Hermione se sentía diferente.
No sabía cómo explicarlo, lo más seguro era que estuviera enferma. Era lo más lógico, ¿no?
No era un cambio demasiado grande o espectacular. De hecho, era bastante sutil, como una pequeña pincelada dentro de una pintura. A primera vista no podía parecer mucho, pero cualquier artista sabía la gran diferencia que podía hacer en una obra.
Y eso sucedía con ella, lo podía notar en pequeños momentos. Cuando estaba sola y no tenía nadie con quien hablar, o cuando estaba junto a sus amigos y no podía evitar sentir que algo le faltaba.
Sentía que alguien le faltaba...
Sin duda, tenía que estar enferma; algo estaba mal con ella. Por qué de no ser así, ¿por qué…?
—Creo que encontré algo que puede servir —dijo Fred interrumpiendo sus pensamientos.
—¿De verdad? —se giró Hermione sorprendida.
Por qué de no ser así, ¿por qué se sentía tan extraña últimamente?
Tenía que estar enferma, sólo eso explicaba que su cuerpo reaccionara de forma involuntaria a las cosas a su alrededor. Era como si de repente no tuviera total control de sí misma.
Demonios, otra vez estás divagando
Hermione sacudió su cabeza, apartando esos pensamientos.
Ambos jóvenes se encontraban en medio del bosque prohibido. Fred había accedido a ayudarle con una actividad que tenía que hacer y por eso ahora se encontraban al frente de un arbusto lleno de flores coloridas con una cámara mágica en la mano.
—Hump, no lo sé —respondió Hermione tras observar las flores por un rato —. No estoy segura.
—¿No lo sabes? —preguntó Fred confundido.
Hermione soltó un suspiro.
—No es tan fácil como parece. Se supone que debo tomar fotos de ciertas cosas ''interesantes o inspiradoras'' —agregó ella haciendo el gesto de comillas con sus dedos —, y llevarlas el jueves para hacer una lluvia de ideas entre todos. No puedo llevar cualquier cosa.
Fred posó su mirada en Hermione, luego a las hermosas flores que estaban a su lado y nuevamente a Hermione.
—¿Estás diciendo que no sientes nada al ver esto? —respondió él indignado.
Hermione se encogió de hombros.
—Pues… ¿Son lindas?
—Exactamente —recalcó Fred.
—Son lindas —repitió ella —, pero… No siento nada especial al verlas.
Fred se cruzó de brazos.
Llevaban varios minutos caminando y hasta ahora Hermione no había encontrado nada que le llamase la atención. Todo lo contrario a él, quién había encontrado varias cosas que para él eran interesantes.
Sin duda, Hermione era una persona difícil de complacer.
—Acabes de romper mi corazón Hermione, y pensar que pasé varios minutos buscándolas —repuso Fred fingiendo dolor —. Muy bien, ¿entonces que sí te hace sentir inspiración señorita?
Hermione levantó la mirada.
¿Qué me hace sentir inspiración?
Pues...
En el fondo sabía que la respuesta a esa pregunta no era tan difícil. De hecho, la respuesta estaba justo ahí. Frente a sus ojos. Sonriendo como una estrella y haciendo chistes malos como ya era usual.
Aunque no estaba lista para reconocerlo.
—N-no lo sé —dijo ella desviando la mirada —. Siempre ha sido algo espontáneo, como un sentimiento que llega de la nada e inunda mis pensamientos.
—¿Inunda tus pensamientos? —preguntó Fred levantando la ceja.
—No sé cómo expresarlo, ¿ok? Sólo sé que siento algo.
Al decir esto último, una sonrisa muy parecida a la del Gato Rizón se dibujó en el rostro de Fred.
—Aaww, eso suena tan cursi. Quién diría que sí puedes hablar así.
—Claro que puedo —repuso Hermione sintiéndose algo ofendida —, a pesar de lo que diga Ron sigo siendo una chica, ¿sabes?
—Oh créeme, no lo olvido en ningún momento —respondió Fred sin dejar sonreír, a lo que Hermione no supo qué responder —. De todos modos, es bueno ver que le estés poniendo empeño a esto del club de literatura y escritura. Realmente no pensé que me ibas a hacer caso al respecto.
Hermione parpadeó varias veces.
Como olvidarlo… Después de todo el asunto del gas tóxico en las clases de pociones, Fred se le había acercado con sugerencias e ideas para ayudarle con su meta de ser escritora. Entre esas sugerencias, le había sugerido que ingresara al club de literatura y escritura de Hogwarts.
—¿Qué yo qué?
—Piénsalo, ¡seguro será buena idea! —le había dicho él.
Al inicio no había estado muy convencida, pero rápidamente terminó aceptando. Y ahora, una semana después aquí estaba: en medio del bosque prohibido con una cámara prestada tratando de cumplir una de las primeras actividades del club.
Tal vez fuera un poco inesperado, pero no podía negar que sus pocas reuniones con el club habían sido agradables. Por primera se sentía productiva respecto a sus propios intereses, y estar rodeada de personas que compartían sus gustos la motivaba.
—Ha sido… Interesante —admitió Hermione sonriendo levemente —. Fue un poco raro eso de que me inscribiera ahora cuando el curso empezó hace unos meses, pero no hubo mayor problema. La mayoría son muy amables. ¿Sabías que una amiga de Ginny está en el club? Se llama Luna, es un poco… Peculiar. Pero le gusta la literatura infantil como a mí. También hay un chico de Hufflepuff que lee los mismos libros muggles que yo.
Fred escuchó todo esto con atención.
Era bueno ver que Hermione finalmente había encontrado su camino y hacía algo de su verdadero interés. Ahora la joven tenía un nuevo brillo en sus ojos y eso le hacía sentir feliz... Era lo menos que se merecía después de ayudarle tanto.
Aun así, no podía negar que extrañaba su presencia en las tardes que se ausentaba, y que le hacía falta cada vez que quería hablar sobre una nueva idea.
Lo cierto es que cada vez parecía afectarle más sus ausencias...
Fred tuvo que contenerse para no soltar un suspiro.
—Ah, eso suena interesante —respondió Fred recobrando la compostura —. Y cuéntame, ¿no hay nadie como yo en el club?
Hermione negó con la cabeza, y antes de pensarlo respondió:
—Para nada —dijo con una pequeña sonrisa —. Creo que nunca podría haber alguien como tú.
Ante esto, tanto él como ella se miraron fijamente; como si el mundo se hubiera detenido por un instante.
Nunca podría haber alguien como tú...
¿Era cierto, no? Hasta ahora ella nunca había conocido a una persona como él, simplemente era un hecho estadístico. No obstante, así como lo había dicho sonaba mucho más importante que un simple hecho. Sonaba a...
De repente el rostro de Hermione empezaba a sentirse caliente.
¿Qué demonios había hecho? Tenía que arreglar lo que acababa de decir, rápido.
—Alguien igual de molesto, obvio —aclaró ella enseguida.
Fred apartó la mirada rápidamente. Por un momento la joven creyó ver un rastro de color rojo en su rostro, pero seguramente era su imaginación.
—Auch, ¿ves como me hieres, Hermione? —respondió Fred fingiendo falso dolor.
De todas formas, Hermione pensó que era momento de cambiar el tema. De nada le servía estar divagando sobre ideas que su propia cabeza se estaba formando. Llevaban más de una hora ahí y seguían sin hacer algún progreso.
Aun así, no pudo evitar notar aquella sensación cálida que inundaba su pecho ahora. Como un bombeo fuerte y constante; cada vez más fuerte...
Realmente nunca podría haber alguien como tú...
Hermione sacudió la cabeza, no era momento de pensar en eso.
—De nada va a servir tu dolor si no consigo algo a que tomarle foto —dijo ella con frustración.
—No creo que se trate de simple inspiración, Hermione —le explicó Fred tranquilamente—. Si algo me ha enseñado la vida es que eso es para novatos. La inspiración simplemente se trata de tener una mente más abierta ante las cosas.
—Cosa que no tengo.
—Pero que podrías tratar de tener —repuso Fred levantando su dedo índice —. Sólo intentándolo lo vas a descubrir. A ver, déjame enseñarte.
Dicho esto, el joven se acercó y tomó la cámara de las manos.
—¡Hey! —exclamó Hermione —. No hagas eso, es prestada y los rollos son limitados.
—¿Y quién dice que las gastaré? Las tomaré como futura inspiración. Observa y aprende, querida Hermione.
Dicho esto, ambos se aventuraron en la travesía de tomar fotografías en el bosque prohibido.
Todo se trataba de perspectiva, justo como había dicho Fred. Después de varios intentos Hermione pudo notar que, efectivamente, había muchas cosas bonitas a su alrededor; mucho más de lo que habría imaginado.
Al cabo de unos minutos, había logrado fotografiar muchas cosas interesantes. Algunos pequeños animales, varias flores y plantas, y unos hermosos paisajes. Incluso Fred no perdió el tiempo y les tomó algunas fotos a ambos, supuestamente ''para la posteridad''
Hermione no pudo evitar reírse ante esto.
—No podías perder la oportunidad, ¿no?
—No puedo desperdiciar los atributos que Dios me regaló —respondió él con una gran sonrisa —. ¡Pero mira cuantas fotos tenemos! Ha sido una tarde productiva, ¿no crees?
Hermione titubeó por un momento.
Fred le estaba sonriendo mientras tenía su mano en su muñeca, casi rozando su mano. Eso no era algo nuevo, era lo que el muchacho mejor sabía hacer; siempre sonriente y siempre ayudándola.
Pero ahora se sentía diferente, sus manos se sentían diferentes, incluso él se veía diferente.
—Sí. Se podría decir que ha sido una tarde… Diferente.
Después de aquello, nada relevante ocurrió.
De hecho, se podría decir que pasó lo mismo de siempre. Ambos siguieron caminando y tomando fotos hasta que se hizo tarde y tuvieron que regresar a la sala común. Después, cada uno se despidió y siguió por su lado.
O al menos eso fingió hacer Hermione, quien tras despedirse se giró hacia atrás con la mirada perdida, dejándose llevar por sus pensamientos.
Era lo mismo de siempre, y aun así… Se sentía tan diferente.
Sí, no había duda. Definitivamente algo estaba mal con ella.
Hermione no tenía ninguna duda de que estuviera enferma.
Por qué si no, ¿por qué cada día parecía tener menos control de sí misma? No tenía sentido, ni siquiera sus propios amigos sabían explicarlo.
¿Era molesto? Sí.
¿Confuso? También.
¿Extraño? Sin duda.
Quisiera o no, no tenía escapatoria. Su mente volvía a recaer en los mismos temas, una y otra vez; como una especie de película. Hermione estaba segura de que su cerebro lo hacía a propósito. Quería volverla loca.
Lo cual, por cierto, estaba logrando con mucha facilidad.
Unos días después de la tarde de las fotografías, Hermione se encontraba en la biblioteca junto a Ginny Weasley y Luna Lovegood; todas se habían reunido con el fin de avanzar con sus tareas y conversar un poco, para variar.
Luna Lovegood era una nueva compañía que, para su sorpresa, terminó siendo bastante agradable, por no decir interesante. Ambas se habían conocido en el club de literatura y escritura hacía unas semanas. Al inicio había sido algo incómodo, sobre todo porque ambas eran diferentes.
Aun así, con el tiempo descubrieron que tenían varios gustos en común cuando se trataba de libros. Luna era una persona rara, pero extremadamente amable y Hermione se dio cuenta de que podía aprender algo de ella, además que no le molestaba la idea de tener una nueva amiga. Pasado el tiempo, y con un poco de ayuda por parte de Ginny, ambas habían terminado haciéndose buenas compañeras.
En fin, ahora Hermione se encontraba en la biblioteca y tristemente su progreso había sido casi nulo, como ya era usual.
En un día normal, aprovecharía el tiempo para hacer sus deberes, conversar un poco con sus amigas y escribir algún relato personal; pero hoy no podía hacer nada. Su mente estaba en blanco.
Ginny Weasley pudo notar esto, y por eso se encontraba chasqueando sus dedos frente a ella.
—Tierra llamando a Hermione —dijo Ginny tratando de hacerla regresar a la realidad —. Hermione, ¿estás ahí?
—¿Ah?
—No puede ser —respondió Ginny llevándose la mano al rostro con frustración —, ¿siquiera escuchaste lo que te estaba diciendo?
Hermione sonrió nerviosamente. Lo cierto es que no tenía sentido mentir, había sido agarrada con las manos en la masa.
—Pues la verdad… No, realmente no. Perdona.
—¿Te encuentras bien? —le preguntó Luna con curiosidad.
Hermione soltó un suspiro.
¿A quién quería engañar? Habría que estar ciego para no percatarse que algo estaba mal con ella.
—No, creo que estoy enferma.
—¿Enferma? —comentó Luna algo confundida.
—O tal vez algo anda mal con mi cabeza. No lo sé.
—A ver, explícate mejor —dijo Ginny cruzándose de brazos.
Hermione se mordió el labio.
Ni siquiera sabía por dónde comenzar. En el fondo estaba molesto consigo misma por actuar de esta forma, ella siempre había sido brillante, pero justo ahora se sentía como una niña pequeña.
¿En qué demonios se había metido?
—Mis pensamientos no tienen sentido, mis emociones no tienen sentido, y mis sensaciones tampoco tienen sentido —empezó a decir ella —. Es como si mi propio cuerpo me estuviera saboteando. No tiene sentido, siempre he tenido todo bajo absoluto control, ¿qué demonios me pasa? ¿Será que yo…?
De un momento a otro, Hermione siguió hablando y hablando, divagando y discutiendo. Al punto de no prestarle la más mínima atención a Ginny y Luna. Ahora se encontraba hablando sola.
Ambas jóvenes se miraron entre sí, cada una más confundida que la otra. Lo que sea que tuviese Hermione debía ser grave si ni siquiera podía mantener una conversación coherente.
—Ammm, Luna, ¿tú entiendes algo? —le preguntó Ginny a su amiga mientras veía como Hermione seguía hablando consigo misma. Empezaba a darle algo de miedo.
Luna observó por unos segundos a Hermione con total seriedad.
—Pues tiene muchos Dinkles en su cabeza —comentó finalmente Luna —, eso significa que sus pensamientos están difusos.
—Eso puedo verlo, ¿pero por qué?
Ante esto, Luna señaló su propio corazón, luego se dio unos leves golpecitos que simulaban los latidos y finalmente soltó un suspiro; como si un gesto dijera más que mil palabras.
Ginny tardó unos segundos en entender el gesto, pero apenas lo hizo abrió la boca sorprendida.
—No puede ser... —comentó Ginny sin creérselo —. Espera, un momento, ¿de quién se trata entonces?
Luna se encogió de hombros.
—No creo que debas preguntarle en este momento.
—¿Qué? Pero no es justo, ¡es la primera vez que sé sobre esto!
—Y se ve bastante agobiada... Tan sólo mírala, Ginny.
Efectivamente, después de varios minutos Hermione seguía hablando sola, ni siquiera les prestaba la más mínima atención. Ahora estaba caminando de un lado a otro de la biblioteca, sobra decir que parecía una completa loca.
Ambas chicas se miraron entre sí, parecían tener una pequeña guerra de miradas para decidir cuál sería su próxima acción.
Guerra de miradas que terminó ganando Luna Lovegood.
—Tú empiezas —dijo Luna con una sonrisa victoriosa.
La joven Weasley rodó los ojos, no podía creer que acababa de perder una simple guerra de miradas.
—A ver, a ver, tranquila Hermione —comentó Ginny arrastrando a Hermione de nuevo a su asiento y trayéndola a la realidad —. Estoy segura que no es nada del otro mundo, aunque reconozco que estoy un poco perdida, ¿desde cuándo tú…?
—Ya ni siquiera lo recuerdo —respondió ella con amargura—. Como dije, mi mente no funciona muy bien últimamente.
Ante esto, Hermione se cubrió el rostro con sus manos, como si simplemente quisiera desaparecer.
Aunque si era honesta, en el fondo sí quería desaparecer.
—Creo que en el fondo sabes lo que te pasa —comentó Luna sacándola de su realidad —. Simplemente no lo quieres admitir.
Hermione frunció el ceño.
—¿Admitir qué?
—Vaya, esto es peor de lo que pensé —dijo Ginny negando con la cabeza.
La joven Ravenclaw se encogió de hombros.
—Creo que los Dinkles le han afectado gravemente...
—No sé de qué me hablan —repuso Hermione aun en negación.
—Oh créeme, sí lo sabes —respondió Ginny cruzándose de brazos —. Pasé muchas tardes hablándote sobre este tipo de temas.
—Pues no estoy segura.
—Ush, por el amor a Merlín, vaya que eres terca… —dijo Ginny.
—Sé que puede parecer confuso —comentó Luna interviniendo en la conversación —, pero te sirve de algo, pienso que no es tan difícil.
Hermione no pudo evitar levantar la mirada al escuchar esto.
—¿Disculpa?
—Creo que tarde o temprano te darás cuenta —dijo Luna como si fuera algo obvio —, tu propio cuerpo te lo dirá apenas estés a su lado. Será tan abrumante que para ese momento ya no habrá vuelta atrás. Simplemente lo sabrás.
Las palabras de Luna resonaron varias veces en su mente.
Tu propio cuerpo te lo dirá apenas estés a su lado
Simplemente lo sabrás...
Hermione recordó el día del desastre del gas tóxico, y la calidez que sintió cuando sujetó su mano al consolarlo.
Luego recordó el día anterior, y como su propio cuerpo reaccionó cuando Fred colocó su mano en su hombro. Ni hablar de cuándo en un momento el muchacho se acercó y le tomó una fotografía.
No podía ser posible...
No no, ¿qué demonios me está pasando?
Hermione respiró entrecortadamente. Muy bien, sólo había una forma de asegurarse.
—Puede que tengan razón. Yo… Creo que tengo que probar algo.
Después de aquello, las tres empezaron a recoger sus cosas. Ya no había más nada que hacer ahí. Así que entre todas salieron de la biblioteca y empezaron a encaminarse hacia el Gran Comedor.
Sobra decir que Hermione no habló casi nada en el camino, tenía su mente centrada en otras cosas.
O al menos así fue, hasta que se encontró con Harry y Ron en el camino. Al parecer ambos también se dirigían al Gran Comedor.
Hermione sonrió decididamente. Perfecto, esta era su oportunidad.
—¡Harry! —exclamó ella acercándose al muchacho.
—¿Hermione?
—Necesito probar algo. A ver, dame tu mano.
—¿Ah? —respondió Harry confundido.
Pero Harry no tuvo tiempo de negarse. En menos de un segundo Hermione había agarrado su mano, aunque rápidamente la soltó con frustración; como si no hubiera pasado lo que ella estaba esperando.
—Nada, no funciona —dijo Hermione frunciendo el ceño —. ¡Ron, ahora ven tú!
Sobra decir que ahora Ron la miraba como si estuviera completamente loca.
—¿Qué? ¿Pero qué te pasa?
—¡Sólo deja de llorar y dámela! —exclamó Hermione, a lo que Ron no tuvo más opción que tomar su mano. Su cara estaba casi tan roja como su cabello.
Para tristeza de Hermione, tampoco sintió nada al agarrar su mano.
Nada, excepto frustración.
—Perfecto, tampoco nada —respondió Hermione amargamente, soltando su mano.
—¿Qué demonios te sucede? —volvió a preguntar Ron sin saber qué pensar.
Hermione negó con su cabeza, ni siquiera tenía sentido explicarlo.
—¡Nada! Precisamente ese es el problema ¡No sucede nada!
—Creo que te volviste loca.
—Ush, no importa. Me voy de aquí.
Pero no pudo hacerlo, porque justo en ese instante y como si el destino quisiera terminar de torturarla, Fred y George aparecieron a unos metros de ellos. Al parecer acababan de salir del Gran Comedor e iban camino a quién sabe dónde.
Hermione quería gritar, ¿por qué señor? ¿Qué había hecho para merecer tanta desgracia junta? Lo que menos necesitaba ahora era ver a Fred.
Por un instante tuvo la esperanza de que los gemelos pasaran de largo, pero por supuesto que eso no pasaría. No sólo estaba ella, sino Ron, Harry, Ginny y Luna. Ellos jamás desperdiciarían la oportunidad de saludarlos a todos.
Por un demonio, ¿por qué todos tenían que ser tan corteses en esta escuela?
—¡Hola chicos! —exclamó George al verlos.
—Hump, ¿estás bien, Hermione? —preguntó Fred al ver la expresión de su rostro.
—Por supuesto que sí —respondió ella rodando los ojos —, ¿y saben por qué? ¡Porque no sucede nada!
Y sin decir más, Hermione se fue de ahí. No sin antes dejar a todos completamente confundidos, especialmente a los hombres, quienes no entendían nada de lo que acababa de pasar.
No fue hasta unos minutos después que Fred decidió romper el silencio.
—Eeeh, ¿alguno de ustedes tiene una explicación?
Luna Lovegood sonrió alegremente, como si eso fuera respuesta suficiente.
—Los Dinkles están alterando los pensamientos de Hermione.
Fred podía sentir que Hermione le estaba evitando.
No había forma de asegurarlo, y algunos podrían decir que estaba exagerando, pero él no estaba loco. Podía notar cuando alguien hacía todo lo posible para huir de él.
Al inicio no había sido tan obvio, Fred estaba castigado y Hermione ahora dedicaba muchas de sus tardes al club de literatura; era entendible que no pudieran verse tan seguido. Pero con el pasar de los días era difícil no notarlo.
Hermione siempre parecía estar ocupada, ya fuese por los deberes o sus proyectos de escritura. Y no sólo eso, sino que parecía… Distante. Como cerrada en su mundo, llena de libros y papeles. Se limitaba a responder de la forma más concisa posible y más de una vez apartaba la mirada, como si le diera miedo hablar con él.
No tenía sentido, ¿acaso había hecho algo malo?
Tampoco podía negarlo, en el fondo le inquietaba esta situación. Se suponía que Hermione era su amiga, alguien preciada para él. Ambos se llevaban bien, ¿entonces por qué de la nada parecía estar tan distante?
Fred recordó por un momento a Hermione, quien hacía unas semanas lo había visto en su peor momento y aun así nunca dudó en apoyarlo.
Hermione, quien hacía unos meses había descubierto su caja musical y no dudó en decirle que era la cosa más increíble que había visto.
Hermione, quien había creído en él...
Desde ese momento algo había cambiado, y no sabía exactamente qué, pero sólo sabía una cosa: no quería que ella se apartase de él. Quería que siguieran siendo amigos, quería que pasaran más tiempo juntos.
Se supone que somos amigos, ¿no?
Tal vez por eso se encontraba en el único lugar donde se podía encontrar a Hermione en estos días: en la biblioteca.
Su meta ahora era conseguir a Hermione desprevenida y efectivamente, después de unos minutos logró encontrarla arrinconada en una esquina.
No había tiempo que perder.
—¡Al fin te encontré! —exclamó Fred detrás de ella.
—¡Aah!
Como ya era usual, la joven dejó caer el libro que tenía en sus manos debido al susto.
Fred tuvo que usar todo su autocontrol para no reírse.
—Vaya, hacía tiempo que no te pasaba eso.
—¿No deja de divertirte, no? —preguntó Hermione frunciendo el ceño, aunque no parecía realmente molesta.
Una sonrisa se dibujó en sus labios de Fred. No podía evitarlo, estaba feliz de estar hablando con Hermione otra vez, aunque fuese para molestarla. Había pasado tanto desde la última vez...
Sí, era bueno que estuvieran juntos otra vez.
—Jamás —respondió Fred con seguridad —. Eres una de mis personas favoritas.
Ante esto, Hermione abrió la boca sorprendida y enseguida Fred se dio cuenta de la estupidez que acababa de decir.
Creo que me estoy volviendo loco...
—Para molestar —aclaró él enseguida —. Eres una de mis personas favoritas para molestar.
—Ah —respondió Hermione con expresión neutral —. Por supuesto.
Esto… ¿Era idea suya o la mirada de Hermione se había ensombrecido un poco?
Nah, seguramente eran ideas suyas.
—¿Y qué haces aquí? —le dijo Hermione sacándole de sus pensamientos.
—Oh, pues te estaba buscando.
—¿A mí? —preguntó Hermione, al mismo tiempo que Fred asentía en respuesta —. ¿Te encuentras bien? No me digas que hicieron algo-
—Para nada —le interrumpió él negando con la cabeza. Lo que menos quería es que Hermione le diera un sermón —. Quiero salir de este castigo antes de meterme en uno nuevo, muchas gracias —agregó él casualmente —. Es que… No te he visto casi en estos días.
La joven levantó la mirada al escuchar esto.
Sus palabras parecieron tener un efecto mágico. Por primera vez desde que llegó algo parecía relajarse dentro de ella.
—Oh... Lo siento —respondió ella sin saber muy bien qué decir —, creo que he estado muy ocupada estos días, además de que ambos están castigados y tengo mil deberes pendientes. No me ha quedado de otra que pasar mis tardes aquí para rendir el tiempo.
—Lo sé, lo sé. Por eso mismo vine a verte —comentó Fred recostando la cabeza encima de la mesa, al mismo tiempo que soltaba un suspiro —. Lee no deja de preguntar cuándo volveremos a reunirnos todos, al parecer quiere que lo ayudes a perfeccionar los polvos de oscuridad absoluta.
Hermione le miró atentamente, como si estuviera meditando qué decir.
—Tal vez podría ir pasado mañana —dijo ella pensativa —. Sólo tengo que terminar estos ensayos para Historia de la Magia primero. Sería bueno ayudarles a crear algo otra vez, yo también los he extrañado.
Fred sonrió al escuchar esto.
La simple idea de que las cosas volverían a ser como antes le hacía extrañamente feliz. Sobre todo porque todo este tiempo...
—¿Así que no estás molesta conmigo? —preguntó él sin poder evitarlo. En el fondo era lo que más había temido estos días.
Hermione frunció el ceño.
—¿Por qué lo estaría?
—Por haber roto alguna regla o causar algún desastre —respondió Fred por impulso —. No lo sé, sólo... Empecé a asustarme. Creí que por un momento nos estabas evitando.
Creí que me estabas evitando a mí, específicamente.
Realmente quiso decir eso, pero sabía que no era lo correcto. Así que se contuvo.
—Para nada, ya quisieras poder librarte de mí —respondió Hermione sonriendo levemente.
La respiración de Fred se detuvo por un instante al escuchar esto. No sólo Hermione no estaba molesta con él, sino que se atrevía a bromear al respecto como si nada.
Y pensar que cuando la conoció la joven apenas y podía dirigirle la mirada sin rodar los ojos...
Asimismo, Fred sabía muy bien que ella decía esto último de ''librarse de ella'' en broma, pero siendo honestos, él no tenía pensado hacerlo de todas formas, por muy tonto que sonase.
Apreciaba a Hermione, y por eso mismo siempre quería verla sonriendo.
—Un momento, son las seis de la tarde, ¿qué haces aquí? —dijo Hermione sacándolo de sus pensamientos —. Se supone que a esta hora deberías estar en tu castigo.
Fred se encogió de hombros.
—Bueeeno —comenzó a decir él como si nada —, resulta que nuestro castigo fue suspendido por el día de hoy debido a que Flich se encuentra gravemente enfermo. Así que decidí aprovechar el tiempo y venir a verte.
—¿Está enfermo? Recuerdo haberlo visto esta mañana y lucía muy bien.
Una sonrisa picarona se dibujó en los labios de Fred.
—Lo sé, muy curioso ¿no?
—Oh no, mejor no me digas nada.
Ante esto, Fred soltó una carcajada lo suficientemente alta para que Madame Pince los regañara. Hermione también lo regañó severamente por andar de escandaloso; pero la verdad es que a él no le importaba en lo absoluto.
Estaba demasiado feliz como para prestarle atención.
De esta forma, pasaron el resto de la tarde poniéndose al día el uno con el otro. Hermione le comentó sobre la nueva amiga que había hecho en el club de literatura y Fred le comentó sobre las bromas más recientes que le habían hecho a Flich.
Todo parecía ser lo mismo de siempre. No fue hasta varios minutos después que Fred notó algo extraño.
—Por cierto, ¿por qué te encuentras aquí? Usualmente te sientas en las otras mesas en la entrada, no en este rincón.
—Oh, no es nada —dijo Hermione apartando la mirada —. Sólo… Bueno. La verdad es que me estoy escondiendo.
—¿Escondiendo? —respondió Fred frunciendo el ceño —. ¿De quién?
—Un chico de Durmstrang. ¿Tal vez conozcas a Viktor Krum?
Fred abrió la boca para decir algo, luego la volvió a cerrar y finalmente la volvió a abrir.
¿Acaso Hermione había mencionado…?
—¡Por supuesto que conozco a Viktor Krum! —exclamó Fred indignado —. Pero espera, tú lo que estabas era, y ahora… Un momento, ¿de qué me perdí?
Fred trató de ignorar un poco la molestia que crecía dentro de él. No era algo que valiera la pena reconocer ahora.
—No es nada. Hace dos semanas él me saludó y me pidió que lo ayudara con sus deberes de Pociones, desde entonces se sienta conmigo casi siempre en la biblioteca.
—Ah.
Eso fue lo único que pudo decir.
Una parte de él se odiaba por reaccionar de esta forma, ¿pero qué más podía hacer? No podía evitarlo. Algo dentro de él se sentía incómodo, por no decir molesto, ante la simple idea de que Hermione estuviera pasando tiempo con Krum y no con él.
Fred sacudió la cabeza, tratando de apartar esos pensamientos. No tenía sentido que pensara de esta forma. Aun así, la molestia no dejaba de crecer dentro de sí. Todo este tiempo había estado preocupado de que la joven le estuviera evitando, y ahora descubría que otro chico había tratado de acercársele en su ausencia.
Y lo peor de todo es que su simple mención había sido más que suficiente para recordarle el segundo asunto porque el que había venido acá: el baile de Navidad.
Hacía unas semanas que la profesora McGonagall había anunciado que se celebraría un baile como parte de la celebración del Torneo de los Tres Magos. El anuncio había sido recibido con entusiasmo por parte de todos y si bien aún faltaban varias semanas para dicho evento, eso no significaba que quería dejar el asunto para última hora.
Apenas escuchó del baile supo que Hermione sería la mejor opción. Él no tenía ningún sentimiento especial por los bailes, pero ambos eran buenos amigos y pasaban un montón de tiempo juntos, estaba seguro de que sería divertido.
Tristemente, desde hacía unas semanas la joven estaba tan ocupada que difícilmente podía hablar con ella en los pasillos. Mucho menos preguntarle si…
Bueno, no perdía nada intentándolo. Si Hermione le mencionaba esto era porque Krum aún no la había invitado, y tenía la esperanza de que nadie más tampoco.
—Así que entonces ¿qué? ¿Te asusta?
—Sólo me incomoda —indicó Hermione negando con la cabeza —. No estoy acostumbrada a hablar con extraños, además todos se me quedan mirando cuando él me habla.
—No es difícil saber por qué, es toda una celebridad —respondió Fred encogiéndose de hombros —. Quién sabe, lo más probable es que tenga otras intenciones.
—¿Otras intenciones?
—Eres una chica agradable y brillante que se pasa sus tardes sola en la biblioteca —comentó Fred como si fuera algo obvio —. No es difícil ver porque quiere pasar tiempo contigo, ¿no crees?
Hermione apartó la mirada, al parecer no se le había ocurrido esa posibilidad hasta ahora.
—Eso… Eso tiene mucho sentido —admitió ella sonrojándose levemente —. De todos modos, sigue siendo incómodo.
Fred no quiso admitirlo, pero en el fondo le reconfortaba ver qué Hermione se sentía incómoda ante la idea.
Significaba que no tenía ninguna intención de estar con él.
¡En tu cara Krum!
—Exactamente, pero no te preocupes, yo puedo ayudarte —dijo Fred sonriendo pícaramente —. Práctica conmigo. Nadie se resiste a esto: si la gravedad no existiera, yo igual caería por ti.
Enseguida la joven le miró como si estuviera loco.
—¿Qué? —respondió Hermione mientras sus mejillas se tornaban de un fuerte color rojo.
—Ni en clase de pociones me pierdo tanto como en tu mirada...
—Por favor, no.
—Eres como una vociferadora de mi madre —agregó Fred soltando un suspiro —: apenas te veo se me acelera el corazón.
—¡Esa ni siquiera es graciosa!
Fred se rio ante esto último, sintiendo como se relajaba un poco al ver la reacción de la joven.
Muy bien, era ahora o nunca.
—Hermione, ¿irías al baile de navidad conmigo? —preguntó él amablemente.
—...¿Qué?
La joven le miró fijamente, como si estuviera procesando lo que acababa de escuchar.
De repente, Fred no pudo evitar sentir un poco de pánico; cosa que no era usual de él. Había hecho todo esto para volverse a hablar, ¿y si ahora ella se espantaba y se hacía la idea equivocada?
Porque… Porque era la idea equivocada, ¿no?
—¡Cómo amigos, claro! —aclaró él rápidamente —. Pero creo que sería divertido, y así no tendrías que preocuparte por Krum. Todos ganamos, ¿no?
Hermione apartó la mirada.
Ir al baile juntos como amigos…
—¿De verdad crees que sería divertido? —preguntó Hermione.
Fred sonrió alegremente, lo que menos quería es que ella dudara de él.
—Por supuesto que sí —respondió él con seguridad —. No me gustaría ir con otra persona que no fuese tú.
Hermione alzó la mirada ante esto último, ignorando una vez más lo cohibida que la hacían sentir sus palabras.
La invitación de Fred ciertamente no le ayudaría a calmar el alboroto en su cabeza, pero no tenía sentido negarlo: ella tampoco quería ir con otra persona que no fuera él.
Tal vez por eso se había esforzado tanto en evitar a Viktor Krum. En el fondo, y sin querer admitir las razones, siempre había tenido la esperanza de que alguien más la invitara.
Alguien como...
—Sí, claro. Tienes razón —respondió ella sonriendo —. Seguro que será divertido.
Unas semanas después, nada nuevo había pasado.
Bueno, nada excepto por el hecho de que el baile estaba realmente cerca.
Debido a eso, las cosas estaban mucho más alborotadas de lo normal. Fred podía ver a chicos y chicas corriendo de un lugar a otro, buscando a quien invitar o que ropa vestir. No es que a él le importase mucho. A diferencia de los demás se sentía completamente tranquilo, no tenía nada de qué preocuparse...
Si de algo estaba seguro, es de que la pasaría muy bien.
O al menos eso pensaba, hasta que una tarde entró a la sala común y para su sorpresa, no se escuchaba otra cosa mas que gritos.
Gritos provenientes de Hermione y… ¿Ron?
Ay no, ¿ahora qué demonios había pasado?
Rápidamente Fred se acercó al centro de todo alboroto. En medio de la sala se encontraba Hermione y su hermano. Ambos tenían las caras rojas de tanto gritar y lo peor es que la pelea no parecía tener indicios de terminar.
— ¿Por qué estás mintiendo? —acababa de decir Ron —. Sólo ve conmigo, si no tendrás que ir por tu cuenta. Está bien para los chicos, pero para las chicas… Sólo te verás como una tonta
De repente, Fred comprendió la situación.
Sobra decir que tuvo que contenerse para no lanzarse encima de su hermano y matarlo. Por el amor a Merlín, ¿cómo demonios Ron podía ser tan idiota?
Era momento de intervenir.
—Ya es suficiente Ron —dijo Fred poniendo un paso al frente, al mismo tiempo que Hermione y Ron se sobresaltaron. Al parecer ni se habían percatado de su presencia.
Hermione le miró sorprendida, y Ron… Ron frunció el ceño.
—¿Y tú qué haces aquí?
—Hermione no puede ir contigo porque ya ella aceptó ir conmigo al baile —dijo enseguida Fred.
Sobra decir que ahora todos en la Sala Común les miraban sorprendidos.
—¿Contigo? —repuso Ron, sin creérselo.
—Síp, conmigo.
—Pero, ¿por qué?
—Por razones mucho mejores que las tuyas —dijo Fred cruzándose de brazos —. A diferencia de ti, yo le pregunté apenas supe del baile hace varias semanas.
—¿Y eso por qué? ¿Acaso buscas aprovecharte de ella?
—Ron —trató de intervenir Hermione.
—Es verdad, Hermione —dijo Ron frunciendo el ceño —. ¡Piénsalo! ¿Por qué otra razón te invitaría si no es para buscar alguna ventaja?
Fred sintió la ira hervir por sus venas, ¿aprovecharse de Hermione? ¿Ron se atrevía a decir eso cuando Harry y él pasaron tres meses sin hablarle a Hermione porque estaban molestos con ella el año pasado?
Fred podría ser muchas cosas, pero si de algo estaba seguro es de que él sí valoraba a Hermione; mucho más de lo que su hermano podría hacer.
—Porque a diferencia de ti, yo no soy un patán, ¿sabías? —repuso Fred rodando los ojos.
—¡Eso no es cierto!
—Por el amor a Merlín, Ron. ¿Qué tal si dejas de hacer el ridículo por al menos un minuto? Hermione y yo iremos como amigos, si algo tan simple como eso no entra a tu cabeza entonces eres más tonto de lo que pensé.
Hermione se volteó a verlo al escuchar esto.
Amigos…
La palabra resonó mil veces en su cabeza, tanto en la suya como en la de ella. De repente, Fred sintió que algo estaba mal consigo mismo. La palabra sonaba amarga, como si hubiera dicho algo incorrecto.
No tenía sentido, la palabra amigos no tenía nada malo, eso era lo que eran. Amigos. Ellos dos eran amigos, pero…
Por su parte, Ron les miró con sospecha.
—¿Sólo como amigos?
—Sólo como amigos —repitió Fred, terminando de destruir cualquier tipo de esperanza para ambos.
De repente, la mirada de Hermione se oscureció.
Sólo como amigos…
Ella lo sabía muy bien. Que Fred sólo la había invitado como su amiga. Era lo más lógico, pasaban mucho tiempo juntos por cosas de Sortilegios Weasley. Aun así… aun así…
Ella había tenido la esperanza de ser algo más.
Las palabras de Fred habían sido como un golpe en el estómago. Y de repente, ya no le importaba en lo más mínimo estar rodeada por un montón de personas.
Lo único que quería era irse de ahí.
—Así es, Ron —respondió Hermione mirándole amenazadoramente, parecía estar a un paso de cometer un asesinato —. ¡Así que por una vez en la vida podrías dejar de ser un maldito insensible y no molestar!
Dicho esto, la joven se volteó y se encaminó a su dormitorio.
No le detuvo el grito de Ron, ni las palabras de Fred; mucho menos las miradas de sus compañeras que se preguntaban si estaba bien.
Hermione subió la escalera y cerró la puerta con todas sus fuerzas.
Simplemente quería desaparecer.
Hermione se recostó en la puerta, dejándose llevar por sus pensamientos.
Las palabras de Fred resonaban en su cabeza una y otra vez, ahogandola y nublando su mente. Era… Era como si no pudiera respirar.
Iremos como amigos…
Sólo somos amigos…
Amigos…
La simple palabra le amargaba la existencia.
La palabra amigos no tenía nada de malo. Ella era amiga de Harry y Ron, también de Ginny, Luna y Neville. Hacía un mes estaba más que feliz de ser amiga de Fred y George; pero ahora la palabra le quemaba. Era demasiado doloroso.
Simplemente no soportaba la idea de ser sólo su amiga.
Odiaba la idea de ser sólo su amiga.
De repente, la realidad le cayó como un balde de agua fría.
Tu propio cuerpo te lo dirá apenas estés a su lado
Simplemente lo sabrás…
Dios, ¿cómo no se había dado cuenta antes?
Hermione recordó el día que Fred le regaló la caja musical, y cómo desde ese momento había quedado maravillada con su creación y sus ideas, pero sobre todo, con la persona que en ese momento le estaba sonriendo…
Todo este tiempo había pensado que era simple admiración, e incluso cuando había sospechado que era algo más trató de negarlo de todas las formas posibles.
Porque era más fácil, porque la simple idea le daba miedo; pero era demasiado obvio.
Sus sentimientos eran tan obvios como sofocantes.
No puede ser…
Con cuidado, Hermione se acercó a su cama y abrió el cajón de su mesita de noche. En ella se encontraban las fotos recién reveladas de aquella tarde cuándo Fred y ella habían tomado fotos para su proyecto del club de literatura.
Hasta ahora no las había visto, no había tenido tiempo, pero ahora… Sentía que era lo único que podía hacer.
En ellas se encontraban imágenes en movimiento de flores, algunos árboles, panorámicas del lago, e incluso algunos animales posando tiernamente para luego escapar.
No fue hasta unos minutos después que la joven encontró lo que estaba buscando:
Una imagen de Fred sonriéndole a la cámara mientras se veía a una Hermione detrás de él.
En la foto Hermione se encontraba agachada observando un armadillo en el suelo, ignorando por completo que Fred la estaba fotografiando. De repente, el Fred de la foto decía algo que la joven pudo reconocer como ''sonríe'' y Hermione levantaba la mirada; sonrojándose y apartándose del ojo de la cámara al tiempo que Fred estallaba en carcajadas.
Hermione miró la fotografía mágica una y otra vez, mientras sentía como sus ojos se humedecían levemente.
Esa sonrisa… Era su mayor inspiración. La razón por la que este año no había sido tan malo como el anterior, porque ahora tenía a alguien que no la apartaría porque ella hablara mucho o pensara que era muy molesta.
O al menos eso había pensado.
Sólo somos amigos, Ron...
Las palabras seguían teniendo el mismo sabor amargo, no podía evitarlo. Había sido rechazada sin siquiera haber confesado sus sentimientos, ¿qué clase de broma cruel era esta?
¿Acaso era tan difícil para ella tener una oportunidad?
Hermione no quería ni pensarlo.
Sin decir nada la joven se recostó en su cama. Estaba exhausta. Ahora que comprendía su situación se daba cuenta de lo agotador que había sido para ella negar sus sentimientos.
Tu propio cuerpo te lo dirá apenas estés a su lado
Simplemente lo sabrás…
Hermione sonrió tristemente. En el fondo ella siempre lo había sabido, simplemente había sido muy necia para reconocerlo.
Estaba enamorada de Fred Weasley.
AL FIN LO LOGRÉ
DESPUÉS DE 37.000 PALABRAS AL FIN LOGRÉ QUE ADMITIERAN SUS SENTIMIENTOS CARAJO ASSJAASLAJKSJA
Ok ya, me calmo. Lo siento, no puedo evitarlo. Se siente bien haber llegado a este punto, sobre todo porque mi vida ha sido bastante problematica en estos últimas días (mi familia se enfermó de covid basicamente). Así que haber superado eso y llegar a donde tanto he querido llegar es un logro.
Me divertí bastante escribiendo este capitulo, sobre todo por la inclusión de Ginny y Luna ayudando a Hermione en su fase de negación, además de la escena de Harry y Ron todos confundidos. El amor no es fácil, pero quedense tranquilas: no pienso armar drama innecesario.
Por favor, no teman decirme su opinión. Sea buena o mala, no importa; cualquier sugerencia es bien recibida también. Me esforcé muchisimo en este capitulo (que por cierto, es el más largo que he escrito) así que me gustaría saber que les pareció.
Nos vemooos!
