By Tenshi Lain
Notas en tinta azulada:
Los personajes de Yami no Matsuei son de Yoko Matsushita y los de Gravitation de Maki Murakami (aunque en esta parte solo aparecerá Shuichi y como mucho mencionaré a los demás) Todos lo demás son MÍOS XD
Esta historia contiene Shonen Ai(chicoxchico), además es un Crossover.
Cap. 21
Sus dedos se deslizaron por entre sus húmedas hebras rojizas quedando algo rojos, debía encontrar un tinte que le durara más... Terminó de secarse el pelo y se quedó mirando el espejo con una sonrisa cínica.
- Eternamente 19 años... - murmuró.
- Tampoco es una mala edad - dijo alguien a su espalda. Koe lo observaba desde la puerta con la cabeza ladeada.
- Supongo que no... - dijo saliendo de allí para ir a vestirse. No era viejo y no era del todo un crío. Pero siempre había pensado que cuando tuviera los veintidós sería un poco más alto...
- Shuichi - llamó Koe mientras él se ponía un jersey - ¿Estás bien?
- Sí¿por qué lo preguntas?
- Es que anoche volviste a llamarle... - dijo la pequeña con preocupación. Shuichi no necesitaba preguntar para saber de que hablaba.
- Soñé con él - admitió con una sonrisa ladeada -, con el día en que nos conocimos. No te preocupes, estoy bien - añadió al ver que seguía igual de seria -. Venga, si no nos damos prisa no llegaremos a tiempo y Tatsumi se enfadará.
- Muy bien... - dijo Koe con un sonrisa algo forzada mientras salían del piso.
Sabía que no le sacaría más información a su amo, pero le molestaba no ser capaz de animarlo después de sus sueños con aquella persona a la que echaba tanto de menos.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Hisoka permanecía sentado en su mesa con las carpetas de expedientes abiertas frente a él, pero sin leerlas. No podía centrarse, había pasado una de las peores noches en los últimos meses y aun conservaba las señales inequívocas que lo atestiguaban.
Malditas marcas...
¿Por qué no se desvanecían ya? Era como tener una herida que nunca se cierra y sigue sangrando, drenando hasta la última gota de energía. Siempre que tenía aquella pesadilla las marcas se mostraban recordándole todo el dolor de aquel momento, atormentándolo hasta el borde de la locura. Por suerte había aprendido a anclarse a ala realidad par ano perderse en la oscuridad de su pasado... Como le había ocurrido a Tsuzuki aquella vez en Kyoto...
Sabía por experiencia que las marcas no se borrarían hasta que pasara al menos un día y hasta entonces tendría que sufrir en silencio el dolor que le causaba el mero roce de la tela.
- ¡Hisoka! - llamaron sobresaltándolo.
- ¿Qué...?
- Llevo un rato intentando hablar contigo - dijo Tsuzuki con el ceño fruncido - ¿te ocurre algo?
- No, nada ¿Qué querías?
Pero en vez de contestarle se lo quedó mirando escrutadoramente y Hisoka se puso nervioso, a veces tenía la impresión de que Tsuzuki podía travesarlo con aquellos ojos violetas que tanto le fascinaban.
- ¿Seguro que estás bien? Pareces enfermo - dijo intentando tocarle la frente, pero Hisoka se echó para atrás evitando el contacto.
- ¡Que sí, joder¡Déjame en paz! - gritó saliendo en tromba del despacho ante la sorprendida mirada de los presentes.
- Parece que se ha levantado con el pie izquierdo - murmuró Terazuma con un cigarro en los labios.
Tsuzuki solo miró aún más preocupado la puerta por la que se había ido su compañero. Tal vez...
Hisoka por su parte corría por los pasillos sin tener preocuparse de mirar por donde iba ni si atropellaba a alguien en su desesperada huída. Finalmente entró en los vestuarios y atrancó la puerta desde dentro.
No debería haber ido a trabajar ese día. Sabía de sobra que cualquier contacto físico que tuviera, por nimio que fuera, haría que las marcas de su maldición reaccionaran y dolieran como mil hierros candentes en su piel. Aquel bastardo había hecho un buen trabajo... ni muerto lo dejaría olvidar... ni descansar...
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
- Buenos días - saludó Shuichi con un gran bostezo entrando en el laboratorio.
- Buenos días - respondió Watari -, espero que te sean mejores que la noche. Tienes cara de haber dormido con un erizo.
- ¿Eh? - inquirió extrañado, pero prefirió dejarlo pasar. Los juegos de palabras de Watari no tenían sentido ni gracia... - ¿Tenemos algún caso?
- Nop... y es raro. Llevamos una semana sin trabajo... bueno ya se le ocurrirá algo a Tatsumi para tenernos ocupados - se lamentó el rubio - ¡UUAAAH!
- ¿Qué pasa? - preguntó Shuichi asustado por el grito del otro.
- ¡Te sangra la cabeza! - dijo Watari señalándolo. Shuichi se llevó una mano a la nuca y en efecto notó que se empapaba. Al mirarla se encontró con un fuerte tono rojo.
- Ah no... no es sangre, es tinte. Me he teñido el pelo antes de venir y como se me hacía tarde no me he secado bien.
- No me des esos sustos... creía que te morías... - dijo con una mano en el corazón.
- Eh... Watari... ya estoy muerto - le recordó mientras se dirigía a los vestuarios.
Se le había manchado toda la espalda de la camiseta. Vaya birria de tinte había ido a comprar... Por mucho que le disgustara la idea, tenía que admitir que los de la marca Pink House eran mucho mejores. Tendría que hacer un pedido... aunque le daba vergüenza. Si al menos los pedidos no vinieran envueltos en papel fucsia con florecitas y demás...
Intentó abrir la puerta del vestuario pero se encontró con que estaba cerrada. Era extraño. Nunca cerraban la puerta... a menos que hubiera alguien "ocupado en ESO". Aunque no creía.
Puso una mano sobre la superficie de madera intentando descubrir que ocurría dentro y la retiró de golpe asustado. Nunca había sentido una energía tan negativa en el Ministerio, no era algo natural, más bien parecía... una maldición.
No podía permitir que una maldición de tal grado andara pululando por el ministerio, podía provocar un gran caos. Y sin pensarlo más dio un fuerte empujón a la puerta abriéndola de para en par. Tuvo que dar un par de pasos hacia delante para recuperar el equilibrio y cuando lo consiguió buscó el origen de la energía que tanto lo preocupaba.
Sus ojos violetas se abrieron con sorpresa al encontrar a Hisoka de pie en las duchas, sin la camisa puesta y mirándolo igual de sorprendido. Aunque no fue el hecho de encontrar a Hisoka medio desnudo lo que lo perturbó, sino las señales que cubrían todo su torso y brazos. Había visto algunos similares mientras Nintaro lo adiestraba...
- ¡SAL DE AQUÍ! - gritó Hisoka mientras se cubría con una camisa con el rostro rojo y los ojos llenos de pánico y vergüenza por ver que alguien había visto lo que escondía con tanto ahínco.
- Pero Hiso... - intentó hablar Shuichi acercándose con una mano en alto.
- ¡FUERA! - gritó sin controlar la fuerza que se le escapaba por su estado de alteración y mandando a Shuichi a estamparse contra la pared del pasillo por la honda expansiva.
El pelirrojo calló inconsciente con varios cortes en la cara y brazos y un feo golpe en la cabeza. Ahora sí que escurría sangre por su cuello...
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Tsuzuki entró en la enfermería y echó un rápido vistazo a las camas. Solo había una ocupada, en ella descansaba un joven pelirrojo con la cabeza vendada y varias tiritas en el rostro. A la derecha de la cama, Koe observándolo con preocupación. A la izquierda Hisoka mirándolo con el arrepentimiento plasmado en cada centímetro de su faz.
- ¿Cómo está? - preguntó Tsuzuki a Watari.
- Sigue inconsciente, pero las heridas ya están casi cerradas - después bajó la voz y preguntó - ¿Qué crees que habrá ocurrido para que Hisoka arremetiera así contra él?
- No lo sé... esta mañana no tenía buen aspecto... tal vez halla sido una subida de empatía...
- Tal vez... - murmuró Watari. El chaval no le había dicho nada en específico. Simplemente que se le habían descontrolado los poderes y Shuichi estaba en medio en el peor momento... Hisoka ya llevaba mucho tiempo siendo shinigami como para cometer un error de principiante, pero si no quería hablar de ello no iba a sonsacárselo.
Shuichi se removió en la cama y se quejó. Le dolía todo... abrió lentamente los ojos para poderse acostumbrar a la luz del lugar. Aquello era la enfermería ¿cierto?
- Por fin despiertas - dijo Koe inclinándose sobre su rostro con una gran sonrisa -. Ya creía que te ibas a pasar el resto de la semana durmiendo.
- No será por falta de ganas - sonrió Shuichi incorporándose un poco.
Koe le colocó una almohada en la espalda para que estuviera más cómodo. Fue en ese momento que el pelirrojo notó la presencia del rubio. Aún podía sentir la energía oscura de la maldición en él, pero prefirió no comentar nada.
- Lo siento - se disculpó Hisoka en voz baja -. No quería hacerte daño.
- Menos mal... No quiero ni pensar en lo que me hubieras hecho si hubieras querido... - pero al ver que su broma no colaba volvió a ponerse serio - ¿Y tú como estás? Eso debe doler...
- Estoy acostumbrado - dijo simplemente sin mirarlo a la cara. Shuichi no le creía, por lo que sabía de aquellas maldiciones eran de todo menos suaves - No hables de lo que viste con nadie... por favor... - la súplica de sus ojos fue suficiente para hacerlo asentir.
- ¿Qué tal estás? - preguntó Watari acercándose con Tsuzuki.
- Bien - contestó Shuichi, Hisoka se levantó y se fue sin decir nada ni mirar a nadie.
- Hisoka - llamó Tsuzuki, pero su compañero ya se había ido.
- Déjalo. Necesita calmarse - le pidió Shuichi. Echando la cabeza hacia atrás.
Ninguno de los tres supo contradecirlo.
-.-.-
Esa noche Shuichi la pasó en la enfermería por orden de Watari. Koe se quedó con él para velarlo. Aunque ya pasaban de las dos y él seguía con los ojos abiertos como platos.
¿Por qué demonios tendría Hisoka esa maldición tatuada en el cuerpo¿Desde cuando? Porque él lo había visto sin camisa la última vez que Saya y Yuma intentaron ponerle uno de sus vestiditos (solo habían conseguido quitarle eso antes de que Tatsumi interviniera y los separara) y no recordaba que tuviera nada... y era algo demasiado vistoso como para pasarlo por alto.
- ¿Aún piensas en lo mismo? - preguntó Koe medio materializándose sobre él.
- Es que no puedo quitármelo de la cabeza...
- Pues siempre ha estado ahí - dijo con simpleza recuperando todo su aspecto corpóreo y sentándose a los pies de la cama con las piernas cruzadas. Shuichi se incorporó y la miró.
- ¿Lo dices enserio?
- ¿No lo habías notado antes? - preguntó ladeando la cabeza.
- Bueno siempre he notado algo oscuro en Hisoka - admitió -, pero todos los shinigamis tiene carga negativa, es algo normal... lo noto en todos. Claro que la de Hisoka es demasiado oscura... y ahora sé porque: cubría la maldición con su propia aura. Dios... debe de sufrir mucho - masculló perdiendo la mirada en el techo.
- ¿A que te refieres?
- Conozco esa maldición, Nintaro me habló de ella mientras me entrenaba en Tohôku. Es una de las maldiciones de posesión y destrucción. Es magia prohibida. Quien se atreva a usarla puede dar por perdida su alma.
- Maldición de posesión... - repitió Koe - ¿No es parecido a esto? - preguntó acariciando la Clave de Sol de su vientre.
- Esto es un pacto de posesión - explicó pasando un dedo por las líneas negras del dibujo - Tú y yo, de mutuo acuerdo decidimos unirnos por un lazo mágico. Soy tu amo porque así lo decidiste. En una maldición de posesión, uno de los dos es obligado por el otro a aceptar...
- ¿Aceptar qué?
- Que el que realice la maldición te arrebate la vida. Con toda seguridad, eso fue lo que mató a Hisoka... - dijo Shuichi sin mirarla a los ojos.
Aquello era la versión reducida y censurada de la definición (y no pensaba explicarle más, solo era una niña)
Para llevar a cabo este tipo de rituales era necesario el contacto carnal. Y por el tamaño de las marcas de Hisoka, estaba claro que el artífice de la maldición no se había limitado a un simple beso, como había sido su caso con Koe.
Ahora entendía porque Hisoka rechazaba el contacto y la cercanía de cualquiera y... porque en ocasiones le recordaba tanto a Yuki...
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Una semana había pasado desde el incidente y nadie había vuelto a mencionarlo. Shuichi no se sentía con ánimos de sacar a la luz un tema tan espinoso, y no se atrevía a comentarlo con nadie porque no sabía si alguien estaba al corriente de las circunstancias de la muerte de Hisoka.
- Watari, Niwa - llamó Tatsumi una tarde entrando de golpe en el laboratorio. Pero con tan mala suerte, que eligió precisamente el momento en el que el científico estaba mezclando dos sustancias altamente volátiles. Lo que produjo la tan esperada explosión que dejó con al cara negra y las pestañas chamuscadas al rubio.
- ¿Sí Tatsumi? - preguntó Watari mientras una vena saltaba peligrosamente en su frente ¿Luego quien se quejaba de que entraban sin llamar? Koe movió la mano y creó una pequeña nube de tormenta que apagó el pequeño fuego del escritorio.
- Tenéis trabajo - dijo llanamente ignorando la mirada asesina del científico y dándole a Shuichi una carpeta de cartulina con los datos necesarios. El pelirrojo la ojeó por encima y enarcó una ceja.
- ¿Un cuadro encantado? - preguntó. Cediéndole los informes a Watari mientras él se quedaba con una foto.
Bueno en realidad era un recorte de periódico. En la fotografía se veía a un hombre viejo pero de porte regio y elegante ante un lienzo en el que se retrataba un jardín y en el centro se adivinaba una silueta, aunque la foto era demasiado mala como para distinguir nada más. Sobre la imagen había un titular y un pequeño artículo que decía que el señor Sieto Sachi (el hombre de la foto) había comprado aquel cuadro a los herederos del último propietario, el cual había muerto bajo misteriosas circunstancias del mismo modo que los seis propietarios anteriores.
- El departamento de registros a constatado que las almas de esos seis propietarios nunca llegaron al Más Allá - dijo Watari pasando las hojas impresas.
- Y sus cuerpos fueron encontrados en la habitación en las que guardaban el cuadro - apuntó Shuichi -. Tal vez sea un Devorador de Almas atrapado en un objeto.
- ¿Cómo aquel que encontramos en una estatua budista? - preguntó Koe arrugando la nariz con desagrado. Aquel caso había sido horrible, a Shuichi le había costado tres costillas rotas y la nariz partida y a Nintaro una semana de migrañas. Los Devoradores eran muy violentos y apestosos.
- Tal vez...
- Pero yo tenía entendido que solían estar en imágenes religiosas: imágenes de buda, tapices, frescos en capillas, acuarelas de santos, crucifijos... - comentó Watari.
- Siempre hay excepciones - dijo Shuichi encogiéndose de hombros -. Pero hasta que no estemos delante del cuadro no podremos saberlo.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
- Hisoka ¿Te apetece un poco de empanadilla de pulpo? - dijo Tsuzuki con una gran sonrisa mostrándole la caja con la mencionada.
- No, gracias... no tengo hambre - dijo simplemente el rubio mientras recogía de la bandeja de salida de la fotocopiadora lo que acababa de imprimir y regresaba a su mesa. Tsuzuki suspiró derrotado. No había forma de animarlo...
La puerta del despacho se abrió intempestivamente, para desgracia de Terazuma que estaba justo detrás buscando unos archivos en los cajones. El ex-detective terminó empotrado contra el archivador.
- ¡A ver si miras por donde vas, demonios! - bramó mientras de su nariz caía un hilillo de sangre.
- Perdón, perdón... - dijo la recién llegada corriendo hasta el escritorio de Shuichi y rebuscando en un cajón.
- ¿Koe¿Eres tú? - preguntó Tsuzuki sorprendido con el cambio de la pequeña.
Llevaba el pelo rubio recogido en dos trenzas y los ojos dorados. Vestía un jersey negro con una falda a cuadros rojos y negros y una pequeña hebilla a la derecha y medias negras hasta la rodilla
- Ajá... - contestó distraídamente sacando una carpeta verde y cerrando el cajón.
- ¿Dónde vas? - insistió Tsuzuki.
- Tenemos un caso - dijo abrochándose una abrigo de color caramelo con el cuello peludito -. Nos vamos a Nara en quince minutos y Shuichi necesitaba estos papeles - dijo levantando la carpeta.
- Si, vale, pero yo me refería a por que vas de rubia - puntualizó - pareces...
- Watari en niña - acotó Terazuma aún con la nariz un poco hinchada, aunque ya no sangraba.
- Es que me tengo que hacer pasar por su hija - dijo subiéndose la cremallera del abrigo -. Nos veremos en unos días ¡Traeremos dulces! - dijo mientras volvía a salir corriendo del despacho.
- ¡Que tengáis suerte! - consiguió gritar Tsuzuki antes de que se cerrara la puerta - ¿Qué clase de caso será¿Y para que necesitara Watari una hija?
- Vete a saber... - contestó Terazuma volviendo a buscar en el archivador, pero mirando de reojo la puerta por si volvían a abrirla de golpe.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
El coche se detuvo ante la gran mansión de arquitectura occidental que se alzaba en medio del frondoso bosque. Probablemente había sido el capricho de algún millonario de la década pasada, cuando se había puesto de moda importar edificaciones enteras desde el viejo continente.
- Como se nota que el señor Sachi está forrado - comentó Watari cerrando la puerta del conductor. Vestía un jersey azul oscuro de cuello tortuga, pantalones marrones con cinturón, abrigo y zapatos formales.
- El negocio de las inmobiliarias mueve mucho dinero - dijo Shuichi sacando una bolsa deportiva del maletero y colgándosela del hombro. El pelirrojo llevaba unos vaqueros, sudadera verde y blanca, con una chaqueta deportiva de capucha por encima y zapatillas de deporte.
- ¿De verdad vive aquí solo? - preguntó Koe admirando el edificio, lavoz de las piedras resonaban en sus oídos entonando la historia de su antigüedad y los deseos que tenían de regresar al lugar en el que estaban originalmente.
- Bueno con algunos criados y sirvientes, pero no tiene familia - contestó Watari mientras los tres iban hacia la puerta principal -. Quedó viudo hace años en un accidente de tráfico. Perdió a su mujer y a su hija y desde aquel entonces se centró en seguir amasando dinero y convirtiéndose en uno de los mayores magnates de Japón.
- Encerrarse en el trabajo para olvidar... - susurró Shuichi con la mirada velada - que triste...
Watari tiró de la cuerdecilla de la campanilla y al momento un hombre de unos sesenta años de pelo blanco y bigote poblado les abrió.
- ¿Si, que desean?
- Buenos días, me llamo Yutaka Watari. Soy el restaurador al que llamó el señor Sachi.
- Oh, cierto - dijo el hombre mayor -. El señor le está esperando en el despacho. Si son tan amables de seguirme.
Atravesaron el amplio y bien iluminado vestíbulo, el cual estaba lleno de tapices y esculturas en pedestales. Se notaba el gusto del propietario de la casa por las obras de arte. En los pasillos se encontraron con varios lienzos de diversos contenidos: bodegones, paisajes, naturalezas muertas y algún que otro relato mitológico.
Llegaron ante una maciza puerta de roble y le mayordomo llamó.
- Adelante - se escuchó una voz grave desde el interior.
- Señor, el restaurador ha llegado - anunció con respeto.
- Hazle pasar - el mayordomo les dedicó una inclinación de cabeza y con un gesto de la mano le indicó que entraran.
El despacho estaba decorado con el mismo buen gusto que el resto de la casa y allí dentro también pudieron apreciar varias obras de arte. Tras un magnífico escritorio del siglo XIX, pudieron ver a Sieto Sachi. Aunque estaba muy diferente en comparación con las fotos de archivo que tenían. Se veía más anciano y demacrado. Sus arrugas se marcaban profundamente alrededor de sus ojos, sus cabellos tenían tantas canas que parecían grises y pese a que se erguía con orgullo en toda su estatura, se notaba como su espalda tendía a curvarse en clara señal de cansancio.
- Bien venidos. Soy el señor Sachi hablé con su jefe.
- Lo sé. Mi nombre es Yutaka Watari - dijo el científico tendiéndole una mano e inclinando la cabeza -, este es mi ayudante Shuichi Niwa - el pelirrojo hizo una reverencia - y ella es mi hija Koe.
- Encantada de conocerle señor - dijo Koe con educación y una reverencia, aunque parpadeó confundida al ver que el señor Sachi se la quedaba mirando sorprendido - ¿Se encuentra bien? - preguntó la pequeña Ente preocupada.
- Si... si, no te preocupes - dijo el hombre con una sonrisa algo forzada -. Supongo que su jefe le habrá puesto al corriente de lo que quiero que hagan.
- Restaurar un lienzo pintado al óleo de 50x63 cm de aproximadamente unos doscientos años de antigüedad - dijo Watari leyendo los datos de una pequeña libreta -. Aunque es un tanto extraña su petición de que el trabajo sea hecho en su casa. Podríamos llevarlo a nuestros talleres y restaurarlo allí, le ahorraríamos muchas molestias...
- NO, el cuadro no saldrá de esta casa - dijo con tono determinante el hombre, tal vez su tono fue demasiado agresivo, pero dejó claro su deseo.
- Como usted quiera - dijo Watari con tranquilidad sin dejarse amedentrar -. Primeramente tendría que examinar la pintura para ver el grado de deterioro que ha sufrido... y también necesitaremos un lugar en el que poder trabajar.
- Eso ya está dispuesto - dijo el señor Sachi guiándolos fuera del despacho.
Caminaron por pasillos que más parecían pertenecer a un museo que a una casa particular y salieron al jardín trasero de la mansión. Tras los rosales y los arbustos distinguieron un edificio anexo que se comunicaba con un empedrado camino cubierto por un techo de teja cocida y pilares recubiertos de hiedra. Al llegar a al puerta se encontraron con una moderna cerradura digital.
- Solo puede abrirse con esta llave - dijo mostrándoles una llavecita plateada plana y con pequeños orificios - y una combinación de seis dígitos. Solo mi mayordomo y yo podemos abrirla, así que necesitarán recurrir a nosotros para entrar. La verja que rodea el peimetra mide más de tres metros así que no hay forma de saltarla y las únicas verjas tiene casetas con guardas de seguridad las 24 horas.
- Es mucha protección - comentó Shuichi mirando a su alrededor y recordando al paranoico de K.
- En esta casa hay obras valoradas en varios cientos de millones de yenes. Un equipo de seguridad inferior a esto sería insultante - dijo mientras terminaba de introducir la clave y hacía girar la llave. La puerta se abrió al instante y entraron al frío interior -. Como pueden ver, la temperatura y la luz están reguladas para que sean las adecuadas para la conservación de las obras que guardo aquí.
El edificio anexo era tan ostentoso o más que el resto de la mansión. Solo tenía una planta y una pequeña guardilla a la que se subía por una escalera de caracol metálica.
Caminaron hasta lo que debía ser el salón principal, en aquella habitación encontraron un gran ventanal con cortinas blancas, una chimenea lo suficientemente grande como para abarcar media pared y una estantería llena de libros encuadernados en piel y pan de oro. Varias estatuas de mármol y bronce parecían ser las guardianas del lugar. Dejaron atrás el salón y entraron a una galería llena de cuadros de tamaño considerables. Debía de medir veinticinco metros de largo como mínimo y los retratados parecían seguirlos con la mirada como vigilando que los recién llegados no tuvieran malas intenciones.
Finalmente llegaron a unas grandes puertas dobles que se abrieron sin más problemas al ser empujadas por el señor Sachi. Tras ellas encontraron una estancia algo más pequeña: una estantería llena de libros, un par de sillones y una mesita era todo el mobiliario del lugar. Y al contrario que en las demás estancias por las que habían pasado, en aquella habitación solo había un cuadro.
El simple paisaje enmarcado en un ostentoso marco dorado. Pintado en tonos cálidos y suaves, era un típico jardín ingles, con sus macizos de flores, árboles de troncos nudosos y un par de senderos medio ocultos por la maleza. Justo en el centro se distinguía una silueta completamente vestida de blanco, pero pintada con tal sutileza que era imposible distinguir siquiera si se trataba de un hombre o una mujer.
Y sin embargo, Shuichi tenía la baga sensación de que había visto antes aquella figura...
- En esta habitación contigua dispondrán de lo necesario para hacer su trabajo - dijo el señor Sachi, devolviéndolo a la realidad ¿En qué momento se había acercado tanto al cuadro? Sacudió la cabeza hacia los lados y retrocedió para entrar en la puerta que había justo al lado de la estantería.
Tenía todo el aspecto de ser el estudio de un pintor: caballetes, mesa de luz, estantes llenos de pinturas, pinceles, paletas, espátulas, lienzos en blanco, aguarrás, trementina...
- ¿Es aficionado a pintar? - preguntó Watari con curiosidad. Aquel taller tenía pinta de tener varios años.
- Lo era mi difunta esposa - contestó el amo de la casa -. A ambos nos interesaba el mundo del arte, pero yo me contentaba con observarlo. Lo cierto es que tenía mucho talento, sin embargo solo lo tenía como una afición...
- Entiendo...
De pronto el señor Sachi se llevó una mano al pecho y empezó a respirar con dificultad. De no haber sido por Shuichi, hubiera caído al suelo.
- ¿Señor Sachi? - llamó Watari preocupado. Pero el hombre se limito a sacar una pequeña cajita de palta de su bolsillo, abrirla y tomarse dos de las píldoras que había en su interior. Tras unos instantes recuperó la respiración y perdió la palidez de sus mejillas.
- ¿Llamamos a alguien? - preguntó Koe preocupada. El señor Sachi la miró con los ojos llorosos y le sonrió con dulzura.
- No es necesario pequeña... es algo que me pasa constantemente. Mi médico me dio estas pastillas para los ataques. Enseguida estaré bien...
Koe le cogió una mano y la estrechó con delicadeza entre las suyas. El anciano millonario suspiró aliviado al sentir aquel sentimiento de paz que se extendía por sus gastados huesos, como un bálsamo que llegaba hondo y serenaba su atribulada alma.
Una vez el señor Sachi se vio más repuesto los cuatro regresaron a la mansión. En la puerta del jardín se encontraron con el mayordomo.
- Fukuda les acompañará a sus dormitorios para que puedan instalarse - dijo el anfitrión encaminándose a su despacho.
- Debería descansar - dijo Koe observándolo con preocupación. El anciano se limitó a sonreírle.
- No te preocupes pequeña, estaré bien - aseguró, después miró a los restauradores con seriedad -. Espero que puedan empezar a trabajar lo antes posible.
- No se preocupe señor, está en buenas manos - aseguró Watari mientras subían las escaleras escoltados por el mayordomo.
El señor Sachi fue a su despacho y cerró la puerta con las palabras recíen dichas en mente. Más que al cuadro, parecía que el señor Watari se refiriera a él...
Decidió no darle mayor importancia al asunto.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Les habían asignado un dormitorio a cada uno, pero en aquellos momento los tres enviados del Ministerio de los Diez Reyes, se encontraban reunidos en la del pelirrojo.
- ¿Y bien¿Has notado algo? - preguntó Watari tras asegurarse de que todo estuviera bien cerrado.
- En ese cuadro hay algo definitivamente, pero no sabría concretarte que, a penas he podido percibir algo por un momento - dijo Shuichi negando con la cabeza -, como si se ocultara... No se parece en nada a los Devoradotes de Almas que he conocido en lo que llevo de shinigami. No parece tan... autónomo...
- ¿Autónomo?
- No sabría explicártelo, necesito volver a verlo.
- Eso no será problema. Lo que me preocupa es el señor Sachi... - dijo Watari con el ceño fruncido.
- ¿Lo has notado? - más parecía una afirmación que una pregunta.
- Sí...
- Se muere - dijo Koe con la mirada fija en el suelo -. Su alma está muy consumida... no entiendo como ha podido sufrir ese desgaste de forma natural.
- Dudo que sea natural - aseguró Watari - Debemos averiguar que hay en ese cuadro YA, o el señor Sachi pasará a ser una más de sus víctimas.
Continuará...
¡Ey¿Qué tal va el verano? Espero que bien, aunque et semana aquí parece que se haya adelantado el otoño. No he podido ir a la piscina ni un cochino día T.T o hace frío o llueve o hace aire. Agosto es demasiado inestable climáticamente hablando...
Pero bueno... dejemos el tiempo de lado, que esto ya parece la prelícuala de los Vengadores.
Siento mucho no haber actualizado antes, pero es que Neko-chan me tiene casi secuestrada para que la ayude con sus fics de Gravitation y Harry Potter y me corta la inspiración... ¿qué os parece el principio de este nuevo caso? Es que ya llevaban demasiado tiempo inactivos así que algo que hacer no les vendrá mal XD
Muchas gracias por leerme.
Ja ne!
