By Tenshi Lain
Notas en tinta azulada:
Los personajes de Yami no Matsuei son de Yoko Matsushita y los de Gravitation de Maki Murakami (aunque en esta parte solo aparecerá Shuichi y como mucho mencionaré a los demás) Todos lo demás son MÍOS XD
¡IMPORTANTE: antes de leer este fic es indispensable leer primero "Por estar contigo" y al menos, los 4 primeros capítulos de "Después del adiós", sino esta última pierde gracia. También es recomendable haber leído al menos hasta el tomo 8 de Yami no Matsuei, puesto que hablaré de cosas que no salen en el anime pero si en el manga.
¡Ah! Esta historia contiene Shonen Ai(chicoxchico) Espero que disfrutéis de la tercera parte de mi Crossover.
Cap. 4
Shuichi depositó el cuerpo inconsciente de la pequeña Koe sobre una de las camas de la enfermería del departamento Toshi. Koe se había desmayado mientras los shinigamis se desmaterializaban para regresar al mundo del más allá.
Saya colocó una serie de hechizos Ofuda en las ventanas y puertas para evitar que se escapara. Ahora tenían muchas preguntas que hacerle y no podían permitir que se fuera.
- Bien, creo que esto será suficiente - dijo Saya dando una palmada.
- ¿Tú crees? - preguntó Yuma no muy convencida - Ya viste como se las apañaba en aquel valle...
- Tal vez tendríamos que pedirle a Nintaro que bloqueara él, ya sabes que sus hechizos son más resistentes.
- Pero ahora está dando el informe...
- Yo me quedaré a vigilarla - se ofreció Shuichi. Las dos chicas asintieron y salieron de la enfermería para ir a dar el parte.
Shuichi se sentó en una silla al lado de la cama y observó a la pequeña ninfa. Bueno, aunque en realidad no estaba muy seguro de que lo fuera. Una ninfa era un espíritu de la naturaleza que solía estar relacionado con algún elemento del bosque: un lago, una árbol, una cascada... pero Koe no parecía ser la guardiana de ninguno de esos elementos.
De no haber sido por sus peculiares cabellos y sus orejas puntiagudas, hubiera podido pasar por una niña normal y corriente de unos 12 o 13 años. Era bonita, con su cara redonda y sus pestañas largas. En aquellos momentos su expresión serena la hacía parecer muy inocente y frágil.
Tras un rato Koe empezó a despertar. Se desperezó lentamente y parpadeó enfocando el techo de la enfermería. Su ceño se frunció como muestra de su desconcierto.
- Por fin despiertas - dijo Shuichi con su mejor sonrisa. Koe se incorporó de golpe quedando sentada con cara de sorpresa.
- ¿Pero que haces aquí? Y... ¿Dónde estoy?
- Estás en el más allá, en el departamento Toshi para ser más exactos. Nintaro y yo te trajimos cuando nos atacó aquel shaman loco...
- ¿Y el valle? - le preguntó sin prestar atención al resto de la explicación de Shuichi. Los ojos del chico se entristecieron.
- Las excavadoras lo convirtieron en un solar - dijo en un susurro.
Koe lo miró con espanto en los ojos, pero al momento su expresión se tornó triste y apenada. No dijeron nada por un largo tiempo y Shuichi empezaba a sentirse realmente incómodo con aquella situación.
- No me vais a dejar marchar - no era una pregunta sino una afirmación. Shuici se dio cuenta de que Koe observaba los conjuros que bloqueaban las ventanas y puertas.
- No podemos. Lo siento.
- ¿Por qué te disculpas? - dijo mirándolo con el ceño fruncido.
- No sé - dijo encogiéndose de hombros -, supongo que... porque me sabe mal todo esto...
- Eres un buen chico - dijo Koe tras unos segundos más de silencio - ¿Hace mucho que eres shinigami?
- Pues apenas cinco meses. Soy un novato.
- Entonces tú no...
Las palabras de Koe fueron interrumpidas por el ingreso en la habitación de Nintaro, Yuma y Saya.
- Por fin despiertas ¿cómo estás? - dijo Saya.
- Bien - contestó Koe escuetamente.
- ¿Sabes? Has tenido suerte de que llegáramos a tiempo - comentó Nintaro dejándose caer en una silla cercana a al cama.
- ¿Por qué?
- ¿Sabes quien era ese tipo que intentó capturarte?
- Un Shaman - dijo Koe sin vacilación - y uno bastante extraño y poderoso. Solo con su presencia me puso la piel de gallina.
- Y no es para menos - comentó Yuma.
- Ese tipo es conocido como Shinrei el carnicero. Dentro de la tribu de Shamanes, es repudiado por sus compañeros debido a sus métodos poco ortodoxos y extremos. Ya sabéis que los Shamanes son humanos que pueden estar en contacto con el mundo de los espíritus y mantienen un equilibrio con la naturaleza. Sin embargo, Shinrei utiliza esa habilidad en beneficio propio sin importarle la consecuencia de sus actos. Es experto en controlar las fuerzas más oscuras y peligrosas de la magia como lo son la necromancia, el vudú o las técnicas que requieren sacrificios.
- ¿Qué tipo de sacrificios? - preguntó Shuichi que estaba muy atento a lo que decía su compañero.
- De sangre - dijo Nintaro con un brillo en sus ojos que le hizo estremecer -. A Shinrei no le importa sacrificar vidas humanas con tal de conseguir que sus rituales tengan éxito. Naturalmente sus actividades no han pasado desapercibidas para al policía humana. Pero su labor se centra en encerrar a un asesino especialmente sádico sin prestar atención a la parte mágica u oculta de sus crímenes. Ese es su error.
- ¿Por qué?
- En cuanto se descuidan, Shinrei hace uso de su poder y escapa de las celda.
- ¿Y nosotros no podemos hacer nada? - preguntó Saya.
- Siempre se nos escapa por los pelos - dijo Nintaro con un suspiro -, en cuanto nos presentamos en la comisaría para trasladarlo a nuestras instalaciones, él ya se ha ido.
- Es un tipo escurridizo... - comentó Yuma.
- Parece conocerle muy bien - dijo Koe, interviniendo en la conversación por primera vez.
- Por desgracia así es - dijo Nintaro, luego se la quedó mirando un rato en silencio hasta que Koe empezó a incomodarse.
- ¿Qué me mira tanto? - dijo desconfiada.
- Shinrei parecía muy interesado en atraparte...
- Es un Shaman, claro que estaba interesado. No sería el primero - dijo Koe negando con la cabeza.
- ¿Qué tiene que ver que sea shaman? - preguntó Shuichi sin comprender.
- Un shaman para poder ejercer sus poderes en su totalidad, necesita un espíritu acompañante. Un ente que le ayude a liberar su poder y a la vez ofrecerle sus propias habilidades.
- Pero eso es parecido a la relación de los dioses ceremoniales con los shinigamis.
- Parecido, pero no igual. Los shinigamis invocan a los dioses ceremoniales que por su propia cuenta y decisión, han decidido obedecerles y servirles. En el caso de los shamanes y los espíritus acompañantes, la cosa debería ser igual, pero no siempre lo es. Los shamanes suelen tomar por compañeros, las almas de personas que en vida tuvieron cualidades excepcionales. Sin embargo, en muchas ocasiones estos espíritus son engañados y retenidos contra su voluntad.
- Eso es horrible...
- Pero Koe no es un alma, es un espíritu de la naturaleza - recordó Shuichi.
- No he dicho que los shamanes se limites a usar almas - dijo Nintaro -. Cuanta más fuerza tenga el espíritu acompañante, más fuerza tendrá el shaman.
- Un espíritu natural como lo es Koe capaz de controlar el viento y la niebla, puede aumentar su fuerza - dijo Yuma.
- No pienso ser compañera de nadie y menos de ese desquiciado - dijo tajante Koe cruzándose de brazos.
- Por eso solo tenemos dos opciones - continuó Nintaro - o te mandamos de regreso al Mundo de las Ilusiones en donde nunca podrá alcanzarte...
- ¡Pero como tengo que decir que yo nunca he estado allí¡nací en el mundo humano y aquí he pasado mis 314 años!
- ¿Solo tienes 314 años? Pero si eres una niña... - comentó Saya.
- ¿Cómo que niña? - refutó Koe visiblemente molesta.
- Yo conozco espíritus de más de 3000 años - dijo Yuma -. Eres una niña en comparación.
Koe se limitó a girar la cara con el ceño fruncido y los mofletes hinchados en actitud infantil. Saya y Yuma sonrieron pensando "¡Kawaii!"
- ¿Cuál es la otra opción? - preguntó Shuichi tras unos segundos de silencio y sonrisas silenciosas.
- Que Koe elija a alguien a quien servir antes que Shinrei la obligue a aceptarlo a él - explicó Nintaro -. Pero ella misma ha dicho que no aceptará a nadie, así que queda descartado.
- Bueno siempre podemos capturar a ese shaman así nos evitaríamos más dolores de cabeza - dijo Yuma.
- Llevo más de 20 años intentándolo - contestó Nintaro con una sonrisa forzada -. La carpeta de su caso es una de las pocas que aun llevan la etiqueta de "pendiente".
- Pues no lo será por mucho más tiempo - dijo Shuichi poniéndose en pie con pose luchadora -. Lo atraparemos antes de que pueda seguir haciendo de las suyas.
Koe no pudo evitar sonreír al ver el entusiasmo de aquel chico de hermosos ojos violetas.
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A Shuichi lo dejaron encargado de vigilar a Koe mientras Nintaro, Yuma y Saya buscaban algún rastro del actual paradero del shaman Shinrei. El ex bombero le había hecho a Koe un conjuro para impedirle que pudiera esfumarse en forma de niebla por las rendijas de las puertas. La chica se había enfadado y le había gritado de todo, a Shuichi se le hizo muy raro escuchar semejantes insultos en boca de alguien de aspecto tan delicado y frágil.
Ahora los dos estaban sentados en una de las glorietas que habían en los jardines que rodeaban la división Toshi. Había dejado de nevar y el blanco paisaje era algo realmente relajante a la vista.
- Esto era innecesario - comentó Koe observando con reproche el conjuro Ofuda que pendía de su espalda y que era incapaz de retirar.
- Si no lo llevaras puesto ¿te que quedarías aquí?
- Tal vez - dijo encogiéndose de hombros y recargándose sobre el respaldo del asiento. Suspiró - ¿Por qué me ayudáis¿por qué es vuestro trabajo?
- En parte - contestó Shuichi sin mirarla -. Pero tampoco podíamos permitir que ese tarado te convirtiera en su espíritu acompañante.
Koe no dijo nada ¿Por qué la ayudaban? En toda su vida nadie se había preocupado por ella... ¿por qué ahora?
- ¿Koe?
- ¿Si?
- Te estaba llamando - dijo Shuichi sonriendo - ¿En que pensabas?
- En nada ¿Qué haréis conmigo?
- Pues... si no quieres ir al Reino de las Ilusiones, nos lo pones difícil. Por lo que tengo entendido los shikigamis no pueden andar sueltos por el mundo humano.
- Yo no andaba suelta, no salía de mi territorio ni me metía con nadie...
- Ya pero ese territorio no constaba como área protegida...
- Déjalo ya, me he cansado del tema - dijo Koe poniendo los brazos tras la nuca y dejándose caer de espaldas al suelo. Pero antes de que su cuerpo diera contra la fría nieve, quedó suspendida a varios centímetros del suelo.
- ¡Anda¿puedes levitar? - preguntó Shuichi sorprendido.
- Soy un ente de viento y niebla, claro que puedo - dijo con la mirada fija en el cielo pálido, después de unos segundos de silencio giró la cabeza y miró a Shuichi -, los shinigamis también pueden ¿no?
- Si, aunque yo aun no domino esa técnica - contestó Shuichi algo sonrojado por la vergüenza.
Koe sonrió ante el gesto tan tierno del chico. Dio una vuelta en el aire sobre si misma y quedó en posición sentada con las manos extendidas hacia Shuichi. El chico arqueó una ceja sin comprender el gesto.
- A mi se me da bastante bien - informó la chica -, en agradecimiento por haberme rescatado de ese shaman tarado, te ayudo a practicar.
Shuichi no pudo evitar apreciar la bonita sonrisa que adornó su rostro, era la primera vez que la veía sonreír así. Y sin pensárselo dos veces, aceptó su mano.
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Nintaro se recargó en la silla mirando al techo y frotándose los fatigados ojos. Odiaba pasar tanto rato delante del ordenador, odiaba que se colgara cada dos por tres, que le pidiera que "introdujera bien la contraseña", que se abriera ventanas que no quería... en pocas palabras: Odiaba los ordenadores.
Con lo bien que había trabajado siempre con el registro de fichas... pero NO, tenían que introducir el maldito sistema informático para "facilitar" el trabajo ¿De quien abría sido aquella brillante idea?
- ¿Vas a seguir insultando al monitor mucho rato más? - preguntó una voz con un dejo de guasa. Cuando el ex bombero se volvió se encontró con Saya.
- Podría estar insultándolo hasta el fin de los tiempos - contestó Nintaro dándole sin querer a una tecla del teclado y consiguiendo que todo lo que tenía escrito se borrara. La sarta de insultos y maldiciones que siguió a esto duró como diez minutos.
- ¿Me permites? - pidió Saya con amabilidad, tecleó algunas ordenes y al momento todo regreso a su lugar.
- Odio la informática - sentenció Nintaro con una sonoro suspiro. Saya rió por lo bajo.
- ¿Dónde están Shucihi y Koe?
- En el jardín - dijo Nintaro guardando correctamente todo y apagando el ordenador con una clara señal de alivio en la cara.
- Pero y si ella...
- No te preocupes, le he puesto un sello para impedirle que escape - explicó Nintaro.
Los dos shinigamis salieron al pasillo y se dirigieron hacia la salida del edificio.
- ¿Qué tal es Shuichi como compañero?
- Pues es un buen chico, algo atolondrado, pero tiene madera. Será un buen shinigami. En cuanto aprenda a controlar sus poderes y a no estrellarse...
- Eso nos ha pasado a todos - dijo Saya con una sonrisa -, dale tiempo.
- Aunque...
- ¿Si? - insistió Saya al ver que no seguía.
- A veces parece muy triste. Enseguida cambia de expresión y sonríe como si nada. Pero sus ojos siguen tristes.
- Bueno. Hace relativamente poco que murió, es normal que eche de menos a los que dejó allá. Lo que hay que hacer es que se sienta a gusto entre nosotros para que deje de pensar en eso.
- Estoy deacuardo - dijo Nintaro parándose ante un perchero y tendiéndole a sus compañero su abrigo -. Vamos a buscarlos.
Llegaron a los jardines y pudieron ver el rastro de un par de pies que se dirigían a las glorietas, pero estas se desvanecían de pronto.
- ¿A dónde...? - empezó a decir Nintaro mirando a derecha e izquierda en busca de aquel par.
- Ah, mira allí - dijo Saya señalando hacia un grupo de árboles.
Entre las copas de los pinos pudieron ver a dos figuras que volaban cogidas de la mano. Sus alegres carcajadas se escuchaban junto al piar de las aves. Shuichi se mantenía en el aire con el mínimo apoyo de la mano de Koe y esta le guiaba en su particular clase de vuelo.
Nintaro se sorprendió un tanto de ver unas sonrisas tan auténticas en sus rostros y decidió dejarlos jugar un rato más. Se quedó de pie junto con Saya observando, hasta que la voz de Yuma hizo que los cuatro se volvieran.
- ¡Tenemos un problema gordo!
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La basta extensión que hasta el día anterior había sido un hermoso valle atravesado por un riachuelo, ahora no era más que un solar desbastado lleno de cadáveres. Se mirase por donde se mirase no había más que cuerpos sin vida que yacían en grotescas poses formando un cuadro en el que el color dominante era el escarlata de la sangre.
- Esto tiene que ser una pesadilla - murmuró Saya tapándose la boca con una mano.
- Para ellos seguro que lo fue - dijo Nintaro con voz fría y mirada gélida.
Las fotografías pasaban una detrás de otra en la pantalla del ordenador, a cada cual mostraba una escena igual o peor que la anterior.
- Pero que ha pasado - consiguió preguntar Shuichi intentando ignorar el nudo de su estómago que amenazaba con querer salir por su boca.
- Pues que Shinrei liberó su frustración con lo primero que encontró: los funcionarios de las obras.
- Es un monstruo... - musitó Yuma. Cogió una carpeta de dossier y dijo - y lo peor de todo es que ninguna de las almas de esos hombres ha llegado al Más Allá.
- Entonces él... - dijo Saya - las ha retenido, pero ¿cómo y para que?
- Es un shaman - recordó Nintaro -, puede hacer eso perfectamente y en cuanto al para que... estoy seguro que para nada bueno.
- Intentará invocarme - los cuatro shinigamis se volvieron y se encontraron a Koe sentada sobre unos de los escritorios.
- Te dije que esperaras fuera - dijo Shuichi minimizando la ventana de las fotos.
- Esto me afecta, así que no me voy a quedar al margen - dijo Koe con tono seguro -, además todo esto ha pasado por mi culpa.
- No digas eso - pidió Saya.
- Pero es verdad. Él me buscaba a mí y por eso... esa gente...
Dos grandes lágrimas bajaron por su cara. Agachó la cabeza mientras mordía con fuerza su labio inferior intentando en vano retener el llanto. El sentimiento de culpa se arremolinaba en su interior dolorosamente. Por su culpa... por su culpa... por su... De pronto se sintió atrapada en un cálido abrazo.
- No es tu culpa - susurró Shuichi sorprendiendo en parte a la pequeña -, tú no tienes la culpa de que ese tipo esté loco. No te culpes por esto.
- Pero yo...
- Ssshh... - dijo Shuichi cogiendo su rostro entre sus manos - No es tu culpa.
Koe simplemente asintió volviendo a buscar el calor reconfortante de aquel abrazo hasta que el sueño la venció tras varios minutos de silencioso llanto.
- No sabía que se te daba tan bien consolar corazones heridos - comentó Nintaro mientras dejaban a Koe tumbada en la enfermería.
- Tantas veces me consolaron a mí que algo se me quedó - dijo con una sonrisa triste - ¿Y ahora que hacemos? No será fácil de localizar.
- Di más bien imposible - contestó Nintaro con una sonrisa sarcástica -. Conozco muy bien a ese desgraciado y a estas alturas estará bien escondido y parapetado con quien sabe cuantas barreras y conjuros.
Guardaron silencio por varios minutos hasta que la voz de Shuichi quebró el silencio.
- ¿Crees que hará lo que ella dijo¿Qué intentará invocarla?
- Tal vez, pero le será difícil. Para invocar a un espíritu, alma o shikigami tienes que conocer su nombre y rango - sus ojos se abrieron de par en par - A no ser...
- ¿Que? - preguntó Shuichi preocupado al ver como su compañero fijaba la mirada en el inerte cuerpo de Koe.
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En aquel oscuro lugar tan solo se escuchaba el crepitar de las llamas y el tenue lamento de las almas que permanecían encerradas en las redomas de cristal frente al altar. Se retorcían y lloraban con guturales sonidos que hacía estremecer a cualquiera... a cualquiera menos a aquel hombre, si es que se le podía llamar así, que se mantenía de pie con los ojos cerrados.
Vestía una túnica larga de color verde oscura con un collar de runas negras y en sus manos, cerradas en un puño ante él algo que se agitaba. Abrió los ojos mientras que de sus labios salían las palabras en un lenguaje antiguo y casi olvidado.
Acercó los puños a la redoma en la que yacían encerradas las almas y lentamente las abrió dejando que de entre sus dedos cayera un vaporoso mechón de cabellos pálidos. La redoma que hasta el momento había permanecido transparente, empezó a volverse un intenso tono escarlata a la vez que los gritos y lamentos de las almas aumentaban hasta llegar a un sonido tan agudo que algunos objetos de cristal que habían por allí se quebraron. De pronto el sonido quedó reducido a un oscuro murmullo y la redoma se volvió negra.
- Ser nacido de las brumas de la mañana - murmuró Shinrei poniendo las manos en los lados de la redoma -, aquel que controla el viento con su voz... yo te invoco llamándote con lo que te pertenece... Aparece ante mí.
Un fuerte viento empezó a recorrer el lugar agitando las ropas del shaman y los amuletos que pendían en las paredes. Una increíble aura empezó a ser emanada de la redoma en la que se habían sacrificado las almas, expandiéndose el las cuatro direcciones.
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Koe abrió los ojos de golpe con las pupilas contraídas en dos finas líneas casi imperceptibles.
- "Ven" - musitó una voz en la lejanía.
- No... - susurró Koe.
- "Ven a mí" - ordenó con más fuerza.
- ¡No!... - repitió Koe haciéndose un ovillo en la cama.
- "Yo te invoco ¡Ven!"
- ¡NO! - gritó Koe con todas sus fuerzas antes de verse arrastrada por las tinieblas.
No podía ver nada, pero sentía como si una fuerza my poderosa tirase de ella hacía abajo. Frío a su alrededor, susurros ininteligibles que le ponían la carne de gallina, manos gélidas que la empujaban hacia abajo... y finalmente silencio absoluto.
Ya no la empujaban, pero tampoco podía moverse. Abrió los ojos lentamente con algo de temor.
- Bienvenida mi pequeña - dijo Shinrei con una desagradable sonrisa.
CONTINUARÁ...
Aquí estoy siento no haber actualizado la semana pasada y tal vez la que viene tampoco lo haga ¡El sábado es mi cumple¡fiesta! XD
Siento no poder contestar los reviws pero lo han prohibido y no quiero volver a subir todos mis fics ¡NO! ToT De todas formas os los agradezco desde el fondo de mi corazón (¿habéis visto lo cursi que puedo llegar a ser? XD)
Ja ne!
