Capítulo 18
El señor Darcy estaba un poco incómodo porque su cuñado, Lord Matlock, asistió a su cumpleaños. Aunque ellos tenían una relación cordial, nunca habían sido amigos porque John Fitzwilliam siempre había creído que por tener un título era superior al él y siempre había deseado manejar su vida.
El gran problema era que Lord Matlock era más pobre que su cuñado y de cierta forma dependía de su apoyo económico porque él, al contrario del señor Darcy, no tenía inversiones en el comercio. Para él era una degradación obtener dinero en actividades que no estuvieran relacionadas con la agricultura, aunque cada día estaba más convencido de invertir dinero en algún negocio lucrativo y obtener buenas ganancias. Afortunadamente, su esposa Lady Edith era bastante simpática y eso hacía que toda la situación fuera más tolerable.
Roger Fitzwilliam y su esposa no habían podido asistir al cumpleaños porque su segundo hijo estaba por nacer, pero le mandaron una carta a su tío para desearle que tuviera un buen año. Al señor Darcy le gustaban sus dos sobrinos porque siempre fueron muy cariñosos con él, Georgiana y su difunto hijo Fitzwilliam.
Además, Georgiana había invitado al señor Thomas y su esposa, que eran grandes amigos de su padre, y por supuesto a los Bingley, que fueron los primeros en llegar. Caroline y Louisa estaban en éxtasis porque podrían compartir una velada completa con el Conde y la Condesa. Charles, el señor Hurst y Jane se limitaban a escuchar lo que conversaban el resto de los asistentes porque el único que los tomaba en cuenta era el Coronel Fitzwilliam, y él estaba ocupado conversando con su tío Darcy.
Por su parte, el señor Wickham se había preocupado de no acercarse a Georgiana y de permanecer cerca de su padrino para evitar que Richard o el señor Thomas le hablaran en su contra. Él estaba consciente de que no era muy popular en el círculo cercano al señor Darcy.
Justamente cuando Wickham conversaba con su padrino, el señor Gibson hizo pasar a William y su esposa. Wickham intentó seguir hablando porque no deseaba que Dalton se robara la atención, pero no lo logró. En el momento en que todos vieron a William, se produjo un silencio absoluto por varios segundos.
"Gracias Lizzy y señor Dalton por venir," dijo Georgiana sonriendo. Ella se dio cuenta que todos miraban a su amiga y su esposo pero no comprendía muy bien por qué.
"Gracias a usted, señorita Darcy por invitarnos," dijo William solemnemente.
Luego, el señor y la señora Dalton se acercaron al señor Darcy para saludarlo y desearle un feliz cumpleaños. Él estaba muy contento de ver a Elizabeth pero se quedó muy intrigado mirando a William por varios segundos.
"Señor y señora Dalton, les agradezco mucho que hayan venido a acompañarme en mi cumpleaños," dijo el señor Darcy amablemente. "Con su esposo nos conocimos mucho tiempo atrás en la oficina del señor Gardiner, no sé si usted lo recuerda, señor Dalton."
"Por supuesto que lo recuerdo, fue el mismo día que tío Gardiner me presentó a Fitzwilliam," replicó William.
El señor Darcy le dijo a William lo feliz que estaba de que Elizabeth fuera tan buena amiga de su hija, y enseguida le presentó al resto de su familia y amigos, para finalmente invitarlos a tomar asiento. Wickham estaba enfurecido porque no le gustaba que su padrino le dedicara todo su tiempo al desgraciado Dalton y lo ignorara a él.
El señor, la señora Thomas y el conde Matlock escuchaban atentamente sin saber qué decir porque no comprendían muy bien quién era ese joven con una apariencia tan similar a un Darcy. En un principio pensaron que era el hijo de Patrick o Jonas Darcy, primos de George. Pero al parecer, no tenía ninguna relación con la familia y su gran parecido era sólo una coincidencia.
"Hijo, ¿quién es ese hombre?" preguntó la condesa discretamente a Richard.
"Es mi amigo y socio, William Dalton. Él es el dueño del negocio donde invertí el dinero que me heredó tía Maria y nos ha ido bastante bien," explicó Richard.
"Richard, ¿nunca te diste cuenta lo mucho que se parece a tu tío cuando era joven? Es realmente increíble, si alguien que no nos conoce entrara a este cuarto pensarían que son padre e hijo," murmuró la condesa.
"Madre, siempre eres tan exagerada," dijo Richard. Pero luego miró a su amigo y se dio cuenta que su madre tenía razón. "La verdad es que ahora que lo mencionas," agregó muy sorprendido.
El señor Darcy y el señor Thomas comenzaron a rememorar cuando eran estudiantes en Cambridge y Elizabeth escuchaba con mucha atención. Pero William no podía concentrarse en nada porque no podía dejar de mirar a su alrededor. Justo enfrente de donde él estaba sentado, había una gran pintura de una hermosa mansión al lado de un lago rodeado de un bosque. Ese lugar era muy similar al que siempre aparecía en sus sueños y se preguntaba por qué todo en allí le parecía tan familiar.
"Señor Dalton, veo que le ha gustado mucho la pintura de Pemberley," dijo el señor Darcy curioso.
"¿Pemberley? Pemberley… Pemberley" repitió William para sí mismo.
"Ese es el nombre de mi hacienda," replicó el señor Darcy sonriendo.
"Entiendo… Se ve un lugar muy bonito, señor Darcy."
"Dalton, la pintura no le hace justicia a la hacienda de tío George. Allí sólo puedes apreciar el lago pero no el bosque que rodea la mansión," agregó Richard.
"¿Y hay un río alrededor de ese bosque?" preguntó William sin dejar de mirar la pintura.
"Sí, hay un río," respondió el señor Darcy muy serio.
"Perdón, señor Dalton, pero tu nombre no me suena familiar. ¿De dónde es tu familia?" preguntó el señor Thomas como intuyendo lo que estaba pasando allí.
"Mi familia es de Manchester, señor Thomas," replicó William muy serio.
"¿Eres hijo de un caballero terrateniente o de un comerciante, Dalton?" preguntó Lord Matlock intrigado.
"Soy el hijo de un comerciante, que además fue el mejor hombre que he conocido, mi Lord," contestó William un poco enojado. A él no le gustó el tono en que ese hombre se refirió a su padre.
"El señor Dalton aún se mantiene activo en el comercio, y se siente muy orgulloso de eso," dijo Caroline con una sonrisa falsa y burlona.
"Así es, señorita Bingley. Soy el legítimo heredero del negocio y el legado de mi padre," retrucó William con firmeza. Si esa mujer superficial pensaba ofenderlo, estaba muy equivocada.
"Es mucho mejor aceptar lo que uno es, y el lugar en la sociedad que a uno le corresponde, que intentar pretender lo que uno no es," concluyó Lord Matlock tajantemente. A él le gustó la actitud del señor Dalton, había algo en su forma de hablar que le hacía pensar que era mucho más que el hijo de un comerciante. Ese muchacho tenía el porte y la inteligencia de alguien superior y él sintió mucha curiosidad por saber más de él.
"Además, me parece muy loable que usted hable con tanto cariño de su padre, señor Dalton," agregó el señor Darcy. A él le hubiera encantado que su hijo lo hubiera admirado como el señor Dalton a su padre.
Elizabeth notó a su esposo muy tenso, como si fuera otra persona y por eso prefirió no apartarse de su lado. Ella notó que Jane tampoco se separó del señor Bingley, y suposo que lo hacía para no tener que conversar con ella.
Después de que Lord Matlock y el señor Darcy defendieron a William, Caroline prefirió quedarse en silencio y Louisa sólo se atrevió a conversar con los integrantes de su familia.
Por su parte, Jane observaba a Elizabeth y a William, y no le pasó por alto como todos estaban pendientes de ellos. Su hermana estaba conversando con la señora Thomas y Georgiana, y ellas se veían muy entretenidas escuchándola mientras a ella nadie la tomaba en cuenta. Como Caroline y Louisa también se sintieron desplazadas, comenzaron a ventear todo su veneno en contra los Dalton y Jane no pudo evitar sentir resentimiento contra Elizabeth, aunque en el fondo sabía que no era correcto lo que sentía.
P&P
Violet se sentía muy débil, le dolía un poco la garganta pero además estaba melancólica. En ese momento que estaba sola en casa echaba mucho de menos a su querido Aaron y comenzó a hurgar en un baúl todos los recuerdos que tenía de él.
Ella tenía guardadas las cartas que él le escribía cuando estaban recién casados y él tenía que viajar por razones de negocios. Su marido siempre fue un hombre extremadamente trabajador y procuró que nunca le faltara nada.
No pudo evitar derramar algunas lágrimas cuando recordó todos los años que ellos esperaron que llegaran los hijos, pero nunca pudieron ser padres. Aunque su marido nunca le recriminó nada, ella siempre se sintió culpable por no poder darle hijos. Pero todo eso cambió el día que encontraron a William.
En el mismo baúl que guardaba los recuerdos de su esposo, tenía los recuerdos de aquel niño que encontró junto al río. Sacó aquel chal con el que cubrió al pequeño William, y en su interior encontró las ropas raídas que llevaba aquel día y aquella medalla de oro con una F grabada.
Esa tarde al ver elegantemente vestido a su querido hijo, una vez más notó lo distinguido de su rostro y su porte. Ella siempre tuvo la duda de que su querido William podía ser algo más que el hijo de unos campesinos, pero nunca tuvo el valor para enfrentar esa verdad. Su marido y ella habían hecho todo lo posible por encontrar a sus padres y nunca nadie golpeó su puerta en busca de un hijo perdido, por eso nunca sintió remordimiento.
"Tal vez debería mostrarle esta medalla a William," pensó Violet, pero desechó la idea porque no deseaba sembrar la duda en su hijo. En ese momento, él era un hombre feliz y pleno y ella no tenía ganas de llenarlo de dudas.
P&P
Después de conversar por casi una hora, los invitados pasaron al comedor para disfrutar una excelente cena. El señor Darcy escuchaba la interesante conversación de su amigo Horace Thomas pero casi no comprendía lo que él le decía porque no podía dejar de mirar al señor Dalton. Había algo en ese muchacho que le llamaba mucho la atención, y aunque sentía ganas de poder hablar con él, no sabía cómo hacerlo porque las pocas veces que cruzaron miradas, él lo miró de una forma bastante hostil.
Al otro lado de la mesa, Charles Bingley conversaba animadamente con William sin tener conocimiento de la conversación que tuvo su esposa con Elizabeth.
"Dalton, quiero darte las gracias por sugerirme recontratar al antiguo procurador de mi padre porque ha hecho que todo sea mucho más fácil. Él y sus asociados hacen lo que les pido prontamente y nunca tienen excusas cuando les pido algo. Pero hay otra cosa que me gustaría hablar contigo, ya sé que no sabes mucho del manejo de una hacienda, pero creo que con tu ayuda podré solucionar un problema más o menos grave que tengo. Sólo estoy esperando que lleguen unos documentos que nuestro suegro me debe enviar," explicó el señor Bingley con una amplia sonrisa.
William tomó la mano de su esposa y le dio un leve apretón y luego miró con fría intensidad a Jane, para finalmente replicar a su cuñado. "Lo siento, Bingley, pero estoy demasiado ocupado con mis propios negocios, así que está vez deberás resolver tus asuntos solo." William notó como Jane se ruborizaba un poco pero le dio lo mismo lo que ella pensara.
"Pero cómo vas a estar tan ocupado que no vas a tener tiempo para tu cuñado favorito," dijo el señor Bingley riendo.
"El único tiempo libre que tengo es para mi esposa, Bingley. Lo siento pero no te puedo ayudar."
El señor Bingley pensaba seguir insistiendo porque el problema con los inquilinos era bastante complicado y su procurador le dijo que él debía tomar una decisión final pronto. Pero el Coronel vio a su amigo bastante incómodo, decidió ayudarlo e intervino en la conversación.
"Bingley, hombre, cómo se te ocurre hablar de asuntos de trabajo mientras estamos compartiendo esta deliciosa cena en honor a mi tío. Ya habrá tiempo para eso." Richard miró a William y vio que estaba tan incómodo con la situación que pensaba preguntarle más tarde qué estaba pasando con Bingley.
"Tienes razón, Fitzwilliam. Disculpa, Dalton, en otra ocasión podremos hablar más de esto."
William iba a reiterar que no pensaba ayudar a su cuñado, pero Elizabeth prefirió desviar su atención. "Querido, porque no le cuentas al Coronel sobre la exposición de inventos que pensamos ir a ver. Tal vez, usted y Georgiana podrían acompañarnos."
"Suena muy interesante, me encantaría ir con ustedes. Pero debe ser en los próximos días porque luego deberé viajar al norte."
"Tenemos pensado ir pasado mañana. Uno de los principales expositores es un muy buen amigo mío que trabaja con motores a vapor. Por cierto, Fitzwilliam, creo que es un muy buen mercado para invertir." William y el Coronel se pusieron a conversar sobre las nuevas tecnologías y se olvidaron del señor Bingley.
Mientras los hombres conversaban, Elizabeth miró fijamente a Jane para darle a entender que era el señor Bingley quien siempre estaba pidiéndole ayuda William. Por eso, Jane le murmuró al oído a su esposo que no hablara de negocios en la mesa y él le sonrió y le besó la mano en forma conciliatoria.
Por su parte, el señor Wickham había estado observando al señor Thomas y al Conde y se dio cuenta como murmuraban algunas cosas y miraban a Dalton. Pero también notó que su padrino estaba muy inquieto con la presencia de ese hombre. Él conocía muy bien al señor Darcy y sabía que probablemente veía en ese tipo al hijo que perdió hace muchos años. Y aunque él estaba seguro que ese chiquillo se había ahogado en el río, él no deseaba que su padrino se encariñara con Dalton. Él no deseaba ningún tipo de competencia con el afecto y el dinero del señor Darcy.
"¿Se ha divertido esta velada, señorita Bingley?" preguntó Wickham a Caroline. Él sabía que tenía muchos enemigos y necesitaba un aliado para llevar a cabo su plan.
"Mis expectativas para esta velada son poder conversar con las personas importantes de esta mesa y no con el hijo de un sirviente," respondió Caroline con malicia. La maldita Eliza Bennet y su marido comerciante habían reído y conversado con todos mientras a ella la habían ignorado.
"Lamentablemente para usted, señorita Bingley, parece que todas las personas importantes no tienen ningún interés en usted, y si no buscas aliados que te puedan ayudar, muy pronto ni siquiera te invitarán a esta casa," dijo Wickham indicando al otro lado de la mesa. Allí, Elizabeth, Georgiana, William y el Coronel conversaban animadamente.
"Wickham, si ya dijiste todo lo que tenías que decirme, te voy a pedir que no me vuelvas a molestar," concluyó Caroline furiosa. A su pesar, Caroline internamente tuvo que reconocer que lo que decía el señor Wickham podía tener algo de cierto. El señor Darcy era su única conexión con los primeros círculos y no deseaba perderla por nada del mundo.
Pero el mal humor de Caroline no sólo era porque todos la ignoraban sino también por culpa del maldito William Dalton. Esa noche se veía más guapo que nunca y ella sentía como su corazón se aceleraba cada vez que lo miraba. Además, no soportaba ver como Eliza Bennet lo miraba, le sonreía y no perdía ocasión de tomarle la mano o coquetear con él. Esa mujer era una descarada que no tenía vergüenza. Pese a que ese hombre era un comerciante, merecía tener una esposa mejor que esa estúpida impertinente. Para evitar seguir pensando tonterías, Caroline prefirió conversar con Louisa y tratar de llamar la atención de la Condesa a como fuera lugar pero sin tener ningún éxito.
Elizabeth estaba muy entretenida escuchando a su esposo y al Coronel cuando se dio cuenta como Caroline miraba a William. Ella no pudo evitar sentir un poco de celos porque entendió muy bien qué era lo que esa mujer estaba pensando. Era evidente que Caroline admiraba de alguna forma a su William y eso no le gustaba.
Lady Matlock había estado observando a William desde que llegó y sintió que no podía guardarse ni por un minuto más lo que estaba pensando. "Señor Dalton, te va a parecer extraño lo que te voy a decir pero te pareces mucho a Darcy cuando era joven. De hecho, si vas a la biblioteca podrás ver una pintura de cuerpo completo y te prometo que será como mirarte en un espejo."
"Mi madre tiene razón, Dalton," agregó el Coronel.
Elizabeth iba a recordarle a su esposo lo que le había comentado unas noches atrás, pero al verlo tan tenso prefirió no agregar nada.
El señor y la señora Thomas aprovecharon la ocasión para reafirmar lo que dijo la condesa, mientras el señor Darcy no decía nada y sólo observaba a William esperando su reacción.
"Hay muchas personas que se parecen, mi Lady. No es poco frecuente que completos desconocidos tengan características faciales similares. La verdad es que yo me parezco mucho a MI padre, Aaron Dalton." William dio por cerrado el tema y no dijo nada más al respecto.
Al señor Darcy no le pasó por alto que William recalcó la palabra mi. Él lo comprendía perfectamente porque sabía que el muchacho había perdido a su padre hace nueve meses y probablemente aún le dolía. Se notaba que el señor Dalton había sido un excelente padre al que su hijo recordaba con mucho cariño. "Tienes razón, muchacho, habemos muchas personas que nos parecemos sin ser familia," dijo el señor Darcy conciliatoriamente y le sonrió a William.
Elizabeth se sintió muy confundida por el comentario de William. Ella sabía que él era adoptado y que el difunto señor Dalton era rubio y de mediana estatura. Pero ella supuso que su esposo no quería seguir hablando del tema y por eso había dicho esa mentira.
El Conde le dijo algo al oído a su esposa y ella inmediatamente obedeció. "Señor Dalton, mi marido y yo sabemos lo mucho que has ayudado a nuestro querido hijo y para agradecerte, queremos invitarte a ti y a tu linda esposa a cenar con nosotros una de estas veladas. Señora Dalton, yo le mandaré una nota para que coordinemos cuando, pero la idea es que sea antes que mi querido Richard tenga que viajar al norte."
"Muchas gracias por su invitación, mi Lady," respondió Elizabeth.
El Conde Matlock deseaba poder hablar con ese muchacho de manera más personal. Él, por lo general, no se relacionaba con personas del comercio, pero había algo en ese muchacho que le producía confianza. Tal vez era hora de comenzar a invertir en el mundo de los negocios para revitalizar sus finanzas.
Caroline y Louisa no pudieron ocultar su disgusto. Cómo era posible que esa gente recibiera una invitación de la Condesa mientras a ellas nadie les hablaba.
"Querida Jane, qué suerte tiene tu hermana. Se casó con un comerciante, lleva menos de dos meses en la ciudad y ha conseguido mucho más que tú que tienes todo nuestro apoyo," murmuró Caroline llena de odio.
"Pero estoy segura que no le durará mucho, mi querida Jane," agregó Louisa.
El señor Hurst decidió que hablaría con su esposa en cuanto llegaran a casa. Él le iba a explicar a Louisa que no se dejara llevar por los celos y envidia de Caroline porque los Dalton no serían los que iban a perder si las hermanas Bennet se distanciaban.
Después de la cena, los invitados pasaron al cuarto de música para escuchar a Georgiana tocar el piano. Allí, había una pintura gigante de Lady Anne Darcy en un vestido blanco. William quedó muy sorprendido, esa señora era la mujer de sus sueños, la que leía libros y le decía que lo amaba incondicionalmente. Esa casa parecía estar llena de recuerdos que no sabía de dónde venían y que lo hacían sentir una angustia insoportable.
El resto de la velada, él estuvo en absoluto silencio y se sintió feliz cuando finalmente pudo regresar a casa. En el camino de regreso, él le dijo a Elizabeth que le dolía mucho la cabeza y ella le pidió que pusiera su cabeza en sus piernas y le acarició el rostro y le hizo suaves masajes en las sienes para ayudarlo a aliviar el dolor.
Mientras sentía las caricias de su esposa, William recordó cuando Violet lo encontró en el río y el miedo que él sintió por meses sin saber dónde estaba. Pero también recordó el día que le abrió su corazón a los Dalton, el día que finalmente confió y los aceptó como sus padre y como ellos lo habían recibido en su familia. Él no deseaba tener que pasar por esa angustia nuevamente, y por eso no deseaba seguir pensando ni recordando. Él era un Dalton y su vida era perfecta tal como estaba.
Cuando finalmente llegaron a casa, William se excusó con Elizabeth y se fue a su cuarto a descansar. Ella se quedó triste y preocupada porque notó que él no se sentía bien y no sabía cómo ayudarlo.
Ella se acostó, quiso leer algo y no pudo por lo que apagó la lámpara para intentar dormir. Pero cuando estaba quedándose dormida, sintió que su esposo se acostaba al lado de ella y la abrazaba buscando su compañía.
"William, querido, ¿te sientes bien? ¿qué te pasa?"
"Me tiene que pasar algo para querer estar al lado de la mujer que amo? Lo que me pasa es que no puedo estar ni un segundo sin ti, mi amor."
"Entiendo, porque yo siento lo mismo por ti, mi amor. ¿Aún te duele la cabeza?" preguntó Elizabeth. Su esposo estaba tenso y ella no quería presionarlo pero presentía que algo le ocultaba.
"No, ya no me duele," dijo William y besó a Elizabeth por varios minutos. Él no quería mentirle y necesitaba distraerse, poner su mente en otra cosa, y nada mejor para eso, que los apasionados besos de su querida Elizabeth.
"Te amo, William"
"Y yo a ti, mi amada señora Dalton."
Esa noche William le hizo el amor a su esposa de una forma muy diferente a las noches anteriores. Elizabeth notó que su marido estaba sólo en cuerpo pero que su mente estaba en otro lugar. Incluso, después de la intimidad, él abrazó a Elizabeth y se quedó en silencio mientras ella le acariciaba el cabello y el rostro hasta que se quedó dormido.
"Fitzwilliam, hijo, mira lo que te compró papá. Es un pony para que puedas aprender a montar."
"Anne, querida, mejor vayamos al establo para que mi querido hijo lo vea con sus propios ojos. Vamos hijo mío."
"No, ustedes no son mis padres… Mis padres son Aaron y Violet Dalton."
"Fitzwilliam, hijo, no te vayas…" decían George y Anne Darcy.
Mientras tanto, el pequeño Fitzwilliam corría a los brazos de Violet y Aaron Dalton que lo abrazaban y besaban.
"Tú eres nuestro hijo, nunca lo dudes, William. Nuestro hijo, William Dalton…"
Elizabeth despertó y vio a su esposo agitado y se preguntaba en qué o con quién estaba soñando."
P&P
Gracias a todos los que dejan comentarios y siguen la historia con entusiasmo.
Sé que ustedes son impacientes y quieren que todo se devele rápido. Pero yo creo que sería poco creíble que William vaya a la casa de su padre, que todos lo encuentren parecido e inmediatamente asuman que es Fitzwilliam Darcy. Les prometo que en la medida que avancen los capítulos, nos acercaremos a la verdad, pero necesitan pasar algunas cosas más para que todos los involucrados tengan pruebas irrefutables de que Dalton es Darcy. Recuerden que en esa época no existe la prueba de ADN jajajaja
En el próximo capítulo, Wickham tendrá la oportunidad de poner en marcha su plan.
¡Nos vemos pronto!
Saludos,
Yo
