Para cuando llegó Nadia los gruñidos por parte de Nala no se hicieron esperar, alzó ambas manos en señal de paz, varias leonas la miraron con sospecha y otras incluso se prepararon a saltar sobre ella. Vio a lo lejos a Kiara y Kopa detrás de unas rocas, observando los gruñidos de su madre asustados, Nadia les hizo señas a Timón y Pumba para que se los llevara a otra parte, cosa que hicieron al instante.

–Dejenla. Nadia, ¿que haces aquí? -le preguntó Simba.

–¿No es obvio? ¡vine a ayudar con el parto! –Nala la miro, confundida. Agregó:–. Ya tengo experiencia con partos, Nala, no te preocupes, mis manos son tan hábiles como las de Rafiki ¡Hasta lo puede atestiguar!

Desde hace algún tiempo, en su tiempo trabajando en la veterinaria, ayudaba de vez en cuando en los partos de perros, gatos, entre otros, cuando el parto se complicaba ganando experiencia con ello. Claramente, esto le servirá en su carrera.

–Nadia ha estado aprendiendo conmigo desde hace algún tiempo, majestades –dice el mandril con un dejo de orgullo.

ambos monarcas compartieron una breve mirada, pero Nala volvió a gruñir de dolor ante otra contracción, Nadia se movió rápidamente para atenderla. Este será un largo día.

Nunca volvió a caer contra el suelo e intentó levantarse pero era en vano estaba muy cansado. Zira chasqueo la lengua, decepcionada de su hijo, el pequeño contuvo las ganas de llorar y solo bajó la cabeza ante su madre.

–Pero, madre... –quiso defender Vitani.

–No puedo creer que Vitani, tu hermana menor, te haya derrotado tan fácilmente. ¡Eres débil! –interrumpió molesta e irritada –. ¡¿Crees que Simba es débil?! ¡Él te destrozara con un solo zarpazo si le das la oportunidad! –callo, de nada servía gritarle, nunca sería lo suficientemente fuerte. Por eso Scar lo desheredo en primer lugar –. Tú padre estaría decepcionado, Nuka. Y francamente, yo también, a menos que empieces a entrenar como se debe y nunca vaciles a la hora de atacar.

Con eso, se alejó de su hijo para ir a entrenar a Kovu.

Vitani vaciló un momento en acercarse a su hermano, este seguía con la cabeza gacha, ella no quería hacer que su hermano se sintiera pero no tampoco quería decepcionar a su madre. Suspiró.

–No le hagas caso, ya veras que pronto mejoraras –Nuka levantó la mirada molesto y triste, no por perder contra Vitani sino por decepcionar a Zira, a quien ha decepcionado mucho.

Gruñó.

–Para ti es fácil decirlo, eres su niñita consentida –masculló desviando la mirada.

Vitani rió maliciosamente:–. No estarás molestos porque te gane, ¿verdad?

A pesar de ser más alto y algo más fuerte que Vitani, ella lo pudo derrotar usando la fuerza de su hermano en su contra, ganando casi al instante; un movimiento inteligente y audaz digno de una luchadora como ella.

–La próxima vez no será tan fácil. Pero bien jugado –La sonrisa de Vitani se amplió ante el cumplido.

–Ya no eres tan tonto, ¿sabes?

–No puedo desquitarme con ustedes, por muy molesto que este –Nadia le había enseñado que sus hermanos no debían pagar el precio por su frustración, lo intenta, pero poco a poco se va avanzando –. Ahora vete, pequeña pulga o te despeinare.

Vitani le saco la lengua antes de marcharse a ver, probablemente, el entrenamiento de Kovu.

A lo lejos Scar observaba a dos de sus tres hijos, Nuka seguía siendo delgado y de poca melena, pero al menos tiene perseverancia cosa que lo compensa un poco. Vitani se ha heredado la fuerza de Zira y su inteligencia, una buena combinación. Solo le faltaba Kovu, su heredero, pero estaba con Zira y otras leonas no podía acercarse más sin arriesgarse a que lo vean. Aún no es tiempo de de que lo sepan.

De repente, Nuka miró en su dirección pero sin verlo de verdad, su ceño fruncido parecía buscar algo pero al no hallarlo se fue rápidamente hacia la manada.

Scar solo el aliento que no sabia que tenía contenido mientras una sonrisa orgullosa se formaba.

Cuando Scar regreso de su visita, a la cueva en donde se quedaba con la humana; no espero a encontrase a Nadia toda sucia y con el cabello revuelto y con la sonrisa más grande pegada a su rostro, sus ojos también brillaban.

–Es un machito bonito, igualito a su padre –comentó, agito las manos –. Se llama Kion, irónico, ¿no? Es todo un guerrero.

–Si, bueno, perdóname si no saltó de alegría. No me interesa –arrugó la nariz, luego, se recostó –. Deberías tomar un baño, te ves terrible. Mejor que sea ahora que aun hay luz del día, y así no te enfermes, de nuevo.

Nadia profirió una pequeña maldición.

–Eres odioso, ¿lo sabías?

–Ya me lo han dicho.

–¿No habrá cocodrilos esta vez?

–No.

–¿Ni hipopótamos? –insistió, estremeciéndose ante el recuerdo –. Esos casi me matan.

–Casi te matan porque te acercaste a una cría pese a que te advertí que no te acercaras –le recordó.

Es cierto. Ese día, cuando fue a ducharse; se encontró con un pequeño bebé hipopótamo tan lindo que se vio tentada a acariciarlo pero, lo que no contaba, es que su madre no le gustó para nada que se acercara y casi la manda al otro mundo. Zazu intervino justo a tiempo, alegando que estaba bajo la protección del rey, luego de eso Scar no hizo más que regañarla por horas sobre el incidente.

Nadia hizo un mohín ante el recuerdo.

Eso había pasado hace ya algún tiempo pero el león estaba empeñado a recordárselo, hasta podría jurar que lo disfrutó de cierta forma.

–¿Podrías pasar de página? ¡Ya no lo volví a hacer! Hey, ¿a donde vas? –le preguntó en cuanto Scar empezaba a caminar hacia la salida junto con ella.

–A cazar –respondió –, pronto llegara la noche y con ella la hora de la cena.

Nadia lavaba su ropa con ahínco en un intento por sacar toda la suciedad posible, estaba usando un vestido verde esmeralda ligero (no se preguntó de dónde Rafiki lo saco) pero bien podría decir que es "la magia de Disney", literalmente. El sonido de las hierbas a su alrededor más el crujido inesperado de una rama hizo que volteara a buscar al responsable, pero no había nada o nadie, se encogió de hombros restándole importancia.

–¿Qué estás haciendo, Nadia? –dijo una voz a sus espaldas.

Nadia grito tan fuerte como sus cuerdas vocales se lo permitieron y le arrojó al animal la ropa húmeda al rostro por inercia, teniendo como reacción que Simba soltara un jadeo de sorpresa. Simba apartó la prenda con su pata, seguido de eso, un rugido en advertencia se escuchó por varios kilómetros; se trataba de Scar cuyo hocico y garras estaban manchadas de sangre, probablemente de su reciente cacería. Scar relajo un poco la postura al percatarse que se trataba de Simba.

–¿No deberías estar con tu reina y nuevo cachorro? –le preguntó con desgana, rió ligeramente al ver la prenda húmeda en sus patas –. Veo que Nadia te dio un escarmiento. Bien hecho, querida.

–¿Eso es un alago o un insulto? –cuestionó confundida.

–Vine a agradecerle por su ayuda en el parto. Es una gran sanadora –explicó de mala gana antes de dirigir de nuevo su atención en ella –. Lamento haberte asustado, pero los chicos quieren decirte algo.

Antes de que Nadia replicara sobre que no debería agradecerles. Los hijos de Simba y Nala, Kiara y Kopa, saltaron entre el pastizal y se arrojaron a los brazos de la joven. Nadia los recibió entre risas. Simba y Scar compartieron una breve mirada antes de volver a ignorarse olímpicamente.

Scar sabía que Simba no dejaría que sus hijos se acercaran a Nadia con él cerca a menos que, claro, él o esos tontos amigos suyos estuvieran con ellos. Preferiría soportar a ese jabalí apestoso y el insoportable suricata con tal de no ver al culpable de su caída en el trono.

–Su padre me ha dicho que quieren decirme algo –empezó Nadia, bajando a los cachorros –. ¿Qué es?

–Papá considera que debes estar en la ceremonia de presentación de Kion.

–Y tambien que seas nuestra niñera y nos acompañes en las praderas –agregó Kirara, eufórica.

El rostro de Nadia se descompuso al notar un detalle, la invitación es solo para ella.

–¿Y Scar? –su lengua formuló la pregunta sin pensarlo –. Él también está invitado, ¿cierto? –el semblante de Simba se endureció un poco, pero la compuso ante la mirada de sus hijos, más no pudo disimular la dureza de su mirada escarlata. Hasta Scar parecía sorprendido por la pregunta de Nadia –. Él es parte de tu familia. Quieras o no está en su derecho.

–Él no tiene derechos aquí. Los perdió desde que cometió traición.

Kiara y Kopa repararon en el león adulto de aspecto melancólico y desaliñado acompañado de una melena negra, ojos verdes, pelaje rojizo y una cicatriz delgada y rosada en su ojo izquierdo. El león les devuelve la mirada al sentirse observado.

Mientras Simba y Nadia se ensartaban en una pequeña discusión, Kiara se acerca al león con curiosidad.

–¿Qué quiso decir Nadia con que eres de la familia?

Las cejas de Scar se alzaron ante la valentía de la cachorra recordando brevemente a Simba a esa edad.

–¿Su padre no se los ha dicho?

–No te lo estaría preguntado si así fuera –dijo Kiara, audaz.

Scar ladeó una pequeña sonrisa, divertido.

–¿Algún familiar lejano? –se atrevió a preguntar Kopa mirando al león de arriba a abajo –. No nos parecemos mucho. ¿No se habrá equivocado Nadia? Tiene pinta de distraída algunas veces.

–Pues lamento decepcionarte, pequeño príncipe, pero si soy de la familia –aseguró Scar con hastío –. Y más cercano de lo que crees. Soy el tío de tu padre, tu tío abuelo.

Los ojos de Kopa se abrieron graciosamente mientras que Kiara le miró algo confusa.

–¡Oh, por favor! ¡Literalmente soy su niñera, Simba! –el grito de Nadia hizo que los tres giraron a ver a la humana con la mirada más aterradora del mundo, pero Simba parecía firme en su postura pese a esa mirada parecida a la que su madre le dedicaba cuando hacía una travesura –. Scar no hará nada, literalmente su plan se fue al caño, no tiene con que más hacerte daño. ¡Ni siquiera se ha planteado la venganza pese a que te detesta!

–Si saben que sigo... seguimos aquí, ¿verdad? –corrigió para llamar su atención.

Pero fue olímpicamente ignorado.

–¡Tú no sabes las atrocidades que ha hecho! Si lo supieras, no estarías de su lado.

–No estoy del lado de nadie y tampoco lo justifico, por mucho que me simpatice –los señalo a los tres como si probara un punto –. Míralo, hasta tus hijos están junto a él y no les ha pasado nada.

–Nadia, Simba, Basta los dos. –habló fuerte Scar provocando que ambos dejaran de discutir y le prestaran atención. Sus ojos los escudriño con decepción –. Nadia, llévate a los cachorros. ¡Es una vergonzoso que vean a dos adultos pelear cuál cachorros! necesito hablar con Simba a solas.

–Pero...

–No puedes...

Ambos intentaron objetar pero fueron silenciados por la mirada gélida del león mayor:

–Ahora, Nadia y no me repliques, Simba –en su tono no daba pie a ninguna réplica.

Nadia se fue con los cachorros sin decir otra palabra. Cuando Scar se pone así es mejor hacerle caso sin hacer tanto ruido.

Una vez solos, ambos leones se observaron sin decir nada en lo que parecían ser horas, aunque en realidad, tan solo fueron unos minutos o segundos, pero el ambiente se volvió tan tenso que Simba casi podría jurar que podía cortarlo con sus garras.

–¿De que quieres hablar? –preguntó finalmente Simba al no soportar el silencio.

–Escucha –empezó Scar –, esto no me gusta tanto como a ti. Pero no podemos seguir de este modo. Es contraproducente.

–¿Y qué sugieres, entonces? Tú comenzaste todo esto, Scar –acusó Simba –. Tu odio nos llevo a esto. No puedo confiar en que no harás algo en mi contra o en quienes amo. Ya me arrebataste a mi padre, no permitiré que me arrebates a otros.

–¿No acabas de escuchar a Nadia decirte que no planeo nada? Sería una completa pérdida de tiempo volver a intentar obtener el trono. Las leonas ya conocen la verdad, combinado con eso, dudo mucho que tendría éxito –dijo Scar.

–Dejaste entrar a la hienas...

–Las deje entrar porque creía que leones y hienas podríamos convivir en un mismo espacio y dar comienzo a una nueva era –explicó –. Pero, como sabrás, eso no funcionó. Las leonas no quisieron dejar atrás sus prejuicios. Y todo empeoro con la caza excesiva y la sequía.

–Una caza que tu permitiste –recalcó Simba, su voz baja y contenida.

–Éramos muchas bocas que alimentar –se justificó –. Cuando quise arreglar ese detalle, la sequía llegó y hasta en eso las leonas me culparon. ¡Como si yo controlara el clima! –exclamó, irritado ante el recuerdo.

Las leonas tomaron la sequía como otro mal presagio en el gobierno de Scar, aumentando más su recelo ante el león como si él fuese el culpable de sus calamidades. Cuando Simba volvió se tomó como un buen presagio; la bola de pelos volvía de la muerte para atormentarlo con su parecido a Mufasa y no solo eso, la sequía acabó y estuvo a punto de morir devorado y carbonizado.

Simba guardó silencio. Su madre le comentó que al principio del reinado de Scar las cosas no eran tan malas, que hizo un buen trabajo al comienzo, pero las cosas pronto se torcieron. Simba tampoco supo la amistad o su complicidad con las hienas hasta años después. Se preguntó por un momento como fue que se conocieron siendo estos últimos enemigos de los leones. Y la realización lo golpeó como un balde de agua helada, nunca conoció a su tío como él creía conocerlo, ni cuando cachorro, ni ahora que lo tiene de frente; solo sabe que el odio abundó su corazón y cometió un terrible crimen.

–Eso no cambia el hecho que mataste a mi padre, tu hermano, y que hayas intentado asesinarme.

–Pude asesinarte desde hace mucho, con mis propias patas –reveló el león mayor, Simba abrió los ojos desmesuradamente. Ladeó una sonrisa irónica –. Hubiera sido tan fácil. Eras pequeño, débil, y los accidentes pasan. Y lo mejor, es que tu padre nunca lo hubiera sospechado. ¡Oh Mufasa! fue terrible. Lo perdí de vista por un segundo e intenté desesperadamente salvarlo, pero no pude –Scar posó su pata sobre su cara en una pose dramática mientras su rostro se deformaba en una mueca triste, desconsolada y su voz se quebraba. Simba lo miro impresionado, luego Scar compuso su rostro a su mueca normal –. Pero no lo hice, porque eras un cachorro inocente en aquel entonces. Y yo no era lo suficientemente miserable como para intentar hacerte daño. La idea cruzo por mi mente, sí, pero nunca lo lleve a cabo; hasta el día de la estampida cuando le ordene a esos tontos que acabarán contigo.

–A todo esto –comenzó Simba sin saber muy bien qué decir, estaba impresionado, casi sin palabras. ¿Cómo es posible que dos hermanos hayan llegado a esto? ¿porque lo hizo? –. ¿Valió la pena, Scar? ¿Lo hizo? ¿No sentiste nada? –Silencio. trago fuerte –. Si no acabe contigo esa vez fue porque, en serio, no me parezco a ti. No seré como tú. Pero, si haces algo para lastimar a quienes amo, no dudare en hacer lo que tenga que hacer. Así si Nadia se interponga, lo haré.

–La humana no tiene nada que ver entre nosotros. A ella la dejarás fuera de esto, no fue desicion de ella estar aquí.

Pensar que Nadia pueda salir herida de cierta forma le molestaba a Scar, aunque él se niegue a admitirlo, pero tambien sabia que Simba nunca la lastimaría porque le agradaba.

–Scar, yo...

–Hagamos una tregua –interrumpió con voz cansina, quería terminar ya con esta conversación –. Una tregua es lo mejor que podemos hacer en esta situación. Para los dos –al ver a Simba dudar, agregó:–. Oh, vamos. ¿No estas cansado de pelear todo el tiempo? No pienso hacer nada más que vivir mis últimos años en relativa paz.

Simba tuvo que darle la razón a Scar, estaba cansado de pelear todo el tiempo con él. Una tregua no suena tan mal. Pero, ¿podrá confiar en pueda cumplirla? Tendrá que averiguarlo.

–Una tregua sería lo más adecuado para nuestra situación –cedió –. Y, como muestra de buena voluntad, estás invitado a ver la ceremonia de Kion. Ya veremos si esto vale la pena.

–No iré a donde no soy bienvenido. Pero, como muestra de buena voluntad, iré porque si no Nadia me molestara por días.

Simba rió ligeramente.

–Es todo un caso esa humana. Nunca te vi tan dominado por una hembra, mucho menos por una humana. Aunque me sorprende mucho, se ve dulce y tierna. Como dijiste, una cría de gacela.

–No vives con ella –replicó Scar, una tanto más relajado –. ¿Tenemos una tregua, Majestad?

Ignorando el deje burlón en esa última palabra Simba dijo:

–Tregua.