NdYune-o: Hola de nuevo! Gracias a los que me leyeron el capítulo anterior, me bajaron todos los ánimos de seguir escribiendo, así que aquí estoy n...n En fin, aquí va el cap.2

Disclaimer: Como ustedes han de saber, los personajes no son míos (al menos de momento), son de Nobuhiro-sensei, que cada día está más y más tembloroso, esperando la hora en que lleguemos nosotras sus fans a quitárselos... :Mwahahahaha:

Semana uno II

-Día cinco-

Yukishiro Tomoe miró el reloj: las 4 de la mañana y su Ken aún no volvía. No se le ocurría qué podría estar haciendo. Suspiró, intentando calmarse a sí misma, y llenándose de pensamientos positivos: "Es cierto, están en la fiesta aún. Shinomori-san y los demás están con él, no te preocupes, Tomoe, está bien..."

De repente, se sintió el chirrido característico de la puerta, y los pasos de su prometido que ella bien conocía comenzaron a acercarse a su cuarto. Sin embargo, esos pasos estaban notablemente más desairados en esta ocasión. ¿Qué le había pasado a su Ken?

-¿Kenshin? -Tomoe se asomó al pasillo por el umbral de su puerta, y vio a su prometido que caminaba cabizbajo, arrastrando los pies y con un rostro inexpresivo.- ¿Te pasa algo, Ken-chan?

Él se dio cuenta de que había vuelto a casa por alguna fuerza del subconsciente, porque después de lo vivido en el burdel Big Red Bunny no recordaba siquiera el haber salido del lugar. Su mente estaba demasiado envuelta en lo que había pasado.

-Eh... no, no es nada. Acabo de salir de la fiesta y estoy algo cansado. Me voy a dormir.

-Oh... está bien. -Tomoe vio cómo su novio entró en la pieza y se lanzó en la cama, dejándose llevar por la ley de gravedad. Ella lo miró unos instantes... No. No podía ser. Kenshin no sería capaz de ocultarle algo importante.

-Día seis-

Aaah... aún no puedo creerlo. Vaya, vaya, vaya, con que el gran Señor Correcto resultó tener la máscara bien puesta... ¡Y fui yo quien se la quitó! Esto sí se llama tener suerte. Ojalá pudiera contárselo a alguien, pero supuestamente no puedo o el acuerdo queda roto. Hmph... Y pensar que también había podido engañarme a mí.

Kaoru se levantó de su cama. No había podido dejar de pensar en eso en toda la noche, pero no se sentía cansada. Glorioso sábado: hoy entraba tarde, así que tenía la mañana entera para relajarse un poco, por lo que la luz solar que le daba en la cara era especialmente recibida. Lamentablemente, la noche anterior había acordado con el cantante juntarse en el parque a las 10:00 de la mañana, para discutir algunos asuntos. O más bien, para que ella le encomendara un par de cositas que le estaban haciendo falta. Soltó una risita silenciosa, e hizo memoria de la noche anterior:

-Pero miren nada más quién está aquí. ¿Pero si no es el Señor Correcto, modelo de la buena vivencia, etc., etc.? Ooooh, tal parece que alguien oculta algo...

-Ka... Ka... Kamiya-san...!

-Jajajaja ¿Desde cuándo tan formal? Recién mostraba usted una gran capacidad de diálogo...

-...Yo...

Kenshin aún no podía articular bien las palabras, puesto que aún no podía cerrar del todo la boca ante el asombro. "¿Qué puedo hacer? Ésta maldita perra podría arruinar mi carrera! Debo idear algo!" Kenshin repetía esto una y otra vez en su cabeza, donde reinaba el pánico. Pero luego se dio cuenta: No era solamente él quien ocultaba algo.

-Kamiya-san, usted no tiene demasiado de qué hablar, que digamos. No soy el único hipócrita aquí ¿No cree?

-¿De qué habla?

-Me refiero a Enishi, mi cuñado. Estoy seguro de que le encantaría saber a qué se dedica realmente su novia... La comunicación es lo primero en una relación, lo sabe ¿verdad?

Kaoru abrió los ojos de par en par. No había pensado en eso. Hubo unos minutos de silencio, y Kenshin sonreía, victorioso. Entonces, ella soltó una fuerte carcajada.

-¡JA! Perdóneme si me equivoco, Himura-san, pero algo me dice que la situación en que me encuentro yo difiere bastante en la que se encuentra usted: Es decir, ok, si mi novio se entera no me querrá más, pero ¿y? Hay muchos peces en el mar! O por último idearía la fórmula para reconquistarlo. Eeeen cambio, si alguien se entera de que el modelo de persona se encontraba en un burdel y que más encima agredió a la prostituta y la amenazó si decía algo, no solo su novia lo dejaría y se acabaría la pareja del millón de dólares, si no que su reputación quedaría manchada de por vida aún si se absolviera de los cargos. ¿Quién querría tener como auspiciador el rostro de un hombre acusado de salvajismo y perversión?

Kenshin se dio cuenta de que ella podría inventar cualquier cosa ajena a lo que había ocurrido, y era muy posible que tuviera a todos en contra suya, por que una mujer indefensa perdía ante un hombre pervertido con testigos que lo vieron entrar al burdel junto con su compañero Hiko. Apretó los dientes y un sudor frío corrió por su frente hacia abajo.

-¿Cuánto quieres? -Logró articular. Kaoru sonrió aún más complacida.

-Tengo algo más interesante en mente, a decir verdad.

Kenshin la miró con sospecha. No le olía bien, y además, no le creía eso de que no quería dinero. "Todas las mujeres tienen precio, pues sólo te miran el bolsillo y la billetera. Tomoe es obvio que también lo hace, sólo se encariñó un poco conmigo."

-Sólo dime qué quieres, zorra.

-Hey, hey! Nada de insultos, para empezar. Aquí la que manda soy yo. Bien, quiero que nos veamos en la plaza mañana a las 10:00. Ni un minuto antes, ni uno después.

-Pero... -Kenshin vaciló. ¿Y si los veían juntos? Esta prostituta le había salido más cara de lo que imaginaba. Era la primera vez que una le pedía algo, para empezar. "Todas las demás caían a mis pies tan solo entraba al cuarto..." Rayos. Tendría que suspender más de una entrevista por culpa de esa cerda -Está bien, iré. ¡Pero ni una palabra! o Enishi también se entera.

-Sí, sí, ya lo sé, aunque te dije que eso me tiene sin cuidado, porque quien más pierde eres tú.

-Ya cállate. Me largo, perr...

-Cómo dices? -Lo interrumpió Kaoru, aún sonriendo con picardía- Mi nombre es Kaoru-dono, para ti.

Kenshin apretó aún más los dientes.

-Me voy, Ka... Kaoru-dono.

Kenshin se fue dando un enorme portazo y esperó un par de horas para irse, pues había venido en el auto de Hiko. No articuló palabra en todo el trayecto. Hiko pensó que era por la impresión, pues él pensaba que ésta había sido su primera vez con una mujer.

Kaoru volvió a soltar una risa interna al acordarse. Eran ya las 9:15, así que debía alistarse y ver cómo estaban sus hermanas, pues Misao la había ayudado con ellas todo este tiempo, y hoy debía ir a trabajar temprano. Sólo a ella le confiaba su secreto. Ayame y Suzume corrían por el piso de tierra de la casa, que las gotas de lluvia coladas por el desdeñado techo repleto de hoyos pequeños convertían en barro. Miró a su alrededor y vio que Gensai se vendaba una mano, con vendajes de sangre seca a su alrededor. Hace algunos días se había quebrado el vidrio por un accidente, y su mano resultó herida. Habían tenido que tapar la ventana con mástil adhesivo, lo que aumentó la preocupación de Kaoru por la situación de su casa. Aún así, suspiró sonriente: Todo cambiaría a partir de ahora.

-Kaoru-chan ¿de nuevo a la venta de cosméticos? -Preguntó Gensai inocentemente a su ahijada.

-Eeh... sí, sí, hoy también me tocó de mañana. ¡Tengo la impresión de que esta nueva clienta va a traer buenas ganancias! -Mintió Kaoru, y se sintió horrible. -¿Puede encargarse de la comida, padrino? Debo irme temprano... Volveré con una visita.

-Claro, hijita, no te preocupes.

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Los ojos esmeraldas de la chica observaron al blanco a través de su cámara, y sus manos se prepararon para disparar.

:Click:

Era imposible imaginar la felicidad que fluía por el cuerpo de la muchacha, pues esas eran tomas que no conseguía cualquiera y le darían de seguro un excelente precio por ellas. Su jefe era muy exigente, por lo que ella también debía serlo, y siempre estaba dispuesta a hacer lo que sea por conseguir escenas jugosas, que siempre lograba captar tanto con su filmadora como con su cámara fotográfica.

Los artistas iban saliendo uno en uno del hotel, algunos se daban besos con los empleados, y eso era algo que Misao Makimachi, catalogada como paparazzi Nº 1, TENÍA QUE captar con sus máquinas. Aún era algo desconocido el cómo hacía Makimachi para conseguir tomas excelentemente enfocadas y de la mejor calidad con su filmadora, fotografías con la mejor resolución y en el momento preciso en que ocurría lo bueno, y no ser descubierta al mismo tiempo. Era el centro de admiración de su trabajo, y nunca nadie había visto la identidad de M2, la responsable de las fotos que habían arruinado la carrera de muchos o levantado los rumores más ardientes.

-No se ve nada...

Misao se acercó lentamente al rincón del hotel en medio de un pasadizo con sus cosas, puesto que ahora iban saliendo los integrantes de las bandas más reconocidas de Japón (por no dejar afuera a ninguna, no voy a nombrar cuales... ejem,ejem,malicemizer,ejem...). Se mantenía alerta, agachada en el suelo por si ocurría algo interesante, y se encontraba sumida en su mundo, sin despegar los ojos de la entrada del edificio, por lo que no sintió el rugido del enorme perro que se acercaba atrás suyo más y más, con los dientes listos para morder lo que fuera.

De repente, Misao se vio a sí misma tirada en el suelo, con la bestia encima ladrándole con salvajismo. Lo primero que pensó fue en gritar, pero si alguien la veía sabría lo que estaba haciendo, así que como pudo intentó forcejear con el perro golpeándolo inconscientemente con su cámara, la cual tomó el animal y arrojó con sus dientes. Ella entró en pánico. El animal la miraba y ladraba enseñándole los dientes, y era seguro de que pronto los ocuparía, así que en su desesperación se encogió en posición fetal, cubriéndose la cabeza con los brazos y esperando lo peor.

Fue entonces cuando sintió que alguien apartó al perro de sí. Fue muy rápido, y pensó en quién era el que había podido sacar sin dificultad semejante bestia. Abrió los ojos para ver al luchador, y en contradicción sólo vio a un hombre muy alto que empujaba suavemente al animal al fondo del pasadizo, y le decía palabras para apaciguarlo con una voz muy dulce. Llevaba lentes oscuros, un sombrero y una bufanda gigante, por lo que a penas se podía distinguir su rostro. Lo único que Misao pudo ver con claridad fueron sus cortos cabellos negros.

-¿Estás bien? -Le preguntó el hombre.

-Eh... sí... gracias... ¡AAAAH! Mi cámara! Mis fotos! No puede seeeeer!

-Cuánto lo siento... Mike no lo hizo con la intención.

-Es su perro? Pues tendrá que reponer mi cámara! Sabe cuánto tuve que ahorrar para conseguirla? Y ni hablar de las fotos que perdí! Noooo perdí una fortuna con todo esto Y USTED TENDRÁ QUE PAGARLA! Y no me venga con que no tiene dinero, porque...!

El joven escuchaba cómo la chica continuaba gritándole, asombrado ante la vitalidad que podría tener una joven de su edad después de ser atacada por un perro. Rió quedito, divertido ante la importancia que le daba la gente normal a pequeñas cosas como una cámara profesional, y le agradó el brillo en los ojos de la joven.

-¿Desearía tomar un café como disculpa?

-Un café? Cuarenta cafés tendrían que ser!

-Hecho.

-¿Eh?

-Cuarenta cafés y la deuda queda resuelta.

-... -La chica pensó unos instantes en con qué clase de tío se había topado, pero decidió seguirle el juego. -Está bien. Cuarenta cafés, pero que sean del Café Merveilles, y con un gran pastel de chocolate con guindas en cada uno, además de la especialidad del menú.

-Por mí está bien -Dijo él, con una naturalidad alarmante y una sonrisa.

-¿Eh...? -"¿Qué se trae este tío?" pensaba Misao, sacando la cuenta de cuánto costaba todo eso (Puesto que Café Merveilles era el café-restaurante más lujoso y costoso de la ciudad) y cómo rayos haría para metérselo en el estómago. Pero no dejaría que él la viera dar marcha atrás, de todas formas, un hombre con su aspecto jamás podría pagar algo así, por lo que lo tomó del gancho y dijo: -Bueno, pues vamos, que tengo hambre.

Veinte minutos más tarde, Misao se encontraba mirando boquiabierta adentro del Café Merveilles, caminando entre alfombras apelmazadas y viendo la cantidad de gente elegante que ahí había. Todos miraban a la pareja por la ropa casual de ella y por el aspecto de vagabundo de él, mientras hacían gestos de desprecio al estar todos ellos; los ricos; con trajes, vestidos caros y smokings.

El hombre hizo que se sentaran en una mesa en el centro del lugar a propósito, para que todos los vieran. Conversaron por largo rato mientras comían el pastel, y eran casi los únicos del lugar que reían a toda boca.

-¿Así que eres fotógrafa, Makimachi-san? -Preguntó el hombre, apuntando a la cámara rota de Misao.

-Pues... algo así. Soy fotógrafa-filmadora de estrellas en momentos embarazosos.

-Paparazzi?

-Este... jejejeje... se podría decir que sí. ¡Y la mejor! A mí no se me escapa ninguna.

-Así que estabas espiando a las bandas cuando te encontré. Qué bueno que te interrumpió el perro.

-Oye, oye ¿qué tienes en contra de la fotografía artística?

-Eso es un arte?

-Es el arte de espiar ¿ok? -El joven se rió. Misao notó que tenía una hermosa sonrisa. Ella también sonrió, pues se sentía muy cómoda al conversar con el extraño. -Por cierto, aún no me dices tu nombre.

-Eehhh... -El hombre vaciló por unos instantes- ¿Me dejas ver tus cámaras?

-Y para qué? -Dijo ella, sacándolas desconfiadamente de su bolso.

-Quiero ver algo. -Misao se las pasó y el hombre las guardó en su abrigo. Misao se alarmó.

-Eh ¿Qué haces? Devuélveme mis cosas!

Misao se puso de pie frente a la mesa, estirando los brazos para quitarle las cosas al hombre al ver que éste estaba sacándole las baterías. Luego de devolverle las cámaras descargadas, dijo:

-Mi nombre es Shinomori Aoshi, pero se me conoce más como Ice Man (nick proporcionado por ustedes XD).

Misao hizo un gesto de incredibilidad. Ni que fuera tan tonta como para tragarse esa.

-Siii, o sea que eres el del Angel's Grave ¿eh?

-El mismo. -En tanto dijo eso, el hombre se levantó y comenzó a alejarse.

-¿Acaso crees que te voy a creer esa, mentiroso? -Dijo ella, agarrándolo de un brazo.

En tanto hizo esto, el hombre, de espaldas a ella, se sacó los lentes y la bufanda, y se dio la vuelta. Misao quedó con los ojos abiertos de par en par, y asimismo su boca no podía cerrarse. El hombre volvió a cubrirse el rostro, sonriendo.

-Nos vemos mañana donde nos conocimos, Makimachi-san, como a eso de las... seis pm.

Las cámaras se resbalaron de los dedos de Misao, cayendo al piso.

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Kaoru volvió a mirar su reloj: las diez con cinco minutos. Más le valía al pelirrojo que llegara pronto, pues la paciencia no era la mejor virtud de la prostituta. Miró a ambos lados de su lugar de encuentro, buscando alguna cabeza roja caminante, pero nada. Resopló enfadada y dio media vuelta para ir a su casa, cuando sintió que alguien la tomaba del brazo. Kaoru se volteó, quedando frente a frente con un hombre de pelo negro y crespo disparado a lo rasta, labios pintados alborotadamente, ropa hawaiana y unos pantalones cortos muy coloridos y anchos que parecían de payaso. Por unos instantes le hizo pensar en su jefe: Tooru-sama.

-Me retrasé un poco -Dijo el hombre con gran fastidio y una mirada de odio.

Kaoru en ese momento se dio cuenta, por el tono de la voz, de que aquel hombre no era nada más ni nada menos que Kenshin, con algún traje de animador de cumpleaños tropical. Se quedó mirándolo pasmada por unos instantes... para luego romper en estruendosas y prolongadas carcajadas.

-Jajajajajajaja! E... eres tú? Jajajaja! -Kenshin se sonrojó fastidiado. Mataría a Chô por ésto. -Déjame decirte, Battou-chan, que el cambio te favoreció bastantejejejeje...¡JAJAJAJAJAJAJAJA!

-Ya basta, zorr... Kaoru-dono. Sólo dime qué es lo que quieres.

-Bueno, acompáñame. Pero antes, quítate esa ropa, me avergüenzas.

-No quiero que me vean contigo ni loco. No creas que te subiré el status.

Kaoru frunció el ceño, entre enfadada y extrañada. El tipo era más desconfiado de lo que ella pensaba. Nunca hubiera creído que fuera tan víctima de la farándula.

-Qué te hace pensar que me importa el status que pudiera darme alguien como tú?

-Jeh, no te hagas la tonta. Bueno, como sea ¿Dónde me cambio? pero tengo que conseguir alguna bufanda para la cara.

-Qué tal en el baño público de la plaza?

-Baño público? Preferiría morir cien veces a recibir papel higiénico de una vieja sucia.

-Se gana la vida con esfuerzo, Battousai. -Replicó Kaoru, fastidiada. Quizás con qué ojos la miraba a ella por ser prostituta. -No todos tienen dinero como tú.

-Se lo merece por fea, sucia e ignorante. ¡Sería espeluznante ver a alguien así en una entrega de premios! Deberían desterrarlos a todos, digo yo.

-Cómo puedes decir eso y ser la cara de los centros caritativos al mismo tiempo? -Exclamó Kaoru, incrédula ante la hipocresía de aquel ser que se hacía llamar hombre.

-Oye ¿Cómo crees que he obtenido mi imagen? No es algo que se consiga fácilmente!

Kaoru dio un suspiro. El tipo era raro, eso era un hecho. En cierta forma estaba admirada de la forma en que el Sr. Correcto había engañado a todos, y sintió que tenían eso en común. Se sintió aliviada de no ser la persona más hipócrita del planeta, y hasta sintió simpatía por el cantante que caminaba con la frente en alto al lado suyo. Se rió un poco, divertida, y le hizo una zancadilla que provocó que se estrellara con el césped y el barro, arruinando sus ropas de por sí arruinadas en diseño.

-Qué te pasa? -Dijo levantándose, embarrado.

-Ups! Lo siento, jejeje. Vamos a ir a mi casa ahora, Ahí aprovechas para cambiarte de ropa. -Kaoru tenía pensado esto desde el principio. Tenía que ver con su plan, sin embargo Battousai la miró extrañado y sarcásticamente sonriente, como si hubiera ganado una apuesta vergonzosa. -¿Por qué me miras así, estúpido?

-JA! Yo sabía! Sabía que trabajabas "por amor al arte". ¿Querías hacerme creer que era por necesidad defendiendo a los pobres, ah? Ja! No puedes engañar al maestro del engaño. Ah, y para que sepas, ya no me interesan tus atenciones, así que no te hagas ninguna ilusión...

Kaoru quedó pasmada, sin poder creer la magnitud de la estupidez de esa cosa, que sin duda era un prototipo fallido de ser humano.

-Ni quien quisiera atenderte, tarado! -Respondió, aún incrédula.

-Te mueres de ganas, acéptalo! Si noto cómo me miras, no te hagas la tonta. Sí, si sé que soy codiciado, quiero decir, Mírame! Dónde podrías encontrar mejores? Tu novio sin gracia no me llega ni a los talones, pero debes controlarte...

Kenshin se daba alardes, con la frente aún más en alto y el pecho inflado, con una gran sonrisa que parecía casi al borde de las carcajadas. Él seguía hablando como idiota, y ella se echó a reír, sin interrumpirlo. Se había planteado una nueva misión de ahora en adelante: Haría cambiar a ese hombre. Quería transformarlo en algo digno de calificarlo como tal, con la esperanza de que con el tiempo él también la cambiara a ella, para que algún día se ayudaran por amistad. Quería que en verdad fueran amigos.

Kenshin se echó a reír también, al terminar la lista de sus virtudes, mirándose en una foto de él mismo que tenía en su billetera, al igual que todas las fotos que allí había (Ni siquiera tenía una de Tomoe).

"Esto no será fácil en lo absoluto..." -Pensó Kaoru, mientras lo veía contemplarse con cara de regocijo.

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NdYune-o: ¡Y bien! Quedó al final Aoshi como Ice Man, como el de los X-men, es que me pareció adecuado, y ni hablar del hombre X que lo ocupa o¬o. Y voy a ver si puedo editar esa onda del grupo pop... principalmente pq yo ODIO EL POP! (al menos el j-pop) sorry, fans del pop, pero yo considero que ése es uno de los males que acecha nuestra sociedad... voy a cambiarlo a Jrock o Jmetal nnU.

PD: Sorry la terminada rancia de capítulo, pero la verdad es que no se me ocurría nada en el momento... ni después del momento... en fin -.-U

Ahora estoy algo apurada, por lo que subiré las respuestas a los reviews más tarde, gomen (debería estar haciendo un trabajo ahora oo)

Yune-ô.

20:54 07-11-2004