Notas de autor:
Enjoy RE3 my versionLos protagonistas de la historia hasta entonces fueron Leon y Sherry, pero desviemos solo un poquito la atención (porfa, me ha encantado escribir esto).
La base improvisada donde Sherry y Leon aun estaban era en un gran edificio abandonado en medio de la ruta, alejado de cualquier ciudad. Era una fabrica abandonada que de seguro se usaba para el procesamiento de cereales. Un lugar grande, con habitaciones y salas de diversos tamaños llenas de variados tornos donde se improvisaban cosas como el equipo de comunicación, el armamento, y el bendito puesto medico donde le sacaron la bala a Leon, entre otros. No había mucho para ver más que paredes con de pintura vieja y los techos con grandes faroles industriales. Algunos escombrillos de pintura y revocados regían en el abandonado suelo. Sería un lugar desolado a no ser por la centena de personas que lo recorrían.
Leon no se daba el lujo de pensar en nadie más que en Sherry. Y lo hizo notar con su tensión en la voz:
–"¿Como que hay que esperar resultados?"
El hombre de azul permanecía callado. No parecía no saber que decir, sino pensar que no era necesario detallarse más. A su silencio Leon retrucó:
–"¡USTED ME MINTIÓ¡Me dijo que ella estaría a salvo, que podía reunirme con ella en seguida!"
–"No le he mentido completamente, Kennedy. Serénese."
–"¡VAYASE A LA MIERDA!"
–"Créame que su aceptación ya ha le ayudado mucho a ella también..."
Leon dejó de escucharlo. Toda su tensión se concentró en su puño respectivo al lado sano de su cuerpo, que se cerraba tan fuerte que palidecía la palma. Lo levantó sin pensar. A punto de alcanzarle la cara al señor y partir su tabique nasal... su mano cerrada se detuvo a pocos centímetros. No era razonamiento lo que lo había parado, alguien lo estaba deteniendo por el brazo.
–"No hagas que te lo tuerza ¿OK?"– se oyó una voz femenina.
Leon no notó cuando ella salió de la puerta. Sarena era quien lo estaba tomando del brazo. Y luego de decir eso ella puso otra mano en el brazo de él. La sentía aferrar con una fuerza que demostraba seguridad; ella estaba hablando en serio.
–"No lo vaya a lastimar, Aran."– pedía el señor sin demostrar temor ni siquiera en su voz. Tampoco se había inmutado para atrás con el puño a poco centímetros de su cara.
–"Vamos chico, si le pegas se pondrá peor, y no lo digo por mi."– le decía ella.
La calma que fingió relajando el brazo fue la respuesta. Ella no terminó de soltarlo cuando Leon sacudió un poco su extremidad: un silencioso "Déjame en paz". Ella no lo culpaba, sabía que tan irritante podía ser ese ...
–'Hijo de puta'– pensó Leon, asesinando con la mirada a ese tal "G–man".
El hombre de traje azul se dio vuelta y se retiró hacia donde revisaban a Sherry, algo típico de él para con las personas.
Leon S. Kennedy estaba cruzado de brazos y apoyado a la pared frente a la "puerta de la verdad". Sólo habían pasado minutos, pero le parecían horas. Su estomago se daba vuelta y lo sentía girar dentro de él. Harto de su silencio le preguntó a la mujer que detuvo su puñetazo.
–"¿Tu no sabes algo?"– preguntó él, poniéndose derecho.
–"Ni idea de la pequeña. Sólo sé algunos truquitos de paramedicos."
–'¡Mierda!'
Leon volvió a cruzar los brazos y siguió usando la pared como respaldo. Los dedos bailaban sobre su brazo de la impaciencia que lo invadía.
Sarena tomó asiento en una banca que estaba junto a la pared al lado de la puerta poniéndose frente a Leon. Se palpó en la chaqueta y sacó un paquete de cigarrillos. Siguió manoteando para dar con su encendedor, pero no lo encontraba.
A Leon no le parecía clínicamente correcto que prendieran un cigarrillo ahí.
–"Oye... no deberías fumar en un área donde hay..."
–"Chico, se transmite por sangre. ¿Ya te dijeron que sabemos más de lo que crees?"
–"..." – Leon sólo bajó la cabeza para volver a su silencio.
Vaya que se notaba que no era doctora después de todo.
–"Mira... estas cagado de miedo y se nota. Te invitare un cigarrillo para que te tranquilices¿Si? Sólo consigue fuego."
Por esas casualidades de la vida, Leon tenía un mechero. Dio lumbre al cigarrillo de Sarena de mala gana. Hizo caso de su consejo, llevándose un Malrboro entre los labios. ¿Y como no hacerle caso? El tabaco tiene fama de tranquilizar.
A simple vista se distinguía que Leon no estaba disfrutando del cigarrillo. Luego de unas pitadas de compromiso y de quemarlo rapidito volvió a hablar.
–"¿Esto es un juego psicológico?"
Sarena le redirigió la mirada preguntando:
–"¿De que hablas?"
Leon se sacó el cigarrillo de la boca y lo dejó caer al suelo.
–"Oye... no soy idiota... este truco me lo enseñaron en la academia de policía..."
–"... crees que es algo de 'Psicología Criminal' ¿verdad? "– interrumpió ella.
Es justo lo que Leon iba a decir. Al parecer ella sabía predecir a las personas mejor de lo que él podía intentarlo...
–"En verdad quería darte un cigarrillo, pero si te gusta lo directo, tengo la orden de vigilarte. Estate quieto, que no seré tan benévola ahora. Diablos, hasta me duele fumar."
Quizás la mujer tan sólo veía muchos policiales. Ella se tomó el pecho, tosió y apago el apenas disfrutado tabaco pisandolo y haciendo girar el pie. Su expresión era de desagrado.
–"Eso te pasa por creer que puedes disimular con tabaco...
Leon no era de los que gustaban discutir, pero con su humor así todo cambia.
–"Lo que me pase NO TE IMPORTA."
–"Primero te haces la compañera, pero resultaste ser muy hostil."
–"En verdad no quería preocupar a la niña ¿Qué¿Acaso ya no te caigo bien?"– dijo ella levantando las cejas.
Leon le huyó la vista a esa mirada penetrante, sin importarle lo que hubiera querido insinuar... 'De seguro un sarcasmo'.
-"Dime... ¿de que te hablaron?"– continuó ella.
-"Quieren que trabaje con él; no sé, solo acepté para que nos dejaran en paz..."
Leon hablaba tajantemente, ahora prefería silencio. Sin embargo...
-"¿QUÉ?"– preguntó ella temperamentalmente.
Era como si la hubiera hecho enojar, porque hasta le dirigían una mirada que parecía reprobatoria. Cuando más incomodo no podía estar por el tono sorprendido de esa mujer... imprevistamente "la puerta de la verdad" se abrió. El reciente agente sintió como el frío recorría cada arteria de su cuerpo y cada rincón de tal ante tan simple suceso. Ante tales nervios sólo salió un hombre en guardapolvo.
–"Samus¿Esta ahí?"
–"¡Hey!"– se quejó la rubia.
–'¿Samus?'– se preguntó Leon en mente.
–"Haga pasar a Kennedy... y consiga ropa para la jovencita."
Leon no esperó a que se lo repitieran, entrando casi corriendo a la bendita habitación. Antes de esbozar con su voz la ansiada pregunta un hombre de bata blanca alzó una pinza que sostenía unos papeles manchados de sangre a un costado envueltos en una funda hermética transparente. Los mostraba frente a su cara:
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Instrucciones para la Síntesis del Antígeno del G–Virus: G–Vacuna.
Nombre en clave "DEVIL"
Cualquier ser infectado por el G–Virus se reproducirá por la impregnación de un embrión dentro de otro ser viviente. Excepto si es rechazado por el receptor, el embrión sufrirá un proceso gradual de invasión celular, infectando las células del receptor a nivel molecular, ya que vuelve a escribir su ADN.
Una vez la metamorfosis esté terminada, el receptor podrá continuar su ciclo de auto–replicación. La duración del proceso variará de un sujeto a otro. En las primeras fases de la invasión celular, es posible detener el avance de la metamorfosis con la administración del antígeno G–Vacuna. El siguiente procedimiento detalla su síntesis.
La creación de la vacuna requiere de la vacuna base. Esta se puede conseguir con el activador VAM. Primero se ajusta el cartucho vacío del VAM y se activa. Después de unos momentos, el proceso estará terminado y la vacuna base de color blanco se introducirá en el cartucho automáticamente. A continuación cuando se encienda la luz verde de confirmación, se extrae el cartucho y se avanza al siguiente paso. Una vez la vacuna base esté preparada, se introduce en la máquina de síntesis de vacuna que está en la sala de experimentación del nivel P–4. La máquina está totalmente automatizada y sólo necesita que el usuario pulse el botón de inicio de la secuencia. En este momento, el programa se ejecutará automáticamente y la síntesis estará terminada en aproximadamente 10 segundos.
Debido a que la síntesis de DEVIL es un proceso extremadamente delicado, la calidad puede variar a causa de ligeras descargas o cambios de temperatura. Se requiere extremo cuidado para conseguir resultados adecuados.
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–"Antígeno DEVIL... ¿Sabe algo de esto?"
Leon no respondía, sólo miraba a Sherry en su camisola verde como las que usan los pacientes de un hospital. A ella le habían quitado hasta las cintas y bincha del cabello, dejando suelta su corta cabellera.
–"¿Estas bien?"– le preguntó él, sin importar cuantas veces había preguntado antes.
–"Creo ...creo que sí."– respondió la pequeña dejando de tocarse un parche en el brazo derecho.
Un tronado de dedos cerca de la sien de Leon recobró su atención.
–"¡Oiga!... Las anormalidades celulares y sanguíneas de cualquier tipo son mínimas en las muestras sanguíneas que tomamos en ella. Y las radiografías no muestran ningún daño nervioso o deformación ósea típica de los virus. Los síntomas como gangrena y vómitos no estan presentes. Parece que ella esta saludable."
Al oír esa palabra la sintió como la más bella del idioma. Sintió que le habían sacado un gran peso de encima, que los témpanos que se habían formado en sus arterias se derretían, devolviendo una temperatura normal a su sangre y sudor de frente.
–"... Pero dígame señor..."
–"Kennedy, Leon Kennedy"– afirmó luego de exhalar tranquilo.
–"Bien... dígame... ¿usted sabe de donde salió esto del antígeno "Devil"?. Lo encontré en el chaleco rojo ornamentado que llevaba la pequeña."
–"¿No pueden devolverme el chaleco?"– preguntó Sherry empezando a jugar con sus pies, con un sentimiento de alivio que jamás sintió antes.
–"Nop... toda tu ropa va derechito al incinerador."– le afirmó el científico sin mirarla– "¿Usted inoculó alguna vacuna a la pequeña?"
–"Mire...No tengo idea"– negó el policía con su cabeza.
'La que inyectó el antígeno, debe ser Claire' . De todas formas Leon no tenía mucha idea. Y si la supiera se quedaría callado, no quería el mismo lío para su compañera de escape. Ante tal negativa el científico exhaló con disgusto.
–"¿Esta completamente seguro?" – insistía este.
–"Ya le dije que..."
La puerta interrumpió el cuestionario, dejando pasar a la soldado que había vigilado a Leon.
–"Aquí esta lo que pidió" – decía ella dejando en la camilla unos pantalones vaqueros y una camisa amarilla doblados y coronados con unas zapatillas blancas de talle pequeño.
–"Y esto es para ti." – ella le arrojó un pantalón a Leon.
Leon lo cazó en el aire. Tal prenda era bienvenida. Los pantalones del uniforme de policía tenían sangre seca, estuvieron mojados de agua de alcantarillado y como si fuera poco en el habían rebotado astillas de cráneo humano que había reventado a pisotones para salvarse de que unos zombis mordiscaran sus piernas.
–"Muchas gracias... Samus."– agradeció él con voz calma.
–"¡No me llames así!"– dijo la rubia, con voz molesta.
Leon asintió con una sonrisa que no era para ella, sino que era del alivio que ya sentía. Mientras, Sherry se abalanzó en la muda de ropa, pero para nada pensaba cambiarse con esa gente presente. Su conmovedora mirada de timidez abrazando el conjunto dio a Leon una idea.
–"Sigamos con esto afuera."– dijo Leon abriendo la puerta
Saliendo al último, él no prestaba atención al frente suyo, sino que miraba fijo a Sherry mientras esta le devolvía la actitud.
–"¿Sherry?"– la llamó el reciente agente.
Ella dio por enterado que lo escuchó moviendo su cabeza hacia arriba y mirándole.
–"Sé que digo esto mucho... pero no te preocupes... todo esta por terminar."
Luego de decir eso Leon tomó el picaporte circular y cerró suavemente la puerta. La niña sólo se quedó un segundo viendo esa puerta y luego comenzó a vestirse.
Ya del otro lado el "jefe de todo" hizo acto de presencia nuevamente, junto con su clásico portafolios.
–"Bueno señor Kennedy... parece que ya no tiene nada más que hacer aquí. Mis hombres los escoltaran a usted y la pequeña hasta su ciudad..."– decía el hombre de azul
–"Puedo solo."– respondió Leon.
–"Su agotamiento es muy notable... no quiero que se mate por que se durmió en el volante."
Leon miró abajo un segundo. Por detestable que fuera, ese hombre tenía razón.
–"... Esta bien."– accedió Leon, sin tratar de disimular su voz de cansancio.
Sherry estaba sentada en el medio de los asientos traseros, viendo como Leon discutía afuera. El auto era un Ford no muy llamativo pero bien cuidado, de vidrios polarizados.
–"...Bien"– afirmó Leon afuera del coche a un agente.
Luego de eso ella tuvo que hacer lugar, yéndose hacia un lado para que Leon pudiera entrar. Ella lo miraba un poco, pero se le mantenía distante. Leon ya conocía muy bien la razón de esa actitud... y no la culpaba. Ambos sintieron la pequeña vibración cuando la puerta se cerró. Al fin terminaba... y terminaba bien... o al menos para quien estaba poco enterada: la pequeña.
El conductor designado vestía un traje formal al igual que el acompañante. Sus trajes disimulaban las bandoleras de cuero que portaban sus pistolas de calibres 9 mm.
Al lado de su ventana Leon sintió el ruido de unos nudillos golpeando el vidrio repetidas veces. Era ese tal "jefe".
Al notar que "el agente Kennedy" lo divisó le hizo una seña bastante obvia de que bajara el vidrio. Hizo caso.
–"¿Que más quiere?"– preguntó el agente "rookie" con una voz de poco agrado.
–"Ya le devolveré sus identificaciones. Son 'protocolos'... usted entienda".
Leon asintió con la cabeza a las excusas de G–Man, que tenía a Samus al lado cruzada de brazos, como si fuera escolta. Parecía molesta por algo, pero ahora no sabe que.
–"¿Cuanto tiempo me dará?"– el ex–policía retoma la palabra.
–"Que admirable sentido de la responsabilidad... ya pregunta por una misión."– le felicita el hombre de azul.
–"¡NO! Oiga... yo en verdad no..."
Altanero como siempre, el "jefe" empieza a hablar sobre lo que Leon trataba de decir:
–"Bien... esta es su primera misión: Cuide a la joven Birkin. Estoy seguro de que lo hará bien."
A tan buena noticia de lo que pensaba sería un feo compromiso, Leon asintió con la cabeza.
–"Cuente conmigo."– remató.
–"Por cierto... No nos olvide... por que nosotros no olvidamos."
Al joven agente se le heló la sangre al oír eso y la sonrisa que se le esbozaba no salió. Es gracioso, cuando pensó efímeramente que ese sujeto tenía un poco de humanidad esta idea se extinguió tan rápido como apareció.
El hombre, sin más que decir le dio la espalda y se retiró. Caminaba con la agente Aran detrás de él, oyendo como el auto se marchaba levantando un poco de polvo y pisando el pedregullo, haciendo el ruido característico.
-"¿Sabe? Usted es un gran bastardo."
-"¿Perdone Aran?"– preguntó con tono indulgente el señor, sabiendo bien de todas formas el respeto que suele tener esa mujer para con él.
-"¿No vio la expresión de su cara cuando se hizo 'el amenazante'?"
Como si a este hombre realmente le importaran los sentimientos de los terceros. Fue por esto que le dio la espalda a Samus hasta de una forma 'textual', sin responder a la pregunta mientras seguía caminando. Ahora tenía que continuar con otras observaciones.
-"A ese chico lo engañó también."– se ensimismaba ella, teniendo que elevar la voz por la distancia tomada.
No sólo por la lejanía del auto esta pregunta se escuchó más claro, sino que era más importante. Así queel burocratase dio vuelta a contestarle:
-"Tratos, como siempre. ¿Usted cree que iban a dejar ir a la jovencita con los resultados que salieron? Los verdaderos, quiero decir."
La mirada de fastidio de la señorita eran toda la respuesta que el necesitaba.
-"No sé porque pone esa cara. Después de todo, la vi muy servicial con Kennedy... ¿ha aprendido empatía?"
-"No me joda."
-"¿Y entonces?"
-"Usted me dijo que le ayudara ¿no?"– dijo ella, disimulando un dejo de apatía en su voz.– "¿Y que será del virus que consiguió?"
Un dejo que fingía en parte. Después de todo, para ella la gente como ese chico merecían un poco de respeto. Uno el cual le terminó perdiendo gracias a su actitud arisca... pero bueno... no estaba aquí para socializar.
-"Que hagan lo que quieran con el; no son esas muestras de sangre lo que me importan."
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–"Carlos... ¿eres... eres tú?"
Conforme los segundos, no hubo respuesta. Aunque débil y temblorosa, la voz de Jill Valentine resonaba en la silenciosa capilla. Ella tenía la percepción de que alguien estaba ahí. Mirando a la pared vio una sombra que la luz de velas y lámparas creaban. 'Probablemente es Carlos', pero su vista deteriorada no le permitía discernir la sombra. Allí desfallecida, hizo un esfuerzo sobrehumano tan sólo para girar su voluptuoso cuerpo sobre el altar y ver a 'Carlos'.
–"Recuerda... que si me convierto en zombi... quiero... tu palabra de que..."
Ella dejó de hablar súbitamente, no por que no pudiera. Sólo veía una mancha azul entre un paisaje borroso dorado pintado con la luz de vela; su vista estaba como el demonio.
–'Ese no era Carlos, él no vestía de azul.'
Finalmente Jill cayó en sueño, aun sintiéndose intranquila de seguir sin sentir dolor siquiera en la herida hinchada en su hombro.
SUJETO: VALENTINE, JILL
ESTADO: OBSERVACIÓN DECLINADA
POST MORTEM: INFECTADA CON T VIRUS, POSIBILIDAD DE RECUPERACIÓN NULA
B.O.W. CLASE 5 IDENTIFICADO: NEMESIS
–"¡Ciérrate ya, carajo!" – exclamó Carlos incontrolablemente sin parar de apretar (bueno, golpear) el botón.
Una sombra viviente con piel de textura escamosa se posicionó de un salto en frente de la puerta automática del ascensor. El ruido con sus garras óseas al chocar con el suelo redirigió la vista del mercenario. El ser aferró ambas placas metálicas con sus manos de garras atemorizantes. Empezó a hacer fuerza para evitar que su presa se le escapara por el ascensor. Y lo estaba logrando sin problema... esas malditas "ranotas" tenían una fuerza descomunal para su metro cuarenta y cinco de altura. Pero su "comida" levantó el rifle en alto, con el cañón en frente.
Carlos Oliveira disparó una ráfaga que deshizo la musculatura del brazo escamoso derecho. La criatura pegó un aullido de dolor breve, sacando su brazo con tres agujeros grandes que sangraban un líquido un poquito más claro que el plasma humano. El ser se miró un segundito la garra, suficiente distracción para que las puertas se cerraran sobre él. Atrapado su medio cuerpo adentro del ascensor, agitaba sus otro brazo como loco tratando al menos aplicar un arañazo en su presa. Total, esa abominación fue creada para eso: "matar, matar, matar". No paraba de tirar chillidos estridentes al tantear y de sacudirse tratando de librar sus costados.
Los "estándares de seguridad de las puertas automáticas" de ese ascensor no estaban presentes, pero el accidente era afortunado. La elevación al tercer piso comenzó. Sacudiendo su silueta escamosa como loco, la criatura luchaba sin saber que el ascensor lo partiría en dos. Carlos no estaba dispuesto a esperar mucho tan pavorosa escena...
–"¡BAJATE!"
Dio una patada frontal a la cabeza sin cuello, logrando hundir a la criatura en el abismillo. El golpe ni se acercaba a dañar al hunter, pero lo hizo ceder. El mercenario pateó una, dos, tres...
–'Jill necesita ayuda ahora'
Con esa relampagueante pensamiento cobró más fuerza en sus patadas ¡Cuatro!... la criatura "comía la suela", gritando como si en verdad le dolieran esos patadones. ¡Cinco!... finalmente se deslizó completamente hacia fuera en su caída. Primero salió su aprisionado tórax, luego una mano que quedó insistiendo. Un simple balazo 5.56 mm de Carlos atravesó la palma, con esto al fin el bicho se soltó. Con las puertas aun cerradas, los bramidos del adefesio se escuchaban de abajo conforme el ascensor se dirigía al piso 3. El mercenario se quedó casi shockeado, aun apuntando inútilmente a la manchita de sangre en el tapiz brillante del ascensor. Al verla en detalle parecían haber pedacitos de hueso en el charquito.
No era la primera vez que veía monstruosidades en su travesía de muerte por Racoon junto a la STARS Jill Valentine y su otro par de fenecidos compañeros: Mikhail y Nicholai. Pero... estos últimos seres, los había visto en el hall de entrada del hospital. Eran un maldito infierno bípedo con tremendas zarpas y saltaban como pulgas. Al parecer poblaban el hospital.
Una tonada dio aviso de la llegada al piso tercero, haciendo que el soldado a sueldo se llevara su rifle a una posición de combate. Las puertas se abrieron delante de él. Respiró bastante tranquilo, no había nada. Nada se oía... excepto unos pies arrastrarse. Así que dio un rápido movimiento hacia fuera de elevador y apuntó a su izquierda. Era nada más que el zombi de un probablemente doctor. Estaba de espaldas, avanzando justo a la dirección donde miraba. Sus pies torpes rozaban otros cuerpos que había tirados por esos delgados corredores. Dios sabe que hizo que el muerto viviente se volteara. Pero era uno sólo, y para Carlos no suponía peligro, él ya sabía que hacer.
El mercenario elevó su rifle al hombro y presionó la culata contra tal. Puso la mirilla roja de 4X a la altura de su ojo para apuntar mejor.
¡TAKA! Efectuó un disparo sencillo, alejando su dedo rápidamente para evitar que otra bala saliera. Una desparramada de sangre detonó a la altura de la frente del zombi, salpicando las paredes que ya habían visto mucha muerte antes. El cuasi–cadáver cayó sobre su trasero rápidamente, casi sentado. Luego su espalda tocó suelo para no volver a levantarse. Ni siquiera gimió de dolor, definitivamente un tiro certero.
Con eso hecho, Carlos dio apenas unos pasos más cuando oyó un grito repentino en la maraña de paredes:
–"¡ESPERA¡NO DISPARES!"
¿Qué importa quien era? Simplemente corrió hacia donde presintió esa suplica a gritos. Y eran más:
–"¡NOOOOOOOO!"
¡BANG!... ¡BANG¡BANG¡BANG!
Empujó la puerta con su hombro y llegó a una sala que no esperaba encontrar: "Expedientes". Muchos de ellos ubicados en biblioratos que a su vez estaban en estantes. El desorden y el olor a muerte estaban ahí, como en toda Racoon y cada edificio que la integraba. Su percepción le dijo que diera una vuelta al estante de archivos, y así lo hizo.
Allí reconoció inmediatamente al hombre de cabello albino corto, Nicholai, que estaba en una escena que lo mostraba como el que efectuó los disparos que derribaron a un colega UBCS.
–"¿Nicholai¡Sigues vivo!"
El tercero de la escena era un hombre de piel oscura. Carlos sólo sabía que se llamaba Nikoli; no sabía ni siquiera si era un paramilitar africano o más precisamente árabe. ¿Que más da? Ahí estaba ese hombre, cayendo desfallecido contra los biblioratos por cuatro disparos en el pecho.
Carlos miró extrañado y preguntó:
–"¿Qué pasa aquí?"
Nicholai lo tomó por sorpresa con un movimiento que el joven no esperaba, apuntando con su Sigpro.
–"Soy uno de los supervisores. Eso es todo lo que necesitas saber."– dijo con su acento ruso.
–"¡Espera!"– gritó Carlos, haciendo un movimiento brusco con el brazo.
Que extraño, esa sacudida de brazo era una perfecta excusa para disparar de una buena vez. Un ruidito inconfundible dio cuenta al joven paramilitar de que tenía ciertamente distraído a ese... ¿Supervisor? Nikoli tenía una espoleta en la boca, y un cilindro metálico en la mano derecha: una granada HE.
Ambos mercenarios ilesos salieron corriendo despavoridos luego de unos trastabillazos hacia atrás. Pero los pocos centímetros que Nicholai le llevaba de ventaja a Carlos eran cruciales. El estallido creó un pitido acompañado de sordera en el latino, al tiempo que lo sacó despedido contra los marcos de ventana. La misma ventana por la cual el ruso atravesó aprovechando el impulso explosivo para una evacuación inmediata. Carlos no vio nada de esto último: el choque de la onda expansiva impactó su cuerpo contra la pared.
––––––––––
Carlos cerró la pesada puerta de madera tras de si. Había llegado al fin a la capilla donde había dejado a Jill, pero su espalda seguía presionando contra la puerta. Habían muchos zombis en las calles que ansiaban poblar ese edificio histórico conocido como "La torre del Reloj". Y su reciente parcial destrucción estaba haciendo esto más fácil. Pudo ver en sus corridas como los zombis se arrastraban entre los escombros para pasar, o simplemente estaban en áreas que antes consideraba "seguras". Sin preámbulos Carlos estaba sacando una vacuna para la joven STARS. Exclamó de inmediato ante la escena que encontró frente a él.
–"¡Jill¿Que demonios haces ahí parada?"
Ella estaba mirando a la mesa donde Carlos la había dejado acostada, con sus brazos apoyados ahí tratando de sostenerse. Su mano derecha se apoyaba reteniendo su Beretta.
–"Relájate... te vas a poner bien. Tengo la vacuna."
Jill estaba más pálida que antes, notándose fácilmente por su piel descubierta al usar esa ropa corta. No cambió su posición en lo más mínimo.
–"Muéstrame tu brazo"– dijo Carlos sin querer bromear.
Un gemido bostezante fue la respuesta de ella.
–"...¿Jill?"
Como si tratara de hacer sonar su voz lo más horrible y guturalmente posible, ella gimió de nuevo. Se empezó a dar vuelta lentamente; primero dejo de apoyarse dejando la pistola en el mueble; luego trastabilló arrastrando sus botas de cuero como si esas suelas fueran de plomo. Finalmente se mostró frente a Carlos; los ojos de ella estaban carentes de ese hermoso color azul. De frente era más fácil ver así lo pálida que estaba. Ella había caído en algo peor que la muerte, en una miseria que no sufría; ya era un zombi. Todo lo que hizo luego de mostrarse parada allí encorvada fue empezar a caminar hacia él. Al tiempo que empezó a elevar sus brazos empezó a aullar roncamente. Cada sonido de esos estaba destruyendo a Carlos por dentro.
–'¡Dios mío¿Qué he ...'– ni en su mente podía pronunciar.
El mercenario retomó control de su rifle. 'Quiero tu palabra... de que si me convierto en zombi... me mataras' era lo único que retumbaba en la cabeza del mercenario, justo con la voz que Jill para entonces había perdido. No podía enfriar su sangre para proceder de una vez. Su dedo temblaba en el gatillo, al igual que su puntería. Él debía, pero no podía hacerlo.
Tomo el obús de su rifle con su mano izquierda y la otra aferraba la culata. Camino hacia Jill lentamente, poniendo el rifle en frente de ellos dos. Entonces camino hacia ella, precavido, preparado podría decirse.
–"Tranquila... Tranquila..."
¿Qué sentido tenía hablarle? Al momento que el "vestigio de Jill" tomó con sus frías manos el rifle Carlos hizo fuerza y la llevó contra el altar de la capilla, acostándola en tal. Ella tanteaba con tarascones que trataba de aplicar insistente entre fuertes gruñidos babeantes. Al tenerla así él ejerció presión con el peso de su cuerpo y empezó a buscar entre su bolsillos militares la bendita vacuna con una mano.
–'Esto tiene que funcionar'
Pensó sin meditarlo mucho que la vacuna podría curar el "estado zombi". Pero antes de que pudiera inyectar algo la fuerza de Jill creció de golpe. Ella lo empujó rápidamente y se lo sacó de encima. Sin más se abalanzó sin dar tiempo contra lo primero que encontró de carne fresca: un brazo descubierto de Carlos. El zombi que Carlos se negaba a reconocer como tal le tomó del brazo con sus dos manos y pegó una mordida sanguinaria, sacudiendo su cabeza con los dientes hundiéndose. Todo el frío que Carlos sintió con esas palmas se tornó en el fuego de su herida que se abría, empezando a desgarrarse el músculo, abriendo paso a esos dientes y a la infección...
–"¡AIEEEEEEEEE!"
–"Bueno... un brazo luxado."– oyó una voz femenina muy joven.
Carlos estaba tirado boca arriba, y alguien estaba inspeccionándolo. Lo último que recordaba es que entró al hospital de Racoon, y un severo dolor inconfundible como golpazo. Despegó su cabeza del suelo para ver quien era su médica y donde estaba: seguía en "Expedientes". De ella sólo pudo ver su rostro. Esta es una muchacha de cabello corto castaño, un poco enmarañado. Sus grandes ojos verdes resaltaban de su aniñado rostro. Estaba de cuclillas a su lado.
–'¡Oh mierda!... ¡JILL!'
Demasiado apurado para una presentación Carlos se atrevió a despegar su espalda del suelo para salir disparado de allí. Pero sintió un feo dolor en el hombro izquierdo cuando usaba sus brazos para levantarse. Dejó escapar un quejido disonante, llevando su otra mano a tal y volviendo a tocar el suelo.
–"¡Hey! Al menos espera a que te lo ponga en su lugar."– le retó ella.
–"¡Adelante, inténtalo!"
La muchacha serpenteo sobre su piernas, poniéndose atrás de él.
–"Respira hondo... a la una, a las dos... y a las ...¡tres!"
El mercenario exhaló el dióxido de carbono con un corto quejido que trató de silenciar lo más posible. Así dejó oír el sonido de los huesos recolocarse.
–"... gracias."
Ella se paró y camino en frente de él. Le tendió una mano para ayudarle a pararse que él aceptó de inmediato. Aferró su femenina mano descubierta con su mano cubierta de esos guantes para disparar. Por un momento se sorprendió un poco de que ella fuera tan fuerte y delgada a la vez. 'Quizás era la fuerza de la adrenalina'. La muchacha vestía unos pantalones de cuero negro, y arriba tenían un chaleco blanco con insignia de médico que disimulaba un top marrón por debajo. Le sacaba unos centímetros de altura al mercenario.
Luego de erguirse frente a ella por completo a Carlos se le escapó un silbido ciertamente desubicado. A eso la joven frunció el entrecejo. El mercenario trató de salir de esa pequeña incomodidad tocando su cabellera. Sintió algo caliente y húmedo en ella. Al verse la palma vio sangre.
–"Mmh... ahora empieza a dolerme."– se advirtió él mismo.
La paramédica no escapó su vista de eso. El mercenario tomó su rifle del suelo. Chequeó si las partes delicadas estaban dañadas, pero sólo la mirilla roja estaba resquebrajada. Igual no era motivo de festejos.
–"Inclínate y déjame ver tu cabeza."– dijo ella
–"No hay tiempo... debo encargarme de algo."– él viró hacia la puerta.
–"Pero..."
–"¡No hay tiempo!... sígueme si quieres."
Ella sacó su pistola de sus pantalones. Tenía una Beretta M92F especial justamente como la que vio en los dedos de Jill: mango color madera y un logo redondo brillante en tal.
Salieron y caminaron precavidamente en el corredor, sin subestimar el maldito entorno conformado de desorden, monstruos y 'rojo'.
–"¿Qué tienes que hacer?"– cortó ella el silencio.
–"Tengo una..."– repentinamente no supo como referirse a Jill–... "una amiga infectada. Me metí aquí para buscar una vacuna, un antivirus ¡lo que sea!"
–"¡Déjame ayudarte en eso! Soy Rebecca Chambers, médica de STARS."
–"¿STARS?"
–"Sí¿Que pasa?"
–"Jill es de STARS..."– dijo meditando en voz alta.
–"¿Jill¿JILL VALENTINE?"
Carlos asintió con la cabeza aun sin quitar la vista de enfrente del recoveco. El trecho hasta el ascensor se estaba haciendo largo.
–"¿Ella es tu 'amiga'¿ELLA ESTA INFECTADA?"
–"Sí"– Carlos afirmó con tono débil, como si le doliera decirlo.
–"¡Dios mío!"– Rebecca se llevó la mano a la boca.
Ella estaba muy impresionada. Su compañera, su amiga, Jill... ella tenía en sus venas corriendo el Virus que no dejaba de causar desastres en todos lados. Es cierto que matar a un zombi es matar a alguien pero por su bien; para que simbólicamente pudiera descansar (o al menos eso reflexionó). Que matar a tantos hombres desconocidos por que más opción no había era aun un desgarro para la conciencia, en especial para las no preparadas. Pero ahora era distinto; una persona muy cercana a ella estaba corriendo la misma suerte que...
–"¡Debemos apurarnos!"– ella no quiso recordar más.
–"¡Carajo¡Eres una maldita genio!"– soltó Carlos de su tensa actitud.
Ella conocía bien este hospital. Había hecho pasantías de enfermera y asistente de laboratorio ahí a tan sólo 16 años de edad.
–"Yo voy a ajustar una base media abajo. Tu busca una base."
–"¿Base?"
–"¡Base de vacuna! Es un cristal cónico pequeño. Búscame en el tercer subsuelo luego."
'Otra bella alma de STARS en un Racoon infernal'... y debían separarse de nuevo. Parecía que Dios quería que hicieran todo solos con tal de ahorrar el preciado tiempo. En fin, ella llamó al ascensor y apuntó a su interior cuando este llegó. No hubo sorpresas.
–"¡Hey Becca!"
La joven STARS sólo dejaba que los más cercanos la llamaran así, pero eso ahora no importaba. Se dio vuelta, dejando que su gestó con la cabeza bastara como un "¿qué?".
–"Si vas abajo ¿No tienes algo más... pesado¿Sólo una pistola?"
Ella negó con su cabeza, y luego golpeó los botones para que la puerta automática no se le cerrara en la cara. El mercenario miró su fusil negro un segundo, y no lo dudó. Le puso el seguro y lo arrojó a los brazos de Rebecca. Ella lo cazó fácilmente con sus dos brazos y le quitó el seguro, dejando notar que era una persona entrenada. Sí, su juventud de no haber pasado los veinte engañaba, pero la jovenzuela estaba bien entrenada.
–"¿Y que hay de ti?"– preguntó ella inmediatamente.
–"Puedo arreglármelas"– dijo mientras sacaba su pistola Sigpro y martillándola llevando el obús hacia atrás.
Ella se marchó agradeciendo con un asentimiento y una sonrisa fugaz.
–"¡Cuídate!"– se oyó en su juvenil voz opacada por las puertas que se cerraban.
Carlos recordaba perfectamente "cristal cónico pequeño", dispuesto a dar vuelta todo el gran desastre de planta y luego si fuera necesario todo el edificio.
–'Pues, no sé mucho de STARS... pero parece una agencia de supermodelos'
Un excelente piropo surgió de sus instintos mujeriegos. Pero... primero lo primero.
––––––––––
–"¡Pedazo de mierda!"
Carlos dejó salir con toda la bronca esa maldición en su idioma oriundo. Ya era la tercera vez que ese mueble lo electrocutaba luego de moverlo a una y otra esquinas metalizadas en los rincones.
El viento húmedo dejo mover las cortinas de la única ventana de la habitación. Estas le cosquillearon los brazos. Entonces se desquitó con ellas, arrancándolas y tirandolas al suelo. Su vista dio por un segundo al exterior, suficiente para notar algo fuera de lo común allá afuera. No era nada extraordinario, excepto por el hecho que estuviera ahí afuera. Sólo eran tres pisos de altura, así que lo veía claramente.
–'¿Pero que mierda hace ese yupi paseándose por la calle?' "¡HEY!"
Había divisado a un hombre de traje azul que se paseaba con un portafolios en esas calles abarrotadas de coches arruinados, cuerpos, cristales y sangre desparramados en el pavimento. Allí en medio se le dio por detenerse a este desconocido, quedándose viendo la ventana por la cual Carlos anunció su presencia. Estar parado allí como si nada era una actitud bastante estúpida o más bien suicida. 'Tal vez estaba esperando la muerte así; talvez estaba desquiciado hasta la medula'... simplemente se quedó ahí, observando.
–"¡HEY¡AQUÍ!"
Carlos hizo el esfuerzo de llamarle agitando su brazo, ya que aun estaba en misión. Una misión fracasada, pero no terminada y aun sin definir. Jill estaba entre los que debía rescatar. Pero el "yupi de azul" viró y se marchó hacia el norte, donde daba el Parque.
–"¿Pero que... ¡HEY!... ¡HEY¡OIGA!"
Nada más veía su espalda alejarse. Carlos dejo de gastar su aliento y metió su cabeza de nuevo en el edificio.
–"¡Que se joda!"– dejó salir de su boca, otra vez en español.
Como un último desahogo tomó la estantería metálica y la arrojó contra un rincón de la habitación, dejando caer sus contenidos en el suelo. Se alarmó un poco al presentir un movimiento poco común en una pared. Era un cuadro de los montes regionales, que se había desprendido. Detrás había un contenedor con teclas numéricas en un extremo.
–'Que mierda tan rara'
Así se le ocurrió apretar una combinación que figuraba en una papeleta aferrada en manos de un cuerpo mordiscado que no tuvo que ajusticiar... "253".
––––––––––
'Las casualidades existen' pensaba Carlos mientras el ascensor descendía. Esperaba que el pequeño elemento que encontró en la heladera escondida fuera el que...
–'¿Como se llamaba?... Becca'
... el que ella le pidió buscar. Lo único que podía hacer ahí adentro era ver tenso el pad del ascensor y sus números digitales indicando la llegada al susodicho tercer subsuelo. A pesar de ser sólo el ascensor de servicio este olía igual a todo el interior... a muerto. La hediondez se hacía más fuerte en tal pequeñez de elevador con sus puertas cerradas.
¡TAKA¡TAKA¡TAKA¡TAKA¡TAKA!
Sintió ansiedad con esos disparos de lo que el reconoció como un arma automática... su arma automática. Con su pistola preparada y en alto se disponía a prestar ayuda inmediata, cuidando no aparecer de sorpresa. Repentinamente un grito femenino lo estremeció. Un grito joven entre el dolor y el susto, que juzgo de inmediato como el de...
–"¡Becca!"
Carlos no dejó que las puertas hicieran su trabajo de abrirse. Con ambas manos hizo lugar sus dedos entre la franja que se extendía cuando el ascensor se abrió. Golpeó las placas contra sus orígenes y salió corriendo hacia el oscuro subsuelo. Encontró a la jovenzuela STARS en un forcejeo que ella hacía frente a un zombi que ansiaba arrancar una carótida a mordiscotes.
Ella estaba usando el rifle como barrera para retener al zombi. En un momento así ella sólo podía percibir la fuerza desmañada del sujeto, sin ni siquiera asquearse por los respiros de fétido aliento que golpeaba en frente de ella.
Carlos apuntaba buscando un blanco seguro. Tenía que cuidar no pegarle un tiro a Rebecca, pero también se arriesgaba a salpicarla en sangre infectada a pesar de un acierto. Analizó la situación en un segundo: se acercó corriendo hacia la gresca y tomó al zombi del cuello su maloliente ropa, justo por las espaldas. Lo tironeo para atrás, a lo cual el zombi quedó sentado contra una pared del rincón donde había una pila de cuerpos. Luego de liberada la muchacha retomó control del fusil. Carlos se hizo a un lado de inmediato, golpeando su espalda contra la pared. Ella soltó una ráfaga de seis disparos: cada bala dio rápidamente dibujando una línea ascendente de heridas "inservibles" en el pecho del zombi, excepto la sexta. Esta bendita 5.56 perforó una ceja. La potencia estalló sesos y desorbito un ojo, dejándolo un agujero deforme de bordes astillados. El zombi quedó allí sentado, con su cabeza pendiendo cabizbaja de su roído cuello.
–"... eran... eran muchos..."– decía ella, aun saliendo de un pequeño shock.
–"Dios... ¡que bueno soy!"– alardeó Carlos.
–"¡Por favor dime que conseguiste la base!"– exclamó ella, con una voz estremecida cercana a llanto.
–"Sí... el cristalito".– él lo sacaba del bolsillo de su pecho y lo mostraba triunfante.
–"¡Damelo!"
Ella se lo quitó repentinamente.
–"Hey Becca... ¿Y el 'por favor'?"
La STARS le respondió dándole la espalda, corriendo hacia el ascensor. Por un segundo Carlos pensó que su conducta en el encuentro de ellos era la causa de esa actitud... pero no estaba ahí para conocer gente. Así que simplemente le siguió los pasos hasta el elevador.
Allí adentro:
–"Sostenme esto"– dijo ella entregando el rifle.
Carlos lo volvió a tomar y puso un clip nuevo, guardando el anterior. En su súbita mirada descendente vio un goteo de sangre en el centro del tapiz... y hasta otra pequeña gota caer en el mismo lugar. Elevó su rifle, buscando a un adefesio, zombi o lo que sea en el techo. Ese rápido movimiento de alerta apenas captó la atención de la joven, que estaba muy ocupada con esos químicos. Sin embargo... en el techo del elevador no había nada, ni siquiera rastros de 'goteras rojas'. Al descender su vista vio una sorpresa aun peor de lo que temía pudo haber sido.
Los dedos de Rebecca manipulaban temblorosos los recipientes de cultivo, y se manchaban de sangre; de su sangre. Su dedos índice y anular de la izquierda estaban en carne viva con una marcas fácilmente reconocibles en donde les quedaba un poco de piel: dientes humanos. Las gotitas venían de esa herida, y su hemorragia la evidenciaba como reciente.
–"¡Oh... NO!"
–"..."– los nervios sacudían los dedos de Rebecca, agarrotados por el dolor.
–"Oye..."
–"¡Cállate¡Me desconcentras!"
–"Hey... Hey. ¿Puedes contaminar la vacuna y me dices que me calle¡Préstame!"
–"¡Déjame en paz!"– gritó ella, paralizando las tentativas manos de Carlos.
–"¡Cálmate¡Sólo recuerda que tu vida no es la única que depende de que hagas esto bien!"
La joven STARS debía tranquilizarse, y sobre todo escuchar a ese sujeto. Ella misma no podía creer que la histeria le hubiera hecho olvidar las precauciones mínimas. Pero las cosas se le hicieron más difíciles con un pequeño factor: estaba dejando de sentir fuego en sus nudillos lacerados... repentinamente lo había dejado de sentir. Sin morfina... sin nada... No conocía ese síntoma, hasta ahora. Al fin y al cabo, entró en razón:
–"Tómalos... yo te diré como hay que hacer ahora."– tendiendo sus manos con los pequeños recipientes.
Carlos juntaba sus dos palmas, recibiendo los elementos que representaban la única salvación de las jóvenes STARS. Pudo ver el miedo en los ojos esmeralda de ella. Ahora todo volvía a depender de él.
–"Pero por favor... préstame atención..."– siguió ella, muy tensa.
––––––––––––––––––
La frenada discreta del auto despertó a Leon. Con sus párpados arrugados de sueño sus ojos percibían luces por todos lados, ciertamente molestas.
–"¿Donde estoy?"
–"En su ciudad natal."– le respondió una voz que reconoció como la del conductor.
–"Yo nací y me críe en Minneapolis"– corrigió Leon, despabilándose.
–"¡Que más da!... aquí esta su ultimo domicilio oficial."
Al girar un poco su vista, el nuevo agente descubrió un dolor sutil en su nuca. 'Eso pasa cuando se duerme un buen rato en un auto'.
Tardó en presentir a Sherry. Sí, en presentirla: la pequeña estaba durmiendo apoyando su cabeza en el brazo de él, con sus manitas estrechadas a un lado. El sonido de la ventanilla del acompañante descendiendo robó su atención. Era el otro agente con dos vasos descartables humeantes.
–"Estamos a unas calles, pero no aguante más"– se excusó este sujeto al ver que su custodiado lo observaba– "Salga si quiere, pero no se aleje."
No era mala idea. No sabía cuanto durmió, y le costaba creer que pudo pegar sus ojos después de todo lo que había visto y vivido. Pero 'eso ya quedó atrás'... ahora estaba trabajando extorsionado...
–'La vida es una mierda.'
–"¿No va a salir?"
–"Ahhhh, sí, sí... ya voy."– dijo el policía, volviendo a la poco agradable realidad.
Se apartó lentamente de la pequeña que lo usaba como almohada, luego tomándola de sus hombros y dejándola caer cuidadosamente en el asiento que él ocupaba.
Leon ya tenía sus pies sobre la acera, pensando en buscar un baño en esa cafetería donde el auto estaba estacionado en frente. No sabía bien si tenía hambre... y no sabía bien el motivo de tan raro pensar... ahora comer carne le parecería un poco...
–"Hey... ¡Kennedy!"– escuchó detrás de él.
Al voltearse un agente le arrojó una billetera, la cual el terminó agarrando del suelo. No la reconocía; ni siquiera recordaba si había dejado su billetera original en la guantera de su jeep.
–"Casi se la queman junto a sus pantalones sanguinolentos... ¡sea más atento!"– le decían con un tono que estaba entre lo poco serio y lo familiar.
Definitivamente no reconoció esa billetera como suya, así que la abrió y...
–'¿Elza?'
Lo recordó de golpe, cuando estaba ayudándola a llegar a un elevado ducto en esos corredores alcantarillados. Cuando ella estaba entrando allí se le cayó la billetera. Le había advertido eso, pero obviamente no hubiera servido el esfuerzo de pasársela a menos que para ese entonces hubiera vendedores ambulantes de armas por algún lado. "Me la das después"... recordaba su voz con claridad.
–'Si hubiera un después.'
Allí estaba un carnet de motociclista con una foto al perecer reciente. En esta salía su aniñada cara hasta donde terminaba su delgado y femenino cuello, tratando de disimular una cara seria y tenía el cabello suelto rodeando su cabeza. Lo demás no era nada de importancia: unos cuantos dólares... y una foto más. Este recobró la atención de Leon.
–"¡Apúrese Kennedy!"
Leon entró a la cafetería luego de la confianzuda advertencia. Caminando hacia el baño (el conocía esa cafetería) seguía revisando la billetera de ella. Dio de nuevo con "la foto". En ella aparecían de cuerpo entero Elza, sonriente, junto a un par de niños de entre once y seis años que la abrazaban, rubios como ella. Todos vestían ropa cotidiana. La joven tenía su clásica campera de competición.
–'Sus hermanitos'
El rostro de Leon estaba inexpresivo cuando guardaba la billetera de 'ella'. En un bolsillo de la camisa negra se guardó la foto y el carnet, pasando estas a ser 'tesoros'.
–'Elza... ya siento que me haces falta...'
––––––––––––––––––
La bioarma maltrecha se desangraba en frente de la puerta del ascensor. Carlos supuso que la jovencita con la cual se encontró fue quien terminó con ella. Pudo notarlo cuando ya había hecho lo que Rebecca le había pedido. Ahora ella se estaba inyectando lo que habían logrado: una bendita vacuna.
Rebecca Chambers se dio el lujo de suspirar aliviada luego de pasados unos segundos de quitarse la jeringa del brazo. Luego contempló como Carlos buscaba algo útil en los casilleros.
–"¿Ya?"– preguntó él.
En los últimos minutos ella le había estado gritando inconscientemente frases como: "¡No.. Así no!" "¡No, puedes arruinarlo!". Así que luego de aliviada pensaba disculparse.
–"Perdón por mi odiosa actitud..."
Al oír eso el mercenario negó con la cabeza.
–"No... es comprensible... pero.. ¡vaya forma de conocernos!... los últimos minutos nos hemos estado gritando como niñitos insolentes."
–"JE...Bueno, vamos a por Jill"– dijo ella parándose de la mesa donde estaba sentada.
Carlos asintió con la cabeza y así comenzaron a avanzar. Cada puerta fue abierta de golpe y luego entraban de sorpresa cuidando flancos. El mercenario se ofrecía a entrar primero, ya que contaba con un rifle y ella sólo con una pistola 9 mm. Así llegaron a una puerta simple que daba a la recepción del hospital, por donde era la única manera de entrar y salir del enrejado edificio.
–"Espera"– Carlos antepuso un brazo para que Rebecca no siguiera.
–"¿Qué?"– preguntó ella desconcertada.
–"No mataste a los bichos de la recepción... ¿no?"
–"¿Con una pistola? NO... ¡entré cagando leches!"
–"(Que boquita...JE... igual que yo) Mira, si vamos de nuevo cagando leches estoy seguro que los monstruos se concentraran en uno de los dos, y ese no sobrevivirá."
–"¿Y entonces que propones?"
–"Voy a hacer de héroe... otra vez"– dijo Carlos abriendo la puerta de golpe y cerrándosela en la cara
–"¡HEY¡ESPERA!"
Carlos entró rodando su cuerpo en el suelo y apuntando al pasillo donde recordaba como una 'ranota' decapitaba a un zombi por la nuca (una imagen que se le grabó).
Allí estaban los adefesios, con esas zarpas óseas amedrentantes... muertos. Sus cuerpos estaban desfallecidos en el suelo, boca abajo. En sus escamosas espaldas tenían excoriaciones pequeñas inconfundibles: balazos atravesados o alojados. Orificios de salida, o simples marcas salientes de balas que casi atraviesan ese cuerpo proveniente de probeta.
Al bajar sus palpitaciones cardíacas Carlos pudo oír un sonido muy extraño. Su vista fue hacia una columna de la recepción. Vio un cartel y una...¡UNA BOMBA!... un dispositivo de tiempo enganchado a un puñado cuadrado de explosivo plástico. Este chillaría en el momento anterior a consumir todo con el poder inherente al Semtex.
–"¡HEY!"– Rebecca entró de golpe por la puerta, apuntando y averiguando que no había peligro.
O al menos eso pensaba.
–"¡CORRE BECCA!"– Carlos agitó el brazo señalando afuera.–¡HAY UNA BOMBA!
Él salió corriendo empujando de un cuerpazo las puertas de vidrio plástico de la recepción. Sin más Rebecca lo siguió con una corrida de pasos largos, golpeando con su atlética figura el entreabierto portón.
Los corazones de ellos se desvivieron palpitando luego de que la adrenalina inundara sus cuerpos por enésima oportunidad. Rebecca corría a un metro de distancia de Carlos, sin lograr alcanzarle.
–"¡Vamos!"– Alcanzó a decir el mercenario entre sus respiraciones agitadas.
En su mente oía el chirrido del aparatito, hasta que ocurrió. La seguidilla de estruendos dio cuenta que era más de un dispositivo, acompañada del inmediato ruido de resquebrajo de toda la estructura. El mercenario no podía ver como el hospital se derribaba sobre la única puerta accesible que justamente usaron. El edificio se convirtió de a poco en una tumba de escombros y llamas.
Allí quedo él, en un callejón, cubriéndose de la onda expansiva y del polvo gris que surge expandiéndose alrededor del lecho de un edificio caído.
–"Ufff... ¿Becca?...¿Dónde estas?"
Miró a sus lados, sin ningún resultado.
–"¿Becca?"
Salió a ver si ella estaba en la calle. El polvo cubría todo el panorama, opacando la vista y la esperanza. Carlos empezó a gritar el 'nombre' de ella:
–"¡BECCA!"
Nadie respondía, y si lo estaba haciendo débilmente las explosiones desde las ruinas opacarían sus llamados de Auxilio. Carlos corría frenético por la calle, gritando ese bendito nombre con una palma cerca de la boca para hacerse oír y buscando con su vista al suelo.
–"¡BECCA¿DÓNDE ESTAS?"
Su búsqueda entre un polvo gris que lo estaba cubriendo y metiendose por sus vías respiratorias se detuvo al sentir que su bota dio con algo. Se inclinó a tomarlo, sacándolo de abajo de su borceguí. Era un estuche médico con letras grabadas: RC, y el logo de STARS.
–"¡Dios... no!"
El logo tenía sus letras blancas enrojecidas de sangre que manchaba la arquilla: un golpe desesperanzador. Carlos abrió el estuche y encontró unas jeringas sin usar y algo que podía salvar no sólo su espíritu: la vacuna, la dosis que le correspondería a Jill.
Repentinamente no supo que decir para el ambiente que es ahora la tumba de Rebecca Chambers, alguien que ayudó a salvar la vida con todo deber y dignidad de médico y policía a la vez.
–"¡Haré que esto valga, Becca¡Te lo juro!"
Sólo una cosa más paso por su mente antes de emprender carrera para curar a Jill:
–'Sé que fuiste tú... y vas a pagar por esto, ruso de mierda'
––––––––––––––––––
Todo era parecido a la pesadilla de la cual la médica lo sacó. Los zombis se arrastraban entre los polvorientos escombros de "La Torre del Reloj", encontrando aberturas y poblando el antes vacío edificio. Caminaban con sus harapos mordiscados, antes ropa, prendidos fuego y agregando un olor a cadáver quemado fuerte y desagradable. Simplemente esquivó a tantos zombis, corriendo a través del monumental edificio. Una macabra escena se grabó en su impactado ser: un grupo de mujeres jóvenes, algunas con vestidos de noche, dándose un atracón con el cuerpo de una quinceañera. 'Por el amor de Dios'.
Sólo la bomba había logrado que se desviviera corriendo como lo estaba haciendo ahora, y la ansiedad lo presionaba.
–'Y si ella ya...'
Negó con su cabeza para si. No podía dejar que la superstición de los sueños proféticos lo tirara anímicamente sin siquiera probarlo. Aunque... ver eso con sus ojos, sería la pesadilla en vida.
'¿Que he hecho?': ese eco de su grito cuando abrazó a una Jill extenuada aun retumbaba en su cabeza. Él ya estaba desmoralizado antes de ese entonces, apodando los objetivos de su misión como una "puta hoja de papel y nada más que una puta hoja de papel". Y ahora la mujer que lo alentó de una forma heterodoxa (AKA cachetazo seguido de psicología inversa) estaba sufriendo algo que él no consideraba justo.
–'¿Por que ella? ... ella tenía el espíritu... ella...'
¡BROMMM!
Al igual que su mente, sus pies se quedaron quietos. El gigantesco hall era lo que más retumbaba y polvoreaba en el lugar. Miró en alto, por donde parecían provenir los sonidos.
¡BROOMMM¡BROOMMM¡BROOMMM¡CRASH!
Llovieron escombros en todas las direcciones cuando un repentino hoyo se abrió en la pared. Entre el polvo y la lluvia de pared derruida lo reconoció, aun en el aire.
–'Hijo de puta... ¿sigues vivo?'
Y sí, era el día en que los hijos de puta tenían suerte. Este tal aterrizó perfectamente, apenas resbalando en el suelo. Su llegada a tal fue coronada con más escombros que volaban hacía allí.
El mastodonte de aspecto horroroso seguía ahí, ahora sin la gabardina negra, que de seguro el fuego donde cayó había consumido. De uno de sus brazos brotaban tentáculos violetas, como si salieran en medio de sus poros.
Sin mejor idea... errr... impulso, Carlos salió corriendo por la puerta doble. Cerrando de un portazo terminó en un comedor. Corrió hasta el pequeño recoveco en el centro de la sala. Allí lo sorprendió un caníbal enfermizo. No razonó mucho para alejarlo de un culatazo. Después meditaría que 'hacer lucha cuerpo a cuerpo con un zombi era una locura si se tenía munición'.
Sin demora llegó al otro salón y corrió en línea recta a la capilla. Ahora venía el momento que tanto temía. Abrió la puerta y vio al interior, con el picaporte en la mano.
–"¡JILL!"
Eso le salió de la boca inconscientemente ... por nada. Ella estaba ahí acostada en el altar, con brazo apoyado en su frente. Una posición típica, que resaltaba la belleza de su voluptuoso cuerpo. Carlos avanzó hacia ella con pasos constantes; ya sabía que hacer.
–––––––
Le ha dolido el brazo, demostrándolo con un gimoteo. ¿Que mejor señal?
En pocos minutos Jill volvía a retomar control de sus funciones motrices. Despegó su espalda de la madera y dio una vuelta de 45 grados, sacando sus piernas de arriba del altar.
–"¡Lo hiciste!"
–"Sí..."– dijo Carlos con tono triste.
El entrecejo de Jill arrugándose predecía que ella peguntaría que le ocurría a Carlos. Él lo vio venir y la interrumpió, ella ya boquiabierta.
–"Es mi profesión nueva... salvarte la vida."
–"Sí, claro... Por muy poco"– se decía Jill a ella misma, viendo sus botas tocar el suelo.
–"Malas noticias. El monstruo ese no se rendirá. Y adem..."
–"¿Qué¡Pensé que habíamos acabado con esa cosa!"
–"Y no es el único problema."
Jill dejo que su expresión preguntara por ella.
–"Nicholai sigue vivo... y no es de fiar. Nos quiso matar a mi y a..."
No, no debería decirle que Rebecca sucumbió en esa trampa, podría desmoralizar a Jill. Como soldado que fue sabía lo importante que era la moral en tiempos difíciles.
–"... y a ti."– se reparó luego de una pausa.
Asimilando el peso de las malas noticias, Jill preguntó:
–"¿Tu le dijiste a alguien que estaba aquí? Alguien entró en esta capilla..."
Carlos no sabía que decir. ¿Podría ser que Rebecca, por alguna extraña razón, llegara antes que él ¿Qué ella siguiera viva? No pudo evitar la súbita emoción de preguntar:
–"¿Viste a Rebecca?"
–"¿Rebecca?... ¿Te cruzaste con ella?"
Los dos quedaron callados, sorprendiéndose mutuamente con sus preguntas.
–"..." – él pensaba el modo de decirlo.
–"¿Ella esta aquí¡Hay que buscarla!"
Jill empezó a revolver el poco armamento que le quedaba y había dejado a un lado. Carlos sabía que la dura verdad era mejor que una ilusión inútil que provocaría esfuerzos malgastados, así que...
–"Jill..."
–"¿Qué?"–preguntó ella sin verle.
–"Ella ... murió."
Las manos de Jill se paralizaron entre un revolver y esa extraña arma gris "Marketed by Umbrella". Ella le dejó ver su rostro anonadado, girando sobre sus hombros descubiertos.
–"No..."
Carlos lo reafirmó, mostrando el legado de Rebecca: el estuche con la cruz medica. La sangre de Jill se heló al igual que su mirada.
–"¿Qué... que ocurrió?"
–"Nicholai nos puso una trampa."– escatimar en detalles era mejor.
Ella dio pasos lentos y con duda hasta el altar. Se volvió a sentar en el y a mirar el suelo. Con los brazos apoyados en el mueble alrededor de sus costados dio un suspiro de dolor emocional.
Ya eran dos más... y de nuevo todo pasaba tan rápido y desgarrador. Primero Brad, ahora Becky... como solía llamarla.
–"Ella me ayudó con la vacuna, ella te salvó"– trató de enmendar Carlos en voz baja y calma.
–"Ve... yo te seguiré después."
Carlos vio una lagrima caer. Por la luz dorada del lugar esta brilló en el aire como cristal hasta tocar el suelo.
–"Jill, no quiero ser yo quien pegue la bofetada ahora ..."
–"¡VE!"
Carlos podría tener carisma, y el contaba con eso, pero no sabía aplicarlo a esta situación.
–"Sólo... sólo ... mantente alejada de ese traidor."
Carlos cerró la puerta tras de si, pensando en buscar una salida de esa ciudad del infierno o en matar a ese albino malparido.
–'Lo que venga primero'
Adentro de la capilla Jill empezó a expulsar la bronca y tristeza en forma de lagrimas y llanto tenue. 'Maldita Umbrella' 'Maldito Nicholai'. Se tomaba un pómulo, dejando salir todo lo que estaba aguantándose desde bien no recuerda cuando. Talvez desde que salió de la mansión y sabia que su vida no volvería a ser la misma. Y respecto de ese tal alguien... ya no importaba. La trágica noticia había hecho que olvidara quien era ese extraño que no respondía sus llamados.
––––––––––––––––––
No podía moverse más. Su cuerpo de aspecto frágil estaba lleno de golpes que hacían que mover cualquier articulación fuera una maldita tortura. Se dejó caer en un callejón, arrastrando su espalda contra la pared. El hilillo de sangre que bajaba de su hombro dio más color su tatuaje negro en su brazo. Sólo recordaba haber despertado con la nuca pegada al parachoques de un pequeño auto, y en frente de ella una montaña de escombros que luego flanqueó torpemente. Ella y su ropa eran unos harapos; esperaba que ningún zombi la sorprendiera así, débil y desarmada.
–'Billy... si nuestros caminos volvieran a cruzarse.'
Necesitaba ayuda. Al poder sentarse no pudo evitar dejar escapar un sollozo de dolor.
–"Señorita Chambers."– se oyó una voz más peculiar que fea.
Los zombis no hablaban, y menos reconocían, 'menos mal'.
–"¿Usted de nuevo?"– dicho esto se apretó los dientes; dolerle hablar no era buena señal para ella.
Ahí estaba ese sujeto de traje azulado, que apareció por primera vez en su vida hacia media hora de la misma forma: simplemente cruzándose en el camino. Estaba parado a un costado, mirándola, tranquilo como si no hubieran peligros ambulantes alrededor.
–"Parece que era cierto lo que me dijo... En el hospital había alguien que ... necesitaba mi ayuda"– alcanzó a decir ella.
–"Yo también estoy gratamente sorprendido, señorita. Como se las ha arreglado..."
–"¡Usted no sabe nada! Estoy aquí... herida... y lo único que hace usted es ..."
Pausó para toser ... toser sangre.
–"... aparecerse de nuevo en frente mío como si nada."
–"..."
–"¿Usted es de Umbrella?"
–"Esa conjetura no tiene sentido ¿Se da cuenta?"
Rebecca asintió, pero sintió un dolor en sus cervicales. Dio descanso a su cabeza, volviendo a tocar con esta la pared.
–"Por favor, vaya por ayuda... no aguantare mucho así..."
–"¿Quiere mi ayuda¿Acepta mi ayuda?"
Ella no entendía como un semejante podía hacer una pregunta tan obvia. '¿Que era... Idiota?'... Lo decía como si hubiera un precio a cambio. Pero la verdad es que... 0¡Necesitaba ayuda, no importaba de quien! si tan sólo pudiera gritarlo en cara de ese sombrío desconocido; se daría el gusto de desquitarse. Finalmente ella tendió su mano izquierda hacia el señor, una que temblaba con algunos hilillos de sangre que venían desde su brazo y nudillos lacerados (mordidos no olvidemos) pintando hasta sus uñas.
–"...Por favor..."
Su vista se nubló y luego todo los colores resaltantes en ella se volvieron blancos. Inmediatamente esas "sombras blancas" fueron envueltas en el resto de oscuridad. Su sien casi golpeó el respaldo de pared de ladrillo. Ya no resistía más... consciente...
SUJETO: CHAMBERS, REBECCA
ESTADO: EVALUACIÓN TERMINADA
EXTRAÍDA DE LA OBSERVACIÓN DE CAMPO. PREPARANDO PARA NUEVA OBSERVACIÓN
––––––––––––––––––
Había llegado a la torre de comunicaciones hacía poco. Apoyando sus manos en el cuarto de radio para dentro de poco probar suerte con el equipo, Carlos sintió un portazo. Volteó de inmediato con el rifle en su poder.
–"Ahhh, eres tú. ¡Mira el chiche que te encontraste¿Sabes manejarlo?"– preguntó él, viendo el Lanzacohetes M–66, cargado por Jill como si fuera un pesado bolso de viajes.
Ella asintió silenciosa. Sus ojos azules estaban enrojecidos, probablemente más por el llanto que por el cansancio extremo de dos días de dar vueltas por la ciudad. Pero aun así no dejaría que ellos ganaran, esta era su oportunidad... su escape...
El aviso sonoro del aparato de radio indicaba una llamada entrante. Carlos apretó los botones muy ansioso, percibiendo que al fin la suerte estaba con ellos. La interferencia cedió de inmediato ante una voz que se pudo articular. Pero era una voz conocida...
–"¿Todavía siguen por ahí sueltos?"
El ruido de las hélices acompañaban esa comunicación. Malas noticias se hicieron más evidentes cuando el helicóptero de combate se dejo ver por el ventanal.
La ametralladora que estaba debajo de la cabina del helicóptero escupió una ráfaga de segundos de duración. El piloto se daba el lujo de virar el helicóptero para distribuir mejor la balacera en toda la torre de control.
Jill y Carlos se arrojaron al suelo. El mercenario en la cercanía de la ventana era bañado por cristales inofensivos en forma de cuadraditos. Jill gritaba una orden obvia: "Cúbrete y no te levantes".
–"Hagan esto fácil"... "Las municiones que disparé valieron más que toda la recompensa por Valentine"
Esa burla fue el desencadenante de un ataque de coraje en Jill. Ella se levantó con el Lanzacohetes de cuatro tubos calzado sobre su hombro derecho. Apretó el "botón–gatillo" y luego sintió el gran impulso seguido de una fugaz humareda que viajó hacia delante.
En la cabina del piloto, Nicholai apenas vio venir la amenaza. Las acciones evasivas eran insuficientes por la cercanía del fuego. La punta del misil chocó, se clavó en el chapado y en centésimas de segundo el proyectil hizo su trabajo.
BOOM
La aeronave se volvió completamente inestable. Empezó a humear, a girar en su eje y luego de otra pequeña explosión empezó el inevitable y predecible descenso.
Jill lo vio todo, hasta que la nave desapareció de su vista tras lo que quedaba de rosetón. Luego de dos segundos se oyó una caída exorbitante. La torre tembló por eso, haciendo que partes de cristal que pendía cayera, agregando espectacularidad a la aniquilación de Nicholai. Bajaba el lanzacohetes de a poco, con tantas emociones fluyendo en su mente, sin sentir el peso cercano a los diez kilos. 'Esa había sido por Becky y Brad'.
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"El día llegaba, pero la noche seguía"... esta frase pegaba perfectamente cuando Racoon veía otro amanecer en su infierno de muertos vivientes. Pero este sería su último...él lo sabía y lo recordó tan pronto recuperó la conciencia. 'Y de seguro los demás supervisores también'. La puerta del helicóptero a su lado estaba deformada por el aterrizaje forzoso, pero abierta al fin. Tuvo que serpentear un poco, saliendo con sus manos tocando el suelo; todo debido a que la ahora chatarra estaba compactada (o más bien deformada) por el impacto. Estaba en medio de un lugar irreconocible, lleno de chatarras que fueron contenedores de químicos: rodeado de murallones y un edificio de aspecto descuidado. Aun sabiendo que era mejor haber muerto en el derribo buscó sus armas para comenzar a buscar lo que oía como un helicóptero, al parecer se oía como aterrizado. Pero no encontró cuchillo ni Sigpro en su chaleco.
Su cara con algunos pequeños raspones viraba tratando de ubicar sonoramente el aparato. Se estaba poniendo nervioso, por primera vez en mucho tiempo de su vida, cuando reconoció ese sonido que indicaba 'elevación' con el motor aplicando esfuerzo en los rotores. Poco después vio al bendito aparato volar arriba de él. Era un helicóptero sencillo, con el escudo RPD y pintadas azules... "Policía". No importa de quien era, sino intentar tomarlo, pero ya era imposible. El helicóptero se elevó en sus cielos, alejándose tanto como su glorioso sonido.
Era el fin para Nicholai Ginovaef. De lo único que se arrepentía ahora era de haber tomado la misión, pero de las traiciones que lo llevaron a donde esta ahora: JAMAS.
–"Ginovaef, supongo."– se oyó una voz distante.
Nicholai se volteó frenético. Que alguien estuviera ahí y supiera su nombre era algo totalmente inesperado, o directamente malas noticias.
–"¿Quien anda ahí?"
La persona que efectuó el llamado salió del pórtico de la edificación en frente y se dejo ver. Lo que se esperaba fuera un Supervisor de los que no eliminó era algo totalmente diferente. Un hombre de traje azul, con un portafolios negro. Simplemente caminó hasta él.
–"Ya no hay tiempo... señor Ginovaef."
Dicho esto el "yupi sombrío" miro hacia su derecha. En un segundo una esfera eléctrica de luz verde se abrió a su lado. El golpe lumínico repentino blanqueó la mirada de Nicholai por unos segundos, haciendo que cubriera su vista con el antebrazo. Nada tenía sentido para el ruso.
–"¿Qué mierda es esto?"– preguntó el supervisor en su idioma nato.
–"Si esta dispuesto a trabajar conmigo, sera su salvación. Necesitare una persona como usted..."
–"¿Para qué?"
–"No hay tiempo... y no busque sus armas, lo he relevado de ellas."
–"..."
–"Si esta dispuesto a sobrevivir para luego trabajar conmigo, entre en el portal... y lo interpretare como un SÍ. En cualquier otro caso... bueno... usted lo sabe perfectamente que de todas formas Umbrella iba a matarlo. Y aquí podría tener una monumental visión del misil nuclear, su brillo, su estela de humo... Bueno... sólo digamos que es tiempo de tomar una decisión muy importante."
Pocas veces en su vida Nicholai estaba tan desconcertado, expresándolo sin querer con su silencio que siempre originaba de su frialdad militar.
–"...Es tiempo de tomar una decisión..."– volvió a advertir ese misterioso sujeto.
Y si, es tiempo de tomar una decisión. Ustedes, queridos lectores, elegirán el destino de Nicholai, dejándolo dicho en sus reviews. Para los que no lo sepan, hagan click en el pequeño menú de dialogo abajo a la izquierda que dice "SUBMIT REVIEW: GO" Una vez esto me funcionó :$
Disculpen mis irregulares updates... pero serán constantes... es que quiero hacer esto bien.
