By Tenshi Lain
Notas en tinta azulada:
Los personajes de Yami no Matsuei son de Yoko Matsushita y los de Gravitation de Maki Murakami (aunque en esta parte solo aparecerá Shuichi y como mucho mencionaré a los demás) Todos lo demás son MÍOS XD
Esta historia contiene Shonen Ai(chicoxchico), además es un Crossover.
¡IMPORTANTE!
DURANTE ESTOS CAPÍTULOS Y MÁS O MENOS HASTA EL 20, VOY A HABLAR SOBRE ALGO QUE 'NO' APARECE EN EL ÁNIME: El Reino de las Ilusiones (el lugar donde habitan los Dioses Ceremoniales o Shikigamis si preferís). Si solo conocéis el anime o si estáis leyendo el manga pero todavía no habéis llagado al tomo 9¡TENED CUIDADO!
Cap. 17
Atravesaron el campo magnético, esquivaron los cortocircuitos y finalmente la velocidad de vértigo a la que viajaban cesó. Shuichi abrió los ojos sintiendo aun la carga residual erizando su cabello.
Lo que vio ante si lo dejó mudo de asombro.
Estaba flotando en el cielo y a sus pies un basto palacio de varias hectáreas de extensión se expandía hasta la falda de las lejanas montañas.
Era el edificio más hermoso y majestuoso que había visto nunca. Le recordaba vagamente al palacio imperial chino que solía aparecer en las películas dinásticas. Pero este era cien veces más impresionante.
- Vamos por aquí - dijo Tsuzuki sacándolo de su ensimismamiento.
Shuichi se giró a tiempo de ver a sus dos compañeros descender hacia la entrada principal del recinto.
- No os separéis de mí - les advirtió Tsuzuki cuando tomaron tierra -. Tenkû seguramente ha estado instalando trampas nuevas, modificando pasillos... Y dudo que Soryu nos reciba con los brazos abiertos.
- Si... - dijo Shuichi afirmando con la cabeza y los tres entraron con los sentidos alerta.
Atravesaron el primer jardín en silencio. Todo parecía desierto, deshabitado. Pero cuando estaban a punto de atravesar el segundo portón, Shuichi se detuvo extrañado.
- ¿Ocurre algo? - preguntó Hisoka al ver el ceño fruncido del pelirrojo.
- ¿El palacio es un ser vivo? - preguntó Shuichi dejando más que sorprendido a Hisoka.
- ¿Cómo lo has sabido?
- Lo noto... su energía es vital... no natural... - dijo más para si mismo que por dar una explicación inteligible.
- Pues has acertado - sonrió Tsuzuki siguiendo su camino -, pero no te preocupes no te hará nada.
Shuichi no estaba muy convencido, algo en el ambiente lo tenía molesto y eso no era bueno...
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Caminaron tranquilamente por el corredor hasta terminar en uno de los iluminados jardines. Las dos se detuvieron ante un estanque de cristalinas aguas.
- Señora Suzaku, muchas gracias por rescatarme - dijo Koe inclinando la cabeza.
- No tienes nada que agradecer, Kazumi - contestó con una sonrisa. Me alegro mucho de verte viva. No sabíamos que fue de ti... ¿Dónde has estado todo este tiempo?
- En el mundo humano - contestó llevándose la mano derecha al brazo izquierdo -. Atravesé un agujero de gusano...
- Ya veo... bueno ahora estás en casa...
- ¡Pero tengo que regresar! - le cortó Koe - No me puedo quedar aquí, me están esperando...
- Kazumi...
- Koe - le cortó la pequeña.
- ¿Como?
- Ahora me llamo Koe - dijo con determinación. Suzaku solo sonrió.
- Es bonito ¿Por qué tienes tanta urgencia por volver?
- Es que... - Koe se subió el bajo de la camiseta revelando su vientre y la Clave de Sol que tenía tatuada junto al ombligo - mi amo estará preocupado...
- ¿Te has comprometido con un humano? - preguntó Suzaku entre asombrada y preocupada - ¿Quién es¿un shaman, un médium, un gurú...?
- Un Shinigami - contestó con una pequeña sonrisa.
Suzaku parpadeó un par de veces. No se esperaba esa respuesta... Si Kazu... es decir, Koe, había estado en el mundo humano ¿cómo demonios terminó anclada a un shinigami?
Iba a preguntarle al respecto cuando una melodiosa voz las interrumpió.
- Suzaku ¿has visto a... - una joven de negros cabellos recogidos cuidadosamente y túnica vaporosa que poco dejaba a la imaginación se les acercó y se quedó muda ante la presencia de la pequeña. Kôchin, la artista de palacio dio un suave grito y corrió a abrazar a la niña.
- Kazumi, Kazumi, Kazumi... No sabes cuanto te he echado de menos.
- Yo también Kôchin - respondió la pequeña devolviéndole el abrazo.
- Deja que te vea - dijo sujetándola por las manos y alejándola un poco para verla bien. Aunque la sonrisa de su rostro se borró al ver el vientre de la pequeña -. Oh... Kazumi, no...
- ¡No, no! - se apresuró a explicarse al comprender por donde iba el pensamiento de Kôchin - No me obligaron, yo acepté a Shuichi como mi amo por propia voluntad.
- Ya... Ese tal Shuichi tiene que ser muy especial para que lo aceptaras ¿no? - dijo Kôchin guiñándole un ojo. Koe sonrió con alegría, de una forma que ninguna de las dos le había visto antes de su desaparición.
- Si que lo es. Es muy simpático, siempre sonríe y canta como nadie, si lo escucharas... Aunque a veces desprende tanta tristeza y melancolía que me dan ganas de llorar - añadió con los ojos brillantes.
- Kazumi... - musitó Kôchin acariciando su mejilla. Esta sonrió.
- Ahora mi nombre es Koe - le dijo, consciente de que tendría que repetirlo hasta la saciedad. Pero no se cansaría de decirlo.
Cambiarse de nombre fue el principio de su actual vida. Una vida sin el calvario y el dolor que le causaba permanecer en el Mundo de las Ilusiones. Un lugar donde era rechazada y despreciada. Kazumi había muerto cuando entró en el agujero de gusano que la llevó a la libertad y al salir de este solo quedaba Koe.
Y todo el mundo tendría que entenderlo. Quisieran o no.
- Bueno mejor vamos a ponerte ropa más cómoda - dijo Kôchin mirando críticamente la ropa de trabajo de Koe.
- Está bien - asintió la pequeña acompañando a la cantante mientras Suzaku las dejaba ir. Aun tenía una charla pendiente con cierto dragón...
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Tsuzuki estaba a apunto de girar hacia el pasillo de la derecha cuando tropezó con algo y calló de cara contra el suelo.
- ¡Que daño! - se quejó infinitamente con lágrimas en los ojos mientras se llevaba las manso a la frente.
- Hanyaaa... - escucharon lastimeramente.
Al lado de Tsuzuki había una especie de maceta con la parte superior tapada con un sello.
- Lo siento Taiyô - se disculpó Tsuzuki enderezando al pobre atropellado -, no te había visto.
- ¿Qué... Quién es? - preguntó Shuichi a Hisoka mientras Tsuzuki se aseguraba de que no tuviera grietas.
- Es Taiyô, otro de los ceremoniales de Tsuzuki - contestó con simpleza.
- ¿En serio? - preguntó Shuichi extrañado, él tenía entendido que los Dioses Ceremoniales eran animales relacionados con la mitología oriental, pero una maceta... - Por cierto ¿Cuántos ceremoniales tiene Tsuzuki?
- Doce en total - contestó Hisoka con tranquilidad y frunció el ceño al sentir la agobiante oleada de sorpresa que desprendió el pelirrojo.
- ¿Doce! Pero yo tenía entendido que como mucho un Shinigami podía tener cuatro...
- Un shinigami normal, sí... pero Tsuzuki no entra en esa categoría.
Shuichi parpadeó observando al moreno. Ya había escuchado que era uno de los más poderosos shinigamis del Ministerio (y el más irresponsable), pero nunca se lo había acabado de creer. Es decir... no daba la imagen de ser tan sumamente poderoso. Pero en fin... las apariencias engañan.
El acompasado repiqueteo de un bastón golpeando el suelo los hizo darse la vuelta.
- ¿Quién hace tanto alboroto? - acababa de llegar el personaje más curioso que Shuichi había visto en mucho tiempo (sin contar a la maceta).
Era un anciano de cortísima estatura (a penas un metro, le calculaba Shuichi). Completamente calvo y sin embargo lucía una espesa y larga barba blanca que arrastraba por el suelo, sus ojos estaban ocultos tras unas pobladas y canosas cejas. Caminaba encorvado con la ayuda de un nudoso bastón. Parecía que en cualquier momento se fuera a desintegrar de lo viejo que era.
- ¡Ah, Tsuzuki! - saludó alegremente al ver al moreno aun sentado en el suelo con Taiyô en brazos - ¡Que alegría verte de nuevo! Y veo que también está aquí el joven Hisoka.
- Me alegro de volver a verlo - dijo el rubio con educación y una leve inclinación de cabeza.
- A ti si que no te conozco - dijo el hombrecillo mirando a Shuichi por debajo de sus peludas cejas.
- Él es Shuichi Niwa, uno de los encargados del área de Kinki - presentó Tsuzuki poniéndose en pie - ¿Por casualidad no sabes por donde anda Soryu?
- Solo tienes que seguir las hondas negativas - apuntó el anciano -. Hoy está de un humor de perros... pero es natural teniendo en cuanta que la pequeña Kazumi ha aparecido después de dos siglos.
Este comentario hizo que los tres shinigamis se pusieran alerta.
- ¿Dónde está Ko... digo Kazumi? - preguntó Shuichi angustiado.
- Suzaku la rescató de las garras de Soryu - rió el anciano -, supongo que estarán en el jardín de los estanques ¿Cómo es que vosotros conocéis a Kazumi?
- Es el espíritu acompañante Shuichi - explicó Tsuzuki.
- Vaya, vaya... pues si quieres verla solo tienes que ir por ese corredor, atravesar el jardín de bambú y pasar el puente de plata. Enseguida las encontrarás.
- Muchas gracias -dijo Shuichi salienod disparado en aquella dirección.
- ¡Shuichi espera! - llamó Hisoka, pero el pelirrojo ya prácticamente había desaparecido de su vista.
- Hisoka ¿podrías ir con él? - pidió Tsuzuki consiguiendo que su compañero lo mirara extrañado - Quiero ir a hablar con Soryu... y tal vez él se pierda.
El rubio sabía perfectamente porque Tsuzuki no lo quería llevar ante Soryu. El dios Dragón se la tenía jurada desde el momento en que lo vio por primera vez. Pero lejos de replicarle, Hisoka asintió y se desvaneció en el aire para aparecerse cerca del pelirrojo.
Una vez se quedaron solos, el anciano preguntó.
- ¿De verdad vas a enfrentarte a Soryu?
- No voy a enfrentarme a él... solo quiero aclarar las cosas. De lo contrario volverá a mandar a alguien para que vuelva a secuestrar a Koe.
- ¿Koe? - repitió el anciano con curiosidad.
- Es el nombre que tiene ahora - sonrió el shinigami mientras se encaminaba hacia el salón en el que solía estar Soryu.
- Ya veo... muy bonito por cierto.
Y sin más comentarios ambos siguieron adelante.
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A Shuichi casi le da un infarto cuando Hisoka se apareció de la nada ante él cortándole el paso.
- No . hagas . eso - siseó el pelirrojo con una mano en el pecho recalcando cada palabra.
- Pues no eches a correr sin más - replicó el rubio. Una vez que Shuichi consiguió serenarse. Continuaron caminando algo más despacio.
No tardaron mucho en llegar al jardín de los estanques. Era un lugar relajante. Varios estanques comunicados entre si se extendían entre los melocotoneros formando un círculo. El suave rumor de las aguas inducía a la tranquilidad.
Un canto suave se dejaba escuchar junto a la melodía de un baliset. Los dos shinigamis siguieron caminando, pasaron un pequeño puente y llegaron a una pequeña glorieta de madera blanca que se hallaba en el centro del jardín.
A su sombra, dos figuras yacían sentadas sobre cojines cantando tranquilamente, aun sin ser conscientes de la presencia de los recién llegados.
- Koe - llamó Shuichi al llegar cerca de ellas.
A Hisoka le extrañó el atuendo que llevaba puesto. Acostumbrado como estaba a ver los ajustados atuendos del la pequeña Ente, ciertamente el cambio le sorprendió.
Llevaba una camisa verde, larga hasta medio muslo de cuello Mao con cierres dorados hacia la derecha y mangas acampanadas blancas. De su cintura pendían dos lazos de vaporosa seda lila. Pantalones largos azul oscuro abombados por debajo y zapatillas blancas de lona. Su cabello etéreo recogido en un trenzado moño bajo con dos mechones sueltos y adornados con una preciosa tiara plateada.
- Shuichi - exclamó la pequeña levantándose y yendo hacia él. Dio un salto y se colgó de su cuello.
- ¿Estás bien? - preguntó el pelirrojo apretándola con fuerza.
- Sí, tranquilo - contestó separándose para mirarlo a los ojos -. No tienes buena cara - musitó acariciando su mejilla - ¡Hisoka¿cómo habéis venido?
- Con Tsuzuki - contestó el rubio. Sus ojos se cruzaron con Kôchin y la saludó con una inclinación de cabeza. La joven asintió de igual forma.
- ¿Y donde está él? - insistió la pequeña.
- Ha ido con Genbu a hablar son Soryu.
- Pues que le sea leve... - musitó la niña - Por cierto, os presento a Kôchin, artista de palacio y primera cantante.
- Mucho gusto - dijo Shuichi inclinando la cabeza.
- Igualmente - respondió con voz serena, después miró a Hisoka yy sonrió - Me alegro de volver a verte.
- Yo también - contestó Hisoka con cortesía.
Shuichi se giró hacia el rubio y lo miró con el ceño fruncido.
- ¿Ya habías venido antes al Reino de las Ilusiones?
- Solo una vez, poco antes de tu caso - contestó el rubio con simpleza. Shuichi asintió, no le gustaba hablar de aquello -. Genbu nos dijo que estabas con Suzaku.
- Sí, pero me dejó con Kôchin y se fue a hablar con Soryu.
- ¿Suzaku, Soryu y Tsuzuki en la misma habitación con el mal genio que tiene hoy el jefe? - preguntó Kôchin mientras ajustaba las cuerdas de su baliset - La que se va a liar...
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Cuando Tsuzuki y Genbu se detuvieron ante las puertas de las sala principal, escucharon un gran estruendo, como el de cerámica estrellada contra la pared seguido de varios gritos ininteligibles.
- No creo que debamos interrumpir - comentó Genbu acariciándose la barba distraídamente.
- Pero tengo que hablar con ellos... - dijo Tsuzuki algo inseguro, su instinto de supervivencia le decía a gritos que no entrara.
Tras varios gritos más y algún jarrón más roto, las puertas se abrieron solas y Tsuzuki sintió como una fuerza invisible lo empujaba dentro. Al parecer Tenkû ya estaba harto de los destrozos... Suzaku y Soryu no se percataron de su presencia de inmediato.
- ¡No tienes derecho de entrometerte en mis asuntos! - rugió el dios del Este.
- ¡Deja de repetir eso, pareces un disco rallado! - exclamó la diosa fénix con los colmillos fuera - ¡No puedes tratar así a Kazumi¡Ella no es ni Kagura ni Banryu!
- ¡Pero es su hija!
- ¡BASTA! - se impuso la voz de Tsuzuki, ya cansado de ser ignorado.
Los dos dioses se lo quedaron mirando en silencio, ambos sorprendidos por la inesperada interrupción. La primera en reaccionar fue Suzaku. Una gran sonrisa agració su bello rostro y sin más se lanzó en brazos de su señor.
- ¡Tsuzuki, cuanto tiempo!
- Hola hermana Suzaku - saludó el shinigami devolviendo el abrazo. Después clavó sus ojos amatistas en Soryu -. Buenas tardes.
- Tsuzuki - dijo a modo de saludo mientras inclinaba la cabeza respetuosamente.
- Tengo que hablar con vosotros sobre Koe, en especial contigo - dijo señalando al dios dragón.
- No sé quien es Koe - dijo obstinadamente Soryu intentando no explotar su furia.
- Kazumi ahora se llama Koe - le dijo Suzaku con el ceño fruncido.
- Aunque se cambie de nombre sigue siendo la misma abominación - siseó Soryu con desprecio.
- Basta, no consiento que hables así de ella - ordenó Tsuzuki ya cansado -. Ahora ¿me vas a explicar por que mandaste secuestrarla?
Soryu le dirigió un mirada fría cargada de rencor, pero Tsuzuki sabía que no iba dirigido a él.
- Esto es un asunto interno del Reino de las Ilusiones, no tengo porque darte explicaciones de cómo llevo mis responsabilidades.
- Sí, interno... seguro - murmuró con sarcasmo Suzaku mientras se cruzaba de brazos, pero Soryu lo escuchó.
- Vale, vale... - intervino Tsuzuki antes de que empezaran una nueva batalla campal con os jarrones que quedaban en la sala - Dejemos eso de lado. Pero tienes que saber una cosa Soryu. Koe es el espíritu acompañante de un shinigami, no puedes traerla así porque sí.
- ¿Ha escogido amo? - preguntó Soryu alzando una ceja.
- Así es - confirmó Tsuzuki -, por eso hemos venido a recuperar a Koe.
- Aun así sigue siendo un ser de viento bajo mi dominio - insistió neciamente Soryu.
- Soryu, como bien sabes - intervino por primera vez Genbu - en cuanto un espíritu natural como lo es Kazumi, acepta seguir a un amo, la voluntad de este prevalece por sobre tu control. No tenías ningún derecho a traerla aquí sin el permiso de su amo. Puedes meterte en problemas.
Soryu se quedó mirando al anciano dios tortuga con los ojos peligrosamente entornados. Todo le venía en contra de golpe y no podía entender por que.
De pronto notó algo en el ambiente, una fragancia irritantemente conocida.
- ¿Has venido con tu compañero? - preguntó mirando acusadoramente a Tsuzuki, este se puso algo tenso.
- Quieres dejar a Hisoka en paz - intervino Suzaku ya cansada del mal temperamento del dragón.
- ¿Cómo lo traes después del caos que desató la última vez! - bramó Soryu irguiéndose en toda su estatura.
- Hisoka no tuvo la culpa de aquello y lo sabes - interrumpió Suzaku con las manos en la cintura.
- Pero si una parte - insistió Soryu encaminándose hacia la salida -. Y no permitiré que Kazumi se vaya hasta que yo lo diga.
Y sin dar tiempo a que nadie replicara, se fue.
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- ¿Kazumi? - preguntó alguien haciendo que el grupo que descansaba en la glorieta se girara.
En el puente de plata se hallaba un joven que aparentaba unos 17 años, cortos cabellos azulados, ojos del mismo color sin pupilas y orejas puntiagudas medio ocultas por su tocado. Sus ropas eran elegantes, parecidas alas de Soryu, pero sin tantos velos. En aquellos momento el joven los observaba con los ojos muy abiertos por la sorpresa.
- Kijin... - susurró Koe poniéndose en pie con las mejillas un poco ruborizadas. El tiempo que sus miradas estuvieron conectadas pareció eterno para ambos.
- ¡Kazumi¡Kazumi¡Kazumi! - exclamó una niña de unos seis años (en apariencia), muy parecida a Kijin, con el largo cabello azul recogido en dos moños. En una rápida carrera llegó hasta Koe y la abrazó.
- ¡Tenkô! - exclamó alzándola - ¡cuánto me alegro de verte!
- Yo también - exclamó sonriente la pequeña - ¿Dónde has estado todo este tiempo¿Por qué no has venido antes¿Me has echado de menos...?
- Tenkô, déjala respirar - rió Kijin al llegar a la glorieta.
- Sí, hermano - dijo bajando de los brazos de Koe al suelo.
- Bienvenida Kazumi - dijo respetuosamente inclinando la cabeza con las manos ante el pecho bajo sus largas mangas.
- Gracias Raitei Kijin - respondió Koe con una respetuosa reverencia que a Shuichi le pareció algo fuera de lugar.
- ¡Hisoka! - Kijin sonrió al percatarse de la presencia del rubio.
- Hola¿como estás?
- ¿También ha venido Tsuzuki? - preguntó la pequeña Tenkô con los ojitos brillantes de emoción.
- Pues sí - contestó Hisoka -, está hablando con vuestro padre.
- ¿Pero no...? - empezó a decir Shuichi confundido.
- Soryu es el padre de Kijin y Tenkô - aclaró Koe entendiendo la duda de su amo.
- Oh, pero... yo creía que Soryu era un dragón... - dijo Shuichi confundido recordando lo que había estudiado en el colegio sobre mitología.
- Los Dioses Ceremoniales solo adoptan forma animal en el mundo Humano, aquí, en el Reino de las Ilusiones, tienen forma humana - explicó Hisoka recordando lo estúpido que se había sentido cuando lo descubrió en su primera visita.
- Vaya... ¿pero entonces porque tú tienes la misma forma en los dos mundos? - preguntó Shuichi mirando a Koe con el ceño fruncido.
- Soy un espíritu natural, no tenemos la misma naturaleza - contestó mirando de reojo a Kijin por un segundo.
- ¿Y tú quien eres? - preguntó Tenkô con curiosidad.
- Me llamo Shuichi Niwa, mucho gusto.
- Kaiô Tenkô - saludó la pequeña con una sonrisa - ¿Eres shinigami como Tsuzuki y Hisoka?
- Sí que lo soy - sonrió Shuichi, era una niña muy maja.
- ¿Has venido a buscar un Shikigami? - siguió preguntando con interés.
- Emh... no. Yo ya tengo un espíritu acompañante - contestó dirigiendo su mirada amatista hacia Koe. Tenkô dirigió sus grandes ojos azul ultramar hacia ella y comprendió.
- ¿Tú eres su espíritu acompañante Kazumi?
- Sí, lo soy. Y ahora me llamo Koe.
- Me gusta más que Kazumi - sonrió la menor de los hijos de Soryu.
Hisoka por su parte tenía la mirada fija en Kijin. Pese a que su rostro se veía tan sereno como siempre, había sentido una oleada de dolor proveniente de él cuando Koe confirmó que tenía amo ¿Tal vez Kijin...?
En ese momento, Hisoka percibió otra cosa. Un aura hostil que se acercaba a ellos.
- Viene Soryu - comentó en voz alta.
Todos se giraron hacia la entrada del jardín y en efecto, allí estaba él, observándolos como si quisiera que cayeran fulminados. No soportaba ver a sus hijos cerca del compañero de Tsuzuki, pero aun menos si se trataba de la maldita Kazumi.
- Kijin, Tenkô. Venid conmigo - ordenó. Los dos se miraron entre sí un segundo y después miraron al resto.
- Nos veremos más tarde - se despidió el mayor.
- Adiós - dijo la pequeña moviendo la mano.
- Hasta luego.
Una vez llegaron junto al dios dragón, este les indicó con un gesto que caminaran ante él. Después miró con desprecio a Hisoka, estudió minuciosamente a Shuichi y finalmente clavó la mirada en Koe. Ninguno de los tres se amedrentó (o al menos no dio muestras de debilidad).
- No tenéis permiso para atravesar el portón del este - dijo llanamente y con un revuelo de ropajes y velos se fue.
- ¿Qué ha querido decir con eso? - preguntó Shuichi desconcertado.
- No podemos regresar al Más Allá - suspiró Koe con cansancio dejándose caer en uno de los cojines -. Maldito cabrón...
- No te conocía ese vocabulario - dijo Shuichi sentándose a su lado, Koe recargó la cabeza en su hombro.
Tras unos instantes más llegaron Tsuzuki, Suzaku y Genbu.
- ¿Estáis bien? - preguntó al ver los rostros serios de los allí presentes.
- Sí, más o menos - contestó Koe sin levantar la cabeza del hombro de Shuichi.
- Vaya, vaya... ¿Este es tu Shuichi? - preguntó Suzaku con una sonrisa mirando de arriba abajo al pelirrojo. El aludido se sonrojó y Koe rió divertida.
- Si lo es ¿a que es lindo? - preguntó abrazándolo.
- Mucho, has tenido buen gusto.
- No es momento de bromear - interrumpió Hisoka -. Soryu ha dicho que no nos dará paso por el portón del este. No nos dejará marcharnos.
Tsuzuki suspiró derrotado.
- Empiezo a cansarme de su actitud.
- No eres el único - comentó Suzaku -. Bueno, ya es muy tarde. Pasareis la noche aquí y mañana veremos que podemos hacer.
- Será lo mejor - admitió Genbu -. Enseguida os prepararán habitaciones.
- Muchas gracias.
CONTINUARÁ...
¡Hey, ahí va otro capítulo¡Cuidado con la cabeza XD!
¡Muchas gracias a toda/os los que leéis mi historia y me dejáis reviws!
JA NE!
