se quitó cuando él le acarició el trasero.
—Sa-sabes que no podemos— le recordó sonrojada por la vergüenza. Aquello era como ponerse de acuerdo para tener sexo y eso de alguna manera la seguía haciendo sentir extraña —. A-apenas logramos terminar el proyecto que compartimos— dijo y se detuvo un segundo para corregirse —… ese que prácticamente hiciste tú sólo.
—¿Y eso qué? Está terminado y eso es lo que importa— interrumpió y se recargó molesto en la pared.
Hinata apretó la correa de la mochila mal colgada en su hombro —Que el lunes es fecha de entrega y es un muy buen trabajo. Quiero aprender todo de lo que escribiste.
Él tensó la mandíbula.
—Necesito hacerlo. Hoy acaban de amonestarme en Cálculo y no he podido recuperar el promedio que mi padre exige… yo…
—Por esa maldita razón te he dejado en paz, pero ya me cansé de esperar— los negros y fríos ojos del Uchiha se clavaron en los de ella.
Hinata se mantuvo en silencio dos segundos, apretó sus manos en puños y suspiró antes de volver a hablar.
—Pues vas a tener que seguir haciéndolo.
La molestia en el moreno creció —¿Por qué?— preguntó al acercarse.
—Mi hermana llega mañana. Se quedará conmigo todo el fin de semana— informó deteniéndolo y lo vio sonreír burlonamente.
—Estás diciendo qué…
—Que no podremos vernos hasta el lunes— interrumpió ella.
—Hinata— la paciencia parecía agotarse en la mirada negra y ella lo supo, volteó a ver al par de chicos que ya los habían notado en ese lugar.
La peliazul apretó sus manos una con la otra y le sonrió intentando no darle importancia a la molestia del joven.
—Po-podrías hacer otras cosas… Na-Naruto comentó que el equipo seguía necesitán-
—Mph— la sonrisa torcida y molesta del moreno detuvo sus palabras. Sasuke levantó su mochila del suelo y se la colgó al hombro. Tomó a la peliazul de la barbilla y la hizo verlo, desconcertándola —. Si quiero verte no es porque no tenga otras cosas qué hacer, es porque quiero hacerlo— dejó claro y luego su negra mirada bajó al colguije que le había regalado y que se lucía sobre sus senos, arriba del delgado suéter negro que ella portaba; lo tomó al soltar su rostro —. Pero tampoco pienso rogarte, Hinata.
Ella abrió sus ojos con sorpresa al verlo soltar la pequeña luna y darse media vuelta para dejarla ahí de pie. Detuvo el paso que quiso dar para seguirlo cuando escuchó el brusco golpe que dio la puerta al cerrarse tras él.
Hinata cerró los ojos resignada y negó en silencio un segundo después. Se había molestado, como supuso que pasaría, pero ¿qué más podía hacer ella?
Toda esa situación entre ambos le siguió pareciendo extraña, así que luego de intentar dejarlo pasar, ella misma también bajó.
Escalones más abajo, el Uchiha bajaba molesto y sin importarle golpear los hombros de chicas distraídas que se atravesaban a su paso; estaba harto, hastiado. ¿Quién demonios se creía Hinata para sugerirle que se entretuviera en otras cosas mientras no podía atenderlo?
Sonrió con ironía y negó molesto. Así de estúpido se estaba viendo seguramente; era claro, le estaba dando tiempo, la buscaba, accedía a sus necedades como aquella cena de fin de año y ahora pretendía hacerlo volver al equipo como si fuese cualquier pelele.
Se tragó su molestia al dirigirse a su siguiente clase, después de que ella echara por tierra sus intenciones.
«¿Qué mierda voy a hacer con esto?» pensó molesto.
Era justo por eso que no quería ser el novio escondido. Le hartaba esperar por ella o verla vagar por ahí como sin nada y sin poder tocarla o siquiera acercarse sin que los miraran extrañados. Hinata era una idiota por pedirle tal cosa, y él era un pendejo por aceptar, pero no le quedaba de otra si quería volverse a meter entre sus muslos.
—Joder.
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O.O.O.O.O
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El día siguiente amaneció lloviendo, toda la mañana se mantuvo así.
La peliazul se quitó la bufanda que había portado y la colgó en un perchero de su habitación. Ese día sería el día que su hermana llegara, desde la noche anterior ella y Neji estuvieron hablando sobre algunas actividades que podrían realizar, cuando el castaño llegó visitándola. Hinata se mordió el labio pensando en ello mientras se colocaba un mallon negro y una blusa holgada morada de mangas largas… Neji había llegado la noche anterior sin previo aviso y aunque nunca le molestaría, no evitó preguntarse qué hubiese pasado si Sasuke hubiese estado saliendo o llegando de ahí en ese momento.
Suspiró agradecida que no hubiese sido así, era justo por eso que prefería mantenerse más a distancia con él. Antes de pedirle espacio, ambos estuvieron envolviéndose más en esa relación –todavía sin nombre- que tenían… se ruborizó al recordar que los últimos días ambos habían estado compartiendo cama también para dormir, después de intimar Sasuke se quedaba en su departamento o la hacía quedarse en el de él, y eso no era sano, iban demasiado a prisa y no quería confundirse más.
Su cercanía la quemaba y en cualquier momento podría sentir cosas más fuertes por él, que no necesariamente tendrían que ser reales.
Cuando cerró la puerta de su closet dejando adentro sus altas botas, quedándose sólo con un par de pantuflas, recordó que Sasuke seguía molesto, desde el día anterior que discutieron no habían vuelto a hablarse, ese medio día de clases se habían cruzado en la facultad pero él pareció ignorarla todo el tiempo, incluso cuando compartieron taller y eso la hizo sentir extraña. Aun así, no tenía tiempo para pensar en eso, su hermana no tardaba en llegar.
Salió a la cocina apresurada revisando que el chocolate del que su hermana tanto gustaba no se fuese a quemar, pues regresando de la universidad lo primero que hizo fue prepararlo, intentando que le quedase igual al que su madre solía prepararles más de una década atrás.
Cuando el aroma ya estaba envolviendo cálidamente el departamento, el timbre del mismo sonó.
—¡Ya voy!— alzó la voz segura de quién llamaba a la puerta.
—¡Tan lenta como siempre!— la voz casi fría de su hermana del otro lado la hizo sonreír.
Cuando la puerta se abrió, dos pares de ojos astutos y perlados, se le quedaron viendo.
Ella sonrió.
—¿Te vas a quedar ahí parada?— preguntó la menor mientras Neji saludaba de un asentimiento de cabeza a la joven heredera.
—¡Oh, Hanabi, te he extrañado tanto!— Hinata se abrazó a su hermana y de su mano cayó la pequeña maleta que era la única de las tres de su equipaje que ella cargaba.
La chica sonrió y cerró los ojos avergonzada.
—Sí, sí, yo también… pero necesito descansar, hermana.
—Oh, lo siento, pasen— se rascó la mejilla al hacerse a un lado.
Ambos castaños entraron al que por el aroma, parecía un más acogedor departamento. Neji acomodó el equipaje de Hanabi en la habitación de visitas y pronto se unió a ellas en el comedor donde la peliazul tenía una bandeja con galletitas que había pasado a comprar luego de salir de la universidad.
—Y todo apesta— terminó por decir la menor luego de que su hermana le preguntara qué tal estaba el instituto.
Hinata sonrió.
—Cuide sus palabras, Hanabi sama.
La joven de dieciséis años rodó los ojos —Por Dios, niisan, no nos hagas sentir que papá está aquí.
El castaño pestañeó y la peliazul no evitó una risita. No sabía si era bueno o malo, pero la noche anterior su padre había cancelado el encuentro con su hija, pues estaba teniendo problemas con uno de los socios que lo representaba en las sucursales del sur del país, así que estaría ausente mínimo cinco días, y aunque Hanabi no se había molestado, no sabía si eso de verdad le resultaba tan irrelevante o sólo evitaba darle importancia.
—Por cierto, Hinata… ¿podemos hablar?— la castaña pidió temiendo verse inoportuna.
—Yo volveré después, las dejo charlar tranquilas— Neji se levantó y Hanabi lo tomó por los hombros.
—Por favor, ¿puedes esperar?— suplicó.
El chico frunció el ceño.
—Yo…
—Por favor— insistió la menor de los Hyuuga.
El varón suspiró cansadamente y asintió para luego tomar asiento. Hanabi pegó un pequeño salto y corrió a la habitación de su hermana, diciéndole que ahí la esperaba.
—Toma, niisan— Hinata acercó a la mesa una tetera con té negro caliente, pues sabía que su primo no gustaba mucho de las cosas dulces —. En seguida volvemos.
Los pasos suaves de la peliazul la llevaron con curiosidad a su habitación, apenas empujó la entrecerrada puerta, vio a su hermana caminar de ida y vuelta frente a su cama.
—¿Ocurre algo?— preguntó comenzando a preocuparse, pues Hanabi no solía ser tan nerviosa, al contrario, era segura de decisiones.
—¿Puedes cerrar, por favor?
El ceño de la ojiazul se contrajo, pero Hanabi suplicó con la mirada y terminó por hacerlo.
—¿Qué…?
—Necesito un favor— interrumpió la menor.
—Por supuesto, ¿qué ocurre?
Hanabi se mordió el labio.
—Quiero quedarme la semana completa contigo.
—¿Qué?
La menor dejó escapar el aliento.
—E-es decir, s-sí entiendo, pero…— se apresuró a explicar Hinata —, pero el lunes tu grupo y tú tienen ese viaje a Francia que han planeado desde hace meses.
La castaña dejó escapar el aliento —No es como si nunca hubiésemos estado ahí, por Dios.
—Hanabi, no sé sí…
—Por favor, convence a Neji. No quiero ir, es decir, ya ni siquiera puedo ir.
—¿De qué hablas?
La menor se rascó tras el cuello —Bueno, supongo que olvidé decirle a papá que necesitaba renovar mi pasaporte.
—¿Cómo has podido hacer eso?
La otra se encogió de hombros —Con mi grupo fuera, no tengo a qué volver al instituto tan pronto, ¿qué dices? ¿Me dejas quedarme? Convence a Neji, por favor, seguro si se lo pides no podrá negarse.
Hinata se mordió el labio, seguro Hanabi también extrañaba estar en familia y por eso planeó su salida justo ese día, cuando bien pudo ser un fin de semana antes.
—Lo meteremos en un problema si papá se entera.
—No tiene por qué enterarse— aseguró la menor —. Él ya sabe que salí, en el instituto lo saben, él dio permiso de mi salida; ellos obviamente también saben que no iré al dichoso viaje, así que basta que Neji hable y confirme que estaré en casa y el domingo volveré.
La peliazul lo pensó.
—También lo conocen a él, Neji ha hablado con la directora. No hay manera de que desconfíen. ¿Sí?
Hinata dejó escapar el aliento —Bien. Pero si tiene problemas con papá, tú y yo asumiremos toda la culpa.
La menor pegó un brinco y se le abrazó a su hermana, haciéndola dar media vuelta y luego se soltó avergonzada.
—Tendrías que ver lo que es ese lugar. Apesta— repitió lo ya antes dicho.
La peliazul sonrió resignada y la animó a salir de ahí, tendrían una larga charla con su primo y tendría que usar todo su poder de convencimiento para que el siempre estricto Neji las solapara.
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O.O.O.O.O
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El fin de semana pasó prácticamente sin notarlo. Al final, Neji había accedido a cubrirlas con su tío, pero no del todo, el joven informó la situación e intercedió por la menor de perlados ojos para permitirle estar fuera del instituto hasta el fin de semana siguiente; el problema del patriarca de los Hyuuga debió de ser serio para dejar ese detalle en las manos de su sobrino y así la travesura de Hanabi pasó prácticamente sin consecuencias.
—Martes— se recordó Hinata que por las prisas no tuvo tiempo de separar sus libros para ese día, y estaba haciéndose líos inclinada en el asiento trasero de su auto, donde dejaría lo que no necesitaría para ese día.
El estacionamiento estaba semi vacío pues ser ese día todavía frío, los estudiantes preferían convivir en el interior de los diversos campus ahí ubicados.
Al momento de enderezarse y cerrar su coche, Hinata se percató que el auto del Uchiha llegaba y se estacionaba un par de filas delante de ella. Tragó saliva discretamente al abrazar sus libros, el pelinegro no tardó en salir de su coche con mochila al hombro y portando su chaqueta de piel. Sasuke la vio de reojo y avanzó a la facultad.
«Sigue molesto» dedujo.
La tarde del domingo le había mandado un texto informándole que su hermana no sólo se quedaría dos días, sino la semana completa y eso seguro lo molestó más, pues él ni siquiera le había respondido. El hecho de haberse cruzado en el campus y no dirigirse la palabra, era clara prueba fehaciente de su desagrado y no sabía cómo lidiar con eso.
La joven suspiró y siguió tras los pasos del chico, después de todo, compartían facultad.
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•¿Desayunaste?
•Incluso almorcé ya. ¿Quieres dejarme tranquila?
Hinata negó en silencio al leer el texto que su hermana le regresaba al móvil.
•Intentaré llegar temprano, dejé dinero si necesitas algo.
Volvió a enviar la peliazul que no se sentía nada satisfecha teniendo a su hermana en casa si ella se pasaba casi todo el día en la universidad.
•Apagaré el teléfono, Hinata. Deja de molestar, ya sé y además tengo dinero. Estudia.
La mayor de las hermanas envió otro mensaje pero éste ya no fue recibido por el móvil de su orgullosa hermana.
El sonido de una silla que fue arrastrada en la mesa que únicamente ocupaba ella, la hizo alzar sus ojos a la persona recién llegada. Casi se paralizó al ver a Sasuke sentarse a su lado.
—¿Con quién hablas?— le preguntó secamente al voltear a verla.
—C-con mi hermana— respondió dejando sobre la mesa el móvil. Él dejó de verla y entonces fue ella la que lo vio de reojo, dejó de verlo y volvió a hacerlo un segundo después —. Creí que estabas molesto— dijo en voz baja cuando la mesa frente a ellos comenzó a llenarse.
El Uchiha no le respondió.
—T-te mandé un mensaje hace dos di-…
—Lo vi.
—¿Y?
—¡Hey, Hina-chan! ¿Qué hay?— preguntó el rubio que llegó a ellos luego de recoger su infaltable ración de ramen que clandestinamente le preparaban día a día.
La Hyuuga se tensó al no haberse percatado que Naruto estaba cerca, al parecer ellos también habían terminado su clase minutos antes de lo acostumbrado. El rubio se sentó enfrente de ellos para poder verlos mejor, sin darle importancia a su cercanía y silencio.
Luego del rechazo que Hinata le dio, había sido incómodo verse los primeros días de clases, pero Naruto decidió que estaba bien, Hinata no había sido cruel ni le había dicho que lo odiaba, al contrario, algo de sus palabras le dieron esperanzas así que decidió esperar sin decir mucho.
La cafetería poco a poco se fue llenando mientras Naruto se quejaba de que lo caliente de su ramen, le impedía comenzar a comer.
—¿Y qué tal todo con tu hermanita, Hina-chan?— preguntó el rubio mientras levantaba los fideos, buscando enfriarlos.
—Ah pues… bien.
—¿Uh?— Naruto le sonrió y luego fijó su mirada tras ella — ¡Oe, Kiba! ¡Cómprame un poco de té!
—¡Estás loco, tú nunca me pagas!— alegó el otro en voz alta formado en la larga fila de la comida.
—¡Cretino, sí traigo para pagarte, 'ttebayo! ¡Sólo no me quiero volver a formar!
El Uchiha se apretó el puente de la nariz al soportar la vergüenza que Naruto le generaba y Hinata vio al rubio con un poco de pena.
—Por Dios, Naruto, no pueden ser más indiscretos definitivamente— mencionó la pelirrosa que con Ino recién aparecía.
El rubio se rascó la nuca —¿Te parece?
—¿Qué si le parece?— se burló Ino que al sentarse a un lado de Naruto, vio como Shikamaru y Lee también llegaban — Ahora todos aquí se enteraron que quieres un té, que el tacaño de Kiba no te lo quiere comprar, y eso porque nunca pagas.
El Uzumaki se avergonzó y las chicas se burlaron.
Minutos después, un vaso de té caliente estaba frente al Uzumaki mientras éste terminaba de comer, luego de que la mesa en donde estaban, se llenara con el grupo de amigos.
—La comida es un asco el día de hoy— se quejó Ino al desenvolver un emparedado que había comprado.
—Es verdad— concordó Sakura —, es como si fueran las sobras de ayer.
Las dos chicas se rieron con desgana, sólo ellas y Kiba habían comprado comida, los demás –salvo Naruto que era un caso especial- llevaban su propio almuerzo.
—¿Por qué no vamos a comer algo todos juntos a la salida?— sugirió la rubia al asomarse a su emparedado — Hace mucho que no lo hacemos. ¿Qué dicen?
Kiba se encogió de hombros, Naruto aceptó por él y por el Nara, y entonces la mirada verde de la Yamanaka cayó en los restantes.
—¿Hinata?
La chica dejó escapar el aliento desanimada —Lo siento. Mi hermana sigue en casa y ya la dejo mucho tiempo sola.
—Mmm… cierto. ¿Y qué hay de ella?
—Dudo que quiera ir, se va a sentir ajena al grupo— explicó con un poco de pena.
—Ir a comer con completos desconocidos— añadió Sakura viendo a Naruto y Kiba pelearse por un trozo de carne que el Inuzuka le quiso robar al rubio —, no debe ser muy agradable. Además, no queremos que piense que somos mala influencia.
—¿Pero qué clase de mala influencia podemos ser, 'ttebayo?— alegó el rubio cuando finalmente perdió su trozo de carne.
Sakura suspiró desanimada —Bastaría verte, Naruto.
—Me ofendes, Sakura-chan— respondió el rubio —. ¡Es más! Invitemos a tu hermana a pasear.
—¿Pasear?— preguntó la peliazul.
—¿Tienes planes para hoy?
—Ah…— la mirada perlada viajó distraídamente al callado pelinegro a su lado —, no realmente— terminó por decir.
Naruto sonrió grandemente —¡Entonces, saquémosla a pasear!
—¿Saquémosla a pasear? No es un perro para hacer tal cosa, idiota— regañó Kiba.
—¡Ah! Sabes a lo que me refiero, 'ttebayo.
—¿Y qué sugieres, Naruto?— preguntó Ino que no le desagradaba la idea.
—¡Vayamos a la feria!
—¿La feria?— ahora quién preguntó fue Sakura — La hermana de Hinata tiene más de quince años, ¿cómo crees que le va a gustar la feria?
—¡A todos nos gusta la feria! ¿Cierto?— alegó el rubio y volteó a ver al grupo, nadie dijo nada, pero más de uno, internamente, reconoció que sí les gustaba ir a tal sitio.
—No lo sé…— dijo la pelirrosa.
—Me parece genial— habló Hinata no muy alto.
Todos se callaron y ciertos ojos negros se posaron de reojo en ella.
—¿Qué? Es decir… ¿quieres ir?— Shikamaru preguntó luego de estar casi seguro que no le interesaría.
La peliazul se encogió de hombros —S-sí… nu-nunca hemos ido.
Se formó un silencio de tres segundos.
—¿Bromeas?— preguntó Sakura.
Hinata negó.
Naruto sonrió extrañado —¿Cómo es eso posible? Todos, hasta el amargado del teme conoce la feria.
—Ah, pues… pues mi padre siempre ha creído que es una forma innecesaria de perder el tiempo.
—¡No es perder el tiempo, es diversión, por Dios!— se quejó la rubia.
Hinata asintió, eso ella lo entendía —Aun así.
—Entonces, vayamos— dijo la pelirrosa —. ¿Qué dicen?
Luego de verse unos con otros, terminaron por asentir.
—¿Sasuke?— preguntó la ojijade al único que no le respondió.
Hinata también volteó a verlo.
—¿Por qué no?
La chica le sonrió abiertamente.
—Y para que tu hermana no se sienta incómoda, Hinata, invitaré a un pequeño amigo, 'ttebayo.
La peliazul asintió mientras se mordía el interior de su labio.
Ino sonrió —Entonces, ¿iremos hoy?
—¿Cuándo más?— Naruto se rio sonoramente imaginando lo que se divertirían y la peliazul sólo deseo que eso saliera bien.
•
O.O.O.O.O
•
Diez minutos después de las seis, los ojos perlados de Hanabi se alzaron a ver las enormes atracciones que por fin podía ver de cerca.
—Al menos no hace tanto frío— mencionó Hinata que caminaba a su lado, portando unos jeans oscuros y un abrigo negro que se ajustaba discretamente a las curvas de su cuerpo, un gorro grueso tejido era lo que la protegía del clima no tan helado de esa tarde noche.
—Pues sí— respondió la castaña que no quería mostrarse tan emocionada como estaba, siempre manteniendo la compostura que su apellido les exigía.
—Allá están Sakura, Ino y los chicos— anunció la mayor a la chica de gruesa chamarra gris, al señalarle con el rostro a la entrada del lugar.
Varios metros recorridos y el grupo estuvo completo. Una vez todos juntos, Naruto contó a los presente y calculó el costo de las entradas y con Kiba y Shikamaru se acercaron a comprarlas, batallando entre lo concurrido de todo el lugar, que a pesar de ser inicios de semana y época invernal, estaba extrañamente lleno.
El tiempo que tardaron los tres jóvenes de salir de la fila, Hinata se encargó de presentar a su hermana. Hanabi intercambió saludo con la pelirrosa de chamarra roja, la rubia de bonita chaqueta beige, un extraño chico de pobladas cejas y conoció de lejos a un pelinegro que en ese momento atendía una llamada.
—Esto está repleto— se quejó el rubio entregando a cada uno sus pases.
—Y bien, ¿qué esperamos para entrar?— preguntó Ino al tener su pase en mano y comenzar a caminar al interior, siendo seguida por varios más.
—Ah…, pues, yo estoy esperando a…— Naruto se quedó sin moverse.
Cuando el Uchiha se percató que Hinata lo esperaba, se acercó a ella.
—Camina— le ordenó al colocar su mano en su espalda, sobre su cabello, motivándola a hacerlo. La joven enrojeció y vio como apenas metros adelante iba su hermana y el grupo.
—¡Naruto nii-chan!— el efusivo grupo no sólo hizo detener sus pasos a la peliazul, sino que tanto el Uchiha como el resto voltearon a ver cuando Naruto gritó y alzó su mano, dándose más a notar.
Los ojos jade de Sakura hasta entonces se percataron de la cercanía del moreno y Hinata que estaban de pie a varios metros de ellos. Se acercó a ellos sin pretender pensar mal.
—Mph… lo que faltaba— mencionó al llegar al lado de Sasuke.
Hinata volteó a verla y pretendiendo fingir que no pasaba nada, habló—: ¿Lo conoces?
La otra asintió —¿Y quién no?
—Hinata, ¿vamos o no a entrar?— Hanabi también llegó con ellos, al quedarse atrás del resto que ya habían cruzado del otro lado.
—Oh, sí— dijo y se acercó a ella.
—¡Hey, ahora ya estamos completos!— Naruto con su infaltable chaqueta naranja, se acercó con un chico castaño de vivaces ojos marrones que portaba una larga bufanda color marrón — Hinata, ¿recuerdas que dije que invitaría a alguien para que tu hermana se sintiera más cómoda? ¡Pues él es Konohamaru!
Hinata le sonrió y Hanabi frunció el ceño… ¿alguien que la qué? ¿quién se creía ese chico y por qué pensaba que necesitaba alguien que la hiciera sentir cómoda?
El castaño recién llegado mostró una extensa sonrisa, casi igual a la del Uzumaki.
—Oh, hola, Sakura— saludó a la pelirrosa que aprovechó el momento para pegarse al Uchiha —. Sasuke— también a éste lo saludó—. Oye Naruto, ¿y esta chica tan bonita quién es? ¿tu novia?— preguntó haciendo que Hinata abriera los ojos con sorpresa y luego se ruborizara grandemente, el rubio también lo hizo, pero en él fue menos notorio.
Naruto se rascó la nuca y se burló sonoramente.
—¿Uh? Uh, sí, bueno…, no, ¡no todavía, 'ttebayo!— soltó el animoso rubio molestando al de ojos negros y ruborizando más a Hinata.
Hanabi, que veía ligeramente molesta al hiperactivo rubio, pronto se vio obligada a voltear al chico de bufanda.
—Entonces tú debes ser a quién debo acompañar. Mi nombre es Sarutobi Konohamaru— le extendió la mano de forma amigable.
La chica frunció el ceño — Yo soy Hyuuga Hanabi, y no necesito niñera— respondió y se dio media vuelta para volver a dirigirse a la entrada.
—¡Hanabi!— regañó la peliazul y Naruto se burló del fracaso total de su joven amigo.
—¡Oe! Pero yo no soy niñero de nadie— aseguró el chico —. Y si Naruto nii-chan me pidió que te hiciera compañía, lo voy a hacer, ¡en serio!— aseguró y se llevó a la chica de la mano casi obligándola a seguirlo.
—Cielos, Naruto — mencionó la preocupada peliazul —, esto de ninguna forma puede salir bien— dijo viendo como el infantil carácter de su hermana era sacado por el también testarudo chiquillo que se adelantaba con ella.
El rubio estalló en una carcajada, pensando cuánto tardaría la pequeña Hyuuga en romperle la cabeza a Konohamaru — Oh, déjalos, Hina-chan. Estarán bien— agregó y confianzudamente, como solía, rodeó los hombros de la joven y la hizo caminar con él.
El de los ojos negros los siguió molesto, Hinata iba a pagárselas, justo por eso pensó en asistir a la estúpida feria, pero ella no tardó en hacer lo que él le advirtió no hiciera, al estar cerca de Naruto más de la cuenta. Metió sus manos en los bolsillos pensando lo patético que se sentía.
—También démonos prisa, Sasuke— animó la pelirrosa que entrelazó uno de sus brazos con los de él y lo obligó a caminar más de prisa.
El malhumorado pelinegro gruñó y volvió lentos sus pasos, pretendiendo que Sakura, animosa como siempre, siguiera a Ino, Naruto o cualquier otro que la entretuviera más, pero ésta no pareció interesada.
La sola entrada al parque de atracciones era llena de color, cada árbol y cada juego mecánico ahí presentes, destilaban luz. Habían dos series de corredores pequeños, ninguno excedía los veinte metros, en éstos se encontraban únicamente los tradicionales puestos japoneses, pequeñas carpas de comida y bebidas tradicionales, y la decoración consistía en lámparas redondas de papel en cada puesto y entrecruzadas en ellos, haciendo el camino agradable a la vista. Terminados los corredores, se podían apreciar las jardineras iluminadas, los altos tubos que sostenían la enorme montaña rusa que recorría de extremo a extremo el gigantesco terreno; también había pequeños lagos artificiales donde fuentes de colores se alzaban bailando, en la tradicional iluminación invernal.
—¡Vayamos por acá!— animó el rubio al jalar a Hinata. El plan del Uzumaki era ir directo a los juegos mecánicos, pues también hacía mucho que no tenía una explosión de adrenalina como esa, pero se le atravesó en el camino un pequeño puesto donde podían conseguir peces dorados.
—Por favor, Naruto. Esto es una atracción para niños— regañó Shikamaru al ver al rubio pedir una pequeña red y una bolsa.
El Uzumaki le devolvió una enorme sonrisa ligeramente avergonzada —Nunca he podido atrapar uno, seguro hoy es mi noche.
—Joder. Yo mejor iré por un trago a alguno de los bares de allá adelante— maldijo Kiba y se adelantó sin que nadie lo detuviera.
—¡Yo voy contigo!— Lee lo siguió, un trago le vendría bien y aprovecharía para retarlo en alguno de los juegos de destreza por ahí colocados.
Hanabi comenzó a caminar sin importarle mucho ver a ese chico conseguir un pez y Hinata pensó en seguirla, pero pronto vio al chico de bufanda ir con ella y a su hermana ya no tan molesta por su compañía.
—Esto es aburrido— soltó Ino —. Adelantémonos, ¿quieres?— invitó al Nara que la vio para abajo.
Éste frunció el ceño cuando ella le insistió con la mirada —¿A qué juegas?
Ella dejó escapar el aliento —A nada. Tengamos una tregua, sólo por hoy— dijo y lo golpeó con su hombro al pasarlo de largo.
El Nara la vio alejarse y sabiendo que se equivocaba, la siguió después de llevarse un cigarrillo a la boca.
Naruto estaba acuclillado buscando su pez, con la segunda de tres redes ya rota, y luchaba por no frustrarse.
—Uhm… cre-creo que lo estás haciendo mal, Naruto— Hinata le habló al hincarse a su lado.
—¿Tú crees?— preguntó el rubio.
Ella le asintió y le sonrió, haciendo ruborizar al Uzumaki que se rascó la nuca y negó, asegurándole que lo haría mejor.
Los ojos negros del Uchiha se fijaron en la sonrisa tonta que mostraba Hinata y en los brazos de esos dos rozarse al estar tan juntos. Naruto rompió la tercera red y Hinata pidió otras más, ella pretendió enseñarle pero también su pez saltó y rompió la red haciendo que el rubio riera fuertemente.
Sakura bufó —No puedo creer que no lo logren— dijo casi frustrada, hizo a un lado a Hinata que tuvo que ponerse en pie y ella se arrodilló junto al rubio —. A ver, tú, dame acá.
—Pero, Sakura-chan, esas son las mías.
—Ay, cállate si no quieres que te rompa la cara— advirtió la chica que se acomodó las mangas de su chamarra para tener mayor control.
Hinata vio con atención cómo esos dos casi no respiraban buscando conseguir un pez, Sakura alzó a un pequeño pez que se removió suavemente sobre la red y cuando el agua dejó de cubrirlo, se sacudió rompiendo también la red de la pelirrosa.
La carcajada de Naruto hizo sonreír a la Hyuuga y molestarse a Sakura.
—¡Deme otras tres!— exigió la pelirrosa que sentía en juego su orgullo.
—Ven— Sasuke tomó de la mano a Hinata y se la llevó con él, ya estaba lo suficientemente harto de verla dejarse abrazar por el imbécil de Naruto, como para todavía dejar que lo siguiese viendo hacer sus estupideces.
—¿Q-qué haces?— preguntó cuando su azulino cabello se hondeó producto del movimiento — A-alguien podría vernos.
—Me importa un cuerno— dejó claro al seguir caminando alejándose de sus compañeros.
—Ah, Sasuke…
—¿Le dijiste?— preguntó al avanzar entre los distintos puestos, saliendo del corredor y llegando a los amplios caminos que llevaban a las distintas atracciones.
—¿Decirle qué?— preguntó Hinata cuando se detuvieron cerca de unos arbustos iluminados de azul.
La mirada negra se cargó de molestia al pestañear una vez y ella pareció recordar.
—Lo del no definitivo a ser su novia— ella pareció adivinar lo que él le preguntó —. Ahm… cre-creí que ya no importaba.
Él sonrió molesto y la tomó de la barbilla —¿Por qué demonios no va a importar?— preguntó celoso, recordando como su imbécil amigo dijo que ella todavía no era su novia delante de todos — ¿Qué pretendes?— su voz sonó ronca al estar molesto y no dejó de verla a los ojos — ¿Mantenerlo ahí esperando mientras te deshaces de mí?— la sola idea lo asqueaba, pero no se quitaba de la cabeza que Hinata pareció asustarse con el grado de intimidad que habían alcanzado, y tal vez pudo arrepentirse… verla ver a Naruto con su estúpido sonrojo le dejó claro que ella aun no lo superaba y ella no tenía idea cómo eso le hacía arder las entrañas en celos.
—¿De… de qué estás hablando? Yo… yo nunca haría eso.
Él sonrió molesto y cuando estuvo a punto de recordarle que ella había jurado no hacer otras cosas –de índole sexual-, había flaqueado una y otra vez… ¿qué era diferente ahora?
—¡Oe, teme, Hinata! ¿Qué hacen acá?— preguntó Naruto que los alcanzó a ver, pero no vio cuando el Uchiha soltó a la joven heredera Hyuuga, ni el nerviosismo de ésta.
Sasuke se recargó en la jardinera a un costado de la peliazul y jugó con sus nervios al no responder.
—¿Hinata?— ahora quién exigió una respuesta fue la Haruno.
—Ahh… pues…
—Nos acercamos a cuidar a su hermana— soltó el Uchiha con voz desinteresada y señalando con el rostro al último puesto de ese corredor, donde justamente la menor de las Hyuuga estaba comprando un palillo de dangos, y peleando con el castaño para que consiguiera los suyos.
Naruto volteó y sonrió al verlos pero Sakura no quedó del todo convencida.
—¡Hey, chicos!— gritó Ino desde lo lejos.
—¿Por qué no nos subimos a uno de los juegos?— sugirió el rubio — Al final, los peces parecían malditos, ¡hubieran visto como saltaban, 'ttebayo!— aseguró el Uzumaki que volvió a tomar a Hinata de la mano, atravesándose frente al Uchiha para llevársela.
Los ojos negros del Uchiha se posaron en ellos al marcharse.
—¿Vamos, Sasuke?— preguntó la pelirrosa al rascarse la mejilla avergonzada. El moreno la vio de reojo y entonces caminó siguiendo al grupo, Sakura lo siguió de inmediato — Lucen bastante bien juntos, ¿verdad?
La mirada gélida y de reojo del pelinegro cayó sobre ella —No sé de qué hablas.
La pelirrosa sonrió y se acercó más a él, esta vez no se atrevió a sujetarlo.
—De esos dos, ¿de quienes más?— dijo ella con un gusto amargo, pero contenta de estar charlando otra vez con él — El carácter alegre de Naruto saca lo mejor de Hinata… siento que le hace bien.
Él ya no respondió… ver a Hinata sonreír ahí de pie, iluminada por las luces neón de un árbol sobre ella, conversando con su hermana mientras se animaban a subir a una enorme atracción, lo hizo meditarlo otra vez.
Cuando el Uchiha y la pelirrosa llegaron, sólo para escuchar a los seis chicos presentes, que se subirían a la Súper Torre.
—¿Qué dices, Hinata?
—No sé, me da miedo— aseguró la chica que alzó su rostro a ver la torre de más de setenta metros de altura, la cuarta más grande del mundo.
—Por Dios, Hinata, no seas cobarde— regañó su hermana que con las manos en los bolsillos de su chamarra, también veía la torre —. ¿A qué se supone que venimos si no subirás?
La ojiperla que desde ya sufría de vértigo, se mordió el labio.
—¡Hey, vengan ya!— gritó Ino que con Shikamaru ya estaban en la pequeña fila.
—No… yo… yo creo que mejor…
—Ni lo digas, Hinata, yo subiré a tu lado— aseguró el rubio que se la llevó abrazada del cuello, o más bien, casi jalada.
—Idiota— susurró el Uchiha al ver a Hinata casi palidecer.
—¡Vayamos nosotros también!— Sakura casi saltó de emoción al llevárselo de la mano.
Shikamaru fue el primero en abordar en uno de los cuatro lados de la torre, siendo seguido por Ino, un animado Kiba y un casi nervioso Lee; al haber más personas ya de ese sitio, a Naruto y la ojiperla les tocó en una cara opuesta de la torre.
—¿Y Hanabi?— preguntó Hinata al buscar distraerse cuando por fin se sentó en el enorme juego.
—No lo sé, seguro del otro lado, 'ttebayo— mencionó el rubio que se ajustó el cinturón en su cadera —. ¿Te ayudo?
—Vamos, Sasuke— Sakura se sentó del lado de la peliazul y comenzó a asegurarse el cinturón mientras la Hyuuga y el Uchiha intercambiaban una fugaz mirada.
—¿Uh, qué?— Hinata se ruborizó al sentir las manos de Naruto en sus piernas.
—Es sólo para que estés segura— comentó el chico con una enorme sonrisa que avergonzó a la Hyuuga.
—¿Todos listos?— preguntó el encargado del juego cuando hizo bajar los seguros mantendrían sujetos del pecho. La gran mayoría gritó que sí, mientras Hinata casi sudaba de sus manos al sujetarse a la piel de los seguros.
Los asientos de los jóvenes temblaron antes de que comenzaran a subir y la peliazul ya tenía los ojos cerrados. Eso de ninguna manera era una buena idea, se aseguró, ¿en qué demonios pensaba?
El juego comenzó a subir lentamente hasta casi la mitad y los hizo bajar sólo para volverlos a subir. Al tercer intento de subida, ellos por fin estuvieron en la cima.
Hinata casi comenzó a hiperventilar mientras apretaba sus manos en la protección en su pecho.
—Hey, Hinata.
—¿S-sí?— preguntó apenas pudiendo despegar su vista de sus pies y el empequeñecido parque allá abajo.
—Todo estará bien— aseguró el rubio y le guiñó un ojo.
Hinata casi se ruboriza, pero la caída libre comenzó en ese instante, haciendo subir todo lo que tenía en su estómago casi a la cabeza.
—¡Santo cielo, Naruto!— alzó la voz la peliazul y apenas fue audible entre el ensordecedor grito casi unificado de las personas ahí arriba.
«Patético» pensó asqueado el Uchiha que tenía que soportar que Sakura se sujetara de él, mientras veía a Hinata casi girar su cuerpo en dirección a Naruto, buscando protección.
Los casi cinco minutos que estuvieron arriba, bastaron para que el Uchiha tuviera suficiente de Naruto y Hinata.
—¡Hey, ¿cómo es posible que se subieran sin mí?!— se quejó Konohamaru que recién llegaba con un oso de peluche de tamaño colosal.
—¿Y qué haces con eso, 'ttebayo?
Hanabi se burló —Sólo a ti se te ocurre comprar semejante cosa al apenas llegar… Disfruta cargarlo.
El chico entrecerró los ojos —Dijiste que lo querías— dijo y soltó el enorme peluche a sus pies.
—¿Te lo creíste?
Ambos jóvenes se vieron a los ojos, en una combinación de enojo y reclamo.
—¡Me lo pediste!
Ella alzó ambas cejas —Ya no me acuerdo— dijo encogiéndose de hombros. Sí, lo pidió, pero sólo para deshacerse de él y porque de verdad creía que no lo ganaría.
—Eres una niña mimada— se molestó el de bufanda.
—Y tú un crédulo de lo peor— respondió con simpleza.
—Ya no se peleen— intervino Hinata viendo que los demás parecían entretenidos viéndolos pelear —. Muchas gracias, Konohamaru. Ella te lo agradece. Yo cuidaré tu regalo.
—Por favor, Hinata, deja de ser tan condescendiente— pidió su hermana.
—Amable, querrás decir— corrigió el castaño.
—¡Ah, ya dejen eso!— alegó Kiba que ya se había fastidiado — ¿Por qué no vamos a la montaña rusa?— pidió señalando la atracción, cuya entrada estaba a varios metros adelante.
El camino hasta allá era realmente bonito, un camino de concreto recorrido por un largo jardín de árboles y arbustos iluminados, un puesto de palomitas y más adelante, dos pares de domos, igualmente iluminados, sus techos de cristales permitían ver a las personas sentadas en las pequeñas bancas en su interior, todo el cielo ennegrecido, los altos edificios de la ciudad y los juegos mecánicos.
—¡Sí!— Sakura se apresuró —¡Vamos, Sasuke!
—Ahora voy.
—¿Quieres ayuda con eso?— le preguntó Naruto a la peliazul que cargaba el oso de peluche.
—Ah, no… no pesa mucho. Ah… Naruto… cre-creo que yo no subiré— informó con algo de pena.
—¿Uh? ¿Pero por qué?
«Casi muere desmayada idiota» pensó el Uchiha que no comprendía cómo lo despistado de Naruto estaba rayando en la estupidez.
—¡Naruto, Hinata, Sasuke, dense prisa!— alzó la voz la pelirrosa que junto al grupo ya abordaba la pequeña escalera para subir al conjunto de seis coches dobles que los llevarían al recorrido.
—¡Ya vamos, 'ttebayo!— gritó el Uzumaki — Si es por esto, no te preocupes, sentaremos al oso bajo el domo y ahí nos esperará— Naruto le arrebató el peluche y lo abrazó por el cuello con un brazo, con él otro, abrazó a Hinata por la cintura— Vamos, teme.
—Naruto yo de verdad no quiero subir.
—No digas tonterías, Hinata. Ya verás cómo te diviertes, es mucho mejor que el anterior, 'ttebayo.
El Uchiha vio cómo el rubio se deshizo del peluche y volvió a jalar a Hinata.
—Naruto…— ella intentó detenerse, si el anterior juego casi la desmaya, ese seguro lo logra, pues desde ahí podía ver todas las subidas y bajadas que daba e incluso las tres vueltas completas que daba en menos de cien metros. Moriría, estaba segura.
—Vamos, ven…— el chico avanzó y ella suspiró siguiéndolo.
El moreno tensó su mandíbula al ver como el que era su ahora rival, presionaba a Hinata a irse con él.
—Dijo que no, idiota— habló el Uchiha al tomar a Hinata del brazo, haciendo al rubio detenerse cuando ella ya no lo siguió.
—¿Eh?— Naruto pestañeó incrédulo.
—¿O no entendiste?— el tono seco y frío del Uchiha desconcertó a su amigo.
—Pero yo sólo quiero que se divierta un poco, 'ttebayo.
—Ella no parece muy divertida— le dijo llevando su mirada negra y envenenada ahora a Hinata.
Naruto frunció el ceño —¿Hinata?
Ella se mordió el labio —La verdad… me… me aterra un poco— confesó. Entonces Naruto la soltó.
De pronto el rubio al ver a uno y a otro le dio la sensación de ver a un chico celando a su novia y eso no le gustó.
—¡Vamos, chicos!— gritó Ino.
Naruto dejó escapar el aliento —Ah, lo siento, Hinata.
—Si no te molesta…, preferiría quedarme.
El chico negó —De ninguna manera. Nos vemos al bajar— aseguró y sonrió grandemente al llevarse una mano a la nuca —. ¿Y tú, vienes, teme?
—No esta vez.
Naruto asintió y se dio media vuelta para luego correr al vagón donde ya lo esperaban el resto del grupo, dejando pasar esa absurda sensación.
—¿Qué ocurrió?— preguntó extrañada Sakura al rubio que se sentó a su lado.
—Hinata no sube y Sasuke tampoco— respondió al encogerse de hombros.
—¿Por qué? ¿Qué te dijeron?— volvió a preguntar extrañada.
—Al parecer Hinata no se siente bien.
—¿Y Sasuke?
Naruto guardó silencio dos segundos —Es un amargado, ya sabes— aseguró con una sonrisa, no tan convencido.
Sakura volteó a verlos, observando como Hinata se sentaba en los asientos bajo el domo y Sasuke se recargaba en una de las altas jardineras cercanas.
Otros ojos suspicaces se posaron sobre ellos en ese momento, sólo que éstos eran perlados e iban varios asientos atrás de los primero en el vagón.
«Hinata» pensó al seguir viéndola cuando el juego comenzó a andar y la notó acercarse a ese chico de ojos negros… un Uchiha, estaba segura.
• • •
Con tres pasos dados, escuchó como el vagón en la montaña rusa comenzó a andar y entonces se detuvo. Vio a Sasuke recargado en una jardinera, frente a unos arbustos iluminados de rosa, tras éstos, altas fuentes de colores lanzaban irregulares chorros de agua; el lugar era muy bonito, pero el nerviosismo nunca salió de su cuerpo.
—¿Terminaste ya?— preguntó él al sentirla acercarse.
Hinata se paralizó —¿Terminar?... ¿de… de qué?
La mirada fría y profundamente negra cayó en ella —De parecer una idiota frente a Naruto.
Ella perdió el aliento y resintió la crueldad de sus palabras.
La mirada negra que se clavó en el rostro de Hinata, resbaló por su cuerpo mientras recordaba la conversación que momentos atrás tuvo con Sakura.
«…Es curioso que se vea tan natural con él, ¿no te parece?» recordó esas palabras cuando vieron a la peliazul y al rubio abordar el primer juego mecánico «La verdad, yo también llegué a sentir, como Ino lo dijo hace tiempo, que Hinata sentía un poco de celos por mí y mi cercanía con Naruto, ¿puedes creerlo?... ¡Como si me gustara Naruto!» Sasuke no supo qué le molestó más, la presunción de la pelirrosa, o los celos de Hinata a los que se refería.
—Sólo… sólo intento ser amable con él, no tienes qué molestarte— explicó al desviar su mirada al no poder sostener sus ojos en los de él.
El Uchiha sonrió con ironía.
—El imbécil no te ve amable, sino complaciente, Hinata, como todos— soltó con molestia —. ¿Y aun así no pretendes lastimarlo cuando se enteren que les hemos estado viendo la cara de imbéciles?
Ella resintió esas palabras —Tampoco puedo ser cruel— debatió aun así.
«¿Por qué demonios no me extraña?» pensó molesto el Uchiha.
Hinata terminó de acercarse y recargarse en la alta jardinera al lado del pelinegro.
—Naruto es…— quiso explicar.
—Nadie— cortó él —. Naruto no es nadie. Yo soy tu maldito novio y tenemos más de quince días sin tocarnos, y tú sigues por ahí, patética como siempre tras los pasos de ese imbécil.
Ella dejó escapar el aliento —Él no es un imbécil— le dijo con voz baja pero viéndolo a los ojos —. Y… y también hablamos sobre que no podríamos ver-nos.
Él tensó la mandíbula y endureció la mirada al acercarse a ella y acorralarla entre la jardinera, al apoyar sus manos en ésta.
—No. Tú hablaste sobre ello— dejó claro —, y lo acepté. Pero comienzo a hartarme, Hinata— añadió al enarcar una ceja y obligarla a verlo al sujetar su barbilla.
Ella perdió el aliento —E-es sólo moment-
El Uchiha estrelló sus labios con los de ella, interrumpiéndola y silenciándola. Metió una de sus manos entre su azulino cabello tras la nuca, y con la otra la pegó completamente a él, al sujetarla del trasero. Hinata gimió por eso y él aprovechó para deslizar su lengua dentro de su boca.
Las delgadas manos femeninas se apoyaron en los brazos del chico y buscaron apartarlo; el juego donde sus amigos iban estaba en marcha y en cualquier momento volverían a pasar justo sobre ellos y no quería imaginarse lo que pasaría si llegasen a verlos. Sasuke era definitivamente imprudente en ese aspecto.
—Ah… Sa-Sasuke— ella buscó apartar sus labios, pero él no se lo permitió.
El Uchiha estaba lo suficientemente molesto y celoso como para soltarla. Hacía más de quince días que no la tocaba como deseaba y verla tan condescendiente con Naruto le hacía hervir las entrañas de rabia. Necesitaba sentirla de él, saberla suya, quería más que sólo meterse entre sus muslos, necesitaba arrancar a Naruto de su vida, esa admiración y aprecio que ella le tenía lo quería para él, pero era consciente que estaba en clara desventaja por lo que le había hecho; aun así, siguió comiéndose sus labios, pegándola a él, demostrándole que a pesar del pasado que compartían, ella podía estremecerse con él, sentir y ansiar su contacto. Estaba demostrándole que su cuerpo ya era suyo… y que eso que a ella la atormentaba, a él lo complacía.
Cuando sus labios se dejaron despacio, el ligero vaho de sus alientos se mezcló y Hinata vibró al ver esos ojos tan negros, muy cerca y fijos en ella.
—E-esto es realmente imprudente— soltó la joven apenas pudiendo controlar su voz. Se apartó ligeramente pero no pudo moverse demasiado al seguir la mediana pared de la jardinera a su espalda.
Sasuke pegó completamente su cuerpo a ella. Hinata enrojeció al sentir su calor, lo imponente de su cuerpo fuerte y su aroma que amenazaba con embriagarla.
—Eres perfectamente consciente que no me importa— habló en el oído de la chica, a la cual, a pesar de traer botas altas, la mantenía sobre las puntas de sus pies, asegurándose que su alterado miembro se pegara en la planicie de su vientre.
—P-pero a mí sí— le recordó ella que volvía a sentir esa atmósfera cargada de algo parecido a erotismo que él solía crear cuando se pegaba de esa forma a ella.
—Estoy harto de esperar. O hablas tú, o lo hago yo— advirtió.
Ella abrió de más los ojos y tembló, tembló por ese ultimátum o por los labios del Uchiha que se pegaron de manera inesperada a su cuello.
El celoso pelinegro se extasió de sentir los dos firmes senos de la Hyuuga pegados a su pecho. Succionó de más su cuello y la sintió querer apartarlo; luego de varios segundos y de que su miembro se endureciera, él se quitó.
—Me largo— soltó al romper todo contacto con la chica que casi pierde el equilibrio al estar apoyada en él.
—¿Qué?
—Lo que oíste. Ya no estoy para tus juegos.
—Pero… Sa-Sasuke…— Hinata lo vio partir con las manos en los bolsillos de su pantalón. «Santo cielo» pensó preocupada, ¿ahora qué les diría a sus compañeros? Y no sólo eso…
Se llevó una mano al cuello. No necesitó verse para darse cuenta que él había vuelto a marcarla. Aquella mirada que le dejó al decirle que se iba, le dio a entender que aquél joven iba furioso, y no evitó ese pequeño sentimiento de decepción que la embargó… la verdad era que no se sentía bien estar disgustada con él… ¿por qué?
Cuando un par de niños pasaron corriendo y gritando cerca de ella, Hinata tuvo que volver a concentrarse en ese momento. El ruido de todo ese parque nunca se sintió tan fuerte y a pesar de todo ese mundo de gente y algarabía rodeándola, ella todavía sentía la tibia corriente eléctrica que el tacto del Uchiha le dejó.
Mordió su labio y cerró sus ojos. Necesitaba, por lo pronto, ocultar esa marca en su cuello, ya después vería la forma de arreglar o intentar arreglar las cosas con él.
•
O.O.O.O.O
•
Horas más tarde, y ya con la más negra y fría noche cayendo sobre toda la ciudad, Hinata y su hermana se encontraban ya de regreso en el departamento de la mayor.
La peliazul no evitó dar una mirada fugaz al edificio de enfrente mientras se quitaba sus altas botas al estar sentada en su cama, al apenas estar llegando.
Hanabi entró cargando el enorme oso de peluche que Konohamaru había ganado para ella.
—Cómo me gustaría poder llevármelo, pero seguro no me dejarían ingresarlo— mencionó la castaña para ella misma mientras daba un par de golpecitos en la cabeza del enorme peluche, al dejarlo sentado en el sofá que estaba en una esquina de esa habitación.
Los ojos perlados y astutos de la joven viajaron a su hermana, la misma que se preparaba para ducharse, pero se encontraba extrañamente callada.
—¿Qué pasa contigo y ese Uchiha?— soltó secamente haciendo tensar a Hinata que buscaba entre sus ropas alguna pijama.
—¿Qué?— preguntó con media sonrisa pero sin voltear a verla — No sé de qué hables.
La menor entrecerró los ojos y se acercó a ella hasta recargarse en el closet, a su lado.
—Hablo de ti y ese chico pelinegro. Es un Uchiha, ¿cierto?— volvió a hablar viendo cada gesto de su hermana. Hinata sólo negó sin quererle contar nada — Claro que lo es— se aseguró—. Sólo los Uchiha tienen esos ojos peculiarmente negros, es algo que caracteriza a su familia, así como nuestros ojos tan claros son únicos de nosotros. ¿Qué haces con él, eh, Hinata?
La mayor dejó escapar el aliento al tener en sus manos su pijama negra.
—Nada.
—¿Ah, no?
La otra guardó silencio y desvió el rostro.
—¿Pretendes engañarme a mí? Por Dios, Hinata, puedes hacerlo con tus idiotas amigos, que ni deberían llamarse así si no se han dado cuenta de lo que ocultan; pero a mí no puedes engañarme, soy tu hermana y te conozco desde que nací— reclamó.
La peliazul dejó escapar el aliento resignada al recargarse en la puerta cerrada del closet.
—Ellos no deben saberlo.
La chica sonrió con cinismo —Eso me quedó claro. Casi logras engañarme a mí también, ¿por qué parecías más novia del rubio escandaloso que del idiota Uchiha?
—No lo llames así— pidió al verla a los ojos.
—¿Qué está pasando?
Hinata se dirigió al baño —Todavía no lo sé muy bien— se sinceró haciendo fruncir el ceño a su hermana.
—¿Cómo?— Hanabi casi corrió a seguirla antes de que se encerrara en el baño —¿Qué quieres decir? ¿Tienes o no algo con él?... Hinata, ¿estás enamorada de ese chico?— la seriedad y preocupación en la voz de la castaña estremeció por dentro a la peliazul.
Ella negó. No lo sabía, no creía, no, no podía.
La chica dejó escapar el aliento ligeramente, tranquilizándose por el momento.
—Pero ese tipo de contactos— dijo señalándole con el rostro su cuello. La mayor se llevó sus dedos a tocar esa marca que Sasuke le había dejado y que claramente ahora se hacía visible, luego de que en un baño de ese parque la cubriera ligeramente con maquillaje —, no son propios de desconocidos; es decir… si ustedes dos comparten ese tipo de roces, es porque han alcanzado un grado de intimidad peligroso.
La mayor de las Hyuuga se mordió el interior de su mejilla, sí Hanabi supiera hasta qué grado de intimidad había llegado con Sasuke… se ruborizó. No, no debía saberlo.
Hinata dejó escapar el aliento.
—Sólo fue esta vez. S-sí… sí tenemos algo, pero, pero no es serio ni… ni tampoco importante.
La menor vio a su hermana desconociéndola, Hinata no era de ese tipo de chicas.
—¿Por qué?
—No me lo preguntes— fue más seca y esquiva —. Es algo que no va a durar— dijo lo que realmente creía.
Hanabi asintió despacio, no entendía cómo su hermana había cambiado tanto en esos ocho meses sin verla, pero en eso último estaba de acuerdo.
—No tengo idea qué busques metiéndote en problemas sólo porque sí. Tú como yo, sabes perfectamente que nuestras familias no se mezclan… de hecho, nuestra familia no se mezcla prácticamente con nadie. Papá tiene un particular desprecio por la familia de ese chico, y aunque odio admitirlo, lo mejor es no llevarle la contraria— dijo y la vio con pena —. Lo mejor que puedes hacer, es mantenerte alejada de toda esa gente… algo me dice que no te dejarán nada bueno.
Hinata suspiró en silencio sintiendo una opresión en el pecho.
—¿Neji lo sabe?
—¡Oh, por Dios, no! Y por favor no se lo digas.
Hanabi sonrió ante el apuro de su hermana —Descuida, no le diré nada, aunque para serte sincera, me extraña que no lo sepa todavía.
—Lo sé, a mí también.
La menor se revolvió el cabello, frustrada —Ay, Hinata, no quiero pensar el día qué se enteren.
La peliazul guardó silencio dos segundos al acercarse a abrir la regadera —Esperemos que no ocurra, o que al menos, el día que lo hagan esto haya acabado ya— soltó sintiendo un sabor amargo en sus palabras, pero enteramente segura que era lo mejor.
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O.O.O.O.O
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Los tres días siguientes fueron realmente tensos para Hinata. El miércoles, luego del improvisado paseo a la feria, Sakura no dejaba de verla cuando mencionaba al Uchiha, pues un día antes no se había quedado satisfecha con la insípida respuesta de la Hyuuga cuando aseguró que el joven simplemente se había marchado luego de recibir una llamada. Mentir no era lo suyo, menos, sabiendo que Ino la veía y se sentía mucho más falsa; para la fortuna, o no, de Hinata, Sasuke no había asistido a la facultad y eso le dio la libertad para concentrarse mejor en parecer normal ante sus amigos, y enfocarse también en sus estudios .
Las blusas de cuellos altos habían vuelto a ser normal en ella para ocultar aquella marca que Sasuke le había dejado, y que era la única señal de él, pues el joven cursaba ya su último semestre en la universidad y al parecer sus clases en la facultad eran cada vez menos al concentrarse en la elaboración de su tesis, pero su ausencia seguía pareciéndole extraña, pues Naruto y Shikamaru que también cursaban ingeniería, solían estar más en el campus, y se daban tiempo incluso para atender sus actividades deportivas.
La Hyuuga suspiró al salir ese viernes de su facultad y alzó la mirada al cielo. Otro día negro y lluvioso. Bajó las escaleras del edificio de su facultad y con la mochila al hombro, se encaminó directo a su auto sin importarle realmente ser mojada por la leve lluvia.
Suspiró en silencio. Esa noche cenarían con su padre y con Neji en algún elegante restaurant y compartirían como la familia que eran. La peliazul se guardó el pensamiento aquél que le intentaba decir que aquella cena sería sólo otro evento protocolario, como los que solían tener los Hyuuga cuando se reunían, o al menos, cuando asistía el patriarca de la familia.
Entró a su auto careciendo de aquella emoción, tal vez absurda que antes solía embargarla, de estar todos en familia, pero al menos satisfecha de que su padre hubiese alcanzado a llegar antes de que su hermana volviese al instituto.
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O.O.O.O.O
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La luz de su departamento, así como la pantalla de su portátil en la que horas atrás había estado trabajando, estaba apagada, haciendo que la luminosidad de la lámpara en el exterior de su balcón fuese más notoria, y con ella, también lo fuesen las miles de diminutas gotas de agua que caían en la ciudad.
Sus ojos negros estaban perdidos en algún punto en el techo de la sala, mientras apoyaba su cabeza en uno de sus brazos al estar acostado en el sofá; sus pensamientos tan lejos de él y estaba más fastidiado por eso, que por el ruido que hacía su pequeño gato al jugar con una pelotita con cascabel en el interior.
Su móvil vibró sonando más ruidosamente, al estar colocado sobre la superficie de cristal de su mesa de centro. Sus ojos viajaron a él desganado y finalmente lo tomó al solo estirar su mano al ver la pequeña luz que indicaba un mensaje.
Su rostro perfecto y desinteresado fue iluminado por el brillo del móvil al desbloquear la pantalla. Leyó el mensaje y apagó el móvil un segundo después. Luego de dejar que el silencio de su departamento fuera únicamente llenado por los juegos del pequeño felino, y el sonido de los claxon en la avenida y el repicar de los mismos, ladeó su rostro en dirección a aquél pequeño cuarto que daba vista al edificio donde aquella peliazul vivía.
—Tsk— chasqueó la lengua molesto —. Patético— se dijo asqueado y se levantó.
Rodeó su sala, tomó las llaves de su auto y la chamarra de piel que horas antes había dejado colgada en el perchero cercano a la puerta.
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O.O.O.O.O
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Eran más de las diez de la noche y Hinata jugó con el móvil en sus manos, mientras veía a Hanabi reír y conversar animosamente con Neji, aprovechando que Hiashi se había levantado a saludar a uno de sus tantos amigos, aunque en realidad, lejos estaban de serlo.
Los postres en la mesa estaban prácticamente acabados, salvo el pequeño plato de la peliazul que todavía contaba con casi la porción entera de tiramisú, decorado con frutas rojas, que eran las favoritas de la joven pero que en ese momento ni siquiera había tocado.
Hanabi se rio al contar cómo al segundo día de clases en ese internado, conoció a la persona que le impartiría su clase de gimnasia; ésta, al entrar al gimnasio, había hecho sonar un silbato y todas las alumnas formaron un par de filas, contó también cómo con voz ronca les ordenó presentarse y como siendo la primera en la fila comenzó, casi escupió su bebida al decirles que había llamado 'señor' a la que después supo que era una señorita, provocando la carcajada de más de una de sus compañeras cuando fue corregida y además, gracias a eso, se había ganado veinte tiernas vueltas a todo el gimnasio por distraída.
—Pero lo juro, es la mujer más masculina que conozco. Es más, el castigo debió ser para ella por confundirnos, porque eso sí, no fui la única que lo pensó… aunque sí la única tonta que lo dijo— finalizó en voz baja.
Los dos Hyuuga restantes sonrieron, y Neji después le sugirió ser más cuidadosa con ese tipo de detalles; Hanabi se defendió y mientras ambos conversaban, los ojos perlados de Hinata volvieron a bajar a su móvil. Ya habían pasado tres días desde la última vez desde que vio a Sasuke marcharse molesto; ella había esperado, casi estando segura que él la llamaría o mínimo le escribiría un texto pidiendo verse y eso no había ocurrido… debería estar demasiado molesto con ella. Volvió a revisar sus listas de llamadas e incluso sus mensajes y estaban igual.
Suspiró y entonces su hermana la obligó a regresar a la plática al hacerle una pregunta. Lo peor para la peliazul, era que ella tampoco se atrevía a hablarle o mandarle un mensaje siquiera, ¿qué se supone que debería decirle?
El resto de la velada la pasaría con una pequeña sensación de opresión en el pecho que no la dejaba sonreír naturalmente.
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O.O.O.O.O
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Cerca de las once de la noche, Sasuke despegó su espalda de la pared donde había estado recargado y caminó un par de pasos hasta abrir una de las puertas de madera y cristal de ese ventanal en la habitación de su madre, y recargarse en él, sintiendo como el aire frío de esa noche lo golpeaba y mojaba con las finas gotas de agua que caían.
Unos ojos tan negros como los suyos, pero más cálidos, lo vieron avanzar. Mikoto sonrió. Era tan agradable tener a su hijo de vuelta en casa, la segunda vez en menos de un mes, luego de más de seis años de ausencia. Horas antes, cuando le mandó ese mensaje a su hijo no esperó que fuese como se lo pidió, pero estaba claramente feliz de tenerlo ahí.
—Hace un rato, con Itachi aquí, no te pude preguntar, pero… ¿y tu novia?— preguntó al seguir sentada en un fino mueble de un respaldo alto y cómodo, mientras se entretenía en tejer.
La mirada de Sasuke, que guardaba sus manos en los bolsillos de su pantalón de vestir, siguió fija en la enorme luna que resplandecía en lo alto, a pesar de las negras nubes que se empeñaban en cubrirla.
—No lo sé. Con su familia, tal vez.
El tono seco del joven y la atención distante, como la había mantenido desde que llegó, preocupó ligeramente a la lacia pelinegra.
—¿Ocurre algo malo entre ustedes?
Los ojos profundos y fríamente negros del joven resbalaron a su madre.
—No. ¿Y por qué tejes ropa de bebé?— fue cortante y cambió el tema.
Mikoto sonrió al ver el pequeño y diminuto mameluco blanco que ya casi terminaba —Ser abuela es mi sueño— le recordó —, entonces, hago esta ropita que será para un hijo tuyo o de Itachi, cualquiera que nazca primero.
El pelinegro frunció ligeramente el ceño, su madre mantuvo la sonrisa y entonces entendió que hablaba en serio.
Mikoto soltó una pequeña risa —Espero que no pienses que he enloquecido ya, y quieras irte.
El chico negó cansadamente al dejarse caer sentado en el suelo — Olvídalo. No tengo nada mejor que hacer.
Ella le sonrió segura que mentía.
—Y volviendo al tema, ¿qué hay acerca de Hinata?— preguntó volviendo a tejer, evitando mirarlo para permitirle pensar.
El pelinegro que apoyó su codo derecho en su rodilla flexionada, echó su cabeza hacia atrás, pegándola al borde de madera de ese ventanal.
¿Qué había con ella? Ni siquiera él lo sabía.
El silencio de su hijo la hizo sonreír y nunca despegó sus ojos de los finos puntos de su creación.
—Amas a esa chica, ¿cierto?— soltó suavemente y sonrió con dulzura — Vaya elección, Sasu.
—Decir que la amo es una estupidez, ni siquiera lo pienses— respondió casi molesto pero manteniendo moderada su voz.
Ella mantuvo su sonrisa sintiendo el fresco aire que se colaba desde el ventanal abierto hasta el interior de su iluminada habitación, y fingió no oír las palabras de su hijo.
—Entonces he de suponer, que no se lo has dicho.
Su hijo menor volteó a verla con una fría molestia impregnada en sus ojos, pero ella le extendió su sonrisa al devolverle la mirada.
—Estupideces— soltó y negó con el rostro.
Luego de casi un minuto en silencio entre ambos, ella suspiró cansada y continuó tejiendo.
—¿Sabes algo? Hiciste una gran elección con esa chica, es buena, puedo verlo… lamentablemente, su situación puede complicarse más adelante.
Sasuke asintió casi imperceptiblemente. Estaba de acuerdo con eso.
—Si eso ocurre, tú padre puede ayudarte a no tener problemas con su familia.
—Mph— una sonrisa irónica se posó de inmediato en los labios del joven.
—Si la amas de verdad, él te ayudará. Pídeselo— aseguró la mujer molestando a su hijo.
—Nunca lo haría. Tampoco hace falta— respondió molesto y levantándose. Era hora de irse si no quería encontrarse con su mal llamado padre.
Mikoto le sonrió con resignación adivinando su partida.
—Debo irme.
Él comenzó a caminar directo a la salida, y el sentir la mirada de su madre sobre él, lo molestó al saberla tan segura en sus deducciones.
—Y no la amo— aclaró con amargura antes de llegar a la puerta. No, no la amaba. No podía, era estúpido y era enfermo.
Ella lo dejó avanzar un par de pasos y luego habló—: No juegues con ella, Sasu — aconsejó —. Ese tipo de chicas no es para eso.
—Lo sé— un sabor amargo se posó en su garganta al decir eso, al tiempo que abría la puerta y salía de ahí. No, las chicas como Hinata no eran para jugar, ni para dañar o hacer llorar… alguien como ella, sólo podía ser para llevarse al altar y hacerla feliz.
Pero él no era el indicado para eso, y posiblemente tampoco lo quería, se aclaró al recordarla ruborizada, preocupada o sonriendo por Naruto.
Y él… él era un imbécil… seguía deseándola, fantaseando con ella, haciéndoselo hasta en sueños; y la idiota niña seguía enamorada del imbécil del dobe. Estaba harto de ser él el único interesado. No, eso no era propio de él.
Debía acabarse su mediocridad. Sacó su móvil mientras ya conducía por la ciudad y marcó un número que conocía de memoria. El móvil reprodujo el tono de llamada que sonó tres veces. Contestaron.
—Suigetsu, ¿estás ocupado?
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O.O.O.O.O
•
El día siguiente, sábado, había sido igual de helado que los días anteriores. Hinata había asistido a su medio día de clases, y para su tranquilidad había sido informada por Onoki sensei, que el proyecto compartido con Uchiha Sasuke había estado a la altura de lo esperado, felicitándola y entregándole de nueva cuenta el encuadernado.
Definitivamente ese par de puntos que había ganado con ese trabajo le quitaban un peso considerable de sus hombros, pero la satisfacción que había obtenido duró relativamente poco, pues ese día aquél pelinegro tampoco había asistido a la universidad, o al menos, no lo había visto.
Hinata condujo y llegó a su casa con poco ánimo, comió y compartió con su hermana que ese día -como un par más, antes de ese- había preparado la comida.
Ese era el último día de su hermana con ella, pues apenas al amanecer, ella y Neji la llevarían al aeropuerto para volver al internado, donde estudiaba en otra ciudad.
Eran cerca de las siete y el cielo ya se pintaba negro y aunque no llovía, seguro pronto lo haría, pues el viento húmedo anunciaba lluvia.
Hanabi, que había hecho sonar el equipo de sonido en la sala, se mecía aburrida frente a la portátil de su hermana, al revisar su red social, que junto con otras siete pestañas más, mantenía abierta.
—¿Puedes creer? Al parecer las chicas sí se han divertido en Francia— comentó con algo de gracia.
Hinata, que estaba recargada en el marco de la ventana de esa habitación, suspiró despacio al escucharla decir que aun así no se arrepentía de no haber ido, y estaba segura que así era, pues de haber estado en su lugar, hubiese elegido la misma opción que tomó su hermana.
Sintió una pequeña opresión en su pecho y un cosquilleo angustiante en su estómago, que aunque no era algo tan fuerte que no la dejase respirar, tampoco la podía tener tranquila.
Tragó pesadamente al darse media vuelta y correr la cortina.
—Y, ¿hoy no tienes tarea?— preguntó Hanabi al voltearla a ver.
—Uhm, a decir verdad, no— dijo y le sonrió al revolver sus libros sobre el escritorio. Tomó uno —. Hanabi… ¿te molestaría si te dejo sola algunos minutos?— preguntó casi preocupada.
La castaña frunció el ceño —Claro que no, ya sabes que puedes hacer lo que quieras, pero… ¿a dónde vas? Dentro de poco lloverá.
Hinata se mordió el labio —Lo sé, es solo que debo hacer algo que no puede esperar.
La menor notó un poco de apuración en su hermana que se puso un largo abrigo gris, que cubrió su blusa morada y de cuello alto, como también un poco de sus térmicos leggins negros.
—Vuelvo enseguida, ¿está bien?
Hanabi pestañeó —Cla-claro— terminó por decir y luego vio la sonrisa que su hermana mayor le dedicó. Hinata salió sólo con un libro en sus manos y la menor suspiró—. ¡Y Hinata, recuerda lo que hablamos!— alzó la voz al creer adivinar a dónde iría. Negó en silencio al escucharla responder un simple 'sí' antes de cerrar la puerta.
Hanabi volvió a suspirar y cerró los ojos.
—Espero que no estés sólo complicando más tus cosas, hermanita— soltó al aire desanimada al volver a prestar atención a la portátil frente a ella.
• • •
La firme decisión con la que Hinata salió de su departamento, comenzó a quebrarse en cuanto cruzó los cuatro carriles de esa avenida que separaba ambas torres departamentales.
Una corriente de aire helado le ondeó el cabello al momento de cruzar las puertas de cristal del edificio donde el Uchiha vivía. Saludó con un movimiento de cabeza al encargado de la recepción y mientras esperaba insegura el elevador, se percató del sonido de un trueno en el cielo. Mordió su labio y avanzó cuando las puertas se abrieron; marcó el piso décimo quinto y volvió a convencerse que ir a verlo para informarle que su trabajo había sido aprobado con felicitaciones y entregarle el mismo, era una buena excusa.
Una sensación quemante de nervios, removió su estómago, pero la soportó; era mucho más incómodo venir lidiando con ese sentimiento que la empujaba a verlo, tal vez por extrañarlo o sólo por saber que estaba bien.
«Esto es una tontería, lo mire por donde lo mire» se aseguró mentalmente, y aun así, cuando las puertas volvieron a abrirse, ella bajó.
Cuando estaba a menos de diez pasos de llegar a la puerta del departamento del pelinegro, ésta se abrió de manera inesperada. Una chica pelirroja salió apresurada y de muy buen humor se dio media vuelta, volviendo su atención al interior.
—Entonces júrame que mañana irás— ordenó la joven de gafas y amplia sonrisa.
—Sí, como sea— escuchó la voz seca de Sasuke, al mismo que reconoció sin necesidad de verlo.
—¡Joder, por eso te amo!— aseguró y regresó dos pasos sólo para saltar y abrazarse al joven que entonces se hizo visible.
Los ojos perlados de Hinata temblaron al verlo vestir únicamente un pantalón deportivo negro. Tragó ligeramente al ver a la chica que a pesar de hacer frío portaba un delgado short negro y un suéter morado, y que en ese momento se abrazaba de brazos y piernas al pelinegro, mientras buscaba besarle los labios.
—No exageres. Tampoco lo aseguré del todo— mencionó con voz ronca el chico que ladeó su rostro, evitándola, y que en ese momento se encontró con la figura incrédula de Hinata.
—Eso basta para mí— dijo Karin que luego se quejó por ser puesta en el suelo por el chico —. ¡Oye!... ¿qué?— preguntó volteando a ver a la misma dirección que esos dos ojos negros.
—¿Qué haces aquí?— el tono del Uchiha dejó de ser fastidiado, como con la pelirroja, a molesto al hablarle a Hinata.
—Joder— soltó Karin al girar su cuerpo a la peliazul. «Hinata» pensó con desprecio viendo como la chica negaba en silencio y sin moverse, notoriamente incómoda por verla con el Uchiha y eso la hizo sonreír… Así que esa era la famosa Hinata con la que Sasuke mantenía una relación. Casi se muere de celos al saberlo en la mañana, pero había bastado que Suigetsu añadiera que la dichosa relación estaba cayéndose a pedazos para devolverle la confianza en sí misma —. ¿Qué quieres, niña? ¿No ves que estamos ocupados aquí?— habló altanera la pelirroja.
—Ah… ah, yo… yo lo siento— mencionó Hinata y ladeó su mirada al moreno que la veía estando recargado en el marco de su puerta. La mirada fría del Uchiha la molestó, ella había vencido sus nervios para buscarlo al final de todo, sí, luego de haberlo increíblemente extrañado y lo encontraba así con ella —. Ni siquiera debería de estar aquí— soltó con mayor firmeza —. Fui una tonta, lo siento— añadió pretendiendo irse —… Ustedes pueden continuar— finalizó dejándole una mirada recelosa al pelinegro.
Algo en el fondo de esa mirada dolida y perlada le dio un pinchazo en el pecho al moreno que siguió viéndola fríamente.
—Eso es seguro— soltó Karin al verla partir.
—Hinata— la varonil voz la detuvo luego de tres pasos dados.
—¿Qué haces, Sasuke?— preguntó Karin en voz baja, molesta — Déjala irse.
—¿A qué venías?— volvió a hablar, ignorando a la chica de gafas que le dedicó una mirada despectiva a la curvilínea peliazul.
—Era un absurdo realmente— respondió ella apenas volteando de medio lado a verlo, al haberse detenido.
Karin sonrió con malicia —Y seguro a nada importante. Mírala, si ya se va— dijo caminando y llegando a su lado —. Porque te vas, ¿verdad?— le preguntó posando en su rostro una sonrisa de autosuficiencia… ¿qué demonios le vería Sasuke a esa chiquilla? Sí, era bonita, pero demasiado sosa, o eso le pareció. Además, aunque esa chiquilla mantuviese a Sasuke alejado de su cama varios meses, ese affaire estaba casi terminado.
—Por supuesto que me voy, ya le dije que no tengo nada qué hacer aquí— aclaró la Hyuuga que dio un vistazo rápido al cuerpo demasiado destapado de la pelirroja —. Así que por mí, pueden seguir en lo que hacían— añadió ahora viendo a Sasuke.
Él frunció ligeramente el ceño al verla volver a avanzar, yéndose.
¿Esos fueron celos?
—Hinata, Karin ya se va— le dijo. Sí. Sí fueron celos, y eso lo hizo sonreír internamente.
—¿Qué?— se quejó en voz baja la ofendida pelirroja.
—Lo que oíste— aclaró cortante y con voz firme —. Ya dijiste lo que tenías que decir, y desde hace un momento te estabas yendo. Lárgate. Yo tengo cosas qué hablar con Hinata.
Karin apretó los puños.
—Por mí no se preocupen. Justo ahora yo no tengo nada qué hablar contigo— volvió a hablar la peliazul que se había girado a verlos.
Él sonrió de forma torcida, soberbio, logrando molestarla.
—Entonces no hablemos— concordó el pelinegro que caminó descalzo por ella —. De cualquier forma, se me antojaba más hacerte el amor— agregó al llegar a ella.
Hinata, que inicialmente iba a retroceder para no permitirle tocarla, se congeló al oírlo, y si no hubiese estado tan sorprendida seguramente hubiese enrojecido de vergüenza y pudor.
Karin dejó escapar el aliento y apretó los puños —Agh, escuchar eso fue vomitivo, Sasuke— soltó ofendida y humillada la pelirroja que lo vio jalar a esa peliazul —. Pero cómo quieras… suerte con tu zorra en turno.
Hinata volteó a ver cuando Karin se fue y se sintió humillada por cómo se refirió a su persona, eso hizo que la molestia que seguía en ella, avivara. El Uchiha en cambio, aseguró la puerta al soltarla ya en el interior de su departamento.
La mirada negra volvió a caer en ella, y ella tembló, no supo si de molestia o intimidada, o de frío, aunque esto último no tenía sentido pues ella estaba más abrigada que él.
—¿Me vas a decir a qué viniste o comenzamos con lo que yo quiero?— preguntó el sinvergüenza pelinegro.
Ella bajó la mirada al encuadernado en sus brazos. Se lo tendió luego de dos segundos.
—Onoki sensei regresó esto. Dijo que estuvo muy bien— comentó ella manteniendo firme su voz pero negándose a verlo, sin entender por qué estaba molesta. Sasuke no lo tomó y ella lo dejó sobre uno de los sofás cercanos —. Básicamente, era eso— añadió y caminó hacia la puerta —. Ahora déjame salir.
—No— dijo viéndola de medio lado. La chica alzó su vista a él y él llevó su mano derecha a la delgada cintura femenina, para avanzar y hacerla retroceder, intimidada por su altura.
—Lejos de lo que puedas creer, no vine aquí a acostarme contigo— aclaró ella lo que seguro él estaba creyendo.
Él sonrió de medio lado, satisfecho al acorralarla en el respaldo de su mueble y su cuerpo.
—¿Ah, no?
—No. Y… y también me ofende que… que digas cosas como la de hace un momento, dando paso a que esa chica me llame así— añadió colocando los cálidos dedos de sus manos en el duro y frío abdomen masculino, manteniendo su distancia.
—Karin diría lo que sea para molestarte, no le des importancia. Ambos sabemos que no lo eres. Aun así, necesitaba decirlo para librarme de ella.
—Vaya forma de deshacerse de una ex amante— reprochó la joven al alzar sus ojos a él.
—¿Ex amante?— el moreno enarcó una ceja.
—Sakura lo dijo. Aunque según lo que vi, aún lo es.
La mano derecha del chico subió al rostro femenino —¿Y por eso estás celosa?
Ella frunció el ceño —Y-yo no estoy celosa— aclaró ella desviando su rostro.
—Mph— Sasuke reafirmó el agarre en su rostro y la hizo verlo —. Dilo otra vez— añadió sobre sus labios antes de besarlos. El sofá tras ellos se deslizó un par de centímetros ante el empuje del chico sobre la Hyuuga.
Él estaba fascinado, sus celos eran notorios. Extendió su mano en su rostro, impidiéndole girarse para profundizar el beso, al tiempo que con su otra mano afirmaba su cintura, para darle equilibrio al hacerla retroceder. Apenas anoche estuvo dispuesto a no insistir más al sentirse perder con ella… y luego ella apareció, ahí, sin decir nada, volviéndolo su imbécil de siempre.
—Sasuke— Hinata tembló a pesar de que su cuerpo estaba mucho más caliente que cuando llegó. Sintió unas tontas ganas de llorar al no poder creer que había caído tan hondo, hasta al grado de poder sentir algo parecido a celos.
—¿Qué?— él preguntó al jalar con un poco de brusquedad el cinturón de ese abrigo, para no tardar mucho en hacerlo deslizar por sus hombros.
—Yo no tengo mucho tiempo, ya debo…— mencionó con voz menos segura, mientras sus manos se deslizaban por los pectorales del chico, convenciéndose en apartarse. Su hermana estaba en su departamento esperando por ella, y si no quería complicar más su situación, debía irse, pues de más estaba decir que estar ahí ya era un gran error.
—Sólo un poco más— el Uchiha atrajo su cintura una vez que el abrigo tocó el suelo. Otra vez los altos tacones de la joven disminuían la diferencia de estaturas.
Cuando las manos masculinas se colaron bajo su blusa, Hinata tembló y eso fue notorio para él que unió sus ojos a los de ella; la peliazul se mordió el labio y eso atrajo los de él. Afuera, un fuerte trueno hizo temblar los cristales cuando un aguacero se dejó caer; y ahí adentro, Hinata dejó escapar el aliento antes de besar los labios del Uchiha.
—¿Quieres?— la voz del pelinegro fue mucho más ronca luego de que ella le rodeara el cuello con sus brazos.
Hinata deslizó una de sus manos posándola justo donde el corazón del chico golpeaba con fuerza.
—Sí… sí quiero— soltó sobre sus labios y lo vio a los ojos un segundo antes de sentir las fuertes manos masculinas pegarla a él, que volvía a comerle la boca.
Ella vibró cuando se vio tumbada en el sofá y con el cuerpo ardiente del pelinegro posándose poderoso y dominante sobre ella. El Uchiha le mordió un labio al alzarle la blusa y el sostén al exponerle sus dos senos.
«¿Cómo es que llegamos hasta aquí?» se preguntó atormentada Hinata al sentir la piel caliente del pelinegro bajos sus manos.
¿Cómo era que iba a acabar eso como le había dicho a Hanabi, si lo único que estaba deseando era ser tocada por él?
—Mmm— vibró y gimió cuando él, que había bajado a mamar de sus senos, le mordió un pezón.
Sasuke jaló con una sola mano los leggins y la negra braga de la chica, arrancando ambas prendas momentos después que su molesto calzado. La luz del pasillo, que como de costumbre era la única que estaba encendida, iluminó la perfección del cuerpo femenino bajo él.
«Joder»
Hinata rompió el contacto visual, tal vez avergonzada y él volvió a buscar sus labios, besándola, enterrando su lengua en ella, en esa escandalosa noche de lluvia.
Cuando él se metió en la tibieza húmeda de sus muslos, no pudo más; bajó el pantalón que vestía y expuso su miembro. La hinchada masculinidad se calmó entre el íntimo calor femenino y Hinata gimió al sentirla.
Luego de varios besos repartidos, de gemidos en el oído del moreno mientras se comía el cuello de la chica, y de que ella besara tímidamente su hombro al sentirlo acomodarse para penetrarla, él finalmente lo hizo. Acomodó lo más sensible de su miembro en su estrecha entrada y la penetró con fuerza, haciéndola gemir en voz alta. Él vibró y ella soportó el dolor que también le brindó una oleada de placer quemante. Dios, sí… ella también había extrañado esa sensación.
No podía ser. Las manos femeninas pasearon por la amplia espalda del varón, sintiendo como sus músculos se movían al estarla penetrando.
—Agh… Joder, Hinata— el ronco gemido hizo arder más los dos cuerpos.
Sasuke le mordió el cuello buscando volver más ruidosa a su pequeña amante, mientras seguía penetrándola.
—Ahh… Sa-Sasuke— Hinata lo complació gimiendo en su oído y apretando sus piernas, volviendo la fricción del miembro masculino en su interior todavía más placentera.
—Hinata— él enredó sus dedos en su azulino cabello y así volvió a penetrarla una vez, otra vez, y otra vez más, metiéndose tan hondo en su cuerpo.
Ella pareció resentirlo y echó su cabeza hacia atrás soportando el ligero dolor, haciendo que por esto, sus dos senos endurecidos se pegaran al duro pecho masculino, colmándolo de más placer.
«Esa mujer no es para ti. Aléjate» recordó la advertencia de su padre al estarla disfrutando. Todo ese tiempo frustrado por ser el amante escondido de esa joven, lo hizo detestarla, pero también darse de cara con la realidad.
Él no era bueno para ella. Y posiblemente, ella no estaba destinada a él.
Pero no le importó aunque lo frustrara.
Siguió penetrándola y apoyó su frente en la de ella para recibir el calor de sus gemidos en sus labios, quería verla, disfrutarla, sentirla… quería cada caricia de esas manos, cada uno de sus gemidos naciendo por él, que su rostro desfigurado de placer fuera por su miembro penetrándola.
—Joder— jadeó comenzando a sudar en esa noche helada. Movió su cuerpo casi con furia sobre ella, moviéndola con él y Hinata gimió más fuerte, soportándolo y con sus piernas temblando de placer.
Sasuke siguió meciéndose agónico dentro de ella, porque a pesar de ser la mujer que quería, era consciente que él no era, nunca sería, lo que Hinata se merecía, lo que ella necesitaba.
Él era el miserable que la lastimó.
Y seguía siendo cruel, porque aun sabiéndolo, volvía a ser egoísta. La quería para él. No estaba dispuesto a dejarla… Hinata iba a ser, lo único que no iba a perder. Se lo juró mientras continuaba enterrándose dentro de ella.
Su cuerpo entero ardió y la hizo arder con él. Hinata, su frágil y dulce niña, volvía a gemir al soportar su fuerza al volver a hundirse en su interior.
Se odió por presionarla y confundirla desde el principio hasta tenerla así.
Se odió por no poderle decir te amo, pues era estúpido considerarlo después de lo que le hizo, no era justo. También era muy pronto y arriesgado, no quería asustarla.
Hinata se abrazó a él y gimió en su oído luego de que él continuara empujando con fuerza su miembro en su interior. Sasuke buscó sus labios y la besó.
La besó fuerte.
La besó tanto.
Siguió haciéndola de él.
Sí, Hinata era su fruta prohibida... una que no iba a perder.
No, ya no podía negarse que la amaba.
Continuará…
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Jeloooou (:
Hasta aquí llegamos por ahora.
Otro capítulo en menos de un mes xD Me gustaría seguir actualizando con esta frecuencia, pero la verdad es que mis horarios se van a desajustar como siempre a finales de año; aun así, veré qué puedo hacer para no dejar tanto sin actualizar.
Como fue capítulo laaaargo, hasta aquí dejo, sólo agradecer mucho los comentarios a las chicas y chicos que se roban unos minutos para dejar su opinión sobre el montón de cosas escritas allá arriba.
¡Gracias! Lo aprecio un montón.
•AiKawaiChan •Erimibe34 •la bella nunez •himepeti •MikashimotaZ •Nymfhetamina •taylo w •SaBaKu No MeNnY •valentina londono 3597 •simazame •alejamoya06 •Kagome Higurashi •cherrymarce •marhytsugaya •maggi29 •Nagi •Marjo Em •yeli Uchiha •ale302 •Pamaig •Shirubia •hinatacris •wolf-enzeru •holis •Suishoka 69 •KarlaXM •KiaraUchihalove •Patohf •kathiastella •Nana •billion •imjustjv •Anjoas •Clau •Sasuhinaforever •hime23 •Greisfer DR Sakata •hyuga meiko chan •ARTEMIS FM •Nazha-chan 181 •KASSY HYUGA •bellamita-uchiha •Ingrid o. O •uchiha-mei-chan •blsl18 •Soo Hyun Yuki •SYR •Astrid Sakamaki •Itzel 33 •Nymfhetamina •AhrenLove •Erimibe34 •NicaRaa •anónimo •Rosenrot •devil lover y a las personas que no dejaron nombre.
Con esto termino. Que tengan hermosos días y gracias por leer.
Un beso, Aidé.
