Mi vida como shinigami

By Tenshi Lain

Notas en tinta azulada:

Los personajes de Yami no Matsuei son de Yoko Matsushita y los de Gravitation de Maki Murakami (aunque en esta parte solo aparecerá Shuichi y como mucho mencionaré a los demás) Todos lo demás son MÍOS XD

Esta historia contiene Shonen Ai(chicoxchico), además es un Crossover.

Cap. 20

"Me complace informarle que está invitado a la fiesta nocturna de disfraces que tendrá lugar en la Mansión de las Velas el próximo viernes. Es obligatorio que Asato Tsuzuki asista.
El Conde."

- Condenado Conde - mascullaba Tsuzuki. Arrugando la carta que Watson les había llevado esa misma mañana de forma individual - ¿No hay ningún caso por resolver? - preguntó con desesperación.

- No, solo había uno, pero como no estábamos cuando llegó la petición, se lo pasaron a los del área 3 - contestó Hisoka.

- Oh... Yo no quiero ir... - se lamentaba con la cabeza apoyada en la mesa.

- ¿Tan malas son las fiestas del Conde? - preguntó Koe con curiosidad ante la desesperación del shinigami de ojos amatistas.

- Al contrario, son las mejores - contestó Watari con la cabeza metida en la máquina de chocolatinas. Se había vuelto a atascar y como los de mantenimiento estaban ocupados con los ascensores, le habían pedido que les echara una mano.

- ¿Entonces? - insistió la pequeña sin acabar de entender el drama mientras le pasaba un destornillador.

- Lo que ocurre es que el Conde es un sádico pervertido que hace todo lo posible por meter a Tsuzuki en su cama... - dijo Terazuma con un gran bostezo. Había estado hasta las cuatro con los malditos informes.

- ¡No seas tan bruto! - le regañó su compañera dándole un coscorrón - Koe es solo una niña ¿cómo le dices eso?

- Ay... déjame - gruñó.

- ¿Y de que os vais a disfrazar? - preguntó Shuichi que estaba entusiasmado con la idea de la fiesta.

- ¡Yo quiero ir de bailarina! - dijo Wakaba con una gran sonrisa.

- Yo de científico loco - dijo Watari asomando la cara manchada desde la máquina de chocolatinas.

- Eso no es un disfraz - dijo Terazuma -, tú ya eres un científico loco todos los días...

- Antipático... ¿y tú de que irás¿De Bestia? - dijo agudamente el rubio encargado de Kinki. A Terazuma se le clavó un pequeño puñal en la cabeza.

- ¡Buscas pelea! - bramó el ex-detective, mientras Wakaba intentaba poner orden.

- ¿Y vosotros qué? - preguntó Shuichi ignorando la trifulca.

- No me gustan los disfraces y de todas formas no tengo ninguno - dijo escuetamente Hisoka sin apartar la mirada de los informes que estaba repasando.

- Yo no tengo dinero para comprarme un disfraz... - se lamentó Tsuzuki recordando que la última paga se le había ido entre deudas medio pagadas y dulces.

- No sufráis, seguro que el Conde os presta alguno de los suyos - dijo Terazuma con sonrisa torcida -. Ya sabes Tsuzuki, de 'esos' que guarda en el sótano je je je...

Un horrible tono entre pálido y verdoso cubrió el rostro del veterano shinigami al recordar lo que vio en aquella ocasión en las habitaciones secretas del Conde.

- ¡No¡Yo no quiero! - lloró negando enérgicamente con la cabeza. Después se fue a un rincón y se quedó allí agachado rodeado de fuegos fatuos y aura oscura.

- Si queréis os puedo prestar alguno de los míos, tengo muchos - sonrió el pelirojo.

- ¿De verdad? - preguntó Tsuzuki entusiasmado aun con lagrimitas en los ojos.

- Claro que sí. Venid mañana por la mañana a mi casa y elegid el que más os guste - dijo mirando a Tsuzuki y Hisoka.

- Yo no voy a ir a la fiesta - dijo el rubio -, me agobian los lugares concurridos...

- Pero Hisoka... seguro que será divertido - dijo Shuichi intentando convencerlo.

- He dicho que no.

- Venga Hisoka - rogó Tsuzuki en modo chibi-inu.

- ¿No me habéis oído? - replicó el rubio ya cansado de tanta tontería. Entonces se acercó Koe flotando y bajó su cabeza para quedar a la altura de sus ojos. Le cogió las manos y con voz dulce dijo.

- Venga, ven a la fiesta... Si tú vas, yo voy.

Hisoka se dejó perder en las profundas turquesas de la pequeña ente de niebla. Un agradable sentimiento de paz lo inundó y antes de poder reaccionar había asentido.

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Hisoka fue primero a recoger a Tsuzuki, habían quedado así para poder ir con tiempo de sobras a casa de Shuichi, elegir los disfraces y después ir a la Mansión de las Velas para la fiesta. El rubio shinigami esperaba encontrar a su compañero dormido y que tendría que ponerse a aporrear la puerta hasta que este se despertara se decidiera a abrirle. Pero eso no fue necesario.

A penas dio dos golpes en la puerta y ya tenía a Tsuzuki, vestido y medio peinado delante con una gran sonrisa e invitándolo a desayunar con él.
Por más que lo intentó no pudo declinar la oferta y sin poder evitarlo se vio sentado en la mesa de la cocina ante un montón de magdalenas, galletas, cereales, jarras de leche, zumo y café.

- Me extraña que hallas conseguido levantare con tiempo - le comentó mientras se servía café en una taza cuya asa tenía forma de oreja.

- Si, bueno... me ha costado bastante. Pero con ayuda de los señores Moshi lo conseguí.

- ¿Quienes?

- Mis caseros - sonrió - me dejaron todos los despertadores que tenían en casa.

Hisoka miró a su alrededor. Tsuzuki vivía en una pequeña pensión regentada por un anciano matrimonio, allí también vivían otros shinigamis y empleados del ministerio.

El apartamento de su compañero se componía por dos estancias (salita y dormitorio), una cocina pequeña y un baño. Lo que más le llamó la atención fue la gran cantidad de despertadores que había por todas partes.

- Los puse para que sonaran a la vez y bien separados unos de otros, así mientras me paseaba intentando apagarlos me despertaba - dijo Tsuzuki muy orgulloso con la idea que había tenido.

- ¿Y no podrías hacer eso todos los días?

- Es que es mucho jaleo para hacerlo todos los días...

Hisoka rodó los ojos y terminó su café.

Veinte minutos después, ambos estaban ante la puerta del apartamento de Shuichi. El shinigami pelirrojo vivía en una planta baja, tan solo había que subir un par de escalones desde la entrada hasta su puerta. Tsuzuki levantó la mano para llamar al timbre cuando...

- ¡Uuuuuuuaaaaahhh!

- ¡Ese era Shuichi! - dijo Tsuzuki preocupado por lo que pudiera haberle ocurrido al ex-cantante.

Abrieron la puerta de un empujón y atravesaron la salita rumbo al dormitorio en donde se escuchaba la voz de Shuichi y... ¿las carcajadas de Koe?

Se detuvieron en la puerta asombrados y divertidos con la escena. Shuichi estaba de pie (y en pijama) sobre su futón, completamente empapado. Koe permanecía flotando pegada al techo, riendo divertida ante la cara de mosqueo de su amo.

- ¿No tenías otra forma de despertarme! - le reclamaba Shuichi apartándose el pelo mojado de la cara.

- Llevo media hora intentándolo - contestó Koe -. Te he llamado por tu nombre, te he zarandeado, te he gritado en la oreja, te he destapado, te he tapado la nariz y nada...

- ¿Y tenías que convocar un chaparrón sobre mi cama? - preguntó Shuichi molesto.

- Ya no sabía que más hacer y de todas formas a funcionado ¡Aguántate!

- Pero serás... - masculló Shuichi lanzándole a Koe la almohada, esta la desvió hacia la otra punta del cuarto pero con tan mala pata que acabó estampándose en la cara de Tsuzuki.

- Si que sois enérgicos por la mañana - intervino Hisoka al ver la cara de asesino en serie que ponía el pelirrojo. Los otros dos se giraron hacia la puerta.

- Oh... - dijo Shuichi sonrojándose al ver a sus compañeros de trabajo allí- Buenos días.

- Buenos días - saludó Koe lanzándose hacia ellos para darles un abrazo.

- ¡Oye! Tú y yo aún tenemos una charla... - dijo Shuichi señalando su pijama mojado.

- Oh, venga, no seas cascarrabias - dijo Koe colgada de la espalda de Tsuzuki - y deberías darme las gracias. Te he ahorrado media ducha, ahora solo necesitas jabón - dijo con una gran sonrisa -. Vamos a la sala mientras se arregla.

Hisoka y Tsuzuki se vieron arrastrados por la enérgica ente hasta la sala.

- ¿Queréis desayunar? - preguntó servicial.

- Ya hemos desayunado - se adelantó Hisoka ante la mirada de desilusión de su compañero. A él no le importaría un segundo desayuno...

- Siento el espectáculo que hemos dado. Pero es que anoche Shuichi durmió muy mal y esta mañana no había quien lo despertara - dijo con expresión triste y Hisoka pudo percibir claramente su preocupación.

- ¿A pasado algo?

- Nada grave - sonrió Koe intentando espantar la tristeza de su rostro -, solo es melancolía...

Antes de que ninguno de los dos pudiera seguir interrogando a la pequeña, Shuichi se asomó desde el pasillo.

- Venid que os enseñe los disfraces - dijo con una radiante sonrisa aún con el pelo mojado.

Los condujo a una habitación que tenía toda la pinta de ser usada de trastero. Allí se apilaban cajas de cartón, muebles y montones de periódicos y revistas viejas por todas partes.

Shuichi apartó un par de cajas y reveló la presencia de una puerta corredera, al abrirla resultó ser un armario empotrado con las perchas llenas de ropa.

- A ver... este es de pirata - dijo sacando uno -, este de pila... luchador de sumo (hay que hincharle los michelines)... plátano gigante... perrito... ¿y este...¡Colegiala! No sabía que aún lo tenía...

Siguió enumerando disfraces por un buen rato. Aquel armario parecía no tener fondo.

- ¡Yo quiero este! - exclamó Tsuzuki ilusionado alzando un disfraz de cocinero con sombrero alto y delantal.

- Te pega mucho... glotón - dijo Hisoka dejando a un lado un Hakama similar al que usaban en la competición anual de tiro con arco.

- ¿Tú que te pondrás Koe? - preguntó Tsuzuki a la pequeña que seguía amontonado los disfraces desechados a un lado.

- Esto - dijo con una gran sonrisa mostrándoles uno de los muchos vestidos que Saya y Yuma le habían regalado - con el pelo así - dijo echando la melena hacia atrás y convirtiéndola en perfectos tirabuzones dorados.

- Una muñeca de porcelana - dijo Hisoka con el ceño fruncido al reconocer el disfraz.

- Justo ¿No te gusta? - preguntó Koe desilusionada al ver la cara del rubio.

- No me gustan las muñecas... - dijo escuetamente acercándose al armario en busca de más disfraces.

Fue entonces que vio a Shuichi con la mirada perdida en una gabardina amarilla con detalles en rojo. Una sonrisa triste y melancólica adornaba su rostro y Hisoka pudo sentir un gran sentimiento de vacío y añoranza procedente de él.

- ¿Qué ocurre? - preguntó sobresaltando al pelirrojo.

- Nada... - se apresuró a contestar dejando la gabardina en el armario - Ah, por cierto, tengo algo perfecto para ti - dijo abriendo una caja llena de complementos: coronas, caretas, narices de payaso, zapatos en forma de patas de pato, cinturones que hacían ruidos... - ¡Tachán!

- ¿De verdad esperas que me ponga eso? - preguntó con un tono que dejaba bien claro que ni muerto y atado se lo pondría.

- Oh, vamos, no es preciso que lo lleves con el traje - dijo dejando sobre una silla una especie de vestidito muy corto y blanco - unos pantalones y un jersey de cuello alto y punto.

- Bueno... - cedió Hisoka tras meditarlo un momento, era lo más discreto que había por allí.

- ¿Qué has elegido? - preguntaron Tsuzuki y Koe con curiosidad. Ambos llevaban en la cabeza cintas con plumas como si fueran indios.

- Ya lo veréis - dijo Shuichi con una sonrisa escondiendo el disfraz en su espalda.

Los otros dos pusieron su mejor carita de cachorrito abandonado, pero ni con esas consiguieron ver los disfraces de los otros.

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A las siete de la tarde todos empezaron a llegar a la Mansión de las Velas. Como era habitual, el lugar estaba debidamente engalanado para la ocasión, mostrando todo el esplendor de aquel emblemático y misterioso edificio.

- Es más grande de lo que imaginaba - comentó Koe mientras admiraba los frescos del techo flotando a unos centímetros del suelo delante del grupo. Sus pies a penas eran visibles debajo del repompolloso vestido lleno de encajes, volantes y lazos que llevaba.

- Es fácil perderse, así que procura ir siempre acompañada - le aconsejó Tsuzuki colocándose bien el gorro de cocinero.

- Te lo dice por experiencia - dijo Hisoka con acidez.

- Bien venidos a la mansión - dijo un diminuto hombrecillo con la cara deformada al que le faltaba un ojo y con los dientes salidos hacia fuera. Koe rápidamente fue a cogerse del brazo de Shuichi.

- Buenas noches Watson - dijo Tsuzuki con amabilidad.

- El señor Tatsumi y el señor Watari ya han llegado - informó mientras recogía los abrigos de todos -. Su abrigo por favor - pidió a Hisoka.

El muchacho se mostró reticente, pero sabiendo que era una tontería seguir con el abrigo puesto toda la noche se lo quitó.

El joven shinigami vestía totalmente de blanco: jersey de cuello alto, pantalones, zapatos y un fino cinturón plateado que caía descuidadamente rodeando su cadera. En su espalda un par de pequeñas alitas emplumadas completaban su disfraz.

- Aún no sé como me dejé convencer para ponerme esto - dijo molesto mientras Shuichi ponía derechas las alas.

- Oh, venga, pero si te queda muy bien... - aseguró el pelirrojo dándole una palmado en el hombro. Hisoka se lo quedó mirando de reojo por semejante palmazo.

- ¡Watari! - llamó Koe acercándose al otro responsable del área 6. No había mucha diferencia entre su disfraz y la ropa que normalmente usaba para estar en el laboratorio, pero en fin...

- Ah, por fin llegáis - sonrió - a ver si adivino - dijo mirándolos de arriba abajo - Tsuzuki de chef... Koe de muñeca... Hisoka de ángel y... ¿Shuichi de brujo?

- Exacto - dijo el pelirrojo agitando su varita de pega a la vez que el sombrero picudo le resbalaba hacia delante y le tapaba la cara.

- ¿Tú de que vas disfrazado Tatsumi? - preguntó Tsuzuki con curiosidad mientras el otro tomaba una copa.

El secretario vestía un elegante traje de chaleco completamente negro, bombín ingles y un maletín en la mano. Con una sonrisa cínica se dio la vuelta y les mostró su maletín. A todos les calló una gota en la cabeza al ver lo que tenía escrito.

- "Cobrador del Frak"... te pega mucho - dijo Tsuzuki con la cabeza baja. Tatsumi sonrió ampliamente.

- Buenas noches - dijo una cantarina voz.

Acaban de legar Wakaba y Terazuma. Ella con un tutú rosa y blanco y una delicada tiara plateada en la cabeza y él vestido como un soldado con casaca roja, pantalones azules y botas negras.

- Hola - dijo Terazuma con simpleza mientras miraba distraídamente la gran variedad de canapés.

- Hola.

- Buenas noches.

- ¿Qué tal?

- Estás muy guapa - dijo Koe observando el vuelo que tenía el vestido al moverse.

- Muchas gracias, tú también... Aunque es la primera vez que te veo con tirabuzones - dijo divertida, aquella capacidad de alterar el aspecto físico era muy útil...

- No sabía que ibais a venir disfrazados a conjunto - dejó escapar Hisoka.

- Pero si no lo estamos... - contestó Wakaba extrañada.

- ¿Qué tiene que ver un militar con una bailarina? - preguntó Tsuzuki curioso.

- ¡Es por la historia de 'El soldadito de plomo'! - dijo Shuichi dando un golpe con su puño contra su palma al entender a que se refería el rubio.

- Pues ahora que lo dices... - dijo Watari observando el traje de Terazuma - sí que podríais pasar por los protagonistas de la historia. Aunque a Terazuma le sobra una pierna - añadió mientras reía a caracajadas.

- Dejad de decir memeces... - masculló mal humorado el ex-detective mientras se dedicaba a servirse.

- La verdad es que no sabía de qué se iba a disfrazar Hajimito hasta que lo he visto en la entrada - explicó la castaña -. Es imposible que nos pusiéramos deacuerdo...

- Pero Hajimito si sabía de que se disfrazaría Wakaba... - dijo Shuichi con malicia y en voz baja a Tsuzuki, este se limitó a reír disimuladamente. Él había pensado lo mismo.

Las luces se atenuaron y un foco (comandado por Watson) alumbró la parte alta de la escalinata de mármol. En lo alto se apreciaba la esvelta figura del Conde. Para esa ocasión se había puesto un traje de caballero ingles del siglo XIX con chistera y bastón con empuñadura de plata. Su rostro seguía invisible y parcialmente cubierto con aquella media máscara dorada.

- Buenas noches invitados míos - dijo con su voz profunda y seductora - bienvenidos a mi fiesta. Espero que paséis una agradable velada...

- Al menos este año va más discreto - dijo Tatsumi. Los otros solo asintieron recordando los estrafalarios atuendo que el Conde solía llevar en sus anteriores fiestas.

- Y que lo digas - murmuró Watari con una sonrisa.

El conde había bajado la escalinata y ahora estaba saludando a los invitados.

- Ah... mi querido Tsuzuki... - dijo acercándose más de lo debido - me alegro tanto de que vinieras.

- 'No tenía otra alternativa...' - pensó - Gracias por su invitación.

- Oh, vamos no seas tan formal conmigo - dijo con una gran sonrisa (si se le pudiera ver) - nos conocemos de hace mucho, aunque si me lo permitieras nos conoceríamos más... profundamente jejeje... - Tsuzuki retrocedió aprensivo ante la risa pervertida.

- Señor Conde debería medir sus palabras - dijo Tatsumi mientras se limpiaba las gafas y se las volvía poner.

- Ay, siempre tan aguafiestas... - reprochó dispuesto a entablar una de sus interminables discusiones con el secretrio. Pero entonces su atención recayó en alguien - ¿Y quien es esta bella damisela? - dijo cogiendo caballerosamente la mano de Koe y depositando un invisible beso en ella.

- Es Koe - contestó Shuichi -, mi espíritu acompañante.

- Joven Niwa, tenéis a una bella compañera - dijo el Conde irguiéndose en toda su altura -, no la dejéis sola esta noche - añadió en un susurró y por algún motivo Shuichi sintió un gran desasosiego.

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La velada transcurría con tranquilidad. Tsuzuki y Terazuma empinaban el codo sin parar ante los ánimos de Watari para ver quien terminaba primero su botella de vino. Tatsumi entretenía a unas jóvenes del departamento de contabilidad intentado convencerlas de que destinaran un poco más de capital a la división de citaciones. Aunque no parecía estar teniendo mucho éxito...

Más tarde, Shuichi y Wakaba bailaron un par de melodías ante la mirada asesina de Terazuma, él cual no conseguía el suficiente empuje para pedirle un baile a su compañera. Hisoka hacía todo lo posible por controlar la marea de sentimientos que lo rodeaban para que no llegaran a alcanzarlo y el Conde le tiraba los trastos descaradamente a Tsuzuki ante la mirada asesina de Tatsumi.

- Eres un cocinero muy hermoso - decía el Conde acercándose un poco a Tsuzuki, el cual retrocedía la misma distancia en el sofá en el que se había sentado para descansar - y estoy seguro de que podríamos degustar algunos de tus platos juntos - se acercó un poco más y retiró el cojín que Tsuzuki había puesto como barrera -. Me encantaría devorarte sobre el banco de la cocina... - dijo casi encima del shinigami de ojos violetas.

Pero entonces Tatsumi se sentó en medio de los dos para alivio de Tsuzuki y decepción del Conde.

- ¿Por que no me permites unos segundos a solas con Tsuzuki? - preguntó el Conde con fingida cortesía para ocultar el disgusto que le producía el que el secretario de la división hiciera de niñera/guardaespaldas a su hermoso Tsuzuki ¡No había forma de acosarlo con tranquilidad!

- Ni hablar - dijo tajante Tatsumi bebiendo de su copa sin apartarse de donde estaba.

Hisoka se alejó de aquellos tres con cara de agobio. Estaba deseando poder irse a su casa y perderlos de vista, su cabeza parecía que iba a estallar en cualquier momento.

Tsuzuki se había fijado en la actitud de su compañero desde hacía rato, pero no podía deshacerse del Conde ni con la intervención de Tatsumi, así que no podía ir a ver que le pasaba. Pero conocía aquella sombra oscura en sus ojos verdes, estallaría si no se hacía algo.

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- Terazuma ¿bailas conmigo? - el ex-detective se atragantó con el bocadito que acababa de llevarse a la boca. Tras toser un poco se quedó mirando a su interlocutor. Koe lo observaba con una gran sonrisa.

- ¿Por qué tendría que hacerlo? - preguntó arisco.

- Es que Shuichi está bailando con Wakaba - dijo lastimeramente - y nadie más que conozca quiere...

- Pues yo tampoco quiero - espetó sin mirar a la pista de baile, le molestaba ver a su compañera riendo como una tonta con aquel loco pelirrojo.

- ¿No sabes bailar? - dijo con una sonrisa pícara y burlesca.

- ¡Claro que sé! - dijo ofendido - pero... eres una chica... - añadió en un murmullo.

- ¿Prefieres bailar con un hombre? - preguntó Koe inocentemente ladeando la cabeza.

- ¡No es eso! - dijo Terazuma completamente rojo ¿qué se creía aquella mocosa? - pero siempre que una mujer me toca mi... shikigami se descontrola y se muestra aunque yo no quiera - dijo con un alo de tristeza en la mirada que no pasó desapercibido para Koe.

- Bueno... - empezó Koe dando un pequeño saltito para poder flotar a la altura de sus ojos - técnicamente no soy una mujer, más bien un espíritu natural con cadencia femenina. No debería haber problemas. Tú shikigami se manifiesta cuando presiente que estás en peligro... al fin y al cabo eres su amo su deber es protegerte. Tú inseguridad ante la presencia femenina es lo que le hace reaccionar. No odias a las mujeres... - dijo en un susurro cerca de su oído - las temes.

Terazuma se quedó de piedra observando su baso medio vacío. Tal vez tenía razón... al fin y al cabo había muerto por culpa y a manos de una mujer. Muchos compañeros aun después de muchos años, seguían traumatizados por la forma en que murieron y reaccionaban mal ante cualquier cosa que estuviera relacionada.

Tal vez a él le pasaba igual y hasta ahora no se había dado cuenta...

Sintió como las pequeñas manitas de Koe cogían las suyas y dio un respingo ¡no debía tocarlo!

- Sssh... tranquilo - dijo la pequeña mirándolo directamente a los ojos -, no pasa nada. Él no va a aparecer.

El tono con el que dijo aquellas simples palabras había sonado tan terminante, como una sentencia de muerte en un juzgado, pese a que fue dicho con la voz más dulce.

Poco a poco Koe fue guiándolo hasta la pista de baile y sin apenas darse cuenta, empezó a seguirla en sus pasos. Se movía con gracia y elegancia y el mero toque de sus manos transmitía tanta paz, que Terazuma apenas notó el momento en el que su compañera de baile intercambiaba posiciones.

- No sabía que bailaras tan bien... - dijo una voz que conocía muy bien.

- ¡Kanuki! - dijo entre sorprendido y desorientado ¿Qué había pasado allí?

Miró a su alrededor y a unos metros vio a Koe en brazos de su amo bailando alegremente mientras se alejaban. La pequeña le guiñó un ojo antes de perderse de vista.

La primera reacción de Terazuma fue la de alejarse de su compañera, pero curiosamente no lo hizo. La paz y la tranquilidad que emitía Koe aun persistían en él, apaciguando su corazón y alejando sus temores. Así que afirmando el agarre continuó danzando con Wakaba.

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- Voy a por algo de beber ¿Agua con azúcar? - dijo Shuichi mientras dejaba a Koe se sentada en uno de lo numerosos y mullidos sillones.

- Está bien - asintió esta mientras lo veía alejarse.

Suspiró profundamente. Ir a la Mansión de las Velas no era tan malo como había temido. Claro que en esos momentos estaban relativamente alejados de aquello a lo que tanto temía enfrentarse... Vio pasar a Hisoka rumbo al vestíbulo y lo siguió, no tenía buen aspecto, estaba muy pálido.

Lo perdió de vista cuando un par de hombres de la sección de Seguridad se le cruzaron cantando desentonados con claras muestras en sus rostros de que se habían pasado de copas.

Los esquivó ágilmente y siguió caminando hacia la salida. Una vez en el vestíbulo no vio ni rastro del rubio, pero si escuchó una voz cerrándose en un pasillo cercano, tal vez estaría por allí...

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La brisa nocturna agitaba sus claros cabellos a la vez que las ramas llenas de eternas flores de cerezo. Siempre en flor... siempre en eterna y artificial primavera... como si de una condena perpetua se tratara. Sin posibilidad de cambio ni crecimiento... igual que él...

- ¿Hisoka?

El rubio shinigami despegó la mirada de los oscuros jardines de la mansión y los clavó en su compañero.

- ¿Has conseguido librarte del Conde? - preguntó con una sonrisa cínica.

- Aproveché que Tatsumi y él estaban en una duelo de miradas para huir - dijo con una sonrisa - ¿Te encuentras bien? No tienes buen aspecto...

- Es solo agobio, hay demasiada gente aquí...

- Entiendo - murmuró mientras se apoyaba en la barandilla a su lado y contemplaba el paisaje - ¿sabes qué? Terazuma está bailando con Wakaba.

- ¿Y no se ha transformado? - preguntó Hisoka más que sorprendido.

- No... Tal vez ya empieza a dominar sus reacciones.

- Eso estaría bien...

Siguió un largo y agradable silencio. A ambos les gustaba estar en compañía del otro, les tranquilizaba la mutua cercanía. En momentos así las palabras sobraban.

No sabían cuanto llevaban así, pero bien podrían pasar así el resto de sus eternas vidas...

- ¡Koe¡Koe¿Dónde estás?

Los dos se volvieron y se encontraron con Shuichi que miraba en todas direcciones con cara preocupada.

- Niwa ¿qué ocurre? - preguntó Hisoka al sentir el desasosiego en el otro.

- No encuentro a Koe por ninguna parte, solo la dejé un momento mientras iba a por algo para beber. Y cuando volví ya no estaba...

- Estaba bailando con Terazuma... - recordó Tsuzuki.

- Si, lo sé. Pero eso fue antes ¿No se habrá perdido por los pasillos?

Los otros dos se pusieron pálidos ante la idea. La Mansión de las Velas podía llegar a ser un lugar muy desagradable si se iba solo.

- Vamos a avisar a los otros.

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Koe miró a derecha he izquierda de aquel largo corredor, pero los dos lados le parecían iguales. Genial... ya se había perdido. Tenía que encontrar la fiesta lo antes posible, antes de que la Mansión decidiera mostrarle su poder.

Siguió por la derecha, pero tras varios minutos en vez de con una escalera que bajara, se topó con una puertas dobles. No recordaba haber ido por allí antes. Abrió un poco la puerta y quedó embelesada ante la belleza que encontró.

Toda la estancia estaba llena de blancas velas que chisporroteaban tranquilamente en el silencio de la habitación. Algunas estaban casi consumidas, otras parecían recién prendidas, pero todas brillaban con intensidad. La atmósfera de la habitación era nostálgica y plácida, similar a la de un sueño. Koe las observó con deleite, cada llama representaba una vida humana, una persona... un ser vivo. Shuichi había tenido una, igual que Watari, Tsuzuki, Hisoka, Terazuma, Tatsumi, Wakaba... ¿Alguna de las velas de aquellas velas se convertiría al apagarse en un shinigami? Tal vez si... tal vez no...

Lentamente, una suave voz fue inundando el cuarto entonando una melodía que no había escuchado desde hacía mucho y que le traía tantos dulces recuerdos...

Paseó la mirada turbia por las penumbras de la estancia, hasta que la vio, sentada en un sillón con los ojos cerrados y el largo y vaporoso cabello blanco cayendo lacio hasta el suelo.

- Mamá... - musitó Koe paralizada en donde estaba.

La hermosa dama alzó la cabeza abriendo su claros ojos para mirarla. Le dedicó un serena sonrisa mientras extendía una mano invitándola a acercarse. Koe ni siquiera se cuestionó su presencia, caminó como si estuviera en trance y se arrodilló para colocar su cabeza en su regazo.

- Mamá... - repitió Koe cerrando los ojos y sintiendo las manos cálidas acariciando su cabeza, como hacía siglos que no lo sentía.

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Shuichi corrió hacia Tatsumi y Terazuma al verlos de pie en uno de los salones.

- ¿Algo nuevo? - preguntó mientras detrás de él venían el Conde y Wakaba.

- No está en el ala oeste - dijo el ex-detective.

- Tampoco en el jardín trasero - dijo Tsuzuki entrando por la puerta que daba al exterior.

- Pues solo quedan los pisos superiores - murmuró Hisoka mirando hacia la escalinata.

El grupo subió y se dividió a medida que iban encontrando bifurcaciones. Al final iban Shuichi, el Conde, Hisoka y Tsuzuki por un oscuro corredor en silencio.

- ¿Qué hay tras estas puertas? - preguntó Shuichi con curiosidad.

- Vidas... - dijo simplemente el Conde - guardé todas las velas en las habitaciones para evitarnos sobresaltos innecesarios - dijo y Tsuzuki supo que se refería a él. Y en el fondo le agradecía el detalle, no quería volver a revivir aquella espantosa visión.

Un llanto amortiguado llamó su atención y al momento Hisoka se dobló sobre si mismo cayendo de rodillas al suelo mientras las lágrimas escapaban sin control de su ojos.

- Hisoka ¿qué te pasa? - preguntó Tsuzuki angustiado por la repentina reacción de su compañero.

- No soy yo... - musitó entre hipidos - es Koe... por allí... - dijo como pudo señalando hacia el frente con una mano temblorosa.

Shuichi echó a correr hacía donde había apuntado el rubio y al final encontró unas puertas entreabiertas. La estancia estaba iluminada únicamente por velas, haciendo un inquietante y maravilloso juego de luces y sombras. Pero no le prestó más atención a eso. Acurrucada en una esquina, con las manos en el rostro y sollozando quedamente estaba Koe, temblando mientras murmuraba algo una y otra vez.

- Koe, Koe... - llamó Shuichi en voz baja par ano asustarla.

- Lo siento... - musitó sin mirarlo - lo siento... yo no quería... lo siento...

- Ssssh... ¿qué no querías? - preguntó Shuichi rodeándola con sus brazos.

- Yo no quería que muriese - murmuró mirando algún punto detrás de él.

Shuichi se giró y vio en un sillón la figura de una hermosa mujer. Vestía enteramente de blanco y plata, su cabello blanco y de la misma calidad etérea que el de Koe caía suavemente hasta el suelo. Sin embargo sus bellos ojos claros estaban desprovistos de vida alguna, fijos en un punto no existente mientras una de sus manos colgaba inerte a un lado del sillón.

El pelirrojo no necesitó preguntar quien era para saberlo. Aunque nunca la hubiera visto antes, le bastó un simple vistazo para entenderlo.

- Tú no tienes la culpa de que tu madre muriera - dijo intentando apaciguar a su asustada compañera. El Conde hizo desaparecer la ilusión con un simple movimiento de la mano.

- Él dijo que si... - musitó aferrándose a la túnica oscura de Shuichi.

- ¿Quién?

- Soryu... - Shuichi se mordió la lengua para no empezar a maldecir al dios del agua.

- No tenía razón. Tú no tuviste al culpa y él fue un estúpido por desquitarse echándote a ti las culpas.

- Pero... - insistió Koe con voz quebrada.

- Pero nada - dijo acunando su rostro entre sus manos y mirándola directamente a los ojos -. Nadie y en especial tú tiene la culpa. No le des más vueltas.

Koe simplemente asintió con la cabeza mientras se acurrucaba en el pecho de su amo y seguía llorando hasta que se durmió. El pelirrojo shinigami la cogió en brazos y salió de la habitación acompañado del Conde. Al llegar al vestíbulo se encontró con los demás.

- ¿Cómo está? - preguntó Wakaba preocupada.

- Ahora mejor - dijo Shuichi mirando con afecto la pequeña figura que dormía entre sus brazos -. Lamento las molestias señor Conde...

- No es nada, pero será mejor que la leves a casa para que pueda descansar.

- Así lo haré. Buenas noches - dijo mientras salía por la puerta principal y se desvanecía en cuanto llegó al exterior.

El Conde suspiró, parecía que todas sus fiestas tenían que terminar con algún altercado similar. Pero era algo inevitable, al fin y al cabo la magia de las velas se extendía por todo el lugar y se filtraba hasta los cimientos de la mansión, por más que las escondiera no podía evitar que alguien saliera perjudicado por sus efectos. Todos tenemos oscuros y profundos temores, incluso los espíritus naturales (Koe le había dado la prueba aquella noche) y la Mansión de las Velas se encargaba de sacarlos a flote bajo la forma de inquietantes ilusiones.

- ¿Y Tsuzuki? - preguntó el Conde al percatarse de la ausencia de su amado.

- Fue a acompañar a Hisoka a casa. No se encontrab bien - informó Tatsumi con una sonrisa de victoria en su rostro.

- Oh... - murmuró intentando que no se notara demasiado su desilusión.

-.-.-

- Que estoy bien... no seas plasta - decía Hisoka mientras entraba en su pequeña casita.

- ¿Seguro? - insistió el veterano shinigami - Aún estás pálido - dijo llevando una mano a la frente de su compañero.

- Soy pálido... - contestó secamente apartándose del tibio contacto de la mano del mayor - y no hagas eso. No soy un crío...

- Yo no he dicho que lo seas - dijo con una sonrisa, le hacía gracia verlo enfurruñado, aunque sabía que debía ir con cuidado porque el temo de su apariencia aniñada era bastante delicada y podía salir perjudicado. El gruñido de su estómago lo hizo sonrojarse.

- ¿No me digas que tienes hambre?

- Un poco... buscar a Koe por toda la mansión me ha abierto el apetito - dijo con una sonrisa boba. Lo malo era que a aquellas horas no había ninguna pastelería abierta.

Hisoka suspiró y fue a la cocina. Regresó poco después, sin las alitas emplumadas y con una bandeja con dos tazas de té y varias galletas.

- Es lo más dulce que tengo en casa - comentó mientras dejaba en la mesa el tentempié.

- Es perfecto - dijo simplemente Tsuzuki sentándose a su lado en el sofá y pensando que él era lo más dulce.

CONTINUARÁ...

Hola ¡Ya estamos oficialmente en verano¡y un mundial más España no ha pasado de octavos! Pero eso es algo que ya todos sabemos que pasa...

¿Qué os ha parecido este capítulo? Si he de ser sincera ha sido totalmente improvisado. Cuando planteé el esquema del fic ni se me pasó por la cabeza incluir una de las famosas fiestas del Conde, pero luego me dijo ¿y por qué no? No me extraña que me cueste tanto terminar las historias, siempre pongo más cosas de las que en un principio tenía planeadas .

Por cierto mi hermana quiere hacer un anuncio:

Neko-chan: Acabo de empezar a subir un fic de Gravitation ¡Pareja principal SuguruXTatsuha! No os lo podéis perder.

Gracias a quienes se sigan tomando la molestia de leer mis inconstantes historias.

"Setze jutges d'un jutjat, menjen fetxe d'un penxat." (Dieciséis jueces de un juzgado, comen hígado de un colgado)
Trabalenguas valenciano.

Ja ne!