Capitulo 6: El regalo de Dumbledore.

Aquel domingo era día de visita a Hogsmeade y Ron se había ocupado de despertar a su amigo demasiado temprano para un fin de semana. Después de hacérselo notar con una mirada fulminante Harry se desperezó exageradamente y marchó hacia el baño. Como Ron ya estaba preparado quedó en esperarlo en la sala común. Cuando hubo terminado de asearse bajó a la sala para reunirse con sus amigos. Hermione y Ginny mantenían una conversación, al parecer, muy divertida. A Harry le alegró ver que se había reconciliado, y se dispusieron todos juntos a bajar a desayunar. Ron y Harry iban hablando del próximo partido de Quidditch que disputarían, Gryffindor contra Ravenclaw. Un poco más retrasadas, Hermione daba consejos a Ginny sobre como comportarse con el chico que la había citado en Hogsmeade, y también le prometía mantener a Ron apartado de la cafetería donde se iban a encontrar.

Harry iba tan enfrascado contándole a Ron la táctica que había planeado para el partido, que no se dio cuenta de que se iba a colisionar con alguien hasta que era demasiado tarde.

- ¡Apártate de mí cara rajada!- le ordenó Draco antes de que Harry pudiera disculparse, en el fondo le alegró que lo interrumpiera porque la disculpa iba a salir de sus labios como un acto reflejo, en ningún caso porque realmente lo sintiera.

- ¡Ten más cuidado Malfoy!- le contestó reanudando la marcha hacia la mesa de Gryffindor. Habían comenzado de nuevo la charla cuando sintieron de nuevo la desagradable voz de Malfoy.

- Vaya, parece que la sangre sucia ha regresado a las malas compañías – Draco cercaba a Hermione separándola de Ginny.

- ¡Déjala en paz! – Ginny intentaba deshacerse de Crabble y Goyle que le impedían el paso.

- Estúpidos guardaespaldas, ¡no pongáis un dedo encima a mi hermana!. Y tu, Malfoy, deja a Hermione en paz- las pocas personas que habían en el comedor a esas horas permanecían en un absoluto silencio observando la escena.

- ¿Crees que vamos a aceptar órdenes de un pobretón como tu, Wesley? – Draco disfrutaba con aquella situación, y aquella sonrisa estaba empezando a sacar de sus casillas al pelirrojo. Harry se aproximo para tratar de resolver la situación sin perjuicio para nadie.

- ¡Suelte a la señorita Granger, Draco Malfoy!. ¿O acaso también rehúsa aceptar mis órdenes?- desde algún lugar había surgido la figura de la profesora McGonagall que miraba a Draco con ojos encendidos – y vosotros dos, más os vale dejar pasar a la señorita Wesley.

Ron le dedicó una sonrisa a Draco mientras tendía una mano a su hermana. El pálido rostro del Slytherin se encendió de ira. Hermione se desembarazó de sus manos y se colocó junto a Harry para disfrutar de la reprimenda que estaban a punto de recibir sus eternos enemigos.

- Sesenta puntos menos para Slytherin, veinte por cabeza. Además, hoy no visitarán Hogsmeade, pueden aprovecharlo para estudiar. –dirigió una mirada escéptica hacia Crabble y Goyle, luego dio un respingo y se marchó.

- Vaya, vaya… - Ron no pudo continuar, la mano de Hermione lo empujaba bruscamente hacia la mesa de Gryffindor. Harry suspiró aliviado y antes de dirigirse a la mesa se despidió de Draco agitando la mano levemente. Este murmuró algo ininteligible.

Ron parecía haber recuperado el apetito, pues cuando todos habían terminado el aún seguía comiendo. Todos lo miraban como hipnotizados, preguntándose como se podía comer tanto sin enfermar.

-Bueno, yo me voy –dijo Ginny alegremente mientras se levantaba. Harry pudo observar que antes de irse le picó un ojo e Hermione, y que esta le respondió levantando el pulgar. Cuando Ginny se hubo alejado bastante volvió a hablar.

- ¿Cuándo piensas hacerle esa visita a Dumbledore?- le pregunto una muy interesada Hermione.

- Pensaba dejarlo para mañana, ya sabes, hoy es día de descanso.- se excusó Harry, a quien no le apetecía en esos momentos pensar en los extraños sueños que sufría últimamente.

- Ah no, Harry Potter, irás hoy mismo – Ron comenzó a carcajear con mucha dificultad pues tenía la boca llena.

- Te pfarefces a mi mafdre – sin querer se atragantó y Harry, con gesto de resignación, tuvo que darle golpes en la espalda hasta que recobró su color natural.

- Yo también pienso que no deberías dejarlo para mañana Harry – vaya momento había elegido Ron para estar de acuerdo con Hermione. – Es mejor que Dumbledore lo sepa cuanto antes.

Harry no tuvo más remedio que aceptar el consejo de sus amigos a regañadientes, y los dejó aún el comedor discutiendo, pues Hermione le había regañado a Ron por comer tanto. Hizo el recorrido hasta el despacho del director como guiado por una mano invisible, cuando se encontró delante de la gárgola que lo custodiaba se sorprendió de haber llegado tan rápidamente.

-Mmmm, vamos a ver. La contraseña, si no la han cambiado después de las navidades es… Macedonia de frutas – la gárgola asintió, le mostró una sonrisa a Harry (ya eran como viejos amigos) y le abrió el paso. Harry comenzó a subir las escaleras de caracol hacia el despacho de Dumbledore, cuando llegó a la puerta tocó.

-¡Adelante!- dijo la voz del director desde dentro. – Harry abrió casi a regañadientes, por un momento había tenido la esperanza de que no se encontrara en esos momentos, podía haber bajado a desayunar.

- Hola señor – lo saludó el muchacho. El anciano dirigente del colegio estaba sentado en su escritorio rodeado de viejos pergaminos. Parecía que andaba buscando algo, muy afanosamente sin resultados satisfactorios. Después de que Harry pasara y cerrara la puerta tras de sí aún tardó un rato en cesar su labor y mirar al muchacho. Cuando lo hizo Harry habló de nuevo.  – Venía a pedirle consejo, si no está muy ocupado, por supuesto.

- Harry, que feliz me hace tu visita- los ojos del anciano se llenaron de pequeñas arruguitas, y extendió un brazo indicándole a Harry que tomara asiento –Hace tanto tiempo que no hablamos, después de los terribles sucesos acontecidos. – la sonrisa se desvaneció, y sus ojos observaron a Harry con preocupación y a la vez melancolía.

- Bueno yo, con todo el respeto prefiero no hablar de eso – el joven Gryffindor hizo todo el esfuerzo posible para que su cara no expresara lo que realmente estaba sintiendo.

- Los jóvenes no queréis mostrar vuestras debilidades, preferís ignorar aquello que os hiere. Pero solo los sabios saben que para poder dejar atrás el pasado hay que enfrentarse a él. – y diciendo esto se levantó y se aproximó a la ventana.

 Siguieron unos minutos de silencio en los que Harry no se atrevía a hablar y Dumbledore no parecía dispuesto a hacerlo. El joven alargó la mano para alcanzar a acariciar a Fawkes, que hasta el momento descansaba con la cabeza metida bajo un ala. La bella ave frotó su cabeza contra la mano de Harry, devolviéndole la caricia. Paseó la mirada distraídamente por los cuadros de la pared, y sintió que se le encogía el corazón cuando divisó en uno de ellos una cara conocida, era Phineas Nigellus. Recordó su estancia en Grimmauld Place, cuando su padrino aun vivía. Dumbledore pareció percibir su estado de agitación y habló.

-La Orden sigue trabajando, Harry. Has de saber que tu padrino dejó todo arreglado para que el cuartel general continuara siéndolo si algo le pasaba –el joven parecía ignorar las palabras del anciano, pero estas le calaban muy hondo a su pesar- Ahora trabajamos conjuntamente con el ministerio y estamos tras la pista de los mortífagos que…

- ¡Basta!- lágrimas de impotencia surcaban el rostro del muchacho – Vine a decirle que sigo teniendo esas visiones, que las clases de Snape no sirvieron de nada y que aún puedo percibir los cambios de humor de Voldemort.

Dumbledore lo miró largamente, era como si a aquel veterano mago nada le perturbara. A Harry le pareció que podía leerle el pensamiento y retiró su mirada de los ojos del director. Éste regresó a su asiento y continuó con la mirada fija en Harry hasta que el Gryffindor decidió devolvérsela y entonces los ojos del anciano se tornaron comprensivos.

- En ese caso es preciso actuar lo antes posible – pronunció calmadamente.- El lunes después de clase quiero que vengas a verme y comenzaremos con las clases de oclumancia, esta vez me haré cargo en persona. –Harry no pudo evitar soltar un suspiro de alivio.

- Esta bien, señor- dijo levantándose de su asiento y resuelto a despedirse.

- Espera un momento- lo retuvo Dumbledore- Antes de que te vayas quiero hacerte un regalo, creo que te será muy útil. – diciendo esto se levantó y caminó hacia un baúl que había en un rincón del despacho, lo abrió con lo que parecía una contraseña mágica que Harry no entendió y saco de el ¡un pensadero!. Se lo tendió al muchacho que lo miraba con cara asombrada.

-Pero, profesor…

- No pasa nada Harry, considéralo un material para nuestras clases. Cuando vengas el lunes quiero que dejes en el pensadero los recuerdos que más te atormenten. Será mejor empezar así.- miró satisfecho la cara del joven- Ya sabes, solo tienes que acercar la varita a la sien, y pensar en lo que quieres sacar.

- Esta bien, así lo haré, muchas gracias.

-¡Ah, Harry!- las últimas palabras de Dumbledore lo hicieron volverse antes de cerrar la puerta del despacho- De sobra sabes que si lo dejas por ahí cualquiera puede hurgar en su contenido. – las mejillas del Gryffindor se sonrojaron, hizo un gesto de asentimiento y desapareció tras la puerta.

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Se dirigió a la sala hacia la sala común, con el pensadero en sus manos, observándolo curiosamente y deseando estrenarlo. Llegó al cuadro de la señora gorda. Tras decir la contraseña el cuadro dejó paso a la sala común de Gryffindor. En una mesa estaban Hermione y Ron jugando al ajedrez mágico, la chica tenía expresión de estar devanándose los sesos para decidir su próximo movimiento. Por el contrario Ron parecía divertido, como si ya lo tuviera todo calculado en su mente. Harry se acercó a ellos.

- Hola Harry, ¿que tal te fue con Dumbledore?- Hermione salió de su ensimismamiento y también miró al chico, asombrándose al ver lo que este portaba en sus manos.

-¿Qué haces con ese pensadero? No se lo habrás robado a Dumbledore – le dirigió una mirada de regaño, como si esperara lo peor de su amigo.

- Claro que no- se defendió el muchacho- Me lo ha regalado Dumbledore, para que lo use antes de las clases de oclumancia.

Ron le dirigió a Harry una mirada de asombro. Posó su mirada largamente sobre el objeto que sostenía Harry observándolo primero con incredulidad y luego con curiosidad.

- ¿Sabes que ningún chico de nuestra edad tiene uno de esos?- le dijo con admiración.

- Si, claro que Harry es un caso excepcional –la Gryffindor le guiñó un ojo a su amigo- Si Dumbledore se lo dio entonces está bien.

- Bueno, voy a dejarlo en la habitación y nos vamos a Hogsmeade ¿vale? – Harry subió las escaleras que conducían al cuarto de los alumnos de sexto curso. Parecía que ya todos se habían marchado al pueblo porque el cuarto estaba completamente vacío. Introdujo cuidadosamente su nueva y preciada posesión en su baúl, se intentó arreglar un poco el pelo y luego desistió dejándolo como siempre estaba, revuelto. Bajó de nuevo a la sala común para emprender la marcha hacia Hogsmeade junto a sus dos mejores amigos.

Cuando llegaron al pueblo Hermione se separó de los dos con la excusa de que tenía que comprar un par de cosas, y prefería ir sola. Harry y Ron se miraron extrañados, normalmente eran ellos los que declinaban ir de compras con ella porque pasaba largos ratos mirando los libros, y siempre quedaban en esperarla en las tres escobas.

Cuando entraron en el local había un gran bullicio, casi todos eran alumnos de Hogwarts. En una de las mesas del fondo estaba sentado Dean Thomas y Seamus Finnigan, que les hicieron señas cuando los vieron entrar. Harry y Ron caminaron hasta su mesa y se sentaron después de haber pedido a Rosmerta dos cervezas de mantequilla.

- ¿Qué tal chicos?- preguntó Dean- Nos hemos enterado del incidente de esta mañana con el hurón.

- Ah, eso- Harry no pudo reprimir una sonrisa al recordar que Malfoy se había quedado sin poder visitar el pueblo – Ese estúpido de Malfoy que siempre anda buscándonos problemas.

- Si, pero McGonagall lo puso en su sitio. A veces siento ganas de besar a esa mujer.- todos miraron a Ron sorprendidos ante el comentario. Este se empezó a poner rojo y luego cambió de tema.- ¿Qué tal lleváis la redacción que mandó Sprout?

Ninguno de sus compañeros respondió a la pregunta de Ron, estaban muy ocupados riéndose de la cara que le había quedado a este. Rosmerta les trajo las cervezas. Cuando acabaron de reírse del pelirrojo, al que no le hizo ninguna gracia la broma comenzaron una animada charla sobre quidditch. Dean y Seamus preguntaban a Harry y Ron sobre el estado del equipo de Gryffindor y los nuevos integrantes. Ellos respondían con mucho gusto a sus preguntas, pues era un tema que les apasionaba y desde que habían nombrado a Harry capitán del equipo de su casa se lo tomaba aún más en serio, si eso era posible. Cuando Ron estaba explicando como en el último entrenamiento había logrado llevar a cabo el Doble Eight Loop, se acercó a su mesa Ginny muy agitada. Todos se quedaron mirándola sin disimular su asombro, ella se había dejado caer sobre la mesa al borde de la asfixia.

- ¿Qué te pasa Ginny? – preguntó Ron muy preocupado la ver la cara de su hermana.

-Es Hermione, Ron sal fuera rápido. –pronunció entre jadeos la pelirroja.

Harry y Ron se levantaron como un rayo y salieron del local empujando a todo el que encontraron por en medio.

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            Espero que os guste este capitulo, se que a lo mejor no son todo lo interesante que esperáis pero en el futuro viene  bastante acción, así que sed pacientes. No tardo mucho en actualizar. Ya puedo aceptar reviews anónimos así que no tenéis excusas. GRACIAS A TODOS  X LEERLO. Manden reviews, aunque sean criticas (constructivas please )