Una sorpresa de cumpleaños
.Los nombres de los personajes no me pertenecen, están basados en Ranma 1/2 de Rumiko Takahashi.
.
Mi padre, Tío Genma y mi esposo, llevaban horas encerrados en el Dojo.
Desde hace unos días que lo hacían.
Y precisamente hoy, que era mi cumpleaños, nuestros padres habían arrastrado a Ranma hasta el Dojo, tan pronto como abrió los ojos.
Ni siquiera dejaron que se vistiera o me felicitara.
Muerdo la uña de mi dedo pulgar con preocupación y mantengo la vista fija en la entrada del Dojo.
La puerta de la casa se abre y Kasumi se acerca con un tazón de fruta picada.
—Akane, no le hará bien al bebé si sigues preocupándote así —murmura deteniéndose y dándome un corto abrazo de lado.
Sonrío y dirijo mi mano hacia mi abdomen abultado.
—No puedo evitarlo. Ranma ni siquiera desayunó esta mañana.
Kasumi sonrió con ternura y extendió el plato en mi dirección.
—¿Por qué no les llevas la fruta? Así estarás un poco más tranquila.
Asiento con la cabeza y acepto el traste, antes de que ella vuelva al interior de la casa.
Mientras me acerco a la entrada del Dojo, me como unos cuantos trozos de sandía y pego mi oreja a la puerta.
Escucho algunas indicaciones y quejas de los hombres en el interior unos segundos antes de que golpeé la puerta y los ruidos se detengan.
Un minuto pasa hasta que mi padre abre apenas una rejilla de la puerta y me mire sorprendido.
—¿Akane? ¿pasa algo, hija? —pregunta preocupado.
—¿Es Akane? —pregunta Ranma desde el interior.
Mi padre asiente en su dirección y me mira expectante.
—¿Qué pasa?
—Kasumi preparó fruta picada para todos.
—¡Dile que deje la comida afuera y después la tomaremos! —gritó el Tío Genma desde el interior.
—¿Qué están haciendo, papá? ¿Qué les está tomando tanto tiempo?
Mi padre nota la preocupación en mi rostro y me mira con cariño (sobre todo cuando su vista se dirige a mi vientre).
—Ya casi terminamos Akane, no te inquietes. Deja el plato antes de irte, ¿sí? —responde antes de volver a cerrar la puerta, dejándome afuera.
Suspiro llena de frustración y agachándome con lentitud, dejo el recipiente en el piso.
Ya que estoy hincada, robo otro trozo de sandía y decido sentarme un rato sobre la duela. Apoyo mi espalda en la pared del Dojo y miro con tranquilidad hacia el enorme patio de nuestra casa.
Desde que me enteré de que estaba embarazada, no había practicado artes marciales –lo cual me ponía los nervios de punta, ya que no podía liberar mi estrés como antes–, pero entendía las razones que Ranma y toda la familia me habían dicho:
1) No querían que me expusiera a riesgos innecesarios, y 2) Si no les hacía caso, nuestros padres serían mi sombra todo el día.
Suspiro con resignación y observo –con un poco de sueño–, el caer de los pequeños pétalos de flor de cerezo.
El suave trinar de los pájaros comienza a arrullárme y cuando menos pienso, me quedo dormida.
._-._-.
Unos cálidos brazos me acomodan sobre un par de piernas tonificadas y el aroma tan familiar de esa persona hace que mi cuerpo reaccione por instinto.
Mis brazos se mueven hasta abrazar la piel expuesta del torso masculino y aún con los ojos cerrados, aprieto mi mejilla sobre su pecho, soltando un ligero ronrronéo lleno de satisfacción.
—Creí que yo era el único que podía convertirse en gato —señaló Ranma con burla.
Abro mis ojos con lentitud y me encuentro con los dos pedacitos de cielo que me observan inquisidores.
—Hola —susurra Ranma con diversión.
—Hola —le respondo con la voz ligeramente ronca.
Ranma, se muerde el labio inferior y me recorre medio cuerpo con la mirada.
—¿Por qué estabas durmiendo aquí? —pregunta con curiosidad mientras acaricia mi espalda con suavidad.
—Estaba esperando a que salieras... Debí quedarme dormida.
Sus caricias me hacen estremecer y me acomodo mejor en el hueco entre sus piernas.
—¿Qué estaban haciendo? —pregunto sin poder ocultar mi curiosidad.
Ranma sonríe y niega con la cabeza divertido.
—Lo siento, no puedo decírtelo.
—¿Y por qué no? —inquiero disgustada.
Ranma ensancha su sonrisa.
—Porque me gusta molestarte.
Frunzo el ceño y hago un pequeño puchero.
—Pero es mi cumpleaños.
—¿Y qué? No voy a arruinar la sorpresa que te preparé.
Suspiró y apoyo mi cabeza en su pecho.
—¿No tienes hambre? —pregunto al acariciar su mejilla.
Ranma sonríe de lado.
—Estoy bien, comí un poco de la fruta que trajiste.
Mi mano deja de acariciar su mejilla para recorrer su cuello y gran parte de su pecho desnudo.
—¿No tienes frío? —pregunto aún concentrada en su piel expuesta.
—Mis ojos están arriba, Akane —susurra divertido.
Salgo de mi pequeño ensimismamiento e intento levantarme de sus piernas.
Ranma se rie por mi intento de huida y se levanta del suelo, conmigo en sus brazos.
—No, ¡qué haces, Ranma! Bájame que estoy pesada y podrías lastimarte la espalda —pido avergonzada.
—No recuerdo que tu peso fuera un obstáculo antes —exclama burlón.
—Tan cariñoso como siempre... —murmuro al pellizcarle su mejilla.
—Tan delicada como siempre —señala con rapidez mientras me deja sobre mis pies.
Miro la parte enrojecida de su rostro y espero a que me diga algo más, pero él se mantiene callado.
—Bueno, si no hay nada más que quieras decirme, me iré a la cocina un rato.
Me alejo unos cuantos pasos del Dojo y no llego ni a la entrada de la casa, cuando los brazos de Ranma me levantan del suelo y salta conmigo hacia el tejado.
Grito por las cosquillas que siento en el estómago y golpeó con poca fuerza el torso desnudo de Ranma, cuando me pone de pie sobre las tejas y me mantiene abrazada a él.
—¿Estás loco? —le regaño, liberando unas cuantas lágrimas eufóricas sobre su pecho —¿Por qué hiciste esto?
—Porque sé lo mucho que extrañas brincar por los tejados...—murmuró divertido—, lo mucho que extrañas salir a correr todas las mañanas, el practicar en el Dojo... Y también porque no quiero que estés cerca de la comida para tu fiesta.
No puedo evitar que se me escape una risita y alejo mi rostro de su cuerpo para observarlo.
—Mira Akane, no puedo decirte mucho ya que eso arruinaría tu sorpresa —continúa dudoso—. Pero te prometo que a partir de hoy no te sentirás tan apartada de las artes marciales, ¿De acuerdo?
—¿Cómo harás eso? —pregunto más animada que antes.
—Lo descubrirás en la noche.
—¿No podrías darme una pista ahora?
Ranma se queda pensativo y mira hacia el Dojo.
—No.
—Tonto.
—Boba.
Los dos nos retamos con la mirada, hasta que comienzo a reírme.
—Al comportarnos así, siento que no hemos cambiado tanto en estos años —murmuró divertida.
—¿Qué no hemos cambiado, dices? —preguntó juguetón—. ¿Estás segura? —señaló acariciando mi vientre.
—Sabes a lo que me refiero —respondo rodando los ojos.
Ranma me acercó un poco más a él y sonríe con picardía.
—Sí, lo sé.
—Te quiero mucho, Ranma—susurro con ternura.
—Yo también te quiero, Akane —murmura con suavidad acercando su rostro hacia el mío.
—Te digo que escuché algo en el tejado...¡por todos los cielos! ¡Ranma, Akane, bájense del techo! —gritó con preocupación la Tía Nodoka desde el jardín siendo acompañada por Nabiki y por nuestro cuñado, Kuno Tatewaki.
Ranma rodó los ojos y me miró expectante.
—¿Lista para bajar?
—No, pero si no lo hacemos... tu madre subirá por la escalera y nos bajará del tejado mientras nos jala de las orejas.
Ranma se rie forzado.
—Mamá, no te haría eso en tu cumpleaños, pero a mi... —responde quisquilloso mientras me toma entre sus brazos y segundos después salta hacia el jardín.
En cuanto tocamos el suelo, Nabiki y Kuno se aproximan para felicitarme y yo no puedo evitar reírme por el pequeño jalón de oreja que Ranma recibe de parte de su madre.
Ahora que lo pienso, Ranma tiene razón, extrañaba hacer tantas actividades físicas, que hasta el haber estado en el tejado por un par de segundos había sido lo más divertido que había hecho en todo este mes.
Espero que, cuando vuelva a entrenar, no pierda tanto esa velocidad y elasticidad que había logrado desde joven y que, cuando crezca nuestro bebé, él también se interese en aprender artes marciales.
Fin.
ESCENA EXTRA
La fiesta se realizó en el interior de nuestra casa, ya que Ranma no quería que se arruinara su sorpresa. Desde hace un par de horas, cortamos el pastel y todos –a excepción de Ranma– ya me habían dado mi regalo de cumpleaños.
Ya era bastante tarde cuando mi esposo y yo nos dirigíamos por el jardín hacia la entrada del Dojo.
—Te pondré esta venda, ¿está bien? —señala deteniéndose a la mitad del jardín y levantando el pedazo de tela que tenía en su mano.
—Esta bien.
Dejo que amarre la tela y lo escucho trotar hacia la puerta del Dojo.
—Dame solo un segundo más para revisar que todo esté en orden.
—Bueno, pero apresúrate que hace frío.
Escucho cómo abre la puerta e ingresa al interior del Dojo.
Espero con impaciencia.
Cuando finalmente regresa, me sujeta de las muñecas y terminamos el trayecto.
Los dos nos detenemos en lo que supongo es la entrada del Dojo y él comienza a hablar:
—¿Estas segura de que quieres ver tu sorpresa ahora, Akane? Esto podría esperar hasta mañana —murmura inseguro.
—Llevo horas esperando para verla. ¡No me dejes en suspenso, por favor!
—Bueno.
Ranma se coloca detrás de mí y desata la venda.
En cuanto abro los ojos, Ranma enciende las luces del Dojo, dejándome momentáneamente ciega.
Parpadeo para acostumbrarme a la luz y amplió los ojos cuando observo mi regalo de cumpleaños.
—¿Pero qué? —pregunto tratando de no hechárme a llorar.
—¿Qué te parece? —pregunta Ranma mientras se adelanta y se coloca en el espacio acondicionado que creó para mi.
—Puse un tubo para que la sujetes cuando hagas tus estiramientos —señaló sujetándose al tubo y haciendo una pequeña demostración—, Te compré esta pelota gigante y la colchoneta, me dijeron que con ellas podrías hacer algo llamado "pilates", así que busqué en las tiendas y me dieron estas revistas donde explican paso a paso cómo hacerlo... —exclamó con una pequeña sonrisa, señalando las ocho revistas esparcidas en el suelo—. Compré estas pesas ya que son más ligeras que las que tenemos aquí, también te compré esta...Oye ¿Qué tienes? —inquirió preocupado cuando notó las lágrimas caer por mi rostro.
—No, no es nada —murmuro limpiando mi rostro mientras le sonrío— Por favor, sigue mostrándome las cosas.
Ranma dejó unas ligas en el suelo y se acercó a mi lado.
—Tal vez fue mala idea hacerlo ahora.
—No, Ranma. Mira, ya estoy mejor.
—Sé que esto no es igual a las artes marciales, pero... —murmuró con cariño, acariciando mis brazos—, pero creí que también te gustaría ejercitarte un poco en el interior del Dojo.
Limpio los últimos rastros de lagrimas de mis ojos y asiento con la cabeza.
—No tienes idea de lo feliz que me hace tu regalo, muchas gracias Ranma —señalo con alegría.
—¿De verdad te gusta?
—¡Me encanta!
Ranma suspira aliviado y forma una leve sonrisa.
—Ya verás Akane, en cuanto nazca el bebé voy a ayudarte a entrenar y parecerá que nunca dejaste de hacerlo.
—Basta ya o me harás llorar de nuevo —murmuro riendo.
Ranma se hinca y rodea mi cintura con sus brazos para pegar su frente a mi vientre.
—En cuanto a ti, bebé. Más vale que crezcas rápido, ya ansío tenerte entre mis brazos y enseñarte todo lo que sé de artes marciales—susurró con alegría.
—Estoy segura de que tendrá un excelente maestro —murmuro mientras acaricio suavemente su flequillo.
Ranma se levanta y me da un beso.
—Vayamos a dormir.
—Sí, mañana tengo que levantarme temprano para poder estrenar mi regalo de cumpleaños.
Ranma sonríe y mientras nos dirigimos hacia la entrada, observo entusiasmada mi pequeño gimnasio.
¡Mañana será un gran día!
Espero que todos se encuentren muy bien.
¡Les mando un enorme y cálido abrazo!
Muchas gracias por sus maravillosos reviews, me pone my feliz saber que les están gustando los capítulos. ( ꈍᴗꈍ)
Soy Tóxo Kai Bélos, ¡Nos leemos en la próxima actualización!
Sigan cuidándose mucho, ¡Saludos!
