Capitulo I:

Canuto Desolado:

La ancestral casa de los Black ubicada en el número 12 de Grimmauld place, se caracterizaba por estar habitada por una de las familias de sangre más pura que quedaban en el mundo mágico, algo que tal vez los hacia creer que pertenecían a la realeza.

Todos los Black, se sentían orgullosos de ello, todos menos aquel chico de cabellos oscuros y ojos grises, todos menos Sirius Black.

Las dos primeras semanas de las vacaciones de verano, ya habían terminado y la situación al interior de la casa se tornaba cada vez mas insoportable para Sirius, a quien la sola idea de considerarse superior a los demás por su apellido y de ser tratado como la maldición de la familia, por ser como era, lo irritaba de sobremanera.

La mañana del 14 de julio, el chico se despertó de un sueño intranquilo, había estado en un bosque donde extrañamente aparecían las cabezas de elfo doméstico reducidas por su tía Elladora, Sirius no logró conocerla, pues ella había muerto muchos años antes de su nacimiento, situación que al muchacho no le molestaba en lo absoluto, pues por lo que de ella sabía, no la caía nada bien.

Aún en la cama se desperezó para levantarse, se vistió y bajo las escaleras en dirección a la cocina, donde sentados a la mesa encontró a su mamá y a Regulus, su hermano menor.

-Buenos días- saludo sin muchos ánimos a la vez que se sentaba algo alejado.

Silencio y unas cuantas miradas de reproche de parte de su madre fue todo lo que recibió por respuesta, se acercó un tazón de cereales y comenzó a servirse una tostada, mientras escuchaba como de costumbre los odiosas peroratas de Walburga, su mamá.

-Y es que no puedo creerlo, ya es el segundo premio recibido por servicios al colegio, es mas que evidente que tu si eres digno del apellido Black, siempre nos traes alguna noticia de la cual ponernos orgullosos, todo lo contrario a Sirius, que las únicas noticias que nos trae son los millones de puntos que quitaron por su culpa a Griffindor, sinceramente no logró entender que tan mal hicimos tu padre y yo para criar a un hermano tan inútil como el tuyo- señaló volviendo la cabeza de su hijo menor al mayor.Sirius que llevaba oyendo lo mismo desde el comienzo de las vacaciones no le prestó importancia y siguió engullendo su desayuno en total tranquilidad. Para él ya era rutina que se le comparase en todo con su "excepcional hermano". Walburga continuó:

-Claro, y como eres un alumno modelo no me sorprendería que este año además seas prefecto, no como Sirius, que jamás consiguió honores en su quinto año, y dudo profusamente que en los dos restantes pueda hacer mucho, aunque de todos modos si lograse algo, que gracia tendría viniendo de la peor casa que jamás a tenido Hogwarts, como olvidar la vergüenza que nos hizo pasar, fue una total deshonra cuando nos informaron que un Black había quedado en griffindor- añadió inyectando sus ojos en el chico, que apretó con fuerza la cuchara intentando apaciguar sus ganas de lanzarle el cereal a su madre en la cara.

Aun no satisfecha la mujer siguió con su discurso esta vez alzando un poco mas la voz y mirando con aun mas profundidad a su primer hijo.

-Por lo demás, como si fuese poco, este desconsiderado e irrespetuoso a su estirpe, osa juntarse con mugrientos sangres sucias, pobretones y traidores a la sangre¿o no es así Sirius, estas feliz de reunirte con los imbeciles de tus amigos ¿no, claro y por donde dejas a tu familia te importa un reverendo bledo. Aunque, a decir verdad no me sorprenden tus juntas, después de todo ellos son tan inútiles como lo eres tu.-terminó, dibujando una sonrisa de satisfacción en sus labios.

Sirius apretaba los dientes y los puños con fuerza, tanto así, que la cuchara llegaba a tiritar en su mano derecha, para él, eso había sido todo, la gota que derramo el vaso, llevaba 16 años escuchando las indirectas e insultos de su madre, tenía claro que para si mismo podía soportarlos, pero que se metiera con las personas a las que el mas quería, y las únicas que lo valoraban y apreciaban tal cual era, no lo podría aguantar.

Se levanto de la silla aun conteniéndose de arremeter contra su madre y en tono encolerizado, pero casi en un susurro por la contracción de sus músculos pronunció:

-No se atreva a insultar a mis amigos en mi presencia, ellos valen mil veces mas de lo que alguna vez usted podría siquiera desear, así que piénselo muy bien antes de llegar a pronunciar el nombre de alguno de ellos, pues no se merecen tanta estupidez salida de la boca de una mujer tan…. De una mujer como usted- finalizó y abandonó la estancia con gran rapidez dejando en la cocina atónitos tanto a Walburga como a Regulus.

Subió las escaleras y caminó los enormes pasillos a gran velocidad, le palpitaban las sienes y tenía los puños tan apretados que casi se hacia daño, llego a su habitación y azotó la puerta con todas sus fuerzas.

El chico recorrió su cuarto con la mirada, era pequeño, en comparación al resto, y carente de todas las comodidades de las que gozaban los demás, esa era otra de las humillantes formas en que su familia le demostraba todo su desprecio. Empacó su baúl del colegio, un cofre de madera grabado con la letras S y B, que había adquirido en su primer año, guardando en él todas sus pertenencias, no tardó mucho, debido a las pocas que tenía, lanzó el baúl con cuidado por la ventana y se disponía a bajar por aquella enorme haya, que se encontraba al borde, única testigo de sus tantas escapatorias, cuando de pronto recordó a sus amigos, y lo decepcionados que estarían de él si no realizaba una travesura antes de marcharse. Meditó un momento hasta que dio, por fin, con la broma perfecta.

Tomo todos los fuegos artificiales y bombas fétidas que poseía y se dirigió raudo a la habitación de Regulus. La perfecta habitación de su hermano, tan perfecta como lo era él, estaba pintada de verde y al igual que el resto de la casa se iba a convertir en minutos en una ruina.

Puso todos los fuegos artificiales en lugares estratégicos para que cuando su "querido" hermano entrase se activarán, y si tenía suerte tal vez uno le caería en el ojo. Lanzó todas las bombas fétidas para que el olor atrajera la atención de Regulus, aunque no pudo evitar pensar que era mucho mas probable que aquel olor fuese mucho mas atrayente para su amigo Peter, rió con ganas ante la ocurrencia. Aun con una sonrisa, salió del cuarto, corrió al suyo y bajó por el árbol con una destreza solo digna de él. El pelinegro tomó su baúl y se dirigió a la acera, sacó su varita y la mantuvo en alto, segundos después el autobús noctámbulo paro en seco abriéndole las puertas, invitándole a pasar, le lanzó el equipaje a un tímido chico que se encontraba en el interior y le dijo:

-Esperen tan solo 5 segundos, quiero darme un gusto. El chico le miró extrañado, pero al ver la sonrisa que mantenía Sirius no le quedó otra cosa mas que acceder.

-5…4…3-Contaba Sirius con una mueca de suficiencia en el rostro-2…1…

-AAAAAAAAAAAH!- Se escuchó un grito a lo lejos, seguido por un montón de insultos, todos en su nombre.

-Música para mis oídos-dijo en un suspiro el moreno- Al valle de Godric por favor-añadió mientras subía al autobús y le pasaba 10 sickles al muchacho..

El autobús no tardó mas de 5 minutos en llegar al valle, ya estaba acostumbrado a viajar en él, pues su familia no lo consideraba digno de un Black, y ese simple hecho de desaprobación, lo hacia perfecto para él, la oveja mas negra de toda su bendita estirpe.

Tomó su baúl, y salió del bus, el cual desapareció de inmediato, sabía exactamente donde buscar, su amigo le había dado tantas veces la dirección de su casa para que lo visitara que se la había aprendido de memoria, al escapar de su repugnante casa, en lo primero que pensó fue en él. Había ido un par de veces a su hogar, así que sabía donde dirigirse, lo cual hizo de inmediato.

Tocó la puerta y esperó unos segundos, tras los cuales salió de la casa, un chico de gafas y pelo azabache totalmente desordenado, era James Potter

-¿Sirius?-dijo el chico desconcertado.

-Así es James¿Qué no me ves¿O a caso tus gafas perdieron aumento?- le espetó Sirius con su característica sonrisa

-¿Que haces aquí?-preguntó James sonriendo, pero atontado a la vez.

-Me vengo a vivir contigo- dijo Sirius, James solo atinó a abrazarlo y a sonreír con aun mas ganas.

Ambos entraron a la casa animados y conversando. Por lo visto, para los chicos, estas serían las mejores vacaciones, de todas.