Hermione se preguntaba cómo su vida había terminado en este punto.

Se encontraba en uno de los tantos salones abandonados del castillo, con un papel en mano mientras observaba como un caldero burbujeaba constantemente. Si se concentraba lo suficiente tal vez podría imaginar que estaba en clase de Pociones.

Pero no, todo lo contrario. Entre más lo miraba más consciente era de su realidad: se encontraba ayudando a los gemelos Weasley a realizar una poción para sus nuevos sortilegios.

¿Cómo había terminado en esta situación?

Uno de esos tantos misterios de la vida.

Tal vez fuera el destino, el karma, la constelaciones. Quien sabe, capaz y hasta el horóscopo tenía algo que ver con esto.

Hermione ahogó un suspiro.

Lo cierto es que ella era todo lo contrario a los gemelos. No se le hacía tan fácil imaginar ideas de la nada, pero quería ayudar. De verdad quería hacerlo. Tal vez por eso se encontraba estudiando una poción desde hacía media hora. Era lo menos que podía hacer.

Todo esto era nuevo, y un poco raro… Pero no podía negar que era algo divertido también. Y le daba a su mente algo con que distraerse.

De repente la hoja en blanco no parecía darle tanto miedo.

—¿Algún progreso con eso? —Preguntó de repente alguien sacándola de sus pensamientos.

—¡Aaah!

La simple voz fue suficiente para que Hermione diera un salto y las hojas casi cayeran dentro del caldero.

Gracias al cielo la joven fue lo suficientemente rápida y no ocurrió un accidente. Aunque la acción fue más que suficiente para que la persona a su lado se echara a reír fuertemente.

Por supuesto, esta persona se trataba de nada más y nada menos que Fred Weasley.

—¡Hey, eso no es gracioso! —Exclamó Hermione dándole un leve golpe.

—¡Para mí sí lo fue!

—¡Fred!

—Ya ya, perdón —Respondió Fred calmando su risa —. Es que debiste ver tu cara, ¿te asusté?

Hermione apartó la mirada.

Por supuesto que no iba admitir que la habían atrapado completamente perdida en sus pensamientos. Mucho menos que casi sufrió un mini infarto.

Aún no se acostumbraba a las constantes bromas de Fred Weasley hacia su persona.

—Nada del otro mundo, aunque por poco se me caen las hojas...

—¿Qué tienes ahí? —Preguntó Fred, notando el caldero burbujeante que se encontraba a su lado.

—El intento de poción atrapa sueños de hace dos días.

—¿La que terminó manchando el cabello de George?

Hermione asintió.

—Con suerte esta vez nadie saldrá con su cabello lastimado —Comentó ella soltando un suspiro —. Aunque… Bueno, no importa. Llegaste temprano hoy, ¿y George dónde está?

Fred miró a su alrededor y luego sonrió como si supiera que algo había pasado.

Hermione había decidido bautizar esa sonrisa como la Weasley-Señal y esta generalmente significaba malas noticias para la persona involucrada.

Ay no, ¿ahora que hicieron?

Bueeeno, digamos que Snape tuvo un pequeño accidente así que nuestra clase de pociones fue cancelada —Respondió Fred fingiendo lastima —. George debe venir en camino junto a Lee.

—¿Porque presiento que ustedes tuvieron algo que ver con ese desafortunado accidente?

La sonrisa de Fred creció aún más (si es que eso era posible). Como si esa fuera la única respuesta que necesitaba.

Hermione no pudo evitar sentir algo de lástima por Snape, si es que eso era posible.

—Ay no, mejor no me digas nada —Comentó Hermione negando con la cabeza —. No quiero ni saberlo.

—Las oportunidades son para aprovecharlas, querida Hermione.

—Claro, por supuesto. Como tu oportunidad para asustarme hace un rato, ¿no?

Antes de que Fred pudiera replicar, una voz resonó fuertemente en el salón.

En ese momento entraron George Weasley y Lee Jordan. Ambos cargaban con unas pequeñas cajas de Dios-Sabe-Qué y parecían bastante entusiasmados. Casi como unos niños con un nuevo juguete.

Nuevamente Hermione tuvo un mal presentimiento.

—¡Hermione! ¡Nuestra chica favorita! —Exclamó George extendiendo los brazos —. ¿Qué tal todo?

—Hola George, hola Lee —Les saludó ella con la mano —. Los veo muy entusiasmados, ¿debería preocuparme?

—¿Por ti o por nosotros? —Respondió George sonriendo.

George.

El pelirrojo no pudo hacer más que reír.

—¡Tranquila, tranquila! Juro solemnemente que no debes preocuparte por nada.

—Eso no me da ninguna seguridad, ¿sabes?

—Pues es lo único que te puedo dar —Respondió George encogiéndose de hombros, aunque se le podía ver una sonrisa —. O lo tomas o lo dejas.

Mientras tanto, Lee aprovechó ese instante para depositar una de las cajas en el suelo. Hermione no pudo evitar notar que el moreno le miraba con desconfianza. Probablemente no estaba convencido con su presencia, tampoco podía culparlo.

—Aun no puedo creer que estés aquí, Granger —Comentó Lee para luego mirar a Fred —. ¿Seguro que no la amenazaron o algo?

Fred se encogió de hombros.

—Créeme, yo tampoco me lo creo.

—A ver, a ver, ¡hoy tenemos más tiempo de lo usual! —Intervino George con entusiasmo —. Quiero probar esos polvos peruanos de oscuridad absoluta.

Hermione miró entonces como George y Lee dejaban todas sus cosas en una mesa para irse a un rincón con varios empaques de polvo negro. Por supuesto, Fred no tardó en unírseles con entusiasmo.

Y ella… Bueno, ella prefirió quedarse a seguir estudiando la poción. Ya luego podría ir a echarles un vistazo.

De esta forma, y antes de darse cuenta, una pequeña burbuja de tranquilidad se armó en el lugar.

Generalmente esto sucedía todos los días. Hermione había descubierto que los gemelos estaban más que decididos a abrir su tienda, así que cada día se ponían a trabajar: diseños, propuestas, pruebas y ventas. Sorprendentemente era algo bastante relajante a su manera. Le gustaba porque-

¡BOOOM!

Aunque bueno, que fuera relajante no quería decir que no fuera impredecible.

Eso es lo que pensaba ahora mientras veía como la mitad del aula se llenaba de una inmensa nube de polvo oscuro.

—¿¡Están bien!? —Exclamó Hermione acercándose a ellos, apenas y podía ver algo.

—Sí, o al menos eso creo —Respondió George entre la oscuridad —. ¡Lumus!

El hechizo fue suficiente para iluminar el lugar, rápidamente Hermione logró ver a Fred y a Lee, quienes no paraban de toser.

Quién lo diría, los polvos de oscuridad funcionaban. Tal vez demasiado bien para su gusto.

—No queda duda: son más oscuros que el alma de Snape —Comentó Lee mientras se sacudía el polvo de encima.

Fred y George asintieron con entusiasmo.

—Es decir…

—¡Que funcionan!

Hermione les miró de reojo.

No pudo evitarlo, una sonrisa se dibujó en sus labios. Era increíble la capacidad que tenían todos para mantener los ánimos incluso en las circunstancias más bizarras.

En fin, ahora tenían algo más importante que hacer: limpiar este desastre.

Los polvos de oscuridad eran efectivos, y si bien la mayor parte del desastre desapareció con magia, el resto tocaría limpiarlo de forma tradicional, es decir, al estilo muggle.

Rápidamente se pusieron manos a la obra.

Los gemelos buscaron trapos, Lee una cubeta con agua y ella agarró una escoba. De esta forma pasaron los minutos, hasta que finalmente terminó perdida en sus propios pensamientos mientras barría.

Fue en ese momento que Fred decidió acercársele.

—Hey, ¿te encuentras bien?

—Uh, pues claro, ¿por qué no lo estaría? —Respondió Hermione extrañada —. Por cierto, tienes polvo en toda la cara.

Fred al parecer ni siquiera se había percatado de esto, porque rápidamente empezó a sacudirse la cara.

—Nada que un baño no pueda quitar —Agregó como si nada —. Es que parecías mirar el horizonte perdida en tus pensamientos. Como si sonara música instrumental de fondo.

Hermione frunció el ceño.

—¿Qué? Claro que no.

—Solo te estoy molestandoHermione —Respondió él rodando los ojos —. ¿Sabes? Para este punto ya te imaginaba corriendo detrás de la puerta gritando por tu vida.

Hermione le miró sin saber qué decir.

En el fondo ella pensaba lo mismo, pero tal vez era mejor no decirlo.

—¿Esa es la imagen que tienes de mí? Parece que todos olvidan que soy una Gryffindor. Al igual que .

—Cierto, cierto —Respondió Fred asintiendo —. Después de todo lo que has vivido con Harry esto debe ser el menor de tus retos.

Hermione miró sus manos por un segundo.

Con que un reto…

Tal vez por eso se esforzaba tanto en ayudarlos. En el fondo quería demostrar que podía ser mucho más que una joven brillante.

¿A quién quería demostrárselo?

Por el momento no tenía idea.

—¿Sabes? Aún no dejo de sorprenderme —Comentó Hermione deteniéndose por momento —. Todo el tiempo y esfuerzo que invierten en esto. Es mucho, tal vez demasiado. ¿Cómo lo hacen? ¿Acaso no duermen?

Fred se encogió de hombros.

—Pues no todos tenemos un gira tiempo a nuestra disposición… Nosotros sólo tomamos bebidas energizantes y comemos muchos dulces.

—Eso explicaría porque actúan como niños.

—Supongo que nos hemos acostumbrado un poco —Dijo Fred apartando la mirada —. Debiste ver nuestros primeros intentos, básicamente era una mezcla de pánico y desastre.

Hermione miró la nube de polvo negro que aún no terminaba de desaparecer.

—¿Y dices que ya no?

—Bueno, eso es lo que queremos hacerte creer al menos.

—Vale —Respondió ella chasqueando la lengua. No quería mencionar que ese intento estaba siendo pésimo hasta el momento —. Aun así el resultado vale la pena. Lo que han hecho todos estos días es asombroso… Me gustaría poder hacer algo así también.

Fred sonrió levemente al escuchar esto último.

—No veo porque no podrías hacerlo —Comentó Fred dándole una palmadita en el hombro —. Por lo que veo nos llegaste a subestimar, ¿quién dice que no estás haciendo lo mismo contigo?

—Eeeh-

—No te preocupes, no tienes que decir nada. Supongo que está bien; cada día aprendes algo nuevo, ¿no?

Algo nuevo...

Hermione le miró por un instante.

Aprender algo nuevo cada día, no necesariamente conocimientos mágicos u académicos… Sino sobre la vida, sobre sus ideas y sobre sí misma.

Era un concepto interesante. Le gustaba como sonaba.

—¿Cómo qué tan tontos son ustedes? —Comentó finalmente ella.

—¿Qué? No.

—Ah, ¿ya eso lo sabías?

—¡Hey! No alteres mis palabras.

Hermione sonrió levemente.

No podía negar que era algo divertido esto de molestar a los demás con pequeñas bromas.

Lástima que sólo podía hacerlo con Fred.

—Lo siento, lo siento.

—Hermione Granger burlándose de mí, esto me pasa por querer ser amable —Respondió Fred llevándose la mano al pecho con dolor —. Creo que nuestra compañía te está haciendo daño. ¿Seguro que no quieres regresar a la biblioteca y arrugar papeles indefensos?

Hermione negó con la cabeza.

—No gracias. Por primera vez en un buen tiempo me siento… Cómoda. ¿Eso es raro?

Fred le miró por un instante.

Todo este tiempo había temido que Hermione se sintiera fuera de lugar o excluida. Era bueno saber que se sentía bien junto a ellos, demostraba que el fondo lo estaba haciendo bien.

Demostraba que sí podían ser amigos.

—Tal vez lo sea —Respondió Fred tranquilamente, luego agregó —: pero eso no tiene nada de malo.

—Gracias —Dijo Hermione con una expresión que él no supo descifrar —. A ver, ¿les ayudo un poco? Parece que los polvos no terminan de desaparecer.

Fred sonrió levemente, sabía que esto era lo más que podría obtener de ella por el momento.

Y eso era suficiente por ahora.

—Por supuesto.


Algunas cosas no ocurrían como uno lo esperaba.

Una semanas más había pasado desde aquél día, y como era usual, no dejaba de sorprenderse con las cosas que descubría cada día al trabajar con los gemelos. No sólo sobre las pociones o las runas, sino sobre su propia persona.

Lo cierto es que había descubierto que quería superarse a sí misma.

Tal vez por eso se encontraba ahora en Hogsmade, específicamente en Cabeza de Puerco para ser exactos.

De repente Hermione sintió un escalofrío recorrer su cuerpo.

A ver, no quería sonar como una madre histérica, pero lo cierto es que pasar su fin de semana en una taberna de mala muerte jamás había estado en sus planes cuando aceptó la oferta de Fred.

—Explícamelo otra vez —Replicó Hermione.

Fred, quien se encontraba a su lado, rodó los ojos al escuchar esto.

—No ahora Hermione...

—¿Qué rayos hacemos aquí?

—Ya te dije que necesitamos ingredientes para las luces cambia-forma —Respondió Fred como si fuera algo obvio.

Hermione soltó un suspiro.

Era cierto… Había aceptado acompañar a Fred a Hogsmade para comprar ingredientes.

Habían avanzado con muchas cosas durante la última semana. Habían creado distintos caramelos que alteraban los sentidos e incluso uno que otro artilugio llamativo.

Tenía que ser honesta. Una parte de ella agradecía que los gemelos la incluyeran de tal forma. Era muy amable de su parte.

¡Pero tampoco era para que la incluyeran taaanto!

—¡Pero no me dijiste que las compraríamos en Cabeza de Puerco! ¡No podemos estar aquí!

—A ver, ¿por qué no?

—¿Acaso no lo has escuchado? —Exclamó Hermione perdiendo la paciencia —. ¡Este lugar es para vagos e inadaptados!

Justo en ese momento todas las personas del lugar se voltearon a verla con indignación.

La mirada de Hermione se llenó de horror.

Ay no. Por favor. Díganme que no dije eso en voz alta...

Por supuesto, Fred no perdió la oportunidad para echarse a reír ante la absurda situación. La joven no sabía si ahorcarlo, salir corriendo o tratar de resolver la situación.

Al final optó por lo último.

—No me refiero a ustedes, por supuesto —Dijo ella mirando a todos los presentes —. Es obvio que todos son gente sumamente elegante. Claramente hablaba sobre otros compañeros- Y eeeh, yo, bueno-

Finalmente las palabras terminaron desapareciendo de su boca.

Sobra decir que si antes Fred se estaba riendo ahora estaba carcajeándose al punto de casi caer al piso.

Hermione se volteó a verlo. Todos la estaban mirando como si quisieran matarla por lo que acababa de decir, ¿y Fred se atrevía a burlarse de ella?

—¡Hey, no te rías! No es para nada gracioso.

—JAJAJAJAJAJA

—¡Fred! —Exclamó Hermione dándole un leve codazo.

Esto pareció ser suficiente para que el joven recobrara la compostura.

—Lo siento, es que me pareció demasiado divertido —Respondió el pelirrojo tras calmarse.

—Me alegra ver que disfrutes de mis desgracias.

—Oye, tu fuiste quien aceptó acompañarme —Le recriminó Fred chasqueando la lengua —. Pudiste ir con George a comprar los pelos de hipogrifo, pero no quisiste.

Hermione soltó un suspiro.

No quería admitir que en el fondo le resultaba más cómodo salir con Fred. Desde que toda esta locura había empezado ambos se habían vuelto relativamente cercanos y se le era más fácil hablar con él.

Aunque en estos momentos no es que importara mucho.

Ahora lo que quería era matarlo.

—Otro punto a la larga lista de malas decisiones tomadas en mi vida... —Respondió Hermione con amargura —. No es que pueda cambiarlo.

—No pasa nada —Dijo Fred señalando a su alrededor —. ¿Ves? Ya nadie te está prestando atención.

La joven miró a su alrededor.

Efectivamente, el montón de personas que la estaban mirando hacía rato ahora estaban nuevamente centrados en lo suyo. Al parecer su pelea con Fred había sido muy aburrida para ellos.

Gracias a Merlín, nuevamente eran sólo ellos dos.

—Vamos, no pongas esa cara —Comentó Fred —. Ha sido divertido.

—Creo que más para ti que para mí.

—Ya luego podrás matarme cuando salgamos. Mira, si quieres puedes quedarte aquí —Dijo Fred para luego señalar una mesa cerca de ellos —. Allá está Madame Reusser, más de una vez nos ha vendido ingredientes a George y a mí. Sólo dame unos minutos y saldremos de aquí, ¿ok?

Bueno, no es como si tuviera otras opciones tampoco.

Finalmente Hermione asintió y esto fue suficiente para que el muchacho se apartara de ella.

De esta forma, se quedó ahí, quieta, sin saber exactamente qué hacer. Pudo ver a lo lejos como Fred se acercaba a una mujer mayor que se encontraba en dicha mesa. Por su vestimenta pudo distinguir que era una persona habitual en la taberna.

Rápidamente distinguió un saludo, una conversación amigable y un intercambio de dinero.

Los minutos pasaron, y finalmente ambos salieron del lugar ilesos y con una pequeña caja en manos.

Sobra decir que Fred estaba más que feliz.

—¡Tadá! Asfódelo a mitad de precio. ¡Como te decía!

—Aun no puedo creer que lograras bajarle tanto el precio a esa señora —Comentó ella negando con la cabeza —. ¿Qué eres? ¿Un traficante?

—Se llama usar los encantos de la familia Weasley, querida Hermione.

Ella rodó los ojos, aunque se le podía ver una pequeña sonrisa.

—Claro, ¿cómo no me di cuenta antes?

Después de aquello ambos siguieron caminando por unos segundos, conversando sobre temas triviales sin importancia.

No fue hasta después de unos minutos que finalmente Hermione empezó a darse cuenta de su situación.

¿Qué estaba haciendo?

Había aceptado acompañar a Fred a comprar el Asfódelo, y ya lo habían hecho. Así qué… ¿Ahora qué? ¿Debería esperar a George? ¿Ir a buscar a Harry y Ron? ¿O mejor a Ginny? Incluso podría regresar a su sala común y hacer sus deberes.

Esos pensamientos cruzaban su cabeza mientras seguía caminando junto a Fred.

Fue en ese momento que lo vio:

Una serie de libros en la ventana de una tienda.

Hermione se detuvo casi inmediatamente. No podía evitarlo, siempre había algo nuevo que descubrir en una estantería de libros. Aunque a veces le recordara a la página en blanco que tanto detestaba.

Rápidamente su atención se detuvo en unos ciertos libros que reconoció casi al instante. Autores como C.S Lewis, Ursula K. Le Guin, Jane Austen y Roald Dahl estaban ahí.

Qué curioso, ¿qué hacían libros muggles de aventura/ficción en un lugar como Hogsmade?

—¿Qué ves ahí?

Rápidamente la joven se despegó de la vidriera.

—Oh, no es nada —Respondió ella aparentando indiferencia —. Sólo estaba viendo unos libros.

Fred dirigió su mirada a la estantería y luego al local, parecía tener tanta curiosidad como ella.

—Podríamos entrar un rato, si te parece.

Esto agarró por sorpresa a Hermione.

Aunque lo cierto es que le entusiasmaba la idea de poder entrar a la librería. Nunca podía hacerlo cuando salía con Harry y Ron porque les parecía aburrido. Así que llevaba un tiempo sin hacerlo.

Sobra decir que sus ojos parecían brillar de entusiasmo, hasta Fred parecía notarlo.

—¿De verdad? ¿No te molestaría? —Dijo Hermione sin creérselo.

—¿Por qué habría de hacerlo? —Preguntó Fred confundido —. Ya hicimos lo que íbamos a hacer, ¿no? Sólo nos queda esperar a George para regresar todos juntos.

Regresar todos juntos...

Una sonrisa se dibujó en sus labios.

Finalmente Hermione no pudo encontrar fallas a su lógica, así que con cuidado ambos entraron a la tienda.

Rápidamente la joven se perdió en su mundo. Estaba anonadada, era la primera vez en todo el año que iba a una librería y su reacción no tardó en mostrarse: estaba caminando de un lado a otro agarrando casi todo lo que veía.

Sin darse cuenta había dejado a Fred atrás.

Estos eran los primeros libros que había leído y amado, mucho antes de que la hoja en blanco se hubiera vuelto un problema.

De esta forma pasaron los segundos, luego los minutos, hasta que finalmente la joven se dio cuenta de que cierta persona pelirroja se encontraba ausente.

Ay no, ¿y Fred?

—¡Hermione mira lo que encontré!

La joven se volteó enseguida; Fred se acercaba a ella rápidamente con algo en sus manos. Y a ver, no quería sonar negativa, pero todo el asunto le daba mala espina.

Sus peores sospechas fueron confirmadas al ver que Fred tenía un libro peculiar en sus manos:

Formulas explosivas para hacer de tus días un carnaval

Hermione leyó el título con horror.

—¿Fred, qué es esto?

—Solo míralo —Dijo él entregándole el texto.

La joven revisó el libro.

Cada página tenía hechizos, pociones y fórmulas de dudosa procedencia que podrían causar uno que otro desastre en Hogwarts. Era una fórmula perfecta para el caos.

Lo peor es que la sonrisa del pelirrojo confirmaba sus sospechas.

—Fred, ¡todos estos hechizos son peligrosísimos! —Respondió ella aun ojeando el libro.

Él asintió sin dejar de sonreír.

—Podrías decir que realizarlos será toda una bomba.

—Primero, ¿cómo sabes que es una bomba? Segundo, ni siquiera se te ocurra-

—Me lo llevo —Dijo Fred quitándole el libro de las manos.

—¡Fred!

—Mis padres me dieron la vida Hermione. Pero las bromas me dieron ganas de vivirla. Tienes que entender que esto forma parte de la fórmula.

Hermione abrió la boca para responder, pero al final se dio cuenta de que Fred y George eran espíritus libres, a diferencia de Harry y Ron, y por ende, no caería ante sus regaños.

Obviamente este hecho seguía sin gustarle, por lo que se cruzó de brazos.

—Me siento como una cómplice...

—Eso es porque lo eres —Respondió él como si nada —. Pero no te preocupes. Puedes negar toda relación si sucede algo.

—Gracias… Supongo.

Después de aquello, la joven no supo qué más decir.

Sólo pudo ver como Fred le entregaba dos monedas a la vendedora y metía el libro dentro de una bolsa para llevárselo.

No fue hasta un rato después que el muchacho notó que ella también cargaba algo en sus manos.

—¿Y tú qué tienes ahí?

Hermione tragó en seco.

Había olvidado por completo que tenía una pila de libros muggles de ficción en sus brazos.

—No es nada importante —Respondió Hermione de forma casi automática.

—¿Segura? Te vi hace un rato. Tus ojos parecían brillar como estrellas al verlos.

Hermione apartó la mirada.

—Son sólo… Libros.

¿Eso era verdad, no?

Lamentable esta respuesta no fue suficiente para el pelirrojo.

Fred se le quedó mirando en silencio, sin saber que decir. Hermione siempre estaba leyendo libros, ¿que tenían estos de especial que ella se mostraba tan cohibida?

Habían pasado semanas, incluso un poco más; se suponía que ambos eran amigos.

Una parte de él empezó a preguntarse si alguna vez la joven bajaría la guardia.

—Es que… Son varios de mis favoritos —Respondió finalmente Hermione —. Los leí antes de venir a Hogwarts.

El pelirrojo le miró con cuidado. ¿Debería insistir sobre el asunto?

Aún tenía miedo de que la joven lo apartara, lo ignorara o peor; se fuera de ahí. Pero no perdía nada intentándolo.

—¿Puedo verlos? Si no te molesta, claro —Aclaró él casi enseguida —. Sólo es curiosidad. No tienes que hacerlo si no quieres.

Para su sorpresa Hermione asintió.

Sin decir nada le pasó los libros. Fred los observó con cuidado; ante él habían varias portadas coloridas, dedicatorias e incluso hermosas ilustraciones.

Sin duda, se trataba de libros que jamás conseguiría en la biblioteca de Hogwarts.

—No parecen libros académicos...

Ella negó con la cabeza.

—No, no lo son —Respondió ella para luego proceder a señalar cada uno de los libros —. Ella escribía más que todo drama y romance. Él escribía fantasía muggle. Y a este de aquí le gustaba escribir libros infantiles. Se podría decir que cada uno es único.

Hermione se detuvo por un segundo, parecía estar meditando lo que iba a decir.

—Sé que es no algo tan destacable como los textos académicos pero…

—Me gusta.

Hermione le miró con sorpresa.

Por su parte, Fred se encogió de hombros. Las palabras salieron de su boca antes de que pudiera procesarlo.

A fin de cuentas, lo que decía era la verdad. Así que decidió seguir hablando:

—Se ven interesantes, sólo mira este: ¿un mundo encantado con un león que habla?

El libro que tenía Fred en manos se trataba de El León, La Bruja y El Ropero, escrito por C.S. Lewis. Para Hermione esa era una de sus obras favoritas del autor y de la vida probablemente.

Sobra decir que la joven tuvo que usar todo su autocontrol para no empezar a hablar como loca sobre su amor por esas historias.

—Nosotros ya vivimos en un mundo encantado Fred —Replicó ella tratando de no darle importancia al asunto.

—¡Pero no uno con un león parlante! Suena mucho más interesante que tener al anciano de Dumbledore de director.

Hermione no pudo evitar reír al escuchar esto.

De repente un peso parecía levantarse de sus hombros… Un peso que ni siquiera sabía que estaba cargando.

—¿Sabes? La mayoría de los animales en Narnia son parlantes —Comentó ella con entusiasmo —. Y existen dríadas, ninfas, centauros, enanos, tal como en nuestro mundo. Incluso deidades del mar y las estrellas.

—O sea, ¿cómo especies de dioses menores?

Ella asintió.

—Vaya, ¿y dices que el autor era muggle? —Preguntó Fred sorprendido.

—Hasta donde tengo entendido sí. Eso es lo más curioso, ¿no crees? —Dijo Hermione mostrándole las ilustraciones del libro —. Un escritor muggle que logró retratar un mundo muy parecido al nuestro sin conocerlo. Es de lo más fascinante...

Fred le miró por un segundo, tratando de contener su curiosidad.

Hermione parecía tan entusiasmada y feliz al hablar sobre esto... No había ninguna muestra de inseguridad o soberbia en su ser, incluso parecía otra persona.

No entendía porque había estado tan cohibida en primer lugar.

—Deberías leer más estos libros —Comentó él sonriendo —. Parecen divertidos y te ves feliz con ellos, ¿por qué no lo haces más seguido?

La pregunta pareció agarrar a Hermione por sorpresa.

Antes de darse cuenta su aura de seguridad desapareció. Y nuevamente estaba otra vez la joven centrada y reservada que todos conocían.

—Supongo que me he alejado de ellos —Dijo ella amargamente —. Me he centrado mucho más en estudiar. Ya sabes, libros académicos y eso.

—¿Ser la bruja más brillante de tu edad?

Hermione apartó la mirada.

—Pues sí.

—Eres mucho más que eso, ¿sabes? —Respondió Fred señalándola —. Sólo mírate ahora. Comprando Asfódelos en Cabeza de Puerco sin miedo a la muerte. Deberías llevarte algunos. No miento cuando digo que te ves feliz con ellos.

Ella le miró sin saber que decir.

¿Por qué estaba titubeando? ¿Qué tenía Fred Weasley que siempre le hacía cuestionarse todo lo que sentía y conocía?

Lo peor es que no sabía si eso era bueno o malo.

—No lo sé, Fred. Son un poco infantiles.

—Tal vez —Respondió Fred asintiendo —. ¿Pero que eso que tiene de malo?

Por un segundo ambos se miraron en silencio.

¿Qué tiene de malo?

La pregunta resonó varias veces en su cabeza.

Durante meses Hermione se había armado una imagen mental rígida gracias a las duras palabras de sus padres. Iba en automático, haciendo lo que tenía que hacer en el momento preciso; sin dejar tiempo para lo que amaba. Al punto de casi volverse un robot.

Pero ahora se encontraba ahí, sonriendo como si nada más existiera en el mundo...

Y finalmente Hermione comprendió que algo que te hacía feliz jamás podría ser malo.

—Tienes razón —Dijo Hermione sonriendo —. No tiene nada de malo.


Ains, qué bonita es la amistad, ¿no creen? :')

Se siente bien estar de vuelta! Este capitulo fue narrado desde la perspectiva de Hermione, y es que creo que ya va siendo momento de irla desarrollando a ella también. Como podrán ver su amistad con Fred aun es relativamente nueva, y ambos no pueden evitar chocar de vez en cuando, pero sin duda de complementan, y al final eso será de mucha ayuda en capítulos futuros. Además de que no puedo negar que es muy divertido escribir a este par jaja

Originalmente iban a pasar más cosas en este capitulo, pero luego vi que tenía 5.000 palabras escritas ya hehe así que decidí cortarlo a la mitad. El siguiente capitulo debería estar listo pronto...

¿Qué les pareció? ¿Les gustó estas primeras interacciones entre Fred y Hermione? ¡Dejenmelo saber! Cualquier opinión, ya sea buena o mala, es bien recibida. Agradecimientos a Calypso por dejar un comentario en el capitulo anterior, me alegro que te haya gustado!

Igualmente muchas gracias a todos por leer, nos vemos!