- Kamisama Kenshin -
Semana Cinco
-Día
uno-
Misao miró sin entusiasmo a ambos lados de la gran
vereda de la clase alta en que se encontraba. Le cayó un
pétalo de cerezo en la cabeza, de los tantos que volaban en el
aire a causa de los árboles que adornaban el ambiente frente
al Café Merveilles. Tal parecía que nuevamente el joven
alto de mirada fría no se presentaría. En cierta forma
lo sabía muy bien en su dentror, pero no podía evitar
extrañar... los pasteles del gran restaurante de ensueño.
Ahora todos los demás pasteles habían perdido su
encanto desde que probó los del Café Merveilles, y
Misao se jactaba de ser muy crítica, puesto que siempre
probaba todos los estilos y sabores, como buena fanática.
"Cobarde, mentiroso, embustero! eso me pasa por confiar en bobos que se cubren la cara para ir por la calle", se dijo la chica con los ojos esmeralda inundados en rabia. En, fin, qué le importaba. Iría al estudio de todas formas a ver si conseguía buenas fotos; si se llegaba a pillar con el tipejo ése, simplemente lo ignoraría, pues ella iría a ver a sus amigos, no al simio musical.
Aoshi la vio entrar y volvió a sentir esa emoción de medio segundo, para luego volver a la realidad al ver cómo todos los presentes la saludaban, hasta Kenshin, como si la conocieran de toda la vida; a diferencia de él, que como a penas sí hablaba y emanaba un ambiente frío por donde fuera, todo el mundo lo saludaba con terror en los ojos, como si temieran ser golpeados o algo así.
Comenzó el ensayo, y Misao estaba entusiasmada sacando fotos con su nueva cámara último modelo, regalo que se dio a sí misma cuando consiguió el asenso de su trabajo. El jefe estaba impresionado por la cantidad de buen material que la chica estaba entregando últimamente, así que ella estaba muy feliz, y luego de unas horas, cuando por fin todo estaba terminando, se dirigió muy alegre al cuarto de maquillaje para fotografiar a Shura y fastidiarla un rato.
El problema fue, que no notó al doblar por el pasillo que alguien caminaba en dirección contraria, bloqueando el paso con su gran guitarra. Ambos se miraron a los ojos indiferentemente y alzaron una ceja de forma simultánea.
.-Déjame pasar, chiquilla -Dijo él con su frialdad acostumbrada.
.-Tú eres el mastodonte mentiroso que bloquea el camino, "Ice man" (Porsiaca, se pronuncia algo así como "Ais man" n..ñU) -Respondió ella con voz calmada, pero llena de furia en su dentror.
.-Mentiroso? que YO soy el mentiroso? Tú eres la única mentirosa aquí, enana!
.-"Enana"? Cómo te atreves, cavernícola! Además tú fuiste el que acordó lo de los cafés y luego se echó para atrás. Y se puede saber cuándo te he mentido?
.-Te hiciste la santa para atraerme y resultaste ser una ligona. Eso es suficiente, no?
Misao miró al joven con espanto. ¿Acaso había dicho él "para atraerme"?
.-Oye, oye, por favor: UNO, Yo nunca he intentado aparentar nada frente a nadie, lamento que te hayas llevado una impresión equivocada, pero no es mi culpa. DOS, ¡No soy una ligona! y aunque no fuera no sería asunto tuyo, supositorio! y TRES, Para atraerte? Estás enfermo? JA! lo último que quiero lograr es atraer gente, y menos a metiches cobardes como tú.
.-Como sea, tu vida no me importa, y ahora déjame pasar. -Aoshi la hizo a un lado lo menos brusco que sus enormes brazos podían permitirle, pero al ser Misao tan pequeña y liviana, de todas formas dio un azote contra la pared. Luego de esto Aoshi comenzaba a alejarse, hasta que ella recordó algo: la deuda de Aoshi.
.-Oye, espera, tramposo! Aún me debes...! -Misao lo alcanzó y tiró de su chaqueta. Él se volvió fastidiado, y le pasó un fajo de billetes.
.-Por la cámara. Era eso lo que querías desde el principio, no?
Dicho ésto, Aoshi se alejó caminando, sereno. Misao quedó estupefacta, con el dinero en las manos.
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-Muy bien, eso es todo por hoy! -Gritó el director- Recuerden que deben prepararse para el concierto de pasado mañana, así que por favor NO MÁS RETRASOS, y eso va por usted, Himura-san.
.-Sí, entendido -Dijo Kenshin con la usual sonrisa falsa que daba a todo el mundo... todo el mundo menos a Kaoru, quien aunque no conocía las sonrisas verdaderas, tampoco se dejaba engañar por las falsas.
Los miembros de la banda, los de maquillaje, los fotógrafos y hasta los colados (entre ellos Misao) comenzaron a abandonar la sala en donde estaban filmando el "Backstage" para la televisión. Era como una forma de promocionar el concierto, auque no era demasiado necesario porque a éstas alturas todo Japón lo sabía.
Kenshin divisó la sonrisa de su prometida sentada en la cafetería, haciéndole señas con la mano, y se sentó en uno de los asientos a su lado. Sólo le quedaban un par de minutos para ver a Kaoru Kamiya. Se ruborizó al pensar en lo que había pasado el día anterior a la salida del supermercado. Aquellas palabras le habían salido de la boca sin su permiso, pero lo que más le sorprendía no era eso, sino el hecho de que no estuviera arrepentido en lo absoluto. Tomoe seguía hablándole; él no escuchaba nada. Seguía pensando en aquella mujer, en cómo esa noche ella había intentado impedirle reafirmar la decisión que él acababa de tomar y en cómo él mismo había ignorado sus protestas e intentos de razonamiento, para con un "Nos vemos mañana" despedirse de ella entrando en su limosina, dejándola en la vereda con ojos desorbitados.
Tomoe paró de hablar, y notó cómo su Kenshin continuaba diciendo "Ah... mm... en serio?" mirando un punto, como ignorando el que ella ya se había callado. Suspiró con tristeza: había sido así la situación continuamente las últimas dos semanas y en especial desde el día anterior. Obviamente una vez más no le estaba prestando atención... tal vez ya no era para nada "su" Kenshin...
.-Vamos, Ken. -Dijo ella tomándolo del brazo, dándole la espalda para que él no viera la mirada de angustia en sus negros ojos femeninos.
.-Oh, está bien! -Replicó él, que parecía despertar de un trance, y se dirigió a pasos agigantados a la salida, emocionado y nervioso.
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Aoshi fue a las duchas y se mantuvo ahí hasta que no notó ningún ruido en el estudio. Por fin estaba sólo, y podía olvidar el disgusto que esa mocosa le había dado. Se cubrió con una toalla y salió relajado caminando sobre el piso de baldosa, entre la blanca neblina de vapor que cubría todo el ambiente y a penas dejaba ver.
Entonces, divisó una silueta sentada dentro de la habitación, que posteriormente se puso de pie y comenzó a acercársele. Él se puso en posición de defensa, pues no era normal que aún quedara alguien ahí a medianoche.
Finalmente, la silueta se le acercó lo suficiente para distinguirla, y en un momento de silencio el vapor comenzó a disiparse. Era ella, la chicuela de hace un rato que le hizo pasar el pésimo momento del día.
.-Qué quieres ahora? ya te di el dinero, piérdete de una vez.
Misao, sin decir ni una palabra, y como quien presenta un acto de magia, le mostró los numerosos billetes a Aoshi, levantándolos con la mano a nivel de su cabeza, y sacudiéndolos un poco con una sonrisa burlona. Se los acercó a la boca, y luego de carraspear sonoramente, les dio un enorme escupitajo, para luego lanzárselos en la cara al joven que la miraba sin poder creer lo que veía. Ella seguía sonriendo, esta vez con ironía.
.-Toma tu sucio dinero, troglodita. Si crees que me rebajaré a tu nivel de aborigen, ja, estás soñando.
Aoshi vio cómo la chica salió del cuarto dando un portazo, y se quedó de pie sin salir del asombro mientras los billetes se humedecían en el piso empañado. No podía creer que alguien esperara tres horas escondida dentro de una ducha sólo para humillar a otro alguien. Tal orgullo dentro le la chica lo dejó admirado e incrédulo... y luego de unos segundos, esbozó una sonrisa.
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Dios Santo, ya casi es la hora... mññññ qué nerviosa estoy! Aún ni siquiera salgo de mi casa y ya siento como si me hubiera ensuciado en el Big Red Bunny... Horror ¿Qué voy a hacer? Intenté convencer a ese so-bruto de que estaba fuera de sí, que no dijera tonterías porque después se podía arrepentir y que por favor no hiciera tal cosa como realmente transformarse en mi único cliente... -Kaoru caminaba por inercia por las calles, dirigiéndose a su lugar de trabajo sumida en su mundo- Qué piensa hacer? ir donde Tooru-sama y pagar un arriendo mensual por mis atenciones? No he podido dejar de pensar en ésto desde ayer a la salida del supermercado, y aunque hubieron momentos en que me dije a mí misma que debiera estar feliz porque así por lo menos no tendré que volver a atender a hombres como el viejo Gakuto, que siempre huele mal, tiene problemas en una pierna y en los hombros, y para colmo nunca se lava los seis dientes de su patética dentadura que muestra siempre lastimosamente cada vez que sonríe en esa cara de seno de anciana que posee... pero no, no puedo estar contenta de todas formas, porque... Himura-kun tiene novia: Tomoe-san, que es tan amable y buena... además, como ya lo conozco más o menos y he hasta conversado tardes enteras con él, siento aún con más fuerza el hecho de que engaño a mi Enishi-kun... siento como si estuviera engañándolo aún más feo que cuando no conozco al tipo en lo absoluto... es más, tal parece que Himura-kun se está transformando en mi único amigo varón, el único que ha estado dispuesto a arriesgar tanto la relación con su pareja y su trabajo sólo por ayudarme... -Kaoru, de repente, se vio frente al BRB, sin saber cómo había llegado hasta allí.- Bueno, aquí estoy: sólo tengo que esperar a que Himura-kun llegue. Tengo que pensar que no lo conozco. Es sólo un cliente más, es sólo un cliente más, es sólo un cliente más...
¡Malditos nervios!
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El protector al fin vio salir a su protegida del oscuro cuarto, después de una noche especialmente agitada. Se veía cansada y enferma, tosía mucho y estaba pálida; cada vez caminaba con más dificultad, como tambaleándose.
Detrás de ella salió su cliente, el mismo que en otra oportunidad había llegado con un compañero bajito y de pelo largo medio rojo, y había estado viniendo ocasionalmente desde entonces. Era enorme, con una gran mata de pelo negro largo que caía sobre sus hombros hasta la cintura. Se veía contento y a la vez eufórico, como si no hacía mucho tiempo hubiera tenido un ataque de ira.
El protector había sentido ruidos anormales antes dentro de ese cuarto, pero no los suficientes como para poder hacer una acusación ante Tooru-sama de que posiblemente aquel hombre estaba dañando a su Megumi. La vio entrar en el baño cabizbaja momentos después, y notó que no cerró la puerta. Él fue de inmediato a cerrarla, puesto que no faltaban los pervertidos que quisieran espiarla, pero al asomarse para coger la manilla de la puerta (intentando no mirar), se percató accidentalmente de que Megumi estaba frente al lavamanos, cubriéndose el rostro con las manos mojadas y el agua corriendo. Se preocupó.
.-Meg, estás bien? -Preguntó acercándosele y tomándola de los hombros. Ella levantó la vista de inmediato.
.-Eh? Oh, Sano-kun, eres tú... -Megumi lo miraba con una sonrisa que escondía cualquier cosa menos felicidad.
.-Te vi tapándote la cara y pensé que... bueno... -Sanosuke se ruborizó levemente. Megumi volvió a sonreír, ésta vez con algo de sinceridad.
.-No es nada, Sano, no te preocupes. Sólo estoy un poco cansada.
Megumi dio un suspiro agotado y lo abrazó tiernamente, como en los viejos tiempos, cuando vivían en el mismo vecindario. Sanosuke recordaba como si fuera ayer el día en que ella se había mudado junto a su casa cuando él tenía cuatro años y ella diez. Desde entonces había sido como su hermana mayor y aunque el llegar de la adolescencia de ella significó un leve cambio en la relación con su vecino, aún así con el tiempo seguían juntándose en las buhardillas y sobre el techo de sus casas para contarse problemas, jugar y reír como si los años no pasaran.
Él la conocía tanto que ya hasta sabía lo que pensaba. Había sido él su consejero cuando ella necesitaba apoyo y también su paño de lágrimas cuando Megumi le contaba sus tantos dramones de amor. La quería más que a cualquier otra persona, con el cariño infantil que aún no maduraba dentro de él, puesto que dentro de su mente todo seguía como antes. Tenía la secreta esperanza de que Megumi nunca se casara y se quedara con él siempre, jugando, riendo y aconsejándose; como antes, como siempre.
Megumi apretó más fuerte contra sí misma el cuerpo de su amigo al recordar el por qué estaba él acá. Cuando ella había decidido obtener dinero de éste modo, él obviamente se había opuesto. Le había pedido que no lo hiciera de buena forma, por las malas, hasta yéndose a lo sentimental, pero a la edad que Megumi tenía en ese entonces (19), ella estaba frustrada al no tener los medios para entrar a la universidad, era muy inmadura, así que no había dado pie atrás en su decisión.
Hoy en día, si hubiera sabido que su Sanosuke la seguiría para protegerla, jamás lo habría hecho. Él, con sus actuales 21 años y el prestigio de los Sagara, podría estar estudiando una gran carrera, sin embargo ella lo tenía amarrado (o al menos eso sentía que hacía ella, acongojada) a ese horrible lugar, como su proxeneta. Ella también había intentado convencerlo para que se fuera desde que él llegó a sus catorce, incluso lo había tratado como escoria un tiempo con ese fin, pero él no se fue argumentando que su familia ni siquiera había notado su partida, sus amigos lo entendían y lo alentaban para que siguiera ahí, sin ella se sentía solo, y sabía que no lo trataba mal a propósito. Era inútil. Sanosuke la conocía demasiado bien y de todas formas, habían pasado ya tanto tiempo juntos que su vínculo era muy fuerte, y aunque quisiera, no podría vivir sin su pequeño Sanosuke junto a ella.
El joven se apartó de ella y le sonrió. Fue entonces cuando se dio cuenta del moretón que Megumi tenía en el cuello, como de cuerdas.
.-Meg, qué te pasó ahí? -Preguntó, espantado.
.-Oh... n... no es nada... tuve un accidente ayer en la noche, nada más -Sonrió ella, pero al ver que no lo había convencido, cambió el semblante- Ya no te preocupes! estoy bien, y si te sigues alarmando por necedades me voy a enojar, eh?
Megumi le guiñó un ojo y besó la mejilla de su amigo. Luego le sacó la lengua y el joven, luego de responderle con un gesto obsceno, la vio alejarse más preocupado que antes. ¿Qué estaba pasando con su Megumi nee-san?
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Kaoru se sentó en la cama del cuarto 34, pasillo a la derecha del BRB. No quería ni pensar en tener que darle la mirada a Kenshin cuando llegara. Definitivamente esto afectaría la amistad entre ellos, pensó. Ya nada sería lo mismo, no tendría el valor para dirigirle la palabra, y aunque lo tuviera no lo haría, decidió. No quería intentar profundizar una amistad como esa por ningún motivo, o se sentiría aún más culpable frente a Enishi y Tomoe-san. Éste sería el fin, y a decir verdad, se sentía fatal por ello. Kenshin era su amigo y le había tomado cariño... "Al menos no alcanzamos a hacernos más amigos antes de esto", pensó, intentando ver el lado positivo, como siempre.
Se sintieron pasos por el corredor. El corazón de Kaoru dio un brinco: él estaba acercándose. Mientras, Battousai daba cada paso con más nerviosismo, sentía la cara roja y un temblor en las piernas. Abrió la puerta, por fin, y vio a Kaoru que intentaba no mirarlo a los ojos. Él se sentó en el piso y sacó una gran bolsa que puso frente a sí.
.-Bueno, lo siento mucho, mugrosa, pero ya pagué por toda la noche así que no nos queda más remedio que jugar queramos o no. -Dijo Kenshin, rompiendo el silencio.
.-No lo haré! -Repuso Kaoru, molesta y sonrojada a mil. Todavía no quería mirarlo a los ojos.
.-Por qué no? Es sólo un juego...
.-No es sólo un juego y lo sabes! Ojalá lo fuera pero no lo es ¡Idiota!
.-Claro que lo es! lo dice la caja, mira: "Divertido y emocionante juego para toda la familia" ¿Ves? -Insistió el pelirrojo, leyendo y señalando con el dedo.
.-Eh?
Kaoru, extrañada, volteó para ver a qué rayos se refería el Battousai... y lo vio sentado a lo indio, armando las piezas del "CLUE" en el piso.
.-Si quieres puedes escoger otro, traje varios...
Kenshin vació la bolsa en el piso, sonriendo como un niño, mientras caían los naipes, el Twister, Monopoly, el UNO y muchos otros juegos de cuando iba a jugar con Suzume y Ayame. Kaoru lo miró inexpresiva por unos segundos: ahora entendía a qué "juego" se refería Kenshin, y luego de un breve silencio estalló en carcajadas.
.-Por cierto... gracias, Himura-kun -Replicó Kaoru una vez calmada, sentándose en el piso frente a Kenshin. -Eres la primera persona que algo así por mí... -Kaoru sonrió tiernamente llena de felicidad. Kenshin, como era de esperarse, volvió a ponerse rojo.
.-B... bueno, ya sabes cómo es ésto de la lástima, no la quieres, pero sigue ahí, por desgracia. Además, no te ilusiones, sabes cómo soy yo, si lo mencionas alguna vez a alguien te aplastaré como a una rata, entendido? -Se excusó él, con sus cejas arqueadas, como antes. Kaoru sólo rió.
.-Jejeje, tienes razón, Battousai, pero aún así me gusta cómo eres. -Kaoru volvió a sonreír.
El cantante intentó ignorar esas palabras, pues si le daban más vueltas en la cabeza no podría contener las ganas de abrazarla nuevamente, que lo tenían tan o más aterrado que la primera vez que lo hizo, en frente del supermercado. "Eres extraña", fue lo único que pudo decir; con la cabeza baja para que nadie viera la primera sonrisa sincera que daba en su vida sin que hubieran malas intenciones de por medio.
Y nadie lo hizo, salvo las cuatro paredes de la habitación en las que Kenshin y Kaoru compartirían las noches juntos, desde entonces.
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NdYune-o: Geez, qué largo me quedó! Oo (y meloso) pero en fin... espero les haya gustado, a mí en lo personal me gustó cómo quedó la escena de Meg y Sano, pero las de Kao y Ken... no mucho pero no tengo más ganas de pensar en esto así que aaah, chao. Ojala no me critiquen tanto, lo hice lo mejor que pude en la noche antes de que me venciera el sueño...
Yune-ô
12:24 03-03-2005
