NdYune-ô: Bienvenidos al capítulo más largo de toda mi historia de escritora de fics (Vale por la demora, ojalá les guste…)

+Kamisama Kenshin+

Semana Cinco

-Día Tres-

Aah, qué bueno que mi turno terminó ya... aunque no puedo negar que la paso bien con este tonto de Himura-kun. Aún así, me preocupa lo que podría estar pasando con la banda y sobre todo Tomoe-san, él rara vez me habla de ella y casi siempre llega más temprano que yo al BRB... vestido de la misma forma que cuando nos encontramos en la plaza, por supuesto. Jejeje, nunca cambiará... Qué extraño, lo noto como nervioso... ¿Querrá decirme algo? Ya es la segunda vez que me mira y abre la boca para hablar, pero se arrepiente...

-Ehm... tonta... quería saber si... -Kenshin miraba el piso con nerviosismo.

-Sí?

-Nah, es que quería privilegiarte con la oportunidad de verme en el escenario, ya sabes, para que sepas lo que es una estrella -Kenshin cambió su estado de nerviosismo, y arqueó las cejas, sonriente.

-Ah sí! es verdad, pasado mañana es el concierto, no? Enishi ya me había invitado (porque Tomoe lo amenazó si no iba), pero gracias de todas formas...

Kenshin sintió como un golpazo en la nuca al escuchar el nombre de su cuñado, y la sangre le hervía en ira.

-Oye, oye, no me ventiles tu vida íntima con ese idiota porque no me interesa, tonta! Ya me voy! -Kenshin comenzó a caminar hacia su auto, con pasos agigantados.

-Eh? por qué te enojas?

El joven la ignoró, y Kaoru Kamiya lo vio alejarse, bajo el negro cielo de la madrugada, y pasar frente a ella en el vehículo, sacándole la lengua por la ventana lateral. Cosa que se veía bastante gracioso considerando su vestimenta. La bella prostituta quedó atónita, cada vez más convencida de que Battousai era realmente un tipo raro. Se largó a reír, aún sin comprender la reacción del artista.

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Tomoe sintió cómo Kenshin se recostó junta ella en la gran cama, a las cinco de la mañana. Estaba temblando, y ella se sintió, una vez más, ajena a la vida de su prometido. ¿Por qué había llegado a esa hora? Había hecho lo mismo las últimas semanas? Si era así, ¿a dónde iba? Por qué cada día estaba más distante de ella, siempre tenía sueño, y evitaba hablarle cuando tocaba el tema?

La joven de cabellos negros sintió brotar lágrimas de sus ojos, pero las secó al instante con la mano. Mañana sería otro día, y tenía la esperanza de que todo volvería a ser como antes.

Lo sintió toser fuerte varias veces, y notó cómo seguía temblando. Tomoe encendió la luz y tocó la frente de su prometido.

-Qué pasa? -Preguntó él, con voz forzosa, fijando sus ojos violetas en ella.-Estás ardiendo en fiebre, Ken.

-No... no es nada. Vuelve a dormir. -Kenshin apartó la mano de Tomoe con brusquedad y le dio la espalda.

La joven quedó sentada en la cama, inmóvil, por unos instantes. Pensaba en cuánto había cambiado su gentil y atento Kenshin a uno frío y distante. No pudo resistirlo más, y dejó que las lágrimas y los sollozos se escaparan de ella. Kenshin, sorprendido, se volteó hacia ella, y la quedó mirando sin saber qué hacer.

-Qu... qué te pasa, Tomoe? Por qué lloras? Te digo que no es nada...

Él se sentó en la cama, aún sin saber cómo reaccionar. Tomoe lo miró con angustia, pues en otros tiempos Kenshin la habría acariciado y hubiera secado sus lágrimas con un fuerte abrazo. Ahora parecía muy despistado e incómodo. La joven se lanzó hacia él, abrazándolo con fuerza. Quería ver si eso lo hacía volver...

-Día cuatro-

-Quién es el mejor? ... Tú eres el mejor, por supuesto... ¿Qué? Que soy hermoso? Sí, lo sé, lo sé, pero debes resistirte... COUGH COUGH COUGH

-Himura, apúrate. Te esperamos en el escenario en 10 minutos... y cuidado con esa tos, estás manchando el espejo.

-Sí, sí, ya voy.

El vocalista de la banda que ocupaba los primeros puestos en los rankings se miraba en el espejo una vez más antes de salir al último día de ensayo antes del concierto, que sería al día siguiente. Salió triunfal, saludando a todos con gran amabilidad, como siempre hacía, mientras todos pensaban conmovidos "Oh, ese hombre es un pan de Dios!" y Kenshin, adivinando sus pensamientos, reía para sus adentros, con las cejas arqueadas.

En ese preciso instante, el pelirrojo notó cómo estaba su cuñado de pie con la espalda apoyada en la pared, y miraba el reloj de vez en cuando, como si esperara a alguien. "¿Qué hace aquí ese idiota?", se dijo Kenshin con fastidio. "Ah sí, es culpa de Tomoe", recordó. Por desgracia, no podía hacer nada. Tenía que ser amable incluso con esa rata-conejo de pelo teñido con tinte barato.

Momentos después, Kaoru asomó tímidamente la cabeza por la puerta, para luego ser empujada por Misao por detrás. Los ojos azules de la joven miraban de un lado a otro, como buscando a alguien. Entonces divisó por fin a su novio. Kaoru sintió un golpe de emoción en el pecho, aún cuando hacía no más de tres días que no lo veía. Una gran sonrisa se dibujó en su rostro, y fue rápidamente hacia él para abrazarlo con fuerzas. Enishi también sonrió. Era una de las pocas veces que lo veía feliz, pensó Tomoe observándolos desde la tercera fila de asientos. Parecía una de esas novelas románticas, y Kenshin se quedó mirando fijo la escena con un infinito disgusto.

Chô, a unos cuantos metros de Kenshin, observó su reacción ante la escena, y alzó una ceja, extrañado.

-Qué tanto miras con esa cara? -Preguntó Aoshi por detrás de Kenshin, luego de doblar sus rodillas para hacer que las piernas del pelirrojo también se doblaran.

-Oh, hola Aoshi -Contestó el menudo vocalista, con una sonrisa pasiva y armoniosa... pero fingida.

Aoshi lo quedó mirando por un minuto con su seria expresión característica, y se hizo un silencio incómodo. Kenshin cambió su expresión a una de inocente y adorable extrañeza. Y Aoshi, que lo miró aún más fríamente, procedió a meter sus índices en las fosas nasales de su amigo, estirándolas con fuerza.

-Ya sabes que no consigues nada con actuar frente a mí, ¿cierto? -Dijo el joven de negros cabellos, en voz baja, para que sólo Kenshin escuchara.

El pelirrojo quitó la falsa expresión de su cara, guardó silencio por otro minuto sin hacer nada, y comenzó a meterle el fajo de hojas -que tenían las letras de las canciones del grupo- por la boca con la misma fuerza con que Aoshi le ampliaba la nariz con sus dedos. Y mientras más tragaba papel Aoshi por la fuerza con que Ken empujaba las hojas, más se le agrandaba la nariz a Battousai, porque el guitarrista también aumentaba su fuerza.

De repente, sintieron un flash en sus caras y una risa femenina.

-Esto sí que es una toma! -Rió emocionada Misao, que se encontraba frente a ellos con la cámara en sus manos. De inmediato los amigos se separaron, conteniendo la risa. Kenshin miró alrededor por si alguien aparte de ella los había visto, preocupado.

-Buenos días, Makimachi-chan. -La saludó cortésmente el pelirrojo.

-Buenos días, Himura-san... Ah, Shinomori-kun, tengo unos cuantos periódicos que me estorban, por si quedaste con hambre. -Misao se fue sonriente, saludando a todos los que la saludaban (o sea a todo el mundo), mientras Kenshin se reía tratando de que Aoshi no lo viera.

-"Shinomori-kun", eh? No sabía que fueran amigos. -Dijo él.

-No lo somos! Esa mocosa me cae fatal.

-Ah sí? Y por qué sonríes desde que apareció entonces?

Aoshi se ruborizó. No se había dado cuenta de que sonreía.

-Pu... pues tal vez porque me estabas estirando la boca con esas hojas y me quedó el molde, ah, y por cierto ya no sirven, tonto.

-Oh nooo! las letras de las canciones! Y aún tengo que ensayar algunas partes!

Aoshi vio al pelirrojo alejarse rápidamente mientras tosía como tuberculoso. Los productores regañaron a Kenshin por lo de las letras (y por no habérselas aprendido), los de la iluminación se afanaban por los focos que estaban funcionando mal y los que estaban ociosos tomaban café en las sillas acojinadas de las primeras filas, mientras veían pasar las horas lentamente. Podría haber sido que Aoshi se les uniera, pero no. No le gustaban las multitudes y siempre lo criticaban por el trato tan poco delicado que tenía hacia las mujeres. Se había criado con hombres, por lo que no sabía cómo tratar a las del sexo opuesto, lo que le generaba más de un problema y malentendidos cuando habían mujeres en el grupo. Mucho menos era partidario de aparecerse frente a grupos sin una clara y puntual motivación, puesto que no faltaba el adulador que quisiera chuparle la media intentando conseguir favores de algún superior, y además, necesitaba una buena razón para abandonar la apacible soledad que le acompañaba la mayoría del tiempo, la cual apreciaba muchísimo.

Se dirigió con su serena y fría mirada hacia las máquinas de bebidas en lata, a ver si podía conseguir que funcionara esta vez. Introdujo las monedas con indiferencia y esperó a que cayera su lata, pero cuando se dispuso a recogerla (luego de patear a la máquina para que funcionara), alguien se le adelantó, cogiendo la lata antes que él y bebiéndola burlonamente a menos de dos metros de distancia.

-Oye, qué te pasa?! -Rugió Aoshi, fastidiado, a la pequeña de ojos esmeralda que lo miraba con una gran sonrisa.

-Por dañar propiedad de la compañía! -Misao le sacó la lengua y se alejó corriendo y riendo a la vez

Aoshi quedó estupefacto ante la escena. La chica estaba loca, eso era un hecho.

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Horas después, las cosas se habían calmado. Ken practicaba sus letras una y otra vez sentado frente al aburrido de escucharlas Aoshi, que observaba lo bien que estaba quedando la "decoración" del estado en que harían el concierto; cómo Shura sonreía ante la jauría de fanáticos con ticket especial que le pedían autógrafos; cómo Hiko y Shishio discutían los detalles finales y cómo se dividirían las ganancias... en fin, todo se había calmado ya... menos para Aoshi, quien ya había perdido tres latas de bebida sin saber cómo podía esconderse tan bien quien se las robaba; recibido incontables tiros de papel con saliva; sido interrumpido cada vez que hablaba y muchas cosas más a causa de la chica que había conocido por accidente cuando iba a visitar a su perro.

¿Por qué lo había estado fastidiando todo el día? estaba de pésimo humor por culpa de ella, y ahora sólo quería que viniera un camión de estiércol gigante a descargar sobre Kenshin para que se callara de una condenada vez, pues ya su ensayo estaba carcomiendo lentamente las conexiones neuronales de su C.I.

-Kenshin... podrías CALLARTE aunque sea un momento, por favor? -Dijo al fin, al borde del colapso nervioso. Kenshin se calló al instante, sorprendido.

-Pero Ao-kun... por qué me tratas así? -Preguntó fingiendo ser una de sus fans y pestañeando repetidamente.

-Idiota -Contestó él, dándole un coscorrón. Kenshin sabía que eso lo hacía sentir mejor.

-Je je je, estás de malas? -Dijo Kenshin, acostumbrado a las reprimendas de su amigo.

-A decir verdad sí.

-Y se puede saber po...?

Antes de que Ken pudiera terminar, Misao, quien cargaba el bajo de Chô (cosa que era extraño considerando que Chô nunca dejaba que tocaran sus cosas), dobló bruscamente al pasar tras Aoshi, golpeándolo con el instrumento "accidentalmente". Aoshi se llevó una mano a la cara, tratando de controlarse.

-Uy! cuánto lo siento, Shinomori-kun... Ah, Himura-san, gracias por la foto, me darán un buen fajo por ellas. -Misao se alejó con una fingida inocencia, y en tanto pasó frente a los de maquillaje se llenó de babosos rodeándola, hechizados por su extraño "carisma".

-Esa es precisamente la razón -Respondió Aoshi, sobando su adolorida cabeza.

-Me extraña que te moleste tanto... es muy amable y simpática conmigo y con el resto del equipo, hasta se podría decir que me cae bien. ¿No será que le gustas?

Aoshi abrió los ojos de par en par y enrojeció violentamente. Le dio un ataque de tos (parecido a los de Kenshin), y ya no parecía TAN molesto.

-Q... qué dices? Tendría que estar enferma para tratar así a alguien que le gusta, no? -Dijo él, negando toda posibilidad.

-Por qué reaccionas así? Hay de todo hoy en día, además, ya deberías estar acostumbrado; que las chicas se te arrastren es cosa de todos los días, no?

-...

Se hizo el silencio por unos minutos. Kenshin miraba al vacío, pensativo, como meditando un asunto de suma importancia, y Aoshi miraba a Misao de reojo, levemente ruborizado ante la posibilidad que su amigo le había planteado y sin poder comprender por qué le importaba.

-Aoshi... Qué se siente cuando te enamoras de alguien? -Preguntó Kenshin con seriedad. No estaba bromeando, como había pensado Aoshi al principio.

-Por qué me preguntas eso? Tú estás con Yukishiro-san, ya deberías saberlo, no? -Ken, para sus adentros, sintió la sensación de haber metido la pata con horror. Tuvo que pensar rápido.

-E... es que... me refiero a cuando recién te enamoras, sí, porque he estado tanto tiempo con Tomoe que ya no lo recuerdo -Contestó el pelirrojo, utilizando todos sus dotes de actor para ocultar el nerviosismo.

Aoshi calló un momento. No estaba muy confiado de aquella respuesta, pero tampoco quería sacar conclusiones.

-Bueno... a decir verdad, yo tampoco lo sé, pero dicen que es como una sensación de felicidad, emoción o nerviosismo en el pecho, el corazón te late fuerte y te pones rojo... ah no lo sé, no soy más experto en el tema que tú...

Battousai se quedó pensando en eso lo que restó de la tarde y principios de la noche. Antes de irse recordó lo que Misao había dicho acerca de la foto de la mañana, y como ya tenía que irse le rogó a su amigo unas mil veces que la recuperara a cualquier precio. Luego de despedirse de él comenzó a caminar y a despedirse de todos los demás: mañana sería un gran día.

Entonces vio a Kaoru haciéndole señas en un rincón. El corazón de Kenshin dio un brinco, y se acercó a ella, quien se notaba muy preocupada.

A lo lejos, Chô (quien tenía la mala costumbre de husmear donde no debía), prestaba atención a cómo Kenshin hablaba con Kaoru, y cuán diferente se comportaba a comparación de cuando estaba con Tomoe. Recordó la conversación que ésta y Kaoru habían tenido en la tarde (y que él había escuchado "por accidente"), y se preocupó. Había algo en la novia de ese tal Enishi que no le gustaba.

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Kaoru se dirigía al pasillo de las verduras en el supermercado donde estaba. Ya eran las 12 de la noche, debía haber llegado hacía dos horas al BRB porque era jueves y le tocaba más temprano, pero había estado comprando unas cosas para la casa (porque de nuevo su despensa estaba vacía), y si tenía que tolerar los retos de Tooru-sama al llegar para conseguirlo, pues ni modo.

Suspiró profundamente con una mezcla de alivio y angustia. Himura no estaría esta noche con ella: ella misma se lo había pedido antes de que se fuera en el estudio, así que ya no tenía que preocuparse de su relación con Tomoe-san o los problemas con la banda que el joven pudiera tener, pero sí tenía que preocuparse de cómo le haría para hacerse la idea de tener que volver a estar con un desconocido manoseándola toda la noche. Sacudió la cabeza y miró al cielo (o al techo) en busca de fuerzas, mientras caminaba hacia la salida después de pagar. Entonces divisó a lo lejos la silueta de un hombre de extrañas vestiduras, con una peluca de pelo alborotado y ropa veraniega, sentado en la vereda de esa calle.

No. Era imposible que alguien consiguiera llegar a ser tan estúpido. Ése no era Himura... más le valía no serlo...

Sí lo era.

-Pero qué haces aquí, so-idiota! Hace cuánto estás ahí! estás mal de salud, tonto! te va a hacer peor! mañana es el concierto! te dije que no fueras al BRB esta noche! -Kaoru estaba al borde del derrame cerebral mientras le gritaba a aquel hombre disfrazado.

-Oye, oye, deja de gritarme! ...cough, cough, cough... Nunca dije que te haría caso, y éste no es el BRB. Además, te dije que sólo yo sería tu cliente, tonta, y no me harás cambiar de opinión aunque te aburras de verme! entendido? -Dicho esto, Kenshin comenzó a toser de nuevo, esta vez con más fuerza, pues hacía mucho frío y él estaba con ropas veraniegas. -Po... por qué no caminamos un rato? -Preguntó con timidez, una vez repuesto.

Las calles del centro estaban más llenas de lo normal esa noche. Era toda una masa de gente caminando apresurados, intentando no atropellar al hombre y a la mujer que se miraban sin decir nada, y eran los únicos en ese rincón del centro de Tokio que se mantenían inmóviles. Uno sentado en la acera y otra de pie frente a él.

-Estás enfermo, Himura-kun. Debes volver a tu casa. -Dijo por fin ella, con voz firme.

-No me iré.

Kenshin se puso de pie, la miró a los ojos, y así se mantuvieron por largo rato. Kaoru cambió su expresión a angustia, mientras sostenía las bolsas, y se rindió. Él no se iría ni aunque ella se fuera, y si seguía ahí se enfermaría más. Comenzaron a caminar juntos hacia donde fuera. Tendría que inventar una excusa para su jefe al día siguiente, pero en fin. Estar con el pelirrojo no era desagradable en lo absoluto, y vería si podía conducirlo hasta su casa de todas formas.

Del cielo comenzaron a caer gotas de lluvia.

-Por qué haces todo esto, Himura-kun?

-Por que quiero.

-Hablo en serio! te pedí en el estudio que no fueras al BRB porque Tomoe-san está sufriendo, ¿es que no lo entiendes? todas las noches la dejas sola, y estoy segura de que ni siquiera le avisaste a dónde ibas cuando saliste para ir a esperarme al supermercado. ¡Es tu prometida! Acaso no te importa cómo se siente ella con todo esto?

-Pero tú me necesitas...

La lluvia se iba tornando cada vez más densa, pero ellos, tal vez por inconciencia, seguían caminando, yendo por lugares y poblaciones casi vacías.

-Himura-kun, entiendo que quieras ayudarme, no sabes cuánto significa para mí y te lo agradezco, pero en estos momentos más te necesita Tomoe-san, al igual que tú a ella. Yo puedo cuidarme sola, he sabido soportar esto por más de 3 años, no necesito de tu ayuda ni quiero interferir en la relación de ustedes dos.

Kenshin miró al piso con fastidio. La cabeza le daba vueltas, pero había escuchado todo claramente, y esas palabras le habían llegado como un gran golpe en la cara. Kamiya no entiende nada, pensó él. Él no necesitaba a Tomoe, ni le importaba en estos momentos que su relación terminara con tal de seguir viendo esos ojos azules por el mayor tiempo posible. Le había gustado estar con ella aquellas noches y no quería que las cosas cambiaran, pero ella no parecía entenderlo. "Kamiya no entiende nada"-se repitió- "pero..."

-No entiendes nada... -Kenshin se apoyó con una mano en un poste de luz, puesto que la cabeza le daba tantas vueltas que sentía que se caía. Pensaba en lo que ella le acababa de decir, en Tomoe y su cara angustiada, que le vino a la mente, entristeciéndolo; pensó en cómo sería no ver más a esta prostituta, y se quedó en blanco. -N... no entien...des... -Volvió a decir, y su cuerpo se desplomó sobre el piso mojado.

Sólo pudo oír los gritos de Kaoru llamando su nombre, antes de perder la conciencia.

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Misao observaba escondida tras una pared cómo Aoshi estaba a punto de sacar por aproximadamente octava vez un lata de bebida de las máquinas. Se veía muy apacible, y notó cómo él había mirado para ambos lados, como con la esperanza de que ella no apareciera para quitarle la lata. Lástima para él que ella sí estaba, pensó riéndose en su interior del pobre y fastidiado músico.

La chica partió a toda velocidad con la mano dirigida a la lata que el joven estaba a punto de abrir, con toda decisión y confianza.

Sin embargo, sintió que antes de conseguir su objetivo tiraron de su brazo, y sólo reaccionó al sentir el gran golpe que su espalda había dado contra la pared. Unos furiosos ojos azules la miraban fijamente, a una distancia intimidante de los suyos.

-Qu... ¡Oye! qué te traes, arcaico? Cómo te atreves a azotarme así! -Gritó Misao, un tanto sonrojada por la incómoda posición en que se encontraba.

-Lo siento, no era la intención, pero no soy reconocido por mi delicadeza con las mujeres. Y ahora quiero que me expliques: ¿Qué rayos te pasa conmigo?! Qué pretendes fastidiándome todo el día! Ya me tienes harto!

Misao permaneció en silencio un momento, pasmada, luego del cual esbozó una sonrisa algo maléfica y empezó a reírse de forma burlona y lenta, como los villanos de las caricaturas.

-De verdad ya estás harto? tan pronto? Pues qué lástima, Ice Man, porque esto es sólo el principio...

-A qué te refieres?

-Pues verás... -Misao cambió su expresión a la de seguridad y jactancia, mientras se zafaba lentamente de la prisión de Aoshi. -Puede que te haya devuelto el dinero, pero eso no significa que te haya perdonado la deuda... eso, sumado al que hayas pensado que podías tenerme tranquila y callada con billetes, y al hecho de que no me gusta que me deban nada; como sucede con lo de las cámaras, me llevó a tomar la resolución de cobrártelo de esta forma hasta que ruegues perdón de rodillas por ambos incidentes y decida perdonarte. Qué lindo, no?

Aoshi miró incrédulo los ojos esmeralda de la chica, sin decir nada.

-Ah, y otra cosa -Continuó Misao, mientras sacaba una foto de su bolsillo -Recuerdas ésto? Puede que a ti no te importe tanto el que se publique en primera, pero sé de alguien a quien sí...

-N... no serías capaz... -Aoshi recordó con horror la persistente encomienda que Kenshin le había dado, en la que tenía que quitarle esa foto de la tarde a como diera lugar. Tragó saliva.

-Quieres apostar? Aunque puedo intercambiarla por algo más interesante. Claro, si estás dispuesto...

Aoshi volvió a tragar saliva, temiendo lo peor.

Veinte minutos más tarde, Misao contemplaba victoriosa la foto que tenía en sus manos como intercambio por la anterior. Él había intentado quitarle la de Kenshin, pero con un "aún tengo los negativos" por parte de ella, Aoshi no había podido sino acceder a posar como simio-cavernícola, con un moñito al medio de la cabeza, una banana en la mano y tirándole un beso coqueto a la cámara. Aunque a ella tampoco le había sido barato para nada, pues al estarse yendo, Ice Man la había perseguido, vaciado la lata de bebida en la espalda, para luego con una sonrisa maliciosa decirle al oído "Nunca terminarás de pagarme ésta". Y luego de pensarlo un rato, estando ella secando su ropa en su cuarto y él quitándose el labial de la cara y el moño en el estudio, ambos soltaron sonoras carcajadas espontáneas de sus bocas, pensando el uno en el otro, simultáneamente.

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Todo estaba oscuro, y Kenshin se encontraba sentado en medio de la nada. De pronto, una luz lo iluminó sólo a él y vio al frente suyo una multitud gritando su nombre. Suponiendo que querían que cantase, miró hacia atrás para indicar a Shura que marcara el ritmo, pero no había nadie, y Aoshi lo miraba fijamente desde la primera fila, tratando de llamar su atención. Pero él no quería escucharlo. Confundido, intentó cantar, pero su voz no salía ni en lo más mínimo, y gradualmente comenzó a ahogarse.

Sentía manos estrangulando su cuello, y al intentar librarse notó que eran los miembros del estudio quienes lo ahorcaban, mientras el público agitaba pancartas de "Que muera", "Mentiroso", "Farsante", y similares. Enishi, de pie frente a él, lo amenazó con su espada, y Kenshin notó que en la otra mano tenía la que él mismo solía usar. A ambos lados de su cuñado aparecieron dos siluetas femeninas, enganchadas a los brazos del alto joven. Aunque no veía bien sus caras, supo que una era Tomoe, pero la otra...

-Himura-kun? Me escuchas?

Kenshin comenzó a abrir los ojos lentamente, y lo primero que distinguió fue la cara llorosa de Kaoru, que lo miraba con alegría y alivio.

-Qué bueno que despiertas, tonto! -Kaoru abrazó al pelirrojo con gran felicidad y besó su mejilla, haciendo que él se sonrojara y su fiebre subiera.

-Ooouuuchhhh... -Gimió él, medio muerto.

-Oh! jejeje, lo siento! Lo siento! -Dijo ella entre risas, separándose.

-Dónde... estamos? -Preguntó Kenshin, aún muy grave, mientras examinaba la dura cama en que se encontraba y las desdeñadas paredes del cuarto que la contenía. Una menuda anciana entró al cuarto con un té de hierbas caliente y una amable sonrisa.

-Toma, hijito. Te sentirás mejor.

Kenshin miró con desconfianza la taza roñosa con el brebaje, pero ante el pellizcón que Kaoru le dio en el brazo, accedió a beberla, comenzando a sentarse forzosamente. Fue cuando notó que ya no tenía su peluca, ni su playera tropical, ni sus pantalones cortos, sino sólo un pijama viejo que le quedaba gigante. Miró a Kaoru con espanto.

-Jejejeje, no te preocupes, no fui yo... -Kaoru se volteó hacia la anciana, sin dar demasiada importancia a la preocupación de Kenshin- Muchas gracias, señora. Si no fuera por usted... Himura-kun, esta es la Sra. Nodoka-san, es hermana de Gensai y si no fuera por ella no estaríamos bajo techo.

-Pero... qué pasó? Por qué estamos aquí? -Preguntó él, mientras se bebía el té.

-Pues por no hacerme caso y haberte quedado en casa, te desmayaste a mitad de la calle, tonto. La sra. Nodoka vivía cerca así que llamé a su puerta por ayuda, y si no hubiese sido porque nos robaron los celulares mientras estabas en el piso (y algunas otras cosas de valor), y porque tan sólo mencionar la palabra "Hospital" armaste una pataleta increíble, estaríamos allá y Tomoe-san y los demás ya sabrían de esto.

-No... lo recuerdo... pero no le digas a nadie, no quiero preocupar... mañana es el concierto... ¡Cough cough cough!

Kenshin comenzó con otro ataque de tos, y su respiración se dificultaba. Kaoru, preocupada, puso un paño húmedo en su frente y se sentó junto a él en la cama, mientras acariciaba su cabeza como si fuera su hijo. Kenshin, quien estaba perdiendo el conocimiento de nuevo, al sentir tal contacto se acurrucó como un niño en las piernas de Kaoru, de forma inconsciente. "Descansa, Himura-kun, todo estará bien...", escuchó él semi-consciente, y su corazón sintió gran paz mientras esbozaba una pequeña sonrisa.

-Día Cuatro-

Volvió a despertar, sintiéndose ya más recuperado. Todo estaba oscuro nuevamente, y un reloj hacía continuamente su tic-tac, marcando las 4:15 am. Él estaba volteado hacia la pared, y a penas recordaba algo de la noche anterior...

Entonces se percató de que había un bulto tibio cerca de su espalda, y es entonces cuando volvieron a su memoria los únicos minutos de consciencia en esa casa. ¿Sería acaso Kamiya quien dormía a su lado…? De tan sólo pensarlo toda la sangre se le fue a la cabeza, llegando a preguntarse si quedaba un poco para el resto del cuerpo.

Pensaba que esto era lo suficientemente estresante ya, hasta que sintió cómo quien sea que estaba a su lado se acurrucó junto a él y cruzó su delgado y femenino brazo alrededor del pecho del joven, abrazándolo y apretándolo como a un peluche. Ya no cabía duda de quién era.

Kenshin tosió fuertemente y un chorro de sangre salió por su nariz, que tuvo que limpiar con el paño para la fiebre y los trozos de papel higiénico junto a su cama. Qué estaba pasándole! Era de verdad Kamiya quien estaba a su lado? En realidad ya sabía la respuesta, pero se volteó para verificarlo, y al encontrarse con la pasiva expresión de Kaoru, sintió que su corazón iba a estallar. Era la primera vez en su vida que su mente consideraba a una mujer digna de ser llamada bella por él. Ella estaba recostada sobre las cobijas, con parte del cuerpo fuera de la cama y apoyado en una silla, como si se hubiera dormido sin darse cuenta. Él, tratando de no despertarla, la tapó sólo con la frazada, y ella se volvió a acurrucar cerca de él, recostándose completamente en la cama. Una especie de felicidad lo inundó al sentirla cerca, y cerró los ojos, dejándose abrazar por ella con gran paz y emoción a la vez...

"...Dicen que es una sensación de felicidad, emoción o nerviosismo en el pecho, el corazón te late fuerte y te pones rojo..."

Las palabras de su amigo irrumpieron súbitamente en los pensamientos del pelirrojo, y la conclusión inevitable a la que había llegado lo hizo llenarse de horror.

-¡No puede ser!

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NdYune-o: SIIII por fin pude publicar esta cosa... ahora la demora no fue por falta de inspiración, ya hasta tengo maquetas para próximos capis, fue esta vez por falta de tiempo T.T. En todo caso, larguísimo y todo, a mí me gustó el capítulo, ojalá a ustedes tb nn

Yune-ô (Hestiaseve)

0:06 07-07-2005