Honeymoon

(parte 1)

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Los nombres de los personajes no me pertenecen, están bajos en Ranma 1/2 de Rumiko Takahashi.

¡Celebremos el #RanmaAkaneDay!

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Ranma subía nuestras maletas al taxi mientras yo me despedía de todos los presentes.

—Llamen si necesitan algo, no importa la hora —pidió Kasumi con preocupación.

—Estaremos bien, no te preocupes —murmuré abrazándola con cariño.

—¡Oh Akane!, casi olvidó decirte que dejé un regalito en tu maleta —dijo una Nabiki juguetona.

—Más te vale que no sea un regalo como el de mi despedida de soltera—susurré entre dientes, antes de abrazarla y caminar hasta la Tía Nodoka.

—No olvides que este es el momento más importante de un matrimonio. Tengan paciencia por si las cosas se ponen un poco complicadas...— susurró en mi oído mientras rompíamos el abrazo.

—Gracias Mamá.

Ella arregló un mechón de mi cabello y me guiñó un ojo.

—Disfruten la salida, necesitaremos un heredero pronto.

—¡Qué cosas dices!— exclamó Ranma con las comisuras levemente alzadas y mirándola divertido.

—Cuidense mucho, bueno, no demasiado.

Ranma y yo observamos como nuestros rostros se sonrojaron al instante por su comentario.

—Ya es hora de irnos, Akane —gruñó Ranma antes de entrelazar nuestras manos y caminar unos pasos hacia el taxi.

—¡Esperen!, ¡Aún no estoy listo para que se vayan! —gritó mi papá siendo sujetado por los hombros por el Tío Genma convertido en panda.

"¡Dense prisa muchachos! Mis brazos se están cansando" decía el letrero que sostenía el panda.

—¡Nos veremos en una semana!— gritamos a través de la ventana del taxi, con rumbo al aeropuerto.

Dejando mi sombrero sobre el asiento, recuesto mi cabeza sobre el hombro de mi esposo y cierro los ojos con tranquilidad.

Ranma besa suavemente mi cabeza y suelta una risita incrédula.

—No puede ser.

—¿Qué cosa? —pregunto sin incorporarme.

—Mira.

Señalando el parabrisas, vemos a nuestro ya conocido grupo de problemáticos amigos, correr decididos en nuestra dirección, es decir, hacia el Dojo.

—¿Qué harán ellos aquí?

—No tengo idea, pero hay que hacer algo para que no nos vean— murmuró buscando en el interior del taxi.

—¿Algo, como qué?— pregunté preocupada.

—Espero que funcione.

Ocultó su trenza en el interior de su camisa y levantó mi sombrero del asiento.

Girándome en el asiento para darle la espalda a la puerta, Ranma acomoda el sombrero sobre mi cabeza para que no resalte mi cabello y acerca mi rostro hacia el suyo, ocultándonos.

Las fuertes pisadas pasaron junto a la puerta del taxi hasta que dejamos de oírlas. Los dos miramos hacia la venta trasera, notando que el grupo seguía su camino.

—Eso estuvo cerca —susurró.

—Si.

Ambos suspiramos con alivio.

Ranma me miró y pasó su dedo por mis labios. levantando levemente las cejas.

—Prometiste no usar maquillaje durante el viaje.

Mordiendo mi labio, lo miré sonrojada.

—Tu mamá se ofreció a arreglarme un poco y no pude negarme.

Ranma acercó su mano a mi rostro y frotó con su dedo gordo mis labios, reduciendo a nada el labial.

—Listo. Ahora si podré hacer esto —murmuró acercándo lentamente su rostro al mio.

Sonriendo por su juego previo, dejo que se aproxime, pero el carraspeó del taxista nos detiene a escasos milímetros para el contacto.

—¿Recién casados?— pregunta el hombre con incomodidad.

—Si, disculpe —respondí apartandome de Ranma con desilusión.

—Está bien, no se preocupen. No pude evitar escuchar que esa bola de muchachos eran conocidos suyos...

Ranma suspiró y se cruzó de brazos enfurruñado, al darse cuenta que el chófer intentaría charlar con nosotros el resto del camino.

—Así es. Aunque no estaban muy contentos de que nos casáramos.

Ranma entrelazó nuestras manos, atrayendo mi atención y beso mis nudillos, provocando un sonrojo mio y la risa del taxista.

—No entiendo por qué. Hacen una hermosa pareja —señaló el hombre viéndonos por el retrovisor.

—Gracias —respondió por primera vez mi marido, mostrándose orgulloso.

—¿Usted tiene esposa? —pregunté con curiosidad.

—Si, tenemos 25 años juntos.

—Felicidades.

—Gracias.

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—¡Que tengan buen viaje! —gritó el taxista antes de irse, dejándonos en la entrada del aeropuerto.

Kasumi, Nabiki y Mamá (Tía Nodoka), hicieron las reservaciones para todo este viaje.

Ni Ranma ni yo teníamos idea de que viajaríamos a una isla vacacional hasta que recogimos los boletos en el mostrador y dejamos nuestras maletas con la señorita de la aerolínea.

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Ya sentados en nuestros asientos, un niño pequeñó chilló enfadado y recargado sobre el asiento de Ranma gritó:

—¡Mamá, dile a Godai que me dé mi juguete!

—¡Sientante de una vez Kotaro, deja de molestar a las personas con tus lloriqueos! —le gritó una señora rellenita de chongo, desde el asiento al frente del mio.

El niño, fastidiado por la respuesta de su madre, comenzó a patear el respaldo del asiento de Ranma.

—Devuelvele su juguete a Kotaro —se escuchó el regañó de una joven pelinegra dirigido a un hombre castaño.

—Pero Kyoko, ¡Me estaba poniendo el juguete en la cara! —respondió el joven sobandose la piel pellizcada por la mujer.

Ranma frunció el ceño molesto por el ruido tan cercano a sus oidos.

Tocando su mano para tranquilizarlo, hice que me mirara.

—Trata de ignorarlos —susurré acariciando sus nudillos con mi dedo.

Ranma me sonrió levemente y cerró sus ojos intentando de relajarse.

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Media hora de viaje después, los ruidosos pasajeros se quedaron callados y los golpes se detuvieron.

Ranma se giró sobre su asiento y estiró su mano para jalarme un mechón de cabello.

Apartando la vista de mi revista, lo miro con molestía y Ranma me sonríe juguetón.

—¿No duerme, señora Saotome?

Reclinándome en mi asiento, lo miro formando una sonrisa y niego con la cabeza.

—Los aviones me ponen nerviosa. Prefiero estar alerta.

Ranma me mira pensativo y estira su mano para entrelazarla con la mia.

—Estar alerta es mi trabajo, Akane. Intenta descansar un poco.

Ranma retira el reposabrazos que separa nuestros asientos y me acerca para un medio abrazo.

—Bien —susurro contenta al recargar mi cabeza en su pecho y cerrar los ojos por un segundo.

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Los labios de Ranma sobre mi frente me despiertan. La mayoría de los pasajeros están de pie, listos para bajarse del avión.

Me estiro sobre el asiento y Ranma se rie burlon cuando nota la marca rojiza que dejó su camisa sobre mi mejilla.

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—Ya deja de molestarme o voy a golpearte —gruño molesta.

Ranma aprieta sus labios escondiendo su sonrisa y aprieta mi mano con suavidad.

—¿Qué te parece si vamos primero a registrarnos al hotel, luego a comer y al final caminamos por la playa? —pregunta un segundo después.

Asiento en acuerdo y caminamos juntos hasta el sitio de taxis afuera del aeropuerto.

Ranma le indica al conductor el lugar a donde debe llevarnos y los dos suspiramos con alivio cuando nos sentamos en silencio hasta que llegamos a nuestro destino.

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Decidimos darnos una ducha rápida antes de hacer cualquier actividad fuera del hotel.

Mientras Ranma se bañaba, abrí mi maleta y mis mejillas rápidamente se sonrojaron.

"Voy a matarte Nabiki Tendo". Susurré avergonzada cuando descubrí el "regalito" que había dejado en mi maleta.

Sacando con rapidez la ropa que iba a usar, cerré la maleta justo antes de que Ranma saliera del baño.

—Ya puedes entrar.

—Gracias —susurré, evadiendo su mirada inquisitiva.

Ranma estiró su brazo y detuvo mi huida hacia el baño.

—¿Estas bien? Te veo un poco roja, como si estuvieras caliente.

Miro sorprendida hacia su sonrisa burlona y trago saliva nerviosa.

—Es tu imaginación, estoy bien.

Ranma me sujeta por la cintura y avienta mis cosas a la cama.

—Eres una pésima mentirosa, señora Saotome —murmura antes de besar la punta de mi nariz.

—Ranma...—susurro dejando salir la tensión de mi cuerpo.

—Ya tuvimos muchos años de estar escondiéndonos, por favor no me ocultes cosas.

Levanto la vista hasta que choca con sus ojos azules y asiento con suavidad.

—Además... espero que lo que Nabiki haya empacado en tu maleta sea algo bueno —susurró coqueto.

Abriendo mis ojos y boca sorprendida, Ranma me guiña un ojo y me deja ir.

—Anda, duchate pronto para que vayamos a comer.

Camino por mis cosas y lo miro con los ojos entrecerrados.

—No te atrevas a espiar el contenido de mi maleta.

Ranma enarcó una ceja y sonrió de lado.

—Prefiero verlo sobre o dentro de ti por la noche —respondió seductor.

Riendo por su desvergüenza, me meto al baño y cierro la puerta detras de mi espalda.

Ranma cambio mucho desde que cumplimos la mayoría de edad y con el paso de los años, se ha vuelto más abierto con sus emociones y un poco más seductor conmigo.

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Secándome el cabello con una toalla al salir del baño, me detengo en el marco de la puerta cuando me encuentro con Ranma sosteniendo el regalo de Nabiki en su mano.

Ranma se gira en mi dirección y sonrie inocente al verse atrapado.

—¿Y si ordenamos comida a la habitación? —pregunta intentando disminuir la tensión en el ambiente.

—¿Qué hay con lo de esperar hasta la noche? —pregunté ligeramente molesta.

Ranma traga saliva y observa lo que tiene en su mano.

—Akane, honestamente... ¿Crees que podré aguantar hasta la noche?

Sonrió maliciosa y me acerco a él. Quitándole el objeto de su mano, lo meto en la mochila y lo guardo donde había estado.

—Pues te aguantas —le regaño, fingiendo una sonrisa amigable.


Hola, mañana subiré la segunda parte, se los prometo.

Espero que les haya gustado. :)

Soy Tóxo Kai Bélos... ¡Hasta el próximo capítulo!