N/A: Holaaa! No sé cuanto tiempo hace desde que actualicé por última vez, jejejejeje, sea el que sea, seguro que ha sido demasiado. Un capítulo más o menos larguito que espero que os guste. De nuevo os pido perdón por tardar tanto, y muchas gracias a todos por tener la paciencia de seguir leyendo.

CAPÍTULO 13: EN EL FINNEGAN'S WAKE

Estaba muy enfadado, todavía no podía comprender como Ron se había tomado así todo aquel asunto. ¿Cómo se le ocurría pensar que Malfoy era su amigo? Sólo porque estaba condenado a soportarlo unas horas a la semana en las que hacían una tregua a sus hostilidades no quería decir que fuese su amigo, y aunque lo fuese, jamás sería para él tan importante como Ron. ¡Jamás!.

Cuando recuperó el aliento entró en el pub. Había una mesa larga en el centro llena de jarras de cerveza y algunos platos de comida. Entre la gente que se disponía a cenar, distinguió la melena pelirroja de Bill y se acercó a saludar.

- Hey- Bill se giró y le sonrió.

- ¿Qué haces aquí?- preguntó sorprendido mirando su reloj- No te esperaba hasta dentro de una hora y algo, como mínimo.

- Ya, pero…He tenido jolgorio y no me apetecía quedarme en el castillo- al fin y al cabo, era verdad, o al menos, una verdad a medias. En la versión en su cabeza, había salido corriendo porque nunca antes se había sentido tan dolido con nadie como ahora con Ron, ¿cómo podía dudar de su amistad? ¿De su lealtad? ¿De su confianza?

- ¿Jolgorio?- Harry hizo un gesto con la mano para restarle importancia- Luego me lo cuentas, ¿has cenado?

- No, pero me gustaría- enseguida le hicieron un hueco y uno de los camareros trajo unos cubiertos, una pinta de cerveza y un plato- ¿Me presentas?

- Si, perdona. A ver- señaló al chico que tenía en frente- él es Kenneth- el chico de la misma edad más o menos que Bill le tendió la mano, tenía el pelo largo color paja- mi colega, es el bajista, y el resto del grupo: Jamie, cantante, Josh, teclados, Chris, guitarra, Victor, batería y Alex, viento. Lo saludaron sonriendo. A Fleur ya la conoces, ellos son Hector, Clive, Janet y Nathair. La que está al lado de Ken es Cathie su novia, el del otro lado es Herb, esta chica tan estupenda es Rachel, la novia de Jaime, junto a Fleur, Vincent y a su lado, aunque supongo que lo conocerás, un amigo de Chris, Jason- el aludido sonrió de una forma que Harry conocía a la perfección, sonrió a su vez y se sentó junto a Bill.

La cena transcurrió con más o menos tranquilidad, bromas, risas, Jaime y Chips se lanzaron pan de un lado de la mesa a otro. Harry sentía, por primera vez en mucho tiempo, mientras hablaba de música y Quidditch entre bocado y bocado de bocadillo de ternera con cebolla y queso y trago y trago de cerveza, que estaba por completo en su salsa. Sobre las diez los del grupo se levantaron a montar la batería y los teclados, y el resto pronto se desperdigó por el local dividiéndose en varios grupos.
- ¿Qué ha pasado?- preguntó Bill en cuanto se quedaron solos.

- Nada, que la he tenido, primero con Dumbledore, luego con la Orden, y para acabarlo de arreglar, también con tu hermano.

- ¿Por lo de Malfoy?

- Sí, ¿Cómo lo sabes?

- Bueno, yo también estoy en la Orden, Harry, y estaba en la discusión en la que decidieron que no debías seguir con ese entrenamiento.

- ¿Y tú que piensas?- preguntó con curiosidad, no se le había escapado que había dicho "decidieron" y no "decidimos".

- Que ya eres mayorcito para decidir por ti mismo lo que quieres hacer con tu vida, y que Dumbledore no se suele equivocar. Que si él confía en Malfoy, nosotros no tenemos por qué no hacerlo- respondió el que por el momento se erigió como único miembro razonable de la familia Weasley.

- ¿Les dijiste eso a ellos?

- Si, pero mi madre se puso como una fiera, y ¿qué quieres? No está el horno para bollos…Mejor no tenerla con ella- suspiró con resignación- A Ron no le habrá hecho nada de gracia, supongo…

- Acertaste, me han entrado unas ganas de matarlo…- Bill se rió- Me ha echado en cara de todo, que si no confiaba e él, que si lo había traicionado…De verdad, no sé que puedo hacer para arreglarlo, me ha dicho que no vuelva a acercarme a él, a menos que deje el entrenamiento…- apoyó la cabeza en las manos y miró a Bill con seriedad- Y no puedo dejarlo, cuanto más preparado esté…más oportunidades tendré… ¡Joder! Sólo tengo 17 años, ¿de verdad pensáis que tengo muchas oportunidades de salir con vida? Y encima me dice que como él no me puede ayudar a matar a Voldemort para mi no es más que una mascota, un cero a la izquierda, y eso no es cierto, me importa, y mucho. Es mi mejor amigo…

- No te preocupes, se le pasará, Ron es así, no se puede callar en caliente y luego, cuando lo piensa en frío, se arrepiente de muchas de las cosas que ha dicho. Seguro que los dos tenéis algo de razón. Deja pasar unos días, que las aguas hayan vuelto a su cauce, y habla con él…Ya verás como lo arregláis. Si no lo conoceré yo a Ron…

- De acuerdo, tío, gracias por el consejo- bebió un trago de cerveza- Bueno… ¿y mi tatuaje?- preguntó ansioso.

- Jajajaja…vas al grano ¿eh?- rió Bill- Vale, tengo que advertirte de que duele…bastante.

- ¿Cómo lo haces?- preguntó frunciendo el ceño. No sabía por qué, pero lo había intuido, aquello no iba a ser, ni mucho menos un paseo en barca. Su rostro se contrajo de terror cuando vio lo que sacaba Bill de una mochila que tenía a sus pies. Una especie de pistola con un cabezal con agujas pequeñas- ¿A lo muggle?

- Bueno, más o menos, este duele menos, y la tinta es mágica, tiene un hechizo anestésico y otro cicatrizante. Una vez te lo haga, ya está listo. No lo tienes que curar ni nada. Ah, y King me comentó algo sobre tus problemas de ego- Harry se indignó.

- Yo diría más bien que confío mucho en mi mismo- comentó molesto.

- Lo que sea- se rió- el caso es que le he añadido un hechizo adiestrador- se le debió notar la confusión en la cara- No me mires así, con esto, en cuanto empieces a pensar que eres invencible, el tatuaje te lo recordará, literalmente. Con dolor, tampoco mucho, ¿eh? Unos pinchazos.

- Ah- no sonaba muy convencido, pero sabía que podía ser necesario- Me parece buena idea ¿Vamos a ello?

- Sin pensar ni nada, ¿eh?- le dijo Bill entre risas guiñándole un ojo.

- Es que si lo pienso, igual me tiro para atrás- ambos rieron. Se arremangó la manga derecha y expuso el antebrazo frente a Bill que sacó una botella de yodo y algodón para limpiarle la piel, cargó de tinta la pistola y colocó sobre el brazo la plantilla de letras que Harry le había mandado. Le debía de haber aplicado un adhesivo, porque se pegó.

- ¿Estás seguro?- Harry lo miró con incredulidad- Vale, ya sé que si, pero tengo que preguntártelo.

- Sí, estoy seguro- Asintió.

- Bueno, no es que dude de tu capacidad para resistir el dolor, estoy seguro de que eres bastante estoico, pero…más vale prevenir que curar, así que vamos a necesitar algo de ayuda- Bill miró a su alrededor- ¡Jason!- llamó, y el chico moreno giró la cabeza y se acercó- ¿Nos ayudas?

- Depende…- sonrió burlón- Hola, Harry.

- Hey, ¿como va todo?

- Bueno, ahora mejor- Harry y Jason se rieron dejando a Bill un poco descolocado- ¿Qué necesitáis de mi?

- Que le sujetes el brazo mientras le hago el tatuaje- su sonrisa se hizo más pronunciada y se sentó detrás de Harry, abriendo las piernas englobándolo en el hueco que quedaba. Harry carraspeó y miró a Bill, que sonrió azorado. Con la mano de acero que le caracterizaba Jason atenazó la muñeca de Harry contra la mesa. Ni aunque quisiera podría haberla movido, quizá sólo para salvar su vida- Perfecto.

Puso la máquina en marcha, las agujas entraban y salían a gran velocidad haciendo un ruido histriónico que taladraba el cerebro. Algo así como cuando vas al dentista, pensó Harry, y pone el torno a funcionar. Se estremeció. Con cuidado Bill aplicó el cabezal sobre la piel de Harry, dentro de la primera letra recortada. No pudo evitar dar un respingo.

- ¡¡Joder!- exclamó. La otra mano de Jason lo cogió por el hombro- Sigue, sigue- Bill había parado y lo miraba con las cejas levantadas-, no me lo esperaba- se encogió de hombros y continuó con lo suyo. Dolía bastante…joder, se lo debería haber imaginado. Resopló apretando los dientes. Sin querer, aunque tampoco sin querer evitarlo, se recostó en el cálido cuerpo de Jason tras él. Realmente el año anterior Jason había sido para él, a parte de muchas otras cosas, una presencia reconfortante y un refugio, y agradeció la presión de la mano en su hombro.

Tenía la sensación de que no iba a acabar nunca, tenía el ruido incrustado en el cerebro. El tiempo parecía haberse detenido o avanzar dolorosamente despacio. No quería mirarse el brazo para no desesperar al ver lo poco que había avanzado Bill. Para distraerse dirigió la mirada a la puerta. El pub se iba llenando, lenta pero constantemente. Entre dos camareros desmontaron la mesa que habían ocupado para cenar. El murmullo iba aumentando y también el humo que invadía el ambiente de modo más o menos directamente proporcional.

Notaba los pinchazos más cerca del codo, lo que quería decir que quedaba menos de la mitad del tatuaje, cuando la puerta se abrió, dando a paso a una cabeza rubia desgraciadamente conocida. Malfoy. ¿Qué demonios hacía allí? Si de normal le desagradaba encontrárselo fuera del ámbito escolar, aunque tras el tiempo que habían pasado juntos por los entrenamientos, más que molestia era indiferencia, hoy lo consideraba una persona particularmente non grata. Por su culpa había discutido con Ron, y se sentía como una mierda, porque aunque sabía que Malfoy no había hecho nada, por una vez en su vida, él había sido el detonante de que saltasen todas las cosas que Ron se había estado guardando. Y no había sido lo suficientemente maduro para darse cuenta de que Ron, en parte, y sólo en parte, tenía algo de razón. Respiró hondo, no quería continuar pensando en eso. Se centró en el tatuaje.

Sentía el brazo como si fuese de corcho y el dolor punzante del principio había pasado a ser una molestia, como si se le hubiese dormido el brazo y estuviese comenzando a irrigarse de nuevo, y no era agradable. Su alma de cotilla, que intentaba mantener siempre sepultada no pudo más al ver que Malfoy y Zabini, que había entrado con él pero no lo había visto se sentaban en una mesa apartada y casi a oscuras. Un pensamiento malicioso cruzó por su mente… ¿Estarían juntos? No, descartó la idea al ver como Zabini observaba a Rachel, la novia de Jamie, desnudándola con la mirada. Sonrió reprendiéndose a si mismo. Además era imposible que fuesen gays… Y aunque lo fueran, jamás lo admitirían, ni siquiera ante ellos mismos. La sociedad mágica está podrida, pensó.

El ruido desagradablemente taladrante de la máquina cesó, pero tardó un poco en darse cuenta de que ya había terminado. Sólo cuando Bill al retirar la plantilla adhesiva estiró algunos pelillos del brazo, se percató de que ya estaba listo.

- ¿Ya está?- preguntó ansioso por ver el resultado. Bill le pasaba un algodón impregnado en alcohol por el antebrazo, ligeramente adolorido.

- Si- se alejó un poco para observar su obra- Yo creo que ha quedado chulo, pero… ¡Júzgalo por ti mismo!- Harry miró su antebrazo, con las letras góticas que había escogido marcadas en negro sobre la piel enrojecida. Sonrió satisfecho.

- Me encanta…. Gracias tío. Te invito a tomar algo, que te lo has ganado- se levantó- ¿Qué quieres?

-Uy…ya ves tú…Pero no te diré que no a una pinta de Higlander Pride– Jason también se levantó.

- Te acompaño- Harry se encogió de hombros- hay mucho de que hablar, ¿no?- caminaron entre la gente hasta la barra del bar.

- ¿Qué haces aquí?- preguntó Harry con curiosidad.

- Bueno…estoy con Chris, así que…

- Oh…con Chris- la mirada de Harry se dirigió al guitarra de pelo largo pajizo y sonrió con malicia- Te han pillado Jay- el cazador le dio un golpe en la espalda- Quién lo hubiese dicho….jajajjajajajaja

- ¡Serás!...No me han pillado, es un amigo, igual que lo eres tú.

- Si, jajajajaja… ¡Exactamente igual!- Había un hueco y se aceraron a la barra- ¿Y también eres su maestro?

- ¡No hombre! Yo sólo enseño a gente con madera…

- ¿Y yo tengo madera?

- ¡Tú tienes un bosque!- Sonrió con afectación- Eres el niño que vivió…Eso tiene un montón de tirón- se rieron atrayendo la atención del camarero.

- ¿Qué queréis?- preguntó con una sonrisa típica de "perdonad que haya tardado tanto, pero somos tres y esto está a reventar"

- Pues…una pinta de Highlander Pride, una de Guinness y…

- Una de Merlin's Ale.

- Ok, ahora os las pongo…un galeón y medio- Harry se metió la mano en el bolsillo y pagó.

- ¿A mi también me invitas?- preguntó Jason sorprendido

- Claro…no todos los días ve uno como el cazador ha sido apresado…-se aguantó la risa.

- Que no me han pillado…sigo siendo libre como un pájaro…

- Como un pájaro… ¡enjaulado!- se rió- Si de verdad eres libre… me apuesto lo que quieras a que no te ligas a Bill- sonrió sardónico observando al hermano de Ron desde el espejo tras la barra- sin que Chris se entere.

- ¡Oh!- se fingió ofendido- No sabes con quién estás hablando, Golden Boy, mi mano derecha no sabe lo que hace la izquierda- comentó con una sonrisa que no presagiaba nada bueno dibujada en sus labios- Acepto la apuesta, pero…esto tiene que ser quid pro quo, si no, no tiene gracia- repasó el bar con su mirada azul oscuro a través del espejo tras la barra, sus ojos se posaron en Malfoy, que charlaba animadamente con Zabini- ¿Quizá el Dorian Gray de Hogwarts?- sugirió.

- No, Malfoy no- Harry negó con la cabeza.

- ¿Por qué no?- Jason lo miró divertido- En tiempos de guerra…todo agujero es trinchera.

- Porque me niego, busca a otro. No te pondré pegas, pero Malfoy no. Me da mala gana…además, no es Dorian Gray…

- Hombre, Dorian es más agradable que Malfoy, pero no me puedes negar que el chico no está mal… Un poco bollito para mi gusto, tan blanquito y tan pulcro, pero a nadie le amarga un dulce…

- Si no lo niego, Jason, pero me da mal rollo. Manías, cómo tú con Terry Boot, que lo tienes atragantado.

- Cierto- Jason no disimuló un escalofrío de repugnancia, incomprensible a ojos de Harry, ya que Terry, además de majo, no estaba nada mal. Pero bueno, hacía tiempo que había asumido que cada uno era como era y bajaba las escaleras a su modo, así que…para gustos, colores-. A ver que piense… es difícil… mmm- se rascó la barbilla pensativo. Su cara se iluminó con una sonrisa traviesa- ¡Chris!

- Eres retorcido Jason…pero vale-estrecharon las manos. Necesitaba disfrutar del juego, sentirse por una vez con el control de algo. Y aunque no le hacía gracia estar jugando con dos personas, no pudo evitar caer en la tentación- ¿Y qué ganamos si ganamos, valga la redundancia?

- Un polvo.

- Nah…no me vale, no te ofendas, pero un polvo contigo lo puedo conseguir chasqueando los dedos- le guiñó un ojo a Jason- Quiero algo más…, dinero no…pero…-se cubrió la cara con las manos, y cuando las retiró, sus ojos tenían un brillo especial, cómo de quién está a punto de hacer una maldad especialmente ingeniosa- Si gano…estarás dos meses sin sexo.

-¿Y cómo vas a comprobar que lo cumplo?- preguntó malicioso.

- ¡Oh! hay un encantamiento ideal…que hace que… Bueno, dejémoslo en que a la hora de la verdad… no funcione.

- Eres cruel…

- ¡No más que tú! Pero bueno, puedes vengarte con lo mío porque aunque es difícil, siempre puedo perder….

- Jajjajajajajaaa…no te vanaglories que aún no está vendido el pescado, Golden Boy- le dio una palmadita en la espalda- debe ser algo a la altura…- el camarero les puso las tres pintas de cerveza delante- Salvado por el lúpulo y la cebada…aunque tendré más tiempo de pensar mi premio, de todos modos…¿Trato hecho?

- No sé, ¿eh? Que a veces me das miedo…- lo miró tratando de analizar sus intenciones- ¡Bah! Tampoco puede ser demasiado malo…Trato hecho- brindaron con las cervezas y bebieron a su salud.
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Draco nunca había subestimado el papel que juega el aspecto físico a la hora de juzgar el estado de ánimo de una persona, ni el papel que juega en subirte el ánimo cuando te miras al espejo y te ves decente. Por eso ahora venía para él una de las partes más complicadas a la hora de salir por la noche. No salir sin ser vistos, o entrar de nuevo sin ser vistos, no. Lo más complicado era escoger la ropa adecuada. El pantalón que había pensado le estaba enorme y sabía de buena tinta que un encantamiento reductor no solía dar buen resultado, siempre quedaban las perneras demasiado cortas o la cintura demasiado estrecha, y además, se notaba…. Los que le quedaban bien no le apetecían para esa noche, porque el Finnegan's Wake era más o menos un pub entre tugurio y taberna de barrio. Comida barata y abundante, cervezas variadas a mansalva, música alta, humo y griterío. Unos vaqueros muggles serían lo adecuado pero… ¡no tenía! Se tiró en la cama ansiado, mirando como Blaise se vestía…

Él tenía ropa adecuada, pero no podía pedirle unos pantalones, porque tenía mucho más culo que él y le harían bolsas. Tras darle muchas vueltas se decidió por unos de pana gris que no sabía de dónde habían salido, pero que siempre habían estado en su baúl. Un jersey de cuello vuelto negro hacía el resto.

Vince, Greg, y Theodore estaban entrenando en una habitación que el Señor Oscuro les había indicado. Sólo la conocían aquellos que estando en el colegio habían iniciado su entrenamiento como mortífagos. Lo que quería decir que ni siquiera Snape la conocía. Era una habitación lúgubre y húmeda, de paredes de piedra oscura con antorchas que se encendían solas en cuanto entrabas. Unas cadenas oxidadas colgaban del techo con unos grilletes en los extremos. Siempre le habían producido escalofríos, eran un ominoso testimonio de lo que había sido aquella habitación. Una celda más en las mazmorras del castillo, y les recordaba, según el Señor Tenebroso dónde se mantenía a los que más merecían estudiar magia… En los sótanos, alejados de la luz y del resto del colegio, en las mazmorras. Sacudió la cabeza. No le gustaba pensar en aquello.

No tendrían ningún problema para salir de la Sala Común, ni siquiera para entrar. Estarían allí hasta el amanecer. Por desgracia, había pasado demasiados viernes encerrado en aquel lugar, dirigiendo él los entrenamientos, lugar que ahora, supuso, habría ocupado Pansy. Caminó tras Blaise ligeramente cabizbajo. Había dejado un montón de cosas atrás, y no se arrepentía, pero por algún extraño motivo añoró volver a sentirse parte del grupo. Caminando pegados a las paredes salieron del castillo con sigilo. Le parecía mentira que con la amenaza de una guerra brutal cerniéndose sobre el mundo mágico hubiese tan poca resistencia para impedir que saliesen del castillo. Ni siquiera un par de hechizos.

El camino hasta el pueblo fue duro de pelar. El frío los caló hasta los huesos y caminar hundidos en la nieve semi derretida tampoco ayudaba mucho. Apenas hablaron, con las cabezas gachas intentando protegerse del viento hundidas en las bufandas. Cuando llegaron al Finnegan's Wake se hicieron un hechizo para secar sus ropas y entraron. Se sorprendió de la cantidad de gente que había allí dentro. Al menos la mitad de los magos rockanroleros de Inglaterra, Escocia, e Irlanda estaban allí dentro. Al entrar les golpeó una oleada de aire caliente y denso, repleto de olor a humo y humanidad.

Sorprendentemente, al fondo había una mesa libre, muy pequeña, pero tenía cuatro patas y un tablero, y dos sillas… Realmente no necesitaban más. Se abrieron paso entre la gente, sorteando mesas, sillas, camareros y clientes hasta legar allí. Se sentaron y recorrió el local con la mirada. No conocía a nadie, y respiró tranquilo. O eso pensaba, porque de pronto, Blaise exclamó:

- ¡¡Potter!

- ¿Qué dices ahora de Potter, Blaise?- preguntó exasperado, lo que menos le apetecía era hablar de Potter, cómo si no tuviese bastante con él en cada entrenamiento.

- ¡¡Potter!- señaló a una mesa cerca del escenario que tenían justo en diagonal en la que efectivamente, estaba Potter…abrió los ojos y la boca sin poder contener su asombro…¡¡¡¡Apoyado en ese tío! El mismo de Hogsmeade…aún tenía sueños húmedos con eso…y alguien se inclinaba sobre su brazo, haciéndole algo- ¿Qué le están haciendo?- Draco negó atónito con la cabeza, incapaz de articular palabra. Blaise se incorporó para mirar mejor- ¡¡Un tatuaje!...I'm not inv…ya no leo nada más- volvió a sentarse dejándose caer en la silla y clavó sus ojos oscuros en él, sonriendo demasiado enigmáticamente para el gusto de Draco.

- ¿Y quién se lo hace?

- Pues ni idea…no lo había visto en mi vida. Un pelirrojo con el pelo largo- apuntó sin dejar de mirarlo a los ojos.

- Oye…deja de mirarme así, joder… ¿qué pasa?

- Nada- suspiró- que me estoy preguntando qué beberá alguien de tu nivel en un sitio cómo este…

- Pues no sé…la verdad es que la cerveza no me termina…- apoyó los codos en la mesa y suspiró cómo liberándose de un gran peso- Me alegro de haber venido Blaise, me hacía falta despejarme…

- A ti lo que te hace falta es confiar más en tu mano derecha- amonestó señalando con un dedo acusador.

- ¿Qué?- preguntó extrañado… ¿confiar más en su mano derecha? ¿Se refería a él? Draco había dejado hace mucho tiempo, bueno, unos cinco o seis meses, en realidad, de tener a alguien a quien referirse como su mano derecha. Y Blaise podría ser un amigo, pero no su mano derecha.

- Que tienes que dejarte llevar más…- le lanzó una mirada significativa, en la que debería haber entendido lo que Blaise quería decirle con aquello, pero posiblemente porque el frío le había congelado las neuronas no terminaba de pillarlo.

- Blaise, a costa de parecer estúpido… ¿Qué coño estás diciendo?

- Joder…yo que por una vez quería ser fino…- puso los ojos en blanco y se inclinó sobre la mesa para acercarse más a él- Que te pajees más, Draco, que estás amargado porque no le das al cuerpo el desahogo que necesita…y a falta de pan, buenas son tortas.

- ¿Qué?- se rió entre divertido y escandalizado- En serio, no me creo que acabe de oír las palabras que han salido de tu boca…

- A ver, Draco, eso es una necesidad fisiológica normal, que tampoco es que tengas que estar todo el rato ahí…-hizo un gesto con la mano que si aclaró toda duda que pudiese caber aún en la mente de Draco, aunque ya no las había- pero dos o tres veces a la semana…

- ¿Y tú como sabes que yo no… eso?- fingió ofenderse, aunque lo cierto es que se sentí bastante liberado hablando con Blaise tan abiertamente de cosas que lo atribulaban sobremanera.

- Porque tienes una cara de estreñido…que, se te ve a un kilómetro.

- Oye, y tú… ¿cada cuanto?- se moría de curiosidad.

- Pues lo normal… Una con la ducha de por la mañana, y otra por la noche antes de dormir, para coger bien el sueño. En serio, Draco, no hay nada mejor para descansar que dejar volar la imaginación y dejarse llevar al país de los orgasmos…- le puso la mano en el brazo- Te lo dice un confeso adicto de esa religión- añadió con gravedad aunque con un brillo de picardía en la mirada. Se rieron los dos y pensó que quizá no sería mala idea hacerlo de vez en cuando…ya que no podía evitar soñar lo que soñaba y despertarse con la tienda de campaña montada. Quizá lo mejor sería aprovecharlo y confiar en su mano derecha, como decía Blaise.

- Hola chicos- se había acercado un camarero a la mesa, pero con la conversación tan…especial… no lo habían oído llegar- ¿Qué queréis?

- Pues una pinta de Wizard's Ale y…-miró a Draco cómo evaluándolo- un Mordred's Blood para él- el chico lo anotó en un papel y asintió.

- Un galeón- Draco automáticamente sacó el dinero del bolsillo y pagó. Cuando el camarero se hubo marchado, Blaise lo miró recriminatorio.

- Oye, tengo dinero para pagar lo mío…- pero de pronto su mirada se desvió hacia el frente del local y se iluminó- ¡Mira! Ese que está hablando con esa chica morena es el cantante del grupo.

- Lo sabía… melenudos- se quejó con una media sonrisa. En ese momento, se subieron al escenario y el cantante dio unos golpecitos al micrófono, haciendo que todo el mundo, Potter incluido (quien estaba sentado en la mesa sin apoyarse en nadie y tres cervezas se habían agregado al conjunto) se girara hacia el escenario.

- ¡¡Buenas noches a todos!- saludó entusiasmado un hombre pelirrojo con perilla- Bueno…primero daros las gracias por haber venido a escucharnos y segundo… ¡Chris, habla tío! Que la primera canción es la tuya- Se acercó al micrófono el que llevaba la guitarra colgada del hombro por una correa de cuero repujada. Era bastante alto, rubio pajizo y el pelo le caía en bucles pesados sobre los hombros.

- A ver… estoy nervioso…- arrancó unas risas del público- Es la primera vez que mi canción abre un concierto y no sé que pensaréis…siempre esperamos una mayor alcoholización del personal para tocar un tema tan comprometido… pero hay que jugársela, si no, no sirve de nada haberla escrito. Espero que os guste… y… ¡¡¡Un beso muy gordo gente!-un chico con el pelo ondulado totalmente negro, vestido con una camisa blanca con chorreras y un chaleco de cuero, a juego con los pantalones comenzó a tocar una flauta travesera. El que acababa de hablar cogió la guitarra. La tocaba con cariño, la cabeza inclinada y los ojos entrecerrados. Los abrió y se acercó al micrófono.

Cuánto he de esperar
para al fin poder hallar
la otra mitad de mí
que me acompañe a vivir.

Tenía una voz límpida y profunda, no pudo evitar acordarse de la única persona que había escuchado cantar en directo, Potter. Se concentró buscando las diferencias y cerciorándose de que era cierto lo que había pensado. Cualquiera puede cantar una canción bonita y conseguir emocionar.

Nadé tiempo en un mar
de apariencia, y ahogué el amor.
No sé puede ocultar
el perfume de una flor.

Algo en esas palabras lo hicieron estremecerse y prestar más atención a la canción. Algo en el despertó, como si no hubiese nadie más en aquella sala y fuese a él a quien se estaban refiriendo. Pero no era posible, ni siquiera conocía a aquella gente…

Cuánto me cuesta sobrevivir,
cuánto sonreír
sin poder quitarme el antifaz
que me disfraza de normal.

Abrió la boca, aunque no hablase de él, esa canción definía cada uno de los sentimientos que tenía. Aquel chico también se sentía diferente, también creía que si era él mismo lo condenarían.

Y volveré a buscarte
allí hasta donde estés,
tan sólo quiero amarte
y poder tener
alguien en que apoyarme
alguien en quien volcar
todo el amor que cercenó el qué dirán...

¿Encontraría él alguna vez a alguien capaz de amarlo? Era imposible, porque él no quería una chica, pero jamás admitiría que quería que un hombre lo abrazase y acunase su alma. Por tanto, nadie lo sabría, y aunque a encontrase a otros cómo él, posiblemente se cruzasen, intercambiasen un par de miradas y continuasen con su camino.

No más miedo a entregar
mis labios sin antes mirar,
no más miedo a acariciar
nuestros cuerpos y soñar.

Ojalá no tuviese miedo a hablar, ojalá pudiese aceptarse a si mismo. Entonces, quizá, alguien cómo él podría aprender a quererlo. Y no estaría solo. Nunca más solo, soñó.

A la mierda con
el armario y el diván
y si hay que luchar,
luchar es educar.
Que en asuntos del corazón
no hay regla de dos.
Que somos distintos, somos iguales
no más guetos, alza la voz.

No podía estar hablando de eso… no podía, era demasiado extraño, demasiado revelador. Temió que su cara mostrase lo que estaba pensando. Una parte de si mismo estaba cantando en ese escenario, gritando a los cuatro vientos "yo soy así", rogando ser feliz… Deseando dejar de vivir escondido, oculto tras un manto de apariencia.

Y volveré a buscarte
allí hasta donde estés...
Y cuando llegue el final
el otoño de nuestro amor
yo te esperaré. Mientras, vive
y lucha por tener
Derecho a elegir
con qué cabeza tu almohada compartir.
Orgulloso de ser quien eres
y no como deberías ser.

Orgulloso de ser quien eres, y no como deberías ser… ¿por qué era tan difícil? A Potter no le era difícil, aunque ahora mismo no lo veía, había pasado suficiente tiempo con él aquel año para darse cuenta de que estaba orgulloso de su forma de ser. O el tal Jason. Seguro de si mismo, sentado en la mesa con el pelirrojo del pendiente, con la sardónica sonrisa dibujada en los labios. O el chico que estaba cantando desnudándose ante decenas de personas, diciéndoles: ¡Soy homosexual! ¿Y qué?

Cuanto me cuesta sobrevivir
cuanto sonreír
sin poder quitarme el antifaz
que me disfraza de normal.
Y volveré a buscarte… (El que quiera entender que entienda, Mägo de Oz)

Miró a Blaise, que aplaudía con entusiasmo. El camarero se acercaba a ellos con sus bebidas. Las dejó encima de la mesa y antes de que hubiese terminado de darse la vuelta, cogió su Mordred's Blood y bebió un largo trago. La bebida fresca bajó el rubor de sus mejillas y el alcohol corriendo alegre por la sangre tranquilizó sus nervios.

- Son geniales, ¿verdad?- preguntó Blaise tras beber de su cerveza, cuya espuma dejó un bigote blanco en su oscuro rostro. Estaba demasiado conmocionado como para elaborar una respuesta decente, que no dejase entrever lo que había sentido al escuchar la canción pero tampoco le hiciese creer a Blaise que no le había gustado. Era un momento complicado, no le salía un término medio. Se limitó a asentir y esbozar una leve sonrisa.
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Volvieron a la mesa cargados con las cervezas y se sentaron. Le pasó la suya a Bill y brindaron por el tatuaje, por el concierto y por la cerveza. Hacía tanto tiempo que no disfrutaba de un momento ta relajado como este, que casi no se lo creía. Su vida era entrenar y estudiar, estudiar y entrenar, sin descanso y prácticamente sin variación. Y lo disfrutaba, pero comenzaba a estar harto de la rutina. Su mente buscaba cosas nuevas, retos, gente nueva…para sentirse vivo, para dejar de pensar cada noche que no era más que un autómata al que un día se le acabarían las pilas. Y rogaba con todas sus fuerzas que ese día no fuera el día en el que tendría que verse la cara con Voldemort. Bebió un trago más de su cerveza para alejar los malos rollos de la mente esa noche no valía la pena, ya había tenido suficiente amargura por un día. Se centró en la conversación entre Jason y Bill.

- ¿Y de qué conoces a Kenneth?-preguntó Jason.

- De Hogwarts- Bill bebió un trago de su cerveza antes de contestar, y lo miró suspicaz. Vaya, pensó Harry, no se le escapa nada…- Era de Ravenclaw y estaba emperrado en fundar un club de música. El profesor Dumbledore le dio el visto bueno a la idea cuando estábamos en séptimo, y yo entré como batería, Kenneth tocaba el bajo y me enseñó un poco. Después de Hogwarts, algunos, como Jamie, Alex y él se apuntaron al Conservatorio de Música de Londres.

- Y allí conocieron a Chris…- terció Jason bebiendo un trago de cerveza que le dejó un poco digno bigote de espuma.

- Si, más o menos, Chris es algo más joven, pero ya formaba parte del Conservatorio antes de entrar en Hogwarts- Bill y Harry se rieron de la cara del otro chico, que los miró interrogante y dándose cuenta del adorno, sacó la lengua y lamió la espuma lascivamente. Aunque, pensó Harry, cualquier cosa que haga Jason es lasciva, recordando ciertos momentos de intimidad vivida el año anterior.

- Sí, porque es hijo de muggles, ¿verdad? Sus padres son músicos.

- Vaya Jay, sí que estás enterado- se burló Harry. Jason sonrió maquiavélico y se giró hacia Bill para continuar con la charla.

- Y ahora es el catedrático de guitarra clásica, ¿no? Lo que no sé es si hace mucho que forma parte del grupo.

- Creo que unos cinco años. Fue el último en entrar, y es el más joven, pero se hizo en seguida con la gente, al fin y al cabo, es el que más preparación musical tiene. Los entrena un poco a todos y suele componer las músicas…

- Sí, siempre lleva a todas partes un cuaderno de pentagramas en blanco. Me pone histérico cuando de pronto se le ocurre algo y...- enrojeció levemente y volvió a recurrir a la cerveza. En ese momento dos personas conocidas se acercaron a la mesa. Dos personas a las que jamás hubiese esperado encontrar allí aquella noche, Malfoy incluido. Ron y Hermione.

Hermione tenía cara de enfadada y lo miró con severidad. Ron evitaba mirarlo y sus ojos estaban enrojecidos. Una punzada de culpabilidad asoló su corazón. Apartó la mirada tratando de poner en orden lo que acababa de desmontarse dentro suyo. Pero no tuvo tiempo. Con un gesto breve, Hermione lo instó a seguirlo y acabaron en el rellano de arriba, que daba a las habitaciones que alquilaban en el Finnegan's. Allí había menos ruido, y sobretodo, no había gente. Hermione se cruzó de brazos y lo miró de hito en hito.

- ¿Qué?- preguntó Harry mirándola- ¿A qué viene esa cara de cabreo? ¿Qué te ha dicho Ron? Posiblemente que soy un desgraciado, que ahora me he pasado al lado oscuro y me he hecho íntimo de Malfoy…

- ¡Cállate! ¿Quieres?- se miraron a los ojos. Ella trató de hacerle desviar la mirada, pero aguantó desafiante- Me ha contado lo que tú le has contado a él- su tono de voz cambió de la indignación a la incredulidad- Y no me lo quería creer…pero tampoco puedo creer que me mienta en algo así. Está destrozado. Ha estado llorando más de una hora sin parar y Harry, la verdad, no sé cómo has podido elegir el entrenamiento en lugar de a tu mejor amigo- el desprecio era más que patente en sus ojos castaños.

- No puedo elegir, ¿lo entiendes? Dumbledore lo ha dispuesto así, Hermione… ¿de verdad piensas que me gustan esos entrenamientos? Soportar a Malfoy todos los jueves por la noche es una puta tortura, es un imbécil, un arrogante, y me revienta tener que reconocer que sabe muchísimas cosas que nos vendrían genial a todos. Y no son Artes Oscuras…no de momento. Ron es muy importante para mí, Hermione, por encima de todo y me rompe hacerle daño ¿sabes?- la rabia comenzaba a gestar un nudo doloroso en su garganta- Ponte en mi lugar, ¿vale? Sé que todos pensáis que no pienso más que en mi mismo, que lo único que me interesa es entrenar, entrenar y entrenar para poder vencer a Voldemort, ¿y sabes una cosa? Me importa una mierda morir en el intento si sé que vosotros estaréis bien. Por suerte, si gana él yo estaré muerto y no tendré que ver cómo os destroza la vida, pero sólo de pensarlo me pongo enfermo.

- Harry…yo nunca he pensado que…- Trató de interrumpirlo, pero una vez desatada la tormenta sólo el tiempo la calma y ahora que había empezado a hablar de cómo se sentía lo diría todo, porque estaba harto de envenenarse.

- No me interrumpas- la chica cerró la boca asustada y lo miró, observando cómo por tercera vez aquella noche, las lágrimas se derramaban incontrolables de los ojos de Harry- Nunca elegí esto para mi. No quiero tener el peso del mundo sobre mi espalda. ¿Sabes lo que es saber que no tienes otra alternativa que continuar caminando hacia delante sin mirar atrás, sin tiempo para recordar a los que se han quedado fuera del camino por tu culpa? ¿Por no haber estado preparado? Cada día que pasa me arrepiento de no haber empezado con esto antes. Cada día maldigo a Dumbledore por no haberme dicho la verdad desde el principio, por haberme dejado con los Dursley en lugar de entrenarme desde que fui lo suficientemente mayor como para tenerme en pie sin ayuda. Y ahora tengo la oportunidad de ver cómo funcionan los mortífagos, cómo se organizan, cómo piensan. De saber qué hechizos utilizan, cómo han sido entrenados. Poder pensar como ellos para poder vencerlos. Y Malfoy es el medio para conseguirlo. Me guste o no…él es el único que puede ayudarme en eso- concluyó con un hilo de voz.

Se quedó callado mirándola. Roto. Se limpió las lágrimas con la manga, pero continuaron fluyendo sin control. Apretó los dientes y se giró para apoyar la frente contra la pared. No quería perderse otra vez. Notó los brazos de Hermione rodeándolo por la cintura y el calor de su amiga lo envolvió. Rompió en sollozos, incapaz de contener por más tiempo la impotencia que lo venía asolando desde hacía meses.

- Harry, sé que no es fácil, que aunque es la guerra de todos, es sobretodo la tuya. Y no te reprocho que quieras estar lo mejor preparado posible.- murmuró- Al contrario. Y aunque me duela notar que cada vez estás más lejos de nosotros, y que no podemos hacer nada para que te sientas mejor…puedo aguantarlo, pero Ron… Él te necesita mucho más que yo y saber que lo dejas fuera…lo está destrozando…

- No puedo renunciar al entrenamiento, Hermione, ni siquiera por él. Y si tengo que romperle el corazón para salvarle la vida…-suspiró- Lo haré- se deshizo de su abrazo y descendió con pesadumbre las escaleras. Entró en el baño y tras lavarse la cara se miró al espejo. Tenía los ojos hinchados. ¿Por qué todo tenía que ser tan difícil? ¿Qué coño había hecho para merecer su destino? Cegado por la rabia le dio un puñetazo al espejo, que se rompió cortándole los nudillos. La sangre brotó de sus manos goteando en la porcelana blanca del lavabo.

"Genial", pensó, "siete años más de mala suerte". Se lavó con agua y jabón y envolvió la mano con un pañuelo de tela que hizo aparecer. Miró el espejo y murmurando "Reparo" salió de allí.

Ya había comenzado el concierto. Se había perdido al menos las tres primeras canciones y el ambiente estaba más que caldeado. En la mesa Hermione y Ron miraban hacia el escenario serios y callados y Bill y Jason hablaban con las cabezas juntas. Quizá Jason fuese más bueno en aquello de lo que Harry había supuesto. La verdad es que no tenía ánimos para continuar con la apuesta. Lo único que le apetecía, aparte de cerrar los ojos y al abrirlos descubrir que todo había sido una pesadilla…era perderse en la música.

Puedes arrancarme el corazón del pecho
y convertir en susurro tenue mi voz,
reducir toda una vida sólo a un renglón.

La verdad es que el grupo estaba compuesto por gente muy preparada. Tenían violines, flautas, el teclado podía sonar como órgano, piano y demás. Y eran unos pedazos de músicos. Especialmente Chris. Se fijó más en él sabiendo que era ni más ni menos catedrático de Guitarra Clásica del Conservatorio de Londres.

Puedes sobre mí dar opinión sesgada,
criticar mi oficio ¡que no es porvenir,
que alimento la hoguera de la imaginación.
Puede que la lluvia caiga sobre el cielo,
que el mar, confundido, vaya a un río a morir,
que en la noche cante el gallo a la mañana, que con
las ánimas se fue a divertir.

Y las letras eran de todo menos poco originales…el cantante daba la impresión que de un momento a otro se iba a quedar sin aire, pero no .

Vivo con la pasión a flor de piel,
entre estrofas encontraras mi hogar,
ella espera a que regrese
y mientras yo guardo sus besos y su voz
en mi corazón.

Busco en el camino todas las respuestas
y me he dado cuenta que están en mi,
comunicador de sueños quiero ser...

Músico soy, músico seré,
conductor de sensaciones a tu piel,
fabrico recuerdos que atas con nostalgia a mi canción.

Jamás podré dejarla,
mi vida es una canción,
soy escultor del alma,
soy músico y amo en clave de sol
Hasta que aguante mi voz.

Tras un solo con la batería y el violín, Chris se adelantó y comenzó a tocar un solo de guitarra que dejó a Harry con el alma anclada en el escenario. Sus dedos parecían volar por el mástil. Era imposible diferenciar los acordes que se sucedían con velocidad y la mano derecha apenas rasgaba las cuerdas. La envidia sana de la admiración lo llenó por dentro, excluyendo por el momento el dolor sordo de todo lo que había sucedido durante la noche.

Estamos locos de atar,
somos trovadores que en tu ciudad
damos pinceladas de color
a tu gris realidad.

Somos mitad caballeros,
mitad bohemios y embusteros…
Hasta que el cuerpo aguante,
hasta que quiera mi voz,
hasta que el cuerpo aguante
seguiré viviendo tal como soy (Hasta que el cuerpo aguante, Mägo de Oz)

Ese era él, pensó con una sonrisa. Notó unas manos en sus hombros y se giró a mirar. Jason se sentó junto a él con una sonrisa. Le guiñó el ojo.

- ¿Te ha gustado?- asintió- Antes han tocado una canción que nos venía bastante al pelo, pero bueno, no era eso a lo que yo venía. Has discutido con Weasley- lo miró levantando una ceja, ¿cómo lo sabía? ¿Tan obvio era? Bueno, era su mejor amigo, que hubiese entrado en el bar y no se hubiesen dirigido la palabra, daba bastante información- Me lo ha contado Bill.

- Tú no pierdes el tiempo, ¿eh?

- Pues no, jejeje. Y no he hecho trampas, que lo sepas…- le guiñó un ojo burlón- Por cierto, ya sé cual será tu pago si pierdes la apuesta.

-Ah…- no le hacía nada de gracia que justo antes hubiese mencionado su enfado con Ron. Se fijó en el brillo siniestro de la mirada azul oscuro de Jason- ¿Y qué es?

- Si gano, que ganaré- Harry lo miró levantando una ceja y sonrió con cinismo- Tienes que subir al escenario y cantar una canción para arreglarlo con Weasley.

- ¿Qué?- el corazón se le paró una milésima de segundo, lo suficiente como para darle sensación de ahogo y lo miró horrorizado ¿Estaba loco? ¿Acaso pensaba que no tenía orgullo? Sólo de pensar en lo humillante que sería se le revolvía el estómago…

- Lo mío eran dos meses sin sexo, Potter…creo que lo tuyo no se va demasiado. Además,- sonrió con franqueza- es tu amigo, y realmente, saldrás ganando.

- No, si en el fondo tendrás corazón y todo- rió y le dio un puñetazo cariñoso en el hombro. Jason compartió su risa.

- Jajjajajajajaaa… en el fondo- se encendió un cigarro liado por él mismo y dándole una profunda calada lo miró con fingida seriedad- No te hagas ilusiones, ¿eh?

- No, no te creas…me parece que después del año pasado te tengo bastante calado- al fin y al cabo, todo lo que sabía sobre el sexo y sobre los sexos era gracias a él. Si había pasado de ser el virginal Harry Potter, el Niño que Vivió, a ser Harry Potter, el Chico que Vivió para ser jodidamente caliente era por obra y gracia de Jason, que lo había moldeado a su imagen y semejanza, como si de un dios se tratase. Bueno, quizá no del todo. Lo bueno de Jason es que lo había tomado bajo su ala, le había enseñado todo lo que sabía y sobretodo, le había mostrado como aplicarlo sin dejar de ser él mismo. No podía decir que lo hubiese moldeado, pero sí lo había metido en el horno para darle el acabado final. Así que sí, conocía a Jason como conocía la anatomía de su pene. Por tanto, lo conocía muy bien- Pero me parece muy injusto, tú tienes toda la noche para ligarte a Bill y yo sólo el descanso del concierto para intentarlo con Chris…

- La vida no es justa, Potter- se encogió de hombros con resignación.

- Desde luego- añadió- conmigo se ceba.

- No digas estupideces…Vale que no lo has tenido fácil, pero mírate al espejo y dime si no intenta equilibrar la balanza.

- No estoy mejor que cualquier otro- comentó con desgana. Era cierto, no estaba mal, tenía un físico más que aceptable pero dudaba que aquello compensase la muerte de sus padres, de Cedric, Sirius y todos aquellos que día tras día caían porque él todavía no había acabado con Voldemort, claro que eso, Jason no lo sabía.

- Estás teniendo una vida muy difícil, Harry, dudo que alguien quiera estar en tus zapatos- lo miró con seriedad, sin rastro de la mueca sarcástica y seductora que habitualmente acompañaba a su sonrisa- El universo te acabará compensando por todo lo que has pasado. Más pronto o más tarde algo aparecerá en tu vida que le de sentido- sonrió con una ligera tristeza- Posiblemente encuentres el amor de una vez por todas, y será genial, seguro. Si hay alguna forma de compensarte, es esa, que encuentres a alguien perfecto para ti, muy probablemente alguien que merezca ser amado tanto como tú- Harry estaba anonadado con lo que estaba escuchando de boca de Jason. Nunca lo había visto tan serio, tan seguro de lo que decía. Su mirada estaba ausente, y la voz desprovista de la sátira habitual, tenía una tonalidad extraña. Harry miró en la dirección el que los ojos azul oscuro se perdían.

Chris. Mirándolo directamente. Entre ambos se había creado una conexión visual que incluso podría cortarse de lo intensa que era. Jason miraba al chico rubio con una especie de admiración, adoración y temor. El guitarra lo miraba con una sonrisa alegre, seguridad, cariño y algo más que era tan íntimo entre ellos que no pudo descifrarlo. ¿De verdad encontraría él algo así? ¿Serían proféticas las palabras de Jason? Por más que le humillase salir al escenario y hacer las paces con Ron, en especial cuando sabía que no tenía por qué dar él el primer paso ya que no había hecho nada malo, no podía siquiera plantearse intentar ligar con Chris.
Pese a no saber si lo conseguiría o no, si lo lograba, la decepción de Jason para con Chris sería mayúscula. Aunque lo que era obvio que sentía por él no le había impedido ponerlo en el tablero de juego, más por orgullo que por otra cosa, no podía hacerle eso al chico que le había enseñado a ser él mismo sin miedo a lo que pudiera encontrarse. De todos modos, tampoco podía a parecerle a Jason que Harry perdía a propósito, porque entonces su orgullo se vería herido, y no quería hacerle eso, lo respetaba demasiado. Así que la noche se presentaba como una gran obra de teatro. Y ya podía ir pensando que canción podía cantar para arreglarlo con Ron.

Miró su mano vendada mientras daba un sorbo a la cerveza. Esta mierda de guerra los estaba destrozando a todos, estaba sacando lo peor de cada uno haciendo que se gestasen malentendidos y rencores sinsentido, con el único propósito de debilitar las defensas de todos y ¿ganar? ¿Dominar el mundo? No lo conseguiría, pensó obstinado, Voldemort no podría con ellos. Por encima de su cadáver. Literalmente.
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Con la música de fondo y la cháchara incesante de Blaise por primera vez en mucho tiempo, Draco se sentía cómodo en un lugar rodeado de gente. Había estado haciendo progresos, lo sabía, tenía claro cuánto había cambiado su vida desde que se marchó de casa en verano, cuanto había crecido. Había superado su angustia y había tomado las riendas de un cuerpo que merecía ser tratado con respeto. Aún le costaba comer cuando el Gran Comedor estaba lleno de gente, pero había aprendido a sobreponerse. Aún tenía por delante un largo camino de esfuerzo y posiblemente muchas ganas de volver atrás. Pero no lo haría. Respiró hondo y volvió a la conversación de Blaise.

- La verdad es que desde que fui a un concierto de estos tíos con mi madre, me encantan. - comentó Blaise dando otro sorbo a su cerveza- ¿Qué piensas? Son unos melenudos, pero no te arrepientes de haber venido, ¿verdad?- le preguntó mirándolo a los ojos. Sonrió con franqueza.

- No, ¿qué dices? Me lo estoy pasando genial Blaise. De verdad que necesitaba salir y este grupo es, cuanto menos, refrescante. Y tocan muy bien- se giró hacia el escenario, era el momento del descanso y los del grupo se repartían unas cervezas. Potter subió al escenario y se puso a hablar con el chico que tocaba la guitarra, el que había cantado la primera canción sobre la homosexualidad…quería apartar la mirada, pero le fascinaba, por alguna extraña razón ver a Potter flirteando con otro hombre, bastante mayor que él, por cierto. Charlaban animadamente y el rubio le tendió la mano. Potter la observó detenidamente cogiéndola y cuando la soltó le enseñó el antebrazo en el que el pelirrojo le acababa de hacer el tatuaje. Cuando el guitarra pasó su dedo índice por el brazo de Potter una sensación extraña se encendió en su estómago.

- ¡Es que flipo con ellos!- escuchó a lo lejos comentar a Blaise- Por un autógrafo suyo… ¡Les metería un morreo!- de acuerdo, ese comentario sí que lo sacó de su ensimismamiento.

- ¿Qué?-trató de parecer más divertido que alucinado- Que les darías… ¿qué?

- Un morreo, - aclaró- ¿por qué no? Ya ves tú que problema, no me saldrás ahora con que eres uno de esos sangre limpia que creen que la homosexualidad es una enfermedad, ¿verdad?

- Mmm, no, pero… ¿tú no piensas que lo sea?- una luz al final del túnel se encendió, quizá no todo estuviese perdido. Al tal Jason, al chico de la guitarra, y al mismísimo Harry Potter les iban los chicos. Quizá no fuese tan diferente, y Blaise, ¿Blaise sería gay?

- Pues no, creo que el mundo en el que vivimos está demasiado enrarecido, hay que abrir las puertas para que entre aire fresco. Nuestra sociedad no es sana. ¿Sabes el montón de chicos y chicas magos que cada año se suicidan porque no soportan la presión o se van al mundo muggle desvinculándose del nuestro para vivir su sexualidad con libertad?- negó con la cabeza y la boca abierta.

- El diez por ciento. Y también están los que viven reprimidos toda su vida por temor a no ser aceptados, que no se sabe cuántos son, pero se calcula que el cuatro o cinco por ciento del diez por cierto que por estadística son homosexuales. Se habla de que la sociedad mágica merma cada año, que entre la guerra y los que se marchan, el número de nacimientos no es suficiente para mantener la comunidad mágica en Inglaterra. Pero es que es imposible que alguien se quiera quedar… ¡Somos unos rancios!- dio un golpe en la mesa indignado.

- Blaise…no te ofendas, ¿vale?- comenzó con cuidado- Pero tú… ¿tú eres…gay?- preguntó con suavidad. Blaise lo miró y se rió.

- No, no soy gay- de pronto frunció el ceño y su mirada se tornó escrutadora- Si lo fuera, ¿me darías la espalda?- sí venga, lo que le faltaba, ir dándole la espalda a alguien que fuese cómo él, como si no estuviera ya lo suficientemente solo.

- ¿Qué? No, claro que no. Sólo tenía curiosidad por el motivo de tu alegato- se encogió de hombros y dio un trago a su bebida.

- ¿Te parece poco motivo la libertad de una persona de buscar su felicidad como buenamente pueda? ¿Acaso el amor entre dos hombres o dos mujeres no es amor? ¿Por qué sin conocerlo realmente o sin haberlo sentido nunca lo tachan de perversión y enfermedad? Uno no elige ser heterosexual, como uno tampoco elige ser homosexual. Se nace siendo una cosa o la otra, no es una camisa o una postura. No es algo que puedas adquirir por ducharte sin chanclas en los vestuarios de Quidditch o por comer algo en mal estado. No se pega por estar sentado junto a otra persona que lo sea, ni por tocarlo. No tiene nada de malo tampoco, ni hace daño a nadie. No es una enfermedad, es una forma de ser.

- Estoy por aplaudirte, Blaise, ¡serías un gran político!- exclamó asombrado. Al menos sabía que en ese sentido, Blaise no le daría la espalda y estaba más que tentado de contárselo y quitarse un peso de encima. Pero cuando iba a abrir la boca se echó para atrás. Todavía no. Ya sabía que Blaise sería un apoyo en ese sentido, pero no se sentía preparado para asumirlo del todo ante si mismo. Y se calló. En otro momento, pensó mientras de un trago terminaba su Mordred's Blood.

- La verdad es que ya lo había pensado. Me gusta la política, y nuestro mundo necesita un cambio. Es un buen trabajo, ¿no crees?- preguntó. El momento de tensión había pasado y Draco se sentía de nuevo relajado.

- No sé, mi padre siempre quiso que me dedicase a la política, pretendía que fuese diplomático de la Inglaterra Mágica en Francia, al fin y al cabo, es un país al que estamos ligados. Pero a mí nunca me llamó demasiado la atención. Soy demasiado de aire libre como para que me guste estar encerrado en un despacho. He vivido demasiado tiempo haciendo lo que me decían, ahora que me he deshecho de esa atadura, espero no tener que acercarme nunca al Ministerio de Magia.

- ¿Y qué quieres hacer? Es nuestro último año en Hogwarts, supongo que ya habrás pensado en algo- Blaise lo miraba apoyando la cabeza en un brazo.
- Sí, quiero estudiar Zoología y Etología Mágica. Especializándome en dragones, a ser posible.- sonrió con entusiasmo- Voy a presentar el proyecto de Cuidado de Criaturas Mágicas y Hagrid me recomendará para que me acepten- su rostro se ensombreció- Espero… Porque con la manía que me tiene ese hombre, no me extrañaría nada que al final no me recomendase… Yo en su lugar es lo que haría.

- Al menos eres sincero contigo mismo, y si es por enchufe, la llevas clara porque te has ganado a pulso a lo largo de cuatro años que te odie- bufó- Desde luego, ¿no podrías haberlo pensado antes, Draco? Que pareces tonto tú también. Menos mal que se te han bajado los humos, porque, y perdóname que te lo diga, eras un tío insoportable.

Draco se rió divertido. Muy a su pesar, sabía que Blaise tenía toda la razón del mundo, y que hasta hace poco, no era más que un mimado niñito de papá al que todo le venía rodado por las influencias y el dinero de su familia. Una familia cerrada, de tradiciones e ideas inamovibles que le habían llevado a ser el niño amargado y odioso que todo el mundo conocía. No es que ahora fuese muy diferente, pero se había librado de una de las lacras más pesadas que el destino le había impuesto. Ya no sería un mortífago.

Lo había decidido por si mismo y había acarreado con las consecuencias. Pero eso le hacía sentir mejor. Y aunque seguía siendo un crío repelente y orgulloso, eso no se lo podía negar a si mismo, era un crío repelente y orgulloso porque él quería, no porque nadie le hubiese dicho que tenía que serlo. A ver, seguro que era mejor persona de la imagen que daba ante el resto de sus compañeros. Pero que nadie se engañase, por mal que estuviese, por hundido que se encontrase, era y siempre sería Draco Malfoy. Y eso nadie podía cambiarlo, ni siquiera él. Y esa certeza era lo que todavía lo mantenía en pie.

En el escenario, el descanso continuaba y Potter seguía charlando con el guitarra del grupo. Con las cabezas juntas observaban unos papeles encima de los teclados. El guitarra sonrió y asintió con entusiasmo. La sonrisa de Potter se ensanchó y le pasó un brazo por los hombros. Su mirada se paseó por el resto del local mientras escuchaba la cháchara incesante de Blaise a su lado. En la mesa en la que estaba Jason, ya le era familiar el nombre y todo, de la cantidad de veces que había revivido en sueños y despierto la escena contemplada en Hogsmeade, estaban también sentados Weasley y Granger, en silencio contemplando al frente. Jason charlaba con el pelirrojo que le había hecho el tatuaje a Potter y parecía que trataba de ligar con él. El hombre sonreía y parecía darle la razón, aunque sin mucho entusiasmo. Aquello era una total maniobra de acoso y derribo, a él se lo hacían y era incapaz de mantener esa cara de indiferencia.

- A todo esto Draco- apuntó Blaise- ¿Qué vas a hacer con el equipo de Quidditch? Porque he visto entrenamientos, pero tú no has ido a ninguno, y eres el capitán, quiero decir, tras el primer partido, no has vuelto a entrenar.

- La verdad es que no creo que siga en el equipo, Blaise. Estoy planteándome presentar mi dimisión tras las vacaciones de Yule. Al fin y al cabo, no me apetece nada estar al frente de un equipo que se pasa por el forro mis indicaciones. Desde que declaré abiertamente que estoy fuera del lado del Señor Tenebroso, me ignoran. Y prefiero retirarme a que me tiren.

- Pues sí, tienes razón, es mucho más digno, dónde va a parar- le dio la razón Blaise mientras le hacía una seña al camarero para que les trajese más bebida. Esta vez, se adelantó a Draco y pagó él. Le guiñó un ojo- Hoy por ti…

- Mañana por mí- terminó Draco brindando con el vaso de cerveza de Blaise- ¡Por la fidelidad a uno mismo!- y le dio un trago al vaso.

- Buen brindis- apuntó Blaise- ¡Por la fidelidad a uno mismo!- bebió de la cerveza que le dejó un bigote blanco espumoso que contrastaba con su piel oscura. Draco rió ante la visión y Blaise se puso bizco para ver el motivo de la risa alegre de su amigo. Sacó la lengua y se lamió el labio superior. A Draco se le erizó la piel de los brazos y sacudió la cabeza.

" Ah, no, eso si que no, Blaise no", pensó azorado. Miró hacia el escenario y vio a Potter bajando de un salto. No pudo reprimir el pensamiento de: quien tuviera un cuerpo así para disfrutarlo cuando quisiera. Se acercó a la mesa y Jason se levantó. Parecían discutir algo y Potter puso cara de resignación, aunque él esa cara la había visto infinidad de veces y se le hacía el efecto de fingida. Se dirigió al escenario de nuevo y llamó al chico rubio de la guitarra, que se agachó para hablar con él. Asintió brevemente y le tendió un brazo para subir al escenario, que Potter agarró.

Con la misma inseguridad que un hinkypunk en un centro comercial, el Niño que Vivió miraba a su alrededor y lo pilló mirándolo. Enrojeció levemente cuando los ojos verdes se clavaron en los suyos y más todavía cuando la cabeza a la que pertenecían se movió en un gesto de saludo que devolvió con timidez. Apartó la mirada para decirle a Blaise lo que sucedía en el escenario.

- ¿Tú crees que irá a tocar algo?- preguntó Blaise con curiosidad.

- Es posible, si no llama la atención, se muere- comentó desdeñoso.

- Venga va, no seas malicioso, el chico no lo hace mal.

- Tienes razón, no lo hace muy mal, y así nos da la oportunidad de reírnos un rato- sonrió de medio lado y se acomodó en la silla, mirando al escenario con descaro. Si alguien que no lo hubiese estado viendo durante todo el curso lo mirase ahora reconocería al prepotente y arrogante hijo de Lucius Malfoy. Pero no lo era. Ya no. Pensó con orgullo.
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Desde luego, no creía que quedase ninguna duda sobre sus intenciones respecto a Chris de cara a la galería. No obstante, ante él fue muy diferente. Se había fijado mientras tocaba que tenía varios tatuajes en la mano y le pidió que se los enseñara. Eran notas musicales y una clave de sol en la muñeca. Le contó se le s había hecho al salir de Hogwarts, cuando se dedicó a terminar la carrera de música y a hacer el doctorado. Tenía una nota musical por curso, y la clave de sol se la hizo cuando consiguió el puesto de catedrático de guitarra clásica.

Él a su vez le enseñó el que le acababa de hacer Bill y le explicó las propiedades mágicas que tenía, sin decir, claro está, que tenía que matar a Voldemort. Chris se mostró muy interesado, al fin y al cabo, era Harry Potter y a todo el mundo le encantaba que él les dedicase un poco de atención y se interesase en ellos. Generalmente le daba rabia, pero hoy había decidido aprovecharse. Sonrió maliciosamente para sus adentros cuando vio la cara de cabreo de Jason en el momento en el que Chris pasaba un dedo por el tatuaje, para comprobar que ya no le dolía. El resto del tiempo estuvieron charlando de música y Chris se comprometió a enviarle partituras y métodos para aprender a tocar la guitarra. Se lo agradeció encarecidamente. Iban a ponerse a hablar de Quidditch cuando se acercó Jamie y le dijo que en diez minutos continuaban el concierto. No tenía mucho tiempo, entonces.

Se disculpó y bajó de un salto del escenario para hablar con Jason. En la mesa el panorama era más que deprimente. Ron y Hermione estaban sentados cara al escenario callados y con cara de malas pulgas. Recordó que Ron aquella noche había quedado con Lisa Turpin, y posiblemente arrastrado por Hermione había dejado a un lado la cita y había venido hasta aquí, ¿con la perspectiva de qué? ¿De hacer las paces con él? Se sentía mal por el hecho de que ni Ron ni Hermione parecían tener vida propia, estaba cansado de ser su centro, de que todo pareciese girar a su alrededor. Ellos tenían tanto derecho como él a hacer su vida y buscarse sus amistades y colegueos fuera de lo que en colegio se llamaba el Trío Dorado. Pero bueno, tampoco podía hacer nada más de lo que ya iba a hacer. No era una bajada de pantalones, ni tampoco una disculpa, ya que no sentía que debiera hacerla, pero era una declaración de amistad.

Bill y Jason charlaban de forma que le pareció animada, pero en cuanto llegó se callaron y se quedaron mirándolo. Ahora había llegado el momento de la humillación.

- Jason, ¿puedo hablar contigo un momento?- sonrió con fastidio. Jason lo miró como si acabase de chafarle el mejor plan del mundo.

- ¿Ahora? ¿No podría ser en otro momento?- preguntó molesto- NO sé si te das cuenta, pero…- señaló a Bill con la cabeza- estoy ocupado.

- Vamos Jay, sólo será un minuto…- a su vez señaló a Chris con la cabeza, que organizaba las partituras con Jamie y Alex. Jason sonrió malicioso y se levantó. Se apartaron un poco de la mesa- ¿Y bien?

- Nada, que no…- chasqueó la lengua como si hubiese puesto su empeño en conseguir algo más que amistad de Chris y le hubiesen dado con la puerta en las narices. Rió, era un gran actor…- mira que lo he intentado, ¿eh? Pero nada, no hace más que hablar de ti, y claro…así no puedo…- observó con orgullo como la cara de Jason se iluminaba de satisfacción y adoración. No, si al final iba a resultar más ingenuo de lo que parecía.

- Has perdido- asintió con resignación- Pues ya sabes lo que te toca, espero que hayas pensado alguna cancioncita, Potter…- la sonrisa de que disfrutaría toda su vida de ese momento se quedó clavada como una espina en el orgullo de Harry.

- ¿De verdad tengo que hacerlo?- preguntó fastidiado.

- ¿Tú que crees? ¿Acaso recuperar la amistad de tu amigo no vale la pena la pequeña humillación de salir y tocar una canción?- odiaba las preguntas retóricas, le daba mucha rabia que le hicieran preguntas que no debía contestar…- Por lo que me ha contado mi hermano no lo haces mal, y puede que tengas éxito- le dio unas palmaditas en la espalda- ¡¡Venga Harry! Con dos cojones… ¡Qué nadie dude de cual es tu casa!- respiró hondo y se dirigió al escenario.

-¡Chris!-llamó al chico que afinaba su guitarra, este se agachó a su altura- Oye, que…- vale, ahora las vergüenzas, desde luego, pensó, a la vejez viruelas…-Mira, he tenido una bronca con el hermano de Bill y me gustaría hacer las paces con él, ¿sería mucha molestia tocar una canción?- preguntó sintiendo que todo el mundo pensaría que le encantaba ser el centro de atención y el absoluto protagonista.

- No, para nada- se rió- así puedo ver cómo tocas y dirigirte para mejorar con un nuevo método medio muggle medio mago que estoy desarrollando.- le tendió el brazo- Sube- agarró el brazo que le ofrecían y subió al escenario. Mientras Chris hablaba con los del grupo para decirles lo que había miró a su alrededor. Cuando vio a Malfoy mirándolo se le revolvió el estómago. Vaya, ni siquiera recordaba que estuviese allí. Movió la cabeza en señal de saludo, no sabiendo si sorprenderse más de haberlo saludado que de que el slytherin le devolviese el saludo. Lo que le faltaba, si Malfoy ya lo tenía por un busca atenciones, ahora sus teorías se iban a ver confirmadas.- Harry- lo llamó Chris, tendiéndole la guitarra- Ya está afinada, ¿necesitas amplificador de la voz?

-No,- sonrió- gracias.

- Ya ves tú que tontería- le dio unas palmaditas en la espalda- Mucha mierda, espera, ¿quieres que te introduzca?- asintió. Quizá eso le diese ánimos.

- ¡Hola de nuevo!- la gente volvió sus ojos al escenario y de pronto sintió como todos se clavaban en él, y deseó poder hacerse un hechizo desilusionador. Hermione lo miraba intrigada y Ron con resentimiento- Bueno, aquí mi amigo- le hizo un gesto para que se acercase- tiene algo que decirle a alguien, y para ello va a utilizar la música, el lenguaje del alma. No necesita mucha presentación, todos sabemos quién es, pero deseémosle suerte para su primera actuación en directo- la gente aplaudió más por compromiso que por entusiasmo y sonrió con resignación, esta vez real.

- Hola- comenzó con timidez- Estoy muy nervioso y seguro que lo haré fatal, así que espero que no me tiréis tomates, y si lo hacéis no me importa si consigo lo que pretendo subiéndome a un escenario a tocar humildemente la guitarra después de que hayamos escuchado a esta gente tan increíble- Ron tenía la mirada clavada en la mesa- Ron,- levantó la cabeza y lo miró- va por ti.

Comenzó a rasgar la guitarra vacilante, pero en cuanto se dio cuenta de que tenía un hechizo que la adaptaba al que la tocaba se sintió más seguro. Respiró hondo y nada más que las caras de sus amigos y él encima del escenario existía en ese momento para él.

When you're down and troubled
And you need a helping hand
And nothing, nothing is going right
Close your eyes and think of me
And soon I will be there
To brighten up even your darkest night

Conforme pronunciaba cada palabra con todo su corazón fue ganando confianza y el estribillo le salió del alma.

You just call out my name
And you know wherever I am
I'll come running to see you again
Winter, spring, summer or fall
All you have to do is call
And I'll be there
You've got a friend

Podía ver como la cara de Ron cambiaba del resentimiento a la incredulidad, de esta al bochorno, pasando por la gratitud para llegar a la emoción.

If the sky above you
Grows dark and full of clouds
And that old north wind begins to blow
Keep your head together
And call my name out loud
Soon you'll hear me knocking at your door.

Hermione era mucho más expresiva, hija de padres muggles nacidos en los años sesenta conocía aquella canción y no ocultaba las lágrimas que corrían por sus mejillas. Sonrió mientras cantaba. Ella movía los labios siguiendo la canción y se apoyo en el hombro de Ron, que le pasó un brazo por la cintura. No había hecho falta que dijese nada, ella sabía que también iba por ella.

You just call out my name
And you know wherever I am
I'll come running to see you
Winter, spring, summer or fall
All you have to do is call
And I'll be there

Ain't it good to know that you've got a friend
When people can be so cold
They'll hurt you, and desert you
And take your soul if you let them
Oh, don't you let them

Su voz estaba a punto de quebrarse, notaba la nariz blanda y un nudo presionando su garganta. Quería lanzar la guitarra al suelo y bajar a abrazar a sus amigos. Pero parecieron leerle el pensamiento. Se levantaron y subieron al escenario. De cerca pudo ver que Ron tenía los ojos húmedos y le sonrió con tristeza y cariño. Hermione lo cogió de la cintura y apoyo la cabeza en su hombro. Por el otro lado, Ron le pasó el brazo por los hombros. Y el último estribillo lo cantaron con él. Porque estaban los tres juntos hasta el final.

You just call out my name
And you know wherever I am
I'll come running to see you again
Winter, spring, summer or fall
All you have to do is call
And I'll be there
You've got a friend

Amigos incondicionales aunque los tiempos fuesen difíciles. Como los tres mosqueteros, uno para todos, y todos para uno. Sonrió orgulloso, no sabía si volverían a tener una bronca por su entrenamiento o si discutirían porque sus puntos de vista diferían innumerables veces, pero ahora tenía claro que siempre podría volver a ellos cuando se sintiese perdido o herido. Siempre estarían para curarle las heridas. Y era recíproco, no importaba lo que ocurriese, lo importante es que supieran, bien consciente o inconscientemente que siempre estaría ahí cuando lo necesitasen. Porque como leyó una vez en una revista muggle: El verdadero amigo es el que entra cuando todo el mundo sale.

Con el final de la canción se abrazaron sin trabas y sin poder contenerse, aquella noche estaba siendo muy difícil, rompió a llorar. Podía notar las lágrimas de Ron empapando su cabeza y las de Hermione su hombro, mientras él empapaba la cabeza de Hermione y el hombro de Ron. Cuando por fin se separaron, el grupo, Bill, Jason y la gente que había hablado con ellos comenzó a aplaudir y rojos como tomates, en especial Ron, bajaron del escenario. Le dio las gracias a Chris y se sentaron en un rincón.

- Harry…yo…Mira,- titubeó Ron- siento haberme puesto así, sé que no tenías elección y que me he comportado como un crío, pero…No sé lo que me ha pasado, Harry, de verdad, sé que no te mereces que te trate cómo lo he hecho. Y odio enfadarme contigo.

- Ron…- se abrazaron intentando borrar las cuatro horas que habían pasado desde la discusión- No me juzgues con lo que haga respecto a Voldemort y la guerra. El que lo hace es Harry Potter, y vuestro amigo es simplemente Harry. Habrá momentos en los que no nos guste lo que hagamos respecto a ciertas facetas de nuestras vidas, pero cuando pensemos en el otro como en nuestro amigo, que todo eso se caiga…y seamos solo nosotros, los tres niños que derrotaron a un trol de tres metros y que rescataron la piedra filosofal.

- ¡¡Oh! Harry…- Hermione rompió en sollozos- Mira que cuando te pones dices cosas que…joder…- se sorbió los mocos y los abrazó a ambos- No volváis a hacerme esto otra vez, ¿me oís? A la próxima no me meteré en medio- los reprendió en broma amenazándolos con el dedo. Se rieron.

Aun cuando la vida no le sonriese a menudo y el futuro que le esperaba fuese negro y de resolución incierta, podía darse con un canto en los dientes con lo que tenía. Dos amigos que valían muco más que su peso en diamante. No todo el mundo podía decir eso.

Mientras sentía el calor de Ron y Hermione envolviéndolo no pudo evitar pensar en que quizá algún día los perdiese o que ellos lo perdiesen a él. Que la guerra destruyese lo que nadie ni nada habían logrado romper. Que llegase el momento, cada día más cercano, en el que tuviese que tomar las riendas de su destino y cumplir con la misión que le había tocado en suerte, para salir con éxito o morir en el intento.
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Mientras Potter cantaba descubrió que se revolvía en él algo que pensaba que ocurriría siempre que escuchase tocar una canción en directo y no sólo cuando lo hacía él. ¿Qué le pasaba? ¿Estaba empezando a sentirse identificado con Potter? ¿Por qué hacía que temblasen sus cimientos cada vez que se colgaba la guitarra al cuello y abría la boca para cantar? Respiró hondo y bebió cerrando los ojos. La letra era muy bonita.

- Potter tampoco lo hace mal, ¿eh?- comentó Blaise- No tiene mogollón de técnica, pero le pone sentimiento.

- Desde luego- observó ácidamente- Está a punto de ponerse a llorar.

- Pues bien que hace, ¿no? Total, si necesita desahogarse…- se encogió de hombros.

- No sé Blaise, ¿en público? No es muy…apropiado, ¿no crees?- dijo entre escandalizado y horrorizado. Ni en público ni en privado. No se lloraba, lo único que conseguías dejándote llevar de ese modo era no controlar tus propias emociones y al final te dominarían, serías incapaz de pensar con claridad…. Por no hablar de que el resto del mundo te miraría como si fueses un blandengue que no se sabe mantener a raya, ni es capaz de dar la visión adecuada de si mismo.

- No.- como siempre, con rotundidad- A ver, una cosa es ser un llorón, y estar continuamente con el moco colgando por cualquier estupidez. Eso no me parece bien.- tomó aire. Draco pensó con horror que se preparaba para otro de sus alegatos…y acertó- Pero expresar las emociones cuando la ocasión lo amerita, sí. Al fin y al cabo, las lágrimas son el vehículo que nos permite expresar felicidad, tristeza, miedo, angustia, alegría…al igual que la risa. Sólo los seres humanos, entre todos los animales del planeta, mágicos y no mágicos somos capaces de llorar y reír. Es lo que nos distingue, es la expresión de nuestra alma. Renunciar tanto al llanto como a la risa es renunciar a nuestra propia humanidad.

- Te lo digo muy en serio, Blaise, deberías dedicarte a la política. Las masas te seguirían, y los dioses saben que nuestra sociedad necesita un cambio- aseveró- Aunque no estoy muy de acuerdo con eso de que seamos los únicos animales del planeta capaces de expresar nuestras emociones, porque, ¿qué me dices de los centauros, o las veelas?

-Oh, ya ha salido el zoólogo que hay en ti. La verdad es que yo soy muy de letras y de estas cosas no entiendo, así que mejor no me meto. Y no, lo que necesita nuestra sociedad es la muerte de Voldemort, y una vez se acabe con la amenaza y la gente pueda respirar tranquila, entonces quizá se pueda hacer cambios en la sociedad. Pero si todos los políticos se dedican a mantener a raya a un loco y no a mejorar la sociedad, siempre saldrán locos que se creerán con potestad para mejorarla- Sin duda alguna, Blaise Zabini era de las personas que conocía que mejor hablaba. Ni su padre, ni Dumbledore, y muchísimo menos la gente del ministerio tenían tanta labia como su compañero. ¿Siempre habría sido así? ¿Qué tipo de gente eran sus padres? No sabía nada de él y dormía a su lado desde hacía siete años.

Le inquietaba saber que desconocía tantísimo de una persona que era tan cercana a él. Quizá no cercana de amistad o trato, pero si siempre presente. Si hubiese vuelto a Hogwarts cualquier curso y la cama de Blaise hubiese estado vacía, algo habría cambiado para siempre. Desde la primera noche en el dormitorio, cuando todos se conocían desde hacía años y nadie sabía nada del chico negro tímido que no había abierto la boca en toda la cena, ni durante la charla de Snape, supo que había algo en él aparte de su color de piel y de que no estaba vinculado con el "grupo" de su padre que lo hacía especial. Nunca había hablado con él, pero que tenía carisma era indudable.

Le gustaba que ahora estuvieran del mismo lado, pensó orgulloso. Al fin y al cabo, mortífago o no, tradición familiar o no, su casa era Slytherin, y era digno ejemplar de ella. Su madre le había contado hacía bastante tiempo, antes de que entrase en Hogwarts la historia de las cuatro casas, y le había explicado por qué se caracterizaba cada casa y cómo solía ser la gente que formaba parte de ella. Lo más probable era que fuese a Slytherin, dado que casi toda su familia había pertenecido a esa casa, pero no era seguro, ya que tu sangre forma una parte importante de ti, pero no lo es todo. Hay algo que te diferencia del resto, que te hace especial y ese algo, entre otras muchas cosas, puede marcar la diferencia entre estar en Slytherin, Ravenclaw, Hufflepuff o Gryffindor. Él era Slytherin, era ambicioso y leal a su modo. Lo más importante era sobrevivir y con Blaise de su parte, sería mucho más fácil.

Terminó su bebida sabiendo que aquella noche había cambiado algo muy importante en su concepción de sí mismo. Gracias a lo que había escuchado en la canción y a lo que había dicho Blaise sabía que no estaba solo, que no era el único y que no estaba enfermo. Que ser diferente quizá no fuera tan malo, y aunque le continuase siendo difícil aceptarse, sabía que en algún momento, quizá no demasiado lejano, terminaría por hacerlo. No se sentiría orgulloso de ello, pero tampoco avergonzado. Y ya era un gran paso. Al menos para él.

TBC