Al día siguiente, Simba contemplaba las tierras del reino. Aún llovía cosa que significaba que después de mucho tiempo de sequía las praderas volverían a ser lo que alguna vez fueron. suspiró. Tenía mucho que hacer, y esperaba estar a la altura de la expectativa, de ser un buen rey del que su padre estuviera orgulloso. Simba miró el cielo, como si esperaba que su padre apareciera de nuevo, pero no paso. Aunque sintió algo de calidez pese a que el tiempo está frío por la lluvia.

¿Cómo es posible que dos hermanos hayan terminado así?

¿Cómo es posible que el corazón de su tío se haya oscurecido tanto? ¿dejándose consumir por el odio?

–¿Simba? ¿Qué estás haciendo? –la voz de Nala preguntó a sus espaldas.

–Viendo el cielo –respondió con voz queda–. Fue una noche difícil.

–Lo fue para todos –coincidió ella, sentándose a su lado, acariciando su cabeza contra la melena de Simba. Este cerró sus ojos devolviéndole la caricia a Nala –. Se ha ido. Ya ha acabado –le dijo en tono conciliador–. Empezaremos de nuevo. Todo será mejor de lo que alguna vez fue.

–Scar no volverá nunca. Se ha ido –dijo más para sí mismo que para Nala.

Miró de nuevo el cielo. Buscando a su padre en vano.

Los párpados de Nadia se fueron abriendo poco a poco, mientras un quejido de dolor abandonaba sus labios. Su mano viajó a su cabeza mientras una mueca se formaba en su cara, ¿que había pasado? No recordaba mucho, todo está difuso en sus recuerdos. Después de unos minutos, los recuerdos difusos fueron aclarando, las comisuras de sus labios se elevaron en una sonrisa tonta; fue un gran sueño. Le contaría a sus tíos que soñó a que salvo un león, algo que les sacará una sonrisa de seguro, ella siempre había legado que, cuando se graduara de la carrera de veterinaria; viajaría por el mundo ayudando a todo animal que lo necesitase, desde el animal doméstico más adorable al animal más salvaje e incomprendido.

Un siseo de dolor se escapa de sus labios cuando quiso estirar sus brazos, frunció el ceño. Giró sus ojos hacia su brazo izquierdo, este estaba quitando con unas hojas, manchadas con algo de sangre. Su sangre. Palideció. No solo por ver el vendaje, sino que todo a su alrededor se vio muy colorido, casi caricaturesco.

–¿Qué demonios? –sus ojos pronto captaron al león, no, Scar no muy lejos de ella.

Estaba acostado sobre una cama de hojas al igual que ella, lleno de vendajes, y su respiración era pausada pero tan pausada que Nadia temió que dejara de respirar en cualquier momento. Pero, antes de que pudiera levantarse alguna vez, Scar fue abriendo sus ojos poco a poco mientras emitía un gemido de dolor. Sus ojos verdes pronto escanearon el lugar y, al dar con ella, se abrieron desmesuradamente por un segundo antes de recuperar su rostro analitico.

–¡Qué bueno que hayan despertado! –exclamó Rafiki apareciendo de quién sabe donde, sobresaltándolos–. No sé de donde sacaste las fuerzas para caminar tanto, ¡estabas a solo unos cuantos kilómetros de mi árbol! ¡y no solo eso! sino que llevabas un Taka en tu espalda.

Scar rodó los ojos con fastidio ante el ruidoso mandril. ¡Siempre tan excéntrico y escandaloso! Siempre se preguntó cómo es que Mufasa confiara en su juicio cuando evidentemente le faltaba una tuerca.

Nadia parpadeó varias veces con la esperanza de que todo desapareciera, pero no lo hizo.

–¡Y de la que te salvaste, Taka! –Scar le gruño cuando este intentó palmear su cabeza–. Mmm, tranquilo. No querrás que tus heridas vuelvan a abrirse, ¿cierto?

Nadia aprovechó ese extraño intercambio para salir de la cama improvisada e irse de una buena vez. ¡Era una caricatura, y de paso entendía lo que decían!

"No, no, esto debe ser un sueño, sí, eso es", intentó convencerse mientras miraba la gran altura de la que estaba del suelo.

Estaban en el árbol de baobab, hogar de Rafiki, el chamán del reino. ¿Cómo es que Rafiki los habían subido ahí? ¿Acaso cambió la historia al salvar a Scar? ¿Qué es lo que está pasando? Un mareo repentino la atacó, se alejó del borde; Sentía que iba a resbalar, caer y morir por la caída. Volvió a sisear de dolor ante el rasguño en su brazo, la clara señal de que todo es real, muy real. Con sus dedos temblorosos intentó quitarse el vendaje. Pero una mano peluda la detuvo, era Rafiki, este meneó la cabeza en una negativa.

–Aún está en proceso de curación –dijo–. Ambos lo están. Oh bueno, uno tardará más que el otro, eso es seguro.

Nadia sabía de la "particular" personalidad del mandril. Pero sus consejos de hippie son buenos y muy útiles, a decir verdad.

Una brisa repentina y furiosa movió el pelaje de Rafiki de un lado para otro. Rafiki movió sus manos para evitar que la brisa logre tirarlo al suelo. Scar entorno los ojos ante su actuar.

–¡Esta bien, esta bien! –exclamó a la brisa–. El que está ahí arriba ya le está afectado, ¡sépalo! Esto los dejara con muchos sentimientos encontrados.

Nadia miró con extrañeza a Scar, este ni le devolvió la mirada. Bufo.

"Gato malagradecido", insultó para sus adentros.

–¿Qué debes decirnos? –exigió Scar, por mucho que le pesara debía saber lo que ocurría y para eso debía hablar con el viejo lunático. Miró de reojo a la humana, antes de perder la conciencia pudo verla; defendiéndolo de las hienas, salvandolo de una muerte dolorosa. Le gustara o no, le debía su vida –. Habla ya, lunático. No tengo todo el día para tus tonterías.

Rafiki frunció los labios ante las palabras de Scar.

Nadia rodó los ojos ¡ni estado convaleciente podía quedarse callado!

Nadia entendió que debía estar confundido por la situación; fue salvado por una humana y de paso Rafiki sabe la respuesta ante esa incógnita. Y, pensándolo bien, ella también debería exigir al mandril ir al grano en vez de sus metáforas crípticas y, casi siempre, de una manera molesta que no le apetecía experimentar. Apretó los labios. Ella también quería saber lo que está pasando.

–Y que sea entendible a la primera –agregó ella cruzando sus brazos.

A Rafiki se le formo una risa grande ante la situación. Se le antojaba gracioso que esa humana haya sido elegida por Mufasa para que ayudara a redimir a Scar, se notaba que tenía cierta malicia pero Mufasa la eligió por alguna razón y debía respetar eso. Además, puede que esto sea lo que Scar necesita. Rafiki tomó uno de sus frutos que estaban bailando, lo partió en dos mientras decía:

–Cuando volvía a casa pensé que todo había terminado. Que Simba volvió a reclamar lo que por derecho le pertenece –dibujo a Simba sobre la roca del rey, prosiguió:–. En el camino me tope con algo nuevo, algo interesante e imposible –giró a verlos. Nadia parecía una niña pequeña escuchando una historia, mientras que Scar analizaba cada palabra con sumo cuidado –; una humana y no solo eso sino que sobre su espalda llevaba al malherido Scar –negó, volviendo a dibujar en la pared–. Y en eso, Mufasa me habló como los otros reyes. Me dijo que tu, niña, serias la clave para la redención de Scar. Y vaya que si lo eres. Lo salvaste.

Scar había fruncido el ceño cuando dijo a su hermano, gruñó, ni estado muerto podía dejarlo en paz. Podía asegurar que el mandril está loco, pero era... es el chamán real y tenía ciertos trucos y conocimientos que nadie más poseía; por lo que no es del todo descabellado que pueda comunicarse con su hermano o con cualquier rey o reina del pasado. No se arrepentía de lo que había hecho ni lo haria jamas. Solo reclamó lo que es suyo por derecho. La risita de la humana llamó su atención observando como esas pequeñas risas se tornaron en fuertes carcajadas. La humana se sujetaba del estómago debido a la risa incontrolable, mientras las lágrimas salían de sus ojos, ¿que le vio lo gracioso a la situación? ¡Esto es de todo menos gracioso!

–Claro, claro –apenas pronunció entre risas–. Yo debo llevar al oscuro villano a su rectitud haciendo que se reconcilie con su sobrino y todos vivimos felices para siempre. Fin –limpió una lágrima con garcía–. Qué sueño más extraño. Scar no puede redimirse si no siente remordimiento. Apuesto a que no siente nada.

Apostaba que su corazón está congelado.

Hecho piedra.

Mató a su hermano sin culpa alguna, e incluso le dijo a su pequeño sobrino que fue su culpa por la que su amado padre haya muerto. Un movimiento calculador y carente de sentimiento alguno ante lo que sabía que podía causarle a Simba, un cachorro inocente. Y, pese a eso, aún lo percibirá su personaje favorito por su inteligencia, personalidad y carisma aunque sea un villano. Además, de que le gustó su canción. Pero le generaba curiosidad ante su misterioso pasado y lo que lo llevó a ser Scar.

Scar acaricio sus sienes mientras murmuraba:

–Estoy rodeado de tontos.

Nadia giro a verlo ante el insulto.

–Más respeto para quien salvó tu cola, Scar, ¿o debo llamarte Taka? ¿es tu verdadero nombre, no? –presionó ella con una sonrisa de suficiencia. Scar le devolvió una mirada amenazante ante su audacia, cosa que la hizo estremecer por un instante.

Un golpe en la cabeza hizo que Nadia soltara un quejido de dolor seguido de una maldición ante el golpe. Rafiki había tomado su bastón y le dio una pequeña lección mientras recitaba:

–Debes ver más allá de lo que ves.

–No era necesario el golpe –Nadia acariciaba la zona afectada, luego, en un hilo de voz preguntó: –. ¿Esto no es un sueño, verdad? –Rafiki negó, ella rió nerviosamente–. Ya debería haber despertado. ¡¿Qué está pasando!? ¡Devuélveme a casa, Rafiki! ¡Ya mismo!

Dejó de caminar entre círculos para, plantarse frente a Rafiki con firmeza y mirada amenazante. El mandril no se inmuto ante esa mirada o simplemente estaba acostumbrado a tales miradas, sus métodos nunca fueron considerados "adecuados", pero al final siempre lograba ayudar con su particular forma de hacerlo. También admiro el personaje de Nadia, Scar no la tendrá fácil eso es seguro y ella tampoco.

–A casa volverás cuando hayas cumplido con tu misión –comunicó Rafiki, agitando su bastón sobre la cabeza de Nadia.

–Esto es un caso perdido –murmuró Scar, revisando sus garras con aire distraído –. Nunca volverás a casa, humana. Mi hermano cometió un error al traerte aquí, y tú también lo cometiste al salvarme, te condenaste. ¡uy! –tapo su boca como si hubiera hablado demás. Nadia quería inyectar por ser tan odioso –. Y no puedes quedarte. No, no, no. Simba no lo permitira, cumpliria la ley.

–¿Cual ley? –increpó Nadia, no le gustaba el tono con el que lo decía.

Scar guardó sus garras.

–Los humanos están prohibidos, el padre de mi padre promulgó una ley que obligaba a todo animal a espantar y/o matar a un humano en las tierras del reino –explico suavemente, casi con aburrimiento –. Me preguntó que haría la bola de pelos si te ve.

–Eso mismo digo yo –arremetió Nadia, consiguiendo que la sonrisa maliciosa de Scar desapareciera siendo reemplazada por una mueca, sonrió –. Estoy tan jodida como tú, Scar.

Rafiki observaba el intercambio en silencio, sus ojos miraban a ambos con cierto interés pero luego se aburrió rápidamente. Con su bastón les dio un cabezazo a ambos para acallar su disputa. Suspiró, solo esperaba que Mufasa no se haya equivocado y esto no sea una misión en vano. Puede que Scar aún tenga salvación pero será difícil, Nadia tendría que rebuscar en el pasado del león, y también hacer ver al león que no todo con él estaba perdido. Si Mufasa aun creia que tenia salvacion, entonces tendria algo de fe, después de todo Scar no fue del todo malo. Algo caprichoso, sí, pero no malo. Hasta que los celos y la amargura se apoderaron de él; pero la muerte de su madre fue un golpe fuerte para él oscureciendo su corazón y formando un muro alrededor para que nadie entrara.

Ni siquiera cuando tomó a Zira como compañera y, eventualmente tuviera a Nuka, Scar nunca mostró tanto afecto a su hijo. Al menos, no que se supiera con certeza.

–¡Cuidado con lo que haces con esa cosa! –rugió Scar queriendo incorporarse para atacar, pero estaba demasiado herido como para poder hacerlo.

Nadia se acercó al león por inercia, y, a una distancia prudente revisó al león asegurándose de que sus vendas no se hayan movido, su recuperación tomará tiempo pero si seguía intentando hacer movimientos bruscos solo lo empeoraría.

–Será mejor que te quedes quieto, Scar. Aún estás herido –entrecerró sus ojos cual doctora frente a un paciente terco. Scar solo rodó los ojos. Tomó varias bocanadas de aire para luego girarse hacia Rafiki –. Entonces, sino hago lo que los reyes del pasado quieren o Mufasa quiere, no volveré a casa, ¿cierto?

–Si lo logras, volverás a casa como si nada hubiera pasado, lo prometo –dijo Rafiki solemnemente.

Nadia asintió con pesadumbre.

–Bueno, Scar, supongo que tendras que soportarme por un tiempo. Soy Nadia, por cierto –se presentó.

Scar se tumbó dándole la espalda a Nadia, pensando que esto es una especie de castigo por sus actos. La idea de morir devorado por las hienas ya no sonaba tan horrible como tener que soportarla a ella.