Hermione siempre había sido curiosa.
Desde pequeña, desde que tenía memoria, siempre se había maravillado por lo grande que era el mundo y sus infinitas posibilidades. Su mente era inquieta, y no podía evitar preguntarse el porqué de cada cosa. Esto incluso aumentó más cuando conoció el mundo mágico.
Su curiosidad la impulsó a aprender, estudiar y practicar, convirtiéndose poco a poco en la mejor, una joven modelo; para bien o para mal.
Con el tiempo algunos empezaron a considerarla una genio, incluso una niña prodigio. Ciertamente era un halago, pero Hermione no entendía cómo ser una joven dedicada se traducía a ser una genio. Más de una vez se paralizaba ante los problemas, le costaba pensar fuera de la caja y habían hechizos que le tomaba horas perfeccionar.
Era extraño, todo había empezado por su simple deseo de aprender. Utilizar sus conocimientos para crear algo nuevo y comprenderlo. Para ella, el mundo a veces era duro y confuso, por eso terminó refugiándose en las historias e ideas.
Crear… Todo parecía estar mucho más claro cuando hacía esto. Era lo que hacía cuando estaba sola, cuando se sentía perdida. Le daba paz y felicidad; había descubierto que eso era lo que quería hacer con su vida.
Por supuesto, esto se terminó convirtiendo en un conflicto para ella.
Ella tenía una mente brillante y tenía que usarla para beneficiar a la sociedad. No había tiempo que perder en ideas tontas. Más de una vez tuvo un conflicto con sus padres cada vez que mencionaba este asunto.
Aun eres muy joven, ya cambiarás de opinión.
Existen muchas mejores opciones.
No puedes desperdiciar tu talento de esa forma.
Más de una vez se había callado con el fin de evitar problemas. Tal vez tuvieran razón, y lo mejor era dejar sus ideas en un simple pasatiempo.
O al menos eso pensó durante mucho tiempo, hasta que un día descubrió que no tenía que ser así. Ir en contra de la corriente no era imposible, mucho menos un sueño lejano. Muchas personas a su alrededor podían hacerlo, incluso las más cercanas a su ser.
—¿Ustedes hicieron todo esto? —Preguntó Hermione viendo los distintos sortilegios de Fred y George aquella noche hacía unas semanas.
—Por supuesto. A ver, ¿lista para maravillarte Hermione?
Tantas cosas increíbles… Y pensar que ella siempre se había limitado a sí misma.
En el fondo tenía que admitirlo, admiraba demasiado a los gemelos Weasley. No importaba la situación, su edad o el desánimo, siempre lograban sacarle una sonrisa a los demás. Era como si convirtieran lo imposible en posible.
Lo había descubierto aquella noche. A pesar de lo inusual de la situación, por primera vez se sentía… Cómoda. Como si alguien la entendiera. Tal vez por eso no pudo evitar darle su apoyo. A fin de cuentas, Fred y George eran las personas que más admiraba. Si ellos perdían los ánimos, ¿qué le quedaría a ella?
Por un momento recordó su conversación.
Tienes que hacerlo. No por ella, pero por ti. Cree en lo que haces y cree en lo que vales —Le había dicho ella a Fred.
¿De dónde había salido eso? ¿Estaba dirigido a él o a ella misma? ¿Tal vez a ambos? No tenía idea.
De todas las personas jamás pensó que hablaría sobre aquello con Fred Weasley, pero bueno, el destino era impredecible. Tal vez por eso ahora no podía hacer otra cosa más que huir cada vez que lo veía.
Aún seguía en conflicto consigo misma. Le había dicho a sus padres que iba a renunciar a aquellas ideas, pero aun así le dijo todo eso a Fred. Lo cierto es que no soportaba las injusticias, y para ella no había mayor injusticia que el rendirse antes de siquiera intentarlo.
Sin duda algo había despertado en ella.
Tal vez por eso ahora se encontraba con una hoja en las manos. No sabía cuánto tiempo había pasado ya. ¿Minutos? ¿Horas? Sólo Dios sabía. Pero sentía que algo había cambiado, si no no tendría la dichosa hoja.
La joven miró nuevamente la hoja que tenía en manos, decepcionada con su contenido.
Sin pensarlo mucho, la arrugó y la lanzó lejos. Al menos lo estaba intentando, tal vez otro día podría tratar de crear algo. Pero no hoy.
No hoy.
Hermione se preguntaba qué tenía que hacer para tener un momento de paz.
El año escolar apenas estaba comenzando, pero ya podía notar que iba a ser diferente a los anteriores. Sólo bastaba con ver todo lo que había pasado: Harry había sido seleccionado como campeón y por consiguiente, Ron se había peleado con él y ahora ella se encontraba sola en medio de todo.
Sola. Porque sus dos mejores amigos eran unos tontos que no podían hablar sobre sus sentimientos como la gente normal.
Si esto era el inicio no quería imaginar lo que vendría después.
La joven negó con la cabeza, tratando de disipar sus pensamientos. Ahora no tenía tiempo para eso.
Decidió centrar su atención en la hoja que tenía en sus manos. Se encontraba en la sala común de Gryffindor desde hacía unas horas y su progreso había sido prácticamente nulo. No ideas, no desarrollo. Nada.
Por todos los demonios, ¿qué le pasaba? ¿Esta era la bruja más brillante de su edad? Al parecer sólo era brillante para estudiar libros de textos antiguos.
—¡Ni siquiera tiene sentido! —Dijo Hermione arrugando la hoja y lanzándola bruscamente.
Para su desgracia, la bola de papel llegó a golpear la cabeza del pobre desafortunado que pasaba por ahí: George Weasley.
Hermione no supo si reír o llorar por su mala suerte.
—¡Oye!
—Ay no, ¡lo siento George! —Respondió ella apenada.
En ese momento, otra voz masculina mucho más cercana decidió intervenir en la conversación.
—Hey, ¿acaso la pobre hoja te hizo algo?
Hermione no tenía que voltearse para saber de quién se trataba, un gemelo Weasley no podía estar muy lejos después de todo. Ya no sabía que era peor, lo que menos quería hacer ahora era hablar con Fred Weasley.
Al final sólo pudo encogerse de hombros.
—Nada de lo que debas preocuparte —Comentó ella como si nada.
—No lo decía por ti, lo decía por la hoja —Dijo Fred acercándose a ella —. Mi pobre hermano fue atacado por ella.
—Puedo asegurarte que George está muy bien-
—¡Hey, eso es mentira! —Exclamó George desde la distancia —. ¡Mi orgullo fue muy lastimado por esa hoja!
Al escuchar semejante tontería, la joven no pudo evitar sonreír levemente.
Era cierto que aún se sentía un poco nerviosa hablando con Fred por lo que había pasado la última vez. Pero había pasado horas frustrada en la sala común sin ningún avance. A pesar de la vergüenza, agradecía el pequeño cambio de ambiente.
—Vaya, al parecer George es tan dramático como tú.
—Eso es ofensivo, ¿sabes? Somos Gryffindor, se supone que debemos ser honrados, decididos y-
—Y valientes —Completó Hermione señalándolo —. Así que por ende, dramáticos.
—Ah, ¿es decir que tú también eres una dramática?
Sólo bastó una mirada seria de Hermione para que Fred se arrepintiera de haber dicho eso.
Vaya, a veces le sorprendía lo intimidante que la joven podía ser sin siquiera palabras. Aún no entendía cómo su hermano podía llevarle la contraria. No sabía si era valiente o muy estúpido.
Seguramente era lo segundo, pero bueno.
—Está bien, está bien, no me mires así. Tú ganas por ahora —Respondió Fred dándose por vencido —. A ver, ¡cambiemos el tema! Tengo una propuesta mucho mejor. Una duda de hecho.
—¿Una duda?
—Exactamente eso: una duda —Dijo Fred sentándose junto a ella en el sofá —. A ver, ¿cómo sabes que soy Fred?
Hermione le miró con extrañeza.
—¿Cómo sé que tú... eres tú?
Fred asintió.
—Sólo es curiosidad. Somos gemelos después de todo, ¿no? Generalmente todos tienen problemas para distinguirnos al menos una vez. A mamá aun le pasa algunas veces… —Explicó Fred posando su mirada en los ojos de Hermione —. Pero tú. No te has equivocado ni una sola vez desde que nos conocimos. Lo cual es sospechoso si me preguntas.
Hermione pestañeó varias veces, procesando la información.
Después de todo lo que había pasado últimamente, se esperaba otro tipo de pregunta. A fin de cuentas, más de una vez lo había dejado con las palabras en la boca, escapando del lugar.
Eso sin contar que había revelado que se sentía algo cansada de la carga de sus notas y que se sentía como una posible decepción para sus padres.
Bueno, tal vez era mejor así. Mientras no mencionara aquello todo estaría bien.
—De todas las cosas que podrías haber preguntado, ¿esa es tu duda?
—Es que no me deja dormir en las noches…
Hermione rodó los ojos, aunque no parecía nada molesta.
De repente todo parecía estar mucho más tranquilo a su alrededor. Algo que agradecía profundamente tras varios días de amarga soledad gracias a sus amigos.
—Supongo que son los pequeños detalles —Respondió ella antes de darse cuenta —. Quiero decir… Siempre he sido muy detallista y ciertamente ustedes son muy parecidos. Pero cada uno tiene pequeñas cosas que los hacen diferentes. Únicos a su manera.
—Hump...¿Por ejemplo?
Hermione miró detenidamente a Fred por un segundo.
—Bueno. Tu cabello tiene un tono rojo más castaño, como el de Ginny. Mientras que el de George se parece al de Ron, un rojo más intenso. Y así con otras pequeñas cosas. Simplemente soy muy detallista.
—¿Me estás diciendo que soy especial? —Respondió Fred sonriendo.
Ella rodó los ojos nuevamente.
—Especialmente molesto, pero sí.
—Eso es más que suficiente para mí.
—¿Desde cuándo me hablas con tanta familiaridad?
—Desde que me di cuenta que no eres tan diferente a mí, ¿no es así?
Hermione se quedó callada.
Ese tema otra vez… Parecía que siempre bajaba la guardia cuando estaba Fred. Tal vez lo mejor era irse y aprender a ser más prudente. No tenía ganas de hablar sobre aquello ahora.
Antes de que pudiera seguir pensando, Fred decidió calmar sus preocupaciones:
—Tranquila, no diré más nada —Respondió él llevándose la mano al pecho —. ¿Sabes? Quería pedirte disculpas, por lo del otro día.
Hermione le miró sin comprender.
—¿Cómo? ¿Por qué me pedirías disculpas?
—Parecías realmente afectada por lo que dije —Dijo Fred encogiéndose de hombros —. No necesito saber toda la versión de la historia para saber que no estuvo bien.
—No tienes que hacerlo. No hiciste nada malo.
—Bueno, eso es bueno saberlo —Respondió Fred sonriendo levemente —. Aun así, no me gusta hacer sentir mal a los demás, aunque haya sido accidentalmente. Mi propósito es causar risas, no lo contrario. Así que por eso… Me disculpo.
Hermione no supo qué decir.
Fred se estaba disculpando.
Por algo que ni siquiera había hecho mal.
Por un momento se sintió mal consigo misma. Fred no había hecho nada malo, ella fue la que habló de más y la que se escapaba avergonzada de sí misma. No era justo, ¿había apartado tanto a Fred que el pobre no había encontrado otra opción más que disculparse?
Y aun así aquí estaba él, sin pena ni gloria ante ella. Hermione se preguntaba cómo alguien podía sonreír incluso en este tipo de situación.
—No hay nada que disculpar.
—¿Nada de nada?
—Tampoco tientes tu suerte.
—La suerte nunca me ha abandonado.
Antes de que la joven pudiera replicar, una voz distante decidió intervenir en el asunto.
—Muy bien, muy lindo y todo, ¿pero y mi disculpa? —Dijo George desde la distancia, al parecer nunca se había ido de la sala común —. ¡A mí me golpeó tu papel asesino!
Hermione le miró avergonzada. George se encontraba a unos pocos metros mirándole como el gato rizón de Alicia en el País de las Maravillas. ¿Desde cuándo estaba ahí? No quería ni pensarlo.
—¿Qué? ¡Pero si ya te dije que lo sentía! —Exclamó Hermione confundida.
—¡Pero no de forma correcta!
—¡George! —Exclamaron Hermione y Fred, al mismo tiempo.
—Bueno, bueno —Respondió George rodando los ojos —. ¡Me voy entonces!
Dicho esto, el pelirrojo se largó del lugar con una sonrisa de satisfacción en la cara. A lo que Hermione y Fred no pudieron hacer otra cosa más que mirarse extrañados.
¿Que acababa de pasar?
—El punto es que… —Dijo Fred tratando de volver a la realidad —. Gracias por las palabras de ese día, me sirvieron de mucho. Así que dejaré de molestarte con el tema, ¿te parece? No me gusta causar problemas. Bueno, al menos no de este tipo. Además, me gustaría que volviéramos a ser amigos.
Hermione le miró detenidamente al escuchar esa palabra.
Amigos…
Fred Weasley, ¿la consideraba su amiga? Obviamente habían hablado varias veces y se llevaban bien, pero siempre había asumido que esto era por el lazo que compartían ambos con Ron. Nada más.
Tal vez había sido muy ciega, o muy cerrada… Por supuesto que podía tener más amigos además de Harry y Ron. De por sí ambos estaban muy ocupados peleando para siquiera hablarle.
Además, no podía negar que todo parecía mucho más claro cuando Fred estaba alrededor.
—¿Amigos dices?
El asintió.
—¿Te parece? —Dijo Fred extendiendo su mano.
Hermione no tenía que pensarlo mucho.
Antes de darse cuenta tomó la mano y de repente todas las semanas de conflicto entre ambos parecieron ser un recuerdo lejano.
—Está bien —Respondió ella sonriendo levemente —. Amigos.
Una semana había pasado desde aquel hecho.
Durante todo este tiempo la había seguido sin nada interesante que contar. Hermione se sentía feliz de poder seguir con su vida sin problemas y Fred, bueno, Fred se sentía tranquilo de ver que por lo menos ya no lo estaban evitando.
Algo era algo, ¿no? Había hecho las paces con Hermione y ahora se sentían más cómodos el uno con el otro. Aun así, no podía dejar de sentir curiosidad. Las palabras de Hermione volvían a resonar en su mente cada cierto tiempo y seguía sin entender su significado...
En fin, no había mucho que pudiera hacer por ahora, además de prestar atención a los detalles.
Por ejemplo, con el paso de los días Fred había notado ciertas cosas sobre Hermione:
Hermione pasaba una considerable cantidad de tiempo sola
Hermione leía mucho
Hermione escribía mucho
Hermione parecía odiar las hojas de papel y por eso las arrugaba a cada rato
A ver: no la estaba acosando. ¡Estas cosas eran hechos que cualquiera podría notar a primera vista!
Hasta el momento era la única información que había recolectado y tampoco se atrevía a forzar la situación para que ella le dijera algo.
Era un poco contradictorio, ¿no? Había dicho que quería descubrir el sueño de Hermione, pero también le había prometido no forzarla más con el tema. Y es que quería que la muchacha se sintiera cómoda y se lo dijera de propia voluntad.
Así como le había dicho a George, creía que sólo necesitaba una oportunidad. Su cara al ver su caja de música había sido prueba de ello. Seguramente podrían ayudarse el uno al otro.
Y si no… Bueno, esperaba que al menos algo bueno saliera de esto.
En esos momentos Fred se encontraba en la biblioteca. Necesitaba buscar unos libros de encantamientos para avanzar con su proyecto de luces cambia-forma.
Para su felicidad o desgracia, no tardó en encontrarse con una joven de pelo rizado sentada en una mesa: Hermione Granger. La morena estaba sola y parecía molesta, no tardó en arrugar la hoja de su cuaderno y arrugarla.
—¿Nuevamente molesta con el papel? —Preguntó Fred acercándose.
Hermione le miró con sorpresa, no esperaba encontrárselo aquí de todos los lugares.
—Oh, Fred. ¿Qué te trae por aquí?
—Eso debería preguntarte yo, ¿no crees? —Respondió él sonriendo —. Al parecer eres un peligro para las hojas de papel indefensas.
Hermione suspiró, había sido atrapada con las manos en la masa.
—Sólo ando un poco frustrada. Llevo un buen rato aquí y no logro avanzar con nada.
—Vaya, qué gran tragedia —Respondió Fred llevándose la mano al pecho —. A ver, déjame ayudarte. No es correcto desamparar una dama en apuros.
Dicho esto, el joven se sentó en la misma mesa que ella.
Se suponía que tenía que avanzar con su proyecto de luces cambia-forma pero ya había investigado una buena parte. Y como le había dicho a George, sabía que en el fondo necesitaban la ayuda de Hermione. No habían vuelto a hablar mucho desde aquella noche.
No obstante, no tardó en notar que la joven le miraba como si estuviera completamente loco.
—A ver, ¿por qué me miras de esa forma?
—Pues en primer lugar este no es un lugar donde esperaría encontrarte si te soy honesta...
—Pues te equivocas —Respondió él encogiéndose de hombros —. Aunque no lo creas, tanto George como yo recorremos este lugar con frecuencia. Nos guste o no tenemos que usar mucho nuestro cerebro. Por ejemplo, veo que ese ensayo te está dando problemas.
Hermione miró su hoja de papel.
Había pasado tanto tiempo frustrada con la hoja en blanco que había olvidado que tenía otras cosas que hacer. En este caso, avanzar con su ensayo para pociones, el cual estaba prácticamente vacío.
—Nada del otro mundo —Dijo ella como si nada —. Sólo debo encontrar ciertos ingredientes flamables que a la vez contrarresten el efecto de las plumas de fénix.
Fred pareció meditar un segundo sobre el asunto.
—¿Has probado con la hierba del atardecer?
—¿Hierba del atardecer? —Preguntó ella frunciendo el ceño.
—A ver, un ingrediente flamable: es hierba. Y según recuerdo contrarresta los efectos de las plumas por no sé qué componente. Chequea tu libro, recuerdo que George y yo las usamos para crear nuestros caramelos sonoros el año pasado.
Hermione revisó rápidamente su libro.
Jamás se le habría ocurrido usar un ingrediente tan sencillo para una poción de este tipo. No fue hasta pasados unos minutos que encontró la página con la respuesta y sorpresa: Fred estaba en lo cierto.
—Vaya, eso… Eso tiene mucho sentido —Dijo Hermione tras leer un párrafo entero.
El joven sonrió con orgullo, no era común recibir un cumplido de ella.
—Por supuesto, soy el gemelo inteligente después de todo. ¿Cómo crees que logramos crear todos nuestros sortilegios?
—Amm… ¿Con magia?
Fred tenía que reconocer que Hermione tenía un irónico sentido del humor.
—Muy graciosa —Respondió Fred chasqueando la lengua —. Bueno sí, pero también requiere investigación. La mayoría de las cosas que creamos toman días de ensayo y error.
Ensayo y error...
No lo había pensado, por supuesto que la mayoría de los sortilegios Weasley requerían un gran trabajo.
Por un momento Hermione pensó en sí misma y en todas las hojas que había arrugado y lanzado todos estos días. Eran prueba viviente de su estancamiento y lo odiaba. No obstante, aquí estaba Fred Weasley diciéndole que él también vivía eso todos los días y no le importaba.
Tal vez debería aprender de ellos.
—Debe ser agotador... —Comentó ella finalmente.
Él asintió.
—A veces lo es. Pero cuando ves el resultado todo vale la pena. ¿No lo crees?
—Sí, tienes razón —Respondió Hermione asintiendo —. Quién lo diría, así que en el fondo son todos unos genios y sólo lo utilizan para crear sus sortilegios, ¿eh?
—¿Te suena familiar?
Hermione tragó saliva.
—Yo…
—No te preocupes, prometí no presionarte más con el asunto, ¿recuerdas? —Dijo Fred sonriendo —. Hablando de mentes brillantes… Vine aquí porque te tengo una propuesta.
—No.
—¿Que? Pero si ni he-
—Si es una propuesta hecha por ti no puede ser algo bueno —Dijo ella cruzándose de brazos —. Estoy seguro que me meterá en problemas.
—¡Claro que no! Bueno sí, pero-
Hermione frunció el ceño.
—¿Peeeero?
Fred suspiró.
—George y yo necesitamos tu ayuda. Tenemos muchas ideas, pero aún no sabemos cómo hacerlas funcionar. Creo que nos puedes ayudar.
Hermione le miró detenidamente sin saber qué decir.
Por supuesto, debía ser una broma, ¿verdad?
No fue hasta pasado unos instantes que se dio cuenta que Fred parecía estar hablando en serio. Lo cual no tenía sentido, a pesar de su admiración por ellos seguía creyendo en las reglas. No le gustaba la idea de que Fred y George causaran alboroto en los pasillos a cada rato.
Pero Fred había dicho creo. Verbo creer conjugado en la primera persona del singular. Él era quien creía en ella.
Cree en ti. Cree en lo que vales.
Cree en lo que haces.
—¿Hermione? —Preguntó Fred trayéndola de regreso a la realidad.
—Oh, ¿esto es real? —Respondió Hermione frotándose los ojos —. Creí que estaba soñando.
Fred frunció el ceño.
—¡Hermione!
—¡Lo siento! Es que… ¿Mi ayuda? —Preguntó ella señalándose a sí misma.
—¿Por qué no?
—La pregunta sería: ¿Por qué yo?
—Tu misma lo dijiste, ¿no? —Comentó Fred como si fuera algo obvio —. Eres la bruja más brillante de tu edad. Y sé que el apodo no te gusta. Pero mira, no tienes que ser brillante sólo para lo académico. Puedes usar tu brillantes-
—Esa palabra ni siquiera existe.
—Claro que sí, la acabo de inventar —Respondió él rodando los ojos —. En fin, el punto es… Puedes usar brillante para lo que tú quieras. Puedes usar tu cerebro para ayudarnos.
Hermione miró a Fred y luego a la hoja arrugada en el suelo.
Cree en ti, Hermione. Cree en lo que haces y en lo que vales.
Seguramente se arrepentiría de esto, pero...
—Muy bien, ¿pero a qué específicamente? —Preguntó Hermione.
—A crear por supuesto.
Enseguida la joven frunció el ceño, seguía sin estar cómoda con la idea de ayudar a crear sortilegios que causaran el caos. No estaba en su naturaleza y Fred pudo notar esto.
—Sé que estás en desacuerdo con todo lo que sea para generar bromas, pero viste nuestra caja musical, ¿no? —Respondió Fred con entusiasmo —. También creamos muchas cosas como esas. Cosas interesantes, creativas y maravillosas que alegran a los demás. Puedes ayudarnos con eso.
Esto parecía tener mucho más sentido para ella.
Ahora sólo tenía una duda más:
—Y… ¿George está de acuerdo con esto?
El asintió.
—Por supuesto.
Hermione no sabía porque, pero la idea sonaba tan tentadora.
Parecía una oportunidad de escapar de sus problemas. De la carga de genio que ella misma se había impuesto y de la hoja en blanco que tanto la atormentaba.
Antes de poder pensarlo más, respondió:
—Bien, los ayudaré.
Hermione se encontraba caminando por los pasillos de Hogwarts junto a Fred.
Había pasado un día desde su conversación en la biblioteca y el pelirrojo le había dicho que la acompañara después de clases para empezar a trabajar. Ahora ambos estaban ahí, caminando a quién sabe dónde.
La joven suspiró amargamente, ¿en que se estaba metiendo? Todo esto era culpa de Harry y Ron, los muy tontos seguían peleados y apenas lograba dividirse entre ellos.
Mientras caminaba empezó a pensar que capaz había sido un error. Ella no estaba hecha para esto, su mente estaba hecha para los libros, estudiar e investigar. Ni siquiera podía pasar más de media hora sin arrugar una hoja. Seguramente lo mejor era irse y-
—Ni siquiera se te ocurra —Le dijo Fred trayéndola de regreso a la realidad.
—¿Qué? ¡Pero si yo no dije nada!
—No, pero tu mirada lo decía todo, ¿querías escapar, no es así?
Hermione prefirió no responder.
Aún no podía creer que estaba a punto de ayudar a Fred y George Weasley con sus ideas. Mucho menos que Fred la había convencido de esto. Realmente tenía la cabeza muy confusa últimamente.
Tras unos minutos ambos llegaron a una puerta en el cuarto piso. Seguramente era uno de los tantos salones abandonados que había en el castillo.
—Bienvenida a nuestra guarida —Comentó Fred abriendo la puerta con una sonrisa.
Hermione miró a su alrededor.
Ante ella había un desastre total: objetos tirados por todas partes, calderos humeantes con olores desagradables en una mesa y miles de papeles amontonados en un estante.
—Creo que me quiero regresar —Dijo ella casi enseguida.
—Oye, ¡lo prometiste! No puedes echarte para atrás ahora.
En ese momento otra voz intervino en la conversación. Por supuesto, George Weasley también estaba ahí para recibirla.
—Te lo dije Fred, esto sería demasiado para ella —Dijo el pelirrojo cruzándose de brazos mientras sonreía —. Incluso la bruja más brillante de su edad tiene límites. ¿No es así?
Hermione le miró detenidamente. Esa mirada que tenía él…
¿Acaso la estaba retando?
Ah no, eso sí que no.
—Muy bien, ¿con qué les ayudo? —Preguntó Hermione mirando a Fred.
El pelirrojo sonrió.
—¡Esa es la actitud!
—Tal vez si estoy soñando… —Exclamó George fingiendo dolor —. ¡Hermione Granger ayudándonos!
Hermione rodó los ojos.
—¿Siempre son tan dramáticos los dos?
Ambos asintieron y enseguida Hermione supo que esto sería más difícil de lo que pensó.
Bueno, ya era muy tarde para arrepentirse de todas formas. Rápidamente se acercó a una de las mesas y dejó todas sus cosas ahí. No había tiempo que perder.
—Muy bien, ¿qué tienen en mente? —Preguntó ella mirando los calderos.
Fred y George se miraron entre sí.
—Pues muchas cosas —Dijo Fred.
—Tal vez demasiadas.
—Peeeero —Recalcó Fred levantando el dedo índice —. Aceptaste ayudarnos sólo con las cosas que no sean para causar directamente el caos.
—Es decir, las cosas aburridas —Agregó George.
Hermione asintió.
—Me alegra que lo recuerden.
—Así que podemos empezar con esto —Dijo Fred sacando un cuaderno con anotaciones —. Se trata de diarios gemelos con tinta invisible. Aún no logramos que el texto desaparezca cuando llega al otro diario, ¿crees poder ayudarnos?
Hermione miró el cuaderno de anotaciones. Parecía una idea interesante, aunque entendía perfectamente porque los gemelos no lograban hacer que el texto desapareciera.
Sin duda podría echarles una mano.
De repente pudo sentir una ráfaga de entusiasmo en su interior.
¿En que se estaba metiendo? Tal vez era mejor no pensarlo.
—Por supuesto —Respondió ella asintiendo —. Muy bien, empecemos.
¡Regresé!... ¿Algo interesante que decir?
Al fin conocemos un poco más sobre la mente de Hermione. La joven es una prodigio, sobre todo si miran las películas, pero si se fijan en los libros Hermione era una muchacha que muchas veces se abrumaba con sus emociones y le costaba pensar fuera de la caja. No es perfecta, y por eso me gusta tanto. Es la prueba viviente de la perseverancia y la madurez.
Hermione y Fred al fin han dado el primer paso en su amistad y por lo menos ya pueden hablar sin problemas. Aun faltan muchas cosas, pero ahora Hermione ha decidido ayudarlos y eso es algo que ni ella se cree, ¿por qué lo hizo? tal vez es un salto de fe, una prueba a si misma, aun no lo sabe. Pero seguro será interesante. Su sueño no es muy difícil de descubrir, dejé varias pistas en este capitulo hehe.
Me alegra ver que a algunos les ha gustado, eso me reconforta porque esta ship sigue siendo nueva para mi :') Si pueden, por favor díganme que les pareció, así sea mucho o poco. ¡Todo es bien recibido!
Como siempre, muchas gracias por leer. Sin nada más que decir, ¡nos vemos!
