¡Por fin! La siguiente historia la tenía pensada subir el mismo día que lo hice en Wattpad, pero por el problema que ya todos conocemos de la página, no se pudo hasta hoy. ¿Creerían que no tuve nada mejor que hacer, que estar pendiente a que una página de internet volviera a funcionar? Ahora que lo pienso, pude hacer algo más productivo en ese lapso... Bueno, ya pasó.
EL oneshot de hoy es un breve crossover con la serie «Star vs. the F.O.E.», y aunque yo no sea seguidor de la última, hay una persona especial que sí le gusta. Así que el fic va para ti, y si hay alguien más viéndolo, espero lo disfruten.
En una enorme mesa rectangular, en un enorme salón, en una enorme torre, se encontraba un triángulo volador dorado, de un solo ojo y con un diminuto sombrero negro, «sentado» en una de las esquinas reducidas, por no decir que simulaba estar sentado en el aire, cruzando sus delgadas patas negras. Era Bill Cipher, impaciente y un poco confundido, fue invocado de improviso durante una reunión extraordinaria, en una organización interdimensional, conocida como la Alta Comisión de Magia. Se trataba de un organismo compuesto de influyentes seres de diferentes dimensiones, quienes participaban desde el principio de los tiempos, cuyo propósito era el de vigilar y regular la actividad mágica en el multiverso.
La incomprensión de Bill se generó a raíz de que su único ojo observaba que ninguno de los miembros de la comisión estaba feliz con su presencia, siendo que ellos mismos lo invocaron, tomando en cuenta que el típico dibujo para llamarlo, con su forma dentro del círculo, estaba en el suelo, aunque se desvanecía lentamente. Los miembros originales, ubicados en el otro extremo de la mesa, se miraban con ira. La invocación del triángulo fue impulsiva, jamás llegaron a un consenso y estaban discutiendo esa temeraria acción.
Originalmente, la comisión se componía de 6 miembros. No obstante, en aquella ocasión, 2 de ellos estaban ausentes.
—Y… ¿Cómo está mi buen amigo, Glossaryck? —dijo finalmente Bill, buscando romper el hielo y de paso, saber para qué lo invocaron.
Los miembros lo miraron con cierto recelo un momento, antes de responderle.
—Ha desaparecido —dijo Hekapoo, mujer encargada de crear las tijeras interdimensionales, artefactos mágicos que le permitía, a quien los poseyera, viajar a otras dimensiones con total libertad, siempre y cuando se tratasen de dimensiones en donde las leyes físicas predominantes permitiesen el uso de la magia.
Hekapoo era una humanoide diminuta de un largo cabello rojo, cuyos mechones frontales cubrían uno de sus ojos, y el resto de su cuerpo estaba cubierto por algo similar a espinas blancas. Tenía un vestido color amarillo, además de un par de cuernos en su cabeza, los cuales mantenían encendida una flama, suspendida en el aire. Fue ella la responsable de dibujar el zodiaco de invocación de Bill sin consentimiento y quién lo trajo a la sala.
Esta entidad, al igual que el resto de los miembros presentes, fue creada de la mano de Glossaryck, el miembro fundador de la comisión y ente que se cree fue creado por el universo mismo, algo similar a Bill, el cual compartían la edad.
—Vaya —dijo Bill—, ¿No tendrá que ver acaso con el problema de magia que está afectando al reino de Mewni?
Los miembros de la comisión lo miraron con sorpresa. La situación que mencionaba era sobre una perturbación en el flujo de magia, que fungía como la base de equilibrio entre varias dimensiones. Temían que la causa fuese el regreso de un antiguo enemigo del mágico reino, que se creía muerto, pero que han comprobado que se mantenía asechando, amenazando con traer una época oscura.
—¿Cómo lo sabe? —dijo un pasmado Omnitraxus, generalmente, un gigantesco humanoide de materia oscura que controla el espacio-tiempo, con rostro de calavera, joroba con un conjunto de montañas y una galaxia en su interior; pero que se comunicaba con la comisión mediante una bola de cristal.
—Chicos —habló Bill—, tal vez no pueda ingresar al plano físico libremente, pero estoy muy bien enterado en lo que pasa en el multiverso. Ustedes, jóvenes, deberían aprender de los mayores.
—¡¿CÓMO TE ATREVES?! —exclamó Rhombulus, un humanoide musculoso con capa, con serpientes por manos y un bloque puntiagudo de cristal como cabeza, con el que se podía apreciar el reflejo de un ojo. Éste apunto al triángulo con uno de sus brazos-serpientes y se disponía a atacar.
—¡Detente, Rhombulus! —Exclamó Hekapoo—. ¡Si no te controlas, volverás al rincón de castigo, igual que la otra vez!
La amenaza fue suficiente para que el guerrero de cabeza de cristal se calmara, no sin mirar con ira al inoportuno invitado. El triángulo lo miró con indiferencia.
—¡Aun no te entiendo! —Agregó Rhombulus, disconforme, llevando su mirada a la entidad pelirroja—. ¡¿Era necesario llamar a este asesino para ayudarnos?! ¡¿Acaso no confías en la comisión o en tus poderes, Hekapoo?!
Ésta se sintió algo descolocada por la sorpresiva pregunta, como no lo esperó de parte de ese impulsivo y descerebrado ser. Estaba tensa por los eventos recientes, relacionados a la desaparición de un libro de conjuros, vinculado física y espiritualmente a Glossaryck. El libro era heredado a las princesas de Mewni con posibilidad de volverse reinas, para entrenar sus artes en las varitas mágicas, objetos que también pasaban de mano en mano. Cuando la portadora consultaba el libro, el ente superior aparecía y las guiaba durante su entrenamiento. Es tal su conexión que la destrucción del libro significaría su muerte. En otras palabras, si no hay libro, tampoco hay Glossaryck.
Al no contar con su sabiduría en aquel momento delicado, a Hekapoo le brotó un miedo indescriptible. Eso fue lo que la llevo a la invocación, Bill Cipher era conocido solo por rumores, era una criatura que apenas comprendían, pero lo suficientemente poderosa para encargarse de cualquier peligro.
—«En la guerra, todo vale» —citó Omnitraxus—. Debemos tener a disposición todo recurso útil para eliminar a nuestros enemigos.
Hekapoo le sonrió al saber que pensaba como ella, en tanto, Rhombulus no comprendió:
—Espera, no entendí. ¿Qué quieres decir con esas frases?
—Que el de la bola de cristal apoya a la pelirroja —Interrumpió Bill, jugando con un bastón que solía llevar, solamente como un hábito, porque no cumplía ninguna función útil.
El de las serpientes por brazos lo miró de reojo, sorprendido. Rápidamente volvió la mirada.
—¡¿QUÉ?! ¡¿Es verdad lo que está diciendo, Omnitraxus?!
—Al menos, no soy la única que piensa en una negociación razonable —dijo Hekapoo, sonriente.
Lekmet, el canciller de la comisión, un hombre cabra con una enorme túnica gris oscura y alas de murciélago, era un ser generalmente educado, pero se sintió muy molesto por la impulsividad de Hekapoo y la posterior presencia del ente maligno llamado Bill Cipher. Se había mantenido al margen de la discusión, reflexionando su respuesta. Cuando todo se le aclaró, se levantó y le dirigió la palabra a la mujer de la flama en su cabeza y al de rostro esquelético. Su forma de hablar se basaba en los sonidos emitidos por una cabra común y corriente, inentendible para los que deseaba transmitir su mensaje, los que miraban confundidos. No obstante, su rostro de cabra demostraba una evidente cólera, lo que estuviese diciendo, no era nada bueno.
—¡Bien dicho, Lekmet! —habló Rhombulus con alegría, quien entendió perfectamente el mensaje—. Los pusiste en su lugar, que bueno que pienses como yo.
Hekapoo y Omnitraxus, quienes no entendieron nada, miraron a Rhombulus, asumiendo que el canciller no estaba de acuerdo con ellos sobre Bill.
—Entonces, tenemos un dilema —Interrumpió nuevamente Bill, ahora impaciente—. Hay 2 personas que quieren negociar conmigo y 2 que no lo desean.
—¿Eso no suena un poco… obvio? —preguntó Omnitraxus.
—¡Por supuesto que sí, rayos! El problema es que no dispongo de todo el tiempo que ustedes tienen. Tengo mucho trabajo que hacer, hay dimensiones allá afuera que no se van a destruir solas.
—Si nos dejas discutir la decisión —dijo Hekapoo—, tal vez...
—«Si nos dejas discutir…», por favor —interrumpió Bill en forma descortés—. ¿Por qué deben hacerlo todo tan burocrático? Creo que necesitan un poco más de… incertidumbre.
Bill usó su poder para traer una especie de moneda negra con cierto brillo, donde en una cara se apreciaba su figura y en la otra, el símbolo del infinito.
»Quería regalarles una moneda de materia oscura, pero no estoy en su plano físico. Siéntanse tranquilos, usé gammagneto para crearla. Es un material extremadamente raro, solo se da en una dimensión y sus propiedades energéticas son únicas.
El triángulo de un solo ojo usó su pulgar para expulsar la moneda, la que giró en el aire, de modo que cayesen en las manos de Hekapoo.
»Cuando estoy indeciso, dejo que la moneda decida por mí. Me siento sorprendido del poder de la sugestión. ¿Quién sabe? Puede que al final tomen la decisión correcta.
Lekmet volvió a balar con ímpetu y rostro arrugado de enfado.
—¡Tienes razón, Lekmet! —dijo Rhombulus—. ¡No podemos dejar una decisión tan trascendental a la suerte!
—El tiempo se nos acaba —dijo Omnitraxus.
—Si sale cara, ustedes ganan y nos despedimos de Bill Cipher —dijo Hekapoo—. Si sale cruz, nos dejaran negociar con él.
Ante las miradas disidentes de Rhombulus y Lekmet, Hekapoo lanzó la moneda al aire. Todos los miembros miraban con nerviosismo el objeto de decidiría el futuro del reino y, quizás, del universo mismo. En tanto Bill desvió su mirada en alguien más. Cuando la moneda iba a llegar a las manos de la humanoide de espinas blancas, otra mano apareció de improviso y la tomó antes de llegar.
Se trataba de una mano con un guantelete metálico estilo medieval, los demás vieron sorprendidos a la responsable: se trataba de la reina de Mewni, Moon Butterfly, «la inconmovible». Era otro de los miembros de la Alta Comisión de Magia, de cabello largo y celeste, amarrado en una enorme trenza; con un dibujo de un rombo en cada mejilla y ojos igual de celestes. Estaba vestida en un atuendo de batalla, lo que llamó la atención de Bill, tomando en cuenta que, por lo que tenía entendido, usaba habitualmente un elegante traje medieval celeste, con el cual combinaba armoniosamente con sus ojos y su cabello.
—¿Qué es todo esto? —dijo la reina Moon, recogiendo el brazo que sostuvo la moneda, enfadada del desagradable contexto observado—. ¿Están haciendo apuestas?
La reina fijó su vista en el invitado y, lentamente, un sentimiento de preocupación y disgusto brotó en su interior.
»¡Por todos los universos! ¡No me digan que el que está ahí es Bill Cipher!
—Sí, Moon —dijo Rhombulus—. No sabes lo mucho que detesto su presencia.
La reina miró al triángulo con un notorio desprecio. El último se limitó a sacar su sombrero y hacerle una discreta reverencia.
—¿Cómo han caído tan bajo? ¿Están tan desesperados por el posible peligro, que se atrevieron a contactar a Bill Cipher, «el destructor de mundos»?
—Me gusta más el apelativo de «rey de reyes»…
La reina de Mewni le mostró una mirada fulminante al triángulo volador, y éste último se sintió incómodo.
»Eh… pero, claro, eso la ofendería bastante, reina Moon.
—¿Quién de ustedes lo invocó?
Lekmet y Rhombulus, sin disimular siquiera, apuntaron hacia Hekapoo. Ésta los miró con disgusto.
—Fue Hekapoo —dijo Omnitraxus, delatando a su aliada en opinión, para lavarse las manos y evitar las posibles consecuencias que vendrían.
—¡Omnitraxus! —dijo sorprendida la de la flama en el aire—. ¡¿Cómo pudiste?!
—Vine a solicitarles ayuda —dijo la reina Moon—, pero lo que acabo de ver es gravísimo. ¡No nos iremos de aquí sin discutir nuestras acciones!
Bill, ya aburrido, al ver que nadie le prestaba atención y seguían en inútiles temas de discusión, perdió la paciencia.
—¿Saben? Creo que me contactaron en un mal momento. Es hora de irme. Cuando hayan decidido, llámenme de nuevo, tienen mi tarjeta. Pueden quedarse con la moneda.
—No queremos nada de ti —dijo secamente Moon, mientras arrastraba la moneda por la mesa, hacia el ente dorado. El último notó que la moneda estaba de cara, luego lo tomó.
—Está bien. Me despido, pero recuerden: La realidad es una ilusión, el universo es un holograma, el dinero es tu dios, ¡llame ya, sin moverse de su hogar!
El demiurgo había desparecido y, sin que nadie lo quisiese, también la reputación de la Alta Comisión de Magia. Con el paso de tiempo, el rumor de una reunión secreta con la malévola y denigrante entidad, se fue expandiendo lentamente, en las zonas más alejadas de la jurisdicción del organismo. Todo empeoró cuando se supo que apenas fueron capaces de vencer a su mayor enemigo para devolver la paz al reino de Mewni, sabiéndose también que la verdadera heroína fue la hija de la reina Moon, una prominente princesa guerrera.
La mancha fue muy difícil de borrar para los miembros de la comisión. Mientras que en el otro extremo, El triángulo de un solo ojo estaba feliz, engañando a ilusos y destruyendo dimensiones a su antojo. Lo mejor para él es que estaba a punto de obtener el premio máximo, que persiguió durante millones de años: una tierra primitiva y utópica conocida como Urantia(*). Logró persuadir a un tonto, que sería la clave para su ingreso final. La puerta de su bienvenida sería un humilde pueblo en el hemisferio norte del planeta, llamado Gravity Falls.
NOTAS
*Según una teoría conspirativa, Urantia es el nombre dado al planeta Tierra por una raza antigua (eso creo). De hecho, hasta existe un libro que refiere al tema, llamado «El libro de Urantia».
