Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, pero la historia es completamente mía. Está PROHIBIDA su copia, ya sea parcial o total. Di NO al plagio. CONTIENE ESCENAS SEXUALES +18.
Recomiendo: Erode – TENDER
Capítulo beteado por Melina Aragón: Beta del grupo Élite Fanfiction.
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Capítulo 5:
Inframundo
"Dime cómo es
Estamos un paso más cerca
Nos estamos moviendo más lento
En las pistas correctas
(…) Oh, como en una isla
Estamos rodeados de un mar azul profundo
Eres las olas que empujan y me jalan hacia ti
Me lavas, poco a poco
Me erosionaré lentamente hasta que no quede nada
Si me quieres, eso es lo que seré…"
Su perfume estaba enfermándome de emociones y sensaciones. Su cuerpo emitía un calor que solo lo asimilaba al infierno, porque entraba en mí y se acumulaba en aquellas zonas propias del placer. No podía pensar, cada intento era un torrente errático.
Seguí mirando sus labios entreabiertos, deseándolos con fervor. ¿De qué manera estaba enloqueciendo? No podía estar sintiendo algo así, era inconcebible. ¿Lo peor? No podía alejarme, era difícil, era… imposible. Sus llamas estaban consumiéndome, tenía las rodillas temblorosas y las mejillas ardientes. Estaba cayendo a su inframundo.
—Así que no he visto todo —musitó.
No pude responder.
Nunca había sentido que una mirada podía ser tan intensa a medida que se clavaba en mí, lo sentía por dentro, como si estuviera embrujándome, cuan demonio al acecho. Sus ojos, ahora tan cerca, se habían oscurecido, brillantes, espesos y muy profundos.
Estuvo a punto de tocarme la mejilla con sus manos cubiertas de aquellos misteriosos guantes negros, pero entonces se alejó respirando de manera pesada, como si le costara hacerlo. Finalmente carraspeó y levantó la barbilla, mirándome desde los metros que ahora nos separaban.
—Que tenga buena noche, Isabella —respondió con rotunda seriedad—. Va a necesitarla, ¿no cree? Con permiso.
Me quedé agitada en la silla, sin poder levantarme. Tuve que ponerme las manos en las mejillas para poder calmarme, aunque era en vano, el rubor seguía ahí.
—Mierda —susurré, cerrando los ojos a la vez.
No, lo último que podía hacer era sentir… No, por supuesto que no.
Corrí al baño para echarme un poco de agua en la cara y una vez que pude controlarme, me miré al espejo, apretando fuertemente el filo del lavado. Era de mármol y estaba tan frío que logró calmar aún más lo que me consumía por dentro.
—No, él no —me dije.
Estaba paralizada por el torrente de excitación que estaba envolviéndome. Era inaudito. No podía tratarse de esto…
Respiré hondo y cuando sentí que era correcto marcharme, miré mi reloj.
«Carajo. Ya pasa de las ocho y treinta».
Había olvidado pedirle al chofer que pasara por mí a esta hora. Iba a llamar, pero tarde me di cuenta de que mi teléfono se había quedado sin batería. Con un suspiro de agonía me fui caminando por la vacía planta, apretando los botones del ascensor para bajar, dispuesta a pedir un taxi en algún punto de la calle. Esperaba tener suerte.
Las puertas iban a cerrarse, sin embargo, una mano enguantada frenó el movimiento, metiéndose conmigo. Era él, que aún no se marchaba. Otra vez cerré las piernas, lo que se estaba convirtiendo en un movimiento innato en mí cuando estaba a su lado.
—Creí que se había marchado —murmuró, cerrando las puertas con nosotros dentro de la pequeña caja metálica.
—Sorpresa —susurré.
Vi un atisbo de sonrisa, una tan pequeña que debía usar lupa para entenderla.
Nos quedamos en completo silencio mientras veíamos cómo los números disminuían lentamente, planta por planta. Mi corazón latía con fuerza, sentía que podía salirse de mi tórax en cualquier minuto. Para poder calmarme, decidí fingir que buscaba algo en mi bolso, pero mis manos temblaban de tal forma que acabé botando un par de medicamentos al suelo. Iba a recogerlos, sin embargo, fue él quien se agachó delante de mis piernas, mirándolas con determinación.
Algo me apretaba la garganta; su fuego me consumía.
—Tenga. —Me ofreció los medicamentos, mirándome a los ojos.
Tomé el inhalador y lo guardé en el bolso con rapidez, mientras él seguía agachado. Por un segundo sentí que su respiración estaba en mis muslos.
—¿Asma? —inquirió.
Tragué.
—Sí.
—Curioso. Mi hijo también la tiene.
Me quedé en silencio.
Él se reincorporó y la caja metálica seguía bajando. Por alguna razón, seguíamos cerca a pesar de que había unos cuantos centímetros de ventaja para que ninguno se tocara. Lo miraba de reojo, imaginando sus alas demoníacas y perfectas saliendo de su espalda.
La campana de la planta destino sonó y finalmente las puertas se abrieron. Di un paso adelante, volviendo a ser la de antes.
—¿Vinieron a buscarla? —preguntó.
Negué, ya frente a la puerta de entrada. El guardia la tenía abierta para nosotros.
—Olvidé darle aviso, se me ha acabado la batería de mi…
Me callé. ¿Qué le importaba? Ni siquiera debía importarme a mí darle explicaciones o respuestas a sus preguntas.
Se mantuvo en silencio unos segundos hasta que decidió hablar.
—Puedo ayudarla.
Levanté las cejas.
—La llevaré hasta su departamento.
La sorpresa fue en aumento. Creí que solo me facilitaría un teléfono. Fue tanta la impresión de su ofrecimiento que no sabía qué responder.
—¿Y? —dijo, bastante impaciente.
Y ahí salía el bastardo.
—No necesita molestarse, sé que no es de su agrado estar a mi lado —afirmé, entrecerrando mis ojos.
Esta vez sonrió con total sinceridad, lo que iluminó su mirada. Me pareció tan guapo que me quedé varios segundos sin pestañear.
—Puedo hacer el sacrificio —añadió ante mi respuesta.
No quería parecer ni ser débil, no con él. ¿Por qué actuaba como si fuera a comerme? ¿Qué pasaba conmigo? No, claro que no iba a ceder a eso que estaba dentro de mí.
—Está bien —respondí sin expresión alguna—. Haga el sacrificio.
Me instó a ir hacia adelante y yo tomé el impulso, saliendo con rapidez. Afuera llovía de forma torrencial, como si el cielo fuera a caerse. Caminó a mi lado y abrió un paraguas grande, lo que le agradecí con la mirada.
«Quizá no siempre sea un bastardo».
—Señor Cullen —dijo uno de sus guardaespaldas.
Estaban parados a un lado de su coche, un Mercedes oscuro muy hermoso.
—Tomen el Range Rover. Nos iremos en el Mercedes —ordenó con voz glacial.
—¿Conducirá usted?
—Por supuesto —respondió con la ceja enarcada.
—Claro, señor.
Iba a abrir la puerta para sentarme lo más rápido que pudiera, pero fue él quien se adelantó y lo hizo por mí. Miré la longitud de su brazo tensado y luego su rostro, que esperaba que aceptara su curiosa invitación.
—Gracias —respondí y me senté juntando las piernas, mientras ponía el bolso sobre mi cuerpo.
Miré detenidamente su manera de caminar tan suficiente y su perfil atractivo. Dio la vuelta al coche y se quedó unos segundos dándoles órdenes a los guardaespaldas, que luego asintieron y se metieron a un coche que había unos metros más atrás. Cuando se subió a mi lado, intenté mantener la calma de una sensación que gobernaba mi cuerpo y que aún así no era capaz de controlar ni calificar. Puso ambas manos en el volante, manteniéndolas enguantadas por unos segundos.
—Recuerdo perfectamente donde queda su nuevo departamento —susurró de forma calma—. Está a un lado del mío.
Me sorprendí pero no dije más, no creí que fuera necesario.
Antes de realizar la marcha, él se quitó lentamente los guantes, mostrándome por primera vez la piel de sus manos. Tenía dedos largos, esbeltos y palmas amplias, las suficientes para sostener con mucha fuerza.
Fruncí el ceño, queriendo sacudir la cabeza. Sin embargo, algo mucho más allá llamó mi atención. Cerca de los pulgares tenía dos marcas, parecían quemaduras por abrasión que habían quedado ahí, con cicatrices que probablemente recordaría para toda la vida, y junto a ellas había dos tatuajes, los que no pude visualizar más porque él se dio cuenta de que estaba fisgoneando.
—¿Ocurre algo? —inquirió con la voz dura.
—No —respondí con la misma dureza.
Miré hacia la ventana, pensando en esas marcas que parecía querer ocultar cuanto quisiera con esos guantes. Tampoco iba a olvidar los tatuajes. ¿Qué había pasado? ¿Eran algo de lo que temía contar al mundo? ¿Quién le había hecho eso? De solo ver su rostro, noté cuán compungido estaba, así como también molesto de que le haya dado importancia a esas marcas de su piel.
—¿Mi padre nunca le contó? —preguntó de manera hosca.
—¿Qué tendría que contarme?
Sonrió de manera pedante, dirigiendo el coche de camino a mi departamento.
—No le ha contado suficiente de nosotros —afirmó, manteniendo la mandíbula tensada—. Ya veo.
Entrecerré mis ojos, mirando nuevamente su perfil.
Era tan atractivo.
Tenía unos labios carnosos y unas pestañas espesas, que junto a su cabello cayendo ligeramente por su frente, despeinado y sedoso, lo mantenía con ese aspecto tan interesante, lo que no tenía sentido frente a su total y desagradable personalidad.
—¿Nunca consideró importante hablar de su familia con su amante? —Sonaba increíblemente duro.
Iba a responderle que nunca fui su amante, que jamás toqué su cama y que mis labios no tocaron los suyos, que eso lo hacían las parejas y yo apenas fui como una hija para él. Pero ¿por qué veía el impulso de hacerlo y aclarárselo? ¿Por qué me preocupaba siquiera de lo que Edward podía pensar? Era nuestro secreto, el de Carlisle y el mío.
—Estoy sorprendido. Pudo destrozarme delante de usted —afirmó.
Lo miré inquieta.
—Ya se ha destrozado usted mismo delante de mí. —Enarqué una ceja.
Se mantuvo muy serio.
—No necesito mantener una imagen que no existe frente a usted, señorita.
Seguía apretando el volante con evidente fuerza y rabia.
—Ya lo sé. Ha hecho bien en mostrarme su verdadera cara —musité.
Dio la vuelta por la interestatal, metiéndose al camino correcto. Se lo sabía muy bien.
—Puedo ser peor, Isabella, en especial con mis enemigos.
Crucé mi pierna, subiendo mi vestido de forma lenta. Como el semáforo estaba en rojo, para él no fue problema mirar mi muslo descubierto. Tragó de manera audible; su manzana de Adán se movía, muy varonil.
—Así que… soy su enemiga —susurré, entrecerrando mis ojos mientras seguía con las piernas cruzadas.
Aquella sensación de poder sobre él, sabiendo que ser una enemiga era mucho mejor que ser nada, me comenzaba a parecer muy erótica. ¿Era su rabia y el efecto que tenía sobre ella? ¿Era su manera de gruñir y de fruncir el ceño? Nada seguía teniendo sentido.
—Pues tendrá que seguir viendo a su enemiga, no me iré.
Sonrió de manera sardónica.
—Comenzando por mañana. Espero verla temprano en la junta, aunque no estoy tan seguro de qué tan puntual sea, dicen que a los jóvenes como a usted les cuestan más las responsabilidades.
—Bueno, usted hoy demostró que siendo varios años mayor que yo no es tan puntual que digamos, ¿o lo ha olvidado? —ataqué.
Frenó de golpe. Ya habíamos llegado. Se bajó del coche y le dio la vuelta a este para abrirme la puerta, solo que estaba muy cerca de la salida. Cuando puse un pie afuera, él miró los tacones por unos segundos y luego subió por la pierna hasta mis ojos.
—Sana y salva. No ha sido devorada ni nada por el estilo —susurró.
Cuando estuve de pie, sentí nuevamente la presión de su cuerpo encarcelándome, tal como había sucedido en la sala de juntas. Ese calor abrasador me estaba consumiendo otra vez.
—La veré mañana —aseveró.
Solo cuando se alejó pude hablar. Su olor era… delicioso, pero me costaba formular palabras con él.
—Gracias por traerme.
No respondió, simplemente se alejó, dejándome el lugar libre para marcharme. Seguí mi camino hacia adelante, sintiendo el frío de alejarse de un hombre como él. Escuché el suave ronroneo del lujoso motor y el camino que emprendió hacia adelante, sin despedirse ni decir algo más al respecto. Desde lejos vi el cambio de luces del otro coche y cómo se dirigía hacia la misma dirección, dejando esa estela de emociones que solo gritaba "Edward Cullen".
—Eres un completo bastardo, ¿no lo crees? —musité.
No sabía por qué no me movía desde mi posición, estaba pegada al suelo, mirando la ruta que había recorrido hasta con su coche, perdido en él.
¿Quién era Edward Cullen?
Cuando llegué a mi departamento, vi a Serafín leyendo un libro en medio de la sala. Al sentirme, dejó lo suyo a un lado y frunció el ceño, intrigado con lo que parecía ser una notoria expresión pasmada.
—¿Pasó algo, señorita?
La idea de decirle algo respecto a lo sucedido con Edward era necesario pero no fui capaz de hacerlo. Simplemente me callé y negué, caminando hasta el sofá para poner mi bolso sobre este y luego quitarme el abrigo.
—Me daré una ducha. Cenaré en mi habitación.
—Por supuesto.
Me desnudé y abrí la llave de la regadera. Cuando metí la cabeza bajo aquella lluvia artificial, cerré mis ojos para poder relajarme. La sensación de paz fue instantánea, pero el calor del agua me hacía recordar, instintivamente, a un demonio de ojos verdes. Jadeé, con ambas manos en los azulejos para poder sostenerme, abriendo los párpados para volver a la realidad. Aun así, fue imposible, esa mirada, ese aroma, su propia expresión a centímetros de mí… Ah, no tenía sentido.
Volví a sumergirme y otra vez fui presa del deseo de que ese calor que me envolvía fuese él, cubriéndome con esos brazos, sus manos y dedos.
.
Me acomodé la hebilla de mi Louboutin y seguí mi camino con la carpeta bajo mi brazo, trazando mis pasos con la suela roja de mis tacones. Rosalie Cullen vestía de manera sensual y elegante, moviendo sus cabellos rubios y ondulados, dando órdenes a mi personal. Al encontrarse conmigo, sus ojos llamearon de improviso, contemplándome de pies a cabeza. Quise sonreírle, porque a pesar de ser una chica preciosa, era suficientemente valiente para darse cuenta cuando alguien también lo era.
—Buenos días —saludé.
No me contestó pero no le di importancia, simplemente pasé por su lado y la golpeé con mi cabello.
—Con permiso —dije, entrando a la sala de juntas.
No me di cuenta de a quién buscaba hasta que noté mi manera de mirar hacia las sillas, pendiente de verlo.
Respiré hondo y sacudí la cabeza.
—La campaña del partido es mañana —bramó Rosalie afuera—. No me interesa. Lo principal es que la prensa cubra lo que nos beneficia, no lo que nos perjudica. Dile al jefe de campaña que necesito su correo de respuesta urgente, ¿está bien? ¡El senador está ocupado…!
Rosalie era la persona más inteligente que había en esa familia, pero esa inteligencia era muy influenciada por su madre. Era una mujer increíblemente capaz, con un carácter monstruoso, tal como el de su hermano. Ser la organizadora de cada agenda no era fácil, todo lo sabía y si no era así… más vale que temieras. Cuando estaba dispuesta a comenzar la nueva reunión, sentí que me llegaba un mensaje al móvil. No pensé que tendría una respuesta tan pronto, pero me hizo muy feliz.
"Hola, Bella, soy yo, Jasper. ¿Cómo estás?
¿Sabes? He estado pensando toda la noche en tu oferta y la verdad es que quiero tomarla. Me haría bien un poco de dinero extra, ya no quiero seguir en este lugar.
¿Aún está en pie?
Te quiero
Xoxo
Jasper"
De inmediato decidí responder.
"Te espero hoy, al mediodía.
Quiero presentarte el lugar
¡Te quiero!
Bella"
Estaba sonriendo frente a la pantalla cuando sentí el aroma inconfundible de su perfume. Fue como una deliciosa bofetada excitante. Al levantar la mirada, vi nuevamente una tenida digna de un ser oscuro pero con el encanto suficiente para iluminar y hacer llegar al cielo a cualquiera. Seguía siendo una antítesis, una ruin manera del destino de indicarme cuán peligroso podía ser y el efecto que, sin duda, estaba generando en mí.
Edward se había dado cuenta de mi sonrisa y noté su ceja elevada, analizando cada una de mis demás expresiones. Cuando se sentó cerca de mí, contrario a lo que había sucedido hacía menos de veinticuatro horas, me mantuve recta hasta que pudiera recuperar la respiración.
—Buenos días —murmuró. Sonaba como un ronroneo.
—Buenos días —respondí de manera queda.
Crucé una de mis piernas para calmar la extraña palpitación entre ellas, recordándome dónde estaba.
Recibí una nueva respuesta por parte de Jasper, indicándome que estaría aquí a primera hora. La sola idea hizo que volviera a sonreír involuntariamente.
—Noto que ha tenido un muy buen despertar esta mañana —añadió.
Fruncí el ceño. ¿A qué se estaba refiriendo? No lo entendí hasta que vi cómo le daba una mirada intrigada a mi móvil.
¿Era lo que estaba pensando?
—Veo que además de eso, tendrá un muy buen día. —Tenía la mandíbula tensa.
Sonreí de forma débil y me dediqué a iniciar la reunión, pasando completamente por alto cada palabra que tenía para decirme. Y aunque con eso intentaba enviar al carajo lo que seguía provocando, eso fue netamente imposible. A veces, sentía que me miraba los tacones, con una fijación inequívoca a la suela roja, al charol y a la punta. Mi pulso se aceleró y el calor en mis mejillas era involuntario, apareciéndose deprisa.
Cuando fue nuestro turno de firmar el libro de asistencia, él me entregó su fino lápiz. Al momento de tomarlo, toqué de forma accidental sus dedos enguantados, lo que me hizo estremecer. ¿Qué pasaría realmente si en vez de tocar el cuero, tocaba su piel? ¿Qué iba a sucederme si sentía el calor de sus manos desnudas?
Boté el aire y me mantuve seria, esperando a que la reunión finalizara para poder mojarme la cara una vez más. Cuando fue el momento, no tuve más remedio que encerrarme en el cubículo de mi oficina y respirar hondo, porque el ritmo de mi corazón no era normal bajo ninguna posibilidad.
.
—¡Jasper! —exclamé, viéndolo entrar a mi oficina.
Venía muy formal y guapo. Se había esmerado por darme una buena impresión, lo que no era necesario, ya la tenía ante mis ojos.
—Bella, vaya, qué impresionante lugar. Nunca pensé que iba a estar en el imperio Cullen —afirmó, mirando mi oficina con detenimiento.
—¿Te gusta? La estoy redecorando. Era tan oscura y lúgubre.
Sonrió de oreja a oreja y se sentó delante de mí, alargando las manos para sostener las mías.
—Estoy tan orgulloso de ti, Bells.
Mi mejor amigo se veía realmente contento por lo que él consideraba un inmenso logro para mí.
—Gracias por aceptar venir aquí. Te prometo que tendrás una muy buena paga…
—Solo me importa estar cerca de ti —susurró, acariciando mi mejilla.
Le di la vuelta al escritorio y lo abracé, hundiendo mi rostro en su pecho. Tener conmigo a mi mejor amigo era suficiente, ya no me sentía tan sola en el centro de los coyotes, con un demonio acechante que iba a volverme loca.
Iba a decirle que lo quería por ser el amigo que toda persona necesitaba, pero sentí que la puerta se abría de forma golpeada y violenta. Al mirar, aún sin separarnos, vi a Edward contemplándonos con las fosas nasales dilatadas y las venas del cuello visibles ante una rabia que no tenía explicación.
Iba a explotar.
Buenos días, les traigo un nuevo capítulo de esta historia. Como verán, las cosas ya no pueden sostenerse entre estos dos, la excitación, el deseo y el mismo odio son suficientes para que ambos no soporten más. ¿Qué creen que ocurra con la presencia de Jasper ahora? Este chico vaya que va a poner a Edward como un loco y ni él sabrá por qué, aunque yo creo que ustedes ya saben. Y díganme, ¿Bella no es una diosa? Vaya aguante de esta mujer. Sé que el capítulo es más corto, por eso, si veo mucho entusiasmo de su parte, ¡subiré el otro muy pronto! ¡Lo juro! ¡Cuéntenme qué les ha parecido! Ya saben cómo me gusta leerlas
Agradezco los comentarios de Simoneortiz7393 (te espero más seguido linda, los reviews realmente nos hacen sentir mucho mejor), BellsCullen8, valentinadelafuente, LicetSalvatore (tienes toda la razón, prepárate para la colisión), LuAnKa (y la tensión irá en aumento), Coni (claro que caerá), SeguidoradeChile, dana masen Cullen (ya se acercan más respuestas), natuchis2011b (ni te imaginas), Dayana ramirez (muchas gracias por tus palabras), Beatriz Gomes2, cavendano13, ale173, Rose Hernandez, Isis Janet (créeme que se vienen esas escenas muy pronto), Camilitha Cullen, Liliana Macias, Fallen Dark Angel 07, alyssag19 (gracias por tus hermosas palabras!), BreezeCullenSwan, ariyasy, Pam Malfoy Black, freedom2694, TattusC13, morales13roxy, DanitLuna, CazaDragones, Valentina Paez, CCar, jroblesgaravito96, AnabellaCS, Kamile Pattz Cullen, Cris, calia19, saraipineda44 (jajajaja son las mejores palabras), Vero Morales, Pancardo, ELLIana11, Majo, sheep0294, Santa, Claribelcabrera585, Tereyasha mooz, GabySS501, Heart on Winter, Liz Vidal, Vanex, Belli swan dwyer, carlita16, Mar91, Brenda Cullenn, stella mio, Veronica, Ilucena928, Damaris14, Eni Cullen Masen, Ana, Bell Cullen Hall, PielKnela, Anghye Taisho, Rero96, Twilightter, Maribel hernadez Cullen, Lore562, tulgarita, sollpz1305, Gladys Nilda, Diana Sabat Molina, fernyyuki, morenita88, NoeLiia, rjnavajas, CelyJoe, AstridCP, piligm, Anita4261, Elmi, Any denice, Milacaceres11039, Noritha, A Karina s g, Miranda 24, Elizabeth Marie Cullen, debynoe12, esme575, Masen Emerson, Makarena L, krisr0405, Yoliki, Vanina Iliana, Tata XOXO, catableu, Massiel Oliva, somas, NarMaVeg, Diana, jackierys, Diana Hurtarte, Crepusculo total, kathlen Ayala, adianacarrera, chiqui covet, Darknesssorceress18, Marjeniris, Valevalverde57, AndreaOjeda, KRISS95, miop, Lu40, Brenda naser, Rosy canul 10, Naara Selene, isabella Cullens swan, Melany, Ivette marmolejo, Elizabeth, Gan, LoreVab, Aidee Bells, valem00, joabruno, salve el atun, Maidely, Paliia Love, Smedina, Pameva, Jocelyn, beakis, patymdn, Olga Javier Hdez, wensalv99, Nitha Cross, johanna22, luisita, Dominic Muoz Leiva, FlorVillu, barbya95, Jenni98isa, Esal, viridianaconticruz, Alejandra Va, almacullenmasen, crazzyRR, Marxtin, Suiza19, Ceci Machin, Miryluz, viridianahernandez1656, Liduvina, Alexandra Nash, JMMA, kaja0507, LadyRedScarlet, LizMaratzza, sool21, Flor Santana, Robaddict18, Gibel, Iza, Lunadragneel15, Yiruma san, Nati98, jupy, Rocio y Guest
Sé que quieren un POV Edward ¡y ya se viene! ¡Y muy pronto si ustedes lo quieren! Tomando en cuenta su entusiasmo, la actualización con el POV Edward vendrá más pronto esta semana, ¡así será si las veo entusiastas!
Recuerden que quienes dejen su review recibirán un adelanto exclusivo del próximo capítulo vía mensaje privado, y si no tienen cuenta, solo deben dejar su correo, palabra por palabra separada, de lo contrario no se verá
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