Honeymoon

(Última parte)

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Los nombres y personajes no me pertenecen, estan basados en la serie Ranma 1/2 de Rumiko Takahashi.

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Observo por última vez mi reflejo antes de cubrirme (avergonzada por la vestimenta que estoy usando) con la bata y salir del baño.

Ranma también tiene puesta su bata de baño cuando lo encuentro recostado en la cama.

—Ya estoy lista —murmuro con timidez.

Ranma me observa en silencio y se levanta de la cama para llegar a mi lado.

—Seré cuidadoso al hacerlo. No te preocupes.

Asiento y dejo que guíe nuestro camino.

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La alberca se encuentra sola y es apenas iluminada por unas cuantas luces.

Trago saliva nerviosa y giro mi cuerpo asustado hacia la entrada del hotel.

—¿A dónde vas, Akane? —exclama Ranma entre divertido y molesto, al detener mi huida.

—¡Ya no quiero hacer esto! Nabiki está loca por darme un regalo como este.

—Vamos Akane, no seas cobarde —exclama con una sonrisa en el rostro.

Suspiro y me quedo de pie frente a la piscina.

—Esta es una muy, muy, muuy, mala idea —exclamo nerviosa.

Ranma rie en voz baja y se acomoda detrás de mi.

—Te prometí que sería cuidadoso —murmura cerca de mi oreja—. Además, si logras aunque sea flotar por un minuto, te daré un regalo —susurra abrazándome por la espalda.

—¿Qué clase de regalo? —pregunto observándolo, tentada con su oferta.

Ranma besa mi mejilla y me estrecha aún más a su cuerpo.

—Lo descubrirás con la única condición de que entres a la alberca.

Suspiro resignada y giro mi cabeza hacia la alberca.

—Bien. Hagámoslo.

Soltando la cinta de mi bata, dejo a la vista el traje de baño que mi hermana Nabiki escondió en mi maleta y observo atenta, la reacción de mi esposo.

Ranma trata de sujetar mi bata con desesperación y gira repentinamente su cabeza hacia todas las direcciones posibles con una mirada asesina.

—¿Qué estas haciendo? —pregunto preocupada.

Ranma gruñe en voz alta y vuelve a colocarme mi bata con rudeza.

—Regresaré a Nerima y mataré Nabiki con mis propias manos —murmura con los dientes apretados.

Sonrojandome por su reacción e insegura de qué hacer, me muerdo el labio inferior antes de preguntar:

—¿Tan mal me veo?

Ranma detiene sus movimientos y me mira a los ojos, afligido.

—Estas perfecta.

—¿Entonces?, ¿Por qué actúas así?

Ranma acaricia mi espalda y recarga su frente en mi hombro.

—Porque soy un maldito hombre sobreprotector que matará a cualquiera que se atreva a mirarte usando este traje de baño.

Levanto mis comisuras y siento mi rostro sonrojarse.

—¿Lo dices en serio?

Ranma traga saliva y apoya sus manos sobre mis hombros, dejando una distancia prudente entre nosotros.

—Creo que es necesario que también sepas algo...

—¿Qué cosa?

Ranma suspira y evita mirarme a los ojos.

—Mi madre me dejó un regalo en mi maleta.

—¿Y qué fue? —pregunté curiosa.

—El par masculino de tu traje.

—¿Eh?

Abro su bata con rapidez y me quedo muda al observar su traje de baño.

—¿Akane? —pregunta preocupado unos segundos después.

Mi respiración se quedó atorada en mi garganta y mientras paso mi mano por lo largo de las cintas de encaje que pasan por su abdomen, le causo un poco de cosquillas.

—Oye, mujer... Detente ahora o no respondo de mis acciones.

Respiro de nuevo, retirando mi mano de su piel y me siento ligeramente mareada.

—¿Por qué te pusiste este traje? —pregunto agitada, sin poder apartar la mirada de la prenda.

Ranma levanta mi cara por el menton y pasa su pulgar por mi labio inferior.

—Estas babeando, Akane —susurra juguetón.

Frunciendo el ceño en su dirección, aparto su mano de mi cara con molestia.

—Ja, ja. Tonto.

Camino hasta la orilla de la alberca e intento procesar esta nueva y excitante imagen de Ranma grabada a fuego en mi mente.

Ranma suspira intranquilo y se acerca a la orilla. Afortunada o desafortunadamente para mi, con la bata cerrada.

—¿Qué hacemos ahora? —pregunta con timidez.

Cubro mis ojos con las manos y respiro abochornada.

—No sé. Mi cabeza me grita que no deje que te quites esa bata y mi cuerpo me pide totalmente lo opuesto.

Ranma se muerde el labio inferior divertido y gira mi rostro en su dirección.

—Elige una, la que quieras. Pero que sea pronto, porque no sé cuanto tiempo pueda soportar esta incertidumbre.

Miro sus brillantes y esperanzados ojos azules y me rindo a sus encantos.

Suspiro liberando la tensión de mi cuerpo y mientras giro mi cuerpo hacia el de mi esposo, lista para pedirle que volvamos a la habitación, siento que la suela de mis sandalias se resbalan con la grava suelta de la orilla de la alberca. Y a pesar de que las rápidas manos de mi esposo me rodean por la cintura, eso no evita que los dos caigamos en el interior de la piscina.

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Mientras abro la puerta de la habitación, el continuo castañeo de nuestros dientes y el charco de agua bajo nuestros pies son las únicas pruebas que tenemos de nuestra visita nocturna a la alberca del hotel.

Los dos entramos directamente al baño y aventamos nuestras batas empapadas de agua hacia un rincón en el suelo.

Al abrir la llave del agua caliente de la regadera, siento los dedos fríos de Ranma rozar la parte baja de mi espalda. Giro mi cabeza en su dirección y notó que sus mejillas comienzan a sonrojarse por el vapor caliente.

—Dúchate tu primero, yo puedo esperar.

Sujeto su mano, entrelazo nuestros dedos y doy un paso en su dirección.

—Ya no es necesario hacerlo por separado. Ahora estamos casados, ¿Recuerdas?

—¿Que si lo recuerdo? —responde con una sonrisa alegre.

Levanta mi mano izquierda y deposita un beso pequeño en el dedo donde se encuentra mi anillo.

Acaricio su mejilla con suavidad y comienzo a sonreir más animada.

—Fue una pena que no pudiéramos nadar con nuestros trajes de baño nuevos —exclamó con fingida decepción.

Ranma sonríe coqueto y mira mi cuerpo con aprecio.

—Tengo algunas ideas que nos podrían servir...

Sonrojándome, dejo que se acerque y comience a besarme.

Nos metemos al cubículo de la regadera y dejando caer el agua caliente sobre nosotros, las cuatro paredes del baño se convierten en el único testigo de nuestra primera relación sexual como recién casados.

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Ranma acerca su nariz a mi cuello y suspira contento entre sueños. Las sabanas que nos cubren se mantienen frescas a pesar del calor que comienza a sentirse en la habitación.

Por otro lado, yo comienzo a sentirme acalorada por el calor corporal de mi pelinegro.

—Ranma —susurro con suavidad sobre su frente.

Mi esposo se queja y me estrecha con firmeza a su cuerpo desnudo.

—Tengo mucha sed, déjame ir a beber agua.

Ranma respira hondo y aleja su cabeza de mi cuello para entreabrir uno de sus ojos.

—¿Bebes agua y regresas? —pregunta adormilado.

Rio por su comportamiento y acaricio su cabello.

—Ya es bastante tarde, deberíamos dar una última caminata por la playa antes de irnos al aeropuerto.

Ranma gruñe y se frota los ojos con una de sus manos.

Aprovecho el momento para salir de la cama y correr a la cocina para servir dos vasos de agua.

Ranma llega un minuto después unicamente con un short puesto y una de sus camisetas limpias en la mano.

—Cubrete, cariño. ¿Qué no tienes pudor? —exclamó juguetón.

Trago el sorbo de agua y dejo que me ponga su ropa.

Le entrego el vaso de agua que tenía para él y beso su mejilla.

—No hay nada aquí que no hayas visto o tocado —respondo con picardía cerca de su oreja.

Ranma escupe el agua sobre el interior de su vaso y me mira con asombro.

—He creado un monstruo.

Me rio por su comentario y niego con la cabeza.

—Anda, vamos a pasear por última vez.

—O, podríamos quedarnos en la habitación y disfrutar nuestros últimas horas solos —murmura mordiendo su labio inferior y mirandome con lujuria.

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Ranma y yo bajamos del taxi con rapidez y corremos hasta la recepción de la aerolínea para dejar nuestras maletas. Apenas llegamos a tiempo.

Ranma me guiña el ojo mientras nos formamos para abordar el avión y yo evito mirarlo por mucho tiempo, ya que aún finjo estar molesta con él. No pude tener esa última caminata en la isla y tuvimos que pagar las horas extra por ocupar más tiempo del que debíamos la habitación del hotel.

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Suspirando aliviada, me dejo caer con tranquilidad sobre el respaldo del asiento y veo de reojo que Ranma quita el apoyabrazos que nos separa.

—¿Está bien, señora Saotome? —pregunta curioso.

—Si, todo bien —respondo repentinamente cansada.

Ranma une nuestras manos cuando el avión despega y entrelaza nuestros dedos mientras acomodo mi cabeza sobre su hombro.

—Me encantó el viaje —murmuré adormilada.

—A mi también me gustó. Deberíamos repetir nuestra luna de miel pronto —responde con suavidad.

—Eso estaría bien —susurro mientras lucho por mantener los ojos abiertos.

—Te quiero, Akane —murmura besando mi frente.

—Y yo a ti, Ranma —afirmo mientras aprieto levemente nuestras manos y me quedo dormida durante el resto del viaje.

FIN


ESCENA EXTRA

La familia nos recibió con alegría en la sala y mientras abrian los regalos que compramos en la isla, me llevo a Akane hasta el jardín, para tener un poco de privacidad.

—¿Qué pasa? —me pregunta curiosa.

—¿Recuerdas que antes de caer en la alberca te prometí un regalo?

Ella asiente y me mira expectante.

—Una de las vendedoras me dijo que si regalaba esto, significaba amor y protección eterna. Probablemente sea un engaño, pero creí que luciría bien en ti.

Akane recibió la pequeña caja y la abrió con entusiasmo.

—Es hermoso, Ranma. ¡Pónmela por favor!

Ato la pulsera a su muñeca y observo los pequeños delfines colgar.

—Gracias, mi amor —susurra con timidez intentando ocultar las pequeñas lagrimas formándose en sus ojos.

Levanto su rostro por el mentón y acaricio su labio inferior con necesidad de sentirlo.

—Te amo —susurro cerca de su rostro.

Akane está a punto de responder, pero el ruido del flash de una cámara nos distrae.

—Lo siento chicos, finjan que no estoy aquí —murmura Nabiki sosteniendo una camara sobre su rostro, lista para seguir fotografiando nuestro momento privado.

—¡Oye Nabiki! Eso me recuerda que tu dichoso regalo nos... —gruñe mi esposa con los dientes apretados.

Nabiki baja la cámara y antes de que Akane termine de hablar, sale disparada hacia el interior de la casa.

Akane comienza a avanzar detrás de ella, pero la detengo por la cintura.

—Oye, primero respondeme y después te ayudo a perseguirla.

Akane se rie y jala mi camisa para acercame a su rostro.

—También te amo —susurra.

Unimos nuestros labios en un beso lento y escuchamos el sonido de más cámaras capturando el momento.

—¡¿Qué les pasa, no ven que es un momento privado?! —gruño enojado al notar que ahora eran nuestros padres los causantes del sonido.

—¡Auxilio!, ¡Nabiki! —gritan ambos patriarcas mientras mi esposa y yo los perseguimos por el jardín para quitarles los dispositivos.

Aunque ahora que lo pienso, no estaría nada mal conservar alguna de estas fotografías, ya saben... para estrenar el marco de estrellas de mar que compramos en la isla.


Lamento el retraso, no pude publicar el capítulo antes.

Espero que les haya gustado. ( ꈍᴗꈍ)

Muchísimas gracias por sus reviews, fue todo un placer hacerlos sufrir un poco con este recuerdo. ;)

Soy Tóxo Kai Bélos, ¡Nos leeremos pronto!