NdYune-ô: SOOOOORRYYYYY... Sé muy bien que me demoré MUCHO más de lo propuesto, pero en serio esta ha sido el único día con tiempo -e inspiración a la vez- desde el capítulo anterior...

Pero bueno! en este capítulo les tengo una sorpresa! Y no, no es lo que me han estado pidiendo en los reviews todo el tiempo desde q empecé este fic, así que no traten de imaginárselo ;).

Semana Ocho

-Día cuatro-

Las luces de colores iluminaban todo el lugar, rodeando y jugueteando por los rincones como grandes luciérnagas. El gentío se precipitaba uno sobre otro, obligando a sus gargantas a causar tal estruendo que el aire carecía para proseguir.

El blanco humo, espeso como los pensamientos que rondaban la cabeza de aquel individuo, se arrastraba y esparcía por el suelo llano elevado a modo de plataforma, que representaba un imposible para quienes lo observaban y la única seguridad para quienes lo habitaban. Tres siluetas fueron marcadas en sus contornos por los destellos y la humareda, y las voces presentes no pararon de alzarse sino hasta que los ojos violetas hicieron aparición.

Éstos se paseaban de un lado a otro entre el millón de rostros, lágrimas y sonrisas, como un ave buscando un lugar donde posarse y descansar, hasta que los vio. Había terminado su búsqueda: los ojos azules lo miraban desde la tercera fila, junto con dos niñas, un anciano, y sus demás amigos del estudio.

Una sonrisa se trazó en su rostro maquillado y cerró los ojos con seguridad. La dueña de las garzas pupilas también había sonreído y estaba tranquilo por ello. Sentía su calidez, que le llenaba de las fuerzas que se habían ausentado antes del evento, cuando lo había inundado un repentino pánico.

Todo estaba bien ahora. El espectáculo podía comenzar.

-Día Siete-

-Se me hace sospechoso -Dijo por fin el rubio luego de que su compañera le terminara de contar el relato. Se encontraban en una pequeña fuente de soda bastante desconocida en medio de un recóndito pasadizo, como las muchas otras veces en que se reunían.

-Dímelo a mí -Replicó ella, apoyando su cabeza en la palma de su diestra, con el codo sobre el largo mesón.

Desvió la vista hacia un lado con sus ojos marrones, trayéndose a la mente las imágenes y palabras compartidas ayer junto a Tomoe y Kaoru, en una conversación femenina que en un momento x llegó al tema del pelirrojo novio de la primera. Había jurado no esparcir a nadie la información recibida esa noche, pero si había algo que Shura era incapaz de hacer, eso era guardar secretos. Debía sin excepción decírselo a al menos una persona, y qué mejor persona que su no-amigo (como a ellos mismos les gustaba llamarse) Sawagejô Chô, el mayor chismoso en toda la historia de la humanidad. Chô no era generoso, así que se guardaba la información para él y su no-amiga, no obstante podía pasar horas opinando de alguien a sus espaldas y llegar a las conclusiones más oscuras junto con ella.

Se conocían desde hacía mucho tiempo, siendo su primer encuentro una ocasión en que ella lo sorprendió cambiando las cintas de las grabadoras que tenía bajo el escritorio de la oficina del director (y bajo el comedor de profesores, y en el baño de mujeres, y en salas de cursos rivales, y en las salas de todas las academias...) cuando iban en cuarto grado. Lo que él había interpretado en la mirada de la chica como una indiscutida acusación a los profesores y posteriormente una suspensión resultó ser una petición de unirse a su causa aportando con más cintas, grabadoras y vigilancias; que culminaban con un creativo intercambio de la información recibida. Si no fuera porque ambos tenían una reputación ya reconocida de apatía, brusquedad, insociabilidad, ironía y egoísmo; tal vez no les hubiera importado ser amigos, pero dichos rasgos los llevaban al extremo de no publicar ni aceptar la amistad que ambos sabían que existía entre ellos. Y ella optó también por ignorar el tan negado por ambos hecho de que él tocaba música sólo para no dejar de "compartir la información" con ella. Era mejor así.

-Y se me hace aún más raro considerando a quién miraba Himura en el concierto -Continuó ella, mirando fijamente a su no-amigo, como queriendo que captase la directa indirecta.

Tomoe había mencionado lo bien que habían estado los días (y parte de las noches... argh, me dio asco sólo pensarlo XS) con su Ken este último tiempo desde que por fin había mejorado de su enfermedad, pero cada vez sentía más la ausencia de su novio a la hora de intimidar, y ella le atribuía eso a las misteriosas salidas nocturnas del menudo artista (Kaoru dio un salto con ese comentario. Shura la miró extrañada). Sabía que la quería, decía Yukishiro Tomoe, pero realmente ya cada vez se sentía más ajena a él.

-Esa tal Kamiya no me gusta nada -Dijo su no-amigo, con una extraña sonrisa y sacudiendo su exageradamente largo y puntiagudo pelo con la mano.

-A mí tampoco. Estoy casi segura de que tiene algo que ver. Muy cuñada será de Himura, pero eso no explica el que los hayas visto hablar a solas tantas veces... ¿Crees que debamos investigar?

El bajista originalmente quería ser detective, por lo que Shura sabía de antemano su respuesta.

-No. Creo que debemos preguntárselo amablemente. -Respondió él con ironía.

Semana Nueve

-Día Uno-

"No te creo", le había dicho Misao cuando le había preguntado si la quería y Aoshi había respondido afirmativamente. Si tan sólo hubiese sido una única vez la que le hubiera hecho la pregunta no estaría preocupado, pero se la hacía todos los días y de cuando en cuando las horas que pasaban juntos, cuando se acordaba, desde aquel día en la plaza. Ella siempre replicaba de la misma forma.

Ahora estaba el joven en el mesón de un bar, esperando que la chiquilla hiciera una llamada a Okina avisando que llegaría tarde. Bien sabía él que no era solamente al anciano a quien quería ella llamar, y suspiró decepcionado de que la noche para demostrarle que, en efecto, SI la quería, se hubiese estropeado. Casi tan decepcionado, pensó Aoshi, como el semblante que Misao le había dado ese día en la plaza, cuando le había preguntado si podía ocupar el lugar de Seta. No le había respondido nada (al menos verbalmente) y parecía querer evitar el tema a toda costa, por lo que de pronto se preguntaba si realmente había sido una buena idea. Sus sentimientos eran fuertes, pero los de la chica parecían inexistentes, y se sentía no más diferente que aquellos novios por conveniencia que la chica solía tener. Aunque la diferencia era que él ni siquiera era su novio.

De pronto, una ola de frustración y rabia que sorprendió hasta al mismo Aoshi, lo inundó casi por completo, e hizo señas a Misao de que iba al baño, mientras ella seguía en el teléfono. Necesitaba despejar un poco su mente, así que se tomaría su tiempo -y haría hora- dando vueltas y haciendo nada, mojándose la cara con desánimo. Cuando volvió la chica conversaba con dos desconocidos frente a cuatro vasos de licor. Volvió a sentir celos (aunque a él le gustaba llamarlos "frustración" o "preocupación"), así que se sentó junto a la chica mirando a los tipos de manera amenazante. Sus ropas negras como los lentes y la bufanda que llevaba no lo hacían ver muy amigable.

-Oh, bueno, aquí llegó mi acompañante. Adiós! -Les dijo ella, sonriendo.

-Eh? No nos dijiste que era una amiga? -Replicó uno, un tanto enojado. Aoshi se puso de pie, en silencio, lo que lo hizo retroceder.

-Ups, pues creo que lo olvidé. Mí error, jejeje...

Los hombres se alejaron refunfuñando y maldiciendo con dos de los tragos en sus manos, y Misao miraba a Aoshi con una inocente y alegre expresión.

-Qué rayos fue eso, Makimachi?

-Una manera fácil y rápida de conseguir bebidas gratis. -La chica sonrió.- Ten el tuyo, deberías agradecérmelo.

Aoshi no hizo comentario alguno por un momento, mirando, asqueado de la noche y el lugar, cómo Misao bebía el licor con tranquilidad y se detenía para cerrar los ojos y escuchar la música del oscuro local. Todos reían y conversaban alegres. Los sonidos se mezclaban en la cabeza, con una melodía instrumental de cierto grupo de nombre Angel's Grave. Los sonidos comenzaban a hacerse confusos. Ella seguía sonriendo, sumida en una especie de trance mientras el joven parecía distraído con algo más, sin embargo en la mezcla de felicidad inexplicable también llovía lentamente el temor, aunque ella no lo reconocería. "Ya vámonos", pidió el artista cuando habían pasado ya unos veinte minutos. "No seas aburrido" le contestó ella, burlándose del joven y sin decirle lo que sentía.

Shinomori Aoshi bebió el líquido al seco, movido por la frustración. Él nunca bebía, por lo que no tardó en darse cuenta de lo mala idea que eso había sido. Volteó a mirar a la chica, quien se veía extraña, como cayéndose del asiento. Asustado, se levantó abruptamente para ayudarla, pero una vez de pie todo había empezado a darle vueltas... no parecía que hubiera sólo licor en aquellos vasos...

Los ojos azules del joven se abrieron lentamente. La cabeza le daba vueltas y sentía náuseas. Fijó su mirada en el radio reloj que tenía a la derecha, eran las 5:30 de la mañana y aún era muy temprano para levantarse, así que cogió sus ropas sobre la cama y la única frazada que lo cubrían en ese improvisado e incómodo colchón para seguir durmiendo...

Un momento... Colchón improvisado? Radio reloj? 5:30 AM? SUS ROPAS SOBRE LA CAMA...? Se levantó sobresaltado, y se volvió a sentar automáticamente cuando notó que, en efecto, ninguna prenda cubría su cuerpo. No sabía en dónde estaba, a su lado en la cama había indicios de que alguien había estado ahí, y lo peor de todo: no sabía en dónde estaba la pequeña fotógrafa. ¡La había dejado sola tras los efectos de esa droga! Se vistió rápidamente. Estaba cansado, no obstante salió disparado y buscando como loco por los pasillos del corredor en que se encontraba, junto a muchos otros, la pieza en que había despertado.

Se estaba preocupando en serio, cuando la vio por fin al doblar una esquina; el edificio era más grande de lo que parecía. Ahí estaba, sana y salva durmiendo en un pequeño sofá. Tal parecía que nada le había pasado, pues luego de inspeccionarla con la vista no encontró cosa alguna fuera de lugar, y suspiró aliviado para luego despertarla sin mucha delicadeza (como todo lo que él hacía).

-Qué quieres... troglo...dita... -Dijo la chica quedándose dormida nuevamente, por lo que Aoshi tuvo que zamarrearla hasta que reaccionara.

-Van a ser las seis de la mañana, vámonos de aquí.

-Q... qué? No puede ser... no recuerdo nada...

-Sólo vámonos, Okina debe estar preocupado.

-Espera -Dijo ella avanzando torpemente. -Me duele caminar, voy al baño.

Luego de bajar las primeras escaleras que encontraron, volvieron al bar. Aoshi se quedó esperando a la chica en la calle mientras ella seguía en el baño, mirando hacia todos lados a ver si encontraba más que a hombres desaliñados (seguramente ebrios) viéndolo a él con ojos desconfiados. Estaba amaneciendo, y se sentía incómodo ante la intriga de lo de anoche. Para colmo de males, aún la frustración de la primera "cita oficial" lo perseguía y Misao se tardaba. ¿Qué tanto puede hacer una mujer en el baño? Pensaba con fastidio.

-Aún me duele... -Dijo la joven fotógrafa saliendo del local con dificultad.

Aoshi resopló ladeando la cabeza y la tomó en brazos como si fuera su hermanita. Era muy liviana, pensó él; ella estaba atónita.

-Lo siento, es que empecé a menstruar -Continuó Misao a modo de explicación. -Tuve que usar papel higiénico porque no tengo toallas, asco!

-Gracias, Makimachi, has cumplido mi sueño. Al fin una chica me dirigió esas bellas palabras mientras la cargo.

Misao enmudeció y luego reventó a carcajadas, un tanto avergonzada. Metió sus frías manos en los bolsillos de su abrigo, y encontró un papelito. Uno viejo y doblado, con un número en su interior.

"Qué arrastrada...", pensó de sí misma al recordar las tres veces en que había marcado ese número hoy. Aoshi caminaba con la mirada fija y pacífica, aunque no parecía contento en lo absoluto. "El camino al estacionamiento era más largo de lo que recordaba", pensó nuevamente. Y no le desagradó que así fuera.

Suspiró con tristeza ante el recuerdo de su amigo que de seguro no la recordaba a ella... ¿Por qué no contestaba? Dónde estaba ahora...? Cerró los ojos con decisión y arrugó el papel con desprecio, para volver a guardarlo.

-Shinomori-kun... ¿Tú me quieres?

Aoshi suspiró enfadado, sin parar de caminar ni dirigirle la mirada.

-Créeme de una vez: Si realmente no te quisiera ésta sería la hora en que me verías dejándote en el piso y yéndome en taxi para no tener que escucharte hacer la misma irritante y estúpida pregunta a cada momento. Eso te lo aseguro. -Su cara no se había movido ni un poco, pensó Misao, pero su corazón latía más fuerte aún con esas irónicas palabras.

El joven sintió un beso muy cerca de su boca, y se detuvo en seco. Bajó la mirada hacia los verdes ojos de la chica, ruborizado y con el corazón palpitante, en una sorpresa infinita. Ella se acurrucó en su pecho y cerró los ojos con tranquilidad.

-Está bien, Shinomori-kun. Puedes reemplazarlo.

-Día cinco-

Las niñas no estaban, pero el artista de todas formas estaba ahí. Tal vez por costumbre, tal vez por gusto, por compromiso o por simple amistad, a quién le importaba, pero Kenshin seguía yendo a la casa de Kaoru, y ahora que le había confesado y aceptado que ella era su única amiga del sexo opuesto, ya no se vería extraño ante los ojos de nadie el que él fuera a visitarla. En especial ante los ojos de Gensai, quien aunque tampoco estaba ahí en esos instantes, siempre lo había hecho sentir como si supiera lo que sentía por Kaoru cuando iba.

Ahora jugaban Monopolio sobre la cama de la joven tapada con las sábanas, el juego favorito del artista, y como siempre iba ganando ante la estresada Kaoru, a quien ya no se le ocurrían más maniobras para hacer trampa y poder comprar esa propiedad más cara en la que se encontraba con los pocos billetes que poseía. Kenshin siempre la dejaba en quiebra luego de comprar todas las propiedades, pero esa era la única que le faltaba, y DEBÍA ser suya.

-Sabes? He hablado a Misao acerca de ti, bueno, de "Shinta", y me dijo que nadie le sacaba de la cabeza que ese tipo estaba enamorado de mí. -Sonrió Kaoru.

Kenshin se trapicó con el jugo en polvo que estaba tomando y comenzó a toser frenéticamente. Kaoru reía a carcajadas.

-Jajaja, lo sé, es absurdo! -Reía ella mirando la reacción de Kenshin, divertida, viendo luego que éste también se había puesto a reír.

-JAJAJAJA SI, ABSURDO! ANTES DE GENSAI! JAJAJAJA...!

Antes de que el ruborizado pelirrojo pudiese darse cuenta, Kaoru ya había robado dinero del banco y comprado la propiedad, agitándola con la mano con aire triunfal.

-Eh...? Oye! TRAMPOSA!

-El que pestañea pierde, mal perdedor! -Exclamó ella sacando la lengua.

-Devuélvela, tramposa!

Battousai empujó la mano de la chica con brusquedad para intentar quitarle el papelito de propiedad, yendo a dar éste tras un mueble junto a la cama. Ambos compartieron una mirada y de inmediato intentaron ponerse de pie lo más rápidamente para alcanzarlo, haciendo que las piezas en la cama se esparcieran por el piso.

Traicioneras sábanas. Kaoru al ponerse de pie se vio enredada en ellas, haciéndola caer y afirmarse de lo primero que había encontrado como apoyo, o sea la chaqueta de Kenshin. Pronto ambos se encontraron en el amplio piso de la pieza, Battousai sobre Kaoru apoyándose con sus manos a ambos lados de la cabeza de ella, y luego de asimilar lo ocurrido y recuperarse del golpe, rieron fuertemente ante el tonto accidente.

Sin embargo, Kenshin paró de reír. Se dio cuenta de la comprometedora posición en la que estaba: él sobre ella, sus rostros a centímetros y sus cuerpos enmarañados en el piso, sintiendo uno la tibieza del otro; su corazón retumbaba con fuerza mientras veía los ojos azules de su amiga, y sentía como si todos sus impulsos intentaran obligarlo a hacer algo al respecto. Tragó saliva; intentó moverse; pero su cuerpo no respondía. Su sonrojada expresión de ausencia no cambiaba.

Kaoru también paró de reír luego de un rato, extrañada ante el semblante de su amigo, quien no se movía ni un centímetro. Su rostro se ruborizó también. A fin de cuentas, ¡él estaba sobre ella!; podía sentir su perfume masculino y sus largos cabellos rojos rozándole el rostro. Comenzó a ponerse nerviosa, y el temor de que las palabras de Misao resultaran ciertas fueron llenando paulatinamente sus pensamientos.

-Hi… Himur…

Antes de que pudiera terminar su frase o intentar hacer algo, sus labios se habían perdido en los del joven, encadenados al suave beso que él le ofrecía con ternura.

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NdYune-ô: Ven? Les dije que no se lo imaginaran! Y es que era tan obvio que si lo intentaban lo adivinarían y se acabaría la magia XD. Pero bueno, en fin, ojalá les haya gustado harto, a mí particularmente me gustó la parte de Misao y Ao :3, pues esta última la tenía planeada de una forma totalmente distinta, la repasé en mi mente un millón de veces, y cuando fui a escribirla... se me voló ¬¬ y tuve que inventar una nueva.

En fin! Gracias por tenerme paciencia, y no se preocupen, la próxima actualización no estará tan lejana como en ésta -pero esta vez no pondré fechas-, pues gracias a Dios las próximas semanas no tengo tanto que hacer salvo el ignominioso y bastardamente mutante trabajo de química para el miércoles, lo demás está más facilín...

Apóyenme en esto, escribir no es tan fácil -.-

Au Revoir!

Yune-ô (Hestiaseve)

18:24 30-09-2005