Fred caminaba de un lado a otro sin saber qué hacer.

Habían pasado exactamente 10 horas desde la no-muy-valiente huida de Hermione y aun no podía encontrarla. Al parecer la muchacha era una experta en el arte del escondite, porque había revisado todos los rincones del castillo y nada.

¿Saben lo cansino que es recorrer de arriba a abajo los siete pisos del castillo con pasadizos y baños incluidos?

Pues mucho.

Después de esto Fred estaba seguro de poder resistir a los entrenamientos de Quidditch sin problema, aunque ese no era el punto.

Fue en ese momento que su gemelo decidió traerlo de regreso a la realidad.

—¿Me vas a decir al fin que te sucede? —Preguntó George mirando a su hermano caminar de un lado a otro —. Me estresa tu estrés.

—No encuentro a Hermione.

Lo soltó así sin más, aunque George ya lo sabía. A fin de cuentas, su hermano le había ayudado a buscar en varios de los pasadizos ocultos.

Fred no tenía palabras para agradecerle por su hermandad.

—Eso es más que obvio —Respondió George —. Mi pregunta es qué hiciste para que la pobre haya desaparecido de esta forma.

—Bueno... Digamos que descubrí al fin lo que quería saber sobre Hermione.

Pues sí, era cierto.

Finalmente lo había descubierto, aunque siendo honestos, había pasado más de un mes desde que la muchacha había empezado a ayudarles con esto de Sortilegios Weasley. Se había acostumbrado a su presencia, al punto de olvidar por completo que en algún momento había querido descubrir su dichoso secreto.

¿Quieres ser escritora? ¿Eso es lo que tanto ocultas?

Por el amor a Merlín, ¿por qué tuvo que decirlo de esa forma? No más de pensarlo le daba ganas de golpearse a sí mismo.

De sólo recordar la mirada sombría de Hermione...

—¡Eso es genial! —Exclamó George sacándolo de sus pensamientos —. Llevas más de un mes en ese asunto. Cuéntame, ¿qué es?

Fred se cruzó de brazos.

No tenía que ser Ravenclaw para saber que no era buena idea hablar del asunto, incluso si eso significaba tener que ocultarle cosas a su gemelo. No tenía ganas de morir asesinado.

—Pues no te lo puedo decir —Dijo Fred.

—Debes estar bromeando —Comentó George incrédulo.

Fred negó con la cabeza.

—El simple hecho de saberlo es la razón por la que ella no me quiere hablar —Dijo Fred sonriendo tristemente —. Lo siento hermano, mis labios están sellados.

George se llevó la mano al pecho con dolor.

—No sé si reír o llorar, literal es la mayor estafa de la historia.

—Oh, créeme. Sobrevivirás —Respondió Fred rodando los ojos —. Ahora ayúdame. Ya es la hora de cenar y aun no la encuentro. Debe haber una forma de...

Justo en ese momento Harry y Ron pasaron al frente de ambos. Los dos parecían conversar sobre temas triviales y no les prestaron atención.

Por supuesto, ¿cómo no se le había ocurrido antes?

—¡Oye Harry! —Exclamó Fred acercándose a ellos —. ¿Me prestas el mapa unos minutos?

—¿Qué?

—No es nada, sólo serán unos minutos.


Hermione pensaba que nada podía ser peor que esto.

Se encontraba en las afueras del castillo, escondida detrás de un árbol que tenía un montón de arbustos a su alrededor. El árbol era muy alto, y su ubicación junto al lago lo convertía en un buen escondite. Tal vez por eso llevaba más de diez horas escondida ahí.

¿Qué demonios había hecho?

Después de horas de reflexión (tampoco es que pudiera hacer mucho más), Hermione había llegado a la conclusión de que había exagerado, y por eso mismo ahora sentía una inmensa vergüenza. Había abandonado a Fred sin siquiera mirarle a los ojos, sin siquiera permitirle terminar de hablar. Y lo peor es que no era la primera o segunda vez que hacía esto, ¡sino la tercera!

Hermione lanzó una piedra al lago con frustración. Para ser Gryffindor no estaba actuando muy valiente que digamos. Todo lo contrario, de hecho. Se había dejado llevar por sus sentimientos y actuó impulsivamente.

¿Qué pensaría Fred de ella ahora?

Se suponía que el muchacho era su amigo. Sólo de pensarlo ahora...

—¡Aquí estás!

Hermione no sabía si reír o llorar.

Oh claro. Por supuesto que Fred no descansaría hasta encontrarla, así fuera en la peor de las situaciones.

¿Por qué Dios? ¿Por qué?

—¡Fred! —Exclamó ella levantándose —. Mira, yo-

Pero antes de que pudiera decir algo, el muchacho se acercó rápidamente y le miró con preocupación.

—¿Estás bien? —Fue lo único que pudo decir.

Hermione asintió, observando a Fred de arriba a abajo. Su rostro parecía cansado, como si hubiera corrido una maratón; lo cual no le extrañaría mucho.

Aun así, el joven parecía tener la misma actitud positiva de siempre, incluso después de unas largas horas de caminata por el castillo. Con unas simples sacudidas logró quitarse el polvo de encima y actuar como si nada.

—Menos mal —Respondió Fred aliviado —. No tienes idea, realmente me asusté. ¡No vuelvas a hacer algo como eso! Te he buscado por todas partes, incluso tuve que pedirle a Harry el mapa del merodeador.

Hermione apartó la mirada, sin saber qué decir.

Tú... Eres todo un tonto, ¿por qué te molestaste tanto?

—Lo lamento.

—Nah, está bien —Respondió él como si nada —. Fue un buen ejercicio pasar toda la tarde recorriendo el castillo. Ahora los entrenamientos de Quidditch serán más sencillos.

—Ah, bueno.

Hermione no sabía hasta cuándo podía seguir actuando como si nada hubiera pasado.

—Fred, mira. Sobre lo que pasó, yo-

—Te dije que está bien, tranquila —Le interrumpió Fred encogiéndose de hombros —. Estaba más que todo preocupado porque llevabas horas desaparecida. Harry y Ron parecían a punto de matarme. Pero ahora veo que estás bien y si no quieres hablar sobre, ammm, bueno, tú sabes... Aquello. Pues no hay problema.

Fred dijo esto con tanta naturalidad que Hermione no supo qué decirle.

A pesar de que le gritó y huyó, el muchacho no parecía estar molesto. De hecho, muy pocas veces lo había visto molesto. Justo ahora Fred parecía... Aliviado. La molestia que tuvo que haber sido buscarla por todo el castillo no parecía ser algo importante para él.

¿Qué clase de brujería era esta?

Fred Weasley, te juro que no te entiendo...

Por su parte, Fred no hizo más que guardar silencio y acercarse al borde del lago.

—¿Quieres intentarlo? —Preguntó Fred ofreciéndole una pequeña roca. Enseguida Hermione entendió a qué se refería.

Sí, tal vez era lo mejor.

Sin decir nada Hermione agarró una de las rocas y la lanzó con fuerza; ignorando por completo el asunto. De esta forma pasaron los minutos, y con cada lanzamiento su alborotada mente empezaba a encontrar algo de paz.

La suficiente paz para entender que lo correcto era ser justa con Fred.

—¿Es tonto, no es así? —Dijo ella después de un rato.

Fred le miró un segundo antes de lanzar otra piedra al lago. No tenía que preguntar a qué se refería, él lo sabía muy bien.

—¿Por qué me parecería tonto?

—Porque lo es, ¿no?

Tanta vergüenza, temor y estrés la había llevado a este punto. Sin duda, era toda una molestia. Algo que no la dejaba pensar con tranquilidad; ella lo sabía mejor que nadie. Pero aun así, tenía la pequeña esperanza de que Fred la comprendiera.

Fred Weasley, comprenderle. ¿Cómo había terminado en este punto?

—Se supone que soy Hermione Granger —Continuó Hermione con amargura mientras lanzaba otra piedra al agua —. La bruja más brillante de mi edad, estudiante estrella y niña prodigio. El orgullo de mis padres, su única hija. Debería hacer algo productivo, algo que los haga sentir orgullosos. No... No desperdiciar mi tiempo.

Hermione soltó un amargo suspiro.

Esa última frase: desperdiciar el tiempo... La había escuchado tantas veces. Siempre había buscado la aprobación de sus padres, de sus profesores y de la comunidad mágica en general. Por eso llegó a esforzarse tanto, incluso antes de conocer Hogwarts. Siempre quería estar a la altura de las circunstancias.

Necesitaba ser la mejor, porque si no... ¿Qué más podía ser?

—¿Eso es lo que tú crees? —Preguntó Fred frunciendo el ceño.

—Es lo que se supone.

—No, no. Te pregunté si eso es lo que tú crees. No tus padres o tus profesores. . Hermione Granger.

Ella titubeó por un segundo.

—No lo sé.

—Oh, yo creo de sí —Le interrumpió Fred —. Porque de ser así... ¿Por qué me dijiste lo que dijiste aquel día?

Enseguida su mente empezó a divagar.

No deberías prestarles atención a tus padres, especialmente tu madre. Quiero decir, ella no sabe de lo que está hablando. Ustedes tienen un gran talento y... Se ve que aman esto —Esas habían sido sus palabras.

¿Por qué había hecho aquello ese día? No tenía sentido, antes de eso apenas y hablaba con los gemelos. Aun así, se atrevió a acercarse y darle su apoyo sin dudarlo, a pesar de que fuera en contra de sus creencias.

Porque no soportaba verlo desanimado.

Porque en el fondo quería creer en él como a ella le hubiera gustado que alguien creyera en ella.

—Porque quería hacerlo, ¿ok? —Dijo ella finalmente.

—¿Y por qué querías hacerlo? —Insistió Fred sin darse por vencido.

Hermione empezaba a perder la paciencia.

—¡Pues porque era lo correcto! Lo que toda persona merece al menos. Que crean en ti, que te apoyen. No como... No como...

Fred le miró tristemente.

Era la misma mirada que había tenido la noche que se encontraron en la Madriguera.

—... ¿No como tus padres? —Completó él.

Hermione asintió, ya no tenía sentido andarlo negando. Mucho menos a Fred, no era lo justo para él.

—Yo quiero ser escritora de literatura infantil —Admitió ella mientras lanzaba otra piedra al lago.

Silencio...

Fred parpadeó varias veces, mientras Hermione empezaba a temer lo peor.

—Así que se trata de eso...

—¿Por qué tienes esa cara? —Preguntó Hermione confundida.

Poco a poco pudo ver como una sonrisa se dibujaba en el rostro del pelirrojo. Una sonrisa que Hermione miró con suma sospecha.

¿Por qué él parecía estar tan feliz?

—Porque me parece increíble —Respondió él con amabilidad —. Algo mucho más interesante que cualquier trabajo aburrido y que tiene mucho sentido. Va contigo.

Ella parpadeó varias veces, sintiendose algo nerviosa al ver la sonrisa de Fred.

—¿Va conmigo? ¿No crees que es al revés?

—Pues no. Además, ¿quién soy yo para decir que cuadra contigo o no? Eso es algo que sólo tú puedes decidir.

—¿Eso piensas? —Preguntó ella, sin creérselo.

—Por supuesto.

Sólo tú sabes lo que quieres, y lo que es mejor para ti...

Hermione sonrió tristemente, ¿por qué estaba recordando esa tonta frase de un libro ahora?

Sin duda, su mente disfrutaba de jugarle bromas pesadas.

—Pues eres la primera persona que me dice eso, si te soy honesta...

Admitir esto era complicado.

Durante años había escuchado a numerosas personas (en su mayoría adultas) mirarla de lejos pensando que era una idealista, una joven que desperdiciaba su potencial. Incluso Ron había tomado como chiste la primera insinuación que hizo sobre el tema, como si fuera imposible que Hermione Granger quisiera hacer algo más con su vida.

Y por eso, decidió convertirse en lo que era ahora. Hermione Granger, bruja brillante e infalible.

Pero ahora... Alguien la estaba escuchando atentamente, sin burlas ni presiones sobre ella. No podía negar que se sentía agradable.

—Durante años los libros, las letras, habían sido mi escape —Comentó Hermione dejándose llevar por sus pensamientos —... Había descubierto que las palabras que salían de mi boca no eran tan buenas como las de mis manos. Y no importa si tienes siete o cuarenta años, las palabras escritas son eternas, infinitas incluso. Cómo un pequeño trozo de tu alma enviado a la eternidad, que con suerte podría llegar al corazón de las personas.

Las palabras son un trozo de tu alma...

Rápidamente Hermione se dio cuenta de lo que acababa de decir. No había duda de que sonaba muy sentimental, siempre le pasaba lo mismo cuando hablaba sobre este tema.

Esperaba que Fred se riera levemente o hiciera algún comentario gracioso, pero no. Su expresión estoica se mantuvo durante todo su discurso, y lo cierto es que Hermione no sabía que decir al respecto.

—Es la primera vez que te escucho hablar de esta forma... —Comentó Fred tras un rato.

—Disculpa —Respondió casi enseguida Hermione —. Supongo que se me sale lo sentimental cuando hablo de estas cosas.

—¿Qué? Hey, no me estoy quejando —Dijo Fred frunciendo el ceño —. Sólo digo que es diferente, pero eso es lo que precisamente lo hace increíble. No tengas miedo, continúa.

Hermione asintió levemente, y sin decir más, decidió continuar:

—Simplemente... Todo parece ser un poco mejor cuando escribo, no importa lo que sea —Dijo Hermione mirando la superficie del lago —. ¿Sabes? La primera vez que hice magia fue porque escribí unas palabras y estas empezaron a brillar.

Por un momento, Fred se imaginó a una pequeña Hermione escribiendo en un una hoja mientras el brillo de sus propias letras maravillaban sus ojos.

La imagen era ciertamente encantadora.

—Eso suena increíble —Dijo él con honestidad.

—Oh, lo era.

—¿Era? ¿Qué cambió?

La mirada de Hermione se oscureció un poco.

—Bueno, a mis padres no les hizo mucha gracia que no hiciera amigos por estar en un rincón escribiendo y leyendo —Respondió Hermione chasqueando la lengua —. Mucho menos que pensara que podría convertirlo en una profesión. Ya era una muchacha sosa de por sí. Así que cuando se los comenté sus palabras fueron...

Eso no te servirá en la vida

¿Vas a decepcionarnos de esta forma?

Eres nuestra única hija, piénsalo bien

Hermione se quedó callada, no le gustaba pensar en ese asunto. Aun así, Fred no tenía que ser adivino para saber cómo había sido la situación. Tenía experiencia de sobra en esa área.

Más de lo que le gustaría, si era honesto.

—¿Algo hirientes? —Completó Fred.

Hermione asintió.

A pesar de los meses, seguía recordando esas palabras una y otra vez. Era sumamente irritante.

—Sé que lo hicieron pensando que era lo mejor. ¡Pero soy su única hija por el amor a Merlín! —Respondió ella con amargura no más de recordarlo —. Por supuesto que me haría sentir mal. Lo dejé por mucho tiempo, decidí centrarme en mis estudios. No quería que pasara lo mismo que en el mundo muggle, esta vez quería encajar. Aunque como recordarás no salió muy bien de todas formas...

Fred se quedó callado.

Lo había olvidado, pero Hermione durante su primer año la pasó bastante mal. La mayoría de los estudiantes la veían como una pesada o una sabelotodo.

En aquel momento ni siquiera le prestó mucha atención al asunto. Pero ahora... Ahora se sentía mal por no haber hecho algo. Sobre todo ahora que sabía que había tenido que renunciar a lo que más le apasionaba.

Al menos las cosas resultaron bien al final.

—Lo lamento —Dijo Fred honestamente.

—Está bien... ¿Sabes? En el fondo creo que me ví reflejada en ti —Admitió Hermione apartando la mirada —. Ustedes son tan increíbles, hacen lo que quieren y no temen tomar riesgos; siguen su camino. Son libres. Tal vez por eso no soporté verte tan desanimado...

Fred miró a Hermione con sorpresa.

¿Acaso ella...?

Jamás hubiera imaginado que Hermione pensara así de él, sobre todo si se tenía en cuenta que ambos eran polos opuestos. Fred y George siempre habían sido subestimados por sus bromas, vistos como menos por sus hermanos y su propia madre.

Sólo bastaba con ver a sus hermanos mayores: Charlie, Bill y Percy. Todos alumnos estrella, al igual que Hermione. Pero aun así, ella pensaba diferente, lo admiraba por ser precisamente como era.

Vaya, que curioso era el mundo.

—Pues a mí tampoco me gusta mucho verte de esta forma —Repuso Fred con firmeza —. ¿Qué fue lo que me dijiste aquel día?

Hermione miró el cielo, tratando de recordar sus palabras.

—Cree en ti, cree en lo que haces... —Comenzó a decir ella.

—...Y cree en lo que vales —Terminó de decir Fred.

Ambos se miraron por un segundo.

Ahora ninguno sabía qué decir, se sentía raro. Como una sensación cálida en el pecho. Esas palabras habían sido el himno de ambos durante las últimas semanas. Algo que los conectaba desde lo más profundo sin saberlo.

No fue hasta pasados unos minutos que Hermione rompió el silencio.

—Desde que empecé a trabajar con ustedes todo es tan confuso —Dijo ella pasándose la mano por el rostro —. Todo es tu culpa.

Fred le miró ofendido.

—¿Mi culpa?

—¡Sí, por ser tan tú! —Exclamó ella frunciendo el ceño —. No te detienes ante nada y conviertes lo imposible en posible, ¡y lo haces ver tan fácil! Incluso puedes hacer que una temible página en blanco... Tome cierto color.

Hermione dijo esto último soltando un suspiro.

Tantas hojas arrugadas, tantas horas de frustración y tantos cuadernos en blanco abandonados... Por primera vez eso había dejado de existir.

Fred Weasley había logrado darle lo que meses de intentos frustrados jamás:

Una inspiración.

—No lo sabes, pero hoy es la primera vez que logro escribir algo en más de dos años de bloqueo —Murmuró Hermione lo suficientemente alto para que Fred le oyera.

—¿Y eso que tiene de malo?

—Pues... Pues que me asusta, ¿ok?

Fred no pudo evitarlo, una leve sonrisa se dibujó en sus labios.

Era tan absurdo, por no decir tonto, ni siquiera podía explicarlo. Rápidamente su sonrisa empezó a crecer más y más, y sin darse cuenta, el pelirrojo se encontraba riendo.

Sobra decir que esto no le hizo mucha gracia a Hermione.

—¿Te estás riendo? ¿Justo ahora? ¿Es en serio?

Pues sí, justo en ese momento Fred estaba a su lado, riendo como un niño ante lo absurdo de la situación.

¿Cómo podía expresar sus pensamientos en palabras? Para él era algo tan obvio, demasiado obvio. Sólo tenía que hacer que Hermione viera lo mismo que él.

Fred tuvo que hacer su mayor esfuerzo para detenerse.

—Hermione, eres increíble. ¿Realmente es eso a lo que temes? Lograste hacer que los diarios gemelos funcionaran, lograste inventar una nueva paleta de colores para las luces cambia forma. Y sobre todo: lograste animarme cuando más lo necesitaba. Creo que te subestimas.

Dicho esto Fred sacó una hoja de su bolsillo y se la pasó a Hermione.

Enseguida la joven comprendió que se trataba del texto que había escrito aquella mañana. Su primer escrito en años.

—¿Esto es...?

—¿No pensaste que lo boté, verdad? —Dijo Fred al ver la sorpresa en su rostro —. No no, es demasiado valioso para eso. Me gustó la historia. Sólo basta con leer las primeras líneas para entender que hay algo ahí: potencial.

Hermione frunció el ceño.

—Son solos palabras sin sentido.

—Palabras que como tú dijiste: pueden cambiar algo en el mundo, así sea muy pequeño. —Dijo Fred señalando la hoja de papel que Hermione tenía en la mano —. A ver, ¿te falta técnica? Entonces sigue practicando. Tomate todo el tiempo que necesites, pero no te detengas.

—Pero-

—Tú misma lo dijiste, ¿no? —Le interrumpió nuevamente Fred —, que un día escribiste algo y las palabras empezaron a brillar.

Brillar...

Finalmente Fred comprendió que tal vez era momento de devolverle el favor de hacía unas semanas.

Hermione era la bruja más brillante de su edad, pero eso no significaba que era de hierro. Seguía siendo una persona como cualquier otra, con sus virtudes y defectos; y necesitaba apoyo de vez en cuando. Al igual que él lo necesitó en su momento más bajo, cuando su madre confiscó todas sus cosas de Sortilegios Weasley en el verano.

Si Hermione necesitaba que alguien creyera en ella, pues no había problema. Él podía ser esa persona.

—Creo que tienes mucha fe en mí —Comentó Hermione después de un rato.

—O tal vez tú tienes muy poca —Dijo Fred rodando los ojos —. Pero no te preocupes, puedo ayudarte con eso.

—...¿Es decir que ahora no me dejarás en paz?

—A ver, define paz.

—¡Fred!

Fred rió nuevamente, e incluso Hermione tuvo que admitir que sus problemas parecían volverse más insignificantes al escucharlo reír.

¿Cómo es posible?

Era algo que no sabía explicar. Aunque tal vez con suerte algún día podría descubrirlo...

—Hermione, lo que trato de decir es que te entiendo, ¿ok? —Respondió Fred amablemente —. Más de lo que cualquiera pensaría. Tal vez por eso estoy encadenado a ti aquí pasando frío en medio de la noche.

—Yo creí que era porque estabas tratando de ser caballeroso.

—Bueno, no es correcto desamparar a una damisela en apuros —Dijo Fred encogiéndose de hombros —. Así que puedes estar tranquila, no estás sola.

Hermione le miró incrédula.

—¿No?

—Nope. Si sientes que no puedes, te empujaré para que puedas y tengas más confianza —Dijo él colocando su mano en el hombro de ella —. Esto no es una competencia.

Hermione no pudo evitarlo, una pequeña risa se escapó de sus labios. Y Fred... Fred tuvo que usar todo su autocontrol para no abrir la boca sorprendido.

Esto no es una competencia...

Era la primera vez en su vida que la escuchaba reír de esta forma, como si nada en el mundo le preocupara. Algo que sin duda no era fácil para Hermione.

Aun así, era algo curioso, algo que sin duda debería hacer más seguido.

Con suerte tendría más oportunidades de lograrlo en un futuro.

—Gracias Fred —Respondió ella honestamente.

Y él sólo pudo sonreírle de vuelta.

Sin duda, era como ver una estrella fugaz.


¿Me creen cuando digo que escribi este desgraciado capitulo como unas 5 veces? Ush, no más de pensarlo me duele la cabeza.

Se podría decir que este es el verdadero comienzo de la amistad entre estos dos. Así que espero que haya quedado bien, o al menos decente, porque sino... Sino díganmelo para lanzarme por la ventana y terminar con este sufrimiento. Okno, pero aaaaaaa espero que toda esta ''charla'' haya valido la pena, era uno de los puntos que más esperaba escribir.

Como siempre, muchas gracias a todas las personas que han seguido esta historia y le han dado like. No olviden decirme que les pareció.

Besoos!