By Tenshi Lain
Notas en tinta azulada:
Los personajes de Yami no Matsuei son de Yoko Matsushita y los de Gravitation de Maki Murakami (aunque en esta parte solo aparecerá Shuichi y como mucho mencionaré a los demás) Todos lo demás son MÍOS XD
Esta historia contiene Shonen Ai(chicoxchico), además es un Crossover.
¡IMPORTANTE!
DURANTE ESTOS CAPÍTULOS Y MÁS O MENOS HASTA EL 20, VOY A HABLAR SOBRE ALGO QUE 'NO' APARECE EN EL ÁNIME: El Reino de las Ilusiones (el lugar donde habitan los Dioses Ceremoniales o Shikigamis si preferís). Si solo conocéis el anime o si estáis leyendo el manga pero todavía no habéis llagado al tomo 9¡TENED CUIDADO!
Cap. 18
La noche en el reino de las ilusiones se presentó serena. Las estrellas refulgían en el etéreo y pixelado firmamento, emulando a la perfección al que se podía ver desde el mundo humano.
Shuichi permanecía despierto observando el cielo desde la ventana de su cuarto y recordando viejas épocas, en las que había compartido noches así con un hombre de ojos dorados.
- ¿No puedes dormir? - preguntó una voz desde el pasillo exterior al que daba la ventana.
- No... ¿Y tú, Koe? - preguntó en respuesta mientras su pequeño espíritu acompañante se sentaba en el alféizar de la ventana.
- Tampoco. Me siento inquieta - respondió escondiendo los pies bajo la falda de su largo camisón.
- No te preocupes, verás como todo se soluciona - intentó animarla, pero la sonrisa melancólica que consiguió no lo alentó demasiado - ¿Sabes por que te tiene Soryu tanta manía?
- No estoy segura... - contestó mirando distraídamente el oscuro cielo - creo que tiene algo que ver con mis padres.
- ¿Cómo eran?- preguntó Shuichi con curiosidad sentándose también en el alféizar. Koe frunció el ceño tratando de recordar.
- Mi madre era muy dulce y cariñosa. Recuerdo que me arrullaba para que me durmiera y sus manos era muy cálidas - dijo con una pequeña sonrisa nostálgica -, creo que de ella heredé el gusto por la música. Pero murió cuando yo aun era muy pequeña... A mi padre no lo recuerdo - el tono de Koe ya no era nostálgico, sino frío y algo resentido -. Se marchó del reino de las ilusiones antes de que yo naciera. Madre decía que era un aventurero, algo extraño entre los seres de agua. Normalmente son de naturaleza tranquila y sosegada. Yo digo que era un cerdo...
- Soryu es de agua - recodó el pelirrojo.
- En todos lados hay excepciones - se limitó a decir encogiéndose de hombros.
- ¿Y a donde fue¿al mundo humano?
- No se puede ir al mundo humano a menos que te invoquen - le recordó -, y él no tenía amo que lo hiciera. Tal vez fue al Edén o a Nirvana...
- ¿Cómo? - preguntó Shuichi confundido.
- Este mundo virtual está superpuesto al mundo Humano - explicó Koe como si aquello fuera tan básico como la tabla del 2 -. Este universo se divide en diferentes áreas y reinos independientes de acuerdo con la cultura y la religión de las regiones de la tierra. Cada zona recibe un nombre diferente, por ejemplo, 'Mundo de las Ilusiones' es el termino con el que se denomina el área correspondiente a Japón, Corea, China y Mongolia. Para la zona de la India y Nepal es el 'Nirvana', para los lugares de tradición cristiana el 'Edén', etc.
- Ya entiendo... Eso explica porque los ceremoniales que viven por aquí son todos de la mitología Oriental - comentó Shuichi -. Entonces, no se puede ir al mundo humano ¿pero si a otros reinos?
- Eso es. Cada reino está regido por doce Dioses Mayores. Ellos son los encargados de mantener sus zonas en orden y de arreglar cualquier desacuerdo con otras zonas.
- Debe ser un trabajo muy duro... ¿Quiénes son los doce Mayores de aquí?
Koe sonrió divertida.
- Pues precisamente los mismos que sirven a Tsuzuki.
- ¿En serio? - preguntó Shuichi con los ojos abiertos como platos - ¿Pero como...?
- Eso si que no lo sé, me marché de aquí al menos doscientos años antes de que Tsuzuki viniera por primera vez. No sé lo que pasó. Pero esto dice mucho a su favor - admitió Koe. Shuichi la miró con el ceño fruncido sin comprender -. Los Dioses Ceremoniales solo aceptan por amo a aquellos humanos que tiene más fuerza que ellos.
- Ya veo... - musitó Shuichi recordando todo lo que había escuchado sobre Tsuzuki en el tiempo que llevaba como Shinigami.
Koe se bajó del alféizar ágilmente llamando la atención de Shuichi.
- Ya es tarde, mejor me voy a dormir.
- Si quieres puedes quedarte conmigo - ofreció Shuichi. No le parecía justo que se quedara sola en un lugar que le traía tantos recuerdos tormentosos.
- No, gracias, estaré bien - denegó la pequeña moviendo la cabeza negativamente -, pero gracias por pedírmelo - se inclinó sobre el alféizar y le dio un beso en la mejilla -. Eres un sol. Hasta mañana.
- Buenas noches - contestó Shuichi y se la quedó mirando hasta que desapareció de su vista en la oscuridad.
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Koe se detuvo en medio del corredor y miró en dirección al Jardín de la Luna. Era un lugar hermoso durante el día, pero por la noche, cuando el reflejo de la luna descansaba sobre la superficie de la tranquila laguna, su belleza se multiplicaba por mil. Los jardines del palacio eran una de las pocas cosas que había añorado del Reino de las Ilusiones.
Flotó con gracilidad sobre la superficie cristalina de la laguna, como una bailarina, ondeando su blanco camisón con suavidad. Se detuvo en el centro y observó el reflejo plateado que lo envolvía todo en el silencio nocturno. Cerró los ojos, sonrió y dijo con voz calmada al aire.
- Buenas noches Touda.
De entra las sombras surgió la figura de un alto y musculoso hombre. Vestía totalmente de negro con excepción de algún adorno escarlata. Su rostro estaba parcialmente cubierto con un visor impidiendo apreciar sus ojos escarlatas. En sus manos, garras metálicas cubrían su fuertes dedos. Caminó hacia lo orilla de la laguna, se detuvo ante la pequeña y contestó con seriedad.
- Buenas noches Kazumi... o Koe, como dicen que ahora te llamas.
- Así es, ese es mi nuevo nombre. Me alegra verte por fin a la intemperie - contestó la pequeña flotando hasta quedar ante él y lo suficientemente alto como para poder mirarlo a la cara sin sufrir torticolis después -. Te sienta bien el pelo corto... - añadió tirando levemente de uno de los suaves mechones negros de su cabello.
- También he oído que tienes por amo a un shinigami.
- Y tú a otro - sonrió Koe ladeando la cabeza.
En el rostro de Touda, la serpiente de llamas eternas, apareció el gesto que nadie en el palacio había visto en más de cuatro milenios: una sonrisa sincera.
- ¿Puedo pedirte algo? - preguntó Touda con voz serena.
- Si es algo que puedo cumplir...
- Canta para mí... - susurró - como lo hacías cuando solo podía escuchar en la oscuridad.
Koe sonrió, cerró los ojos y entonó una sincera canción, poniéndole a cada nota un trocito de su corazón.
Touda cerró los ojos sintiendo como su alma se calmaba. Durante sus largos siglos de cautiverio, sólo en las profundidades del castillo, tan solo una vez sintió algo de esperanza antes de conocer a Tsuzuki. Una voz dulce que quebraba el monótono silencio de su prisión. Recordaba haber visto entre los barrotes de su celda unos brillantes ojos turquesa y una dulce sonrisa llena de simpatía.
- 'No sufras - le había susurrado -, algún día volverás a ser libre. Ya lo verás...'
Y Touda la había creído por un tiempo, pero la voz dejó de cantarle en la oscuridad y sus esperanzas se esfumaron con ella. Todo volvió a ser profundas tinieblas y silencio... Hasta que Tsuzuki rompió sus cadenas tendiéndole una mano amiga.
Abrió los ojos cuanto las últimas notas aun flotaban en el aire y observó el bello rostro de Koe bañado por la luz de la luna.
- Gracias...
- De nada - siguieron varios segundos de plácido silencio -. Touda...
- ¿Si?
- Lamento no haberme despedido cuando me fui - empezó a decir Koe con las manos juntas en la espalda -, aunque en realidad no me despedí de nadie - dirigió la mirada a las plácidas aguas sobre las que flotaba -. Supongo que tenía miedo de que me lo impidieran... o de flaquear en el último momento.
- Tal vez... Será mejor que me vaya - dijo de pronto dándose la vuelta - o no se atreverá a acercarse.
- ¿De quien...? - empezó a preguntar Koe, pero Touda ya se había esfumado entre las sombras.
Koe buscó con la mirada a su alrededor y sonrió al comprender de quien hablaba. Flotó hasta quedar sobre el suelo de graba y tocó el suelo con sus pies descalzos.
- Acércate, no me gusta hablar con alguien que se esconde.
- No me escondo - replicó Kijin acercándose. Ya no llevaba los aparatosos y ornados trajes ceremoniales de antes, sino un sencillo yukata azul oscuro anudado en la cintura algo suelto -, solo no quería molestar.
- Ya... - sonrió Koe. Siguió otro espacio de silencio, aunque este fue más incómodo que el que había mantenido con Touda.
- Siento que mi padre te halla traído de vuelta a la fuerza - se animó a decir el chico -. Pero en el fondo me alegro de que lo haya hecho - Koe arqueó una ceja mientras lo miraba curiosa -. Ahora sé que estás viva y a salvo - se explicó el señor del trueno.
- Eso segundo es discutible - comentó con una sonrisa cansada.
- Tsuzuki está aquí, padre se controlará... y ningún otro levantará una mano contra ti.
- Nos ha prohibido el paso por el portón del Este...
- Verás como al final os dejará marchar.
- Eso espero... De lo contrario no sé si Shuichi podrá mantener la calma. A veces es muy impulsivo - sonrió Koe, pero entonces se percató de la mirada extremadamente seria de Kijin, era estraño verlo así. Sí, deacuerdo, era un chico serio y responsable, pero no de esa manera - ¿Kijin ocurre algo?
El joven señor del trueno la observó fijamente por unos instantes, como meditando si decirle algo o no. Finalmente negó con la cabeza con una sonrisa triste en el rostro.
- Nada ¿Y... que tal es la vida en el Mundo Humano?
- Bueno, en realidad paso casi todo el tiempo en el Más Allá. Pero algunos días que Shuichi libra nos vamos a dar una vuelta por ahí. Es muy diferente al Mundo de las Ilusiones ¿Tú has ido alguna vez?
- No, Tsuzuki nunca me ha invocado.
- Ah... - siguió otro espeso silencio - ¿Por qué no me preguntas de una vez lo que en realidad quieres saber? Nunca me han gustado los rodeos y lo sabes.
Kijin sonrió, claro que lo sabía... de la misma forma que sabía que amaba la música, que conocía la picardía de sus sonrisas, la luz de su mirada, la nostalgia en sus palabras...
Pocos la conocían como él... o eso pensaba.
- ¿Eres feliz con ese shinigami?
Koe escrutó sus ojos azules buscando el origen de aquella pregunta. Siempre había tenido una idea, o más bien la esperanza, de saber de donde venía aquel brillo cada vez que sus miradas se encontraban, pero nunca pudo asegurarse. No encontraba el valor para arriesgar la amistad que tenían, por algo que no estaba segura de si existía.
- Sí que lo soy - contestó Koe -, Shuichi es un buen amo... aunque tal vez debería decir buen amigo - se corrigió colocando un dedo en su mentón en un tierno gesto -. Creo que de haber tenido hermanos mayores, hubiera sentido lo mismo por ellos.
- Comprendo - murmuró Kijin, por alguna razón a Koe le dio la sensación de que acaban de quitarle un peso de encima.
Tal vez sus suposiciones no eran erradas, pero no se atrevía a comprobarlo. Tal vez algún día...
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En aquel preciso momento, desde uno de los balcones del edificio más cercano, una figura observaba a los dos jóvenes con una mezcla de sentimientos encontrados.
Por un lado sentía la necesidad de ir hasta ellos y separarlos y por otro, no se sentía capaz de enfrentar la mirada turquesa de Kazumi, idéntica a la de su madre pese a ser del mismo color que los ojos de su padre.
- Kagura... - aquel nombre sonaba dulce y amargo a la vez en sus labios.
A veces aun le parecía verla sentada en el jardín cantando al viento. Igual que la había conocido tanto tiempo atrás...
------------------FLASHBACK-------------------
Soryu estaba en medio de una reunión con los representantes de otros reinos cercanos. Tras casi una semana de discusiones se llegó a un acuerdo favorable para todos los bandos.
El dios del Este salió de la sala de reuniones y decidió irse a dar una vuelta para intentar calmar sus instintos homicidas ¿Para llegar a ese acuerdo habían tardado tantos días? Podrían haberlo solucionado en la mitad de tiempo...
Soryu caminó hecho un basilisco por los corredores del palacio imperial, los sirvientes y los demás ceremoniales se apresuraban a apartarse de su camino. Ser blanco de la ira del dios dragón no era moco de pavo.
Bye bye baby Don't be long I'll worry about you while you're gone
Soryu se detuvo y cerró los ojos mientras el viento arrastraba las dulces notas. Su animo se serenó y cuando abrió los ojos, había tanta calma reflejada en sus pupilas azules, que muchos dudarían de que fuera la mirada del Dios del Este.
I'll think of you in my dreams You'll never know just what you mean to me To me
Se internó con paso tranquilo al jardín de los estanques, el aura del agua que inundaba el lugar conseguía calamar a cualquiera. Caminó procurando no hacer mucho ruido par no perturbar la paz del lugar y se detuvo en el centro del puente que pasaba por encima de los anillos de estanques.
En la glorieta, a través de los blancos velos se apreciaba una figura. Una preciosa joven de cabellos vaporosos y blanquecinos, cara fina de rasgos delicados, algo menuda pero bien proporcionada. Vestía un kimono blanco con pequeños detalles en azul y plata y en sus manos una pequeña arpa que manejaba de forma maestra.
Cantaba con los ojos cerrados permitiendo que el viento se llevara sus palabras.
Al finalizar la canción abrió sus ojos, infinitas profundidades celestes como el cielo de la mañana e igual de apacibles.
- ¿Ya ha terminado la reunión? - preguntó con dulzura mientras ajustaba las cuerdas de su arpa.
- Por suerte si... - contestó Soryu acercándose.
- Debe haber sido una dura batalla - sonrió mientras el dios del Este se sentaba a su lado.
- Así es... aunque podríamos haber llegado a este acuerdo en la mitad de tiempo si no fueran tan cabezotas...
La risa cristalina de la joven inundó el lugar y Soryu sintió su corazón mucho menos pesado.
- ¿Es una canción nueva Kagura?
- Solo es el principio... - dijo ella con la mirada baja y algo de rubor en el rostro.
- A mí me gusta... - aseguró Soryu con sinceridad y su corazón se hinchó de alegría al ver la sonrisa que le dedicó.
- Gracias... Espero que a él también le guste... - añadió en voz a penas audible volviendo a fijar su mirada en su instrumento musical.
Soryu sintió como si el cielo le cayera encima. Toda la serenidad y paz que había llenado su corazón apenas unos minutos atrás, se esfumó en la nada, dejando paso al temible monstruo del rencor y los celos...
De pronto las aguas del siempre plácido estanque circular se agitaron de tal forma que parecía que fueran a desbordarse. El agua se arremolinaba y se alzaba en el aire formando pequeños tornados ascendentes. Una vez que esto cesó y el agua volvió a caer al suelo, solo quedó la figura de un hombre alto y atractivo. Cortos y erizados cabellos azulados que resaltaban su imagen de rebelde sin causa. Sus ropas de entrenamiento estaban sucias y algo rotas. Se notaba a la legua que no había estado inactivo.
- Buenas tardes - saludó con aquella sonrisa que hacía sonrojar a cuanta mujer le fuera dirigida y enfermaba a Soryu.
- Buenas tarde Banryu - saludó con una sonrisa tímida Kagura, mientras su acompañante se limitaba a gruñirle.
- ¿Se puede saber donde demonios estabas? - preguntó con enfado - Te necesitaba en la reunión.
- Lo siento, lo siento... - dijo con una sonrisa que a Soryu se le antojó estúpida - pero tuve algunos problemas con unos Mizuchi en el Sur-Oeste - añadió mostrando su brazo derecho lleno de profundos arañazos.
Kagura dio un gemido ahogado y se levantó para acercarse y comprobar la gravedad de sus heridas. Soryu entornó los ojos con desprecio, odiaba que Kagura le prestara tanta atención.
- Son profundas... aunque no parecen infectadas. Con algo de ajenjo y lirlas cicatrizarán antes - determinó. Al alzar la mirada se encontró con los ojos turquesas de Banryu y el rubor cubrió su rostro.
- Gracias Kagura - dijo acariciando su mejilla y consiguiendo que la chica se sonrojara aun más -, siempre te preocupas por mí...
- Yo...
- Deberías entrar a palacio para que te curen - interrumpió Soryu cuando vio que la atmósfera era demasiado azucarada. Kagura dio un paso atrás mientras bajaba la mirada, como avergonzada por haber olvidado la presencia del dios de Este.
- Eso haré. Hasta luego Kagura - se despidió Banryu inclinándose y depositando un beso en el dorso de la mano de ella. Antes de abandonar el jardín le dedicó una sonrisa burlona a Soryu.
- Maldito idiota... - masculló rechinando los dientes.
- Oh, Soryu... no seas así. Banryu es un buen chico - lo defendió Kagura.
- No, no lo es. Es un maldito mentiroso, embaucador, pretencioso, mujeriego...
- No te gusta mucho ¿eh?
- Nada.
Kagura suspiró y se puso en pie tras recoger su instrumento musical.
- Pues a mí sí me gusta - dijo a media voz consiguiendo que el corazón de Soryu doliera como nunca -. Por favor no vuelvas a hablar mal de él en mi presencia.
El dios dragón observó como se alejaba en silencio. Una parte de él quería seguirla y pedirle perdón, que no dejara de dirigirle la palabra... pero la otra, se negaba en rotundo a arrastrarse por culpa del despreciable Banryu.
La segunda ganó y Soryu se arrepintió de ello por muchos siglos.
Desde aquel incidente, Kagura no quería hablarle y cada vez tenía una relación más estrecha con Banryu. Kagura no escuchaba los consejos que le advertían de la cara dura del dragón de ojos turquesas, ella estaba encantada con el trato cariñoso que le dedicaba y ni por un momento pensó que las palabras de amor que le susurraba no fueran ciertas. Y lo inevitable sucedió.
Kagura quedó embarazada y Banryu se desentendió de ella. Se negaba a admitir que la criatura que se gestaba en su vientre fuera suya y poco antes del día de su nacimiento, se esfumó.
La joven ente de viento, lloró la perdida de su amado amargamente, nadie parecía ser capaz de consolarla. Ya ni siquiera cantaba, se limitaba a observar con melancolía las tranquilas aguas de las lagunas, como esperando que Banryu surgiera de ellas como antas otras veces.
En una de esas melancólicas tardes Soryu se le acercó. Ya no soportaba más la tristeza que envolvía a su amada secreta y estaba dispuesto a todo por volver a verla sonreír. La encontró en el ventanal del edificio del Norte con la cabeza recargada en el alféizar de la ventana y la mirada perdida en el exterior.
- Kagura... - llamó bajito sentándose junto a ella en los cojines que habían junto al ventanal.
- Por favor Soryu... no necesito que tu también me digas lo estúpida que fui - le interrumpió mientras acariciaba distraídamente su abultado vientre.
- No venía a eso - dijo Soryu sintiéndose culpable por mentirle -, solo quería hablar contigo un poco. Hace mucho que ni me diriges la palabra...
Kagura sonrió con tristeza y los ojos cerrados.
- Perdóname Soryu, no tenía derecho a tratarse así. Menos cuando tú solo querías avisarme.
Kagura se incorporó y observó con atención las serias facciones del dios del Este. Este solo negó con la cabeza.
- A veces se nos hace imposible distinguir la realidad de nuestro deseo.
- Sí... lo sé... - Kagura hizo una leve mueca de dolor y acarició con movimientos circulares su vientre - Creo que está inquieta...
Soryu frunció el ceño observando el vientre de la mujer. Hasta aquel maldito hijo bastardo tenía que dañarla. De tal palo tal hastilla...
- ¿Es niña?
- Lo es - dijo con una sonrisa dulce, la misma que Soryu pensaba que nunca más volvería a verle -. La llamaré Kazumi ¿qué te perece?
- No deberías de encariñarte con ella - dijo secamente el dios dragón.
- ¿Por qué no? - preguntó Kagura confundida.
- Es la hija de ese desgraciado...
- Y es MI hija.
- ¿La vas a conservar? - preguntó con incredulidad Soryu.
- Por supuesto que sí - dijo Kagura sonriendo -. Ella es lo único bueno que me queda de Banryu.
Soryu no supo como refutar aquello. En realidad nadie supo ni pudo. Kagura hacía oídos sordos a todo aquel que le decía que lo mejor era deshacerse de la criatura. Estaba determinada a tenerla y así lo hizo.
Una apacible noche de luna llena, en la que una suave llovizna nocturna había dejado los alrededores inundados de una fresca niebla, se produjo el esperado acontecimiento.
Kazumi llegó al mundo bramando su nueva existencia, para que todos supieran de su llegada. El viento cantó, la niebla se arremolinó trazando preciosos dibujos en la noche y las aguas danzaron a la luz de las estrellas.
Todo el mundo decía que era un bebé precioso, pero también comentaba su gran parecido con Banryu.
Soryu se presentó en las habitaciones de Kagura una tarde cuando no había mucha gente. La encontró recostada en la cama, con la pequeña criatura en sus brazos. La felicidad que irradiaba Kagura era difícil de contener.
- Buenas tardes.
- Buenas tardes Soryu - respondió con voz débil Kagura y una gran sonrisa en el rostro.
El dios dragón se aproximó a la cama y se inclinó para mirar a la recién nacida. Su corazón se contrajo dolorosamente. El color de su incipiente cabello, las puntiagudas orejas, los ojos turquesas... era el vivo retrato de su padre. Y eso lo cegó.
No le importó que hubiera heredado el don de la música de su madre, ni la fluidez etérea de sus gestos, ni la sonrisa dulce que derretía los corazones de todos los demás dioses. Soryu solo veía en ella la encarnación del desgraciado que le había arrebatado el amor de la única mujer a la que había abierto su corazón.
Tiempo después, con la muerte de Kagura, su desprecio se acrecentó llegando a limites insostenibles. El trato que le dispensaba a la pequeña ente, contribuyó a que esta levantara un bloqueo inconsciente hacia sus poderes acuáticos, multiplicó su rebeldía y anuló cualquier tipo tregua entre ambos.
- ¡Kazumi! - rugió Soryu con desprecio deteniéndose en la entrada del pasadizo que conducía al sótano.
La pequeña ente, que por aquel entonces tenía la apariencia de una niña de 11 años dio un respingo y se volvió a mirarlo mordiéndose el labio inferior.
- ¿Sí?
- ¿Se puede saber que hacías allí abajo? - gruñó señalando la puerta - Esta prohibido bajar sin mi autorización.
- Es que... perdí mi pelota y bajé a buscarla - dijo con simpleza.
- ¿Y donde está? - preguntó cruzándose de brazos y mirándola con una elocuente mirada que decía que no la creía.
- Es que no la he encontrado... - murmuró meciéndose a unos centímetros del suelo.
- No te creo. Sabes de sobra que no se puede bajar. Lo que hay ahí abajo es muy peligroso. Si lo soltaras...
- Oh, claro... si lo soltara - bufó con desprecio la pequeña -. Eso sería horrible. Pero como yo soy un ser tan vil no me pasaría nada ¿verdad¿Por qué no me encierras con él y acabas antes?
- ¡No te consiento que me hables en ese tono¡Como ente menor bajo mi cargo que eres, tienes que respetarme!
- ¡Te respetaré cuando tú me respetes a mí!
Soryu alzó una mano con toda la intención de estrellarla contra la faz de aquella insolente que lo miraba con los mismos ojos burlescos de Banryu. Pero el tiempo se detuvo a medio gesto y cuando recuperó la movilidad, Kazumi había huido.
- No te metas en lo que no te incumbe Rikugô - le siseó al adivino de las estrellas que una vez más había intervenido por su propia iniciativa.
- No me parece bien que la trates así. Solo es una niña...
- Es tan retorcida como su padre - bufó sin dejarse convencer.
- Pero no es su padre - intentó por última vez. Aunque sabía de sobras que era una batalla perdida.
Desde ese día nadie volvió a ver a Kazumi. Desapareció en la nada y nadie supo explicar a donde había ido.
------------------FLASHBACK/end-------------------
Hasta unos días atrás, cuando casi por azar había descubierto su actual ubicación.
El mundo humano... ¿quien hubiera imaginado que estaría allí? Desde luego él no, ni se le pasó por la cabeza.
Observó como su hijo se despedía y se alejaba del jardín, poco después Kazumi también se fue. Soryu se dio la vuelta y volvió a entrar en el edificio, aun con el regusto amargo del pasado en los labios.
CONTINUARÁ...
¡Hola!
Por fin puedo subir este capítulo. No sé que le pasaba a fanfiction, pero no había forma de subir nada u.u
Aquí tenéis la explicación de porque Soryu le tiene tanta tirria a Koe (mi pobre niña .). También la aparición de mis dos bombones: Kijin (bomboncito guapo, cuanto me alegro de que no te parezcas a tu padre XP) y Touda (no sé a quien habrá salido este bombonazo, pero cuando lo hicieron, rompieron el molde XD). Creo que son los ceremoniales que más me gustan.
Dos notas:
1º Voy a subir una nueva historia. Se titula "Black dragon" y es un crossover (¿Se nota que me gustan?) de Yugioh! Y Yellow (peligro). Si la segunda no la conocéis no pasa nada, al final del primer capítulo hay un resumen de la misma.
2º Mi hermana (Neko-chan) y unas amigas han decidido abrirse cuenta aquí en fanfictión. Su nick es 'Neko in the moon' (hasta que encuentren otro que les guste más --), las tengo agregadas en mis autores favoritos. Si queréis echar un vistazo a lo que escriben, no dudéis en pasaros por allí, pero no seáis crueles ni exigentes, que son novatas.
Muchas gracias a todos los que me leen (dejen o no reviw) y aguantan mis aleatorias actualizaciones.
Ja ne!
