NdYune: Largo capítulo, again. No sé qué me está pasando... x.X
PD: Luego de leer este capítulo cerca de seis meses después de terminada la historia, me doy cuenta de lo pasado a caca que se estaba volviendo el fic. Cebollento hasta la muerte, novelesco al estilo teleserie centroamericana (sobretodo la última escena o la de Shishio y Kaoru ::pukes::)… lo único que faltaba era que alguien perdiera la memoria XDD. Bendita seas, Ángela, por decírmelo antes de que fuera demasiado tarde XD.
Semana Trece
-Día cuatro-
-No... -Kaoru negaba también con su cabeza, desconcertada- No puede ser... Estás bromeando, verdad?
-...
-Dios! No debí venir... Me amas? Pero y Tomoe-san, qué hay de ella?
-No hay nada. Es a ti a quien quiero.
-Quieres decir que has estado haciéndole creer que la quieres a ella todo este tiempo?
-...
-No… no, no, no. ¡Esto es increíble! Simplemente no puedo creer que estés haciendo algo así. No pensé que serías capaz... es decir, yo sabía que fingías muchas cosas, ¡pero no algo tan serio como eso!
El semblante del artista no había cambiado. Desde un comienzo sabía que esto ocurriría, pero no podía negar que al sentir el abrazo de su amiga sus esperanzas se habían elevado. Suspiró, llevándose una mano a la frente. Kaoru se había puesto de pie.
-Lo siento, Ken, pero yo amo a Enishi, y de todas formas no podría estar con alguien capaz de engañar a tal punto sólo por dinero. Eso es demasiado incluso hasta para ti. Lo mejor será que me vaya... y como dije antes, no me busques más.
La prostituta salió del local a paso rápido, dejando al pelirrojo mirando al vacío, inexpresivo, mientras el dolor de perderla y los ásperos pedazos de su roto corazón se arrastraban por todo su ser.
A unas cuantas calles de distancia, sentada en una banca de la vereda, una prostituta lloraba amargas lágrimas, sin poder ponerle fin a su brotar.
Semana Dieciséis
-Día seis-
-Eres un tonto -Le dijo ella por enésima vez, limpiando sus moretones con un algodón. -Eres un tonto! -Volvió a decir, esta vez angustiada por la culpa que le causaba ver a Sanosuke en ese estado, sentado frente a ella y con sangre en el rostro. -Sabes bien que no tenías que hacer algo como esto, estoy acostumbrada a estas cosas...
Sanosuke miraba hacia un punto fijo en el piso. Contaba y examinaba cada una de las costuras y curvas del diseño de la alfombra en que Megumi estaba de pie. Idéntica a la que él se apoyaba todos los días en su infancia frente al comedor de su antigua casa y que se extendía por la mayoría del primer piso, salvo el baño y la amplia cocina en que Kamatari, su nana, pasaba la mayoría de sus horas en aquel hogar.
Al pequeño le gustaba arrastrarse en cuatro patas, silenciosamente y siguiendo el patrón de la alfombra hasta donde fuera que se encontrara su nana, para asustarla de mil maneras distintas. En un principio de verdad lo conseguía, haciendo a Kamatari sobresaltarse y darle un suave coscorrón entre las carcajadas del infante, pero luego sólo fingía espanto para hacerlo feliz.
Fue por este tipo de cosas, que Kamatari siempre hacía junto con muchas otras para prolongar sus sonrisas, y no por los llantos, ruegos o explicaciones, que el pequeño guardó silencio cuando, el día en que la siguió hasta el baño, descubrió que él y su querida nana no tenían algo diferente bajo la barriga, como su papá le había explicado que debía ser entre un hombre y una mujer.
Siete años tenía ya, y habían comenzado los disturbios. Su escondite ya no era frente al comedor, sino bajo éste, mientras se cubría la cabeza con ambas manos para ignorar los gritos y reproches que sus padres se daban el uno al otro. Kamatari lo llevaba hasta su cuarto, el más apartado del lugar, todas las veces que podía prevenir la llegada de uno de los dos estando el otro en la casa, para proteger a la criatura de aquellas agresiones. Su madre se lo arrebataba, luego, enfadada y diciéndole que no tenía derecho, que había estado preocupadísima por su culpa y que cuidadito si la veía hacerlo otra vez. Sanosuke iba a parar entonces al "cuarto de arriba", donde su madre se escondía junto con él, airada y hablando pestes de su padre entre llantos y temblor de manos.
El trabajo de su padre cambió algunos años más tarde, por lo que prácticamente no estaba en casa. Volvía una semana al mes, días infernales en que todo volvía a ser como antes. Salvo ese otoño en Septiembre, que había marcado la partida del joven a sus 14 años.
"Ja, y tú, mocoso ridículo, defiendes a esa ramera?", se había burlado Hiko aquella noche cuando él trataba de proteger a su amiga Megumi, y así también su padre a modo de reproche aquella noche, cuando se había enterado del secreto de Kamatari poco después que su madre, y su hijo trataba de desmentir el que ella había guardado silencio, sabiéndolo desde un principio, para estar con ese hombre disfrazado y burlarse de su marido en sus narices. No parecía darse cuenta de lo absurdo de su acusación.
Siempre eran gritos, reproches, argumentos del uno en contra de los del otro... pero nunca insultos de tal índole. Sanosuke jamás pensó que volvería a vivir lo que aquella noche de antaño tras oír esas palabras, cuando su vista se nubló y la sangre le hirvió de forma que su cuerpo se movía por sí solo. Tal como entonces, él no andaba bien desde antes, y sus manos, vueltas un círculo de presión, fueron estrellándose vez tras otra contra el autor de esas palabras. Y de igual forma que ese día, había sido la ofendida quien lo había detenido, y todo había culminado en su partida.
Quizás eso era lo único que había variado esta vez, pues Sanosuke jamás se iría del lado de Megumi por su cuenta; y en vez de eso, a los golpes que Hiko le respondió se sumaron los propinados por Tooru una vez concluido el episodio.
Emitió un leve quejido al sentir el alcohol sobre una de sus heridas profundas.
-Quizás estés acostumbrada... pero sólo yo puedo insultarte.
Megumi rió y lo abrazó como quien abraza a su hermano pequeño, mientras él sonreía. Al soltarlo notó como él le dirigía una seria mirada, contrastando su sonrisa anterior. Se sorprendió al darse cuenta, habiéndolo ignorado todo ese tiempo, de que los ojos de su amigo; su rostro; su expresión; ya no eran los del niño que ella había conocido desde hacía tanto... La prostituta enmudeció: era el rostro de un hombre.
Ninguno de los dos supo cómo, ni cuánto tiempo pasó después de esas simples palabras. Y a ninguno le importaba. Toda la mente de ambos estaba enfocada en el roce y la calidez con que los labios de uno se perdían dentro de los del otro. Se besaron primero con ternura infantil, como si éstos fueran los primeros labios que ambos tocaran con los propios. Luego con fuerza, acercando y acariciando sus rostros y cabellos con sus manos, sintiéndose tal como si fuera la última vez en que se unirían de esa forma. Y finalmente, de un modo emocional, apasionado, similar al de los novios en su primera noche de bodas, en que con ese vínculo se marca un comienzo de un nuevo antes y después coronado de muchas más caricias; mientras se abrazaban y paseaban sus manos por el cuello y espalda del ser amado, casi con desesperación.
Megumi se apartó bruscamente, haciendo que su amigo quedara desorientado tras la brusca ruptura de aquella unión. En el rostro de la joven estaba dibujada nítidamente la confusión. Atolondrada, se llevó una mano hasta sus lacios, frunciendo el ceño al no comprender por qué había mezclado un beso común con tal cantidad de sentimientos como los que en ese entonces la ahogaban y rodeaban, cuando ella estaba acostumbrada a darlos fríos, mecánicos, sólo con fines de trabajo. Y ya no conocía otro modo de darlos. Entonces ¿Qué había ocurrido?
Una voz lejana la llamó de pronto, que provenía de la sala principal. Sin mostrar conmoción alguna salió del cuarto, a paso normal, dejando a Sanosuke sonrojado, nervioso, quizás hasta decepcionado, pero no sorprendido. Todo se le hacía como una historia vieja ya vivida, y conocía demasiado bien el final y a la protagonista.
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Para alguien que no conociera a Kaoru, nunca tendría menos de 26 años en el estado en que ahora se encontraba, aún cuando todavía no alcanzaba los 21. El llanto, la frustración y el maltrato habían hecho estragos en su rostro, y en su antes fino y liso rostro hacían acto de presencia grandes ojeras y leves manchas, que deterioraban su piel de porcelana. Gensai encontraba cada vez más pelo en sus peines y habían ocasiones en que comía como desesperada, y otras en que no probaba bocado por días y días.
Enishi lo notaba, y se preocupaba. De seguro también lo habría hecho Kenshin de no ser por el hecho de no producirse un cruce de miradas entre ellos desde la infructuosa declaración del artista. Era por esto que su novio la había prácticamente obligado a quedarse en su casa y descansar por unos días luego de pedir autorización a Okina (que él creía era el verdadero padre de Kaoru, según sus propias palabras), pero aún con sus esfuerzos, no podía evitar que ella saliera a deshoras, pues, muy a su pesar, como médico debía trabajar días enteros para acrecentar los fondos que secretamente acumulaba, destinados a la casa grande de los sueños de su novia para el día ansiado en que formaran una familia.
Ahora ella descansaba en su sofá, la tarde de su día libre del hospital iba cayendo, y ella veía televisión mientras él le preparaba una gran cena con camarones: sabía que eran sus favoritos.
El constante cambio desinteresado de canal se detuvo súbitamente ante la imagen del Angel's Grave cantando en vivo en un comercial. Battousai se veía radiante y profesional. Kaoru dio un suspiro de tristeza. Pronto la voz de una mujer anunció la gira del grupo por Japón y posteriormente Europa que pronto realizarían. Letras gigantes aparecían anunciando la noticia en la pantalla, cubriendo parte de los rostros de los artistas.
-Q... qué? Se irán de gira? -Preguntó Kaoru en voz alta, sin poder ocultar su desconcierto.
-Sí, no lo sabías? Tomoe-chan me lo contó el otro día. Creo que durará meses, y ella también debe ir. Estúpido pelirrojo sin chiste, siempre consigue alejar a mi hermana de mí.
Enishi, desde la cocina, no pudo notar el rostro anonadado de su novia, ni los ojos humedecidos que lentamente dejaron caer lágrimas, como tantas otras veces cuando se mencionaba en los alrededores a su amigo, a quien al parecer no vería más por tanto tiempo, justo como ella le había pedido aquella vez...
-Voy al baño -Exclamó ella con naturalidad, tratando de disimular lo mejor posible el quiebre de su voz.
Secó sus lágrimas tratando de no sollozar. No quería preocuparlo más llegando a la mesa con ojos hinchados. La enfurecía su tan auto-odiado apego a los demás. Bastaba con iniciar una amistad para que ese él o ella calara profundamente dentro de sí, y a consecuencia de esto, ella siempre terminaba sufriendo ante una discusión o separación. Lo que más le dolía era la idea de haberlo hecho sufrir a él, que tanto había hecho por ella, aún cuando su lado lógico le repetía que había hecho lo correcto, lo que era mejor para ambos... o para los demás, mejor dicho, pues ella no estaba mejorando de nada. Recordaba con desprecio la charla con Shishio-sama, que había dado punto de partida a todo lo que estaba ocurriendo. Quizás, si ni siquiera lo hubiera conocido, no habría tenido que pedirle a su amigo que se dejasen de ver, y él no se habría confesado, y no hubiese tenido que decirle todas esas cosas, y en este entonces serían tan amigos como antes. La vuelta a realidad la sacaba de sus casillas.
-Quiero que dejes de ver a Himura-kun, pequeña.
-Eh, pero por qué?
-Sabes muy bien a lo que me refiero, prostituta. Aléjate de él y deja de hacer daño innecesario. -Los ojos de Kaoru se habían desorbitado. ¿Cómo se había enterado de todo eso?
-Una cosa no tiene nada que ver con la otra, Shishio-sama. Quizás no le haga bien verme, pero tiene que entender que yo...
-No volveré a repetírtelo, geisha de tercera. A nadie le interesan tus problemas, así que tú sólo aléjate de Himura y evitarás que tenga que decírselo a tu novio. -Amenazó él, interrumpiéndola.
La chica observó pasmada la imponente figura del hombre frente a ella, pero no se dejó intimidar. Era un mal día para insultarla de ese modo, por lo que dejó de pensar con racionalidad. Sabía lo que estaba en riesgo y también sabía que ese hombre tenía razón y que lo hacía por el bien de Kenshin (el cual sin dudas, para ella, se conseguiría si dejaba de verlo), pero no estaba de humor para dejar pisotear su orgullo, como hacía a diario en el BRB ante Tooru y su crueldad.
-En serio? Le dirás? Oh! Y ahora qué haré! Eni-kun no me querrá más...! JA ¿Y crees que me importaría que se lo dijeras? Por favor! Es cosa de pedirle perdón y asunto arreglado. Puedo perfectamente lloriquear para conseguirlo, y él está enamorado así que sé que me perdonará, por lo que no me venga con ésas, no puede evitar que vea a Kenshin-kun cuando se me ocurra, así que no se meta en mis asuntos, Ok?
Shishio no mostró asombro ante esas palabras, aún cuando no se las esperaba. La prostituta era peor de lo que pensaba, se dijo. Por suerte, tenía aún un as bajo la manga.
-Mmm... así que no le importa... Hmmmm. A ver, veamos... Yukishiro Enishi, no? 25 años, soltero... Actual médico... Oh! Un doctor! Qué bella profesión. Sería una lástima que alguien con tanto futuro como él hiciera algo para perder tan prometedora carrera... -Una ola de horror sacudió a Kaoru, conmocionándola de pies a cabeza. -Mm.. qué más tenemos por aquí... Oh! Makimachi Misao! Amiga de la infancia, no? Es bastante simpática esa chiquilla. Ojalá nunca le pase nada malo... Y qué tal Makimachi Okina...? O también está ese anciano Gensai... la vida puede estar llena de complicaciones, Kamiya-chan, sabías?
-Mentira... no tiene tanta influencia. A mí no me engaña.
El hombre apoyó sus manos en el escritorio de la gran oficina, acercando su rostro al de la chica, amenazante, y susurró:
-Ponme a prueba. -Ella guardó silencio, pensativa, sin saber qué decidir.
-Pero... ¿cuál es su problema conmigo...? Kenshin es un terco, nunca me escucha...
-No seas cínica, Kamiya-chan. Sólo aléjate de él y asunto arreglado.
No pudiendo contener la ira, Kaoru se fue dando un enorme portazo.
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No podía negar, ahora que su reflejo le mostraba sus ojos brillosos, que la declaración de Kenshin; enterarse de que su amigo sentía todo eso por ella, le había ocasionado una gran conmoción. De sólo pensar en mirarlo una vez más a la cara o escuchar su voz llamándola se sonrojaba: ella nunca había estado en situaciones como ésta, y realmente no sabía cómo reaccionar. Cuando Enishi le había declarado sus sentimientos aquel atardecer en el parque cercano a la universidad, ella recordaba haber estado en la misma situación que ahora, sólo que en ese entonces estaba segura de lo que sentía por el, en cambio ahora... todo le era confuso. No sabría definir qué tan profundos ni de qué tipo eran sus sentimientos hacia Kenshin, y la sola idea de poseer sentimientos divididos la espantaba. Respiró hondo y se tranquilizó al recordar lo que una vez había leído y escuchado de mujeres en su lugar: ellas se habían dejado llevar por las palabras de un nuevo pretendiente y, confundiendo halago y emoción con amor, habían cometido el mayor error de sus vidas, dejando ir al excelente hombre que tenían a su lado antes de la llegada de la tercera rueda.
Estaba en calma ahora. Las cosas se le había esclarecido cual amanecer, y se sentía mucho más segura de lo que estaba a punto de hacer: Su amigo pronto se iría por un tiempo considerable, y aún conociendo los riesgos no estaba dispuesta a dejarlo partir si no estaban en tan buena relación como antes. No tenía pensado volver a las visitas diarias como anteriormente, pero quería aclarar las cosas. Apretó el celular en su mano y marcó el número sin titubear, aunque con el corazón sobre-palpitante.
-Sí? Habla Himura -Dijo la voz de Kenshin junto con el sonido de hielos en un vaso que al parecer iba acercándose a su boca.
-Hola Kenshin, soy Kaoru. -Instantáneamente, una tos desgarradora fue todo lo que la joven podía escuchar, como si su amigo se hubiera atragantado -Suenas saludable! -Rió ella, sorprendiéndose (o quizás no) de esa reacción.
-Kamiya? qu... qué quieres? -Replicó el atolondrado pelirrojo mientras se secaba el licor esparcido por su cara y manos, y se reponía de la impresión.
-Hola Ken... supe que se van de gira...
-Ah, sí... es en algunas semanas más...
-Sé que no nos hemos visto y qué sé yo, pero... hubiera sido agradable saberlo de tu boca.
-... -El joven se ruborizó, incómodo. No sabía de qué hablar con alguien que lo había rechazado... porque nunca antes lo había hecho alguien. Kaoru, aunque tratase de ignorarlo, se percataba de que aquella tensión inevitable.
-Kenshin, perdón... hubieron cosas que dije ese día... yo no quise hacerte sentir mal, perdóname por no haber sabido responder a tus sentimientos, aún creo que lo que haces no está bien, pero también creo que podía haber tenido más tino al decírtelo... Nunca había vivido algo así, no quisiera que nos enemistáramos por esta tensión, en serio, sé que fui yo quien te pedí en un principio que no nos viéramos más, pero no quisiera que, si realmente no volvemos a vernos, nuestras últimas palabras hubieran sido ésas... Perdóname si te herí, Ken, lo último que hubiese querido habría sido lastimarte, yo...
La voz de Kaoru se oía temblorosa. Kenshin lo notó, y se planteó por primera vez que tal vez él no fuera el único sufriendo. Había sido una estúpida idea el haberse declarado, y mucho peor el enfadarse con ella por unos momentos, por no sentir lo que él quería que sintiera. Ella no tenía la culpa de no quererlo como él quería que lo quisiera, o como él la quería a ella, y con su propia ausencia y silencio lo único que conseguía era hacerla pagar por algo de lo que no tenía culpa.
En un principio se sentía frustrado e impotente, pues nunca le había tocado vivir algo así, por lo que no quería verla en lo absoluto. La extrañaba, pero al mismo tiempo la culpaba de su tristeza, de no quererlo, de hacerlo extrañarla, de obligarlo a enamorarse de ella. Y quería evitar el siquiera oír mencionar su nombre. Qué inmaduro había sido. Él quería verla feliz, porque la amaba, pero había dejado que su tristeza e inmadurez nublaran esos sentimientos. Ahora estaba dispuesto a saber que sonreía aún si no podría verla, y aunque esto significara tragarse sus sentimientos y dejarla vivir su vida con su novio actual, pues estaba presto a hacerlo. La quería mucho más a ella que a todos sus egoísmos.
-No te preocupes, Kamiya, nunca dejarás de ser mi amiga. Y no estoy molesto, no te preocupes, sólo estaba un poco sentido al principio. Dejemos estas cosas de lado.
Kaoru sonrió, mientras sus ojos volvían a humedecerse. Estaba escrito ya que las cosas no volverían a ser las mismas entre ellos. Se sentía abrumada por la madurez de su amigo, y se conmovió por el enorme esfuerzo que estaba haciendo sólo para no entristecerla.
-Gracias Ken... no olvides que te quiero mucho y que siempre serás mi mejor amigo... -Se oyeron golpes en la puerta del baño y un "Kaoru-chan, estás bien?", por lo que la joven se apresuró a secar sus lágrimas y recuperar la compostura. -Lo siento, Kenshin, debo irme. Cuídate mucho. ¡Adiós!
Kenshin cortó la llamada sin apartar la mano de su celular por largo rato, pensando en muchas cosas. No se sentía feliz por las últimas palabras de la chica... "Te quiero mucho", "Siempre serás mi mejor amigo"... eran frases que claramente establecían límites entre ellos que no saldrían nunca de la amistad. Su deseo por tenerla cerca y sólo para él crecía tras notar el establecimiento de estas barreras, pero no había nada que hacer, según su lógica. No obstante su corazón le impedía rendirse del todo. Su terquedad no le permitía, auque quisiera, abandonar toda esperanza.
-Quién era, que te quedas con esa cara?
-Nadie que te importe, Aoshi... nah, era Kaoru Kamiya -Dijo finalmente al notar cómo su amigo alzaba una ceja tras la primera frase.
-Desde cuándo te llama?
-Larga historia.
-Tengo tiempo.
-No creo que te interese...
-Correré el riesgo, si no te importa.
Aoshi sabía exactamente cómo fastidiarlo, y su amigo sabía que él no se daría por vencido hasta hacerlo hablar. Kenshin se puso de pie sobre el papel periódico en el piso, tomó un rodillo y prosiguió a terminar de pintar la pared del mediano comedor de la casa de Aoshi. Éste también se puso de pie, dejando ver cuán manchados estaban el buzo y la camiseta sin mangas que llevaba (la pintura no era lo suyo). Ante su impaciencia y la amenaza, rodillo en alto, de pintarle la cara hasta la asfixia, a Kenshin no le quedó más que hablar.
El joven de negra cabellera escuchaba atónito el relato, sin perder detalle. Cómo su amigo había conocido a la novia de su cuñado, cómo se habían comprometido sus vidas aquella noche en el burdel, cómo había cambiado lentamente su vida y personalidad gracias a eso, cómo se había terminado enamorando de ella y finalmente, cómo había sido rechazado. Sacudió la cabeza en señal de desaprobación. Concordó con lo que Kaoru le había dicho entonces, y Kenshin tuvo que escuchar el mismo sermón dos veces.
-Creo que Tomoe-san no se merece todo esto. Ella es una buena mujer y realmente lo que le haces es asqueroso. Ya veo por qué Kamiya se molestó.
-Ya lo sé, ya lo sé, no necesito que me lo sigan diciendo.
-Es que no te sientes ni un poco culpable por usarla para tus ganancias? -Kenshin guardó silencio, pensativo.
-La verdad es que... si hace tres o cuatro meses me lo hubieras preguntado, te diría que en lo absoluto. Mientras haya ganancias qué más da pasar una vida con cualquiera y luego botarla cuando cese su popularidad. No obstante, desde que conocí a Kamiya... cada vez me siento más incómodo con la situación. Esa mocosa ojiazul me ha quitado el encanto, ya no puedo ser como era antes.
-Mmm, ya veo... bueno, pues lo lamento Kenshin, pero no puedes, ni te dejaré dejar las cosas así y hacer la vista gorda. Tienes dos opciones para solucionar esto; en ambas debes hacer una cosilla que no te va a gustar para nada. -Kenshin tragó saliva- La primera es que le digas todo a Tomoe-san con detalles, tanto lo que pasó con Kamiya como lo que has ocultado durante todos estos años. Muéstrale quién eres realmente, y luego rompes con ella (si es que ella no lo hace primero, como creo que sucedería antes de que siquiera pensaras en hacerlo tú) y te dedicas a conquistar a Kamiya. Si no resulta, olvídala y dedícate a algo más fructífero, pero no arrojes tu vida a la basura sólo por un corazón roto.
-Claro que no lo haría... pero ¿Cómo conquistar a Kamiya? Ella fue la que me pidió que no nos viéramos más después de todo.
-La verdad es que yo sé muy poco sobre mujeres, pero si hay algo que sé es que nunca saben lo que realmente quieren. Ingéniatelas, eres inteligente, algo se te ocurrirá. -El pelirrojo miró al piso, pensativo, como imaginando desde ya cómo lograr ese objetivo. -La segunda, y la que creo más factible y prudente, es que te propongas olvidar a Kaoru definitivamente. Por lo que me has contado, está muy enamorada de su novio, y a ti te considera su mejor amigo. Eso significa que simplemente... estás frito. Ya pasando al eslabón del amigo del alma y paño de lágrimas sería más probable que se olvidara de Enishi con el tiempo y buscara a cualquier otra pareja para estar antes de que se fijara en ti, aún si las cosas estuvieran muy complicadas. Cuéntale a Tomoe-san todo (tal como en la anterior), lo de tu personalidad y lo de ahora, y pide su perdón. Si llega a perdonarte, juégatela por ella, pues no encontrarías nunca más a alguien así, te lo aseguro. Rompe contacto con Kamiya entonces, aunque te duela, y deja de una vez esas investigaciones para averiguar su paradero que no te hacen ningún bien.
-Peor es que eso no lo hago por mí sino por ella, me preocupan sus heridas...
Aoshi miró a Kenshin con espanto, y éste repetía "Qué? Qué?", poniéndose nervioso.
-Estás enfermo? -Exclamó su amigo, poniéndole si mano llena de pintura en la frente.
-QUÉ? .¡¿Qué pretendes!
-Es sólo que... desde cuándo te preocupas por los demás? Te han lavado el cerebro! -La cara del pelirrojo se tornó del mismo color que su cabello.
-Déjenme en paz imbécil! Además qué hablas tú? Desde cuándo te volviste consejero sentimental? Tú no tienes más experiencia que yo en estas cosas! A caso te has puesto a leer Shojo manga? -Se detuvo, como recordando algo- Oooh... ahora que lo recuerdo no soy el único, eh, Misao-chan? Por lo visto te has vuelto un experto en el tema, no? He he he...
Aoshi alzó una ceja un tanto ruborizado, como haciéndole saber a Kenshin que no caería en su jueguito, y que no le afectaban sus palabras. Nadie dijo nada por un buen lapso de tiempo. Los dos tenían muchas cosas en qué pensar, y mucha pared que pintar. El sol comenzó a esconderse lentamente, tornando el cielo de un rojo parecer. Sólo faltaban unas semanas para la gira más larga y con mayor campo que habían realizado hasta el momento. Por esto mismo nadie apoyó al guitarrista con el cambio de pintura de su departamento, y todos trataban de convencerlo para que lo hiciera después de los meses del viaje (sobre todo Kenshin, quien no tenía aún un plan para huir de su amigo para cuando le pidiera ayudarlo a pintar), pero todos sabían que con Aoshi Shinomori era un malgasto de saliva. Cuando se le metía algo en la cabeza, no había nadie que se lo llegara a sacar. Su crianza en los campos de Japón y el ambiente pueblerino con que había crecido le habían enseñado a ser así.
Era con actividades como ésta con las que el fornido joven se sentía más a gusto, pues le encantaba escuchar el silencio y pensar en cualquier cosa. De vez en cuando volteaba hacia el pelirrojo, intimidándolo. Como queriendo decir algo pero sin atreverse a romper el silencio. Pensaba en cuán similares eran su situación y la de su amigo: cómo compartían hasta esa misma mala suerte. Cuando eran más jóvenes se burlaban de las demostraciones amorosas y de las películas románticas, creyéndolas siempre un insulto a la lógica y un derroche de neuronas siquiera gastar tiempo en esas cosas. Hasta el momento sólo habían tenido algunas pocas relaciones superficiales y meramente físicas que la fama les entregaba, hasta la llegada de Tomoe. Y como era de esperarse, por escupir al cielo les había caído todo en la cara, y en ese entonces morirían si hubiesen sabido que terminarían los dos horrible y asquerosamente enamorados, y como si esto no fuera suficientemente malo, las infortunadas eran precisamente dos mujeres con el corazón ya ocupado, y ahora debían sufrir al por mayor las consecuencias de aquel infortunio.
En su caso, Misao, si bien estaba comprometida de algún modo con él y estaban unidos por el fruto de sus... bueno, de sus "simientes", los pensamientos de la chica pertenecían a Seta, su amigo de antaño, por mucho que ella quisiera cambiarlos, como se lo había confesado el día en que se confirmó la fecha de llegada del joven médico: dos semanas más. Él prometió apoyarla y confiar en ella, pero la situación estaba carcomiendo su resistencia. A su amigo no le iba mejor, enamorándose nada menos que de una prostituta con novio que lo veía nada más que como su confidente y hasta había rechazado rotundamente sus sentimientos. Definitivamente, la suerte era la peor enemiga de ambos.
Por su parte, el cantante no hacía más que pensar, como había hecho los últimos días, en lo que había visto mientras iba, camuflado, a comprar algunas cosas para una cena del staff del estudio. Todo estaba cerrado el domingo por la tarde y las multitiendas estaban muy lejos. Estaba tan aburrido y cansado de caminar, que ver carteles de sí mismo pegados en todas partes promocionando cualquier estupidez sólo le hacían hastiarse hasta de su imagen (cosa que era extraordinaria, considerando que se trataba de Kenshin Himura), y no se fijó en lo hermoso del día, aún cuando estaba ya avecinándose el otoño con sus escenarios de viejo agotado de vivir.
Sus violetas linternas se paseaban por todas partes con indiferencia, escondidas tras unos gruesos lentes oscuros que con su tamaño le cubrían casi toda la cara. Un ínfimo cuadro cambió todo el paisaje para el vocalista encubierto; una insignificante escena desvió toda su atención, enfocándola en ella: ahí estaba la prostituta que succionaba sus pensamientos. Caminaba con un sobre cuantioso, protegiéndolo y presionándolo contra su pecho como si en él portara su vida. Como nunca, vestía una ropa más bien ligera, lo que, a pesar de los metros que los separaban, le dejó ver al oculto artista hematomas que no conocía. Se introdujo por un pasillo, un pasadizo desconocido entre dos edificios que en nada diferían de los otros y que eran casi imposibles de tomar como punto de referencia. Rápida, pero silenciosamente, apoyó su espalda contra la pared de uno de éstos, asomándose como para ver sin ser visto. Pero ella ya no estaba, y en su lugar sólo se veían numerosas puertas idénticas en los muros de ambas construcciones.
Pensó en esperar hasta que saliera, por lo que permaneció allí luego de ocultar con un sombrero su roja y notoria cabellera y simulaba mirar por las vitrinas de una de las tiendas. Pasaron horas y Kaoru no salía. A Kenshin nunca se le ocurrió que se pasearía tantas veces por un barrio tan recóndito como ése, llegando a aburrirse de los detalles. Luego de casi tres horas terminó por rendirse, y poniéndose de pie en el rincón inicial al que había vuelto a descansar, se dispuso a partir. No alcanzando a dar cinco pasos antes de ver pasar a Kaoru junto a él sin que ésta lo notara, pero a la vez sin que él dejara de notar las lágrimas en su rostro y la manera con que frotaba sus brazos. Maldijo la vergüenza que entonces le provocaba hablarle, a sólo dos o tres días de ser rechazado, y que le impidieron detenerla y ayudarla.
-Día siete-
-Mmm... ¿Qué te parece este pijamita? Con forma de vaquita! Así le arruinas la vida mientras no pueda defenderse.
-Ja ja, eres maquiavélica, Kaoru-chan.. la verdad me importa un bledo, y además ¿No crees que estás un poquitito MUY adelantada a los hechos? Aún ni siquiera tengo barriga!
-Ay vamos, pero cómo puedes no estar ni un poco emocionada? -Misao alzó una ceja. -Pues yo sí lo estoy! Un sobrinito, qué genial... Pronto empezará a notarse!
-Y seré yo quien se verá como una vaca ¡Yay!. Así quizás hasta compre el estúpido pijama en venganza.
-Pero dicen que las embarazadas lucen más bonitas que las mujeres normales!
-Ja, y luego espera nada más a ver después del parto! -Kaoru la miró de reojo, como reprochándole que arruinara su emoción. -Lo siento, Kaoru-chan, es que realmente no me va ni me viene el asunto.
-No puedo creer que no sientas ni aunque sea un poquitito de ansias por ver su carita.
-Llena de placenta? No, gracias. Los recién nacidos son horrendos, y perdóname por no saltar de euforia con la idea de pasar un mínimo de cuatro horas esperando a que salga este bicho por mi vagina abierta unas diez veces más de lo normal (y rasgada, ya sea quirúrgica o naturalmente), luego de que me hayan introducido tubos en mi ano para que salgan las heces, si es que no termina siendo algo inesperado y tenga que hacerme ahí mismo, sufriendo una agonía indescriptible. -Su amiga terminó de escucharla con espanto.
-No tienes remedio -Dijo al fin, ladeando la cabeza. -Aunque admiro tu capacidad increíble para echar a perder hasta las cosas más tiernas. La verdad me sorprende que vayas a tenerlo. -Los ojos de su amiga se desorbitaron por una fracción de segundo, como si el comentario fuera el menos esperado.
-La verdad, si fuera por mí no lo haría. Incluso pensé en abortarlo, Kaoru-chan. -Misao suspiró y alzó la vista con una pacífica sonrisa. Kaoru la observaba atentamente. -Sin embargo... lo hago por él. Sólo por él estoy dispuesta a tenerlo.
Su amiga se sorprendió de aquella respuesta, y sonrió al ver el brillo en sus pupilas, que había iluminado toda su cara de niña. Nunca había visto en ella tal decisión y seguridad. La rodeó con un brazo, acercándola a ella cariñosamente mientras caminaban ya fuera de la tienda en que inicialmente se encontraban, y sintiendo la caricia tibia del sol en sus caras, ya en la vereda de la amplia calle.
-Estás madurando, Misao-chan! Me alegro mucho. Shinomori-san ha de tener mucha paciencia.
Misao hizo un gesto de desapruebo, y luego de sacarle la lengua se despidió para alejarse por el camino que daba hasta la locomoción camino a su casa. Kaoru, viéndose sola y con tiempo libre, tomó su celular (NdYune: también conocido como móvil), acordándose de su novio.
-Sí? Kaoru-san?
-Hola, Tomoe-san, lamento tener que llamarla a usted, pero Enishi-kun tiene su móvil apagado.
-Oh, no hay problema. Quieres hablar con él?
-Eeeh... no, no es necesario. Está con usted, no?
-Sí, estamos a punto de salir del estudio. Es que lo obligué a salir conmigo, je je. Piensas venir?
-Sí, voy en seguida. Himura-san también está ahí? -Preguntó por simple curiosidad.
-No, Ken-kun no pudo venir. Tenía que hacer unas diligencias.
-Oh, ya veo. Bueno, en seguida voy. Nos vemos!
-Nos vemos. Eni-kun, va a venir Kaoru-chan a verte! -Exclamó Tomoe volteándose hacia atrás, donde caminaba su hermano junto a Shura mientras ella, más adelante, conversaba tranquilamente con Chô. Aoshi tampoco había podido ir. Al parecer iba a encontrarse con su novia en alguna parte después de terminar de pintar su apartamento.
Aún no podía creer que había logrado convencer a su hermano de salir con ella, cuando era obvio que de una u otra forma lo traería hasta allí, no podía evitarlo, y lo sentía por él, que había estado un poco extraño, como deprimido, toda la mañana y había decidido desviarlo de cualesquiera fueran sus pensamientos. Lo bueno era que Kenshin no estaba, y así al menos le había evitado tener que verlo. Sabía cuánto le desagradaba.
Al salir del lugar, Tomoe vio hacia ambos lados de la calle, en busca de Kaoru. Sonrió al ver un puntito a lo lejos que se acercaba veloz, y apresuró también el paso junto con Chô, para que estuvieran solos ella y su hermano.
-Eni-kun! -Oyó Enishi al salir del lugar después de Shura, sobresaltándose al ver la silueta de su novia que se acercaba corriendo hacia él, con una enorme sonrisa. Su corazón se contristó indescriptiblemente.
-Qué haces aquí tú? -Se interpuso la baterista del grupo, a pocos pasos antes de que la joven alcanzara a su novio.
-No eres bienvenida, prostituta. Vete de aquí. -Continuó Chô, dando un paso adelante de ellos, alejándose de Tomoe y haciendo un ademán con su mano que echaba a la prostituta como si se tratara de un animal indeseado.
Kaoru sintió que la tierra se abría bajo sus pies y la hacía caer lentamente. Se detuvo en seco, mirando con horror a Chô, luego a Shura, y finalmente a Enishi.
-Acaso vas a negarlo? Eh?
Al oír esas palabras, Enishi, quien se mantenía con la vista baja, angustiado, alzó nuevamente sus ojos hacia Kaoru, atento y suplicante, como rogando con la esperanza de que todo fuera mentira. No obstante, Kaoru rompió en lágrimas y sólo pudo pronunciar un suave "perdóname". El rostro de Enishi se entristeció de tal forma que la joven, dando un desconsolador suspiro, se alejó corriendo y escuchando los insultos de sus acusadores.
La vio correr; comenzaba a alejarse y a hacerse cada vez más pequeña con la distancia. Su corazón no pudo más, y exclamando un tenue "Kaoru..!", dio un paso desesperado y extendió su brazo, como intentando alcanzarla. No sin ser detenido por Chô y Shura, antes de que emprendiera la carrera hacia ella.
-Déjala ir, Yukishiro-kun. Ya te ha hecho suficiente daño.
Todos guardaron silencio. Tomoe cubrió su boca con una de sus manos, y antes de que palpara con la otra el hombro de su cabizbajo hermano, éste se condujo en dirección contraria a la de Kaoru, encaminándose hasta su automóvil. Sólo quería llegar a casa. Las imágenes impresas en las fotos que Shura y Chô le habían entregado como prueba de la acusación que formulaban no querían irse de su cabeza, y no lo dejaban pensar con tranquilidad, mientras la lluvia en sus ojos nublaba su vista y entenebrecía progresivamente su corazón.
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NdYune-o: Urg, milenios escribiendo este capítulo. Yay! Vacaciones! Me fui a Santiago por dos semanillas y he vuelto bastante repuesta. Además, mi papá a lo mejor me saca del preuniversitario porque está carcomiéndome los nervios, aunque gracias a Dios no salí con un mal promedio el primer semestre (un 6,6, ni yo me la creo o..O), y estoy muy contenta. No es que digamos un ay Dios mío, qué promedio, pues hay mojojas con 6.9 o hasta 7.0 mismo ¬¬U pero se agradece, porque yo pensaba que máximo sería un seis calvo.
En fin, acerca de este capi, espero no les haya parecido muy... pasado a caca (exagerado, sobreactuado, demasiado... producido) lo de la amenaza de Shishio, y sólo quiero advertirles que yo desde el principio tenía (tengo) planeadas cosas... "complicadas" para la historia, sobretodo en lo referente al pasado de Kaoru, así que no me digan que he mutado el primer estilo de la historia, porque sólo drama y sólo romance me aburren, debo poner algo más...
Como sea, les quisiera pedir por favor que me dieran CRÍTICAS, onda qué no les ha gustado mucho y qué quisieran que pusiera o que dejara de poner, me gustaría tener orientación, pq yo suelo explayarme con facilidad y puede que me detesten después nnU. Es sólo para saber su opinión, qué creen que hago mal, qué debería cambiar... en fin.
Les agradezco a quienes me leen y me escriben cada vez, sin su apoyo no tendría las fuerzas para continuar esta historia, que aunque se actualice una vez cada mes o dos meses, va con todo mi esfuerzo y cariño Y-Y No me linchen, la vida de estudiante es difícil...
Au revoir! un besote a todas mis reviewers.
Yune-ô (Hestiaseve)
13:29 29-07-2006
