¿Quieren una imagen del hombre de azul tan misterioso? Vean el enlace en mi bio, porque las imágenes suelen valer más que mil palabras. No los entretengo más...
PD: homenaje a Ben Bertolucci, y para Salem :)
CUANTO HABÍA SUBESTIMADO a Jill Valentine, ella seguía viva, y siguió luchando. Pero ni él ni sus empleadores estaban interesados en ella ahora. 'Quizás podría ser una portadora pasiva del virus en vez de estar curada', pero básicamente ya no importaba.
EVALUACIÓN DECLINADA
Pero Rebecca Chambers acaparó su atención. Una persona excepcional, con solo 18 años y toda una situación en contra que parecía perseguirla, siendo ya esta su tercera oportunidad.
Realmente
estaba impresionado por como alguien lucha de cara frente a toda una situación
así. Pero lo que en verdad le importaba a él y a su comunidad era que lograran
sobrevivir a tal, ganar sobre tal. Y así había sido: ya tenía un sujeto más
para el siguiente campo de observación, más importante que este. Era
ventajoso que las situaciones que podían envolver en el peligro a Rebbecca no
la controlaran, pero sabía que ella era fácilmente influenciable por otras
vías. 'Mejor aun'.
Estaba fascinado de ver como estas personas sobreviven a todo lo que se les
interpone y por como así habían cambiado drásticamente el destino, de seguro,
hasta de la humanidad con lo que lograron en grupo en el laboratorio oculto de
los montes Arkley: detener la ambición de unos pocos, y el peligro que se
avecinaba sobre muchos.
Volviendo a la realidad que tenía en frente suyo: un estupefacto Nicholai Ginovaef frente a la vía que le había ofrecido. Pero el plazo se estaba acabando, y el portal que esperaba al mercenario ruso, a ese potencial sujeto, se cerraría en algún momento.
–...Es tiempo de tomar una decisión.– volvió a advertirle al mercenario de verde.
Esperaba que la seguridad y determinación que veía en el ruso (justamente, cualidades que le agradaban) se demostraran esta vez, saltando a la vía que le había propuesto, expresada en un...
'¿En un portal?' Francamente para Nicholai ¿era mejor esa vía de escape incierta o morir frente a algo que era imposible de escapar, vaporizado por los 900° C del fuego nuclear?
A tan sólo
poco más de dos metros de esa luminiscencia circular, Nicholai se lo decidió
sin titubear, justamente un verbo que no se permite.
Camino hacia la esfera eléctrica y fundió su cuerpo con ella. De pronto la más
completa oscuridad lo envolvió, creyendo sentir electricidad irradiada en su
todo ser y escuchándola recorrerlo con un sonido atronador. Trataba de
discernir si a su cuerpo le estaba ocurriendo algo, pero no sintió nada más
después verse rodeado en una oscuridad más que absoluta; simplemente nada más.
Era algo más negro que una noche sin luna en medio de un campo.
Su cuerpo sintió en un extraño sopor, pero no podía siquiera derrumbarse: ni siquiera sentía que pisaba. ¿A Donde Rayos estaba metido? Es la pregunta que se hubiera hecho, pero el amodorramiento finalmente lo hizo ceder. Sencillamente... no sintió nada más.
–Sabia decisión, Señor Ginovaef.
SUJETO: GINOVAEF, NICHOLAI
ESTADO: CONTRATADO
ESPERANDO ASIGNACIÓN
–––––––––
TODO ESTABA COMPLETAMENTE oscuro. Talvez estaba ciega, talvez sus ojos tenían miedo de abrirse para volver a demostrarle lo dañado que estaba su cuerpo. O quizás peor: en cualquier momento se abriría un sendero luminoso (el conocido túnel del más allá) con una voz celestial coreando Ve hacia la luz. Su cuerpo dañado sólo presentía el dolor además de la quietud que la rodeaba.
De repente se empezaron a oír unas voces:
–¿Por qué la ha traído?– una voz femenina con fuerza en su forma de hablar.
–Usted sabe perfectamente porque Aran... Usted es como ellos.
Esa ultima voz respondiendo a una mujer, esa voz masculina decrepita tan peculiar, que se oía tan calmada, definitivamente la recordaba...
-------
–Rebecca Chambers.– escuchó ella ser llamada
Por eso, detuvo su carrera en medio de las calles de Racoon, ya carentes de civilización. Su estado físico optimo por ser una STARS no la estaba salvando de una respiración cansada inherente a la carrera que había hecho. Miraba a sus alrededores, esperando encontrar al que la llamaba. Un desconocido expuso su presencia de entre el callejón.
Que supiera
su nombre le daba mala espina: sus instintos paranoicos desarrollados por los
eventos del Bosque de Racoon y su conocimiento de la verdadera Umbrella le
hacían suponer que ese hombre podría ser quizás... hasta un sicario contratado
por la mezquina corporación. Aunque no se veía como tal: delgado y pálido,
ciertamente mayor, con un traje azul a lo burócrata.
De cualquier forma, ella estaba lo suficientemente paranoica como para
apuntarle sin más.
–¿Quien es usted?–le preguntó.
–Le aconsejo se guarde la munición.
–¡Responda!– gruñó ella.
–Hay alguien que le necesita en el hospital.
Luego de decir esto ese señor de 'aspecto yupi' señaló con la mirada hacia dicho establecimiento.
Rebecca dejó que su cara reflejara toda su duda. Cosa que el señor leyó de inmediato, pero explayarse de más no estaba en sus intenciones. Ella supo bien que él de seguro sabría más ... pero en cuanto al como y el porque, no había tiempo ni para especular.
–¿Por qué no va de una buena vez?– siguió el señor, con una voz tan calma que no parecía regaño.
–Pero... ¿de que esta hablando¿quién es Usted?
Le apuntó y para asustarlo, pero este sólo dio un vistazo al costado como si lo que ella dijera o hiciera no importara. Como si ni siquiera el arma le representara una amenaza. Este siguió Insistiendo:
–El tiempo de esa persona se esta acabando...
Repentinamente se escuchó un eco demasiado especial para ser un arma. Era algo definitivamente más grande: una explosión. Dándose vuelta, vio en el aire una luminiscencia seguida de tantos fragmentos cristalinos volando en el aire. Aun a la distancia notó que eso ocurría en el Hospital.
–¿Qué le dije?– murmuró él a sus espaldas.
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La conversación entre ambas partes desconocidas se seguía escuchando, siendo para Rebecca el único indicio de su estado cercano a su conciencia.
–¡No se atreva a clasificarme!– se quejó impetuosa la voz femenina.
–Interprételo como quiera.
La voz femenina cambió su tonalidad a discreta pero no indulgente:
–Ella ... ¿aceptó?
–Me pidió ayuda antes de desmayarse, lo cual interprete como un SÍ. En fin... llévesela.
–¿Y si no llega viva?– volvió a hablar la voz femenina.
–Pues... no merecería que le haya sacado de Racoon ¿no cree? Llévesela de una vez... yo haré el resto
Las ultimas dos oraciones se oyeron más tenues: Rebecca estaba cayendo de nuevo en el sueño, que esperara no fuera del olvido. Quiso suplicar ayuda a pesar de parecer no estar en manos confiables... pero estaba muy débil hasta para eso. Lo ultimo que percibió fue algo en su espalda: una mano que la estaba levantando del lugar donde reposaba. Y un susurro de una palabra más de esa voz femenina, cargada con sentimientos negativos:
–Bastardo.
–––––––––
–...LA TASA SUPERA los cien mil muertos...
Sentada en el asiento trasero del coche, con lo brazos cruzados y pellizcándose el derecho por la inseguridad que sentía, Sherry escuchó las noticias del radio perfectamente. Sí, eran de Racoon. Ese suceso era una catástrofe nacional. O más bien mundial; ¡cientos de miles muertos en sólo días! Nada le superaba tanto, excepto las más salvajes batallas de la historia (como los Campos Cataláunicos por ejemplo). Pero esto no fue una batalla, hasta donde se sabía fue un asesino invisible: un virus del canibalismo enfermizo (apodado así por los medios de comunicación).
El conductor de traje oscuro formal jugó un poco con la sintonía. Tenía la mínima consideración de esquivar esas noticias, sabiendo 'un poco' de por donde pasó la pequeña.
–Te buscare alguna canción en FM
Sherry no le dio importancia al amiguismo del sujeto. No era de los que trabajaban con su padre... de Umbrella... pero odiaba a ese estereotipo de personas: debajo de un atuendo de oficinista ejecutivo tenían un arma y un trabajo que no se dice normal. Siempre los odió desde que tuvo uso de razón. Recordaba que siempre súbitamente llegaban a donde vivía con sus padres y luego de una charla que estos no le permitían presenciar le daban una explicación pobre que terminaba en un mismo latiguillo: Mamá / Papá tienen trabajo que hacer, hija... Los odiaba, aunque no supieran bien para que estaban estos con ella y Leon.
A este último también lo odiaba, aunque trataba de negárselo a si misma, sabiendo que él se empeñaría en protegerle y considerando que le debía al menos un poco de respeto. Aunque quisiera entender porque rayos despidió hostilmente a Claire. Quería saberlo.
-'Yo no soy una niñita pequeña... tiene que decírmelo'
Pero... no se sentía cómoda con nadie, salvo con Claire. No incómoda en el sentido de que Leon no le caía bien o acababa de conocerlo, sino que lo veía como un maldito que la separó de lo que ella consideraba familia.
-'El no puede ser así de malo... debe haber una buena razón'
En fin... ella ni se esforzó en asentir al sujeto. Simplemente se mantenía quieta y callada, perpleja por el cambio de vida tan brusco en el que está ahora. Uno que empezaba con una tragedia que devoró la ciudad donde creció, y todo lo que tenía en ella: TODA SU VIDA MISMA.
Sherry sólo miraba hacia fuera, esperando a Leon. Estaba meditando preguntarle todas las dudas que le surgieron cuando se despertó hace minutos sin nadie al lado.
Vio a Leon salir del edificio habitacional de enfrente, portando una maleta. El disgusto se le notaba hasta en el andar a este último. Sherry le siguió con la vista, viendo como este abría el baúl del auto.
–Pero... ¿a
dónde nos llevaran?– pregunta Leon parado con su mano en la cerradura del coche
dispuesto a volver a su asiento en el auto.
O no tan dispuesto...
–Usted lo vera.– dijo el agente con voz calma.
Leon se quedó ahí. Veía fijo al agente con una mirada hostil. Esta no hizo las veces de sutileza RESPONDEME para con el señor. Así que Leon habló con un tono que estaba entre la frustración y el enojo. '¿Acaso eran todos imbeciles que disfrutaban hacerle la cabeza con entredichos sutiles y misteriosos?'
–Hey... ya tuve suficiente de sutilezas con su jefe. ¡Díganme adonde me llevan¡AHORA!
El señor de traje oscuro apoyo su brazo en el techo del coche, poniéndose un poco burlonamente cómodo.
–En serio no podemos decirle mucho, señor Kennedy... no ahora. Pero lo que tengo ordenado es llevarlos íntegros con nosotros. Usted ya 'entró', así que su no colaboración seria más bien desobediencia...
–Joder... sólo dile que suba de una vez.– se oyó al conductor.
–Bueno... ya lo escuchó... Por favor Kennedy. Está entre gente de confianza.
Mientras, Sherry le buscaba la mirada a Leon tratando de verle por la ventana. Él la presintió a través del vidrio y le dirigió una mirada poco agradable, haciendo que la chiquilla se replegara rápidamente al lado opuesto del vehículo y escapara el contacto de visual. Claro... la cara que mostraba enojo no era para ella.
El joven abrió la puerta y se metió en el auto con una mala gana reflejada en su rostro. Luego de que con las misma sensación cerrara la puerta viró hacia Sherry, la cual asustada rehuyó el contacto visual mirando a otro lado.
Sintiendo como daban el ultimo portazo para seguir la marcha, Sherry se animó:
–Leon...
–¿QUE?– retrucó el joven agente con una voz tajante.
Ese tono no daba la sensación de que él quisiera hablar.
–Oh... nada.
Leon se arrepintió hablarle así: 'Ese no debía ser el tono de voz para con ella.' Se le había escapado, así que trataba de enmendarse.
–... perdóname Sherry... es que...
–No en serio... no era nada.
Bueno... definitivamente ese tono de voz le arruino todo, dando paso de nuevo al silencio de la timidez/desprecio de ella y la inseguridad de ambos. En eso, el coche ya se había despegado de la vereda y retomaba su marcha.
–––––––
–BIEN, SEÑOR ... Leon Scott Kennedy, ya esta adentro.– un hombre añejo sostenía la solicitud.
El joven hubiera agradecido de ser un placer. Sólo asintió desganado con la cabeza, mirando su firma como algo que jamás hubiera querido tallar, pero como única instrucción que sin rodeos le habían dado.
En esa pequeña sala de conferencia las pocas caras que habían era todas nuevas para él, excepto la de la rubia que estaba allí a su lado, haciéndose la desinteresada del papeleo.
Los hombres se retiraron, dejando solos al reciente ingresante y a la mujer. Claro... porque ese ambiente era totalmente nuevo para él, además de ser uno donde jamás esperaba encontrarse. Pero la vida da sorpresas.
–Samus... una pregunta.
–Es SARENA.– corrigió ella enojada.
–Pero... ¿por que te cambias el nombre?
–¿Con oírlo no te das cuenta?
Leon dejo ver una expresión interrogativa: una ceja elevada.
–Es horrible... ¿Acaso te gustaría que yo te llame 'Scotty'?– siguió ella.
Que feo mote para Leon: ni siquiera le gustaba que lo llamaran Scott. Recordó la ultima charla que tuvieron, donde se estaba portando igual de distante; ni que quisiera terminarla realmente.
–No me jodas con eso... ¿Estás enojada conmigo por una razón?
-¿Perdona?
-Que si estás enojada¿Acaso te molestan los nuevos compañeros¿Los Rookies?
-No contigo; con él.
Leon puso cara de interrogante: entendía a quien se refería, pero no el porqué. Y como él la estaba mirando a los ojos, ella hizo tomo un cuaderno negro del escritorio que tenían en frente. Lo cargaba como valija conforme decía:
-"Sss...soy un burócrata malparido con cloro en vesss de sss...sangre y me pongo el missssmo saco azul todosss los díasss"– ella tomó el detalle de que el señor arrastraba algunas letras al imitarlo.
Leon hizo una risa ahogada, muy ahogada.
-Sí, estoy hablando de él...
–¿Qué quieres saber?– ella se puso seria en un instante.
Mejor era hacer la pregunta rápido. Hablar con ella no era un placer, siendo siempre tajante.
–¿Quién es realmente ese sujeto?
Ella miró hacia arriba un segundo, cruzada de brazos. Hacia las veces de no voy a contestar, pero decir esa consigna no quedaba mejor. Era costumbre de ella guardarse algunas cosas, consecuencia de bien ya sabía, su vida ya no le pertenecía. Y delante suyo estaba un hombre que parecía iba a caer en la misma maldición: Leon S. Kennedy. Maldición: no había otra palabra para describir lo que su jefe, ese sombrío bastardo con apariencia de abogado Neoyorquino que merecía el apodo G-Man, le estaba haciendo a su vida. Y lo que le haría a Leon.
-'Estas jodido.'– ella pensaba sosteniéndole la mirada hacia Leon.
... en los que hasta en sus caras demostrando cualquier emoción se veía la frescura de sus vidas.
– No importa. Créeme... si eres afortunado no lo volverás a ver. Y dime... ¿Cómo han estado tu y la niña?– remató ella sus respuestas esquivas.
––––––––
LAS AGUJAS DEL reloj de cuarzo de la pared indicaban la cercanía a la medianoche. La luz aun se veía por afuera en las ventanas del austero departamento cortesía del Gobierno en el que Leon y Sherry vivían desde la mañana de hoy, luego de 'firmar'.
Sentado en posición para manuscribir apoyándose en la pequeña mesa de la cocina, Leon empezó a escribir:
&&&&&&&
Ya pasaron dos días desde que ocurrió. Pero esta tan claro en mi mente como en mis pesadillas. Las noticias no dicen mucho que pueda impresionarme más que antes, o que pueda agradarme. Quisiera ver que todos los medios que hablan del Duelo Nacional tuvieran alguna forma, o me asusta pensar que les falte intención, de divulgar lo que en verdad ocurrió; lo que es Umbrella al mundo: toda esa abominación y falta de escrúpulos. Quiero que los medios lo destruyan, pero eso no es más que una puta utopía. Aunque hubiera pruebas Umbrella debe tener el poder como para controlarlos. Estoy seguro de que Ben tenía la ambición de que algo de este lío fuera su exclusiva, pero fue consumido, como tantos más. Lo recuerdo muy furioso, aunque débil, y pidiendo que hiciera pagar a ese corrompido jefe de policía. Y después él...
&&&&&&&
El joven dejo de escribir al tocar ese tema. No quería hacerlo, menos recordarlo: tan bizarro: 'una muerte tan dolorosa y violenta'. Dobló los papeles que eran copias del correo para Irons, y los metió en el cuadernillo. Esas pruebas ya no tenían valor, siendo obvio que todo lo que se expresaban en ellas se 'evaporó' en un trágico amanecer de hace muy poco. Tachó desprolijamente las ultimas palabras.
&&&&&&&
La verdad es que es la primera página de Mi Diario que voy a escribir en mi vida, recordando lo útiles que pueden ser después de mi experiencia. Para escribir aquí donde terminaría, el ultimo movimiento que hice o hago, y así sabrían donde buscarme. Pero no puedo evitar reflexionar, aunque creo que mejor escribiré esto también, tratando de sacarme el desazón que aun siento.
Desde ayer
estoy en Arlington Virginia, hospedándome en este departamento de mala muerte
que al menos tiene TV. Sherry sigue conmigo, tan distante como siempre. Nada
nos ha ocurrido, sea tanto de su infección como a ambos. Hoy yo me vi forzado a
unirme al Servicio Secreto. No puedo imaginar para que me necesitan allí. Por
ahora sé que es tal como me dijeron: Estas Adentro. No sé porque me
contratarían en vez de silenciarme. Temo que sea alguna forma de mantener mi
silencio.
No he vuelto a ver a ese tipo de traje azul.
Me preocupa saber como contactare a Claire. Ella sólo tiene mi libreta del departamento de policía y le dije que me buscara en una dirección a la cual no puedo volver.
&&&&&&&&
–En otras
noticias, la tragedia de la ciudad de Racoon aun...
Este mensaje transmitido por la TV quitó la atención de Leon de su manuscrito.
Lo veía allí, sentado.
El pequeño televisor fue apagado con el botón rojo del control remoto, hundido con bronca. El joven lo apoyó en la mesa con desprecio. A pesar de que la única imagen estática que mostraba la tele era una foto del ataque nuclear que 'esterilizó' ese pueblo él no soportaba verlo; ningún hombre con esos principios bien marcados que supiera tanto como él se sentiría o pensaría diferente.
-'No puedo creer a donde han llegado...'
Cuanta impotencia, cuanta frustración, a pesar de ser un sobreviviente. Quería plasmar esas negatividad en algún lado, así que empuñó su bolígrafo de tinta azul y...
&&&&&&&&
Me da asco ver en cuanto se ha cagado esa inescrupulosa corporación. Esta fue una ciudad: cientos de miles de vidas inocentes, por Dios.
Yo soy un sobreviviente, pero hay tantos que en el deber que yo traté de cumplir han fallecido, y tantos más que no se pudieron salvar. Sí, traté de cumplir, no me confundo porque fallé. Sino Elza estaría a mi lado, o al menos en mi lugar. Ella era tan joven, con sus sueños de estudiante, y ahora no esta. A veces me quedo mirando su foto familiar, y me preguntó que será de sus padres: sólo pueden conformarse viendo la imagen de un hongo de fuego en los noticiarios. Sólo me hace sentir más furioso.
No sé que soy ahora, pero juro y firmo aquí que nunca más fallare a alguien, primero muerto que volver a fallarle a alguien.
Todo lo que he visto de esta oscura faceta de Umbrella es impresionante, en cualquier sentido de la palabra. Pero ¿Y si eso es la punta del Iceberg¿Si ...
&&&&&&&&
Un grito juvenil hizo que Leon rayara la hoja en la ultima letra con una gran línea azul. No se reiría si alguien le diría que ahora estaba haciendo las veces de trazador de frecuencias, por más acertado que fuera el comentario. No se volvería a reír en un buen tiempo de cualquier forma.
-'¡Otra pesadilla!'
El joven se irguió rápidamente, empujando la silla violentamente a un lado. Corrió hasta la habitación donde Sherry dormía (o trataba) y tanteó con su mano en la oscuridad. Al dar con el interruptor devino la iluminación de tubos fluorescentes sobre las paredes con insulsos papeles tapiz.
Con una mano en la pared, Leon veía en la cama que era centro de la sala. Sherry estaba sentada en tal, con su tez estaba húmeda del sudor y sus ojos cristalinos por las lagrimas. Lagrimas que se hicieron más evidentes con su rostro rojo por la tensión. Su cabello rubio estaba enmarañado, cubriendo costados de su cara. Su respiración estaba agitada, dando la imaginación de haber tenido una de esas pesadillas donde uno huye hasta ser inevitablemente 'atrapado'. Sí, las de peor final.
A pesar de la continua indiferencia de ella, Leon simplemente no podía devolverle el desinterés aislándose. Tenía que entenderla, quería hacerlo: 'ella era muy joven, y había pasado por tanto', necesitaba que alguien la contenga.
Él se acercó a paso lento hacia la cama y se sentó en un costado.
–Sherry... fue sólo un mal sueño, es todo...– le decía buscándole la mirada, estando de espaldas.
La jovencita
ojerosa ya no aguantó más. Ese hombre estaba ahí cuando ella lo necesitaba, y
ella siempre con la misma actitud: una insolente indiferencia. Ya no más...
ella salió de entre las sabanas y se lanzó buscando el regazo de él. Dejó caer
la tensión en su llanto conforme Leon la envolvía en sus brazos primero
paralizados de sorpresa.
Para estrecharse con Leon ella se había destapado por completo, dejando ver que
no tenía nada más que una camisa blanca que hacía las veces de remera y pollera
por lo grande que le quedaba. Así, él se volvió a recordar conseguir otra muda
de ropa a la pequeña; la camisa que ella vestía era de él.
El ahora tutor de ella se veía sorprendido, notándose además en sus ojos bien abiertos. El cambio de actitud de ella fue de golpe, en ese suceso: de la total apatía a un gesto que decía estoy muy mal. Sólo afianzó el abrazo, y esperaría a que ella terminara de expulsar todas las emociones fuertes que acarreaba y detonaban en sus pesadillas. Así lo hacia, callado.
Sentía tanta pena por ella, mientras oía su llanto disminuyendo con el paso del desahogo y percibiéndolo en su hombro, que estaba dispuesto a dejar que ella cediera primero del abrazo. Sólo sabe que pasaron unos cuantos minutos cuando ella dejo de llorar, pero su apretón seguía constante. Talvez era parte de pedir perdón por su conducta... talvez estaba muy, muy mal. Leon cabeceó un segundito sobre el hombro de Sherry: se estaba quedando dormido. Es increíble como un 'primer día' puede cansar a una persona.
–Sherry.– le avisaba, tratando de separarse lo más delicadamente, temiendo que ella no malinterpretara.
El silencio fue la respuesta, pero uno bueno: se había quedado dormida en su regazo. Teniéndola tan cerca en frente suyo notó los rastros negros de lagrimas en sus mejillas, pero ahora sus ojos estaban cerrados demostrando calma. Sus párpados ya no mostraban que los ojos se movían enérgicamente (símbolo de estar 'soñando'). Llevando la mano atrás de su cabeza se preparaba para dejarla de nuevo en la cama.
La acomodó y
arropó, ciertamente como gesto, ciertamente por el actual otoño. Saliendo, ya
estaba por alcanzar el botón de las luces cuando:
–¡Espera!
Volteó. Se le hizo muy evidente lo que ella iba a pedir:
–¡No apagues
la luz!
Tal como cuando los niñitos pequeños cuando habían una película de terror.
Ojala fuera ese el motivo.
–OK– afirmó Leon con una voz tenue pero amistosa.
Sólo doce años, con un demonio... sólo doce años. Su vida era un escombro, arruinada y sin padres, por lo poco pudo saber. De cicatrices psicológicas estaba seguro de no haber visto todo aun. Esto corría por la mente de Leon mientras pensaba si escribir: 'Sherry logro salvarse¿pero cuantos niños como ella no lo habían logrado?' Pensarlo aun le desgarraba más. Más bien ni quería escribirlo; se le hizo más evidente que Un Diario no iba con él, más evidente que el sueño. Pero ese cansancio no evitó que arrojara el cuaderno a un rincón con desprecio, maldiciendo en voz baja.
-'Me voy a la cama.'
Se arrojó al lado izquierdo de la cama de dos plazas, sin siquiera lavarse los dientes. Debido a ese moretón emocional de tremenda congoja que hacia que él mismo no se importara, aun estaba vestido en sus pantalones vaqueros, remera, zapatillas y hasta olvidar afeitarse. Con sus manos entre la almohada y su cabeza, repentinamente se levantó un poco al oír algo extraño en la puerta de la habitación.
–No puedo dormir.– oyó de Sherry cuando la vio, apoyada en el marco de la puerta.
'Igual que ayer', pero esta vez ella se lo dijo con toda confianza.
–Leon...puedo... ¿puedo quedarme a dormir aquí?– preguntó ella sin cambiar de posición, aun con medio cuerpo oculto tras el marco del cual se aferraba.
Él no dijo
nada por unos segundos, hasta que acomodándose sobre sus codos despegó la
espalda de la cama:
–Seguro.
Quedó con su mirada al techo, sabiendo que como caballero que era debía traer el colchón de Sherry y dejarlo en la habitación. 'Y de seguro también usarlo y ceder la cama'. Simple onomatopeya para la situación: UFFF.
Antes de que pudiera convencerse de salir de la cama a hacer eso, la preadolescente marchó en paso apurado hasta el lecho. Ella gateó sobre la parte posterior hasta quedar a la altura de Leon y se acostó boca arriba, a su lado.
–Espero no molestarte... ayer no pude dormir nada.– dijo ella mirándolo, pero sin que él devolviera la vista.
Lo que la pequeña le dijo no era ninguna novedad para él.
–Esta bien Sherry, te entiendo
Dicho esto Leon se levantó de la cama, dispuesto ahora a traer el colchón de la cama de Sherry, donde se tiraría a dormir.
–¿A donde vas?– preguntó ella, con su mirada persiguiéndole.
–A buscar tu colchón– susurró él.
–Espera... a mi...
Ante la pausa de ella, Leon hacia un gesto con su cabeza que bastara como un "que".
–A mi no me molesta... compartir la cama.– dijo la niña, librándose del pudor a pronunciar eso– pero... por favor, no quiero dormir sola.
Leon no supo que decir. Su ceño se frunciría a no ser por lo cansado que estaba. Y en esa oscuridad con luz de luna no podía hacer que sus expresiones hablaran por él. La preadolescente sólo permanecía en el lado izquierdo de la cama, también incómodamente callada.
–Ejem... Mejor voy a por el colchón– retomó él.
Sabía que la niña sólo necesitaba eso. Pero dormidos así él estaría más incomodo de lo que a ella le incomodó pedirlo.
–Por favor Leon, al menos esta noche... ¡y no volveré a molestar!
Los dos hablaban con susurros, como cuando cualquiera lo hace instintivamente en la oscuridad de la noche que reina en un dormitorio.
–No es que molestes... pero...
Se detuvo de lo que no iba a decir. Sí... tiene 12 años, ya es casi una mujer. Si no se lo decía su edad, se lo decía su cuerpo que apenas se marcaba bajo esa enorme camisa. De hecho ya estaba sintiéndose ridículo por sólo cuestionárselo e incomodándose un poco más. 'Debería ser comprensivo.'. Ni hablar del sueño que hacia que se parara encorvado.
Así que hizo esquivas:
–Mira Sherry, yo estaré aquí para lo que necesites. Ahora me voy a buscar el colchón... tu toma la cama, es más cómoda.
–Pero... No es como si fuéramos a ... a...– dejo de susurrar aunque se detuvo.
No se podía
ver como Leon abría sus ojos de par en par. Él no la conocía bien, y con eso
estaba empezando a hacerlo. Tal como los niños de padres distanciados, ella era
más crecida de mente que de cuerpo: sabiendo y suponiendo cosas que
supuestamente los niños de 12 años tipo no saben. Una niña que además creía
poder valerse por si sola en diversas situaciones, porque tuvo que hacerlo sin
sus padres en casi toda su corta vida, que fueron quienes la engendraron pero
NO quienes la criaron.
'¿Esta niña tuvo infancia?'
–... no sigas– él tomo la palabra en el silencio entrado en segundos.
–... lo siento.
Otra vez ella se estaba disculpando. Hasta hace poco eran las palabras más frecuentes, bueno, las únicas que ella se dignaba a pronunciarle. Francamente eso hacía que Leon se molestara consigo mismo.
–Esta bien, no te disculpes. Soy un estúpido malpensado– él fingió una sonrisa que no se pudo ver, el sueño lo estaba abandonando.– Voy a por el colchón, y mejor que no se hable más.
Él estaba por salir del dormitorio.
–¿Leon?
–(¿Y ahora QUE?) Dime
–¿No me traes un vaso de agua?
'Ella lo
escuchó perfectamente': para lo que necesites.
Leon simplemente accedió silenciosamente, volviendo al minuto con lo que ella
le pidió.
–Gracias...– dijo ella devolviendo el vaso luego de beber.
Minutos después Leon dejo caer un colchón en el suelo. Este hizo el ruido del aire agitado al tocar el piso. Aun sentada en la cama Sherry no había quitado la mirada de la puerta hasta que él volvió.
–¿Cuando volveremos a ver a Claire?– preguntó ella, inmediatamente después.
–...– él no se atrevía a enfrentarle la mirada por ese asunto.
En los últimos minutos ella había hablado con él más que ayer y anteayer. Tenía tantas preguntas para Leon, y ahora se libró de la cadena en su conciencia que no la dejaba hablar libremente. Ahora le tenía confianza. Tenía tantas preguntas: '¿A dónde iremos?' pues... ya parecía que estaban establecidos. '¿Qué haremos?' lo estaba viviendo. Así que eligió algo que quería saber y que el repaso de las ultimas 48 horas no le dirían.
Sherry gateó hasta la parte posterior de la cama. Allí encontró a Leon boca abajo, tan cerca que podría pisarlo por accidente si saliera de la cama por ese lado.
–¿Leon?
La respiración cansada mezclada con bostezo fue lo primero que oyó. El joven despegó su cara de la almohada y le buscó la mirada a Sherry.
–¿Por qué peleaste con Claire¿Por qué la quieres lejos?– contemplándolo de espaldas.
El joven pensó que había escapado de responder algo así de complicado. 'Así de complicado explicarle a ella... por que de seguro lo que Claire buscaba la llevaría a ser barrida por Umbrella'
–Ella y yo... coincidimos que es lo mejor.
–¿Lo mejor?– Sherry se salía del contexto de susurros.
Realmente no quería tragarse esa excusa, por que no la entendía. Pero sabía que Leon no quería su mal; ella sólo quería saber de Claire. Sólo quería entender y esperanzarse con la vuelta de ella.
–Quiero que me lo digas– tratando de sonar con carácter.
–Ella... esta buscando a su familia– él se ponía boca arriba.
–Y cuando la encuentre... ¿crees que vuelva con nosotros?
Sólo había algo para decir.
–Ella lo prometió ¿recuerdas?
Por un
momento, aunque sea un segundo fugaz, ella casi esboza una sonrisa. Sabía que
Claire cumplió antes sus promesas, 'y lo haría ahora'. Eso esperanzaba a la
pequeña de que ella volvería con 'ellos'. Sí, con ellos dos.
-'Leon ahora es mi familia también'
–Buenas Noches.– dijo Sherry replegándose hacia donde la almohada.
–Buenas noches.
––––––
AHORA SÍ PARECÍA una pesadilla; no, un momento... 'TODO ES REAL'. Arañas gigantes, cuervos que disfrutaban picotear gente hasta matarla, y los imposibles de pasar por alto ZOMBIS. Todas sus sanguinarias presencias estaban ahí; era un infierno gótico lo que estaba viviendo.
–Fin del camino
El introvertido desaliento que Elza se daba en su cabeza fue cortado por el policía, que le decía eso dándose vuelta. Y también de su recorrido. Estaban pasando cerca de la entrada que daba al alcantarillado, luego de las indicaciones que les dio un tal... Ben. Se quedaron allí parados frente a una, al parecer, inamovible cortina de acero. El aire se tornaba húmedo, y un poco fétido por efecto de la misma humedad. Ese es el olor característico de los alcantarillados. La humedad también se veía en los cercos de luz de las lámparas y en las misma paredes de hormigón curado. El relente se sentía en el rostro, en las manos. Y en la espina una sensación: terror.
–¿No has intentado esa puerta?– ella señala una puerta tipo escotilla rectangular, típica de los drenajes.
–¿Qué no viste que intente abrirla?– dijo él con sorna.
–Ah, perdona, tengo la cabeza en otro lado... ¿Y ahora que vamos a hacer, Leon?
El oficial pensaba en el ducto arriba como una vía alternativa que no sabe bien si serviría. Mientras meditaba se acercó un poco más a tal.
-'Hay sólo una forma de averiguarlo.' ...¿Elza?
Ella sólo movió su cabeza, indicando su atención.
–Te voy a ayudar a subir para que veas si puedes abrir del otro lado...¿Vale?
Ella asintió con un rostro inexpresivo. En posición para lo planeado, Leon juntó sus manos y se las mostró diciéndole:
–Bien ¡Rápido!
Luego de guardar su pistola, ella puso el pie en el apoyo creado por las palmas de Leon y después dejó que la elevara. Siendo empujada en sus talones por el policía, ella trataba de no hacerle caso al fuego que sentía por deslizar su pierna escoriada con la pared conforme trepaba.
–Elza...se te cayó tu billetera...
–Me la das después... Dios... menos mal que no traigo falda.
Ahora estaba haciendo fuerza con sus brazos para llegar al ducto. Leon vigilaba con los brazos preparados por si ella no lograba el primer intento.
De repente la puerta-escotilla que creyeron bloqueada dejo oír un ruido martillante. Mirado atento, Leon sospechó quien era al otro lado: el titán al que las balas apenas detenían. Pero sólo con el dato no iba a quedarse tranquilo PARA NADA.
–¡Demonios!...
–Leon ...¿qué es eso?
–... ¡Muévete!
Arriba de él, la joven estudiante ya había llegado al ducto, y la curiosidad la hizo voltear para ver. Bastó un solo golpazo para empezar a preocuparla, haciéndola maldecir al ver como esa masa metálica rectangular fuera sacudida con el empujón de algo inhumano que al parecer no tendría problemas para aflojar esa barrera. Así que tenía que apurarse; el dolor de sus heridas no era nada con tal de que él estuviera a salvo también. Cada estrépito de choque de metal se oía más constante haciendo eco en ese corredor
¡Clank!
¡CLANK!
Conforme ella fue bajando al otro lado oía a Leon gritar opacadamente:
–¡Ahora ábreme!
Ella lo presionó un botón en un pad metálico de un manotazo sin más. El origen de la cortina parecía temblar de estar a punto de romperse, pero la elevación comenzó de inmediato. Los estruendos aun se oían al otro lado además de las vociferadas de Leon.
¡CLANK¡
Pero el sonido del motor que elevaba esa persiana metálica empezó a hacer evidente su falla: primero se frenaba para luego volver a arrancar, pocas veces así hasta detenerse por completo. Y la miserable abertura que había dejado sólo dejaría pasar algo un poco más grande que una rata.
–¿Qué pasa?–se oía atenuada pero desesperadamente de parte del oficial.
Ella empezó a golpear el condenado botón repetidas veces, con la misma tensión. Pero un chispazo eléctrico en el pad espantó su mano: inutilizable. Esos estrépitos metálicos se seguían escuchando cada vez más seguido. Ella sólo suspiró sin maldecir, aun protegiendo sus dedos súbitamente chamuscados. Sin otro recurso que se le ocurriera se puso ambas manos al lado de su boca y gritó hacia arriba, para que su advertencia llegara:
–¡Leon¡La puerta se...
¡CLANK!
Ni ella mismo pudo oírse ante ese sonido, que indicaban el peligro naciente, acompañado por unos súbitos disparos inconfundibles: la recortada del policía.
–¿LEON?
–¡HUYE!
Inmediatamente después de esas ultimas palabras una gran abolladura esférica surgió en la cortina frente a Elza. Luego una más. El susto la sacó espantada hacia atrás y cubriéndose de reflejo, pegando un suspiro de adrenalina. Los nervios le impedían hasta articular palabra.
Alejándose de la abollada persiana, ella empezó a sacar el Radio. Pero toda esa maldita locura la ponía tan nerviosa que el aparato se caía de sus manos, sin poder usarlo. Conforme lo hacía lanzaba algún grito de llamado a ese hombre, esperando por el amor de Dios una respuesta:
–¡LEON¿ESTAS AHÍ?
No fue Leon quien contestó con una voz rasposa y tétrica a través del ducto:
–STARS
¡CLANK!
Una tercera abolladura, y la persiana metálica empezó a temblar como si estuviera a punto de desmantelarse. Ella sólo pudo hacer algo que, fuera de que doliera, le dijo su instinto: HUIR.
–––––––––
–No puede ser.
Soltó esa oración, la cual se oyó muy bien en el exasperadamente callado calabozo. Sentado en la tabla de esta celda, un hombre de camisa blanca, pantalones café, y una cola de caballo lazando su cabello pelirrojo se miraba los zapatos. Zapateaba de intranquilidad y se estrechaba las manos, haciéndolas sudar. Es que LAS COSAS NO SE ARREGLARON SOLAS como el esperaba y ya había empezado a rogar.
-'¿Cómo puede ser?... esto no puede pasarme ahora.'
Esos pensamientos sintetizaban todas las dudas que surgieron desde que ese joven oficial le gritó a través de la reja: No voy a ninguna parte... Soy el último oficial de policía que queda aquí.
Bien suponía que la mejor fuente de información de cómo estaban las calles y la misma comisaría eran una mirada testimonial fuera de esta celda. La misma en la se había encerrado hasta que se calmara todo. O al menos eso esperaba: que los policías pudieran frenar a esas... a esas COSAS.
-'Pero... ¿si ese sujeto era el ultimo policía...entonces...'
No quería
creerse el escenario que le contaron la joven rubia y ese policía con cara de
adolescente hacia un rato: ¡La comisaría es un CAOS! Trataba de
encontrar una razón de porque le mentirían esos sujetos. ¿Quizás psicología
inversa? Pero... si así era ¿para que lo querrían afuera de la celda? Sólo un
argumento tenía sentido: Lo querían ayudar. Y pensar que a duras penas les dijo
su nombre.
Se negaba a arriesgarse a salir de "su bunker", de la cual conservaba la llave
en el bolsillo de su camisa. Ahora era cuando tenía TANTO para perder. Tenía
una exclusiva que consiguió, su catapulta a la fama como periodista. Algo que
por fin lo sacaría de la mediocridad que demostraba su sonrisa falsa.
-'Ben Bertolucci, el periodista que desenmascaró los negocios turbios entre Umbrella y el comisionado Brian Irons'– lo soñaba, lo veía venir.
Hasta se imaginó como firmaba libros escritos por él en librerías, al mejor estilo de los periodistas progresistas famosos. No quería... 'ni tenía'... que hacer nada que arriesgara su vida ya que lo tenía todo con él: esa copia del correo para Irons que delataba actividades ilícitas que ayudaban a algo de seguro mucho Peor. Sólo tenía que quedarse ahí para conservar ese elemento a salvo.
-'Donde huele a mierda, cuando uno se acerca...'
No pudo terminar su reflexión cuando sintió un portazo. Entonces, Ben Bertolucci viró la vista hacia las rejas que lo protegían. Luego de segundos escuchó unos pasos y como se movían hacia un lado las rejas corredizas que eran antesala del calabozo de RPD.
–¿Señor¿Sigue usted por ahí?– se oyó una joven voz con ansiedad.
–Ahhh, es la joven lisiada.– dijo Ben en voz baja, sólo para que él se escuchase.
Una voz femenina joven, invadida por el miedo que se notaba en su timbre: definitivamente era la jovencita que acompañaba al policía. Aunque lo supo, pegó su cabeza a los barrotes y trató de tantear con su vista, esperando a que ella llegara y se pusiera en frente. Así lo hizo esta, cojeando un poquito hasta alcanzar la mazmorra al final del pasillo.
–¿Por qué no me contestó antes?– reclamó ella al encontrarlo al otro lado de los barrotes.
–Vamos niña... no es para tanto. Además trato de dormir.
–Como se nota que usted no ha enfrentado el allí afuera– respondió Elza, descansando de sostener la pistola, con esta apuntando hacia el suelo.
–¿Y que paso con tu amigo el poli¿Acaso ya lo...
–¡NI LO MENCIONE!– Elza le lanzó una mirada de odio que el señor acostumbraba ver de cualquiera.
Ben conoció el tono enojado de ella, o el tenso. Sabía que no estaba diciendo lo correcto, pero la mediación no es su fuerte. Sólo una cosa le importaba en ese momento, como ya se ha dicho. Ben agito su mano frente a su rostro al sentir un hedor extraño:
–Rayos... ¿Acaso nadaste en un desagüe o qué?
Ella no pensaba contarle algo que esperara terminara como una anécdota y no como un patético esfuerzo por sobrevivir. Luego de otra mirada de enojo a ese sujeto sacó un Walkie-talkie y lo puso en frente de su cara. Sosteniéndolo de forma que el pulgar ejerciera fuerza en un botón frontal, ella empezó a decir:
–Leon...¿me escuchas?... Por favor responde
El periodista la miraba, esperando a que el suspenso creado por la frecuencia diera algún símbolo. Un hola, un gemido, un auxilio, un clamado de garganta ahogada en su propia sangre... lo que fuera.
–Elza... te recibo... pero apenas te escuchó– se oyó en el radio.
Si ella pudiera, saltaría de alegría.
–FINALMENTE– festejó –¿Estas bien?
La voz transmitida se oía atenuada. De seguro la calidad de recepción de su compañero era igual de inaudible. Y la respuesta lo hacía evidente:
–Elza, me alegra que estés bien. Te veré en el estacionamiento. ¡Marcha hacia allí!
Como si no de verdad esto no acabará, ahora ella debía volver al estacionamiento. Esperaba que el miedo no interfiriera con los fugaces recuerdos de la exploración del edificio. Al menos esperaba recordar donde quedaba el condenado lugar.
–Haré lo que pueda.– luego de bajar el radio le habló a Ben– Él esta vivo.– dijo más desafiante hacia el reportero.
–Me alegro.
El tono de él podría parecer de sarcasmo o así era su voz. De cualquier forma, es la única facción que él le demostró al dúo de jóvenes.
–En serio... me alegro.– aseguró Ben con el mismo tono de voz.
Elza le sonrío.
–Sal de ahí, vamos al estacionamiento– Dijo Elza, acercándose y apoyando una mano en el soporte horizontal de los barrotes.
La voz de ella demostraba una tranquilidad que recientemente la llenó, al igual que su mirada. O quizás fingía todo para poder convencer a Ben.
–¡No!... yo no voy a ningún lado, ya te lo dije. Allí afuera no hay más que zombis
–Por favor... ¡Tiene que salir de ahí algún día¡No puede quedarse ahí para siempre!
–Oye... ¿por que mejor no te quedas aquí? Puedo abrir la celda y...
Ben ya esperaba que ella no le tomara en serio la propuesta, incluso por el lado escatologico. Talvez él era de las personas que esperaban a que alguien más resuelva la situación, pero tampoco contaba con armas o valor para largarse de ahí y acompañarles.
–Pero él me dijo...
–Pues entonces buena suerte– la interrumpió Ben, con costados de su cara reposando alrededor de las barras.
Elza hizo un No lento con la cabeza, los cuales hacían las veces de No puedes ser así .Ella recordó fugazmente como un zombi se adentró por una ventana tapiada pobremente con maderas. Todos los habitantes de la ciudad convertidos en caníbales intentarían lo mismo. En palabras más sintéticas: ella sabía que los zombis coparían toda la comisaría tarde o temprano, y era cuestión de tiempo. Razón suficiente para no imitar la 'estúpida' actitud de Ben. Él no duraría allí. Pero pensar solamente que era un estúpido e irse no estaba en sus planes.
–Bueno... pues...– ella retomó la palabra, al igual que su pistola Beretta negra.
La joven posó el cañón negro sobre la cerradura de la reja que los separaba. Ben la vio de inmediato y golpeó el arma con un manotazo. Apenas le corrió el cañón, pero hasta evitó un disparo accidental. La regaño gritando:
–¿QUÉ HACES?
–¡Sólo sal!– ella le gritaba con el mismo tono de él– ¡Si te quedas ahí vas a...!
–¡Olvídalo!– el tapó con su mano derecha el cerrojo.
No estaba dispuesto a dar la mano por su idea del bunker, pero sabía que ella no dispararía. Veía voluntad en ella, pero no la fuerza para hacerlo.
–¡Por favor...
–¡Tu tienes un arma¡Deja de lloriquear y vete!
Los labios de Elza temblaban para tratar de articular algún buen argumento. La tranquilidad se estaba esfumando en ella, y su cara volvía a ser la de antes: una que demostraba el cansancio psicológico inherente al horror que estaba viviendo.
Ben le dio la espalda y volvió a sentarse en esa tabla que intentaba emular una cama.
–Creo que el estacionamiento esta a... dos puertas de aquí– especulaba en voz alta.
–¡Pues bien! Te deseo suerte– dijo ella con un intento de voz tajante
El sólo vio unos pocos intentos de pasos hasta que desapareció de su vista.
–De seguro Leon encontrara alguna forma de convencerte– gritó ella, rematándose con el ruido de las rejas corredizas.
En la misma posición anterior, mirándose de nuevo sus zapatos, Ben hizo oídos sordos para unas palabras que le parecían necias. No necesitaba que alguien le demostrara importancia a su vida, no quería ser rescatado aun. Quería algo más 'directo'.
-'Quizás ahora estan enviando a la Guardia Nacional'– se volvía a ilusionar.
–––––––––
Mientras tanto en el corredor donde la iluminación no tranquilizaba, Elza estaba intentando el camino. Se encontró al lado de una puerta que descartó de inmediato, porque de ella venía. La otra alternativa era seguir el corredor.
-'¿Por qué a mi?'
Aunque estaba armada, ella tenía miedo. Tuvo un mal recuerdo del estacionamiento.
En ese lugar tan abierto había Dobermans alocados, rabiosos, o le que Dios quiera que sean; con sus pelajes bañados en la sangre de heridas tan profundas que dejaban ver las líneas de los tejidos musculares. Casi no los pasan: ella les tuvo que cerrar la puerta sobre el hocico a uno.
-'¿Por qué rayos ... ALLÍ?'
¡GROAAAAAAAAAAAAAAAAR!
Repentinamente un grito inhumano muy fuerte retumbó en ese sector. Era como si la furia de un hombre fuera expresada, pero con pulmones de oso. Tan gutural y fuerte se oía que era fácil determinar que las paredes y puertas no opacaban su potencia. Juraría que estas ultimas temblaron.
Elza tenía la pistola elevada en frente suyo, sosteniéndola como la civil inexperta en armamento que es. La miró un segundo en su mano diestra; ahora era cuando quería cerciorarse de que aun la tenía en su poder. El grito se volvió a escuchar más fuerte, más inhumano y más CERCA. El miedo hacía que en ella la adrenalina empezara a llenarle sangre, sintiendo ese golpe frío en cada centímetro de su cuerpo.
¡GROAAAAAAAAAAAAAAAAR!
... de nuevo, con cada macabra cualidad aumentada en su esencia, y más CERCA.
Elza olvidó a los Dobermans del estacionamiento y salió disparada de allí. Atravesó el corredor con la adrenalina silenciando el dolor de su escoriada pierna. Empujó la puerta chocando con ella.
El estacionamiento.
No escucho ladridos, gruñidos, ni los ruiditos de las patas caninas pisando el asfalto. Unos pasos se oían solamente. Unos de botas que no arrastraban suela como los zombis. Su esperanza se torno viva cuando veía en frente al igual que el par que se encontraba del otro extremo del garage.
–¡Leon!
–¿Elza?... ¡Elza!
Ambos corrieron hacia su encuentro. Mientras Leon frenaba en frente de Elza ningún pudor impidió que los brazos de ella se lanzaran envolviendo el cuello de él, alterando un poco el equilibrio y sorpresa de este. Ambos se aliviaron enormemente al ver que estaban bien, aunque la palabra felices también coincide.
–Lo lograste Elza– Leon le palmeaba la espalda.
–Gracias a Dios que estas bien. Estaba muy asustada.– ella se quitó la frase del pecho.
Allí estaba, de nuevo con él. La primera separación fue voluntaria, la segunda NO. Ahora nada lo separaría de él. Sabía que Leon sólo cumplía con su deber, proteger y servir, pero aun así ya veía admirable su convicción frente a la tremenda adversidad representada por cientos de muertos vivientes y otras criaturas sanguinarias. Cada gesto: el siempre yendo al frente, siempre ofreciéndose a entrar primero a cualquier sala, siempre anteponiendo el bienestar ajeno al suyo. Era sólo su deber, pero era sencillamente admirable.
Y la situación no era cualquiera: no era retener a unos borrachines con gas pimienta o tirotearse con un delincuente que se sabe podía caer de un balazo o dos; eso era una desmoralizadora pesadilla conformada de monstruos infrahumanos que no cederían hasta matarlos. Quien sabe cuantos oficiales se habían doblado ante la adversidad y dejado que esta facilitara sus muertes. Justamente, como los colegas de Leon que ya formaban parte de las hordas de caníbales.
Al mismo
tiempo ligeramente pensó en Claire. ¿Como podía ser ella tan valiente, fuera de
que también tuviera un arma de fuego, indispensable para supervivir allí al
menos un rato. Se sentía tan pequeña frente a ella. No trataba de auto
consolarse sabiendo que ayudo por minutos a buscar a una niña huidiza o
lamentarse de sus heridas que hacían que no pudiera correr rápido y por ende
hacerla un poco... ¿como decirlo? Dependiente.
Sabía que no podía ser así de valiente. Pero lo importante ahora es que él
estaba ahí, con ella. A ese oficial, a Leon Scott Kennedy, "para servirle" (lo
recordaba)... al hombre que estaba abrazando ahora, ya sentía que le debería
algo más que su vida... algo que estaba naciendo en el corazón de ella, algo
que implicaba a la maravillosa persona del joven oficial...
–Tenemos que salir de aquí– él desligaba el abrazo del encuentro lentamente.
Con su mirada aniñada más tranquila, Elza asintió silenciosa. Pero él ni siquiera le había quitado las manos de los hombros cuando el grito más espantoso que oyeran en sus vidas se oía retumbar. Con eso Leon hizo un movimiento acostumbrado: paso lateral, escudando a Elza.
–¿Pero qué demonios es eso?– preguntó él.
–¡Viene de allá, me estaba siguiendo!– señaló Elza temblorosa hacia donde ella había salido.
–––––––––
Era un ser humanoide grotescamente deforme. Sus harapos de ropa apenas tapaban ese pellejo esas heridas, como si simplemente la dermis se estirara hasta deshacerse sobre la musculatura expuesta y supradesarrollada. Esa cosa quizás era humana antes, pero de humano ahora sólo tenía los jirones de ropa. Lo que quedaba de su cabeza (visible por la cabellera rubia) daba la sensación de que esta se hundía entre sus hombros. Su cara gangrenada aun dejaba ver la emoción que debió tener antes de renacer en esa monstruosidad: FURIA. Su caja torácica también estaba acentuadamente deforme, con costillas que sobresalían escarbar hasta exponerse. Hasta el sonido vociferante que emitía era sencillamente espeluznante ¿o de su gruñido más bien?
–¡ALÉJATE!– gritaba Ben refugiado en su celda.
La monstruosidad bípeda tomo con sus dedos hechos buñuelos rojos la parte de la reja que era corrediza, moteando de sangre donde tocaba. Ni siquiera jadeo para hacer fuerza y mover de golpe la reja, haciendo saltar metales trozados de la ahora inservible cerradura. Esta verja golpeó contra el origen con mucha fuerza, sacando un poco de polvo de la pared de hormigón vecina.
El bunker de Ben fue rebasado por el monstruo. Con esa cosa enfrente y acercándose el reportero sólo podía gritar y tiritar contra una pared:
–¡Noooo... Aléjate...!– se cubría con un brazo.
Todo pasó muy rápido luego: la criatura le acercó una mano a la cara y un tentáculo morado perforó la palma para meterse de lleno en la boca de Ben. Así tapaba sus gritos, y el apéndice de ese ser se adentraba en la boca del señor ansiosamente. El hombre apenas pudo luchar tomándose el cuello tratando de hacer algunas gárgaras.
No sabe si fue el susto o la falta de aire, pero Ben se desmayó cayendo boca al suelo, a los pies de ese monstruo 'jorobado'. La serpiente seguía en su boca, meneándose para introducirse más.
––––––––
Un sabor peor que el del vomito estaba en sus boca. No sabe cuanto tiempo estuvo allí tirado con su cara en el suelo, hasta que un dolor muy punzante lo obligó a despertarse. No era un dolor superficial ni muscular... era un dolor en sus entrañas. Se disponía a ponerse de pie, pero el dolor lo conservó en una posición de tres patas (porque una mano estaba aferrando el costado).
Ben Bertolucci sentía como si un soplete lo estuviera cortando por dentro, pulverizando cada capa de sus órganos y músculos, ascendente desde su abdomen. Gritaba hasta exhalar con todo por ese dolor. Sentía la falta de aire por gritar tanto ¿o talvez le estaban masacrando sus pulmones? Súbitamente ese padecimiento se detuvo, y Ben por fin pudo salir de su patética posición, poniéndose de pie. Con una mano aun en el costado camino torpemente hacia fuera de su ya inservible Bunker rejado.
Apenas atravesó ese umbral los espasmos volvieron, haciendo que el reportero se estrechara a si mismo con ambos brazos. Su tiritar de dolor comenzaba con un intento de aprisionar el grito tras sus dientes, pero falló. El dolor dejó el cuerpo de Ben a merced de la gravedad, golpeando su espalda contra la parte exterior de las rejas y deslizándose hasta sentarse en el suelo.
Luego vomitó sin fuerza un poco de sangre con pedacitos blandos de algo. 'Lo que sea que tuviera adentro lo estaba cercenando' Esos trocitos podrían ser sus vísceras. Lo regurgitado tiño una línea carmesí sin mucha forma en su camisa blanca. Pero al menos el dolor volvió a cesar. Quedó mirando a la nada, con hilillos de sangre a ambos lados de la boca.
Es increíble como el dolor puede cansar tanto. Después de semejante masaje visceral Ben no tenía energías ni para mover su cabeza hacía el único sonido además de sus gritos: ese dúo de jóvenes supervivientes había vuelto.
–¡Ben!– gritó Leon corriendo hacía él.
Elza Walker llegaba a la par del oficial.
–¿Qué ocurrió?– siguió el policía.
Leon se dio cuenta con su cercanía que la pregunta que correspondía era ¿Qué te pasó?
–Ahhhh... mierda–gimoteaba Ben, con ambos jóvenes arrodillados al lado de él.
–Aguanta Ben... ¿Qué tienes?
–No se ve... ¿verdad?– ironizo él, inentendible hacia los otros dos.
Elza y Leon
lo miraban más preocupados que extrañados.
Ben no sabía si esto era un preludio a una muerte. 'No podía estar pasándole
esto, no ahora'. Aunque los principios le importaban un comino no iba a dejar
que los verdaderos malos de la película se salieran con la suya. Manoteó un
bolsillo lateral y sacó un papel. Con algunos jadeos en medio empezó a ironizar
otra vez, dándose introducción con un intento de risa:
–Mierda... no me lo creo... casi tenía una exclusiva... y mira lo que me viene a pasar.
–¿De qué hablas?
Lo que sea que tuviera, Leon pensó que a lo mejor era un síntoma de alguna afección; una simple alucinación. En eso Ben expuso frente a ellos dos unos papeles con letras imprentas.
–Agarra a ese maldito, hazlo pagar
Elza sólo callaba, esperando que lo que escuchara de sus diálogos pudiera ponerla al tanto. No suponía que Leon estaba en la misma incógnita.
–¿Quién¿De que... – preguntaba Leon luego de tomar los papeles de los dedos sin fuerza del sujeto.
–El jefe Irons...– Ben lo volvía a interrumpir.
El quería explayarse más, pero sintió una correntada en el cuerpo: los espasmos estaban por volver. Ben hubiera querido decir más pero en un segundo el DOLOR volvió. Empezó intentando retener el grito:
–Mphm...
Y ya no pudo más. Gritando y agitándose con ambas manos estrujando el centro
del pecho, Ben creo preocupación en los jóvenes supervivientes. Leon lo sujeto
nervioso de un hombro, preguntando:
–¿Ben¿Qué demonios tien...?
El periodista empujó con un brazo a Leon, quitándose su mano del hombro y sentándolo sobre su trasero. Se paró de imprevisto, volviendo sus dos manos a estrujarse el torso, ahora justo donde tenía esa línea roja bermellón. Elza se paró de inmediato, acercándose más hacia él para ver que podía hacer.
–¡Cálmate!– suplicaba ella.
Ben sentía como un látigo ardiente golpeaba cortando su interior ascendentemente. Los sonidos de sus huesos siendo quebrantados sólo podían ser escuchados por él, con un eco en su cabeza tan especial como espeluznante.
–Mi pecho... me esta... ARGHHHHHHHH
Un tentáculo de color violeta y rojo salió disparado del hombro derecho de Ben, salpicando sangre hacia delante. Un poco de este salpique pegó en la cara de Elza, dibujando puntitos escarlatas en su piel blanca y horrorizándola de tal forma que sus reflejos quedaron paralizados, sin cerrar sus ojos a la pequeña salpicadura granate.
El reportero no paraba de gritar, con un tono estrepitoso no cambiante. Sólo pasó otro segundo cuando ese apéndice de algo latigueara hacia atrás y adelante, cortando desde dentro al pobre hombre como si fuera papel higiénico mojado y desperdigando sangre sobre los muchachos y la pared. Una criatura con una forma ambigua chillaba, tratando de salir de entre la morbosa abertura que donde el cuerpo del reportero se partía al medio cada vez más, dejando ver su cercenada anatomía (principalmente con sus costillas fragmentadas en rojo). Chillaba agudamente, haciéndose oír entre el grito de Ben, como un recién nacido en sus primeros segundos fuera del útero ¿Por qué esta comparación? Porque esa cosa estaba naciendo.
El deformado y partido al medio cuerpo de Ben Bertolucci cayo boca al suelo sin gimotear: evidentemente muerto ya. La cabeza del señor se frotó con una rodilla de Elza, sacándola de la parálisis del susto y sentándola sobre su trasero también. Una serpiente deforme terminó de escarbar entre el fenecido cuerpo rodeado de un charco de sangre que se expandía rápido. La escena tan espeluznante había paralizado a los dos supervivientes, sumergiéndolos en un momentáneo Shock.
En su intento de huida, el pequeño ser rozó una pierna de Elza, sacándola de su trance. Ella pataleó con un grito de más susto que asco, alejándose a la serpenteante criatura y arrojándola hacia el cadáver maltrecho. Con su pistola en mano la rubia empezó a disparar hacía donde el chirriante bicharraco, haciendo saltar el suelo sin baldosas y sangre del mutilado con sus tiros inexactos a mansalva.
BANG
BANG
BANG
–¡BEN!
Leon se encontró en un cuarto oscuro: su dormitorio. Sus mechones de cabello estaban pegados a su frente por el sudor. Cuando se dio cuenta de que estaba soñando ya tenía la espalda despegada del colchón.
La luz lunar dejaba ver a través de la ventana como los postigos librados al viento golpeaban sonoramente.
TOC
TOC
TOC
De seguro esos ruidos se mimetizaron con esos disparos que remataban una pesadilla que traía recuerdos...
-'No pude salvarlos.'
Leon se espabiló lo suficiente para presentir un calor muy cerca de su cuerpo. Soltó un jadeo de sorpresa, aun agitado por el mal sueño. La fuente de calor era compañía en el colchón: Sherry. La encontró dormida allí de costado, con una tranquilidad angelical que no le conocía, y que esperaba se le contagiase. Suponía que ella habría estado esperando a que se durmiera para acercarse furtivamente. O talvez otra pesadilla le revitalizó la infantil idea de dormir con compañía, y lo hizo de una buena vez.
-'Supongo que no eres la única que necesita compañía... al menos hoy'
Leon la dejó quedarse, más conmovido que desganado. Volvió a reposar en el colchón, aunque sabía que podría ser despertado por otra pesadilla.
¡REVIEWS POR FAVOR!
Sentía que
algunas escenas del RE2 me faltaron antes, perdón uu
Sé que esto es un crossover de dos juegos de acción y por ende acción debería
haber a montones; si les jode eso, ya saben como hacérmelo saber.Críticas
constructivas más que bienvenidas.
PD: a los autores de los cuales sigo, todos, espero sus fics con ansia (and that´s for YOU TOO, yes, you know that I'm talking to you!)
Salem Saori: Me halagas sobremanera con tu frase El fic es más interesante que Resident Evil 3 en sí.. Quiero agradecer tus consejos, tu aliento y tu interés. Sinceramente, jamás espere que se te ocurriera leer ni el primer párrafo de esta historia. Me alegra mucho que los guiños al juego te hayan simpatizado.
les deux itYo también espero continuarlo, aunque soy relativamente nuevo en este maravilloso hobbie, NO PUEDO DEJAR QUE LA HISTORIA SE QUEDE SIN FINAL. I hope to see more of Bent. And I stole a few things from your format, sorry (insert face with shame here) It was so good for simply don't copy it :P
EGBCGracias, sádico ;)
Gracias por tus mediaciones, que me han ayudado a mejorar esta historia antes
de lanzarla.
Steve BurnsideNunca cambies, me encantan tus bromas. Y envidió lo románticos que te salen los fics. Gracias por tu apoyo. Gracias por esa frase además: ESCRIBE PARA TI
Playboy-ktOOU... aclare que podían tirarme tomatazos por las extrañas parejas que hasta ahora se formaron. Pero gracias por tus elogios. Y si es por 'parejas', quizás aun no has visto nada.
Ralf JonesAgradezco mucho tu interés y tu aliento. Aunque yo te he ayudado, tu también lo has hecho conmigo ;)
Ryuji
YamazakiMuchas gracias por tu apoyo. Realmente me gustaría ver esto hecho
un videojuego, y ver como Chris es llevado a Nova Prospekt, Sherry tenga que
sacar la fuerza y coraje que aprendió de Claire para hacer frente a las
patrullas de La Alianza, Jill luchando a palazos frente a un 'enjambre' de
Manhacks... estem, me fui por las ramas.
LOL
DaNi (TU
Padre)este compañero es una de mis grandes influencias en fanfics
(además del hijo de Ganondorf... :P). Sí, me alegra escribir escenas lo
suficientemente detalladas como para que uno pueda imaginarlas cuadro por
cuadro. En cuanto a lo de Elza Walker, agradezco a Salem por la aclaración.
(Lean fics de este tío, que mola como escritor, EN SERIO)
Lobo-solo Claro que puedes tomar la escena, pero seguro que le darás un toque de originalidad y la mejoraras ;) Gracias por tu apoyo.
Sr. anónimo gracias por tu interés y ... sinceridad. En serio, muchas gracias.
Alexander Vampiroque bueno que te hayan gustado mis adaptaciones. Realmente este fic me permite tanto crear como especular. ¿Una maravilla, no? Gracias por leerme, aconsejarme, y por escribir tus historias y tu review. imagino que de aquí en mas el ahora Agente tendrá que convertirse también en Guardián. Pues... espero que quieras ver el destino de Leon, si quieres averiguarlo, leyendo esta historia. Lo que me recuerda que en cuanto a esto El destino no es más que una palabra en el diccionario
Chiby
Kula-Chanestoy seguro de que has leído la historia, por que me lo has
dejado en claro en una review de mi otro fanfic. La verdad es que agradezco
mucho tu apoyo y espero que este fanfic de misterio (y otras categorías) no te
líe ni a ti ni nadie.
Me halaga sobremanera de que te auto denomines como La fan #1 de Ezequielhl...
Demasiado. Espero que esto no se me suba a la cabeza.
